Long-fic de Pokémon - Pokémon Rainbow: Johto.

Tema en 'Hall de la fama' iniciado por Paralelo, 4 Noviembre 2012.

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    Paralelo

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    Pokémon Rainbow: Johto.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    61
     
    Palabras:
    3482
    ...Continuando

    Capítulo 16: El Encinar.
    “tú regresas con tu dueño ahora, y lo molestas todo lo que quieras mañana… cuando yo ya me haya ido lejos de aquí, ¿vale?"
    Rainbow


    El encinar era un espeso bosque que, como su nombre decía, estaba lleno de encinas. Los árboles crecían tan alto que casi tapaban la luz del sol, dándole un aspecto bastante oscuro.

    Ahí se encontraban Rainbow, cargando su huevo, junto con su grupo de pokémon, pues era el camino más rápido hacia ciudad Trigal. Su paso era firme y decidido a pesar de la hierba, ya no mostraba signos de tristeza en su rostro, como si nunca se hubiera despedido de Aurora. Sus pokémon poco a poco se acostumbraban a sus cambios de personalidad, dependiendo de las circunstancias.

    —Este lugar es un tanto extraño —dijo calmadamente mirando a su alrededor—. ¿No lo notan? —preguntó dirigiéndose a sus compañeros— En este lugar hay un extraño silencio en el aire —empezó a decir sublimemente—… hasta tiene una sensación majestuosa de sublimidad, que inspira respeto y una profunda paz interior…¡Pero no me importa! —exclamó arrogantemente apretando el paso.

    De nuevo sus pokémon se desconcertaron un poco, pero a pesar de eso, adaptaron la misma actitud de su entrenador.



    No habían pasado muchas horas desde que entraron en el encinar. Se habían detenido en un buen lugar para seguir con su entrenamiento, y detenerse a almorzar también. Poco a poco, Rainbow sentía al huevo moverse lentamente, pues el estar en contacto con pokémon muy activos como los suyos le hacía desear salir.

    —Así que ya quieres salir —le habló Rainbow suavemente—, me parece que todavía te falta un poco… —sintió que Natu lo interrumpía— Ya lo sé —le contestó—, ya que yo lo estoy criando, al nacer tendrá mi personalidad —se jactó orgulloso.

    Natu siguió hablándole.

    —Sí, ya lo sé —contestó Rainbow un poco irritado—, ya sé que pasó mucho tiempo en brazos de Aurora… así que… —se detuvo repentinamente al pensar mejor en sus palabras— Eso quiere decir que… tal vez absorba también la personalidad de Aurora…

    Chikorita se le acercó confiadamente, y lo miró pícara. Rainbow se puso rojo.

    —¡No es como si fuera a ser un hijo nuestro! —exclamó tratando de esconder su vergüenza— ¿Pero por qué insisten tanto con eso?... Olvidan que aún tenemos doce años —se defendió.

    Pero sus pokémon lo seguían molestando.

    —Sí, claro, qué ironía —les respondió—, somos demasiado jóvenes para pensar en esas cosas… pero estamos en la edad correcta para salir al mundo solos, y ser el entrenador definitivo, y una investigadora de misterios… que universo tan bueno nos tocó para nacer —añadió sarcásticamente.


    Y dejando de lado esas charlas incómodas, siguieron recorriendo el encinar hasta que se hizo de noche.

    Tranquilamente, Rainbow sacó su saco de dormir, a su lado se encontraban varios de sus pokémon fuera de sus pokeballs, y también su huevo. Rainbow se sentía inusualmente somnoliento esa noche. Algo raro porque él solía quedarse despierto hasta una hora acostado en su saco, observando el cielo, y cavilando cientos de cosas en su mente.

    —Bien amigos —les dijo bostezando—, este lugar sí que incita al sueño en la noche, así que hasta mañana —y diciendo eso, se desparramó violentamente sobre todo el saco de dormir. Sus pokémon también se recostaron a su lado para dormir.


    No habían pasado ni cinco minutos, Rainbow y sus pokémon ya habían empezado a disfrutar de los placeres de la inconsciencia que les brindaba el sueño, cuando de entre los miles de árboles se escuchó un fuerte grito.

    —¡Farfetch’d! —exclamó potentemente la voz de un joven— ¡¿Dónde te metiste ahora?! —continuó gritando con un tono bastante molesto.

    Rainbow y sus pokémon se despertaron de repente, poniéndose de muy mal humor. Rainbow solo trató de ignorarlo y seguir durmiendo, pero los gritos del joven no cesaban.

    —¡Farfetch’d! —continuó con voz cada vez más preocupada —¡Ya sal de donde sea que estés! Si no regresas el jefe me va a matar.

    Viendo Rainbow que no se iba a callar hasta que encontrara a su pokémon, se levantó de mala gana, seguido de sus compañeros, únicamente dejando a Onix al cuidado del huevo.

    Siguió la voz hasta que llegó a donde se encontraba un joven con un pañuelo blanco en su frente, el cual se veía muy preocupado.

    —¡Oye! ¡Estoy tratando de dormir! —se quejó Rainbow de la manera más egoísta posible— Un entrenador definitivo como yo gasta muchísima energía cada minuto, así que…

    —¡Oh! ¡Por favor, ayúdame a encontrar a mi Farfetch’d! —le rogó el joven sin darle tiempo de terminar de hablar —si no lo encuentro, mi jefe, el Carbonero de pueblo Azalea, me despedirá por perder a su pokémon de nuevo…

    Rainbow vio que el joven se encontraba muy desesperado, hasta el punto de lloriquear ridículamente. Sintió ganas de ignorarlo por lo ridículo y exagerado de su comportamiento, pero una vez más, la lástima, una parte de Rainbow que en más de una ocasión lo había estado molestado, le invadió de nuevo. Sus pokémon sintieron lo mismo que él.

    —Está bien, está bien —contestó a regañadientes—, te ayudaré a encontrar a tu Farfetch’d —añadió irritado.

    —Muchas gracias —contestó el joven un poco más esperanzado—, en ese caso, vamos a buscarlo —añadió más animado.


    De mala gana, Rainbow siguió al joven a través del Encinar.

    —Lo que pasa es que trabajo para el carbonero de Azalea —comenzó a contar el joven mientras caminaban—, mi trabajo consiste en venir a este bosque a cortar leña, y para eso me presta a su Farfecth’d, para usar su movimiento Corte para conseguir la madera… pero ese condenado pokémon —añadió irritado— se escapa todo el tiempo, pierdo mucho tiempo en encontrarlo y el jefe siempre me regaña por eso…

    —Sí, sí, como digas —contestaba Rainbow fríamente, cayéndose del sueño mientras caminaban.

    —¡Hey! ¡Mira, ahí está! —contestó contento, señalando a un lugar.

    Ahí en frente de ellos, se encontraba el Farfetch’d, quien se mostró algo indiferente de su presencia.

    —Ya era hora de que te encontrara —le reprochó el joven acercándosele—, ahora regresemos de inmediato…

    Pero el pokémon, lejos de hacerle caso, se alejó volando detrás de unos árboles.

    —¡Ah! —exclamó el joven— ¿Por qué siempre me hace lo mismo?... ¡Oye! ¡Pero no te duermas! —exclamó al ver a Rainbow medio dormido, casi a punto de caer al suelo.

    —¡Ah! ¿Qué? —exclamó Rainbow despertándose repentinamente.

    El joven se enojó bastante con él.

    —Por favor, es un asunto muy serio —le reclamó—, al menos podrías ayudar un poco…

    —Está bien —contestó Rainbow bostezando, y retomando un poco su actitud indiferente—, en ese caso, espera aquí —dijo y empezó a caminar hacia los árboles.

    —Oye, ¿qué vas a hacer? —preguntó el joven intrigado.

    —Querías mi ayuda, ¿no? —preguntó con voz adormilada— Pues lo haremos a mi modo, así que quédate ahí —y continuó caminando.


    Lentamente se adentró entre los árboles, justo por donde se había ido el pokémon. Un momento después lo encontró.

    —Hola, Farfetch’d —le saludó bostezando. El pokémon lo miró inexpresivo— Pongámonos de acuerdo, yo tengo sueño, y tú solo quieres jugar un rato… así que hagamos un trato, tú regresas con tu dueño ahora, y lo molestas todo lo que quieras mañana… cuando yo ya me haya ido lejos de aquí, ¿vale? —propuso cínicamente.

    El pokémon, lejos de hacerle caso, salió corriendo de ahí muy descaradamente hacia los árboles.

    —¡Ah! —se quejó Rainbow tratando de despabilarse— Está bien, lo haremos a tu modo.

    Y salió corriendo tras él lo más rápido que pudo.

    Pero un segundo después, el pokémon ya se había perdido de nuevo entre la espesura del bosque. Rainbow se detuvo.

    —¿Dónde estás? —murmuró cantarinamente, mientras mantenía los ojos bien abiertos.

    Más que querer verlo, Rainbow buscaba sentirlo usando su Viridian mind, lo cual era algo difícil tomando en cuenta la cantidad de otros pokémon que se encontraban en el bosque.

    —Ya te tengo —pensó al momento que lograba sentirlo.

    Siguió caminando un poco hasta una zona que no era lo bastante tupida del bosque, y la luz de la luna iluminaba con esplendor. Ahí se encontraba el Farfetch’d, en posición de alerta, pero dándole la espalda a Rainbow.

    Sigilosamente, Rainbow se le acercó por detrás, asegurándose de no hacer el más mínimo ruido. Se encontraba solo a unos pasos de él cuando accidentalmente pisó una rama, la cual al romperse hizo que el pokémon se alarmara.

    Rainbow se dio cuenta de que lo había echado a perder, y se sintió idiota. El Farfetch’d se volteó, y al ver a Rainbow ahí salió corriendo de nuevo, dejando a Rainbow como un imbécil.

    No perdiendo la calma, Rainbow fue tras él de nuevo, sintiéndolo asegurándose de tratar de atraparlo por detrás, pero no importa lo que pasara, el pokémon siempre se daba cuenta de él y salía corriendo. El juego siguió por bastante rato.

    —¡Ya es suficiente! —exclamó al fin Rainbow ya harto, sacando a Hoothoot— Ya hemos jugado bastante tu juego, pero ahora me toca a mí.

    Y habiendo dicho eso, Hoothoot empezó a batir fuertemente sus alas para generar una gran corriente de aire, sin embargo, al ser un Hoothoot, sus alas eran demasiado pequeñas para poder hacerlo.

    —Un poco más —le animaba Rainbow—, su debemos sacudir todo este bosque, ¡pues lo haremos! —exclamó fuertemente.

    Hoothoot siguió intentándolo con coraje, cada vez más fuerte, hasta que el esfuerzo lo hizo evolucionar en Noctowl.

    Con su nueva forma y fuerza, ahora sí pudo crear una violenta corriente de aire que empezó a sacudir gran parte del bosque que se encontraba ante él.

    El Farfetch’d se encontraba en uno de los árboles justo delante de Noctowl, y al sentir la corriente de aire se aferró fuertemente a la rama, resistiendo sin intenciones de rendirse. Los pokémon que habían alrededor también sintieron los efectos de la fuerte corriente de aire.

    —¿Aún no te rindes? —preguntó Rainbow desafiante— Pues veremos que tanto puedes resistir.

    Noctowl siguió aumentando la fuerza del viento, los árboles se tambaleaban de un lado al otro, y varios pokémon de menor tamaño y fuerza salieron volando por los aires.

    Sin embargo, el Farfetch’d no pudo seguir soportando la fuerza del viento por siempre, y la fuerza del viento por fin lo mandó a volar.


    Mientras todo eso sucedía, el joven seguía en el mismo lugar dónde Rainbow le había dicho que se quedara.

    —Ya ha pasado mucho tiempo —se dijo algo preocupado—, me pregunto por qué tardará tanto…

    Fue en ese momento que empezó a sentir el vendaval que venía de Noctowl, y vio como de repente, los árboles se mecieron violentamente y algunos pokémon salían volando.

    —Pero ¿qué está pasando? —exclamó cubriéndose los ojos ante la fuerza del viento.

    Un momento después, vio que algo salía volando de los árboles y empezó a caer violentamente hacia él, era su Farfetch’d, y un momento después cayó en sus brazos, desmayado.



    —Muchas gracias —le agradeció el joven cuando Rainbow hubo regresado con él.

    —Sí, sí, de nada —contestó Rainbow con más sueño que antes.

    —En serio —continuó el joven—, que bueno que lo encontramos antes de que mi patrón lo descubriera…

    —Antes de que descubriera ¿qué? —interrumpió una voz detrás.

    El joven se sorprendió al oír esa voz, y al voltearse, vio con algo de temor que se trataba del Carbonero.

    —¿Volviste a perder a mi Farfetch’d? —preguntó enojado.

    —Lo siento, lo siento mucho —se disculpó el joven patéticamente—, no volverá a ocurrir.

    —Siempre dices eso —replicó el Carbonero—, y siempre se te vuelve a escapar.

    —Pero no es su culpa —interrumpió Rainbow medio dormido—, es el Farfetch’d el que se escapa a propósito.

    —¿A qué te refieres? —preguntó el Carbonero algo irritado.

    —Verán —explicó Rainbow—, a ese Farfetch’d le aburre que todo el tiempo solo lo usen para cortar árboles para hacer leña, así que escaparse para que lo encuentren es su única diversión… no sé, deberían prestarle un poco más de atención —añadió alejándose de ahí indiferentemente.

    —Espera un momento —interrumpió el Carbonero—, ¿cómo sabes todo eso?

    Rainbow siguió caminando lentamente.

    —Tal vez algún día me quede a explicar —siguió diciendo con voz cada vez más adormilada e ininteligible—, pero ahora, me voy a dormir…

    Y siguió caminando, completamente desinteresado de esos dos.

    —Que chico tan extraño —dijeron los dos.



    Un momento después, Rainbow había llegado a dónde había dejado su bolsa de dormir, el huevo y a Onix.

    —Hola Onix —saludó cada vez más muerto de sueño—, ¿todo bien? ¿No hubo ningún problema?... Bien.

    Y diciendo eso, se desplomó sobre su saco, y rápidamente se quedó dormido, al igual que sus compañeros.


    A la mañana siguiente se levantaron temprano para ver la salida del sol, como era su costumbre. Desafortunadamente, el bosque era tan espeso que no se podía apreciar el amanecer.

    —Bueno —dijo Rainbow decepcionado—, pues ni hablar, sigamos adelante.

    Pasaron el resto del día entrenando y siguiendo el camino, afortunadamente para Rainbow sin que nadie estuviera ahí para molestar con sus problemas.

    El día cayó y la noche volvió. Rainbow y su grupo habían llegado a un lugar dónde había una especie de santuario de madera en medio del bosque. Al verlo, Rainbow sonrió tranquilamente.

    —“Santuario en honor al guardián del bosque” —leyó Rainbow en el letrero que había adelante.

    Luego de eso, tranquilamente dio un rodeo por el santuario.

    —¡Hola! —exclamó con voz fuerte— ¿Estás ahí? Soy yo, Rainbow.

    Pero solo se escuchó el silencio. Sus pokémon se quedaron extrañados de que de repente su entrenador se pusiera a decir eso a la nada.

    —Parece ser que no estás por aquí ahora —continuó Rainbow sonriente—, bueno, no importa, tal vez algún día te aparezcas —dijo sacando sus cosas para dormir.

    Pero sus pokémon aún estaban desconcertados por lo que había hecho.

    —Tal vez algún día les explique todo detalladamente —les contestó alegremente—, pero por ahora, a dormir —añadió tumbándose en su saco.


    Así pasaron varios días en el Encinar, pues Rainbow vio ahí un lugar perfecto para quedarse a entrenar. Todo el tiempo que permanecieron ahí Rainbow se veía inusualmente somnoliento, pero a él parecía no importarle, después de todo, su entrenamiento avanzaba perfectamente.

    Continuará...

     
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    ...Continuando

    Capítulo 17: La guardería de la ruta 34.
    “adiós, hermosa señorita"
    Rainbow


    Después de haber pasado varios días entrenando en el Encinar, Rainbow y su grupo continuaron el camino hacia el norte, por la ruta 34 con destino a ciudad Trigal. Rainbow, al parecer, había vuelto a su estado energético normal, y no parecía con ganas de entrar en detalles acerca de su extraño comportamiento en el Encinar.

    —Centrémonos solo en lo relevante por ahora —les contestaba a sus pokémon—, ya habrá tiempo de charlas inútiles —añadió arrogante.

    Particularmente, sus pokémon se preguntaban por qué parecía tan apresurado para llegar al siguiente gimnasio.

    —Por si no lo recuerdan —les contestó—, en ninguno de los gimnasios de esta región me he quedado satisfecho, todos me han tratado particularmente bien… y eso no me gusta —añadió apretando el paso violentamente—. Siento lástima por quién sea el líder de Trigal —continuó sonriendo maliciosamente—, ¡porque no voy a tener la más mínima piedad!

    Y mientras seguían caminando, su exaltación empezó a bajar poco a poco, hasta volver a un estado calmado y meditativo.


    No pasaron muchas cosas interesantes en los días que duró su camino hacia el norte, tal vez solo el hecho de que Rainbow parecía estarle dando un trato especial a Eevee por sobre los demás, lo cual se les hacía raro a todos.

    —No estén celosos —les respondió amigablemente—, todos tendrán su oportunidad, se los prometo… pero para Eevee —dijo acariciándolo suavemente—, dentro de poco será un momento especial.

    El pokémon le sonrió dulcemente. Y día tras día, el huevo que Rainbow llevaba en brazos empezaba a tener más y más ganas de salir.



    No muchos días después de haber salido del Encinar, se encontraban aproximadamente en la mitad de la ruta, pues la habían recorrido a paso muy lento a causa del entrenamiento, pero Rainbow decidió que ya era hora de ir a la acción. Así que siguieron avanzando, esta vez a un paso mucho más apresurado, pues en el fondo, Rainbow no podía contener las ganas de ir a por el siguiente líder, tal y como lo percibían sus pokémon.

    No habían caminado mucho tiempo cuando de repente observaron algo en el camino, al acercarse un poco más vieron que se trataba de un pequeño pokémon, en concreto, de un bebé Sentret, el cual parecía triste, y lloriqueaba incesantemente. Rainbow se acercó suavemente a él.

    —¿Qué te sucede, bebé? —le preguntó dulcemente.

    El pequeño lo miró sin temor alguno, pues a pesar de las apariencias, Rainbow tenía un gran carisma con los pokémon bebés.

    —Así que te has perdido —comprendió Rainbow—, en ese caso, te llevaré con tus padres…

    Pero el bebé negó con la cabeza.

    —¿No te perdiste de tus padres? —preguntó extrañado— ¿Entonces de dónde vienes?..

    —¡Así que ahí estabas! —interrumpió una voz desde atrás.

    Al darse vuelta, Rainbow vio que se trataba de una anciana con aspecto preocupado, la cual se dirigió hacia ellos. El pequeño Sentret también corrió hacia ella y saltó en sus brazos.

    —Te estuve buscando toda la mañana —le regañó—, la próxima vez no te vuelvas a escapar.

    Rainbow se sintió aliviado de que todo se resolviera tan rápido, pero aún así, quería estar absolutamente seguro de que todo estuviera bien.

    —Entonces, Sentret —se dirigió a él seriamente—, ¿esta anciana es tu dueña?

    —¡¿A quién le dices anciana, niño?! —exclamó violentamente la mujer.

    —Pero, ¿qué demonios le pasa? —preguntó Rainbow sorprendido.

    —¡A mí nadie me dice anciana! —continuó la mujer más exaltada— ¡Para ti, soy “Bella señorita”, o “Hermosa dama” o “Mujer encantadora”… —añadió creídamente.

    Rainbow se quedó perplejo por todo eso, y por más que trató, no pudo contenerse a responderle como mejor sabía hacer.

    —¡Bellos serán mis Exeggcute, vieja! —contestó groseramente— ¡Yo que me preocupo por su pokémon y solo se preocupa por tonterías como esa!

    —¡Pero qué niño más insolente! —contestó la anciana agarrándolo de la ropa y arrastrándolo.

    —¿Pero qué?... —exclamó Rainbow perplejo.

    —Por tu falta de respeto, vas a trabajar conmigo el día de hoy —sentenció la anciana mientras lo arrastraba sin soltarlo.

    —¿Cómo se atreve a hacerle eso al entrenador definitivo? ¡Suélteme o haré que se arrepienta!...

    Pero no había caso, la anciana no lo soltaba, y con algo de vergüenza, los pokémon de Rainbow los siguieron lentamente, con Golbat llevando su huevo volando.



    Un rato después llegaron al lugar.

    —Aquí es —dijo la anciana soltando a Rainbow en el suelo.

    Rainbow vio que habían llegado a una casa, y miró a la anciana con desprecio.

    —Vas a trabajar aquí en nuestra guardería el día de hoy —sentenció rudamente.

    —Siga soñando vieja —exclamó Rainbow poniéndose de pie—, si cree que voy a… ¿dijo guardería? —se interrumpió extrañado.

    —Hola cariño, ¡ya regresaste! —exclamó un anciano que salió de la casa— Y tienes compañía.

    La anciana caminó hasta él, y le entregó en las manos al pequeño Sentret.

    —Así es, cariño —le contestó dulcemente—, me encontré con este joven en el camino, me ayudó a encontrar a Sentret, y fue tan amable, que se ofreció voluntariamente a ayudarnos el día de hoy con la guardería… sin costo alguno —dijo sonriéndole maliciosamente a Rainbow.

    Sin embargo, algo había cambiado con Rainbow, de nuevo. Silenciosamente, observó a los dos ancianos, y a varios de los pequeños pokémon que cuidaban, y recordó melancólicamente a los dos ancianos que había conocido en la guardería de Kanto, y todo lo que pasó en su última visita.

    Al observarlos a los dos, se sintió algo triste en su interior, y ya no tuvo ganas de quedar mal con ellos, para que también lo acabaran odiando como los otros.

    —Está bien —contestó en voz baja. La anciana se sorprendió un poco.

    —Es verdad, trabajaré con ustedes hoy —continuó más animadamente acercándoseles—, mucho gusto, me llamo… —se detuvo al darse cuenta de que les iba a dar su verdadero nombre— Rainbei —contestó apresuradamente.

    Ambos ancianos, y sus pokémon también, se quedaron algo perplejos por el nombre.

    —Mucho gusto… Rainbei —contestó amablemente el señor.



    De esa manera, Rainbow pasó el resto del día con ellos, ayudándolos amablemente en todo lo que necesitaran. El señor estaba encantado con el muchacho, pero la anciana estaba desconcertada por ese cambio tan repentino de carácter, además del hecho de que parecía llevarse demasiado bien con los bebés.

    —¿Ya viste a los pokémon? —le preguntó la mujer a su esposo mientras miraba a los bebés jugando con Rainbow por la ventana.

    —Sí, se ven muy felices —respondió el señor.

    —¿Pero no te parece que ese niño tiene demasiado carisma con ellos? —preguntó de nuevo.

    —No le veo nada de malo —contestó el esposo.

    —No es que haya algo de malo, pero… es extraño —comentó la señora sospechando—, ¿no crees que sea ese chico del que nos habló el profesor Oak? —preguntó con interés.



    Mientras tanto, la tarde caía, y Rainbow se divertía con los bebés, los cuales también jugaban con sus pokémon tranquilamente. Rainbow se sentía en paz, pero al mismo tiempo, parte de él aún se sentía algo responsable, y quería que los ancianos se llevaran una buena impresión de él, pero no estaba seguro de si lo hacía por las razones correctas.

    —No es nada de eso, Golbat —le respondió al saber lo que pensaba—, no estoy tratando de compensar lo que pasó en Kanto… eso es otra historia —contestó apresurado.

    Pero Golbat, quien era el único de sus pokémon que había vivido lo que ocurrió en la guardería de Kanto, no estaba convencido. Rainbow decidió dejar de hablar del tema.



    —Pero miren lo que tenemos aquí —dijo una voz misteriosa del otro lado de la cerca.

    Rainbow se puso alerta, y al mirar, no podía creer lo que veía. Dos jóvenes, vestidos igual que como lo estaban esos delincuentes que se había encontrado en el pozo Slowpoke, acompañados de Koffing y Ekans. La presencia de ambos asustó a los pequeños. Rainbow se levantó lentamente y les sonrió.

    —Supongo que no viene a recoger a un pokémon —dijo Rainbow con tono irónico.

    —Todo lo contrario —dijo malvadamente uno—, venimos por todos esos bebés pokémon.

    La presencia amenazante de esos delincuentes hizo que los bebés se refugiaran tras los pokémon de Rainbow.

    —¿Ah, sí? —preguntó Rainbow devolviéndoles la sonrisa malévola.

    —Sí —contestó el otro—, mientras más jóvenes son, es más fácil.

    Sin esperar, Rainbow envió a Eevee, y los encaró.

    —¿Qué es lo que es más fácil? —preguntó desafiante.


    —¿Qué sucede ahí afuera? —exclamó el anciano al ver la escena, y junto con su esposa, salió inmediatamente.

    Al ver a los ancianos, los bandidos no esperaron más.

    —¡Polución, Koffing! —ordenó uno de ellos.

    Pero antes de que el pokémon atacara a los ancianos, Eevee lo derribó con Ataque rápido.

    —¡Dejen a estas personas y a estos pokémon en paz! —exclamó Rainbow enojado.

    Los bandidos lo encararon directamente.

    —Así que tú quieres pelear —contestó uno malvadamente.

    Entonces ambos sacaron a otros pokémon, más Koffing y Ekans, y se prepararon para atacar.

    Rainbow miró al cielo, y observando la luna sonrió.

    —Chicos —se dirigió a sus pokémon—, se preguntaban por qué le daba un entrenamiento especial a Eevee, pues bien, eso es porque hoy es su día especial… o más bien, su noche.

    Y en ese instante, Eevee se lanzó al ataque, pero al llegar a sus adversarios ya no era un Eevee, sino un majestuoso Umbreon, lo cual sorprendió a todos.

    —No perdamos el tiempo —dijo Rainbow severamente—, acabemos rápido.

    Sin esperar, Umbreon empezó a atacar con Persecución.

    —¡Ácido, Ekans! —ordenó uno.

    Umbreon con gran agilidad empezó a esquivar los ataques, incluso cuando los Koffing empezaron a atacar con Residuos. Pero a pesar de su nueva agilidad, no era lo bastante ágil para esquivar tanto, y un ataque de Ácido lo dejó herido.

    —¿Pero por qué no envía a sus demás pokémon? —se preguntó la anciana extrañada.

    —A pesar de que su Umbreon es veloz, ciertamente aún no es muy resistente —comentó el anciano.

    Pero Rainbow no parecía inmutarse por eso.

    —Usa Luz lunar —ordenó Rainbow tranquilamente.

    Al usar el movimiento, Umbreon curó gran parte de su energía, y sin esperar un segundo, atacó a todos sus rivales con Rayo confuso, dejándolos irremediablemente confundidos.

    —¡Vamos, ataquen! —exclamaban los bandidos, pero los pokémon no dejaban de lastimarse a sí mismos.

    —Ya termina, Umbreon —ordenó Rainbow de nuevo.

    Esta vez, Umbreon empezó a atacarlos con Finta, una y otra vez, y éstos, al estar confundidos, no pudieron hacer nada contra él. Al final, se debilitaron. Los bandidos ya no supieron qué hacer.

    Entonces Rainbow se acercó a ellos, y los miró despiadadamente.

    —Lárguense —les dijo en voz baja.

    Sin más pokémon para usar, los bandidos no tuvieron más remedio que marcharse.

    —El jefe se enterará de esto —exclamó uno enojado mientras se alejaban corriendo.

    Todos solo los vieron alejarse hasta que se perdieron en la oscuridad.

    —Esa fue sin duda una gran batalla, hijo —comentó el anciano felizmente.

    —No fue gran cosa —contestó Rainbow con modestia.

    Los pokémon bebés salieron de sus escondites, y rodearon a Rainbow y a Umbreon felizmente.

    —No fue nada, bebés —les contestó cariñosamente.

    Los ancianos los miraban contentos.

    —Estoy casi segura de que es él —dijo la anciana tranquilamente.

    —Es cierto que tiene un estilo impresionante para luchar —contestó el anciano—, pero Oak nos dijo que su nombre era Rainbow, no Rainbei.

    —Pero también nos dijo que era malísimo para inventar nombres —contestó sonriendo la anciana.

    Su esposo le sonrió.

    —Pero también nos dijo que era un chico arrogante, y presumido, y egocéntrico, y engreído, e insolente… —empezó a decir.

    La anciana pensó que era mejor no decirle que cuando lo conoció, no era precisamente una persona agradable, y mejor cerraron el tema. Rainbow pasó la noche ahí, tranquilamente.



    A la mañana siguiente, después de observar absortos la salida del sol, Rainbow decidió que ya era momento de irse.

    —Lamentamos que te tengas que ir —dijo el anciano tranquilamente—, pero bueno, esa es la vida de un entrenador, siempre estar yendo de un lado a otro.

    —Fuiste de mucha ayuda en la guardería —dijo la anciana—, debo reconocértelo.

    —Gracias a ustedes —contestó Rainbow tranquilamente.

    Los pokémon bebés también se sentían algo tristes de que se fuera.

    —Tranquilos, bebés —les dijo dulcemente—, ya ustedes tienen a sus entrenadores, solo esperen a que vengan, y luego entrenen duro… tal vez algún día sean tan fuertes como mis pokémon —añadió orgulloso.

    Esta idea gustó a los bebés.

    —Antes de que te vayas —interrumpió el anciano—, una cosa más…

    Entonces entró un momento a su casa, y salió con un huevo entre sus brazos.

    —Queremos darte este huevo —le dijo ofreciéndoselo.

    Rainbow se quedó algo sorprendido por eso.

    —¿Por qué me lo quieren dar? —preguntó extrañado.

    —Hace tiempo apareció cuando dejaron a una pareja de Hitmontpo, pero sus entrenadores no podían tener el huevo, así que nos lo quedamos —contó la anciana.

    —Pero al ver la pelea de anoche —continuó el anciano sonriente—, nos dimos cuenta de que serías un buen entrenador para este huevo, así que queremos dártelo.

    Rainbow tomó el huevo suavemente, y lo miró con dulzura.

    —Entonces, eres un Tyrogue —le dijo suavemente—, ¿cómo estás bebé?

    Acercó su oído al huevo, y escuchó lo que pensaba. Luego volvió a mirar amablemente a los ancianos.

    —Muchas gracias —les agradeció sinceramente.

    —No es nada —le respondieron sonriendo—, cuídate mucho.

    Rainbow empezó a alejarse lentamente, con el nuevo huevo en sus brazos, y el otro huevo sujetado por Golbat; pero un momento después se detuvo, y los miró una vez más.

    —Adiós… herm… herm… —al parecer, no podía sacar las palabras de su boca—, adiós, hermosa señorita —se despidió cortésmente de la anciana para el asombro de todos.

    Entonces se alejaron rápidamente de ahí, con algo de vergüenza.

    —Nunca dije esas palabras ¿entendido? —dijo pesadamente a sus pokémon, cuando estuvieron algo lejos.

    —Pero qué niño más extraño —dijo el anciano extrañado, viendo como se iba.

    —Sí, muy… desconcertante —finalizó la anciana sonrientemente.



    De esa manera, Rainbow y su grupo siguieron hacia el norte. Cuando el día hubo terminado, habían llegado a ciudad Trigal. Y como si nada hubiera pasado en la guardería, Rainbow sonrió macabramente al recordar que tenía cosas que hacer con el líder del gimnasio. Mientras tanto, el primer huevo estaba a punto de abrirse.

    Continuará...
     
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    Little Princess

    Little Princess Entusiasta

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    Jajaja! Buenas tardes-noches desde España!

    Debo decir que al leer la frase de Rainbow me esperaba que se hubiese encontrado con una niña pequeña y dulce, o con alguien para darle celos a Aurora, que se la habría encontrado... la verdad es que al llegar al final me sorprendió. Bueno, ya tiene a su pokémon de tipo Siniestro... la verdad es que adoro a Eevee y sus evoluciones. Y pensaba que sería de tipo hielo (o sea, Glaceon). Estaba equivocada. Aunque repasándolo, Umbreon es más del tipo de pokémon de Rainbow... ¿o debería decir Rainbei? Definitivamente, no tiene imaginación para los nombres... ¡Me encanta!

    Y yo sé que se ha comportado así para saldar su mal comportamiento de la pareja de Guardería de Kanto. Lo sé. Rainbow se está ablandando. Y no me parece mal.

    Espero que a la dulce Blanca, lider del gimnasio de Ciudad Trigal, se las haga pasar canutas... aunque la verdad, si sólo se muestra como es con los demás, también se echará a llorar. En el videojuego es muy débil en ese sentido.

    Sigue así, querido Paralelo.
    Au revoir!
     
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    Paralelo

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    Virgo
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    Pokémon Rainbow: Johto.
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    Capítulo 18: El centro comercial de Trigal.
    “El que entre Houndoom anda, aprende a aullar"
    Rainbow



    La gran y majestuosa ciudad Trigal, la ciudad más importante y siempre a la vanguardia de la región Johto, tanto como lo era Azulona para Kanto. Grandes edificios la invadían por todos lados, iluminando la ciudad con sus anuncios, y la actividad de la gente se hacía presente a cada minuto, incluso al anochecer como en ese momento. Sin lugar a dudas, una ciudad perfecta para las innovaciones y el progreso. Pero eso era lo que menos le importaba a Rainbow, pues en ese momento lo único que le incomodaba era el peso extra que llevaba en la mochila, conformado por artículos para pokémon que eran inútiles para él, sumado al hecho de que ahora llevaba dos huevos, uno de los cuales, llevado por su siempre confiable Golbat.

    —Al fin llegamos —dijo tranquilamente a los pies de un enorme edificio, del cual las personas entraban y salían satisfechos casi en multitudes—, el centro comercial de Trigal.

    Con paso tranquilo, entró en el enorme establecimiento, dentro del cual la actividad estaba casi a rebosar.

    —Solo iremos a vender algunas cosas —explicó Rainbow algo nervioso por toda la gente que había—, e inmediatamente nos iremos al gimnasio —añadió con una leve sonrisa malévola.

    —¡Mira mamá! —exclamó una niñita— Un Golbat cargando un huevo.

    De inmediato toda la gente a su alrededor volteó a mirarlo. Rainbow y sus pokémon obviamente se sintieron muy incómodos.

    —O no, esto no lo tenía previsto—murmuró nerviosamente mientras la gente miraba el extraño cuadro.

    —¡Ah! —exclamó una chica— ¡Pero qué tierno!

    —Sí, es muy curioso —comentó otro.

    —¿Pero qué demonios tiene de raro un Golbat cargando un huevo en un centro comercial? —murmuró nerviosamente.

    Decidió no hacer ningún caso a la gente, y siguió con sus asuntos.


    Rápidamente, subió a la primera planta, y se formó en una de las filas que se formaban delante de los mostradores. El tiempo le pareció eterno, y la gente no dejaba de mirarlos, pero pacientemente esperó su turno.

    —Bienvenido, joven —saludó amablemente el vendedor—, ¿en qué puedo ayudarte?

    —Vengo a vender algunas cosas —contestó Rainbow fríamente.

    —Por supuesto, amigo —continuó el vendedor infantilmente—, aceptaremos cualquier objeto siempre y cuando se encuentren en buenas condiciones…

    —Lo sé, lo sé —interrumpió Rainbow abriendo su mochila y sacando algunos objetos.

    —Veamos —examinó el vendedor atentamente—, estas pociones, antiparalizantes y antídotos parecen estar en buen estado… son mil quinientos pokédollares por cada una.

    —Me parece bien —contestó Rainbow satisfecho, pues en otras tiendas pokémon la paga solía ser menor.

    —¿Se te ofrece algo más? —preguntó de nuevo el vendedor al terminar la transacción.

    —Sí —contestó Rainbow sacando cosas de su mochila—, todavía tengo más cosas que vender.

    El vendedor examinó los objetos, unos repelente, un poké muñeco, vitaminas, etc.

    —Lo siento, chico —le dijo con su típica sonrisa—, esta sección es solo para artículos relacionados con la curación de los pokémon, si quieres vender más cosas tendrás que ir a sus respectivas secciones.

    —¿Qué? —exclamó sorprendido— Oiga, cuando estuve en el centro comercial de Azulona, en Kanto, me dejaron vender todo en un solo lugar —se quejó.

    —Lo siento, joven —se disculpó el vendedor con algo de pena—, pero nosotros funcionamos de otra manera, lo siento, tendrás que ir a los otros pisos.

    Sin nada más que poder hacer, Rainbow se fue de ahí muy frustrado.

    —Esto sí que será un fastidio —les dijo a sus compañeros—, pero bueno, el dinero hace que valga la pena —y continuó hacia otra de las tiendas del edificio.


    En la siguiente planta la fila era mucho mayor, y avanzaba lentamente. Una vez más, Rainbow y sus pokémon no tuvieron más que aguantarse.

    Mucho rato después, al fin llegó su turno.

    —Bienvenido, joven —saludó amablemente el vendedor de turno—, ¿en qué puedo ayudarte?

    —Vengo a vender esto —contestó Rainbow algo irritado, sacando algunos repelentes.

    —Lo siento muchacho —se disculpó el vendedor—, aquí vendemos objetos de batalla, los repelentes y derivados se venden en la fila de ahí —dijo señalando otra fila, mucho más llena.

    Rainbow se quedó perplejo, pues no podía creer que se había equivocado de puesto, y maldijo entre dientes sumamente irritado. A pesar de que él nunca utilizaba objetos de batalla, tales como Ataque, Velocidad o Defensa X, en ese momento deseó tener al menos uno, para venderlo y al menos no quedar como un tonto ante todos.

    Y así, Rainbow se formó en la siguiente fila, y esperó impacientemente hasta que llegara su turno.

    De esta manera pasó de tienda en tienda, esperando minutos que parecían horas eternas. Poco a poco, empezó a irritarse cada vez más, pues no estaba acostumbrado a esas situaciones. Golbat también empezaba a cansarse de sujetar el huevo.

    —Trata de aguantar —le aconsejó Rainbow fastidiado—, míralo como si fuera un entrenamiento de resistencia.


    Cuando por fin, después de varias horas, hubo vendido todo lo que tenía que vender, se dirigieron a la a última planta, compraron unas limonadas, y se sentaron en un banco a descansar un rato.

    —Ya es casi media noche —dijo Rainbow viendo su reloj—, no creo que el gimnasio esté abierto a estas horas… bueno, ya ni modo, iremos mañana —continuó ya más tranquilo.

    Se dieron cuenta de que el huevo parecía dar más señales de vida, Rainbow lo tomó en brazos.

    —Ya te has tardado mucho en salir —le dijo algo irritado—, ¿no crees que ya es hora de que salgas? —preguntó de igual forma.

    Pero el huevo no le respondió.

    —Como quieras —contestó Rainbow exhausto—, hazte el dormido ahora.


    Justo en ese momento le pareció oír una conmoción en los pisos inferiores, la gente comenzó a gritar, se oyeron destrozos, y el inconfundible sonido de pokémon luchando se hizo presente por todo el lugar.

    —¿Y ahora qué está pasando? —exclamó Rainbow algo irritado, pero al mismo tiempo sintió algo de curiosidad, así que bajó a ver.


    Al llegar abajo pudo ver el problema, y al principio se sorprendió por lo que vio, pero al mismo tiempo, se sintió un poco más animado, y sonrió maliciosamente al observar la escena.

    Un grupo de delincuentes se habían metido a la fuerza y habían empezado a atacar a la gente, pero no eran delincuentes cualquiera, estaban vestidos con la misma ropa azul que la de los criminales con los que se había encontrado en el pozo Slowpoke y en la guardería.

    —¿Dónde he visto esto antes? —preguntó sarcásticamente acomodándose la gorra y preparándose para la lucha.


    Mientras tanto, esos criminales habían derrotado a algunos entrenadores que les habían hecho frente.

    —¡Ahora que nadie se mueva! —exclamó uno de ellos con tres Beedrill amenazantes— Tú, vigila las puertas, y acaba con todo aquel que interfiera —ordenó a otro.

    —¡Sí, señor! —contestó el soldado.

    Mientras tanto, los demás soldados amenazaban a la gente con sus pokémon.

    —¿Qué es lo que quieren? —preguntó un vendedor con miedo.

    —Dentro de un momento un camión llegará—contestó el sujeto malvadamente—, y cuando llegue, ustedes nos van a ayudar a meter toda la mercancía de esta tienda… Y al que se niegue, mis Beedrill les harán un agujero en el estómago —amenazó alzando la voz.

    —¡La policía los detendrá! —exclamó valientemente una niña.

    —¿La policía? —preguntó el criminal, y de inmediato se echó a reír malvadamente— ¡Qué lo intenten! —exclamó después— Ellos no podrán contra nosotros…

    —¡Pero yo sí podré! —exclamó potentemente una voz.

    Todos se voltearon hacia quién pronunció esas palabras, y vieron a Rainbow sobre las escaleras, sujetando un huevo marrón, y sonriendo inquietantemente.

    —Eres muy valiente, niño —dijo el jefe riendo levemente—, pero ya deja de jugar… ¡miren! El camión ha llegado —en ese momento, un camión blindado apareció fuera del edificio, y unos soldados abrieron la puerta trasera—, mejor sé un buen niño y ayúdanos a subir las mercancía —le dijo a Rainbow con aire de superioridad.

    Rainbow empezó a reír entre dientes.

    —Ya he visto antes a gente como tú —dijo desafiante—, y todos los que son como tú, y que me hablan de esa manera… ¡Acaban lamentándolo! —gritó sacando a Chikorita, Totodile y Cyndaquil.

    Sin esperar nada, los pokémon de Rainbow empezaron a atacar a los de los criminales, derrotándolos casi sin dificultades.

    —¡Cómo te atreves! —exclamó el líder— ¡Acaben con él ahora! —ordenó enojado.

    Los pokémon de los criminales, Ekans, Koffing, Houndour entre otros, se abalanzaron sobre los tres de Rainbow, los cuales comandados por su entrenador, a través del Viridian mind, pudieron contra ellos, pero aún así eran demasiado para ellos solos.

    El líder vio que sus pokémon eran, en efecto, inusualmente fuertes, pero siguió confiando en su número como ventaja.

    —Te vamos a enseñar a obedecer, niño —le dijo con aire de superioridad.

    Rainbow solo les sonreía malévolamente.

    —¿Sabes una cosa? —preguntó de repente, con voz extrañamente calmada— Me has alegrado el día.

    —¿Qué dices? —preguntó el líder extrañado.

    —Llevo varias horas en este lugar —contestó siempre calmado—, y se estaba volviendo fastidioso e irritante, pero gracias a ti, mis pokémon pueden entrenar, y también… bueno, ya lo estás viendo.

    Mientras hablaba los tres pokémon de Rainbow evolucionaron, a causa del esfuerzo, en Bayleef, Croconaw y Quilava respectivamente.

    Todos los presentes se sorprendieron de eso, incluso el líder, pero no se dejó intimidar.

    —No importa que tus pokémon hayan evolucionado —contestó arrogante el líder—, ¡no vamos a perder ante un niño como tú! —exclamó enviando a sus Beedrill a la lucha.

    —Ojalá me pagaran por cada vez que me dicen eso —contestó Rainbow sonriente.

    —¡Todos usen Tóxico! —ordenó a sus Beedrill sin perder tiempo.

    Los pokémon bicho se apresuraron a atacar, y los tres ataques dieron en sus blancos. Pero para sorpresa de todos, los tres pokémon de Rainbow pudieron soportar el ataque sin envenenarse.

    —Pero ¿Qué? —exclamó el líder incrédulo— ¿Por qué no se han envenenado?

    Rainbow sonrió levemente, y miró de reojo a su Golbat, el cual seguía con el huevo entre sus garras.

    —El que entre Houndoom anda, aprende a aullar —dijo en voz baja.

    —¿Qué? —preguntó el ladrón al no escuchar lo que dijo.

    —¡Ah! Nada —contestó Rainbow indiferente—… pero bueno, ya hemos tardado mucho. Acaben con ellos —ordenó calmadamente.

    En ese momento, sus tres pokémon atacaron a los Beedrill con unos poderosos ataques de Hoja mágica, Hidropulso y Llamarada. Los Beedrill se debilitaron.

    —¡Pero qué! —exclamó el ladrón incrédulo.

    —No exageres —interrumpió Rainbow con modestia—, en realidad mis pokémon todavía no son tan fuertes, son tus Beedrill los que tienen muy mala defensa.

    Viendo que ya no tenían pokémon para combatir, los ladrones decidieron darse a la fuga, subiéndose al camión que había llegado.

    —Esto no se quedará así —reclamó el líder enojado.

    —Por supuesto —contestó Rainbow arrogante—, se pondrá incluso peor para ustedes.

    El ladrón lo miró con desprecio, y se dieron a la fuga rápidamente, mientras las sirenas de la policía se escuchaban a lo lejos.

    —Hasta la próxima —se despidió de ellos Rainbow, sonrientemente.

    En ese momento, se escuchó un ruido en el huevo repentinamente, Rainbow se dio cuenta, pero antes de que pudiera reaccionar el huevo se había roto.

    Las garras de Golbat ya no lo pudieron sujetar, y el bebé cayó al suelo, pero cayó de pie sano y salvo. Entonces miró a su entrenador orgullosamente, y éste lo miró a él sorprendido.

    —Hola, pequeño Togepi, bienvenido —le saludó amablemente agachándose para verlo mejor.

    El pequeño le devolvió la sonrisa amable, pero siempre con un aire de arrogancia en su semblante.

    Entonces Rainbow dio el huevo de Tyrogue a Golbat, y tomó a Togepi en brazos cariñosamente, aunque el bebé se veía algo incómodo, igual lo abrazó con cariño.


    En ese momento toda la gente alrededor empezó a aplaudir con entusiasmo. Rainbow por un momento había olvidado que se encontraba a la vista de tanta gente, y se sintió profundamente incómodo, al igual que sus pokémon.

    —Es momento de salir de aquí —les dijo nerviosamente regresándolos a sus pokeballs, excepto a Togepi, a quién llevaba en brazos, y a Golbat, quién ahora sostenía el huevo de Tyrogue.

    —¡Bien hecho, muchacho! —lo vitoreaban.

    —¡Así se hace! —gritaban otros.

    El ambiente era tremendamente incómodo para Rainbow, pues lo que menos quería era que la gente lo reconociera, así que solo se apresuró a salir de ahí rápidamente, esperando que al día siguiente todos se olvidaran.

    —Disculpa joven —lo abordó un hombre de repente.

    —Lo siento, no tengo tiempo —se apresuró a decir Rainbow, y salió rápidamente, esperando.

    —¡Oye! ¡Espera! —exclamó el mismo hombre yendo tras él.


    Rainbow solo siguió caminando apresuradamente como si nada, haciendo caso omiso de la gente que le aplaudía, y siguió hasta unas calles más oscuras sin detenerse.

    —¡Espera, chico! —seguía diciendo el mismo hombre, el cual lo había seguido todo el camino.

    —No me interesa nada —contestó Rainbow rudamente—, solo déjeme en paz.

    —Espera, no has entendido —siguió insistiendo el hombre—, soy el director de la Torre de radio de ciudad Trigal.

    Rainbow se detuvo y lo miró extrañado.

    —¿Y qué es lo que quiere de mí? —preguntó fastidiado.

    —Quiero que seas un invitado especial en nuestra transmisión de mañana —contestó el director sonrientemente.

    Rainbow se quedó sorprendido ante tal invitación, y por un momento no supo qué decir, aunque algo dentro de él le decía que sería una experiencia interesante.

    Continuará...


     
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    Capítulo 19: Entrevista en la torre de radio.
    “Iremos, pero será solo por mis razones egoístas, no las nobles"
    Rainbow



    —No, gracias —contestó Rainbow repentinamente alejándose de ahí.

    —¿Eh? ¡Espera! —exclamó el director yendo tras él.

    —Ya le dije que no me interesa —replicó Rainbow cada vez más frustrado de que no lo dejaran en paz.

    —¿Tienes idea de cuantos entrenadores se morirían por ser invitados en la torre de radio? —continuó el director algo enojado por su actitud tan renuente.

    —Pues yo no soy uno de ellos —contestó Rainbow apretando el paso.

    Sin rendirse, el director le siguió el paso.

    —Lo que hiciste en el centro comercial fue impresionante —siguió tratando de convencerlo a toda costa—, si vas a la torre de radio sería una buena oportunidad de darte a conocer.

    —¿Quién le ha dicho que quiero ser reconocido? —preguntó Rainbow empezando a desesperarse.

    —No he dicho eso —contestó el director—, lo que quiero decir es que la gente te va a querer conocer, después de todo, fuiste como un héroe.

    Rainbow se detuvo en seco.

    —¿Héroe? —preguntó inquieto.

    —Así es —contestó el director—, aunque no fuera tu intención, para ellos lo fuiste, al menos por un momento. Ahora van a querer saber quién eres, cómo eres, cómo te volviste tan bueno…

    Rainbow se empezó a preocupar un poco por eso, pues era lo que menos quería que sucediera.

    —La gente necesita un modelo a seguir —continuó el director—, alguien a quién admirar y que sea un ejemplo de superación, no los decepciones.

    Rainbow, al escuchar esas palabras, recordó vagamente lo que le había dicho el presidente de la asociación pokémon, justo después de ganar la liga de Kanto, y recordó que él mismo había huido de la gente que lo vitoreaba, no solamente después de la liga, sino que también había huido de todas las situaciones en las que se comportó como un héroe para la gente mientras estuvo en Kanto, lo cual le hizo sentir algo extraño, tal vez una pequeña pizca de remordimiento surgió en él, el mismo remordimiento que debería sentir un héroe que de manera descarada abandona a la gente que lo apoya.

    Pero aparte de eso, Rainbow también tenía otro motivo para querer ir a la torre de radio, solo que este motivo era mucho más egoísta, la única razón por la cual le parecía que sería una experiencia interesante.

    Ambas cuestiones se enfrentaron en su mente. Si iba a causa del su remordimiento, lo iban a querer seguir más y se haría más conocido, si iba por su razón egoísta, la gente lo odiaría y su remordimiento aumentaría. Pero si no iba en absoluto, todo seguiría igual, lo cual no quería tampoco.

    —No tienes que decidir ahora —interrumpió el director al ver que no decía nada, y le entregó un pase—, el programa comienza mañana a las nueve —añadió empezando a irse—, con eso podrás entrar sin problemas, espero en verdad que te presentes.

    Rainbow solo lo vio irse sin saber qué hacer, como si no tuviera ya suficientes dilemas, ahora tenía que tomar una decisión, y miró el pase angustiosamente.



    A la mañana siguiente, después de un sueño intranquilo, se encontraban de nuevo caminando por las calles de la enorme ciudad Trigal en compañía de varios de sus pokémon afuera. Caminaba a paso lento, indeciso, con el pase en la mano derecha; no sabía si dirigirse hacia el gimnasio, o aventurarse a hacer algo nuevo ese día. Apenas hubo divisado la torre de radio se detuvo bruscamente, y miró su reloj, faltaban solo diez minutos para que comenzara el programa.

    —¿Voy, o no voy? —se preguntó a sí mismo— Y si voy ¿por qué razón voy? —se interrogaba en voz baja.

    Sus pokémon sabían que, tomara la decisión que tomara, algo iba a salir mal. Teddiursa se atrevió a suponer que, si todo iba a salir mal, que fuera lo que más les conviniera a ellos. Natu fue un poco más prudente, propuso solo ir al gimnasio y olvidar el asunto de la torre. Pero entonces su notoriedad como héroe persistiría, fue lo que comentó Mareep. Si fuera a la torre, su notoriedad aumentaría para toda la región, replicó Umbreon.

    —Excepto si hago que la gente no quiera recordarme —interrumpió Rainbow la discusión.

    Sus pokémon lo observaron atentamente.

    —Nunca tuve que pasar por algo como esto en Kanto —dijo en voz baja—, me acostumbré a que siempre podía salir sin pagar las consecuencias de mis actos heroicos —mientras hablaba, recordaba una vez más esos eventos que había vivido en Kanto—… ¿pero saben qué? —preguntó repentinamente— No quiero ser un héroe… —y comenzó a dirigirse hacia la torre de radio.

    —Iremos, pero será solo por mis razones egoístas, no las nobles —finalizó severamente, y como una medida de seguridad, guardó su cinturón de X en su mochila.



    Un momento después se encontraba dentro de la torre de radio, mostró su pase, y lo dejaron subir a los pisos superiores.

    —Así que decidiste venir —dijo alegre el director al verlo.

    —No podía defraudar a mis fans —contestó sarcástico.

    Sin esperar nada más, el director lo condujo a través de la torre hasta su respectiva sección. Lo siguió hasta que llegaron a una habitación donde se encontraba una chica de aspecto dulce y risueño.

    —Seguramente sabes quién es ella, ¿o no? —preguntó el director seguro de que la respuesta sería sí.

    —Ni idea —contestó secamente Rainbow.

    Esta respuesta sorprendió al director.

    —Ella es Mary, la locutora más famosa de Johto —contestó seriamente.

    —Interesante —contestó Rainbow desganado.

    En ese momento, la luz que indicaba que se encontraban al aire se apagó, y el director condujo a Rainbow al interior.

    —Hola Mary, éste es el entrenador del que todos están hablando —saludó amigablemente.

    La dulce chica le sonrió cortésmente.

    —Sí, lo recuerdo, el entrenador que derrotó sólo a una pandilla de criminales en el centro comercial —le dijo mirándolo amablemente.

    Rainbow se sintió un tanto apenado por todo eso.

    —S… sí, soy yo —contestó tímidamente.

    —Bien, ¿cómo te llamas? —preguntó de nuevo dulcemente.

    —¡Es verdad! —exclamó el director— Ni siquiera yo sé tu nombre todavía.

    Rainbow vio que no tenía más opción que inventarse otro nombre.

    —Yo… me llamo… Rain… Rainbei —contestó sin ganas de hacer mucho esfuerzo para inventar algo mejor.

    El director trato de contener un poco la risa ante tal nombre, pero Mary solo lo miró dulcemente.

    —Entramos al aire en unos segundos —anunció el ayudante de Mary.

    —Bien, entonces preparémonos, siéntate por favor, Rainbei —le dijo dulcemente.

    —Entonces los dejo —se despidió el director, quién salió y cerró la puerta.

    Unos segundos después, la luz que se había apagado hace unos momentos se volvió a encender, indicando que se encontraban de nuevo al aire.

    —Buenos días tengan todos de nuevo —empezó a decir Mary con su tomo dulce—, hoy tenemos a un invitado muy especial aquí con nosotros, los residentes de ciudad Trigal tal vez ya sepamos quién es, pues solo ayer en la noche, este valiente entrenador se enfrentó sólo a una banda de ladrones que querían robar el gran centro comercial de nuestra ciudad…

    En toda la región, los fans del programa de Mary habían sintonizado sus radios, y escuchaban todo con atención.

    —Bueno, ya basta de palabrería —continuó Mary—, sin más ni más, les presentamos al entrenador Rainbei…

    Por un momento, Rainbow se quedó quieto, pues su nerviosismo ante algo nuevo de lo cual no tenía ni idea lo dejó sin palabras. No fue sino hasta que el director, del otro lado del vidrio, le indicó con un cartel que tenía que hablar ya.

    —Eh… Hola a todos —dijo nerviosamente.

    —Es para nosotros un placer que estés hoy con nosotros —continuó Mary.

    —Gracias —contestó Rainbow—, para mí también es interesante estar aquí.

    —¿Por qué no nos hablas de lo que ocurrió anoche en el centro comercial? —preguntó Mary.

    —Eh… pues, ¿qué quieren que les diga? —contestó Rainbow algo nervioso— Solo pasaba por ahí, y pasó lo que pasó.

    —Pero creo que el público quiere saber más de ti —continuó Mary—, por ejemplo, mucha gente se sorprendió por el poder de tus pokémon, ¿cómo es que los entrenas?

    —Pues… es un entrenamiento común y corriente —contestó con un poco más de calma—, en realidad, eran los pokémon de esos criminales los que eran muy débiles.

    —Pero para mucha gente fue algo verdaderamente fuera de lo común ¿no crees? —siguió preguntando Mary.

    Rainbow estaba empezando a fastidiarse de eso, y recordó que estaba ahí para algo específicamente, y vio que era el momento de empezar.

    —Espera un momento —interrumpió Mary—, nos están informando que estamos recibiendo llamadas de nuestros radioescuchas, que quieren hacerte preguntas… Hola, estás al aire.

    —Hola Mary, buenos días —contestó la persona del otro lado de la línea.

    Este acontecimiento desconcertó un poco a Rainbow, pero creyó que podría controlarlo.

    —¿Tienes alguna pregunta para nuestro invitado Rainbei? —preguntó Mary dulcemente.

    —A decir verdad, sí —contestó la persona—, es un poco interesante tu nombre, ¿o no?

    Rainbow se extrañó algo de que sacara un tema así en ese momento.

    —Pues… digamos que mis padres no tenían mucha imaginación —contestó tratando de ser gracioso.

    —Pero algo me intriga —prosiguió el oyente del otro lado del teléfono—, verás, hace ya un tiempo se llevó a cabo el evento de la liga pokémon de la región de Kanto… Vi la transmisión entera, y si la memoria no me falla, el ganador se llamaba Roinbei…

    Al oír eso, Rainbow se sobresaltó repentinamente.

    —Es verdad —interrumpió Mary—, yo también me acuerdo de eso… es muy interesante que ambos nombres se parezcan tanto…

    —Eso mismo pensé yo —continuó la persona que llamaba—, así que me preguntaba sí ¿tienes algo que ver con ese entrenador que ganó la liga?

    Rainbow por un momento se quedó sin palabras, tenía que ser muy cuidadoso con lo que respondiera, aunque por el momento hubiera bastado que solo los relacionaran por el nombre, en cuyo caso solo tenía que alegar a una coincidencia, pero no estaba del todo preparado para lo que vendría.

    —Además de eso —continuó la persona—, recuerdo que ese entrenador era muy fuerte, y en el último combate incluso ganó sin darle órdenes a sus pokémon, como si leyeran su mente… y cuando vi eso en el centro comercial, me recordaste a él.

    —¿Es verdad eso, Roinbei? ¿Ganaste sin ordenarle a tus pokémon? —preguntó Mary interesada.

    Esta vez, Rainbow se sintió atrapado, sus pokémon estaban nerviosos esperando a ver qué iba a decir. Rainbow por un momento se perdió en sus pensamientos, pero poco a poco, se calmó, y su característica sonrisa arrogante apareció de repente. Sus pokémon se dieron cuenta de que ya había pensado un plan.

    —Pues verán —contestó adoptando una actitud más engreída—, sí conozco a ese sujeto.

    —¿En serio? —preguntó la persona al otro lado del teléfono.

    —En efecto —continuó Rainbow, pero en realidad, no es una buena persona… era un sucio delincuente que gustaba de abusar de los Caramelosraros y otras cosas para fortalecer a sus pokémon.

    —¡¿Qué?! —se sorprendió Mary.

    —Eso y mucho más —continuó Rainbow—, sometía a sus pokémon a un verdadero infierno entrenándolos, era cruel y despiadado, no tenía compasión con ellos, ideó un sistema cruel e inhumano para que sus pokémon pudieran obedecerle en todo lo que ordenara…

    Conforme hablaba, la sorpresa de todos aquellos que habían visto el combate crecía cada vez más.

    —Pero… ¿cómo estás tan seguro de todo eso? —preguntó Mary con algo de nerviosismo.

    —Pues, seré verdaderamente honesto ahora —continuó Rainbow relajándose mucho más, y dejando que su imaginación volara—, yo soy su hermano menor.

    —¿Hermano? —exclamaron los dos.

    —Así es, y él me enseñó mucho de lo que yo sé ahora —contestó arrogante—, por eso gané a esos criminales tan fácilmente…

    —Eso quiere decir —dijo Mary nerviosamente—, ¿Qué eres…?

    —¿Cruel con mis pokémon? —interrumpió Rainbow— Pero claro que sí, a los pokémon hay que tratarlos así —continuó adoptando una actitud más hostil, para ser más creíble—, no son sino objetos de combate a los que hay que tratar con dureza y sin misericordia…

    —P…Pero, aún así, acabaste con esos malos —dijo Mary ya algo asustada.

    —Ah, sí claro —continuó con un aire despreciativo—, la única razón por la que los derroté, era solo porque todos en esta ciudad son entrenadores patéticos que no saben pelear una simple batalla.

    Esta vez, ya nadie tenía palabras que decirle de la impresión.

    —Es más —continuó cada vez más arrogante—, yo mismo estuve observando a los que perdieron contra ellos antes de que yo interviniera… lo primero que pensé fue “qué patética es la gente de esta ciudad, voy a demostrarles lo patética que es” —se rió levemente—, y aún después, me invitan porque me consideran un héroe… pues bien, gente de Johto —se puso de pie y empezó a hablar energéticamente—, arrodíllense ante su héroe, ya lo saben, si quieren ser tan geniales como yo dejen de ser amables con sus pokémon… sean crueles y oblíguenlos a combatir hasta que no distingan el amor del odio, y así tendrán control completo sobre ellos…

    En ese momento ya todos en la estación estaban boquiabiertos, el sujeto del teléfono y Mary ya no sabían qué decir, y el público en general fue presa de una gran decepción.

    —Al parecer —continuó Rainbow mirando su reloj—, ya es tarde y me tengo que ir… así que adiós… y jód**se todos —y diciendo eso, salió del estudio rápidamente, ante la mirada atónita del director.

    No tardó mucho tiempo para que el lugar se llenara de llamadas de gente enojada, quejándose por lo sucedido.

    Por su lado, Rainbow salió de la torre lo más rápido que pudo, despreocupándose de Mary y el director.


    Siguió caminando apresuradamente por un rato más, cuando se hubo alejado lo suficiente, se metió en un callejón y se recostó tranquilamente en una de las paredes.

    —Parece que maté dos pájaros de un tiro —dijo tranquilamente volviendo a ponerse su cinturón de X—, con esto de seguro que ya todos se olvidarán de “Roinbei”, y también de “Rainbei”… salió mejor de lo esperado.

    Sus pokémon, que se habían controlado mucho en la torre, empezaron a reír por la absurda historia que su entrenador había inventado.

    —Sí, supongo que es graciosa —dijo Rainbow sonriendo—, pero al fin, ya no tengo imagen alguna de héroe, ni aquí ni en Kanto —añadió aliviado—… y espero que se mantenga así.

    Diciendo eso, salió del callejón y empezó a caminar energéticamente.

    —¿Qué a dónde vamos? —preguntó al darse cuenta de lo que pensaba Totodile— ¿Qué pregunta es esa? Vamos a por el siguiente gimnasio —añadió con una sonrisa malévola.

    De esa manera, el ya no más héroe entrenador definitivo continuó su camino como si nada, tal y como acostumbraba.

    Continuará...



     
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    Capítulo 20: Vs. Whitney.
    “arrogantes e insolentes, engreídos e insoportables… así es como hay que ser"
    Rainbow



    Un rato después, Rainbow y su grupo llegaron a las puertas del gimnasio de ciudad Trigal. A pesar de lo ocurrido previamente, la mente de Rainbow solo podía tener en mente la idea de volver a humillar a otro líder de gimnasio, como hace mucho tiempo que no hacía, o al menos, no lo sentía.

    —Bien chicos, recuerden —les dijo a sus pokémon tranquilamente—, arrogantes e insolentes, engreídos e insoportables… así es como hay que ser —añadió malévolamente.

    Sus pokémon decidieron seguirle el juego, pues en el fondo, ya gustaban de los modos de su entrenador.

    Y reteniendo fuertemente el aire dentro de su boca, entró violentamente en el gimnasio.



    Al entrar, de un rápido vistazo observó a varias entrenadoras con sus pokémon. La violencia de su llegada hizo que todas lo voltearan a ver inmediatamente. Rainbow adoptó una actitud malévola.

    —Buenos días, señoritas —saludó con un tono muy rudo—, verán, soy un limpiador profesional de gimnasios, a cada gimnasio que voy, lo limpio usando a su líder como escoba, y hoy le toca a este gimnasio —dijo cada vez más arrogante.

    Las chicas ahí reunidas se sorprendieron por su presentación tan extraña, pero aparte de eso no parecieron preocupadas por nada.

    En ese momento una chica de cabello rosa y de aspecto alegre e hiperactivo, acompañada de un Clefa y un Igglibuff, se abrió paso entre ellas y salió a su encuentro rápidamente.

    —Veo que eres un entrenador con muchos ánimos —le dijo muy animadamente—, me gusta que vengan entrenadores tan seguros de sí mismos… aunque deberías ser un poco más respetuoso —le reprochó infantilmente.

    —¿Y tú se supone que eres la líder? —preguntó Rainbow sin dejar su actitud malévola.

    —Así es —contestó contenta y animada—, soy Whitney*, y me conocen como la “belleza dinamita” —añadió presumidamente.

    —¿Dinamita? —preguntó Rainbow— En ese caso, será más fácil hacerte explotar —añadió graciosamente.

    —Entonces ¿me quieres retar a un combate? —preguntó Whitney animadamente— Pues combatamos… —exclamó corriendo animosamente hacia la arena de batalla.

    —Espera un momento —interrumpió Rainbow—, no tan deprisa.

    —¿No hace un rato decías que podías barrer el suelo conmigo? —preguntó Whitney desafiante.

    —Claro que puedo hacerlo —contestó Rainbow presumido—, pero aún no alcanzo a creer que una chica tan infantil y tonta como tú sea la líder.

    Whitney empezó a irritarse.

    —¿Y tú quién se supone que eres para decir eso? —preguntó algo enojada.

    Rainbow le sonrió maliciosamente.

    —Soy Rainbow, el entrenador definitivo —contestó con voz calmada.

    Esa respuesta sorprendió mucho a toda la gente reunida ahí.

    —A mí nadie me puede derrotar —continuó cada vez más arrogante—, mucho menos una niña ridícula como tú.

    —¿A quién llamas ridícula? —contestó Whitney más molesta.

    —A ti —contestó Rainbow desafiante—, todas las regiones tienen a su entrenador hazmereír, y estoy seguro de que en Johto, tú eres la peor de todos los líderes.

    Whitney ya empezaba a hartarse de él, pues a pesar de que en general era una chica amable y alegre con la gente, no le gustaba que cuestionaran sus habilidades o que se burlaran de ella de esa manera.

    —Te lo aseguro —continuó Rainbow—, voy a humillarte tanto, que vas a acabar llorando.

    Whitney ya estaba muy enojada, pero aún así logró mantener un poco la compostura.

    —Así que eso planeas —dijo agarrando una de sus pokeball—, pues en ese caso te tendré que dar una lección —y entonces, sacó a una enorme Miltank.

    Rainbow sonrió de nuevo.

    —Para aumentar tu humillación —prosiguió Rainbow sacando su libreta especial—, voy a apuntar el tiempo que me tome vencerte en esta libreta. El record del tiempo más corto lo tiene un líder de Kanto hasta ahora, solo duró tres minutos, yo no creo que tú aguantes más.

    Las demás entrenadoras ahí reunidas no dejaban de murmurar sobre lo que pasaba, y tenían plena confianza de que Whitney podía ganar.

    —Por qué no te cayas y empezamos de una vez —exclamó Whitney ya mucho más irritada, pero aún así seguía con una actitud enérgica, deseosa de darle una lección a ese chico tan insolente.

    —Bien, en ese caso, solo déjame sacar mi Onix —dijo mientras sacaba a Mareep—, sin albur —añadió.

    —¿Eh? Pero ese es un Mareep, no un Onix —dijo Whitney extrañada.

    —¿Ah, sí? Entonces sí es con albur —añadió Rainbow con un tono algo vulgar, lo cual molestó mucho más a Whitney.

    —¡Te voy a enseñar! ¡Ataca Mil mil con Desenrrollar! —ordenó rápidamente.

    Rainbow inició su cronómetro inmediatamente, y la batalla comenzó.

    La Miltank empezó a rodar con todas sus fuerzas hacia Mareep, pero ésta de un fuerte salto la esquivó.

    —¡Puño dinámico! —ordenó Whitney aprovechando que Mareep se encontraba en el aire y caía directo hacia Miltank.

    El Puñodinamico de Miltank impactó violentamente contra Mareep, y ésta cayó lastimosamente al suelo, ahora se encontraba confundida.

    —¿Cómo te quedó el ojo? —se burló Whitney— ¿No que ibas a barrer el piso conmigo?

    —Tranquila —contestó Rainbow sonriente—, la batalla apenas comienza.

    —No quieras hacerte el valiente —le interrumpió Whitney—, acabemos rápido, ¡Desenrrollar otra vez! —ordenó.

    Pero su Miltank no se movió, pues al haber hecho contacto con Mareep, se había quedado paralizada debido a su habilidad Electricidad estática.

    —Es increíble cuantos caen en esa misma trampa —se rio Rainbow arrogantemente.

    —Al menos tu Mareep también está confundida —dijo Whitney desafiante.

    —Ah, sí —contestó Rainbow—, casi lo olvidaba… Mareep, cúrate —ordenó tranquilamente.

    Para la sorpresa de todos los ahí presentes, Mareep de repente dejó de estar confundida.

    —Pero… ¿cómo? —exclamó la líder— No tenías ningún objeto o Baya para curarla —dijo con sorpresa.

    Rainbow solo sonrió maliciosamente.

    —Lo siento —contestó sarcasticamente—, pero no te mereces que te revele mis secretos, no eres más que una cara bonita con un buen puesto, sin duda eres la peor líder de la región.

    Whitney casi no podía controlar la ira que sentía en ese momento.

    —¡Desenrrollar! —ordenó con furia sin perder tiempo.

    Con mucho trabajo, debido a la parálisis, la Miltank se puso de nuevo a rodar violentamente contra Mareep, la cual se puso a esquivar los ataques de un lado al otro.

    —Demostrémosle de una vez lo patética líder que es, Mareep —le dijo con voz arrogante.

    En ese momento, para sorpresa de todos, Mareep dejó de huir y encaró a su contrincante. Plantó las patas fuertemente sobre el suelo y con una increíble fuerza empezó a detener y a resistir el poderoso ataque del Miltank, la cual a duras penas podía mover algunos centímetros a su rival hacia atrás.

    —Recuerda el entrenamiento —recordaba Rainbow serenamente al ver que su pokémon estaba haciendo un esfuerzo extenuante—, tranquila, no es nada que no hayamos practicado antes… respira, y concéntrate.

    En ese momento, debido al esfuerzo y a la presión de las circunstancias, Mareep evolucionó. Ante la vista de todos, ahora se encontraba una Flaaffy soportando a la Miltank.

    Esto sorprendió y preocupó un poco a Whitney, pero no se dejó intimidar.

    —¡Sigue así, Mil mil, con todas tus fuerzas! —ordenó impacientemente.

    El pokémon empezó a aumentar sus fuerzas, haciendo a Flaaffy retroceder levemente.

    —No me había dado cuenta de que tu Miltank se llama Mil mil —interrumpió Rainbow de repente.

    —¿Qué? —exclamó Whitney extrañada de que se pusiera a hablar de eso en ese momento.

    Mientras tanto, Flaaffy seguía resistiendo el avance de la Miltank.

    —Como odio que la gente le ponga nombres ridículos a sus pokémon —comentó Rainbow rudamente—, eso sin duda es otra señal de lo patética que eres —añadió con intenciones de irritarla, y al parecer, lo lograba.

    —¡Más fuerte Mil mil! —ordenó cada vez más furiosa con Rainbow— Demuéstrale que tú eres más fuerte.

    La Miltank siguió aumentando la fuerza de su Desenrrollar, a Flaaffy cada vez le costaba más detenerla.

    —Sin embargo, la fuerza no lo es todo —dijo Rainbow en voz baja sonriendo maliciosamente.

    La Miltank seguía aumentando su fuerza con una increíble voluntad, Whitney también la animaba cada vez más a que no se rindiera, ambas estaban demasiado concentradas en lograr superar a Flaaffy.

    —Ahora, ¡suéltala! —ordenó Rainbow cuando vio que el Desenrrollar de Miltank alcanzó la suficiente fuerza.

    Un momento después, y para asombro de todos, Flaaffy se hizo rápidamente a un lado y dejó de detener a la Miltank. Ésta, al ya no tener nada que la detuviera, salió disparada hacia adelante, directo hacia una de las paredes del gimnasio, la cual se rompió, haciendo temblar el edificio entero.

    —¡Mil mil! —exclamó la líder preocupada.

    La Miltank se levantó pesadamente de los escombros, lo cual reconfortó a su entrenadora.

    —No hay que perder el tiempo, ¡otra vez Desenrollar! —ordenó de nuevo.

    Pero esta vez, desgraciadamente para ella, la Parálisis pasó fractura, y debido al cansancio por el enorme esfuerzo de hace un rato, la Miltank ya no tenía energías para efectuar el poderoso ataque.

    —Ya acábala, Flaaffy —ordenó Rainbow rudamente.

    Y sin esperar, Flaaffy la debilitó definitivamente con Bola voltio, la cual fue muy potente a causa de la enorme velocidad de Flaaffy .

    —No… Mil mil —tartamudeó Whitney algo llorosa.

    —No pierdas más tiempo —interrumpió Rainbow impaciente—, saca tu siguiente pokémon.

    Whitney cayó de rodillas tristemente.

    —Ya no tengo más pokémon que puedan combatir —dijo con tristeza.

    —¿Qué? —exclamó Rainbow sorprendido— ¿Eso quiere decir que ya gané? —y entonces detuvo el cronómetro.

    Eso sorprendió mucho a Rainbow, pues suponía que iba a enviar al Cleffa y a la Igglipuff que estaban a su lado, pero no fue así.

    Entonces miró el cronómetro. Por un momento se quedó incrédulo, pero un segundo después empezó a reírse, primero suavemente, pero cada vez más fuertemente.

    —¿Qué es tan gracioso? —preguntó Whitney enojada, y ciertamente con tristeza en los ojos.

    —Tu tiempo fue de 2:59 —contestó riéndose—, en verdad tenía razón, eres la peor líder hasta ahora con la que me he enfrentado —empezó a hablarle despreciativamente—, esto no puede ser, encima que ni siquiera tienes otros pokémon aptos para luchar, el único que tienes fue derrotado en menos de tres minutos, ¿qué clase de líder de gimnasio eres? Deberían despedirte inmediatamente y también a los idiotas que te eligieron como líder.

    Y conforme hablaba, sus palabras y su tono eran inusualmente hirientes. Whitney no podía creer que había perdido tan rápido, y no estaba para nada acostumbrada a que le hablaran así, y además, la contradicción de haber perdido contra alguien como Rainbow era algo particularmente doloroso. Se cubrió los ojos con las manos, y empezó a sollozar mientras Rainbow hablaba, y poco a poco, empezó a llorar más en serio.

    Rainbow la miró llorar, pero en ese instante eso le importó poco.

    —Dame mi medalla —le exigió rudamente.

    Pero ella no respondía, se ve que las palabras de Rainbow la tocaron en serio.

    —¡Dame mi medalla! —exigió de nuevo Rainbow.

    Pero ella seguía sin responder.

    —¡Hiciste llorar a Whitney! —exclamó una de las chicas.

    —¡Eres malo! —exclamó otra.

    Entre todas, empezaron a enojarse con Rainbow, y otras fueron a consolar a Whitney, quién ya no parecía en absoluto la chica dulce, hiperactiva y animada de hace solo un rato.
    Entre tanto grito que había en el lugar, Rainbow empezó a desesperarse, pero un momento después sintió algo frío chocando duramente contra su mejilla y que luego cayó al suelo, al darse cuenta, vio que era la medalla Planicie, la cual había sido lanzada con furia hacia su rostro por alguna de las ayudantes de Whitney. La recogió suavemente y la guardó.

    —Ya tienes tu medalla, ¡ahora lárgate! —exclamó una chica.

    Y entre todas empezaron a gritarle lo mismo.

    Rainbow se retiró lentamente de ahí, indiferente de todo lo que sucedía, como siempre.


    Afuera en la calle, todo estaba más tranquilo y silencioso. Rainbow y su grupo caminaban lentamente meditando en lo que había pasado. Se dirigieron a un parque, y se sentaron en una banca.

    —¿Creen que fui muy duro con ella? —les preguntó a sus amigos— Después de todo, me parece que la verdadera razón por la que no envió a sus otros pokémon, era porque sabía que podía lastimarlos… me da esa impresión.

    Sus pokémon le respondieron que era él el que quería que los líderes acabaran odiándolo.

    —Sí, ya lo sé —les contestó algo intranquilo—, pero siento que algo salió mal… esa chica, cuando llegué era alegre, dulce y muy jovial… y yo le arrebaté todo eso.

    Sus pokémon parecieron entender lo que quería decir.

    Rainbow se quedó un rato más pensando en el asunto, sobre todo porque lo que había hecho no era nada nuevo, pero era la primera vez que se ponía a pensar seriamente sobre su modo de tratar a los líderes.

    Pasó ahí toda la tarde, y cuando cayó la noche, se retiraron a dormir al centro pokémon. Todo ese tiempo, Rainbow estuvo silencioso y muy meditativo. Pero aún así, en su interior la idea de cambiar su actitud aún estaba muy lejos para él.

    Continuará...

    * Whitney en los videojuegos se llama Blanca.
     
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    Capítulo 21: Un extraño suceso en la ruta 35.
    “Lo siento niños, esta no es mi historia"
    Rainbow



    —¿Por qué no te has comunicado conmigo en tanto tiempo? —se quejó Elm del otro lado del telecomunicador.

    —La verdad, simplemente lo olvidé —contestó Rainbow indiferente—, en Azalea se dieron ciertas circunstancias que me impidieron acordarme de comunicarme con usted, tal y como dije que haría —dijo recordando que lo había olvidado a causa de su despedida de Aurora.

    —Pero bueno, eso no importa —contestó Elm más tranquilo—, pues bien, ¿tienes algo importante que decir, o solo vienes a presumirme tu nueva medalla?

    Rainbow tomó entonces una actitud más seria, y se acercó a la pantalla.

    —Ha estado habiendo gente extraña por aquí —dijo seriamente—, usan ropa de color azul y se dedican a hacer cosas típicas de delincuentes, los encontré en el Pozo Slowpoke tratando de cortarles las colas para venderlas, de nuevo en una guardería en la ruta 34 tratando de robar pokémon bebés, y por último aquí en Trigal, tratando de robar objetos del centro comercial. No creo que sea una coincidencia.

    —Sí, ahora que recuerdo —dijo Elm seriamente—, en las noticias de ayer hablaron sobre ese suceso.

    —La policía ya sabe que andan por ahí —interrumpió Rainbow—, eso los pondrá en alerta e irán más cautelosamente.

    —También mencionaron a un héroe que los derrotó —comentó de nuevo Elm.

    Rainbow ya no tenía ganas de volver a recordar eso.

    —Eso no es importante —interrumpió Rainbow antes de que la plática se fuera hacia temas que no quería tocar, como su entrevista en la torre de radio—, lo que quería hacer era decirle que estos ladrones, podrían estar detrás de algo más allá que solo el hecho de conseguir dinero para hacerse ricos, o tener poder.

    —¿A qué te refieres? —preguntó Elm extrañado.

    —Cuando estuve en la guardería de la ruta 34, uno de esos sujetos dijo que “mientras más jóvenes son, es más fácil” —recordó.

    —¿Y eso qué tiene de interesante? —preguntó Elm algo decepcionado— Después de todo, mientras más joven sea el pokémon más fácil es entrenarlo, no tiene nada de raro.

    —Pero creo que hay algo más aún —comentó Rainbow suspicazmente—, obviamente que si son criminales, van a requerir pokémon, y si son bebés pueden entrenarlos para que sean malos… pero estoy seguro de que esas palabras esconden algo más que solo una referencia al entrenamiento pokémon…

    —¿Y qué crees que sea? —preguntó Elm interesado.

    Rainbow pensó un momento.

    —Por el momento no lo sé —respondió de repente—, pero por el momento, tenga los ojos bien abiertos, y sobre todo, mantenga a Aurora informada de estos sucesos.

    —Entiendo —contestó Elm—, pero ¿por qué no le dices tú mismo? —preguntó sospechando.

    Rainbow solo se apartó un poco de la pantalla y apartó la vista.

    —Solo digamos que ya nos hemos hablado mucho —contestó fríamente.

    Elm vio que Rainbow ya estaba empezando a cansarse, así que decidió terminar la conversación.

    —Pues si ya no tienes nada más que decir, te dejo, tengo mucho trabajo que hacer —se despidió amablemente.

    —Está bien, nos veremos cuando haya ganado el siguiente gimnasio —se despidió Rainbow, y ambos colgaron.

    Solo un momento después, Rainbow y su grupo ya se encontraban siguiendo su camino, con su actitud tan fría como si nada hubiera pasado el día anterior, actitud que ya empezaba a aburrir a sus pokémon, pero qué se le iba a hacer.



    Después de un rato se encontraban dentro de una enorme vía subterránea, la cual albergaba muchas tiendas en su interior. El subterráneo se extendía casi de un lado al otro de la ciudad, ahí la gente no era tan numerosa como en el exterior, y era precisamente por eso que Rainbow decidió pasar por ahí.

    —Solo debemos darnos prisa y salir del otro lado —dijo a sus pokémon—, ya quiero salir de una vez por todas de esta ciudad —añadió despreciativamente.

    —Hola joven entrenador —saludó de repente una persona tras un extraño puesto—, se ve que tus pokémon te quieren mucho, ¿no quieres que les cortemos el cabello? —preguntó amigablemente.

    —¿Qué? —exclamó Rainbow extrañado.

    —¿Pero qué estás haciendo? —le reprochó de repente otra persona de su misma edad— No puedes hablarle a la gente así como así, sonamos desesperados… me disculpo joven —se dirigió a Rainbow—, somos los hermanos peluqueros, yo soy el mayor y él es el menor.

    —Sí, que bien —contestó Rainbow fríamente siguiendo su camino.

    —¡Espera un momento! —le interrumpió el mayor— ¿No te gustaría que le cortáramos el cabellos a tus pokémon.

    Rainbow se detuvo en seco, un tanto perplejo.

    —Así que después de todo, sí están desesperados —dijo en voz baja.

    Se volteó y los miró fríamente.

    —¿A qué pokémon quieren cortarle el pelo? —preguntó rudamente— ¿A mi Golbat? ¿Mi Phanpy? ¿Mi Onix? Ninguno de mis pokémon tiene pelo… bueno, algunos lo tienen, pero está perfecto así como está.

    Siguió su camino indiferentemente.

    —Podemos cortarte el cabello a ti —dijo el menor.

    Rainbow se detuvo en seco, de nuevo.

    —¿A mí? —preguntó extrañado.

    —Sí, verás, tenemos un primo que puede también cortarle el cabello a los humanos —contestó el mayor—, de hecho lo llamaré… ¡Primo! ¡Ven que hay un cliente!

    —¡No he dicho que sí! —se apresuró Rainbow a contestar, pero ya era tarde.

    —Buenos días, joven —saludó amablemente el primo, quién salió repentinamente del establecimiento—, no te preocupes, yo puedo dejarte el cabello muy bien.

    —¿Qué tiene de malo mi cabello? —preguntó Rainbow ofendido.

    —Pues… —contestó el primo titubeante— no se ve que tu peinado sea muy cómodo.

    En efecto, Rainbow hacía mucho tiempo que no se cortaba el cabello. Desde el momento en el que llegó a Kanto hasta ese momento, el cabello le había crecido bastante, notándose principalmente un mechón de cabello que poco a poco comenzaba a tapar su ojo derecho, pero su ojo aún seguía siendo visible a través del cabello, dándole una apariencia un tanto siniestra cuando miraba algo fijamente.

    —Si se fijan bien —inquirió el hermano menor señalándolo—, los cabellos de ese mechón se rizan un poco alrededor de su ojo, dando la apariencia de que tiene una enorme ojera desde este ángulo.

    —Es verdad —interrumpió el primo—, que raro se ve.

    Rainbow se vio en un espejo que había ahí, y ya que él casi nunca veía su rostro en el espejo se sorprendió un poco por la manera en la que su cabello había crecido de esa manera, pero en ese momento no tenía ganas de andar pensando en tonterías como esa.

    —No gracias —respondió fríamente—, me gusta mi cabello tal y como está.

    Y se alejó de ahí rápidamente, ignorando por completo a los peluqueros.

    —Que chico tan raro —dijo el primo cuando se hubo alejado—, un peinado extraño y un cinturón con forma de X cruzando su pecho…

    Continuaron trabajando como si nada después.



    Un rato después, Rainbow y su grupo ya habían salido de ciudad Trigal, y caminaban tranquilamente hacia la ruta 35.

    —Que bien que ya salimos —dijo aliviadamente—, esa ciudad ya me estaba volviendo loco… pero bueno —añadió más animado—, es hora de volver a nuestra rutina para perfeccionar nuestro entrenamiento definitivo…

    Ni bien había terminado de decir eso cuando un fuerte aleteo se oyó en el cielo, y una gran sombra pasó justo sobre él. Al mirar al cielo, Rainbow vio a un gran pokémon de color azul, que surcaba el cielo a muy baja altura, como si se dispusiera a aterrizar.

    —¿Un Salamance? —preguntó muy extrañado— Ese pokémon es originario de Hoenn, y aún ahí es muy raro… ¿qué hará en Johto? —dijo mientras lo seguía a lo lejos.



    —Si lo alcanzamos —siguió diciendo mientras corría tras él junto a algunos de sus pokémon— será un buen pokémon para entrenar, les dará mucha experiencia y podremos practicar algunos trucos nuevos.

    Lo siguió hasta una parte del bosque en la que había muchos árboles, detrás de los cuales Rainbow pudo ver que el Salamance aterrizaba. Rápidamente corrió hacia el lugar donde vio que aterrizó, pero cuando estuvo cerca escuchó los inconfundibles sonidos de una batalla pokémon, así como las voces de unos niños.

    —¿Alguien más está combatiendo contra ese Salamance? —se preguntó Rainbow curioso.

    Se acercó a una distancia prudente, y ahí pudo ver lo que pasaba, algo que hasta a él mismo le costaba creer.

    Ahí, en el medio del bosque, un niñito de aspecto muy fiero y con un gorro un tanto llamativo luchaba ferozmente contra el Salamance con un Ralts, un Poochyena, y un Skity. Junto a él, se encontraba una niñita paralizada de miedo, al parecer era de su misma edad, de cabello largo y castaño, vistiendo un vestido anticuado.

    —¡Ruru, Confusión! —le ordenó a su Ralts.

    El Salamance recibió el daño, pero aún seguía atacando.

    —¡Nana, Hiperrayo! —ordenó el niño a su Poochyena en otro momento.

    Rainbow vio la actitud valiente y severa del niño, y se tranquilizó de que tuviera todo bajo control aun ante un adversario tan grande. Pero un momento después, el Salamance logró golpear al niño con un Arañazo. Ante eso, Rainbow se preocupó, e inconscientemente se preparó para interferir, pero en seguida vio que el niño se levantaba valerosamente, mirando al Salamance fieramente.

    —¡Coco, Garra dragón! —ordenó una vez más. Para este punto, la niña no podía retener sus gritos de miedo.

    Afortunadamente, ese último ataque fue bastante poderoso, no derrotó al Salamance, pero al menos lo hizo huir volando a duras penas.

    —No estuvo mal —comentó Rainbow en voz baja, con un tono un tanto crítico—, debo reconocer que lo hizo bien para ser un pokémon tan grande.

    Pero en seguida se dio cuenta de algo, el Arañazo del Salamance le había dejado una profunda herida en la cabeza del niño, de la cual brotaba mucha sangre. Pero para su sorpresa, el niño no parecía prestarle atención a esa herida, sino que solo estaba contento por su victoria.

    Un momento después, el niño se acercó lentamente a la niña, la cual estaba de rodillas en el suelo, llorando.

    Una parte de Rainbow sintió que debía ir con ellos, solo para ver si estaba todo bien, pero por alguna razón, le pareció que no sería muy buen momento. Rainbow, quien era muy bueno para analizar a la gente, echó una rápida mirada crítica que le hizo entender que algo extraño pasaba con esos niñitos, aunque no tenía suficiente información para saber que era, y solo los miró a lo lejos.

    —No es un asunto de mi incumbencia —le dijo a sus pokémon—, pero al parecer… será una experiencia que los marcará para siempre… no sé, siento que, aunque todo haya salido bien, no están interpretando bien las cosas…

    Sus pokémon se preguntaban cómo podía saber eso.

    —No es muy difícil ver cuando alguien interpreta mal las cosas —contestó tranquilamente—, solo dense cuenta, todo salió bien, pero ninguno está feliz… definitivamente algo les pasa por dentro… ¿qué será?

    Rainbow nunca se había sentido tan interesado en los problemas de los demás como en ese momento, sobre todo por la extraña contradicción que le parecía esa situación. Pero al fin y al cabo, solo era un extraño sin derecho a meterse en sus problemas personales, y si bien era verdad que ya antes se había encontrado con niños como ellos, sintió que este caso era diferente, quiso ir a hablar con ellos e incluso ayudarlos. Sin embargo, se controló, y les dio la espalda para irse de ahí.

    —Lo siento niños, esta no es mi historia —dijo mientras se alejaba—, yo tengo la mía.

    Se alejó rápidamente de ahí, pero una parte de él, sentía el deseo de encontrárselos de nuevo algún día, esta vez en una situación que le permitiera acercárseles sin que hubiera tanta tensión como en ese momento.



    Un rato después, Rainbow y sus pokémon seguían caminando tranquilamente, todavía meditando sobre lo que había pasado, solo que ahora Rainbow se lamentaba de haber perdido al Salamance para entrenar, como era su plan original.

    Cerca de donde pasaba, se encontraba un enorme edificio, parecía ser un laboratorio pokémon, el cual no habría llamado la atención de Rainbow si no fuera porque se dio cuenta de que el mismo Salamance con el que se habían topado antes entró estruendosamente por una de las paredes, y a pesar de estar bastante lejos, el barullo típico de las alarmas de seguridad empezó a sonar.

    —¿Y ahora qué está pasando? —exclamó corriendo hacia el lugar, pues sabía que si se metía en un laboratorio con los ánimos como los que tenía en ese momento, podía terminar lastimándose.

    Siguió corriendo hasta el laboratorio, y todavía estaba bastante lejos cuando pudo notar que en frente del edificio se encontraban tres personas, dos hombres y una mujer, obviamente alertados por el ruido que provenía del interior. De repente, algo inesperado sucedió.

    Violentamente el techo del edificio se rompió, y de ahí salió volando majestuosamente un enorme pokémon verde esmeralda, el cual miró a las personas que se encontraban a sus pies. Ante eso, Rainbow se detuvo en seco asombrado.

    —E…ese pokémon… ¿no será? —tartamudeó incrédulo al ver esa escena.

    El pokémon intentó atacar a las personas debajo, pero uno de los hombres trató de retener sus ataques con varios Slakoth, aunque en seguida el pokémon gigante los derribó con un golpe de su cola, tras lo cual salió volando hacia el cielo hasta perderse en la atmósfera, mientras Rainbow lo miraba cubriéndose los ojos del sol con la mano. Las personas inmediatamente se metieron en el edificio medio destruido, obviamente para averiguar qué había pasado.

    Rainbow por un momento se quedó pasmado, no sabía qué decir, pues ya era bastante raro que tal pokémon se encontrara en ese lugar, y mucho más que lo hiciera en tales circunstancias.

    —¿Debería ir a ver qué sucede? —preguntó a sus compañeros.

    A pesar de que algunos de sus pokémon opinaban que debía ir, la mayoría opinaba lo contrario, en parte porque apenas y acababa de salir de su lio con lo de la torre de radio, no era momento para meterse en cosas que no le incumbían.

    Rainbow siguió tranquilamente su camino, el cual tenía que pasar a fuerza por ese centro de investigación. Cuando llegó a las puertas, echó un rápido vistazo adentro, viendo a mucha gente alterada en el interior, luego inconscientemente miró al cielo, justo por donde el pokémon había huido. Pero rápidamente siguió de largo, sin voltear atrás.


    —Hoy han ocurrido muchas más cosas raras que de costumbre —dijo mientras seguía su camino—, me pregunto qué hacía ese pokémon en ese lugar… y también algo más, ¿ese Salamance entró en ese lugar a causa de la pelea que tuvo con el niño de hace rato? —se preguntó con interés— De ser así… ¿qué pasará en el futuro?... esas son cosas que no se quedan sin consecuencias…

    De repente se detuvo en seco.

    —Si hubiera interferido en la batalla con el niño… ¿habría cambiado algo? —preguntó un tanto preocupado.

    En el fondo sentía que su inacción quizá había causado algo importante para el futuro, pero no tenía idea de qué podía ser. Sin embargo no podía solo quedarse a pensar en lo que ya había ocurrido, lentamente se acercó a la orilla del camino, donde había un lugar llano con muy pocos árboles.

    —Sigamos con el entrenamiento —dijo de repente, como si se hubiera olvidado de todo lo que había pasado hace solo un rato.


    Continuará...



     
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    Pokémon Rainbow: Johto.
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    Capítulo 22: El concurso del parque Nacional.
    “todavía falta mucho entrenamiento para poder lograrlo de manera natural, sin que nos pase esto cada vez"
    Rainbow



    Unos días después, Rainbow y su grupo siguieron caminando hacia el norte, con lo ánimos de siempre. Rainbow sostenía el huevo de Tyrogue suavemente en sus brazos, a pesar de que la dura expresión de su cara.

    —Siento que falta algo —dijo tranquilamente sin detenerse—, veamos… agua, planta, fuego, volador, normal, tierra, veneno, eléctrico, siniestro, psíquico, futuro tipo acero, futuro tipo lucha… —dijo observando a sus pokémon y a su huevo— me faltan todavía algunos tipos más…

    Algunos de sus pokémon todavía se preguntaban por qué era tan necesaria tanta cantidad de tipos en el equipo.

    —Veo que aún no captan del todo mi sistema —les reprochó Rainbow tranquilamente—, para que mi método funcione al cien por ciento necesitamos estar en contacto con la mayor cantidad posible de tipos.

    Golbat continuó contándoles la manera en la que eso era necesario para poder aprender ataques que no sean de su naturaleza.

    —Así es, Golbat —le felicitó Rainbow—, por ejemplo, ahora casi todos ustedes son inmunes al veneno, y todo gracias a Golbat, nuestro compañero de tipo veneno.

    Siguieron hablando así un rato más, y un rato después llegaron a un enorme lugar con mucha gente por todos lados. Para ser más específicos era un parque enorme, y la gente se veía ansiosa por alguna razón.

    —Ese lugar de ahí —explicó Rainbow, quien se detuvo a cierta distancia del lugar— es el Parque Nacional, uno de los más grandes orgullos de Johto, lleno de lindos y adorables pokémon, gente muy amable y sonriente, flores echando su fresco olor por todos lados, y un ambiente de felicidad y tranquilidad bañada por el buen espíritu de la gente que se pasea en él… hay que evitarlo a toda costa —añadió secamente pasando de largo.

    Mientras tanto, un joven empezó a tratar de controlar a la multitud de entrenadores reunidos ahí.

    —Un poco de calma, por favor —dijo por un megáfono—, en un momento comenzará el concurso de captura de bichos…

    —¿Captura de bichos? —exclamó Rainbow deteniéndose y dándose la vuelta extrañado.

    —En esta ocasión —continuó el joven al megáfono— los premios serán: para el primer lugar una Piedra solar, para el segundo una Piedra eterna, y para el tercero una Baya dorada.

    La gente se moría por participar debido a la rareza de los premios.

    —Así que bichos, eh —dijo Rainbow en voz baja—, necesito un pokémon de tipo bicho… bueno —dijo dirigiéndose hacia el lugar—, vayamos a ver qué pokémon puedo atrapar, si gano algo pues… solo lo venderé.

    Sin llamar mucho la atención, Rainbow solo fue a inscribirse, deseando terminar lo más rápido posible, pues se incomodaba ante tanta gente.

    —Tu nombre y ciudad —le preguntaron cuando llegó su turno.

    —Rainbow, pueblo Paleta, Kanto —contestó desganado.

    —Vaya, un extranjero —contestó el encargado—, bien, puedes seleccionar solo a un pokémon que te acompañe.

    —¿Solo uno? —dijo algo extrañado— Bien… en ese caso creo que llevaré a mi Teddiursa —y entonces entregó el resto de sus pokeballs.

    —Bien —continuó el encargado—, aquí tienes veinte competiballs —ofreció amablemente—, aquí solo puedes usar las competiballs, ningún otro tipo de pokeball está permitida, el concurso termina para ti cuando tu pokémon se debilite, te quedes sin balls, o quieras irte, suerte —añadió amablemente.

    Rainbow tomó las balls especiales y se preparó para empezar.

    —Vamos a hacerlo rápido Teddiursa —le dijo con cierto aburrimiento en su mirada—, solo me interesa atrapar a un tipo bicho.


    Poco tiempo después, todo estuvo listo para que comenzara, los participantes se acercaron a las puertas, y estas se abrieron.

    —Ya pueden comenzar —exclamó el joven del megáfono.

    Inmediatamente todos los participantes se apresuraron a entrar, pero Rainbow decidió ir más tranquilamente.

    —¿Cuál es la prisa de esta gente? —se preguntó mientras ingresaba— Ni que esos premios fueran la gran cosa.

    Adentro del parque era tal y como lo había descrito Rainbow, enorme y con flores por todos lados, sería el paisaje más tranquilo y relajado del mundo si no fuera por toda la gente que intentaba capturar al mejor pokémon bicho animosamente.

    —Este concurso está calentando las cosas en este aburrido parque, ¿no te parece? —dijo un poco más animado.

    Sin decir mucho más, se puso a buscar pokémon bicho en la hierba alta del centro, o en los árboles circuncidantes.


    Mientras observaban a los pokémon que se encontraban, Rainbow los analizaba, pero ninguno parecía gustarle para capturar.

    —Un Caterpie… no, ya tuve un Butterffree en Kanto —dijo al divisar a un Caterpie.

    —Un Beedrill, no porque es originario de Kanto, necesito autóctonos de Jotho —comentó al divisar a un Beedrill.

    Su Teddiursa se preguntaba por qué era tan importante que todos sus pokémon fueran autóctonos de su respectiva región.

    —Por cuestión de estética, Teddiursa —contestó despreocupado, esta respuesta lo sorprendió un poco porque su entrenador no era de preocuparse mucho por esas cosas—, tal vez luego explique eso más detalladamente después, pero ahora sigamos.

    Continuaron buscando, pero Rainbow siempre veía un pretexto para no capturarlos, pasaba olímpicamente de pokémon como Pinsir o Scyter.

    —No necesito a un Scyter, que será un Scizor si ya tengo a un Onix que será un Stelix —explicó mientras seguían su camino.

    Luego encontraron un Heracross, se veía fuerte y resistente, Teddiursa se preparó para atacar.

    —No, no lo quiero —contestó Rainbow—, me aburren los pokémon que no pueden evolucionar como él.

    Teddiursa se quedó perplejo por esa explicación, y se lo recriminó.

    —Es cierto que en Kanto tuve a algún pokémon que no tenía evolución —dijo recordando a su amigo Aerodactyl—, pero prefiero evitar eso lo más que pueda, me gusta hacerlo evolucionar.

    Teddiursa no estaba del todo satisfecho con esa explicación.

    —Está bien, hagamos una cosa —, si no encuentro a un mejor pokémon, atraparemos un Heracross.

    Teddiursa era de carácter difícil, y le gustaba mucho meterse en pleitos, así que se sintió un poco frustrado de no poder luchar todavía, pero no tuvo más remedio que esperar.



    Poco después encontraron un Spinarak, a lo cual Teddiursa supuso que Rainbow no se iba a negar, pero para su sorpresa, Rainbow también pasó de él.

    —No me gustan los arácnidos —fue lo que contestó como su excusa, aunque pareció muy falsa debido a su actitud, Teddiursa le recriminó.

    —Tranquilo, amigo —lo tranquilizó Rainbow—, tienes que aprender a tener paciencia, es la virtud que te falta.

    Teddiursa no parecía del todo satisfecho.

    —Piénsalo así —continuó Rainbow tranquilamente—, mientras más esperes, mejor sabrá tu victoria cuando luches, cuando estaba en Kanto no pude luchar contra el líder del primer gimnasio al que llegué, tuve que esperar casi hasta el final para poder luchar… ¿y sabes qué? Fue la mejor lucha de gimnasio que tuve ahí —Teddiursa parecía comprender—, simplemente si aún no puedes luchar guarda todas tus ganas para que cuando al fin combatas, sea una victoria humillante —añadió arrogante.

    Esto pareció calmar un poco a Teddiursa, y continuaron buscando a otro pokémon.



    Desde que el concurso empezó, y los demás competidores empezaron a intentar capturar pokémon, Rainbow se dio cuenta de que muchos abandonaban la competencia principalmente a causa de que sus pokémon se debilitaban, le extrañó que la mayoría de los ataques que recibían los pokémon debilitados no parecían ser provenientes de pokémon de tipo bicho, como los que había ahí.

    Llegó a la conclusión de que los entrenadores, en su ambición por conseguir el mejor y más raro pokémon, lucharan entre ellos para decidir quién se queda con tal pokémon de su interés. Sus sospechas se confirmaron cuando logró ver como varios entrenadores combatían entre ellos por atrapar a un Pinsir debilitado.

    —Ya veo la trampa de este concurso —dijo en voz baja en algún momento mientras observaba todo cautelosamente—, yo antes creía que era un concurso fácil y tranquilo, gente capturando pokémon felizmente por todos lados… pero no…

    En ese momento, vio como un entrenador corría hacia la salida cargando a su Sentret debilitado.

    —Es casi como una guerra, en la que solo tenemos un pokémon, y el botín es otro pokémon —comentó muy seriamente—, no me parece una idea muy seria que digamos, al fin y al cabo, la mayoría de los que participen solo lo harán por un premio. Quién sabe cuántos de los pokémon capturados sean desechados al terminar.

    De ese modo, siguió recorriendo el parque intentando evitar a los entrenadores, los cuales iban saliendo de uno a uno.


    Un momento después, Rainbow escuchó un extraño sonido a sus espaldas, se dio cuenta de que no era el sonido común que hicieran los pokémon de esa zona, era como un aleteo, pero no era ni de Beedrill ni de Scyter ni de Butterfree. Al darse rápidamente la vuelta no había nada, solo los árboles en silencio. Pero de todos modos, Rainbow sonrió levemente.

    —Bien Teddiursa —le dijo—, creo que ya es momento de combatir.

    Inmediatamente, Teddiursa golpeó el árbol que estaba enfrente con Golpe cabeza, haciéndolo temblar desde sus cimientos.

    En ese momento, cayó al suelo una Ledyba, el cual al darse cuenta de Teddiursa se puso en guardia nerviosamente. Rainbow la observó con cuidado.

    Teddiursa notó que esta Ledyba parecía demasiado débil y nerviosa, pues apenas lo vio no dejaba de temblar, así que supuso que Rainbow iba a pasar de ella.

    —Usa Arañazo —ordenó Rainbow usando el Viridian Mind directamente a la mente de Teddiursa.

    Éste último se sorprendió por esa orden, ya que Rainbow no solía atacar a pokémon mucho más débiles que ellos si no era por una pelea oficial.

    —No te preocupes —siguió Rainbow—, hazlo sin cuidado.

    Confiando en su entrenador, Teddiursa atacó a la Ledyba con Arañazo, por un momento parecía que iba a recibir el golpe, pero de repente la Ledyba atacó con Rapidez antes de que Teddiursa pudiera darle. El impacto no le hizo mucho daño, pero le hizo retroceder un poco, sin embargo la Ledyba seguía con mucho miedo, y nerviosamente trataba de cubrirse con sus brazos.

    —No debes tener miedo, Ledyba —le dijo Rainbow directamente a su mente usando el Viridian Mind, Ledyba se sorprendió mucho de estarlo oyendo en su cabeza—, tienes potencial, y una gran velocidad… si vienes conmigo te ayudaré a dominar ese miedo que tienes a luchar —Ledyba lo escuchaba atentamente—, no solo eso —continuó Rainbow esta vez con su voz normal—, soy el entrenador definitivo, te haré la Ledyba más poderosa de tu especie, nunca nadie volverá a molestarte, y nunca más tendrás miedo.

    A pesar de que Rainbow no daba una buena impresión cuando se ponía arrogante, sobre todo con la gente, había que admitir que cuando se lo proponía de verdad era capaz de tener un enorme carisma con los pokémon, si éste estaba dispuesto, era capaz de ganarse su confianza rápidamente. Y la Ledyba lo notó.

    En ese momento un Lanzallamas salió directo hacia la Ledyba, y ésta de manera casi instintiva lo esquivó.

    Al darse cuenta, Rainbow vio a un Comefuego, cuyo Magcargo había lanzado el ataque.

    —Ese Ledyba sí que es rápido —exclamó el Comefuego acercándose con su pokémon amenazantemente—, y además es muy raro y parece estar en un buen nivel… debe ser mío.

    La Ledyba no pudo evitar quedarse paralizada de miedo ante la imponente figura del pokémon hecho de magma ardiente, pero Rainbow inmediatamente se interpuso ante él con su Teddiursa.

    —Yo la vi primero —dijo Rainbow desafiante.

    —En esta competencia ningún pokémon es tuyo hasta que lo atrapes —rió el Comefuego.

    —¿Para qué quieres un pokémon de tipo bicho si tú eres un comefuego? —preguntó Rainbow extrañado.

    —¿Quién dice que lo hago para conservarlo? —rio de nuevo el Comefuego cada vez más malvado— Solo me interesa esa Piedra solar, es una piedra muy valiosa, pagarán bien por ella.

    Rainbow empezó a irritarse, pues vio que ese Comefuego iba a desechar a Ledyba si la atrababa como si no valiera nada, lo cual la deprimiría aún más, pero él no lo iba a permitir.

    —Escucha, Teddiursa —le dijo directamente en su mente—, ese Magcargo está a demasiado nivel, y tiene ataques muy peligrosos, así que escúchame…

    El Comefuego solo vio que Rainbow le sonreía malévolamente sin decir nada.

    —Entonces… ¿quieres luchar por ese pokémon? —exclamó el Comefuego impaciente— Pues entonces, ¡Ataca Magcargo! —ordenó inmediatamente.

    El pokémon de fuego volvió a atacar con Lanzallamas, pero Teddiursa logró esquivarlo e inmediatamente atacó con Poder oculto, el cual no hizo mucho efecto debido a la enorme defensa del Magcargo.

    —¿Eso es todo? —se mofó el Comefuego— No importa, un solo golpe y ese Teddiursa estará fuera, ¡ahora Pirotecnia! —ordenó.

    El pokémon de fuego lanzó una enorme bola de fuego hacia Teddiursa, quien lo esquivó sin muchos problemas gracias a su gran agilidad, pero al explotar la bola de fuego muchas llamas salpicaron por todos lados, hiriéndolo bastante.

    Rainbow sonreía maliciosamente en el exterior, pero a pesar de eso en su mente no dejaba de hablar con Teddiursa.

    —Su ataque es demasiado fuerte, si te da una vez será todo —pensó algo preocupado pero sin desesperarse—, vamos a usar lo que dijimos.

    Teddiursa estaba algo nervioso, a pesar de que en el exterior su rostro se veía arrogante y desafiante como el de su entrenador, pues lo que pensaban hacer era algo que no habían usado en batalla.

    —Ya sé que apenas hemos practicado ese movimiento —trató de tranquilizarlo su entrenador—, pero creo que es momento de hacerlo, tranquilo, cálmate y respira…

    Rainbow empezó a concentrarse fuertemente mientras Teddiursa seguía eludiendo los mortíferos ataques del Magcargo.

    Rainbow era una persona paciente cuando se trataba de su entrenamiento, y nunca intentaba algo en un combate a menos que estuviera seguro de que su pokémon pudiera hacerlo bien, pero en ese caso, iban a intentarlo a pesar de solo haberlo hecho unas pocas veces.

    —Concéntrate, Teddiursa —pensó tranquilamente mientras su pokémon trataba de evitar los lanzallamas—, recuerda tu entrenamiento con Croconaw.

    Tanto Rainbow como Teddiursa estaban sumamente concentrados por dentro, a pesar de que sus rostros reflejaran la más absoluta seguridad y arrogancia. Ledyba se dio cuenta de eso, y se sorprendió por el contacto mental que había entre el entrenador y el pokémon.

    —Solo un poco más —continuó Rainbow, a quién le empezó a doler la cabeza debido al gran contacto por medio del Viridian Mind que ejercía sobre su Teddiursa.

    —Ya basta de juegos, quiero terminar rápido para ir a reclamar el premio —siguió jactándose el Comefuego—, ¡Llamarada! —ordenó riéndose.

    El ataque se acercaba rápidamente a Teddiursa, y un momento después, el momento llegó.

    —¡Hidrobomba! —Gritó Rainbow potentemente.

    Y con una fuerte concentración, para la sorpresa de todos, Teddiursa lanzó una hidrobomba poderosa, que apagó por completo la Llamarada del Magcargo y se dirigió directamente hacia él y el Comefuego.

    —¿Qué? ¿¡Hidrobomba!? —exclamó sorprendido.

    Pero no le dio tiempo para nada más, pues el potente chorro de agua los lanzó varios metros en el aire, y al caer estaban completamente fuera de combate.

    Al terminar el ataque, tanto Rainbow como Teddiursa se sintieron agotados, se acostaron y respiraron dificultosamente. Rainbow se llevó las manos a la cabeza por el dolor.

    —Es por esto que todavía no me gusta usar estos ataques —dijo tratando de calmarse y esperar a que pase el dolor—, todavía falta mucho entrenamiento para poder lograrlo de manera natural, sin que nos pase esto cada vez.

    Y gateando lentamente, se acercó a Teddiursa y lo curó suavemente como siempre lo hacía. Mientras lo curaba, la Ledyba, que estuvo observando todo el tiempo, se acercó a él tímidamente.

    —Esto es algo de lo que serás capaz de hacer si vienes conmigo —le dijo Rainbow dificultosamente—, lograr ataques que un pokémon de determinado tipo nunca sería capaz de hacer a voluntad… el entrenamiento es largo y duro, incluso para mí, pero vale la pena… sin embargo, el día de hoy creo que fue demasiado…

    En ese momento, Teddiursa quedó curado y se levantó. Sin embargo Rainbow no pudo evitar recostarse en el suelo y cerrar los ojos lentamente, mientras ambos pokémon lo observaban.

    —Qué bueno que esto sucedió en una pelea corriente, y no durante una batalla de gimnasio, o de liga —dijo antes de caer dormido.

    Mientras todo eso pasaba, los demás entrenadores seguían concentrados en su competencia, empeñados en ganar.



    Aproximadamente una hora después, Rainbow se despertó pesadamente. A su lado estaba su Teddiursa durmiendo, y al sentir a su entrenador levantarse se despertó también. Pero no veía a Ledyba por ningún lado.

    —¿A dónde se fue la Ledyba? —preguntó intrigado poniéndose de pie, pero Teddiursa aún estaba muy adormilado para contestar.

    Rainbow vio por todos lados, pero no vio rastro de la Ledyba, lo cual le hizo sentir triste, pues de verdad tenía ganas de ayudarla y hacerla fuerte. El día estaba a punto de terminar, y la noche se abría camino en el cielo.

    —Vamos Teddiursa —le dijo tranquilamente—, salgamos de aquí…

    En ese momento, al observar a Teddiursa medio dormido en el suelo, vio que junto a él estaba una de sus pokeball, se agachó y la tomó cuidadosamente, al levantarla vio con asombro que la Ledyba se encontraba adentro, durmiendo. Al levantar la ball, ésta se despertó y lo miró desde adentro.

    —Así que decidiste venir conmigo —le dijo Rainbow cariñosamente, la Ledyba asintió sonrientemente.

    Suavemente Rainbow regresó a Teddiursa a su pokeball para que siguiera descansando, y se dirigió hacia la salida con toda tranquilidad.



    Un rato después ya se encontraban afuera, y se celebró la ceremonia de premiación, la cual observaron desde cierta distancia, detrás de unos árboles. El primer lugar fue una Colegiala que capturó un Heracross, el segundo un Pokefan que capturó un Beedrill, y el tercero un Joven que capturó un Butterfree.

    Desafortunadamente, al no haber sido capturada con una competiball, Ledyba no podía ser presentada para reclamar un premio.

    —No te preocupes, Ledyba —dijo Rainbow solemnemente mientras observaba todo desde las sombras de los árboles—, no perdí una piedra solar, gané una nueva amiga —le dijo sonriéndole y colocándola en su cinturón X, junto a los otros.

    Cuando todo hubo terminado, se prepararon para dormir tranquilamente para recobrar más fuerzas, después de todo, lo que había sucedido ese día con Teddiursa era algo que, eventualmente, se haría habitual para todos sus pokémon de Johto, así como ya había sucedido en Kanto.


    Continuará...
     
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    Capítulo 23: El jueves, ruta 36.

    “voy a hacer que use Hidrobomba contra ese árbol solo porque se me da la gana"
    Rainbow




    Lentos pero seguros, el grupo seguía su camino siguiendo la ruta 36 después de su aventura en el concurso de captura de bichos, era un día jueves muy soleado.

    —Según este mapa —dijo Rainbow observándolo cuidadosamente— si seguimos todo recto volveremos a ciudad Malva… para llegar a ciudad Iris debemos tomar la ruta 37, justo a la mitad de la ruta 36…

    Ledyba se acoplaba poco a poco con sus nuevos compañeros, en lo personal se sentía bastante intimidada por los miembros más antiguos del grupo.

    Sin embargo, Togepi se sentía algo frustrado porque, al parecer, era el único de los pokémon que no estaba siendo entrenado. Rainbow se dio cuenta de eso.

    Un rato después se detuvieron un rato para descansar y comer unas Bayas.

    —Sé que te preguntas por qué no te estoy entrenando —le dijo Rainbow a Togepi mientras comían tranquilamente, éste lo miró con interés y algo de enojo en su mirada—, pues bien, la razón es la misma por la que no entrené a Golbat, Onix y Umbreon cuando los conseguí en Kanto…

    Pasó un rato más contándole que tenía pensado reservarlo para otra región, por una cuestión de evoluciones, y por el hecho de que ya tenía un pokémon de tipo normal, que era Teddiursa. Pero Togepi no parecía estar muy satisfecho con eso.

    —Piénsalo de esta manera —continuó Rainbow sonriente—, de esa manera tu podrás observar todo mi método, y cuando estemos en la otra región, será tu turno de brillar como mi pokémon con más experiencia y conocimientos…

    La idea de que pudiera ser él el que mirara a todos sus compañeros desde arriba con aire de superioridad, tal y como le daba la impresión que hacía Golbat, fue demasiado tentador para Togepi. En ese momento mostraba una personalidad muy parecida a la de su entrenador, obviamente resultado de su crianza.



    De todos los pokémon que Rainbow tenía hasta ese momento, el trío de Quilava, Croconaw y Bayleef parecían ser los menos sociables de todos, pues se consideraban mutuamente rivales a causa de la diferencia de tipos, así como porque a causa de su entrenamiento especial se retaban mutuamente a ver quién era el primero en lograr inmunidad contra los ataques del otro, aunque para lograr eso aún faltara bastante tiempo.

    No solo ellos tenían sus diferencias, prácticamente todos los pokémon de Rainbow se tomaban su entrenamiento especial como una especie de reto personal ante los demás. Únicamente Golbat, Onix y Umbreon, los más antiguos del grupo, parecían más tranquilos con respecto a su entrenamiento. Recordaron de cuando eran solo observadores, y las mismas peleas y envidias que había en sus antiguos compañeros de Kanto.

    Mientras descansaba tranquilamente sobre un árbol, Rainbow observó a sus pokémon con Ledyba a su lado y el huevo entre sus brazos.

    La mayoría de ellos se ponía a entrenar por su cuenta propia, tal y como él se los había enseñado.

    —No, no me preocupa en absoluto —dijo al darse cuenta de que su Ledyba se sentía intimidada por la actitud de sus compañeros—, un poco de sana competencia no viene nada mal… además, dentro de poco también tú estarás a su altura —le dijo suavemente.

    Ante esta idea, Ledyba se sintió algo incómoda.

    —No te preocupes —la consoló su entrenador—, tal y como te lo prometí, con mi entrenamiento ningún pokémon podrá vencerte, eso incluye a tus propios compañeros.

    Las palabras seguras de su entrenador la hicieron sentirse un poco más relajada, y siguieron observando lo que hacían los otros.



    Teddiursa se mostraba especialmente arrogante con los demás, presumiendo que durante el concurse de captura de bichos logró generar una Hidrobomba contra un Magcargo. Sus compañeros se sintieron algo envidiosos de que por fin alguien lograra uno de los objetivos más difíciles del entrenamiento de Rainbow, pero los tres más viejos del grupo se mostraron escépticos.

    Prepotentemente, Onix retó a Teddiursa a que le lanzara otra Hidrobomba para probar si era verdad, ante lo cual aceptó arrogantemente.

    —Mira Ledyba —le dijo Rainbow en voz baja mientras veía como ambos pokémon se encaraban—, eso se va a poner interesante.

    La Ledyba miró con cierto temor de que Teddiursa pudiera hacer daño a Onix con el poder del ataque.

    Teddiursa empezó a concentrarse, mientras que Onix esperaba impaciente. Croconaw era uno de los pokémon más interesados en esa demostración, pues era por él que Teddiursa había podido aprender el ataque.

    El pokémon de tipo normal siguió concentrándose con todas sus fuerzas, todos, incluyendo su entrenador desde el árbol, lo miraban fijamente, por un momento parecía que en verdad iba a lograrlo por su expresión tan confiada, y algunos de manera inconsciente empezaron a distanciarse, incluso Onix empezó a ponerse nervioso de que lo lograra.

    Un momento después, y con un fuerte grito, Teddiursa soltó el ataque. Por desgracia, lo que salió de su boca, en vez de un poderoso chorro de agua capaz de debilitar a Onix de un solo golpe, fue un pequeño y minúsculo chorrito de agua que apenas hubiera podido humedecer al más débil Geodude.

    Por un momento todos se quedaron perplejos por la contrariedad, pero inmediatamente después empezaron a reírse a carcajadas, Teddiursa se sintió bastante humillado y enojado. Desde el árbol, Rainbow solo sonreía levemente, pero no con gesto burlón, sino como el de un entrenador que ve a su discípulo aprender la lección.

    Phanpy, el mejor amigo y también rival de Teddiursa, se burlaba de él aludiendo sarcásticamente a la gran potencia del chorro de esa Hidrobomba, lo cual lo enojó mucho y comenzó a atacarlo con ganas, comenzando una leve lucha entre ambos que se empezó a hacer demasiado violenta.

    —Ya es suficiente —exclamó Rainbow mientras bajaba del árbol y los regresaba a sus pokeballs—, sigamos un poco más de camino antes de que anochezca —añadió tranquilamente poniéndose en marcha, y para acelerar el paso guardó a todos sus pokémon.


    Rainbow siguió caminando como si nada, con el huevo siempre entre sus brazos, pero sus pokémon aún estaban con lo de Teddiursa.

    —Ya sé que están algo excitados —dijo Rainbow de repente con tono serio—, sé que estás molesto —se refirió a Teddiursa—, pero quiero que recuerden que antes que todo, somos un equipo, y es por eso que a partir de mañana, vamos a hacer algo muy importante…

    —¡Oye tú! —interrumpió una voz que provenía de adelante.

    Rainbow alzó la vista, y vio a un joven corriendo hacia él apresuradamente, parecía tener una expresión de miedo en su rostro.

    —¡Ay no! —se lamentó Rainbow— Justo ahora tenía que venir alguien a interrumpir.

    El joven rápido lo alcanzó.

    —Disculpa, ¿eres entrenador pokémon? —preguntó preocupado.

    —Si te digo que no… ¿te irás? —contestó Rainbow groseramente.

    —¿Cómo que no lo eres? Pero puedo ver tus pokeballs ahí —contestó el joven señalando las pokeballs de su pecho.

    —Si lo sabes ¿entonces por qué preguntas? —contestó Rainbow rudamente, el joven se sintió un poco tonto.

    —Bueno… eso no importa —se apresuró a contestar—, necesito que me ayudes, es algo terrible… —continuó exageradamente.

    A Rainbow le pareció ridícula la forma exagerada de expresarse de ese muchacho un poco más joven que él, pero por desgracia, él había venido del mismo camino por el cual él debía ir.

    —Está bien —contestó a regañadientes—, pero solo porque yo voy por ese camino… con que sea una tontería estúpida te vas a enterar —murmuró entre dientes.

    —Qué bien, entonces sígueme —contestó el joven apresuradamente, corriendo por donde había venido.



    Solo unos minutos después llegaron al lugar, muy cerca de la intersección hacia la ruta 37.

    —Bien, ya llegamos ¿qué demonios es lo que pasa? —preguntó Rainbow irritado.

    —Ahí está el problema —exclamó el joven asustado señalando a lo que parecía ser un gran árbol, pero con ramas y hojas extrañas.

    Eso logró llamar la atención de Rainbow, y observó el extraño árbol a un lado del camino.

    —Ese árbol me asusta —continuó el joven—, te juro que cuando lo toqué se movió.

    Rainbow al fin sentía que iba a haber algo interesante, así que se acercó al árbol, y suavemente lo tocó con un dedo.

    En ese momento el árbol se movió levemente de un lado al otro. Al ver eso, el joven se asustó.

    Rainbow lo tocó un poco más, y cada vez que lo hacía, el árbol “bailaba” en sus cimientos levemente.

    —Bien, no hay nada que hacer —dijo de repente con tono despreocupado regresando hacia el joven.

    —¿A qué te refieres? —preguntó el joven extrañado— ¿Qué no ves que es un árbol que se mueve.

    —Sí, pero ¿qué se le va a hacer? —contestó Rainbow cada vez más despreocupado—, tal vez hoy solo le dieron ganas de moverse así, ¿quién eres para juzgar lo que un árbol o alguien puede o no hacer.

    El joven estaba bastante perplejo por lo que decía de esa manera tan despreocupada, como si fuera algo normal.

    —Yo, por ejemplo —continuó Rainbow—, ahora mismo sin ninguna razón lógica voy a sacar a mi Croconaw —dijo sacándolo de su pokeball—, y voy a hacer que use Hidrobomba contra ese árbol solo porque se me da la gana.

    Diciendo eso, Croconaw lanzó el potente ataque contra el árbol, el cual recibió de lleno el ataque.

    Por un momento el joven creyó que Rainbow estaba algo loco, pero un momento después se dio cuenta, con asombro, de que el árbol se había caído, y con dificultad volvió a ponerse de pie y salió del camino para encarar al que lo atacó.

    —Hola, Sudowoodo —saludó Rainbow amigablemente.

    —¿Sudowoodo? —exclamó el joven al darse cuenta de que todo ese tiempo el árbol no era más que un pokémon.

    —Se ve que tienes mucha resistencia —continuó Rainbow con mucha soltura—, no muchos pokémon de tipo roca son capaces de aguantar un Hidrobomba de mi Croconaw, si te unes a mi equipo podrás hacer mucho más, no habrá pokémon que pueda vencerte…

    Siguió con su discurso para el fastidio de los demás pokémon.

    Sudowoodo estaba enojado por el ataque previo, así que sin hacerle mucho caso a sus palabras empezó a atacar con Azote a Croconaw.

    El ataque fue muy potente debido a la poca energía que le quedaba a Sudowoodo.

    —Bien pensado amigo —contestó Rainbow al ver su estratégia—, pero me temo que ya no tienes mucha energía.

    Entonces Croconaw usó Pistola agua para terminar con él de una vez. Pero para sorpresa de todos, el ataque no lo debilitó, sino que siguió de pie a duras penas, pero aún sin rendirse.

    —Un pokémon de esa resistencia sería muy útil para mi equipo —continuó Rainbow asombrado—, definitivamente podrás lograr grandes cosas si te nos unes.

    Luego Croconaw volvió a usar Pistola agua, pero con una potencia más inusual. Esta vez, Sudowoodo no pudo evitar debilitarse ante el ataque. Rainbow rodó una pokeball vacía suavemente hasta él, y quedó capturado.

    Rainbow caminó suavemente hasta él, recogió la pokeball y empezó a curarlo.

    —Necesitamos trabajar en tu velocidad —le dijo suavemente mientras lo curaba—, por fortuna, tengo a un pokémon muy veloz que nos será de ayuda —comentó refiriéndose a Ledyba.

    El Sudowoodo se sorprendió de que lo estuviera curando de esa manera, además de que percibió, en la mirada de los otros pokémon, la confianza que les inspiraba su entrenador, así que decidió darle una oportunidad.

    —No te arrepentirás —contestó Rainbow sonriente al terminar de curarlo.

    —Bien, creo que ya perdimos mucho tiempo —exclamó de repente—, vámonos de una vez.

    —Espera un momento —le interrumpió el joven, del cual ya se había olvidado—, ¿ese árbol era un pokémon? —preguntó asombrado.

    Rainbow se volteó a mirarlo.

    —Sí, ¿quién se lo hubiera imaginado? —preguntó sarcásticamente.

    —¿Y cómo lo supiste? —preguntó el joven con interés, pero Rainbow ya se estaba irritando de tanta interrupción.

    —Escucha, ya te ayudé con lo que me pediste —le contestó rudamente—, así que adiós.

    Y comenzó a alejarse tranquilamente.

    El joven se sintió un poco mal de que lo tratara con tal indiferencia, pero no podía hacer nada al respecto.

    —¡Oye! —le gritó mientras se alejaba— Yo me llamo Josué, y me gusta venir aquí los jueves, por si te interesa.

    Apena escuchó eso, Rainbow se detuvo y dio la vuelta, mirándolo extrañado como si fuera un déjà vu.

    —Como si me importara —respondió rudamente siguiendo su camino indiferentemente.

    Josué lo miró marcharse.

    —Me pregunto si será ese entrenador con el que se encontraron mis hermanas —se preguntó en voz baja.




    Un rato después, Rainbow y su grupo seguían si camino silenciosamente, ya les faltaba poco para llegar a la ruta 37.

    —Les estaba diciendo algo importante antes, ¿o no? —recordó mientras caminaban— ¡Ah, sí! Les decía que vamos a empezar a hacer algo muy importante.

    Solo Sudowoodo se veía algo confundido.

    —Golbat, encárgate de poner a Sudowoodo al tanto de la situación —contestó—, pero el punto es que vamos a poner en práctica lo mismo que hice en Kanto cuando las rivalidades de mis compañeros empezaron a calentarse… van a luchar entre ustedes de verdad, por su propia cuenta.

    Casi todos se sorprendieron al oír eso, pues hasta entonces solo luchaban por entrenamiento, para perfeccionar algo, pero esa era la primera vez que lo hacía así. Todos se mostraron ansiosos por comenzar.


    Continuará...



     
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    Capítulo 24: El domingo, ruta 37.
    “yo les enseño, ustedes me enseñan, y se enseñan entre ustedes también"
    Rainbow




    Tal y como Rainbow había dicho, al día siguiente comenzaron los combates entre todos sus pokémon, o al menos la mayoría, obviando a Sudowoodo y a Ledyba, quienes aún eran demasiado nuevos para poder participar.

    —Como ustedes bien saben —les dijo con autoridad antes de empezar— estos entrenamientos son para que puedan conocerse mejor, para que aprendan de ustedes y se respeten, pero también para que se consideren a sí mismos como rivales, y de ese modo tener el deseo de superarse.

    Pero ya nadie estaba de humor para tanta palabrería, los ánimos de sus pokémon eran un poco más fuertes de lo que Rainbow recordaba con sus compañeros de Kanto, por lo que esperó que todo saliera bien con esta parte de su entrenamiento.

    —Bien —continuó tranquilo—, vamos a elegir los combates entonces…

    De ese modo comenzaron sus combates entre ellos, sin recibir orden alguna de su entrenador, tal y como había sucedido en Kanto y sucederá en todas las regiones.

    Sin embargo había un problema, sus pokémon estaban bien entrenados y, al igual que en Kanto, ninguno lograba ganarle al otro, todos los combates terminaban siempre en empate, pero el problema era que, a diferencia de cómo ocurrió en Kanto, ninguno de sus pokémon de esta ocasión parecía satisfecho con los empates.

    Al terminar el enfrentamiento entre Teddiursa y Phanpy, en lugar de las muestras de respeto que Rainbow esperaba, se trataron con mucho desprecio y odio, y no se veían a los ojos.

    Rainbow esperaba que todas las luchas terminaran en empate, pero eso lo descontroló un poco.

    —¿Y ahora qué les pasa? —exclamó algo enojado— Ambos empataron, lo hicieron bien, ¿por qué siguen entonces tan enojados?

    Al parecer, en lugar de fomentar el compañerismo en el grupo, el entrenamiento despertó envidias y rencores entre ellos, llegando a mirarse con verdadero odio. Sorprendentemente incluso entre sus pokémon más veteranos, Golbat, Onix y Umbreon.

    —Nunca tuve este problema en Kanto —dijo algo preocupado.

    Recordó aquella ocasión en la ruta 9, justo antes del túnel Roca, cuando les tocó hacer lo mismo.

    —Recuerdo bien que todo fue muy fácil —continuó mientras seguía observando a sus pokémon luchar—, todos mis pokémon se felicitaban al terminar sus combates… tengo que admitir que fue algo aburrido que todo terminara de color rosa, pero al menos en este entrenamiento esa es la idea.

    Continuó viendo como sus pokémon terminaban sus combates con rencor en sus ojos, incluso Natu, del que Rainbow esperaba una actitud más madura.

    Siguieron así durante varios días, Rainbow tenía la esperanza de que, poco a poco, esa situación se arreglaría, pues el éxito o el fracaso de su método de entrenamiento requería la complementación de todos sus pokémon, si no lograba unirlos más nunca podrían lograr su cuarto objetivo, el de aprender ataques de diferente naturaleza a voluntad.

    Sin embargo, los días pasaron lentamente, y no parecía haber progreso. Incluso hicieron batallas entre equipos de a dos, pero siempre terminaban atacándose entre compañeros. Rainbow poco a poco empezaba a preocuparse más en serio.

    Llegó el domingo, y las batallas siguieron como en los días previos, pero el problema parecía lejos de ser solucionado, puesto que todos querían por sobre todas las cosas superar al otro, en lugar de complementarse.

    —En Kanto fue tan fácil —dijo Rainbow nostálgico—, pero ni modos, no todo lo puedo tener tan fácil, aunque sea el entrenador definitivo.

    Diciendo eso, interrumpió a Golbat y a Natu, los cuales aún tenían deseos de atacarse, interponiéndose entre ellos.

    —Esto no está funcionando —les reclamó severamente—, se supone que son los pokémon del entrenador definitivo, y por ende, son pokémon definitivos, no solo uno de ustedes lo será, lo serán todos, pero no hago magia —y diciendo eso, sacó la libreta que contenía su entrenamiento especial y se la mostró a todos— ¿les parece a ustedes que soy el entrenador definitivo solo porque sí? —preguntó muy enojado— Sus compañeros de Kanto lo entendieron muy rápidamente, todos ustedes son necesarios para el equipo, y ninguno será mejor que el otro…

    Sus pokémon nunca habían visto a su entrenador tan enojado como en ese momento. En ese estado, Rainbow se veía verdaderamente dominante, e incluso imponía cierto temor. Pero a pesar de eso, no parecían estar contentos con esa idea.

    —Vamos a hacer un pequeño juego —dijo mirándolos a todos—, pero primero, una cosa.

    Entonces, concentrándose, empezó a usar su Viridian mind para quitarles la energía a todos hasta no dejarles casi nada, lo cual sorprendió a todos ya que nunca antes lo había hecho.

    —No se preocupen —les tranquilizó—, cada uno tiene la suficiente energía para realizar solo un ataque.

    Ese nuevo entrenamiento parecía ser más rudo de lo que acostumbraban, pero ninguno de los pokémon se mostro renuente a participar.

    —Quilava, Croconaw, Bayleef, al centro, los demás formen un círculo alrededor de ellos —ordenó Rainbow severamente.

    Los pokémon se acercaron rápidamente, con algo de temor por su actitud.

    —Quiero que ustedes tres miren al que le tiene desventaja de tipo —ordenó a los tres del medio—, y bajo ninguna circunstancia ninguno se mueva de su sitio —ordenó para todos.

    Los tres pokémon hicieron lo que dijo, Quilava mirando a Bayleef, ésta a Croconaw, y éste a Quilava.

    —Ahora escuchen bien —prosiguió Rainbow—, Quilava, cuando te diga, quiero que uses Lanzallamas contra Bayleef.

    Éste se alegro de oír eso, y preparó la llama de su espalda a todo lo que diera.
    —Bien, entonces, Croconaw —le dijo mirándolo— esta pregunta es para ti ¿estarías dispuesto a salvar a Bayleef atacando a Quilava con Hidrobomba?

    Esa pregunta los desconcertó un poco, pero viendo Croconaw que, al parecer, no le iba a ocurrir nada malo si lo hacía, así que asintió.

    —Entonces —continuó Rainbow poniéndose más serio—, Bayleef, si cuando le ordene a Quilava que te ataque, Croconaw lo detuviera, y yo te ordenara que, si lo hace, tú lo ataques después con Rayo solar ¿lo harías?

    Esta pregunta volvió a sorprender a todos, pues con eso Croconaw ya no iba a querer salvar a Bayleef. Ésta se quedó pensando por un momento, pues lo lógico sería que, en retribución, no lo atacara, pero ante una orden ella no se negaría, después de todo se consideraban rivales, así que asintió.

    —Así que así está la cosa —dijo Rainbow apartándose un poco—, cuando Quilava ataque Croconaw tendrá la opción de detenerlo o no, en el primer caso Bayleef atacará a Croconaw, y en el segundo caso ella será atacada… ahora se pone lo bueno —añadió con una sonrisa malévola.

    —Mareep, si se da el caso en el que Croconaw sea el herido, entonces tu atacarás a los tres con Rayo —esta nueva orden volvió a sorprender a todos, pues estaba creando un sistema donde cada elección fuera mala—, y Natu, si se da el caso en el que Bayleef sea la herida entonces tú los atacas a los tres con psíquico.

    Cada vez se hacía más complejo el juego. Los pokémon empezaron a entender cuál era el objetivo.

    —Pero eso no es todo —continuó Rainbow más malévolo—, Teddiursa, si se diera el caso en el que Mareep tuviera que atacar, entonces tú atacas a Natu con Finta… y Phanpy, si se diera el caso en el que Natu tuviera que atacar, entonces tú atacas a Mareep con Desenrrollar.

    Los pokémon tomaron sus puestos con algo de preocupación, pues el juego se ponía peligroso para todos, pues en las condiciones en las que Rainbow los había dejado cualquier movimiento los debilitaría.

    —Pero aún hay algo más —prosiguió Rainbow—, obviamente todo esto se evitaría si Quilava decide no obedecerme, ya que sea lo que suceda, él también saldrá herido… así que Onix, en caso de que Quilava no obedezca atácalo con Lanzarrocas… y Golbat, en caso de que Onix se vea obligado a atacar a Quilava, tú los atacas a todos con Hiperrayo.

    La tensión estaba aumentando cada vez más entre todos, solo Golbat se sentía seguro.

    —Y para terminar —continuó Rainbow mirando a Sudowoodo—, si eso llega a suceder Golbat estará demasiado débil para defenderse, así que hasta tú podrías debilitarlo con un simple Azote, así que lo harás —ordenó severamente—, y Umbreon, en caso de que no se dé el caso en el que Golbat tenga que atacar, tu atacas a todos con Hiperrayo… y en caso de que esto suceda Sudowoodo te atacará con Azote.

    Esta vez ya ninguno se sentía seguro, con cualquier cosa que sucediera todos iban a terminar debilitados excepto Sudowoodo, quien ni siquiera era parte de las batallas todavía.

    —Sin embargo —siguió Rainbow al ver que esta vez todos estaban preocupados—, hay una manera de que todos puedan salir ilesos, eso es lo que deben descubrir.

    Eso los dejó algo perplejos, pues todos las posibilidades estaban cubiertas, no importaba lo que hicieran, todos terminarían debilitados.

    —Les digo que sí hay una solución —les replicó—, es muy fácil, sé que todos ustedes tienen ganas de ser mejores que los demás, sin embargo ¿qué harán ante una situación en la que cualquier elección les hará perder a todos? —preguntó sonriendo maliciosamente.

    Togepi y Ledyba, junto con el huevo obviamente, eran los únicos que estaban fuera del juego, y miraban preocupados a sus compañeros.

    —Y por cierto —interrumpió Rainbow sus pensamientos—, creo que debo recordarles que los pokémon del entrenador definitivo nunca se han debilitado antes, y si lo hacen, probablemente no merezcan llamarse pokémon definitivos.

    Esto sonó bastante amenazante, ninguno quería perder su oportunidad de ser un pokémon definitivo, pero por más que lo pensaban, no había manera de poder evitar que todos resultaran debilitados.

    —Más les vale que lo descubran, solo así ganarán el juego —amenazó Rainbow—, de lo contrario, me veré obligado a hacer un cambio completo de equipo.

    El ambiente no podía ser más tenso, la única manera de permanecer en el equipo era que todos siguieran de pie, pero cualquier movimiento los debilitaría a todos, y si eso pasaba todo terminaría. No había manera de salir.

    —Entonces comencemos —dijo Rainbow levantando la mano lentamente—, cuando baje la mano, Quilava atacará, ¿o no? Quién sabe.

    Mantuvo su mano en alto mientras todos lo miraban nervioso y aún no tenían idea de qué hacer.

    Rainbow los miró severamente una vez más, y un momento después bajó la mano rápidamente. Todo el bosque quedó en silencio.



    Quieto en su lugar, Quilava no hacía nada, no se decidía a atacar a Bayleef y desencadenar todo, pero recordó que su inacción también iba a desencadenar que Onix lo atacara, o podría pasar que Croconaw lo atacara también y todo se desencadenara. A pesar de que Quilava no se movía, Onix tampoco lo hacía, de hecho, todos se miraban nerviosamente, ninguno parecía dispuesto a atacar.

    Rainbow los miraba severamente, y la tensión seguía subiendo, irónicamente, por el hecho de que nada estuviera sucediendo. Se miraron unos a otros, preocupados, esperando nerviosamente a que algo sucediera, pero nada pasó.

    Como si todos pensaran lo mismo, empezaron a calmarse lentamente, y se sentaron todos en el suelo con los ojos cerrados, dando a entender que ninguno iba a atacar. Esto sorprendió a Sudowoodo, Ledyba y Togepi, pero Rainbow no lo parecía.

    Mientras tanto, todos los demás permanecían sentados sin hacer nada, totalmente tranquilos, pues al parecer, habían descubierto cómo salir de ese acertijo todos ilesos.

    Al ver eso, Rainbow caminó lentamente hacia ellos hasta situarse en medio de todos.

    —Somos más que un equipo —empezó a hablar solemnemente—, somos prácticamente una familia. Todos somos amigos y rivales, pero, rival no quiere decir que lo tengas que odiar, al contrario, el rival es alguien a quien debes admirar, alguien del que quieras aprender para superarte…

    Sus pokémon abrieron los ojos y lo escucharon atentamente.

    —Ustedes lograron pensar como uno solo —continuó—, se dieron cuenta de que solo desobedeciendo todas mis órdenes podrían salir ilesos, ese era el objetivo del juego, darse cuenta de que todos son indispensables en el equipo, y que no valía la pena lastimar a los otros para demostrar que son los mejores, porque entonces todos perderían.

    Los pokémon empezaban a calmarse y a entender más.

    —Yo soy el entrenador definitivo, y ustedes son mis pokémon definitivos —siguió en voz alta, mientras con su Viridian mind les recobraba la energía—, aquí todos son iguales, recuerden lo que siempre les digo antes de capturarlos: “Ningún pokémon podrá vencerte”, y eso los incluye a sus propios compañeros. Nadie será mejor que el otro, con mi entrenamiento no habrá un “yo soy mejor que tú” o “a mí me sale mejor esto” ¡no! Porque entre todos seremos los mejores, no como individuos, sino como equipo. Conmigo yo les enseño, ustedes me enseñan, y se enseñan entre ustedes también, si no les gusta, nadie está obligado a quedarse conmigo —finalizó tranquilamente mientras los terminaba de curar.

    Ya más serenos, sus pokémon se pusieron de pie, y se acercaron a su entrenador.

    —Aprender el uno del otro —les dijo tranquilamente acariciándolos gentilmente—, esa es la clave de mi método, si no fuera por ustedes yo no tendría el derecho de llamarme entrenador definitivo, porque todos ustedes son indispensables.

    A sus pokémon ya se les había pasado el enojo, y ahora se sentían algo mal por lo que había sucedido durante esos días, pero ahora todos comprendían que no valía la pena tener envidias y resentimientos, si al fin y al cabo todos serán definitivos algún día, pero para eso, tenían que cooperar.

    En ese momento unos aplausos interrumpieron la conmovedora escena. Estos aplausos se hacían más y más fuertes, eran de alguien que aplaudía muy animosamente.

    —¡Bavo! ¡Bravo! ¡Qué gran discurso! —exclamó un joven saliendo detrás de un árbol.

    Todos se quedaron extrañados por la presencia de esa persona.

    —Me has conmovido en serio, chico —exclamó el mismo joven llorando ridículamente—, eres mejor de lo que mis hermanos me contaron.

    —¡¿Qué?! —exclamó Rainbow sorprendido— ¿Quién se supone que eres tú? —preguntó enojado.

    —¡Oh! Perdona —respondió el joven un poco más calmado—, yo me llamo Domingo, me gusta venir a esta ruta los domingos.

    —No me digas —exclamó Rainbow sarcástico.

    —Sí te digo —contestó Domingo más alegre—, mi hermano Josué, a quién le gusta ir por la ruta 36 los jueves, me dijo que te dirigías por aquí, mis hermanas Marta y Vicky me contaron que les salvaste la vida, y también que estás recorriendo Johto para retar a los líderes, así que me dio curiosidad por saber quién eras…

    —Genial —exclamó Rainbow sarcástico—, justo lo que me faltaba, un club de admiradores… bueno, al menos a ti no te tuve que salvar el pellejo.

    Diciendo eso, regresó a todos sus pokémon a sus pokeball, y empezó a marcharse indiferentemente de ahí.

    —Recuerda que vengo a esta ruta todos los domingos —se despidió Domingo alegremente—, por si te interesa.

    —Sí sí sí, claro, adiós y hasta nunca —se despidió Rainbow rudamente.

    —No sé ustedes, pero yo ya me estoy empezando a cansar de estos condenados hermanos que se me aparecen en un día diferente de la semana —continuó diciendo mientras se alejaban de ahí.



    Un rato después, cuando todo se hubo calmado, y la tranquilidad volvió a todos, se sentaron bajo un árbol a descansar. Obviamente siguieron pensando en lo que había pasado en su juego, y en cómo se sentían ahora.

    —Espero que de ahora en adelante todo vaya mejor —les dijo Rainbow calmadamente—, no quiero volver a verlos odiarse, por favor.

    Todos sus pokémon lo prometieron, pues ahora entendían que todos tenían un objetivo común, y tenían que trabajar codo a codo.


    Siguieron haciendo combates en esa ruta unos días más, y tal y como se esperaba, esta vez fue diferente, esta vez aprendían el uno del otro, y ya no se miraban con aires de superioridad, sino con la intención de mejorar y ser pokémon definitivos todos juntos.


    Continuará...



     
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    Capítulo 25: El teatro de danza de ciudad Iris.
    “¿cómo se llaman sus novios?... ¿Los chicos Pantalón?"
    Rainbow



    Pasados unos días de entrenamiento, por fin llegaron a ciudad Iris, una mítica ciudad llena de leyendas, una de las más antiguas de la región, y por ende, una de las más ricas en tradiciones y cultura.

    Pero todo eso le importaba un cacahuate a Rainbow, y solo se limitó a ir a la tienda a vender algunos objetos que se había encontrado desde que salió de Trigal, e indiferente de las actividades culturales que había en ese momento en la ciudad, contaba su dinero mientras caminaba, a su lado, Golbat estaba a cargo del huevo como siempre.

    —Mil, dos mil, tres mil… —contó con su fajo de billetes en la mano— ocho mil, hmm, no es demasiado pero al menos es suficiente.

    Algunos de sus pokémon recordaron que tenía muchos otros objetos para vender almacenados vía P.C.

    —Sí, es verdad —contestó Rainbow tranquilo—, pero no me gusta andar con demasiado dinero encima, prefiero solo tener lo necesario a la mano —dijo mientras guardaba celosamente su dinero en su bolsillo, y siguió su camino.

    A pesar de que ciudad Iris no era demasiado bulliciosa como lo era Trigal, aparentemente estaban en tiempo de fiesta, pues por todos lados se veían puestos de comida, juegos y otras actividades culturales que no importaban a Rainbow, quien para tener mayor velocidad y salir de ahí cuanto antes, guardó a todos sus pokémon y caminó cargando el huevo él mismo.

    Mientras caminaba entre la gente divirtiéndose y pasándola bien, de repente sintió un pequeño empujón por un costado, era solo un niñito, de cabello largo y naranja y mirada algo siniestra que accidentalmente había chocado contra él.

    —Disculpe —dijo este niño con voz distante y misteriosa.

    Rainbow no hizo caso en absoluto, pues solo había sido un pequeño choque sin importancia, así que siguió como si nada.

    —Será mejor salir de este festival —dijo de repente—, hay mucha gente, y este terreno es propicio para que haya ladrones sigilosos, ya saben, de esos que te roban sigilosamente cuando no te das cuen… —se interrumpió bruscamente, pues algo pasó por su cabeza.

    Con algo de preocupación metió su mano en el bolsillo donde había guardado su dinero.

    —¡Qué! —exclamó al sentir su bolsillo completamente vacío —¡Ese niño me ha robado! —y de inmediato volvió sobre sus pasos para encontrar al niño.

    Pasó un rato buscándolo por toda la feria con esmero, hasta que lo encontró cerca de una callejuela bastante oscura. El niño, como si nada, contaba el dinero silenciosamente, con un semblante muy serio y misterioso.

    —¡Ya te atrapé! —exclamó Rainbow corriendo tras él.

    Al verlo, el niño salió corriendo en la dirección opuesta con la intención de salir por el otro lado.

    —¡Ah, no! ¡No te escaparás! —dijo Rainbow sacando a Noctowl, el cual salió volando hasta el niño, y tomándolo de la ropa lo suspendió en el aire, de manera que quedó inmovilizado.

    Lentamente Rainbow se acercó a él, con aire amenazante, el niño estaba inmóvil en las garras de Noctowl, su largo cabello cubría uno de sus ojos, con el cual lo miraba a Rainbow con recelo, pero sin temor.

    —Escúchame niño —le dijo seriamente—, lo que hagas con tu vida es tu problema, pero si te metes conmigo, no saldrás bien…

    El pelirrojo lo miraba desafiante, sin arrepentirse de nada, lo cual sorprendió a Rainbow, e hizo algo que no era nada común en él.

    —¿Cómo te llamas? —preguntó tranquilo.

    El niño se sorprendió de que estuviera preocupado por eso en ese momento.

    —Me sorprendió que alguien pudiera robarme sin darme cuenta —explicó Rainbow—, además de eso, me gusta tu actitud, decidido, sin arrepentirte de nada, te falta practicar tu mirada siniestra, pero está bien así… no hay muchos niños como tú, y por primera vez tengo curiosidad.

    El niño estaba bastante extrañado con Rainbow, pero se alegró de que al parecer no tuviera planeado reportarlo con la policía.

    —Silver —contestó en voz baja, cabizbajo. Rainbow le sonrió maliciosamente.

    —Bien, entonces, Silver… —le dijo en voz baja— ¿me regresas mi dinero?

    Al no poder hacer nada más, Silver apartó la mirada, sacó el dinero de su bolsillo, y se lo extendió.

    —Gracias, Silver —agradeció Rainbow con tono irónico, y extendió su mano para tomar el dinero.

    Pero antes de que pudiera tomar su dinero, una fuerte corriente de aire, provocada por un Pidgey que se encontraba al otro lado de la callejuela como parte de un espectáculo, mandó a volar todos los billetes por los aires, volando en todas direcciones.

    —Esto tiene que ser una broma —exclamó Rainbow irritado.

    Y olvidándose completamente de Silver, salió de la callejuela tras sus billetes, los cuales se perdían entre la gente y los puestos.

    Para acelerar el proceso, Rainbow sacó a Golbat, Natu y Ledyba.

    —Encuentren esos billetes, no podemos darnos el lujo de que se nos pierda uno solo —ordenó con prisa.

    Poco a poco y con algo de dificultad, los pokémon de Rainbow reunieron el dinero. Apenas encontraban un billete se lo regresaban a su entrenador.

    —Mil, dos mil… —contó Rainbow cuando tuvo ya varios billetes de nuevo en sus manos— ¡Esperen! Faltan mil todavía.

    Todos siguieron buscando por toda la feria, pero el último billete no aparecía. Hasta que otra corriente de aire provocada por otro espectáculo se dio, entonces Rainbow se dio cuenta de que el billete se encontraba volando en la fuerte brisa, y dio a cayó justo en el tejado de un gran edificio que se veía bastante tradicional, al cual mucha entraba.

    —Ve por él, Ledyba —le ordenó ya más tranquilo por saber dónde se encontraba.

    Ledyba fue volando hasta el lugar, y se adentró sobre el tejado, quedando fuera de la vista de todos. Empezó a tardar un poco, Rainbow empezó a preocuparse, pues no veía razón para que tardara tanto. Se acercó a la parte trasera del edificio, donde no había nadie.

    —¡Ledyba! ¿Está todo bien? —gritó, pero no percibió respuesta.

    Temiendo que algo le haya pasado a su pokémon, empezó a trepar por una de las paredes, valiéndose de los adornos y las ventanas para llegar a la cima. Golbat era de nuevo el que sostenía el huevo.

    Cuando llegó a la cima del tejado no vio a Ledyba, pero en una parte había un agujero en el techo, Rainbow se acercó a él lentamente.

    —Ahí estás —exclamó al ver a Ledyba del otro lado del agujero, en una habitación que parecía ser una bodega.

    Ledyba contó que cuando ella llegó, ese agujero ya estaba ahí, y el billete había caído por él, pero ahora no lo encontraba.

    —No importa —continuó Rainbow—, al menos de aquí ya no se moverá, ahora entro.

    Y diciendo eso, saltó por el agujero hacia el interior, aterrizando bruscamente. Todo parecía bien, si no fuera por el hecho de que la madera se rompió debajo de sus pies, y antes de que tuviera tiempo de reaccionar, estaba cayendo nuevamente, aunque esta vez sin control alguno. El golpe lo dejó inconsciente por unos segundos.



    Cuando despertó, miró con dificultad a su alrededor. Pero cuando su visión se recuperó se dio cuenta con horror que se encontraba en un teatro, la gente lo miraba desde sus lugares atónitos, y por detrás, unas chicas vestidas con kimonos también estaban impactadas.

    —Esto no puede ir peor —dijo en voz baja, algo avergonzado.

    Un momento después, las bailarinas de kimono fueron hacia él.

    —¿Te encuentras bien? —preguntó una preocupada.

    —Sí, no pasa nada —contestó Rainbow fríamente poniéndose de pie.

    En ese momento, su billete cayó suavemente al suelo desde arriba, Rainbow lo tomó lentamente.

    —Menos mal que ya todo terminó —dijo aliviado.

    —¡Espera un momento! —exclamó otra bailarina sospechosamente.

    —¿Qué ocurre Tamao? —preguntó otra.

    —¿De dónde sacaste ese dinero? —le preguntó a Rainbow tranquila, pero algo severa.

    Rainbow las miró extrañado, y miró su billete.

    —Es mi dinero —contestó extrañado—, no estoy muy seguro, pero creo que es el que me dieron por una poción —dijo examinándolo.

    —Yo creo que miente —dijo otra.

    —¿Por qué Umeko? —preguntó otra.

    —¿Qué no lo recuerdas? —contestó— Ya hace tiempo que alguien nos ha estado robando cosas de nuestra bodega, y esta chico cayó precisamente de ahí..

    —Además no trabaja aquí, o lo conoceríamos —dijo otra.

    —Es verdad —continuó otra—, ahora quieres robarte el dinero de la caja fuerte.

    —¿Caja fuerte? —inquirió Rainbow— Pero… yo, no me interesa robarles nada, entré porque mi billete entró volando por un agujero que había en el techo —se defendió.

    —Si claro —continuó Umeko con un tono inquietantemente tranquilo—, no pongas excusas ladrón.

    Y a continuación sacó a un Espeon para encararlo. A esas alturas el público sentía algo de indignación contra Rainbow, pues al parecer creían en lo que esas chicas decían, y él ya se estaba empezando a irritar.

    —Nosotras no tenemos tolerancia con los ladrones —exclamó otra chica, sacando un Vaporeon, y todas las demás siguieron su ejemplo, sacando cada una una evolución diferente de Eevee.

    Hasta ese momento, todas las chicas se habían portado de un modo relativamente tranquilo, como se esperaría de la gente de su profesión, pero eso no cambiaba el hecho de que se veían severas.

    —¿Pero quién demonios se creen que son? —preguntó Rainbow fastidiado al ver que lo amenazaban con tantos pokémon— Con esa pinta que tienen no parecen entrenadoras.

    — Para tu información —contestó una tranquilamente—, somos las chicas Kimono, somos grandes bailarinas y entrenadoras reconocidas en todo el pueblo.

    Por un momento Rainbow no dijo nada, pero de repente empezó a reírse a carcajadas, aparentemente sin motivo, lo que desconcertó a las chicas Kimono y a toda la audiencia que aún los miraba.

    —¿Qué te parece tan gracioso? —preguntó otra chica.

    —Que se llaman chicas Kimono —siguió riéndose Rainbow—, y yo que creía que era malo poniendo nombres, pero ustedes me superaron…¡Chicas Kimono! —todos ahí ya estaban muy indignados por su comportamiento—, de casualidad ¿cómo se llaman sus novios?... ¿Los chicos Pantalón? —preguntó graciosamente, y siguió riéndose.

    Esta vez, era difícil mantener la compostura con él, pues encima de que creían que era un ladrón, había arruinado el espectáculo, ahora se burlaba de ellas

    —Creo que hay que enseñarle modales a este niño —sugirió una, a lo cual todas asintieron.

    —Si supieran de todas las veces que me han dicho eso —contestó Rainbow calmándose—, pero si lo que quieren es batalla, se las daré —dijo sacando a Phanpy, el cual se preparó arrogantemente para la lucha.

    El público estaba emocionado de nuevo, pues el espectáculo ahora había cambiado a ver cómo las chicas Kimono le daban su merecido a un ladrón insolente.

    —Como estoy de buen humor voy a humillarlas delante de todos sus admiradores con solo un pokémon —dijo alegremente.

    —Pero cuando te derrotemos te esperará la cárcel —contestó otra chica.

    —Sí, sí, como sea —contestó Rainbow apresurado.

    Entonces cada una empezó a atacar a Phanpy al mismo tiempo con diversos ataques, según el tipo de los pokémon que usaban.

    Debido a su entrenamiento especial, Phanpy había logrado una velocidad inusual, y esquivaba todo sin problemas, de paso les infligía a sus oponentes un poco de daño con leves placajes.

    —Está jugando con nosotras —sospechó una.

    —Es que soy muy juguetón —contestó Rainbow graciosamente.

    Sin dejarse intimidar, siguieron atacando. En un momento un Pistola agua del Vaporeon logró atinarle de lleno, y al ser Phanpy de tipo tierra todos dieron por hecho que se iba a debilitar, pero grande fue su sorpresa cuando vieron que Phanpy aún seguía de pie, y con mucha energía.

    —Eso no va a servir —se jactó Rainbow—, mi Phnapy ya está muy acostumbrado a recibir ataques de tipo agua.

    Así pasó con todos, atacaban con un tipo de ataque, pero Phanpy ya tenía experiencia soportándolos todos, así que casi parecía que no recibía daño. Las chicas Kimono se empezaron a preocupar.

    —Ahora me toca a mí, vamos Phanpy, acábalos con Desenrrollar —ordenó tranquilamente.

    Y con un rápido movimiento, Phanpy los debilitó a todos los cinco. Todos se quedaron contrariados.

    —¿Ya ves, Phanpy? —se jactó Rainbow— Te dije que el entrenamiento serviría, y tú que no querías mojarte.

    Todos se quedaron sin palabras, pues las cinco chicas habían sido derrotadas muy fácilmente.

    —Pues creo que ya me voy —dijo mientras regresaba a Phanpy y a Ledyba—, mejor solo dedíquense a bailar su bailecito ese.

    —¡Espera! —exclamó una— No importa que hayas ganado, aún debes regresar lo que nos robaste.

    Rainbow se detuvo en seco.

    —¿Cuántas veces les tengo que decir que yo no les robé nada? —preguntó muy fastidiado— Si quieren evitar que eso paso pues deberían darle buen mantenimiento al techo, la madera es malísima y se rompe fácilmente.

    —¡No pongas excusas! —exclamó otra chica— ¡Devuelve el dinero que robaste!

    Esta vez, el público también estaba decidido a no dejar ir a Rainbow, lo cual empezó a fastidiarlo cada vez más.

    —¡Esperen un momento! —interrumpió una voz, y un hombre de edad entró al escenario.

    —Director —dijo Tamao—, ¿qué ocurre?

    —Acabo de ir a la bodega —contestó con calma—, la caja fuerte está cerrada, y nada más falta.

    —¿En serio? —se sorprendieron todas— ¿Entonces, el billete que tenía era suyo?

    —Pues claro que sí —contestó Rainbow rudamente—, se los he venido diciendo todo este tiempo.

    —Y más aún —continuó el director, esta vez un poco apenado—, el agujero que mencionó… bueno, me temo que ya llevaba un tiempo ahí, pero me he olvidado de mandar a repararlo…

    —Y no se olvide de la madera de mala calidad del suelo —interrumpió Rainbow—, de hecho debería demandarlos, ya que casi me mato con la caída —dijo medio en serio, medio en broma.

    —Bueno… —continuó el director— pues creo que después de todo, este chico no es un ladrón.

    Las chicas Kimono se sintieron algo avergonzadas por haberlo culpado, y un poco el público también.

    —Lo sentimos —se disculparon las cinco—, no debimos juzgarte tan rápidamente.

    Rainbow se sorprendió un poco por eso, pero aún así, no se ablandó.

    —Sí, sí, como sea —contestó indiferentemente—, bueno, las dejo a todos con su bailecito cachondo ese que hacen, o lo que sea… salúdenme a los chicos Pantalón —dijo graciosamente dirigiéndose a la salida.

    Todos lo vieron irse, consternados por su actitud.

    —Aunque no fuera un ladrón —dijo una de las chicas—, nos arruinó el espectáculo.

    —Yo no lo creo —contestó el director—, tal vez interrumpió el baile, pero no hay la menor duda de que ofrecieron un extraño espectáculo —dijo graciosamente.


    A paso veloz, Rainbow se alejó de ese lugar. Un momento después los alcanzó Golbat con el huevo, el cual se había quedado afuera cuando Rainbow cayó por el agujero.

    —Qué bueno que todo salió bien —les dijo más aliviado—, pasamos tanto por un simple billete —continuó sacándolo y observándolo—, al menos debería utilizarlo en algo útil.

    Un momento después, entró a una tienda y salió con un extraño antifaz azul muy llamativo.

    —¿Qué les parece? —preguntó a sus compañeros.

    Ellos se contrariaron de que su entrenador gastara ese billete en un tonto antifaz.

    —No se apresuren —les contestó—, sé que es una estupidez, pero, después de todo, necesito un disfraz para cuando vaya a la liga pokémon, no puedo usar lo mismo que utilicé la vez anterior ¿verdad?

    Y ya que se hacía de noche, fueron a dormir al centro pokémon, pues al día siguiente planeaban ir a por su siguiente medalla.



    Continuará...
     
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    Capítulo 26: La Torre quemada.
    “adivina en qué número estoy pensando"
    Rainbow



    Después de lo ocurrido en el teatro, Rainbow y su grupo no pensaron que pudiera haber más inconvenientes que los retrasaran, sin embargo, una vez más se equivocaban.

    —Lo siento, chico —dijo fríamente el conserje del gimnasio al ver a Rainbow entrar tan frenéticamente sosteniendo su huevo, pues su semblante solo podía deberse a que buscaba una batalla—, el líder Morty no se encuentra ahora.

    —¿Qué? —exclamó irritado— ¡Ah! Odio que suceda esto… ahora voy a tener que ir a la siguiente ciudad, porque de seguro no tienen idea de cuándo volverá —dijo dándole la espalda para retirarse.

    —Te equivocas —interrumpió el conserje—, solo salió por un rato.

    Rainbow se detuvo en seco.

    —¿En serio? ¿Y a qué? —preguntó con interés.

    —El líder Morty tiene un raro don que le permite poder encontrar gente y pokémon a distancia utilizando objetos que les pertenecieran —contestó sin dejar de barrer el suelo—, en esta ciudad se le conoce como “El entrenador de los ojos de 200 millas”, suele pasar el día ayudando a la gente con problemas relacionados con personas y pokémon perdidos.

    —Así que un clarividente —comentó Rainbow interesado—… Bueno, en ese caso, me voy por ahí un rato —dijo mientras tranquilamente se retiraba—… por cierto —dijo sin detenerse—, será mejor que no limpie mucho, a mí también me gusta barrer el suelo de los gimnasios… con los líderes —añadió maliciosamente.

    El conserje, cínicamente, se tomó sus palabras en serio, y se fue de ahí sin acabar de barrer.

    Rainbow salió del gimnasio tranquilo, pero antes de alejarse, dejó caer a propósito en la entrada del gimnasio su gorra negra, lo cual extrañó a sus pokémon.

    —Es un día muy caluroso, ¿no creen? —se justificó infantilmente mientras se alejaban de ahí, dejando su gorra tirada en el suelo.



    Un rato después, se encontraban caminando por la ciudad aparentemente sin rumbo fijo. Hasta que de manera incidental se encontraron con el que parecía ser un enorme edificio hecho casi totalmente de madera, pero se encontraba en muy mal estado y ruinoso.

    —Esa debe ser la famosa Torre quemada —comentó Rainbow—, recuerdo haber leído algo sobre ella cuando era más joven, cuentan que antes era tan alta como su hermana, la Torre hojalata, pero hace 150 años se incendió, y solo quedaron en pie el primer piso y el sótano… vamos a entrar a ver —añadió apresuradamente entraban.

    Adentro estaba todo mucho más ruinoso, por todos lados solo quedaban los restos calcinados de lo que había sido una torre majestuosa en su tiempo, la sensación de soledad se sentía por todo el ambiente.

    Rainbow y sus pokémon caminaron cuidadosamente, sobre todo por la aparente fragilidad de lo poco que quedaba de la torre.

    —Qué lugar tan desolado —comentó Rainbow mirando a su alrededor con tranquilidad. Prefirió no sacar a sus pokémon por temor a que el peso innecesario rompiera aún más la torre—. No me imagino cómo se veía cuando estaba completa…

    Siguió explorando un poco más. Y poco a poco, empezó a encontrar algunos objetos que, tal vez, algún otro curioso dejó olvidados en ese lugar, lo cual le alegró bastante.

    Solo un rato después ya había recorrido todo el primer piso, y ya no había nada más interesante que hacer.

    —Creo que ya hemos visto todo —dijo Rainbow sentándose en un rincón sin dejar de mirar a su alrededor—, solo debemos esperar un rato más…

    En ese momento escuchó unas pisadas en la torre, y antes de que se diera cuenta una persona se encontró con él.

    —Oye tú ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó algo molesto— ¿Acaso pretendes quitarme a Suicune?

    Rainbow alzó la vista, y en lo alto de una de las tarimas vio a un extraño sujeto, vestido de morado y con capa, con cierta pinta de mago con un semblante algo ridículo.

    —¿De qué estás hablando? —preguntó Rainbow desconcertado.

    —A mí no me engañas —contestó rudamente—, nadie más que la gente que quiere a Suicune se quedaría tanto tiempo en esta torre por si se aparece, pero solo yo seré el único que lo atrape.

    El excéntrico joven parecía tomarse muy en serio la presencia de Rainbow ahí como una amenaza, lo cual lo confundió aún más.

    —¿Quién te crees que eres? —preguntó Rainbow más irritado.

    El joven le sonrió, y su actitud cambió a la de alguien más presumido.

    —Yo me llamo Eusine —contestó con voz orgullosa—, y he estado buscando a Suicune por casi seis años, y yo seré el único que lo atrape.

    Dicho eso, sacó uno de esos artefactos de magia que generan humo y sacan confeti y otros papeles de colores y lo arrojó al aire, cubriéndolo por completo.

    —Pero qué patético —murmuró Rainbow algo avergonzado.

    Pero antes de que se diera cuenta, Eusine había saltado desde la tarima en la que estaba, y empezó a caer hasta donde Rainbow se encontraba.

    —¿¡Qué!? ¡No, idiota! —exclamó Rainbow al darse cuenta de que su caída podría romper el frágil suelo sobre el que estaban.

    Pero ya era demasiado tarde, el impacto de Eusine contra el suelo hizo que se rompiera, y ambos cayeron estrepitosamente al sótano.



    Un momento después, Rainbow abrió los ojos. La caída no había sido muy grave, y se incorporó despacio. Afortunadamente cayó de manera que el huevo no sufriera daño alguno.

    —Si serás imbécil —dijo al incorporarse—, solo un idiota saltaría así en un edificio como este…

    Se detuvo al ver que el excéntrico joven estaba completamente desmayado.

    —Bueno, te lo tienes merecido, hasta nunca —dijo alejándose de ahí sin intenciones de despertarlo.


    No había dado ni cinco pasos cuando sintió algo extraño en el lugar, una extraña sensación empezó a recorrer su cuerpo.

    —¿Qué es esto? —preguntó intrigado— Siento como si hubiera algo muy importante por aquí, que me está llamando.

    Entonces se dio cuenta de una gran roca que había en la habitación, que a primera vista parecía completamente normal, pero Rainbow percibía que una extraña energía brotaba desde adentro.

    Lentamente se acercó a ella, y mientras más se acercaba más sentía esa sensación de que lo llamaban, su Viridian mind se acentuaba hacia la roca con cada paso. Por alguna razón se sentía inquieto, y con curiosidad al mismo tiempo, pero no podía negar que había algo importante ahí.

    Cuando estuvo justo en frente de la roca, extendió su mano suavemente hacia ella. Sentía algo de miedo, pues nunca antes había sentido que su Viridian mind fuera llamado con tanta intensidad.

    En el momento en el que puso el primer dedo, se impactó al ver que este se hundió en la roca, como si fuera una especie de portal, y al mismo, como un parpadeo, tuvo una leve imagen de lo que se encontraba ahí.

    Por unos pocos instantes visualizó a tres pokémon, al parecer atrapados en lo que parecían ser unos cristales, flotando en un espacio muy extraño. Eran tres majestuosos pokémon, uno amarillo e impactante como el rayo, otro imponente como un volcán, y el último azul y bello como el agua cristalina.

    Esta visión lo sobresaltó, y alejó su mano de ahí rápidamente.

    —¿Qué es todo esto? —preguntó algo asustado.

    Sin embargo, siguió sintiendo que lo llamaban, lo desconcertante era que no podía ver las intenciones de los pokémon atrapados ahí. Sin embargo, casi como por instinto, su mano volvió a dirigirse lentamente hacia la roca.

    Esta vez sí estaba muy nervioso, pero no podía evitar dirigir su mano, sentía como si lo jalaran.

    —¡Oye, espera! —interrumpió violentamente la voz de Eusine justamente cuando la mano de Rainbow se encontraba a unos centímetros de la roca.

    Inmediatamente, el efecto que la roca parecía influir sobre Rainbow desapareció, lo cual lo desconcertó todavía más, pero también lo calmó.

    —Todavía no me has dicho qué es lo que haces aquí —siguió diciendo Eusine muy irritantemente—, yo he estado buscando a Suicune por casi seis años, si crees que me lo vas a robar estás muy equivocado… ¿qué demonios es lo que miras?

    En ese momento, se subió a la roca de un salto. Rainbow se sorprendió de que la roca, que hacía un momento había sido atravesada por su dedo, ahora se mostrara sólida como una roca normal.

    —Mírame cuando te hablo ¿qué demonios le ves a esta roca? —preguntó Eusine algo molesto.

    Al darse cuenta de la situación, Rainbow sintió que ya había salido del trance.

    —¿Eh?... N…nada, solo es una roca —contestó fríamente, y se dirigió a las escaleras que conducían al primer piso para irse.

    Eusine obviamente no entendía qué pasaba, pero no le importaba.

    —Pues sea como sea —continuó Eusine—, ni pienses que vas a capturar a Suicune, él es mío.

    —No me interesa capturar ningún pokémon legendario —se defendió Rainbow fríamente mientras subía las escaleras—, solo vine porque tenía curiosidad por la torre, eso es todo.

    Diciendo eso, llegó a la cima de las escaleras, y ya había pasado la mitad de su cuerpo cuando un objeto cayó justo en frente de él. Lo tomó con cuidado y sonrió.

    —Mi gorra —exclamó.

    Alzó la mirada, y la figura de un joven alto, de mirada un tanto adormilada y con una banda en la cabeza apareció.

    —Perdona que tardara tanto —dijo ese joven tranquilamente—, estaba ayudando e una persona a encontrar a su pokémon.

    Rainbow le sonrió maliciosamente mientras se ponía de nuevo la gorra.

    —Así que tú eres Morty, el clarividente líder del gimnasio de ciudad Iris —contestó suspicazmente—… adivina en qué número estoy pensando —añadió medio en serio medio en broma.


    Continuará...


     
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    Capítulo 27: Vs. Morty.
    “tal vez tengas la vista de las 200 millas, pero te convendría ejercitar un poco más tus demás sentidos, solo por si acaso"
    Rainbow



    —¿Qué dijiste? —preguntó Morty por la extraña pregunta de Rainbow.

    —Dije que adivines en qué número estoy pensando —repitió con una sonrisa maliciosa.

    Morty se dio cuenta de que estaban malinterpretando sus habilidades.

    —¿O te es más fácil predecir mi futuro? —preguntó Rainbow.

    —Mis habilidades no son esas —le corrigió Morty—, mi don solo consiste en localizar gente y pokémon.

    —Ya lo sé —respondió Rainbow sonriente—, pero es un poco aburrido tener una habilidad tan limitada ¿no crees?

    Morty lo miró tranquilamente, no parecía estar muy sorprendido por su actitud.

    —Oye ¿quién estás hablando? —preguntó Eusine desde abajo al ver que Rainbow no terminaba de subir la escalera.

    —Con Morty, el líder del gimnasio de Iris —contestó Rainbow algo fastidiado de ese sujeto—, de dejé mi gorra encargada y muy amablemente volvió a regresármela —añadió graciosamente.

    —¡En serio! ¿¡El clarividente que puede localizar a cualquier pokémon!? —exclamó Eusine entusiasmado, y sin perder ni un segundo empujó violentamente a Rainbow desde debajo de la escalera.

    —El entrenador de los ojos de 200 millas —exclamó Eusine al asomarse por el agujero—, tú eres la persona que he estado buscando, lo que pasa es que…

    Lo interrumpió violentamente el pié de Rainbow sobre su cabeza.

    —Yo le hablé primero, espera tu turno mago de cuarta —le dijo rudamente mientras que con su pie trataba de meterlo de nuevo por el agujero que daba al sótano.

    —¿A quién le dices mago de cuarta? —se ofendió Eusine forcejeando contra el pié de Rainbow sobre su cabeza— Yo soy un gran experto en ilusiones y trucos, podría derrotare en un parpadeo y ni siquiera sabrías por qué.

    Rainbow se rió.

    —Quisiera ver que lo intentaras —le contestó arrogante—, además, casi te matas hace un rato con esa caída.

    Siguieron forcejeando un momento más, mientras Morty los miraba contrariado.

    —Esperen un momento los dos —les interrumpió, y ambos lo miraron—, este no es el lugar para ponerse a discutir, lo mejor será salir —dijo dirigiéndose tranquilamente a la salida.

    Inmediatamente, Rainbow empujó violentamente a Eusine con su pié, haciéndolo caer de nuevo al sótano, y despreocupándose de él siguió a Morty.



    —No te parece un día muy agradable —comentó Morty al salir y observar al cielo.

    —Sí, claro, muy agradable —contestó Rainbow desinteresado—, yo he venido solo a retarte a una batalla de gimnasio.

    A pesar de su actitud tan desinteresada y apresurada, Morty no se sentía incómodo con Rainbow, y solo le sonrió tranquilamente.

    —Me parece bien —dijo sacando a un Gastly y a un Misdreavus.

    —Espera un momento —interrumpió Rainbow— ¿quieres pelear aquí ahora? ¿No sería mejor en tu gimnasio?

    —No, hoy el día está muy agradable —contestó tranquilamente.

    A Rainbow le fastidió un poco su actitud tan tranquila y misteriosa, aparentemente este líder se lo estaba tomando todo con mucha calma y serenidad. Rainbow pensó que, tal vez, solo tenía que presionar un poco más.

    —Pues cómo quieras —contestó maliciosamente sacando a Natu—, y como siempre les digo a todos los líderes —continuó mirándolo arrogantemente—, si logras derrotar aunque sea a uno solo de mis pokémon, yo habré perdido, y además de todo eso me gusta pelear con desventaja.

    Al igual que todos los líderes, a Morty le pareció que Rainbow se estaba arriesgando demasiado, pero a diferencia de los demás, él hizo algo diferente.

    —No acepto —contestó tajantemente.

    Esto sorprendió demasiado a Rainbow, pues nunca antes alguien había puesto objeción alguna contra eso.

    —¿Por qué no? —preguntó Rainbow asombrado.

    —Porque no sería justo —contestó Morty—, mientras tengas algún pokémon no estarás derrotado.

    Rainbow no acababa de sorprenderse.

    —Pero yo tengo demasiados pokémon —replicó—, y por lo visto, tú solo tienes dos.

    —¿Quién dijo que ser líder era algo fácil? —contestó solemnemente— Un buen líder debe poder dar una buena batalla, sin importar que el oponente lleve ventaja numérica.

    Rainbow se quedó impresionado por su honestidad. Pero aún así, no le gustaba tanta ventaja. Sacó a Golbat y le dio el huevo, luego sacó a Noctowl, se quitó su cinturón X y se lo dio en sus garras. De inmediato ambos pokémon salieron volando hasta la parte alta de la torre quemada, de manera que pudieran observarlo todo.

    —Ahora es como si solo tuviera un pokémon —dijo tranquilamente.

    Morty se impresionó por eso, pues pocos eran los entrenadores que voluntariamente decidieran ponerse en tanta desventaja, Rainbow debería estar verdaderamente seguro de sí mismo para atreverse a hacer algo así.

    —Entonces comencemos —dijo Morty tranquilamente.

    Rainbow sonrió, y puso en marcha su cronómetro.



    Mientras tanto, Eusine había salido del sótano, pues el golpe que le había dado Rainbow más la caída lo habían vuelto a dejar inconsciente por un rato.

    —Me las va a pagar ese niño —dijo enojado—, como se atreve a hacerme eso…

    Entonces empezó a oír los ruidos del combate que se liberaba afuera. Inmediatamente salió, y observó que ambos ya habían empezado a combatir.

    —Llegas justo a tiempo —dijo Rainbow engreídamente—, a ver si después de esta batalla aún crees que podrías derrotarme.

    En esas circunstancias, Eusine prefirió no decir nada más y observar.

    —Usa Rayo —ordenó Morty.

    El Gastly atacó, pero Natu se protegió con Protección, y de inmediato atacó con Ataque rápido, pero no le hizo efecto a Gastly al ser este de tipo fantasma.

    —¿No tiene que ordenarle a sus pokémon para atacar? —se preguntó Eusine al ver que Natu hizo todo eso sin oír la voz de su entrenador.

    —Lengüetazo —ordenó Morty justamente cuando Natu se encontraba junto a Gastly.

    El ataque se efectuó bien, y Natu quedó paralizado.

    —Esperaba algo más inteligente de este entrenador —pensó Morty—, utilizar un ataque que no tiene efecto en este tipo de pokémon… tal vez lo sobrevaloré.

    Sin embargo, se sorprendió de que Rainbow seguía sonriendo arrogantemente, eso también sorprendió a Eusine.

    —Con un pokémon tipo psíquico paralizado, contra un tipo fantasma de un líder de gimnasio sus probabilidades de ganar son muy pocas —pensó analizando la batalla.

    Natu aún parecía estar muy paralizado, y no parecía poder atacar.

    —Bola sombra —ordenó Morty para terminar de una vez.

    El Gastly lanzó el poderoso ataque, pero para sorpresa de Morty y Eusine, Natu se movió rápidamente de ahí.

    —¿Dónde está? —se preguntó Morty al no poder verlo por ninguna parte.

    Pero inmediatamente, Natu salió desde el cielo, y atacó de nuevo con Ataque rápido, y este volvió a atravesar a Gastly sin dañarlo.

    —De algún modo logró superar su parálisis y ¿lo único que hace es repetir el mismo movimiento inútil? —se preguntó Eusine extrañado.

    Pero en ese momento se dieron cuanta, asombrados, de que Gastly ahora era el que se encontraba paralizado, mientras que Natu estaba bien.

    —¿Qué fue lo que pasó? —exclamó Morty sorprendido— ¿Eso fue un Psico-cambio?

    —Exactamente —se ufanó Rainbow—, un ataque muy útil para este tipo de casos.

    Inmediatamente, Natu atacó con Vieto aciago.

    —Rabia —ordenó Morty.

    Gastly pudo efectuar ese último movimiento antes de debilitarse.


    —Hmmm —analizó Rainbow—, muy astuto usar Rabia para dejarme sin Viento aciago…todavía no somos inmunes a ese ataque, y Viento aciago era mi mejor ataque para este tipo de pokémon… —pensó algo preocupado.

    —Te subestimé, chico —continuó Morty—, pero ahora ya veo que tienes trucos que no se ven a simple vista, pero no creas que por eso será más fácil.

    Enseguida, Misdreavus encaró a Natu. El cronómetro indicaba 2:15.

    Rainbow se veía extrañamente calmado, no en una faceta arrogante, sino en una meditativa.

    —¿No te preguntas por qué dejé mi gorra en la puerta de tu gimnasio? —preguntó de repente.

    Morty se intrigó un poco por esa pregunta, pues la respuesta le parecía obvia.

    —Pues para que yo pudiera encontrarte usando mi habilidad ¿o no? —contestó.

    —Sí, pero eso no es todo —respondió—, además de eso, quería saber si podías detectar algo más aparte que solo mi paradero.

    —¿A qué te refieres? —preguntó Morty interesado.

    Lentamente, Rainbow se quitó la gorra, y lentamente comenzó a jugar con su cabello mientras miraba a Morty fijamente a los ojos. Éste no comprendía nada al igual que Eusine.

    — Entonces supongo que no puedes, después de todo —dijo al ver que Morty no parecía reaccionar.

    —Que no puedo hacer ¿qué? —preguntó Morty intrigado.

    Rainbow se volvió a poner la gorra.

    —Nada —contestó fríamente.

    Inmediatamente, Natu atacó con Psíquico. El ataque no fue muy efectivo.

    —Psicorrayo —ordenó Morty.

    El Misdreavus atacó, pero Natu logró esquivarlo. Durante un rato, se libró una pequeña batalla aérea, donde Natu poco a poco atacaba con Psíquico al oponente, bajándole la energía poco a poco.

    Cuando el Misdreavus estaba a punto de debilitarse, a Morty se le ocurrió una nueva estratégia.

    —Divide dolor —ordenó.

    En ese momento, la energía de ambos pokémon se igualó completamente. Sin inmutarse, siguieron el mismo juego en el que Natu atacaba poco a poco, pero gracias a su gran agilidad su oponente no lograba atinarle.

    Cuando Misdreavus volvió a estar casi debilitado, repitió el movimiento y ambos volvieron a quedar iguales, con muy poca energía.

    —Esto se debe terminar ya —exclamó Rainbow.

    Morty lo miró desafiante, pues aunque sabía que solo tendría que atinarle una vez con un fuerte ataque para vencer, temía que estuviera planeando algo que no veía, pues vio que solo se quedaba con la mirada al vacío sin moverse.

    —Hay que tener cuidado, Natu —se comunicó con él por medio del Viridian mind—, el siguiente movimiento podría ser vital.

    El ambiente era de gran tensión en el aire, incluso Eusine estaba emocionado por saber lo que iba a ocurrir.

    —¡Finta! —ordenó Rainbow en voz alta.

    —¡Mismodestino! —ordenó Morty apenas escuchó eso, pues sabía que en su condición, Misdreavus no tendría manera de eludirlo.

    Rápidamente, antes de que Natu pudiera atacar, Misdreavus usó Mismodestino, sentenciando la batalla a un empate.



    Sin embargo, para sorpresa de Morty y Eusine, Natu no atacó, sino que cuando estuvo justo en frente de Misdreavus, se detuvo en seco, y usó hipnosis sobre él, cayendo éste dormido.

    —¿Tu pokémon no te obedeció? —exclamó Eusine intrigado.

    —Sí lo hacen —contestó Rainbow seriamente—, solo que esta vez, les hice creer que haría un ataque, cuando yo le había previamente ordenado hacer otro.

    De inmediato, Natu terminó de una vez por todas con su oponente con Comesueños.

    —¿Cuándo le ordenaste usar Hipnosis? —preguntó Morty asombrado.

    Rainbow lo miró tranquilamente.

    —¿No te pareció muy raro que justamente este ataque lo haya dicho en voz alta? —preguntó.

    En efecto, Morty no se dio cuenta hasta ese momento, no se le ocurrió que podría haber sido una trampa.

    —No le ordené que atacara con Finta —prosiguió Rainbow—, la orden era atacar con Hipnosis cuando yo ordenara usar Finta, porque temía que usaras Mismodestino si atacaba directamente.

    —Pero ¿por qué no usaste simplemente Hipnósis? —preguntó Esuine.

    Rainbow bajó la cabeza.

    —Porque no quería arriesgarme a que me lograra atacar antes —confesó—, si fallaba, él me atacaría y estaba acabado, pero de esta manera logré confundirlo y bajar su guardia.


    Morty lo miró tranquilamente, pues en verdad no era un entrenador que se viera todos los días, que incluso pudiera engañarlo de ese modo.

    —¿Sabes lo que le pasó a la torre quemada? ¿Conoces la historia detrás de esta torre? —preguntó tranquilamente mirando el cielo.

    A Rainbow le parecía algo fuera del tema, pero le siguió la corriente.

    —No —contestó tranquilo.

    —La historia dice que, hace casi ciento cincuenta años, esta torre sufrió un devastador incendio, cuya causa se desconoce —contó—, tres pokémon desconocidos murieron en él, y el ave legendaria, Ho-oh, bajó para revivirlos.

    —¿Revivirlos? —preguntó Rainbow interesado.

    —Así es —respondió Morty—, le dio una nueva vida a esos tres pokémon, Raikou, el pokémon del rayo, Entei, el pokémon del volcán, y Suicune, el pokémon del agua.

    Rainbow se sorprendió, pues le recordó levemente a esos tres pokémon que había visto hace rato dentro de esa extraña piedra en el interior de la torre quemada. Por un momento sintió ganas de saber más, y decirle acerca de esa roca.

    —¿Por qué me dices todo eso? —preguntó Rainbow.

    —Me pareció que a un entrenador como tú le gustaría saber esa historia —contestó sonriente—, después de todo, nunca sabes cuándo te puedas encontrar con un pokémon así —y enseguida le entregó la medalla Niebla.

    Rainbow la tomó y la guardó en su caja especial, junto con las otras.

    —¡Oigan, un minuto! —interrumpió Eusine— Ya terminó la batalla, así que es mi turno de hablar con Morty.

    Rainbow lo miró con fastidio, llamó a Golbat y Noctowl, los cuales bajaron y le entregaron su cinturón X y el huevo.

    —Es todo tuyo —contestó indiferente, mientras se alejaba—, solo una cosa más, Morty, tal vez tengas la vista de las 200 millas, pero te convendría ejercitar un poco más tus demás sentidos, solo por si acaso.

    Ambos vieron a Rainbow alejarse poco a poco, Morty se sentía bien de haber luchado contra él.

    —Bueno, olvidemos a ese niño —interrumpió Eusine—, tengo también un asunto que tratar contigo.

    —Está bien —se resignó Morty—, ¿necesitas que encuentre a una persona o a un pokémon?

    —A un pokémon muy especial para mí—contestó Eusine sonriendo maliciosamente.


    Mientras tanto, Rainbow se alejaba de ahí lentamente, sujetando el huevo como siempre.

    —Hmm —meditó—, no pude hacer que Morty se enojara conmigo… y por alguna razón, siento que esta vez no me importa —añadió algo extrañado, sus pokémon también se extrañaron—, tal vez su misticismo me ablandó… pero no importa, no volverá a pasar —añadió seriamente.

    Siguió caminando mientras meditaba sobre todo eso.

    —Creo que debí haberle dicho algo como… “tu cara adormilada me da sueño”… o no sé —siguió hablando así mientras se alejaba de la torre tranquilamente.


    Continuará...





     
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    Pokémon Rainbow: Johto.
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    ...Continuación

    Capítulo 28: La torre Hojalata.
    “Qué aburrida sería la vida si nunca nos metiéramos en lo que no nos importa"
    Rainbow



    —Espero que esta vez también tengas algo interesante que decir —dijo Elm del otro lado del telecomunicador—, y no solo presumir de tu nueva medalla.

    —De hecho… quisiera que le diera un mensaje a Aurora cuando la vea —contestó Rainbow mientras indiferentemente, jugueteaba su nueva medalla entre sus dedos—, quiero que le diga que venga a ciudad Iris, no sé, supongo que las leyendas de esta ciudad le serán de algún interés.

    —¿Has visto algo interesante en esa ciudad? —preguntó Elm con interés.

    Rainbow por un momento, recordó lo que había ocurrido con aquella extraña roca, dentro de la cual había visualizado a esos pokémon legendarios. En el fondo quería saber de qué se trataba, pero esas cosas prefería dejárselas a Aurora.
    —No se necesita mucho para saber que esta ciudad sería interesante para cualquiera —contestó fríamente—, solo dígaselo a Aurora, siempre puede encontrar algo interesante que hacer.

    —Entiendo —contestó Elm—… pero no entiendo una cosa, ¿por qué no se lo dices tú mismo a ella?

    Rainbow lo miró tratando de mantenerse frío, pero en el fondo aparentaba gran incomodidad.

    —Estoy consciente de que tú mismo tienes su número de teléfono —continuó Elm suspicazmente—, sin duda alguna tú podrías estar en contacto con ella tanto o más que yo.

    Rainbow no tenía mucha más paciencia para eso.

    —Ya nos hemos hablado suficiente —contestó con indiferencia.

    —Eso fue lo que me dijiste en trigal —replicó Elm—, no podrás usar esa excusa por siempre.

    La impaciencia de Rainbow comenzó a crecer, evidentemente para Elm, él no estaba de humor para hablar de eso.

    —Le llamaré cuando haya derrotado al siguiente líder de gimnasio —finalizó rudamente Rainbow, quién colgó fuertemente el teléfono sin esperar a que Elm se despidiera.


    Un rato después, Rainbow y su grupo se dirigieron hacia la salida oeste del pueblo. Evidentemente se encontraba algo incómodo, no solo por lo de hace rato, sino también porque no podía quitarse de la cabeza la imagen de esos tres pokémon encerrados en aquella roca. En el fondo tal vez quería que Aurora se enterara de todo eso para sentirse un poco más cerca de ella, al menos por razones de su trabajo, pero al mismo tiempo se alejaba de ella.

    Pero al darse cuenta de que esos pensamientos que consideraba ridículos se arremolinaban dentro de su mente, en seguida se despabilaba y continuaba con su camino, intentando olvidar sus preocupaciones, pero era muy difícil.

    Poco después, llegó a un lugar donde a lo lejos se podía ver una enorme torre. A diferencia de la torre Quemada, ésta era muy alta y espléndida. Rainbow se detuvo a los pies de ella.

    —Esa debe ser la torre Hojalata —comentó en voz baja mientras la miraba a lo lejos—, si mi memoria no me falla, fue construida en honor al pokémon legendario Ho-oh, el cual dicen que solía habitar la cima… pero eso era hace mucho tiempo, hasta lo del incendio de la torre quemada…

    Se quedó reflexionando por un momento.

    —Tal vez —continuó de repente— deberíamos entrar a ver… digo, si ya que estamos en esta ciudad, y ya fuimos a la torre Quemada, pues sería absurdo no entrar aquí también ¿o sí?

    De ese modo, se dirigió hacia la torre, cargando suavemente al huevo como de costumbre, el cual hace días que ya empezaba a dar signos de querer abrirse.

    Poco antes de la torre se encontraba otro edificio, en el cual había algunos Pensadores que, al parecer, custodiaban la entrada a la torre.

    —Alto ahí, muchacho —le abordó uno de los Pensadores.

    —¿Ocurre algo? —preguntó Rainbow algo fastidiado.

    —No podemos dejar a cualquiera pasar a la torre —contestó el Pensador, al cual rápidamente se unieron otros dos.

    —Solo los puros de corazón son dignos de entrar —continuó otro de los pensadores.

    —Déjanos ponerte a prueba para saber si tienes un corazón puro —finalizó el tercero, e inmediatamente los tres sacaron a sus pokémon, Vaporeon, Jolteon y Flareon.

    —Bien, si no hay más remedio —contestó Rainbow sonriendo maliciosamente y preparando una de sus pokeball.



    La batalla terminó bastante rápido, y al perder, los pensadores no tuvieron más remedio que dejar pasar a Rainbow.

    —Qué aburrida pelea —comentó a sus pokémon mientras seguía el camino hacia la torre—, además qué absurdo es ese concepto de que derrotándolos les demostraba que mi corazón era puro —rio burlonamente—, como si no hubieran entrenadores fuertes malvados…

    Siguió caminando pensando en cosas por el estilo hasta que llegó a los pies de la torre. Tras mirarla silenciosamente por un momento entró silenciosamente. El interior era enorme, y a diferencia de la torre Quemada, ésta tenía una buena apariencia y se veía resistente. Habían muchas estatuas y grabados de pokémon legendarios. El ambiente era de solemnidad y tranquilidad por todos lados. Además, habían algunos Pensadores y otros monjes ocupados en sus cosas.

    —Qué lugar tan tranquilo —murmuró Rainbow observando a su alrededor—, nada que ver con la otra torre, incluso yo me siento tranquilo aquí.

    Y lentamente, comenzó a recorrer el lugar, con sus pokémon guardados y el huevo entre sus brazos. Al parecer, ese lugar le agradaba al huevo, pues poco a poco se sentía como si quisiera abrirse.

    Rainbow continuó recorriendo el lugar sin que al parecer ningún Pensador se incomodara, seguramente pensaban que era un entrenador que había vencido a los guardias, y por consiguiente, un entrenador de “corazón puro”, Rainbow se rió levemente de esta idea, pero decidió mejor no buscar problemas.

    Poco a poco empezó a recorrer todos los pisos, a cada uno que subía había menos y menos gente, hasta que para el quinto piso se encontraba completamente sólo. A pesar de que parecía muy interesado en recorrer ese lugar, Rainbow no estaba completamente seguro de lo que esperaba encontrar. En su mente no podía quitarse la imagen de los pokémon que había visto en la torre Quemada, se preguntaba si su Viridian mind había tenido algo que ver con todo eso. Tal vez en su interior quería saber algo más, pero no tenía confianza para contarle a nadie de eso.

    —Morty dijo que los tres pokémon que murieron en ese incendio fueron revividos por Ho-oh —comentó mientras seguía subiendo los pisos de la torre—, y se transformaron de seguro en esos pokémon legendarios que vi en la otra torre… ¿pero por qué estaban encerrados en la roca?

    Medio en serio, medio en broma, esperaba encontrar a Ho-oh en aquel lugar para tener respuestas, sin embargo hasta él estaba consciente de que eso era demasiado poco probable, pero no perdía nada con intentarlo.

    No mucho rato después llegó a la cima de la torre, sintió el viento y el sol en la cara, lo cual le hizo sentirse reconfortado, a pesar de que Ho-oh no se encontrara ahí, disfrutó de la gran vista que le brindaba su posición, y no sintió que hubiera sido una pérdida de tiempo.

    Tranquilamente, se sentó y se acomodó cerca de uno de los bordes, contemplando la ciudad a sus pies.

    —Qué ingenuo soy ¿no creen? —se rió de sí mismo— Esperar encontrar a Ho-oh así como si nada, si ni siquiera se ha aparecido desde hace mucho tiempo…


    Mientras disfrutaba de la vista en compañía de sus pokémon, de repente le pareció ver que unas personas se acercaban a la torre, lo cual no le hubiera importado si no fuera por el hecho de que le parecía haberlos visto antes, dichas personas extrañas empezaron a infiltrarse en la torre, y aparecieron más y más.

    —Esas personas no parecen ser de “corazón puro” —comentó Rainbow suspicazmente, al parecerle que no era posible que hubieran dejado entrar a tanta gente—, además esa ropa me parece conocida…


    Mientras tanto, las misteriosas personas habían controlado a todos los pensadores que se encontraban en las plantas bajas. Entonces el líder entró en la torre, un joven con una máscara que le cubría solo la mitad derecha de la cara.

    —Dime todo lo que sepas acerca de Ho-oh —ordenó el líder a uno de los pensadores amenazándolo con un Magcargo—, o de lo contrario esta ciudad tendrá dos torres quemadas, si entiendes lo que digo.

    El pensador no estaba tan preocupado, al fin y al cabo hace mucho tiempo que no se sabía de Ho-oh, y no le parecía que esos bandidos fueran una seria amenaza para él.

    —De nada les servirá la información que tengamos —le respondió firmemente—, no crean que podrán atraparlo tan fácilmente.

    —Eso no es lo que importa por el momento —replicó el líder—, nuestro líder nos envió a averiguar cuándo y dónde podremos encontrarlo de nuevo.

    El Pensador lo miró seriamente.

    —¿Para qué quieren saberlo? —preguntó severamente.

    El líder lo miró malvadamente.

    —Nuestro jefe lo necesita para algo —contestó severamente.

    El Pensador de todos modos no se veía tan preocupado, pues en realidad no sabían nada que pudiera ayudarlos.

    —Desde que la torre Quemada se incendió hace ya casi 150 años Ho-oh abandonó esta torre —contestó—, junto con Lugia, el pokémon legendario de la otra torre, y no ha habido manera de saber cuándo va a aparecer con seguridad.

    El líder sospechó que no le estaba diciendo todo, así que, haciendo que lo sujeten firmemente, comenzaron a subir por los pisos de la torre.

    —Más te vale que no nos estés ocultando nada —dijo amenazante mientras subían la torre.

    —¿Cree usted que Ho-oh se encuentre en la cima de la torre? —preguntó uno de los soldados.

    —No —contestó el líder—, pero me parece que nuestro amigo no nos está diciendo todo, y en caso de que sea así… tendrá una maravillosa vista antes de morir.



    Mientras tanto, en la cima, Rainbow sabía que eventualmente subirían hasta ahí, así que los esperó impacientemente, pues sabía lo que se avecinaba, aunque no estaba seguro de las intenciones de los invasores, sabía que era algo importante.

    Un rato después, los invasores habían llegado al último piso, y se disponían a subir al techo, dónde se encontraba Rainbow.

    —No ganarán nada con esto —se defendía el Pensador—, Ho-oh no se encuentra aquí y no sabemos dónde puede estar.

    —Ya veremos si dices la verdad —contestó el líder subiendo las escaleras.

    Sin embargo, al subir al tejado encontraron a un joven con un extraño cinturón con forma de X y sosteniendo un huevo, sonriéndoles maliciosamente.

    —Ya era hora de que llegaran —les saludó fríamente Rainbow.

    El líder por un momento no podía creer lo que veía, pues reconocía a ese niño, era el mismo niño que ya hace tiempo los había dejado en el pozo Slowpoke para morir ahogados.

    —¡¿Tú aquí?! —exclamó el líder enojado, recordando lo que había pasado.

    —Espera un minuto —interrumpió Rainbow—, yo te conozco... ¡Ah, sí! Eres ese criminal… Keane, del pozo Slowpoke —recordó con tono irónico—… ¿cómo te trata la vida? —preguntó graciosamente, como si nada.

    Al recordar lo que había pasado, Keane se enojó en verdad, y solo quería venganza.

    —¡Casi morimos todos ese día por tu culpa! —exclamó furioso.

    —¿Mi culpa? —replicó Rainbow irónico— Perdóname pero ¿quiénes son los que querían cortarles las colas a los Slowpoke?... pero más importante por ahora ¿qué es lo que quieren hacer aquí? —preguntó seriamente.

    Keane y el resto de los soldados se prepararon para atacar.

    —Creo que buscar información sobre Ho-oh puede esperar por ahora —dijo Keane a sus soldados—, por ahora, vamos a encargarnos de este niño entrometido.

    De inmediato los soldados sacaron a sus pokémon, los pocos que podían caber en el tejado. Rainbow les sonrió maliciosamente al ver eso.

    —Qué aburrida sería la vida si nunca nos metiéramos en lo que no nos importa —contestó Rainbow, e inmediatamente sacó a Natu, Golbat y Noctowl.

    Inmediatamente comenzó una batalla en el tejado, a número muy desigual, pero los pokémon de Rainbow no tuvieron problema para abatir a los pokémon enemigos poco a poco.

    Keane vio preocupado cómo Rainbow lograba derrotarlos a todos, haciendo que muchos de los soldados tuvieran que retroceder.

    —¿Eso es todo lo que tienen? —preguntó Rainbow desafiante al terminar— Qué organización criminal tan vergonzosa.

    Keane no podía soportar que los humillaran de esa manera, así que ideó otra estrategia. Agarró al pensador, y lo acercó peligrosamente al precipicio.

    —¡Quédate quieto! —le ordenó— Si te mueves tú o alguno de tus pokémon, lo arrojo.

    Al ver eso, Rainbow se preocupó, pues no consideró que podrían involucrar a terceros.

    —Y ni pienses que atacándome podrás evitarlo —continuó Keane—, no serás más rápido que yo… así que regresa a tus pokémon, y entrégamelos.

    A Rainbow le pareció una situación muy similar a la que había vivido en el pozo Slowpoke, se rió un poco de que al parecer, Keane no había aprendido nada nuevo, sin embargo en esa ocasión era más peligroso todavía, así que ideó un plan.

    —¿Qué estás esperando? —exclamó impaciente Keane a punto de soltar al Pensador— ¿Quieres tener una muerte en tu consciencia?

    —Suéltalo —contestó Rainbow para sorpresa de todos.

    —¿Qué? —exclamó Keane incrédulo.

    —Que lo sueltes, no me cae bien —respondió Rainbow indiferentemente.

    Keane lo miró desafiante.

    —Pues si así lo quieres… —dijo y de inmediato lo soltó al vacío, comenzando el Pensador a caer hacia una muerte segura.

    Sin embargo, inmediatamente Noctowl salió volando a su rescate, pues tenía órdenes de bajarlo seguro hasta el suelo.

    —Qué estúpido eres —se burló Rainbow— ¿cómo no pudiste pensar que no haría algo como eso teniendo aquí a tres pokémon que pueden volar?

    Keane se sintió bastante tonto por no haber pensado en eso, sin embargo, sin dejarse vencer, sacó con furia a un enorme Piloswine.

    —¡Derribo! —ordenó Keane inmediatamente.

    El pokémon atacó a Rainbow tan rápido que no pudo hacer nada para evitarlo, pero afortunadamente Rainbow logró proteger al huevo con su cuerpo, y ambos salieron volando varios metros hasta el precipicio. Rainbow logró aferrarse con una mano del tejado, pero el huevo siguió cayendo en dirección al suelo.

    —¡Golbat! ¡Ve por él! —gritó inmediatamente.

    El pokémon rápidamente fue al rescate del huevo, dejando a su entrenador solo, y en esa posición, no podía sacar a ningún pokémon.

    Al ver la situación en la que había quedado, Keane se acercó hacia el malévolamente, el resto de los soldados empezaron a recuperar la confianza también.

    Con gran orgullo, Keane se paró a la orilla del precipicio, justo donde Rainbow se encontraba colgando con dificultad debido a la inclinación, y acercó sus pies a sus manos.

    —¿Quién es el tonto ahora? —se burló Keane— ¿En serio creíste que me podrías vencer dos veces a mí?

    Rainbow lo miraba desde abajo arrogante, a pesar de que su posición no era la más adecuada para eso.

    —Cuando nos derrotaste en el pozo Slowpoke fue un desastre —contó Keane enojado—, a duras penas pudimos salir vivos de esa trampa de agua, y después de eso, muchos reclutas nos abandonaron, el jefe estaba furioso, nos preguntó cómo pudimos haber perdido contra un niño como tú…

    Y diciendo eso, pisó fuertemente la mano de Rainbow, éste dio una exclamación de dolor, pero no se soltó para sorpresa de todos.

    —Así que eres más rudo de lo que parece —inquirió Keane, quién pisó sus manos de nuevo.

    Rainbow con mucha dificultad y gran coraje, hacía mucho esfuerzo por no soltarse. Keane se preparó para darle un pisotón final.

    —¿Quieres que te lo diga? —interrumpió Rainbow con voz adolorida antes de que lo pisara de nuevo— ¿Quieres que te diga por qué un niño como yo pudo derrotarlos? ¿Y también por qué un niño como yo va a derrotarlos justamente ahora? —preguntó arrogante.

    Keane se sorprendió de que en su posición, aún se diera el lujo de darse aires de grandeza. Así que se agachó suavemente hacia él.

    —¿Por qué? —preguntó desafiante.

    Rainbow sonrió arrogantemente, como ya era tan común en él.

    —Porque soy el entrenador definitivo —dijo en voz baja muy arrogantemente.

    Pero antes de que cualquiera pudiera decir nada, de repente apareció Golbat desde abajo justo detrás de Rainbow, sujetando el huevo con las garras, lo cual sorprendió a Keane, pero antes de que pudiera hacer algo, el huevo se abrió.



    Un Tyrogue salió engreídamente del huevo, y de inmediato atacó a Keane con Puño mareo, para inmediatamente caer en el tejado justo delante de su entrenador con intenciones de protegerlo.

    Keane no podía creer lo que había pasado, y de inmediato se volteó para buscar a sus pokémon, pero para su sorpresa se dio cuenta de que el Noctowl y el Natu de Rainbow se encontraban sobre los cuerpos debilitados de sus pokémon y también de sus compañeros.

    —¡¿Pero qué pasó aquí?! —exclamó sorprendido.

    Rainbow empezó a reír mientras Golbat lo ayudaba a subir.

    —En verdad que eres tonto —se burló Rainbow—, estabas tan concentrado en tratar de matarme, que se te olvidó que yo había sacado a Noctowl y a Natu… los cuales solo tuvieron que acabar con todos con atauques psíquicos… ¡y tú ni en cuenta! —se siguió riendo.

    En ese momento, Keane solo tenía ganas de matarlo sin importar cómo, pero antes de que pudiera hacer nada, Natu lo elevó en el aire con Confusión, y para su terror, lo movieron hacia el borde del tejado, dejándolo suspendido sobre el vacío.

    Rainbow tomó a su nuevo Tyrogue en brazos, y se acercó cuidadosamente a Keane.

    —Tú sigues siendo el tonto —le dijo severamente—… pero eso no importa ahora, lo que quiero saber es quién es su jefe, y qué es lo que planean hacer.

    Keane lo miró con furia.

    —No traicionaré a mi jefe de esa manera —contestó severamente.

    Rainbow miró a Natu, quién de inmediato puso de cabeza a Keane, y empezó a amenazar con soltarlo.

    —Tal vez ya te contaron por ahí —continuó Rainbow arrogantemente—, hace algún tiempo un grupo de su organización asaltó el centro comercial de ciudad Trigal, pero de repente un misterioso entrenador los sacó de ahí humillantemente… ¿aún no adivinas quién fue? —preguntó jactancioso.

    Keane no decía nada, solo lo miraba con desprecio, pero también con algo de temor.

    —Al parecer, vinieron a este lugar con la intención de averiguar algo sobre Ho-oh, si no es que a atraparlo incluso —continuó seriamente—… por hoy te voy a dejar ir —Keane se sorprendió al oír eso—, pero vas a darle un mensaje a tu líder…

    —¿Cuál es? —preguntó Keane nervioso.

    —Que si no se detienen, yo voy a acabar con su organización, cómo ya lo he hecho antes —contestó con seriedad—, pero no se preocupen, no voy a alertar a las autoridades ni revelar quiénes son, puesto que hasta ahora son prácticamente desconocidos, no voy a revelar a nadie de ustedes hasta que los haya destruido… bueno —rectificó—, aunque hace algún tiempo hablé con el profesor Elm de ustedes en Trigal… tendré que evitar hacer eso desde ahora.

    Keane ya estaba harto de Rainbow.

    —El jefe te hará pagar por esto —respondió Keane enojado.

    Rainbow lo miró maliciosamente.

    —Pues dile que lo intente —respondió arrogantemente mientras le hacía la señal a Natu para que lo soltara.

    De ese modo Keane empezó a caer al vacío, pero antes de llegar al suelo, el Noctowl de Rainbow lo detuvo para que no muriera, y lo soltó a pocos metros del suelo.

    Desde arriba Rainbow lo observó todo, y vio como Keane huía de ahí rápidamente. Al darse cuenta de eso, los soldados también abandonaron rápidamente la torre sin perder tiempo.



    —Creo que ya me aburrió esta torre —dijo Rainbow cuando todos se hubieron marchado, y con paso tranquilo, también bajó los pisos hasta la salida.

    —Gracias por ayudarnos —agradeció el Pensador que fue salvado por Noctowl— ¿de casualidad sabes quiénes eran esos tipos? —preguntó con seriedad.

    Rainbow se mostró indiferente, puesto que ahora tenía como meta derrotarlos por él mismo, decidió cubrirlos.

    —Nada importante —contestó fríamente—, solo son como cualquier banda de ladrones que creen que podrán con un pokémon legendario.

    —Lo sospechaba —continuó el Pensador más tranquilo—, de todos modos no habrían logrado averiguar nada más sobre Ho-oh.

    Rainbow recordó de nuevo a los pokémon que había visto en la torre quemada, y parte de él quiso preguntarles a los pensadores para ver si sabían algo al respecto, pero decidió preguntarles desde otro ángulo.

    —Me dijeron que Ho-oh resucitó a unos pokémon que murieron en la torre quemada hace casi 150 años —comentó Rainbow—, tengo curiosidad con saber un poco más.

    —Desde luego, muchacho —contestó amablemente el pensador—, verás, hace más de 150 años, dos pokémon legendarios solían habitar esta torre y la otra, eran Ho-oh para la torre Hojalata, y Lugia para la torre Latón, ahora conocida como la torre Quemada.

    —¿Lugia? —preguntó Rainbow interesado.

    —Así es —continuó el Pensador—, ambos pokémon tenían su propia torre, pero un día la torre Latón tuvo un horrible incendio que la destruyó casi por completo, las llamas fueron apagadas por la lluvia, y tres pokémon murieron desafortunadamente, entonces Ho-oh bajó del cielo, y los tres fueron revividos con su poder en tres pokémon legendarios…

    —Entei, Raikou y Suicune —interrumpió Rainbow.

    —Así es —prosiguió el Pensador—, después de ese día, tanto Ho-oh como Lugia abandonaron sus torres, y ahora no se sabe bien dónde se encuentran.

    —¿Y qué fue de los tres pokémon legendarios que resucitó Ho-oh? —preguntó Rainbow, esta vez sí buscando saber algo sobre los que vio.

    —Se dice que estaban al servicio de Ho-oh —contestó el Pensador—, pero desde hace un tiempo que no se sabe nada sobre ellos, lo siento, no sabemos nada más.

    Rainbow no quedó conforme con esa respuesta, sin embargo decidió que ya no tenía caso seguir ahí.

    —Gracias por todo —se despidió amablemente de ellos y salió de la torre.



    Un rato después, ya por la tarde, Rainbow se encontraba en las afueras del pueblo, hacia la ruta 38. Al estar por salir, se dio vuelta y miró una vez más la ciudad, con la torre Hojalata a lo lejos, y hacia donde se encontraba la torre Quemada.

    —¿Debería averiguar más? —se preguntó observando la ciudad— ¿Tal vez debería hacer algo por esos pokémon?

    Sus pokémon conocían a su entrenador, y sabían que, si bien era un asunto complicado y misterioso, no era lo suficientemente importante como para que Rainbow decidiera interferir.

    —Seguro que tiene su explicación —se contestó a sí mismo—, algún día todo esto se resolverá… mientras tanto —continuó siguiendo su camino—, yo voy a continuar con mis propios asuntos, ya no solo debo ir por las medallas, sino que también tengo otra organización que humillar —añadió engreídamente.

    De esa manera, Rainbow y su grupo acabaron con todo lo que tenían que hacer en ciudad Iris, y a paso lento pero seguro, continuaron su viaje, con su nuevo integrante, Tyrogue, ansioso por empezar su entrenamiento para ser un pokémon definitivo.


    Continuará...
     
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    Pokémon Rainbow: Johto.
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    ...Continuando


    Capítulo 29: Ruta 38.
    “un buen mago jamás revela sus secretos"
    Rainbow




    Si había algo que le gustara hacer a Rainbow, esto era tomarse su tiempo, sobre todo tratándose de su entrenamiento definitivo. La ruta 38 brindó un pequeño tiempo de relajamiento durante los varios días que pasaron recorriéndola, claro, si es que se puede llamar relajado al tremendo entrenamiento al que estaban sometidos, no solo sus pokémon, sino también él mismo.

    —Observa otra vez, Tyrogue —le dijo calmadamente a su pokémon mientras observaban atentamente un enfrentamiento de práctica entre Teddiursa y Phanpy.

    A ese nivel del entrenamiento, la mayoría de sus pokémon ya eran capaces de efectuar ataques con una potencia muy superior a la usual, lo cual era un problema cuando llegaba un nuevo integrante que tuviera que empezar prácticamente desde cero.

    En específico, era el momento de desarrollar la defensa de Tyrogue, y sus dos compañeros le hacían una demostración de cómo sobrevivir a un ataque que debilitaría a cualquier otro pokémon. En este caso, soportar un Hiperrayo sin necesidad de usar Aguante, que era un ataque cuyo tiempo de aprender todavía no había llegado.

    —¿Estás listo para intentarlo? —preguntó Rainbow cuando la demostración hubo terminado— Obviamente, no usaremos un Hiperrayo contra ti, sino algo más suave.

    Tyrogue se sintió un poco intimidado por la fuerza de sus compañeros, pero estaba seguro de poder confiar en su entrenador. Se puso en posición mientras Phanpy lo encaraba, su entrenador entonces se puso en cuclillas a su izquierda y suavemente tocó su cabeza con su mano derecha, mientras que con su mano izquierda sostenía uno de los brazos de Sudowoodo.

    Esa era una táctica que ya había usado muchísimas veces, y mientras se concentraba poco a poco, Rainbow sintió nostalgia recordando a sus compañeros de Kanto.

    Concentró su Viridian mind lo más que pudo, estableciendo una especie de contacto entre Sudowoodo y Tyrogue.

    —¡Ya, Phanpy! —ordenó en voz alta.

    Inmediatamente, Phanpy se lanzó violentamente contra Tyrogue con Desenrollar, el plan era impactar contra su compañero repetidas veces, y éste debía soportar lo más que pudiera sin debilitarse.

    Phanpy se acercó en lo que parecieron varios minutos, aunque en realidad fueran menos de cuatro segundos, Tyrogue y Rainbow cerraron los ojos, y se concentraron.

    El impacto, al dar de lleno contra Tyrogue, lo mandó a volar por los aires, y Rainbow, al estar en contacto con él mediante el Viridian mind, sintió en su carne lo que su pokémon había sentido, cayendo al suelo adolorido. Pero a pesar de eso, el objetivo se cumplió, pues Tyrogue no se había debilitado gracias a la conexión mental que su entrenador le había proporcionado directamente hacia la gran defensa que poseía Sudowoodo.

    —Salió bastante bien, ¿no crees? —comentó Rainbow con una sonrisa todavía en el suelo.

    Tyrogue se levantó con algo de dificultad, dispuesto a intentarlo otra vez hasta que pudiera salir mejor.

    —Pues está bien —contestó Rainbow al ver su entusiasmo, y se puso de pie con dificultad—, lo haremos igual unas cuantas veces más, y luego, si sale bien, subimos la dificultad.

    Así es como continuaron el entrenamiento ese día. Cada vez que lo hacían, Tyrogue parecía resistir un poco mejor, cuando eventualmente se cansaba, Rainbow no tenía que hacer más que regresarle las fuerzas con su Viridian mind, y así seguir entrenando todo lo que hiciera falta.

    Por supuesto, también era muy cansado para Rainbow estar usando tanto tiempo su Viridian mind, y a diferencia de sus pokémon, él no tenía a nadie que le regresara las fuerzas, además de que compartía lo que sentían sus pokémon en la lucha. Todas las veces que había que entrenar, Rainbow sentía los ataques como si fueran dirigidos hacia él mismo, habiendo sentido desde simples Placajes, Ataques rápidos, hasta ataques potencialmente mortales como Psíquico, Rayo, y Giga impacto.

    No era algo que muchos entrenadores envidiarían, pero a Rainbow no le importaba, después de todo, sabía que ser el entrenador definitivo no era gratis.



    Durante las tranquilas noches, se subía a la rama de un árbol y se ponía a contemplar las estrellas, a veces, sujetaba la Pokedex, y revisaba todo lo que la había llenado desde que empezó su viaje en esa región, pero en seguida la guardaba, pues no era algo en absoluto importante para él, excepto cuando se trataba de cancelar evoluciones. Pero en general, era en esos momentos cuando podía relajarse, observaba a sus pokémon durmiendo debajo, y sonreía satisfecho. Pensaba en Aurora, y en lo que podría estar haciendo en ese momento. También pensaba en su propia vida, en sus planes futuros y la manera de realizarlos. Todo eso hasta que eventualmente caía dormido, y se sumía en un sueño profundo, necesario para recuperar toda la energía mental utilizada durante el día.

    Al día siguiente, un ruido lo despertó bastante rato antes de que amaneciera, Rainbow siempre se despertaba como por instinto antes del alba, pero ese sonido lo desconcertó. A pesar de aún estar adormilado, pudo reconocer el sonido de algún tipo de aparato metálico, una máquina que se oía a cierta distancia.

    Temiendo que pudieran tratarse de nuevo de los criminales con los que se había encontrado antes, alertó a sus pokémon con su Viridian mind, y antes de un minuto estaban todos de nuevo en sus pokeballs, en el cinturón X sobre el pecho de Rainbow, el cual rápidamente se dirigió hacia el lugar de donde provenía el sonido muy cautelosamente, avanzando entre los árboles que había por todo el lugar.


    A Rainbow le parecía muy extraño que esos criminales pudieran estar en esa ruta, dónde no había nada interesante que ver, sin embargo era mejor estar preparado para encontrarlos, pero no estaba preparado para lo que pasó en verdad.

    Cuando estuvo a puto de llegar al origen del sonido, un lugar de muchos árboles y hierva inusualmente alta, saltó de improvisto la figura de un majestuoso pokémon frente a él.

    Esto fue tan inesperado, que ni siquiera Rainbow pudo evitar dar una exclamación e irse de espaldas contra el suelo. Pero lo que más lo alarmó era que había visto a ese pokémon antes, y por un momento se quedó inmóvil, presa de la más absoluta incredulidad.

    El pokémon era azul, esplendoroso, de mirada fría y con una hermosa aura alrededor.

    —¿Suicune? —exclamó Rainbow incrédulo.

    Sin embargo, el magnífico pokémon pareció no escucharlo, y solo permaneció en la posición en la que había aparecido.

    A pesar de lo impresionado que se encontraba, Rainbow no pudo dejar de notar ese extraño comportamiento, como si lo ignorara por completo, lo cual no tendría sentido tomando en cuenta que ambos se habían visto antes, aunque solo fuera por un instante. Más aún, por alguna razón, el Viridian mind no parecía funcionar con él, lo cual era preocupante para Rainbow.

    Al ver que no podía comunicarse con él, lentamente le acercó la mano, mientras el pokémon solo se quedaba inmóvil y completamente inconsciente de su presencia. Pero para su sorpresa, su mano atravesó el cuerpo del pokémon completamente, intentó agarrarlo de nuevo, pero siempre agarraba solo aire.

    Al darse cuenta de eso, se tranquilizó, y comenzó a reírse de sí mismo. Un momento después, la figura del pokémon empezó a parpadear misteriosamente, y un instante después desapareció por completo.

    —¡¿Pero qué le pasa a esta cosa?! —exclamó una voz enojada, Rainbow la reconoció.

    Lentamente, salió de donde estaba, y para su alivio y fastidio, se encontró de nuevo con Eusine junto a una máquina impulsada eléctricamente por un Electrode, seguía lanzando exclamaciones de enojo por el aparente mal funcionamiento de su máquina.

    —Así que solo eras tú —interrumpió Rainbow su berrinche—, ese Suicune era solo un holograma.

    Al escuchar su voz, Eusine se alarmó un poco.

    —Eres ese niño de nuevo —contestó enojado al verlo—, ¿qué estás haciendo aquí?

    Rainbow se acercó con más confianza.

    —Eso te iba a preguntar yo —contestó—, ¿no es un poco temprano para andar jugando?

    —¿Quién está jugando? —se ofendió Eusine— Esta máquina es capaz de crear una ilusión exacta de Suicune… ¡si tan solo funcionara bien! —exclamó dándole de patadas a la máquina infantilmente.

    La preocupación inicial de Rainbow ya se había ido, ahora se sentía relajado y con humor para molestar un poco.

    —¿Por qué no mejor te dedicas a hacer pokémon con globos como todos los magos fracasados? —se burló— Aunque con tu talento, lo más probable es que solo puedas hacer la cabeza de un Diglett.

    Eusine sentía que Rainbow ya se estaba burlando demasiado de él, así que lo encaró desafiantemente.

    —Te crees muy bueno ¿verdad? —reclamó Eusine sonriéndole maliciosamente sosteniendo sus pokeballs— Pero ¿crees que podrás vencer mi magia pokémon?

    —¿Magia pokémon? —contestó Rainbow también sosteniendo una pokeball— Nunca he oído algo como eso… pero si soy el entrenador definitivo podré contra lo que sea.

    Eusine sabía que se estaba enfrentando a alguien que ganó al líder Morty, así que se lo tomó con seriedad. Sacó a su Jumpluff y Rainbow sacó a Bayleff.

    —Esporagodón —ordenó Eusine.

    El ataque hizo que la velocidad de Bayleef se redujera.

    —Ahora Ida y vuelta —ordenó de nuevo.

    El ataque lastimó un poco a Bayleef, y al terminar, Jumpluff se cambió automáticamente por el Electrode.

    —¿Eso es todo? —preguntó Rainbow decepcionado.

    —No —contestó Eusine sonriendo—, ahora es cuando la magia comienza.

    En ese momento, un montón de enredaderas empezaron a crecer alrededor del cuerpo de Bayleef repentinamente, incluso Rainbow se sorprendió.

    —No me digas que —comentó extrañado—… cuando usó Ida y vuelta…

    —Así es —interrumpió Eusine—, no fue solo un Ida y vuelta, sino que además aproveché para implantarle unas Drenadoras… un ataque doble —se ufanó.

    Rainbow sonrió maliciosamente.

    —¿Y crees que vas a poder salir vencedor solo con unas Drenadoras? —preguntó engreídamente.

    —Todavía no —contestó Eusine—, la show está a punto de empezar… ¡Desenrrollar! —ordenó.

    El pokémon comenzó a rodar hacia ellos, sin embargo, antes de impactar contra Bayleef, inesperadamente combinó el Desenrrollar con Chispa, lanzándola unos metros atrás y dejándola paralizada.

    —Ahora tu pokémon está paralizado y con drenadoras —se ufanó Eusine—, en ese estado será muy fácil vencerte.

    Sin embargo, se sorprendió de que Rainbow no se viera preocupado.

    —¿Te digo algo? —dijo Rainbow de repente— Yo también soy un mago.

    —¿Qué? —exclamó Eusine.

    —Te voy a mostrar un truco de magia —continuó Rainbow graciosamente—, Abra, Kadabra, Alakazám —dijo moviendo exageradamente las manos—, que mi Bayleef se cure de todo.

    Y como si se tratara de algún conjuro mágico, Bayleef se liberó de las Drenadoras y la parálisis, quedando como antes.

    —¡Qué! —exclamó Eusine sorprendido— ¿Pero cómo pudiste zafarte?

    —Espera —interrumpió Rainbow—, el show todavía no termina… Abra, Kadabra, Alakazám —repitió—, que el Electrode se duerma y luego se debilite.

    Y una vez más, como si sus palabras tuvieran poder, el Electrode cayó dormido, y un momento después se debilitó.

    —¿Pero qué es lo que hiciste? —exclamó Eusine perplejo.

    Rainbow rió.

    —Lo siento amigo, un buen mago jamás revela sus secretos —contestó presumido.

    Eusine se sentía decepcionado por haber perdido en su mismo juego.

    —Si te sirve de consuelo —continuó Rainbow más arrogante—, tu estrategia hubiera servido contra cualquier otro. Tú viste mi pelea contra Morty, y viste como mi Natu se liberó de esa parálisis, así que fue buena idea dejarlo acorralado con dos factores debilitantes diferentes, en este caso, paralizarme mientras tenía drenadoras, estabas seguro de que no podría contrarrestar las dos cosas ¿verdad?

    Eusine aún estaba enojado, pero se tranquilizó porque, después de todo, había sido una “mágica” batalla, lentamente se dio la vuelta directo hacia su máquina.

    —Si no te molesta —le dijo tratando de repararla—, tengo trabajo que hacer, como ya te dije, soy el gran experto en Suicune, lo he buscado por seis años y voy a ser el único en capturarlo.

    A Rainbow tampoco le interesaba seguir ahí, así que también se dio la vuelta para irse.

    —Por cierto, Eusine —dijo de repente antes de irse, éste lo miró—, nunca podrás atrapar a Suicune… eres demasiado payaso.

    Diciendo eso, se alejó de ahí, despreocupándose por completo de él.


    La batalla había terminado justo a tiempo, pues el sol empezaba a salir detrás de las montañas. Y tal y como era su costumbre, Rainbow y sus pokémon observaron el amanecer con toda tranquilidad, sintiendo el suave calor de los rayos del sol, y disfrutar de su momento de tranquilidad sin preocupaciones, sin deseos de ningún tipo.

    —Vaya manera de empezar el día ¿no? —comentó cuando el sol hubo salido completamente.

    El resto del camino pasó sin ningún inconveniente, el entrenamiento continuó arduamente como siempre, sin que nadie se quejara a pesar del dolor.


    Continuará...



     
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    Pokémon Rainbow: Johto.
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    ...Continuando


    Capítulo 30: La granja de la ruta 39.
    “Gracias Lucy, sin ti no hubiera llegado a ser el entrenador definitivo"
    Rainbow





    Si había algo que personalmente molestaba a Rainbow, era recordar su pasado, en específico la época que él mismo había nombrado como A.E.D. Que significaba “Antes de ser el Entrenador Definitivo”. Abarcando desde su nacimiento, pasando por sus largos años recorriendo el mundo, hasta el día en que por fin decidió iniciar su viaje como entrenador.

    Pues bien, como todo viajero que ha recorrido todas las regiones, sabía que eventualmente iba a volver a encontrarse en algunos lugares en los que ya había estado anteriormente, pero lejos de significar algún tipo de emoción nostálgica, como sucedería en la mayoría de los viajantes, en Rainbow despertaba los más extraños sentimientos.

    Como mínimo, simplemente pasaría por ese lugar indiferentemente, sin siquiera molestarse en recordar lo que había vivido ahí. Esta era su actitud más usual, teniendo en cuenta todos los lugares que había reencontrado desde que inició su viaje.

    En el peor de los podría ser que dicho lugar retuviera recuerdos que le generaran culpa, de manera que le hacían sentir algún tipo de remordimiento por alguna actitud que hubiera tenido lugar en el pasado, como lo sucedido con la guardería de Kanto.

    Desafortunadamente para Rainbow, no eran pocos los lugares que le despertaban esos sentimientos, e iba a tener que vivir todo su viaje con la ansiedad de tener que pasar por ellos eventualmente.




    Al comienzo de la ruta 39 se encontraba una granja, llamada la granja Moo-moo, famosa en la región de Johto por la excelente calidad de su leche, proveniente de decenas de Miltank que podían verse pastando tranquilamente todo el día.

    Al verla a lo lejos, Rainbow y su grupo se detuvieron y la observaron atentamente. Sin lugar a dudas, la melancolía se notaba en la cara de Rainbow a leguas, era evidente que solo la vista de la granja le traía recuerdos dolorosos.

    Golbat, el más veterano del grupo, no había visto así a su entrenador desde lo ocurrido en la guardería de Kanto, y aún entonces, no parecía tan triste y sombrío como en ese momento. Para los otros pokémon, simplemente les sorprendía ver así a su egocéntrico entrenador.

    —Antes de seguir el viaje, chicos —dijo en voz baja, mirando tristemente hacia la granja, con una auténtica expresión de arrepentimiento en su cara—, vamos a pasar un momento a esa granja… hay algo que tengo que hacer.

    No hubo más palabras. Solo comenzaron a acercarse hasta ahí lentamente. Conforme lo hacían, el semblante de Rainbow se volvía cada vez más el de una persona que lucha con todas sus fuerzas por no romper en llanto, algo muy malo debió haber pasado en ese lugar para que el arrogante e indiferente entrenador definitivo de repente se viera en ese estado tan lamentable.

    Al llegar a la granja, observaron a un hombre, de aspecto algo fiero y con una gorra de lechero, haciendo algunos trabajos típicos de una granja.

    Éste de inmediato se dio cuenta de Rainbow, y sorprendiéndose, se acercó a él rápidamente.

    Al llegar a él, se detuvo y lo miró sorprendido.

    —¿Rainbow? —preguntó.

    Al oír la pregunta, Rainbow no pudo evitar agachar la cabeza, evitando todo contacto visual con el granjero.

    —Sí, soy yo —contestó tristemente.



    La esposa del granjero se encontraba trabajando en otro lado de la granja en ese momento, cuando de repente vio que su esposo se acercaba hacia ella acompañado de un muchacho, al cual también reconoció desde lejos, y les salió al encuentro.

    —¡Querida! ¡Mira quién está aquí! —gritó el esposo a cierta distancia— ¡Es Rainbow! —añadió un poco jovial.

    Cuando los tres se encontraron, Rainbow no pudo observar a la mujer a los ojos por la vergüenza que sentía en su interior.

    —¡Cuánto tiempo ha pasado! —exclamó la mujer felizmente— Mira cuánto has crecido.

    —Es verdad —continuó el hombre más animado—, ya te estás haciendo un jovencito fuerte, y todo un entrenador pokémon —dijo mientras cariñosamente, le propinaba leves golpes en la espalda con la palma.

    —Pero ¿por qué no continuamos adentro? —propuso la granjera— Acabo de ordeñar un poco de leche, de seguro que te gustará probar nuestra famosa leche —le invitó amigablemente.

    —Buena idea —siguió el esposo—, así podremos hablar mejor.

    A pesar de la cordialidad con la que había sido recibido, Rainbow no osaba mirarlos a los ojos, pero dada la situación decidió que lo mejor era no contravenirlos.

    —Claro —contestó con voz baja—, me gustaría mucho probar esa famosa leche Moo-moo.




    No mucho rato después, se encontraban los tres dentro de la casa, cada uno con una taza de leche en mano, la cual bebieron tranquilamente.

    —Es de lo mejor que hemos producido ¿o no? —preguntó el esposo orgulloso.

    —Es verdad —contestó la esposa—, directamente de nuestra mejor Miltank.

    A pesar de que ambos granjeros parecía contentos de volver a ver a Rainbow, notaron que éste estaba indudablemente triste, pero no se veían sorprendidos por eso, sino que solo trataron de distraerlo con algo de alegre charla.

    Sin embargo, junto a la silla donde Rainbow se encontraba sentado había una mesa, sobre la cual se encontraba una fotografía, en la cual la pareja de granjeros sonreía muy feliz, con una niñita entre ambos, igualmente sonriendo con la alegría que solo los niños son capaces de expresar.

    Al ver esa foto, Rainbow no pudo evitar descontrolarse, y apartando rápidamente la mirada hacia el otro lado, cerró los ojos, y trató de contener las lágrimas.

    Al ver eso, la granjera se preocupó, y rápidamente alejó la foto de ese lugar, poniéndola donde no pudiera verse.

    —No te preocupes, Rainbow —trató de tranquilizarlo el granjero—, no fue tu culpa lo que pasó —añadió algo triste, pero calmado.

    Sin embargo Rainbow no parecía calmarse, y siguió tratando de controlar sus lágrimas.

    —Rainbow —dijo la granjera preocupada—, por favor, no recuerdes eso… ya pasó mucho tiempo, y poco a poco, lo hemos superado… no te puedes culpar por eso.

    Esas últimas palabras resonaron en la mente de Rainbow, y por más que lo intentó, no pudo evitar recordar el trágico acontecimiento que había sucedido, hace más de seis años:


    En uno de los tantos viajes que Rainbow había hecho alrededor del mundo en compañía de sus padres, habían llegado a la granja Moo-moo a causa de algunas misiones que habían sido asignadas a sus padres por la zona, sin embargo estaban catalogadas como peligrosas, por lo que el pequeño Rainbow no podía acompañarlos. Afortunadamente, la pareja de granjeros que vivían en el lugar se ofreció a cuidar del hijo de los Rangers mientras completaban sus misiones. Con ellos también estaba su pequeña hija, un año menor que Rainbow, muy alegre y dulce, la cual se hizo compañera de Rainbow durante el mes que permaneció ahí.

    Durante ese tiempo, Rainbow vivió como un miembro más de la familia, ayudando en la granja como si fuera suya, con lo cual los granjeros estaban contentos. Sin embargo, nadie sabía que el joven Rainbow tenía algunos asuntos en mente. Solo la pequeña hija sabía más o menos de lo que se trataba.

    —No te entiendo nada —dijo la niñita confundida, al lado de ella se encontraban varios pokémon, como Mankey, Tauros, y otros pokémon que ayudaban en la granja—, ¿dices que quieres poder controlar a los pokémon para cambiar sus apariencias? —preguntó ingenuamente.

    —No, no has entendido, Lucy, —le contestó Rainbow pacientemente con una libreta en su mano—, estoy experimentando una manera de poder hacer que los tipos de los pokémon cambien a voluntad —añadió orgullosamente.

    —¿Cambiar sus tipos? —preguntó Lucy más confundida— ¿Y para qué quieres hacer eso?

    Rainbow se mostró feliz de que hiciera esa pregunta.

    —Por qué algún día seré el entrenador definitivo —contestó arrogante.

    —¿Entrenador definitivo? —volvió a preguntar la niña.

    —Así es —contestó de nuevo Rainbow más presumido—, y como tal, es mi deber asegurarme de que mis pokémon puedan superar todo obstáculo, y para eso, lo que debo hacer es lograr algo que nunca antes haya podido lograr.

    —¿Qué cosa? —preguntó Lucy aún sin comprender.

    Rainbow sonrió de nuevo, pues nunca se cansaba de repetir las cosas una y otra vez si de esa manera podía lucirse, así que se subió imaginariamente sobre el monumento a su propio orgullo.

    —¡Lograr que mis pokémon puedan cambiar de tipo a voluntad propia, de esa manera seré capaz de lograr proezas nunca antes vistas en la historia del entrenamiento pokémon! —exclamó como si su vida se fuera en ello.

    La pequeña Lucy al parecer había comprendido, y sonrió amigablemente.

    —Eso suena divertido —comentó riendo—, pero… ¿cómo vas a lograrlo? —añadió pensativa.

    —Me alegra que preguntes —se apresuró a contestar Rainbow—, esto es lo que vamos a hacer, mañana a primera hora, nos reuniremos detrás del granero, lleva a varios pokémon de diferente tipo, y serás testigo de una proeza nunca antes vista.

    La niña, en su inocencia, no parecía estar consciente de las consecuencias de lo que aquello podría implicar, de hecho, ni siquiera Rainbow estaba del todo consciente de lo peligroso que podría resultar aquel experimento, ya que era algo que nunca antes nadie había intentado.

    —Está bien —contestó la niña inocentemente.

    Aquella noche, Rainbow casi no pudo dormir. Se la pasó leyendo en sus numerosos apuntes, estudiando y analizando cuidadosamente una gran cantidad de detalles, pero al ser algo que nunca antes se había intentado, las reacciones exactas eran desconocidas, pero en su furor de creatividad y ansias de mejora inmediata, no le pasó por la cabeza que aquello podría terminar mal.

    A la mañana siguiente, tal y como lo habían dicho, se reunieron detrás del granero junto con varios pokémon de diversos tipos.

    —Aquí están los pokémon —dijo la niña algo somnolienta por la hora.

    —¡Genial! —exclamó Rainbow acercándose a ellos, los cuales se sentían algo curiosos por lo que pretendía hacer aquel niño— Entonces apártate un poco, y vamos a empezar.

    Y diciendo eso, sujetó suavemente la cabeza de una Miltank y la de un Kadabra.

    —¿Qué es lo que vas a hacer? —preguntó Lucy con curiosidad.

    Rainbow cerró los ojos y se concentró.

    —Voy a usar mi Viridian mind —contestó tranquilamente.

    A la niña le sorprendió oír eso.

    —Creía que el Viridian mind servía para hablar con los pokémon —comentó Lucy recordando lo poco que Rainbow le había mostrado sobre su habilidad.

    Rainbow sonrió levemente al oír eso.

    —En realidad, sirve para muchas más cosas —contestó y se volvió a sumergir en el silencio.

    En efecto, a esas alturas de su vida, había podido experimentar y desarrollar su Viridian mind hasta niveles que pocos se habían atrevido, ya había experimentado la manera de usar su habilidad para hacer a los pokémon más fuertes, resistentes, veloces, adquirir habilidades ajenas, copiar ataques etc. Y aunque todavía no estaban perfeccionados, ya era un gran paso y siempre habían resultado bien. Por esos motivos se sentía confiado en que nada podría salir mal.


    Todo pareció quedarse en completo silencio mientras Rainbow se concentraba. Sabía que un experimento de la magnitud de poder cambiar los tipos de un pokémon requeriría mucho más Viridian mind de lo que hubiera utilizado antes, así que se tomó su tiempo para concentrarse.

    Pasaron los minutos, y la niña y los demás pokémon empezaron a aburrirse al ver que nada sucedía.

    —¿Eh? —exclamó la niña, al ver que de repente Rainbow y los pokémon comenzaban a temblar levemente.

    Rainbow empezaba a lanzar leves quejidos de dolor, los pokémon tampoco se veían muy cómodos, pero soportaban bien el proceso.

    Después de otros minutos de esa manera, Rainbow de repente soltó a Kadabra y concentró toda su energía en la Miltank, poniendo ambas manos sobre su cabeza. Parecía como si, de algún modo, Rainbow hubiera “extraído” el tipo psíquico de Kadabra, e intentara pasárselo a la Miltank.

    Después de pasar un rato en esa posición, Rainbow empezó a lanzar algunos leves gritos de dolor, pero no desistió de su tarea, y continuó aferrado a la cabeza de la Miltank, la cual empezó a sentirse rara por los efectos que la operación efectuaba.

    De repente, Rainbow se soltó y cayó violentamente hacia atrás. Lucy se sobresaltó.

    —¿Estás bien? —preguntó preocupada.

    En el suelo, Rainbow sonrió.

    —Creo que lo logré —contestó orgulloso.

    Ambos voltearon a ver a la Miltank, y en efecto, algo en ella había cambiado.

    La Miltank se sentía diferente por dentro, no sentía dolor, pero no se sentía del todo cómoda.

    —¿Te sientes bien Moo? —preguntó la niña preocupada al ver que su pokémon no reaccionaba.

    Inesperadamente, la Miltank empezó a retorcerse de dolor, y empezó a gritar.

    —¿Qué sucede? —exclamó asustada Lucy.

    Rainbow rápidamente se apresuró a tocar su cabeza de nuevo.

    —Hacer que el cuerpo de un tipo normal se adapte a una naturaleza de tipo psíquico es muy inestable —contestó Rainbow algo preocupado—, debo controlarlo.

    Diciendo eso, empezó a concentrarse de nuevo, esta vez para “sacarle” el tipo psíquico. Sin embargo, la Miltank se movía mucho a causa del dolor y ahora se encontraba completamente descontrolada, corriendo y saltando de un lado al otro, a causa de eso Rainbow no lograba conectarse con su mente. La situación comenzó a hacerse desesperada y ambos temían que algo malo pudiera pasarle a la Miltank si no la regresaban a la normalidad.

    —¡Sujétenla! —exclamó Rainbow al ver que las sacudidas de Miltank no lo dejaban sujetarse a ella.

    De inmediato, los demás pokémon la sujetaron al suelo con todas sus fuerzas, de manera que Rainbow se calmó y creyó que así sería más fácil lograr solucionarlo todo.

    Desafortunadamente, no contaba con que al hacer contacto con Miltank y él mismo, los pokémon que la sujetaban empezaron a “contagiarse” con el mismo efecto, y al estar muchos pokémon de diferentes tipos conectados de esa manera, dio la desafortunada consecuencia en la que todos los tipos empezaron a meterse en todos los pokémon al mismo tiempo. El efecto hizo que todos los pokémon soltaran a Miltank, y Rainbow cayó sin poder evitarlo.

    Antes de que se dieran cuenta, la situación se había salido de control, pues todos los pokémon empezaron a usar descontroladamente ataques de otros tipos con los que no estaban familiarizados, y Rainbow no podía controlar siquiera a uno solo para regresarlo a la normalidad.

    —¡Rainbow! ¡¿Qué sucede?! —exclamó la niña asustada al ver a todos sus pokémon fuera de control, yendo por toda la granja y “contagiando” a todos los pokémon a su paso.

    Desesperado, Rainbow no sabía qué hacer, había perdido por completo el control y ahora no sabía qué había salido mal, ni siquiera sabía que su Viridian mind podría “contagiarse” de un pokémon a otro como al parecer sucedía.

    Conforme el descontrol seguía avanzando, el temperamento de los pokémon también fue enloqueciendo debido a tanta mezcla de tipos y naturalezas que violentamente se apoderaban de ellos, y empezaron a destruir todo a su paso casi inconscientemente.

    Rainbow estaba inmóvil, la contrariedad de ver que todo había salido mal lo había dejado mudo y sin pensamiento, incapaz de hacer nada, solo miró al vacío maniáticamente.

    Solo la voz desesperada de Lucy trató de hacerlo regresar en sí.

    —¡Papá! ¡Mamá! —empezó a llorar la niña viendo todo siendo destruido por los descontrolados pokémon.

    El llanto de la niña, hizo reaccionar a Rainbow.

    —¡Lucy! —exclamó.

    De inmediato fue corriendo a protegerla, y tomándola de la mano, salieron corriendo hacia la casa, sus padres ya debieron haber despertado a causa del escándalo de los pokémon.

    Para llegar a la casa, debían atravesar el pastizal que había enfrente, y sin perder tiempo empezaron a correr para alejarse de los pokémon.

    Pero repentinamente, un furioso Tauros atacó a Rainbow desde atrás con Placaje, lo cual le hizo soltar a la niña y salir volando varios metros por el aire. El ataque desafortunadamente lo hirió mucho, y no tuvo energías para poder levantarse, en gran parte por tanta energía del Viridian mind que utilizó.

    —¡Rainbow! —escuchó la voz de Lucy gritar desesperadamente.

    Con las pocas energías que le quedaban, alzó la cabeza, y lo último que pudo alcanzar a ver antes de desmayarse fue a toda la manada de Miltank, corriendo frenéticamente hacia donde se encontraba la asustada Lucy.



    En ese punto de su recuerdo, Rainbow no pudo seguir aguantando, y empezó a llorar abundantemente.

    —¡Yo la maté! —exclamó estallando en lágrimas.

    Los granjeros se desconcertaron al oír eso.

    —¡Fue mi culpa que muriera! —continuó— No puedo seguir ocultándoselos.

    Los granjeros empezaron a incomodarse mucho con eso.

    —¡No digas tonterías! —contestó el granjero enojado— Fueron los pokémon los que enloquecieron, la manada de Miltank fue la que… —se detuvo, pues la tristeza le impidió completar la frase.

    —Tú tuviste suerte de salir vivo —continuó la mujer también a punto de llorar a causa de esos recuerdos—, ¡Por favor! No sigas recordando eso…

    —¡No es verdad! —interrumpió Rainbow poniéndose bruscamente de pie, sin poder contener sus lágrimas— Tienen que saber la verdad… yo la convencí de que me ayudara, yo la involucré… intenté cambiar los tipos de los pokémon usando mi Viridian mind… pero fui un tonto al no considerar que todo podría salirse de control… yo los hice enloquecer… no la salvé a tiempo… todo fue mi culpa…

    En ese momento, los granjeros no sabían qué decir. Ninguno comprendía en realidad a qué se refería con lo del Viridian mind, ya que ellos no lo conocían, solo sabían que Rainbow se sentía responsable por ello, lo cual les hizo sentir mal de que estuviera cargando con la culpa.

    —Pero ¿saben qué? —continuó Rainbow, solo un poco más calmado, pero aún sozollando intranquilamente— Su muerte no será en vano… se los prometo…

    En ese momento, sacó una libreta de su mochila, la abrió en una página y se la mostró a los granjeros. Éstos la miraron desconcertados.

    —¡Lucy no murió en vano! —continuó Rainbow más exaltado, pero extrañamente, adoptando una actitud poco a poco más orgullosa— ¡Ella vivirá por siempre aquí!... Este, señores, es el método desarrollado y perfeccionado para lograr el cambio de tipo de pokémon usando el Viridian mind… no más efectos secundarios ni pérdida de control, he aprendido a controlar mi Viridian mind mucho más, y ahora ya no hay manera de que salga mal… ¡es el Entrenamiento Especial de Lucy! —exclamó orgulloso todavía con lágrimas en los ojos— Gracias a ella, todos mis pokémon podrán ser definitivos, parte de ella vivirá en todos ustedes —dijo dirigiéndose a sus pokémon en su cinturón X, los cuales estaban conmovidos por todo eso.

    Después de ese discurso, todo quedó de nuevo en el silencio. Ninguno de los granjeros podía pensar en nada por la confusión.

    Y llega un momento en el que, cuando no hay nada más que decir, lo único razonable es alejarse de ahí. Eso fue lo que hizo Rainbow, sin decir ni una sola palabra más, salió de la casa y de la granja, dejando a los dos granjeros tristes por el recuerdo, y desconcertados por tan extraña confesión de Rainbow.


    Rainbow se alejó de esa granja lo más rápido que pudo aún con lágrimas en los ojos, y durante un largo trayecto a través de la ruta 39 no dijo ni una sola palabra. Sus pokémon entendían la situación, por lo que vieron que sería mejor solo dejar a su entrenador en paz.

    Después de algunas horas de caminata, Rainbow estaba más calmado y tranquilo. Se detuvieron a la orilla del camino para comer algo, luego de eso, cayó la tarde y solo permanecieron observando el cielo naranja en silencio.

    Viendo sus pokémon que su entrenador estaba verdaderamente afectado, discutieron qué debían hacer. Algunos solo decían que había que dejarlo en paz, pero otros preferían recordarle quién era, el entrenador definitivo, quién no podía darse el lujo de quedarse lamentándose algo que no puede cambiar, y seguir con su vida y entrenamiento.

    Viendo que no se ponían de acuerdo, Flaffy decidió tomar la iniciativa, agarró la libreta que había mostrado hace rato de su mochila, y caminó hacia su entrenador. Antes de que se diera cuenta, Rainbow tenía en el regazo su libreta, abierta en la misma página que hace rato, y a su lado, Flaffy lo encaraba seriamente.

    Viendo Rainbow las buenas intenciones de sus pokémon, sonrió levemente y le acarició la cabeza.

    —Creo que tienen razón —dijo tranquilamente mientras se ponía de pie y se acercó al resto—, es verdad que fue mi culpa... pero escuchen bien —se dirigió a todos—, mientras sea el entrenador definitivo, y ustedes los pokémon definitivos, parte de Lucy vivirá en nosotros por siempre, y eso no nos abandonará —dijo cada vez más animado, y sus pokémon también lo hicieron.

    De ese modo, se acercó a la orilla del camino, y observó la puesta de sol con la frente en alto. Unas cuantas lágrimas recorrieron su rostro por última vez.

    —Gracias Lucy, sin ti no hubiera llegado a ser el entrenador definitivo —finalizó observando el ocaso, en el cual vislumbró por última vez, la imagen sonriente de la pequeña Lucy.


    Continuará...
     
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    Cubo bloody knight

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    este hola, excelente capitulo, Rainbow muestra un lado de el que nuca crei ver, un lado que siente dolor, y sufre y por primera vez se lo comunica a otra persona y que todo su entrenamiento se lo dedica a Lucy.... Un error de el, un error que no previo, pero asi son las cosas siempre buscamos el bien pero a veces las cosas no salen como queremos.... Errores, errores creo que el unico que vi fue que te comiste una palabra, no recuerdo cual era, pero nada mas excelente sigue asi....
     
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    Paralelo

    Paralelo Viajero dimensional

    Virgo
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    Pokémon Rainbow: Johto.
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    Capítulo 31: El faro de ciudad Olivo.
    “Al menos logré quitarle un poco el dolor"
    Rainbow





    Unos pocos días después ya habían llegado a ciudad Olivo. Las lágrimas ya eran cosa del pasado, no tenía sentido seguir lamentándose por nada, así que una vez más Rainbow se encontraba caminando arrogantemente, como era su estado normal.

    —Esta ciudad se siente bastante tranquila —dijo deteniéndose a la entrada de la misma, y por un momento se quedó a sentir la suave brisa marina en su cara.

    En efecto, ciudad Olivo era una ciudad tranquila, la población eran en su mayoría pescadores y marineros que no se salían de su rutina. Además era el puerto más importante de la región de Johto, y también era famosa por su enorme faro, uno de los más antiguos de la región.

    —Bueno, bueno —interrumpió Rainbow su calma—, no es momento de perder el tiempo, hay un líder que humillar —añadió engreídamente ingresando a la ciudad.

    Afortunadamente, el gimnasio no se encontraba demasiado lejos, y Rainbow, con su típico aire de superioridad, se dispuso a entrar como mejor sabía hacerlo.

    —¡Ya llegué! —gritó fuertemente al abrir las puertas de una patada— Este gimnasio tiene cita para una barrida de suelo con el líder —continuó insolentemente—, llego temprano porque me encanta este trabajo…

    Pero se dio cuenta de que se encontraba delante de una niñita, y se detuvo en seco. Esta niña lo miró desconcertada.

    —¿Tú eres la líder del gimnasio? —preguntó Rainbow intrigado.

    Ésta negó tímidamente.

    —La líder Jasmine se encuentra en el faro —contestó—, me dijo que me quedara por si venían entrenadores para que la esperen…

    —¿Esperar? —interrumpió Rainbow fastidiado— No me voy a quedar esperando como idiota —y empezó a alejarse apresuradamente de ahí—, al menos esta vez sé dónde se encuentra.

    Y se fue dejando a la niña consternada por su actitud tan impaciente.


    Sin perder el tiempo, Rainbow se dirigió hacia el enorme faro, que podía verse desde cualquier lugar de la ciudad. A pesar de que se encontraba impaciente por luchar, conforme fue caminando y observando la tranquilidad en la que vivían los demás habitantes, se fue calmando poco a poco. Observó a la gente sonriente comprando productos que el mar proveía, a algunos niños que jugaban tranquilamente con sus pokémon, a los pescadores que se iban y volvían del puerto. Una parte de él sintió ganas de poder vivir así algún día, sin preocupaciones ni necesidad de estar viajando tanto, sino vivir una vida tranquila.

    Pero ese día aún estaba lejos de llegar para él, pues al ser el entrenador definitivo no podía darse ese lujo. Así que continuó su camino hacia el faro decididamente.


    No mucho rato después llegaron a los pies del faro, el cual se alzaba imponentemente sobre el mar y la cabeza de Rainbow. Éste dio un rápido vistazo hacia la cima, y se preguntó qué podría haber de interesante en ese faro para una líder de gimnasio. Solo por si las dudas, sacó a Ladyba y a Tyrogue para que le hicieran compañía.

    A pesar de que Ledyba ya había avanzado mucho en su entrenamiento, así como Tyrogue, su temperamento inseguro le hacía sentir algo de miedo cada vez que la sacaban para eso.

    —No te preocupes, Ledyba —la tranquilizó Rainbow—, es solo un faro, no creo que haya nada interesante aquí —y diciendo eso, entraron como si nada.


    No pasó mucho tiempo antes de que se dieran cuenta de su error, pues nada más al entrar se encontraron con varios entrenadores liberando batallas entre ellos, el faro no era solo eso, sino también un sitio de entrenamiento pokémon.

    —Ya llegó un nuevo entrenador —dijo un Caballero al darse cuenta de Rainbow.

    Rainbow trató de seguir su camino indiferentemente.

    —No tengo ganas de combatir con nadie más hoy —contestó fríamente—, solo me interesa encontrar a la líder Jasmine.

    —¿La líder Jasmine? —preguntó interesado el Caballero— ¿Crees que eres capaz de enfrentarte a ella?

    Rainbow se detuvo de repente, y lo miró con una sonrisa maliciosa.

    —Puedo contra cualquier líder —contestó presumido.

    El Caballero no se inmutó.

    —Pues deberías saber que a ella la conocen como “la chica de acero” —contestó maliciosamente—, nadie es capaz de superar su increíble defensa.

    Rainbow lo miró seriamente por un momento, pero inmediatamente siguió su camino sin decir una sola palabra.

    —Irse groseramente sin despedirse —comentó el Caballero en voz baja—… eso no está bien, hay que enseñarle modales —y entonces sacó su pokeball, de la cual salió un Noctowl—… ¡Ataque ala! —ordenó.

    El pokémon volador se dirigió rápidamente hacia Rainbow, pero antes de poder atacarlo, recibió una Megapatada de Tyrogue sin siquiera darse cuenta. El ataque fue tan fuerte que quedó debilitado.

    —¿Qué? —exclamó el Caballero al ver que había perdido tan pronto.

    Rainbow se detuvo y lo volteó a mirar con más seriedad.

    —¿No sabes que es de cobardes atacar por la espalda? —preguntó seriamente, luego siguió su camino hacia el siguiente piso como si nada, dejando al confundido Caballero.


    De esa manera Rainbow siguió subiendo los pisos poco a poco, sin embargo, para su fastidio, siempre había alguien que quería retarlo.

    —¡Fearow, Pico taladro! —ordenó un ornitólogo que había retado a Rainbow.

    Esta vez era el turno de Ledyba, y al sentirse intimidada por el imponente pokémon volador, solo se mantenía a raya con sus ataques.

    —No tengas miedo de atacar —le tranquilizaba Rainbow hablándole directamente a su mente con el Viridian mind—, tú eres más fuerte que él, haz lo que has aprendido.

    Con un poco más de valor, aunque todavía bastante inquieta, se dispuso a atacar al rival.

    El Fearow volvió a atacar con Pico taladro, pero antes de poder tocar a Ledyba ésta usó un ataque combinado de Supersónico y Zumbido, el efecto dejó al enemigo confundido y muy débil para atacar, así que Ledyba lo remató con un simple placaje.

    Luego de eso, fastidiado, siguió su camino ignorando por completo al Ornitólogo que acababa de vencer.



    Así sucedió durante todos los pisos, Tyrogue y Ledyba se encargaban de todos los entrenadores que no aceptaran un no como respuesta, y Rainbow estaba empezando a hartarse de todo eso.

    —No creí que el camino fuera tan largo —comentó a sus pokémon cuando se encontraba en el penúltimo piso—, menos mal que ya estamos a punto de llegar.

    Y diciendo eso llegaron a la cima del faro. Nada más al llegar a la cabina del faro, se dieron cuenta de que ahí se encontraba una chica con coletas hacia arriba, cuidando muy preocupada a un Ampharos.

    —Tú debes ser Jasmine —dijo arrogantemente entrando completamente al lugar—, en tu gimnasio me dijeron que te encontraría aquí…

    —Lo siento, ahora no estoy para batallas —se apresuró a contestar muy preocupada—, mi Ampharos está muy enfermo desde hace unos días, y no ha mejorado nada, y de esa manera el faro no puede funcionar, por lo que se hace peligroso estar en el mar por la noche.

    Rainbow observó al pokémon eléctrico, y verdaderamente vio que se encontraba muy mal, el pobre pokémon permanecía acostado temblando, casi inconsciente. Esto le hizo sentirse mal por él al verlo así, pues no le gustaba ver pokémon sufriendo de esa manera, y de repente, cambió su actitud de arrogante e impaciente a una mucho más servicial.

    —No te preocupes —dijo en un tono inusualmente amigable—, yo me encargaré.

    Y se dirigió rápidamente hacia él ante la mirada intrigada de Jasmine.

    Lo que planeaba hacer era usar su Viridian mind para curarlo rápidamente, pero en el momento en que puso sus manos sobre él, recordó que no podía dejar que vieran su Viridian mind curando a un pokémon, pues ante todo quería que sus habilidades permanecieran secretas para la gente en general.

    Esto creó un conflicto interno en él, por un lado, no podía dejar que la líder de gimnasio de esa ciudad se diera cuenta de esa habilidad suya, pero por el otro lado, no podía dejar a ese Ampharos ahí sufriendo.

    —¿Qué estás haciendo? —preguntó Jasmine de repente, al ver que Rainbow se quedaba inmóvil y sin decir nada.

    —¿Ah? —reaccionó Rainbow— Este… nada, solo lo revisaba un poco —contestó tratando de excusarse de una manera algo ridícula, pero mientras lo hacía, colocó discretamente su mano izquierda en el cuerpo del Ampharos, y comenzó a curarlo un poco, al menos para quitarle algo del dolor, pues ya que en esa situación no podía concentrarse lo suficiente, no podría curarlo por completo de esa manera.

    —¿A qué te referías con que te encargarías de él? —preguntó Jasmina algo confundida— Todos los doctores de la ciudad la han visto y no han podido hacerlo… ¿eres acaso algún tipo de doctor? —preguntó con cierta esperanza.

    —Este… no —contestó Rainbow con algo de pena por su actitud tan esperanzada en él—, solo soy el entrenador definitivo… pero eso no importa, me refería a que si puedo hacer algo para que tu Ampharos se cure, pues yo puedo ayudarte en lo que sea —ofreció amablemente.

    Jasmine aún se sentía algo confundida por su aparición tan repentina, pero se sintió feliz de que al menos estuviera dispuesto a ayudar a su pokémon.

    —Ahora que lo mencionas —dijo recordando—, sí hay algo en lo que nos puedes ayudar.

    —¿Cómo? —preguntó Rainbow interesado.

    —No muy lejos de aquí, al otro lado del mar, hay una isla en la que se encuentra ciudad Orquídea —respondió con seriedad—, dicen que en ese lugar hay una farmacia en la que fabrican una especie de “poción secreta”, la cual puede curar cualquier enfermedad de un pokémon.

    —Ya veo —continuó Rainbow—, quieres que vaya a esa ciudad y traiga esa medicina.

    Jasmine asintió humildemente.

    —No tengo a nadie más que me ayude en eso, y no puedo dejar mis responsabilidades del gimnasio —contestó apenada.

    —Pues no te preocupes —continuó Rainbow amigablemente—, yo iré y traeré esa poción para tu pokémon.

    Jasmine lo miró agradecida.

    —Muchas gracias —dijo sinceramente—, te estaré muy agradecida.

    Rainbow le devolvió la mirada, y de inmediato empezó a irse.

    —Trataré de regresar muy pronto —se despidió bajando las escaleras.

    —Espera un minuto —se apresuró a decir Jasmine al darse cuenta de que ni siquiera había preguntado su nombre, pero ya era tarde, pues Rainbow ya se había alejado mucho—… me pareció oír que ¿dijo que era el entrenador definitivo? —recordó algo desconcertada.


    No mucho después, Rainbow ya se encontraba fuera del faro, y solamente al salir observó tranquilamente el mar de nuevo, al fondo el sol se estaba poniendo.

    —¿Creen que debí simplemente haber curado a ese pokémon? —preguntó a sus compañeros sintiéndose algo culpable.

    A la mayoría le parecía que fue mejor que nadie se enterara de esa habilidad que tenía con el Viridian mind, pero también les pareció bueno que se preocupara por ayudar a ese Ampharos.

    —Al menos logré quitarle un poco el dolor —dijo un poco más calmado—, supongo que lo menos que podría hacer entonces es ir a por esa poción.

    Y diciendo eso, se encaminó hacia el centro pokémon a pasar la noche, y al día siguiente se dirigirían hacia el oeste de la ciudad para tomar la ruta marítima 40.


    Continuará...
     
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    Capítulo 32: El lunes, ruta 40.
    “Ya estás a salvo"
    Rainbow





    Al día siguiente, un lunes, observaron la salida del sol como siempre, el cual salió desde detrás de las montañas del este.

    —Habría sido genial poder ver el sol saliendo del otro lado del horizonte del mar —comentó lamentándose un poco de que el puerto de ciudad Olivo mirara hacia el sur, por consiguiente no podía ver el amanecer salir del mar.

    Apenas hubo terminado de salir del sol todos volvieron a su comportamiento normal, y se dirigieron lentamente hacia el oeste, donde comenzaba la ruta marítima.


    Conforme caminaba, vio como la vida de la ciudad comenzaba a surgir lentamente. Los pescadores se preparaban a hacerse al mar, los mercados se abrían y la gente comenzaba a comprar. Una vez más, Rainbow sintió el deseo de algún día establecerse en un lugar pacífico como ese, pero de momento no podía perder el tiempo pensando en esas cosas.

    A pesar de lo temprano de la hora, la playa de la ruta 40 ya tenía a una cantidad considerable de gente, muchos de los cuales se divertían bañándose en el mar. Fue en ese momento cuando Rainbow se dio cuenta de que tenía un problema.

    —¿Ahora cómo se supone que voy a llegar a ciudad Orquídea? —exclamó al recordar que aún ninguno de sus pokémon podía ser capaz de llevarlo con Surf o con Vuelo.

    A pesar de que su entrenamiento iba bastante bien, en ese momento sintió que, tal vez, había estado retrasando demasiado las evoluciones de sus pokémon, por lo que su pokémon de tipo agua, Croconaw, todavía era muy pequeño y débil para nadar con él encima durante mucho tiempo.

    Pensó por un momento usar a alguno de sus pokémon que pudiera usar Vuelo, pero esa idea no le pareció del todo satisfactoria, pues él tenía siempre la costumbre de recorrer todas las rutas a pie o nadando, dejando el Vuelo para circunstancias especiales.

    —Pues ni modos —dijo de mala gana—, saben que no me gusta mucho Volar, pero en estas circunstancias me temo que no hay otra alternativa.

    En ese momento sacó a Noctowl, el que era capaz de llevarlo volando más tiempo, y estaban a punto de irse volando cuando se escuchó una conmoción en otro lado de la playa, el inconfundible sonido de motos acuáticas empezó a oírse estridentemente.

    —¿Y ahora qué sucede? —exclamó algo irritado, pues la experiencia le decía que cuando sucedían conmociones tan repentinas y violentas, iba a ser hora de barrer el suelo con alguien.

    Al darse vuelta pudo ver que sus sospechas eran reales. En una parte de la playa, algo lejana a donde él se encontraba, unos ruidosos sujetos empezaron a bajarse ruidosamente de sus motos acuáticas, y empezaron a causar alboroto entre los jóvenes.

    Aquel grupo de jóvenes delincuentes empezó a acosar a una chica, la cual aparentaba ser algo mayor que Rainbow, sin embargo no se dejaba intimidar por ellos valerosamente.

    —Miren qué linda chica tenemos aquí —dijo uno de ellos maliciosamente.

    —¿Por qué no vienes con nosotros a dar una vuelta por el mar? —preguntó otro acercándose a ella.

    La chica no se mostró intimidada, sino que se les enfrentó valientemente.

    —¡Váyanse de una vez de esta playa! Aquí no queremos a los delincuentes —respondió desafiantemente—, creen que pueden intimidarnos y hacer todo lo que quieran, pero no se los permitiremos.

    Los delincuentes rieron fuertemente, e inmediatamente la tomaron por la fuerza, inmovilizando sus brazos.

    —¿Pero qué hacen? ¡Suéltenme ahora! —exclamó enojada.

    —No te pongas tan ruda, linda —le dijo al oído a la chica que trataba de zafarse—, solo nos queremos divertir un poco.

    La chica empezó a tener algo de miedo, pero trató de mantenerse con espíritu firme.


    Alrededor de la playa, todos murmuraban y observaban lo que pasaba, pero nadie se atrevía a hacer nada, ni siquiera se atrevían a sacar a sus pokémon para ayudar a la chica.

    Rainbow observaba como todo el mundo en la playa solo intentaba ignorar lo que pasaba, sin que nadie más tuviera el valor de enfrentarlos. Bajó la cabeza, cerró los ojos, y sintió de nuevo a su lado empático, diciéndole que no se quedara ahí.

    —Estoy rodeado de inútiles —murmuró enojado mientras se echaba a andar en dirección a ellos, con Noctowl siguiéndolo desde atrás.



    —Ya no te resistas —siguieron diciéndole a la chica que luchaba por zafarse—, vamos a ir a una isla secreta a divertirnos —añadió malévolamente, la chica trago saliva.

    —Disculpen, caballeros —escucharon una educada voz detrás de ellos.

    Al voltear, vieron al joven entrenador de gorra negra, y un raro cinturón con forma de X cruzándole el tronco. Al verlo, a la chica le pareció que sabía quién era.

    —Por favor, dejen en paz a la chica —continuó con voz amable, pero con la mirada bastante severa—, y también dejar esta playa en paz.

    Los delincuentes por un momento se sorprendieron por esa presentación tan extraña, y de inmediato se echaron a reír.

    —No nos molestes, niño —dijo uno rudamente—, vete a jugar por ahí como buen niño.

    Diciendo eso, volvieron a centrar su atención en la chica. Al oír aquellas palabras, la sonrisa macabra de Rainbow empezó a salir poco a poco.

    —Se los repetiré —dijo con voz severa—, déjenla en paz, y váyanse de aquí.

    Esta vez a los delincuentes se les acabó la paciencia, y caminaron hasta Rainbow amenazadoramente mientras uno seguía sujetando a la chica.

    —¿Eres nuevo por aquí, verdad? —preguntó uno de ellos sonriendo maliciosamente— En ese caso, tal vez no sepas quienes somos.

    En ese momento sacaron a varios pokémon de tipo agua, Lapras, Dewgong y Lanturn, los cuales se veían tan amenazantes como sus entrenadores.

    —Nosotros somos la banda Hidrobomba —continuó otro orgullosamente.

    —Somos los dueños de todo el mar que ves y también de esta playa —dijo otro aún más orgulloso.

    Rainbow los seguía mirando con desprecio mientras hablaban.

    —Y ningún niño nos va a venir a decir qué hacer —finalizó el que parecía ser el líder.

    —¡Hidrobomba! —ordenaron los tres al mismo tiempo a sus pokémon.

    El triple ataque tomó por sorpresa a Rainbow y a Noctowl, los cuales no tuvieron tiempo de hacer nada y salieron disparados por los poderosos chorros de agua. La gente que observaba todo no pudo evitar exclamar de preocupación al ver cómo el chico recibía esos ataques.

    Cuando todo pasó, Rainbow y Noctowl quedaron algo noqueados, pero aún así pudieron levantar la cabeza poco a poco mientras los delincuentes reían efusivamente.

    —Es increíble que aún sigan vivos —exclamó uno riéndose.

    —Nadia había logrado resistir antes nuestro ataque combinado de tres Hidrobombas —se jactó otro.

    —Pero bueno —continuó el líder volviéndose hacia la chica, que aún estaba siendo fuertemente sujetada por otro—, no tenemos tiempo para quedarnos a jugar, tenemos que ir a divertirnos a un lugar más privado.

    La chica tragó saliva nerviosa, y en seguida fue subida a la fuerza a la moto acuática del líder, éste se subió con ella.

    —¡Vámonos de aquí! —ordenó, y de inmediato los motores de las lanchas empezaron a sonar, alejándose rápidamente.


    Rainbow se levantó poco a poco, y los vio irse por la ruta 40. Los miró con bastante furia, no solo porque ese ataque lo había tomado por sorpresa, sino porque se encontraba auténticamente preocupado por la chica.

    —Así que quieren guerra —dijo malévolamente en voz baja—, en ese caso… ¡Les voy a dar guerra! —exclamó con voz potente.

    En seguida salió corriendo hacia el mar y saltó sobre él, pero antes de caer al mar, Noctowl lo sujetó con sus garras, y empezaron a perseguirlos rápidamente volando sobre el mar.

    —¿Ya viste? —preguntó uno al líder al ver que Rainbow se acercaba a ellos volando— Ese niño es insistente.

    El líder sonrió.

    —Pues si el niño quiere jugar —respondió malvadamente—, sería descortés no jugar con él.

    Los otros sonrieron al entender lo que quería decir, la chica empezó a preocuparse de nuevo por él.

    En ese momento, volvieron a sacar a sus pokémon, los cuales empezaron a nadar paralelamente a ellos.

    —¡Hidrobomba! —ordenaron los tres.

    El ataque salió disparado hacia Rainbow, pero esta vez no les fue difícil esquivarlos.

    —Parece que el niño ya aprendió —dijo uno maliciosamente al ver que sus ataques no le daban.

    —En ese caso —continuó el líder—, habrá que aumentar la dificultad.

    —¡Ocúltense debajo del agua! —ordenaron entonces.

    Los tres pokémon en ese momento se sumergieron, de manera que Rainbow ya no podía verlos desde el aire, lo que le desconcertó un poco.

    En eso, un ataque de Hidrobomba surgió desde abajo del agua, y lo esquivaron con algo de dificultad. Pero entonces otro atacó del mismo modo, y luego el otro. De esa manera, los pokémon acuáticos empezaron a atacarlo desde debajo del agua, haciendo más difícil poder eludirlos al no poder ver desde dónde venían.

    —Con eso será suficiente —se rió el líder, junto con los otros. La chica intentaba ver de reojo lo que sucedía.


    Mientras tanto, Rainbow trataba de concentrarse, pues con su Viridian mind podía sentir dónde se encontraban los pokémon para preparar su contra ataque. Se dio cuenta de que los tres se movían de manera que quedaran lo más abajo posible de él, de modo que si él se alejaba del chorro de agua anterior, el pokémon también, y además de que, al tratarse de Hidrobombas, tenían que andar alternándose entre los tres para poder efectuar los ataque tan rápido como lo hacían. De ese modo ideo un plan para deshacerse de los tres al mismo tiempo.

    Al siguiente ataque que llegó desde abajo, Rainbow no se alejó mucho de él, sino que permaneció a lado de la columna de agua que salía violentamente, teniendo mucho cuidado de no quedar atrapado en ella. Entonces la siguiente Hidrobomba vino casi del mismo lugar, señal de que ambos pokémon se encontraba juntos debajo del agua. Y al esquivar ésta, otra surgió también casi del mismo punto, lo que le indicaba que los tres pokémon se encontraban juntos.

    Ese fue el momento de atacar. Inmediatamente sacó a Croconaw, el cual de inmediato usó Hidrobomba combinado con Escaldar justo en el lugar de donde había salido el último ataque.

    El entrenamiento de Croconaw había hecho que su Hidrobomba fuera cuatro veces más fuerte de lo normal, y combinado con el efecto de Escaldar, los pokémon que se encontraba bajo el agua no pudieron resistir el ataque, saliendo a flote debilitados.

    El contraataque fue tan rápido que Croconaw ni siquiera llegó a tocar el agua, sino que fue regresado a su pokeball antes de caer al mar.

    —¡No puede ser! —exclamó uno al ver que Rainbow aún seguía tras ellos, y que sus pokémon ya habían sido derrotados.

    Esto empezó a preocupar al jefe, pues no podía creer que un niñito les estuviera alcanzando de esa manera. La chica pareció un poco más optimista.

    —¿Qué vamos a hacer si nos alcanza? —preguntó otro con algo de preocupación— No hemos traído a otros pokémon.

    El jefe entonces sonrió malvadamente.

    —Yo sí lo hice —dijo sacando otras dos pokeball y sacando a los pokémon que contenían al agua.

    En ese instante aparecieron dos enormes Gyarados sobre el mar, los cuales empezaron a atacar a Rainbow con todo tipo de ataques mientras éste los esquivaba sin dejar de avanzar.

    —¿Qué pasará si logra pasarlos? —preguntó muy preocupado uno de los delincuentes.

    —No lo hará —contestó el jefe con seguridad—, ¡Usen Ciclón! —ordenó.

    Ambos Gyarados en ese momento generaron dos potentes Ciclones que se mezclaron en uno solo muy grande, del cual Rainbow y Noctowl no pudieron escapar.

    La intensidad del viento amenazaba peligrosamente con arrojarlos lejos sin control, pues Noctowl en ese estado no podía maniobrar bien y había riesgo de perder la estabilidad y caer al mar.

    Manteniendo la calma, Rainbow sujetó las pokeballs de Natu y Golbat, y los miró desde afuera.

    —Creo que ya es hora, chicos —les dijo sonrientemente con algo de dificultad a causa de la violenta ventisca, éstos lo miraron desde adentro con decisión.

    Los tres empezaron a concentrarse, pues sabían que no iba a ser fácil ir en contra de ese Ciclón.

    —¿Listos? —preguntó en voz alta, ellos le asintieron con confianza— ¡Entonces vayan!

    En ese momento los envió, y justo mientras salían de las pokeballs evolucionaron en Xatu y Crobat respectivamente. Con sus nuevos cuerpos y fuerzas, se abrieron pasó a través de las furiosas ráfagas de viento del Ciclón, hasta atacar a los dos Gyarados con Ala de acero.

    —¡¿Qué?! —exclamó el líder al ver cómo sus dos Gyarados caían al mar debilitados, y cómo Rainbow los seguía sonriendo maliciosamente mientras su Xatu y Crobat volaban cada uno a cada lado de él.

    Al verlo, la chica se alegró.

    —¡Aceleren! —ordenó el jefe ya con bastante miedo.

    Sin embargo, todos sus esfuerzos por huir fueron inútiles, pues a penas Rainbow llegó justo encima de ellos, Xatu levantó a los delincuentes con sus poderes psíquicos, Crobat capturó al líder, y Rainbow le tendió la mano amablemente a la chica, ésta lo miró a los ojos.

    —Ya estás a salvo —le dijo dulcemente.

    La chica lo miró algo sonrojada, pues en verdad estaba impresionada del valor que tuvo al ir a rescatarla, y con la sorprendente habilidad con la que superó a esa pandilla.

    —Gracias —le contestó con algo de vergüenza apartando la mirada, pero tratando de mantener una actitud tranquila.

    Entonces tomó su mano, y Rainbow la cargó firmemente pasando su brazo derecho debajo de sus piernas y el izquierdo detrás de su espalda, como el de alguien que carga cuidadosamente a una princesa. En esta posición, la chica miró a su sonriente rescatador, el cual ahora tenía una actitud serena y alegre, y no pudo evitar sentirse completamente cautivada.

    De esa manera volvieron a la playa, con Xatu llevándoselos levitando, Crobat llevando al líder entre sus garras, y Ranbow, llevado por Noctowl, cargando dulcemente a la chica. Las motos acuáticas, al no tener a nadie que las manejara, siguieron su camino hacia el mar hasta perderse en el horizonte.



    Cuando regresaron a la playa la policía ya los estaba esperando, alguien les había informado acerca de la chica que había sido secuestrada, y todos vieron con alegría como toda la peligrosa pandilla ahora se encontraba indefensa. Fueron arrestados y llevados a la cárcel de inmediato.

    Todos estaban felicitando a Rainbow por su hazaña, pues ya hace mucho tiempo que querían liberarse de esos bandidos, pero su actitud era más bien reacia, y lo único que quería era seguir su camino.

    Cuando todo se hubo calmado y la gente empezó a dejarlo en paz, decidió que ya no era necesario seguir ahí. Así que sacó a Xatu y se preparó para volar.

    —¡Oye! —se apresuró a decir una voz antes de despegar.

    Se dio vuelta, y vio que era la chica que había salvado, la cual lo veía algo sonrojada, pero con actitud tranquila un poco forzada. Debido a que era algo mayor, era un poquito más alta que Rainbow, y éste le sonrió amablemente.

    —Ah, eres tú —le dijo amigablemente bajándose de Xatu para hablar con ella apropiadamente—, ¿ya te encuentras mejor?

    Ella miró hacia el suelo con timidez, jugando nerviosamente con las manos.

    —Solo quería agradecerte de nuevo —dijo sin mirarlo a los ojos—, en serio fuiste muy valiente, fuiste el único que se arriesgó cuando nadie más quiso ayudarme.

    —No fue nada —contestó Rainbow siempre sonriéndole—, se puede decir que estoy acostumbrado.

    Entonces ella lo miró a los ojos, y tratando de mantenerse tranquila le sonrió.

    —Mi nombre es Luna —se presentó formalmente—… y tal vez esto te resulte familiar pero… a mí me gusta venir aquí los Lunes… —dijo mirándolo con más confianza.

    Al oír eso, Rainbow se sorprendió un poco, pues no esperaba encontrar a otro de esos hermanos en ese lugar.

    —Entonces… eres una de esos hermanos —dijo aún sin salir de su asombro.

    Luna asintió tímidamente.

    —Ellos me hablaron de ti… Rainbow, el entrenador definitivo —le dijo con más seguridad.

    Estas palabras sorprendieron un poco a Rainbow, pues no esperaba que esos hermanos se lo tomaran tan en serio como para recordarlo.

    —Con una gorra negra —prosiguió Luna—, un raro cinturón en forma de X, actitud irreverente y arrogante, pero muy valiente, inteligente, amable… y al fin de cuentas… un gran chico —añadió aproximándose suavemente a él sonrojada, pero con seguridad.

    En ese momento, ella colocó suavemente sus manos sobre sus hombros y lo miró fijamente a los ojos con una tímida sonrisa y cara un poco sonrojada. Un escalofrío recorrió la espalda de Rainbow al verla así. De repente, Luna cerró los ojos, y lentamente, empezó a acercar sus labios hacia él.

    Rainbow se sobresaltó por dentro, pero su cuerpo estaba completamente paralizado, como si hubieran usado algún ataque paralizante en él. Cerró fuertemente los ojos entonces.

    Pero justo antes de que los labios de Luna se juntaran con Rainbow, éste desapareció repentinamente. Al darse cuenta Luna, se sorprendió, pero de inmediato se dio cuenta de que se encontraba a cierta distancia de ella, justo a la orilla del mar y mirando hacia él.

    Lo que había pasado era que, aterrado por esa situación, Rainbow le había ordenado a alguno de sus pokémon que lo sacara de ahí con Teletransportación, y ahora se encontraba observando el mar agitadamente.

    —¿Rainbow? —dijo Luna algo preocupada.

    Éste no respondió, sino que de inmediato salió volando sobre Xatu hacia ciudad Orquídea sin siquiera despedirse o voltear a verla. Luna lo observó irse algo triste hasta que se perdió de vista.



    Un rato de vuelo después, se detuvieron en una pequeña isla que había en medio del mar. Rainbow aún estaba algo agitado por lo que estuvo a punto de suceder hace un rato, en parte porque nunca antes le había pasado algo como eso, y en parte porque, subconscientemente, estaba pensando en Aurora.

    Se quedó bastante rato pensando con respecto a eso muy preocupadamente.

    —¿Cómo es posible que a mis doce años ya esté pasando por esto? —se preguntó preocupado—… Bueno —prosiguió un poco más calmado—, entiendo que en este planeta es algo normal… pero a veces es demasiado.

    Se relajó un rato más viendo el mar. En ese momento su subconsciente estuvo pensando en Aurora, y en lo que estaría haciendo en ese momento, pero sobre todo, en qué habría pasado si ella hubiera sido aquella chica.

    Este último pensamiento lo asustó tanto que repentinamente hundió su cabeza en el agua del mar, y la dejó ahí varios segundos.

    Cuando la sacó, sacudió su cabeza violentamente de un lado al otro para secarse. Sus pokémon se le quedaron viendo raro.

    —Es que tenía calor —se justificó forzadamente, y en seguida volvió a una actitud más normal en él mientras se ponía de pie—… ¡Ja! Qué absurdez y atrevimiento de esa chica —dijo arrogantemente—, atreverse a tratar de besar al entrenador definitivo… ¡pero yo no tengo tiempo para tonterías ridículas como esa que solo la gente normal y estúpida vive!

    Entonces sacó a Crobat y se subió en él.

    —¡Dejémonos de tonterías y sigamos adelante! —finalizó exclamando exageradamente fuerte.

    De ese modo siguieron el camino sobre el mar, esperando a que simplemente todo eso se olvidara y nunca más tener que volver a recordarlo.


    Continuará...
     
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    Pokémon Rainbow: Johto.
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    Aventura
    Total de capítulos:
    61
     
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    ...Continuando


    Capítulo 33: Las islas Remolino.
    “Juntos han sobrevivido, juntos se han fortalecido, y juntos han evolucionado"
    Rainbow




    Toda la ruta marítima que comprendía las rutas 40 y 41 ofrecían un buen ambiente para entrenar en un medio ambiente acuático. A diferencia de su previa experiencia en Kanto, en aquella ocasión el camino era mucho más calmado y llevadero. En ese momento se habían instalado en un pequeño archipiélago conocido como las islas Remolino, debido a la gran cantidad de remolinos que las circundaban y dificultaban la navegación por esas zonas.

    El archipiélago se componía de cuatro islas principales, las cuales estaban conectadas entre sí por medio de túneles y cuevas subterráneas, pero en ese momento, Rainbow y su grupo permanecían en una de las playas de una de las islas, como siempre llevando a cabo su entrenamiento definitivo.

    —Creo que es suficiente por hoy, chicos —les dijo al ver que la tarde iba cayendo rápidamente, y el sol se ocultaba a lo lejos por el oeste, hacia la isla dónde se encontraba ciudad Orquídea—, mañana continuaremos un poco más.

    Los pokémon que se encontraban entrenando en ese momento salieron del agua, lo cual fue un alivio para Quilava, Sudowoodo y Phanpy, los tres con tipos débiles al agua.

    —Tranquilos, chicos —los animó Rainbow—, sé que es difícil, pero confíen en mí, dentro de poco se desenvolverán en el agua tan bien como lo hacen en tierra.

    Esas palabras de su entrenador los animaron un poco, después de todo, ya habían sido testigos de cómo sus compañeros habían poco a poco superado sus debilidades a lo largo de su entrenamiento.

    No mucho rato después, cayó la noche, y todo el mar se tornó oscuro, el viento húmedo refrescó todo a su paso, y agitó los cabellos de Rainbow, quien se había instalado a los pies de una gran roca para contemplar el mar antes de dormir. Las únicas luces que brillaban eran las de las estrellas en el cielo, y también el propio fuego de Quilava. Se había además instalado en una posición en la que no veía las luces lejanas de ciudad Orquídea, pues le parecían muy molestas y arruinaban la oscuridad natural del mar.

    Rainbow contemplaba aquel bello espectáculo de sombría oscuridad marina, se oían leves rumores de pokémon acuáticos que aún se movían bajo la superficie del mar, y eventualmente se les oía chapoteando en la superficie. Los ecos del ruido de las olas también eran llevados a todas partes por el viento.

    Era un verdadero ensueño estar en ese lugar, en un ambiente de total calma, donde lo único que podías hacer era meditar junto al mar mirando las estrellas, y Rainbow se encontraba sumergido en aquella ensoñación, justo lo que necesitaba para relajar su arrogante espíritu. Las palabras eran algo que sobraba en ese momento.

    Rainbow solo se relajaba ante aquel espectáculo natural, sin preocuparse de alguna otra cosa, y se dejó adormecer por el sonido de la brisa marina y el viento salado contra su rostro.



    Habían pasado algunas horas desde que todos habían caído dormidos, y todo se veía tan apacible como entonces, no había en kilómetros nada que indicara que hubiera alguna otra actividad humana en aquellas islas. Sin embargo, un extraño rumor despertó a Phanpy, pues le pareció haber escuchado algo así como un extraño ruido metálico, tan contrastante con todo el ambiente.

    Cuando abrió los ojos se dio cuenta de qué era, una extraña luz parecía emanar desde una de las otras islas cercanas. Al ver aquella luz, despertó inmediatamente a su colega Teddiursa, el cual también se sorprendió al ver aquella misteriosa luz.

    De ese modo despertaron a sus otros compañeros poco a poco, y al ver que la luz no desaparecía, decidieron que debían despertar a su entrenador.

    —¿Qué quieren? —respondió adormilado cuando sintió a sus pokémon tratando de despertarlo— Todavía está oscuro…¿eh? ¿Una luz en la isla? —exclamó al darse cuenta de lo que sus pokémon querían decir.

    En ese momento abrió los ojos, y vio extrañado como una luz resplandecía en la isla que se encontraba justamente en frente de ellos. Rainbow se levantó algo preocupado.

    —Eso sin duda es un pokémon usando Destello —analizó—, pero por aquí no hay pokémon que puedan aprender ese movimiento sin entrenamiento… Xatu —dijo después de pensar por un momento—, cambia tu habilidad a Vista lince, y muéstrame qué sucede ahí.

    Xatu obedeció, y gracias al entrenamiento que había recibido, no le fue difícil cambiar su habilidad por Vista lince, la cual le permitió alcanzar fácilmente aquella isla con la vista.

    En seguida Rainbow se acercó a él, y suavemente puso su mano sobre su cabeza, y de ese modo, usando su Viridian mind, pudo ver lo que Xatu veía. Efectivamente era un Girafarig usando destello, pero no estaba solo, sino que estaba con varias personas de aspecto familiar para Rainbow, de ropas azules y semblante malévolo. Entre esas personas pudo reconocer a una mujer con una máscara plateada cubriéndole medio rostro, la cual ya había visto en otro lugar hace mucho tiempo.

    —Así que están aquí —dijo Rainbow seriamente quitando la mano de Xatu—, sabía que eventualmente los encontraría de nuevo… ¿pero por qué aquí? —recordó cuando se enfrentó a Keane en la torre Hojalata.

    Caminó un poco mientras pensaba, miró hacia el suelo y hacia el mar, como tratando de ver a través de ellos.

    —Debajo de nuestros pies se encuentran varias cuevas submarinas —analizó seriamente—, llenas de pasadizos que conectan la una con la otra… ¿podrían estar buscando algo por ahí?

    En ese momento, Xatu lo alarmó para informarle que algo estaba sucediendo. Rainbow se acercó a él y puso su mano sobre su cabeza de nuevo, esta vez vieron que aquellos criminales se introducían al interior de la caverna junto con un extraño aparato, de manera que aquella luz dejó de ser visible desde afuera.

    Apenas pasó eso, Rainbow agarró su mochila y la puso en un lugar seguro entre las rocas.

    —Será mejor que vayamos a ver —dijo con seriedad mientras regresaba a todos sus pokémon a las pokeballs de su pecho, excepto a Crobat.

    Y a continuación voló sobre Crobat hasta la otra isla. Al llegar hasta ahí, guardó a Crobat, y empezó a seguirlos muy sigilosamente, cuidándose de que no lo descubrieran ni de perder la luz de los Destellos.

    Conforme los seguía a lo lejos, pudo oír sus voces murmurando cosas, pero casi no lograba comprender nada, solo le daba la impresión de que aquella máquina de tamaño mediano que cargaban parecía ser algo muy importante, y la líder constantemente regañaba a sus subordinados a causa de eso.

    Siguieron caminando hasta una enorme sala, en el centro de la cual fluía un río de agua oceánica, muchos violentos remolinos rugían furiosamente en algunas partes de aquel enorme lago de agua salada.

    —Parece que este lugar estará bien —dijo de repente la líder con voz potente.

    El resto empezó a instalar la máquina. Por su parte, Rainbow se escondía tras unas rocas observándolo todo cuidadosamente.

    —¿Falta mucho para poder comenzar? —preguntó enojada la mujer al ver que se tardaban tanto en ponerla a funcionar.

    —Es una máquina muy compleja de usar —se defendió el científico que aparentemente los ayudaba—, nunca nadie había intentado hacer algo como esto, así que es normal que se tome su tiempo.

    La líder aún parecía irritada, pero se mostró un poco comprensiva.

    —Está bien —contestó de mala gana—, pero para no perder tiempo, los demás, traigan pokémon para nuestro experimento.

    Ante esas palabras, los demás soldados se dispersaron por la cueva, capturando cuando pokémon salvaje encontraran.

    —¡Oye tú! —exclamó enojada la líder al ver que uno de ellos traía un Golbat— ¿Eres estúpido o qué?

    —¿Qué es lo que hice mal? —preguntó el soldado algo intimidado.

    —Para nuestros experimentos necesitamos pokémon que no hayan evolucionado nunca —contestó severamente— ¿para qué crees que es la máquina entonces?

    Una extraña idea recorrió la mente de Rainbow al oír eso, pues las palabras de aquella mujer le daban la idea de que el propósito de aquella máquina era la de forzar a los pokémon a evolucionar. En ese momento sintió que había llegado la hora de barrer el suelo con todos, como ya lo había hecho antes. Desafortunadamente, en ese momento sintió que unos fuertes brazos lo levantaban del suelo y dejaban sus brazos inmovilizados, era un Machamp, quien había descubierto a Rainbow mientras estaba distraído y lo logró sujetar antes de que pudiera sacar a algún pokémon.

    —¿Qué ocurre ahí? —preguntó la líder al oír el escándalo.

    En ese momento el Machamp salió de las rocas, con sus brazos superiores mantenía abiertos los brazos de Rainbow, mientras que con los inferiores lo inmovilizaba por la cintura, de manera que Rainbow nada tenía que hacer contra la fuerza de aquel pokémon.

    Al ver al chico, el rostro de la líder se iluminó, y fue rápidamente hacia él.

    —Vaya, vaya, vaya —dijo arrogantemente—, miren a quién tenemos aquí… ni más ni menos que aquel entrenador que nos arruinó todo en el pozo Slowpoke.

    Rainbow levantó la mirada, y miró maliciosamente su rostro medio oculto por la máscara plateada.

    —Cuanto tiempo, Chermaine —saludó severamente— ¿disfrutaste tu baño de agua dulce?... es que me temo que, dada nuestra localización, te tocará bañarte en el mar —añadió algo cínico.

    Chermaine comenzó a reír, así como los demás soldados que observaban todo.

    —¿En serio crees que estás en posición de hacer amenazas? —preguntó rudamente.

    El Machamp apretó un poco su cuerpo, haciendo que Rainbow sintiera algo de dolor.

    —Mientras siga siendo el entrenador definitivo, las amenazas las hago yo —contestó maliciosamente, aguantándose el dolor.

    —Ah, sí, es verdad, el famoso “entrenador definitivo” que venció a Keane en la torre Hojalata —continuó diciendo Chermaine paseándose de un lado al otro con arrogancia—, nos contaron todo lo que sucedió, el jefe estaba muy molesto… déjame decirte que solo tuviste suerte, Keane es valiente pero muy descuidado, en eso soy mejor yo… a propósito —dijo dirigiéndose hacia su cinturón de X—, ese cinturón en el que llevas a tus pokémon… es muy curioso.

    Entonces le desabrochó el cinturón, despojándolo de sus pokémon ante su mirada enojada.

    —Devuélvemelo —ordenó Rainbow en voz baja, pero enojado.

    —¿Devolverlo? —contestó Chermaine— Pero si es tan práctico… ¿dónde lo conseguiste?

    Rainbow bajó la mirada, mirando hacia el suelo sintiéndose impotente por no poder liberarse.

    —Bueno, sea como sea, tus pokémon y tu cinturón ahora son míos —dijo mientras despreocupadamente se puso el cinturón ella misma— ¡mírenme todos! Soy la entrenadora definitiva.

    Entonces volvió a reírse de sí misma, y los demás se rieron con ella, haciendo sentir a Rainbow tremendamente irritado, pero no dejaba su sonrisa malévola, tratando de aparentar que aún tenía el control.

    En ese momento, la máquina empezó a sonar.

    —La máquina ya está calibrada —anunció el científico.

    —¡Perfecto! —exclamó Chermaine— Antes de despedirnos de nuestro invitado, vamos a darle el honor que vea qué es lo que esta máquina puede hacer… ¡Traigan a un pokémon!

    En ese momento, uno de los soldados puso en frente de la máquina a un indefenso Seel, el cual pese a sus forcejeos, fue metido a la fuerza en una especie de caja de cristal que había justo en frente de la máquina. El Machamp se acercó a ella con Rainbow en sus brazos.

    —Ahora verás de lo que somos capaces —le dijo Chermaine severamente—, ¡Que comience la transformación!

    Apenas dio la orden, la máquina empezó a emitir una especie de ondas de radio que se dirigieron hacia el pobre pokémon en aquella caja. El pokémon empezó a retorcerse de dolor, y con sorpresa, Rainbow vio como poco a poco su forma comenzaba a cambiar, asemejándose más y más a la de su evolución, Dewgong.

    Pero antes de que pudiera transformarse por completo, la máquina se apagó de repente, quedando el Seel en su forma normal.

    —¿Qué es lo que pasa ahora? —exclamó furiosa Chermaine al ver que el pokémon seguía igual.

    —Controlar las ondas de inducción de evolución no es fácil —se defendió el científico—, todavía necesitamos más tiempo para lograrlo de manera efectiva… ¿no es para eso que el jefe nos envió a estas islas? ¿Para experimentar?

    —Entonces sí era para eso —interrumpió Rainbow seriamente—, esa máquina la hicieron para poder acelerar la evolución de los pokémon.

    Chermaine dejó al científico y se acercó a Rainbow con presunción.

    —Lamento que no hayamos podido darte la demostración completa —se disculpó cínicamente—, pero supongo que es suficiente para ti.

    En ese momento, chasqueó los dedos, y Machamp acercó a Rainbow a uno de los riscos, bajo el cual se encontraba un enorme torbellino, y lo agarró de los pies dejándolo colgado de cabeza sobre aquel remolino.

    —Pero antes de morir —prosiguió Chermaine amenazante—, debo decirte que te equivocaste en una cosa… la máquina no es solo para evolucionar pokémon artificialmente… sino también para lograr controlarlos —añadió malévolamente.

    Rainbow se sobresaltó al oír eso.

    —Bueno, esa es la idea —continuó un poco más relajada—, es verdad que aún estamos algo lejos de poder lograrlo… pero solo será cuestión de tiempo para que lo consigamos.

    —¿Por qué lo hacen? —preguntó Rainbow en voz baja, en su indefensa posición.

    —¿Disculpa? —preguntó Chermaine al no oír bien.

    —¿Cuál es su objetivo? —respondió Rainbow algo más enojado— ¿Para qué quieren lograr controlar así a los pokémon? ¿Qué es lo que buscan?

    Chermaine se rió un poco por eso, y luego se acercó un poco más a él.

    —Ya que estás a punto de morir, supongo que te lo puedo decir —dijo con tranquilidad—, además de experimentar con los pokémon, estamos aquí para buscar a uno en específico.

    —¿Cuál? —preguntó Rainbow enojado.

    Chermaine sonrió levemente.

    —A Lugia —respondió malvadamente.

    Rainbow se sorprendió por eso, y recordó la vez cuando estuvo en la torre Hojalata y aquel pensador le había nombrado ese pokémon legendario, el que había habitado en la torre Quemada, y se lamentó de no haber averiguado un poco más.

    —¿Qué les hace pensar que ese pokémon se encuentra aquí? —preguntó Rainbow tratando de parecer calmado.

    Chermaine se alejó de él, dándole la espalda.

    —Lo siento, niño —le contestó secamente—, no tenemos toda la noche para darte explicaciones, tenemos una máquina que perfeccionar.

    El Machamp empezó a aflojar un poco sus manos, listo para soltar a Rainbow.

    —Pero no te preocupes por tus pokémon —le dijo dándose vuelta mostrándole su propio cinturón, ahora en su cuerpo—, nosotros cuidaremos bien de ellos —añadió maliciosamente.

    Todos ahí se empezaron a reír, mientras Rainbow aún los seguía mirando valientemente, sin mostrarse intimidado.

    En ese momento, el Machamp soltó a Rainbow, el cual cayó justamente en el centro del violento remolino, perdiéndose rápidamente en las profundidades de aquel lago subterráneo.

    —Listo, ya no nos dará problemas —dijo satisfecha Chermaine—… ¿Y ustedes qué esperan? ¡Sigan con lo suyo! —ordenó a los reclutas.

    En seguida se prepararon para volver a encender la máquina, para tratar de volver a evolucionar al pequeño Seel.

    —Pónganla a toda potencia —ordenó Chermaine—, el jefe quiere algún resultado para esta noche…

    Sus palabras se vieron interrumpidas por el violento sonido del agua subiendo precipitadamente por el abismo por el cual habían arrojado a Rainbow, una enorme columna de agua se alzó violentamente sobre ellos.

    —¿Pero qué es eso? —exclamó Chermaine sorprendida.

    Cuando la columna de agua cayó, en frente al acantilado apareció, para sorpresa de todos, un gran Sudowoodo cargando en sus brazos a Rainbow, apenas consciente.

    —¿Un Sudowoodo? —se sorprendió la líder— ¿Pero cómo?

    En ese momento, Rainbow alzó levemente la cabeza, pues aún estaba algo noqueado por el remolino, y los miró a todos severamente.

    —¿Creyeron que sería fácil matarme? —preguntó arrogantemente.

    En ese momento, detrás de las rocas salieron sorpresivamente Phanpy y Teddiursa, los cuales empezaron a atacar a todos los pokémon de los soldados que había allí, y también a los mismos soldados.

    —¡No se queden ahí parados! —exclamó la líder al percatarse de que amenazaban con destruir la máquina— ¡Ataquenlos!

    Todos los soldados sacaron a sus pokémon, pero estos fueron rápidamente abatidos por el dúo de camaradas, los cuales luchaban combinándose perfectamente. Rainbow desde su posición, los veía orgulloso.

    En un momento quedaron demasiado rodeados de pokémon rivales, quedando además algo cansados debido a que nadie más les ayudaba.

    —Ahora es su momento —les dijo Rainbow a distancia con su Viridian mind—, lúzcanse ahora.

    Ambos pokémon se miraron con confianza cuando oyeron eso, y se juntaron un poco, concentrándose. Recordaron en ese momento todo lo que habían vivido juntos, desde que se conocieron siendo bebés, y cómo juntos habían sobrevivido codo a codo, como habían superado obstáculos ayudándose mutuamente, y hasta el día en el que conocieron a su entrenador, siempre siguieron juntos, se había fortalecido juntos, y así iba a ser siempre.

    En ese momento ambos evolucionaron, al mismo tiempo, codo a codo. Los ahora Donphan y Ursaring miraron ambos a sus contrincantes arrogantemente, y siguieron luchando. Ahora con sus nuevas fuerzas, no les costó trabajo abatirlos a todos.

    —¿Cómo es posible que dos pokémon nos estén ganando de esa manera? —preguntó Chermaine muy preocupada.

    —Porque son mis pokémon definitivos —contestó Rainbow poniéndose de pie, encarándola con Sudowoodo a su lado.

    —¡Ni creas que te dejaré! —exclamó sacando a su Slowbro y a su Persian— ¡Pistola agua y Finta! —ordenó.

    Los pokémon atacaron, pero antes de que pudieran tocarlo, Sudowoodo se ocultó bajo tierra con Excavar, y un momento después, los atacó desde abajo en un ataque combinado de Excavar con Mazazo, quedando debilitados.

    Antes de que Chermaine pudiera reaccionar, Sudowoodo la había sujetado de los pies, colgándola boca abajo como lo habían hecho con Rainbow.

    —¡No se queden ahí parados! —exclamó a sus colegas— ¡Ayúdenme!

    Pero nadie se atrevió a hacer nada, en parte porque sus pokémon estaban debilitados, y Donphan y Ursaring los miraban intimidantemente. Entonces, al ver que nada podían hacer, empezaron a abandonar la cueva asustados. Al irse todos, la cueva volvió a quedar oscura, pues los pokémon que habían estado usando Destello hasta ese momento eran de los rivales.

    —Ups —exclamó Rainbow cuando todo quedó oscuro de nuevo—, no importa, solo déjame…

    Y empezó a quitarle su cinturón a Chermaine en la oscuridad.

    —¡Oye! ¡Fíjate dónde tocas! —exclamó ella molesta.

    —Espera… ¡ya está! —en ese momento consiguió quitarle su cinturón, y sacó a Flaffy, quien usó Destello.

    Chermaine se cubrió los ojos por la repentina luz, y al abrirlos, frente a ella Rainbow ya se había puesto de nuevo su cinturón de X, y la miraba sonriendo maliciosamente.

    —Así que… te pusiste mi cinturón de entrenador definitivo —le dijo con voz irónica—, te falta mucho para poder ganarte ese derecho.

    Chermaine lo miraba con desprecio.

    —¿Cómo es que sobreviviste a ese torbellino? —preguntó irritada.

    Rainbow se relajó un poco.

    —Me gusta atacar por sorpresa —contestó con presunción—, antes de esconderme tras las rocas para observarte, liberé a mis tres pokémon, pues pensaba que en algún momento iba a ser necesario un ataque sorpresivo, así que les dije que se dispersaran a un lugar seguro pero donde pudieran venir a ayudar rápido, ni siquiera te diste cuenta que faltaban tres pokémon en mi cinturón ¿ves cómo no eres más inteligente que Keane?

    Chermaine se sintió tonta por eso.

    —Desafortunadamente —continuó Rainbow—, no contaba con que me atraparían de ese modo tan estúpido… mi culpa, debo admitirlo humildemente —dijo con falsa humildad—, pero bueno, ante la amenaza de mi muerte, Sudowoodo se lanzó al agua a rescatarme apenas me soltaron… tuve que soportar algunas vueltecitas en el remolino… pero todo salió bien.

    —Eso no puede ser —exclamó Chermaine—, los Sudowoodos odian el agua, no podrían mucho menos luchar contra la fuerza de un remolino.

    Rainbow le sonrió y se acercó a ella.

    —Pero mis pokémon son los pokémon definitivos —contestó—, ellos han trabajado muy duro para serlo, y si han logrado llegar hasta aquí, es por su propia voluntad y valentía.

    Donphan y Ursaring se acercaron a ellos, Rainbow se les acercó y abrazó cariñosamente.

    —Juntos han sobrevivido, juntos se han fortalecido, y juntos han evolucionado —les con orgullo. Los pokémon se mostraron también orgullosos con su entrenador.

    Entonces se dirigieron hacia la máquina, que hace rato había tratado de evolucionar a la fuerza a un Seel, el cual se había escapado aprovechando la conmoción de la batalla. Entonces voltearon a mirar macabramente a la líder, la cual esta vez empezaba a sentirse asustada.

    —Te voy a dejar ir —le dijo Rainbow con calma—, pero deberás decirle a tu jefe lo mismo que le dije a Keane… voy a detenerlos, sea como sea.

    En ese momento le hizo una señal a Sudowoodo, el cual de inmediato arrojó a la chica al agua, en una parte lejos de los remolinos, pero con bastante corriente, la cual la arrastró lejos de ahí.

    Habiendo pasado eso, Rainbow se fijó de nuevo en la máquina.

    —Así que esta es la máquina que pretende evolucionar pokémon a la fuerza —dijo despreocupado—, pero no solo eso, sino también controlarlos… sería una lástima que algo le pasara —añadió irónicamente dándose la vuelta y alejándose unos pasos.

    Entonces, entre Sudowoodo, Donphan y Ursaring, la hicieron pedazos, hasta que solo quedaron los restos inservibles desperdigados por todas partes.



    Un rato después ya habían salido de la cueva, justo a tiempo, pues el sol empezó a salir justo en ese momento, de manera que ninguno se perdió su infaltable momento de tranquilidad frente al alba, después de una noche tan agitada.



    Continuará...
     
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