Colección de Pokémon - Pokémon Hada y Siniestro: Historias.

Tema en 'Fanfics de Pokémon' iniciado por Rebornlife, 13 Diciembre 2022.

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    Rebornlife

    Rebornlife Soy Escainauta Azul.

    Tauro
    Miembro desde:
    13 Agosto 2017
    Mensajes:
    6
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Pokémon Hada y Siniestro: Historias.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    2859

    Los personajes usados en esta historia pertenecen a The Pokémon Company, Gamefreak y Nintendo, y en ningún momento me los atribuyó.

    Este es un fanfiction, por lo que es una historia alterna donde aparecen personajes nuevos creados por el autor.





    CAPÍTULO 1.
    "Odio"

    18/Marzo/2002, 14:06 hrs.
    (14 años antes de la Caída de Unova).
    Laboratorio del Profesor Oak.
    Pueblo Paleta, Kanto
    .​

    Por fin sucedió, Giovanni y el Equipo Rocket lo habían conseguido, hubo resistencia pero fue inútil ante el gran ejército que eran los Rockets, Johto cayó, su capital fue conquistada y la región ahora le pertenecía al ex líder de gimnasio tipo tierra. La batalla fue intensa, los líderes de gimnasio, el alto y mando y el campeón lucharon hasta el último aliento, pero les fue imposible detener la gran oleada de soldados de Giovanni, algunos fueron asesinados y los que no, lograron escapar o fueron atrapados y encarcelados, y posiblemente fueran torturados en los próximos días. Aunque Johto había caído lo más preocupante era la situación de su vecino Kanto, pues era el siguiente objetivo del Equipo Rocket, tardarían un tiempo en preparar su ejército y comenzar su ataque, no obstante, el peligro era inminente y Kanto tenía los segundos contados, sólo un milagro podría salvar la región.

    Y mientras los altos mandos trataban de elaborar un plan para su desesperada situación, en un rincón del laboratorio del aclamado Profesor Oak ubicado en Pueblo Paleta se encontraba un sujeto, acostado sobre un sillón negro, su pierna y brazo izquierdo, y la parte derecha de su cabeza estaba cubierto de vendas y gasas, algunas manchadas de sangre que necesitaban urgentemente ser cambiadas. Vestía un uniforme completamente negro y con una gran "R" estampada en el pecho. Contrario a lo que muchos pensarían por el estado de su cuerpo, el sujeto se mantenía despierto mientras tarareaba una canción que al escucharla sonaba melancólica y conmovedora, cosa que, Daisy, notó mientras lo atisbaba, y aunque le dolía aceptarlo la melodía era hermosa y triste una vez que ponías atención en ella. Este hombre era extraño, en opinión de la joven, tenía quemaduras graves y varias contusiones en todo el cuerpo, pero no se mostraba preocupado, simplemente miraba el techo con un rostro inexpresivo mientras reproducía esa tonada en su boca que llevaba horas sonando.

    Con un impulso aquel tipo logró sentarse en el sillón, Daisy fue tomada por sorpresa y volvió a ocuparse de sus asuntos, pretendiendo no haber estado viéndolo, pero esto no pasó por alto para el sujeto que, sonrió pícaramente ante la mirada penetrante que daba su "compañera".

    —Parece que la señorita está interesada en mí —contestó sarcástico.

    La joven no contestó nada hacia ese intento de provocación, solo lo ignoró y siguió con sus asuntos. El hombre había fallado, pero su sonrisa no desapareció en ningún momento, miró sus vendas y había sangre en ellas, razón más que válida para cambiarlas.

    —Señorita, necesito un cambio de vendas por aquí.

    Dándole la espalda, maldijo por dentro el momento en que Red y su abuelo lo trajeron al laboratorio, se mordió el labio con tal intensidad que, el interior de su boca comenzó a pintarse de rojo y un sabor metálico llenó sus papilas gustativas. Aún con esa pequeña herida, no mostró signos de dolor, tomó el botiquín que estaba en su escritorio y se dirigió hacia él ocultando la ira que sentía por dentro con un rostro inexpresivo. Colocó el botiquín en una mesita al lado del sillón, lo abrió, tomó tres rollos de vendas y un ungüento que estaba próximo a terminarse. Cogió un pequeño banco para sentarse y, sin avisar, comenzó a desprender las vendas usadas para poner las nuevas. Primero, inició con su brazo, posteriormente la pierna y para terminar su cabeza, a mitad de procedimiento el tipo se quejaba por la forma tan brusca en el que la chica retiraba las vendas.

    — Aguantate que si fuera por mí, te habría dejado morir desde que llegaste, basura.

    — Me llamo Dylan.

    — Me importa una mierda tu nombre.

    ¿Esto lo molestó? La verdad es que no, él había soportado cosas peores en el pasado para que un par de palabras pudieran afectar en gran medida su estado de ánimo, simplemente lo ignoró, después de todo, no era inocente, en su vida cometió tantas atrocidades que, si fuera entregado a la policía, en definitiva, ameritara la pena de muerte. Sin decir nada más, dejó que la chica siguiera "atendiéndolo". El silencio se presentó durante los siguientes minutos, los únicos sonidos apreciables eran el movimiento de la tela, el corte de las tijeras, el roce de la piel con un fluido y los constantes quejidos de Dylan. Ninguno de los dos tenía la intención de iniciar una conversación, ni siquiera de mirarse la cara, la única razón por la que Daisy ayudaba a esa basura de ser humano, era porque su abuelo, Leaf y hasta el mismo Red se lo pidieron, de lo contrario, se lo hubiera dado a los pokémon para que jugaran con él, enterrarlo vivo, ahogarlo en un río, quemarlo con gasolina o alguna otra manera vil de morir. Detrás de esa amable y adorable chica, se encontraba un ser lleno de odio y sedienta de venganza. Ahora tocaba el turno de la venda en la cabeza, cuando estuvo a punto de cortarla, Dylan, le detuvo la mano derecha suavemente. Ante esa inesperada acción, la chica, con su otra mano, lo golpeó en el rostro con una fuerza potente y desmedida que mandó al tipo a besar el suelo.

    —¡No me toques!

    El hombre tardó en recuperarse de aquel duro tortazo, para ser una chica golpeaba como un Milktank, se levantó aún mareado y miró con enojo a Daisy.

    — ¡Qué diablos te pasa mujer?

    — Jamás me vuelvas a tocar ¡Me escuchaste! —el hombre estaba tan aturdido que tardó en contestar, pero Daisy no contaba con la paciencia necesaria para esperar su respuesta— ¡Me escuchaste!

    — ¡Si! ¡Si te escuché! ¡Caray!

    Aún tirado en el suelo, las heridas en su cabeza comenzaron a abrirse y la venda se teñía más y más de sangre a un punto donde la tela dejó de absorber el líquido que, empezó a derramarse por su rostro cubriendo nariz, boca y llegando hasta el cuello. Se levantó y tomó una toalla blanca, que estaba en uno de los sillones de la sala, para limpiarse, cubriendo el edredón rápidamente del líquido rojo y pegajoso. Daisy, simplemente dejó de observar al tipo y regresó a sus cosas. Por otro lado, Dylan se quitó la venda ensangrentada y se cubrió la cabeza con la toalla amarrandola de tal forma que funcionara como tapón, mientras conseguía vendas y calmantes para el dolor. La nieta Oak, que estaba sentada frente a un ordenador, se reía internamente de su sufrimiento.

    Aún adolorido se sentó en el mismo sillón de hace un rato y continuó con su medicación, tomando dos pastillas para el dolor y cubriendo su herida en la cabeza con una pomada analgésica, para después colocar la venda y ajustarla. Terminado eso, se levantó, tomó un vaso, se dirigió a la tarja, abrió la llave y lo llenó de agua que procedió a tomar, repitiendo estos pasos 3 veces más, estaba muy sediento. Soltó un suspiro de satisfacción, lavó el vaso que usó y se acercó a un espejo que se encontraba cerca del librero, viendo como de la venda salían pequeñas gotas de sangre que comenzaban a extenderse por toda la venda.

    — Tal parece que detrás de la fachada de buena gente, los Oak son gente despiadada —poco a poco iba conociendo el comportamiento de dicha familia— Un gran ejemplo es tu querido herma…

    Su voz se detuvo en el instante que sintió un objeto filoso en su cuello, un cúter, perforando su piel levemente. Dylan se sorprendió de la velocidad de Daisy, era así de rápida o fue el arrebato de ira lo que le dio velocidad, lo más probable era la segunda opción. Solo bastó una pequeña mirada a sus determinados ojos para saber que si decía algo incorrecto o se movía repentinamente ella le cortaría el cuello sin dudarlo por lo que decidió callar y mantenerse inmóvil para evitar problemas.

    — Una palabra más y estás muerto —su voz gruesa y carente de emociones confirmó sus sospechas.

    En ese momento la situación no pintaba para nada bien.

    Daisy empuñaba ferozmente aquel objeto filoso, arrinconó al hombre en la pared y tomando unas tijeras filosas, que guardaba en su bata de laboratorio que traía puesta, las encajo en la pierna izquierda del sujeto, el cual soltó un grito de dolor al sentir como atravesaba su piel, enseguida usando su mano libre tapo su boca para evitar que soltara algún sonido, no por temor a que la descubrieran, después de todo, nadie vendría a ayudarlo, sino porque odiaba escuchar su voz. Transcurrieron unos minutos que para Dylan parecieron más y sin importar cuánto tiempo pasase, Daisy no mostraba señales de ceder; solo buscaba un pretexto, una mínima excusa o un ligero movimiento para empapar el filo del arma blanca de un rojo intenso y viscoso, estaba más que dispuesta a hacerlo y no se arrepentiría de ello. A pesar de que, ella jamás lastimó o agredió a otra persona en su vida, sus padres y abuelo la habían educado con amor, cualquier conocido quedaría impactado por el comportamiento que la joven presentaba en estos momentos que, se alejaba de la personalidad simpática y amigable por la cual todos estaban acostumbrados. Lobo con piel de oveja.

    Por otro lado, Dylan estaba en un dilema, la joven no parecía ceder en lo absoluto, y la tijera enterrada en su pierna solo empeoraba su situación. Observando la postura y forma de empuñar se dio cuenta que era una novata, o más bien, que nunca en su vida había sostenido un arma con la intención de matar, por lo que, no sería complicado quitarle el cúter, pero si hacía eso, la lastimaría y quería evitar más peleas innecesarias, después de todo el viejo Oak le dijo que no causará problemas, pero sobre todo, que no tocara a su nieta. Si otra persona se lo hubiera dicho, lo ignoraba; pero gracias al profesor él seguía vivo, lleno de heridas casi mortales, pero vivo. Nunca tuvo miedo de morir, la muerte era algo normal en su línea de trabajo, tanto aliado como enemigo, ninguno se salvaba de la huesuda, y él siempre estuvo consciente de ese hecho. Sin embargo, eso no significaba que quería morir, porque aún tenía asuntos pendientes por resolver.

    —Señorita, si me quieres matar, adelante, pero si quieren derrotar al Equipo Rocket necesitarán de mi ayuda, los lacayos de ese imbécil son leales hasta la muerte, ninguno de ellos, por más que los torturemos, soltaran alguna palabra —tratándola de convencer.

    —Jamás confiaría en un miembro del Equipo Rocket —contestó.

    —Ex-miembro del Equipo Rocket —recalco —Y si tu memoria te falla, tu querido hermanito ahora es un pelele de Giovanni.

    Este último comentario fue el límite de su paciencia.

    —¡Todos ustedes pueden irse al infierno! Ustedes me han arrebatado todo lo que he amado, mis padres, mi hermano, mis amigos… y ahora quieren arrebatarme a mi pueblo —su voz se volvía más ronca y entrecortada —Yo ya no perderé… ya no —quiso contener su llanto, pero le fue imposible, sus emociones reprimidas por fin salían a flote, no quería llorar, no enfrente de él, se sentía patética e inútil. Todo lo que amaba fue desapareciendo conforme pasaban los años, lo único que le quedaba era su abuelo, que había cuidado de ella desde niña debido a la ausencia de sus padres. Cuando cumplió 14, descubrió la verdad sobre sus progenitores, ellos no murieron en un accidente de auto como le había dicho su abuelo, no, fueron asesinados por ellos. Desde aquel momento, juro que un día, de alguna u otra forma, acabaría con los Rockets, con todos ellos, ninguno se salvaría de su venganza. Sin embargo, ahora tenía a uno acorralado enfrente de ella, pero no podía matarlo. A pesar de su apreciable inestabilidad emocional aún conservaba la cordura, la suficiente para recordar que su abuelo necesitaba a ese hombre vivo como fuera posible, su corazón decía que lo matará, mientras su cerebro la detenía de cometer tal acción.

    Mientras esto sucedía un invitado sorpresa llegó a la escena, Daisy, al estar inmersa en su mundo, no lo notó, pero Dylan sí. Aunque no representaba amenaza alguna, era peligroso estar ahí, considerando que el estado de la chica no era el adecuado y podría provocar un accidente fatal, primero tenía que calmarla y rezar para que el "invitado" no se acercará.

    Aclaro su garganta y suavizó su voz —Señorita, podría soltar esa navaja, o lo que sea que esté usando, de mi cuello —sugirió.

    — Dame una razón para hacerlo.

    — El niño nos está viendo.

    Al decir la palabra "niño", Daisy volteo de inmediato, y efectivamente se encontraba un infante de 3 años observandolos, parecía desconcertado, confundido y tenía la cabeza inclinada como tratando de averiguar qué estaba pasando. Instintivamente se alejó del hombre, guardó el cúter en el bolsillo izquierdo de su bata de laboratorio y se limpió sus lágrimas. Antes de poder acercarse al niño, Dylan se adelantó, no sin antes quitarse las tijeras de su pierna, y cargó en sus brazos al pequeño que no mostró resistencia alguna, incluso antes de que lo levantarán el mismo alzó sus manos con esa intención, se acurrucó en sus brazos y procedió a chupar su dedo pulgar derecho.

    —¿De quién es ese niño? —habían pasado casi 2 horas desde que llegó al laboratorio y en todo ese tiempo jamás se dio cuenta de la presencia del menor, por un momento pensó que estaba perdido y entró al laboratorio en busca de refugio, pero en el momento que se dejó cargar por el hombre se dio cuenta que no era ajeno.

    —Es mi hijo —contestó Dylan, dejando perpleja a Daisy—Yo no soy un monstruo —continuó—. Solo soy una persona que ha tenido una vida llena de tragedia y ha tenido que hacer cosas horribles para sobrevivir y proteger a los que amo.

    —¿Dónde está su madre? —ignorando sus palabras, todavía le resultaba increíble que el hombre enfrente de ella tenía una familia y mostrará una mirada tan afligida en ese momento.

    —No eres la única que ha perdido a alguien por culpa de Giovanni —ahí lo comprendió todo —Escúchame bien, tú y yo jamás podremos ser compañeros, mucho menos amigos, pero ahora compartimos un mismo objetivo. Ese imbécil anda suelto y con un gran ejército a la palma de su mano, y no dudará en usarlo para destruir Kanto y apoderarse de él, Johto es la prueba de eso, si no hacemos algo y pronto, miles de personas inocentes serán asesinadas como tus padres o… como mi esposa —tomó poco tiempo para que el niño volviera a dormir, por lo que, procedió a dejarlo acostado en el mismo sillón donde estaba hace un rato.

    Ese último comentario referente a sus padres la enfureció, pero trató de calmarse, después de todo, tenía razón. El Equipo Rocket no era una simple pandilla que podías encontrar en los callejones de una ciudad, era una organización bien establecida y poderosa que dominaba el bajo mundo con un gran número de seguidores fuertes que eran leales a su líder hasta la muerte. Dylan era perfectamente consciente de ello, como Ex-miembro de dicha organización, sabía más que nadie el comportamiento de sus integrantes; sanguinarios, estúpidos, secuestradores, violadores, sin miedo a matar o a morir, basura de la más alta calidad. Ya conquistaron una región, quien les aseguraba que hasta ahí se detendrían.

    —Quítate la venda del rostro —confundido el hombre pronunció un "disculpa" como respuesta ante las repentinas palabras de la chica—No escuchaste, que te quites la venda ¡Ahora! —digamos que la paciencia no era su punto fuerte—Escuché a mi abuelo decir que esa herida te la hizo mi hermano cuando escapaban de Johto, quiero verla.

    Aún con dudas, accedió a quitársela, poco a poco los trozos de tela caían al suelo. Cuando todos cayeron, Daisy, por instinto retrocedió denotando asco y asombro por lo que veía, su ojo derecho ya no estaba, no solo eso, sus párpados también se habían ido, lo único que podías ver era una oscuridad profunda rodeada de cortaduras alrededor de esa área. Ella y su abuelo siempre cuidaron de su hermano y nieto respectivamente, dándole todo el cariño y amor que sus padres no pudieron darle por su ausencia, sin embargo, parece que eso no fue suficiente y esa herida reflejaba su maldad y lo despreciado que podía ser. Ya no era su hermano, ahora era el enemigo.

    —Está bien —suspiró derrotada —te ayudaré, no, te ayudaremos en lo que necesites siempre y cuando sea para acabar con ellos —levantó su brazo con la mano extendida con la intención de estrechar manos —¿Trato?

    Imitando su acción y sonriendo de satisfacción estrecho su mano conforme con el acuerdo—Trato.

    —Una última pregunta

    —Adelante.

    —¿Cómo se llama el niño?

    —Su nombre es Chano.

     
    Última edición: 9 Enero 2023
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    Rebornlife Soy Escainauta Azul.

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    13 Agosto 2017
    Mensajes:
    6
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Pokémon Hada y Siniestro: Historias.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    2657
    CAPÍTULO 2
    "Invitado"

    10/Julio/2019, 19:02 hrs.
    (3 años después de la Caída de Unova).
    Gimnasio Pokémon de Ciudad Eterna.
    Ciudad Eterna, Sinnoh.

    Las hojas de los árboles circundantes, el polvo acumulado en el suelo, el pasto extendido en la bella llanura, eran arrojados salvajemente por el viento a una velocidad sorprendente, pudiendo causar daños graves si una persona era impactada por ellos. El sol había sido cubierto totalmente por grupos de nubes que expulsaban lluvia y, de vez en cuando, eran iluminadas por relámpagos que empeoran el asunto. Cientos de parvadas, cada una de distintas especies, volaban con gran intensidad sobre los edificios de Ciudad Eterna alejándose de ahí lo más pronto posible para evitar correr peligro. Esto claramente anunciaba la llegada de una tormenta, una que azotará a los habitantes de dicha ciudad.

    Pese a que, apenas eran las siete de la tarde, ningún alma, ni siquiera por curiosidad, se asomaban por las calles en esos momentos, los locales estaban cerrados exceptuando los hospitales, hoteles y el centro pokémon, esto para dar refugio a los viajeros que por desgracia se vean envueltos en la tormenta; las únicas luces presentes eran las del alumbrado público de la ciudad, y de las casas circundantes donde las familias e individuos tomaban precauciones preparándose para recibir aquel fenómeno.

    En un lugar apartado de la modernidad que la ciudad posee, donde lo verde abundaba mayormente, un edificio se asomaba en medio de toda la vegetación presente, sin embargo, este no destruía el paisaje tan bello que proporcionaba aquel lugar, más bien se integraba entre la maleza perfectamente convirtiéndola en parte de sí misma. Este lugar es el Gimnasio de Ciudad Eterna.

    La dueña de este lugar, la Líder especializada en el tipo Planta, Gardenia, es una extrema amante de los pokémon Planta, y esto se ve reflejado, no sólo en su gimnasio, sino también en su estilo vida: su ropa, sin ningún rastro de pertenecer a una marca comercial, sus brazos, piernas, rostro, toda su piel, blanca que siempre iba acompañado de suciedad debido a la tierra y libre de cualquier producto químico e incluso su interacción mínima con la ciudad y cualquier aparato eléctrico fuera de los básicos (lámparas, estufa, lavadora, etc.).

    A través de una ventana, ella podía ver el diluvio azotando el bosque cercano, rompiendo ramas y árboles, arrancando la tierra del suelo y llevandosela el aire con potencia y sin piedad, afortunadamente para la líder, antes de que la tormenta empeorará evacuaron a todos los pokemon de los alrededores dentro del gimnasio, así que no había nada de qué preocuparse, mientras pudieran estar a salvo, era suficiente para ella.

    Suspiro pesadamente mientras se apartaba de aquel cristal y se dirigía a la planta baja de su gimnasio, estaba cansada, muy cansada, tanto físico como mentalmente, estos últimos meses habían sido los más ocupados de su vida, de un lado a otro, tenía que asistir a reuniones de la Liga Pokemon sin parar ni un segundo. La razón, el equipo Flare

    Hace tan solo 4 meses la región de Kalos se posicionaba como una de las regiones con mayor desarrollo tecnológico y comercial por encima de todas las demás, debajo de ella se encontraba Galar, pero era superado enormemente a comparación de esta. No obstante, eso cambió en cuestión de dos semanas. En esa región, al igual que Sinnoh con el Equipo Galaxia, existía un grupo organizado entre las sombras que controlaba el bajo mundo, sus actividades consistían en el tráfico ilegal de pokémon y tecnología robada —para conseguir ingresos— hurto, golpes de estado y asesinatos. El objetivo de esta organización, según palabras de algunos miembros capturados, era la conquista mundial, aunque otros de mayor rango confesaron que ese solo era uno de sus planes y que su verdadero objetivo era el reinicio del mundo, osea, eliminar casi por completo la vida humana. Afortunadamente fueron detenidos antes de lograr dicho plan, su organización se desmanteló y ahora están pagando una condena de por vida en la cárcel. La destrucción de Kalos conmocionó e impactó al mundo entero, las noticias no paraban de hablar del suceso: videos, fotografías, testimonios de los sobrevivientes, todo lo relacionado a ello era documentado como evidencia.

    Después de ver las fotos en los noticieros y periódicos, Gardenia no quiso indagar más en el tema. Devastación, muerte, cadáveres de humanos y pokémon por igual, partes de cuerpo desmembradas de niños y adultos, ríos de sangre, de sólo recordarlo le revolvía el estómago, eran imágenes muy fuertes para ella, ni siquiera sus asistentes pudieron durar más de cinco segundos viéndolas sin sentir náuseas o vomitar. Sin embargo, eso no quería decir que dejaría a un lado el asunto, al contrario mientras pudiera ayudar, haría todo lo que estuviera a su alcance para hacerlo.

    Crack*

    Un fuerte relámpago impactó el gimnasio, afectando la luz eléctrica haciéndola parpadear y asustando tanto a los asistentes como a los pokémon que comenzaron a correr en círculos por miedo, incluso la líder no se salvó de esa reacción. Sin decir ninguna palabra, sus pokemon (Cherubi, Grotle, Roserade y Vileplume) intentaban calmar a los otros para evitar expandir el pánico, mientras que la electricidad volvía a su estado normal. En unos minutos, la mayoría de ellos se recompusieron y volvieron a sus actividades previas. Iba a ser una noche muy larga.

    Crack*

    Unos minutos después, de nuevo, se oyó un sonido, pero esta vez no era un relámpago…

    En una de las ventanas del techo impactó un cuerpo sólido que, al momento de estrellarse contra el cristal, el "objeto" siguió recto desplomándose contra el suelo, exactamente en medio del campo de batalla, levantando mucho polvo por el choque. Los pokemon corrieron despavoridos hacia los extremos del gimnasio, si antes estaban asustados ahora morían de miedo y preocupación.

    Gardenia, bajó las escaleras rápidamente hacia el campo de batalla, mientras esperaba que el polvo se disipara y ver de mejor manera al "objeto" que surgió del cielo. Poco a poco la imagen se aclaró, pudiendo ver una gran criatura alada de color amarillo cercano al marrón con tonos naranja en sus plumas, los ojos sombreados, un pico chato y una melena preciosa de color amarillo con los bordes de naranja, era un ave, exactamente un Pidgeot. Tomando una distancia segura, se puso en guardia junto con sus pokémon —que no huyeron como los demás— esperando impacientes cualquier movimiento del "invitado inesperado". Pasó un minuto, que para Gardenia había sido más, sin embargo, el ave no se movía en absoluto, estaba totalmente empapado de agua por la lluvia, tenía los ojos cerrados y respiraba agitadamente preocupando a la líder, que de inmediato fue a socorrer al pokemon, cuál fue su sorpresa al descubrir que no sólo era uno sino cuatro más aparte del ave; él primero fue fácil de reconocer, pues era nativo de su región, un conejo de color marrón con pelaje beige en forma de espuma de la cintura para abajo y en las esquinas de sus orejas, un Buneary, él segundo también lo reconoció al instante. Era pequeño, blanco, con dos cuernos oblicuos, uno grande en la parte de adelante y otro pequeño en la parte de atrás y cubriéndolo lo que pareciera una cabellera de color verde, un Ralts, el tercero era un pequeño gato rosado y en su pecho y rostro de color amarillo claro, tenía una cola esponjosa y sus ojos permanecían siempre cerrados a diferencia de el de los demás y el cuarto era completamente desconocido para ella. Su aspecto era extraño, medía medio metro y de color amarillo en casi todo su cuerpo, excepto sus manos y pies que eran de color negro, ojos rojos y aparte su pelaje hacía que pareciese usar una falda, pero lo más destacable eran sus tres cuernos negros, dos a los extremos de su rostro simulando dos mechones de cabello y uno que se extendía a la espalda y terminaba formando una gran mandíbula llena de dientes y una lengua, parecida a la de las plantas carnívoras. Además llevaba un pequeño adorno en la parte posterior, una esfera brillante lila clara con adornos de hojas y flores. Todos ellos —al igual que Pidgeot— se encontraban en malas condiciones y agitados, pero sin lugar a dudas, no fue el último pokémon lo que la sorprendió, sino que envuelto entre las alas del ave se encontraba una persona inconsciente de espalda con la ropa desgarrada. Rápidamente trató de sacarlo de ahí, pero fue interceptado por los pokémon "intrusos" que, al sentir una presencia desconocida dirigiéndose a su entrenador lo rodearon para protegerlo aunque a duras penas podían mantenerse de pie ellos mismos. Ahí entraron a escena Cherubi y Roserade, que se acercaron para convencer a los demás que su intención era ayudarlos. Cuando lo lograron, se desmayaron a causa de la fatiga y las heridas, sin perder más tiempo separó a la persona de las alas de su pokemon, como estaba de espaldas lo volteo para poder atenderlo mejor, al hacerlo la líder abrió los ojos como platos y se llevó las manos a la boca ante lo que veía. El sujeto, que parecía ser un poco menor de 20 años, tenía el frente de su ropa totalmente hecha trizas y podía verse claramente todo su cuerpo, eso solo era el principio, su piel de la cabeza a los pies llena de quemaduras de primer grado, en las manos, la rodilla izquierda y parte del pecho el daño era tan grave que la piel cambio de color a uno negro muy marcado, moretones, cortes, algunas profundas en los brazos y piernas, y una grande horizontal en el abdomen. En esas condiciones uno pensaría que el sujeto estaría muerto, pero sorprendentemente seguía vivo, respiraba muy lento, pero lo hacía, el problema era cuánto tiempo iba a durar antes de que dejara de hacerlo.

    —¡Roserade, pasame el botiquín de primeros auxilios! ¡Rápido! —Gardenia entró en pánico, debido a la tormenta ordenó a sus asistentes guardar refugio en sus hogares para cuidar de sus familias y de sí mismos. Nadie la acompañaba, nadie la ayudaría, estaba sola en ese momento, sino hacía algo rápido una persona moriría en frente de ella. No iba a permitir que eso pasara. No otra vez. La noche apenas comenzaba…


    A mitad de la madrugada, aún con la tormenta arrasando la ciudad y los relámpagos iluminando la enfermería del Gimnasio, se despertó, abrió los ojos lentamente mientras soltaba algunas quejas por el dolor que sentía en su cuerpo, cuando por fin pudo visualizar su entorno correctamente vio que había un techo encima de él y a sus lados un par de cortinas blancas que lo rodeaban en su totalidad y a parte estaba encima de una cama individual. Trató de levantar la mitad de su cuerpo, pero algo se lo impidió, en su pecho había un pequeño gato y un conejo acurrucados entre sí durmiendo plácidamente, al verlos tan cómodos, sonrió levemente y optó por no despertarlos, también noto que en sus pequeños cuerpos estaban algunas gasas y un collarín en el cuello del minino. Levantó su brazo izquierdo para darse cuenta que tanto su extremidad, el torso y su rostro estaba lleno de vendas que le habían sido colocadas torpemente, incluso en las piernas podía sentir un poco de tela y su piel estaba cubierta de una sustancia espesa blanca de manera irregular y excesiva que, en lugar de complementarse con las vendas solo lo empeoraba.

    Comenzó a ver su entorno tratando de encontrar alguna pista de donde se encontraba, pese a que las cortinas impedían tal acción, de algo podía estar seguro, alguien lo trajo a ese lugar. Lo más probable es que estuviera en un hospital, pero algo no encajaba, el ambiente no era tan pesado como podía sentirse en uno y aparte no escuchaba ningún otro ruido excepto el de la lluvia, si era un hospital ¿Porque era el único en esa habitación? Eso lo dejaba con muchas dudas, sin embargo, si dos de sus pokemon se encontraban con él podía asegurar con certeza que los demás estaban en buenas manos, o eso le gritaba sus instintos y estos nunca le fallaban.

    Aunque no quería despertar a los pokémon que estaban encima de él, si quería salir de esa habitación tenía que hacerlo. Con una ligera caricia tocó a los dos pokémon, estos al sentir la mano de su entrenador parpadearon un par de veces tratando de recuperar la vista siendo recibidos por una débil sonrisa de su dueño, quienes al verlo despierto se abalanzaron contra él provocando gruñidos de dolor. Viendo los ojos llorosos de sus pokemon no tuvo más remedio que aceptar las muestras de afecto de ellos aunque eso significaba tener que soportar un ardor del infierno.

    —Ya, ya, ya. Estoy bien, no se preocupen —con voz baja y unas pequeñas palmaditas buscaba calmarlos, aunque por dentro estaba llorando de dolor. Esas "caricias" duraron lo suficiente para que las luces de la enfermería se encendieran y una persona entrará a la sala y abriera las cortinas del cuarto.

    —¡Qué bien ya despertaste! —exclamó aliviada al ver a su "paciente" vivo.

    Este acto tomó por sorpresa al entrenador que no esperaba la presencia de otra persona en la sala, pero aún así no le molestaba o hacía sentirse incómodo porque probablemente ella era la responsable de curarlo a él y a sus pokémon mientras estaba inconsciente, aunque el trabajo que hizo con las vendas y la pomada fue malo, por no decir mediocre, tenía que estar agradecido de sus acciones ya que no cualquiera se preocupa por un desconocido. Observó con detenimiento a la recién llegada, su aspecto era ¿Peculiar? Era difícil de explicar, a pesar que el clima era frío, su atuendo, sucio y con roturas, lucía primaveral, mostrando su abdomen y piernas, parecía algo "salvaje", lo cual era extraño para él que venía de una región donde todas las mujeres se preocupaban por su belleza y vestimenta.

    —Dime ¿Cómo te sientes? —siguió —Por un momento me asustaste, estabas tan herido que entre en pánico y no sabía qué hacer.

    —¿Cómo llegué aquí? —contestó con otra pregunta.

    —Te estrellaste en mi gimnasio y rompiste uno de los cristales del techo —respondió con total tranquilidad, cómo si no le importará el daño a su gimnasio.

    Cuando escucho su respuesta, se apenó un poco, odiaba molestar a la gente, pero sobre todo romper los objetos o causar daño en propiedad ajena.

    —Lamento eso, te aseguro que lo compensaré.

    —Calma, calma, no te estoy cobrando o culpando de eso —En estas circunstancias un vidrio roto era lo que menos le preocupaba —Mejor dime ¿A quién se le ocurre viajar en medio de una tormenta?

    —Antes de contestar a tu pregunta ¿Puedo preguntar algo?

    —¿Dónde estamos?

    —En Ciudad Eterna —al ver la cara de confusión de su invitado, volvió a repetir con más detalles —Ciudad Eterna en la región de Sinnoh —lo dijo cómo si fuera lo más obvio del mundo.

    El chico no lo podía creer, había llegado a otra región en poco tiempo, desconocía ¿Cómo? Pero ahora eso no era importante, tenía que asegurarse que sus pokemon se encontraban en buen estado, mientras tanto la pregunta de ¿Por qué estaba en Sinnoh? Podía esperar.

    —¿Te puedo prestar un teléfono para que llames a tu familia? —sugirió— Deben de estar preocupados.

    —No tengo familia —respondió a secas.

    Ese último comentario provocó un silencio incómodo que puso nerviosa a Gardenia, no esperaba esa respuesta. El chico le dijo que no se preocupará, no estaba molesto por la pregunta y si lo estuviera no tendría derecho a quejarse de ella pues había recibido su ayuda y estaba en deuda por eso.

    —Por cierto, nunca nos presentamos —retomo la palabra —Mi nombre es Gardenia, gusto en conocerte —extendiendo la mano.

    — Heath. Mi nombre es Heath, gracias por tu ayuda. —estrechando su mano con ella, sin saber que este sería el comienzo de una nueva historia para ambos.
     
    Última edición: 10 Enero 2023
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    CAPÍTULO 3
    "Renuncia"

    11/Junio/2014, 13:25 hrs.
    (4 años antes de "La Caída de Unova")
    Estadio Principal de la Liga Pokémon.
    Ciudad Vertrees, Unova.


    La liga Pokémon celebrado en Unova estaba llegando a su fin, esta edición era de las más sorprendentes que se habían realizado en los últimos años pues en ella participaron algunas jóvenes promesas que maravillaron al público y aunque les faltaba experiencia dieron todo de sí mismos llamando la atención de entrenadores de renombre de la región que esperaban que esos pequeños trozos de carbón maduraran para transformarse en bellos y relucientes diamantes.

    Las eliminatorias habían concluido y la final se estaba disputando en estos momentos con dos entrenadores novatos; por un lado se encontraba Georgia, una entrenadora pelirroja de carácter arrogante y malhumorada que, a pesar de ser la primera vez participando en una liga su desempeño había sido increíble llegando hasta las finales, y por el otro, un entrenador cuyo historial de batallas era pequeño pero que sus capacidades y habilidades estaban a la par de un alto mando, no, tal vez de un campeón regional. Su nombre es Steven Grace, nunca había participado en una competencia oficial pero aún así su rendimiento mostrado en las rondas anteriores no tenía comparación ganando todas sus batallas con facilidad y aparte ya era conocido en toda la región gracias a su padre, un maestro y especialista en pokémon tipo siniestro apodado el "Maestro Oscuro" rivalizando con el alto mando Grimsley cuya especialidad de tipo es la misma, sin embargo, mucha gente afirma que su padre es más fuerte que el tercer alto mando de Unova. Otro rasgo característico del chico que es imposible no percatarse de ello, es la falta de su brazo derecho, el cual por las cicatrices alrededor de su extremidad faltante parece haber sido cercenado o arrancado a la fuerza, cosa que llamó la atención de todos pero que se negaban a preguntarle pues podía tratarse de un tema delicado para él.

    Cambiando de tema, la final que se desarrollaba no podría ser llamada un combate igualado o competitivo, sino más bien una masacre toda vez que, aún cuando cada entrenador tenía 6 pokémon para utilizar, en menos de 7 minutos Georgia había perdido 5 de ellos mientras que su contrincante tenía todo su arsenal completo. En esa situación su derrota era casi un hecho, además que su último pokémon estaba muy lastimado y apenas podía mantenerse de pie, un ataque más y Steven se llevaría la victoria, no obstante, eso no enfurecia a la pelirroja, lo que realmente le cabreaba era que Steven no se tomaba en serio la batalla, tanto así que en ningún momento él le dio una orden a su pokémon, es decir que, en todo el tiempo desde que inició la pelea, su Luxray había estado actuando por instinto y no por orden de su entrenador, la derrota era de por sí mala, pero que tú oponente jugará contigo era desagradable y humillante.

    Todos esperaban el último movimiento del chico para acabar de una vez con esta paliza y así coronarse campeón de la liga de Unova, sin embargo, antes de que el pokémon realizará alguna acción, Steven, decidió regresarlo a su pokebola, este acto confundió y sorprendió a los espectadores del estadio como los que lo veían por televisión ¿Por qué cambiar de pokémon cuando prácticamente ya tienes la victoria en la bolsa? Nadie esperaba esto, incluso el narrador no sabía qué comentar sobre la situación, la mayoría creyó que el joven estaba jugando con su contrincante y su objetivo era humillarlo con un pokémon poderoso y así hacer que la derrota sea aún más ultrajante.

    Steven, con un rostro inexpresivo observaba con nostalgia la pokebola de su Pokémon que acaba de devolver y su mente se llenó de recuerdos de cuando era más joven, con cada segundo que pasaba se sumergía más y más en dichos recuerdos, cerró los ojos y como si fuera magia volvió a aquellos tiempos donde era feliz, dónde tenía sueños y metas, dónde disfrutaba todos los días como si fuesen el último, dónde gritaba y juraba a los cuatro vientos que se convertiría en el mejor entrenador pokémon de la historia, y por sobre todo donde conoció el amor y a la mujer con quién le hubiera gustado tener una familia, pero todo eso se acabó, estaba en el pasado y el pasado jamás volverá no importa lo que hagas.

    —Competidor Steven, por favor saque a su siguiente pokémon —la voz del árbitro lo despertó de ese trance pidiéndole continuar con el encuentro.

    Guardó la pokebola en su mochila y miró a la mujer frente a él, su cara denotaba una gran ira, durante su viaje la conoció y con sólo unos minutos decidió no volverse a involucrar con ella pues era problemática, pero el destino es un comediante que busca las desgracias ajenas para reírse de ellas, o al menos eso era lo que pensaba. Miró al cielo, tomó una gran bocanada de aire y exhaló de la forma más lenta y suave posible cerrando los ojos en el proceso, los abrió, alzó su cabeza a un ángulo de 50 grados y con todas sus fuerzas pronunció "¡Renunció!" Provocando un silencio masivo en todo el estadio, hasta el árbitro del encuentro se mostró estupefacto con lo que dijo, pero antes de poder reaccionar el competidor dio medio vuelta y se alejó de la arena, al ver esto y despertando de su shock el árbitro dio por terminado el encuentro nombrando a Georgia como la ganadora por abandono. La chica estalló en cólera, no solo fue humillada al no poder derrotar a ningún pokémon de su rival, sino que también fue declarada ganadora aún cuando todos sus pokémon estaban fuera de combate.

    —¡Vuelve aquí! ¡No hemos terminado! —gritó con intensidad hacia el chico, sin resultados —¡Maldito manco cobarde no me ignores!

    Ignorando sus palabras siguió caminando hacia la salida, sin voltear atrás, sin arrepentimientos, tristeza o en raro caso felicidad, escuchaba a la multitud abuchearlo y tirarle basura pero eso tampoco le importaba, porque las emociones eran algo que había perdido hace mucho tiempo.
     
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    Cuarto Capítulo de esta serie, no pensé llegar tan lejos estoy a nada de terminar el quinto capítulo de más de 3000 palabras, sinceramente siento que hasta la fecha es el mejor capitulo que he escrito y llevará por título "Amor de Madre", mientras que el sexto todavía está en veremos pero se podría llamar "Comenzar de cero".

    A finales de Febrero subiré el primer capítulo de Pokémon Hada y Siniestro: La Caída de Unova. Esperenlo.

    ——————————

    Los personajes usados en esta historia pertenecen a The Pokémon Company, Gamefreak y Nintendo, y en ningún momento me los atribuyó.

    Este es un fanfiction, por lo que es una historia alterna donde aparecen personajes nuevos creados por el autor.

    ————————————————————————
    CAPÍTULO 4
    "La estrella de Kanto"

    7/Agosto/2017, 21:12 hrs.
    (1 año antes de "La Caída de Unova").
    Hotel Royal Paradise.
    Ciudad Nimbasa, Unova.


    La semana de la moda en Ciudad Nimbasa estaba a menos de 12 hrs. de comenzar, los modelos, las marcas, los medios de comunicación y demás invitados estaban listos para el día del evento que sería mañana. Elesa, líder de gimnasio de la ciudad y organizadora del evento, se sentía orgullosa especialmente de este evento que prometía ser el mejor de todos hasta ahora, cosa que generó demasiadas expectativas por parte de los medios y las personas pensando que podría ser incluso mejor que el festival de la moda en Ciudad Romantis, Kalos.

    La mayoría de los invitados importantes se hospedaban en el hotel de más prestigio de la ciudad el "Royal Paradise", desde artistas y directores hasta deportistas y políticos, todos a la espera de mañana. Entre tantas habitaciones del inmueble existían los cuartos VIP, lugares el doble o triple de grande de un dormitorio común, reservados para aquellos que podían costearlo, eso quiere decir que solo gente importante o con mucho dinero podía hacerlo, entre ellos una belleza de cabello grisáceo originaria de Kanto, Sabrina. Ella incursionó con éxito en el mundo de la actuación cuando a los 20 años, cuando tenía 26, su fama creció exponencialmente siendo llamada constantemente para muchos proyectos lo que hizo que dejara de lado su puesto como líder de gimnasio de Ciudad Azafrán y se mudará a Unova para dedicarse tiempo completo a su carrera actoral. Desde entonces pasaron cuatro años dónde se consolidó como una actriz de renombre, pues los papeles que le tocaba interpretar mayormente eran de antagonista cosa que encajaba con su personalidad.

    Todas las noches tomaba un baño antes de dormir, amaba las duchas largas y con agua caliente, le ayudaban a relajar el cuerpo, pasado 15 minutos salió de la regadera, en su esbelto cuerpo podían observarse algunas pequeñas cicatrices que nunca lograron sanar del todo, sin embargo, eso no opacaba su belleza corporal que muchos ansiaban presenciar. Tomó una toalla y la envolvió en por su cuerpo y otra más pequeña para su cabeza, salió del baño y lo primero que hizo fue acercarse al frigobar cerca de su cama, sacó una cerveza, la abrió y procedió a beberla al mismo tiempo que encendió la televisión y se sentaba en su lecho, estaba aburrida, habían pasado tres días desde que llegó a Ciudad Nimbasa y los últimos dos se la pasó encerrada en su cuarto de hotel, no es que no quisiera salir es más el hecho de que si lo hacía sería rodeada de muchas personas pidiendo un autógrafo o una foto con ella y prefirió evitar eso, siempre fue alguien de poca paciencia al lidiar con los demás. Sus poderes eran capaces de cambiar su identidad, o más bien crear un campo psíquico que distorsionaba su apariencia pasando inadvertida a los ojos de los demás, sin embargo, desde hace dos días, tiempo que se la pasó encerrada en su cuarto, sus poderes psíquicos se debilitaron en gran medida al punto de que mover un objeto de un lugar a otro era complicado, Sabrina, desconocía el porqué de su condición, ya que esto nunca en la vida le había sucedido. O eso creía, porque sumergida en sus pensamientos le llegó un recuerdo a su mente, uno de hace más de 10 años dónde sus poderes también se agotaron de la misma forma que hoy, y esto gracias a la sola presencia de una persona, una persona especial que pensaba nunca volver a encontrarse de nuevo desde la Guerra Dominium Kanto cuando era una desertora del Equipo Rocket.

    Un secreto que nadie sabe es que Sabrina, la actriz más famosa y reconocida de Kanto, fue un miembro de la extinta banda criminal que aterrorizó a Kanto y Johto hace muchos años, el Equipo Rocket, su participación en dicho grupo es información confidencial y solo los altos mandos de las dos regiones antes mencionadas conocen. Entonces ¿Por qué Sabrina estaba libre y no en la cárcel como la mayoría de los miembros actualmente? Porque era fuerte. Ellos saben que ninguna cárcel existente en el mundo puede contenerla, de ahí que, tomarán la decisión de tenerla como aliada en vez de enemiga. Otra razón válida para dejarla en libertad fue su cooperación en la derrota y desmantelación del Equipo Rocket junto a un tal Dylan Tales, otro miembro desertor que era muy cercano a Sabrina. La primera vez que ellos dos se conocieron, ella tenía 12 años y fue asignada a su mando por orden directa de Giovanni para que sirviera como su mano derecha, que a pesar de su corta edad ya era una teniente. Cuando se presentó con él, solo vio a un hombre alto y algo musculoso, no tenía presencia y para Sabrina parecía ser alguien débil en cuestión de batallas pokémon, hasta el punto de preguntarse si realmente esa persona frente a ella era uno de los tan aclamados y temidos siete generales supremos del Equipo Rocket, lo mejor de lo mejor y que sólo recibían órdenes del líder de la organización, pero todas sus dudas fueron resueltas en su primera misión; en primera, a diferencia de los demás generales que daban órdenes a sus inferiores y esperaban los resultados sentados y sin hacer nada, él dirigía presencialmente casi todas las misiones, y las que no lo hacía siempre estaban justificadas por causas de fuerza mayor, también que, durante las misiones cuando existían heridos de combate el mismo los atendía, y en caso de perecer alguno, él se encargaba de darles una sepultura digna, cosa contraria en otras unidades donde a los muertos los desechaban como basura, por está razón los soldados a su cargo le eran leales hasta la muerte, a tal grado que Giovanni no parecía ser el verdadero jefe de los Rockets. Este gesto desinteresado de su parte elevaba la moral de sus tropas y hacía que su eficiencia fuera excelente, y en segunda, su fuerza física, así como sus tácticas y su habilidad en combates pokémon y cuerpo a cuerpo estaban en otro nivel, nadie podría hacerle frente y todo aquel que lo intentaba terminaba muerto, era despiadado, brutal y agresivo en combate, pero con sus tropas era justo, confiable y empático, Sabrina, que creció sola y sin padres, sintió por primera vez la calidez de una familia siempre cuando estaba junto a él.

    Aunque su expresiones siempre eran serias, no pudo evitar sonreír al recordarlo, porque gracias a él dejó de ser la chica fría y sin emociones que nada le importaba. Si de verdad él se encontraba en Ciudad Nimbasa, con cada día que pasase sus poderes se volverían más débiles, pero eso no importaba, aún si estos desaparecieran, habría valido totalmente la pena aceptar la invitación de este festival, aunque no lo demostraba por dentro estaba realmente emocionada por mañana como una niña esperando a que Santa trajera sus regalos de navidad, se levantó de la cama y se dirigió a una nevera donde había una pequeña reserva de vinos, tomó una botella, la abrió, virtió un poco en una copa y al degustar y ser de su agrado sirvió el resto y bebió de ella, se quedó observando la copa un momento y empezó reír ligeramente, se acercó a uno de los sofás de la habitaciones y se sentó a disfrutar del vino que había agarrado hasta acabarlo por completo, su felicidad era clara en su rostro.

    —Después de 15 años nos volveremos a ver, comandante —dejando la copa en la mesita de enfrente procedió a acostarse para relajarse —Y tú también pequeño Chano.
     
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    Buenos días, buenas tarde, buenas noches, aquí Escainauta Azul, primero que nada agradezco a la gente que se detiene a leer mi historia, de ser posible me gustaría que opinaran o reaccionarán a ella así sabría si les gusta.

    Segundo: Me imagino que hay personas que no logran entender la historia y es comprensible, ya que los capítulos no tienen un orden lineal, como se esperaría de una historia normal y esa es la idea, porque la historia principal "Pokémon Hada y Siniestro: La Caída de Unova" todavía se encuentra en desarrollo y estos capítulos sirven como complemento de estás, tal vez en un futuro sea comprensible, pero mientras tanto espero que lo disfruten.

    Tercero: Para los que no saben el nombre de Chano que se repite en dos de los anteriores capítulos es del famosísimo Joven Chano, un personaje del videojuego Pokémon Oro y Plata que se hizo famoso a manera de burla y es el primer npc con el que te enfrentas y si, el será un personaje principal en esta historia.

    Y Cuarto: ¡Bendito dios que logré acabar este capítulo! Me tardé más de un mes para terminarlo, para aquellos que les gusta escribir historias, son de esos capítulos que sabes cómo empiezan, como se desarrolla y como termina, pero no encuentras la manera o las palabras adecuadas para escribirlo.

    Bueno eso es todo, siempre estoy abierto a preguntas, opiniones y críticas tanto buenas como malas. Nos vemos.

    1) Los personajes de Pokémon le pertenecen a Satoshi Tajiri, Gamefreak, Nintendo y derivados, el uso de estos personajes para este fic es el de entretener. En ningún momento mencionó que dichos personajes son de mi autoría, sin embargo la historia si me pertenece.

    2) Este es un fanfiction, por lo que es una historia alterna donde aparecen personajes nuevos creados por el autor.

    3) Disfruten del fanfic. Si no actualizo muy seguido es porque me preocupa la calidad de la historia, para que quede del agrado del espectador.

    CAPÍTULO 5
    "Amor de madre"

    27/Abril/2012, 00:43 hrs.
    (6 años antes de La Caída de Unova)
    Ciudad Mistralton, Unova.​


    En la oscuridad donde la luz de la luna era tenue, dos sombras se movían con extrema velocidad por las calles y callejones de aquella ciudad, sus movimientos eran rápidos al punto de compararse con un atleta, pero a su vez tan ligeros, buscando no llamar la atención en absoluto, de lo contrario sus vidas estarían en peligro. De aquellas sombras una, pertenecía a una mujer en sus 30's pero que por su aspecto parecía más joven, su cabello era castaño teniéndolo atado a una liga como chongo, dejando caer sobre sus orejas dos mechones, uno de cada lado. En cuanto a la otra, esta era más pequeña que la primera, pero su apariencia era similar a la de la mujer mayor, sin dejar de lado su rostro infantil, solo que con el pelo suelto. Eran madre e hija. Ambas vestían una túnica tipo medieval y en el pecho posaba un logo en forma de escudo, la mitad izquierda era de color blanco y la otra negro con dos letras. El motivo de su huida fue por una conversación entre los altos mandos del Equipo Plasma que nunca debió haber escuchado pero que sin querer lo hizo, acerca del verdadero objetivo de la organización, la dominación total de la región,

    lamentablemente fue descubierta y tuvieron que escapar de ahí, de otro modo lo único que les esperaba era la muerte.

    La pequeña fue la primera en desacelerar un poco, pues las distancia que habían recorrido junto con la velocidad a la que iban terminó por agotarla; sus respiraciones eran profundas y pronunciadas, el sudor era claramente visible en sus rostros, a pesar de que ambas usaban capucha, un ligero destello de luz podía reflejar las crisálidas gotas de sudor, alguien las perseguía y no sólo se trataba de uno, sino de un grupo entero de personas y pokémon, si ellos lograban alcanzarlas la muerte instantánea sería el mejor castigo que podrían recibir, pero aquella madre no estaba dispuesta a rendirse, ella era lo único que le quedaba a su hija en el mundo, si desapareciera entonces quién cuidaría de la pequeña, lo único que podía pensar en esta situación era correr. A cada paso, la niña desaceleró en gran medida, su madre observando la fatiga de su hija optó por cargarla entre sus hombros para no perder el paso, un segundo de ventaja era de vital importancia en esos momentos. Dió un giro a la derecha hacia un callejón muy oscuro para perder a sus perseguidores, cosa que por un momento, parecía haberse librado de ellos y sonrió al ver que nadie le pisaba los talones, pero aquel gesto duró pocos segundos porque en medio de esa oscuridad fue recibida con un potente lanzallamas que le fue imposible tratar de esquivar, bajo a la niña de sus hombros, la envolvió entre su pecho, dio media vuelta y recibió de lleno el ataque, sus gritos de dolor se ahogaron en su garganta y sus ojos se llenaron de lágrimas por el dolor intenso, su hija presa del miedo veía impotente cómo su madre sufría a costa de ella, tocó la cara de su progenitora con su mano y está le dedicó una dulce sonrisa —Tranquila, todo va estar bien —decía la mujer ante la preocupada mirada de su pequeña. Cuando el fuego se disipó su atacante guardó a su pokemon y se acercó para someterlas, había recibido la orden de capturarlas con vida, razón por la que ordenó a su Lampent no usar su máximo poder.

    —Maldita perra ¿Sabes los problemas que causaste? —estando pocos centímetros restregó su pie en la espalda de la mujer y comenzó a pisotearla e insultarla.

    Sin nada con que defenderse la madre recibía las patadas del hombre sin inmutarse, a diferencia de los demás integrantes del Equipo Plasma que contaban con al menos un pokémon, la mujer no tenía ninguno debido a que era fiel al que se supone era el ideal de la organización, "la liberación y no esclavización de los pokémon", no obstante, justo en estos momentos le encantaría tener uno, eso no quería decir que se rindió de escapar, al contrario, pues había cogido una piedra del suelo esperando la oportunidad perfecta para contraatacar.

    El hombre seguro de haber sometido a su víctima sacó una cuerda de la parte trasera de su cinturón y tomó el brazo izquierdo de la mujer para proceder a amarrarla, sin esperar que giraría su cuerpo rápidamente propinándole, un piedrazo en la cabeza, cercano al ojo, de su agresor causándole una hemorragia que lo hizo acostarse en el piso pataleando de dolor por el sorpresivo ataque, ella sin darle tiempo para reaccionar se colocó arriba de él y comenzó a repetir la misma acción una y otra vez hasta que el sujeto dejó de moverse y respirar, desfigurando el rostro de su agresor y manchando su ropa y cara de sangre en el proceso. El cazador se volvió la presa en un instante. Aunque estuviera exhausta, no tenía tiempo para descansar, se levantó y trató de tomar a su hija quien dio un paso atrás por miedo, miedo hacia su propia madre debido al asesinato que había cometido y por la sangre que se extendía por todo su cuerpo.

    —Mei, no tengas miedo, soy yo —dijo la mujer en un intento de acercarse a su hija quien seguía alejándose de ella.

    —¡Oigan las encontré! —se escuchó a la distancia por uno de los perseguidores.

    La madre sin perder tiempo tomo a la niña por la fuerza y cargándola entre sus brazos retomó su corrida, se negaba a ceder por ellos, aunque su garganta estuviera seca, sus piernas cansadas, su espalda quemada y su energía al límite, correría lo que fuera necesario con tal de salvar a su hija.

    Los miembros del Equipo Plasma hartos de perseguirla toda la noche ordenaron a sus pokémon a atacarla, ya no importaba si moría en el proceso, estaban fatigados después de tanto correr, uno de ellos, quien tenía un Gurdurr, le ordenó lanzar su viga a la mujer, el pokémon ejecutó la orden arrojando dicho objeto como boomerang, que a pesar de su tamaño y peso iba igual de rápido que una bala, este impacto contra sus piernas mandándola a volar varios metros hacia adelante, hasta el final del callejón cerca de un contenedor de basura, al chocar contra el suelo rodó unos metros más soltando a Mei en el proceso, la cual se desmayó por el tremendo golpe. Había pasado tan rápido que la mujer no supo reaccionar, ni siquiera se dio cuenta que estaba tumbada en el piso, a sus ojos les era difícil enfocarse, y en sus oídos escuchaba un chillido fuerte y molesto, todos sus sentidos tardaron en arreglarse y cuando por fin lo hicieron lo primero que vio fue a su hija tirada en el suelo inmóvil.

    —¡Mei! —su gritó desesperado fue tan fuerte que le hizo vomitar mucha sangre, el golpe había provocado una hemorragia interna que necesitaba ser tratada urgentemente, pero eso no era lo que le preocupaba, sino el estado de su hija. Trató de levantarse pero le fue imposible, no era capaz de mover las piernas pues estaban rotas y solo le quedó arrastrarse hasta llegar a ella, sus movimientos eran lentos pero agitados y sus brazos, estaban cansados y sin fuerzas, tratando de desplazarse como pudiera, con su mirada siempre al frente con dirección a su hija. Ya estando a su alcance tomó el pulso de su cuello, afortunadamente seguía viva, pero había quedado inconsciente, con sus últimas fuerzas agarró a la niña poniéndola entre su brazo izquierda y pecho, y con el brazo derecho, utilizándolo como palanca, se arrastró hasta donde estaba el contenedor de basura, y a duras penas, logró sentarse y recargar su espalda en el objeto gimiendo de dolor en el proceso, alzó la cabeza solo para ver como sus perseguidores se acercaban, entre sus brazos, posaba inconsciente su pequeña, con varias cortaduras y contusiones, una niña no tendría que estar pasando por esta clase de situaciones y le rompía el corazón saber que por su culpa ella estaba en peligro —Perdóname Mei, perdóname, perdóname, perdóname —repitiendo la misma palabra una y otra vez se disculpaba en lo que parecía ser el final, sin nada que pudiera hacer para revertir su situación ni nadie de quién obtener ayuda, su destino estaba sellado, lo único que podía hacer era esperar lo peor. No pasó mucho tiempo para que sus ex-compañeros la alcanzaran, un total de siete personas la rodearon en media luna, y uno de ellos sacó un radio, lo encendió y ajustó frecuencia la frecuencia correcta.

    —Líder Ghechis, tenemos a la fugitiva —se comunicó directamente con su jefe.

    —¿Tuvieron problemas al capturarlas? —del aparato se escuchó la pregunta.

    —Bastantes si me lo permite, perdimos a un soldado en la persecución. Ella lo mato —contestó

    —Eliminenlas —después de un silencio de diez segundos se escuchó la orden del líder.

    —Enterado —respondió sin vacilación.

    Recibida la orden los soldados procedieron a ejecutarla, sin embargo, considerando los problemas que había ocasionado su huida, incluyendo la muerte de uno de sus miembros, decidieron que antes de matarla debía sufrir. Comenzaron con patadas y pisotones que fueron aumentando su potencia, los insultos y escupitajos tampoco se hicieron esperar, uno de ellos sacó un látigo y empezó a azotarlo contra la mujer, no conformes con eso, ordenaron a sus pokemon consistentes en Liepard y Scrafty a atacarla; arañazos, golpes, ráfagas de energía y demás ataques eran recibidos sin piedad en su cuerpo, ocasionando risas y burlas de sus atacantes, parecía como un saco de boxeo y ellos estaban ansiosos por romper ese saco, una tortura sin propósito que solo buscaba el sufrimiento de la victima, y aún así, aún cuando el dolor era insoportable, nunca dejó de proteger a su hija, cubriéndola con todo su ser para evitar que pase por el mismo trato que ella recibía, su voluntad se negaba a ceder y todo por su pequeña, mientras tanto el castigo siguió por un tiempo más.

    Aburridos y satisfechos de sus acciones decidieron ponerle fin a su vida de una vez por todas, ya se habían "entretenido" lo suficiente y era hora de terminar el trabajo, sin embargo, ignoraban que por detrás algo se acercaba lentamente, no era humano, ni siquiera pokémon y se arrastraba silenciosamente por el suelo como una babosa.

    —Esperen ¿Que mierdas es eso?

    Desde atrás del contenedor una masa oscura y viscosa, parecida a la brea, se acercaba por el suelo salvajemente como una ola rodeando tanto a madre e hija como a sus atacantes para después convertirse en una cúpula donde quedaron encerrados nublando la vista de todo aquel que quedó atrapado, el pánico comenzó a brotar de los miembros del Equipo Plasma que, gritaban desesperados intentando abrir dicha cúpula sin éxito, la sustancia era similar a un fluido no-newtoniano, un líquido cuando la tocas, pero un sólido al golpearlo, no tenían escapatoria.

    —Solicitamos refuerzos. Nos tienen atrapados en… ugh —de repente, un sonido como el de una espada al ser desenfundada se escuchó, al mismo tiempo que la voz del atacante callaba, después se volvió a oír y otra voz silenciada, una vez más y otra más, ese ruido se percibió siete veces, igualmente que el número de personas que había, cuando el silencio reino otra vez la cúpula de aquella masa misteriosa descendió hasta volverse un charco revelando siete cuerpos ensangrentados apilados en el suelo, los cuales les habían cortado la cabeza, el corte se veía limpio y que fue hecho de un solo tajo, pero lo más impactante era el pokémon que estaba a lado de los cuerpos, su aspecto era bastante extraño, se paraba en dos patas como un Zoroark, era blanco y negro con ojos rojos y tenía la lengua de fuera, parecía como un miembro de alguna banda de rock o metal, una especie que no era nativa de Unova.

    Los demás integrantes del Equipo Plasma llegaron para auxiliar a sus compañeros que habían solicitado ayuda, pero lo único que encontraron fue una pila de cadáveres y encima de ellos un pokémon cuyo aspecto era aterrador, con sus garras cubiertas de sangre y su cuerpo envuelto en la oscuridad siendo iluminado por la luz de la luna llena, parecía un ángel de la muerte enviado para cumplir su misión, matar a todos los que pudiera. Aún con temor, sacaron a sus pokémon para encarar a esa "bestia", sin embargo, de poco les sirvió porque aquel monstruo se abalanzó contra ellos muy rápido y los mató en el acto: el primero de ellos fue atravesado en el pecho por sus garras; al segundo lo mordieron del brazo hasta arrancarlo, el sujeto gritó pero fue callado al instante cuando lo golpearon en la cabeza tan fuerte que esta dio un giro de 180 grados, muriendo al instante; al tercero lo sujetaron de la pierna y lo estamparon contra el suelo varias veces hasta que su cráneo reventó y así como los anteriores, los demás refuerzos corrieron con la misma suerte, muriendo de formas crueles y bárbaras, sus pokemon intentaban proteger a sus entrenadores pero fueron mandados a volar dejándolos inconscientes.

    En cuánto a la moribunda mujer, solo pudo apreciar la horrible masacre que hacía el pokémon bípedo antes de desmayarse por sus heridas.

    Cuando abrió los ojos, ya no se encontraba tirada en ese sucio callejón, estaba en movimiento siendo cargada por un hombre desconocido que debido a la oscuridad era imposible verle la cara, además queb iba acompañado de aquel pokémon de apariencia inusual que las había salvado anteriormente. Observando sus alrededores se dio cuenta que estaban en un bosque por la gran vegetación que los rodeaba, dando a entender que estaban a las afueras de la ciudad, ya nadie los seguía y su hija todavía se encontraba entre sus brazos, lo que la tranquilizo un poco, no obstante, el dolor que sentía por los golpes que había recibido aún estaba presente, no solo eso, su salud corría peligro al igual que la de su hija que había sufrido lesiones durante su persecución al punto de noquearla, tenía que asegurarse que estaba bien.

    —Por… favor, mi hija —su estado era terrible, tanto que le costaba solo hablar —Ayúdala.

    Con esas palabras, desaceleró su paso hasta que se detuvo frente de un árbol, bajo con cuidado a la mujer y a su hija y las recargo en el tronco, sin levantarse sacó un botiquín de primeros auxilios e inspeccionó la condición de la niña, tenía algunas contusiones y pequeñas heridas pero eran leves por lo que solo necesitaba descansar para recuperarse, cosa contraria de su madre cuyo estado era terrible, las heridas de su cuerpo eran graves, no importaba que tan cerca estuviera un hospital no iba ser posible salvarla, tal vez podría alargar su vida unos minutos pero su muerte estaba asegurada, su ojo derecho tenía un enorme moretón, su nariz estaba fracturada, su cabello y parte de su cara estaban quemadas y sus piernas presentaban fractura, hasta podría jurar que la mitad de su cuerpo estaba torcido, sin contar su hemorragia interna que la hizo perder tanta sangre que su piel, ya de por sí blanca, tenía un tono pálido, era un milagro que aún estuviera consciente.

    —Ella está bien, solo necesita dormir —con esas palabras la madre pudo relajarse, su pequeña no corría peligro, eso era suficiente para ella. Aquel sujeto se dispuso a tomar a la niña viendo como su madre apenas podía mantenerse despierta, sin embargo, su brazo fue atrapado débilmente por la mano pálida de la moribunda mujer.

    —Espera… solo un poco más —quería pasar sus últimos momentos con ella a como diera lugar.

    —Vas a morir pronto —fue serio y directo.

    —Lo sé —a sabiendas de su triste destino se negó a despegarse de su hija, viendo su voluntad aquel sujeto aceptó su petición sin problemas.

    El tiempo madre e hija fue corto, dónde la mujer abrazaba a la pequeña y lloraba a mares, tal vez porque no pudo protegerla o porque odiaba despedirse de ella, sea cual sea el caso, con cada suspiro que hacía su existencia iba desapareciendo. Al estar tan cerca por fin pudo ver bien a su salvador, tenía que aceptar que era algo guapo, su cabello negro era brillante, su "ojo" era azul, en su piel bronceada, específicamente en sus brazos y cuello, se encontraban varias cicatrices viejas y lo que más llamaba su atención era el parche que cubría su ojo derecho que arruinaba un poco su belleza pero le daba un toque maduro, más de lo que ya aparentaba, gracias a él, estaban vivas, desearía que hubiera llegado antes, así también podría haberse salvado, pero ya no importaba, lo único que deseaba ahora era seguridad y bienestar de su hija porque ella ya no iba ser capaz de cumplir ese rol.

    —Cuidala… por favor.

    —Lo haré. Lo prometo.

    Complacida con la respuesta y sintiendo que el alma se le escapaba, le beso la frente y la admiro por última vez, su pequeña, su mundo, su todo—Mei, cuídate y… sé feliz —a pesar de mantenerse serio todo el tiempo, esas palabras fueron llegadoras para aquel sujeto, el no conocía en absoluto a la mujer, ni viceversa, pero aún así lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, tapándose la cara para que ella no lo viera llorar, está reacción enterneció e hizo sonreír a la madre al saber que Mei, podría estar en buenas manos.

    Su corazón se detuvo, su cuerpo perdió fuerzas y la intensidad de su respiración bajó hasta ser nula, su vida había terminado, con una sonrisa en su rostro y llena de lágrimas, pero con la satisfacción de saber que su niña no estaría sola, abandonó el mundo terrenal para siempre, sus últimas palabras fueron dedicadas a su hija, la persona que más amaba y por la que, con gusto, dio su vida para darle un mejor futuro.
     
    Última edición: 21 Enero 2023
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