Playa del sur

Wow, realmente llevaba un buen tiempo en aquella playa... sentía como si hubiese estado caminando por lo menos por un mes por la costa de la isla. Pero que tonterías estaba diciendo, si solamente había pasado un rato por allí, no es como si hubiese estado parada allí por un mes porque sí...

Aparte esos extraños pensamientos de mi cabeza y seguí buscando Pyukumukus por la playa.

 

Continué caminando por la playa, supuse que eventualmente encontraría... ehm, ¿qué se suponía que estaba buscando? Ya hasta se me había olvidado...

Ah, cierto, ¡Pyukumukus! Por poco lo olvidaba... continué caminando por la playa buscando si alguno había quedado abandonado en la arena...

 

Y efectivamente, tras dar unos pocos pasos me encontré con un pobre tipo agua que había quedado abandonado en la arena, a la merced del caluroso sol. Lo llevé al agua y lo devolví a donde pertenecía.

—Vamos muchachos, ¡sigamos trabajando! —exclamé, alentando a mis pokémon a que ayudaran con la búsqueda.

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Pyukumukus: 2

 

Continué caminando a través de la extensa playa. Sabía que era un trabajo duro y muy, muy lento, pues los Pyukumukus no eran fáciles de encontrar. Pero alguien tenía que ayudarlos... y al fin y al cabo, todos salíamos ganando al final, ¿verdad?

Caminé junto al resto de mis pokémon. Me preguntaba, luego de terminar el trabajo, ¿qué sería lo primero que haríamos?

 

Quizás lo primero que debía hacer era visitar nuevamente a Tetemeko. Había reunido ya las marcas de los cinco capitanes menores, tal y como él me había dicho, ¿y no fue él quien me dijo que regresara a verlo una vez que cumpliera con esa misión?

Pensé para qué podía ser… y la respuesta me golpeó con el recuerdo de Liza y su peculiar flauta. ¡Por supuesto! Liza debía haber obtenido aquella flauta de él, ya que había conseguido las cinco marcas. Recordé que ella utilizó aquel instrumento para poder acceder a la jungla a través de las arenas movedizas… ¿podría atravesar con ellas también el desierto donde se encontraba Tetemeko? Sólo había una forma de averiguarlo…

 

Continué avanzando a través de la playa, aunque no parecía que tuviese mucho éxito por ahora... sólo había logrado rescatar a dos Pyukumukus, estaba segura de que debían haber más en peligro por aquí.

—Vamos, no podemos desanimarnos... ¡sólo hay que seguir caminando por aquí!

 

Un Dwebble de Udan salió a nuestro encuentro, y pude apreciar bien de cerca las diferencias con los Dwebble normales en el resto del mundo. Era todo un misterio, estos pokémon regionales... quizás este era el único lugar donde podríamos encontrar a tan curiosos pokémon.

—Sigamos —musité, siguiendo hacia delante.

 

Un Hippopotas de Udan salió de entre las olas y bostezó antes de volver a sumergirse nuevamente. Recordé mi plan de conseguir un tipo agua para nuestro equipo a continuación...

Bah, no era necesario; tenía a Magikarp al fin y al cabo, ¿verdad?

 

Un Yungoos correteó cerca nuestro; parecía estar en busca de pelea, pues gruñó amenazadoramente en nuestra dirección general. Sin embargo, en cuanto Scizor le fulminó con la mirada el pokémon huyó despavorido.

El pokémon dragon/acero apartó la mirada del pokémon, como si lo considerase demasiado cobarde para perseguirlo, y se unió nuevamente a nuestra caminata.

 

—¡Ah!

Me detuve en seco, ¡había estado a punto de pisar a un Pyukumuku! Realmente tenía que mirar por donde caminaba...

Con sumo cuidado, recogí al tipo agua y lo llevé de regreso al mar. Otro pokémon más que salvábamos... y retomamos nuestro camino.

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Pyukumukus: 3

 

Seguí caminando por la playa al sur de la isla de Udán. Era un día muy caluroso, pero eso no iba a detenerme... ya no podía faltar mucho.

—Vamos... tan sólo rescataré a un par de Pyukumukus más... y seguiré con mi camino...

 

Un pequeño Kabuto se apareció en aquel instante, desafiante, pero pasamos de él. Sabía que este no era el momento para el entrenamiento...

Continuamos por la cálida arena de la playa, caminando cerca de la costa, en busca de los Pyukumukus...

 

El Hippopotas de antes apareció cerca de la orilla del mar; lucía un poco somnoliento. Me preguntaba si su evolución, Hippowdon, sería también de tipo agua, o si conservaría alguna característica de los Hippowdon tipo tierra que solían verse en el resto del mundo...

Con la cabeza llena de preguntas acerca de las distintas variedades regionales, continué caminando por aquel lugar.

 

Ordené a Scizor que amenazadoramente apartara a un pequeño grupo de Yungoos de nuestro camino. No teníamos tiempo para entretenernos con peleas, después de todo...

A lo mejor estaba perdiendo el tiempo y ya no habían más Pyukumukus que rescatar, pero... bueno, no perdía nada intentándolo un rato más, ¿verdad?

 

—¡Hoja Aguda, Decidueye!

El pokémon fantasma/planta obedeció y usó su habilidad para apartar un alarmante número de Dwebbles de nuestro camino. No quería recurrir a este tipo de acciones, pero no parecía que aquel grupito nos dejase pasar de otra forma, así que no hubo otra opción...

 

—Argh, que calor...

No era para menos. Hacía un calor intenso en aquella playa; ahora que lo pensaba, el clima tropical de la isla parecía consistir de un constante sol radiante. Desde que había llegado aquí, en ningún momento vi siquiera una nube. Todos días soleados... que curioso, ¿no?

 

Mientras caminaba por la costa, Lycanroc llamó súbitamente mi atención con un aullido. Siguiendo su mirada, logré hallar a un Pyukumuku que temblaba, oculto bajo la arena y expuesto directamente al radiante sol.

Con cuidado, tomé al pokémon con ambas manos y lo regresé al mar, donde pronto se perdió de vista. Uno menos...

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Pyukumukus: 4

 

Tras dejar al Pyukumuku, observé por un momento el mar. Vi a un Scraggy que se encontraba surfeando entre las olas con aquella curiosa tabla de surf que todos los Scraggy de aquí parecían poseer...

Tras observar mejor, logré notar que el Scraggy no estaba solo. Un diminuto Pichu lo acompañaba en aquella tabla, mirando con admiración como Scraggy se manejaba en aquella tabla. Era, ciertamente, una imágen muy tierna.

 

Tras pasar unos momentos observando a ese dúo dominar varias olas desde la orilla, decidí que lo mejor era ponerme en marcha. Quería terminar con esto antes de que anocheciera, ¿verdad? Ya era difícil encontrar a estos pokémon con luz de día, ni me quería imaginar lo difícil que podía ser por la noche.

—Bien... ¡en marcha!

 

No iba a rendirme, lo tenía bien decidido. Ya sabía como proseguiría mi aventura; intentaría salvar a todos los Pyukumukus que pudiera, y luego de que terminara con ello iba a dirigirme hacia el Gran Desierto, a encontrarme con Tetemeko y poder finalmente conseguir... lo que sea que fuese que me iba a entregar.

¿Sería otra flauta como la que Liza poseía? ¿O acaso sólo tenía una, y yo había llegado demasiado tarde para obtenerla? Quizás me había demorado mucho en derrotar a Joka y los demás capitanes menores... pero bueno, de nada servía ser pesimista ahora; ya lo resolvería cuando terminara con este trabajo.