Playa del sur

Liza White

Creo que había empezado a entender el mecanismo de esta búsqueda. Los Pyukumuku, en el fondo, son pokémon muy orgullosos, y por ello no son capaces de pedir ayuda por su cuenta. Entonces si les llamas, aparentarán pasear por allí casualmente para que les veas y así llevarles de vuelta al mar. Todo tenía sentido ahora...

Sería gracioso si fuera verdad, ¿eh?

—Venga, vamos, tú no deberías estar aquí —regañé al Pyukumuku en mis brazos, a pesar de estar segura de que no me estaba escuchando. Le solté en el agua una vez más, y puse los brazos en jarra, soltando un pequeño suspiro—. Como me entere que es el mismo pokemon el que está entrando y saliendo del agua una y otra vez se va a enterar.

 

Liza White

—¡Eh, eh, que te estoy viendo! ¿Otra vez tú? —alcé la voz al ver como, tras alejarme un poco, el mismo pokémon volvía a hacer un ademán de salir del agua. Debía ser una broma—. ¿Acaso estás jugando conmigo? Quédate ahí, anda.

Y otra vez tuve que cogerle y llevarle a una parte más profunda, mojándome hasta las rodillas por haberme metido en el agua. Suerte que tenía pantalones cortos y hacía calor, todo eran ventajas.

 

Liza White

Escuché detrás de mí el ladrido de Kiba, parecía que había encontrado algo. Sin perder tiempo di media vuelta, deseando que aquel travieso Pyukymuku no volviese a hacer de las suyas en mi ausencia, y corrí hacia el cachorro pokémon.

Al parecer, tan solo había encontrado un Kabuto, y ladraba feliz de haber encontrado otro amiguito con el que jugar. Sonreí, invitando al cachorro a jugar con él, y volví una vez más al trabajo. Supongo que Kiba aún era muy pequeño para estar concentrado en una búsqueda como esa.

Por su parte, Umiko se acercó a mí sin nuevas noticias.

—No te preocupes, llevamos ya muchos pokémon rescatados después de todo. ¡Sigamos buscando!

 

Lucas Diamond

¡Más y más Pyukumuku, muy bien Liza! No era necesario humillarme de esa forma para ganar la apuesta, ¡pero muy bien! Bueno, estaba bien saber que al menos estaba ayudando... Salvar a los Pyukumuku era mucho más importante que una tontería de apuesta.

—Datrix, ¿por qué no vas a buscar a Scraggy y lo traes ya aquí? No me gusta la idea de que esté tan alejado de nosotros. Además, puede pasarle cualquier cosa...

El búho obedeció y emprendió el vuelo hacia la costa. Sabría encontrarme de vuelta, así que mientras yo seguiría la búsqueda.

 

Lucas Diamond

En un rato el búho regresó con la tabla de surf en las piernas. La dejó detrás de mí y se posó en mi hombro. Scraggy apareció corriendo entonces, detrás del búho, extremadamente molesto. Gritaba y se quejaba, mientras corría agarrándose los pantalones para que no se le cayeran. Por lo que había deducido, el surfista no quería venir, así que tuvo que buscar una forma de traerlo. ¡Y no se le había ocurrido otra cosa que quitarle la tabla!

—¡Datrix, no hacía falta eso! Podrías haber... Eh. Simplemente... Uh —lo pensé un rato y no se me ocurría nada—. Bueno, tal vez sí que hiciera falta, pero yo no te he dicho esto, ¿vale? —susurré.

>>Scraggy, vamos a seguir todos juntos, ¿vale? No quiero que te pierdas o que te pase algo. ¡Y anima esa cara, que ya tendrás tiempo de surfear en otro momento!

 

Lucas Diamond

¡Ooooh, cómo no! Junto a Scraggy venía un Kabuto, caminando detrás suya. Estaba medio escondido, así que cuando el pokémon se acercó a mí, resignado, para que continuáramos todos juntos, salió huyendo. Me preguntaba si podrían escarbar en la arena. Era la única forma posible de explicar sus apariciones y desapariciones repentinas. Quizás más tarde combatiríamos.

Decidí, por el momento, seguirlo. Si estaba asustado, buscaría a algún pokémon para que le protegiese. ¡Y ese pokémon podría ser un Pyukumuku! También podría no serlo, pero era lo último que me quedaba por probar.

 

Lucas Diamond

¡Ajá, lo sabía! Tenía razón, ¡claro que la tenía! El Kabuto buscó otro pokémon para que lo defendiera de sus agresores. Y, cómo no, ¡era un Pyukumuku! ¡Já! ¡Jáa! ¡Jajajaja! Por supuesto que no lo era. Era otro Kabuto, quien también se asustó. Los dos se agarraron de sus patitas y empezaron a correr juntos.

Ahora me sentía algo mal. Parecía que había estado siguiendo a Kabuto para asustarle, y no era así. Mejor sería si los dejaba marchar. Ya encontraríamos nosotros Pyukumuku por otro lado, ¿no?

—Datrix, echa un vistazo. A ver si encontramos a alguno, porque... Desde luego este trabajo no es lo nuestro.

 

Lucas Diamond

Pasó poco tiempo hasta que volví a escuchar unas pisadas. Hubiera apostado a que se trataba de un Kabuto, pero nada más lejos de la realidad. Esta vez fue un Yungoos, como el que derrotamos la primera vez. Parecía algo irritado por algún motivo.

—No, Scraggy. Ahora no es momento de pelear, ya en otro ocasión, ¿vale? Si quieres puedes luchar tú contra el último entrenador de la prueba, cuando nos toque. Que a este paso, será después de Liza —bromeé. La suerte no estaba de nuestro lado.

Datrix me interrumpió en ese momento. Había encontrado algo, así que nos acercamos a ver.

 

Lucas Diamond

Datrix comenzó a reírse de pronto. ¿Qué...?

—Oh, otro Kabuto. Qué gracioso, Datrix —dije, entendiendo lo que había pasado. ¡Nos había gastado una broma! Scraggy también se rio y viendo el panorama no me quedaba otro que reír. Era gracioso, a fin de cuentas.

>>Puedes irte, pequeño —le dije a Kabuto cuando nos vio. Me hizo caso, aunque lo hubiera hecho a pesar de que no le hubiese dicho nada.

>>¿Ya acabó la broma? Pues venga, sigamos.

 

Lucas Diamond

No había rastro de los Pyukumuku tan alejados de la orilla como estábamos. Era hora de irnos de nuevo al agua.

—¡Datrix, Scraggy, nos vamos! —Datrix volvó de vuelta a mi hombro pero Sraggy no. Él, al contrario, se alejaba de mí—. ¡Oye, adónde te crees que vas! Ven aquí, pequeño —le dije mientras lo tomaba en brazos, para llevarlo conmigo. No obstante, fue cogerlo y ponerse a patalear. Sus piernas me golpearon un par de veces y me mordió la mano. ¡¿Qué diablos?!— ¡Relájate! ¿Qué narices te pasa?

El surfista continuaba luchando por zafarse de mis brazos, entre gritos y quejas. Y fue tras formular la pregunta que vi otro Scraggy acercarse y quedarse mirándome. Eh... pudiera ser qué... ¿Era posible que me hubiera confundido?

Scraggy se soltó de mis brazos y huyó enfadado. Mientras, Datrix continuaba riéndose.

—Hmm... b-bueno, vámonos he dicho.

 

Liza White

—¡Bien hecho, Lucas! ¡Sigue usando esa técnica, que funciona! —le felicité entre risas, el numerito que estaban montando no nos había pasado desapercibido. Pero eh, que si funciona, habría que seguir probando—. ¿Y si probamos nosotras también ese método, Umiko?

La pokémon negó con una sonrisilla, y echó a correr antes de que se me ocurriese hacer alguna tontería.

>>¡Eh, espera! ¡Que era broma, jo! ¡Esperaa!

 

Lucas Diamond

Noté un pequeño pinchazo mientras andaba. Parecía que había pisado una piedra, ¡pero no! Se trataba de un Pyukumuku, ¡al fin! Desde luego no era buena idea haberse alejado tanto. Lo tomé en brazos y lo llevé a la orilla. Cuando lo devolví al agua, oí a voz de Liza llamarme. Me había felicitado por haberlo encontrado y se había burlado sutilmente por mi escenita con el Scraggy.

—N-no era ninguna técnica... —me quejé en bajo—. Bueno, ya pronto te alcanzaremos, ¿eh? Así que ten cuidado. ¡Ya van dos! —bromeé ahora yo, sabiendo que ella llevaba cinco en su contador.

 

Lucas Diamond

Scraggy me tiró de las bermudas para llamar mi atención. Señalaba con su tabla hacia la costa. Había otro Pyukumuku medio enterrado en la arena, el cual era bañado de vez en cuando por mareas. Estas apenas llegaban hasta donde se encontraba el pokémon, pero eran las suficientes como para que sobreviviese.

—¡Mira Liza, ya van tres! —le grité a la entrenadora mientras tomaba al tipo agua en brazos y lo metía mar adentro. Una ola casi me hace tropezar y caer, pero no fue el caso. A mi lado, Scraggy surfeaba tranquilo. Algunos no tenían remedio...

 

Liza White

No sabía cómo, pero aquella breve broma se había convertido en alguna clase de juego en el que Umiko intentaba que la atrapase, desde luego, infructuosamente. Desde luego mis pokémon sabían aprovechar cualquier momento para jugar, y en parte hacía el trabajo más ameno. En un principio era fácil, pues la movilidad de Umiko en tierra no era tanta, pero tan rápido como se escapó de mis brazos echó a correr hacia la orilla. Y qué velocidad tenía Brionne en el agua, ¡era imposible atraparla!

Así, acabé teniendo que entrar de nuevo en el agua, teniendo cuidado de no mojar la ropa, y persiguiendo a la enérgica inicial que no dejaba de hacerme perder el equilibrio. Solo esperaba contar con una toalla antes de que oscureciese... o un pokémon tipo fuego.

 

Liza White

Umiko seguía burlándose de mi escasa velocidad en el agua, buceando y escurriéndose de mi agarre mientras aprovechaba la ocasión para echarme agua. En una de las ocasiones en las que estuve a punto de cogerla dio un gran salto y me sobrepasó, pero yo ya había cogido algo en su lugar, creyendo que se trataba de ella.

—¡Te tengo, al fin! Ahora deja de huir, tengo que volver a...

Pero no era Umiko quien estaba entre mis brazos, si no un Pyukumuku que observaba extrañado por el agarre. Del susto lo solté, dejando que flotase en el agua, y acabó por alejarse sin apartar la mirada malhumorada de mí.

—L-lo siento... Qué susto.

 

Lucas Diamond

Al salir del agua, mojado, salpiqué a un Kabuto que correteaba cerca de la orilla. Era gracioso verle. Cuando el agua se retiraba, se acercaba hacia el agua, sin llegar a tocarla. Luego, cuando segundos más tarde las olas iban a parar a la playa, corría de vuelta, asustado por el agua.

—Vaya Kabuto... es todo un caso —pensé.

Regresamos a tierra firme Scraggy y yo. La arena se me había pegado a las chanclas, pero lo ignoré por el momento.

—Hm... ¡quien encuentre al próximo Pyukumuku...! —dije en alto, esperando que se me ocurriese algo para motivarnos—... bueno, quien encuentre al próximo Pyukumuku gana, y ya. No se me ocurre nada más.

 

Lucas Diamond

¡Era increíble, no hizo falta más que decirlo para que Scraggy se pusiera como loco a buscar! Y no tardó nada en regresar con uno de ellos en la mano, ¡habíamos encontrado otro Pyukumuku! Ya llevábamos... ¿cuatro? Sí, no estaba nada mal. A este paso remontaríamos y ganaríamos a Liza, quien ya llevaba seis.

—¡Muy bien, Scraggy! Eres el ganador. Ahora devuélvelo al agua, ¿vale?

El surfista fue hacia el mar y lo soltó allí, aprovechando para cabalgar un par de olas mientras. Bueno, se lo había ganado.

—Solo un par, ¿eh? Luego regresa —le grité desde donde estaba

 

Lucas Diamond

Fue un Hippopotas el próximo pokémon en aparecer. No parecía tener ganas de moverse, y Datrix no tenía ganas de combatir. Así pues, todos salimos ganando, ¿no? Pasamos de largo y el pokémon se quedó ahí, tumbado, esperando a que llegase agua... o no.

Al cabo de un rato Scraggy regresó a mi lado, saludándome con un leve tirón en las bermudas.

—¿Ya has terminado? Muy bien, sigamos buscando entonces.

 

Liza White

Al final no tuve más remedio que salir del agua, sin haber logrado atraparla. Era un caso perdido, y ya había perdido demasiado tiempo yendo tras ella cuando estaba claro que no iba a ganar. Así, ante la risita de Umiko, me giré hacia y le saqué la lengua, mientras hacia a un lado mi cabello en un intento por quitar el agua.

—Desde luego, a quién se le ocurre... —murmuré, escuchando el chapoteo de la pokémon de regreso al agua. Supongo que habría que hacer el trabajo una misma.

Y esta vez, sin distracciones. A ver si lo consigo.

 

Liza White

En lugar de un Pyukumuku, fue un Yungoos el que salió a mi encuentro. Me miró, gruñó y siguió su camino con molestia en su expresión. O quizás era su unica expresión, pobre.

Preferí ignorar su caminar y continuar vigilando la costa. Cada vez aparecían menos pokemon, lo que quería decir que se notaba nuestro trabajo.