Platos rotos Para la actividad ¡Vamos a pensar! Cantidad de palabras: 444 + título Tema: Gritarle a un hermano Platos rotos —Afídame puta. La muchacha dejó caer el plato que sostenía al oír la voz de su hermanito. La porcelana se hizo añicos en medio de un estrepitoso ruido que, sin embargo, fue opacado por el grito de la joven. —¡¿Qué dijiste?! —¡Pido! ¡Afídame puta! —repitió, molesto. Sintió que la sangre abandonaba su cuerpo, las manos le sudaban y la rabia comenzaba a subirle lentamente hasta el rostro. ¡El maldito de Ignacio! ¡Seguramente él le había enseñado aquellas palabras al pequeño Pablito! Trató de serenarse, para corregir al niño antes de que su madre bajara alertada por el ruido de platos rotos. —Pablito, esas cosas no se dicen —explicó con la mayor dulzura que pudo reunir. Él la miró con aquellos ojazos oscuros que tanto le gustaban y esbozó una sonrisa con diminutos dientes. —¡Pon fevor, afídame puta! —gritó, moviendo la pequeña manito de arriba hacia abajo. ¡Mierda! Eso no había funcionado. ¡Ya vería Ignacio! Corrió escaleras arriba con su hermanito en brazos rumbo a la pieza del culpable de aquellas palabrotas. ¿Cuántas veces le había dicho su madre que no repitiera palabras como esa frente al pequeño? Los niños absorben frases como esponjas y se les pegan como una gripe. Su hermano mayor no se encontraba en su pieza, así que decidió recurrir a la sabia ayuda de mamá. La mujer la miró extrañada al verla entrar con el rostro enrojecido por la cólera. —¿Qué pasa, Mónica? —¡Escucha lo que dice el Pablito! Las miradas de ambas se fijaron en el pequeño, quien ya aburrido por la situación volvió a repetir su frase célebre: —Afídame puta, po fervor. —Su manito nuevamente se movía de arriba hacia abajo—. ¡Pido! La mujer extendió la mano hacia el rostro del niño provocando que una expresión de terror se dibujara en el rostro de Mónica. ¿Le iría a pegar por decir groserías? ¡La culpa era de Ignacio! Cerró los ojos, mordiéndose el labio a la espera del sonido de la bofetada. —Muy bien Pablito, así se habla. La muchacha miró a su madre con los ojos como platos, ésta pareció comprender el desconcierto de su hija así que con una amable sonrisa repitió: —“Afílame la punta, por favor”. Fue entonces que se fijó en la presencia de un diminuto lápiz desgastado en la mano de su hermanito. ¡Eso era lo que movía a la espera de que ella lo entendiera! Suspiró aliviada. Su pequeño Pablito seguía siendo un niño inocente y puro, que no decía palabras feas. —Escuché el ruido de los platos rotos —comentó su madre—. Ve a limpiar el desorden, que no quede ningún vidrio en el piso. —¡Por la puta madre! —Se quejó.
Re: Platos rotos Me encantó. Mira que pensar que el hermanito la estaba insultando cuando solo quería que le sacara punta al lápiz. Es lo que tienen los niños pequeños... que no se les entiende. Y encima luego va ella e insulta, lol. Kairy.
Re: Platos rotos Me gustó el hecho de que hayas cambiado la palabra "Afílame la punta" por "afidame puta" Te doy toda la razón, querida ;). Y, como dicen, las madres siempre tienen la razón y saben lo que los hijos quieren decir o hacen. Tampoco me agradó que ¿Mónica? Culpara así como así a su hermano. Si un niño dice malas palabras a mí me causa gracia x'DD. Al fin de cuentas no sabe lo que dice. Aunque mis primitos son un caso perdido. Un cuento corto, preciso y fácil de leer. Saludos....
Re: Platos rotos Me acordé que mi hermanito en vez de decir "sacapuntas" decía "saca putas". x,D De ahí nació la idea. Me alegro de que les haya gustado. =)