En el largo plazo sabía que mis hábitos alimenticios dejaban mucho que desear, comía a deshoras o no lo hacía y así me había tirado la vida hace varios años. Esa tarde se me ocurrió tener la decencia de almorzar, incluso había tomado el almuerzo que me habían preparado, así que un rato después de que sonara la campana tomé mis cosas y salí; estaba dando una vuelta para decidir dónde sentarme a comer, para no encerrarme en la sala de arte, cuando apareció el Kasun versión light, mejor conocido como el crusheado con Kurosawa. Total que como no tenía más qué hacer me le pegué al chico, terminamos yendo a la piscina y allí estaba la susodicha lo que debía ser una alegría para Kasun, sin duda. Lo miré de costado antes de darle un codazo para que nos acercáramos y ya allí me senté como si fuese mi casa, junto a Craig porque sí. ¿Quizás para darle cuerda en molestar al otro? Quién sabe, quién sabe. Destapé la comida con calma, noté que el otro se sentaba donde Shiori le había indicado con la mirada y tuve que disimular la sonrisa que estuvo por alcanzarme el rostro. Empezó la conversación con la facilidad que parecía natural en él, yo no acoté nada y esperé a que ella dijera algo, lo que fuese. —Para nada —dijo con la sonrisa bien pegada en la cara y lo otro lo soltó bastante por las buenas—. Paimon-senpai preguntaba que si no solía almorzar con ustedes. —¿No iba a más por el lado de si no solía almorzar con él en particular? —le dije a Suiren en un murmuro, inclinándome hacia su espacio—. Pobre criatura, andaba todo perdido por ahí.
Era inevitable el hecho de que solía sorprender las casualidades, como aquella. Hace no mucho Paimon había preguntado por ellos y el par había determinado pasar el almuerzo acá. Fue por demás cómico si me lo preguntaban, aún así continué en mi almuerzo, ya casi que finalizando en lo que Akaisa se sentaba a mi lado, notando como se acercaba a mi espacio a lo que permanecí sereno, ya luego con la botella de agua cerca a mis labios cubrí la leve sonrisa que me surcó en lo que Kurosawa y Kasun intercambiaban palabras. —Supongo —murmuré inclinándome apenas hacia ella, con la vista aún al frente, como si nada—. Igual que Kurosawa, la vimos muy sola cuando bajamos —pasé ahora sí el sorbo de agua, aún con la botella cubriendo mis labios para que solo Akaisa me escuchara—. Mencionó tu alma caritativa, ¿debería considerarme especial por eso? Era algo simple, pero sentía algún tipo de complicidad con Akaisa, por muy tonto que sonara. Paimon pareció terminar su almuerzo en lo que comenzaba a cerrar el bento. —Ah sí, suponía que eran buenos amigos. Kasun dirigió su atención a él, con su aire amistoso de siempre. —No creo que supongas mal —acotó, llevando un trozo de arroz a su boca para ya luego continuar al tragar—. ¿Y qué tal tus primeros días de clase? Orn echó la espalda contra el tronco del árbol. Habíamos hablado de él y su hermano el domingo, y en definitiva la mala referencia era del gemelo que no estaba presente. —Normal, Shiori ha hecho su esfuerzo por ser una guía destacada —relajó los hombros como si nada—. Le decía que la recomendaré con la profesora de tercero. —¿Kurosawa? —Shiori —murmuró sin interés. Quien fuese ajeno pensaría que Paimon estaba tratando de fastidiarlo, y no lo sabía a ciencia cierta por lo que mencioné: —A la final le mostramos la piscina, y bueno, terminó siendo un buen lugar.
Ni idea de cuándo lo habíamos establecido, pero en tanto compartiéramos espacio con los tortolitos estaba claro que Suiren y yo íbamos a ser cómplices, ¿de qué? De fastidiarlos, ni más ni menos, incluso si era solo cuchicheando al respecto. Nadie podía culparnos además, con el show que estos dos nos podían al alcance desperdiciarlo era casi un pecado; eso y que con algo tenía que entretenerme. Total que seguimos hablando en susurros, me dijo que Kurosawa estaba sola cuando la encontraron y la cosa no me sorprendió en lo más mínimo, viendo que había acabado por convertirse en la norma. Era cierto que la estúpida se había aparecido en mi casa para soltarme un discurso y una bofetada, pero había algo en su soledad que me incomodaba. Dudaba que a Kaoru le gustara la idea de que su hermana se pasaba los recesos metida en su salón comiendo sin compañía, pero ese era un problema que ella debía solucionar por su cuenta. —Desde hace un tiempo siempre está sola —concedí sin más y luego me tragué una risa por lo de mi alma caritativa, para responderle igual en voz baja—. Maybe you should. Me has significado varias horas de vida, cuando empiece a cobrarte va a ser un problema. A pesar de estar hablando con él mantuve los oídos atentos al intercambio de los demás, escuché al moreno decir que supuso que éramos (eran, debía insistir) buenos amigos y si Shiori tenía algo por lo que reaccionar, lo cierto es que su compostura permaneció tan inalterable como era usual. El otro acotó que no creía que supusiera mal, me pareció notar que ella sonreía para sí y se mantuvo al margen de la conversación de los muchachos. Cuando Paimon la llamó Shiori, el otro dijo su apellido y el primero insistió con su nombre un bocado de comida se me quedó en el aire unos segundos. Al final masticar me sirvió para disimular la sonrisa, la intervención de Craig me hizo pensar que ni siquiera él sabía si era solo su forma de ser o estaba buscando picarlo un poco, pero tenía su gracia. La mocosa siguió callada, como esperando una reacción particular, pero al final estiró la mano para darle un toquecito a Kasun en la pierna. Lo confianzudo del gesto no me sorprendió, pero tampoco lo descarté y la seguí observando, empujó lo que quedaba de bento en dirección del chico y le dijo en un murmuro bastante quedo "¿Quieres?", a ver, él tenía su propio almuerzo pero ella se pasaba la vida ofreciendo sus cosas. —Pero bueno, sí. Que deberían recomendarme para los tours de tercero, pero a cada rato entran nuevos entonces sería un trabajo muy pesado —dijo para el grupo después—. Prefiero los recorridos accidentales que terminan con almuerzo en la piscina. Todos ganamos.
La cuestión era que la presencia de ellos me era irrelevante, por lo que continué con el bento hasta finalizarlo. Solía dejarlo limpio, y quedaba satisfecho sin llegar a la pesadez. Comencé a cerrarlo y en cuanto comencé a intercambiar palabras con Kasun noté la intención de acentuar el que eran buenos amigos, y bueno, si se habían besado lo suponía, aunque si era por un juego en medio podría dudarlo, tampoco me interesaba echarle mente al asunto, no hasta que noté el como de manera implícita me indicaba el llamarla por su apellido, y bueno, ahí si iba de pierde. —Ah sí, el lugar no decepcionó —agregué, parpadeando con liviandad. Craig continuó en lo suyo, aunque no escuchaba lo que hablaban esos dos en sus meros murmuros, tampoco les preste mucha atención, ajeno a qué mi mejor amigo le estaba contestado después a la niña gótica: —Y yo que creía nuestra cuenta saldada —fingió un suspiro ligero, y aunque ajeno a su mente, éste se pensó un poco eso de que últimamente la niña de segundo mantenía sola, y si lo hubiese escuchado no hubiese hecho nada distinto—. ¿Y qué tal tus clases de la mañana Zold? El mencionado estaba sujetando un poco del pescado que le había brindado Shiori, agradeciéndole en un murmuro para luego ofrecerle de su botella de jugo. Hasta que ya miró a Suiren. —Bien, se pasaron bastante rápido a decir verdad, imagino que es porque en parte hablamos de la crónica de una película y eso. —Ya veo. ¿Y qué tal les terminó de ir el domingo? Acompañaste a Kurosawa hasta su casa sino mal recuerdo. El pobre casi se ahoga con la comida por lo que comenzó a toser, tratando de disimular al beber del jugo y ya luego mirar a un punto fijo que no involucraba a los presentes. >>Bien, normal.
Que Paimon nos llevara o no el apunte me daba un poco lo mismo, desde que había aparecido parecía pecar de lo mismo que Katrina: de ir a su bola. No era un pecado ni nada parecido, simplemente era lo que era y el resto al final nos movíamos alrededor sin más, acostumbrados a que nuestra presencia importaba entre poco y nada. Si querían involucrarse lo hacían y si no, pues no lo intentaban siquiera y era respetable. Reforzó que el lugar no había decepcionado, eso sí, y yo seguí en lo mío ignorando el chismorreo que se tenían Craig y Katrina. Le ofrecí lo que me quedaba de almuerzo a Zoldryck un poco porque sí, noté que él traía el suyo, pero ya estaba llena y no le vi problema. Los otros siguieron en su cosa también, aunque no les puse especial atención. —Oh my, pero si ni siquiera he pensado en cómo cobrarte y tú ya dabas la deuda por pagada —atajó ella junto a una risa baja, pero dejó el tema allí al ver que Craig ponía el foco de la conversación en Zoldryck. Que las clases y no sé qué, nada muy raro, él respondió con normalidad y acepté la botella que me alcanzó. No bebí de inmediato, de hecho acababa de alzar el objeto para llevármelo a la boca y dar un sorbo cuando que soltaron la pregunta de cómo nos había terminado de ir ese día; a mí me dio exactamente igual, pero Zoldryck era... bueno, era Zoldryck. El pobre desgraciado se atragantó, así que bajé la botella dejándola a su alcance y estiré la mano para darle un par de palmaditas en la espalda, que acabaron por convertirse en una caricia liviana. Eso de disimulado no había tenido un pelo, si ni siquiera pudo mirar a nadie y yo tuve que ver cómo salvaba el bote. No detuve la caricia en todo caso, pues porque de verdad me había preocupado que se le hubiese ido algo por el camino incorrecto, pero respondí con la tranquilidad que manejaba en un noventa y cinco por ciento de mi vida. —Comimos un helado en el Hibiya y luego me acompañó a casa, sí. Zold-senpai es muy amable después de todo —respondí como si nada, ni siquiera flaqueé al sentir los ojos de Katrina encima—. Lo aburrido era que tenía que terminar la limpieza que dejé a medias por ir a casa de Craig-senpai. —¿Limpieza en domingo luego de una semana de clases? —soltó Akaisa sin suavizar la intensidad de su mirada. —Los simples mortales limpiamos nuestras propias casas cuando podemos.
Era inevitable el hecho de que me había causado cierta contrariedad el que el amigo de Craig insistiera en llamar a Kurosawa por su nombre, no por celos ni mucho menos, fue más bien que el tipo era Japonés, lo había conocido con mi hermano en un viaje breve que tuvimos a Alaska, y recordaba perfectamente como se dirigía a sus compañeras por el apellido, al menos con el grupillo que los vimos el día que los conocimos. Tampoco sabía nada de él, por lo que probablemente solo andaba de paranoíco con algo tan bobo como el referirse a ella de una forma u otra. La cuestión fue que el toque de Kurosawa en mi pierna me trajo de nuevo al ahora, relajándome en el proceso al recibir de su almuerzo. Le sonreí mostrándole los dientes entre una cosa y otra, hasta que Suiren atrajo mi atención, le comenté de la clase de hoy y él decidió preguntar por lo del domingo. Lo curioso era que no había pensado en lo del taxy, sino en el momento del tren, en el perfume de ella, el reflejo en medio de la oscuridad al pasar por el tunel. Las verduras evidentemente se me fueron por otro lado y tosí, sintiendo las palmadas de ella en lo que bebía del jugo, y al sentir que las mejillas me ardían simplemente miré a un punto vacío entre Akaisa y Craig, sienod consciente de la caricia de ella en mi espalda. Era sencillo el hecho de que no sería yo quien apartaría su tacto de mi cuerpo. Continué comiendo en lo que ella lanzaba el salvavidas. Comenzaba a pensar que cuando andara con Katrina procuraría alejarme de Suiren, y viceversa. —¿Y ustedes que hicieron cuando nos fuimos? —pregunté más por desviar el tema que por otra cosa. Paimon esperó que Suiren hablara, pero al éste no hacerlo tomó la palabra. —Le ayudé a ordenar la cocina, como me quedé esa noche pensabamos preparar algo en casa para compartirlo con la madre de Sui, pero a la final recordamos que Shiori había dejado unos oniguiris. —Aunque me hiciste la anotación antes de irte lo olvidé luego de ponerme a desatrazarme con él —confesó Craig entre tanto—, fue así hasta que Paimon abrió la nevera que lo recordé. —No estaban mal en realidad. —Pues sí, porque hasta te quejaste de que se acabaron —Craig sonrió como si recordara algo de esa noche. —Exageras —pareció mirar a Kurosawa por el rabillo del ojo—, habría que ver si fue un golpe de suerte que supieran medianamente bien.
Que el moreno me llamara por mi nombre no me significó nada en especial, en sí porque no tenía información para saber cómo se manejaba con los otros y demás; que Zoldryck resaltara mi apellido sí fue un poco más extraño, pero tampoco le di mucha importancia y se quedó así. Dudaba que el primero fuese a cambiar su forma de llamarme por una acotación del segundo, estaba clarísimo. El colapso de Zoldryck fue como ponernos una bandera en la cabeza, pero suponía que era culpa mía por lo del metro y luego lo del taxi, me había venido bastante encima. Aunque en mi defensa, todo había empezado por la estupidez en casa de Craig por el juego que se había inventado Katrina, de ahí todo solo siguió avanzando y yo no era la que detendría el asunto. Lancé el salvavidas, él siguió como caballo con anteojeras, y yo dejé la mano en su espalda incluso cuando detuve las caricias. Lanzó otra pregunta para desviar la atención de nosotros, aunque por un giro extraño eso acabó llevándola hacia mí en círculo y me pareció que el moreno ahora sí le ponía algo de énfasis innecesario a mi nombre, pero lo dejé pasar. Lo de los onigiris me hizo mirarlos a ambos, Paimon soltó que no estaban mal en realidad y su amigo lo delató diciendo que se había quejado de que se acabaran. Miré a ambos, serena, pero mis ojos se deslizaron al moreno que soltó tan pancho que habría que ver si era un golpe de suerte el que supieran bien y a mí se me escapó una risa por la nariz, incrédula. —Al final seré yo la que tendrá que acusarlo en la dirección por ofenderme profundamente —advertí sin sonar molesta en realidad y reinicié las caricias en la espalda de Zold, distraída—. No voy por ahí improvisando y esperando golpes de suerte, Paimon-senpai. Katrina había estado comiendo en silencio, pero mi acotación la hizo detenerse y mirarme, tampoco dijo nada pero me pareció que contenía una risa.
A la final el par parecía llevar un protagonismo que podría poner denso el almuerzo, por lo que relajé los hombros y las facciones en la última respuesta de Paimon. Aquella noche recordaba que ibamos a cocinar algo liviano para dormir, y al abrir la nevera se percató de los oniguiris, preguntó quién los hizo y le mencioné a Kurosawa, por un momento noté que no recordaba quién era hasta que se la describí. Preguntó si la niña sabía cocinar o lo hacía de mera inercia para vivir, le dije entonces que ni idea pero que había sido amable de su parte al traerlos. Luego de insistirle un poco accedió a que no prepararamos nada y pasaramos la noche con eso. Mi madre estaba con copito en la sala, le llevamos un oniguiri y fue la primera en probarlo. Preguntó si lo habíamos preparado nosotros y negué, recostándome contra la pared con el mío en la mano. Estaba bueno, y eso que no lo habíamos degustado recién preparado, por lo que algunas texturas solían disolverse de su sabor original, aún así noté como Orn miró el alimento luego de morderlo. "Es algo fácil de preparar, supongo" Mencionó en lo que se lo terminaba para sujetar otro y comerlo de manera distríada. Alguien tan cosquilloso con la comidad no era fácil de convencer con alimentos desconocidos que no viniesen de restaurante con reputación, y menos, el que dijese algún comentario más que el: "Pésimo" Y no había sido el caso. Me reí ligeramente con lo que había dicho Kurosawa, y Orn soltó el aire por la nariz de forma jocosa también, sin responderle nada como tal más que apartarle la vista de encima para dejarla reposar en el paisaje frente a él, como si no la hubiese ofendido en realidad. Era difícil de leer, solía ser demasiado desinteresado como para catalogarlo de querer molestarla. Por otro lado, Kasun estaba concentrado en su almuerzo aunque se notaba el que prestaba atención a la conversación por razones obvias. Me centré entonces en la otra mujer del grupo. —¿Y tú qué hiciste luego de la sesión de estudio? —pregunté ladeando ligeramente el rostro para verla en lo que cerraba la botella de agua, la cual ya estaba vacía.
La naturaleza real de Kurosawa me parecía hecha de una inocencia bastante genuina, la recordaba preguntando por mi heterocromía y el significado de mi apellido, a su hermano diciéndole que me dejara tranquila y todo eso no parecía corresponder con esto. Con la persona en que se había convertido o la habían convertido, ya no estaba segura. No tendía a perder la compostura y mantenía bajo control sus alrededores, pero había en ella cierta suficiencia que me recordaba a la de los adultos. Fue eso lo que detecté en su comentario de acusar al otro por ofenderla. Me hizo la debida cuota de gracia, porque lo dijo como si nada e incluso siguió dividiendo su atención entre responder esa estupidez y su querido Kasun, incapaz de desatenderlo. Paimon no reaccionó demasiado tampoco, soltó el aire por la nariz y dejó de mirarla, pero no mucho más. En lo que a mí me concernía parecían moverse en un esquema similar que no acababa de ser igual, leerlos costaba una cuota de esfuerzo extra que no cualquier diablo se quería permitir. Craig medio tuvo piedad por el almuerzo como concepto, así que lanzó la pelota de la conversación en mi dirección y me encogí de hombros. No era que hubiese usado mi domingo de mejor manera, de hecho tenía su gracia pensar que el par de idiotas posiblemente había tenido más diversión que yo. —Aproveché la vuelta a casa para comprar algunos materiales de arte, nada más —contesté sin demasiado problema—. El resto de la tarde lo pasé mirando el tiempo pasar, supongo. Por otro lado esto de reunirnos solo para cosas de la escuela es medio triste, ¿no? —¿Y sugieres exactamente qué? —preguntó Kurosawa. —No sugiero nada, solo hago una acotación.
En menos de dos días la persona que decía mostrarme la dirección por si me apetecía acusarla ya anunciaba la probabilidad de acusarme con la rectora. Era un record, suponía. No tenía interés en fastidiar a las personas, es más, el hecho de llamarla por el nombre caía más bien en la intención de ver si con eso ésta perdía las ganas de relacionarse conmigo; era sencillo, la única Japonesa además de mí en el grupo, y por lo que sabía de dicho país la gente se movía con base al respeto, y lo que hacía era irrespuoso por demás, llamándola directamente por el nombre como tal, pero ella parecía adaptarse a las personas de su entorno. Caso contrario en Rusia, acostumbrando a llamar a las chicas por el apellido, y para ellas se tornaba fastidioso al éstas pedir constantemente que las llamara por el nombre buscando algún tipo de confianza que no me apetecía; era un fastidio tenerlas al rededor solo por querer acercarse a Craig la mayor parte del tiempo. Ya hasta con mi hermana y sus amigas era suficiente. Pasé de su comentario con la simpleza usual, escuchando la respuesta de la otra lo que me causó algo de gracia. —Ahora que lo dices es cierto —comentó Suiren recostando las palmas de las manos sobre el césped—. Aunque tampoco es que conozca mucho de Japón para decirles que turistiemos. Me miró con sutileza, dándole forma a la idea: —Pero podemos aprovechar el que Paimon es nuevo en la ciudad, aunque bueno, estuvo acá de niño pero fue hace mucho, ya ni se acordará de muchas cosas. —¿Insinuas que el motivo de salida sea mostrarme la ciudad donde nací? —Puede ser —miró a Kasun entonces—. Algo nocturno de preferencia, nada que implique madrugar. Suspiré, hastiado. —¿A dónde? —pregunté sin interés real. —No sé, Akaisa tiene pinta de conocer lugares que nosotros no —parpadé con parsimonia en lo que la miraba de nuevo—. ¿Alguna sugerencia?
No creía que hubiese que pensarlo mucho, si uno se fijaba en ciertos patrones era posible dar con el orgullo que movía mi personalidad, uno construido como forma de supervivencia. Sabía las cosas que se me daban bien, las defendía y no me detenía en falsas modestias; defender unos onigiris tenía el mismo mensaje que asumir, por ejemplo, que Zold iba a mirarme cuando me había montado los numeritos en el parque. Eso aplicaba incluso si Paimon no parecía decir nada con el objetivo expreso de molestar, era solo algo que sucedía y ya, tampoco implicaba un problema como tal. Quería decir, podía ser problemático para ciertas personas pero esa gente no era yo. Lo del nombre lo dejaba claro, mis límites eran bastante adaptables porque había aprendido que de esa manera podía crear conexiones que me permitían control. La rigidez de la personalidad muy pocas veces era una virtud. En algún momento luego de que Katrina mencionara que se aburría de juntarse solo por cosas de la escuela yo rompí el contacto con Zoldryck, busqué la botella de jugo que me había ofrecido antes de casi morir ahogado y le di un trago modesto, como si nada. Katrina se había quedado dándole vueltas a las opciones. —Depende de lo que quieran hacer, supongo —resolvió mientras apoyaba las manos a los costados de su cuerpo—. Rollo turista cultura están los santuarios, que no tienen nada de sorprendente para los que llevamos años aquí. Podríamos ir a alguno de los parque a pasar la tarde también, en plan picnic y eso o a algún parque de atracciones, qué sé yo. —Falta la versión Akaisa, ¿no? —advertí sin mirarla directamente. —Basically. Quedan las discos de Roppongi —añadió junto a una risa baja—. Prohibidas para la pequeña Kuro-chan, por desgracia. —No hace falta ser muy listo para saber que en las discos de Roppongi a veces dejan entrar a cualquiera.
Lo de Paimon era más que una excusa, a la final ambos habíamos acordado en salir a caminar a algún lado, por pasar el rato, pero ya con las palabras de Akaisa el hacer el dúo un grupo no me incomodaba, y él se adaptaba rapidamente entre su silencio habitual por lo que podría resultar el fin de semana un poco más entretenido, y conocer también sitios que a la final no me animaría a ir solo, o que me daría pereza llanamente hacerlo. Escuché las opciones de Katrina entre tanto. Un santuario no le veía ciencia, un picnic no sonaba mal, pero por alguna razón sentía que desencajaba con Orn y la comida, y por último el parque de diversiones... no imagina a Akaisa levantando las manos en una montaña rusa. En definitiva, ninguno concordaba con los cinco, por lo que cuando Kurosawa hizo mención de que faltaba el plan real de los sitios que ella solía frecuentar se me dibujó una sonrisa ligera. —Una de esas discos será entonces —encorvé un poco la espalda, buscando el naranja de Kurosawa y por ahí derecho el miel de Kasun—. En donde no pongan inconveniente por su ingreso. —Igual siempre es fácil conseguir esas identificaciones falsas —agregó Paimon como si nada. —Supongo. —¿Y qué día sería? —preguntó Zoldryck dejando ya el almuerzo sobre sus piernas. Había estado lo más de relajado con la caricias de Kurosawa, eso no había ni que decirlo. Me lo pensé un poco. —¿El sábado a eso de las nueve o diez de la noche?
Si debíamos ser honestos Katrina se había tardado demasiado en salir con algo digno de su persona, entre toda la tontería académica seguro habría estado observando qué tanto porcentaje de éxito tenía su idea. Quizás el objetivo iniciar fuese Craig, no tenía idea, luego había aparecido Paimon de la nada y las cosas se pusieron incluso más interesantes para ella. ¿Zoldryck y yo? Seguramente no éramos más que daño colateral. Mi último comentario, el de que en ciertos sitios de Roppongi se metía cualquiera, le sacó una risa a Katrina luego de que solo dejara la idea picando en el aire. Craig fue el primero en reaccionar, tomó la idea de Akaisa y ella sonrió para sí, satisfecha, el gesto solo se le ensanchó cuando el otro mencionó las identificaciones falsas. Para haber tirado la caña esperando que algo picara le había ido bastante bien, como siempre. Zoldryck fue el que preguntó por el día, lo que supuse que era una confirmación a la salida y yo me desinflé los pulmones, relajando un poco el cuerpo en su dirección prácticamente sin intención. Katrina se lo pensó o fingió hacerlo, finalmente estiró las piernas hacia el centro del círculo y cruzó un tobillo sobre el otro, sonriendo. —Suena bien —afirmó con simpleza—. Conozco una donde no ponen muchas pegas. Se llama Maharaja. —Hablando desde la experiencia como siempre —interrumpí con cierta diversión en la voz. —No hay mejor maestro, Kurosawa.
Evidentemente no nos habíamos reunido en un inicio a planear nada de esto, es más, la probabilidad de mi ausencia radicaba en si Kurosawa iría, por lo que acepté de manera implícita porque ella no se había negado, y era obvio, el que me gustaba y por ende quisiera estar presente. Además que todo había salido de la nada, y me sentía cómodo, para qué mentir. Tapé mi bento ya vacío, sintiendo el hombro de Kurosawa en lo que soltaba el aire en alguna especie de suspiro. Me sonreí con ligereza al sentirme bien para cuchichear con ella en lo que Akaisa estiraba las piernas, murmurándole a Shiori entre tanto: —¿Has ido alguna vez? —pregunté por curiosidad como tal. —Tenemos una salida pactada entonces —comentó Craig en lo que sacaba el móvil, revisando su WhatsApp como tal—, probablemente te escriba, por si nos perdemos de camino —el tono jocoso se coló en la voz, a lo que Paimon acotó. —¿Insinuas que nos perdamos por mi culpa? —pareció mirarlo de reojo—. Pediremos un Didi al fin y al cabo. —Ah sí, esa también es una opción —mencionó con la obviedad usual.
En mi defensa yo no había venido aquí a esto, solo había bajado a almorzar con ellos y fin de la historia, pero Katrina no era ella si no arrastraba a alguien consigo y aquí estábamos, planeando meternos a una de las famosas discos de Roppongi. ¿Sonaba a algo que yo haría? Más o menos, no estaba del todo segura, pero igual parecía que sucedería. Sostuve la atención en el intercambio de los demás o por lo menos lo hice hasta que escuché que Zoldryck me preguntaba algo en un susurro, así que volví la atención a él y solté el aire suavemente por la nariz. Sostuve su mirada sin ninguna intención particular y sonreí. —¿Recuerdas el juego en casa de Craig? El papel que ponía que mis padres no sabían que me había colado en la escuela por una fiesta era mío, pero en las discos de Roppongi nunca se me hubiese ocurrido poner un pie, no. Ni siquiera los nombres me suena —respondí en voz baja, me permití una risa antes de decir nada más y mis ojos fueron a dar a sus labios un instante antes de regresar como si nada—. Asumo que eso significa que irás. Me romperías el corazón de lo contrario~ Detrás de mis palabras oí a Katrina, soltó una risa floja y luego suspiró. Lo que dijo lo hizo con la suficiencia que la caracterizaba de tanto en tanto. —I mean, pedir un auto es lo más inteligente, ¿no? No van a caminar de Chiyoda a Minato e ir en metro como que no suena muy bonito tampoco.
Estaba ahí en el centro de las dos obras de teatro, es decir, a mi lado izquierdo estaba presenciando una escena de novela romántica de dos niñitos que se estaban mirando como si no quisieran besarse en algún momento, y al otro lado tenía a Craig jugando de gracioso, tanto así que ya ni sabía si en líneas especificas, de esas que se agarraban con pinzas, estaba cediendo a algún coqueteo de la otra. Vete a saber. Cerre los ojos en algún momento de la risa de Akaisa, más como para aislarme unos segundos. Entre tanto, Kasun recibió sus ojos y me reflejó en ellos con una facilidad ridícula. Lo ojos de Kurosawa eran naranjas como el atardecer, y por la luz del sol hacía espejo con los del gemelo, y en algún momento éste la mirada con naturalidad en lo que recibía su sonrisa. Ella le estaba confesando algo de un papelito y éste otro pareció parpadear con pesadez en lo que notaba que ella le estaba mirando los labios, hasta que ella habló de nuevo y él desvió la mirada a un punto no especifico. Cuando abrí los párpados de nuevo lo noté contestar con cierto tinte risueño, sonriéndole al descubrir la detadura: —Sí, por allá estaré —recostó el antebrazo en la rodilla al acomodar la pierna, haciendo contacto con el cuerpo de Shiori entre tanto, volviendo a bajar el tono de voz—. No te lo había dicho pero... el domingo casi no logro conciliar el sueño, la cabeza me estuvo martillando —confesó sin mirarla. Miré a Shiori por un momento con simpleza y ya luego estiré la mano hacia el cuello de Craig, atrayéndolo hacia mí para susurrarle: —Les haré trío si ellos dos siguen con el coqueteo evidente. El albino se rió entre dientes en lo que lo soltaba, y se acercó a Akaisa. —Dice que si hacemos un trío por el romance del frente.
¿Me preocupaba realmente por el numerito que me estaba montando? No necesariamente, además de que ni siquiera se me ocurrió que Paimon estuviese allí comiéndose dos películas diferentes. Era un poco obvio, claro, pero no era algo a lo que yo le estaba prestando atención y tampoco terminaba de ser mi problema del todo. Si acaso le correspondía a Craig no dejarlo mirando moscas o consumiendo aire. Me vi a mí misma en el reflejo de los ojos del muchacho cuando regresé la vista allí y noté la pesadez con que parpadeó, algo que me hizo la suficiente gracia para estirarme la sonrisa. Cuando le hablé de nuevo volvió a arrojar los ojos a un punto cualquiera, algo que venía siendo usual en su manejo de las situaciones, pero yo no me moví ni dejé de mirarlo. Cuando ajustó la posición hizo contacto con mi cuerpo, me tragué la risa y no le llevé mucho el apunte a la primera respuesta, pero sí a la segunda. Pobre criatura, vaya, ¿qué le había costado conciliar el sueño? ¿Y yo que había hecho? ¿Unos cuántos besos y ya? Me desinflé los pulmones con cierto dramatismo, pues porque no era yo si no me montaba el show o algo, y aproveché la cercanía para hablarle lo suficientemente bajo para que los demás no escucharan. Además había notado el movimiento de Paimon, así que me valí de esos segundos de distracción. —Supongo que si fue por mi culpa tendré que hacer algo al respecto. Eso fue lo que le dije, podía tomarlo como quisiera y eso quedaba en él, yo me limité a volver a mi espacio, más o menos y pretender que no había dicho nada. Me tomé la confianza de volver a beber de su botella incluso, mientras los demás seguían con su propio rollo. Katrina alzó apenas las cejas cuando notó al moreno arrastrar a Craig hacia sí para decirle quién sabe qué cosa, pero esperó con una paciencia que no era digna de ella y cuando el albino volvió a ella, soltó una risilla. Miró a Suiren con la sonrisa pegada en la cara, luego a Orn y ladeó la cabeza haciendo que la melena corta, con sus dos mechas rojas, se balanceara suavemente ante el movimiento. —Pues claro. Si es que no le dejan nada a los pobres, ¿no te parece, Paimon?
Al sentir el jalón de Paimon eché un vistazo a la pareja. Kasun parecía querer murmurar algo pero guardó silencio luego de que los labios de Kurosawa se movieron, había hablado lo suficientemente bajo para no ser escuchada, y bueno, era evidente la química en esa sección del espacio. Me sonreí al inclinarme ligeramente hacia Akaisa y decirle en otras palabras la señalización del otro. Ella ladeó la cabeza y las mechas cortas la siguieron en el proceso después de recibir sus orbes. —Concuerdo —Orn le siguió el hilo a Katrina en lo que Kasun me miraba. Ajeno estaba a qué él había pasado saliva con pesadez, y el hecho de que Shiori andaba tomando de la botella de él, podría decirse que aunque no se sonrojó el corazón del muchacho andaba algo inquieto, y lo había disimulado mejor de lo que habría pensado frente a tantos ojos. —Ya que estamos —comenté, con la intención de integrar el grupo como tal en la conversación—. ¿Qué es lo más gracioso que han hecho estando ebrios? —repasé las facciones de Kurosawa en algún momento, vete a saber por qué pensé que ella no había bebido alcohol hasta el momento. Paimon pareció pensarlo por unos instantes. En Rusia solíamos tomar algunas cervezas con los muchachos, pero tampoco era algo muy seguido, por lo que eran contadas las ocasiones.
Lo que la mocosa hiciera o dejara de hacer no era mi problema, pero no por ello dejaba de hacerme gracia porque era evidente que en la vuelta a casa del par de tortolitos habían pasado cosas, era algo que se podía asumir incluso antes de que Kasun prácticamente se muriera al preguntarle. Lo que sea que pretendiera del chico era bastante indescifrable, pero era evidente desde hace ya un buen rato. Era un poco posesiva con él y revoloteaba a su alrededor con algo más de insistencia de lo que lo hacía con las demás personas. El fuego se lo iba a tragar, al pobre imbécil. Le susurró algo, se encargó de que no fuese audible para el resto y cuando volvió a su espacio se hizo la tonta, pero la satisfacción que le brindaba provocarlo se le notaba en todo el cuerpo. Era siempre igual, picaba y picaba hasta que conseguía reacciones y entonces se alimentaba de ellas; al menos podía rescatarle que esta vez parecía ser un chiquillo decente. En cualquier caso la respuesta del moreno de que el par no le dejaba nada a los pobres consiguió hacerme reír y mantuve la atención en ambos muchachos, desentendiéndome de los otros. La pregunta que lanzó Craig sobre la mesa me hizo sonreír, solté el aire por la nariz y balanceé las piernas suavemente en posición, tranquila. —Soy mala copa —contesté casi con pereza—, luego de cierta cantidad en vez de ponerme a hacer cosas graciosas me pongo agresiva. Así que no hay mucho que contar. Observé a Shiori, también Craig había repasado sus facciones y la tranquilidad de la niña trastabilló apenas una milésima de segundo. Ella tenía claro que el único alcohol que había probado había sido en la fiesta de la azotea, una mísera lata de cerveza, y ambas sabíamos en lo que había terminado. En realidad lo sabían todos los imbéciles que habíamos estado allí. —Bebí muy poco en una fiesta que hicieron aquí en la escuela a inicios de año —contestó regresando a su calma usual y dejó la botella de Kasun en el suelo—. No lo suficiente para producir anécdotas que valgan la pena. Debatible por decir poco. —¿Imagino que ustedes sí tienen algo que contar? Si no sería terriblemente aburrido que Suiren lo preguntara —pregunté entonces, pues porque no íbamos a sacarle nada más a la mocosa.
Lo que me pregunté en algún momento fue sobre la chica rubia con la que Zoldryck solía estar, Génesis sino mal recordaba. Era notable el hecho de que la rubia estaba atraída por él, y aún más evidente el cariño que él le tenía pero aún así no parecía tener atracción romántica por la chica ausente. No era mi problema como tal pero me llegó el pensamiento y nada más. El grupo dirigió la atención hacia Akaisa, la cual había confesado ser mala copa. —Procuraré que seas la sobria del grupo en ese orden de ideas. Luego continuó Kurosawa la cual no parecía tener para contar mayor cosa, y ya luego de la acotación de Akaisa me lo pensé un poco y no duró mucho en llegarme el recuerdo. Hice contacto visual con Paimon y éste pareció querer callar la anécdota pero terminé abriendo la boca, con la sonrisa reflejándoseme en la cara. —Cuando estábamos en Rusia salimos con unos amigos a un bar, la cuestión fue que llegamos a casa de Paimon con demasiada hambre en la madrugada —Orn pareció resignarse y taparse los ojos con el antebrazo en lo que se le dibujaba una sonrisa ladina, burlesco al recordarlo—, estabamos ebrios lógicamente y Paimon dijo que cocinaría algo, yo solo me acuerdo que toda la cocina se movía y me sirvió en el mismo plato que él -algo raro porque es bastante quisquilloso- nos sentamos en el comedor. —Y cuando comimos me di cuenta que nos serví un huevo crudo con una tortilla y pimienta —continuó él—. Vomitamos asquerosamente hasta que mi hermana nos rescató con la ex-novia de Craig. Dejé escapar la risa al soltar el aire por la nariz. Y ya luego miré a Kasun de nuevo, éste relajó los hombros. —Hasta el momento cuido a mi hermano y a Allen cuando salimos, así que suelo ser el sobrio del grupo —comentó risueño, y lanzando otra preguntar para seguir con la dinámica—. ¿Y qué género musical suelen escuchar?