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Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Zireael

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    back to my emo phase pero llevo con esta canción en bucle como tres días jsjsj
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    Eran pocas las veces que me desentendía del dinero que por ley natural me correspondía, pero cuando pasaba siempre estaba ligado a alguna mierda de agradecimiento o lealtades, cosas de esas que cualquiera pensaría que me importaban tres mierdas. En grandes rasgos era cierto, ante la ausencia de chacales me había vuelto un carroñero, un lobo famélico como tantos otros, de los que no le hacíamos ascos a cadáveres y por el mismo motivo no le debíamos bondad a casi nadie. En la vida siempre habían excepciones, así de sencillo.

    Tampoco iba a hacerme del rogar, yo sabía de la intención real y no iba a pretender que la otra lo adivinara, ni siquiera me parecía tan relevante en definitiva. Aunque la tonta aquí presente comenzaba a acumular agradecimientos, eso sí, entre haberme hecho de cable a tierra la mañana después de lo de Ryouta, luego las galletas y ahora el almuerzo.

    A ver, que luego no me culpara si se me iba la mano con las confianzas.

    Si su reacción cargó molestia alguna intuía que no era hacia mí como tal, por mucho que hubiese metido la nariz donde no me importaba y me permití una sonrisa que fue casi de suficiencia. ¿Qué no podía hacer nada decía? Se podía si le salía del culo, era la misma que había sacado un par de móviles de un bolsillo, la misma que me los había dado para venderlos. Bastaba tocar un cable incorrecto para que algo como eso se le metiera entre ceja y ceja.

    —Supongo que en la calle somos un poco drásticos —resolví encogiéndome de hombros y lo otro lo murmuré más para mí que para ella, el jingi—. Vida por vida por cualquier mierda.

    De todas formas las tonterías siguieron fluyendo, hubo un momento de silencio que a mí no me provocó la mayor cosa antes de que soltara la siguiente estupidez y su reacción fue suficiente para que siguiera siendo el insufrible de siempre. Me reí con algo más de ganas, estiré la mano y me hice con una sola onda de su cabello como si nada, el gesto fue liviano, y dejé ir el mechón no mucho después. Su sonrisa dijo a gritos que iba a decir alguna mierda también.

    Mira nada más.

    —¿Piensas en eso todavía, linda? —pregunté con la diversión impresa en la voz, aún así no fue brusco ni nada. Qué va, la estaba picando sin intención de molestarla realmente—. Harás que empiece a darme demasiada importancia~
     
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    Gigi Blanche

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    Acabé frunciendo el ceño ligeramente, no por molestia o rechazo, a decir verdad no conseguí nuclear la sensación en una única palabra. "En la calle", había dicho, y la mierda fue... fue fría, quizá. Se me asemejó al metal. Que ya lo sabía, sí, o al menos lo intuía, pero al mismo tiempo suponía que esta escuela de niños ricos o la mansión victoriana hacían el trabajo suficiente para suavizar la realidad. Arata era, a su vez, una especie de velo que se había interpuesto entre ese mundo y yo, cuando en verdad debería haber tenido que zambullirme de cabeza si hubiera pretendido robar un par de móviles y venderlos. Creía no quitarle la importancia y la gravedad que tenían, pero al mismo tiempo sentía que seguía siendo una especie de juego.

    Que no tenía idea lo que había tras ese velo.

    No supe qué responder, más bien cualquier cosa que hubiera soltado no habría sido correcta o suficiente, así que guardé silencio. Era mejor así. Aunque lo hubiera querido, no veía cómo tener el poder suficiente para hacer que Joey dejara de molestarme; y si era aún más honesta, se trataba de un terreno donde me asustaba un poco meterme. No podía regresarle la misma moneda, ser un dolor en el culo como él. ¿Qué quedaba? ¿Una advertencia? Sabía que mis palabras se iban con el puto viento. ¿Y entonces? ¿Violencia física? Seguía siendo una chica, venga. ¿Involucrar a alguien más? Parecía un delirio de fiebre.

    De la forma que fuera, me había ido por las ramas. Sentí su tacto en mi cabello, así hubiera sido ligero, y pensé que había sido bastante estúpido de mi parte pretender jugar su juego cuando él, claramente, se sacaba un sobresaliente en joderme el orgullo. No cedió, incluso aprovechó la oportunidad para molestarme y volví a fruncir el ceño. La sentía, estaba en mi cuerpo. Una latencia desagradable.

    La jodida vulnerabilidad.

    Le eché un vistazo al bento, aún tenía comida y suspiré. La verdad, me contuve por los pelos de juntar las cosas e irme por donde había venido, y si no lo hice fue gracias a... no sé, ¿que habría sido descortés de mi parte? ¿Que mi intención había sido invitarle el almuerzo y se suponía que la respetara? También estaba, claro, la pequeña voz de la razón recordándome que marcharme habría sido irracional, o peor, que me habría dejado aún más expuesta.

    Aún así me jodía.

    Lo miré de soslayo y me encogí de hombros, mi otra mano se sumó a la otra en su tarea de darme soporte y mantuve la vista en mis pies. Los sacaba del agua y los regresaba, una y otra vez, y en un impulso un poco extraño me cayó una idea del cielo. Me tragué la sonrisa, esa que habría declarado mis intenciones, y bastante de repente barrí el agua de forma tal que fue a dar encima de él. Básicamente le empapé los pantalones y parte de la camisa, y la imagen me arrancó una risa directa del pecho.

    Eh, ¿vida por vida, había dicho?

    —Ahí tienes tu importancia~


    memeo, la cantidad de moods por los que pasó Sasha en mi cabeza y en este post fueron un dolor en el culo JAJAJSA for a hot second estuvo a punto de irse, luego de soltarle kinda un speech, y al final fue esto. It was a ride, pinche three pride

    no regrets tho, lo bañaría de vuelta (??
     
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    Zireael

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    No me había detenido a pensarlo en profundidad, en esencia porque no pensaba mucho nada, pero había aparecido en el camino de esta chica como una suerte de salvoconducto entre este mundo y el otro. No había sido intencional y quizás me resultaba tan normal que solo lo dejé ocurrir al decirle que sí, que podía encontrar alguien que vendiera un par de móviles. ¿No era mejor eso a que lo tuviese que hacer ella misma? Meterse en el mercado negro y esas mierdas. Lo mejor era que conservara ambos pies de este lado, se podía vivir con algo más de calma así.

    Sin el olor a sangre y a azufre.

    La situación de Sasha con el inglés amigo de Alisha igual era un dolor en el culo, yo permanecía ignorante, pero ella misma había resumido el asunto en sus puntos esenciales. Además, para saber de insoportables estaba yo aquí mismo sentado y no iba a negar que deshacerse de idiotas como yo era, bueno, una cosa bastante complicada en sí misma. De nuevo, la solución más extrema era dejar que se te volara la pinza y cobrar todo con la misma moneda, ¿era correcto? No. ¿Sencillo? Tampoco, pero a veces era santo remedio.

    Por otro lado, le hubiese cedido razón en lo del sobresaliente en joderle el orgullo, incluso ahora que no era la intención directa. Era lo mismo de siempre, era el bufón, el arlequín de toda historia y ya, claro que mis gracias no divertían a una cantidad importante de gente. Pasaba que a pesar de ello era el único con el derecho de burlarme abiertamente de reyes y toda la mierda, porque por lo general nadie me tomaba lo suficientemente en serio.

    Debía repetir, por lo general.

    Lo que la delató no fue la sonrisa, fue apenas una fracción de segundo previa al movimiento y conecté las neuronas a una velocidad que ojalá usara para la escuela. Fue una movida de lo más atropellada, pero alcancé el bento para salvarlo de la desgracia en un momento de ninja o vete a saber qué cojones.

    —¡La comida no! —atiné a decir antes de que el agua me cayera encima, el choque de temperatura me arrancó un escalofrío y tuve que aflojar el cuerpo a consciencia—. ¡Piensa en los pobres, Pierce!

    Con todo cuando procesé la sensación corporal terminé por reírme también, encogiéndome de hombros y tomé los palillos para ponerme a comer otra vez. ¿Solté el bento? No, estaba en peligro todavía. Igual dejando de lado la estupidez, entendía que debía haberle tocado bastante los huevos así que opté dejar el culo quieto como pocas veces en la vida.

    Esta chica era orgullosa, ¿no? Lo entendía de cierta manera, no estaba mal como tal.

    —Bueno, merecido me lo tenía, lo admito —dije luego de haberme bajado un par de bocados y golpeteé el borde de la caja con los palillos—. Posiblemente me arrepentí desde el primer segundo, sobre todo porque hubiese sido lo único bueno de la noche la verdad.

    ¿Sincericidio? Un poco, sí.


    no supe si dejarle ir un gracioso como vi que hizo gabi JAJAJAJAJ the risk i took was calculated but man i am bad at math
     
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    Gigi Blanche

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    Había identidades que nos superaban, incluso se sobrescribían a las existentes y nos redefinían. Personas, sucesos, decisiones. Autoimpuestos o a la fuerza, había puntos de inflexión a lo largo de nuestras vidas en los cuales nos apoyábamos para cambiar. Porque cambiar era humano. El divorcio de mis padres había sido el primero, suponía; la muerte de Eloise, el segundo. De hija, a forastera, a prácticamente madre sustituta. ¿Había sido forzado? ¿Por elección propia? Un poco de ambas. La vida, en definitiva, era un monstruo impredecible, pero creía en el poder de las identidades. Creía en su capacidad de otorgarle sentido a los caos más irracionales. Quizás era esa la pieza que seguía floja de mi tablero.

    Había asumido roles que no me otorgaban identidad.

    Nadie había tenido la consideración de hacerlo. O el poder.

    Todo se basaba en dinámicas sociales, retribución y compensación. ¿Dónde encontraban los líderes su identidad? ¿Era meramente autoimpuesta, puro trabajo creativo, o se afianzaban sobre el voto de confianza de sus seguidores? No tenía idea, vaya, y no había forma cuando toda la vida me había sentido bastante sola en el lugar que habitaba. El sentido de pertenencia era otra mierda importante. Observé a Arata de reojo, distraída en mis pensamientos, y recordé, otra vez, la tontería de los homies. "En la calle", como el lugar que habitaba.

    Indicador.

    ¿Esa era su identidad?

    ¿Alguien se la habría otorgado? ¿Alguien había tenido el poder de hacerlo?

    Sus reflejos fueron de antología, en verdad. Priorizó la supervivencia del bento antes que la suya propia, y lo que dijo sólo contribuyó a mi ataque de risa. Había planeado pegar un salto si era necesario, pero en vez de regresarme la jugada se puso a comer bien pancho y solté el aire de golpe. Venga, si las cosas quedaban así al final iba a sentirme mal y todo por haberlo mojado. ¿Tenía un master o algo en frustrarme los planes?

    Se veía que sí.

    Ya relajé el resto del cuerpo cuando admitió que se lo merecía, cosa de la cual (insistía) había empezado a dudar, pero a pesar de ello no dije nada. Seguía abrazado al bento, la imagen me arrancó una sonrisa bastante más sosegada y, definitivamente, no me esperé la confesión de turno. No había esperado, de hecho, que volviera a tocar el tema en cuestión. Parpadeé y tomé aire, suspendiendo un silencio de unos cuantos segundos para ordenarme las ideas.

    ¿Iba a seguir chamuscándome los cables? Pues claro.

    Sorry.

    No sé muy bien por qué lo solté, a duras penas fue un murmullo audible y me corté antes de agregar nada. Me deslicé sobre el suelo, entonces, para ocupar el espacio previo del bento, y básicamente estiré el brazo para pillar algo de comida. Digo, ya que seguía abrazado a la mierda, iba a tener que disculparme por invadirle el espacio personal.

    Bad night? —inquirí en voz baja, refiriéndome a la noche de la mascarada.

    La verdad, no tenía mucho que presumir. Al final mis emociones se habían acomodado un poco y me había divertido junto a Maze, pero luego vino la llamada de papá, el olor fantasma de los hospitales y los gritos de Danny. ¿Mala noche? No estaba segura, pero complicada seguro que sí.
     
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    Zireael

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    Si algo movía el núcleo de más de un chacal era la búsqueda de identidad, de pertenencia también, en distintos grados y por distintos motivos. Lo sabía yo bien solo por observarlos, porque más de la mitad de ellos no lo habían dicho a viva voz nunca, pero estaba en la forma en que se movían y los negocios que hacían. A la larga se notaba en la forma de hablar, en las bestias que surgían del pecho de cada uno y de vez en cuando, fuera de sí, arrasaban con todo cuanto tuvieran delante de sí. Los mismos chacales incluidos.

    Era el fuego, el agua, el aire o la tierra misma. Eran los nombres que Yako nos había dado, como el único que hilo que permanecía conectado a él en otro mundo.

    ¿Nosotros no le habíamos otorgado a él una identidad también? ¿A nuestros remedos de líderes después? No lo sabía, no lo pensaba con frecuencia y de hacerlo a veces solo se me ocurría que había personas que nacían sabiendo quiénes eran, a dónde pertenecían y aunque no supieran hacia dónde tirar al menos esas dos certezas eran suyas.

    Los restantes éramos amuletos y ellos nos confeccionaban.

    La calle, mi barrio rojo, el Triángulo del Dragó, era mi hogar sin importar por dónde lo viera. Mi rostro era el que me había encargado de construir con un nombre distinto, pero era mío. Ese que había decidido arrojarse él para reducir el riesgo de los que quedaban detrás, mis hermanos y mi madre. Había olvidado que seguía siendo un ave incluso así.

    No era solo una brújula hacia un tesoro desconocido.

    Pero tampoco sabía muy bien cómo usar las alas que me habían otorgado.

    Mucho menos cómo convertir el humo en acero.

    En cualquier caso, tampoco había tenido intención alguna de hacerla arrepentirse de lo que había hecho, si éramos sinceros, así como tampoco había pretendido tocarle tanto los ovarios con mi estupidez. Las cosas eran lo que eran, sin más, al menos así funcionaba el mundo para mí y era bastante más simple, incluso si conocía el orgullo, la necesidad de éxito y esas mierdas. Reducía todo a sus partes esenciales, economizaba muchísima energía de esa forma.

    Y la almacenaba, para dejarla estallar cuando fuese necesario.

    Su disculpa me alcanzó como un murmuro, se perdió con el ruido del agua todavía algo revuelta y me hizo dejar de masticar un segundo. La noté estirar la mano para tomar algo de comida y aparté un poco la caja de mi cuerpo para darle espacio, fue una cosa bastante automática a decir verdad.

    Su pregunta fue suave, me lo pareció, y bajé lo que me quedaba de comida con un poco de dificultad. La neurona no me había dado para asumir que preguntaría, por muy obvio que fuese, así como tampoco había pensado nunca qué iba a sentir si alguien lo hacía.

    Me alcanzó el ruido de los golpes, el bullicio que lo acompañaba, también el aullido de las sirenas que sabía casi nunca estaba allí realmente. Luego tener que cuidar al otro estúpido y lo que le siguió.

    Mi único miedo real era la muerte misma había dicho uno de los Ootori.

    —Podría decirse, sí —resolví después de comer un poco más, lo dije con tono liviano, como si importara poco o nada—. Aunque en retrospectiva no me llevé ni un cuarto de la peor parte, un golpe en la cara más o uno menos.

    Vida por vida había dicho.

    —Tuvo un poco efecto bola de nieve, esa noche quiero decir. Todo se fue detrás después, pero realmente ya no importa, a la larga todo vuelve al lugar que le corresponde. Sea el que sea. —Alcancé a dejarle el bento sobre el regazo, pues porque tampoco era la idea dejarla sin comer a ella y busqué sus ojos. En el gris encontré parte de mi reflejo y le dediqué una sonrisa floja—. Nada que no se busque uno mismo. Ignorando mi rechazo, tan siquiera espero que parte de la fiesta haya valido la pena para ti. Hasta cierto punto me pareció que fue el caso.


    im biased SPEED
     
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    Gigi Blanche

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    ¿Y qué ocurría cuando olvidábamos la identidad construida u otorgada? Cuando nos quedábamos quietos o corríamos demasiado rápido. Si se trataba de un pequeño amuleto y nuestra responsabilidad consistía en garantizar su seguridad, vaya, podían pasar mil cosas. Era fácil perderse, no por el hecho en sí, sino por cuán difícil resultaba encontrarnos. Era una tontería pero recordé cuando se me cayeron las llaves en la playa, una tarde en Sydney que debía regresar a casa. Me di cuenta que, una vez fuera de mi poder, las posibilidades se amplificaban hacia cantidades casi infinitas. Daba igual usar la lógica, regresar sobre mis pasos, pues en el minuto que abandonaban mis manos quedaban a merced del mundo. Del viento, el océano, otras personas. La incertidumbre pinchaba como estacas de hielo y quizá, por eso, había crecido con la necesidad incipiente de arrojar cables alrededor de todo aquello que me significara estabilidad. Las llaves de casa, el matrimonio de mis padres, la situación económica de casa.

    Hasta algo tan estúpido como llevar dos pares de palillos junto al bento.

    En mayor o menor medida, todos íbamos en una búsqueda constante de identidad. Ya fuera para descubrirla, reencontrarla o transformarla. Y me gustaba creer que, en parte por eso, tampoco juzgaba; no me interesaba hacerlo. Que el chico a mi lado llevara más tatuajes que piel, o apareciera con golpes en el cuerpo, o aceptara móviles robados tan fresco y luego apareciera con la pasta. Podía pasar de él al hijo de un ricachón, en el medio navegar grises más indefinidos, hacerlo arbitrariamente y seguir siendo la misma persona. Volver a casa, llenar de besos a mis niños y preparar la cena. Por eso no juzgaba.

    Bajo mis propios estándares, yo también hacía lo que me salía de los huevos.

    ¿Ahí yacía mi identidad? No estaba segura.

    No tenía idea los detalles, simplemente intenté asimilar lo que sería una 'mala noche' bajo los estándares de Arata y no los míos. Me costaba, casi siempre lo hacía, pero me esforcé por ocupar su lugar. Quizá no hubiera imágenes concretas ni sonidos específicos, pero lo había visto llegar a los casilleros la otra vez, cuando me lo arrastré en el rollo de la luz que cada persona albergaba en el pecho. Había visto sus ojos. ¿Cuántas 'malas noches' tenía que pasar, en promedio, alguien como él?

    Muchas más de las que debería un chico ni de veinte años, eso seguro.

    Pero ¿y todas las luciérnagas que veía morir frente a mis propios ojos, en el jardín de casa?

    Recibí el bento en mi regazo, lo envolví suavemente con las manos y seguí escuchándolo. Había una cuota de resignación en su sonrisa que creí reconocer en las paredes de mi torre, en su aire quieto y la firmeza casi aterradora de la estructura. Era un resultado y a su vez una excusa; pero, otra vez, no juzgaba. Nunca lo hacía. Esbocé una sonrisa pequeña.

    —Estuvo lindo, sí —reconocí, ladeando apenas la cabeza—, aunque fue complicado también. Tuve que volver a casa bastante de repente y me llevé un buen susto. Ya pasó, igual. Como dices, todo regresó a su lugar.

    Fuera cual fuera.

    No pretendía forzar compasión; de hecho, si alguien sopesara la idea probablemente le arrancaría los ojos. Era, quizá, un intento por regresarle el favor. Vida por vida, venga, pero la versión light. Tampoco suspendí allí los ánimos, renové el aire de mis pulmones y comencé a juntar comida entre los palillos. Un poco de arroz, de aguacate y camarón. No juzgaba, hacía lo que quería y seguía siendo la misma.

    Volví el rostro hacia él, le concedí una sonrisa entre pícara y entusiasmada, y dirigí los palillos en su dirección, con la otra mano debajo para que no se cayera nada. Era la misma, sí. La misma estúpida que arrojaba cables pero no siempre los ataba. A veces sólo quedaban allí, al alcance, en caso de que a la otra persona le interesara sujetarse de ellos.

    —A ver, cielo, que aún estás en crecimiento ¡y alguien tiene que alimentarte! Confiesa, ¿cuántas sopas instantáneas comes a la semana?

    Y era en esas pequeñas entregas, quizá, donde construía mi propia identidad.
     
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    Zireael

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    El motivo por el que muchos de los estúpidos que conocía vivían colapsando sobre sí mismos era porque olvidaban algo tan básico como el hecho de que no teníamos control real sobre nada de lo que sucediera. Lo había aprendido por las malas desde muy pequeño, por nacer donde había nacido, lo había comprendido al ver el cabello de paja de mi madre y al imaginar la sangre de nuestro líder esparcida sobre la calle, irreconocible. Ryouta había aparecido para recordármelo, solo en caso de que estuviese poniéndome muy cómodo.

    A algunos esas lecciones solo les habían servido para lanzarse al otro extremo, aterrados del cambio y la incertidumbre, ataban todo a sí mismo y se forzaban por volverse el vórtice de la red o, tan siquiera, crear una propia dentro de la otra que no controlaban. Me parecía agotador, pero acudía a estos obsesos del orden para mapear mi propio caos y poder moverme. Debía insistir, todos cumplíamos una función y en ella reposaba el motor de toda nuestra existencia.

    Brújulas, pilares, cabezas de turco o guardianes.

    Empezaba a reconocer la función de Sasha, de su torre y los cables esparcidos en el suelo, era una función que pecaba de incomprensible para montones de aire como yo. Brindar soporte sin prejuicios era algo que nunca acabaría por comprender del todo, por mucho que me moviera el mismo sentido de lealtad que a los demás, pero sabía lo necesario que era para el equilibro del mundo y para balancear la violencia que otros teníamos grabada con hierro en el centro del peso.

    No me interesaba hacerme la víctima, nunca me había gustado la sensación, por eso hacía las mierdas a mi manera para evitar cualquier mirada de lástima o algo parecido. Por eso me había lamido las heridas solo, como el puto lobo famélico en el que me había convertido, todas las veces que hicieron falta. Era sencillo, era rápido y efectivo, sobre todo eso.

    El cansancio nadie me lo quitaba, claro.

    Su respuesta fue simple, concisa, y entendí que tampoco esperaba compasión ni mucho menos y solo se me ocurrió preguntarme qué la habría sacado de la fiesta de golpe. Siendo ella de quién hablábamos solo podía haber sido algo relacionado a su familia, quería decir, me parecía ser lo único que podría tener esa urgencia en algún momento.

    —Una noche un poco accidentada, se ve. Una lástima, linda.

    Estaba por poner la neurona en funcionamiento para añadir algo más, nada muy complejo, cuando hizo la tontería de alcanzarme la comida en los palillos. El gesto me arrancó una risa de inmediato que me reseteó todos los sistemas, solté un suspiro resignado que no cargó molestia alguna y me incliné para hacerme con el bocado. No conocía la vergüenza, eso ya se sabía, así que nada de lo que me dijo accionó algo que me incomodara o me hiciera retroceder. Si acaso encontré algo de resistencia fue en la idea de que, bueno, era cierto que la tonta llevaba alimentándome un par de días ya pero no mucho más.

    —¿Se supone que tengo que llevar la cuenta? A veces desayuno fideos de la noche anterior —respondí regresando a mi espacio. Al menos iba a reconocer que el agua que me había arrojado encima había servido para aplacar el calor, ahora que caía en ello—. No vas a creerlo, pero los fideos directo de la nevera cuando tienes resaca parecen un manjar de los dioses. Claro, no me puedo poner a compararlo con la comida casera~

    La gracia es que como había ocupado el lugar en el que antes estaba el bento, pude echar algo de peso en su dirección, invadí su espacio y volví a repasar los gestos, ampliando la sonrisa. Estaba haciendo el imbécil, pero lo cierto es que tenía las facciones bastante relajadas así que se entendía que tampoco pretendía seguir tensando cables hoy. Si acaso estaba pecando de encimoso, nada nuevo bajo el sol.

    —Y bien, ¿entonces vas a seguir dándome de comer~? Podría acostumbrarme, aunque no sé qué tanto te convenga eso.
     
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    Gigi Blanche

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    Quizá me echara un buen tiempo quejándome de la dichosa torre, pero jamás tendría el coraje de negar la multitud de beneficios y utilidades que traía consigo; por eso la mantenía en pie, de hecho. Fuera estática, acabara anulando, también era increíblemente resistente. Soportaba los embates de cualquier tipo, noche a noche se reseteaba completa y me permitía seguir avanzando sin atascarme demasiado. Filtraba, eliminaba, descartaba y archivaba. Me ahorraba multitud de problemas.

    Era, en sí misma, una gran función.

    Y había surgido de la más pura necesidad.

    También creía en el equilibrio de los componentes, la variedad que se necesitaba de ellos para levantar un sistema del tipo que fuera. Yo tenía la torre, era la resistencia. Papá, la paciencia y el amor. Podría argumentarse que no era la repartición ideal, pero de una u otra forma habíamos encontrado una suerte de equilibrio dentro de nuestro pequeño sistema y por ello no me atrevía a renegar. Modificarlo implicaría un consumo de energía absurdo que, siendo francos, no me sobraba.

    No lo hacía en absoluto.

    Arata no metió la nariz en mis asuntos, así como yo no lo había hecho en los suyos, y me alegraba pues gracias a ello podía relajarme a su alrededor. Me encogí ligeramente de hombros, dejando morir el tema, y así hubiéramos regresado a la tontería en medio segundo no significaba que no lo hubiera sentido. Su honestidad, quería decir. Los detalles no eran necesarios para sentir algo, tampoco hacía falta ahogarse en dichos sentimientos para que fueran genuinos. Todo se trataba de equilibrio, una vez más, y sus palabras me habían alcanzado. Creía en ellas.

    Era posible que él también fuera una resistencia, pero de un tipo completamente distinto al mío.

    Su risa fue una especie de bocanada de aire tras la seriedad anterior, me ayudó a mantener mi sonrisa y aceptó la comida. La satisfacción o, más bien, la sensación de self realization se me tuvo que notar en toda la cara y le clavé los ojos encima apenas abrió la boca, sumamente indignada. ¿Que desayunaba fideos de la nevera? ¿Este chico me estaba hablando en serio?

    —No me lo creo, no. —Se me aflojó una risa junto a la respuesta y me acerqué apenas, como si pretendiera confiarle un secreto—. Aunque ¿sabes una cosa? Ni siquiera recuerdo haber amanecido un solo día con resaca. Shocking, I know. No tienes que decir nada.

    Mantuve la seriedad en tanto duró el sarcasmo, luego volví a sonreír y revolví un poco la comida con los palillos en un gesto distraído. Noté de reojo, entonces, que su sombra en cierta forma se había cernido un poco sobre la mía. La tontería no me tensó ningún músculo, llegué a tragarme la sonrisa y lo miré de soslayo, con un gesto suave. Me permití repasar sus facciones en silencio, fueron unos pocos segundos antes de alzar una mano y, aprovechando la cercanía, trazar la línea de su mandíbula en un gesto vago. Apenas la yema del índice, apenas sobre su piel, y la trayectoria me estiró la sonrisa.

    A ver, ¿como a un perrito o algo?

    Sure~

    Busqué una nueva porción de comida y, así como antes, la acerqué a su boca cuidando que nada se cayera. Mantuve la atención sobre él, aguardé unos pocos segundos y ladeé la cabeza, en gesto inquisitivo.

    —Es un problema, ¿no? Que me guste malcriar gente.


    *boyfriend by dove cameron has entered the chat again*
     
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    Zireael

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    Me había titulado en tensar cables, eso lo sabía yo y todo desgraciado que se me acercara, a la larga siempre acababa probando límites, rozando cuerdas, atilintando cables y reventándolos por el mero placer de verlo. Era especialmente divertido con gente que tenía límites bajos a la frustración o con los que se subían al tren, en Sasha había un poco de ambas cosas. Ciertas estupideces le rozaban el orgullo, otras tantas parecían presionar un botón y así se iba todo el rato, incluso cuando yo relajaba el culo del desastre de forma consciente.

    Digamos que todos reconocíamos dónde podíamos meternos una hostia contra un muro.

    Suponía tenía que ver con su torre, quería decir, uno podía pretender dañar una muralla y podían pasar un par de cosas, una era que no sucediera nada, la otra que lo que sea que estuviese protegiendo reaccionara para bien o para mal. En cualquier caso, una reacción o la otra permitía vislumbrar ya fuese la resistencia de la piedra o la naturaleza de lo que resguardaba.

    Tenía su gracia que algo tan rígido siempre tuviese una grieta.

    Puede que ese fuese su encanto en realidad.

    La seriedad no duró demasiado igual, pero lo que fue una joya fue su indignación a mi comentario de los fideos de la nevera, claro que debía sonar a ofensa y todo. Su secreto fue otra cereza del pastel, para qué mentir, lo de que nunca se había despertado con resaca y repasé sus facciones en lo que masticaba, como si estuviese buscando la mentira en esas palabras. Era puro teatro, porque realmente tenía sentido viniendo de ella.

    Habría respondido de no ser que se subió al resto de la estupidez, me miró, repasó mis facciones y cuando estiró la mano en mi dirección me cayó encima cierta satisfacción. No me movía por ilusiones de poder, reflectores ni esas mierdas, así que nada tuvo que ver con eso, fue mucho más básico. El mero placer de recibir tacto, así fuese un roce. Por la pura gracia moví el rostro un poco en su dirección.

    No me significaba ningún esfuerzo adaptarme a ciertas cosas. ¿No era aire después de todo?

    Me quedé prendado a sus ojos al recibir el nuevo bocado, estiré la sonrisa después y solo quizás se tiñó apenas de cierta oscuridad, nada nuevo. Su gesto de ladear la cabeza me hizo alzar un poco las cejas y acabé por aflojar una risa liviana al escucharla.

    —Depende de cómo lo veas. A mí me parece una ventaja~ —resolví con sencillez—. Pasa que soy el malcriado, entonces mi opinión no debería importar demasiado.

    Reajusté mi posición antes de prácticamente dejarme ir en su costado, encajándole la cabeza en el hombro sin más y se me escapó una risa baja, si acaso una vibración que se proyectó a ella.

    —Pero vamos, si es lo que te gusta puedes malcriarme tanto como quieras~


    i cOULD BE A BETTER BOYFRIEND THAN HIM, I COULD DO THE SHIT HE NEVER DID
     
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    Gigi Blanche

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    ya adjunté como tres canciones en esta interacción im not really sure BUT!!! estos cñores australianos tienen todas las vibes Y UN FRICKIN SAXO SO IM REALLY SORRY BUT THIS this is necessary okay prometo que es la última rolita que aviento porque igual no creo que nada supere esta maravilla

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    ¿Andaba insistiendo de más con alguien que no se adecuaba precisamente a mis estándares? Ponerlo así daba hasta gracia porque incluso yo, con mi velocidad constante, era capaz de asumir que se trataba lisa y llanamente de un puto capricho. Que no era Arata jodiéndome por amor al arte, sino de que no estaba, lo que se dice, acostumbrada al rechazo. Irónico, por supuesto, si teníamos en cuenta que llevaba años sin saber de mamá y que Daute se había subido a un avión sin decirme una palabra. Eran rechazos indirectos, pero rechazos en fin. Aún así seguía creyéndome con el derecho de esperar que todo imbécil siguiera mis deseos al pie de la letra. ¿Surgía del orgullo? ¿La vanidad?

    Daba igual, seguía siendo un capricho.

    Así que, si insistía, me gustaba decirme a mí misma que era por madurez y no por tozudez. Qué va, ni siquiera lo consideraba insistencia como tal. Si había vanidad dentro del juego se la adjudicaría, quizá, a las ideas que me hacía de ciertas miradas, ciertos gestos o manías. Bueno, además de la confesión de turno, pero eso no importaba demasiado. En definitiva me ¿enorgullecía? haber resistido el impulso estúpido de levantarme e irme, pues no lo valía.

    O mejor dicho, lo estaba valiendo.

    No era ninguna puta loca, si acaso disfrutaba de ciertas atenciones cuando las pretendía, pero tampoco negaría el encanto de determinados momentos. Ni siquiera se había convertido este chico en una especie de objetivo en sí mismo, cosa que no habría sido extraña viniendo de mí. Sólo... había ocurrido, ¿no?

    Debía insistir, tenía su encanto~

    Cuando busqué su rostro, él lo acercó. Fue ligero pero sirvió para acentuar el contacto, para subir a sus ojos y encontrar, quizá, ese chispazo de oscuridad que reconocía muy de vez en cuando en la sonrisa de Maze. Recordé tanto la estupidez del lago como la que nos habíamos marcado con Kenny jugando a los topos, se sucedieron como piezas de dominó y sólo quedaron allí, tiradas en el piso. ¿No andaba, like, probando demasiadas puntas?

    Well, my bad.

    Asentí junto a una risa leve, pues su opinión ciertamente no importaba tratándose del malcriado. Se siguió arrimando, su cabello me hizo cosquillas en la mejilla y solté el aire por la nariz con cierta... no lo sé, ¿incredulidad? Me seguía haciendo gracia lo tan poco japonés que era el cabrón de aquí y pensé que, en resumen, le andaba haciendo el caldo gordo como una campeona. Tampoco me disgustaba.

    —Mhm, eso es un poquito peligroso —murmuré, apoyando la mejilla en su cabeza casi sin pensarlo, y una risa similar a la suya se proyectó desde mi cuerpo—. No pretendo alardear, tampoco, pero soy muy buena malcriadora~ Aunque... viene con su precio a pagar.

    Sonreí, fue malicioso a secas y erguí un poco el cuello para poder acercar otra porción de comida a su boca sin forzarlo a correrse de mi hombro. Me tragué la risa porque, Dios, la estupidez que estaba a punto de soltar era de posteridad.

    —A ver, cielo, di 'aah'.
     
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    Zireael

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    Igual no le daba mucha importancia a la situación porque en sí no me paraba a pensar en rechazos y desplantes, incluso si había tenido varios, pero es que a nada le ponía interés suficiente para que significara algo. Era una ventaja desde mi percepción, por eso cuando Kenneth me había caído diciendo que si andaba dejando confesiones de amor en casilleros la cosa se volvió un chiste. Mi personalidad no había sido moldeada para sutilezas, no tenía tiempo.

    Suponía era una bestia movida por caprichos.

    Tal vez no era demasiado distinto de un cuervo con sus baratijas.

    Lo cierto es que aunque no hubiese sido una cosa que había hecho con el afán de joder, que se quedara atascada con la idea de que la había rechazado sí tenía su gracia sin importar el motivo. ¿Que si sentía que se había encaprichado? ¿Puesto un objetivo? Quizás, no me quitaba el sueño en realidad, pero ya que estábamos pues le podía echar la atención encima sin muchas pegas.

    Debía insistir, si era eso lo que quería.

    Si la chica andaba probando el mundo me importaba entre poco o nada, viendo que su junta principal era el pelirrojo que se cagaba hasta las patas al verme y que parecía un montón de aire también pues la historia se contaba de forma bastante sencilla. Quería decir, no había conocido a Sasha en su momento más rígido, pero de haberlo hecho posiblemente le habría reconocido el avance.

    ¿No estaba bien aflojar restricciones?

    Cuando la sentí apoyar la mejilla en mi cabeza otro chispazo de satisfacción me cayó encima, de nuevo provenía del mero contacto, nada más. En ese sentido ella tenía razón, era muy poco japonés y ya que estábamos también era muy básico. Su respuesta me sacó otra risa baja, cosa de nada y si acaso hice un sonido como diciéndole "¿De veras?", ni siquiera me moví de donde estaba.

    ¿Me sorprendió la estupidez que soltó? No del todo.

    Me desinflé los pulmones con cierta incredulidad impostada, puro teatro del de siempre y seguí sin moverme de su hombro, porque de por sí se las había arreglado para alcanzarme la comida sin que fuese necesario.

    —No podía quedarme tan fresco, ¿cierto? —dije junto a una risa floja. Me permanecí en silencio unos segundos, apenas por el suspenso y tomé algo de aire por la nariz para tragarme la gracia antes de abrir la boca—. Aah~

    ¿Qué acababa de decirle?

    Que si era lo que le gustaba podía malcriarme tanto como quisiera.

    Era un hombre de palabra después de todo, por mucho que no lo pareciera, y de nuevo era básico que te cagas. En mi mundo sin ilusiones de poder la solución a más de una cosa era sencilla, no pasaba por demasiado filtros y solo sucedía. De ahí que, bueno, tampoco le hiciera muchos ascos a nada ni a nadie. Ponerse quisquilloso debía ser de lo más aburrido.


    Belu: pls no me mates
    Me: *vibing hard af* bUT IM INTO IT

    miss idk whats going on here but-
     
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  12.  
    Gigi Blanche

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    A juzgar por el historial que había cosechado, le solté la tontería teniendo bien presente que podía llegar a tomar otro camino. En tanto mantuviera esa idea podría tratar con él de forma muchísimo más fluida, diría, y en definitiva... ¿me ayudaba a salir de mis esquemas? Ni idea, lo importante era que no me dejaba una mala sensación de boca. Al menos no a largo plazo.

    En todo caso era extraño, aunque no lo pensara demasiado. ¿Habría previsto esta situación en algún escenario? Claro que no, y menos con las pintas de Arata. Tough boy y todo el rollo. Ahí estaba, sin embargo, y tuve que tragarme la risa apenas darme cuenta que, con o sin cara de perro, igual y parecía un poco un cachorrito.

    Kinda cute, right?

    Estuve por apresurarlo, que no iba a sostenerle la comida media vida, pero al final me cumplió el capricho estúpido y acompañé la sonrisa de una risa bien, bien suave. Meneé la cabeza, ya de paso, y doblé el brazo para pasar la mano hacia el otro lado de su cuerpo y hundir los dedos en su cabello.

    Good boy —susurré, fue y no fue una broma, y le concedí un par de caricias livianas.

    Luego regresé la mano a mi espacio sin más, y tuve que reconocer que la sensación no estaba mal. Quería decir, era tibio y sí, hacía un calor del demonio, pero no influyó mucho. Además, con el baño forzado que le había echado encima su cuerpo se sentía bastante fresquito.

    —Oye. —Lo miré de reojo por pura inercia y luego regresé la mirada a la piscina, aunque busqué su pie dentro del agua para darle un golpecito tonto—. Perdona por haberte mojado, fue bastante estúpido.

    Y solté una risa liviana. Era un poco arriesgado lo que iba a decir, a largo plazo quizá, pero otra vez: manejaba un sentido de la justicia, irónicamente, bastante rígido.

    —Supongo que te queda un cupón ahí para regresarme la gracia cuando quieras.


    yo tampoco tengo idea pero la date está muy enjoyable che 10/1- uH EL SAXO
     
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    Zireael

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    Lo cierto es que algunas de las estupideces que me permitía no terminaban de encajar con la imagen que se proyectaba de mí, con esta cara de haberme metido cuatro litros de café antes de las seis de la mañana, los tatuajes y el resto de la mierda. Era, sin embargo, la ventaja de estar hecho de humo, me adaptaba a contenedores, a espacios y si se me antojaba escaparme por las grietas lo hacía.

    ¿Y el capricho de quedarme? También me lo podía permitir si quería.

    La risa que el hecho de que le cumpliera la petición estúpida le arrancó fue suave, si acaso la noté por estar pegado a ella y cuando creí que iba a dejarlo allí noté el movimiento de su brazo. Sus dedos se hundieron en mi cabello, la muy tonta me dijo buen chico como si fuese medio normal, y me tragué la gracia solo porque sentí sus caricias que me hicieron aflojar algo más de peso en ella, si es que era posible.

    Estaba haciendo un calor del diablo y allí estaba, pegado a ella como si no fuese el caso, así que digamos que se notaba bastante cuáles eran mis prioridades y de por sí con el baño gratuito tan siquiera se estaba un poco más a gusto. Su voz volvió a atraer mi atención, me moví apenas como para decirle que la oía y su golpe en el pie me distrajo un poco.

    Perdona por haberte mojado.

    ¿Era tonta? Mira que ir a disculparse por una cosa de esas.


    No respondí como tal, ni siquiera cuando dijo que me quedaba un cupón para regresarle la gracia cuando me diese la gana y volví a callarme unos segundos, aunque fue una pausa relativamente más corta que la de antes. Estiré la mano, me hice con el bento y me incorporé bastante despacio separándome de ella, a la vez le quité los palillos de los dedos con cuidado.

    —Ya, ya. Tampoco te mortifiques~ —dije casi en un murmuro, suavizando el tono un poco a conciencia, y recogí un poco lo que quedaba en el bento con los palillos—. No te preocupes, eso sí. La gracia me la voy a cobrar con intereses.

    Contuve la risa, tuve que hacer un esfuerzo de hecho, pero logré mantenerme más o menos serio mientras me marcaba la idiotez de turno. Extendí los palillos en su dirección de la misma forma que ella lo había hecho conmigo y encontré sus ojos para sostenerle la mirada. ¿Necesario? Absolutamente, para qué decir otra cosa.

    —¿Y bien? —murmuré ahora sí estirando la sonrisa.


    i've been robbed ma'am but iM INTO IT, IM INTO IT huh
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Aguardé bastante tranquila a su respuesta, así le tomara un par de segundos. Era una seguridad que surgía probablemente del mismo momento, de compartir el tiempo y el espacio; cierto ánimo, también. Predecir a las personas la mayoría de las veces acababa siendo una tarea estúpida e infructuosa, pero de a pequeñas gotas podíamos permitírnoslo. Cuando ciertas cosas se sincronizaban, quizá. En definitiva, así se tomara su tiempo supe que iba a responderme.

    Su respuesta, primero, fue hacerse con el bento. Su peso abandonó mi hombro, mi cuerpo en general, y así obviamente no iría a quejarme pues tampoco me habría molestado que se quedara allí. Parpadeé, siguiendo sus movimientos en silencio, y las pequeñas gotas hicieron lo suyo. Vete a saber cómo o por qué, pero imaginé que estaba a punto de regresarme la tontería; sólo que no la que había pensado.

    Su voz había sonado más suave y se me asemejó, quizá, a la brisa de nada que sopló desde atrás, agitando el follaje del árbol. Me quiso dejar la tranquilidad de que acabaría cobrándose la gracia con intereses y solté una risa floja, sin argumentar nada contra la advertencia, amenaza, lo que fuera. Lo vi juntar la comida, entonces, y una especie de nervios me cayó encima apenas vi los palillos dirigidos hacia mí. Los miré, luego busqué sus ojos y se me cruzaron muchas ideas por la cabeza; tantas, tan inconexas, que acabé condensándolas en un gruñido de queja y acepté la comida, desviando la mirada al frente. No sentía calor en las mejillas, pero eso sería de milagro.

    Me sentí un poco expuesta, como que estaba dejándole a la mano puro material para molestarme, así que me desinflé los pulmones y me dejé caer hacia atrás. Enganché el cabello debajo de mis manos para despegarlo de mi espalda, cayó por donde quiso y crucé las piernas, paseando la vista por el cielo en lo que tragaba el bocado de comida. Celeste, blanco, las pinceladas verdes del árbol.

    Igual y seguíamos siendo criaturas complejas, ¿verdad? Podíamos asociarnos con tal o cual elemento, encasillarnos dentro de tal o cual categoría, pero al final del día nos asemejábamos a vitrales. Hechos con diferentes trozos, quizá del mismo material, pero con formas y colores cualesquiera. La luz podía atravesarnos, podíamos descomponerla y proyectarla más allá de nosotros. O podíamos permanecer a oscuras, allí, donde ninguna de nuestras formas o colores se distinguieran. Se me ocurrió de repente, por alguna razón recordé el aspecto de la capilla a la que solíamos asistir en Sydney cuando el abuelo aún vivía. Tenía unos vitrales preciosos.

    Deslicé la mirada a la silueta de Arata, medio detallé su cabello y esbocé una sonrisa liviana, estirando el brazo para alcanzar su espalda. Un toque puntual, primero, con el índice, pero el índice se convirtió de repente en un pincel y comencé a escribirle encima. Tonterías en inglés, primero, hasta que solté una risa suave.

    —A ver, adivina el kanji.

    Decidí empezar con uno sencillo, marqué los trazos y mi sonrisa, al resguardo de su espalda, reflejó cierta nostalgia.



    madre.

    belu ideas locas has entered the chat

    acá también hago el disclaimer porque no tengo vergüenza alguna: le robé la idea a After, sólo que la hice MEJOR
     
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    Nekita

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    —Si eso es cierto entonces yo no soy el nivel de hostilidad de lo que tu deberías estar acostumbrada, ¿no? —Puso sus ojos en blanco, la consideraba demasiado complicada con todo en general, si tan acostumbrada estaba a eso, ¿por qué se estresaba tan rápido? Él tan siquiera sentía que podía ir acumulando todo hasta que explotaba o iba soltando de apoco siendo algo más tosco al hablar.

    Pero no necesariamente hostil a su parecer.

    —Se todo lo perfecta que quieras con tus padres, realmente no me importa pero si no los pones como escudo para actuar así, entonces tan solo actúa como se te de la gana o no te quejes de lo que no puedes hacer.—Cualquiera de las opciones le parecía mas que perfecta, o dejaba de quejarse de hablar de temas que a ella misma le molestaban o bien, decidía actuar por su cuenta y vivir de una manera más amena, porque relajada por mucho que ella lo dijera, no estaba.

    Con su pregunta tan solo pudo mirarla con sorpresa, ¿era en serio?

    —Tu misma viste que no me ofrecí, me lo asignó el profesor, esto es un pequeño deber.—Se alzó de hombros al ser lo más obvio del mundo y se encaminó entonces a guiarla hacia el área de la piscina en silencio, tan siquiera tenía el consuelo de que simplemente no iba a tener que subir todos los pisos del instituto a explicarle las cosas que había en cada uno de ellos.

    Al llegar a la piscina suspiró de alivio de ver que había otras dos personas allí, si ella terminara interrumpiéndolos para entretenerse ya era mucho mejor a que regresaran de manera incómoda al otro edificio por ir en la misma dirección.

    —Piscina, se explica sola... allá, gente, preséntate si quieres, hasta aquí llego yo.
     
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    Zireael

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    En mi día a día no me tomaba la molestia de predecir demasiado a las personas, primero porque era cansado, segundo porque importaba bastante poco viendo la forma en que me comportaba con todo el mundo. Era diferente por las noches, cuando tenía que hacer mis mierdas, pero el asunto era que estaba allí sin más. Hacía y deshacía bastante a mi antojo, si acaso había bajado la intensidad para no seguir tocando cables que fuesen a causar un efecto jodido a largo plazo, pero poco más.

    Igual las ganas de marcarme la estupidez no me las quitaba nadie, así que era posible que la hubiese hecho incluso si ella no me daba luz verde para cobrarme el hecho de que me hubiese mojado. ¿Por qué? Solo por hecho de que se me hubiese ocurrido, era tan simple como eso. Si cedía a la tontería era otro tema, pero ya eso lo veríamos.

    Medio vi que se le chamuscó el cerebro cuando le acerqué los palillos, su gruñido me hizo soltar una risa por la nariz y me revolqué en la gracia al verla aceptar la comida a pesar de todo, desvió la mirada además. Podría haberla molestado, sí, pero lo dejé así y regresé los palillos al bento como si nada. Su movimiento atrajo mi atención, se dejó caer y al mirarla de costado noté su cabello esparcido, el sol seguía arrancándole destellos de rojo intenso.

    Como vidrio pintado.

    Me puse a pensar que quizás otra persona hubiese encontrado en esta suerte de cercanía una amenaza, algo capaz de producir miedo o presionar botones incorrectos, pero así no fuese algo que me permitiese casi nunca la verdad es que estaba bien. Esa calma estaba bien de vez en cuando, por obvio que pareciera, digamos que servía para hacer una pausa y ya. Tomar aire era una cosa un poco redundante viniendo de mí, así que quizás no era es la expresión que buscaba, pero se entendía el punto.

    Que esta chica de nuevo estaba sirviendo de pararrayos.

    Sentí su tacto en la espalda, no me tensó ni por asomo pero fruncí un poco el ceño al notar que estaba escribiéndome encima. Intenté intuir qué era, pero en determinado punto me dio la neurona para pensar que no estaría escribiendo en japonés. No mucho después su voz volvió a alcanzarme, me dijo que adivinara el kanji y me quedé quieto esperando el trazo de su índice.

    —¿Sol? —pregunté cuando creí que había terminado, comprimí un poco más los gestos y puse los ojos en el bento, ahora en mi regazo. Fueron los dos últimos trazos los que me oxigenaron el cerebro, haciendo que casi murmurara la palabra—. Madre.

    Estaba por decirle algo cuando escuché los pasos, ni siquiera me molesté en ver quiénes eran y ya me desinflé los pulmones en algo que fue, de hecho, muy parecido a un bufido. No tenía derecho real a quejarme porque estábamos en lo que uno llamaría un espacio común, en el mejor de los casos, pero una cosa no quitaba la otra y lo primero que pensé es que había que tener un timing de mierda para semejante cosa.

    —Tenemos visitas —dije sin más, el fastidio se me notó en la voz que regresó al tono de fastidio usual. Estiré la mano para alcanzar la caja de jugo y beberme lo que quedaba—. Deben ser las criaturas más inoportunas de las que tuve la desdicha de saber nunca.

    ¿Admitiendo así por las buenas que pretendía seguir a solas con ella? Qué más daba.
     
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  17.  
    Gigi Blanche

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    Nos las habíamos arreglado para crear un pequeño momento, ¿verdad? Poseía una calma que generalmente conocía, al fin y al cabo mi estilo de vida no era ninguna locura, pero tampoco le quitaba mérito. Se sentía bien, era relajante y, casi de forma irónica, servía para recargar energías. No estaba segura cómo se vería a ojos de Arata, pero si al menos compartíamos esa idea básica ya me daba por satisfecha. Eso pensé mientras escribía tonterías en su espalda, con los colores del bosque y el reflejo del cielo tintineando alrededor. Recordé, también, los colores de la abuela.

    En ese momento todo lucía muy bonito, ¿verdad?

    Su primer intento fue erróneo aunque venía muy bien encaminado, supuse que apenas acabara de escribirlo conseguiría adivinarlo y así fue. Su murmullo me alcanzó y sonreí.

    Well done.

    En la voz se me coló una risa de nada, de lo increíblemente relajada que estaba, y me detuve a medio pelo de empezar otro kanji sobre su espalda. Lo hice cuando oí los pasos, me tensé apenas y fruncí el ceño, estirando el cuello para mirar hacia la entrada. Reconocí dos siluetas sin problema, eran un chico y una chica y me erguí del suelo lentamente. La molestia en el tono de Arata fue bastante palpable y volteé a verlo, ya que había mantenido mi atención en los recién llegados. Le sonreí, fue casi automático y buscó, quizá, consolarlo. Iba a responderle, pero la voz de Aaron me sorprendió lo suficiente para tragarme las palabras.

    No me molestaba como tal que otra persona usara la piscina, era el receso y todos andarían buscando un lugar donde pasarlo sin morir de calor. ¿Me daba pena? Sí, por supuesto, tampoco iba a negar que una nueva presencia rompía un poco con la paz que habíamos encontrado, pero nada de eso era un problema verdadero.

    "Allá, gente, preséntate si quieres, hasta aquí llego yo".

    Fruncí el ceño, lisa y llanamente indignada, y detuve el impulso inmediato de levantarme para sonreírle un segundo a Arata y concederle una caricia amplia por la espalda. Fue, quizá, para no frustrar lo que había querido hacer desde un principio, y también mi forma de decirle "ahora regreso". La torre demostraba el lujo de sus capacidades en momentos como esos, donde las emociones podrían haberme desbordado y sin embargo, en su lugar, trazaba a velocidad relámpago un plan de acción meticuloso y prudente. Analizaba, ordenaba y ejecutaba.

    Saqué los pies del agua y, sin calzarme ni nada, me acerqué a los recién llegados. Digamos que comprendí la situación al vuelo. La chica no me sonaba de nada, seguramente era nueva en la escuela y Aaron sería el encargado de mostrarle la institución, ¿verdad? Vamos, sabía de primera mano que el chico no era precisamente un encanto, ¿pero dejarnos a la niña como un paquete? ¿Sólo porque dio la casualidad que estábamos ahí? ¿No se daba cuenta que estaba, como, interrumpiendo algo?

    Unbelievable.

    —Aaron. —Le sonreí a ambos, aunque con la chica transmití calidez genuina, y me aboqué a Yume—. ¿Qué es esto?

    A ver, cielo, sólo respuestas correctas.
     
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  18.  
    Nekita

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    Con el acuerdo de poder dejarla allí en la piscina ya hasta había dado media vuelta para dejarla allí, ya tenía una pequeña sugerencia de lo que podía hacer para incluso conocer más gente, también quizás regresarán relativamente juntos si ella no decidía hablarles o bien, quizás incluso regresara al invernadero, no le importaba mucho.

    Solo quería volver a su aula y recostarse en su asiento unos minutos.

    No pensó que de pronto tuviera a Sasha hablándole, interrumpiendo su momento de escape con una pregunta que tampoco sabía de dónde venía.

    ¿Cómo que qué era eso?

    Miró a Fiorella unos segundos y luego a Sasha y ladeó su cabeza ligeramente.

    —…¿Cómo?—Preguntó en voz baja antes de repetir su acción y mirar a Fiorella de nuevo, en serio trataba de buscar alguna clase de cosa que no estuviera entendiendo del todo sin éxito alguno —...¿Una nueva persona? Yo ya me estoy yendo en realidad, pero esa clase de preguntas...¿quizás se las puedes hacer a ella...?

    Había algo raro, de eso estaba seguro.
     
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    Gigi Blanche

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    Genuinamente me quedé en mi lugar un par de segundos, intentando seguir el razonamiento de Aaron. Parecía no darse cuenta de la situación, de lo que ocurría, y... no me entraba muy bien en la cabeza. ¿Era posible, siquiera? ¿Me estaba tomando el pelo o de veras no se enteraba? Ni siquiera sabía cómo interpretarlo.

    Alternó la mirada entre la chica y yo un par de veces, al final suspiré suavecito y mantuve un tono de voz bastante neutral, incluso paciente. Tendría que disculparme si parecía tratarlo como si fuera un niño, pero no vi otra manera. Además, prefería eso a enfadarme.

    —Aaron, estabas mostrándole la escuela, ¿no? ¿Te parece correcto dejarla aquí solo porque dio la casualidad que había más gente presente? —Me di la vuelta un instante, hacia donde estaba Arata, y cuando regresé a Yume sí se me coló algo de dureza en el semblante—. Además, ¿no te das cuenta que... no corresponde? Estamos almorzando juntos, sabes, y con ella no nos conocemos de nada.

    Volví a sonreírle a la chica, porque realmente me preocupaba ir a ofenderla o ponerla en una posición aún más incómoda de la que Aaron ya había planteado. Solté un nuevo suspiro y me corrí el cabello hacia atrás, abandonando el tono paciente para sonar un poquito más molesta.

    —Lo siento, me parece bastante desubicado de tu parte. Te agradecería si lo piensas un poco antes de tratar a la gente como si fueran paquetes. —Quizá no fuera lo más prudente siendo que no la conocía de nada, pero apoyé una mano en el hombro de la chica y suavicé el tono—. Perdona, cielo, ¿sí? Espero no te hayas sentido incómoda.

    Y ya con eso, digamos, di el asunto por concluido y me di la vuelta para regresar. Me daba un poco de pena por la chica, otra vez, pero no iba a asumir responsabilidades que no me concernieran. Le sonreí a Arata desde arriba y volví a sentarme a su lado, meter los pies en el agua me lanzó un breve escalofrío por la espalda.

    Además, igual y quería pasar lo que quedara de receso con él, sí.

    Sorry —murmuré, tranquila, y afiancé ambas manos al borde de la piscina—, pero supongo que ya quedó.
     
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    Rei un poco, Dios, que caso nunca pensé que regresar, me llevaría a este momento tan raro con alguien, y peor con Aaron que cada vez sentía curiosidad de saber que había hecho, para ponerlo así.

    ─ Para nada créeme, eh pasado cosas peores.─ Murmure con desdén.

    Suspire un poco, sin prestarle la mínima atención de lo que dijo, además lo decía porque sentía como si lo que estaba haciendo fuera una obligación para el, su forma de actuar era prácticamente como si no estuviera contento de hacerlo. Alce mi hombros con indiferencia y solo lo seguí en silencio, alce mi botella de agua para tomar pero ¿en que momento me la tome toda?, se me a había acabado tan rápido que ni, cuenta me di, resople observando las puntas de mi cabello mientras seguíamos caminado hacia la piscina.

    Por fin.

    Habíamos llegado a la piscina.

    "Allá, gente, preséntate si quieres, hasta aquí llego yo".

    Solo lo mire de reojo cuando dijo eso, alce mis cejas incrédula acaso el quería, ¿Qué interrumpiera el momento de ese chico y esa chica?, ¿Qué ni siquiera conocía? no, no haría eso, lo que yo mas detestaba era que me interrumpiera, y ¿yo? iba hacer eso, no. Negué.

    Iba a pronunciar algo, que no pude, porque la chica se había acercado.

    Cómo no lo iba hacer, si la habíamos interrumpido, enserio tenia ganas de reír por todo lo que decía, pero no podía hacerlo, enserio no podía.

    Ma che cazzo di imbarazzo.

    La chica puso su mano en mi hombro, que mire de reojo, de cuando acá la gente era tan ¿confianzuda?, si así lo llamaría, porque no le di la confianza para tocarme; y tampoco podía devolverle la sonrisa si lo hacia sentía que iba hacer falsa, pero pensándolo bien talvez ella solo quería, que se yo, que no me sintiera ¿incomoda? si era así ya lo estaba sintiendo, lo único que quería era que la tierra me tragara y me escupiera si era en en otro planeta lo mas posible.

    Solo moví mi cabello, sin prestar mucha atención cuando se marcho.

    Ahora la que quería desaparecer, era yo.

    ─ Grazie, por el tour Aaron.─ Inquirí, girándome para salir por la puerta que entramos, ya no quería dar ninguna vuelta mas, además sabia por donde regresar.─ Nos veremos por ay.─ Musite sacando mis audífonos del bolsillo de la falda, igual que mi teléfono, llevando mi mano a mi cabello apartándolo hacia mi hombro y alce mi manos en forma de despedida.─ Nos vemos.

    Que día.
     
    Última edición: 11 Mayo 2022
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