Asentí, absorbiendo la información sin ningún motivo concreto más que el de barajar posibilidades. Según Arata, Hikari, su amigo, había quedado a cargo de Taito, y luego... Abrí un poco más grandes los ojos al oír que Yuzuki administraba Minato y solté una risa nasal, entre incrédula y divertida. ¿Qué pasaba con estos cachorros regulando barrios enteros? ¿Cómo se lograba una cosa así, para empezar? No llegaba ni a imaginarlo. No arribé a ninguna conclusión prometedora ni nada valioso que aportar, así que suspiré y me limité a reforzar lo obvio. —En fin, suerte con Sei. Ve contándome si pasa cualquier cosa, ¿sí? Quizá pueda darte una mano, aunque sólo sea escuchando e intentando unir puntos. Ojalá des pronto con tu amigo. Correspondió a mi beso, pero más pronto que tarde se separó y yo abrí los ojos, procesando la situación mientras él repartía otro par aquí y allá. Vi que regresaba a su bolsa y solté el aire por la nariz con disimulo, lanzándome el cabello tras la espalda. Apenas recibí sus ojos de nuevo, le dediqué una sonrisa y me ahorré las opiniones respecto a su primer comentario. Si tan a gusto estaba, ¿tenía que interrumpirlo así? Whatever. Sabía que era un capricho y creía entender lo mínimo de boundaries, por lo que barrí la frustración bajo la alfombra y me enfoqué en el obsequio que pretendía darme. Su aclaración de no haberle prendido fuego a nada me arrancó una risa breve y acepté la caja con ambas manos, redirigiéndome al borde de la piscina para sentarme allí de nuevo. Apoyé el objeto en mi regazo y enganché los talones dentro del agua, meciendo las piernas lentamente. —Wait, you did this? —procesé sus palabras con delay, sorprendida y apoyando la uña del índice en la tapa. Pensé en abrirla, pero supuse que lo suyo era imitarlo. Atraje mi bolsa a mi posición y esculqué a tientas, extrayendo la caja de bombones con facilidad. Llevaba una cinta amarillenta y en la religiosa tarjeta había escrito "para mi cómplice favorito (aunque en realidad eres el único que tengo)". Le eché un vistazo, comprobando que todo siguiera en su lugar, y entonces se la extendí. —Yo tampoco le prendí fuego a nada, aunque asumo que eso ya lo imaginabas —bromeé.