Exterior Piscina

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Zireael

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    El karma por estar juzgando a Cayden por responderle todo a Matsuo me llegó bastante más rápido de lo que habría estimado, fue una disrupción en el aire y para cuando Wickham apareció ni siquiera noté a las pobres almas que venían detrás de él. Le respondí la mierda de turno, el imbécil consumió distancia y Cay, que era partidario del "por favor, no nos caguemos a trompadas" metió la mano en un intento de relajar el asunto. Fue allí donde aparté la vista del hijo de puta y noté a Sugawara con la niña, la pobre desgraciada. Fue educada aunque se le notó nerviosa, dijo que no querían molestar y a mí eso me sonó a manada, cuando la verdad era que este siempre quería tocarme los huevos.

    Conecté con la intención de Cay medio con retraso, los nombres de Hiradaira y de Ko me alcanzaron después, pero pude relajar el rostro un momento para que la criatura no fuese a pensar que me la iba a comer viva solo por existir. No me duró mucho igual, porque de repente tuvimos a Wickham prácticamente encima y encontré su mirada con aparente desinterés. Fue cuando repitió el nombre de Kohaku que miré a Cayden de reojo, que solo entonces fue consciente del error en el que había caído al pretender hacerme consciente del espacio y de las personas.

    Si yo estaba siendo obvio con mi disgusto lo suyo debió ser una cagada, noté que dejó de respirar un momento, casi pude ver su tren de pensamiento irse a la mierda y la negativa que habría querido soltar con la misma insolencia con la que le había estado contestando a Ryuuji se le quedó atorada en la garganta. El pedido u orden de que no le presentaran a Kohaku al idiota que hostigaba a Sasha se le quedó pegado en el cuerpo, como tantas otras cosas, y no dijo nada más luego de haber presentado a Ryuuji como parte de la bandera blanca. No le dio el cerebro para más.

    Ryuuji, nuestro querido Ryuu, tomó una decisión que en nada se emparentó al pacifismo tibio del otro y llamó a Wickham a sentarse como si fuese un perro, porque incluso si no se enteraba de una mierda el enano hijo de puta era un amante del caos y eso ya estaba visto. La estupidez me hizo gracia, una sonrisa me alcanzó el rostro y Cayden, encerrado entre nosotros, seguro estaba por ahogarse.

    No me importó lo suficiente.

    A ninguno de los tres en realidad.

    —Bueno, la belleza es subjetiva —picoteé entre las palabras del cabrón.

    Era cierto que tampoco era como que muy inteligente meterse con este tío sin más, aunque a Matsuo seguro le importaba tres mierdas igual, así que ese no era mi problema. Estaba por despedir al idiota como si fuese el Primer Ministro o algo, solo por la estupidez, pero volvió sobre sus pasos y arrojó la bomba. Lo hizo con la misma intención mortal de un avión militar y cuando se fue, arrastrando a la mocosa consigo, giré el rostro hacia Cayden y sentí las articulaciones llenas de herrumbre.

    El escenario no tenía sentido, no pude formar una imagen mental, pero solo las asociaciones bastaron y me daba igual todo, la verdad era que no quería al imbécil cerca de Sasha, bastante era que compartieran clase. Pasé de no querer enfadar de nuevo al mocoso a que me diera igual, los había visto, ¿no? Entrar detrás de Sasha y ahora lo había visto con ella, ¿entonces por qué? ¿Por qué no reaccionaba con la misma hostilidad que sí lo hacía ante otras mierdas?

    —Siempre igual de tibio, ¿no? —siseé y el mocoso cerró los ojos como si fuese a soltarle un golpe, sin darse cuenta hasta dejó ir parte de su peso en dirección a Matsuo—. ¿Qué tal si dejas de pretender hacer de árbitro y mejor te amarras las pelotas? Así tal vez dejas de hacer preguntas de mierda y al menos me avisas de las cosas que importan.

    ¿Cuántas veces iba a encajarle una bofetada mental a este chico?

    ¿Se las merecía siquiera? Ahora no importaba.

    Bufé, hastiado, y me levanté despacio. Pesqué otra galleta de las cosas que había comprado, me la metí en el bolsillo y al tomar otra la dejé cerca de Ryuuji, un pequeño pago por su complicidad. En el cuerpo me rebotó una ira demasiado similar a la que había sentido en la morgue de la jefatura de Shinjuku y me incliné sobre Cayden, mi sombra lo cubrió y alcancé a decirle algo casi encima del oído, ni siquiera Matsuo lo oiría.

    No lo pensé. No pude pensar.

    —Por cierto, ¿ya te sabes el chisme de los tórtolos de la 3-3? —Fue un escupitajo de veneno directo a la cara y a pesar de lo inespecífico sabía que no era tan idiota como parecía—. Quién diría que cara de moco fuese tan codicioso.

    Le regresé su espacio, cuando sus ojos encontraron los míos juré que el pobre había visto un fantasma, pero se forzó a desconectar y lo logró a medias, pues aflojó el cuerpo a conciencia. Me sonreí sin modular la oscuridad del gesto y giré sobre mis talones luego de despedir a los dos con un movimiento de mano, incluso si a Matsuo lo vería en el salón.

    ¿Quería seguir viéndonos como si fuéramos monos de circo? La próxima que mejor trajera palomitas.

    —Dicen que no estaban tan guapos, así que nos vemos luego, pobres cositas feas. Iré a fumar antes de que suene la campana.


    que el número de posts nunca defina el poder de una interacción *chef's kiss*

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