Exterior Piscina

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Zireael

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    El karma por estar juzgando a Cayden por responderle todo a Matsuo me llegó bastante más rápido de lo que habría estimado, fue una disrupción en el aire y para cuando Wickham apareció ni siquiera noté a las pobres almas que venían detrás de él. Le respondí la mierda de turno, el imbécil consumió distancia y Cay, que era partidario del "por favor, no nos caguemos a trompadas" metió la mano en un intento de relajar el asunto. Fue allí donde aparté la vista del hijo de puta y noté a Sugawara con la niña, la pobre desgraciada. Fue educada aunque se le notó nerviosa, dijo que no querían molestar y a mí eso me sonó a manada, cuando la verdad era que este siempre quería tocarme los huevos.

    Conecté con la intención de Cay medio con retraso, los nombres de Hiradaira y de Ko me alcanzaron después, pero pude relajar el rostro un momento para que la criatura no fuese a pensar que me la iba a comer viva solo por existir. No me duró mucho igual, porque de repente tuvimos a Wickham prácticamente encima y encontré su mirada con aparente desinterés. Fue cuando repitió el nombre de Kohaku que miré a Cayden de reojo, que solo entonces fue consciente del error en el que había caído al pretender hacerme consciente del espacio y de las personas.

    Si yo estaba siendo obvio con mi disgusto lo suyo debió ser una cagada, noté que dejó de respirar un momento, casi pude ver su tren de pensamiento irse a la mierda y la negativa que habría querido soltar con la misma insolencia con la que le había estado contestando a Ryuuji se le quedó atorada en la garganta. El pedido u orden de que no le presentaran a Kohaku al idiota que hostigaba a Sasha se le quedó pegado en el cuerpo, como tantas otras cosas, y no dijo nada más luego de haber presentado a Ryuuji como parte de la bandera blanca. No le dio el cerebro para más.

    Ryuuji, nuestro querido Ryuu, tomó una decisión que en nada se emparentó al pacifismo tibio del otro y llamó a Wickham a sentarse como si fuese un perro, porque incluso si no se enteraba de una mierda el enano hijo de puta era un amante del caos y eso ya estaba visto. La estupidez me hizo gracia, una sonrisa me alcanzó el rostro y Cayden, encerrado entre nosotros, seguro estaba por ahogarse.

    No me importó lo suficiente.

    A ninguno de los tres en realidad.

    —Bueno, la belleza es subjetiva —picoteé entre las palabras del cabrón.

    Era cierto que tampoco era como que muy inteligente meterse con este tío sin más, aunque a Matsuo seguro le importaba tres mierdas igual, así que ese no era mi problema. Estaba por despedir al idiota como si fuese el Primer Ministro o algo, solo por la estupidez, pero volvió sobre sus pasos y arrojó la bomba. Lo hizo con la misma intención mortal de un avión militar y cuando se fue, arrastrando a la mocosa consigo, giré el rostro hacia Cayden y sentí las articulaciones llenas de herrumbre.

    El escenario no tenía sentido, no pude formar una imagen mental, pero solo las asociaciones bastaron y me daba igual todo, la verdad era que no quería al imbécil cerca de Sasha, bastante era que compartieran clase. Pasé de no querer enfadar de nuevo al mocoso a que me diera igual, los había visto, ¿no? Entrar detrás de Sasha y ahora lo había visto con ella, ¿entonces por qué? ¿Por qué no reaccionaba con la misma hostilidad que sí lo hacía ante otras mierdas?

    —Siempre igual de tibio, ¿no? —siseé y el mocoso cerró los ojos como si fuese a soltarle un golpe, sin darse cuenta hasta dejó ir parte de su peso en dirección a Matsuo—. ¿Qué tal si dejas de pretender hacer de árbitro y mejor te amarras las pelotas? Así tal vez dejas de hacer preguntas de mierda y al menos me avisas de las cosas que importan.

    ¿Cuántas veces iba a encajarle una bofetada mental a este chico?

    ¿Se las merecía siquiera? Ahora no importaba.

    Bufé, hastiado, y me levanté despacio. Pesqué otra galleta de las cosas que había comprado, me la metí en el bolsillo y al tomar otra la dejé cerca de Ryuuji, un pequeño pago por su complicidad. En el cuerpo me rebotó una ira demasiado similar a la que había sentido en la morgue de la jefatura de Shinjuku y me incliné sobre Cayden, mi sombra lo cubrió y alcancé a decirle algo casi encima del oído, ni siquiera Matsuo lo oiría.

    No lo pensé. No pude pensar.

    —Por cierto, ¿ya te sabes el chisme de los tórtolos de la 3-3? —Fue un escupitajo de veneno directo a la cara y a pesar de lo inespecífico sabía que no era tan idiota como parecía—. Quién diría que cara de moco fuese tan codicioso.

    Le regresé su espacio, cuando sus ojos encontraron los míos juré que el pobre había visto un fantasma, pero se forzó a desconectar y lo logró a medias, pues aflojó el cuerpo a conciencia. Me sonreí sin modular la oscuridad del gesto y giré sobre mis talones luego de despedir a los dos con un movimiento de mano, incluso si a Matsuo lo vería en el salón.

    ¿Quería seguir viéndonos como si fuéramos monos de circo? La próxima que mejor trajera palomitas.

    —Dicen que no estaban tan guapos, así que nos vemos luego, pobres cositas feas. Iré a fumar antes de que suene la campana.


    que el número de posts nunca defina el poder de una interacción *chef's kiss*

    cada vez que joden a Arata:
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    Con el receso empezado, dejé mi salón de clases sin cruzar palabras con nadie. Mis días en esta academia fueron siguiendo este mismo derrotero, siendo abundantes en silencio y distancia. Mi existencia se deslizaba por fuera de los demás, ajena, como navegando una corriente solitaria. Llegué a creerla amenazada por las inesperadas apariciones de Ryuuji y Koemi… O puede que sólo estuviese siendo una cobarde contra mis propios fantasmas, que se manifestaban en torno a ellos sin que tuvieran la culpa de nada… Pero Matsuo se olvidó con rapidez de mi existencia y ella, quien fuese mi amiga de la infancia, al parecer se dio por vencida en sus cautelosos intentos por contactarnos. Alejadas sus figuras, retornaba mi oportunidad de ser, aquí, alguien sin historia, sin pasado. Mientras me adaptaba como podía a la nueva vida en Tokio.

    Si es el caso, ¿por qué no me siento en paz?

    Mi bento lo había dejado en el aula. Un solo vistazo me bastó para saber que mi apetito era casi nulo el día de hoy. Como supuse que un jugo de frutas sería suficiente para saciarme lo necesario, bajé hasta la máquina expendedora del pasillo inferior, donde sentí un miserable alivio al ser consciente de que, en mis cercanías, no había nadie con grandes trenzas rosadas. Metí las monedas con apremio y oprimí un botón casi al azar, más concentrada en convencerme de que no debía sentir culpa. En el compartimento inferior cayó con pesadez una botella de naranja, fresca. Tampoco estuve segura de si deseaba beberla en ese momento.

    Suspiré, con la bebida en mi mano, y decidí que me vendría bien tomar un poco de aire exterior. ¿Dónde?, fue la incógnita con la que salí del edificio. Caminé sin un objetivo específico, contemplando el cielo y las siluetas de las aves que lo traspasaban. Reflexiva. Fue así como, al final, terminé cerca de la zona de la piscina, a donde entré con cierta cautela, por no saber si el acceso estaba permitido.

    No había nadie, sólo se distinguía el murmullo de un filtro. La piscina se hallaba repleta, con su manto de agua devolviendo un reflejo exacto de las nubes. Me acerqué hasta uno de sus bordes con paso sosegado, botella en mano, y me incliné hacia el espejo. Desde la superficie del agua… o tal vez en las profundidades… encontré este rostro calmo, estoico, y ojos grises como el acero. Transmitían firmeza, mas una sola interferencia en el agua la desarmaría. La Kaoru del agua era así de endeble y frágil.

    ¿Y qué hay de la otra, la que vive en la tierra porque ya no puede volar?

    Negué con la cabeza, como si con eso pudiese sacar el peso que tenía sobre los hombros. Si tuviese la audacia para arrojarme a esta piscina y tan sólo flotar, ¿me sentiría más liviana? Si cerraba los ojos, ¿lograría imaginarme entre nubes, como un ave libre? Sacudí la cabeza con más vehemencia, avergonzada por tamañas ideas infantiles. Hasta creí sentir algo de calor sobre mi rostro, cosa que prefería atribuir al sol que me impactaba de lleno. Suspiré de nueva cuenta y volví a mirar el agua…

    Permitirme un pequeño capricho no sería contraproducente, ¿supongo?

    Me quité los zapatos, que dejé a mi lado junto con los calcetines. Me sentí con cuidado tras aplastar la falda contra mis piernas y mis pies encontraron la piscina. Fue un proceso lento, en el que sentí cómo el agua envolvía mi piel centímetro a centímetros, similar a una caricia. Dado que era alta y mis piernas largas, buena parte de ellas quedaron hundidas.

    Recordé que traía la botella de jugo de naranja, que preferí comenzar a beber ante de que el sol la calentara. Con su pico en mis labios, volví a mirar el cielo. Suponía que esto ayudaba. No se podía decir que estaba en paz, ni que los recuerdos acecharan tras puertas cerradas con endebles candados.

    Ahí queda la muchacha al servicio de la comunidad uvu
     
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    Quizás fuese un todo, pero llevaba algunos días recordando los bosques de Northwood, el verde de los árboles y los ruidos de los animales, echaba en falta el maldito pueblo y sentía que una parte de ello tenía que ver con haber visto a Ilana aparecerse en esta escuela en el otro puto lado del mundo. No sabía hasta dónde me sentía cómodo con la idea de compartir nostalgia por el mismo lugar y mucho menos tendría la conversación de "Hey, ¿extrañas Northwood?". Era mejor no mirar las raíces secas que nos habían arrancado.

    Por la mañana, al entrar a clase, noté que Suiren había reaparecido y luego cuando Ilana y Dunn entraron me dio la sensación de que a ambos se les fundieron varios cables al notarlo, ella reaccionó con más fluidez, el otro solo fingió locura. Cuando la campana anunció el receso fue un poco más de lo mismo, me quedé en mi asiento y vi el show, ella se fue con Suiren y su amargado, Cayden huyó. Nada demasiado nuevo, aparecía y desaparecía del salón como un espectro, suponía que se iba a echar en la enfermería a o fumarse un bosque, quizás ambas.

    Salí un poco después que Ilana y los chicos, los noté irse a la azotea y yo me busqué la vida. Bajé las escaleras sin prisa, cargando el almuerzo, en la planta de la sala de arte me topé a Katrina quien me saludó, pero en vez de quedarse en la sala subió a la siguiente planta y por mi parte continué hasta el piso de abajo. En la expendedora compré una botella de agua y me desvié para salir del edificio en dirección a la piscina, pues porque sí.

    En mi camino había comenzado a cantar en un susurro algunas estrofas, recordaba que empezaba con un riff de guitarra algo rápido, me gustaba. Algunos versos se me olvidaban, pero me dio igual, seguí con la canción y antes de tener la piscina a la vista, me distraje mirando el cielo mientras seguía caminando, de milagro no me tropecé. Al bajar la mirada de nuevo, ya entrando, fue que noté a la chica en la orilla y guardé silencio. Traté de usar neuronas, pues tendría que ser de los otros salones, pero ni idea.

    —Perdona, no sabía si habría más gente —dije mientras me acercaba, me quedé a un par de metros de ella, pero me quedé de pie a la orilla para mirar el agua—. Seguro está bastante fresca, el calor de mediodía ya se siente.


    im everywhere x2

    el azar te mandó a Maze (? ay, la canción que venía cantando era esta
     
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    Algunos minutos transcurrieron. Para cierto momento, opté por dejar caer mis párpados y así, despojada del sentido de la vista, concentrarme en el sonido del filtro. Con esto pretendía dejar la cabeza vacía de pensamientos, en un intento por mantener a raya las brumas que intentaban hacerse espacio entre ellos. Se filtraban dificultosamente por debajo de mis puertas cerradas, esas que me separaban del tiempo pasado, pero jamás alcanzaban la fuerza suficiente para doblegarme. No podía permitirlo.

    Tener un temple de hierro era mi obligación, hoy más que nunca.

    Un susurro se entremezcló con el sonido del filtro. Se manifestó con tanta sutileza al comienzo, que mantuve los ojos cerrados, al no estar plenamente segura de haberlo distinguido con claridad. Fue la creciente cercanía de este susurro, devenido en un canto tenue, lo que me hizo parpadear con ligereza, hasta mis ojos se adaptaron con rapidez a la luz que impregnaba la piscina. Giré la cabeza en el preciso momento que el silencio volvía a alzarse en el aire, sólo interrumpido por el filtro incansable. De pie, no muy lejos de mí, había un chico pelirrojo, ojos verdes y una apariencia sosegada. Estuve segura de que hizo un vano intento por reconocerme, algo difícil porque yo tampoco lo ubicaba de mi salón; al notar que me miraba, también fui muy consciente de mis pies en el agua, y eso me habría hecho sentir fuera de lugar de no ser porque me centré en escucharlo cuando habló.

    Parpadeé ante su disculpa inicial. No dije nada, simplemente permití que continuara acercándose, denotando su perfil mientras él mismo observaba el agua. En mi mente se despertó una curiosidad por saber qué vería en su reflejo, aunque era algo que ni de lejos plantearía, así como así, en el principio de un diálogo. Asentí a lo que el agua estaba fresca, un poco avergonzada.

    —Después de la lluvia y viento de la semana pasada, se agradece un día así —dije, mirándole—. Ah, y no es necesario que te disculpes, que a fin de cuentas este espacio es de todos. Si te quedas, a mí no me va a molestar —esbocé una sonrisa de tinte amable, como para erradicar cualquier incomodidad suya—. ¿También venías a refrescarte?
     
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    La chica no dijo nada, solo me dejó acercarme y mantuve los ojos en el cristal en movimiento, en las ondas suaves que se formaban siempre en las piscinas y generaban destellos de luz tanto bajo la superficie como encima de ella. Vi mi reflejo, nada más que eso, y pensé en los charcos en el bosque, el olor a tierra mojada que en nada de parecía al olor a color de las piscinas.

    Pasaron unos segundos hasta que noté que asentía a mi pregunta, así que giré un poco el rostro para mirarla y me pareció notarla un poco avergonzada, aunque no se me ocurrió el motivo. De todas maneras, me dediqué una sonrisa y me acuclillé para ver la piscina más de cerca, dejando el almuerzo sobre la orilla y la escuché decir lo del clima, luego que no hacía falta la disculpa y la miré de nuevas cuentas, manteniendo la sonrisa.

    —Esa lluvia se pareció demasiado a un diluvio bíblico para mi gusto —bromeé junto a una risa ligera—. Y lo de refrescarme, supongo que sí, aunque más que eso quería estar afuera. ¿Cómo te llamas? Yo soy Mason, estoy en la 3-2.
     
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    La estupidez que le solté lo hizo reír y me quedé pensando brevemente en ese detalle. El sonido se repitió contra mis oídos, en cierta forma, y tuve la sensación repentina de verlo más contento de lo usual. Giré el rostro para mirarlo conforme envolvía su brazo y sonreí al recibir sus ojos.

    —Siempre será mi placer conservar tu honor intacto —bromeé.

    Nos amoldamos al punto de contacto y bajamos sin prisa, pues de otra forma habría sido incómodo. Volví a escucharlo reír y distraje mis dedos en el contorno de su brazo, hasta que alcancé la textura de su pulsera y me quedé allí, jugueteando. La sugerencia de la foto fue tan repentina que me arrancó una risa breve y lo miré, divertida.

    —¿Una selfie? No recuerdo la última vez que me saqué una... —Debía ser una confesión importante para el adolescente promedio, la idea me causó gracia y me fui deteniendo frente a la expendedora—. Pero claro. Ahora que lo pienso, creo que no tenemos ni una foto juntos. Like, ever.

    La realización me hizo fruncir el ceño mientras soltaba su brazo para permitirle comprar las bebidas. Claro que, apenas lo hubo hecho, volví a prenderme de él muy contenta y fuimos afuera. Cerré los ojos brevemente al sentir el sol contra la cara y respiré hondo, exhalando de golpe. La piscina nos recibió en silencio y me detuve frente al agua, echándole un vistazo a los árboles detrás.

    —¿Metemos los pies en el agua o nos sentamos a la sombra, baby?


    los arrastré hasta acá cuz anduve de viaje el finde y la semana que viene wa estar ocupada también
     
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    Lo de mi honor de repente se había vuelto muy importante cuando no lo era en realidad, de todas formas escucharla decir que siempre sería un placer mantener mi honor intacto me estiró la sonrisa. No acoté nada más porque no me pareció necesario, pero me di por satisfecho con nuestras conclusiones sobre el tema. Mientras bajábamos a un ritmo bastante tranquilo sentí el movimiento de su mano que finalmente alcanzó la pulsera y me hizo consciente de ella. Traerla puesta era ya una cosa interiorizada, ni siquiera se me habría ocurrido otra posibilidad. Me unía a Sasha después de todo.

    La sugerencia de la foto la hizo reír y recibí sus ojos cuando me miró, confesando que no recordaba la última vez que se había sacado una selfie y yo solté el gasp más exagerado de la historia, cuando yo tampoco recordaba cuando me había tomado una foto. Mi reacción subió de nivel cuando señaló que no teníamos fotos juntos, de no ser porque tenía la mano ocupada con los almuerzos la habría llevado al pecho, totalmente escandalizado por esa verdad que acababa de soltar.

    —Eso es un crimen, si me lo preguntas. ¡Debería arrestarte! Aunque también autoarrestarme, ¿eso se puede? Está complicado, mejor solucionamos todo tomándonos la mejor foto del mundo mundial.

    Ella se soltó de mi brazo para que compráramos lo de tomar, yo metí el dinero y cada uno eligió lo que quisiera, apenas terminar volvió a sujetarse a mi brazo y sonreí de nuevas cuentas. Seguí su ritmo en el camino hacia la piscina, una vez llegamos suspiré al sentir el sol y atendí a Sasha cuando me habló.

    —Metamos las piernas a la piscina, para aprovechar —contesté sonriéndole y guie nuestros pasos hacia la orilla—. Si sentimos que nos dio mucho el sol nos movemos, aunque eso de mucho sol está complicado en vistas de que tenemos a la chica de Sydney y al tipo de pueblo.

    Me reí al decirlo y me solté cuando cuidado de su brazo, dejé los almuerzos en la orilla, también la bebida y me fui quitando los zapatos. Sentí el sol calentarme el cabello y la espalda.

    —Tendré que traerte el postrecito otro día, cielo, como fue almuerzo sorpresa no te lo pude preparar.


    todo tranca palanca, a tu ritmo uwu
     
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    Su reacción tan exagerada al drama de las fotos me intensificó la risa y lo dejé indignarse en paz, después de todo sí era un poquito escandaloso. Lo escuché con la sonrisa pegada a la cara y, aunque una parte de mí supiera que no debía, recordé las licencias que el idiota me concedió la última vez en los casilleros. Tal vez fuese culpa mía, suya o de ambos, pero había una realidad bastante evidente: era difícil retroceder a consciencia cuando frente a ti había tanto terreno disponible, tanta... libertad. ¿Que debería arrestarme, decía?

    Well —murmuré, deslizando los dedos de regreso por su brazo, y me pegué a él para hablarle cerca del oído—, that I wouldn't mind~

    Busqué sus ojos brevemente y luego regresé a mi posición, retomando mi distracción con su pulsera como si nada. En la expendedora me pillé una botella de agua y, una vez en la piscina, Maze eligió el sol y el agua, elección que me alegraba precisamente por las razones que había expuesto. Me reí en voz baja y distraje la vista en sus movimientos, mientras dejaba las cosas y se quitaba el calzado. Su cabello se veía bastante diferente bajo luz natural, le arrancaba destellos por doquier. Hundí la mano en el bolsillo y extraje el móvil, enfocando su silueta levemente encorvada. El sonido del obturador me delató, cosa que no iba contra mis planes.

    Don't worry, compré un par de cookies por si acaso, no me dio tiempo a hornearlas —le respondí bajando el brazo, me quité los zapatos con el pie opuesto y luego, con la mano libre, me encargué de los calcetines—. Por cierto, ¿quieres protector solar? Mucho pueblo y lo que quieras, pero estás blanquito como una hoja, cielo.
     
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    No sería yo quien se quejara si ella decidía tomar las licencias que le había concedido, después de todo había sido idea mía y, para la gracia, se extendía hasta dónde ella quisiera. Era la clase de oferta que carece de límites reales, por eso lo había dicho, pero no había pensado que fuese a surgir justo ahora por todo el asunto de los arrestos. Igual, ¿de quién era la culpa por llegar en modo policía?

    Oh, dear —murmuré luego de lo que me dijo, escucharla tan cerca y la caricia en el brazo me lanzaron una pequeña onda de calor encima—. Y solo sigues añadiendo crímenes a la lista...

    Al final el sol no iba a ser el problema tanto como esto que había salido de la nada, así que lo de meter las piernas al agua valía para regular un poco el cuerpo. Como ella accedió, fui desarmándome para poder sentarme en la orilla y estaba en eso cuando escuché el para nada disimulado obturador de su cámara y me enderecé como si tuviera todo el tiempo del mundo, solo para mirarla con una sonrisa divertida.

    —Si querías una foto mía solo tenías que decirlo, no te voy a cobrar los derechos de imagen~

    La estupidez quiso darme risa a mí mismo, pero me la aguanté y luego terminamos en el tema del postre, que ella anticipadamente había cubierto con unas galletas compradas y sonreí. A esta chica no se le pasaba una, ¿verdad? De todas formas quería traerle los daifuku, solo tenía que sacar tiempo para ir a la tienda a comprar las cosas y rezar por que mis habilidades culinarias me permitieran lograr la faena.

    Me senté en la orilla, doblé los pantalones hasta donde pude y hundí una pierna en el agua, la otra después. El cambio de temperatura me hizo aflojar los hombros y suspiré, bastante a gusto.

    —¿Hasta protector solar traes? Espera, ¿me estás diciendo que estoy pálido, Sasha Pierce? —reclamé mirándola desde abajo—. Imagino que sí, ahora que me lo dijiste prefiero ser Casper que ser un camarón hervido. Come on, love, sit down.

    Al decir lo último estiré una mano hacia ella, esperando que al acercarse para sentarse me diera la suya. Quizás fuese conformista, pero solo este rato que estábamos juntos me tranquilizaba, porque era nuestro.
     
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    Su respuesta me acentuó la sonrisa y me encogí de hombros, desentendiéndome del asunto pese a las implicancias subyacentes; esas que Maze probablemente ni imaginara. Había ocurrido algo similar en el campamento, aún recordaba la estupidez que había soltado respecto a los robos. Esa clase de situaciones me forzaban a replantearme mi postura frente a todo esto, frente al club, la mierda de las joyas, Frank. ¿Me quejaba por quejarme? ¿Hasta dónde era sacrificio y a partir de dónde se convertía en gusto?

    Never said I was a good girl... —me defendí al aire, dejando morir el asunto.

    En la piscina, tras sacar la foto, aguardé a que se incorporara y dijera algo al respecto. Su comentario me arrancó una risa en voz baja y miré la pantalla con los ojos entrecerrados, la cual tuve que acercarme al rostro para distinguir lo que hacía. Le hice zoom y sonreí, contenta.

    —Tu cabello luce bonito al sol —verbalicé lo que había pensado antes, sin concederle demasiada importancia.

    Mi error de cálculo se basó en ofrecerle el protector solar y quitarme los zapatos en vez de esperar su respuesta, o quizás había asumido que rechazaría mi oferta. Darme cuenta de mi fallo me aflojó una risa nasal y pensé, en silencio, que me daba un poco de pereza. Pero lo hecho, hecho estaba. Maze metió las piernas en el agua y asentí, muy tranquila, ante su pseudo acusación.

    —No te preocupes, no tomar sol es el mejor anti age —respondí, calzándome los zapatos sin los calcetines, y tomé su mano extendida para dejarle un beso liviano sobre los nudillos—. Ahora vengo. Empieza a comer, si quieres.

    Me di la vuelta y, ya fuera de la piscina, apresuré el paso para no tardar más de lo necesario. Pillé el ascensor y busqué el protector solar en mi maletín, con el cual regresé en cuestión de minutos. Me quité los zapatos a la carrera, los dejé caer en el césped y me senté junto a Maze, colando los pies en el agua sin preocuparme por el cambio de temperatura ni nada.

    —Ta-da~ —Le mostré el protector, victoriosa, y lo abrí para verter un poco sobre mi mano—. Es factor treinta, lo único. Para que no te nos arrugues ni te salgan manchitas.

    Giré el torso hacia él repartiendo el producto entre mis dos manos, y empecé a aplicarle la crema en el rostro con movimientos circulares. Tuve cuidado de correrle el cabello que caía sobre su frente, y el resto intenté ubicárselo detrás de las orejas. Sonreí, pues estaba habituada a aplicarle el protector a los niños, y por pura inercia comencé a murmurar una melodía cualquiera.

    —Este lo compré hace poco, me gusta porque tiene una textura liviana, pero si lo sientes muy pastoso avísame y te quito un poco. —Retiré las manos y le sonreí—. All done, babe. ¿Quieres ponerte en alguna otra parte?
     
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    Si bien habían cosas que escapaban a mi conocimiento, una buena parte de ellas de hecho, tampoco le tenía un halo pintado en la cabeza y para lo poco que me había importado su confesión de lo que se había robado, lo que había resultado en este desastre con Wickham y Alisha, pues quizás debía reflexionar lo que implicaba eso sobre mí mismo. No creía que estuviera ciego porque se tratara de Sasha, que era una parte del asunto, puede que fuese un poco más allá, ¿pero eso qué más daba ahora?

    En todo caso, la risa que se me escapó ante su respuesta sobre que nunca había dicho ser una buena chica fue algo más baja, se había tintado más del mood que cargaban las declaraciones que estábamos haciendo aquí bajo el sol de mediodía, pero lo dejamos estar. No significaba que se me fuese a olvidar, para nada.

    A lo de la foto se rio, la vi observar la pantalla y su conclusión final, la de que mi cabello se veía bonito al sol, me estiró una sonrisa que cargó algo de ternura consigo. Ni siquiera me dieron las neuronas para pensar algo que contestar de inmediato, solo me había quedado mirándola como imbécil en lo que ella le hacía zoom a la foto y pensé, ni idea, qué habría dado cualquier cosa por quitarle las preocupaciones y problemas de encima. Las que fueran.

    Thanks, dear —murmuré cuando logré alcanzar alguna neurona funcional.

    A ver, bien podría haberme dicho que no lo cargaba consigo ahora mismo y no habría pasado nada, aunque me hizo algo de gracia verla irse para buscar el dichoso protector solar luego de haberme dado el beso en la mano. Me quedé sentado, dejé los almuerzos porque quería empezar a comer con ella y lo que hice fue abrir la botella de té helado que me había comprado en la máquina para darle algunos sorbos.

    Cuando reapareció con el bloqueador estuve por estirar la mano para que me lo alcanzara, pero la Señorita Hermana Mayor aquí presente ya lo estaba vertiendo en la suya y al querer acordar ya me lo estaba poniendo en la cara. Cerré los ojos por reflejo más que nada, me dejé hacer con la docilidad usual y la sonrisa que me alcanzó el rostro se amplió al escucharla empezar a tararear.

    —Con estos cuidados dermatológicos voy a tener piel de bebé hasta los treinta —bromeé en voz baja.

    Apenas sentí que terminó abrí los ojos, la miré y negué con la cabeza a si quería ponerme en alguna otra parte. Busqué sus manos y parar quitarle un poco de lo que debía haberle quedado fui deslizándolo hacia su dorso con movimientos que fueron más caricias que otra cosa, de por sí el agua no quitaría la sensación de tener algo en la piel.

    I love you —murmuré concentrado en mi pequeña tarea.

    Al terminar suspiré, me estiré en su dirección y le dejé un beso liviano sobre los labios, porque sí, porque quería y eso era todo. Al retroceder le sonreí, tranquilo, y busqué los almuerzos que había dejado a mi otro costado para irlos desenvolviendo. Le alcancé uno y el otro me lo quedé yo, claro.

    —Mucho decir que yo te malcrío, ¿pero a ti esto de invitarme al almuerzo y hacerme sentir cosas bonitas qué te parece? Tiene que ser el peak de malcriarme, luego ningún almuerzo me va a saber igual si no es junto a una piscina y contigo. Te la pasas dejando la vara altísima, ¡por los cielos!

    Por la pura gracia hice un gesto con la mano que pretendió señalar lo altas que me que quedaban las expectativas y solté una risa.
     
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    Gigi Blanche

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    Su agradecimiento me alcanzó en segundo plano, honestamente estaba más ocupada descifrando el contenido de la pantalla y encontrando la barra de brillo casi a ciegas, por lo que no le di mucha importancia; además fue, digamos, lo esperable viniendo de él. Sólo le sonreí una vez me consideré satisfecha y quité los ojos del móvil para ofrecerle el protector solar y toda la cosa. Él cerró los ojos al aplicárselo, se quedó así y me dio bastante ternura. Aproveché el vacío legal para apretarle suavecito las mejillas entre mis manos, acunarle el rostro y hacerle algunos mimos breves con los pulgares. Su broma se oyó relajada, pensé que este momento en sí era muy tranquilo, con su compañía y el leve rumor del agua, y me reí en voz baja.

    Anything for my baby~ —concedí, medio en broma, medio en serio.

    Tras ofrecerle más protector y Maze negarse, bajé la vista a mis manos para repartirme el excedente. Fue entonces que él las tomó entre las suyas y se encargó personalmente del asunto. Sus intenciones me pillaron un poco desprevenidas, en general me creía la partidaria de esta clase de iniciativas, pero me quedé quieta y mantuve la mirada allí, en el contacto. El murmullo, bajo, me hizo subir a su rostro y sentir una mezcla extraña de preocupación, ternura y aprehensión. No dudaba de su honestidad ni de sus emociones, sólo que... escucharlo directamente era diferente. En cierta forma me hacía sentir peor.

    Me quedé observando su rostro, sus facciones, sin darme cuenta. Sus manos seguían en las mías, liberó un suspiro y lo vi inclinarse hacia mí, lo sentí acariciar mis labios, sin poder hacer nada al respecto. El pequeño contacto, eso sí, me relajó el semblante y exhalé por la nariz, y le di un apretón antes de que se retirara a buscar los almuerzos. Me sentía un poco patética. Quería corresponderle completa y genuinamente el cariño que me transmitía.

    Pero sabía que no podía hacerlo.

    No así.

    Carraspeé bajito la garganta y acepté el bento con un "gracias, cielo" quedo. Maze recuperó los ánimos de antes, se puso a bromear con cómo lo malcriaba y abrí mi almuerzo, permitiéndome una risa liviana. No quería hacer un gran asunto de nada de esto, fuese prudente o cobarde. Volví a reírme al ver lo alto que llegaba su mano, para lo que tuve que girar el torso, alzar el rostro y todo.

    —Yo creo que el peak fue secuestrarte y llevarte a un picnic frente al lago, pero no cuestionaré tus estándares —respondí, aún divertida, y mecí las piernas enganchadas de los tobillos dentro del agua—. Hope you like it, baby. Thought of keeping it simple, but with a tiiiny, little detail.

    Esperé a que abriera su bento, momento en que pillé un palito de pescado del mío y se lo mostré, muy sonriente.

    Fish fingers! —lo presenté, como si fuera el último Transformers bajo el árbol navideño.

    Había preparado ambos iguales. En los compartimentos había arroz, los deditos de pescado fritos, también unos rollos de omelette, mitades de tomates cherry y hojas de albahaca con cuadraditos de muzzarella. Bueno, eso de keep it simple era un poco mentira, al final me había emocionado en el supermercado pensando en prepararle el almuerzo y acabé gastando de más en los cherry y el queso, ¡pero estaba totalmente justificado! Había supuesto que haría calor y vendría bien una ensalada fresca.
     
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    Zireael

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    Sasha me apretó las mejillas y contuve una risa para no ir a moverme en lo que ella estaba con su tan importante tarea, pero absorbí cada caricia, cada mimo y traté de percibir la cercanía en ellos, incluso si pecaba de ilusión. El pequeño ritual de todas formas me hizo sentir tranquilo como solía ser el caso cuando estaba con ella y el comentario que hizo consiguió que soltara la risa que había contenido antes.

    De todas formas puede que en estos momentos también hubiese una suerte de amargura subyacente, como cuando una naranja está a nada de ponerse agria aunque todavía se deja comer. ¿Era necio de mi parte? Ya no estaba muy seguro, le había pedido que no me dejara afuera y a mi manera intentaba estar presente por si me necesitaba, pero quizás debiera hacerme a la idea, tan resignada como deprimente, de que habían cosas que no iba a decirme.

    Que no había algo que pudiera hacer fuera de las paredes de este edificio.

    Que incluso aquí le había fallado, pues no la dejaban en paz.

    La sentí mirarme en lo que me encargaba del excedente de protector solar, dije lo que tenía que decir y aunque realmente cuando lo solté no esperaba una respuesta, hubo algo en la ausencia de ella que me punzó sutilmente el pecho y bateé la sensación con rapidez, para que no alcanzara a proyectarse en ninguna dirección. Vete a saber si fue para protegerme a mí mismo o protegerla a ella, ya no estaba seguro, pero mantuve los ánimos y activé el modo cotorra.

    —Pues claro que fue el peak, pasa que no puedes secuestrarme y sacarme de la escuela todos los días, ¿sabes? Entre todos los delirios de malcrianza hay que tener un poco de realismo —atajé con algo de risa colada en la voz.

    En todo caso, pronto enfoqué la atención en el almuerzo cuando me dijo que esperaba que me gustara. Cuando abrí el bento ella tomó uno de los palitos de pescado y anunció los fish fingers con bombos y platillos, arrancándome una risa directo del pecho que cuando se disipó se convirtió en una sonrisa. Busqué los palillos, pero antes de siquiera probar algo miré el almuerzo en su totalidad y la sonrisa se me amplió al ver la ensalada.

    Didn't you say you keep it simple? —la molesté, genuinamente divertido—. Ain't no way. Is this basil? So fancy~

    Hombre, mucha broma y lo que quisieras, pero de verdad con esto de los almuerzos me malcriaba de lo lindo. En todo caso, ahora sí pesqué un dedo de pescado y sosteniéndolo lo acerqué a ella.

    —¿Te parece un brindis de fish fingers? —dije de lo más convencido con mi tontería—. Yo digno que nos lo merecemos, baby.


    no pude solo no darle sad, el drama silencioso fue más fuerte que yo *cries*
     
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    Gigi Blanche

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    Manteniendo el ánimo que él mismo le había impuesto a la conversación, lo escuché atentamente y exageré la ofensa al oírlo decir que no podía secuestrarlo todos los días fuera de la escuela. Disculpa, ¿se olvidaba con quién hablaba?

    —Soy una oficial, Maze, ¡soy la ley! Puedo secuestrarte las veces que me dé la gana, nos lo enseñan desde Abuso de Poder I en la Academia. —Me incliné hacia él y bajé la voz—. En realidad me he contenido para no despertar al monstruo de las galletas, ¿sabes? Pero es un secreto, no digas nada.

    Ya esto no tenía el menor sentido, pero tampoco había motivos para que lo tuviera. Al revelar el contenido de los almuerzos, la risa que soltó Maze me supo tan genuina que me forzó a detenerme allí un momento. Mantuve la mirada sobre él, mientras inspeccionaba su bento y la sonrisa se le ampliaba, y asentí respecto a la albahaca. Sobre lo demás no tenía mucha defensa, así que me limité a soltar una risa nasal y encogerme de hombros. Podría haber vuelto a bromear con algo del estilo de malcriarlo o hacer lo que fuera por él, pero ¿hasta dónde era verdad?

    —La señora de la tienda me dijo que estaba super fresco y recién cosechado —agregué porque sí, para no sentir que lo seguía dejando colgado en medio de mis tribulaciones.

    Parpadeé al ver el palito de pescado que dirigía a mí y su idea me hizo sonreír. Volví a asentir, y en vez de chocar mi fish finger con el suyo, lo que hice fue entrelazar nuestros brazos. Tuve que inclinar el torso, claro, y mordí la comida con cuidado de no tirarla al suelo, aunque no me salió tan smooth como pretendía.

    —Así brindan a veces en las pelis, aunque no estoy muy segura por qué —me justifiqué, tapándome la boca con los dedos ya que aún no tragaba del todo.

    Me acabé ese palito de otro mordisco y, mientras masticaba, boté el aire por la nariz. Le estaba dando muchas vueltas a las cosas últimamente y no me sentaba cómodo, me ponía nerviosa y me desconcentraba. El problema era que no estaba muy segura cómo resolverlo. Maze no había cambiado su actitud hacia mí ni un ápice desde que le conté lo de los móviles robados, y eso... en cierta forma eso me frustraba. No lo entendía. ¿Por qué? ¿Por qué se quedaba? ¿Por qué me seguía sonriendo así?

    Era extraño y me inquietaba, puede que incluso me diera miedo. ¿Y si le contaba lo demás y encontraba un límite? ¿Y si me relajaba y entonces sí se iba? ¿Qué haría entonces? Una parte de mí ansiaba empujarlo lejos, lejos de toda la mierda, con el tiempo suficiente para recomponerme rápido del golpe. Una parte de mí habría querido espantarlo con los móviles, pues así habría sido más sencillo. Era, posiblemente, la misma parte que en el fondo vivía muerta de miedo.

    Me llevé otro poco de comida a la boca y recosté la cabeza en su hombro, dejando ir parte de mi peso en su dirección. Mastiqué durante algunos segundos, junté tomate, queso y albahaca, y elevé los palillos hacia él, alzando el rostro para no ir a clavárselos en un ojo. Lo miré desde abajo y allí me quedé; era paradójico. No paraba de pensar cosas complicadas pero también me tranquilizaba estar a su lado.

    Sorry —murmuré—. I really love you too, maybe that's why.


    ah, this stucked assholes *ruido de mate*
     
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    Zireael

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    Bueno, ¿y esto? ¿Ahora en la Academia daban Abuso de Poder I? ¡Era policía y de repente policía corrupta! Toda la ofensa me puso a reírme y el cuadro empeoró cuando volvió a mencionar el monstruo de las galletas, aquella criatura tan terrible. Al final tuve que hacerle un movimiento con la mano, mezcla de disculpa y pedido de clemencia para que dejara de hablar tonterías. Tuve que tomarme unos segundos y todo para volver a lo que nos concernía.

    La molesté con el almuerzo que, según ella, había mantenido simple y su contestación fue que la señora le había dicho que estaba hasta recién cosechado. Muy bonito decírselo al campesino, claro, ¿qué no daba uno por cosas frescas? Total que le propuse el brindis (con comida, sí) y tuve que pescar al vuelo su intención, así que di el bocado con cuidado de que no se me fuese al piso o peor todavía a la piscina y tuve que contener la risa. No nos salió tan coordinado, pero nos salió que era lo importante.

    —Ahora que lo pienso yo tampoco idea de por qué se brinda así, es medio random —reflexioné al aire con cuidado de no hablarle con la boca llena—. Aunque hay que reconocer que estuvo gracioso, lo apruebo.

    Me quedé de lo más contento, comí algo de arroz y mecí las piernas dentro del agua, tratando de apartar cualquier idea o sensación que me desconcentrada de este momento. Lo intenté, pero puede que no lo lograra del todo y por eso luego en casa, donde casi siempre estaba solo, la mente me trepaba por las paredes sin mucho que pudiera hacer al respecto.

    Las opciones eran tan limitadas que parecían inexistentes.

    Sentí su peso en el hombro y sin siquiera conferirle pensamiento recosté la cabeza en la suya hasta que alzó los palillos con un bocado de ensalada preparado y enderecé el cuello para recibir la comida. Seguía pensando en las naranjas a medio camino de agriarse, pero noté que ella me miraba desde abajo y al sonreírle siguió siendo tan genuino como siempre.

    Me había puesto a prepararle un bocado, partí un dedo de pescado con los palillos y así lo pude sumar a un poquito de arroz sin que quedara inmenso. Estaba terminado de sujetarlo cuando su voz me alcanzó, pidió perdón y luego dijo lo demás, que me revolvió las emociones en direcciones un poco contrarias. Me había tranquilizado, pero también me preocupaba que lo hubiese dicho cuando ya me había hecho a la idea de, no sé, no escucharla decirlo. La sensación hizo que no respondiera de inmediato y le alcancé con cuidado los palillos con el bocado de comida.

    Suspiré, no pude contener la reacción, y también giré la cabeza para darle un beso entre el cabello. Fue liviano, replicó una caricia en cierta medida.

    —¿Por qué estás pidiendo perdón ahora? —murmuré al volver a recostar mi cabeza a la suya—. There's no need. Si es por mí, no tienes que pensar en pedirme perdón.
     
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    La sarta de estupideces que fui soltando le provocó un ataque de risa que tenía al pobre incapaz de formular palabra, aunque a mí me dejó una sensación agradable en el cuerpo. No había sido fácil aprender a cuidar de los niños durante estos últimos dos años, pero cuando lograba calmar sus llantos o malestares con tonterías similares se sentía muy parecido. Me alegraba estar para ellos, al menos en estas pequeñas cosas. El brindis de pescado fue bastante bien considerando la falta de ensayo y, minutos más tarde, me recosté en su hombro.

    Aquello que murmuré era más una deuda pendiente que una confesión de cualquier tipo, por lo que no esperaba ninguna respuesta concreta. El silencio no se sintió pesado ni delator, me quedé quieta y, al notar sus intenciones por el rabillo del ojo, erguí un poco el cuello para abrir la boca. Mientras masticaba noté el beso entre el cabello y por lo que duró un parpadeo me sentí una niña pequeña. Su suspiro podía significar muchas cosas y decidí no rumiar entre las posibilidades. ¿Qué sentido tendría, para empezar?

    Recibí su pregunta con calma, paseando la vista entre el escaso paisaje. Seguí balanceando las piernas dentro del agua, tocando apenas las suyas de tanto en tanto, mientras buscaba una respuesta. ¿Tenía idea lo que decía? Lo dudaba, pero ¿no era yo la primera en negarle esas verdades? ¿Cómo podría saber de lo que hablaba cuando yo no le decía nada?

    —Por el delay —murmuré finalmente.

    Era, en cierta forma, una respuesta honesta. Por no haberle respondido al instante que yo también lo quería, sin siquiera pensarlo, y por estirar y estirar la estabilidad que había entre nosotros, como si no fuera consciente de que el cable podía cortarse en cualquier momento y lastimarnos. Lastimarlo.

    ¿Ya lo estaba haciendo?

    Busqué el costado de su pie con el mío y exhalé lentamente, dándole un mordisco pequeño a un palito de pescado. Bajé la vista al bento y preparé otro bocado de ensalada, los tres ingredientes apilados uno encima del otro con toda la paciencia del mundo.

    —¿Puedo hacerte el avioncito? —pedí en voz baja, junto a una risa vaga.

    Era broma, pero si accedía tampoco me quejaría. En cualquier caso, después de darle la comida me quedé mirándolo y reajusté la posición para estirarme. Acuné su rostro del lado contrario con la mano, lo hice con suavidad y le dejé un beso en la mejilla. Fue lento, prolongué el contacto un par de segundos y, separándome apenas, deslicé la punta de los dedos a la línea de su mandíbula, desde donde lo insté a voltear en mi dirección. ¿Estaba bien? ¿Tenía derecho? Quién sabe. Sólo contaba con la certeza del capricho y la debilidad.

    Bajé la vista a sus labios, deslicé la mano hasta hundirla en su cabello y lo besé. Fue sencillo, cálido, y lo sentí en cada centímetro del cuerpo. Del corazón también.

    im not entirely sure de poder volver a postear, así que por las duuuudas ponele que intenté cerrarlo

    +pero belu si ni siquiera terminaste el beso
    -shhh
     
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    Zireael

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    Ambos estábamos atascados en nuestras propias cuestiones, llevábamos así ya un tiempo y por un segundo contemplé la posibilidad real de que quizás no tenía solución, que estos seríamos nosotros de ahora en más, los de las naranjas que no estaba ni dulces ni amargas. No supe si tendría que haber aprovechado los momentos previos a todo esto o si habría manera haberlo evitado, pero ya no tenía caso.

    Esto era a lo que todo se había reducido.

    Distraje la mirada en el movimiento de sus piernas, en los toques que me daba de vez en cuando y al ver que tenía que pensar la respuesta llegué a cuestionarme si me daría sólo una suerte de versión family friendly, la cual no juzgaba por su sinceridad, si no por su contenido final. Había una parte de mí que quería agarrar a esta chica, sentarla y decirle que dejara de ocultarme cosas como si fuera un niño que va a entrar el breakdown al enterarse que la mortalidad existe o yo qué sabía, otra, un poco más coherente, quería entender que seguro no era solo por mí. Que sus reservas eran parte de quien era y también una muestra de miedo, que de hecho estaba justificada en todas las direcciones, pudiera yo imaginarlas o no.

    Al final me dijo que estaba disculpándose por el delay, seguí con la cabeza apoyada en la suya y parpadeé lentamente, los reflejos del sol en la piscina me encandilaron un momento. ¿Estaba estirando demasiado la cuerda? ¿Siquiera aguantaría? No lo sabía, no tenía certeza de nada y seguía empeñado en no soltar a Sasha. Había soltado muchas cosas antes, pero no me atrevía a soltar a a ella.

    Porque esta vez sería consciente del dolor.

    There's no need, love —repetí, paciente.

    Sentí el contacto en el costado del pie, luego la vi preparar otro bocado y a pesar del embrollo mental, lo que preguntó me hizo sonreír. Erguí la cabeza, tuve que aguantarme un risa y luego de murmurar un "I'm waiting" abrí la boca, en espera del dichoso avioncito por las puras risas nada más. Como fuese, recibí la comida y mastiqué con calma.

    Me acababa de bajar el bocado cuando sentí el tacto de su mano, de inmediato dejó los palillos en el bento y aflojé todo el cuerpo. Me acunó la mejilla con suavidad, dejó un beso en la contraria y cerré los ojos, solo los entreabrí cuando sentí sus dedos en la línea de la mandíbula y seguí dejándome hacer. Volteé el rostro, la mirada también se me deslizó a sus labios y cuando me besó una sensación cálida se me proyectó al pecho.

    Colé una mano, la encajé con cuidado a un costado de su cuello y afirmé allí el agarre, sin más. Me separé un instante, cosa de nada, besé su mejilla con delicadeza, luego la comisura de sus labios y regresé a su boca. Puede que no hiciera falta pensar todo tanto si a la larga la única verdad era que me contentaba con bien poco y no sabía si eso era bueno o malo.


    Sasha lo besa and I'm crying, screaming, dying

    ponele que es un cierre x2 por si las moscas como siempre, aprovecho el spoiler para agradecerte el almuercito de estos bebés y su eterno drama silencioso <3
     
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