Exterior Piscina

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Lo de los detectives se nos acabaría en los siguientes diez minutos, como mucho, eso tal vez todos los tuviéramos claro. No era importante en realidad, estábamos aquí riéndonos y picándonos por nuestros dizque ligues, puede que fuese lo más parecido a amigos que tuviera en mucho tiempo. Tenía claro que Sasha ya estaba en esa categoría, quería decir, pero ahora se sumaba Kenneth y no estaba mal.

    El chico pretendió un brindis con la botella de agua, lo imité, al menos hasta que de repente no era solo yo lamentándome por mi dizque ligue de hace un mes, sino todos. Es que de verdad, ¡así sonaba incluso más triste!

    —Me alegra saber que confías en mis capacidades, cariño, ¿pero cómo negaría yo la ayuda una señorita tan hermosa y de un muchacho tan guapo? Debe ser sacrilegio en alguna cultura, te lo juro —apañé de lo más convencido de mi argumento y volví a inclinarme hacia Sasha.

    Ella había fingido demencia, pero estiré el cuerpo lo que hizo falta para estamparle un beso en la mejilla y luego retrocedí con una sonrisa en el rostro, pues porque se nos iba agotando el receso. Ah, qué tragedia, luego de esto las clases de la tarde se me iban a hacer infinitas.


    ponele que esto es un cierre x3

    los amo mucho like wtf, muchas gracias por decirme de rolearlos u///u estuvo bien bonito
     
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    Gigi Blanche

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    La descripción de mi hoja de personaje sólo se seguía alargando y sonreí, divertida, soltando el aire por la nariz. Su comentario cargó un tinte de forbidden love que sonaba hasta interesante de repente, deslicé la mirada a sus ojos y ladeé apenas la cabeza.

    —¿Te estoy poniendo la tarea difícil? —lo piqué en voz baja.

    Luego me puse en pie, él aceptó mi mano y lo ayudé a levantarse, acordando a su vez con mi tontería. Sonreí, satisfecha, y al pasar frente a él le lancé un vistazo de soslayo.

    Buscar por decir algo, claro~

    Caminamos con calma hasta la piscina, lo guié hasta encontrarnos frente al espejo de agua y me detuve a la mitad del espacio. Recogí mis manos tras la espalda y observé alrededor, con una pequeña sonrisa plantada en los labios. Siempre la mantenían perfectamente limpia, aunque no tenía idea quién se encargaba del trabajo. ¿Sirenas, tal vez? O el chiquitín de la pecera de Buscando a Nemo, donde el dentista.

    Here we are! —proclamé, recuperando la teatralidad, y utilicé una mano de visera para escanear la piscina—. Hmm... No veo sirenas, qué lástima.

    Me erguí, mi sonrisa se amplió y lo busqué con la mirada.

    —¿Deberíamos convertirnos en una~?
     
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    Insane

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    Emprendimos la marcha a las tierras desconocidas, aunque a medida que nos acercamos comencé a distinguir la reja que encerraba dicho lugar, el aroma a cloro también llegó ligeramente y la brisa se sintió distinta al patio norte. Mis orbes se pasearon por el espejo del agua cristalina con cierto interés; era bastante grande, y tenía hasta los lugares de nadadores para iniciar una competencia.

    Abby hizo de exploradora inspeccionando el lugar y di un paso atrás al ella ser la capitana en todo esto, yo cuidaría sus espaldas como buen marinero~ Pareció que no había sirenas lo cual fue una lástima, giró su rostro para dar con mis ojos y lo que dijo después me desprendió una risa.

    —¿Ah sí?~ —murmuré en pregunta y se me vino a la mente la película jack sparrow, esa de piratas del caribe—. Dicen que las sirenas cantan y llevan a los integrantes de las embarcaciones bajo el agua luego de seducirlos con su voz.

    Repasé sus facciones con la vista y mi sonrisa se estiró mostrando algo de dentadura en el proceso.

    —Pero si eres una mitad hada, y también la capitana de este barco no podrás hacer ese rol —murmuré impostando derrota, enterrando las manos en los bolsillos del pantalón—, ¿o qué piensas tú~?
     
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    Gigi Blanche

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    Había algo bastante satisfactorio en la pequeña garantía de que, por muchas estupideces que dijéramos, seguíamos manteniéndonos en la misma sintonía... subyacente, si se quiere. Su voz me alcanzó, habló de las habilidades de las sirenas, sus trampas también, y me sonreí justo antes de deslizar la mirada a sus ojos. La broma inherente era bastante obvia y, al final, puso en tela de juicio mis posibilidades de ser (o hacer) todo aquello que acababa de enlistar.

    —Dije que soy mitad hada, pero no qué más —repliqué, manteniendo la ambigüedad del asunto, y de reojo noté que los estudiantes del patio ya estaban regresando al interior del edificio.

    No iba a tener tiempo de llevar a cabo mi plan, vaya. Con las manos aún entrelazadas a la espalda, me giré hasta enfrentar a Ervin y me acerqué a él, deteniéndome dentro de su espacio personal. Ya que tenía la fiesta arruinada, bien podía aprovechar el tiempo restante para poner a prueba a mi recluta.

    —¿Estás cuestionando las habilidades de tu capitana, acaso? —lo reprendí en voz baja, y aguardé por su respuesta sin poner un centímetro de distancia, prendada a sus ojos.
     
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    Insane

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    Replicó y aguardé con calma si haría algo de lo que me había cruzado la cabeza, sin embargo tenía presente que ya estaba transcurriendo un buen rato desde que sonó el timbre, por lo que supuse que en cualquier momento sonaría la campana y nuestro cuento quedaría en pausa; por lo que seguí el movimiento de su giro, permanecí en mi lugar y parpadeé con cierta complicidad a su cercanía.

    —¿Yo? Jamás —llevé la derecha a mi frente, y con el dedo índice y corazón hice el saludo de respeto con algo más de suavidad, reduciendo la efusividad de antes para relajar el brazo de regreso a mi costado—. Mi capina siempre tiene la última palabra, por algo lidera todo aquí.

    Reducí un centímetro más de cercanía sin perder sus ojos y luego alcé las cejas en una expresión impostada de ligera sorpresa, retrocediendo de nuevo el pobre paso que había avanzado conteniendo una sonrisa traviesa que amenazó con escapar.

    —Una disculpa, me perdí en tus ojos unos segundos y bueno, se me hizo confuso por un momento la jerarquía, no volverá a suceder~
     
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  6.  
    Gigi Blanche

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    Su energía se redujo, adecuándose a la situación, y seguí con ligereza el movimiento de su mano. Una vez relajó el brazo, deslicé la mirada de vuelta a sus ojos y me permití sonreír con cierta sedosidad, volviendo más evidentes que antes parte de mis intenciones. Iba a responder, pero él se inclinó y le sostuve la atención hasta que se montó el pequeño teatro de turno, soltando una tontería sobre haberse perdido en mis ojos. Me pilló un poco desprevenida y me ensanchó la sonrisa con cierta gracia.

    Well, well.

    What a charmer.

    Good boy —concedí en un murmullo una vez prometió que no volvería a ocurrir, aunque quién sabe por qué lo estaba felicitando exactamente—. Los marineros que se portan bien reciben recompensas, so keep up the good work~

    Sobre el final de la frase había comenzado a moverme y lo rebasé, caminando hacia la salida de la piscina. Di un par de pasos y me detuve, girando el rostro hacia él. Encontré sus ojos y le sonreí, recuperando la jovialidad como si nada.

    —Te acompañaré hasta nuestra clase, no vaya a ser que te me pierdas en el camino. ¡Mi reputación de guía se iría por el caño!

    acá cierro con Abby as well <3
     
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    Zireael

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    Ayer había subido a clase con Adara, las dos con el estómago vacío, y supe que no pude concentrarme como habría querido. Me distraje haciendo garabatos en los bordes del cuaderno, mirando por la ventana y recordando de vez en cuando que debía tomar apuntes, pero empecé a sentir la sobrecarga. Sentía el cerebro atestado, como si hubiese metido un montón de cosas en una maleta y ahora estuviera por reventar.

    A la salida me había ido con Laila en el metro, conversamos de varias cosas, no mencioné lo de Adara o el silencio de Altan, pero pensé en el suyo antes de que empezara a recuperarse y algo me punzó el fondo de la cabeza aunque no lo dejé ver. Le hablé de que había ido al observatorio, de Kakeru y el amigo de Cay, le hablé de nuestro proyecto y ella recordó el suyo. Hablé y hablé, pero no dije nada en lo absoluto.

    ¿Entonces por qué la sobrecarga no desaparecía?

    En casa tío Vic me dijo que podía hacer espacio mañana jueves, el viernes o el fin de semana, si traía a los chicos a casa, para la entrevista así que le prometí que tomaríamos una decisión hoy. Le ayudé a Nani a limpiar, jugué con Anne un juego que se había descargado en el teléfono de su madre y le leí a ella y su hermano antes de dormir un par de cuentos del libro de donde se desprendía del que le había hablado a Kakeru.

    Por la mañana Laila me dijo que llegaría un poco más tarde a la escuela porque tenía la cita de turno con la psicóloga, así que cuando llegué a la escuela me cambié los zapatos en los casilleros y di vueltas sobre mis ideas, ninguna tuvo forma o voz real. Al final decidí tomar un respiro antes de subir a la clase, así que terminé yendo a la piscina y allí caminé hasta el borde, dejé el maletín en el cemento y me senté.

    Me acomodé con las rodillas flexionadas, abracé mis piernas y me dediqué a mirar los reflejos que la luz de la mañana le arrancaba a la superficie del agua mientras escuchaba el sonido del filtro de fondo en la cabeza. Había sentido el teléfono vibrar en el bolsillo, cuando lo saqué vi que eran unos mensajes de Cay, pero no le contesté asumiendo que lo vería en el salón, así que dejé el teléfono a un lado.

    Tomé aire, me alcanzó el olor a cloro del agua y cerré los ojos. Sabía que no podía quedarme demasiado rato bajo el sol, pero era temprano todavía, la luz no tenía toda su fuerza y supuse que estaba bien, al menos creí que mi cuerpo agradeció la pausa. Mi mente no tanto, porque al verme sola y tener libertad para pensar fui capaz de preguntarme si Altan, contrario a Adara, no me conocía lo suficiente como para saber que me molestaba lo que hacía. Era mi mejor amigo.

    ¿No me conocía bastante como para darse cuenta?

    Incluso Adara parecía más consciente.

    Encima le había prometido a ella tener esa conversación algún día, la de si me había lastimado o lo que fuese, y no me creía capaz de hacerlo. No me creía capaz de abrir la boca cuando cada uno luchaba con sus propias cosas, cuando ella había tenido que lidiar con vete a saber qué en su viaje, cuando Altan había cortado con Anna y se había angustiado por ella al verla faltar a clases o Laila debía meterse medicamentos y seguir yendo al psicólogo para poder venir a clase. Mi molestia o dolor parecían infantiles en comparación, porque debía respetar los límites de los demás.

    Aunque al hacerlo irrespetaba los míos.

    relleno bien salvaje, ahí la dejo *c desvanece*
     
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    Gigi Blanche

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    Qué desastre, ayer se me había ido por completo el receso rusheando una tarea que había olvidado hacer para las clases de la tarde. Fue horrible, una pesadilla, ni siquiera pude salir a comprar un zumito y casi me atoré con la comida. Pero al final todo salió bien y eso era lo que importaba, ¿no? Luego, mientras regresaba a casa en el tren, recordé de repente que Al me había escrito en medio de mi maratón académica. Di un respingo que despertó a la pobre criatura dormitando a mi lado, le pedí disculpas en silencio y abrí su chat, aunque... vaya, no se me ocurrió nada que responder. Tampoco quise sacarle más conversación por si quedaba de pesada, así que le envié un sticker estándar de un gatito con corazones y ya.

    Al otro día, mientras cruzaba el patio frontal noté a Jez precisamente por haberse desviado del flujo de estudiantes, se dirigió hacia la piscina y me llamó la atención. Fruncí el ceño y seguí su recorrido con la cabeza ladeada un par de segundos, hasta que me decidí y seguí sus pasos. Bueno, dicho así sonaba un poco raro, pero sólo me había dado curiosidad. Al final me metí en el papel y me puse en modo ninja, aunque no hizo falta; ella no volteó en ningún momento.

    La husmeé desde la entrada, vi que se agachó frente a la piscina y se quedó allí, mirando el agua. Volví a fruncir el ceño, esta vez con un poco de preocupación, y al resguardo de la columna y con muuucho cuidado abrí mi mochila. Tenía una misión que cumplir y si me oía se arruinaría todo, ¡todo!

    Al final logré mi cometido, Dios sabrá cómo. Me acerqué a ella, apoyé una mano en mi rodilla y me agaché sólo un poco, mirándola desde arriba. La mano libre se mantuvo en mi espalda y, una vez hube recibido sus ojos, le sonreí; el gesto me cerró los ojos un instante.

    —Dame tu mano, Jez —le pedí.
     
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    Zireael

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    No se me ocurrió que alguien me hubiese visto, si debía ser sincera, así que me desentendí bastante del asunto incluso ya cuando estuve en la piscina y podría haberse acercado cualquier persona. El sonido del filtro me dio algo de sueño casi de inmediato, pero dudaba quedarme dormida sentada en esa posición por lo que no le di demasiada importancia, solo seguí allí haciendo fotosíntesis o esperando quemarme por combustión espontánea, solo Dios sabría.

    No escuché nada, el filtro de la piscina ahogaba bastante ciertos ruidos ambientales, y también había ocupado neuronas en forzarme a dejar de pensar cosas tan feas de manera que no estaba usando muchos recursos atencionales. Escuché los pasos básicamente cuando los tuve encima, cuando se iban deteniendo, y giré el rostro, lo alcé y di con Anna. Tenía una mano apoyada en la rodilla, se había agachado un poco y cuando encontré sus ojos volví a pensar en su ausencia, en las pintas de Al y el papel de Cayden, en el que me había pasado el chisme quería decir. Solo ahora que la veía aparecer frente a mí fui consciente del alivio que me significaba saber que estaba bien.

    —Anna, cielo —dije sin darme cuenta que había reseteado todos mis sistemas de golpe, le dediqué una sonrisa y sin conferirle una cuota de pensamiento a su pedido estiré la mano en su dirección—. ¿Cómo estás?

    Me habría podido ir en limpio, pero el cerebro me lanzó la idea de que esta chica podría pensar que había aparecido en su vida y me había largado de repente, que la había descuidado sin motivo real. Sacudí el pensamiento como pude, así como sacudía las dudas de mi supuesto altruismo, y busqué quedarme solo con el alivio. Con la certeza de que estaba aquí, entera, y eso nos aliviaba a todos los que la conocíamos y le guardábamos cariño.
     
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    Me pareció encontrar sorpresa en sus ojos y de un momento al otro me pregunté si quizá la había interrumpido. En cualquier caso fue sólo eso, un instante, ya que no creía que Jez fuera a enfadarse conmigo. Su mano se extendió y yo terminé de acuclillarme a su lado. Clavé el codo en mi pierna y la mano que se había posado en mi rodilla ahora se ahuecó para sostener mi rostro.

    —Estoy bien —respondí con simpleza.

    Algo en su duda me dio la sensación de que se refería a mi estado general y me pregunté si habría olvidado que nos habíamos visto el jueves, pero tampoco quise echárselo en cara. Además, la misión seguía en pie. Mientras le contestaba, traje la mano que tenía en mi espalda y la suspendí sobre su palma, abriéndola para dejar caer allí los cuatro caramelos que contenía. Eran de estos butter toffee rellenos de chocolate.

    —Encontramos una bolsa en casa del año del cuete, así que están un poco duros. —Me reí ligeramente y, con ambas manos, la insté a cerrar la suya, envolviéndola con movimientos suaves—. Cuando quieras comer uno te conviene darle un poco de calor, así, para que se ablande y esté más rico.

    No me apeteció romper el contacto, mantuve mis manos donde estaban y busqué sus ojos, sonriéndole.

    —¿Tú cómo estás, Jez? Hace siglos que no hablábamos.
     
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  11.  
    Zireael

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    Se me patinó completamente el hecho de que la había visto el día que regresó, ni siquiera me di cuenta en realidad, y de haberlo hecho lo habría atribuido al mismo borrón que me había interrumpido otros recuerdos en la vida. Suponía que la cabeza atestada tomaba momentos que le parecía que no merecían ese espacio, los lanzaba por la borda y rellenaba con tonterías el lugar que habían ocupado.

    En su defecto la pregunta era genuina y el alivio también, quería decir, si ignoraba el pensamiento extraño de fondo. En ese momento ni le había podido preguntar nada, la saludé a la pasada ya que iba con Fiorella luego de haberle preguntando por qué me hablaba ella en vez de Adara, Anna estaba con Emily y había saludado a Cay. Puede, de hecho, que por eso la memoria estuviera borroneada, venía de un lugar asociado a la incomodidad que ahora parecía detonante aunque en sí las personas que había visto luego nada tenían que ver con el embrollo.

    El caso fue que luego de haberle dado la mano como me pidió, trajo la que ella tenía en la espalda y me dejó caer allí unos dulces. Despegué la mirada de ella, observé los caramelos y cerré la mano cuando me instó a hacerlo, sin más. Puede que visto de fuera pareciera una cosa de lo más pequeña y normal, pero a mí el gesto me trasmitió calidez, incluso me arrancó una risa cuando dijo que eran del año del cuete.

    —Puedo ponerlos al sol también —bromeé en voz baja—. Gracias. Ahora tengo postre para el almuerzo.

    Ella no había interrumpido el contacto, así que yo cambié un poco la cosa, moví la mano para poder dejar los dulces encima del teléfono que tenía a mi lado y así me liberé para poder tomar sus manos, dándoles un apretón suave. Quizás fuese egoísta de mi parte, pero esta niña nada tenía que ver con los silencios del resto de gente y algo en eso me alivió, así que su aparición más que angustiarme me hizo sentir mejor.

    —Estoy bien, cariño, aunque tienes razón en que hace mucho no hablamos. ¡Mucho mucho! —respondí porque si no podía soltarle a Adara mi embrollo mental, menos se lo podría soltar a ella, ¿además para qué ponerlo sobre la mesa a las ocho de la mañana? Con lo bonitos que estaban los días—. ¿Te quieres sentar un ratito aquí conmigo? Por los días perdidos.
     
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  12.  
    Gigi Blanche

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    Su método alternativo de poner los caramelos al sol me hizo levantar el rostro hacia el cielo, arrugar el semblante frente a la bomba de luz y definir en la módica suma de dos segundos que no iba a funcionar muy bien. No bajo mis parámetros, claro.

    —No tengo la paciencia para esperar que se ablanden con el sol —resolví, riéndome, y me encogí de hombros al volver a mirarla—. Pero si tú sí, be my guest.

    En cualquier caso, cuando dijo que ahora tenía postre mi sonrisa se ensanchó, alegre, y asentí con convicción. No era una porción de tiramisú ni un pastel con crema pero seguía siendo algo dulce, ¿no? Si uno se mantenía humilde esas cosas bastaban para cerrar una comida con broche de oro. Ella dejó los caramelos para corresponderme el gesto, me dio un apretón suave e intenté rastrear en mi memoria la última vez que había hablado con Jez. Fue extraño. En esa época me sentía sumamente insegura e inflamable, y tenía unos mood swings insoportables. Estaba furiosa, lo estaba de verdad y ni siquiera había una razón u objetivo concreto. No que ahora fuera la epítome de la sabiduría ni nada, sólo me creía más estable en general.

    La verdad era que no recordaba nuestra última charla con cariño, pero nunca le había dicho nada y ahora no tenía el menor sentido mencionarlo. Además, no era nada que hubiese sido su culpa, sólo fue la información que me soltó sin querer y ahora... ahora estaba bien. Mantuve mi sonrisa, me invitó a sentarme con ella y, sin decir nada, accedí. Solté sus manos para acomodarme a su lado, de cara a la piscina, y crucé las piernas entre sí. Observé las ondas en el agua un par de segundos.

    —Necesitaríamos bastante más que estos diez minutos para ponernos al día —destaqué, riéndome con calma, y me quedé jugueteando con un caramelo—. A ver... ¿Qué hiciste en la Golden Week? ¿Fuiste al campamento? ¿Te enteraste de la presentación que organizamos en el patio? ¿Qué tal van con su proyecto? ¿Estás comiendo bien?

    Había una pregunta más, la que realmente me interesaba hacerle, pero era un tema un poco pesado y no sentí que aún fuera apropiada.
     
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    Zireael

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    Cuando le dije que podía dejar los caramelos al sol ella levantó la cabeza, miró la esfera y recordé de repente el asunto de la insolación de Kakeru, solo ahora, con un retraso bastante importante, fui capaz de preguntarme hasta dónde era cierto. ¿No estaba yo aquí secándome las ideas como si fueran pasas? Era el sol de la mañana, vaya, pero la lógica de la nada se pareció demasiado.

    Igual el comentario de que ella no tenía la paciencia para eso, pero yo sí me arrancó una risilla y me encogí de hombros, declarándome culpable. Si estaba en estos embrollos era justo porque tal vez no debía ser tan paciente y permisiva, pero mejor le llamábamos a eso gajes del oficio para no verlo todo tan trágico. Tampoco creía que esto fuese el fin del mundo, solo era incómodo, como tener alergia.

    —Pero me pasaste el secreto para suavizarlos si tengo un antojo repentino para el que se me acabe la paciencia —argumenté con algo de diversión en el tono.

    Le solté lo del postre también y pareció que mi conclusión la alegró, porque quizás ese fuese nuestro punto de conexión, lo que encontrábamos en estos gestos. Aceptó mi invitación a sentarse, así que soltó mis manos y se acomodó junto a mí cruzando las piernas entre sí. Había mantenido la sonrisa en el rostro, de hecho se ensanchó un poco una vez estuvo a mi lado e incluso en medio de mis dudas, unas que no eran raras en realidad, pensé que me alegraba mucho que Anna fuese más ella misma que cuando llegó a la escuela.

    —¿Acaso estás poniendo en duda mi capacidad para ponerte al día en la maravillosa cantidad de tres minutos? —pregunté con calma, obviamente atendí a sus preguntas y traté de mapear mi propia vida en base a los eventos por los que preguntaba.

    No fui capaz de recordar qué había hecho en la Golden Week si debía ser sincera. El campamento lo tenía más fresco, también el evento de baile y el proyecto, que medio lo estábamos tratando de hacer en tiempo récord. La pregunta de que si estaba comiendo bien me estiró la sonrisa.

    —No recuerdo mucho de la Golden Week, suelo hacer lo mismo todos los años y acompañar a mi familia a lo que quieran hacer —confesé sin demasiado problema y crucé las piernas como ella—. Fui al campamento y la pasé bastante bien, la comida estuvo muy rica, hablé un poco más con mis compañeros de curso y esas cosas. Ah, ¡y sí vi la presentación! Bueno, un poquito de lejos y con cierta dificultad porque ya había mucha gente, pero estuvo genial, nunca había visto algo parecido.

    Entre toda la tontería había acabado parloteando un montón, así que me tomé una pausa antes de retomar.

    —Nuestro proyecto, ¿pues supongo que avanza? Uno de mis compañeros tuvo una idea inicial que me llamó la atención, pero uno de los chicos prefirió otra cosa, el otro nunca eligió bando y al final vamos a entrevistar a mi tío, que me confirmó ayer. Es medio complicado esto de los trabajos en grupo, ¿no crees? —Suspiré con cierto pesar que fue más bien impostado, quizás la parte más pesada fuese llevar la parte social—. Y sí estoy comiendo bien, como se debe. Ahora tú, cielo, ¡resumen express! ¿Algo bonito que hayas hecho en estos días tal vez? Mira que tienes un margen de tiempo bastante amplio.
     
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    —Siempre es un placer llevar a la gente por el mal camino —bromeé, impostándome un tono de puro orgullo como si en algo eso se relacionara a ablandar un caramelo con la mano, y luego criticó mi propia crítica—. Pues sí, ¡pero mira! Si te las arreglas para hacerlo te doy otro caramelo, ¿qué dices?

    Acabé guiñándole un ojo y alcé la muñeca frente a mí, fingiendo que allí había un reloj y lo ponía a correr. No había hecho nada atípico en vacaciones, del campamento recordaba la comida. Le estaba prestando atención, obviamente, pero cuando dijo que sí había visto la presentación volví a sonreír de oreja a oreja, bastante emocionada. No abrí la boca, sin embargo, no quise interrumpirla, sólo me removí apenas y le agradecí con mis gestos.

    La descripción de su proyecto, por otro lado, me dejó un poco confundida. Eso de "un compañero", "uno de los chicos", "el otro" sonaba algo enrevesado siendo que no podía ponerle cara a ninguno. La escuché con el ceño arrugado hasta que concluyó en que entrevistarían a su tío y decidí quedarme con eso, que sí lo había entendido.

    —¿Y qué hace tu tío? —le pregunté con cierta curiosidad.

    También se lamentó de los trabajos en equipo y me hice la loca, que siendo honestos ni siquiera había localizado a mis compañeros aún. Me daba mucha pereza, ni modo, y quizá debiera, pero no me preocupaba lo suficiente. Cuando acabó su resumen y me pidió el mío di un leve respingo, recordando de golpe la tontería del reloj imaginario. Fingí que lo detenía y que escrutaba el tiempo que se había tardado bien, bien de cerca. La miré, entonces, muy seria.

    —Nada mal, nada mal, ¡pero no crea que ha terminado, señorita!

    ¿Qué cosa, exactamente? ¿Aquella evaluación improvisada? En cualquier caso ahora me tocaba a mí, así que hice un repaso mental del último tiempo y filtré los recuerdos desagradables. Permanecí en sus ojos al empezar a hablar, atenta a sus posibles reacciones.

    —Bueno, el evento de baile creo que fue como lo más grande que me pasó. Lo organicé con un chico de la 2-1, Markus, y fue muy divertido planear todo, ensayar, hablar con el club de música y demás. Ahí tengo un amigo, así que fue bastante fácil. Ah, sí lo conoces, me refiero a Ishi. —Corroboré su expresión y, si hacía falta, se lo señalé como el muchacho de cabello celeste de la 3-3—. El sábado fui con unos amigos a un parque de Shinjuku, también, éramos Ishi, Emi y otro amigo nuestro. Luego a la noche hicimos pijamada con Em y Ka-chan. Digo, Kashya.

    Me estaba tomando la libertad de nombrar a todas esas personas pues sabía que Jez los conocía. Hice un poco más de memoria por si acaso.

    —Hmm... Y en la Golden Week fui a un festival con un amigo de segundo, y allá me encontré con Emi, Ishi y el primo de Ishi, que también es amigo mío. Y también estaba el hermano de Emi y el hermano de otro amigo, ¡el del parque! —Me reí—. Perdona, son muchas personas. Luego... En el campamento tuve algunos contratiempos, pero la prueba de valor estuvo entretenida y al final la pasé lindo. —Fruncí un poco el ceño—. Aunque se pasaron un poco. En la prueba de valor, quiero decir.

    No había pensado mucho lo que fui diciendo y sobre el final no me apeteció ahondar donde yo misma me había metido, entonces agregué:

    —Ah, y ante ayer almorcé con Al. —Mi semblante se suavizó sin ser consciente, la verdad, y la miré a los ojos—. Estuvo muy lindo.
     
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    Zireael

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    nada que ver, pero me empezó a sonar mientras escribía y al final se quedó just for the vibes a
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    No creí que se tomara a pecho lo de actualizarla en tres minutos, pero se subió a la tontería ofreciéndome otro caramelo si lo lograba y la miré con cariño. La personalidad que Anna había dejado salir apenas fue conociendo mejor al resto, al acercarse a Emily y en cierta medida al colarse en las defensas de Al, brillaba de forma bastante evidente. Estaba llena de luz y era hermoso de ver.

    Accedí a la tontería con un asentimiento de cabeza, nada muy loco, y entonces me metí seriamente en la actualización. Noté la forma en que sonrió cuando le dije que había visto la presentación, no había que usar muchas neuronas para saber que era importante para ella, que era algo que le gustaba hacer y por eso que la hubiéramos visto, yo y los demás, tenía un peso. A su manera era lindo haber sido capaz de ver esa parte de ella, sabía que Al debía sentir lo mismo.

    —¿Mi tío? Trabaja en la empresa del papá de Al, hasta ahora te lo cuento. Está en la sección de mantenimiento y actualización de las bases de datos, esas cosas de tecnología que no acabo de entender —respondí junto a una risa algo apenada—. Teníamos de opción inicial al sensei de uno de los muchachos, Hattori, que era... No me acuerdo de las artes marciales que eran, Cay sí se lo aprendió. Como sea, fue Sugawara, este chico tan serio de la 3-3, el que prefirió a mi tío y lo dejamos así, porque Cay no tomó una decisión. ¡Eso no cuenta en mis tres minutos, fue información al pie de página!

    La alerta del final me salió con algo de prisa, pero volví al cauce con relativa rapidez y cuando ella revisó el reloj imaginario le puse bastante atención, esperando el veredicto. Lo que respondió finalmente me hizo sonreír, aunque la miré con algo de sorpresa cuando sentenció que todavía no había terminado. ¿Cuándo había empezado esta evaluación? En fin, eso me pasaba por decir que podía resumir en tres minutos, tocaba usar la capacidad de síntesis.

    En su defecto, apenas fue su turno le dediqué toda mi atención. Sonreí al oír lo del evento, que fue divertido de planear por los ensayos y toda la preparación, de nuevo, era importante para ella y eso lo volvía importante para mí, me gustaba escuchar. Me dijo lo de su amigo del club de música, ahora sí tenía al chico bien ubicado así que asentí con la cabeza.

    —El amigo de Kakeru y Cay —apañé sin más, al recordar el observatorio, ignorante de todo el asunto de Kakeru y ella para variar—. Suena muy divertido lo de planear el evento con los demás, sobre todo viendo que salió tan bien. Lo disfrutaron ustedes y los que estábamos viendo, así que me alegra mucho que te lo pasaras bien, cielo. También en la salida con tus amigos del sábado.

    Con el cuento de la Golden Week me hice un poco bolas, no con los nombres de los que ya conocía, fueron los hermanos y el primo los que me chasparrearon algunas neuronas porque sí era bastante gente, pero logré ponerlas en orden luego de acomodar algunos elementos, así que asentí con la cabeza para que supiera que seguía poniéndole atención. Su apunte del campamento me hizo desinflarme los pulmones, recordé mi meltdown de turno. Bueno, técnicamente fueron dos, el del final y el otro cuando el niño se esfumó.

    —Concuerdo. Con lo de que se pasaron un poco en la prueba de valor quiero decir —secundé aunque tampoco entré en detalles.

    Creí que ahí terminaría su actualización, pero dijo que ante ayer había almorzado con Altan y la miré sorprendida primero, tranquila después. Entre todo lo que no sabía, hubo algo en la sola frase y la manera en que su semblante se suavizó que me hizo sentir más tranquila, porque cuando fui a buscar a Erik no sabía cómo estaban las cosas. Habían bailado, sí, pero luego de eso no tenía información, ahora al menos sabía que habían pasado un receso juntos y todo había salido bien.

    Que no se habían perdido para siempre.

    —Seguro que lo puso muy contento poder pasar el receso contigo —dije con una sinceridad absoluta, la sonrisa me entrecerró los ojos un momento.

    Quizás fue la suavidad en su rostro, la certeza de que lo había pasado bien o quién sabe qué, pero sentí que... Sentí que si había una persona a la que debía confesarle lo que había hecho, más allá del mismo Altan en algún momento desconocido del futuro, era Anna. Ella se preocupaba por él, lo quería independientemente de lo mucho que habría tenido que luchar contra su manera extraña de moverse por el mundo.

    Regresé los ojos a la piscina, a sus reflejos y tomé aire. Si Al había aprendido algo, por poco que fuese, debía haberle dicho él mismo de sus ausencias o ella se habría dado cuenta sola. Deseaba que fuese lo primero.

    —Fui yo. Le pedí a su padre que no lo enviara a la escuela —confesé tan bajo que me cuestioné si se habría escuchado algo—, fue medio repentino así que perdona si te preocupó en algún momento. No pude dejarlo así.
     
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    Gigi Blanche

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    Al preguntarle sobre su tío también aclaró la historia tras la elección del hombre, como si me hubiese leído la mente o algo. Mencionó a un Hattori, que ni puta idea quién era, y también aparecieron Cayden y Sugawara, el amigo de Ko. Bueno, amigo por decir algo. De hecho, ahora que lo pensaba... ¿Les había tocado juntos? Vaya, vaya, vaya. Esbocé una sonrisilla y me acerqué a Jez, como si pretendiera confiarle un secreto de Estado.

    —¿Te cuento un chismecito? Con la cara de culo que le ves y todo, Sugawara anda liado con Ishi.

    La miré con cara de "¿te lo puedes creer?" y lamentablemente tuve que dejar el chisme ahí porque no contaba con más información. Kohaku era muy reservado y dudaba que me dijera nada si le preguntaba directamente; el dato, de hecho, lo había recibido por el lado de los chicos. Pero bueno, todo era culpa de Ishi, ¿no? Si no se hiciera tanto el misterioso no nos veríamos obligados a andar cuchicheando entre nosotros, espiándolo e inventando teorías locas.

    Luego, al darle mi resumen relámpago, ella intervino brevemente para especificar de dónde ubicaba a Kohaku. Mi sorpresa fue muy, muy evidente al oírla nombrando a Kakeru, e internamente sentí un ligero pinchazo similar a cuando lo vi junto a Maxwell. Se lo atribuí a lo repentino del asunto, aunque no estaba segura hasta dónde eso era cierto.

    —¿De dónde conoces a Kakeru? —indagué, aún visiblemente sorprendida, e intenté ignorar mis pensamientos con una risa breve—. Bueno, eso simplifica las cosas. Él es el "otro amigo" del parque, y es su hermano del que hablaba en el festival.

    La porción de información referida a Al la solté con la pura intención de tantear el terreno, honestamente. Jez se sorprendió de primera mano, pero su respuesta fue serena y dulce, como siempre, y pensé que me resultaba bastante difícil leerla. Quería decir, sabía que yo no era ninguna luminaria, pero me parecía particularmente difícil. Sus ojos, sin embargo, se desviaron a la piscina y aguardé con un resquicio de esperanza. ¿Qué estaba buscando, siendo exactos? No lo tenía muy claro, sólo... había varias razones por las cuales me preocupaba. En la extensión quizás indebida que hacía desde Altan a lo que había ocurrido el año pasado veía patrones, coincidencias y repeticiones que me asustaban. Que ahora entendía.

    Y, por ende, podía actuar.

    Finalmente dijo que ella había hablado con Erik. Me sonó a confesión, no lo comprendí muy bien de primera mano, pero por la forma en que lo murmuró sentí que Altan no debía saberlo. ¿Por qué? ¿Le avergonzaba? ¿Temía que se enfadara? En cualquier caso, parecía estar un paso más cerca de lo que había temido, lo que llevaba un tiempo temiendo.

    —Hiciste bien —afirmé de primera mano, más seria y, si se quiere, con convicción—. Yo justo falté esos días, pero lo había visto antes y lo venía pensando. No creo que haya mejorado cuando no lo estaba viendo, debe haber sido todo lo contrario, así que hiciste bien, Jez.

    Respiré con cierta lentitud, a consciencia, y desvié la mirada a la piscina.

    —Era algo que quería preguntarte, de hecho, un poco por eso te seguí cuando te vi viniendo para acá. Quería preguntarte si... —Arrugué el ceño, una voz me dijo que no tenía el derecho y retrocedí—. O sea, no sé hasta dónde me corresponde meterme, pero por echarme media vida dudando, por fingir demencia y callarme ya pasaron cosas que me gustaría haber evitado, y no quiero repetir errores. Perdón si te molesta que te hable de esto.

    Una introducción un poco innecesaria, quizá, pero los nervios me habían mordido por todos lados de repente. Volví a inhalar, exhalar, y la miré.

    —¿Tú y Al siguen hablando? ¿O pasó algo entre ustedes?
     
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    Zireael

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    De haber estado comiendo o bebiendo el chisme que no estimé recibir habría hecho que me atragantara, de hecho no estuve muy lejos de que la saliva se me fuese por el lugar incorrecto, porque por mucho que no quisiera ser prejuiciosa la cara de moco de Sugawara incluso había tenido el poder de hacerme dudar de invitarlo a almorzar conmigo ese día, que tenía más pinta de incomodarlo de que cualquier otra cosa. No se llevaba una medalla por socialización e imaginarlo con Ishikawa, con su pelito de nube y su carácter afable fue un poco extraño, aunque cobró sentido casi de inmediato por eso mismo y el asunto quiso darme risa.

    —Una con los chismes literalmente en las narices y viniendo a enterarse con semejante delay —atajé en medio de mi sorpresa inicial, negando suavemente con la cabeza.

    Pobres criaturas, eso sí, aquí nos tenían a estas horas de la madrugada pasándonos el chismecito y genuinamente solo nos faltaba un té, así que como mínimo a alguno de los dos debían arderle las orejas. La información igual a mí no me servía más que de chisme que aunque no pareciera se agradecía, quería decir, me daba algo de conciencia espacial, pero nada más. Al menos eso pensé, pero estaba visto que tampoco era una mente maestra ni nada.

    Igual no se me ocurrió que el otro amigo en cuestión, el del parque, fuese Kakeru y como yo había interrogado al pobre chico eso le daba un nombre al hermano misterioso, Hayato. Su pregunta me hizo consciente de que mi resumen había sido más bien escueto, así que ahora íbamos llenando todo con los dichosos pies de página.

    —Más pies de página. Somos compañeros de clase y eso, pero hablarle como tal fue en el campamento, nos tocó juntos en el grupo de la prueba de valor. Me cae muy bien —añadí con sinceridad, sonriendo—. Igual hasta ante ayer volvimos a conversar, me fui con Cay al observatorio a almorzar y Kakeru apareció con Ishikawa.

    Por otro lado, jamás se me pudo ocurrir que mi mención del chico implicara algo, porque los que tenían información que darme al respecto no la decían, así que no había mucho que hacerle y es que tampoco tenían por qué. De la misma manera que Anna estuviera pensando que leerme era difícil era un poco algo que no se me habría ocurrido nunca, pero tampoco la podía culpar. Me negaba constantemente a mostrar molestia, incomodidad o enojo. Había emociones que no reconocía como propias y por rebote no podía administrarlas, entonces las metía en un saco como si eso pudiera borrarlas aunque solo las quitaba de mi vista.

    Mi confesión fue eso porque todavía no creía que Al pudiera lidiar con la verdad de que yo había metido las narices, fuese que se sintiera incómodo, culpable o molesto, no importaba mucho. Seguía siendo raro tratarlo como si fuese la cristalería más frágil del país, pero era lo que había. Si yo no podía hacer nada, Erik sí y con eso me quedaba.

    No te desgastes más.

    Eso me había dicho su padre.

    Suspiré cuando me dijo que había hecho bien, asentí con la cabeza y estiré una mano para alcanzar la superficie del agua. El gesto no respondió a nada en particular, solo lo hice y ella también acabó confesándose, más o menos, respecto a por qué me había seguido. Me pareció que dudaba, lo que se confirmó cuando dijo que no sabía si le correspondía meterse y hasta se disculpó por si me molestaba que me hablara de eso, lo hizo antes de soltarme la pregunta y la mano que había rozado el agua se me quedó congelada.

    No quería hablar de esto, pero era Anna.

    —Cariño, puedes meterte. Siempre que dudes, que algo te parezca extraño, te preocupe o te asuste, puedes meterte, porque Al es tu amigo y eso lo que hacen los amigos. Es lo que hacen las personas que se quieren —resolví sin contestar en realidad su pregunta, la miré unos segundos y después regresé al agua—. ¿Pasó algo? No lo sé, pero no. Altan no habla conmigo hace ya un tiempo, lo saludo al entrar a clase, él a veces me revuelve el pelo antes de salir al receso, pero hablar hablar, no.

    >>Al siempre fue un niño difícil, desde que lo conocí cuando teníamos como diez años. Habla poquísimo a pesar de lo inteligente que es, su carácter es brusco, dominante y rígido, pero es bueno. Al siempre ha sido bueno, pero lidiar con él es complicado, creo que incluso es más complicado ahora que es mayor que antes. —Suspiré, me desinflé los pulmones con pesadez y me atreví a mirar a Anna otra vez—. Él mismo lo sabe y por eso cuando algo lo derriba retrocede como si buscara borrarse, incapaz de ver que hay otras maneras de existir. Por eso tuve que buscar a su padre, era lo único que podía hacer.
     
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    Gigi Blanche

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    Se me ocurrieron un par de tonterías relacionadas a Sugawara que podrían haber seguido embarrándolo, pero en el balance final las acabé descartando; no significaba que dudara de Jez, el asunto era que llevábamos mucho tiempo sin hablar y, bueno, no creía que correspondiera coronar el reencuentro pasándole chisme de un pobre diablo que ni siquiera conocía bien. Además, por amable que supiera que Jez era, verdaderamente no la conocía muy bien.

    Me contó que conocía a Kakeru del campamento, que habían compartido grupo en la prueba de valor, y ahí las piezas cayeron en su lugar. Ese día acabábamos de hablar y todo era muy incómodo y extraño, así que le había perdido el rastro un poco a la fuerza y seguro él hizo lo mismo. Dijo que le caía bien, me di cuenta que estaba siendo honesta y esbocé una sonrisa, aunque mis emociones seguían revolviéndose en direcciones anárquicas.

    —¿Eres amiga de Cay Cay? —pregunté, viendo que habían almorzado juntos.

    Luego derivamos en el tema de Al, y al imbécil le empezarían a picar las orejas en cualquier momento. Jez asintió cuando le aseguré que había hecho bien, pero todo el resto de ella, a mis ojos, opinaba diferente. Era probable que en el fondo lo supiera y que no se tratara de arrepentimientos, sino que había muchas otras emociones haciendo ruido. Su mano se congeló en el agua, fui consciente de que había llevado razón en mis sospechas y una parte de mí se alivió al saberse capaz de reconocer ciertas señales; la otra parte, bueno...

    Me dijo que podía meterme, que podía porque Al era mi amigo, y pensé que eso había hecho ella al buscar a Erik: meterse. ¿Por qué parecía pesarle tanto, entonces? Entendía que el foco de la conversación estaba puesto en él, pero la forma en que habló me dio la idea de que se estaba borrando de la ecuación y no quería dejarlo así.

    —Tú también eres mi amiga —aclaré antes de que siguiera hablando—. Quizá llevamos mucho tiempo sin hablar y quizá nos hayamos descuidado un poco, pero fuiste la primera que se me acercó al llegar aquí, Jez. Aún recuerdo el rato que pasamos bajo el árbol, las trenzas que te hice. Fue muy importante para mí y lo sigue siendo. Además, eres importante para Al.

    Las agujas, diminutas y delgadas, seguían pinchándome aquí y allá, pero era una molestia a la que definitivamente quería anteponerme. La vida que Kakeru hubiese comenzado a trazar lejos de mi alcance, los sentimientos que Al había atesorado por Jez durante tantos años, eran cosas que existían y me resistía a que me dominaran. No quería ser esa clase de persona, por mucho ruido que hicieran.

    Me confirmó que llevaban tiempo sin hablar y me contó un poco más sobre él. Eran cosas que ya había visto en su sombra, sus silencios y sus decisiones. Jez lo conocía, eso no lo ponía en duda, pero al mismo tiempo no creía que fuera consciente de su rol en la vida de Altan. Me daba la impresión de que tendía a menospreciarse a sí misma.

    —Lo sé —murmuré en voz baja, tranquila, y supuse que tenía derecho a saber parte de la historia—. Puede que... un poco haya sido mi culpa. No sé de cuánto estés enterada, pero para hacer el cuento corto: creo que Al se anuló cuando Kakeru entró al Sakura. Hay varios líos de fondo e intenté hablar con él, tranquilizarlo, supongo, pero no dio resultado. Desde el campamento y las semanas posteriores retrocedió, como tú dices, hasta desaparecer por completo. Se encerró en su mente, y no sé si habría salido solo. Cuando Al se atora en un sitio, sea inmóvil o a toda velocidad, le cuesta salir de ahí.

    Me daba un poco de vergüenza hablar así, como si lo conociera tanto, frente a su mejor amiga, pero al mismo tiempo eran cosas que genuinamente creía. Además, por aturdido que estuviera, me negaba a aceptar que eso justificara empujar a Jez fuera de su vida. Era necio e injusto.

    —Un día lo agarré de las greñas y por fin hablamos —proseguí, junto a una risa floja por el remedo de broma—. No fue muy bonito, su silencio me había dolido mucho y... supongo que los dos estábamos lidiando con el asunto como podíamos. Ese día le dije que retrocediéramos y que volviéramos a ser amigos, y quizá... quizás eso lo hundió más profundo, pero lo sacó de donde estaba, ¿no? Lo movió, en la dirección que fuera, y lo espabiló un poco.

    Suspiré. Desde aquella charla Al se había estado portando bien conmigo, realmente notaba que estaba esforzándose, pero eso no significaba que no le quedaran otros hilos sueltos por amarrar.

    —Lo entiendo, pero no lo justifico —agregué, en un tono más firme, y miré a Jez a los ojos; le sonreí y volví a suavizar la voz—. Y si a mí me dolió su silencio, sé que tú sientes lo mismo. Al no sabe que hablaste con Erik, ¿verdad? Entiendo que tengas tus razones para guardarte la información, pero no creo que lo valga. No creo que valga... esto que estás sintiendo. Me dijiste que los amigos pueden meterse. Cuando dudan, se preocupan o se asustan, pueden meter el hocico. Eso también te incluye a ti, ¿no?

    No quise que la conversación se sintiera tan pesada, así que solté otra risa floja junto a una broma tonta.

    —Te lo dije, ¿no? Lo tuve que agarrar de las greñas. Sé que Al es complicado y que parece que cualquier paso en falso puede detonarle una bomba, pero no creo que sea tan delicado. No conmigo, no contigo, Jez.


    la verdad que no fue mi post más brillante, but i tried (??
     
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    Zireael

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    Puede que todo fuese en realidad tan complejo, que estuviera todo tan entrelazado y revuelto en todas direcciones, que la poca información que poseía de las vidas de otros fuese incluso una ventaja en ciertos momentos. No sabía de Kakeru y Anna, recién conocía a Sugawara y del resto de gente que teníamos en común la cosa seguía un cauce similar. En esa ignorancia actuaba y los demás, bueno, ¿intentaban sobrevivir? No estaba muy segura.

    Cuando preguntó si era amiga de Cayden usó el mismo apodo que Ishikawa, el que había hecho que el niño alzara la cabeza como llamado con silbato. Ni tenía que ver conmigo y algo que pecaba de pequeño, pero me hizo consciente de la cercanía de las figuras, del cariño en algo tan simple como la forma en que alguien se refería a uno. Hace unos días le había dicho a Eda que no creía que fuésemos amigos, lo califiqué de conocido, compañero de clase, lo que fuese, pero en sí solo estaba confundida.

    —¿Tal vez? Hemos sido compañeros de proyecto dos veces, contando esta. Habla poco en realidad, así que no sé si a él le parezca que somos amigos o solo esté siendo amable —respondí luego de pensarlo unos segundos—. Fue quien me contó que estabas faltando a clases.

    A ver, le picarían las orejas a un tercio de nuestros conocidos a este paso, pero a ninguno más que Altan que fue en el que acabó derivando la conversación por obvias razones. Sabía que existía una contradicción en lo que le estaba diciendo a ella, lo que yo había hecho y lo que sentía en realidad, pero era finalmente una mezcla de varias cosas. Achacarle todo mi pesar a Altan era irreal, porque de hecho podría haberlo dejado pasar como lo hice por un tiempo, pero lo de Adara fue como si alguien me pusiera mal una pieza en la torre de jenga. La cosa se balanceaba demasiado para mi gusto.

    Tampoco era consciente de que me estaba borrando del cuadro, no lo pensé en realidad, ni siquiera cuando ella señaló que también era amiga suya y la miré. Sabía que yo era la que me había acercado primero, incluso puede que fuese el primer empujón que había recibido en esta dirección, más fiel a sí misma, pero no solía darme grandes aires. Aún así también guardaba en la memorias esos días con mucho cariño, por eso me alegraba tanto verla bien y poder hablarle.

    Era mi amiga a pesar de todo.

    Sonreí, quizás porque aunque no lo supiera necesitaba esos recordatorios, y estiré una mano hacia ella para buscar una de las suyas y darle un apretón breve que a mi ver tenía la intención de un agradecimiento. Volví a mi espacio sin ignorar el recordatorio de que yo también era importante para Altan, porque lo era, pero eso tampoco me daba poder real, no cuando él era quien hacía el corte. Nunca lo había hecho antes, no conmigo, no de forma tan brusca.

    Arrugué un poco las cejas cuando la oí decir que era un poco su culpa, recordé que Erik me había dicho que habían terminado o pausado o la palabra que hubiera que usar. No la volvía culpable, pero sí le daba forma a la cosa, aunque acabó adquiriendo más cuerpo todavía cuando fue ella quien se explicó. Aflojé los gestos cuando mencionó a Kakeru, porque las neuronas me funcionaron por una vez en la vida, y entonces entendí por qué Al había sentido tanto miedo de repente.

    —Erik me contó un poco del asunto, porque yo seguía dando palos de ciego, pero ni siquiera él sabía por qué. Quiero decir, por qué a Al se le fue todo por la alcantarilla de la nada.

    Anna lo conocía y no había nada malo en ello, de hecho me aliviaba que hubiese dejado que alguien lo conociera por fin, luego de tantos años, pero en ese conocimiento también había dolor. Anna se había tragado el silencio de Altan a cucharadas inmensas, la naturaleza de su relación también era diferente y pensé que esa distinción en estos escenarios solo volvía todo más doloroso.

    Una cosa era yo como amiga lidiando con ese silencio y otra era Anna.

    Dijo que lo entendía, pero no lo justificaba y me pregunté si tal vez yo lo estaba haciendo, si lo estaba justificando porque el escenario contrario tampoco me gustaba. Reafirmó que a ella le había dolido, que por eso sabía que a mí también y no supe muy bien qué hacer al saberme tan expuesta, tan sin escapatoria. Asentí cuando buscó confirmar que Al no sabía que había hablado con su padre y parpadeé con cierta pesadez cuando me recordó que lo de los amigos metiéndose también me incluía. Me había metido, pero me había ido por la puerta de atrás.

    Como un fantasma avergonzado.

    —Al menos tiene bastantes greñas que agarrarle —argumenté junto a una risa floja, también para quitarle algo de peso a la conversación esta tan densa. No quería girar en todo lo malo, para nada—. Al es diferente desde que empezó a acercarse a ti. Se le notaba más tranquilo, más cómodo y menos confrontativo y aunque ahora todo sea así, confío en que puede seguir avanzando hacia esa versión de sí. Tal vez sea raro de decir, pero incluso con todo el embrollo creo que ha aprendido cosas de ti y se esfuerza por ponerlas en práctica, aunque los otros lados del cubo Rubik se le desbaraten a cada rato. El multitask social se le da muy mal si me preguntas.

    Tomé aire, lo solté y tomé uno de los caramelos que ya llevaba un rato al sol. Le di vueltas, despacio, como si eso me ayudara a ordenar ideas.

    —No soy buena agarrando a las personas de las greñas. Puede que ni siquiera se trate de que tema que Al sea frágil como una bomba, porque no lo es —argumenté con calma—. Quiero decir, está mal lo que hace, eso lo entiendo, pero también soy yo. Soy yo. Incluso si sé que debería, que quizás sea lo correcto y lo maduro, no puedo. Se me vuelven las tripas al revés de pensar en tener que admitir estas cosas, a Al o cualquier otra persona. Ya sé que te acabo de soltar la sopa, pero es porque te guardo cariño y sé que el problema nuclear no es contigo, no eres tú la que me arrancó.


    leí el post antes del edit del spoiler but *le da al adorable que equivale a un ganador x2*
     
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  20.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Que Jez dudara sobre si Cayden era su amigo me arrancó una risa ligera, bastante involuntaria y que no pretendía cargar malicia. Sólo se me ocurrió pensar que era algo que Jez respondería según lo que había conocido de ella. Quizá fuera ingenuo de mi parte o correspondiera al razonamiento de un niño de cinco años, pero tendía a declarar amistades con facilidad. En el fondo no se suponía que fuera una cuestión de Estado, ¿verdad? El mundo fluía mejor sin demasiadas etiquetas engorrosas.

    —No sé qué piense él, pero si se niega a considerarte su amiga probablemente sea por los mismos cacaos mentales que tú lo dudas —respondí, sin detenerme mucho en lo que decía ni la forma en que lo planteaba, y se me escapó otra risa breve—. Además, seguro le haría feliz que lo consideres tu amigo. Eso resuelve la cuestión, ¿no?

    Quizás andaba sacando muchas conclusiones de personas que no conocía demasiado, sólo me estaba dejando llevar por mi única neurona funcional y mis intuiciones sobre la gente.

    No me sentía particularmente cómoda arrastrando la figura de Kakeru a este desastre, no ahora que sabía que Jez lo conocía, pero por otro lado era difícil borrarlo del escenario. La chica merecía enterarse de lo que ocurría, de lo que nos ahogaba o nos inutilizaba, porque se preocupaba por nosotros y quizá le tuviese más miedo a su propia voz que al silencio de los otros. La idea, de hecho, apareció en mi mente bastante de golpe y me sentí un poco cruel, pero ¿me estaba equivocando?

    Se acompasó a mi broma, señaló la cantidad de pelo que tenía Al y me reí en voz baja.

    —Sí, y encima no se lo corta.

    Si yo me había dedicado a exponerla, ella me devolvió la jugada con bastante eficiencia. No supe dónde meterme cuando empezó a decir que Al había cambiado, que aprendía cosas de mí y todo lo demás. Me costaba, de hecho me resultaba imposible imaginarme como el rol model de nadie, pero también era cierto que el mismo Altan lo había dicho. Que quería ser mi amigo para aprender. ¿Qué cosas, exactamente? No estaba segura.

    La noción del cubo Rubik me robó una sonrisa algo resignada y asentí, dándole la razón. Pobre criatura. Entendía esa sensación, la idea de intentar solucionar un problema y que en paralelo otros veinte se desbarataran. Era frustrante, cansino y te empujaba a replantearte si tenía sentido, si valía la pena el esfuerzo, si no rentaba mejor aceptar que vinimos descompuestos de fábrica y ya. Solté el aire por la nariz, observé el agua y alcé la vista al cielo. Ese era el asunto.

    Que el mundo que Altan veía era gris.

    —No quiero que se agote —murmuré, como una reflexión en voz alta, y mi semblante se comprimió ligeramente—. Quizá sí haya algo, algo que lo diferencia de los demás. Quizá su mente sea muy ruidosa y ese caos lo aturda con facilidad, por eso creo que vale la pena jalarlo del pelo, sacudirlo, molestarlo hasta que pueda volver a enfocarnos. No quiero que se agote, que se canse de ser quien es, de quien cree ser, porque hay un montón de cosas que se le escapan de sí mismo.

    Como a Kakeru.

    Entendía que a Jez le costara, quizá, ser tan pesada e invasiva como yo, y que eso dificultara aún más la comunicación entre ellos. Había vuelto a mirarla desde hacía rato y giré el cuerpo hasta quedar frente a su perfil. Le di un toquecito en la mano para que la alzara un poco y la envolví entre las mías, trayéndola a mi espacio para apoyarla en mis piernas.

    —¿Quieres que hable con él? —ofrecí, en voz baja—. No digo de mandarte al frente ni nada, sino como cosa mía. Me preocupa, al fin y al cabo, lleva un tiempo preocupándome y, ya sabes, tengo cierta tendencia a meterme donde no me llaman.

    Fue otra broma para destensar el ambiente y volví a hablar con calma. Bajé la vista a nuestras manos y le acaricié la piel con el dorso del pulgar, distraída.

    —Quiero que se arreglen —confesé, aún si sonaba egoísta, aún si era contradictorio con mis propias inseguridades—. No quiero que Al te haga esto, ni que se lo haga a él, y tampoco quiero que tú te hagas esto. Y si dejamos que las cosas sigan así no van a desaparecer, se seguirán acumulando y un día van a estallar como una represa. No creo que Al sea consciente de lo que está haciendo y es mejor que lo sepa cuanto antes, porque le va a pesar, le hará daño y sólo quiero que el golpe lo espabile, no que lo deje noqueado.
     
    • Adorable Adorable x 1

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