Pintando con Palabras

Tema en 'Relatos' iniciado por Namida, 9 Junio 2012.

Estado del tema:
No se permiten más respuestas.
  1.  
    Namida

    Namida Entusiasta

    Escorpión
    Miembro desde:
    10 Septiembre 2011
    Mensajes:
    176
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Pintando con Palabras
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1591
    -¿Dónde estás? -susurraba caminando sin rumbo.
    Una imagen borrosa se formó en su mente, poco a poco la opacidad de aquella oscuridad iba bajando, hasta que finalmente se formó una imagen perfectamente detallada, donde sus descalzados pies pisaban las rocas y sus dedos quedaban libres al vacío. Se detuvo.
    Respiró hondo y dejó que la suave brisa costera traspasara su cuerpo. La acariciaba con total suavidad, igual que ella hacía con el rostro de cualquier humano desconocido. Por primera vez se sintió totalmente identificada con ella, solo que pensó que no tenía tal libertad para caminar sola por el mundo como hacía aquella cálida brisa, para ver aquellas cristalinas aguas y aquellos bellos paisajes que solo podía contemplar en sus sueños.
    La joven cerró sus grises ojos y dejó su cuerpo caer hacia el vacío mientras decía "yo también quiero ser libre", esbozando una tímida y delicada sonrisa.

    -¿Estás bien? -dijo una voz madura y a la vez de una forma muy preocupada.
    -Sí, estoy bien -dijo ella sonriendo-, solamente tuve un sueño... un hermoso sueño.
    -¿Acaso tu sueño es morir? No quiero que te angusties tanto con eso.
    -Mi sueño no es morir -negó un poco bromista-, pero me gusta soñar. Ahí encuentro paisajes hermosos y solitarios, todos vacíos para mí, esperando a que vaya. ¡He visto montañas, cascadas, bosques, playas...! Incluso he podido ver la luz, el cielo, los pequeños remolinos de hojas que se forman en la costa y... y... ¡hay tantas cosas!
    La mujer sonrió conmovida, pero su tono de voz fue directo, serio y rotundo.
    -Pero nunca podrás verlo de verdad, eso solamente te hace crear estúpidas fantasías que no te hacen ningún bien -declaró. Se levantó de la silla de madera y se fue, girando una última mirada hacia la chica.
    La sonrisa de la joven desapareció en cuanto escuchó aquellos pasos marcharse de la habitación, entonces se levantó y caminó, rozando la mesa, hasta dar pocos pasos más allá y tocar la puerta. De este modo, fue hasta su habitación y allí soltó todas las lágrimas que tanto le angustiaban. Si no podía ver aquellos hermosos paisajes y tampoco podía soñar con ellos, ¿qué era su vida? ¿Oscuridad? ¿Simples sonidos?

    A la mañana siguiente, la chica escuchó con atención las palabras de su madre a la hora del desayuno.
    -Thais, esta tarde vendrá Daniel con su mamá.
    -Está bien -comentó ella felizmente-.
    Cuando se terminó su desayuno, su madre, con una lágrima cayendo por su rostro y con un todo arrepentido, le comentó una última cosa.
    -Oye, antes de nada... siento haberte hablado así ayer. Tú sabes que te quiero, Thais, y yo... no quiero que te pase...
    -Estás llorando, ¿verdad? -le cortó ella, sonriendo un poco-. No te preocupes, mamá, ya sé que estabas muy angustiada porque me sintiera mal porque sea diferente, por eso no pensaste antes de decirme nada, pero lo comprendo, y no tengo nada que perdonar. Está bien siempre que no fuera tu intención, ¿no? -finalizó ahora esbozando su mayor sonrisa, sincera y realmente alegre.
    Su madre en aquellos mismos instantes solamente se preguntaba cómo una persona podría ser feliz así, aún sin poder ver qué tienes delante, sin poder apreciar la luz y diferenciarla de oscuridad, cómo poder acostumbrarse al cambio sabiendo que tus ojos dejaron de funcionar.

    A la tarde, ella se encontraba en su habitación con su amigo Daniel, mientras que sus madres hablaban en el salón.
    Él contemplaba sus grisáceos ojos mientras le hablaba y le contaba todo lo que había visto, cómo estaba el cielo, cómo estaba el agua de la playa, los hoyos que se formaban en la arena, el color de los pájaros... todo era digno de describirlo, de describir el otro sentido de la vida. Mientras, ella escuchaba con atención sus palabras e imaginaba en su mente todo aquel conjunto de formas, movimientos y colores.
    -¿De qué color son mis ojos? -le interrumpió repentinamente ella.
    -¿Eh? -se quedó él extrañado.
    -Sí, ¿de qué color son?
    -Emm... son grises, grises como el color de la luna.
    Ella sonrió. -Ya lo olvidé, hace tanto tiempo que no puedo verme a mi misma en el espejo...
    -Lo que tú veías en el espejo no eras tú, simplemente era una imagen equivocada de ti, una extraña visión que confundían a tus ojos.
    -Sí, es cierto -afirmó ella aún con aquella sonrisa-, pero podría ver el color de mis ojos con total exactitud.
    -Pero yo puedo describírtelos, si no pudieras oírme y solo verme, no podrías imaginar mi voz, no podrías imaginar el sonido de los pájaros, el sonido de las olas, tu voz... Por los sonidos puedes imaginar todo tipo de cosas fantásticas, algo más allá de la realidad, algo que otros nunca podremos ver porque estamos atenidos solo a lo que vemos. Tú sí puedes.
    -Tienes razón -se alegró-. Pero...
    -Eh, mañana no tengo nada para hacer, ¿querrías venir al parque?
    -¿Al parque? Creí que dejaste de ir al parque cuando dejaste tu niñez y ahora irías con tus amigos de fiesta, ¿no? -bromeó-.
    -Sí, bueno, ¿que más da? Solamente tienes que quitarme 10 años y con 9 no es nada extraño ir al parque, ¿no? Así que, mañana a las cuatro de la tarde vendré a tu casa, ¿vale?
    Ella río y afirmó con la cabeza- vale.

    Y así, al día siguiente ambos se encontraban sentados en un banco del parque, era un día soleado y perfecto.
    -Mira, también puedes saborear el helado de fresa -dijo él.
    -Sí, pero prefiero el de chocolate -rió ella.
    -Bah, no importa, la próxima vez puedes coger el de chocolate, o probar otro sabor que nunca probaste antes, quizá te guste más.
    -No, siempre será el de chocolate -negó ella de un modo infantil.
    -Ahh, ¿tú que sabes? -le provocó Daniel.
    -Más que tú, yo he podido ver cientos de cosas que tú nunca podrás ver -contraatacó ella de igual modo.
    -Jajaja, es verdad -se resignó-.
    Pocas horas más tarde y escasos minutos antes del atardecer, el joven de cabellos oscuros cogió de la mano a Thais, mientras ella sonreía, sin poder ver la triste expresión que tenía el rostro de él.
    -Me alegro de que esta tarde la hayas pasado bien.
    -¡Sí, lo sé! -dijo ella felizmente, aunque en el fondo notó que el tono de voz que puso él no era feliz en su totalidad.
    -Bueno -dijo levantándose y tirando un poco de la mano de ella para ayudarle a que se levantara-, supongo que es el momento perfecto para decirte.
    -¿Qué? ¿Decirme qué? -preguntó intrigada.
    -Te lo cuento de camino -dijo-.

    El tiempo pasó rápido y ya hacía 2 semanas que Daniel le dijo que tenía que marchar a vivir a otro lugar por asuntos de estudios. Este le regaló una pulsera verde y prometió que 5 años más tarde volvería y le compraría un helado de chocolate, pero la esperanza que ella tenía en esperar esos 5 años para que su amigo volviera, no bastó lo suficiente para que volviera a sonreír como lo hacía antes, aunque ella nunca llegó a sonreír falsamente.

    La bella joven se encontraba sentada en una de aquellas viejas sillas, total y parcialmente concentrada en lo que estaba haciendo.
    -Hola -saludó su madre al llegar, pero no recibió respuesta por parte de su hija, quien parecía no haberla oído, o quizá ignorado-. ¿Qué estás haciendo? -le preguntó ella con un tono animado.
    -Estoy haciendo un dibujo, ¿cómo me está saliendo?
    La madre contempló asombrada el dibujo, totalmente paralizada. No era una obra de arte, desde luego, y tampoco se podía comparar con ningún buen dibujo, pero tenía un mayor mérito aquel "dibujo", puesto que solamente una persona con un gran talento podría dibujar aquello aún sin poder ver.
    -E... está muy bien, hija. ¿Para quién es? ¿me lo regalarás? -le preguntó con una orgullosa sonrisa.
    -No -sonrió-, es para Daniel.
    La sonrisa de su madre desapareció- ¿para Daniel?
    -Sí, cuando venga se lo regalaré. ¿Crees que le gustará? Él es quien me ha hecho poder ver e imaginar todo, a través de sus palabras he podido recordar todas las cosas que hace muchos años podía ver... así, he conservado una imagen clara de ellas y no las he olvidado. Así que, en agradecimiento, le regalaré este dibujo. Es un paisaje con el que soñé ayer, solamente que en este, no estaba yo sola.
    Su madre negó con la cabeza- no.
    -¿Qué?... -preguntó ella preocupada.
    -No le darás ese dibujo.
    -¿¡Por qué!? -le interrogó con un gran tono de voz, cosa que no hacía desde que solamente era una niña pequeña y gritaba por quedarse un ratito más en "los columpios".
    -Porque no volverá.
    -Sí volverá, me dijo que volvería y me dio esta pulsera -afirmó con plena seguridad.
    -No, no volverá -negó ella-. Él ya tiene su vida hecha en otro lugar, con su familia, ¿¡crees que volverá solo por ti!?
    -¡Sí! ¡Sí lo hará! -gritó levantándose.
    -No tiene razones por las que volver, y si volviera, ¿enserio crees que le verías? No podrías reconocerle, acéptalo, ¡estás ciega! ¡nunca más podrás ver!
    La joven de ojos grises, afligida y destrozada por sus espontáneas palabras, rompió a llorar en silencio y dijo: no hay nadie más ciego que el que se niega a ver la realidad.

    ~FIN

    N/A: Espero que no haya ninguna necesidad, pero igual: No copien, ya sea una copia total o parcial, estoy harta de que me copien continuamente, así ssh, y respeta mis derechos.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
Cargando...
Similar Threads - Pintando Palabras
  1. Luncheon Ticket
    Respuestas:
    0
    Vistas:
    286
  2. Kattharina
    Respuestas:
    3
    Vistas:
    652
  3. Plumas de Cuervo
    Respuestas:
    4
    Vistas:
    705
  4. Xeon
    Respuestas:
    0
    Vistas:
    449
  5. AtemmBaali
    Respuestas:
    4
    Vistas:
    482
Estado del tema:
No se permiten más respuestas.

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso