Phantomdieb Y La Princesa 2

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Dark RS, 13 Febrero 2013.

  1.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

    Capricornio
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    Escritor
    Título:
    Phantomdieb Y La Princesa 2
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    3203
    Ésta es el segundo escrito sobre estos personajes.
    Y como la anterior, se la dedico a mi amada princesa. Perdona que no sea una historia romántica.
    Y a los demás, espero disfruten esta primera parte.

    Parte I

    Un año después de la coronación de Alois como Káiser del país de los elfos.
    La doncella Jozlin entra en la habitación de los káiseres, donde están Alois y Adilaida durmiendo, se acerca a la Kaiserina.
    —Despierta, princesa —le susurra despertándola gentilmente.
    —Buenos días, Jozlin —saluda la elfina medio dormida.
    Da la vuelta y se coloca del otro lado de la cama para despertar al Káiser, tarea que no le gusta para nada, respira profundamente, finge una sonrisa y se prepara para lo que está a punto de suceder —despierte, milord.
    Alois estira su brazo, le cubre la boca a la doncella con su mano izquierda para evitar que grite y le pone un cuchillo en la garganta —perdona, Jozlin —se disculpa el elfo quitando el cuchillo del cuello de la chica —pero, ya sabes que no debes despertarme.
    —Lo siento, milord —se disculpa la doncella con voz temblorosa—si me disculpan, me retiro —dicho esto se dirige a la puerta y sale.
    —Deberías dejar de intentar matar a la pobre Jozlin cada vez que te despierta —le reclama la Kaiserina seria.
    —Lo intento, pero lo hago por instinto —le explica acercándose a ella —deberías despertarme tú, nunca ataco cuando escucho tu hermosa voz, princesa.
    Adilaida se sonroja —buenos días, excelencia —saluda la elfina, lo llama así por que recuerda que así llamaba su madre a su padre.
    El elfo frunce el ceño —odio ese término —le recuerda cansado de escuchar esa palabra.
    —Lo siento, amor —lo abraza desde atrás y lo besa en la mejilla.
    —Descuida, princesa —se voltea, la abraza y la besa.
    —Debemos ir al comedor —comenta la chica sonrojada —su consejo lo debe estar esperando para comenzar la comida.
    Mi consejo —ríe, le parece graciosa la ironía —no son mi consejo, son nuestra familia —aclara acostándose nuevamente.
    La Kaiserina se levanta mostrando una hermosa pijama verde claro y su dorado cabello alborotado —igual debemos ir al comedor para el desayuno.

    Al cabo de casi una hora, ambos dirigentes llegan al comedor, donde el resto de la banda de ladrones de Alios los espera para comenzar el desayuno.
    — ¡Al fin! —reclama Tempano; un ogro de dos metros y medio de altura, de la variedad azul, de cabello negro corto, con grandes ojos verdes, usa como vestimenta un pantalón negro largo y un par de correas de cuero blancas alrededor de su enorme cuerpo —me muero de hambre, jefe, íbamos a comenzar si usted.
    —Relájate, Tempano, —dice Alois sentándose en el puesto central, Adilaida se sienta a su lado —no tienen que esperarnos para comer —levanta la copa que está frente a él, la cual contiene jugo de una fruta que solo se encuentra en un bosque frutal cercano al castillo.
    —Hermano, ¿para cuándo tendré un sobrinito? —pregunta Letzy; una hermosa sílfide de piel verde claro, con grandes ojos amarillos, de largo cabello azul amarrado en dos colas con dos raíces negras de una extraña planta medicinal, tiene puesto un largo vestido amarillo que hace juego con sus ojos.
    Alois al escucharla decir eso escupe el jugo que tenía en la boca casi ahogándose —no hagas ese tipo de preguntas, hermanita —reclama el elfo.
    —No creo que sea pronto, Letzy —le aclara Adilaida sonrojada.
    —Que lástima —comenta decaída la sílfide —ojalá tengan gemelos.
    —Mejor calla, hermanita —le pide el elfo reponiéndose de la impresión.

    Adilaida calla, se pierde en sus propios pensamientos, con mil dudas y preguntas que quiere hacerle a su esposo, pero no sabe cómo hacerlas.
    —Oigan —interrumpe, Rem; un vampiro de piel pálida, ojos púrpura, de cabello plateado corto, usa un traje de miembro del consejo élfico; pantalones abultados color dorado, camisa amarilla con muchos adornos — ¿dónde está Fabián?
    —Debe estar afuera con Jozlin —le responde la Kaiserina en tono soñador —ella me dijo que van a desayunar en el jardín mirando la fuente.
    —Eso es muy romántico —comenta Letzy emocionada por su compañero de banda.
    —Te puedo llevar al jardín más tarde si quieres —propone Rem mirando a Laetzy con una sonrisa conspiradora.
    —No gracias —rechaza inmediatamente la sílfide.

    En la tarde de ese mismo día, Adilaida entra en la sala del trono, nota que el trono no se encuentra donde debe estar, en su lugar hay lo que piensa que es un montón de almohadas con la sabana de su habitación encima, y sobre esta están Alois y Letzy, ambos dormidos.
    — ¡Alois! —grita enfadada la elfina.
    —Dime —responde él abriendo un ojo.
    —Nada de dime, ¿qué crees qué haces durmiendo con Letzy? —reclama furiosa.
    —Es la hora de la siesta —contesta adormilado —además, comimos mucho.
    —Pero, pero, está muy cerca tuyo —le reclama aún mas enojada.
    — ¿No estarás celosa de mi hermanita? —cuestiona el elfo con una sonrisa.
    — ¡No! —grita ofendida, aunque en realidad si está celosa, a pesar de la relación de hermanos que tienen entre ellos, no se le hace natural que dos seres de distintas especies se traten con tanta familiaridad.
    —No me engañas, cuando mientes se te nota en los ojos —le aclara sonriendo, le encanta ver el rostro de su amada.
    —Piensa lo que quieras —responde sonrojada.
    —Letzy, es mi hermanita, tal vez no lo sea de sangre, pero lo somos a un nivel aún mayor —le aclara seriamente.
    —Pero, no ves al resto durmiendo, ¿o si? —le pregunta con el ceño fruncido.
    —Rem y Tempano están en sus habitaciones, me parece que Fabián y Jozlin duermen bajo un árbol en el jardín, Scorpio está justo aquí —le da una palmadita a la sábana, la jala un poco y deja ver la melena de la enorme quimera, que duerme de espaldas a ellos —lo usamos de cama.
    —Me voy —dice enfadada volteándose y saliendo de la sala del trono.
    —Creo que se enojó, cuando despierte le pregunto por qué —se duerme al instante.

    La princesa sale al jardín, encuentra a Jozlin acariciando la cabeza de Fabián que duerme en su regazo.
    —Ven acá —toma a la doncella del brazo y la levanta de su lugar haciendo que el alquimista choque el rostro contra el suelo, a pesar de lo cual no se despierta.
    — ¿Qué desea, princesa? —pregunta enfada la doncella por la descortés interrupción.
    —Es solo que… —se queda en silencio durante unos segundos —no estoy segura de que Alois me ame tanto como pensaba.
    —No creo que eso sea verdad —le contesta la doncella tranquilizándola —se nota que él te ama mucho, ¿por qué la duda tan repentina?
    —En este momento está en el salón del trono durmiendo junto a su hermanita —reclama celosa.
    Jozlin ríe al escuchar esto —perdona que me ría, majestad, es sólo que según me contó Fabián, todos ellos solían dormir agrupados para mantener el calor durante las noches.
    —Pero ahora no están al aire libre —le aclara aún más enfadada.
    —Sin embargo, Alois y Letzy tienen un lazo de hermanos muy fuerte, no es necesario que sean familia de sangre para ser hermanos —dice esperando que eso tranquilice a la Kaiserina y así regresar con su amado alquimista.
    —Creo que me enojé por nada, aunque me enfada que él no entienda por qué me parece mal que duerma junto a otra chica —nota que Jozlin está sentada junto a Fabián —ni siquiera hemos terminado de hablar, grosera —Adilaida regresa a su habitación.

    Alois se despierta y se sienta de golpe, cierra los ojos y agudiza su oído.
    —Demonios —maldice levantándose haciendo caer a Letzy.
    — ¿Qué sucede, hermano? —pregunta la sílfide sobándose la nuca.
    —Escucha —le pide serio.
    La chica se queda en silencio durante varios segundos y se levanta preocupada —imposible, eso es…
    Scorpio se despierta y ruge dando la señal de alerta.
    Al instante llegan Tempano y Rem.
    —Jefe, ¿lo sintió? —pregunta Tempano esperando ordenes.
    —Sí, esto es muy malo —se dice pensando en Adilaida —Rem, ve y prepara a todos los soldados que puedas.
    —En seguida —el vampiro se lanza por la ventana.
    —Letzy, Tempano y Scorpio, vayan por Fabián y las armas y esperen hasta que llegue —ordena en forma autoritaria.
    —Sí —responde la sílfide, los tres corren a sus habitaciones para recoger sus armas.

    El elfo corre al lado de su amada, la encuentra mirando por la ventana corre hacia ella y la abraza.
    —Gracias a los dioses estás bien —agradece presionándola contra su cuerpo.
    — ¿Qué tienes? —pregunta asustada de escucharlo agradecerle a los dioses.
    —Un ataque —confiesa soltándola —vienen del este, son por lo menos cien mil.
    La elfina se asoma por la ventana, no logra ver nada en la dirección que su amado le acaba de decir que viene un ejercito invasor.
    Jozlin entra agitada, se alegra de ver a la princesa a salvo, trae un arco blanco y un carcaj negro en su hombro —yo la protegeré desde ahora —promete al Káiser.
    —Más te vale —advierte a la doncella.
    Jozlin se pone nerviosa al ver los ojos de ira del elfo.
    —Princesa, confío en que sabes utilizar el escudo y la espada —le recuerda Alois, ya que la ha entrenado con esas armas desde hace unos meses.
    —Sí —se dirige a la cama, saca de abajo de esta una espada dorada y un escudo verde brillante.
    —Te amo, princesa —la besa apasionadamente durante varios segundos, luego corre y se lanza por la ventana.
    —Desearía que saliera por la puerta de vez en cuando —dice Adilaida.

    Alois se encuentra con su equipo a las afueras de las murallas del castillo, a lo lejos se ve el ejército invasor acercarse rápidamente.
    — ¿Quién puede ser tan estúpido cómo para realizar un ataque al castillo del norte? —cuestiona Tempano confundido.
    —Ni idea —le responde Rem intentando verle la forma a los soldados para así averiguar a que raza pertenecen, pero aún están muy lejos.
    —Letzy, hazme el favor —pide el elfo a la sílfide.
    —Sí —la chica se eleva en el aire usando su propio poder mágico, entre cierra los ojos y baja de inmediato —son… son…
    — ¿Hermanita? —Alois intenta hacerla reaccionar.
    —Son… elfos… —contesta después de casi un minuto.
    —Era de esperarse —aclara Fabián jugando con su bastón dorado.
    —Ogros… trolls… centauros… licántropos… hadas… —termina de decir las razas que conforman a los invasores.
    —Imposible —dice Rem incrédulo —en este continente ninguna raza hace alianzas con las demás.
    — ¿Desconfías de Letzy, Rem? —cuestiona el elfo mirando seriamente al vampiro a los ojos.
    —Claro que no, pero no puedo creerlo.
    —Da igual si nuestros enemigos son dragones, vampiros o arpías —lista tres de las cinco razas más poderosas del continente —los derrotaremos, son menos de cien mil enemigos, con el ejército élfico y nuestra fuerza de ataque ganaremos fácilmente.
    —Igual el ejército del reino élfico puede repeler a los invasores sin problemas —comenta Rem intentando no ensuciar su ropa nueva.
    —Séptima regla, Rem, séptima regla —le recuerda Alois serio.
    —“Haz las cosas tú mismo, jamás confíes que alguien mas lo hará, te puede costar muy caro limpiar el error de alguien más” —recita el vampiro la regla a la que se refiere su líder —podríamos cambiarla un poco para que suene mejor, ¿no crees?
    Alois alza su puño — ¡conmigo el que quiera!
    El resto de su equipo levanta sus armas al aire — ¡contra nosotros el que pueda!

    Junto a los ladrones, lucha el ejército elfo del norte, que en ese momento consta de tan solo doscientos mil unidades, ya que el Káiser Alois ha repartido la fuerza de las cuatro armadas para proteger las fronteras, lo cuál hace aún más extraño este repentino ataque a mitad del día.

    Al cabo de una hora, los invasores son casi totalmente erradicados por la abrumadora fuerza de ataque de los elfos, en medio del campo de batalla, Alois golpea y mata con un solo golpe a cada rival que encuentra, repentinamente se detiene y se queda mirando el castillo, frunce el ceño y corre hacia Scorpio que está devorando a un ogro en ese preciso instante.
    —Llévame al castillo —le pide a la bestia que se relame el hocico.
    La quimera corre a toda velocidad derribando a elfos y atacantes por igual, llega hasta el jardín trasero, el elfo se baja y sube por la pared sin problemas hasta entrar por la ventana de la habitación que comparte con Adilaida.
    No encuentra ni a su amada ni a la doncella que se supone la debe estar acompañando. Recorre cada habitación, pasillo, balcón y almacén del castillo hasta que entra al salón del trono, donde encuentra a seis soldados que fueron asesinados de un corte limpio en sus cuellos, el salón está totalmente en ruinas. Nota a Jozlin cerca del destruido trono inconsciente, la levanta y la lleva a la habitación de los Káiseres.

    El resto llega al castillo y después de una exhaustiva búsqueda para encontrar a Adilaida, se quedan en la habitación donde se encuentra Jozlin, esperando a que despierte para averiguar que sucedió.
    — ¿Crees que despierte? —pregunta Fabián con lágrimas en sus ojos a Alois.
    —Estoy seguro de que despertará pronto —dice para tranquilizarlo, algo nada fácil ya que está muy preocupado por la desaparición de su amada.
    En ese instante la doncella comienza a recobrar la consciencia y abre los ojos.
    — ¿Cómo te sientes? —pregunta el alquimista abrazando a la doncella.
    Jozlin se levanta de golpe con terror en su mirada — ¿dónde está la princesa? —cuestiona asustada.
    —Eso es lo que necesito que me digas —pide el elfo cerrando el puño nervioso.
    —No sé, nos atacaron en la habitación, tuvimos que salir y nos arrinconaron en el salón del trono, algunos guardias intentaron protegernos, pero los asesinaron, luego… luego… no recuerdo nada más —narra aterrada la chica, le comienza a doler la cabeza cuando se da cuenta que no puede recordar a los atacantes.
     
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    No se cm a veces escribes lo que una vez si le dije a Yoze...sólo que ella no corrió con fabian.
    Ah, asi que desaparecí porque Jozlin no me cuidó bien...fail.
    Y obviamente que si me enojaría si te viera durmiendo con otra chica , por más amiguisima, casi hermana que fuera.
    No creí que si sacaras conti, pero me gustó mucho, es el mejor regalo de primer mes y día de san valentín. Te amo
     
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    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    3
     
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    Parte II


    Alois y el resto se dirigen al salón del trono para intentar averiguar la identidad de los atacantes.
    —Quiénes fueran, son muy fuertes —señala el elfo —este daño en la pared y esos agujeros en el suelo requirieron mucha fuerza.
    —Permíteme un momento —Rem cierra los ojos y los vuelve a abrir, cuando lo hace sus iris brillan intensamente, se dedica a estudiar cada centímetro del salón —hay rastros de magia en esta habitación.
    — ¿Qué quiere decir con magia? —interroga Fabián al elfo.
    —Un mago es un ser que desafía la lógica —responde frunciendo el ceño —pueden hacer casi de todo, por suerte solo se especializan en cierto tipo de hechizos y son muy débiles físicamente —responde recordando un par de magos que asesinó hace varios años.
    Scorpio comienza a olfatear el piso y gruñe.
    — ¿Huele a muerte? —repite consternado Alois.
    —Supongo que sí, —añade Letzy —aquí murieron varios guardias.
    —No es eso, —interrumpe Tempano —la última vez que Scorpio olfateó la muerte fue por que habían muertos vivientes en los alrededores.
    — ¿Muertos vivientes? —pregunta Jozlin nerviosa de escuchar tal término.
    —Esto no lo saben ni Fabián ni Letzy, pero hace algunos años; Rem, Tempano, Scorpio y yo nos enfrentamos a un mago necrófago que revivía a los muertos, —narra recordando las horribles aberraciones a las que tuvieron que eliminar para enfrentarse al mago —aunque al final le destrocé el pecho de un solo golpe.
    —Ya lo había olvidado, —comenta Rem —ahí obtuvimos nuestras insignias —saca una moneda negra de su bolsillo.
    —En efecto —Alois señala el arete que usa en su oreja izquierda que es de color negro.
    Fabián se mira un collar negro y Letzy un broche negro que lleva en su bolsillo, que les dio el elfo cuando se unieron al grupo.
    —Correcto, esas son sus insignias, los protegerán en contra de la magia, hechicería y cualquier tipo de maldición a la que sean expuestos —les aclara Rem —creo que hubiera sido buena idea darle uno a la Kaiserina Adilaida —comenta pensativo.
    —Lo tiene —dice el elfo preocupado por su amada —la desposé con el anillo blanco.
    — ¡Oh! —exclama sorprendido el vampiro, nunca le puso atención al anillo que usa la mujer de su líder —al menos está protegida mientras no se lo quite.
    —La pregunta es adonde se llevaron a mi querida princesa —Alois comienza a golpear la pared con su puño hasta que se derrumba una porción de la misma.

    Repentinamente la temperatura baja abruptamente, el elfo frunce el ceño y comienza a buscar por todo el cuarto, posa su mirada en un ser sentado sobre un trono negro con un cojín rojo sangre en el asiento.
    —Yo sé dónde está la Kaiserina Adilaida —les dice el ser sentado en el trono; de apariencia humana, de piel completamente blanca, cabello negro corto, sus ojos cambian de color sin un patrón de tiempo o color; usa una gabardina negra sin camiseta debajo, pantalones, botas y guantes negros, aparenta unos quince años —sólo deben pagar un pequeño precio por la información, incluso estoy dispuesto a traerla para ustedes por el mismo precio —el chico sonríe burlón.
    — ¿Jefe? —pregunta Tempano sorprendido de que alguien lograra entrar sin que nadie lo notara.
    — ¡Largo, destructor! —ordena el elfo enojado.
    — ¿Un destructor? —pregunta confundido Fabián.
    El chico de gabardina aparece junto al alquimista —los destructores somos dioses oscuros —desaparece y reaparece detrás de Letzy —cumplimos deseos a quién sea —desaparece por segunda vez y reaparece junto a Jozlin —pero deben darme algo único o hacer un trato conmigo.
    — ¡Ya oíste a nuestro líder, fuera de aquí destructor! —grita Rem lanzando un cuchillo que se detiene en seco justo antes de llegar al destructor.
    El chico de gabardina reaparece en el trono —no lo olviden, yo soy la solución a la pregunta —desaparece.

    Todos se quedan en silencio durante un largo rato.
    —Ya sé dónde está mi princesa —interrumpe Alois el silencio.
    — ¿Dónde? —pregunta Jozlin.
    —En… el Valle Prohibido —responde el elfo nervioso.
    —Pero… pero, eso es territorio de los dioses oscuros —aclara asustada la sílfide —y, ¿cómo estás tan seguro?
    —Ese maldito lo dijo, —refiriéndose al destructor —“yo soy la solución a la pregunta”.
    — ¿En verdad dejó una pista tan obvia gratis? —cuestiona Rem pensativo.
    —No creo que sea gratis, ese destructor tiene algo planeado —el elfo hace silencio por unos segundos —por ahora pensar en eso es inútil, debemos ir al Valle Prohibido, bueno, a las afueras del Valle Prohibido.
    —Nos tomará un año llegar a los límites de ese valle —aclara Rem algo cansado —millones de cosas pueden ocurrir en ese tiempo, ¿no sería más fácil conseguirte otra esposa?

    Alois toma al vampiro del cuello y lo choca contra la pared, levantándolo a medio metro del suelo por el enorme tamaño del elfo.
    —Jamás vuelvas siquiera a insinuar algo como eso, —le aprieta aún más el cuello — ¿verstanden?
    Entre Tempano y Fabián apenas si pueden apartar a Alois antes de que mate a Rem.
    El vampiro cae al suelo tosiendo —mil perdones, Alois, sólo estoy algo cansado, no volverá a ocurrir —promete agitado.
    —Más te vale —amenaza el elfo antes de salir del salón.
    — ¿Cómo salvaremos a la princesa? —pregunta Jozlin preocupada.
    —El jefe pensará en algo —la tranquiliza el ogro que confía en su líder.
    —Tempano tiene razón —añade Fabián —Alois siempre sabe que hacer, solo hay que darle tiempo.

    A la mañana siguiente, Alois reúne a su equipo y a la doncella en el jardín trasero del castillo.
    —Iremos al Valle Prohibido, y tardaremos una semana en llegar, pero no obligo a nadie a ir —les aclara el elfo con el ceño fruncido.
    —Imposible —interrumpe Rem —aún en Scorpio tardaríamos un año en llegar a ese lugar, hay que pasar por Baculus antes de llegar al valle, sin mencionar las montañas que nos encontremos en el camino.
    —Que poco confías en mí, Rem —reclama Alois —hay una criatura que nos puede llevar en una semana a todos nosotros.
    Nadie se atreve a hablar, no se les ocurre que criatura puede ser a la que se refiere el líder de los bandidos.
    —Los pegasos legendarios —presume el elfo, todos lo miran con incredulidad, nadie ha visto a los corceles legendarios desde hace mas de medio siglo.
    — ¿Es enserio, hermano? —pregunta preocupada Letzy.
    —Claro, los encontré hace seis años e hicimos un trato, guardaría en secreto su paradero y ellos me ayudarían de ser necesario —narra sin emoción, la desesperación al no estar junto a su amada lo tiene algo deprimido.

    Ocho pegasos de distintos colores aterrizan en fila frente a ellos.
    —Éste de aquí —señala un pegaso color azul de tamaño normal, con cuatro alas y ojos verdes —es Glenr, llevará a Fabián y a Jozlin en caso que quiera acompañarnos.
    —Por supuesto que iré, debo asegurarme que la princesa regrese a salvo —aclara la doncella.
    —Yo te cuidaré —promete Fabián mirándola a los ojos, se dan un corto beso.
    —Éste enorme amigo de aquí —señala a un pegaso verde que es cuatro veces más grande que un pegaso normal, de ojos negros —llevará a Scorpio.
    La quimera gruñe.
    —Ésta pequeña de aquí —señala un pegaso de tamaño normal color rosado de ojos rojos —será tu compañera, hermanita, su nombre es Lettfeti.
    —Es hermosa —comenta la sílfide acariciando la cabeza del corcel.
    —El es Sinir, y será tu compañero, Tempano —señala a un pegaso amarillo tres veces más grande que uno normal.
    —No me gusta el color —se queja el ogro, el corcel relincha enfadado.
    —Aquel de allá —señala a un pegaso que luce normal, color negro —es el tuyo, Rem, su nombre es Gyllir; no te dejes engañar por su color, es mucho más veloz que uno normal.
    —Ya lo veremos —dice el vampiro acercándose al la criatura alada.
    —El rojo es Sleipner y es mi corcel —el pegaso rojo relincha orgulloso de escuchar su nombre —aquellos dos son Gladr y Gils —pegasos de tamaño normal, uno celeste y el otro blanco respectivamente —irán sin pasajeros.

    Alois se coloca en medio de todos — ¡el que quiera conmigo!
    — ¡El que pueda contra nosotros! —gritan todos los demás elevando sus armas.

    Montan los pegasos y se dirigen al Valle Prohibido, Jozlin abraza a Fabián fingiendo que está asustada, este para molestarla hace que Glenr acelere y haga algunas piruetas en el aire.
    Durante la noche bajan para que los corceles alados descansen y se alimenten, Jozlin lleva al alquimista a dar un paseo por el bosque.

    Alois se sienta alejado del resto.
    —Gute nacht, princesa —saluda mirando las estrellas.

    En una de las montañas a las afueras del Valle Prohibido, Adilaida está encerada en un enorme cuarto hecho de roca caliente, una puerta de acero ardiente por el calor evita que la chica pueda escaparse.
    El intenso calor la hace suponer que se encuentra en una cueva volcánica, no le molesta tanto ya que los elfos son resistentes al frío y al calor.
    Una pequeña porción de la puerta desaparece mostrando un horrible y deforme rostro grisáceo del otro lado.
    —Tu Káiser se acerca —se burla el ser grisáceo, un fétido aroma como a muerto es percibido en el aire —y cuándo lo haga, lo mataré con mis propias manos.
    — ¡Dreck! —ofende la elfina, el ser del otro lado de la puerta no comprende la palabra, la puerta se regenera en un instante.
    La elfina camina en círculos durante casi una hora, lleva un par de días encerrada en ese cuarto y extrañamente no ha sentido hambre, ni sed.
    Se sienta en una esquina y le parece escuchar la voz de su amado —buenas noches, amor —responde ella sintiendo a Alois.

    —Pronto iré en tu rescate —promete el elfo mirando una estrella.

    —No vengas, es una trampa —advierte Adilaida preocupada.

    —Iré al mismísimo tártaros por ti, espera un poco, vamos en camino —dice el elfo tranquilizándola.

    La elfina sonríe —te amo, mi Phantomdieb.

    Durante las próximas cinco noches Alois y Adilaida se comunican a través de sus pensamientos, la mayoría piensa que la ausencia de la Kaiserina está haciendo que su líder enloquezca, únicamente Letzy y Jozlin logran comprender realmente lo que sucede.
    A la sexta noche llegan a los límites del Valle Prohibido; un lugar con flora y fauna extraña, especies que no se atreven a cruzar hacia otros países, plantas que no se esparcen más allá de ese valle, montañas puntiagudas y sin vida protegen el valle y el enorme y extraño castillo en medio.
    — ¿Creen que la tengan en el castillo prohibido? —pregunta Tempano refiriéndose a la elfina.
    —Imposible —responde Rem —ese castillo es propiedad de los destructores, la deben tener en una de estas montañas.
    —Pero hay muchas, ¿en cuál la pueden tener? —cuestiona la doncella.
    —Esa —Alois señala una de las montañas.
    — ¿Seguro? —pregunta Letzy.
    —Completamente, no sé por qué lo sé, pero ahí está ella —asegura.
     
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    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Miembro desde:
    20 Marzo 2012
    Mensajes:
    1,641
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Phantomdieb Y La Princesa 2
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    2468
    Parte III

    Siguen el resto del camino a pie, los pegasos se alejan, avanzan por un pequeño camino que lleva directamente hacia las montañas, repentinamente todos sienten que algo no está bien, se apresuran a esconderse tras troncos y rocas; Jozlin se tropieza, Fabián se lanza sobre ella para protegerla, un tridente es lanzado contra ellos, Alois se atraviesa y detiene el arma con su cuerpo, logra pararla antes de que dañe uno de sus órganos vitales, se saca el tridente dejando al descubierto tres pequeños agujeros en su pecho.
    — ¿Por qué? —pregunta el alquimista con la voz temblorosa.
    —Tú sabes, octava regla —responde el elfo escupiendo un poco de sangre.
    Jozlin mira a Fabián confundida, éste le devuelve otra mirada de confusión, no logra recordar esa regla.
    —“Mis ladrones, mi problema” —aclara Tempano.

    De la misma dirección que provino el tridente ataca una tritón, se abalanza sobre Alois con una cuchilla de coral en su mano, el elfo la somete con mucha facilidad, justo antes de poder aplastarle el cráneo a la atacante, un lobo de metro y medio de altura y casi cuatro de largo, de pelaje café oscuro y ojos negros se lanza contra el elfo, pero es detenido por Scorpio que con una sola pata lo deja inmóvil.
    El lobo no es rival para la enorme quimera que mide casi tres metros de alto y siete de largo.
    —Buen trabajo, amigo —agradece Alois que no estaba preparado para detener al lobo.
    El lobo se convierte en un licántropo, golpea el suelo con su puño y maldice su mala suerte.

    Amarran a ambos atacantes a un árbol utilizando un cable de acero que trae Tempano normalmente en caso de tomar prisioneros.
    Deciden interrogarlos antes de matarlos.
    — ¿Para quién trabajan? —interroga Rem amenazando a la tritón; aparenta un poco más de dieciocho años, piel azul oscuro con ojos completamente negros, usa un short de cuero blanco y una faja de piel color café oscuro que le da varias vueltas a su cuerpo.
    —Para nadie, cuando supe de la recompensa supe que el malvado Alois pasaría por aquí —responde mirando al elfo con ira.
    Alois levanta el tridente, lo estudia con mucha atención —ya veo —comenta serio —eres la hija de uno de los guardias del rey Xing Ling, lo que buscas es venganza.
    —Sí, mi padre era uno de sus generales, Corin Lo, yo soy su hija Xiel Lo, y seré quién te mate, maldito asesino —amenaza la chica.
    —Y, ¿cuál es tu historia, licántropo? —pregunta Rem, el licántropo tiene catorce años, cabello castaño oscuro, ojos negros, cola café oscuro, ropa de granjero licantrópico.
    —Soy, Jackal, mataste a mi hermano mayor, él era un bandido que aterrorizaba mi aldea natal, tú y tus bandidos lo mataron y a su pandilla, pero no busco venganza, solo quería la recompensa, detestaba a mi hermano —confiesa el licántropo con una expresión de alegría.
    — ¿Qué haremos con ellos? —consulta Letzy con el elfo.
    Alois se coloca frente a los prisioneros —mataría a tu padre de nuevo si fuera necesario, no me voy a disculpar —la tritón comienza a llorar —tú me agradas, Jackal, tienes la mentalidad de un mercenario, pero eso te hace más peligroso que ella —se queda en silencio durante unos minutos —regla cuatro, libérenlos.
    Tempano les quita el cable y se lo guarda —listo.
    —Conmigo el que quiera —le devuelve el tridente a la tritón.
    —No entiendo, ¿nos vas a dejar ir? —pregunta confundida Xiel.
    —No, les ofrezco la oportunidad de ayudarnos —dice Alois serio.
    — ¿Bromeas? —pregunta la chica.
    —Acepto —responde Jackal a la invitación.
    —Me da igual que hagas Lo, decide de una vez, vete o quédate —le da a elegir el elfo.
    —Yo… no entiendo…

    Entran al interior de la montaña que había señalado Alois como la correcta, se dan cuenta que hay una serie de túneles que imitan la forma de los corredores y habitaciones de un castillo que Alois, Tempano, Rem y Scorpio habían atacado hace varios años. Se separan individualmente, por excepción de Jozlin que sigue junto con Fabián.
    Alois se dirige directamente a la parte superior de la montaña, donde estima que se encuentra el responsable de haber secuestrado a su amada.
    Entra a un cuarto de roca ardiente con pequeñas fugas de magma que recorren algunas porciones de las paredes y el suelo, un ser bastante horroroso se encuentra esperando a Alois.
    —Bienvenido, ladrón fantasma —saluda el ser mostrando sus putrefactos dientes amarillentos.
    El elfo lo mira de arriba abajo, es quien supuso que sería. Frente a él se encuentra un silfo lich; de piel verduzca con varios agujeros por los que se pueden apreciar los huesos y carne podrida, con alas de silfo agujeradas que ya no sirven para volar; es un ex emperador de Baculus que usaba magia para imponer su poderío sobre los demás y así robar todos los objetos de valor del país, hasta que Alois y sus bandidos pusieron sus ojos sobre sus tesoros y fue asesinado por el elfo en un combate mano a mano.
    —No me sorprende que hasta en la muerte seas mal perdedor rey Magnum —dice el elfo burlándose.
    —Por tu culpa perdí mi reino, perdí mis riquezas, perdí mi poder —se queda en silencio mientras dibujo un circulo mágico en el aire —pero, tú perderás a tu amada, —se forma un agujero en el vacío que muestra la imagen de Adilaida en una habitación cerrada —la verás morir ante tus ojos —una criatura de fuego parecida a un león aparece en la habitación y ataca a la elfina, la imagen desaparece.
    —Morirás, bastardo, por segunda vez te mataré —amenaza Alois.
    —Y no solo eso, en este instante tus amigos están siendo asesinados por sus demonios —el lich ríe.
    — ¿Reviviste a sus peores enemigos? —cuestiona el elfo.
    —Sí —ríe psicóticamente.

    En ese momento cada uno de los bandidos se encuentra con su mayor enemigo o la razón por la que se convirtieron en ladrones.

    —Tú y yo somos iguales —dice Magnum entretenido —ambos somos asesinos y somos ladrones.
    —Mírate en un espejo antes de decir esas cosas, zombi de pacotilla, soy un asesino, soy un ladrón, soy muchas cosas, pero lo que he robado siempre lo reparto con los más necesitados, solo me quedo las armas y los estandartes y lo suficiente para sobrevivir, no me estoy excusando, y mucho menos contigo, —hace silencio durante un instante —pero, tú y yo no somos iguales.
    —Te engañas a ti mismo, inútil mortal, en lugar de estar rescatando a tus hombres sigues aquí charlando.
    —Novena regla, Magnum, “Se cada día más fuerte que el anterior” —recita la regla confiado —los demonios de mis amigos ya fueron derrotados una vez, se les hará aún más fácil derrotarlos ahora —presume Alois.

    Rem asesina a un zombi vampiro que se parece mucho a si mismo, —por los que han perdido un amor a causa de los celos de otro —dice frente a los restos de su enemigo.

    Letzy decapita a un zombi troll usando unas cuchillas de energía que salen de sus brazos —por los que han perdido a un hermano a manos de los invasores.

    Tempano masacra a un lich centauro utilizando su enorme hacha —por los que han perdido su hogar por culpa de la guerra.

    Fabián le destroza el cráneo a un lich elfo que tiene varias flechas incrustadas en su costado —por los que han perdido a sus familias —mira a Jozlin que aún tiene su arco tensado —y por el amor.

    Scorpio devora los restos de un zombi alquimista.

    Magnum puede sentir como los zombis y lichs que confiaba asesinarían a los hombres de Alois fueron completamente aniquilados.
    —Tsk, igual, no podrás salvar a tu amada —ríe.
    —Me das lástima, Adilaida no es una simple princesa, yo la entrené en el arte de la guerra —se burla el elfo.
    El rey lich dibuja un círculo y aparece la imagen nuevamente, lo que ve no lo deja para nada complacido; la criatura de fuego yace extinguiéndose a los pies de la elfina — ¡imposible! —grita desesperado —pero, no podrá contra esto —seis nuevas criaturas de distintos elementos aparecen en la habitación.
    —Creo que aún no lo entiendes, nos regimos por reglas—en ese instante una de las paredes de la habitación en la que está la Kaiserina se derrumba, Jackal y Xiel llegan en su auxilio.
    La imagen desaparece —te crees especial, ¿cierto?, con tu actitud prepotente, te crees todo poderoso —reclama el lich.
    —Lo sé, pero mi esfuerzo me ha costado ganarme este derecho, me he roto cada hueso de mi cuerpo en al menos una ocasión, perdí a mi familia, y me iré al tártaros por mis crímenes, pero… —se mueve rápidamente hacia el lich y le atraviesa el pecho con su puño —te mandaré allá primero.
    —Me imaginaba que esto terminaría así —el lich escupe sangre —por eso te maldigo, Alois, a ti y a tus descendientes.

    Las cuevas comienzan a retumbar, el techo comienza a ceder, Alois y sus bandidos escapan de la montaña.
    A las afueras, el elfo se encuentra con su amada, se lanzan el uno contra el otro y caen al suelo.
    —Te extrañé, princesa —le da un beso.
    —Yo aún más, mi Phantondieb —le devuelve otro beso.
    —Aww, que tiernos —dice Jozlin, al ver que se ponen demasiado cariñosos decide alejar al resto de la pandilla para darles privacidad.

    De una posa de magma que sale de las faldas de la montaña en la que acaban de estar, sale Magnum, malherido, aún más deformado y con cara de confusión.
    — ¿Quién soy? —se pregunta mareado.
    Camina hasta que llega a un grupo de ruinas en el Valle Prohibido, conocidas como El Templo del Tiempo, donde hay murales del pasado, presente y futuro de los tres continentes del planeta, se queda admirando una pintura perfectamente conservada en la que se narra la historia de Yggdrasil, un grupo de bandidos legendarios que vivirán por cientos de años, mira el dibujo de su líder, Asgar.
    —Eso es —se dice en voz baja — ¡debo ser Asgar!

    Alois y sus bandidos regresan al castillo del norte, los pegasos los levan y luego se pierden en la distancia, por excepción de Sleipner, que decide quedarse como fiel corcel del Káiser.
    La doncella elfina se atreve, se le declara a Fabián y le propone matrimonio, después de recuperarse de la impresión, el alquimista acepta.
    Jackal y Xiel pasan a ser parte del grupo de ladrones.

    En la sala del trono, Alois se encuentra aburrido mirando el vacío, deseando salir a robar algo, cuando Adilaida entra, se sienta en su regazo y le susurra algo a su amado, el elfo se sorprende, sonríe emocionado y besa a su amada mientras acaricia su vientre.
     
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    Sheccid

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    Creo que ya me imagino que te dije supuestamente, je,je.
    Siento no haber comentado antes mi vida, pero ya ves que el orden es lo primero.
    Me encantó el capi, además de que me ayudó un poco a entender el pasado de los bandidos. Otrtografia impecable como siempre, asi que sin más que decir (aparte de que me encantaron los dos capitulos) me despido por el momento XD
     
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