Contenido oculto: Quinta Ronda: Una canción, un drabble - Edición Extrema Pesar Débil. Agotada. Una pequeña niña agobiada por un calor implacable. Exhausta, pero sin poder dejar de andar. Todo es confuso y abrumador, a su alrededor no hay nada, no hay nadie. Inhalar el aire ardiente del ambiente la sofoca. El suelo le quema los pies, se nota árido, sin vida. La luz implacable a su alrededor tiñe todo de un blanco cegador. Cada paso, arrastrando los pies, desgasta la poca fuerza que le queda, el suelo irregular lleno de baches y piedras la hace tropezar sin cesar. La pequeña inhala y exhala con fuerza, su respiración agitada no logra encontrar una brisa fresca y eso la desespera, la aterra, la enloquece. Los gritos de ayuda se quedan atorados en su garganta, aquel calor infernal no la deja recordar si hay alguien que pueda ayudarla. El tiempo se alejó de su lado hace kilómetros, la dejó sola y a su suerte en aquel espacio interminable, donde al parecer da vueltas sin cesar. Los padres de la pequeña niña no pueden hacer otra cosa que observar impotentes, como su hija se agita inconsolable sobre la cama del hospital donde reposa, mientras el virus que la aqueja desgasta su pequeño cuerpo. Ante sus ojos, la niña balbucea, grita, sufre por la tremenda fiebre que la agobia y no la deja en paz. Lágrimas de desesperación y frustración recorren los rostros de los padres, el llanto no les sirve de nada. Solo pueden esperar y rogar que su pequeña se recupere de aquel extraño virus. El tiempo los atormenta alargando cada segundo a más no poder, mientras el espacio de aquel pequeño cuarto de hospital parece ser un mundo extraño.
