Long-fic Pesadilla infecciosa.

Tema en 'Fanfics sobre Videojuegos y Visual Novels' iniciado por Cygnus, 11 Mayo 2014.

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    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

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    Pesadilla infecciosa.
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    6
     
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    Hola, no suelo hacer esto, pero el día de hoy traigo una adaptación de un videojuego indie que me ha parecido sumamente interesante. Se trata de Infectious Nightmare, un juego indie corto y en 2da dimensión desarrollado por completo por una sola persona, que se mantiene en el anonimato bajo el nickname de Yotabana. Por lo tanto, gran parte de los créditos son para él o ella. Yo sólo realizo la adaptación a fanfic de su planteamiento con todo lo que conlleva así como la labor de traducción al español de ciertas cosas importantes (no hay narración, así que ésa va por mi cuenta). Por supuesto, al ser un fanfic me he tomado muchísimasas libertades, pero a grandes rasgos la trama es así.
    Obviamente, no es necesario que lo conozcas, de hecho es mejor si es así. Aquí te lo daré a conocer bajo mi propio estilo.

    Lo hago porque me parece que el juego es muy bueno, y como no tiene mucho tiempo de haber salido es buena hora para hacerle promoción :)
    Sin más, aquí está mi fanfic.


    ________________

    “Pesadilla infecciosa”.



    “De pronto, tuvo lugar un ensordecedor sonido de una explosión... Los remolinos de polvo y el olor concentrado de humo se mezclaban en el ambiente.

    Todo era confuso y oscuro a mi alrededor. No podía entender nada...

    Un olor extraño se hizo presente... como si algo en algún lugar se estuviera quemando...

    Oscuridad. Repentina oscuridad...

    ...¿cuánto tiempo ha pasado desde entonces?”



    . . . . .


    —Hellen.

    La joven abrió los ojos lentamente. La luz era cegadora... Sólo un segundo de contemplar su alrededor fue suficiente para que su vista se lastimara y volviera a la oscuridad.

    —¡Hellen!
    —Hmmn...

    La luz volvió a hacerse presente. La muchacha abrió los ojos, esta vez de forma decidida, y notó que su espalda tocaba el frío suelo. Sólo vio unas luces fijas y blancas en el techo, que difuminaban con su resplandor todo lo demás. Cubrió sus ojos de los violentos destellos, e hizo una mueca débil.

    —¡Hellen! —volvió a exclamar una chica que se encontraba arrodillada frente a ella, y luego su expresión endurecida se suavizó al verla despertar—. Bien, bien... realmente estaba muy preocupada porque no despertabas...

    Hellen se incorporó lentamente, sentándose con debilidad, y observó a su alrededor. Parecía estar en una habitación completamente desconocida para ella. Era amplia, oscura y sucia; el suelo estaba lleno de manchas extrañas y las paredes presentaban fisuras inquietantes desde su base hasta el techo. Había algunas camas viejas a su alrededor, como si se tratara de la sala común de un hospital abandonado hace años.

    Se percató también de la joven que la observaba fijamente, justo al frente suyo. Una chica que también parecía de unos 14 años de edad, muy semejante en rasgos a ella misma.

    —¿Ah? —preguntó casi para sí misma, aún atolondrada—. ¿Hay... otra yo?

    —Hellen... ¿aún estás dormida?


    Hellen se frotó los ojos y observó mejor a su interlocutora, aún con la cabeza reventándole de dolor y confusión.


    —¿Quién... eres tú? —preguntó al fin.

    —Ehm... ¿no me conoces?

    —Lo... siento— contestó, más confundida aún, con la mirada extraviada—. Pero fuera de eso, también quisiera saber por qué estoy durmiendo en un lugar como éste... Por alguna razón... no logro recordar absolutamente nada.


    La misteriosa muchacha que la observaba se incorporó, sorprendida, y retrocedió un poco, como si no pudiera creer las palabras de Hellen. Observó a su alrededor, en silencio, tratando de ordenar sus ideas, y luego volvió a dirigirse hacia la joven.


    —Tú... ¿en verdad no recuerdas nada de lo que pasó?


    Ambas quedaron en silencio un momento. Hellen parecía tener la vista perdida en el suelo, como si se extrañara consigo misma por no poder traer ni siquiera un mínimo recuerdo a su memoria. ¿Por qué estaba ahí, en ese sitio tan misterioso y deplorable?


    —Bien, entiendo... —le dijo al fin la chica—. En vista de eso... supongo que tendré que explicarte las cosas en orden. Primero que nada, yo soy Cru. Hellen... ¡soy tu hermana gemela menor!

    —Gemela... —balbuceó Hellen, pensativa.

    —Y sobre lo que está ocurriendo, aquí... yo desperté un poco antes que tú, Hellen, y simplemente te encontré a mi lado, desfallecida... pero... por qué estábamos ambas desvanecidas en este lugar tan extraño e inquietande, eso no lo sé... —Cru respiró hondo, desviando su mirada, y agregó—. Ésa es la única cosa que no logro recordar tampoco...


    Hellen, recuperándose un poco de su anterior debilidad, miró a los ojos a su hermana.


    —Entonces básicamente, Cru, tú tampoco sabes qué está ocurriendo, ¿verdad?

    —Exacto... lo siento —dijo Cru tristemente, desviando su rostro hacia otro lado. Caminó en dirección contraria unos pasos, y al detenerse bruscamente, agregó—. Pero sí recuerdo todo acerca de ti, Hellen. Tú eres, después de todo, y a pesar de ser un poco cobarde, esa hermana mayor a la que puedo acudir en momentos de necesidad.


    Sonrió débilmente, mientras Hellen se le acercó despacio, con temor.


    —Cru... —se detuvo, meditando lo que iba a decir—. Ya veo... En verdad, es muy extraño que ni siquiera pueda recordar nada acerca de mí... ¿no? Pero... gracias —una sonrisa tímida se dibujó en su rostro.


    Trataba de controlar su respiración agitada. Ciertamente estaban completamente solas, las dos, en un lugar desconocido e inquietante. Nadie podría determinar con exactitud qué ocurriría con ambas, sobre todo con ella, cuya dificultad agregada era que no podía recordar nada.


    —¡Por ahora no puedes recordar nada, pero ya verás que lo lograrás! —exclamó Cru, tratando de animarla—. Pero, no parece que vayamos a poder escapar de este lugar si seguimos simplemente aquí paradas, así que sugiero que caminemos un poco para irnos a casa. ¿Sí? Mira... prácticamente acabamos de despertar de un profundo desvanecimiento, así que quizá podamos ser capaces de recordar qué ocurrió después de un rato, ¿no crees?


    Hellen observó un momento a Cru. Los rasgos de ambas chicas eran idénticos, salvo que el color del cabello de su hermana tendía a ser ligeramente más claro. Se culpó a sí misma un momento por mantenerla preocupada durante todo ese tiempo.


    —Tienes razón, Cru. Este lugar me está dando escalofríos, y no se escucha un solo ruido alrededor, así que muy probablemente estemos solas y no haya personas cerca que nos puedan ayudar. Efectivamente, si nos quedamos aquí no lograremos absolutamente nada. Así que, ¡de acuerdo! Vamos, entonces —le sonrió de vuelta, con cierto brillo en los ojos—. Gracias, Cru...

    —Sí...


    Con los nervios destilándoles por cada poro de sus cuerpos, ambas muchachas comenzaron a andar hacia la única puerta que encontraron a la vista. El suelo crujía bajo sus pies, y el silencio era tan sepulcral que hasta el aire podía percibirse silbando a ratos. Las luces del techo finalmente no eran lo bastante intensas como para iluminar cada rincón de la estancia, por lo que las paredes se percibían oscuras y tétricas. Cuando Hellen empujó la puerta para salir, sintió que el corazón le palpitaba fuertemente en su pecho.


    —En verdad tengo miedo... —murmuró, cerrando los ojos.

    —Tal vez... ¿pudiéramos tomarnos de la mano? —propuso Cru, a su espalda.

    —Uhm... estaré bien —contestó Hellen, más nerviosa aún, y se coló por la salida.


    Sólo salieron de aquella estancia para encontrarse con otras mucho mayores que desembocaban en muchos rincones tan oscuros, como misteriosos y aterradores. Las luces eran inestables, como si existiera un corto circuito que a momentos las dejaba en penumbras y luego volvían a encenderse unos segundos. Las estancias estaban compuestas de más camas de colchas arrugadas y manchadas de algún líquido oscuro para ese momento, que le hacía recordar a Hellen a algún hospital de olores desagradables, pero sin ningún ser humano a la vista.


    —¿Hay algunas cosas útiles para nosotras en este lugar? —preguntó Cru, asomándose a un mueble de vidrios rotos.

    —No lo creo... —dijo Hellen, procurando no apartarse de ella ni dos metros —hay... algunas cosas que parecen medicinas, pero no creo que sepamos mucho de ellas o cómo usarlas... Oh, pero mira, ¿qué hay de esto? —dijo de pronto, tomando algo entre sus manos.

    —Vendajes...


    De repente, una punzada de dolor llegó hasta la cabeza de Hellen. Fue lo suficientemente intensa como para parecer una migraña abrupta, que la hizo soltar un grito de desesperación. Llevándose las manos a las sienes, permaneció inclinada mostrando una mueca dolorosa durante algunos segundos.


    —¿Hellen? —preguntó Cru, preocupada, tocándole el hombro a la aludida.

    —Estoy bien... estoy bien... listo... sólo... mi cabeza me estaba reventando. Ya estoy mejor —Hellen se apoyó en el mueble roto, abriendo y cerrando los ojos para tratar de recuperarse, y luego observó de soslayo a su hermana—. Discúlpame. Ya estoy mejor...

    —Bien, bien... —contestó Cru.

    —Pareciera como si... —dijo Hellen, interrumpiéndose un momento, y luego continuó—. Pareciera como si te estuviera trayendo preocupada todo el tiempo, ¿no es así? Como ahora mismo, de nuevo... en verdad lo lamento. Deberíamos continuar. No hace casi nada que despertamos y este lugar ya me está enfermando. La atmósfera es tan pesada... vámonos, vámonos...


    Cru guardó silencio unos instantes, pensativa, luego continuó avanzando a paso lento por la oscura estancia, intentando hallar la salida. Hellen la siguió al punto, preocupada de separarse eventualmente y que las cosas empeoraran. Por lo menos se tenían la una a la otra en aquellos momentos.

    Había algunas mesas, junto a la hilera de camas destendidas, cuyos manteles se hallaban estropeados por el paso del tiempo, y la comida de los platos se encontraba tan podrida que a juzgar por su estado, era increíblemente difícil poder decidir qué color hubiera presentado originalmente antes de llenarse de hongos.

    Hellen caminaba temerosa tras su hermana, volteando a su alrededor con los ojos desorbitados, intentando captar alguna señal de que ese complejo tuviera alguna salida. Pero la pesadez de ese sitio comenzaba a hacer estragos en sus nervios.


    —No necesitas forzarte a continuar viviendo —escuchó de pronto, claramente, una voz sepulcral.

    —¡¿Ah?!


    Cru volteó a verla de reojo.


    —¿Qué ocurre Hellen?

    —¿Escuchaste eso?

    —¿Escuchar qué?


    Hellen calló unos instantes, con el corazón queriendo salírsele por la garganta.


    —Nada —contestó finalmente, segura de que su mente le había jugado una mala pasada.


    Las voces de ambas chicas, así fueran murmullos, resonaban por las paredes propias de una sepultura. Nada, salvo sus propios pasos, su respiración e incluso sus latidos, podían escuchar en aquel sitio infernal.


    —Unas escaleras... —señaló Cru.


    El rostro de Hellen se iluminó.


    —¡Es por ahí donde debe estar la salida! ¡Vamos!

    Siguieron ambas la dirección de las escaleras abajo, que presentaban un ligero destello de luz al final de ellas. Hellen tenía la esperanza de que al fin la pesadilla terminara y pudiera ver de nuevo la luz del sol.

    Sin embargo, al bajar por ellas, el escenario continuaba siendo desolador, incluso aún más.
    Las paredes se hallaban todavía más desgarradas y maltratadas en esa sección del complejo, y en el suelo podían percibirse misteriosas manchas oscuras, insistentes hasta el fondo del pasillo.


    —...¿Sangre? —susurró Hellen—. ¿Es... sangre? Algo... algo ocurrió aquí... tal vez...

    —Se ve terrible... Deberíamos ir con cuidado.


    Las jóvenes siguieron caminando por el amplio pasillo que desembocaba en una enorme puerta. Era muy pesada, pero combinando las fuerzas de ambas, lograron empujarla al fin y colarse por el hueco que dejó.
    Finalmente, la nueva estancia se encontraba más iluminada que las anteriores y parecía darles esperanza de salir a ambas jóvenes.

    Caminaron un tramo en silencio, casi temblando de miedo y nervios.


    —Uhm, Cru... —murmuró Hellen, sin detenerse. La voz parecía temblarle.

    —¿Qué ocurre?

    —Yo... quiero decir, por alguna razón... por ser la única que perdió por completo su memoria, en verdad lamento estar siendo una molestia para ti todo el tiempo...

    —No, no es así —contestó Cru en un murmullo—, y tampoco es tu culpa... así que no tienes nada de qué disculparte, Hellen.

    —Sí... —dijo Hellen, meditabunda, y agregó—. Bueno, creo que al final, si yo me hubiera encontrado sola, no hubiese sabido nada de lo que ocurrió y me sentiría desesperada. Pero como tú estás aquí, para mí, Cru... puedo sentirme de cierta manera un poco más relajada, a pesar de que las cosas estén... así.


    Le dedicó una sonrisa, mientras seguían caminando con cuidado por aquel extraño lugar.


    —...gracias —añadió finalmente.

    —... Sí. Bueno... una tiene que trabajar más duro cuando tiene a una hermana mayor tan cobarde.

    —Uff.. vaya costumbre que tienes de contestar de esa manera —murmuró Hellen.


    De esa forma, las jóvenes fueron conversando a la par que seguían buscando una salida. Cru le contó muchas cosas a Hellen sobre ella misma las cuales desconocía por su misteriosa pérdida de la memoria. Acerca de cuando ambas cumplieron 14 años... acerca de la casa, acerca de la escuela... y muchas otras cuestiones de la vida cotidiana.


    —Ah, mamá y papá... —dijo Hellen, curiosa—. Dime, ¿qué clase de personas eran ellos? Dios mío... ¡ni siquiera soy capaz de recordar cosas como ésas!


    Cru se detuvo de súbito, dejando incluso avanzar unos metros a Hellen, hasta que ésta notó la parada abrupta y también se detuvo para voltear a verla extrañada. Cru habló:


    —Sería genial... si ellos dos estuvieran bien en estos momentos, ¿no es así? —Cru desvió la mirada y se acomodó lentamente el cabello—. Fuera de lo que representaba su asfixiante trabajo, ellos eran muy buenos y realmente te amaban, Hellen. Insisto... en verdad sería genial que ellos estuvieran bien en estos momentos, y no se hallaran atrapados así como nosotras en algún lugar extraño.

    —Entonces... ellos deben estar muy preocupados, ¿no es así? Ay, Cru... necesitamos salir de este lugar cuanto antes...

    —Sí... vamos a apurarnos..


    No tuvieron que avanzar mucho más para encontrar una puerta cuyo máximo resplandor exterior le hizo dar un vuelco de alegría al corazón de Hellen. Tomó del brazo a Cru, alegre, y apuró sus pasos para por fin salir de ese hospital maldito.

    Al empujar con premura la puerta, se dio cuenta que efectivamente, había salido de aquel horrible lugar al fin...
    Pero...
     
    Última edición: 11 Mayo 2014
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    Rein

    Rein Once

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    Me gusta bastante tu forma de narrar, ¿te lo he dicho? No, creo que no. Es tan... Fácil de entender e imaginar; puedo decir que sencilla... Pero no es por ofender, de verdad. Además, de que no hay errores<3 Bueno, sólo uno: has escrito "inquietande". ¿No es inquietante? Si me equivoco, házmelo saber. De ahí en fuera, todo maravilloso.
    Entiendo que es un juego... Suena atractivo, lo jugaría, si tuviera anti irás mi pc(?) y tiempo. ¡Oh! Y miedo(?). Estoy segura que es de terror.
    Espero el siguiente capítulo. RÁPIDO. Okno.
    Saludos.~
     
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  3.  
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    Pero...

    Pero qué D: Cygnus, esto no se hace ;-----; Se puede palpar el misterio que envuelve el fanfic, lo tétrico de algunas escenas, y me gusta la personalidad de ambos personajes. Tienes una manera de narrar muy amena, no cansa y amo eso<3. La descripción ambiental muy buena, me pude imaginar cada escena e ir con ellas, no me perdí en ningún momento, ni tampoco sentí que todo pasó muy rápido o estuvo falto de algo. Me gustó bastante este primer capítulo.

    Como es el primero, obvio que aún hay muchas lagunas y dudas. Sobre todo, quiénes son estas chicas y qué está sucediendo, porque Hellen perdió la memoria y Cru no. Aunque ambas no saben lo que sucede, por lo menos Cru la recuerda. También me gustaría saber donde están, y que ha sido de sus padres y las demás personas.

    Una cosa que me gustó mucho es que no haces párrafos largos que puedan cansar la vista y aburrir. Me he topado con escritos así, en más de una ocasión por ese motivo lo leo por encimita, pero con tu primer capítulo eso no pasó<3. Me gusta como pinta la historia, así como también quiero saber qué misterios se trae y que va a pasar con estas chicas.

    Espero que la continúes, Cygnus<3
     
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    Kohome

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    Pero... en serio... ¡¿Pero?! ¿Me dejarás con tremenda incertidumbre? -_-

    Bueno, por lo que veo, será puro suspenso y cierto terror, ¿no? Por un momento me sonó a ese vídeo juego donde dos gemelas encuentran una cámara fotográfica y, para eliminar a los enemigos, deben esperar a tenerlos cerca y tomarles la dichosa foto. Pero no, ese ya es viejo.

    Veo que hiciste mucho énfasis en las manchas de extraña procedencia (?), yo creo que sí es sangre, y que de allí no salen en un buena rato xD.

    Me gusta, tu propuesta es interesante y sin nada de gore, en verdad espero ansiosa la conti.

    Ya sabes en dónde está mi perfil (?).
     
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  5.  
    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

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    @MrKushina @Alessandra @Kohome @Yukionnatifa listo el segundo capítulo ^^ (desde hace dos días).
    Lamento que éste sea un poco más largo, pero es que no deseaba cortarlo. Será el único así. Muchas gracias a todas por sus comentarios, espero que el relato les siga pareciendo de interés. Cualquier cosa que no se entienda, pueden decirme. Y Kohome, no, no es esa historia c:
    Vuelvo a insistir. Idea original y personajes le pertenecen a Yotabana. Mi labor se centra en su transformación a formato de historia, narración, traducción y algunas libertades que me he tomado y que no afectan a la idea principal.
    Sin más, aquí el segundo capítulo de Pesadilla Infecciosa :)


    ___________

    2.


    El ambiente se corrompió tan pronto como puso un pie fuera del viejo hospital, o lo que sea que fuese.

    El cielo no contaba con su brillo característico o su profundo azul, sino que era negro como la más cerrada de las noches, así como el mismo suelo.

    Sólo un camino de luz de neón brillaba frente al par de jóvenes. El horizonte se dibujaba del color del carbón, hasta donde sus ojos podían contemplar.

    Todo era tan irreal como sólo en los sueños podría imaginarse. Las cosas comenzaban a carecer de sentido para Hellen.


    —¿Ehh? —dijo, a manera de ahogar un grito de sorpresa al verse en un entorno tan onírico.


    Avanzó desconfiada unos pasos por la oscuridad infinita, siguiendo el camino de luces brillantes. Los pies le traicionaban, sus temblores amenazaban con derrumbarla. Cru la observaba.


    —Pero... esto... —balbuceó Hellen—. ¿Qué demonios es esto? ¿Qué está pasando aquí? ¿Podría ser acaso... que estemos sumergidas en el más profundo de los sueños aún...?

    —Si esto fuera un sueño, lo único que nos quedaría por hacer es despertarnos... pero por lo menos yo tengo la conciencia bastante clara... —contestó Cru, volteando a su alrededor—. Aún así, me pregunto qué está pasando con nosotras.


    Hellen se quedó impávida unos segundos, luego siguió el hilo de la conversación.


    —Entonces... Cru, entonces, tal vez lo que haya ocurrido es que nosotras estemos... bueno, que nosotras hayamos muerto...

    —Vamos, calma, calma... todo está bien —contestó Cru, y después de unos segundos, se acercó decidida hasta donde Hellen se encontraba.


    Hellen la observó en silencio, y Cru, una vez frente a ella, súbitamente levantó una mano y le oprimió con violencia sus mejillas. Su hermana enseguida se quejó por el dolor y retrocedió, cayendo.


    —¿Qué haces? —exclamó, adolorida, sobándose el rostro.

    —¿Lo ves? Aún puedes sentir dolor, ¿no es así? —dijo Cru, seria, y agregó—. Además, tu rostro está tibio, Hellen. Estamos vivas...


    Hellen la observó en silencio, sin saber qué decir.


    —...sí —dijo al fin—. Cru, desde que desperté... y constantemente, he sido la única que ha recibido ayuda... —giró su rostro hacia un lado, hacia el negro firmamento—. Dime... ¿siempre ha sido así? Quiero decir, ¿antes de perder la memoria ya era así?

    —Bueno, era como... —contestó Cru, arrastrando las palabras.

    —Como que siempre he estado en las nubes... y siempre la he necesitado de ti, ¿cierto?

    —Diría que sí, Hellen.

    —Entiendo... en todo caso, pareciera como si yo siempre hubiera sido una hermana mayor buena para nada... —dijo Hellen, tristemente.


    Cru soltó una risilla curiosa al oír aquello. Le dio la espalda a Hellen y caminó unos pasos hacia ninguna parte.


    —Yo tengo... —comenzó a decir.


    Hellen la observó desde su lugar, con intriga.


    —No tengo a nadie más que a ti, Hellen —dijo seriamente Cru.

    —Ehh...

    —Te amo, Hellen.

    —¿Qué? —espetó muy sorprendida.


    La aludida sintió una punzada extraña en su estómago con aquello, abrió sus labios. El silencio que invadía aquel extraño universo negro pareció profundizarse durante los siguientes segundos.


    —Sólo bromeo... —dijo Cru al fin, con la misma seriedad, quebrando el silencio.

    —Graciosa... —murmuró Hellen, desviando su rostro—. Sólo te burlas de mí, ¿cierto?

    —Sí, sí —contestó Cru, con una media sonrisa—. Si logras mantenerte así de enérgica, entonces no tendrás problemas.

    —Hmm... —musitó Hellen, con cierto sonrojo, y observó a su alrededor—. Creo que, aunque este lugar no tenga sentido alguno, deberíamos continuar caminando y buscar también una salida. Eventualmente regresaremos a algún punto conocido y entonces recordaremos todo.

    —Sí —suspiró Cru.


    Hellen se acercó de nuevo a su compañera.


    —Vamos las dos a salir de aquí, juntas... y regresar a donde... no sé, a donde deberíamos estar originalmente o algo... ¿está bien?

    —...Por supuesto. Creo que juntas, podemos lograrlo. Así que... bueno, continuemos.

    —Sí...


    Ambas observaron a su alrededor, pero no parecía haber indicios de que ese sitio tuviera efectivamente una salida. Hellen se adelantó esta vez, siguiendo el único camino brillante en aquel sitio carente de cualquier otra luz, y Cru le siguió de cerca. Avanzaron un trecho considerable, en donde nada más parecía tener sentido más que seguir ese rastro luminoso que se iba dibujando a sus pies. Esta vez parecía que no había lugar para charlas.


    Finalmente parecieron arribar a donde aquel camino terminaba. Un enorme cuadro de luz en el suelo.

    Sin decir una palabra, Hellen se adelantó a entrar en él, su hermana la imitó y ambas se vieron sumergidas en un resplandor increíble, sin explicación y sin ningún otro motivo.

    La luz las engulló.

    Y terminaron adentrándose, juntas, en una dimensión extraña.




    —¿Qué rayos? —exclamó Helen, cuando la luz cegadora fue disipándose lentamente.


    Ahora ya no estaban más en aquel entorno negro y desagradable. Esta vez parecían encontrarse en un sitio muy ameno. Estaban sin duda dentro de un edificio iluminado y limpio.


    —Este lugar es... —dijo Cru, y cortó su voz.


    Hellen avanzó unos pasos, nuevamente la sala donde se hallaban estaba vacía, sin personas. Pero ese lugar... de cierto modo... era tan familiar para ella...
    Se sumergió en algún pensamiento, dejando escapar su vista por los rincones del edificio. Desde ese momento no fue capaz de emitir alguna opinión, su mente trabajaba velozmente por reconocer ese sitio en donde probablemente ella había ya estado antes, en alguna ocasión.

    Cru la tomó suavemente del brazo y su hermana reaccionó enseguida.


    —Caminemos por acá —le murmuró, como si sacarla bruscamente de sus meditaciones la lastimara.

    —Este lugar... —dijo Hellen, con la mirada profunda—. Una escuela...

    —Una escuela, sí, Hellen...

    —La escuela a la que nosotras fuimos...


    El rostro de Cru se tensó de sorpresa, y el de Hellen volvió a fruncirse de dolor. Nuevamente la cefalea le regresaba, de forma quizá más intensa que como le atacó en el viejo hospital donde momentos antes se hallaban. Sintió cómo una luz intensa le cegaba por unos instantes. Se llevó nuevamente las manos a la cabeza, intentando respirar profundo para que el dolor pasara de una vez.


    —Hellen, tú... si tratas de recordar mucho algo, tu cabeza te duele, ¿no es así? —preguntó con cuidado Cru.

    —Eso parece... —le contestó su hermana—. Aún así, regreso a la normalidad casi inmediatamente. Es un dolor fugaz... ya estoy bien.

    —Entonces —dijo Cru, acercándose y tomando su hombro —lo mejor será si tratas de hacer regresar tus memorias poco a poco... poquito a poquito... sin realizar un esfuerzo excesivo...

    —Sí... eso creo.


    Cru la observó a los ojos unos instantes para asegurarse de que su hermana se hallaba mejor, y luego distrajo su vista con algún movimiento que ocurrió a su derecha.


    —Hellen, ¡por allá! Mira...


    Las jóvenes percibieron unas siluetas extrañas que se deslizaban por los pasillos de la escuela. A pesar de no poder distinguir sus rostros, se dieron cuenta que finalmente no se encontraban tan solas como pensaban.


    —¡Ah! Hay personas aquí...

    —Se ven como personas, pero... tal vez sean... ¿sombras?

    —¿Sombras? —preguntó Hellen, para confirmar, y observó detenidamente a la gente que vagaba por la escuela. Efectivamente, se veían como personas pero sin rostro definido—. Bueno, Cru... ¡tal vez debamos intentar pedirles ayuda!

    —Ehm...


    Hellen la observó, inquisitiva.


    —Justo como lo pensé, tú tienes cierto valor en algunos... aspectos extraños, Hellen...

    —¿Qué quieres decir con “justo como lo pensé”? —dijo Hellen, y luego añadió—. Cru, recuerda... a partir de ahora, cualquier pista o indicio que podamos encontrar en este lugar sobre dónde estamos o qué es de nosotras... debemos aprovecharlo. Así que... bueno...


    Hellen se acercó a una de las siluetas que caminaba por los pasillos.


    —Uhm... oye, disculpa... mi nombre es Hellen y...


    El sujeto en cuestión continuó avanzando sin hacer el mínimo caso a las palabras de la muchacha


    —¡Hora de irse a casa a jugar videojuegos! —decía para sí mismo, muy alegre, y se alejó, yéndose de la escuela.


    Hellen se quedó de una pieza al contemplar el comportamiento de aquel sujeto, que la había dejado hablando sola, y se dirigó a Cru.


    —Heh. Me ignoró...

    —No, más bien es como si esa persona no pudiera vernos. Tal vez. Así como también nuestras voces, quizá, no llegan hasta sus oídos. Extraño...

    —Pero nosotras sí podemos tocar cosas de aquí. Eso es... más extraño aún. Por cierto —continuó Hellen, volteando a su alrededor—. Algunas de estas personas están en nuestra clase, como ése que justo se acaba de ir apenas terminaron las sesiones. Le conozco.

    —Así que... después de todo puedes recordar cosas tan insignificantes como ésa, ¿huh? —dijo Cru, con una risa seca.

    —Arf.. ¡Lo siento! —se excusó su hermana, avergonzada de no poder recordar otras cuestiones de mayor relevancia como la misma existencia de Cru—. Oh, pero, ¡claro! Si nadie puede descubrir que estamos aquí, entonces... quizá sea buena idea acercarnos a escuchar algo que pueda ser de relevancia para nuestras preguntas, ¿no lo crees? Alguno de ellos quizá nos dé alguna pista... yo no recuerdo qué sucedió que dejé de asistir a la escuela...

    —Parece que ya te estás adaptando, ¿eh, Hellen?

    —¿Tal vez? Bueno... bueno. Pero vamos, andando, que estando aquí paradas nuevamente, no vamos a sacar nada provechoso. ¡Por lo menos ya estamos en un lugar que nos es conocido! —sonrió y agregó—. Aunque eso no cambia el hecho de que nos sintamos tan inquietas por todo lo que nos está ocurriendo... Tenemos que hacer algo para revertir esto y salir de aquí. ¡Tenemos que ir a casa de una buena vez!
    —Yo... cuento contigo... hermana mayor.

    —Claro... sólo en estas situaciones... —murmuró Hellen.


    Cru calló, y se limitó a seguir nuevamente a su hermana, de cerca. Había muchos jóvenes alumnos en los pasillos de la escuela, asomados tras las ventanas de las aulas o corriendo de un sitio a otro. Pasaron a su lado algunos profesores, ignorando algunas travesuras que de cuando en cuando cometían los muchachos. Alguno pateaba un balón en un área prohibida de la escuela. Otros platicaban entre sí, sentados contra la pared.
    Y absolutamente todos ignoraban la presencia de las dos peculiares gemelas que caminaban en busca de alguna pista.

    El barullo era ensordecedor en ciertas áreas de la escuela, parecía que muchos estaban muy contentos, salían corriendo del edificio jugando a las carreras, y ambas llegaron a escuchar un “¡Viva! ¡Ya no hay clases!” exclamado de algún muchacho un tanto irresponsable que quería ganar pronto la salida para irse a su casa a seguir con su ocio.

    Algunos otros jóvenes, sin embargo, se hallaban temerosos. Unos, dentro de sus aulas, aún aguardaban algo, sentados en sus sillas, con las miradas perdidas y temblorosas. Las clases, por alguna extraña razón, se habían suspendido aquel día.


    —Hellen.


    La aludida volteó hacia donde su hermana le hablaba, y se acercó a un par de jóvenes que conversaban entre sí. Se encontraban recargados en el barandal de la escalera hacia la planta alta, y hablaban en voz queda. El par de chicas se acercaron confiadas a escucharlos, sabiendo que eran invisibles de alguna forma para ellos.


    —¿Ya escuchaste? —le dijo uno a su compañero—. Acerca del director...

    —Sí... el maestro dijo que había fallecido... pero parece que fue suicidio, ¿no es así?

    —Sí... y es más. Escuché que se colgó.

    —Pero... pero ¿por qué? No lo puedo entender... el director siempre estuvo tan jovial, y realmente... bueno, no recuerdo haber visto algo inusual en su comportamiento, ¿o tú sí?

    —Bueno.... ya ves que dicen que no puedes juzgar a la gente por su apariencia.

    —Oh, y bueno... Creo que escuché que hubo aún algo más aparte de esto...

    —Sí, sí, bueno, es un rumor como muchos, claro, pero... parece ser que el cuerpo del director simplemente desapareció.

    —¿Qué? ¡Vaya, qué espantoso!

    —Sí. Parece ser que todo esto ocurrió dentro de la oficina del director, pero dicen que después de que la primera persona lo vio colgado y fue a pedir ayuda, cuando volvió, el cuerpo había desaparecido como si nunca hubiera pasado nada ahí...

    —Oh... quizás el hecho de que la puerta del director esté cerrada desde entonces esté relacionado con todo esto, ¿no crees?

    —Bueno, de hecho escuché que la llave de esa puerta se perdió, por eso es que no pueden abrirla. O algo así.

    —Pues tal vez ése haya sido el deseo del fantasma del director... ¡Uh!

    —Bueno, bueno... pero... pero al final, todo esto es un rumor, ¿no?
    —Sí, sí. Simplemente una historia más de esas que hacen para espantar a la gente. Rumores hay aquí a diario.

    —Tal vez...

    —De hecho sería más fácil escuchar lo que tiene que decir el maestro que vio primero al director colgado en su oficina... ¿no?

    —¡Para que hable con nosotros estará realmente difícil! —rió el chico y bajó las escaleras, seguido de su compañero, para seguramente terminar la charla camino a casa, ya que las clases habían terminado.


    ....


    —Hey, Cru... —murmuró pálida Hellen—. Sabes... tengo el presentimiento de que ya había escuchado este rumor antes... bueno... esto de lo que ocurrió con el director, siento que ya había escuchado algo... en serio. Y eso es... quiero decir, eso sería increíble, Cru... Y bueno, seguramente esto sonará estúpido, pero... ¿tal vez estemos... en el mundo del Pasado?


    Giró su rostro a otro lado, por haber soltado semejante teoría.


    —Hmm... un tema del que ya habías escuchado antes, en un lugar en que te sientes tan familiarizada... Bueno, tal vez lo que dices sea cierto —concedió Cru.

    —Desperté en un lugar en el que creí nunca haber estado antes —explicó Hellen—, pero poco a poco las cosas se han ido conectando... y además esta escuela... Sí, las cosas están muy extrañas... —se recargó en el barandal y trató de calmar su respiración y su pulso—. Algo absolutamente inverosímil nos está pasando...

    —Hmm...


    Cru se recargó a su lado.


    —Odio decir esto —le respondió—, pero Hellen, aunque pudieras comprender la situación, si no haces nada para cambiarlo, entonces nada va a ocurrir —la miró de nuevo—. Vamos a intentar hacer lo mejor que podamos para lograrlo, Hellen.


    De repente, un par de hombres subieron por la escalera en la que ellas estaban localizadas. Parecía que iban charlando sobre un tema muy trascendente. Cru los señaló.


    —Hellen, vamos a seguirlos.

    —¿Segura?
    —Sí. Escuchemos de qué van hablando —dijo Cru, tomando su mano para jalarla.


    ...


    —Profesor —escucharon ambas el murmullo de la conversación y se acercaron más. Hellen se soltó de la mano de Cru ya que la apretaba demasiado fuerte—. Entonces dígame, ¿ya ha pensado qué hacer con el asunto del director?

    —¡Shh! —exclamó el profesor aludido volteando hacia todos lados. Había algunos alumnos caminando alrededor—. Por favor, subdirector, no sería nada bueno si alguien escuchara nuestra charla... por favor, hable un poco más bajo...


    Hellen intercambió miradas con Cru, y continuaron ambas prestando atención.


    —Sí, disculpe... Bien... ¿me podría contar qué ocurrió exactamente?

    —Ese día... —comenzó a decir el profesor, volteando hacia ambos lados—. Ese día, estaba a mi cargo la responsabilidad de asegurar todas las puertas al final de la jornada, y ya no había nadie más en la escuela salvo el director y yo. Así que fui a verlo a su oficina para irnos juntos... Pero, cuando lo visité, él ya se había colgado... y había fallecido...
    —Hmm... y después, ¿qué ocurrió?

    —A pesar de que era una situación lamentable, la verdad es que no pude hacer nada por mí mismo —se estrujó ambas manos y prosiguió—, así que fui en busca de ayuda. Sin embargo... ése fue un mal movimiento de mi parte. Después de algunas dificultades, conseguí traer a dos hombres que se encontraban cerca de la escuela para ayudarme, y entonces volvimos... y fuimos testigos...


    El subdirector, así como las muchachas, lo miraban con suma atención.


    —En ese cuarto... ya no había nada... —el profesor tragó saliva disimuladamente—. Le juro que no di crédito a mis ojos... el cadáver del director, ¡que yo lo vi, ya no estaba ahí, no quedaba ni el mínimo rastro de él! Los dos que habían venido conmigo comenzaron a, ya sabe, preguntar cosas como “¿estás seguro de que no viste mal?”, pero aún así, yo notaba algo sospechoso en todo este asunto, de modo que no dije nada más...


    Hellen sentía que sus manos sudaban...


    —Por supuesto, como la persona escéptica que soy sobre fantasmas o zombies, lo primero que consideré fue que alguien había movido el cuerpo del director en el lapso en que salí a buscar ayuda. Porque de otra forma, señor, nada podría encajar con todo esto. Es lo único probable...

    —¿Entonces quién lo hizo...? ¿Por qué demonios...?

    —Lo que hice fue encender la luz enseguida, pero nada había ahí... Y mire... en vez de revelar algún escandaloso misterio como “El director murió aquí, y además su cadáver desapareció en circunstancias extrañas”, ¿no hubiera sido más fácil decir que yo vi mal todo? Sé que si esto último hubiera sido informado, las cosas ahora estarían más sencillas. Pero no. Ya era muy tarde para eso, las dos personas que había traído para ayudarme ya habían esparcido el rumor... Y bueno, fue así como ese famoso mito de “el director ha desaparecido y está muerto” finalmente terminó convirtiéndose en una verdad para la gente de tanto que era contado de boca en boca.


    El profesor suspiró hondo antes de agregar como nota final.


    —Pero señor subdirector, le aseguro que yo me encuentro completamente reticente de emitir un juicio en esto pese a todo, así haya pasado realmente o haya sido todo producto de mi imaginación. Así que lo que he hecho es esconder la llave de la oficina en mi escritorio para que nadie pueda entrar.

    —¿Y con qué objetivo? —preguntó el subdirector.

    —Luego de que los estudiantes y maestros se vayan, quiero entrar a la oficina del director a indagar por pistas... Créame, quiero saber la verdad... Ya sabe, la gente comenzará a decir que lo que yo vi fue una mera ilusión, sin ninguna base para concluir de tal forma, así que primero quiero asegurarme por mí mismo de que fue así o no.

    —Entiendo... entiendo en verdad. Pero profesor, si no abre la oficina del director por un tiempo prolongado... bueno, sabe, no estaría bien.

    —Sí, por supuesto, yo comprendo eso —dijo el profesor.

    —Bien. Mientras tanto, sería grandioso que encontrara usted algo dentro de sus investigaciones, profesor.
    —Sí... gracias.



    . . . .


    Hellen observó a Cru.
     
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    Cygnus

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    Esta vez no hubo comentarios :c pero aquí traigo el tercer capítulo, espero les sea de su agrado, las cosas comienzan a complicarse en la trama a este punto.

    ________

    —¿Ves algo? —dijo Cru. Se hallaban ambas inclinadas en el escritorio del profesor, confiadas de que nadie podía verlas.

    —Uhm... sí...


    Hellen tiró del cajón más bajo del escritorio hasta que por fin cedió. Se hallaba lleno de papeles y desorden.


    —Debe ser ésta —murmuró Hellen, tomando una llave delgada, casi como si temiera que alguien la escuchara o descubriera—. Con ésta podremos entrar, ¿no? El incidente del director no nos concierne, pero sería bueno si pudiéramos descubrir algo al respecto...

    —Sí... —suspiró Cru.


    Hellen le sonrió, y avanzó hacia la salida.


    —Uhm, Hellen... —comenzó Cru.

    —¿Hm? ¿Qué pasa?

    —...no, nada.


    . . . .


    A través del alboroto de personas que recorrían los pasillos de la escuela como si ellas no existieran, las peculiares hermanas lograban abrir la puerta de la oficina que tenía la intención de mantenerse cerrada por un tiempo considerable hasta esclarecer las situaciones.


    —Bien... logramos entrar —dijo Cru, cerrando la puerta tras ella—. La oficina parece muy limpia y ordenada como si todo estuviera bien. ¿Habrá algo aquí que nos pueda ser de utilidad?

    —Es lo mismo que estoy pensando —dijo Hellen, observando las repisas—. No va a ser cosa sencilla si no tenemos mayores pistas más que las conversaciones que escuchamos. Además... este lugar está lleno de cosas de valor. Mira esta cantidad de trofeos adornando los muebles... será mejor que inspeccionemos con cuidado y no rompamos nada....


    —Bueno, Hellen, no parece que vayamos a encontrar algo aquí que nos sea útil —murmuró Cru, con la mirada seria—. Probablemente ni siquera tengamos que estar aquí adentro de esta oficina.

    —Es una lástima —suspiró Hellen—. Verdaderamente he tenido la intención de ayudar con este caso o por lo menos enterarme de lo que ocurrió con nuestro director. ¡Es una pena, porque al fin habíamos logrado accesar a escondidas a este lugar!


    Cru la observó, con la vista torva, renunciando a buscar a ciegas algún indicio del motivo del director para cometer su suicidio. Hellen aún revolvía entre las repisas en busca de algo.


    —¿Huh? —exclamó de pronto.

    —¿Ah? ¿Qué es? —dijo Cru, acercándose.

    —Mira aquí... ¿qué es esto? —preguntó Hellen, tomando entre sus manos una hoja—. Una fotografía...


    Cru se echó hacia atrás, sólo un paso, disimuladamente.


    —¡Oh! Es la foto de mi graduación, ¡mira! La recuerdo vagamente... recuerdo un poco ese día... ¡aquí estoy yo, al fondo como siempre! Todos sonríen muy lindo ante la cámara... qué buena foto. Qué gracioso, sí, aquí estoy yo, y...


    Hellen se detuvo para contemplar minuciosamente la fotografía. Cru callaba y comenzó al fin a buscar papeles al otro extremo de la habitación, ocupándose en algo.


    —Cru... tú no estás aquí... no te veo...


    De pronto, otro dolor de cabeza repentino le sobrevino a la joven, como si una luz cegadora proveniente de su conciencia le resplandeciera ante la vista. Hellen volvió a inclinarse llevándose las manos a las sienes durante un momento, mientras el breve malestar se pasaba.


    —Claro —le respondió Cru, desde el otro lado de la oficina.

    —¿Qué cosa? —dijo Hellen, intentando recuperarse lentamente de su dolor de cabeza anterior.

    —...porque yo iba a una escuela diferente —le respondió su hermana, inclinada sobre el escritorio del director, revolviendo papeles.

    —Ehh...

    —Mira, Hellen... a diferencia de ti, yo siempre fui muy inteligente, así que papá me envió a una escuela de mayor nivel.

    —Este dolor... de nuevo... —Hellen cerró los ojos, respirando agitadamente.

    —¿Estás bien, hermana? ¿Será que tienes algún... efecto residual del dolor de hace rato?


    Hellen se apoyó en el mueble en donde había encontrado la fotografía y respiró hondo.


    —Ya estaré mejor... tal vez...
    —...bien...

    —Otra escuela, ¿eh? —dijo Hellen con cierta agitación en su voz—. Sí... supongo que no por ser gemelas teníamos que ir necesariamente en la misma escuela...


    La joven meditó unos momentos al respecto mientras su mente se aclaraba. Parecía que tenían un pasado que no compartían demasiado, o que antes de perder la memoria, ambas chicas se llevaban relativamente mal por aquello de la superioridad o preferencia ante los padres de una ante otra.


    —Pero hay algo más importante... —complementó Cru, seca—. Ya casi es la hora de salida en la escuela. El reloj está por dar las cinco. Creo que deberíamos ordenar todo lo que hemos sacado en nuestra búsqueda y dejar todo tal cual lo encontramos, antes de que venga el profesor y vea todo este desorden.
    —¡Oh! Es cierto... porque aunque no nos puedan ver, no estaría nada bien si dejamos todo este tiradero aquí. Causaríamos algún problema —dijo Hellen, acomodando unas hojas en un broche y volviéndolas a colocar en el cajón donde habían sido tomadas.

    —Sí. Entonces... vamos a apurarnos.


    Las jóvenes continuaron ordenando la estancia como la habían encontrado. Hellen, pensativa, alineaba los trofeos que hacía un momento había tomado para contemplarlos y leer sus inscripciones.


    —Cru... —murmuró para sí misma, temiendo que su hermana la escuchara—. ¿Realmente... fuiste a una escuela diferente...?



    . . . . . .



    Ambas muchachas salían silenciosas de la escuela junto con el resto de chicos sin rostro que corrían felices pues las clases habían finalizado. Habían cerrado la puerta con llave y colocado ésta de vuelta en el cajón del profesor. Ambas iban pensativas, pero por el momento no había mucho lugar para diálogos. Hellen consideró que las palabras de Cru habían resultado lo suficientemente sospechosas como para que siguiera creyendo al pie de la letra todo lo que ella le decía. Había perdido su memoria, pero no era ninguna tonta.


    A medida que salían a la calle, como cotidianamente pudieron haber hecho en otros tiempos, el ambiente volvió a enrarecerse. El plano onírico comenzaba de nuevo, el cielo azul y claro se ennegrecía para dar paso al entorno que antes ambas habían visualizado y que tanto las había confundido.

    Esta vez, no parecieron sorprenderse por el efecto. Era como si ambas comprendieran que quizá todo se tratara de un sueño, o tal vez se hallaban lo suficientemente resignadas a que estaban perdidas o, para Hellen, muertas.

    Las luces de neón nuevamente brillaban en el suelo y esta vez no tardaron demasiado para encontrar otro “portal”. Pero Hellen estaba un poco reacia a hacer preguntas o comentarios esta vez. Se sentía ligeramente incómoda, aunque muy probablemente ese sentimiento de inconformidad se debía a su incapacidad para recordar algo. Era como si todo el tiempo estuviera molesta consigo misma.


    —Vamos —dijo Cru.


    Se refería, por supuesto, a entrar en la próxima dimensión de aquel ensueño. Hellen la observó, trató de distinguir algún dejo de emoción en el rostro de su hermana, pero no lograba encontrarlo. Siempre iba demasiado seria...

    Cru la jaló del brazo de pronto, y ambas entraron a ese segundo portal, cuya luz volvió a engullirlas repentinamente y se vieron dentro de un plano completamente distinto. A medida que el fulgurante resplandor se desvanecía, ellas también lo hacían...



    . . . . .



    —...esto...


    Cru y Hellen de pronto se vieron en la entrada de una acogedora casa de medianas dimensiones. Todo era tan extraño, esas teletransportaciones a lugares completamente inimaginables. Ya no se trataba esta vez de la escuela a la que alguna vez asistió. Ahora se trataba de...


    —Esto... ¿qué clase de lugar es...? —preguntó Hellen.


    Cru callaba. Observaba la mesa de madera en donde aún habían platos servidos para el desayuno. La cocina ordenada. El suelo brillante y pulido. Las luces demasiado bajas.


    —Es mi... —Hellen se hallaba boquiabierta—. Es nuestro hogar...

    —Pero... sin duda, ésta no es la realidad, nuevamente... —su hermana contempló la estancia vacía, sin un alma que rondara o hiciera ruido.

    —¡Ahhh! —exclamó Hellen, gritando de dolor. La migraña le volvía a cegar por completo.

    —¿Estás bien? —dijo Cru, acercándose a ella—. Tu rostro luce muy pálido, Hellen...


    La chica aludida en esta ocasión parecía ya no escucharla. El dolor que estaba experimentando esta vez no se comparaba con los anteriores, que habían durado unos segundos. Apoyó las manos en sus rodillas, sin poder callar los gritos de sufrimiento que ahora no podía ahogar. Cerró los ojos fuertemente, en sus oídos solamente se escuchaba un zumbido enloquecedor que la atormentaba al grado de la locura. Todo ocurría repentinamente.

    Su hermana daba vueltas alrededor de ella, evidentemente preocupada por su estado que empeoraba más y más con la marcha.

    De pronto, Hellen se precipitó al suelo, desfallecida nuevamente. Su mejilla tocó el frío suelo, sus ojos se hallaban cerrados, había al fin caído en un estado de inconsciencia absoluta. Todo fue lo suficientemente rápido como para tomar por sorpresa a cualquiera.


    —¡Hellen! —exclamó con desgarro su hermana.



    . . . . .



    La oscuridad había llegado. Hellen no podía recordar nuevamente nada, en lo absoluto.

    No había ruidos a su alrededor.

    Sólo era oscuro, todo. Y si trataba de abrir los ojos, la débil luz de la ventana terminaba cegándola.

    Se hallaba inmóvil, estiró los dedos. Respiró con dificultad.


    —Hmmmm... —salió de su garganta.

    —Hellen... ¿te encuentras bien?


    La voz a su lado le sonaba familiar a Hellen. Una mano tibia tocaba su frente con delicadeza.

    La joven se dio cuenta que no estaba en el suelo, sino que alguien la había llevado cargando a un lecho cercano. Su cabeza sin duda estaba apoyada en una almohada blanda.

    Entreabrió sus ojos y distinguió a una figura pequeña de cabellos claros al borde de la cama. Era Cru. Volvió a cerrarlos con debilidad.


    —Voy a dejarte descansar un poco... —le murmuró su hermana.


    La miró fijamente por última vez y se levantó de donde se hallaba sentada. Caminó unos metros por la habitación. Aquella era lo que alguna vez fue la recámara de Hellen.


    —Ahora... —dijo para sí misma Cru, con los ojos ligeramente enrojecidos—. Estoy muy cansada... pero no puedo quedarme esperando aquí. Tengo que hacer algo.


    Volteó a su alrededor y sonrió ligeramente. La habitación de Hellen estaba en completo orden, como si la joven fuera muy meticulosa con sus pertenencias. En un rincón de la estancia se encontraba un piano, el que solía tocar y que su madre le había cedido. A su lado, un estante de pequeñas dimensiones en donde Hellen solía colocar sus libros favoritos. Mayoritariamente eran compendios de poesía.

    Cru volteó a ver a su hermana. Parecía que de nuevo dormía profundamente. Volvió a sonreir con un brillo de dulzura en sus ojos.

    Siguió inspeccionando brevemente la habitación. La ropa, de muchos colores alegres, se encontraba ordenada en un armario abierto; sobre él descansaban algunos ositos de peluche.

    Había cuadernos en la repisa, todos con el nombre de su hermana en las portadas.

    Cru asintió para sí misma, su rostro se ensombreció ligeramente, y determinó que lo mejor era salir de ahí y dejar de hacer ruido a la enferma.


    Abrió la puerta lentamente y salió.

    Fuera de la habitación, el suelo estaba alfombrado y las paredes presentaban tapices cuidados. Una maceta de hermosas flores colgaba desde el techo, parecían muy vivas hasta ese momento.

    Cru anduvo por el pasillo hasta llegar a la habitación contigua, a la que entró con precaución.


    Era sin duda un cuarto más extenso que el de Hellen. Probablemente ésta tenía razón y los padres consentían más a Cru.

    En la repisa de esta habitación se hallaban libros sobre ciencia y algunas otras cuestiones poco comprensibles. Estaban escritos en varios idiomas, y algunos de ellos faltaban, dejando un pronunciado hueco en ella. Un libro, titulado “Células y vida humana”, se encontraba tirado junto al mueble. Cru lo levantó con suavidad y lo colocó en el hueco, junto a otros textos de medicina y biología.


    Se acercó entonces a una mesita que se hallaba en un extremo de la habitación. Contaba con una pequeña lamparita portátil y alguna maceta con una planta extraña, probablemente medicinal. Cru sonrió secamente.

    Había también alguna medicina, frascos vacíos y polvo blanco y extraño sobre una pequeña tela...

    Cru apoyó ambas manos en la mesa y dejó perder su vista.


    Fue entonces cuando encontró una fotografía en un portarretrato pequeño, inclinado sobre la mesa. En ella, se había capturado un feliz momento de unos padres y su pequeña hija; parecía una familia amorosa. Cru la tomó con manos temblorosas.

    Había algo escrito en la parte trasera de la fotografía...


    El rostro de la muchacha se ensombreció y una mueca grotesca se dibujó en su rostro...
     
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    Yukionnatifa

    Yukionnatifa Stephanie la Loca

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    Creo que nadie dejo comentarios esta vez por el spam...
    Yo hubiera puesto, "que bello, como me ha gustado", pero me dijeron que eso no se puede por que es spam. u.u

    Me sigue gustando mucho la trama y sin duda la impresión que les das a estas dos niñas.
    Se que ya es por cuestión de los diálogos del juego.... pero ahhh, como me chocan sus diálogos mochos; quizá sea por la edad del protagonista, prefiero que narres tu.
     
    Última edición: 16 Mayo 2014
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    Rein

    Rein Once

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    Aclárame algo, ¿sí? Cru es la menor... ¿verdad? Me perdí, hahaha. Me pregunto, que texto tendrá la foto. Me dejaste con las ganas, de verdad. Espero pronto el próximo capítulo. Me está gustando bastante eso de que cambian de dimensiones... Bueno, de lugares. :D Quizá esto sea Spam ._. Maldición.
     
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    Lexa Fanático

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    Capítulo 2

    Ohhh, esto cada vez se pinta más misterioso y las dudas siguen creciendo. Me gustó el capítulo, encuentro el long-fic más interesante. Me parece muy extraño todo ese asunto del director muerto y que nadie pueda ver a las chicas, y estoy como Cru y Hellen, no sé nada D: Y quiero saber e.e Al principio, me pareció tener la impresión de que un virus se había desatado en las calles y por eso estaba tan desolada y por eso el hombre gritó aquella incoherencia, pero ya no estoy tan segura. Aún tengo mis dudas.

    Es como dice Hellen, es como si hubiesen viajado en el tiempo. Ummm... Ya veremos.

    Me pareció gracioso como Cru le apretó las mejillas a Hellen, fue como WTF XD. Y lo de "te amo, Hellen" ¿fue amor de hermana o algo más? No sé, Cru se puso muy seria.

    Bien, bien. Me gustó<3


    Capítulo 3

    Es muy extraño e.e Cru sabe algo, realmente creo que sabe que está sucediendo pero se está haciendo la desentendida por alguna razón. Por un momento pensé que Cru realmente estaba muerta, o que quizás ambas sí lo estaban, pero aún no sé. Además, por como termina el capítulo me da a entender que Cru no es una paloma blanca precisamente.

    "De unos padres y su pequeña hija"

    Con eso entiendo que Cru no es hermana de Hellen. Dice una hija (¿Hellen quizá?) y no se refiere a los padres como si fueran suyos... O quizá capté mal. ¿Será que Cru es un demonio o la parte maligna de Hellen? Me haces bolas, Cygnus D: Me lleno de intriga.

    Avísame cuando esté la continuación porfis, definitivamente quiero saber más C:
     
    Última edición: 19 Mayo 2014
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    Keilani

    Keilani Usuario popular Comentarista empedernido

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    "Un clon"... fue el primer pensamiento que cruzo mi mente trás visitar aquella habitación vacía, D:! ¿Podría ser que una de ellas fuera un clon?

    *Se incorpora a la historia*

    Ejem... pues iba a molestarte a tu perfil cuando me cruce con esta historia, no esperaba que fuese algo como esto, no sé tengo poca relación que este tipo de juegos, aunque me gusta la historia que lleva hasta ahora :D.

    La historia va bien, a momentos avanza lento y me causa algo de ansiedad, pero es parte del género de suspenso. En parte por eso creo que me alegra empezar la lectura cuando ya vas algo avanzado, que si me quedaba en el "pero" del capítulo 1, yo me muero del suspenso.

    Cru no me resultaba sospechosa porque era demasiado amable, demasiado servicial aún para ser su hermana; digo, mis hermanas no son así, tal vez me lo tragaba un poco más si hubiera sido un chico, pero entre hermanas, no sé, me parece anti-natural (?). Cuando llegué a la parte del retrato me dije que quizás no iba tan mal, pero... me hizo dudar sobre cual era la gemela original, por así decirlo.

    Aunque si quiero considerar la posibilidad de un clon, pues... Cru nunca habría mentido. Luego me quedo con la duda de aquellas manchas (?) que hubo en el hospital, asdfgh comienzo a unir cabos, pero siempre puedo equivocarme.

    No es el mejor comentario que he dado, pero no me gustaría que te quedaras otro capítulo más sin comentarios. So... es un buen fic ¿qué más te puedo decir? ¡Oh, sí! Espero el próximo capítulo.
     
  11.  
    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

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    Gracias a todas por leer. No lo iba a hacer ahora, quería esperar a Kohome, pero... luego los demás van a perderse un poquito con el interés de la historia :/ Así que aquí voy.
    Yuki, como te comenté, me encantan los diálogos en los fics :c siento que les da carisma a los personajes. MrKushina... lol, Cru es la menor, eso está desde casi las primeras líneas del fic :v Gracias por sus coments c: @Alessandra aquí está tu tag (?
    He estado buscando imágenes de las muchachas y no encuentro, verdaderamente es un juego muy desconocido, ni en la página en japonés de su creador hay galería, ni hay fanarts más que uno pero no me ha gustado ._. Ni modo :/

    Por cierto, les dejo la hermosa melodía de esta historia... Derechos reservados para su creador.

    Código:
    https://soundcloud.com/albiscygnus/full-online-audio-convertercom
    Capi 4


    _____________________


    Le temblaban ligeramente las manos, y se dio cuenta de ello cuando trató de dejar la foto de pie sobre la mesa y no pudo. Hubo de dejarla acostada, y salió con cierta calma de aquella habitación. Probablemente estaba pensando su próximo movimiento.

    Con el rostro difuminado por algún extraño sentimiento, y los pasos arrastrándose por las escaleras, Cru tomó camino hacia la planta baja, sin saber realmente qué hacer.

    Había algo dentro de ella, no obstante, que le indicaba cuál sería la solución a aquel dilema que sólo ella conocía.


    La cocina seguía impecable. No había huellas de desorden. Lentamente, Cru se aproximó a la mesa, que aún conservaba su blanco mantel. Del otro lado, algunas flores aún lucian frondosas sobre la vitrina del comedor, y algún vino añejo se ostentaba no sin cierto orgullo a su lado.

    Cru se recargó en la mesa con cuidado, como si temiera lesionar el mantel con sus manos.


    —¿Aún quieres intentarlo? —se dijo a sí misma, en un murmullo tan difuminado que no lo hubiera escuchado nadie más en el recinto—... ¿aún quieres hacerla seguir intentando?


    Sacudió su cabeza de un lado a otro, sus cabellos claros se agitaron un instante en el aire.

    Caminó hacia el fondo de la cocina, en donde enseguida llamó su atención un libro rojo y grueso que se hallaba en un cajón a medio abrir. La simple razón de su presencia en aquel lugar llamó la atención de Cru, quien, temiendo más decepciones, se acercó a echarle una ojeada en completo silencio.

    Lo sacó del cajón en donde se hallaba asomado, y lo observó. La pasta era completamente roja y muy dura, y aún se notaba su antigüedad. En la primera página de dicho libro, se hallaba una gran inscripción con letras negras y divertidas. “Álbum familiar”.


    La mirada de Cru era triste y se dirigía a las hojas que iba pasando lentamente tras sus dedos.

    “Haruki y Rina. NUESTRA BODA”, rezaba el primer encabezado, y continuaba: “Después de cuatro años de una hermosa relación y compañía, finalmente hemos logrado nuestro más anhelado objetivo. Este es el día más feliz de la vida de cualquier persona. Por favor, Dios, permítenos continuar con esta gran alegría por siempre...”.

    Acompañando a la gran fotografía de una boda, estaba la fecha y el mensaje.

    Le siguieron más fotografías.

    “LUNA DE MIEL”. “Durante una pausa realizada a su trabajo de investigación, al fin nos dimos nuestro tiempo para tener una linda luna de miel. Es la primera vez que me encontraba en altamar, así que debo decir que me mareé un poco...”

    “EMBARAZO. En verdad es increíble, aunque debo decir que con esta enorme barriga y los mareos matutinos, hacer hasta la cosa más simple se convierte en todo un reto. Pero si debo pasar esto por ver la hermosa y alegre sonrisa de nuestro bebé, estoy segura de que puedo con esto”.

    “NACIMIENTO DE HELLEN”. Cru se sobresaltó a partir de este punto. “¡Al fin tenemos una nueva felicidad en nuestras vidas! Gracias a Dios que ella nació tan saludable y en un peso normal. Papá y mamá darán lo mejor de sí mismos por ella..”

    “EL PRIMER AÑO DE HELLEN”. Ella ahora es capaz de mantener su cabeza en alto, y poco a poco ha dado sus primeros pasos. ¡No ha sido sencillo, pero vaya que es tan satisfactorio para mí como madre! Ah, y esas... indescifrables palabras que suelta de vez en cuando, ¡qué tiernas que nos parecen!”


    A partir de esa página, y a través de los dedos de Cru que daban vuelta a todas las hojas, continuaban en orden cronológico las fotografías de Haruki, Rina y Hellen durante un buen lapso de tiempo. Por supuesto, a medida que continuaban las hojas, las fotografías se iban haciendo cada vez más escasas, habiendo en ocasiones sólo una disponible por año; sin embargo, era tan tangible esa alegría que continuaba destilando aquella hermosa familia, aquella familia de tres...


    Y al fin, la última página...

    “EL CUMPLEAÑOS #10 DE HELLEN”. Han pasado ya 10 años desde que nuestra Hellen llegó a este mundo,y cada día es más y más hermosa. Me siento complacida de haberla criado de una forma tan espléndida, estoy segura de que ella llegará lejos. Es una niña muy linda e inteligente, cada día nos sorprende más a mí y a su padre... No hay más que continuar ayudándola a forjarse, aunque sería genial si momentos como éste pudieran continuar en un futuro sin cambios, en verdad lo deseo con todo mi corazón... Por favor, Señor, permite que nuestra preciosa y única hija siga siendo tan feliz como hasta ahora lo ha sido...”.



    Los labios de Cru temblaron. Algún sentimiento extraño se le agolpó en los ojos. Soltó el álbum con una curiosísima mezcla de desprecio, miedo e ira. O quizá no era eso, pero en ella nunca se sabía.




    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..



    En la planta alta, justo en aquella habitación oscura que Cru había dejado atrás, Hellen despertaba al fin. Sentía que la cabeza aún le punzaba, pero los ojos ya podía mantenerlos abiertos y la luz que llegaba desde la ventana no le molestaba en lo absoluto. Se vio cubierta por una manta acogedora y recostada sobre una mullida almohada, por lo que en un principio se vio sumamente confundida, después sonrió complacida al entender que su hermana había cuidado de ella con tanta delicadeza.

    Sin embargo, no la veía cerca. Apartó la cobija de golpe y puso los pies en el suelo, dispuesta a continuar ya con su viaje que seguramente la devolvería a la realidad.


    —¿Cru? —dijo, tímidamente—. ¿En dónde estás?


    Al entender que la joven en cuestión no se hallaba en la habitación, decidió salir lentamente. Por supuesto, entendía que el entorno no era otra cosa sino una dimensión extraña, quizá producto de un sueño, lo único que sabía era que debía salir de ahí.


    —¿Cru?


    Escuchó un ligero ruido en la cocina, por lo que se decidió a bajar las escaleras a paso medio. Lo que la asustaba un poco era el silencio terrible que reinaba a ratos en la casa, por la ausencia de cualquier otra persona salvo ellas. Sin embargo, de cierto modo la presencia de su agradable compañera le compartía un poco de seguridad para continuar.

    Al poner un pie en la planta baja, comenzó a inquietarse. El ambiente era ligeramente pesado, como si hubiera algo indeseable. Pero al asomarse hacia la cocina, notó una silueta de espaldas que le era familiar.


    —¿Cru...? Oh... qué alivio, estaba buscándote... —dijo Hellen.


    La figura de Cru se volvió lentamente en dirección hacia su hermana. Su rostro estaba tenso y enigmático.


    —¿Qué pasa, Cru? —preguntó con cuidado la primera chica.

    —...Hellen...


    La lluvia comenzó a repiquetear las ventanas de una forma agobiante. Hellen supo que estarían seguras adentro de la casa, y al ver a Cru de un modo tan raro, pensó que estaría preocupada por su estado de salud.


    —Dime... ¿pasa algo?

    —Tú no necesitas... seguir... intentándolo más... —sus ojos siniestros se desvelaron tras los mechones claros de su cabello, focalizándola con firmeza.

    —...¿Eh? —soltó Hellen, ahora inquieta.


    Cru seleccionó las palabras con calma, se acercó un paso, las manos le temblaban, ambas estaban incómodas.


    —Me ha costado trabajo, Hellen, pero por fin he comenzado a pensar por mí misma. Y es por una serie de decisiones que creo que dar este paso simplemente es lo mejor que puedo hacer por mí...


    La miró con frialdad, la lluvia afuera le cortaba las palabras a tramos. Hellen palideció, su estómago se hundió.


    —...incluso antes de que te despertaras en el viejo hospital, lo pensé, Hellen...


    Hellen la miró con intriga.


    —Esto es algo que tú también estabas deseando, muy en el fondo, ¿no, Hellen? —sus palabras salían roncas de su garganta seca.

    —¿A... a qué te refieres? ¿Qué es lo que estás tratando de decir? —exclamó la otra chica, dando inseguros pasos hacia atrás.

    —Voy a facilitártelo lo más que pueda, ¿de acuerdo? —rugió en un murmullo Cru, con el rostro oscurecido.


    Hellen retrocedió más, más. Sus piernas temblaban, amenazaban con derrumbarla. Temió tocar la pared contraria, pero aún le quedaba espacio. Veía los ojos irritados de su hermana, su mueca de dolor. Tuvo miedo de tropezar, pero no lo hizo.

    —No, espera... espera, ¡espera, Cru! ¡Detente! ¡Detente, ¿qué haces?!


    Sostuvo Cru un enorme cuchillo de cocina con su mano derecha y corrió hacia Hellen. Ésta tuvo el suficiente reflejo como para esquivar el golpe y corrió hacia el otro lado de la sala, acorralándose en una esquina. Entendió que la muchacha que la había acompañado todo el tiempo era una traidora, que era una psicópata tal vez, que tenía un cuchillo, que sus ojos brillaban de odio, de amargura, que iba a herirla, que estaba atrapada, que no podía salir, que estaba soñando, que estaba muerta, y si no la iba a matar, que no lograba ni siquiera pensar adecuadamente como para contemplar bien las opciones que tenía o qué era lo que estaba ocurriendo.

    Pero ya Cru giraba su rostro hacia ella, la vió como le ve un zorro a un conejo acorralado, no sonrió, su rostro seguía tenso, y la angustia más profunda que se le puede concebir a un ser humano se reflejó en el rostro de Hellen.

    La joven víctima se escurrió como pudo hacia el otro lado de la cocina, sus piernas no debían fallarle en esos momentos de tensión máxima. Tenía que lograr un método para escapar, no sabía si debía atacar a su compañera o si sólo debia huir valiéndose de sus propios métodos.

    Cru no decía nada, no esbozaba sentimientos en su rostro. Sólo sostenía el enorme cuchillo a la altura de su pecho, dispuesta a utilizarlo contra la vulnerable e inerme muchacha espantada.

    Hellen calculó rápidamente; en ese espacio tan reducido era muy difícil maniobrar o correr. Sin embargo en una distracción de la evidentemente lenta Cru, ganó la puerta de salida, y cuando ningún movimiento debía fallarle si quería escapar con vida de aquel extraño problema, otro más le surgió de último momento.

    “¡Maldición, no puede ser! ¡Está cerrada!”, exclamó en su propia mente mientras forcejeaba con el picaporte trabado, y sintió la muerte venir en cualquier instante.


    —Adiós —le dijo una voz helada a su espalda, y el aliento le sacudió su cabello. Cru empuñó el cuchillo tras ella.


    Con un movimiento rápido y surgido por la desesperación, Hellen le propinó un codazo en el rostro de la enloquecida muchacha, y al segundo siguiente se arrepentía de haberla lastimado de tal forma, pero no pudo acercarse a ella por el miedo que sentía. Corrió de nuevo hacia el comedor ganando el lado contrario de la mesa, y observó cómo la chica, que se había derrumbado un instante por el golpe, volvía a ponerse en vertical y la persiguió nuevamente.

    Cru tomó el otro lado de la mesa y la observó, apoyando con firmeza las manos sobre la tabla.


    —Ahora estás acorralada. No puedes ir a ningún lado. Esto tiene que pasar. Tú no lo soportas. Tú lo deseas. Tú deseas esto en el fondo.

    —¡Cállate! —chilló desesperada Hellen, con lágrimas de terror, y corrió hacia un extremo de la mesa. Cru la imitó, intentando cerrarle el paso para que no continuara huyendo, pero no lo logró. Con sorpresiva agilidad, producto de la desesperación, Hellen pudo esquivarla de nuevo y tomó escaleras arriba, la única ruta disponible, aunque sabía que se estaba encerrando nuevamente.

    Sabía que no tenía más sentido huir, debía aguardar la muerte o intentar utilizar el cuchillo en contra de la misma Cru... ¡lo cual no podía ni pensarlo!


    Subió presurosa las escaleras, sentía las pisadas igual de ágiles de Cru tras ella, la escuchaba, escuchaba su respiración, escuchaba su presencia, la sentía justo detrás, acortaba horriblemente la distancia. Hellen se sintió torpe, sus pisadas le fallaban, en un segundo trató de subir todos los escalones, pensó que tropezaba, pero continuaba adelante. Corrió después por el pasillo y entró presurosa a la primera habitación que vio a mano derecha. La habitación de sus padres. Cerró tras de sí la puerta, atrancándola con seguro, y en cuanto estuvo adentro, chilló de espanto.


    —¡Ábreme esa puerta! —escuchó que gritaba su nueva rival, desde afuera.

    —¡No! ¡Largo de aquí! —gritó Hellen, más que nada llevada por el terror en su más puro estado. El corazón se le salia del pecho.


    Cru golpeó la puerta lentamente, una y otra vez, con la punta de su arma.


    —Ábreme... —ordenó lenta y claramente.


    Hellen se lanzó hacia la cama, hacia la enorme cama, y aguardó la muerte en tanto Cru pudiera derribar la puerta. No tenía más escapatoria. El terror la había paralizado del todo. No podía luchar más.

    Se aferró de las sábanas y aguardó, mirando atenta hacia el otro lado de la cama, hacia el mueble. Sus ojos abiertos de par en par no focalizaban nada que no fuera el fondo de la estancia, una pared tapizada, amarilla.

    Supo que el crimen era inminente. Cru iba a tirar la puerta.


    Pero los toquidos cesaron. Hellen no estaba segura de si Cru se había retirado, e imaginó que estaría tras la puerta, aguardando un momento oportuno o quizá intentando desarmarla en vez de derribarla.


    —¿Qué es esto? —preguntó para sí misma Hellen, mirando hacia el mueble. Algún objeto le había llamado la atención. Ignoraba que estaba en la misma habitación que minutos antes Cru había visitado.


    Tomó una fotografía en sus manos temblorosas. La imagen que encontró en ella, deseó conservarla en su mente en sus últimos momentos de vida. Era un retrato de unos padres con su niña, y se veían como una hermosa familia feliz.

    Entre la pareja, la niña asemejaba tanto los rasgos de la misma Hellen... y por fin se dio cuenta, que era ella misma.


    —Esta... soy yo... y ellos son papá y mamá...


    Se escucharon fuertes golpes en la puerta. Cru pensaba derribarla de forma enérgica.

    Pero ahora parecían tan secundarios. La cabeza de Hellen se estaba iluminando repentinamente. A veces, la verdad de la vida es lo único que importa, y la chica se había ensimismado tanto en sus recuerdos repentinos, que se resignó a la muerte con tal de saber lo que había ocurrido.


    Tras la fotografía estaba escrito a mano: “Hellen cumple 14 años. Nuestra hermosa familia de tres”.


    La cabeza de Hellen volvió a quererle estallar, porque los recuerdos se le estaban agolpando en la mente. Mamá. Papá. Mi cumpleaños. Mi familia de tres. Mis recuerdos. Mi amada familia.

    Hubo un golpe sonoro, un enorme objeto caído al suelo, una gran abertura en la pared, una silueta oscura que entraba con lentitud en la habitación, con un objeto punzocortante en su mano.

    Sin embargo, se detuvo al verla.

    Hellen volteó también. Palideció al encontrarse de nuevo con la joven loca.

    Su nariz lucía enrojecida.


    —...así que ya la viste... —murmuró, de pie en la entrada, sin avanzar más.


    Hellen dudó un momento. La vio detenida, sin intención de acercarse. Los brazos de Cru se debilitaron, palideció. Parecía como si toda intención agresiva se desvaneciera de pronto y se sumergiera en un miedo profundo.


    —...sí...


    Tragándose el temor que le había ocasionado Cru, y razonando que quizá lo mejor fuera intentar ablandarla con palabras, trató de entablar un diálogo con su repentina rival.



    —Viendo esta foto... —continuó, temblorosa—...podrá no ser todo lo que necesite ver, pero... ya recuerdo... recuerdo ahora... recuerdo... recuerdo acerca de mi padre Haruki, y mi madre Rina...

    —...sí —musitó Cru.

    —Bien... no tengo escapatoria de ti —salió de los labios secos de Hellen. Oprimía con fuerza la fotografía contra su pecho, se hallaba sentada en la cama, con las piernas paralizadas del todo—. No sé si es esto lo que yo elegí.


    Cru bajó la vista un momento, su rostro empezó a regularizarse. Mantuvo caído y sin fuerza el cuchillo en su mano.

    Hellen pasó la lengua por sus labios, volteó a ver la fotografía, si algo era lo que debía ver por última vez, era a sus padres.


    —En mi familia... sólo estaban mamá y papá... —salió de su garganta—, y yo nunca tuve algo como... una hermana menor...


    Cru dejó caer el arma a la alfombra y su mirada recia se tornó completamente triste.


    —Eso es verdad... —murmuró—. Eso es verdad... Bien... no soy tu gemela menor...

    —Cru, entonces... —la miró a los ojos por primera vez desde todo ese tiempo, tomó con fuerza la cobija entre su mano.


    Ambas se vieron frente a frente. Parecía que todo había terminado.


    —¡¿Entonces quién demonios eres tú?! —exclamó, profundamente conmovida, Hellen—. ¿Has estado mintiéndome... todo este tiempo?


    Cru la observó, con los ojos vidriosos. La lluvia comenzaba a cesar afuera. Hubo un silencio ligeramente prolongado. La joven, ahora desarmada y con una mirada que podría enternecer hasta al corazón más duro, se acercó a Hellen despacio y, bajando el rostro, dijo.


    —...lo siento... perdón...


    Se llevó una mano al rostro, ocultándolo.


    —...y aún así, no puedo decir mucho más, por ahora... —Hellen la observó, sin moverse, sin atinar qué responder.


    Sin embargo, ésta, con el noble corazón con el que siempre había cargado, no pensó en atacarla de alguna manera. Después de todo, habían andado tanto tiempo juntas por el hospital, por la escuela, por el lugar de ensueño... no sería su hermana, pero era alguien a quien, hasta hace poco, la podía considerar su amiga.

    Pero el incidente del arma aún estaba sobre el aire.


    —Ya veo —dijo Hellen—. Pero... ¿en algún momento vas a hablarme de eso?


    Cru suspiró, y se llevó ambas manos al rostro, como si fuese a llorar de un momento a otro, pero no lo hizo. Abrió su boca para decir algo, y la cerró al instante de nuevo. Carraspeó, suspiró, volvió a intentar responder, volvió a fallar. Se estremecía por dentro. Se sentía tan culpable... de mentir, de no poder decir nada... de atacarla...


    —Te lo prometo, Hellen...


    Hellen bajó de su cama, se acercó a la chica y, tratando de ocultar su miedo, le colocó una mano sobre el hombro a su afligida compañera.


    —Gracias. Estaré esperando, entonces...

    —Escucha, Hellen... Por favor perdóname por haberte perseguido así allí abajo... con el cuchillo... no fue mi intención, era... era sólo... era sólo... bueno, yo de alguna forma... no... no sé... era algo, no sé qué era...


    Hellen se acercó más a ella. Sentía su respiración afligida.


    —En verdad pensé lo peor... —cerró los ojos y soltó un hondo suspiro—. Te perdono. Sólo... por favor... no vuelvas a hacer algo así jamás...

    —Estoy realmente arrepentida... —Cru soltó otro suspiro.


    Después de algunos breves instantes de penoso silencio, donde ambas se tranquilizaron por el evento anterior, Hellen le dedicó una sonrisa nerviosa.


    —Y a pesar de que no seas mi pequeña hermana en realidad... no te preocupes, todo está bien... —respiró un segundo, para añadir—. Tú siempre estuviste para mí desde el momento en que desperté, y, y hablaste mucho conmigo, y bueno, fue divertido, y sentí que todo el trayecto hasta aquí fue ligero... en realidad la he pasado muy bien contigo... Además, encima de todo, tú te has preocupado por mí, y realmente me ayudaste en mis momentos de mayor necesidad... Porque... la persona que me cargó hasta la cama cuando me desmayé allá abajo en la sala, supongo que fuiste tú, ¿no es así, Cru?

    —Sí, bueno... —murmuró, seria—. En verdad fue toda una odisea. Eres muy pesada.

    —¡Ay! —exclamó Hellen, no sabiendo si molestarse por eso, reír o alegrarse de que todo comenzaba a volver a la normalidad entre ambas amigas—. Si estás lo suficientemente bromista como para hacer esa clase de comentarios tan malévolos, entonces... ¡ni siquiera estás tan preocupada por mí!


    Y se animó a reír.


    —Lo siento... —Cru volvió a llevarse ambas manos al rostro durante varios segundos, luego la observó a través de la abertura de sus dedos—... Gracias, Hellen.

    —¡Gracias a ti, también! —contestó ella, y se acercó para abrazarla suavemente.


    Cru no se sentía capaz de sonreír, pero la abrazó también con extrañeza.


    —Por cierto. No podemos quedarnos aquí nada más, Cru. Tenemos que seguir avanzando.

    —Eso es verdad. Pero... tú ahora ya sabes a dónde tienes que dirigirte, Hellen.

    —¿Eh? —dijo la aludida, y se separó de su amiga.

    —De hecho, creo que es momento de que ya te lo diga... —elevó sus ojos, la vio—. Te lo explicaré todo, ¿sí?



    Avanzó hasta la cama y se sentó en la orilla con cierta solemnidad. Hellen, curiosa, la imitó, sentándose a su lado y lista para escuchar atentamente. Algo le decía que al fin los misterios se iban a desentrañar. Sin duda que Cru sabía mucho más de lo que decía.


    —El lugar en donde estamos ahora, y sobre todo ese sitio de ensueño en donde todo es negro en estos momentos... es el mundo de tus recuerdos, Hellen —comenzó a explicar Cru.

    —Mis recuerdos... Supongo que ahora no es de sorprenderse que todos estos lugares que hemos estado visitando, yo ya los tenía en mi mente de alguna manera..

    —Con algunas lagunas aquí y allá en la línea del tiempo, en realidad todas tus memorias se encuentran organizadas de forma cronológica.

    —Eh, entonces... —volvió a interrumpir Hellen, inquieta—, si yo formulara, no sé, el deseo “¡quiero saber por qué todo es tan raro y por qué las cosas están así!”, ¿entonces sería capaz de ver y entender todo?

    —Eso... —murmuró Cru lentamente—... tal vez.... haya una razón por la cual no eres capaz de hacer eso...

    —¿Ah, sí?

    —Pero para saberlo, necesitamos continuar haciendo pequeños progresos. Al inicio no recordabas nada, ahora ya sabes muchas cosas de las cuales antes te habías olvidado. Y eso continuaremos haciendo —Cru miró hacia sus propias manos en su regazo—. Hellen, tus intenciones nos están guiando. Y por ello, el último lugar al que hemos de ir será el definitivo.

    —El próximo... —dijo, Hellen, pensativa—. Me pregunto qué veremos en esta ocasión.


    Cru calló a este momento, y sólo un suspiro salió de su pecho.


    —El próximo... con seguridad, también será el último —murmuró.


    Hellen calló también, algo en su entusiasmo se había desvanecido de pronto al notar el tono extraño de Cru.


    —Ehhhhh —musitó—, oye, ¿y cómo es que sabes tú tantas cosas?

    —...cuando te lo diga... —contestó lentamente Cru—, también voy a hablarte sobre mí.



    Hellen respiró hondo.

    Era hora, pues, de su último recuerdo. Ahora con una amistad completamente renovada a su lado, que no la dejaría caer por nada del mundo.
     
    Última edición: 21 Mayo 2014
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  12.  
    Keilani

    Keilani Usuario popular Comentarista empedernido

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    ¡Vaya! Sospechaba de Cru, pero no pensé que la persiguierá con un cuchillo y esa duda por ayudarla o no a recordar, es.... sospechosa. Este capítulo sin duda se lo llevo Cru por encima de Hellen, es que incluso la idea de sus padres se ve reducida a cenizas frente a la impresión de tomar un cuchillo y atacar a Hellen.
    No sé que más podría decirte de este capítulo, creo que Cru ha demostrado no ser de confianza, pero es astuto para Hellen mantenerla vigilada (?). Pero ya veremos los secretos que oculta para Hellen y lo que descubriran en ese último viaje (?).
     
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  13.  
    Rein

    Rein Once

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    Me mantuviste un poco nerviosa, en suspenso, no sé(?) en la primer parte de este capítulo... Hasta que se tranquilizaron las cosas. Ahora todo está mucho más claro, al menos para mí. Espero pronto saber cuál es ese último lugar al que irán y saber más de Cru. Muy pequeño mi comentario pero, caray, ya es tarde y ya tengo bastante sueñito. Me avisas del próximo capítulo. :D
    Saludos.~
     
    Última edición: 22 Mayo 2014
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  14.  
    Lexa

    Lexa Fanático

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    Aún Cru me da mala espina e.e Y What? D: La persiguió con un cuchillo dispuesta a matarla o herirla de gravedad, y Hellen sigue confiando demasiado en ella! e.e Ahora se entienden varias cosas, sólo queda saber quién en realidad es Cru y que está sucediendo con Hellen, pero ya todo empieza a tomar forma. Me sigue pareciendo interesante, y me gusta que aún se mantenga la intriga.

    Pues, con este capítulo me quedé corta xD. Pero es que la repentina agresión de Cru hacia Hellen me la esperaba de cierta forma, ahora queda esperar el próximo capítulo para seguir aclarando las dudas.

    Suerte<3
     
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  15.  
    Yukionnatifa

    Yukionnatifa Stephanie la Loca

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    No puedo hacerme Spoiler, por que mi lap no corre el juego ¬¬;

    supongo que el siguiente capitulo sera el ultimo.... bueno estoy ya deseándolo con ansias!!!
     
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  16.  
    Kohome

    Kohome Fanático Comentarista destacado

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    Ya. Fu, sí que demoré.

    Ya, ok, ok, mi teoría de los espejos no es xD, tal vez Cru sea el negativo mental de Hellen, o qué sé yo.

    Vaya que siempre tienes muchas cosas que ofrecer cisne, me encanta como va, y sé que se acabará dentro de poco.
    Por un momento odié a Cru, debo admitir, y fue raro ese repentino cambio: ¿de psicópata a la normalidad? Que niña más extraña, y Hellen, yo en su lugar, por mero impulso, no la habría perdonado y desconfiaría de ella, pero bueno, esa soy yo, no ella, e igualmente ¿qué otra opción tiene?

    Va genial como te dije, y no me culpes por la demora (?). Ando lesionada y con muchas tareas encima -_-

    ¡Avísame cisne, nunca dejes de hacerlo!
     
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  17.  
    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

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    Título:
    Pesadilla infecciosa.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    6
     
    Palabras:
    3670
    ¡Gracias por continuar este fic junto a mí! Les traigo el capítulo cinco, ya estamos llegando al final! Me alegra que les esté gustando :D
    De nuevo pongo un audio a la mitad del fic para ambientar, aunque es un loop improvisado que hice xD
    En este capítulo se despejan algunas intrigas, pero se añaden otras c:


    ______

    Pensativa, sin abrir demasiado la boca, con la mirada barriendo el suelo, Hellen salió de su casa hacia el espectral mundo oscuro que ya reconocía. Cru la seguía de cerca sin dejar ver ninguna clase de impresión, si bien con sus ojos un tanto apagados.

    El ambiente onírico no pesaba esta vez. Parecía como si el camino de luces de neón se abriera ante sus ojos y ambas chicas lo recorrieron sin chistar. Ya no había mucho más lugar para las explicaciones, lo único que quedaba era ver qué deparaba el destino. Ambas chicas sabían que estar de vuelta en casa no iba a ser labor sencilla. Hellen comenzaba a lamentarse en voz baja sobre las penurias que estaba pasando.

    No flaqueó; con paso firme avanzó hasta el iluminado portal, el último según Cru.

    Ambas entraron, el entorno se iluminó a su alrededor y poco tiempo después no quedaba ni el rastro de ellas: habían sido llevadas de forma fantástica a un lugar quizá muy remoto.



    . . . . . . . . . . . . . . .



    Había sangre alrededor. Manchas de sangre.


    —Hellen —espetó de pronto Cru, colocándosele enfrente a su amiga, aún antes de que ésta reaccionara bien después del viaje—... lo que sea que encontremos más adelante... yo estaré contigo, a tu lado, ¿de acuerdo?

    —...sí —contestó Hellen, un poco sorprendida, luego le sonrió—. Claro, gracias...


    El ambiente comenzó a aparecer ante sus ojos. Hellen volteó hacia los lados tratando de distinguir algo, algún rastro que pudiera reconocer, pero no lo lograba. Era un cuarto casi oscuro, iluminado por la única salida. A su alrededor había manchas de sangre. Afuera, en la calle, llovía.


    —Vámonos de aquí... —sugirió Cru.

    —Este lugar me da escalofríos —complementó Hellen y agregó—. Sé que forma parte de la no-realidad... pero aún así no puedo dejar de sentir nervios.

    —Avancemos —volvió a insistir Cru.


    Caminaron ambas hacia la salida, intentando no separarse. No fue difícil, y al salir, se percataron que la lluvia estaba realmente tupida. Era una tormenta desatada.

    El cabello y los vestidos rápidamente quedaron empapados, pero no había otro sitio al cual acceder para resguardarse del agua más que un extraño edificio cercano.


    —Vamos por allá —indicó Cru—. Aún en esta dimensión, siento que enfermaré si continuamos paradas bajo la lluvia.


    Hellen asintió, y corrió tras ella. “¿Realmente tengo el valor de conocer la verdad de todo?”, se preguntó a sí misma mientras se cubría los ojos para que el agua no le molestara la vista. Después de todo, el viaje había sido largo, y una vez ahí no iba a echarse hacia atrás, definitivamente. Le comían las ansias por saber quién era Cru. ¿Una chica adoptada por sus padres antes del incidente?

    La noche era cerrada y no había más luces que las del edificio que cada vez se iba acercando más a medida que ellas lo hacían. No habia otra casa a su alrededor, sólo árboles oscuros que se difuminaban entre la tormenta y la neblina. El agua comenzaba a encharcarse a los pies de las chicas y sus zapatos no las resguardaban lo suficiente.


    “Observatorio forestal”, leyeron ambas cuando llegaron a la puerta. Sin perder mucho tiempo la empujaron y pronto estuvieron dentro.


    —¡Uf! Una lluvia realmente pesada, ¿no? —dijo Hellen, un tanto molesta, viendo las puntas de su falda goteando.


    Por dentro la estancia se encontraba bien iluminada y quieta. Un reloj de pared cumplía su función haciendo oscilar su péndulo una y otra vez, lo que causaba un sonido repetitivo y nervioso. En el centro había dos mesas casi vacías, rústicas, y en la pared, un hacha, tal vez utilizada por largo tiempo debido a su notable desgaste. En las paredes, estantes repletos de libros, pero nada que conectara hacia ningún otro sector. ¿Estaban en el sitio correcto?


    —Hellen, por aquí... mira —dijo Cru, moviendo unas cajas en el fondo y descubriendo un agujero en el suelo.

    —¿Qué es eso? —dijo la aludida, acercándose un poco.

    —Una entrada... hay incluso una escalera.

    —Supongo que no hay mucha más opción. Todo parece indicar que debemos bajar por ahí, ¿no? —preguntó Hellen—. ¿Por qué estas escaleras tendrían que estar así de escondidas en un lugar como éste?

    —Porque es algo que sería malo que otras personas se enteraran... —contestó Cru.


    Hellen se asomó por el borde del agujero y todo estaba oscuro ahí adentro. Una sensación de temor abrasador le recorrió su interior. Sí, tenía miedo.


    —...te sigo —le murmuró Cru, alentándola a entrar.


    Hellen tragó saliva y se apoyó en el extremo de la escalera. Se hallaba firme, aunque no tenía idea en qué punto terminaría o cuánto faltaría para descender. Peldaño tras peldaño, de forma cuidadosa, la chica fue sumergiéndose en el hueco según las indicaciones de Cru. No sabía si confiar demasiado en ella y por un instante pensó que la traicionaría. Que devolvería las cajas a su lugar y la dejaría atrapada por siempre ahí adentro, en un lugar sin escapatoria.

    Pero pensó mal. Cru también comenzó a bajar, detrás de ella.

    El recorrido fue largo, terrible y oscuro. Los peldaños parecían no tener fin, como si estuvieran descendiendo hacia el mismo infierno. Incluso, comenzaba a hacer un calor asfixiante, o por lo menos ésa fue la sensación que a Hellen le dio cuando comenzó a sudar, a pesar del ambiente helado que reinaba afuera y de lo empapada que se hallaba.


    Por fin sus pies tocaron tierra firme, y se dio cuenta que no podía ver nada a su alrededor.


    —Hemos llegado —dijo Cru, parándose junto a ella, y avanzó un metro en las tinieblas para tocar una puerta de metal invisible por la oscuridad, hasta abrirla de par en par. Invitó a Hellen a seguirla.


    Hellen avanzó unos pasos, a su lado, y el entorno al fin comenzó a iluminarse dentro de ese lugar.


    —Éste es el laboratorio de tus padres, donde la verdad se esconde, Hellen...



    . . . . . . . . . . .



    Hellen respiró profundo, no sin cierta angustia por aquellas palabras, y observó a su alrededor. Un laboratorio rústico, de paredes carcomidas y suelo manchado, se extendía ante sus ojos. Las pocas lámparas que colgaban de los techos iluminaban lo suficiente la estancia como para darse cuenta de dónde se hallaban. Una serie de habitaciones, o de salas, se precedían una a la otra con sendas puertas de metal.


    —Avancemos, Hellen —murmuró Cru colocándole una mano al hombro—. Debemos hacerlo.


    Hellen cerró los ojos, tragó saliva y obedeció. Con pasos temblorosos quiso asomarse a la primera puerta que estaba en el angosto pasillo de aquel extraño laboratorio. “¿De mis padres? ¿En verdad ellos tenían conocimiento de esta galería?” se preguntó para sí misma. “¿Cómo pudo haber siempre un laboratorio debajo del observatorio en donde ellos... solían trabajar?”

    Había algunos muebles de metal alrededor de las puertas. Libros recargados en las paredes, caídos por los suelos. Hojas desperdigadas, sin un orden específico, probablemente reportes de alguna cuestión elaborados en montañas y montañas de papel. Sería difícil siquiera ponerlas de forma consecutiva. Había hojas que hablaban de experimentos extraños, diagramas de cosas que Hellen no podía ni imaginarse, advertencias sobre químicos de nombres que sonaban peligrosos. Anatomía de cuerpos humanos. Flechas y fórmulas. Nombres en los márgenes. Química. Biología. Experimentación.

    Cajas con la leyenda “frágil”, acomodadas en las esquinas de las paredes. “Peligro, inflamable. Riesgo de explosión”. Hellen instintivamente dio un paso atrás al leer un paquete con esa inscripción, hasta topar con las manos tranquilizadoras de Cru a su espalda.

    En los muebles se hallaban también vasos con sustancias extrañas, de colores claros y oscuros. Estantes repletos de botellas y contenedores.


    —¿Qué es esto? —dijo Hellen. Una hoja con inscripciones amontonadas sobre una mesa había llamado su atención de forma específica. Cru se asomó detrás de su hombro para leer junto a ella el papel—. ¿Uh? Esta letra... esta letra es...

    —Se ve muy familiar, ¿no? —dijo Cru.

    —Aunque no quisiera creerlo, Cru, ésta es la letra de mi padre, indiscutiblemente... —murmuró Hellen, cerrando los ojos, como si no quisiera ni esforzarse en leer el contenido de aquella hoja. Cru le colocó una mano al hombro.

    “Año 1979. Mayo 13. Haruki.

    ...Mucho sueño...

    Rina y yo no hemos dormido nada bien por casi dos semanas. Pero la investigación ya casi está llegando a su fin, tenemos todo, así que no vamos a echarnos para atrás justo ahora. Estamos tan cerca de cumplir nuestro anhleado sueño...

    Tal vez, si dividimos el trabajo durante unas cuantas horas de los próximos días, se hará realidad. ¡Estamos tan cerca!”



    Hellen levantó la mirada del papel y volteó a ver a Cru, ligeramente inquisitiva.


    —¿Sabes, Cru? Esto es verdad... Mamá y papá solían decirme que estaban “muy ocupados con un pequeño trabajo”, y se iban de casa durante días y días... Ahora veo en dónde es que se quedaban a dormir. Ellos solían decir que su trabajo consistía en la observación e investigación de los ecosistemas, pero... en realidad se confinaban en este extraño laboratorio para hacer alguna clase rara de investigación, ¿verdad?

    —Aunque también decían hacer el mismo “pequeño trabajo” al mismo tiempo, ¿no Hellen? Y vaya que apretaron tanto sus agendas realizando estas labores que incluso se olvidaban de dormir o posponían el regreso a casa, todo con tal de terminar esto que empezaron... Y es debido a esto, o quizá gracias a esto debería decir, que tú, Hellen, te hiciste tan buena cocinando y haciendo las labores de la casa por ti misma, madurando tan rápidamente... creciendo antes de tiempo...


    Hellen suspiró, con las manos temblándole ligeramente mientras sujetaba la hoja.


    —Los días en los que no volvían a casa primero eran muy esporádicos... luego el tiempo de ausencia se fue extendiendo más y más... gradualmente se hacía más frecuente... hasta que se podían contar semanas enteras sin que los viera... Así que al final, terminaron por ya ni siquiera regresar a verme o a dormir. En verdad me sentía tan sola...

    —Es verdad... —dijo Cru, compadeciéndola.

    —La investigación los llevó tan lejos como para olvidarse de lo más importante, qué demonios...


    La chica depositó la hoja en la mesa y continuó revisando su alrededor. Encontró una computadora inservible, en apariencia, así como un par de lechos revueltos en una de las estancias. También tenían un baño y un cuarto de ducha. “Todo perfectamente planificado como para casi mudarse a este sitio”, pensó Hellen.

    También había una cocina improvisada, en otra de las habitaciones. Una serie de conectores grasientos daban energía a un refrigerador pequeño lleno de víveres para que la pareja pudiese pasar varios días en ese claustro. La frialdad era más tangible en ese lugar. Del lavabo, una gotera no cesaba causando un sonido de repiqueteo que ponía los pelos de punta a Hellen.

    Cru investigaba desde el otro lado. Su rostro no terminaba de serenarse. Revolvía algunos cuadernos que los padres habían dejado sobre la mesa en la cual seguramente comían, sin dejar a un lado las investigaciones. Había, por ejemplo, unos libros con ilustraciones sobre las criaturas del fondo marino, así como diagramas de sus disecciones. Otros textos se encontraban en raras lenguas que las muchachas no podían entender. También había recetarios para comidas de emergencia. La luz del techo impedía ver con claridad ya que ofrecía apenas destellos esporádicos.


    —Mamá solía beber mucho té —observó Hellen, al notar unas tazas con té helado a medio terminar sobre la mesa.

    —Aquí hay otra cosa que probablemente sea importante —dijo Cru, y puso en las manos de Hellen un papel también escrito a mano, para que ambas lo leyeran—. Comparado con la anterior, esta caligrafía se ve mucho más cuidada.

    —Es porque la mayoría de los álbumes familiares, los diarios y los recuerdos, fueron escritos por mámá... —dijo Hellen, callando repentinamente—. O bueno... sí, la letra de mi papá es un desastre. Debe ser eso. Esto parece unos meses más antiguo que el otro mensaje...


    “Año 1977, enero 18, Rina.

    Haruki hoy salió a dar una vuelta. Dijo que iría a visitar la escuela de Hellen. ¿Iría a hablar con alguno de sus maestros? Porque las clases terminaron ya hace varios días... Bueno, de todos modos no creo que vaya a casa hoy. Hellen... ¿estará comiendo lo que le dejamos en el refrigerador? ¿Se hallará bien de salud? He estado ausentándome de casa tanto tiempo recientemente, por lo que en verdad me preocupa. Lamento mucho ser tan mala madre con ella...



    —Tu madre... ella parecía preocuparse mucho por ti, ¿no Hellen? —dijo Cru.


    ...a pesar de eso, sé que lo único que puedo hacer por ahora es dedicarle todo mi tiempo y energía a él. Porque apoyarlo a cumplir su más anhelado sueño es también el mío...

    Porque a partir de este momento, la felicidad comenzará y continuará por siempre..."



    —Bueno... —dijo Hellen—, cuando ella volvía a casa y yo le preguntaba si esta vez se quedaría conmigo, me decía “no puedo, tengo mucho trabajo, no hay nada que se pueda hacer al respecto por ahora, hija...”. Pero... la investigación de mi padre... supongo que era demasiado importante para ella... Así que ambos estaban atrapados entre lo que querían y lo que debían hacer. Creo que cuando mamá y papá me miraban... sentían la misma distancia a un nivel vergonzoso, quiero decir... ese vacío que me estaban dejando día tras día, podía verlo en sus miradas... Y aún así, Cru, creo que ambos me atendían con mucho amor siempre que podían, o que su trabajo se los permitía. Y yo también los amaba mucho, a ambos...

    —Preciosa, preciosa familia la tuya... —murmuró Cru.

    —El texto continúa por atrás de la hoja, veamos qué más dice.


    Año 1977, enero 19, Rina.

    Lo que ocurrió ayer en la escuela, ¿qué fue en verdad? Cuando se lo pregunté a Haruki, él simplemente me dijo: “Fui a pasar un rato con el director, él fue mi maestro hace muchos años...”. Cuando le contesté cualquier cosa sin mucha preocupación, para dejar el tema de lado, él agregó: “...después, cuando el director se disculpó y fue al baño, instalé una cámara oculta en la oficina”. Me dijo que no fue muy difícil hacerlo, pero eso terminó por confundirme de pronto y mil cosas pasaron por mi mente. Después de todo, ¿por qué un viejo pupilo instalaría secretamente una cámara en la oficina de un profesor que le había dado clases hace tantísimos años? Cuando le pregunté qué significaba aquello, él sólo abrió la boca como tratando de tranquilizarme con una expresión calmada...

    ¿A qué te refieres? Por favor explícame.

    Sólo eso, Rina —me dijo—. Mira, ya antes te había comentado que me parecía que la administración de esa escuela últimamente no había estado llevándose de forma adecuada, ¿no?
    —Correcto.

    No se ha esparcido la información, pero las deudas públicas y privadas que tiene esa escuela son enormes. Tan extraordinarias, que te puedo decir que el director está hundido hasta el cuello de problemas. Y bueno... como alguien que fue su alumno y luego su amigo por tanto tiempo, simplemente traté de escucharlo y consolarlo en los momentos en los que verdaderamente necesitaba a alguien. Hace unos días, mientras estábamos hablando de cosas triviales, de su casa, de la escuela... él empezó a hablar de una manera que reflejaba su honda desesperación entre palabras... quiero decir, comenzó a insinuar cuestiones relativas al suicidio...

    Algo que suele ocurrir a menudo, ¿no? —le dije—. La gente se desespera al saber que no cuenta con fondos monetarios y se le pasan por la mente esa clase de cosas...

    Al principio traté de disuadirlo, por supuesto, ya sabes... “¡deje de pensar en tonterías, profesor!” y cosas parecidas, pero en verdad él ya se veía muy resuelto en su idea. Y bueno... fue en ese momento que se me ocurrió... que... que con eso, quizá podría obtener una “muestra” que nos permitiera hacer un gran avance en nuestra investigación...

    ¡¿Qué?! Haruki, ¿hablas en serio?

    Sí. Es nuestra gran oportunidad —me contestó—. Probablemente cometa el suicidio en un día de estos. Hasta ese momento lo estaré espiando muy de cerca, y cuando ocurra, iré rápidamente a recoger el cuerpo. Porque es importante que el cuerpo esté muy fresco.

    Pero... no te van a permitir hacer cosa semejante, Haruki. Algo como recoger un cuerpo y llevártelo...

    No es como si lo estuviésemos matando nosotros... Él se morirá por su propia cuenta, nosotros sólo tomaremos... prestado su cuerpo.

    Y, aunque lo pudieras mover y traerlo... ¡no hay manera de que puedas salir del problema tan fácil, por favor! Aunque sé que la escuela está cerca, hay posibilidades de que alguien vea al director antes que tú, o incluso que alguien te descubra cargando su cuerpo, ¡y entonces, en buen embrollo te vas a meter!

    Tal vez sea imposible... para una sola persona —me dijo mientras se acercaba a mí—. Y es por eso que estoy hablando esto contigo. En realidad, pensaba hacer esto por cuenta propia, pero finalmente tú eres mi importantísima compañera.

    Yo amo a Haruki con todo mi corazón... y siempre lo apoyé en cualquier locura. Di todo por él. Estoy tan feliz de verme en este punto a su lado.

    Haruki... —le dije—.

    Por favor, ayúdame en esto.

    Y de esta forma, me hice aún más cómplice en sus planes...

    ____




    Año 1977, enero 23, Rina.

    Hoy terminamos de vigilar al director. Y aún arriesgándonos gravemente, pudimos llevarnos el cuerpo en el auto y traerlo hasta acá. Mis manos aún me tiemblan... Cuando lo recogimos, hubo una pequeña falla en el cálculo, y ocurrió que un profesor lo encontró muerto antes que nosotros, presentándose primero a la escena del suicidio. Pero por fortuna, se retiró pronto y nosotros pudimos llevarnos el cadáver antes de que alguien más llegara. Por propuesta de Haruki, retiramos cualquier signo del suicidio, y me las vi muy difícil para tratar de disuadirlo y apurarnos a irnos de ahí. Si no dejábamos rastro, iba a ser genial, pero a la vez él parecía muy relajado en la situación, como si no corriéramos riesgos de ser descubiertos. Pero finalmente lo logramos, a pesar de que ni siquiera tuvo precaución en ocultar sus planes y gritó: “¡Lo hicimos! ¡Ahora podremos utilizar su cuerpo para experimentar!” y desde entonces, no ha salido del laboratorio, llevando encerrado ahí largas horas... Yo, por mi parte, tomaré una siesta, porque no aguanto más, y supongo que cuando despierte... volveré a servirle como su asistente una vez más. Ahora que hemos realizado tal cosa, pienso que es difícil para él mantenerse sereno y tranquilo. Temo que poco a poco pierda el buen juicio...”.





    Hellen dejó la hoja con mano temblorosa en la mesa.


    —¡Esto... yo...! ¡Mamá y papá.... haciendo esta clase de.... Cru... mamá y papá...

    —La verdad detrás de la desaparición del director fue el trabajo de esos dos. Si bien no cometieron asesinato, tampoco fue un acto perdonable. Por supuesto, no había manera de que ellos te hablaran de esto, Hellen...


    Hellen giró su rostro consternado hacia su amiga.


    —Ellos... ¡no! ¿Tú crees que ellos pudieran hacer algo como estar... jugando con cadáveres de esta forma, Cru? —un dolor agudo le sobrevino de la cabeza, como anteriormente le ocurría cada vez que se forzaba a sí misma a recordar cosas—. ¡Argh!

    Cru se acercó a ella mientras permanecía inclinada, con las manos sobre sus rodillas, tratando de aclarar de nuevo su vista.


    —Aun si no lo aceptas... ésa es la verdad —le murmuró al oído, mordiendo las palabras.


    Hellen levantó su rostro, con los ojos humedecidos.


    —Una investigación que requiriera llegar así de lejos... ¿pues qué clase de...?


    Cru la detuvo en seco con un movimiento de la mano.


    —Hellen. Más adelante, te espera la más dolorosa verdad —levantó la mirada para verla a los ojos—. Hellen. ¿Tienes el suficiente valor para ir y... verlo por ti misma?

    —Valor... yo... no lo sé, a este punto... Pero ahora he llegado muy lejos en esto, así que tengo que averiguar todo y continuar hasta el final...


    Le temblaban los labios, y el líquido en sus ojos le nublaba la vista. Sentía que todo le daba vueltas a su alrededor, el comedor improvisado, los libros, la chica. Cru la tomó del brazo suavemente.


    —Además... tú me hiciste una promesa... Aún no has hablado de ti, Cru. Ahora que sé que no eres mi hermana, dime..., ¿tienes algo que ver con la muerte del director? Eres su hija, es eso... ¿verdad? ¿Has venido a tomar justicia porque mis padres robaron el cuerpo del tuyo?

    —Es verdad —interrumpió Cru—. No he hablado de quién soy yo.

    Hellen agitó la cabeza y suspiró.

    —En realidad, me siento temerosa, temerosa de todo. Si éste será mi último recuerdo, entonces la investigación y mi familia están íntimamente ligadas en todo esto que se supone que me ocurrió...

    —Sí... ya no puedo seguir negándote eso.

    —Montones de cosas en las que no quiero ni pensar han estado flotando en mi mente...

    —Vamos... estarás bien. Sé que enfrentarás esto con valor. Hellen, seguramente tu corazón se ha fortalecido desde el momento en que despertaste hasta ahora. En verdad estoy admirada de tu fuerza. Además... te he seguido y te prometí no abandonarte. Hemos recorrido todo este viaje juntas y ahora sólo nos falta un poco más para llegar al presente, así que vamos por ello.

    —Sí... gracias.



    Hellen suspiró hondo. De modo que la verdad más horrible, dolorosa y escalofriante se encontraba al fondo del laboratorio...
     
    Última edición: 26 Mayo 2014
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  18.  
    Yukionnatifa

    Yukionnatifa Stephanie la Loca

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    yo creía que este seria el ultimo capitulo; ¡que bueno que me equivoque!.

    Sigo sin poder jugar el juego mi computadora no lo corre, dice que necesito no se que cosa para jugarlo u.u; así que eres mi único contacto con la historia.... n.n mas te vale seguir!!!
     
  19.  
    Kohome

    Kohome Fanático Comentarista destacado

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    Ok... eso sí que no me lo esperaba. ¿Que fueron sus padres los que se deshicieron del cuerpo del director? ¡¿Qué carajos!?

    Todo está mucho más confuso ahora, no veo un desenlace que tenga lógica, ¡terminaré con embolia cerebral!

    Bueno, a ver.... ¿qué teoría se me podría ocurrir? No sé, ¿sus padres experimentaron con ella, intentando duplicar humanos, y salió Cru? -_-

    Ya, avísame que esto está muy bueno e intrigante. Jodido juego, y aparte con esa música. >< Cuánto ambiente.
     
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  20.  
    Ela McDowell

    Ela McDowell Entusiasta

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    Tienes una gran habilidad para generar suspenso y despertar la más densa intriga en tus lectores, o al menos ese fue mi caso. La forma en que describes es sencilla, bastante directa, pues no buscas rellenar espacio con un léxico complejo y descripciones innecesarias. Es por esa razón que tu Fic es de fácil entendimiento, pero me dejabas con un mar de incógnitas a cada capítulo que me hacían seguir sumergiéndome en el relato. He de confesar que ha sido la primera vez en mi vida que leo algo de semejante género y calidad, llevándome una grata sorpresa al notar cómo, rápidamente, la trama me atrapaba, imposibilitándome escapatoria alguna.

    En un principio, mi teoría era que Cru no era real, y que, tarde o temprano, todo iba a acabar con un cuchillo de cocina. ¡Cosa que pasó! Debo ganarme un premio de adivina o algo. (?) Aunque, por lo que se ve, y debido a que no acabo de entender por completo sus complejas acciones, no es una mala persona en su totalidad. Sin embargo, con Hellen, el que haya perdonado tan rápido a una impostora con su misma cara que intentó asesinarla... —suspira—. Dan ganas de golpearla para que aprenda a dejar de ser tan inocente. A pesar de eso, no son personas cuya actitud llegue a desagradar.

    Lo que más me ha gustado en sí es la trama en que se desarrolla la obra. Es, en definitiva, la más atrayente que he leído aquí en FFL. No puedo evitar sentir el corazón contraído en cada párrafo. Ciertamente, creo que has hecho que comience a nacer en mí el interés por éste género, al cual, más bien, catalogaría como misterio. Aunque, bueno, eso sería desde mi punto de vista personal.

    ¿Qué no me agradó del todo? Al principio te dije que llegaban a resultar incómodos los "...", pero no me mantengo del todo firme en lo que a eso respecta, ya que, a medida que continuaba la lectura, vi que eran mucho mejor implementados de lo que esperaba.

    Mi parte favorita, en definitiva, fue su estancia en el laboratorio. La música de fondo le quedó como anillo al dedo. Eso sí, la organización del episodio estaría mejor si los videos se encontraran entre spoiler.

    Nadie es perfecto, menos haciendo relatos de tal longitud, porque siempre se escapan dedazos que, sin importar la cantidad de veces que repasemos, escapan de nuestra percepción. Tienes una ortografía impecable, excelente, mejor dicho. No tengo queja alguna. Los pequeños fallos que encontré han de ser por la premura o el descuido, pero de igualmente los menciono para que puedas corregirlos. Tú sabrás cómo. Me disculpo, porque ya olvidé en qué capítulos y lugares se encuentran exactamente.

    Creo que estamos de acuerdo que dicho artículo sobra en ese lugar.

    Falto la letra "R" en el verbo.

    Olvidaste las comillas que indicaban el final de esa parte de la carta.

    Creo que eso sería todo. Muy, muy buena historia, Cisne. Incluso te regalo el comentario más largo que he hecho en mi vida.

    Saludos.
     
    Última edición: 27 Mayo 2014
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