Microrrelato Perdóname

Perdóname

Hola a todos. ¡Yuki regresó a FFL!
Y regresa con una historia original.
Bueno, la verdad es una redacción que hice en clase de Lenguaje. Al parecer le gustó mucho a mi profesora, me puso un 9 sobre 10.

Y ahora se la dejo aquí. Espero que la disfruten.

PERDÓNAME

¿Irene? ¿Puedes oírme? ¿Irene?
Por favor, contesta. Dame una prueba, tan solo una mínima señal. Necesito saber que tu corazón aún late.
Una simple máquina es lo único que me lo indica. No es suficiente.
Y me arrepiento, Irene. De veras que lamento el no haber podido estar allí para protegerte. Me odio a mí mismo.

Aunque tampoco quisiste prestarme mucha atención. Y de todas formas insistía. Conozco muy bien a ese bastardo. Sé lo que ese innegable atractivo oculta.
Ya empezaba a sospechar cuando aquella fría mañana de Diciembre se aproximó a ti, la nueva alumna del instituto.
Irene… tus por entonces pelirrojos cabellos, esos profundos ojos negros; tu melena cayendo en cascada por tus hombros y espalda. Una adorable timidez completaba tu pura belleza.
Pero lo que más me llamó de ti es esa ecuánime personalidad. Siempre tranquila.

Y ese bastardo se aproximó a ti cual astuto depredador que quiere jugar con su presa. Vanidoso, una y otra vez se peinaba la rubia cabellera con los dedos. Usaba sus ya conocidas por mí estrategias. Pero lo peor es que te estabas rindiendo a esos falsos y fingidos encantos.
Y yo solamente podía observarte detrás de los cristales de mis gafas.

A medida que lograba averiguar sus intenciones, intenté detenerle. Pero, imprudente de mí, a veces se me olvida que no soy precisamente el chico más alto y fuerte del instituto.
Allí me dejó, tirado y malherido sobre el árido suelo del camino a mi casa. Sonriendo con ese aire petulante.

Y apareciste, mi amada Irene. Me ayudaste a levantarme y mientras me preguntabas por lo sucedido limpiabas el polvo de mi camiseta.
Nunca lo olvidaré, cuando estábamos en tu casa. Tu cuidado para cuidarme.
Ah… cómo me hubiera gustado que fueras para mí y no para él.
Pero estaba confiado. Pensé que te alejarías de él. Sin embargo, eras demasiado inocente.

Aquel otro día. Estabas con él.
Se te acercaba, pidiendo algo. Tú considerabas que se estaba excediendo. Te negaste a su petición.
Colérico, te pegó una bofetada. Y tras ese golpe siguieron muchos más. Te dejó en coma.

Llevo días esperando a que despiertes. Irene… Perdóname.
¿Cómo podría pretender que fueras para mí si ni siquiera puedo protegerte?
Lo siento.