Arena Sangrienta Pequeña y mugrienta Arena de combate

Iulian

—Más alcohol... — dijo al escuchar al hombre borracho quien comenzaba a agredirlo de manera torpe incluso para las habilidades de Iulian. Una cosa llevó a otra y sinceramente en ese punto de su vida ya no lo sorprendía; tomó la red, miró a Gedric sonreírle mientras ingresaba a la arena, esto al menos le dió algo de confianza.

Ya en la arena miró a su compañero, el viejo borracho, no entendía por qué pero sonrió al verlo ignorando la evidente ventaja de sus oponentes —Sé usarla; pero verás, soy el ser viviente más desafortunado en todo el Imperio, eso puedo asegurártelo; ve por esa lanza mientras yo seguramente me tropiezo o me ahogo con mi propia saliva— dijo riendo, no quedaba mas, aun así estar allí lo emocionaba, seguramente era un sentimiento de supervivencia. Haría lo mejor posible pues no caería como un cobarde, al menos tenía que hacer un buen espectáculo, algo tan ridículo que nadie podría olvidarlo.

Miró a sus oponentes mientras el viejo borracho iba por el arma "Me encantaría probar suerte y atrapar a ambos pero esto no es un entrenamiento; me dirigiré al hombre con la lanza" pensaba mientras movía sus dedos entre la red. Sabía perfectamente que el público no disfrutaba las peleas con retiarios en ellas; pero eso debía cambiar, el arma de un pescador a pesar de ser humilde puede resultar mortal si se sabe utilizar; si atrapaba a uno, el viejo podría arponearlo con facilidad o con la suficiente suerte poder ahogarlo en el agarre.

Sujetó la red y comenzó a moverla con delicadeza, tenía que ganarse a un público el cual no tenía ninguna esperanza en ellos, así que utilizaría su habilidad aprendida: Deslumbrar, al menos aquello podría salvarlo de algún modo si la red no caía donde debería, pero si esta lo hacía podría utilizar Estrangular, esperando que aquello fuera efectivo.

 

Génesis

Sonrió ladina al ver que su oponente tenía relación con la sucia alimaña que provocó el mal estar en su estómago, al provocar daño en alguien preciado para ella. Pero así como no tenía una pizca de fácil, mucho menos de tonta. Movió las caderas con gracilidad y jugó con las dagas en la punta de sus dedos, manteniendo la espalda firme, deslumbrando la tela de animal sobre su blanca piel, centrando sus orbes azules por un instante en su Dominus, buscándolo con la mirada firme.

Como si buscase que accediera al uso de sus filosas armas.

Tenerlo de su lado, sería lo más inteligente, a fin de cuenta debía estar apostando por la mujer que haría historia.

Oh.. podía ser tan narcisista.

Su lacio cabello se meseó de derecha a izquierda en su caminar, hasta acortar un poco la distancia, en cuando flexionó levemente las rodillas se percató de que su enemigo se aproximaba.

—Pss —siseó en distracción al retroceder hasta uno de los muros para impulsarse como un felino hambriento, dando paso a su conocido espiral de cuchillas.

Lo desprendería de aquella armadura y luego, le arrancaría la cabeza.

 

Aldor Monpoke

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Lejos de intimidarte por los comentarios decidiste superponerte a eso y, con rabia, enfrentaste a tu rival, provocándolo para que fuera por ti. El tipo de la lanza se quedó perplejo. No esperaba tu reacción tan fuerte, después de todo eras uno de los primeros en ingresar por lo que debías estar entre los débiles.

—¡Te aplastaré como un montón de rocas desmoronándose en un túnel! ¡Arrrrj!

El sujeto cargó con fuerza contra ti. Tu provocación había acallado también a la multitud. Todos estaban expectantes.

Lo esperaste con firmeza, con tu pico en mano, esperando tu oportunidad. No pudiste entender a tiempo lo rápido que se movió y la larga que se hizo la extensión de la lanza. El sujeto debía ser un experto con el arma porque te atacó de una distancia como de 3 metros, no estabas ni cerca de darle con el hacha. Para tu suerte, la precisión del ataque no fue del todo buena, golpeó tu armadura que si bien no era la gran cosa desvió la punta de la lanza hacia abajo.

En ese momento era tu oportunidad, atacaste con el pico en alto y tratas te de golpear con todas tus fuerzas. El golpe fue bastante certero en el pecho de tu oponente pero su armadura sí era muy buena y detuvo el embate como si hubieras golpeado una roca. Aún así, sabes que las rocas se parten. Logras empujarlo con la cabeza del pico y el sujeto se está tambaleando. Es tu momento de hacer alguna jugada. La gente espera que hagan algún mal movimiento los dos para que sean aplastados por el otro.

(Lo mismo que antes)

Génesis Insane

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Cuando ves a tu oponente acercarte decides arrancar rápida y ágil. Retrocedes para ganar un poco de impulso y llegas a gran velocidad al lado del sujeto. Das un respiro y empiezas a girar como un trompo con tus cuchillas extendidas. Tu oponente se cubre pero te has adelantado y te das cuenta que no estás tan cerca de él. Tus dagas apenas rozan un par de veces su armadura y en tu veloz arremetida no puedes corregir tu error sino sólo seguir girando cada vez más lento hasta detenerte. Antes de que lo hagas, tu oponente decide usar el mayor alcance de su espada y apuñalar a un lugar donde te ve descubierta.

Te detienes al sentir el acero penetrar tu carne y se arrojas hacia atrás como una gata acorralada. Tu seno izquierdo recibió un severo corte en la parte superior. Si hubiera penetrado más posiblemente hubiera estado cerca de tu corazón.

Fuerza: 30
Modificador: +10%
Tu resistencia: 7
Daño total: 15

A pesar de que el daño que hizo es bastante al menos conservas tu fuerza e incluso estás un poco más alentada a luchar. A pesar de que el gentío está contigo, si el tipo se ve muy acorralado irá a matarte y una estocada demasiado potente podría ponerte en serios problemas. Será mejor que pienses bien la forma en que actuarás en estos difíciles momentos.

(De nuevo los mismos dados)

Iulian Amelie

Contenido oculto

Otra vez otro sujeto dependía de tu fortaleza con la red para ganar una batalla doble. El tipo que te acompañaba estaba de verdad borracho y parecía estar peor a cada paso que daba hacia sus contrincantes. Mantuviste tu enfoque en el tipo de la lanza mientras ellos se separaban, teniendo en cuenta que había una gran red en juego. Comenzaste a girar la red con el mayor de los cuidados, esperando estar atento si algún excremento de ave caía sobre tus ojos. Te demoraste en arrojar la red.

Los sujetos de abalanzaron juntos contra el viejo. El que tenía una espada atacó pero el viejo se tambaleó a un costado evitando como por obra divina el espadazo. El de la lanza intentó apuñalar de lejos y llegó a su objetivo pero el ataque pareció tan débil que el viejo con un gruñido se lo sacó de encima como a una mosca.

Era increíble, tu mala suerte se esparcía hasta tus rivales. Era tu momento de arrojar la red. Lo hiciste con lo mejor que podías con las fuerzas que tenías. Tiraste tan fuerte que te caíste al suelo torpemente y rodaste sobre la arena. La multitud empezó a reír a carcajadas como pocas veces oíste en tu vida. Era de esperarse.

La red llegó a tu objetivo pero lo tomó en la parte baja del cuerpo. De una patada se sacó la red de encima y retrocedió ante un golpe que intentó darle Migliore quien también cayó al suelo boca abajo y allí permaneció un momento. Sólo esperabas que no hubiera muerto o se hubiera desmayado de ebrio.

La gente en las gradas estaba riendo como nunca había sucedido en esa arena, no podían recuperar el aire de tanto que los había hecho reír tu deslumbrantemente patética actuación. Incluso la gente del palco sonreía un poco, tomando el entretenimiento como un buen cambio de la sangre que estaban viendo hasta el momento. Sus oponentes, por el contrario, estaban muy enfadados. Ellos estaban luchando en serio y les molestaba que dos payasos todavía estuvieran vivos y atrayendo la atención del público.

Se prepararon para cargar nuevamente contra el viejo.

(A repetir tiradas)

Rundus Fustus Gigavehl

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El combate de ustedes fue uno de los que más sorprendió a la multitud. Dos novatos con buen porte, buenas armas y buenas armaduras. A pesar de que la gente esperaba los combates de los gladiadores veteranos parecía que el de ustedes iba a ser bastante entretenido.

Tu rival fue por ti levantando su hacha con mucho orgullo. Lo esperaste con el escudo en alto y cuando el hachazo llegó desde un costado ahí mismo se detuvo, en tu firme escudo. No esperabas que fuera un escudo tan fuerte pero era posible que esa gran armadura que llevabas te diera una gran firmeza a la hora de aguantar el golpe. Ahora tenías a tu rival a pocos pasos y podía ser un buen momento para dar un espadazo. Sin embargo, se te ocurre mirar al palco donde los sujetos más ricos y poderosos del lugar se reúnen a hacer negocios mientras los ven luchar. Te quedas de piedra cuando ves un rostro conocido entre ellos.

El sujeto. El tipo de Detoxo. Tu amo. Estaba allí, sentado en una de las altas sillas hablando con todos los presentes y viéndote. Podías ver sus ojos inyectados en locura y su sonrisa lasciva tratando de ocultarse inútilmente en su rostro huesudo. A su lado había dos mujeres jóvenes y no pudiste evitar recordar el baño de sangre que se había provocado con tu participación.

Sabías que el tipo contaba con mucho dinero e influencia pero no esperabas que estuviera ahí, en los palcos, como uno de los grandes señores frente a la multitud. ¿Qué lo hacía tan poderoso?

Distraído con tus pensamientos no pudiste evitar atacar a tu rival sin demasiada precisión. Le diste con tu espada en un costado y la armadura tintineó. Iba a ser difícil encontrar un buen lugar donde herir carne. Pero tenías que seguir probando, era hora de que tomaras la iniciativa y que te sacaras de la cabeza la presencia de ese siniestro ser.

(De nuevo, con los mismos dados)

Sextus rapuma

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La arena era una fiesta cuando Gredic hizo girar sus espadas en sus manos. Podías ver en las gradas un jolgorio que no te habías imaginado nunca. Gente que se seguía tirando desde las tribunas, algunos sobrevivían y buscaban acercarse al gladiador pero eran detenidos y asesinados por los guardias de la arena. Otros copulaban como perros salvajes arrastrados por la excitación que les generaba ver a lo más cercano que podrían presenciar a un dios. Había luchas encarnizadas también y un inusual amontonamiento sobre el tipo que hacía las apuestas. Todos habían ido a ver ese combate, los demás eran sólo un entremes.

Ya que había que enfrentarlo le pusiste un poco de show también hablándole directamente a Gredic quien te observó algo asqueado, como si tu lenguaje fuera repulsivo y no se entendiera bien lo que decías. Usaste tus dos espadas y lo atacaste con todas las fuerzas que pudiste reunir. Gredic no se molestó en caminar, te esperó tranquilo. Cuando cayeron tus espadazos él simplemente los evitó moviéndose a un costado. Uno de tus ataques cortó su espalda en un costado.

Fuerza: 38
Modificador: +20%
Gedric resistencia: 122
Daño total: 1

No tiene buena pinta. Te ha costado mucho seguirle el ritmo y no has hecho mas que agotarte para hacerle nada más que un rasguño. Ese tipo lleva un entrenamiento de años contra el tuyo que fue apenas de días. Gredic te sonrió y con gran fuerza fue a golpearte con el mango de la espada de su mano izquierda.

Su ataque fue devastador.

No escuchaste gritar al estado porque el golpe en tu mandíbula te hizo temblar el esqueleto completo. No se correspondía el daño que sentiste con ninguno de los daños que habías recibido hasta el momento, ni siquiera de Jacinto.

Fuerza: 90
Modificador: +60%
Tu resistencia: 9
Daño total: 135

Quedaste en el suelo. No podías mover la quijada, posiblemente te hubiera roto por completo el cráneo. Suspiraste agotado. ¿Otra derrota? ¿Otro rival de una talla mucho mayor a la tuya? ¿Dónde ibas a parar?

Por tu mente, las imágenes de tus conocidos en casa Nitodrius eran lo único que podías traerte para consolarte. Estabas muerto y lo sabías. Esa vez nadie podría traerte de nuevo.

La imagen de Méraga sonriendo fue una de las últimas que se te presentó antes de que abrieras lo ojos. Sacaste fuerzas del fondo de tu alma y te levantaste otra vez, con las piernas temblando. La multitud bajó un poco la intensidad de la enloquecida juerga que llevaban para ver cómo te incorporabas, contra todo pronóstico. Estabas a pocos metros de Gredic. No puedes hablar, ninguna palabra saldrá de tu boca colgando en tu pecho descoyuntada. A pesar de eso, no sientes dolor, estás fuerte, sientes mucho poder salir de dentro tuyo. Puedes percibir que poco a poco la herida en tu boca va sanando, recomponiendo tu cara. Gredic nota algo extraño.

—¿Qué cosa eres tú? —pregunta en voz baja, poniéndose en guardia. Ya no te subestimará, irá por todo pues desconfía de lo que seas capaz de hacer.

(Nuevamente, mismos dados)

 

Aldor

Mí provocación logro dar en donde más le molestaba, obligándolo a él recorrer la mayor parte de la arena.

Intenta cuanto quieras. Es más difícil abrirse camino en un túnel bloqueados por rocas desmoronadas.

Si bien no considere su buena resistencia en velocidad.
Fue arriesgado. Atacó desde una distancia demaciado superior a mí alcance, solo por una mala precisión es golpe no llego a alcanzarme. Lo cual me permitió acortar la distancia y regresarle el golpe. En ese confrontamiento, donde ambos salimos ilesos, logré darle un golpe que lo hizo tambalear.

El deseo de sangre volvió a mí casi hasta el punto de cegarme. Pero no fue suficiente. Lo que me permite notar la abertura que dejó ni ataque. No perderé el tiempo, es mí oportunidad.

Regreso mí pico a su posición sin demorarme en esa acción y me dispongo a atacar su costado. Esto va a tu corazón.

Te voy a aplastar contra el suelo y salpicare tu sangre por la arena.

Debe atravesar. ¡Tu puedes pico!

 

Iulian

Todos reían, aquello era perfecto comparando a la desgracia que pudo haber sucedido, Iulian sólo tenía una red y el anciano estaba ebrio, aquellas reacciones del público eran esperadas no por ello dejarían de ser hirientes. Pero no quería imaginar lo que pasaba por la mente de aquellos aspirantes.
Desenredó un poco la red para volver a intentar aquel movimiento el cual había practicado junto a Gedric, recordó el accidente del tridente y no pudo evitar soltar una risa.
"Este es el momento, de esta forma tan imprevista es como entenderé de una vez por todas si soy capaz de ser un verdadero guerrero, o simplemente moriré como el acto de entretenimiento barato" pensaba mientras veía a Migliore en el suelo "Esta vez debo intentar ir por ambos"

 

Génesis

Tragó grueso.

Maldita sea, estaba distraída por mantener la cabeza pensando en otra cosa, menos en sí misma.

Elevó la vista por un momento al público y sonrió altiva, aprovechando lo llamativa que resultaba con su hermoso cabello dorado manchado de sangre.

—Qué mala puntería —siseó hacia su contrincante, buscando alterarlo mientras mantenía la cabeza fría—, ¿Así de ciego eres para todo? —lo escudriñó sexualizando la conversación mientrascmientras con suavidad hacia él, deteniéndose a medio camino al apretar el mango de sus dagas, acechando.

Sus movimientos se tornaron felinos al impulsarse hacia adelante y relamerse el carmín de sus labios, aumentando su agilidad.

Si tan solo llegaba a la yugular...

Se dirigió como un león a punto de morder a su presa, buscando aquel cuello que le daría la victoria.

 

Sextus

El dolor que recorría su esqueleto y la punzada terrible en su mentón no lo frenaba. Poco a poco podía sentir cómo la mandíbula se ajustaba en su sitio, como si nunca hubiera estado desencajada.

Tomó sus espadas y las giró mientras volvía a esprintar contra Gedric. No pensaba y aunque quisiera expresar algo era imposible de momento. Sentía los huesecillos reinsertarse en sus cavidades; debería esperar un poco para volver a hablar.
Amagó un golpe bajo que cambió por una estocada en vertical y con su otra espada otro golpe en perpendicular. Sextus era solo una pieza en un enorme engranaje llamado Nitodrius y no lo podrían parar.

 

Aldor Monpoke

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A pesar de un mal inicio de ambos tu empujón fue certero y dejó a tu rival desacomodado. Ahí fue donde usaste toda tu pericia de minero. Extendiste el pico con tus dos manos, centraste tu mirada en el punto a golpear y martillaste.

A pesar de que sentiste que no le diste con todas tus fuerzas percibiste que el pico fue a dar en una parte blanda de la armadura penetrándola por el pecho y golpeando carne. Sonreíste. Un golpe era un golpe.

Fuerza: 7
Modificador: +50%
Resistencia de tu enemigo: 21-5(excavar)-10% (armadura perforada)
Daño total: 1

Sabes que no le has hecho mucho daño pero el tipo se lo ve bastante desconcentrado. No esperaba eso. Intentó darte con la espada pero estaba tan enfocado en su armadura ahora abierta que el golpe fue a dar sonoramente en tu armadura que estaba haciendo un trabajo excelente para ti hasta esos momentos.

Es tu momento para atacar. Tu enemigo ya tiene algo de arena en los ojos que irá molestándole en el resto de la contienda. Si consigues ser preciso tarde o temprano te ganaras al público y posiblemente el combate.

(Suma a tus tiradas anteriores una tirada por tu carisma)

Génesis Insane

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Decidiste hacer un ataque más preciso sobre tu rival. Tu velocidad sobre la arena le arrancó un suspiro de admiración al público, sobre todo a las mujeres que nunca esperaban tener una representante de su sexo que se viera tan bien en combate. Tu rival sabía que no te ganaría en agilidad pues tenía una armadura y un arma más pesadas, pero esperó soportar el ataque. Lo que no se esperó fue tu finta al final...

Cuando llegaste a él te fuiste a un costado y desde la parte ciega de su escudo lo atacaste. Tal fue tu velocidad que le arrebataste el equilibrio y cayó, mientras tus dagas rayaban su cuerpo.

Fuerza: 1
Modificador: +50%
Su resistencia: 18-20%
Daño total: 1

A pesar de lo bien que te moviste y de tu buen golpe sientes que no hiciste un daño significativo sobre él. A pesar de que estaba algo aturdido se sacó de encima tu cuerpo a patadones y te intentó golpear con mucha fuerza con la hoja de su espada.

Fuerza: 11
Modificador: +10%
Tu resistencia: 11+20%
Daño total: 1

A pesar de que el golpe ayudó para que retrocedieras no sentiste mas que un cachetazo. La multitud te veía luchar de igual a igual y no amedrentarte por su presencia a pesar de que el tipo era mucho más grande y musculoso que tú. Estaban de tu parte y los sentías alentarte. Era hora de que te pusieras a luchar en serio.

Tu rival se incorporó, estaba a medio inclinado cuando habló.

—Creo que vas a tener que sacar un poco de músculos. Podrás ganarte al público pero a un hombre no le vas a ganar nunca.

Con una sonrisa te observó a través de su casco. ¿Estaba en pocisión de hablar a pesar de haberle hecho comer arena hacía un momento? Parece que la batalla empezaba a ir más allá de lo físico.

(Además de tu dado de 20, de fuerza y resistencia usaremos tu dado de carisma, aunque ya lo estás tirando así que bien xD)

Iulian Amelie

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Ahí mismo donde lo viste en el suelo, Migliore siguió por un buen rato. Tanto que le dio tiempo a uno de los gladiadores a ir por él sin defensa. Intentó cortarlo en dos con su espada y el golpe se veía terrible pero el viejo se sacudió a un costado. A pesar de recibir el golpe, la espada lejos de cortar pareció patinar por la sudorosa piel de la victima.

Observabas incrédulo la escena. Con ese golpe el borracho debería haber sido partido en dos pero sólo había recibido un pequeño corte imperceptible y el atacante no cabía en la sorpresa de lo que estaba sucediendo. Su compañero también aprovechó para ir contra el viejo mientras tratabas de retraer tu red y acomodarla. El segundo tipejo ni siquiera llegó a Migliore, por el camino su lanza se enganchó en el suelo y tuvo que detenerse a juntarla y sacarla de la arena. La gente ya no reía, estaba empezando a estar asqueada.

No tenías mucha fe al tiro con la red la verdad pero debías intentar a todo o nada ir por ambos. Trataste de mandarla a volar lo más amplia posible para que abarcara la mayor parte del terreno. Fue a cualquier lado. Esa vez la fuerza que pusiste estuvo bien pero la puntería terrible, fue a cualquier lado.

Sin embargo, cuando ibas a empezar a tirar de nuevo de la cuerda para traértela oíste un murmullo entre la gente. Nadie entendía como pero red hizo un extraño movimiento en el aire, se revolvió y cuando cayó al suelo arrastró la arena en dirección a tus rivales. La red atrapó todo, Migliore incluido. No los atrapó desde arriba sino más bien de lado, un tiro imposible y totalmente absurdo. Tus oponentes no entendían como habían quedado prácticamente abrazados por la red pero ahí estaban. La gente en las tribunas murmuraba entre sí y pudiste ver también en los palcos los ojos abiertos de aquellos que pensaban que eso no podía ser más que una intervención divina.

Migliore no hizo nada pero tenías a todos aferrados en la red, les iba a costar salir de ahí. Era tu momento de aprovechar. Ahora que estaban en la red tenías tres opciones. La primera era ayudar rápido a Migliore para ver si él podía acabar con los rivales. La segunda era tratar de usar la red para acabar con la vida de al menos uno, no podías dejarlo medio muerto, si tomabas esta opción era probable que lo mataras. La última opción era tratar de desarmar a tus oponentes, eso era arriesgado ya que ellos podrían atacarte pero si lo hacías bien podrías dejarlos a ambos desarmados y tu victoria estaría asegurada y sin pérdida de vidas.

(Si desatas a Migliore tiras un dado de 20 y uno por tu suerte. Si intentas matar a uno elije cual y tira un dado de 2 caras. Y si quieres desarmarlos tiras dos dados de 20)

Rundus Fustus Gigavehl

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De lejos el combate de ustedes había sido hasta el momento el más parejo y emocionante. Tu rival atacó otra vez con su hacha en alto y el ataque fue directo a tu cuello, le valió nada que tuvieras tremenda defensa. A pesar de eso, sientes un fuerte empujón y te caes hacia atrás. Tu escudo queda a un costado por la magnitud del golpe y te sientes un poco débil pero no hay sangre. Por algún extraño motivo no te ha cortado la cabeza, sigues bien y con confianza contra tu oponente.

No te detienes a levantar tu escudo. Te tienes confianza y decides atacar a tu rival con determinación. Tu espada penetra entre su armadura y le abre una herida.

Fuerza: 6
Modificador: +50% +10%
Su resistencia: 21
Daño total: 1

Sabes que ese daño no es mucho pero herirlo es suficiente para sentir a la multitud más de tu lado. La batalla está muy encarnizada y sabes que en cualquier momento se puede tender a cualquiera de los lados. A pesar de llevar esa armadura te has salvado por los pelos de un ataque que podría haberte costado muy caro.

(Además de los dados de antes tirarás un dado por tu suerte para ver si recuperas tu escudo. Si no quieres recuperarlo lo dejas donde está por el resto de la batalla)

Sextus rapuma

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Tus dotes regenerativos eran impresionantes. En poco tiempo sentías la carne recomponerse y los huesos rotos soldarse lentamente. Dolía muchísimo pero habías aguando mucho más que eso anteriormente.

Atacaste sin dudar a Gredic otra vez. El tipo estaba muy sorprendido de tu resistencia y no te subestimaba. La gente había calmado su jolgorio porque estaba concentrada en lo que sucedía. Los altos señores del palco también estaban expectantes.

Cruzaste tus dos espadas contra el nórdico que se movió a un costado y te esquivó sin ningún problema. Estabas muy torpe ese día y lo notabas, no sabías por qué motivo, si seguías así morirías y nada podría evitarlo.

Entonces, Gredic no dudó. Fue rápido y no muy preciso pero sí muy fuerte. Cuando se movió a un costado arremetió con una de sus espadas y la enterró en tu abdomen. No te traspasó sino que cuando la hizo entrar, la medio giró y tiró hacia afuera.

Tu sangre y tus vísceras salieron a chorros. Parpadeaste incrédulo mientras llevabas tus manos a tu vientre para evitar que se te cayeran los intestinos sobre la arena y caíste de rodillas totalmente derrotado. La sangre empezó a esparcirse sobre la absorbente arena mientras oías a la multitud jadear y gemir por ver el llamativo líquido rojo.

Mientras te desangrabas no pudiste evitar volver a recordar casa Nitodrius. Sólo había sufrimiento desde aquella otra vez en la arena. Empezaste a pedir que por favor se terminara, nada bueno te estaba pasando y cuando sentías que habías encontrado un lugar por donde ir, un objetivo, una meta la cual alcanzar... te emparejaban con ese tipo que estaba kilómetros de ventaja por delante de ti. Ni en toda tu vida podrías haber alcanzado su fuerza y velocidad, ni con toda la ayuda de Casa Nitodrius.

Recordaste al cardenal que llevaste a su muerte en la boca de la sierpe. Recordaste que eras capaz de manipular a cada ser vivo en casa Nitodrius. A pesar de que usaras las grandes habilidades curativas de Meraga, la sangre perdida ya estaba acabando con tu conciencia. A pesar de que te mantuvieras despierto con el sentido de supervivencia de Rostolfo, ni comiendo arena podrías pararte para luchar otra vez. Sidios. Ese pequeño compañero que te había acompañado y algunas veces y que rehusaba el combate, era una carta en la que no habías pensado. El cuerpo de ese extraño y pálido muchacho era así porque había estado a punto de desangrarse vivo. Méraga lo había curado y de alguna forma él podía seguir adelante, aún con una escasa cantidad de sangre en su cuerpo.

Te incorporaste y no supiste como. Tus piernas y brazos sólo funcionaban. Tu mente seguía llevándote imágenes del mundo que te rodeaba a pesar de que tenías los ojos cerrados. Tampoco podías oír nada. Ni oler. Te mantenías con vida y usabas solo las funciones necesarias de tu cuerpo para estar ahí, en vilo. Pero estabas a punto de morir. Era hora de que Jacinto te diera una mano.

Todas tus fuerzas diezmadas se recompusieron y no supiste como. Arrojaste un grito al cielo que no oíste pero supiste que había sido aturdidos para todos los presentes. Estabas ahí parado, con tus músculos hinchándose como burbujas en un mar turbulento y Gredic no daba crédito a lo que veía.

—Tu no... no puedes... no debes... Ya muérete de una vez.

No lo oíste en realidad. Tu mente te llevaba imágenes difusas que no sabías si eran ciertas o no. Sólo podías intentar atacarlas pero ni siquiera eras capaz de sentir si estabas sosteniendo un arma o tu estómago. Te rodeaba un paisaje negro y siniestro. Estabas en la noche.

El sujeto encapuchado de tus sueños apareció frente a ti. Lo rodeaba un intenso brillo violeta que te espantaba, sabías que si eso te tocaba te absorbería en un infinito espiral de muerte.

Podías atacar las imágenes que recibías de tu instinto. O bien podías tratar de alejarte de ese encapuchado que esta vez no parecía querer ofrecerte nada bueno.

(Sólo tira un dado de 20)

 

Aldor

Aún me queda para derribar este tipo. Mostrando un mayor trabajo que el primer asesinato que cometí en esta arena.

Aaaah. Quisiera volver a presenciar semejante baño de sangre. Destrozar a este rival.

Pico.
Has echo un buen trabajo, pero está vez fui yo el que defraudó. ¿De verdad dejé de ser digno de ti?

Todo menos eso. Yo vivo por ti.

Vuelvo a ajustar mí agarre en mí pico. Le doy una mirada de rabia a mí oponente.

Te acabaré. ¡Soy digno de portar este pico!

El público es lo que menos me importa en este preciso momento. Quiero matar. Y se seguir matando.

Lo demostraré. A un mí propio cuerpo se niega a ir con todo. Lo obligaré a ello.

Voy a avanzar. Es momento de acabar. Te empujare contra el suelo

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Resistencia al cohete si ni supero el 10...

 

Génesis

Lo escudriñó con la mirada, ajustando el agarre en sus armas a medida que retrocedía como un felino calculando la distancia, escuchando el alarido de la voces. Estaba preparada para meterle una patada en la nuca si este se atrevía a dejar la espada de lado y golpearla a puño limpio, pero en lugar de sus asimilaciones el joven tan solo se burló de ella de forma descarada, provocando que frunciera el ceño de forma altiva, como si comenzara a verlo como una maldita sabandija que empezaría a aplastar con el tacón de sus finas botas de cuero.

—¿Un hombre? —cuestionó arqueando su perfecta ceja izquierda—, qué lástima que no te vea como uno —soltó áspera, echándose a correr hacia él mientras su largo cabello ondeaba al son del incesante viento, bajo la fuerte luz del sol.

Como una reina que agarraba un arma para asesinar a un súbdito.

Se desplazó veloz al aumentar su agilidad, buscando acorralarlo en el centro de lo que los mugrosos observadores consideraban un espectáculo, saltando en cuanto se encontró lo suficientemente cerca al desplazarse como una pantera sobre una presa, dejando que surgiera el movimiento en espiral de cuchillas, como si su cuerpo no pesase en el aire al mantener movimientos gráciles e impetuosos.

 

Sextus

Sextus luchaba como un valiente, pero era más débil y su rival era un titán. Daba pasos hacia atrás. Para él estaba todo perdido. No temia a la muerte. No la suya. De hecho, desde que descubrió que era un reanimado, la muerte la esperaba como quien espera encontrar alivio en el momento de dejar de existir, pero ahora, no entendía bien por qué, por algún motivo que no acertaba aún a desentrañar, quería seguir allí, en ese maldito mundo.

Cayó de rodillas. No había ya nada que hacer. Vio entonces aquellos ojos oscuros brillando en la noche de forma enigmática. Aquél ser misterioso que le hablaba en sueños. Todo a su alrededor desapareció y la oscuridad lo envolvió. Aún así sentía el calor del sol, el frío de la noche y mil latidos en sus sienes, como si pudieran ser consiente de todo el mundo que le rodeaba. Suspiró cansado y notó como el viento soplaba con fuerza; él era el viento.

No, no estaba mal morir en aquél escenario. No podía pensar en un mejor compañero para viajar, por fin, de una vez por todas, al Hades. Aquél sujeto encapuchado sería el Dios que le guiaría de la mano al descanso infinito... pero se lo llevaría luchando.

Alzó las manos aunque no estaba seguro de haberlo hecho. Sintió la fuerza de mil mares, de las poderosas montañas dormidas en el horizonte. En el silbido de pájaros; en atardeceres y amaneceres eternos. El flujo de la vida.

Su último ataque fue como un choque de montañas.

 

Iulian

Miró a Migliore con envidia, tenía aquello que Iulian no poseía y eso era una suerte envidiable, las espadas parecían deslizarse en su cuerpo, como si las repeliera. Ninguno de aquellos aspirantes parecía notarlo pues sólo iban detrás del borracho, quien parecía danzar con el primero sin darse cuenta de absolutamente nada, y como si al estar allí en la Arena él fuera el único envuelto en suerte, el segundo hombre de la lanza perdió el arma. Las risas habían cesado, un público que no está entretenido es siempre un mal augurio.

La red se movió en el aire, la siguió con la mirada poco optimista pensando que seguramente quedaría atorada en algún lugar inalcanzable; pero no fue así, el viento sopló y con gracia enredó a los aspirantes a gladiador junto con Migliore. Eso no era suerte, era intervención divina. Era algo que no le alegraba del todo, los Dioses estaban decidiendo que sucedía en la Arena ¿Qué habían hecho esos hombres para enfadarlos tanto? pues era evidente que no trataban de ayudarlo a él, no podía ser así.

—Entonces la suerte está echada— dijo sin vacilaciones, acercándose a los hombres para intentar desarmarlos. El espectáculo debía seguir, no más burlas y no más juegos. —De mí siempre se burlan los Dioses; pero a ustedes los están castigando —

 

Aldor Monpoke

Contenido oculto

A pesar de que llevabas algo de ventaja, el haber herido a tu oponente lo hizo ponerse furioso. Atacó muy rápido con su lanza y con un alcance del que no pudiste ni defenderte. La lanza penetro tu armadura y te abrió un largo tajo al costado de tu cuerpo.

Fuerza: 10
Modificador: Nada
Tu resistencia: 8-10% (armadura perforada)
Daño total: 3

A pesar de que la herida no es de gravedad sientes que has perdido la ventaja. Empujas a tu rival con la cabeza de tu pico esperando separarlo y tomar un poco de aire. El pico golpea la armadura del sujeto sin mayor efecto que un leve desequilibrio que te dará un poco de ventaja en tu próximo ataque.

La gente se está aburriendo. Empiezan los murmullos y algunos los están silbando a ambos. Quieren que el combate se termine porque no es para nada entretenido. Los guardias, a un costado, se impacientan. Se supone que era un combate a muerte pero la cosa está estancada. ¿Te va salvar el hecho de tener una buena defensa? No puedes creerlo, no has podido brillar como querías pero tienes tiempo aún, podrías intentar un buen ataque que desequilibre las cosas, es ahora o nunca.

(Los mismos dados)

Génesis Insane

Contenido oculto

A pesar de las burlas no te dejaste intimidar y volviste a atacar con todas tus fuerzas. Tu forma de luchar alentaba a la gente, eras una leona, todos ya lo decían.

Te lanzaste con un salto sobre el tipo y giraste en el aire majestuosamente con tus dagas extendidas pero tu rival se cubrió sin problemas usando su escudo.

Cuando caíste sobre la arena buscando aire maldijiste tu suerte. No podías dañarlo verdaderamente, su defensa era formidable.

A pesar de que habías empezado bien, tu oponente cada vez parecía más brutal. Aprovechando tu momento de descanso levantó su escudo para cubrirse y te atacó sin dudar. Por alguna razón tu cuerpo no respondió bien y sufriste un terrible corte en tu abdomen que hizo brotar mucha sangre y te dejó en el suelo retorciéndote de dolor.

Fuerza: 12
Modificador: 10%
Tu resistencia: 3
Daño total: 10

Escuchaste y viste al público preocupado por ti. Tu estado era crítico, ya no podrías seguirle el ritmo a tu rival y comenzaría a jugar contigo. El cuerpo te dolía y te costaba respirar, cuando te quedaras sin resistencia el daño sobre tu cuerpo sería irreparable y podrías llegar a morir. Tu combate no era a muerte y contabas con el favor del público... quizá deberías pensar en rendirte. Era muy humillante pero la muerte no conoce de soberbia.

Si así mismo te propones a atacar, deberás confiar mucho en ti misma y entregarte a los dioses.

(Si atacas, los mismos dados. Si te rindes, sólo un dado de 20)

Iulian Amelie

Contenido oculto

Te dirigiste a tu presa caminando con gallardía. Como si ese horrible tiro de red manipulado por el destino fuera obra sólo tuya. La gente murmuraba, había algo raro y no eras el único que lo había notado. Pero no era tu culpa que los dioses castigaran a tus rivales.

Llegaste hasta el primero dispuesto a desarmarlo. El sujeto ni siquiera se resistió, te dejó que le quitaras la espada como si ya estuviera entregado.
Te acercaste el otro que acababa de recuperar su lanza y trataste de quitársela pero con todas sus fuerzas se aferró a ella. Seguiste tratando hasta que te das cuenta de un movimiento a tu lado y el sujeto cayó fulminado al suelo, totalmente noqueado.

Miraste hacia un costado y era Migliore sonriéndote. ¿Cómo se salió de entre las cuerdas de tu red? Si había quedado tan atrapado como tus oponentes. Observaste donde estaba el otro sujeto que habías desarmado y también estaba en el suelo, desmayado.

La gente en las tribunas estaba estupefacta, al igual que tú, no entendían nada. Hasta el mismo portavoz estaba impactado cuando los proclamó ganadores. Fuera de todo pronóstico habían vencido con la increíble ayuda del destino. La gente no estaba muy contenta pues habían ido a ver sangre y ustedes no habían derramado ni una gota pero dentro de lo que cabía había sido entretenido. Mientras volvían de la arena a la celda, Migliore, eructando vino, te habló con una sonrisa en su cara.

—Bien hecho, muchacho. Ten— sacó uno de sus anillos de su mano y te lo tendió para que te lo llevaras—. Si alguna vez te interesa un trabajo ve con ese anillo a la taberna y pregunta por mí. Conozco a todos los dueños de escuelas de gladiadores del imperio, seguro te permitirán darme una mano y a ti te servirá de mucho.
Sin decir más el tipo caminó y fue escoltado por los guardias fuera de la celda mientras que tu te quedabas junto con el resto de los gladiadores, algunos muy golpeados ya.

Ves que Rundus va a salir a luchar, podrías ir a desearle suerte. También ves a Gredic, quien te sonríe desde su posición, bastante tranquilo. Acercarte a él también es una opción. Por último, recuerdas que Génesis y Aldor ya habían luchado pero ¿dónde estaban? Sabías que no debías preocuparte por Aldor pero Génesis era algo totalmente diferente. Puedes tratar de encontrarla o consultar su paradero a los guardias.

¡Obtuviste Anillo Mercurial Aéreo!

Rundus Fustus Gigavehl

Contenido oculto

Animado por la multitud te arrojaste a golpear a tu oponente. Llevando la espada a un lado pasaste corriendo a gran velocidad al costado del sujeto y raspaste sobre su armadura hasta que sentiste que arañaste carne. Tu rival se hizo a un costado y la gente gritó de alegría.

Fuerza: 8
Modificador: 10%
Resistencia Rival: 22
Daño total: 1

A pesar de que sabías que el daño que habías logrado era mínimo entendías también que la batalla estaba de tu lado y la gente de a poco iba a empezando a enamorarse de tu manera de luchar.

Sin embargo, no lograste recuperar tu escudo, estaba realmente lejos y estabas agotado por el esfuerzo físico, no entendías como pero estabas muy cansado.

No dejabas de pensar en lo cansado que estabas cuando sentiste el hachazo de tu oponente caer sobre tu hombro. Sorprendido lo viste llegar desde el cielo y como llegó rebotó y lo rechazó tu armadura. Tu rival no daba crédito a lo que veía, era imposible que le estuviera sucediendo eso, para él era una de sus mejores actuaciones y tu con muchísima suerte estabas sobreviviendo sin heridas mayores.

La gente no entendía bien pero seguían alentándote. Tenías que darles un buen espectáculo porque si esa armadura llegaba a fallar posiblemente no tuvieras una segunda oportunidad.

(Tira de nuevo el dado de 20 y los de fuerza y resistencia. El escudo ya no puedes recuperarlo en este combate.)

Sextus rapuma

Contenido oculto

No veías precisamente a tu oponente pero sí percibías de alguna manera que estaba atónito. La multitud y Gredic tenían la boca abierta, incapaces de entender que hacías parado ahí, con tus músculos hinchados por la sangre corriendo infinitamente por tus venas a una velocidad que nadie era capaz de procesar. Tu mandíbula y tu abdomen recomponiéndose, cicatrizando a un ritmo que no se veía a simple vista pero que se notaba porque tus intestinos ya se sostenían dentro de tu cuerpo y la piel se enrojecía como si fuera de fuego.

Algunas mujeres gritaron al verte caminar lentamente hacia el nórdico. Los hombres silbaron y se quejaron. Le pedían a los guardias que te detuvieran, que lo que estabas haciendo seguramente era un truco. Los guardias estaban aún más sorprendidos y por nada del mundo se moverían de los costados de la arena. Gredic, tratando de calmarse levantó sus armas. No sabía qué esperar de tu acercamiento.

Si te vieras a ti mismo no te reconocerías. Tu porte gallardo y orgulloso ahora se veía decaído, sombrío, con los brazos colgando inertes sosteniendo las espadas a los costados de tu cuerpo. Tus músculos firmes y fibrosos ahora eran esferas de carne y sangre, inflamados por la acelerada circulación. Tus pisadas normalmente ágiles eran pesadas y resonantes.

Gredic fue retrocediendo junto con tu avance, no sabía bien qué hacer. Decapitarte podría llegar a ser una buena idea pero en esos momentos se veía bastante imposible, debió haber sido antes. Cortar tus piernas serviría si las pudiera separar de tu cuerpo pero no estaba seguro de poder hacerlo y herirte no parecía hacer más que aumentar tu fuerza.

Antes de lo que tu rival se lo pudo imaginar diste tres pasos larguísimos y llegaste a estar frente a él. Tu respiración era potente, como un gruñido. Gredic se cubrió pero no pudo evitar el terrible golpe de tu puño. El puñetazo hizo crujir el hierro de las poderosas espadas y el cimbrón sacudió por completo a Gredic quien se desplomó en el suelo, impresionado. La fuerza que llevabas en tus brazos era atronadora, él nunca se enfrentó a alguien tan fuerte con tu contextura. Estaba en un aprieto y lo sabía.

Por tu lado, tu vista había vuelto junto con ese golpe. Te dolía el cuerpo y lo sentías agobiado, tus músculos te pedían un descanso pero temías darselo y caer en el sueño de la muerte. Tenías que seguir, no sabías cual paso sería el último que darías y si te ibas a ir te llevarías contigo a alguien de esa maldita arena.

(Tirarás 2 dados de 20. Y un dado por tu fuerza)

 

Aldor

Aaah.
Soy un fracaso.

Puedo sentirlo, el desprecio de las personas la cual se supone vengo a impresionar.

No lo pensé bien hace unos segundos. Pero el ser admirado es necesario para ir por lo libertad.

Porque... Tener que dar una pelea tan terrible. No lo discuto, los habilidades no se centran en pelea. Pero, yo entrene para esto. ¡Use todo mí tiempo en esa Casa para entrenar! ¡Para impresionar a mí amo! ¡Masacrar al enemigo!

Todo. Todo por mí libertad.

Es inaudito.
Debo matarte. Hacerlo de un solo golpe que impresione a todo el público. Que se olviden de todo el aburrimiento hasta ahora, debo dejarlos impresionados.

Debo hacerlo... O me quitarán a pico. Jamás me dejaran tenerlo de nuevo en la arena si hago tal demostración.

¡Juntos podemos!

 

Iulian

Aceptó el anillo que le dió Migliore algo confundido, pues por esos mismos anillos habían tenido que salir a la arena. Obviamente se guardó sus pensamientos, estaba vivo por milagro divino y aun así ganaba algo como recompenza, seguramente Migliore no había visto la misma pelea que él, miró el anillo y no pudo evitar sonreír, Migliore cumplía sus palabras y lo había hecho conocer hierro, aunque claramente de una manera que no era la que ambos pensaban. Se colocó el anillo en su dedo pulgar de la mano izquierda, mientras lo veía salír de aquel sitio, tan ebrio como había empezado.

Miró a todos lados buscando a Génesis, no la podía encontrar y eso lo angustió bastante, pensó en preguntarle a un guardia, pero los guardias sólo traen problemas, lo comprobó con Migliore, sabía que no le dirían nada si se acercaba a ellos. Miró a Rundus que iba a salir a combatir odiaba aquel sentimiento, tenía miedo, como un pequeño león que se alejó de su manada, se sentía perdido en aquel espacio tan peqeño, sólo por no poder encontrarse con la mirada de Génesis, sólo eso bastaba para desconcentrarlo y dejar de pensar con tranquilidad. Miró nuevamente hacia Rundus afirmando, cómo si supiera que la fuerza de su amigo era suficiente como para salir victorioso y mas tarde pudieran charlar.

Se acercó a Gredic como si aquella figura representara todo el poder en ese comprimido espacio, le brindaba seguridad; era como poder hablar con un Dios benévolo, deseaba tener la seguridad que mostraba el nórdico, sentía profunda admiración por ese hombre. Confiaba en él, del mismo modo que confiaba en Rundus y Génesis — Quisiera tener tu templanza, te ves muy tranquilo mientras yo sigo temblando por todo lo que me acaba de pasar, estoy vivo por intervención divina —miró a todos lados con ansiedad reflejada.

—¿Qué ha sucedido Gredic? ¿Han llevado a los ganadores a otra área? porque tampoco veo al hombre Pico, no pudo haberle pasado algo malo ¿Dónde está Génesis? —preguntaba inconéxamente mientras miraba hacia la arena, se distinguía el rival de Rundus —Ni ella ni Rundus deben pelear a muerte, tú tampoco ¿Verdad? no debería preocuparme tanto — esta vez miró preocupado a Gredic —¿Cierto?— preguntó, sintiéndose tan inútil como siempre.

—No puedo imaginar una vida sin ustedes — dijo sin tratar de ocultar su inquietud —Se supone que la fortuna le sonríe a los valientes—

 

Sextus

Sintió un estremecimiento involuntario y abrió los ojos. Gedric estaba en el suelo con cara de estupor y el público silencioso. Sextus notaba la presencia de una gran fuerza en su interior. Había algo más, un aura que le erizaba el vello de la nuca, y también una vibración sorda, casi imperceptible, que se transmitía a su esternón, como si bajo sus pies latiese, lento y poderoso, el corazón de la tierra. Por un momento creyó que estaba en el centro del mundo, un lugar por el que fluían vórtices y corrientes de energía mística procedentes de la gran Tellus, madre de dioses y hombres, fuente de todas las profecías, la presencia oscuros que lo regía todo.

—Rindete, Nórdico. —habló entonces Sextus con la mandíbula totalmente recompuesta. —Soy inevitable como el destino. Tengo una misión que hacer y percibo que tú mismo tienes otra. Puedes morir y llevarte a la tumba tu último objetivo o bien rendirte y vivir otro día para escapar. —los ojos de Sextus brillaban con exaltación.

Si Gedric era el rayo de Júpiter, Sextus sería el equivalente a Saturno, el tiempo. Era el héroe que había descendido a los infiernos y regresado de ellos. El hombre que había derrotado a la muerte y al olvido.

—Es el olvido más que la muerte lo que temes. —Sextus se acercó aún más. —Pero en el olvido podrás trazar tus redes sin ser molestado, de la otra forma... solo serás un recuerdo épico para el mundo. Pero tú sabrás que no lograste conseguir lo que anhelabas.