La vida tiene una forma tan extraña de enlazar nuestros caminos con quién sea y movernos de un lado a otro de formas inimaginables. Y es que la verdad a ella no le gusta vernos tranquilos por alguna razón; tal vez por una fuerza mayor, no sabría explicarlo. Pero en fin, a lo que quería llegar con esto es que acabo de hacer un gran camino de pedacitos de pan para ganarme la confianza de un hermoso perrito. Que comprendí, una vez llegó a mí moviendo su colita por un trozo más, que era el compañero que estaba necesitando en estos solitarios días superando el pequeño dolor en el pecho. Una mirada simple y sincera fue suficiente para alegrar mi alma. Un camino de pedacitos de pan que se convirtió en el remedio que en ninguna parte lo hubiera podido comprar. Pues sólo fue cuestión de fijar nuestras miradas para saber que ambos nos necesitábamos el uno al otro. Y que fuese como fuese, de alguna manera llenamos nuestros propios vacíos...
A veces es tan simple como eso, un animal puede llenar el vacío y el desasosiego que sentimos, un fiel amigo que estará ahí cuando le necesites, que nunca te dejará, al menos no por voluntad propia... En fin, ha sido agradable de leer este relato. Creo que no tengo mucho más que decir, a parte de que en la palabra inimabinables se te coló una "t", pero es una tontería. Tus relatos siempre son lindos, tu narrativa excelente y quuizás, hecho en falta que fuese más largo y quizás, también el darnos una escena más... "real" de su vida juntos. Me gustó la imagen visual que me creaste con el caminito de pan. Me agradó mucho. Espero leer más cosas tuyas, Paulijem. ¡Saludos! ^^