Patio trasero

Atravesé la cocina a paso calmo, de refilón noté el alboroto que parecía haber en el comedor pero, casi al mismo tiempo, advertí la mata fuego de Cayden destacar en el patio. Decidí seguir derecho, de todas formas mi información, aunque errada, me dirigía justamente ahí. Repasé el espacio, no encontré a Altan y sus amigas pero tuve que preguntarme qué cojones hacía Dunn recibiendo... césped de una chica.

Esbocé una sonrisa floja, dando con el cabello chicle de Riamu, y decidí acercarme primero a ella. Me incliné desde atrás, manos en los bolsillos, y hablé suavemente para... no ir a asustarla o algo, ¿verdad?

Aunque igual me había acercado con mucho sigilo~

—A ver, ponme al corriente, ¿qué está pasando aquí?

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Amane owo

 

Observé el partido un poco de soslayo, a decir verdad, como si fuese el sonido de fondo de la televisión que me ponía a veces mientras hacía otras cosas para no sentirme tan sola. Me había acabado el cigarro como a mitad del juego y la cerveza cuando se estaba disputando el último vaso, momento en el que consiguieron volver a llamar mi atención.

Al final, el pelirrojo al que arrastraron y la chica que parecía querer presumir que sabía veinte idiomas perdieron y seguí el movimiento hacia la urna con cierta expectación. S tenía que ser completamente honesta, no lograba imaginar de qué se trataba el castigo ni siquiera cuando vi a la chiquilla romper unas briznas de césped y... ¿lavarlas en la piscina? Si el castigo era tener que masticarlo o algo así, acababa de empeorarlo ella solita solo con eso pero, bueno, ¿quién iba a ser yo para decirle nada al respecto?

De repente recordé lo que Joey me había dicho de Cerbero; el hecho de que estaban celebrando el cumpleaños de dos partes del grupo, que venían siendo él y Katrina, me hizo pensar que los castigos también corrían de su parte. La otra persona... ¿podría ser la rubia aquella que le sonrió antes de irnos? Viendo el panorama y, aun con lo poco que los conocía, lo cierto es que empecé a tener mucha curiosidad por ver qué más castigos habría en aquella urna, porque esperaba de lo peor.

Sea como fuere, saqué el móvil sin ninguna clase de duda y enfoqué hacia la pareja perdedora con una sonrisilla de los más jodida. Eso le iba a gustar a Lena-chan seguro~ Y estaba, de hecho, empezando a grabar cuando escuché una voz masculina apareciendo de repente, haciéndome dar un respingo que me desenfocó toda la grabación.

—¡Eh! ¡Me asustaste!

Giré medio cuerpo para encarar al criminal que casi me mata de un ataque al corazón y... relajé mi posición en cuanto distinguí la figura. Se suponía que no era la gracia, pero es que ese pelo azul y esos ojos ámbar eran casi tan difíciles de disimular como mi propio aspecto.

>>Nada, esos cuatro han jugado al beer pong y la pareja de pelirrojos ha perdido —respondí, suavizando el tono por igual y volviendo a girarme para poder señalar a las diferentes personas que mencionaba—. Y tienen que cumplir un castigo~ ¿Asumo que algo de comer césped, masticarlo o algo así? No sé, llegas justo a tiempo para verlo, señor~

 

El respingo que dio Riamu al escucharme me arrancó una risa suave de lo más transparente. Me erguí tras haber cumplido mi objetivo, rodeando la mesa para recostarme contra ella, a su lado. Le eché un vistazo a la pantalla del móvil, a lo que estaba intentando grabar y luego a la auténtica escena, con una sonrisilla de lo más divertida danzando en mis labios.

—Eh, qué desafortunados —solté bastante al aire.

Decidí quedarme ahí, aprovechando que Cayden no me había visto ni nada, para presenciar el espectáculo en primera fila. No tenía idea por qué habría jugado al beer pong con esas personas que, si la intuición no me fallaba, no conocía de nada, pero dadas las condiciones no tardé en atribuírselo al alcohol. Yo había llegado un poco tarde después de todo, así que no me extrañaría que ya hubiera gente más borracha que sobria.

Además ¿Cay Cay comiendo césped? Vamos, nadie podía negarme el placer de grabar algo así en mi retina, cuanto menos para molestarlo luego un rato. Lo único que esperaba era que el chico consiguiera tomárselo con liviandad y que no sufriera una crisis nerviosa o algo al sentirse tan expuesto. Pero bueno, cualquier cosa estaba ahí para intentar calmarlo, ¿no? El plan B y tal.

Ya que estábamos afuera, saqué un porro nuevo que llevaba en el bolsillo interno del saco y lo encendí sin mayores complicaciones, dándole una pitada liviana. La nube blanquecina opacó el panorama un par de segundos antes de diseminarse y regresé la vista a Riamu, apenas de soslayo.

—Eh, ¿luego me lo envías?

Ni siquiera me molesté en disimular la diversión que cargó mi voz.

 

Seguí su recorrido con la mirada, viendo como se echaba sobre la mesa a un lado de mi posición con una sonrisa. También distinguí el porro que se sacó de la chaqueta para encendérselo justo después y pensé que, bueno, de alguna manera tenía todo el sentido del mundo. Era el amigo de Arata, al fin y al cabo, y ya había visto lo molesto que se había quedado cuando le quitaron la hierba.

Había parado de grabar justo después del susto, para poder retomar la misma sin una interrupción fea de por medio, pero el par se estaba tomando su tiempo para cumplir el castigo (comprensiblemente) así que pude permitirme salir de la aplicación para abrir la agenda y todo. Tenía el codo apoyado sobre mi pierna y giré la muñeca para extender el móvil hacia el chico, mirándolo con la cabeza echada un poco hacia un lado.

—Claro~ Toma, guárdame tu contacto.

Vaya noche más provechosa y solo acababa de empezar~

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Mascarada more like gabi coleccionando los números de los husbandos de belu (?)

 

No le presté demasiada atención a la sonrisa que me dedicó, porque la verdad es que me traía bastante sin cuidado, me limité a acercarme a la mesa, rellenar un vaso y bajarme una buena parte de un trago, porque mira ebrio ya estaba y harto de la vida había estado desde que tenía uso de razón, así que win-win para mí. Me encogí de hombros ante la pregunta de que si cumplía ella lo haría yo también, porque la respuesta en sí era obvia.

Un poco hijo de puta había que ser para dejarla cumpliendo el castigo sola.

La vi caminar mirando el pasto hasta que finalmente se acuclilló, arrancó varias briznas de césped, luego sacó otro puñado y suspiré, dándole otro trago a la cerveza. Cuando se levantó pensé que regresaría sobre sus pasos, pero en su lugar caminó al borde de la piscina y enjuagó el pasto en el agua, haciendo que frunciera el ceño. ¿Estaba loca o qué coño?

—El agua de piscina es anti-higiénica, es casi peor que haberse comido el césped directamente del suelo —dije cuando vi que había extendido la mano frente a mí—. Tiene mucho cloro, además acaba de haber gente allí metida.

Le regresé la sonrisa por pura educación, pero me aparté para arrancar otras briznas de césped y ,sosteniéndolas en la mano derecha, revisé el reloj. Esperé a que la aguja marcara el momento exacto del inicio del minuto y me llevé el pasto a la boca. En sí el sabor no era el problema como tal, era la textura más que nada, daba la sensación de que te ibas a puto atragantar al segundo en que comenzabas a masticar.

Mantuve la vista en la aguja del reloj todo el rato y debió ser el puto minuto más largo de mi maldita existencia, sin espacio a dudas. Apenas la agua alcanzó el doce de nuevo me aparté un poco más de la gente, y eso que ni me había enterado que Ko se estaba tirando todo el rollo, y comencé a escupir el césped.

—Me cago en la puta —murmuré y por suerte me había traído el vaso con cerveza, porque aproveché para darle un trago, enjuagarme la boca como si me acabase de lavar los dientes y volver a escupir—. These fucking bitches, I hate them.

Lo que hacía porque la otra idiota quería cumplir con el castigo.

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Está tan done with life que for real va a robarle la biblioteca a Sasha a este paso KASJEHS son im so sorry

 

Bueno, me alegraba haber establecido cierta clase de alianza con la chica aquí del cabello rosa. Acepté su móvil y me agendé bajo mi nombre completo, Ishikawa Kohaku, porque seguía siendo japonés de cepa aunque no lo pareciera entre el traje occidental, el cabello teñido y la hierba. Bueno, y las confianzas también.

Le di otro jalón al porro y mientras le regresaba el aparato noté que el show daba inicio. No sé qué puso aún de peor hostia a Cay, el caso fue que no aceptó el bocado cortesía de la pelirroja y arrancó uno nuevo. Se quedó prendido a su reloj el minuto entero, cosa de no sufrir esa tortura ni un segundo de gratis, y yo, bueno, digamos que tuve que tragarme la risa. Me daba pena y todo, pero no podía negar que había cierto placer culposo en ver a un amigo masticando césped.

Me permití una risa suave cuando salió pitando a escupir y despegué las caderas de la mesa, meneando lentamente la cabeza.

—Bueno, nos vemos por ahí, Yumemi-san, esperaré ese vídeo. El deber llama~

Me desvié un segundo para entrar a la cocina y buscar un vaso de agua fresca, sosteniendo el porro entre los labios. Luego anduve sin prisa alguna hasta la posición de Cayden y le ofrecí la bebida, dándole otro jalón al cigarro.

—Por favor, si vas a escupir que sea al menos con algo menos doloroso, Cay Cay.

 

Al menos en sí la chica no parecía habérselo tomado a mal porque aunque me ponía un poco de los nervios tampoco era la idea hacerla sentir mal por una estupidez, para hacer que la gente se sintiera mal por mierdas ya estaban las cabezas de Cerbero de por sí y ese reflector en específico se los regalaba. Las sombras a las que pertenecíamos eran muy diferentes de por sí.

Noté que la chica me usó más o menos de reloj, así que cuando yo me puse a escupir ella no tardó en hacer lo mismo de forma algo más discreta. Haber si se arrepentía de haber tomado el castigo así nada más, porque joder, qué asco de verdad y encima el jodido pasto se quedaba atascado en la lengua. Por lo menos la lechuga era mucho más amable con su textura, pero Dios no creía ir a comer verduras por una buena parte de la semana si me recordaban remotamente a esa experiencia.

Estaba por echarme a la boca lo que quedaba de cerveza para terminar de enjuagarme la boca cuando escuché pasos en mi dirección. Sentí el impulso casi incontenible de girarme y decirle a quién fuese que se estaba acercando que me dejara en paz, largarme y encerrarme en cualquier habitación hasta recuperar el fragmento de personalidad que sentía que me arrebataban cada vez que estaba con un grupo de gente, pero cuando alcé la vista y noté el cabello celeste de Ko todo eso se fue a la mierda.

Intercambié la vista entre el vaso de agua y sus ojos, no sé ni por qué mierdas si era obvio que se había tirado el espectáculo. Solté el aire un poco de golpe, estiré la mano para tomar el vaso y le di un trago largo, volví a escupir el líquido. Con eso me había sacado de la boca los restos de pasto que me quedaban en la boca y también el sabor asqueroso que me había quedado al revolverlo con la cerveza.

Estuve por responder en inglés, creo que por la sensación de familiaridad que encontraba siempre en Kohaku, y me obligué a darle la vuelta al chip.

—Gracias, Ko —dije con un hilo de voz, me bebí el resto del agua para echarle al cuerpo algo que no fuese alcohol y no fue hasta después que me di cuenta que había bastado verlo para que la mierda me cayera un poco encima luego de haber pretendido mantenerme de una pieza todo el rato—. ¿Al menos disfrutaste el show? Porque no se hacen segundas tomas.

 

Tras aceptarme el vaso de agua, regresé la mano libre al bolsillo y seguí fumando con tranquilidad en lo que Cayden se tomaba su tiempo para escupir y demás. Recién regresé la vista a él cuando lo oí hablarme, le concedí una sonrisa suave primero y entonces adquirió cierta chispa de diversión, que aún así no perdió el deseo por sosegar, contener o incluso conciliar. Podía molestarlo todo lo que quisiera, pero también veía que aquello no era simplemente... una ladilla para Cayden.

—Ah, estuvo bastante bueno, sí. Me encargué de conseguir evidencia y todo. —Volví a usar la mano libre, esta vez la dejé caer sobre su hombro y me incliné hasta encontrar sus ojos—. ¿Qué tal estás, Cay Cay? ¿Mucho sabor a césped aún?

Podía haber alivianado la cuestión, pero ambos sabíamos que pretendía escarbar un poco más hondo y que, en tanto él estuviera bien con ello, escucharía la mierda que deseara quitarse de encima.

Bueno, o al menos pensaba que lo comprendería, claro.

 

Después de tomarme el agua me quedé allí, un poco inclinado hacia adelante, tratando de recuperar aire y poner mis piezas en orden, o al menos en el desorden de siempre, el que ya conocía. Saqué la lengua porque sentí una última brizna de césped darme vueltas en la boca todavía, me la quité con los dedos y suspiré con pesadez.

No lo había mirado pero casi lo pude escuchar sonreír, incluso si había algo de diversión en esa sonrisa sabía que no había en ella ninguna mala intención y si estaba allí no era solo por el numerito que acababa de observar, sino también para revisar mi estado de alguna manera. Quiero decir, era bastante obvio si se había aparecido con el vaso de agua y toda la cosa.

Su respuesta me arrancó una risa bastante sin gracia, fue baja y plana. Cuando sentí su mano en el hombro no tuve intenciones de mirarlo como tal pero él encontró mis ojos y retiré la vista un poco por reflejo, porque la pregunta aparentemente liviana me había hecho arder los ojos. Sorbí por la nariz y me enderecé, acomodándome el traje y la máscara con la misma manía que me vivía acomodando el uniforme.

Así como había estado a punto de romperme como un crío su pregunta también me tiró encima una rabia bastante jodida. Lo cierto era que aunque estaba hecho de ansiedad, de dicotomías y otro montón de mierdas, eran muy pocas las veces que podía decirse que me cabreaba de verdad y cuando ocurría era errático como el fuego mismo del que de por sí parecía hecho por naturaleza. De hecho era tan extraño y me preocupaba tanto lo que pudiera resultar de ella que siempre terminaba volcando esa ira hacia el interior, la encerraba y fingía que no existía o la dejaba comerme vivo, con tal de evitar que consumiera a las personas que me rodeaban.

—Estaban jugando a la botella adentro y no estaba preparado mentalmente para ello. —Lo había dicho todo en un murmuro, para que solo él fuese a escucharme siendo que había gente en el patio todavía—. Y Arata es un maldito cabrón, digo, por si alguna vez se nos ocurre olvidarnos de que lo es.

Lo quería, claro, era Arata pero eso no quitaba que era un jodido hijo de puta.

Tomé aire con cierta fuerza, volví a encontrar sus ojos para dedicarle una sonrisa tranquila y estiré la mano para robarle el porro. Le di un jalón y se lo regresé como si nada, antes de echarle el brazo sobre los hombros.

—Por otro lado, Ko-chan, puedo ver que tienes la fortuna de estar sobrio, ¿o me equivoco?

 

Permanecí bastante quieto, aguardando por que Cayden recuperara su punto de equilibrio, pusiera las piezas en orden o simplemente reencontrara la forma de hilvanar las ideas correctas. Digamos que siempre había sido más... caótico que yo, a un nivel interno para ser precisos. Era como si fuerzas totalmente disímiles se disputaran una hegemonía ridícula, incluso ilusoria, forzándolo a moverse entre espectros extraños al punto de rozar lo incoherente. En sí no tenía sentido permitirles batallar, era una guerra eterna donde jamás podría haber ganadores o perdedores; no cuando los frentes a duras penas hablaban siquiera el mismo idioma.

Pero qué iba a saber yo de eso, con mi profundo río inalterable.

Lo mejor que podía ofrecer, como siempre, era mi paciencia y compañía silenciosa. Cuando encontré sus ojos no me regresó el gesto, así que decidí dejarle su espacio y quité la mano de su hombro, desviando la atención hacia cualquier otra parte. Igual lo había notado, al menos lo presentí al detallar sus ojos ambarinos. Eran de una resina dorada, tan intensa y cálida que recordaba al sol del verano, incluso a la miel pura de un panal. Eran cálidos pero algo oscuro, incluso compungido los cruzó como una neblina opaca y, habiendo ya girado el rostro, arrugué un poquito el ceño.

¿Qué le habían hecho para que se sintiera así?

Idiotas.​

Cuando comenzó a hablar deslicé mi mirada lentamente de regreso a él, repasando su semblante primero antes de enfocarme en sus ojos. ¿Había metido la cabeza en un juego de la botella? Pero bueno, eso era suicida a secas para gente como nosotros, que podíamos acabar sacudiéndonos como perros rabiosos bajo el tacto de la mano equivocada. Y luego... Arata.

Mi eterna sonrisa amenazó con aflojarse, fue apenas un relámpago, el temblor inadvertido de una comisura, y ladeé la cabeza como si nada hubiera pasado. Ah, ¿qué habría hecho Arata ahora? Cayden pareció encontrar la energía para renovar los ánimos y le dejé mi porro en lo que seguía pensando sobre lo que había dicho recién.

Bueno, suponía que luego podría averiguarlo.

Recibí su brazo encima de mis hombros sin mayor complicación, lo escuché y solté una risa suave, encogiéndome de hombros.

—No he probado gota aún, debo estar en peligro de extinción considerando el promedio. —Le eché un vistazo de refilón, divertido, y cerré los ojos al sonreírle de lleno—. ¿Qué recomiendas, Cay Cay?

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huh woah he just went full eight growth line right there

 

Creo que no era un secreto para nadie que, en rasgos generales, era un caos con patas. Lo disimulaba más o menos bien en un día normal, con interacciones de rutina y sin gente tocando las pelotas, pero ese, evidentemente, no era un día normal. Estaba hasta la puta polla y no había sido culpa de nadie además de mí mismo, con la tontería que me había montado el día anterior y que me dejaba la responsabilidad de involucrarme con el evento.

El plan era bueno, lo que pasaba era que yo no era el mejor para ejecutarlo.

Y es que no servía para nada que no fuese robar mierdas, vender hierba y mover armas entre barrios especiales. Tenía la admiración que quería en el mundo de sombras, pero nunca iba a conseguirla en plena luz del día ni en las medias luces tampoco.

Con tanto alcohol en sangre, el humor en la mierda y todo lo demás no me dio el ojo para notar el cambio en la sonrisa de Kohaku, el hecho de que se le aflojó, y solo traté de seguir como si nada. Su comentario sobre estar en peligro de extinción me arrancó una risa algo más genuina y lo presioné un poquito contra mí por reflejo.

—El champán está bueno —dije luego de pensarlo un rato—. También el whisky, el vodka, la cerveza...

El breve momento de tranquilidad me había durado mucho, ¿no? ¿Qué, algunos minutos si acaso? Ni llevé la cuenta pero el caso fue que no tardó en aparecer más gente y, como si no supiera leer el maldito ambiente, un chiquillo que intuía debía ser de primero terminó por decidir que era una buena idea acercarse a nosotros.

No le saqué el brazo a Kohaku de encima pero sí me bañó el cuerpo una tensión de mierda, empezó en los hombros, se proyectó a la nuca y al resto de la espalda en cosa de segundos. En los ojos debió chispearme el mismo fuego negro que los había opacado hace apenas un momento y la ira que era incapaz de reconocer como parte de mí tomó todavía más fuerza si es que era posible.

Pero era un puto crío.

Y no tenía culpa de que yo fuese un imbécil social, hasta los cojones de todo ser vivo.

Aunque lo cierto es que tampoco tenía energía ya para nada, necesitaba casi al punto de la locura un espacio donde estar solo o directamente que el respiro con Kohaku me hubiera durado un poco más para que su personalidad hiciera la magia, que me sosegara solo con estar allí, pero no había tenido esa suerte así que ya el cerebro estaba por orillarme a salir pitando.

Volver a la cueva oscura y fría en la que había nacido, pero que era segura.

Gracias debía dar que al menos la distracción con el enano me había impedido ver a Yashihiro aparecer con la que no podía ser otra que Liza, porque ya seguro hubiera entrado en breakdown siendo que de toda la gente que no quería ver, Nakagawa era que el menos porque ya mucho me había tocado los huevos con anterioridad y no dudaba de su capacidad de seguir haciéndolo.

Retiré el brazo de encima de los hombros de Ko bastante despacio, aunque en sí fue por la tensión que tenía encima, y di un paso atrás, prácticamente escudándome. Crucé los brazos bajo el pecho y a pesar de que había retrocedido, me quedé pegado a él como un maldito perro perdido. No le dirigí la mirada al mocoso en ningún momento, temiendo que bastara eso para que me fallaran los métodos y la ira terminara volcándose allí, encima suyo.

—El beer pong estuvo entretenido —añadí en voz baja para Kohaku. No iba a ser yo quien le detuviera la diversión—. Creo que también hay una mesa en el comedor.

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El scattered stressed seven de Cayden me está destrozando la vida sos. Ni en el spinoff estuvo así de messy y pERDIÓ A NIKO EN EL BOSQUE *c mata*

 

Recuperé el móvil con una sonrisa ligera y volví a entrar en la aplicación de la cámara mientras me despedía del chico con la mano, sin apartar la vista de la pantalla para poder captar toda la escena de la mejor manera posible. Al comprobar luego el vídeo me di cuenta de que, bueno, si hasta eso se me daba bien, qué cosas~

Me guardé el aparato después y me quedé ahí sentada, moviendo una pierna en el aire con aspecto distraído mientras seguía echando un vistazo a la escena en general. El trío que había aparecido un poco de la nada desapareció y Kohaku parecía estar teniendo una charla de los más interesante con el pelirrojo. Bien podría haberme ido, pero de repente otro dúo de los más variopinto hizo acto de aparición y me quedé por la gracia.

Estaba a punto de irme de mi pequeño refugio para molestar a Sakuya (iba a enviarla a limpiar el desastre que había hecho en la habitación de huéspedes solo para reírme un poco) cuando más gente apareció y bueno, pobrecito el pelirrojo, parecía a punto del colapso nervioso o algo.

Me bajé de la mesa de un salto y me limpié la falda aunque no hacía mucha falta, acercándome al grupo después, con las manos tras la espalda y una sonrisa inocentona sobre los labios.

—Buenas noches~ —saludé, con tono suave, cuando estuve a una distancia prudencial—. Eh, mirad, parece que ya estáis cuatro para jugar —informé a la albina y al chico que parecía algo menor, señalando con la cabeza hacia la nueva pareja que se había acercado al patio—. Mis amigos aquí iban a ir a la cocina a por un vaso de agua. Castigos del beer pong que salen mal y esas cosas~

Sin esperar ninguna respuesta ni nada, eché mis brazos por encima de los hombros de Vite y... ¿la cintura de Sakuya? Mierda, era muy alta. Como sea, los obligué a darse la vuelta para guiarlos hasta la mesa del juego y giré la cabeza para guiñarle el ojo al otro par solo durante unos segundos.

Si es que era todo un amor de persona a veces~

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Procedo a postear porque luego se me acumula demasiado y me da paja, sorry (?

Mori Rojo FireRed arrastro a los niños donde Yashi y Liza por el bien de Cay Cay (?)