Patio norte

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Sentí una pequeña chispa de anticipación al verlo reír pero pronto desapareció cuando vi que ni eso consiguió hacer caer el pétalo y el silencio se extendió entre nosotros, ambos completamente concentrados en la hoja.

    Di un pequeño respingo cuando la alarma sonó y chasqueé la lengua, de manera inconsciente. Fue un acto reflejo porque no estaba realmente molesta, lo que se pudo comprobar cuando volví a reír ligeramente al sentir el tacto del pétalo sobre mi nariz. Arrugué la misma hasta hacerlo caer de nuevo sobre la palma de mi mano y giré la cabeza para mirar al chico.

    Ah, lo que yo quisiese eh...

    Le dirigí una última sonrisa, con cierto toque provocador, antes de inclinarme también y acortar aún más la distancia entre ambos, cerrando los ojos en el proceso. Deposité así los labios sobre la comisura de los suyos, en un beso superficial que alargué un poco más de lo necesario, entrelazando mis manos a las suyas en el proceso.

    Me separé después de unos segundos y lo miré con los ojos entrecerrados.

    —Tú decides si ha sido algo bueno o malo, senpai~ —murmuré.

    Separé también las manos, habiendo aprovechado el momento para dejar el pétalo entre las suyas, y cogí el móvil mientras me alejaba hasta recuperar mi posición anterior.

    ESTO HA SIDO LA VOLUNTAD DE LOS DADOS, QUE CONSTE

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    Insane

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    Luego de comprar una bebida de chocolate caliente se desplazó, escuchando la nota de voz de su hermano mayor. Parecía estar ocupado, lo conocía lo suficiente para saber que estaría socializando, sin embargo, la pregunta de dónde se encontraría Natsu retumbaba en sus sentidos como lava caliente de incertidumbre, dejándole un único mensaje de voz preguntando si le compraba algo para dárselo en cuanto acabase el receso, pero no recibió respuesta, pensando que quizá la había dejado en visto, provocando que sus mejillas se sonrojaras fuertemente ante la sensación de vergüenza.

    Por ello terminó ahí, saliendo al exterior, sin embargo se mantuvo resguardada bajo el techo que sobresalía del instituto, escuchando las gotas de lluvia que escurrían con fuerza, recostándose en la gélida pared con la bebida entre manos.

    Había dejado la mochila en el aula, y ciertamente no solía comer más que cosas livianas a aquellas horas.

    Suspiró suavemente, sintiendo la brisa fría soplar sus pómulos, embarcándola una sensación amena al sentirse más cerca de casa, al estar acostumbrada a climas mucho más fríos que aquella tormenta rebelde.

    Elevó el mentón entonces, como si viese el cielo.

    ¿Qué lindo color lo estaría tiñendo?

     
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    Hygge

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    Zuko odiaba los días de lluvia. Odiaba la brisa gélida, húmeda, calando sus huesos hasta enfermar. Odiaba el manto gris, las nubes negras, las similitudes que su memoria extraía de recuerdos pasados. Recuerdos que quería olvidar. Odiaba el agua que apagaba el incendio del que había sido creado pero aquella mañana solo deseaba convertirlo en brasas.

    Apagarse hasta desaparecer. Hasta que las voces en su cabeza le permitiesen razonar con claridad.

    Avanzó por el patio norte dejándose acariciar por la lluvia. El cabello se le adhirió en la frente pero su rostro se mostraba inalterable. Su figura en la distancia podía confundirse con la de un fantasma. Alcanzó el rellano a paso lento y mientras subía los escalones notó con una precisión felina la llegada de alguien más. Vivir en la calle te confería la destreza necesaria como para jamás bajar la guardia, incluso cuando su mente estaba muy lejos de allí. Su mirada ensombrecida y carente de emoción alguna reparó en una joven de su edad, de facciones delicadas, piel nacarada y cabello de su misma tonalidad. Le había arrebatado la soledad con su llegada y soltó un gruñido bajo, chasqueando la lengua con disgusto, hasta que reparó en algo más. La venda negra que envolvía sus ojos.

    Invidente.

    Impredecible.


    Agitó su cabello como un perro viejo y varias gotas de agua salpicaron a su alrededor antes de detener sus pasos. Lo hizo apenas a unos metros de ella, metiendo las manos en los húmedos bolsillos de su pantalón para observarla detenidamente, aunque para ella quizás tan solo observaba la lluvia. A pesar de que no había rastro de interés en sus facciones sintió la necesidad de quitarle la venda de los ojos, de deslizarla lejos de su rostro.

    ¿Cómo se sentiría ser privado de tus sentidos?

    De repente ansiaba saberlo.
     
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    Insane

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    Se mantuvo con la espalda sobre la pared, al igual que la parte posterior de su cabeza, jugando con sus uñas sobre la lata caliente, de la cual aún emanaba algo de vapor, estando el contenido a medio terminar. Sus piernas pálidas no se encontraban erizadas pese al viento que recorría la piel expuesta, al tener tan solo aquellas medias que llegaban apenas arriba de las rodillas, del mismo tono de su cabello. Se relamió los labios en un deje tímido al pensar en si después de pasar la tormenta saldría alguno de esos coloridos arcoíris.

    Fue entonces que se sintió extraña, como cuando era pequeña y paseaba por las estanterías de caramelos, mirando cuidadosamente los moldes de chocolate, escogiendo unos en particular para mostrarle a Suiren, deteniéndose a medio caminar al sentirse... observada. Aún así, no lograba escuchar más que las gotas de lluvia sobre el pavimento.

    ¿Estaría confundida?

    Sus sentidos eran más agudos, más perceptivos, todo a cambio de perder uno de ellos.

    Llevó su mano derecha al lazo escolar sobre su cuello, apretándolo entre sus dedos.
     
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    Zireael

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    Era una mierda demasiado compleja en realidad, porque si me paraba a pensarlo también si no la vigilaba nadie más iba a hacerlo pero si lo hacía yo la exponía a un montón de cosas innecesarias. Un poco era como ser el salvador y el verdugo a la vez, en cosa de un abrir y cerrar de ojos podía colocarme la capucha, afilar las guadañas y ser quien le cortara la cabeza sin que fuera esa mi intención, pero el punto se entendía.

    Como fuese, para cuando me di cuenta la rubia apareció en mi campo de visión, con el rostro enrojecido como en la mañana. Le dediqué la sombra de una sonrisa, preocupado como estaba de repente por las implicaciones de aquel desastre.

    Antes de que me diese cuenta, ya había decido a dónde ir y me había sujetado por la muñeca de nuevo, lanzándome una oleada de tensión encima. Se dio cuenta de que me había agarrado no mucho después al menos y se disculpó más veces de las necesarias. Le resté importancia con un movimiento de mano y una vez estuvimos en la primera planta me volví hacia ella.

    —¿Me das un momento? Iré por una cosa al casillero.

    Realmente no esperé respuesta de su parte, me aparté de su lado y caminé hacia los casilleros de tercero, abrí la taquilla, saqué la sukajan y me la volví a colocar a pesar de que no hacía una pizca de frío. El dragón bordado en dorado ondeó mientras terminaba de colocarme la prenda.
    Era, si se quiere, como si me estuviera volviendo a colocar el uniforme de la calle.

    Regresé con Asteria entonces para encaminarnos al patio que había indicado. El cerezo estaba en flor, así que algunos pétalos ya habían caído sobre el césped, cubriéndolo de vetas rosadas.
    Había bastante gente como debía ser usual y bueno, no era para menos, el sitio era de lo más agradable. Aún así ubiqué una banca a la sombra del cerezo, que para mi sorpresa seguía libre, avancé hacia ella asumiendo que Asteria me seguiría y me senté en uno de los extremos.


    Insane when te etiqueto aunque fuiste la última en postear (?
     
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    Insane

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    Lo vio alejarse hacia los casilleros y permaneció de pie, mirando superficialmente el espacio mientras él regresaba con aquella prenda, sin embargo no preguntó por ello pese a que había un sol precioso en el cielo. Recompuso el caminar hacia el patio y miró maravillada los árboles. En ese tipo de sitios se podía disfrutar en mayor medida el almuerzo que preparó con esmero. Le siguió entonces hacia la mesa, sentándose al extremo contrario para procurar mantener su palabra de no hacerlo sentir incómodo.

    —¿Cómo te sentiste en tus primeras clases? —preguntó con amabilidad, apartando la tela con la que cubría el bento para doblarla con parsimonia—. Si necesitas estudiar, o algo puedo ayudarte, con té y galletas, leí que aquello era más ameno para el cerebro, como una recompensa al final del esfuerzo. ¿Crees que es real? El esforzarse más cuando se sabe de la existencia de un premio.

    Abrió la caja por fin, dejando ver la guarnición de verdura, arroz y pescado, sonriendo con felicidad al denotar que los alimentos seguían frescos.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Hacía un calor del carajo, pero me lo iba a aguantar como un campeón y de todas formas como me había sentado a la sombra era tolerable llevar la chaqueta encima todavía. Si me aguantaba los trajes enteros, podía aguantarme eso, no era nada del otro mundo.
    Asteria, por su parte, al menos pudo conectar el resto de su cuerpo con su cerebro esta vez y se sentó a una distancia prudencial para no activarme la tensión de nuevas cuentas y pude relajar el cuerpo, echando los brazos sobre la mesa.

    La vi desenvolviendo su bento y conecté la mirada con la suya un segundo, cuando me preguntó por la clases, antes de volver a enderezarme, esculcar en el bolsillo del pantalón hasta dar con una liga para el cabello y atarme una parte, al menos para quitarme el desastre de flequillo de la cara que no ayudaba con el calor.

    —Pues no sé, la verdad es que no soy buen estudiante y eso, así que cuando dejo de entender desconecto —admití. De nuevo, soltar ese tipo de cosas no me avergonzaba, eran la verdad a fin de cuentas—. ¿Hmh? Supongo que sí. Es un poco como entrenar a un perro. Estudias, recibes una recompensa y creas una asociación, pero la verdad ni idea. Vete a saber cuántas galletas vamos a necesitar para que me aprenda las cosas de matemáticas.

    Como fuese me puse a buscar en mis cosas hasta sacar mi propio almuerzo, no era nada del otro mundo, sobros del estofado de carne de la noche, y tampoco tenía mucho apetito pero mira que ganas de bajar de peso no tenía así que me lo iba a comer aunque me fuese a costar un poco. Mientras estaba en eso recordé que iba a intentar siquiera hacerle algo de conversación a la chica, así que solo le regresé la pregunta.

    —¿Y tus clases? —No eran las primeras de ella, pero venga siempre podía aburrirse más que otros días o lo contrario.

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    Solté otra risa floja ante su respuesta, lo problemático debía notárseme en la cara desde el segundo cero pero lo cierto es que no había empezado a ser un buscapleitos como tal hasta que tuve diez años y me lo tomé como por tarea hasta más o menos los catorce, cuando me separaron de Jez pues porque sí. Dejé de ser buscapleitos en la escuela, no tanto en la calle, donde seguía armando la bronca cuando tenía la oportunidad de no salir perdiendo.

    —Pasé de inadaptado social a secas a inadaptado social con problemas de ira, aparentemente. —Era verdad pero lo había soltado todavía en tono de broma, porque pues ese era el tono de la conversación—. El patio será entonces.

    Había seguido caminando a su lado, noté sus movimientos con el rabillo del ojo pero no esperé que fuese a estamparme la caja de jugo en la mejilla. Fue puro reflejo corporal, pero algo de sangre me subió al rostro a pesar de la tensión que me cargaba encima, y tomé la caja con cierto aire tímido, como un chiquillo.

    —Gracias —murmuré en respuesta. La verdad es que ni siquiera me esperé, abrí el jugo y empecé a tomarlo mientras caminábamos.

    No tenía idea de que la idiota de Anna le había escrito para que me hiciera compañía, no sé tampoco qué habría hecho de saberlo, supongo que agradecerle tal vez porque lo cierto es que Ishikawa tenía la capacidad de calmarme de alguna extraña manera, como si fuese inherente a su personalidad.
    Al llegar al patio lo miré de costado.

    —Bueno, no es que haya mucho espacio pero tú elige dónde quisieras sentarte y yo te sigo.


    wey este pendejo es tan weak a Ko, no te explico yo. Seguro hasta le quiere dar un abracito en el fondo (?
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Aún me sorprendían algunas cosas que Altan era capaz de soltar así, como si nada. Como quien habla del clima. No me quedaba del todo claro si resultaba de su indiferencia o de su necesidad por naturalizarlo, por ajustarlo a su concepción de sí mismo sin que le rayara la cabeza, o quizá le estuviera dando demasiadas vueltas y ya. Fuera cual fuera el caso, un poco conseguía identificarme. De pequeño también fui un crío bastante retraído y taciturno, los años y algunos golpes me enseñaron a más o menos adaptarme a situaciones sociales convencionales, aunque más no fuera a fuerza de ceder y no discutir. Me movía a mi ritmo pero tampoco ponía resistencia la mayoría de las veces, y es que la mayoría de las veces me daba igual hacia dónde y con quiénes ir.

    Bastante desapegado, supongo.

    O incapaz de expresar mi complejidad, de hacerme entender.

    De cualquier forma, no supe qué responder a su mierda sobre el inadaptado social lleno de ira, lo había soltado en tono de broma pero seguía siendo delicado y algo incómodo así que sonreí y lo dejé fluir, como solía hacer. Era mi truco para enmascarar muchísimas cosas y la verdad, nunca me fallaba.

    Tan útil como peligroso.

    Una sonrisa por demás enternecida se me escapó sin permiso ni demasiado problema al notar que algo de sangre le había subido al rostro tras estamparle el juguito en la mejilla. No pegaba del todo con su estatura, su complexión y sus usuales pintas de cascarrabias, pero Altan también podía parecer un niño y eran esos detalles los que valían la pena de conocer a la gente. Además no desestimaba la oportunidad de aprender por qué, cómo y qué había conectado de él con Anna.

    Ella también me preocupaba, aunque no se me notara mucho, y sabía por lo que había pasado.

    Si podía quedarme tranquilo con respecto a sus compañías, pues mejor.

    —Tranquilo, luego me lo pagas~ —le solté a broma, con respecto al zumito.

    El resto del camino lo hicimos en silencio y al alcanzar el patio cerré brevemente los ojos, impregnándome de la calidez del sol. Inhalé hondo, renovando la sonrisa, y arrugué el gesto al escrutar aquí y allá en busca de un punto para sentarnos.

    —¿Te molesta el césped? —inquirí, adelantándome para señalar debajo de un frondoso árbol, bastante alejado de las mayores concentraciones de gente.

    Se lo pregunté, sí, pero igual encaré hacia allá. Me detuve bajo la sombra y alcé la cara, en verdad disfrutaba de ciertos contactos con la naturaleza y no me molestaba demostrarlo. Suspiré, relajado, y me senté sobre el césped. Dejé el maletín a un lado y no tardé ni un minuto en quitarme los zapatos y los calcetines, arrastrando los pies sobre la hierba. Solté una risa suave, buscando la mirada de Altan de costado.

    —Me disculparás, en casa siempre ando descalzo cuando estoy cuidando los jardines. —Busqué mi bento con movimientos tranquilos y de repente tuve una idea—. Eh, ¿y si lo intentas también? Es agradable~
     
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    Nekita

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    Se alzó de hombros entonces, cambiando una vez más su recorrido hacia los elevadores para atender la petición de Daute, de nuevo lo sentía algo extraño incluso si no tuviera demasiado de donde pensar en sus respuestas, porque bien podría ser cierto y era él quien estaba malentendiendo la situación en su cabeza al ser la persona menos indicada.

    —Te pusiste muy tenso, por eso lo digo —dijo una vez que se abrieron las puertas del elevador y pudieron iniciar su caminata hacia el patio norte —, o tan siquiera no te veías como siempre suelo verte que es, en la forma mas general posible: relajado.

    Algo había más que Sasha platicando con David seguro.

    —Busquemos donde comer.

     
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    Insane

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    Sujetó los palillo como había aprendido a utilizarlos, y llevó a sus labios mientras lo escuchaba un bocado de comida, masticando con calma mientras le miraba nuevamente a los ojos, elevando un poco las cejas al escucharlo hablar de matemáticas. Claramente la materia tampoco era su fuerte, pero para cocinar se necesitaba medir, pesar, calcular más de lo que se creía en realidad, así que algo había desarrollado para poder lidiar con ello.

    —Puedes ir a mi casa a estudiar, seguro algo se te queda con mis modelos de estudio —y aunque pareció un chiste, iba bastante en serio sobre ayudarlo a alivianar su falta de atención—. Cayden, ¿qué trajiste hoy de almuerzo? —se inclinó un poco, para mirar.

    Eugh.

    Aquello no tenía muy buena pinta, y trató de ocultar su desagrado, sin embargo ocultar algo para Asteria podía ser tan imposible.

    —Ven, prueba —estiró su mano con los palillos frente a él, luego de sujetar una pequeña porción de comida, como una breve degustación, sonriendo ampliamente al escucharlo seguir la conversación—. Bien, realmente fue algo divertido, no tengo inconvenientes con seguir el ritmo del docente.


    [​IMG]

    —Estoy fresco, no te preocupes —comentó recuperando su aire natural, mirando de forma superficial el lugar luego de cubrir su frente con las palmas de su mano por el sol, denotando una mesa que parecía libre—, vamos a esa.

    Se echó a caminar sin sacar las manos de los bolsillos hasta llegar a la mesa libre, sentándose mientras recostaba el mentón sobre el dorso de la muñeca, mirando a Yume entre las pestañas. Ciertamente ya no tenía nada de hambre, pero tampoco lo diría, prefería meter cualquier cosa a su estómago antes que aceptar que sí le pasaba algo.

    ¿Se podía fumar en el patio del norte?

    No es como si hubiesen docentes caminando por ahí, pero tampoco quería meterse en problemas.

    —¿Qué preparaste de almuerzo?
     
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    Nekita

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    Terminó soltando un suspiro, resignándose a dar el tema por muerto entonces para así dirigirse a la mesa que Daute había señalado y poder desenvolver aquel pañuelo que envolvía la caja de su bento y así abrir la tapa de este, revelando la comida que había en el interior. Y tal y como le había dicho antes, era algo bastante tradicional.

    O tan siquiera para él al ser lo que casi siempre veía cuando vivía con sus padres.

    En la izquierda había una porción de arroz dividido por una hoja de lechuga de todo lo demás, como eran los trozos de pollo arriba de una porción de ensalada, pedazos de zanahoria cortada, tomate cherry, espárragos con semillas de sésamo y un huevo duro. ¿Sería lo que comiera Daute en días normales? Lo dudaba.

    —Puedes probar primero si así lo deseas. —Por suerte, tenía dos juegos de palillos, los que ya venían incluidos allí en su caja de bento y otros en caso de que se terminaran ensuciando o cayendo.

    [​IMG] cosita bonita (?
     
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    Zireael

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    Seguía con el jugo un poco como un chiquillo al que le regalan un bocadillo de la nada y se lo come con una ilusión que casi da risa. No era que lo estuviera manifestando abiertamente, pero lo sentía, la calidez en el pecho que esas tonterías causaban. Eran esas acciones las que me habían acercado a Anna, las que me habían hecho tomarle cariño y empezar a sentir esa necesidad de ofrecerle la protección que mi sombra pudiese brindarle.
    Quizás un poco quería hacer lo mismo con Ishikawa, incluso aunque sabía que no era ningún niño indefenso como tal, solo sentía esa necesidad. Era extraña.

    Mierda, seguía sin pagarle el almuerzo a la tonta de Anna. Cada día pasaba una mierda que hacía que se me olvidara, a ese paso iba a tener que hacerme un recordatorio en el móvil o una mierda así.

    Suponiendo que Anna quisiera verme la cara de nuevo, para empezar.

    Negué con la cabeza a la pregunta de que si me molestaba el césped, de hecho lo había pensado un instante, creyendo que a él podía agradarle aunque era un poco como encasillarlo así que por eso le había dicho que eligiera por su cuenta. Le seguí los pasos y me senté a su lado, no reaccioné realmente al hecho de que se quitara los zapatos y los calcetines como si estuviera en su casa.

    —¿Ah? —Enarqué una ceja y negué con la cabeza mientras dejaba mis cosas a un lado. La voz me salió algo baja por inercia, sin darme cuenta—. Me da como escalofríos o algo así sentir el césped en los pies.

    Me acosté en el suelo eso sí, estirando la espalda como un gato sobre el césped, y me permití cerrar los ojos un instante, cuando volví a abrirlos miré al chico desde allí.

    —En la mañana me dejaste con la curiosidad de tus tatuajes, Ishikawa, no creas que te salvaste~ —Estiré la mano y le piqué el brazo un par de veces, como un chiquillo necio pero finalmente la regresé a mi espacio—. Solo si quieres decirme, claro.

    En eso estaba cuando sentí que el móvil me vibraba en el bolsillo, lo saqué y dejé la mano en el aire más tiempo del que pretendía cuando me di cuenta que eran mensajes de Anna, que había respondido a mi puto rant de culo ansioso. ¿Bueno y ese gatito regañón qué cojones?
    Me releí los mensajes vete a saber cuántas putas veces, en gran parte porque no tenía ni idea de qué responderle y solté el aire que no me había dado cuenta que estaba conteniendo un poco de golpe.

    Cuando quieras, sabes que te escucho.

    Come bien tú también, no me hagas repetir el discursito de mierda del otro día.
    Bye.


    Y otro gato, un gatito tuxedo asomándose detrás de una cobija o una cosa así, no estaba muy seguro pero me valía. Dejé el móvil sobre el césped, para enderezarme por fin y volver a tomar lo que me quedaba del jugo que me había dado Kohaku. No me había dado cuenta, pero otro poco de tensión se me había evaporado de encima con el hecho de que la tonta me contestar los mensajes.


    Cay 2.png
    ¿Ir a su casa a estudiar? Descartado, en parte porque su padre me cagaba hasta las patas y por la mierda con Shibuya, de nuevo. Si estaba allí era porque creía poder ocultar la mierda un día, no mucho más.

    —No te preocupes, algo puedo hacer para pasar con las notas mínimas como he hecho siempre. —La vi inclinarse a fisgonearme el almuerzo, como ya esperaba y se me escapó una risa nasal al escuchar su pregunta—. Es estofado de carne de anoche. No lo vayas a menospreciar, no tiene la mejor pinta pero te juro que sabe muy bien. Tiene... magia de la comida que preparan las madres o algo así.

    Sin embargo, la tonta con sus cosas de siempre logró que la sangre me subiera al rostro cuando la vi extender los palillos hacia mí. Desvié la mirada a cualquier otra parte, abrumado de repente aunque conocía sus costumbres.

    —¿Viste que prefiero caminar sin que me sujeten? —pregunté mientras picaba mi almuerzo con el tenedor, porque nunca me había acostumbrado a comer con palillos—. Lo mismo con la comida, Asteria, prefiero hacerlo por mi cuenta.

    No le estaba rechazando el bocado como tal, solo buscaba... pues otra alternativa.
     
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    Negó suavemente ante sus palabras referente a menospreciar el alimento, mucho menos hecho por una madre. No sabía si se sentía igual a que lo preparara un padre, pues lamentablemente no había tenido la oportunidad de probar algo preparado por su progenitora. Entonces lo miró entre las pestañas, inclinada hacia adelante hasta que lo escuchó hablar de nuevo, asintiendo a lo primero y luego captando lo segundo, subiéndosele el color al rostro.

    —L-lo siento, soy una tonta —se recriminó sin querer en voz alta, dejando los palillos sobre el bento y extendiéndolo por completo hasta él, para que se sirviese cuanto deseara—. Lo tendré en cuenta.

    Le sonrió con dulzura para después beber del jugo de mora que traía preparado desde casa.

    —¿Qué tal quedó? —preguntó sobre la comida—, ¿sabe bien, mal, regular?

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    Silbó ante la comida presentada. Los bento siempre eran sorprendentes, pero más cuando los preparaban japoneses, ya que pos su parte la gastronomía era bastante diferente, aunque se estaba acostumbrando a las verduras quizá más de lo que alguna vez pensó, sin embargo, su interés recayó en los trozos de pollo.

    —¿Me lo das? —preguntó risueño—, no sé utilizar los palillos. Ya sabes, en casa siempre hay tenedores o cucharas —confesó sincero.

    En realidad, una vez intentó usarlos y terminó clavándolos en la carne para llevarlos a su boca, de lo contrario, se hubiese muerto de hambre.

    —O enséñame a utilizarlos.
     
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    Nekita

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    —Puedes atravesar el pollo con el palillo si no resulta.—Sugirió como si lo encontrara como lo más entretenido del mundo, no sabía cuanto tiempo llevaba Daute en japón, pero definitivamente no había tomado ese pequeño detalle en cuenta, porque sabía que en definitiva no iba a simplemente alimentarlo a menos que fuera estrictamente necesario al no poder hacerlo.

    Tomó sus palillos y se los mostró para que siguiera lo que le iba a mostrar.

    —Mira, tomas uno y lo descansas aquí —colocó uno de ellos justo entre el hueco del dedo pulgar e indice —, ya que ese este allí el segundo lo tomas con tu dedo pulgar e índice, doblas estos dos dedos —dobló su dedo anular e índice e hizo que su dedo medio sirviera de apoyo al palillo superior al colocarlo debajo y comenzó a moverlos —, y luego ese del medio te sirve de apoyo, es casi como sostener un lápiz.

    Yo investigando esto porque j a m a s he tomado un palillo en mi vida JAJA
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Solté una especie de murmullo al aire cuando me contó que el césped le daba escalofríos. Pero qué cosa curiosa, ¿no? Jamás la había oído antes. Si me apuraban se lo achacaría a la mera falta de costumbre, quizás Altan no había crecido en un entorno muy natural o similar.

    Lo seguí con la vista de forma floja, un poco por reflejo, al notar que se recostaba y estiraba. Volví la atención entonces a mi propio bento, para destaparlo y empezar a comer. La comida de mamá siempre era riquísima. Lo oí hablar pero no me giré hasta algunos segundos después, luego de tragar lo que tenía en la boca y sentirlo picándome el brazo. Sonreí, divertido. Era extraño verlo así de ¿descomprimido? No lo sé, no tan tenso.

    Era hasta tierno, si me preguntaban.

    Se me asemejaba a un niño tanteando las confianzas que podía tomarse, como si cada vez que lograba relajarse tenía al fondo de la cabeza esta pequeña y constante voz sembrando y sembrando cientos de semillas; de miedo, inseguridad, ansiedad y demás. Era como si tuviera que inspeccionar exhaustivamente cada paso que diera en dirección a las cosas que quería antes del siguiente. Ahora mismo, estaba inspeccionándome a mí.

    Y planeaba darle precisamente lo que no alimentara las semillas, porque eran una grandísima mierda.

    Sin embargo, cuando estuve por abrir la boca tras soltar una risilla divertida, algo tímida, noté que sacaba el móvil y se enfocaba en él. Regresé a mi comida porque pues ¿qué se suponía que hiciera? ¿Mirarlo como un puto acosador mientras revisaba mensajes o algo? El silencio era delator, sin embargo, y la forma en que liberó el aire de golpe aún más. Lo vi de reojo, sobre el hombro, apenas un par de segundos antes de seguir a lo mío. No parecían mensajes ordinarios, ciertamente, y no sabía si era mi lugar inmiscuírme.

    Pero Anna me había pedido que cuidara de él.

    Y de una forma u otra, sentía que se lo debía.
    —¿Está todo bien? —solté un poco al aire, revolviendo entre mi comida; no hacer contacto visual, desde mi opinión personal, ayudaba a las personas a sentirse menos presionadas para hablar—. Ya sabes, puedo contarte sobre mis tatuajes si sueltas la lengua~

    Iba a broma, por supuesto, y suponía que él lo cazaría al vuelo porque, joder, jamás desearía pinchar a alguien para meterme donde no me llamaban.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Cay 2.png
    Se me escapó una risa ligera que no llevaba consigo ninguna intención de burla ni nada por el estilo, era si se quiere una risa nacida de algo parecido a la ternura al ver su reacción. Le agradecí cuando vi que dejó las cosas a mi alcance, pero trastabillé de todas formas.

    —Permiso, nunca fui bueno con los palillos —dije mientras los retiraba, tomé algo de comida con el tenedor aprovechando que no había usado todavía y me la llevé a la boca. ¿Bueno esa chica no iba a comer algo que supiera regular una vez en la vida? La vez de su casa había sido igual—. Sabe muy bien.

    Me tomé quizás más confianzas de la cuenta porque saqué otro par de bocados antes de detenerme, medio analizar que me estaba comiendo su almuerzo y extender el mío hacia ella.

    —Puedes comer si quieres tú también. —Había suficiente de todas maneras. Al menos la comida de Asteria me había puesto en marcha el estómago.

    Busqué en la mochila y saqué una lata de café que había comprado de camino a la escuela, luego de bajar del tren, y la abrí porque era medio obseso del café aunque no tuviera paladar de catador ni nada. Le di un trago largo y mantuve la mirada pues apenas sobre Asteria.

    Al 2-1.png
    Luego de haber dejado el móvil en el suelo me dispuse a sacar el almuerzo, no sabía pero tenía la misma ausencia de apetito que Dunn, apenas unos metros lejos de nosotros, pero si le había dicho aquel discurso a Anna de obligarse a comer, no iba a ser yo quien ignorara mis propias palabras. Era un almuerzo sencillo, verduras, ensalada, arroz y carne, pero estaba seguro que lo había hecho mamá y no oba-san.

    Destapé la caja, esculqué por los palillos en la mochila y me llevé un bocado de arroz a la boca y había conseguido seguir comiendo sin sentir tanto que me estaba presionando a mí mismo, quizás porque Ishikawa estaba ahí y era tranquilo, no lo sé. Me estabilizaba el desastre.

    Giré el rostro cuando lo escuché hablarme, preguntando si todo estaba bien y asentí con la cabeza mientras me llevaba unos trozos de carne a la boca, mastiqué antes de responderle. Escarbé un poco entre el arroz, porque me di cuenta que realmente estaba siendo de nuevo el chiquillo retraído de la enfermería, cuando Anna se fue y no hice por dónde detenerla.

    El mismo que Kurosawa había tenido terror de tocar.

    —En realidad, bueno en la mañana no sabía si había quedado bien con Anna o no —comencé, no me sentía obligado ni nada, se lo estaba contando porque no tenía motivos para no hacerlo—. Antes de eso hubo un problema... Bastante grave podría decirse. Una amiga recibió una amenaza de Shibuya, una suerte de oreja cortada, todo porque ahora es pareja del que asumo fue su anterior alfa. Se volvió loca, terminó golpeando un espejo y para cortar un poco la historia, Anna le atendió las heridas de la mano. La otra le soltó en toda la cara lo que estaba pasando y supongo que Anna, no lo sé, ¿se dio cuenta de algo? Algo que no quería aceptar. Antes de irse de la enfermería me soltó una mierda rara y aunque sentí la necesidad de detenerla, no lo hice. Supongo que tengo miedo porque siempre parezco llegar tarde a todas partes y quizás algún día ese retraso sea pagado con algo más caro, algo que no pueda reemplazar o reconstruir.

    Como lo que acababa de perder Usui.

    Lo que Shiori ya había perdido hace años.

    Dejé la comida para bajarme el último trago del jugo antes de decir nada más.

    —Lo que quiero decir es que cuando se fue así, sentí que no sé, ¿se estaba despidiendo? Había una pared subiendo y me cerró el camino antes de que pudiera reaccionar, pero supongo que fue tontería mía. —A pesar del cauce extraño por el que había comenzado a fluir, pude salirme de la corriente a tiempo o algo así, pero Dios, estaba tan cansado de todo ya. En todo caso conseguí voltear el rostro hacia Kohaku y sonreírle, una sonrisa de verdad—. Así que al final le escribí y justo me respondió. Al menos me queda la tranquilidad de que aunque me tardé no la dejé irse del todo.

    Es lo único seguro que parezco tener ahora.

    Una ancla.

    Solté un pesado suspiro, como si me hubiese sacado un peso de encima, no era todo obviamente, no cuando había empezado a mover piezas pero peor era nada. No me di cuenta pero había relajado un poco la postura, encorvándome sobre el almuerzo que sostenía en mis manos.

    —Ya, perdona por soltarte todo eso así un poco de la nada, pero supongo que también mereces saberlo porque ella es tu amiga. ¡Si pregunta no le digas que solté esas cosas! Me va a dar lata toda la vida o qué se yo.

    El móvil volvió a vibrar a mi lado, de forma que volví a tomarlo. En apariencia había quedado con Suzu para la tarde así que nada que hacer con eso y luego el sticker. Me arrancó otra sonrisa, bastante involuntaria si se quiere, aunque ni idea tenía de que la otra se estaba haciendo cacaos mentales por tonterías. Me venía arriba con los stickers a veces, la verdad, así que para no dejar de prestarle atención a Kohaku no respondí lo demás pero busqué entre los stickers recientes y le envié otro bastante parecido al suyo en respuesta, pues porque pintaba.

     
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  17.  
    Insane

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    Sus ojos brillaron al verlo comer, no una, sino varias veces. No entendía el por qué, pero el que su esfuerzo fuese valorado le llenaba el pecho de alegría, y se denotaba en cuanto recostó su mentón sobre sus manos para observarlo, como una chica entretenida con lo que tenía al frente.

    Hasta que le ofreció de lo suyo y su rostro ardió, sintiéndolo caliente mientras reflexionaba envuelta en pánico si podía comer aquello, no porque desconfiara de Cayden, sino más bien por la voz de su padre reprendiendola referente a no recibir alimentos de extraños.

    Bueno, Cayden no era un extraño.

    —S-si —sujetó los palillos y tomó un poco, llevándolo a la boca para masticar mientras miraba el cielo.

    No era como lo que hacía su padre.

    Tampoco como lo que preparaba ella.

    Pero no sabía mal.

    —Está bien —habló luego de tragar, sonriéndole con dulzura.

    [​IMG]


    Le observó atento, imitando con el otro par de palillos cada paso explicado mientras sujetaba un trozo de pollo, sonriendo inmensamente al lograrlo y elevar la mano libre como símbolo de victoria.

    Si así explicaba Aaron todo, de seguro podía aprobar las materias más complejas. Llevó el alimento a sus labios y luego le miró entre las pestañas.

    —Está rico —murmuró tomando otro trozo, evitando las verduras. Ciertamente su estado de ánimo no había mejorado, pero se estaba esforzando en ello—. Aaron, ¿alguna vez te ha gustado alguien? Ya sabes, que esté contigo, que su presencia te haga sentir bien.

    Tomó entonces de la bebida ajena, esperando la respuesta.
     
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    Nekita

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    Sonrió con ligereza soltando una pequeña risa por ver aquella señal de victoria y el hecho de que estaba evadiendo los vegetales.—Felicidades, no tendrás que ser alimentado —Finalmente decidió iniciar a comer él, luego de que Daute pudiera probarlo, tan solo asintiendo ante el comentario de que le había gustado y centrándose en las cosas que ya veía no le iban a llamar la atención para que pudiera comer algo más tranquilo sin cosas que no le gustaran.

    ¿Le habría gustado alguien en su anterior escuela?

    —...Quizás, realmente no lo sé —Había acatado las reglas de su casa al pie de las reglas para evitarse problemas y se había limitado en muchas cosas, pero quizás, habría tenido algunas ocasiones donde había deseado estar un poco más cerca de alguna persona porque se sentía todo algo mejor, pero siempre sin llegar a nada —. Pero hasta ahora me gusta estar contigo y Katrina, incluso si no los entiendo del todo y nunca me haya topado con personas con actitudes similares a ustedes.

    Que lo besaran o acorralaran como ya habían hecho.

    ...Y no le molestara demasiado.

    —Así que tendrás que conformarte con eso —Tomó un trago de su té una vez que vio que Daute dejaba la botella y luego continuó —, quiero suponer...¿que tu sí tengas a alguien asi?
     
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  19.  
    Gigi Blanche

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    Vaya, sí que había soltado la lengua. Bueno, no era la primera vez que me ocurría siendo justos, no era estúpido y me daba cuenta que la gente solía sentirse cómoda conmigo. Quizá fuera mi tranquilidad tan liviana, similar al aire. Transparente, suave, inofensiva. Sabía que tenía pintas de no matar ni a una mosca y muchas veces lo había utilizado a mi favor, además de que casi nunca se imaginaban que fuera un puto camello. Como fuera, tampoco me consideraba un monstruo ni de cerca y me agradaba que la gente encontrara el camino para sentirse más a gusto consigo mismos a mi lado.

    Cuando Altan simplemente asintió a mi pregunta lo dejé estar y seguí comiendo, en parte porque no planeaba presionarlo y en parte porque sabía que regresaría sobre sus pasos para ser más honesto; quizá fuera mi sexto sentido o qué se yo, pero se le notaba en la cara. Empezó a hablar, entonces, y lo escuché en perfecto silencio mientras seguía mordisqueando unos trozos de carne y bebiendo mi juguito. Absorbí todo con la misma cara, aunque de tanto en tanto frunciera un poco el ceño o asintiera, incluso sonriera, dependiendo lo que decía. Y eran expresiones minimizadas de la pequeña tormenta sacudiéndose en mi interior, claro, como siempre me ocurría. Ya estaba acostumbrado.

    Supongo que Anna, no lo sé, ¿se dio cuenta de algo? Algo que no quería aceptar.

    De por sí, cualquier mención de los lobos de Shibuya parecía contar con el poder suficiente para sacudirle los cimientos, y más luego de lo que había ocurrido el viernes. Aún recordaba la tensión espantosa que me agarrotó el cuerpo en cuanto la oí a través del teléfono. Dios, estaba aterrada y de tan sólo imaginarla hecho un ovillo, dentro de un cubículo del baño, me entraron ganas de llorar. Al final todo quedó adentro, claro, pues primero tenía que correr hasta el Sakura, encontrarla y otorgarle mi mejor sonrisa para ayudarla a espantar sus fantasmas.

    Aunque luego la vi el resto del fin de semana y supe que era imposible.

    Que no tenía ese poder.

    Supongo que tengo miedo porque siempre parezco llegar tarde a todas partes y quizás algún día ese retraso sea pagado con algo más caro, algo que no pueda reemplazar o reconstruir.

    Asentí, comprensivo, y mantuve la vista gacha en el bento. Puede que haya presionado los palillos con un poco más de fuerza sin notarlo, y es que me resultó imposible no verme reflejado en sus miedos. ¿Y si hubiera llegado al santuario dos, tres, cuatro minutos antes? ¿Habría llegado a tiempo?

    Al menos me queda la tranquilidad de que aunque me tardé no la dejé irse del todo.

    Sonreí calmado y lo dejé seguir hablando hasta que finalmente acabó, para cerrar mis reacciones con una risa divertida. Seguí sus movimientos mientras revisaba el móvil hasta que lo devolvió a su lugar y mantuve mi ámbar sobre sus ojos negros, a la espera de captar su atención. Lo miraba con una ternura infinita, como si tuviera frente a mí a un niño asustado por cosas que los adultos saben son insignificantes, pero que aún así los comprenden. Porque todos fueron niños en algún momento y aunque no vayan a admitirlo, muchos miedos permanecen siempre debajo de la piel.

    —No te preocupes por Anna —murmuré, deslizando la mirada hacia el patio, el cielo, los árboles y la brisa—. Puedo asegurarte que quitártela de encima requiere mucho más esfuerzo que una o dos palabras feas. Es leal, quizá demasiado, y se mantiene junto a la gente que elige incluso en momentos de mierda.

    No había otra forma de ponerlo, no luego de que hubiera permanecido junto a Rei y los demás a pesar de todo. Puede que ella creyera que lo hacía por egoísmo o miedo y puede que esa fuera verdaderamente la razón, pero ¿qué más daba, si al final del día era alguien con quien siempre podrías contar? Volví la mirada sobre Altan, lo repasé un par de segundos y me tomé el tiempo para sonreírle antes de regresar al patio y hablarle. Tenía esta idea pegada en la cabeza que sonaba casi demente pero cada vez cobraba más y más fuerza.

    —Quizá me mate si sabe que estuve abriendo la boca, así que ahórrame la desgracia. —Solté una risa suave y me puse a jugar con las briznas de césped entre mis dedos—. La conozco mejor desde hace un par de meses ya, quiero decir, antes la tenía de vista pero no solíamos quedar y tal, y la diferencia desde que los conoció a ustedes... es abismal. En verdad creo que la hacen feliz, en formas que... ni siquiera yo pude. Le devolvieron la esperanza, quizá, de que pueda tener una vida normal otra vez, y aunque eso ahora se esté tambaleando también estoy seguro que pueden regresársela. Ya sabes, una y otra vez. Creo que tienen ese poder. Tú, Hodges-san, Vólkov-san y demás.

    Así que cuídenla, por favor.

    No la abandonen.

    —Así que no te preocupes por espantarla ni nada, que la enana ya debe quererlos como una estúpida. Se le nota en los ojos.

    En especial contigo, Sonnen-kun.

    Esta vez fui yo el que suspiró y se sacudió un poco, como si necesitara removerme la pesadez de todo lo que acababa de decir. Le di un sorbo a mi zumito y me eché sobre el césped boca arriba, cerrando los ojos. Inhalé hondo.

    —Ah, y tampoco te preocupes, soy una persona muy discreta~ El mejor guardador de secretos de todo Tokyo. —Abrí un ojo para verlo y esbozar una sonrisa traviesa; una clara nota de diversión se coló en mi voz—. Tus cursilerías están a salvo conmigo~
     
    Última edición: 7 Diciembre 2020
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Escuchó curioso, quizá más de lo que creía al esperar su respuesta, sonriendo un poco orgulloso al ser mencionado como alguien con quién le gustaba pasar el tiempo, porque era recíproco. En Latinoamérica había tenido multitud de amigos, con los cuales jugaba fútbol en el receso, o se iban para el sector de la piscina a molestar hasta que conseguían alguna repremienda. O fumar mientras se reían hasta que les doliera el abdomen. Tan diferente a lo que estaba compartiendo con Aaron, pero no por ello, resultaba menos cálido.

    —Bien —susurró mirándolo entre las pestañas—, me conformaré con eso.

    Dejó la bebida sobre la mesa y alzó levemente las cejas al éste devolverle la pregunta, riendo entre dientes sin ganas.

    —Pierce es agradable. Una chica fuerte, linda, inteligente —recostó los brazos en el espaldar del asiento, echando la cabeza para atrás, mirando el cielo—. Me gusta bastante en realidad, solo que... —suspiró— nada.

    Se sonrojó un poco, mirándolo, sin saber si el ardor en sus mejillas se debía al pesar en Sasha, al ver a Yume, o ambas.

    —También me gusta estar contigo, Aaron.

    Le enseñó los dientes en una sonrisa, relajado al dejarse llevar por la conversación y dejar a un lado la molesta escena de los pasillos.
     
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