Exterior Patio norte

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

Cargando...
  1.  
    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    9 Octubre 2012
    Mensajes:
    5,839
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    [​IMG]

    La contemplación de los stickers de Cayden me trajo el alivio que, precisamente, había buscado al ponerlos frente a mis ojos. Conservaba, fresca, la emoción que me embargó en el momento que los encontré en el interior de mi casillero, junto al obsequio de Rowan y la nota que ambos habían firmado. El papel lo atesoraba en el escritorio de mi habitación, guardado en una cajita donde también se hallaba el gato que Cayden había dibujado para mí… Me resultaba increíble que estos chicos se hubiesen tomado un momento de su día para no sólo pensar en mí, sino también comprarme estos obsequios con la certeza, o esperanza, de que iban a gustarme. No estaba acostumbrada a este tipo de atención, para mí era novedoso; en mis anteriores escuelas, mi trato con las demás chicas (si es que mis nervios lo permitían) nunca pasó de una distante y fría formalidad. Cualquier posibilidad de relacionarme con alguien, moría a los pocos días. Por eso, nadie jamás se detuvo a obsequiarme nada, ni siquiera unas palabras de aliento…

    Pero ahora conocía esa sensación… Y sabía tan dulce, que no podía evitar sonreír como lo estaba haciendo ahora.

    Mientras rozaba la superficie del estuche, trazando las líneas del Caballero, pensaba en Cayden. Me pregunté cómo estaba en estos momentos, y si habría logrado encontrar un instante de paz en medio de su tormenta. Deseaba agradecerle en persona por este obsequio, creía que era lo más adecuado; aunque no sabría con qué cara mirarlo a los ojos, al recordar el modo que me había quebrado enfrente suyo y el abrazo en el que nos fundimos. Me daba una terrible vergüenza recordar lo último, n-ni de lejos habría pensado que acabaría ese receso abrazándome con… con un… ch-chico.

    Suspiré una vez más, deteniendo el movimiento de mi índice, aunque seguí mirando el estuche bajo la suposición de que nadie se hallaba presente en el patio norte. Asentí ligeramente para mí misma, determinaba a no dejarme llevar por el bochorno… si es me volvía a cruzar con Cayden, ¿tal vez? No tenía su teléfono para contactarlo, por eso le había pedido a Jez que me hiciera el favor de transmitirle mi gratitud; t-tal vez podría pedirle ayuda a ella.

    En esto me encontraba divagando, en el momento que percibí la sombra que se inclinaba sobre el estuche, desde uno de los costados. Teniendo en cuenta que me creía en soledad, mi susto fue más que evidente. Primero, mis músculos se tensaron ante la cercanía de esta persona, y acto seguido di un vergonzoso respingo sobre la banca al escuchar la voz dirigiéndose a mí, nombrándome por el apellido…

    La cual… no reconocí.

    Logré atajar el estuche sobre mi regazo, evitando así que se deslizara hacia el suelo. El corazón me palpitaba con mucha fuerza cuando, lentamente, alcé la mirada hacia la persona que acababa de hablarme. El hecho de no reconocerlo no me ayudó en nada, pronto los nervios comenzaron a reptar en mi fuero interno. Era… era un chico un chico algo más bajo que Rowan y Cayden, pero igualmente imponente para alguien de mi longitud… Llevaba el cabello negro salpicado de mechones rubios, sus ojos eran de un amarillo tan intenso que parecía atravesarme, y su porte general… me hizo sentir intimidada.

    ¿Q-q-quién era? ¿Por qué parecía conocerme de algún lado?

    ¿Me…? ¿Me vio contemplando mis regalos?

    —¿Eh?

    El calor trepó a mis mejillas. Me sentí expuesta, como si esta persona hubiese visto lo que estaba pensando en torno a Cayden. Me incorporé de un brinco, haciendo que el maletín que descansaba sobre mi pierna se tumbara con cierto estrépito. Miré al chico con una mezcla de vergüenza, temor y desconcierto, tratando desesperadamente de identificarlo de alguna parte.

    —¡Y-Yo…! Eeeh… ¡S-Só… S-S-Sólo e-estaba aquí y…! Uh… —intenté justificarme innecesariamente, atropellando una palabra tras otra— ¿Q-querías sentarte... aquí? Yo… P-puedo ir a otro lado lado y…

    De pronto, callé. En medio de mi confusión, fui consciente de que, además de saber mi apellido, este chico también sabía que lo que tenía en mis manos era un obsequio… Lo miré un instante, encogida por mis nervios. No me animé a detenerme por mucho tiempo en el amarillo de sus iris, sino que desvié la mirada hacia su pecho… Sin embargo, no pude evitar expresar aquello que me inquietaba…

    —¿C-c-cómo sabes que son regalos? —pregunté, elevando tímidamente el estuche antes de regresarlo contra mi pecho— También me llamaste por mi apellido… ¿Q-quién eres? ¡P-perdón, lo lamento mucho! Es que… no logro reconocerte… Lo siento…
     
    • Adorable Adorable x 1
  2.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
    Miembro desde:
    27 Agosto 2011
    Mensajes:
    10,654
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Tora.png

    La tensión que le bañó el cuerpo fue de película, fue la representación más gráfica que pude imaginar de un resorte al ser presionado. Era como si la hubiese aplastado y luego, al quitar el peso de encima, toda la energía contenida saltara y eso terminó en el respingo sobre la banca, bastante... ridículo también, aunque yo no cambié de expresión.

    Por lo menos logró atajar el estuche para que no se le fuera a la mierda y entonces alzó la mirada hacia mí, la heterocromía no me sorprendió porque ya Rowan me lo había mencionado también, así que en realidad habían muy pocas sorpresas alrededor de esta chica, aunque no podía decirse lo mismo de mí. De todas formas me limité a observarla desde arriba, me comí el sonrojo en primera fila y supuse que debió sentir que le leí los pensamientos, porque si no nada explicaba su vergüenza. El de los stickers había sido Dunn, ¿qué andaba pensando sobre el mocoso? Mira que con ese bochorno se podía entender mal, pero a mí no me importaba lo suficiente.

    Negué con la cabeza en el momento en que me preguntó si quería sentarme allí y que ella podía irse, el cascabel del pendiente en mi oreja tintineó con suavidad. Pensé que seguiría soltando cosas, pero se calló de repente y entonces reparó en lo anormal de todo el asunto, mi acercamiento y el conocimiento que poseía sobre ella, de los regalos. Visto desde sus ojos tendría que ser el acosador más terrible de la prefectura, pero no era el caso, pasaba que su nuevo amigo no se callaba y me arrastraba con él a todo sitio.

    —Vi cuando el cachorro Dunn los dejó —solté sin ponerme a pensar en lo raro que sonaba cómo me había referido a él, luego seguí hablando sin reparar en que usé el apodo de Rowan—. Acompañé a Rorin a la pastelería esa mañana y cuando iba a dejar la caja en tu casillero se topó al otro en su propia misión personal. Parecía que había estado al menos diez minutos mirando el casillero cuando llegamos, supongo que la aparición evitó que se acobardara.

    Guardé silencio un momento, apenas para dejarla procesar la información que le aventé encima, y volví a mirar el estuche ahora que lo tenía contra el pecho. Era demasiado pequeña y nerviosa para su propio bien, no hacía falta el informe de Rowan para saberlo, aunque hablando de él estaba claro que el idiota no le había dado suficiente información a la pobre criatura ni para evitarle un tercio el susto.

    —Hace unos días, por la mañana, enviaste con Rorin un dorayaki para mí. Soy Torahiko.
     
    • Fangirl Fangirl x 1
  3.  
    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    9 Octubre 2012
    Mensajes:
    5,839
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    [​IMG]

    Su negación fue acompañada de una suave melodía, que me hizo ser consciente del cascabel que pendía de su oído. A su vez terminé reparando en el animal de tinta que rugía desde su piel cuando terminé mirando hacia su pecho, por querer esquivar sus ojos. La ferocidad plasmada en el tatuaje me hizo sentir algo más intimidada, si bien debía reconocer que era una imagen muy lograda. Si no me di cuenta al instante de que se trataba de un tigre, se debió a la aglomeración de nervios, y también fue por el afán de esclarecer quién era la persona frente a mí. Me desconcertaba enormemente que supiera cosas de mí, p-pero tampoco deseaba sonar grosera en su presencia; por eso, mis preguntas fueron acompañadas con sentidas disculpas.

    Durante el devenir de mis reacciones y tartamudeos, no hubo reacciones visibles en su semblante, ni ademanes visibles. Su expresión estuvo dominada por una impasibilidad que me recordó, de alguna forma, al amigo de Jez (¿Altan se llamaba?). Me pareció que su mirada era impenetrable, a-aunque eso no tenía nada de malo, ¿tal vez? Pese a todo, siempre llegaba a sentir una ansiedad adicional ante las personas que no eran muy expresivas, tal cual me pasó con Katrina. Cuando me faltaban pistas de los pensamientos ajenos, imaginaba escenarios hipotéticos de variada índole, donde las más nefastos ocupaban un mayor territorio.

    El chico del tatuaje se limitó a aclararme la situación. Dijo que había visto a Cayden dejando los stickers en mi casillero, ante lo cual terminé parpadeando: ¿por qué le decía “cachorrito Dunn”? ¿S-sería acaso un… apelativo cariñoso? No podía definirlo debido a su aire neutral, pero fue confuso para mí igualmente. Luego me habló de que había acompañado a un tal “Rorin” a la pastelería, quien no podía ser otro que Rowan. Al saber que este chico los conocía, relajé un poco la presión del estuche contra mi pecho. Me contó que habían encontrado a Cayden frente a mi casillero, que al parecer había permanecido un largo rato allí y que finalmente, gracias a que ellos lo interceptaron, ¿no se acobardó?

    A-ahora que recordaba… a Cayden no le dije mi apellido, ¿tal vez? Y… ¿a… aún así… se esforzó por encontrar mi casillero?

    Agaché ligeramente la cabeza, aprovechando el espacio que me dio, para procesar toda esta información. Fue apenas un instante, luego del cual esta persona me recordó que yo… le había dejado un dorayaki, una mañana, pidiéndole ese favor a Rowan. Mi corazón dio un vuelco más fuerte cuando se presentó con su nombre.

    Alcé la cabeza, sorprendida. En ese momento, el tatuaje tuvo una forma más concreta frente a mis ojos, e identifiqué las rayas del tigre. Tora. Pese a que bien podría haber otros Tora, me sentí increíblemente tonta por no haber reparado en una pista tan evidente.

    —¡T-T-Tora…! —exclamé.

    Había recortado sin querer su nombre, tal como hacía Rowan al nombrármelo. Ay, no, ¿qué debía decir ahora? M-me había mentalizado para este momento desde que hablamos de Tora en la Sala de Arte, con la idea de conocerlo sin ponerme nerviosa en exceso, ni otras incidencias por estilo. Visto lo visto, la cosa ya había empezado mal para mí, por lo que debí luchar internamente para que no me alcanzara otro sonrojo.

    —Es… E-es… ¡Es un gusto conocerte, Tora-senpai! —conseguí decir; bajé las manos hasta mi regazo, con estuche y todo, para así poder dirigirle una cordial (y torpe) reverencia—. S-soy Beatriz Luna… A-aunque seguro Ro-senpai ya te lo dijo, ¿tal vez?

    Ahora todo… tenía sentido. Rowan me había comentado que Tora ya sabía quién era yo, pues le había hablado mucho sobre mí. Eso explicaba que me hubiera reconocido y que supiera sobre el regalo de Cayden, al haber acompañado a Rowan cuando me dejó los dorayakis y el cupcake. Al erguirme, lo miré con una timidez acrecentada. No supe bien qué decir, y terminé arrojando lo primera que se me vino a la mente:

    —¿Te gustó… el dorayaki que te envié? Es… Espero que sí —dije— S-siempre traigo… M-me gustan mucho. Así que si otro día quieres uno… B-bueno, ya sabes... No tengo problemas en… compartir…

    Fue un intento un poco penoso por ser amable y caerle bien, p-pero suponía que servía.
     
    Última edición: 1 Diciembre 2024
    • Adorable Adorable x 1
  4.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
    Miembro desde:
    27 Agosto 2011
    Mensajes:
    10,654
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Tora.png

    La explicación hizo que relajara un poco el agarre sobre el estuche, aunque permanecí en la misma posición junto al costado de la banca y continué sin variar el semblante; en los ojos de esta niña, así como en los de otras personas, podía reconocer emociones que a mí nunca terminaban de alcanzarme en realidad. Las reconocía también en Rowan, luego de los años que habíamos pasado juntos, pero en la tormenta de esta mocosa ciertamente parecían revolverse de maneras más caóticas o esa sensación daba por la ansiedad que manejaba. Puede que se pareciera más de lo que estimaba a uno de sus senpai, pero habría dejar que se diera cuenta de ello por sí misma.

    Cuando le dije quién era la sorpresa la alcanzó, tartamudeó hasta que logró alcanzar la versión corta de mi nombre y ladeé la cabeza, sin más. Vete a saber qué tanto le habría hablado Rowan de mí, pero igual ya era tarde para pensar maneras en las que abordar esto.

    —El mismísimo —respondí poco después de su atropello.

    De repente pasé de "Tora" a secas a "Tora-senpai", por lo que lo primero sonó a desliz. La chiquilla pudo bajar el estuche y desde su posición hizo una reverencia o el intento de una que reflejé más por protocolo social que por nada más. Incluso con estas pintas, lo cierto era que no me gustaba aterrorizar niñas de quince años por las risas nada más, no tenía intención de hacer que se meara encima. La verdad era que a pesar de las costumbres de Ikari, conocer a Luna me daba algo de curiosidad.

    —Sí. Habla de ti con cierta frecuencia —contesté como si nada, no creía que a Rowan le importara ese nivel de exposición—. Creo que hasta te ha mencionado con su familia, no sería nada raro. Habla mucho.

    No fue tanto una queja, pecó más de ser un apunte. Luego la chica preguntó por el dorayaki, fue el único momento en que cambié de expresión y alcé apenas las cejas al escucharla decir que no tenía problema en compartir, mira que ofrecerle dorayakis al amigo cara de culo de su otro amigo con complejo de golden retriever era para reírse y todo.

    —Me gustó, gracias —dije casi en voz baja y luego de barajar opciones di un par de pasos para terminar de rodear la banca y me senté bien pegado al otro extremo, cosa de no invadirle espacio a la niña—. Eres de primero, ¿cierto? ¿Qué haces hablando con los senpai de tercero? Creo que Rorin me contó que un día fuiste a buscar a otra chica de la 3-2 también. Eres bastante pequeña.

    Pobre criatura, le dije todo eso así de gratis y de nuevo sin cambiar de cara. No lo pregunté con mala intención, pero tampoco fue que procurara que se escuchara como algo inofensivo.


    Bea: te puedo compartir dorayakis otro día
    el conchesumadre de Tora (yo): va, pero qué haces con tantos senpai? *gato alzando la ceja*
     
    • Adorable Adorable x 1
  5.  
    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    9 Octubre 2012
    Mensajes:
    5,839
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    [​IMG]

    Mi desliz con su nombre tan sólo le hizo inclinar la cabeza, pero nada más. Sus facciones se mantuvieron inalterables, dejándome imposibilitada de adivinar cómo debía estar sintiéndose ante mí penoso espectáculo y, así, intentar algo para salvar la situación. Logré centrarme a duras penas para intentar una presentación mínimamente decente (o eso creía), y aquí pude hallar una ínfima pizca de calma en cuanto noté que Tora me regresaba la reverencia. Fuese por protocolo social o no, que reflejara mi gesto me permitió tener la esperanza de que habíamos llegado a un mejor cauce en este encuentro, ¿tal vez? A-al menos para mí.

    Y eso que desconocía que la curiosidad por conocernos era recíproca.

    Aún en posición de reverencia, asentí apenas cuando Tora me dijo que Rowan hablaba de mí, algo ya sabido de antemano por mi parte. Eso sí, el detalle de que lo hacía “con cierta frecuencia” le dio una connotación distinta al asunto, y arremolinó emociones encontradas en mi interior. M-Me daba mucha vergüenza, hasta me pregunté si habría otros, como Tora, que me reconocerían en la escuela; pese a todo, saber que me tenía tan presente me pareció tan dulce como sus obsequios, hasta me dio una ternura que jamás admitiría. Al final, otra cuota de calor terminó trepando a mis mejillas, aunque más ligera, cuando Tora apuntó que Rowan muy seguramente me había nombrado ante su familia; esta reacción fue un completo absurdo de mi parte, ya que lo cierto es que… yo hice lo mismo. En mi hogar, hablé bastante de Rowan, así como de Jez…

    Y aún no podía lidiar con la idea que tuvo mamá: invitarlos a almorzar a casa.

    Mi intento de conversación provocó, esta vez, una reacción más distinguible. Las cejas de Tora se elevaron frente a la invitación de compartirle mis dorayakis. Me pregunté si había dicho algo mal como para desconcertarlo así, hasta que recordé que Rowan me había hablado sobre sus problemas para conectar con las personas. ¿Q-quizá no estaba acostumbrado? ¿Me vi muy extraña por querer hacer este ofrecimiento de buenas a primeras? Tal vez… ¡¿M-M-Me precipité?!

    Al final terminó por agradecerme, dijo que le gustó y sentí una pequeña expectativa, como si se tratara de un logro. Al ver que se sentaba en un extremo de la banca, lo imité un poco en automático, recuperando mi sitio en el centro del asiento. Un espacio vacío nos mantuvo separados, y para mí, sintiéndolo mucho, era mejor así. De momento, ¿tal vez?

    Confirmé con un asentimiento que era de primer año. Me apresuré con mi respuesta, ya que al instante siguiente Tora me hizo una pregunta inesperada: quiso saber por qué hablaba con gente de tercer año siendo pequeña, y hasta hizo alusión a la vez que busqué a Jez.

    Parpadeé repetidas veces, muy confundida por su planteamiento. Debido a que Tora dijo eso sin variar la expresión o el tono de la voz, lo suyo podía pasar por un interés inocente… o un cuestionamiento… ¿tal vez?

    —E-eso es p-p-porque… —tartamudeé; de repente, sentía como si tuviera que dar explicaciones, pues hasta entonces no me había planteado ese detalle— C-creo que s-sólo es casualidad, ¿tal vez? A todos… l-los conocí por accidente, p-pero al final terminamos… llevándonos bien…—hubo una breve pausa, en la que bajé la cabeza y me puse a juguetear tímidamente con la tela de mi falda— P-pero también me hablo con… c-c-con alguien de... de segundo…

    La acotación, como tantas otras, fue por completo innecesaria, y la dije bajando la voz. Me vi obligada a desviar el rostro. Sólo pensar en Hubert me hacía latir demasiado fuerte el corazón.

    —C-cuando conocí a Ro-senpai… me contó que lo habían transferido al Sakura —dije entonces, girándome hacia Tora— T-tú… ¿Y-ya te encontrabas estudiando aquí? ¿O llegaron juntos… tal vez?
     
    Última edición: 2 Diciembre 2024
    • Adorable Adorable x 1
  6.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
    Miembro desde:
    27 Agosto 2011
    Mensajes:
    10,654
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Tora.png

    Lo mismo de siempre, no comprendía muy bien la función de la vergüenza como emoción, pero esta chica parecía bastante dada a ella y tan siquiera sabía que para no empeorarlo lo mejor era no señalarlo. Imaginaba que mantener esta conversación ya le estaba costando lo suficiente, añadirle un nivel extra de dificultad solo habría hecho que el cuadro se tornara insoportable hasta para mí.

    La chiquilla confirmó que era de primero, como Rowan debía haber mencionado un par de veces aunque yo había sacado esa información del cerebro. Mi duda la confundió por lo que pude medio observar, pero cuando quiso contestar se quedó atoradísima. Contuve cualquier reacción, me ahorré el decirle que no la estaba poniendo en un estrado a defender su punto y solo la dejé. Rowan, la niña chica de la 3-2 y Dunn, aunque mi observación no parecía cargar ninguna mala intención sí que me cuestionaba la moralidad de dos de esas figuras.

    Rowan no era una mala persona, pero las cosas que hacía... Bueno, muchas de ellas no eran de gente buena tampoco. Heredar el barrio, seguir llevando el bar que ahora estaban abasteciendo desde Minato y aquel negocio con Pierce y Shimizu, por mencionar algo. El Rowan que Luna conocía era la versión suavizada, la que tenía los bordes filosos limados para evitarle el daño colateral a una buena parte de la gente, no era el cabecilla de un grupo de críos ni el que podía terminar en prisión. La historia con Dunn suponía que era similar y ahora aparecía yo.

    Éramos la clase de personas sobre las que las madres hacían advertencias.

    Luna dijo que también se hablaba con alguien de segundo, pero la mención fue distinta, se puso a jugar con su falda antes de decirlo e incluso así lo dijo más bajo que lo demás. Hombre, de nuevo, algunas de las reacciones de esta chica podían tomarse de formas extrañas, pero allá ella con sus broncas. De todas formas no dije nada a su defensa sobre por qué conocía gente de tercero y atendí a su siguiente pregunta.

    —Juntos. Lo conozco desde que yo tenía catorce y él quince —expliqué mientras relajaba la espalda en la banca—. Es insistente el cabrón, así que aquí estamos. Mis padres quisieron enviarme con él y no vi por qué no.

    Era la manera bonita de decir que los Sakai me habían enviado con Rowan porque temían lo que pasara si volvía a saberme sin él, me lo habían asignado como lazarillo prácticamente, pero comprendí que aunque atendía a una tarea en ese momento era sincero. El trato que habíamos establecido seguía en pie, por Rowan yo era un poco más normal y por mí él tenía ojos y extremidades incluso cuando no podía salir de casa.

    —Dice que te gusta el arte, bueno, que te llama la atención, ¿es cierto?
     
    • Adorable Adorable x 1
  7.  
    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    9 Octubre 2012
    Mensajes:
    5,839
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    [​IMG]

    No hubo más que decir sobre mi trato con personas de tercero, ni de su parte ni de la mía. Sopesé, tardíamente, que el repentino apunte de Tora había sido sólo eso: una observación que, tal vez, provenía de una simple curiosidad que no reclamaba explicaciones. Me atravesó un ligero arranque de arrepentimiento por el modo en que le había contestado, como si se tratara de una defensa ante una acusación. Me sentí en falta nuevamente, lo que me obligó a reprimir un suspiro.

    Aunque entendía que tuve avances en mi capacidad de sociabilizar con los demás, aún encontraba dificultades al conversar con personas a las que veía por primera vez. Me habría sentido realmente triste por descubrir que algunos límites prevalecían y que parecían ser más fuertes que yo. Pero, en su lugar, opté por seguir adelante y, por un momento, permitirme un momento de curiosidad. Al recordar que Rowan llevaba poco tiempo en la escuela, y teniendo en cuenta lo unido que parecía a Torahiko, sopesé la posibilidad de que se hubiesen transferido juntos; para mí tuvo sentido y, con tal de seguir llevando la conversación, quise confirmarlo con mi ahora acompañante.

    Estaba bien, ¿cierto? Así podría conocerlos más, a los dos.

    Me animé a mantener la mirada en el perfil de Torahiko. El tigre de tinta asomaba por el cuello de su camisa, enseñándome los colmillos. Su aspecto seguía resultándome intimidante, comprendía por qué Rowan me había avisado que daba miedo. Pero lejos estaba de juzgar a Torahiko por su apariencia: me sentía así porque, a fin de cuentas, era una chica que se asustaba con demasiada facilidad. Tora era escueto y directo al hablarme, pero también se mostraba tranquilo. Esa certeza me permitió regularme un poco y escucharlo sin esquivar la mirada.

    Me dijo que habían llegado juntos al Sakura, justo como intuí. Además de eso, matizó con que se conocían desde que Rowan tenía mi edad. Involuntariamente los imaginé más pequeños, aunque igualmente superando mi estatura actual. Torahiko dio a entender que estaba aquí porque Rowan le había insistido, aunque hubo una intervención de sus padres frente a la que aceptó. Su respuesta fue igual de breve que las demás, frente a la cual asentí. Mis manos se relajaron, reposaban con calma sobre la falda.

    Quedé mirándolas por un momento, mientras una sonrisa muy ligera e involuntaria quiso alcanzar mis labios. Fue reprimida a tiempo, más la sensación tibia permaneció en mi pecho.

    —Me alegra… por ustedes —dije, algo dubitativa por lo repentino de mi sinceridad—. R-Ro-senpai me dijo q-que eres… su mejor amigo. Y… n-no sé, me alegra p-pensar que… podrán graduarse juntos…

    Me parecía muy lindo que, siendo así de unidos, hubiesen elegido seguir estudiando juntos cuando el cambio de escuela los alcanzó. Lo mismo pensaba del hecho de que eran amigos, seguramente, desde primer año. Deseé que mis amistades también durasen años, experimentar ese nivel de unión.

    Torahiko habló nuevamente, haciendo que alzara la cabeza en su dirección, esta vez con más suavidad. Mi expresión seguía siendo muy tímida, había un leve estremecimiento en mis hombros y en general me veía pequeña en la banca. Sin embargo, había menguado la intensidad de mi vergüenza. No significaba que la conversación dejaría de costarme a partir de éste punto, sólo había encontrado una pizca de valentía para continuar conociéndonos como correspondía.

    El tema fue mi interés por el arte, y a estas alturas quedó más que claro que Torahiko me conocía mucho más de lo que había estimado.

    —A... así es… Desde pequeña. D-digo, me refiero a… más pequeña que ahora…

    Deslicé la yema de los dedos sobre el estuche de la Switch, que seguía reposando junto a mi cadera.

    —Me gustan… los videojuegos… (Q-Quizá Ro-senpai también… te dijo eso, ¿tal vez?) —proseguí— S-siempre me fijo mucho… en el arte conceptual que… les dio origen. Y-y también me gustan las e-esculturas, s-son creaciones que me fascinan. Ro-senpai me mostró trabajos suyos… hechos con metal. Me parecieron preciosos… —entrelacé los dedos sobre mi regazo y me puse a balancear un pie, levemente— Me gustaría... lograr lo mismo. Crear cosas inspiradoras…

    Suspiré, al darme cuenta de que había hablado mucho. E-esperaba que Torahiko no se estuviese aburriendo de mi pausado parloteo.

    —¿P-Practicas algo, Tora-senpai? —pregunté, mirándole— ¿O tienes… algo así, que te interese?
     
    Última edición: 2 Diciembre 2024
    • Fangirl Fangirl x 1
  8.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
    Miembro desde:
    27 Agosto 2011
    Mensajes:
    10,654
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Tora.png

    Si bien podía fingir cierto grado de funcionalidad por lo general elegía no gastar demasiada energía en el asunto, tomaba las máscaras que Rowan me prestaba cuando me parecía necesario, fuese en una consulta de psiquiatría, en la entrevista con el padre de Riamu o al dejarle tonterías en el casillero a Manson para apaciguarla. Era más una herramienta que otra cosa, quizás la pobre chiquilla no entendiera una mierda viéndome esta cara sin cambios, pero también podía decir que era mi versión más o menos genuina.

    Antes de que los Sakai me eligieran de entre un montón de niños desgraciados era esta la versión que predominaba.

    Luna me escuchó cuando respondí su pregunta, pareció haberse regulado un poco y pudo sostener la mirada. Aunque no lo manifesté me hizo algo de gracia pensar la posibilidad de que estuviera imaginándose al Rowan de quince años, de la edad suya, era más bajo y algo delgado, lo crónico de su condición lo pateaba con frecuencia, pero el condenado tenía ímpetu. Me había quitado de encima al idiota que buscaba su bien justificada venganza por lo de la piedra en la frente. ¿Qué había dicho el imbécil luego de callar al público del circo?

    Cuando el amigo de todos grita, la rueda cambia de dirección.

    El recuerdo quiso hacerme reír, la sonrisa me bailó en la comisura de los labios un instante, pero al final no la dejé alcanzarme y no vi que a la chiquilla le había pasado lo mismo por motivos diferentes. Volvió a hablar, dijo la primera parte sin atorarse y afiné el oído, no le duró mucho y lo que terminó soltando me hizo pensar en el escenario contrario. La transferencia de Rowan había sido un capricho de ricachón, solo quería un nombre grande en su educación y yo podría haberme quedado atrás... ¿Y no graduarme con él? La sensación ante el escenario hipotético se pareció más al vacío que a la tristeza.

    —Alguien tiene que cuidar al idiota de por sí —murmuré, serio todavía—. Lo dejo solo media hora y de repente conoce a media academia. Nunca le hizo caso a su mamá cuando le advirtió lo de no hablar con extraños.

    De lo que Ikari parloteaba sobre esta chica estaba claro que había que ser, digamos, delicado con ella. Era como tener un gato pequeño, nada de ruidos fuertes, movimientos repentinos ni cosas raras, era frágil por naturaleza y eso no era algo malo como tal, algo ridículo tal vez, pero no malo. De allí creía que también neutralizar cualquier reacción tal vez fuese mejor en este caso, no solía ser muy cuidadoso en líneas generales.

    Me contestó lo del arte, que le interesaba desde que estaba pequeña y la aclaración que nadie pidió consiguió sacarme una risa, se me escapó por la nariz y me llevé la mano al rostro para contener el resto. No pretendía que sonara a burla ni nada.

    —Perdón, me hizo gracia —apañé sin darle tiempo a malinterpretar la reacción, había seguido oyéndola en segundo plano—. Más que decirlo lo asumí, dijo que cargabas la Switch cuando te conoció y luego Dunn también te dejó cosas de videojuegos. Uno más uno son dos y dos más dos son cuatro, ¿no? El arte conceptual de los juegos es interesante, como que te hace más consciente de que detrás de lo que vez en una pantalla lo hizo una persona y del trabajo de Rorin, solo puedo decir que ha mejorado bastante en el último año.

    Luego de hablar me preguntó si había algo que me interesara, las respuestas inmediatas no eran demasiado aptas para una niña de quince años que recién ahora hacía amigos, por lo que me esforcé en pensar un poco más. Lo de los intereses siempre me había costado, de hecho era un tema de no acabar en terapia. Si me lo pensé más de lo que debía no le di importancia, daba igual, pasado un rato me llevé la mano a la oreja y solté con cuidado el pendiente. La pequeña jaula de plata encerraba el cascabel.

    —No practico nada. Supongo que el interés se empareja al gusto, así que... Me gusta ir a exposiciones de arte incluso si no las entiendo para ver los resultados del trabajo de las personas y cómo una idea se vuelve algo tangible. Tal vez no tenga idea de qué quiso plasmar el artista, pero sé que usó sus energías en ello. —Mientras hablaba estiré la mano en su dirección, el pendiente giró suavemente en la palma—. Me gusta ver a Rowan trabajando. Él hizo el pendiente, ¿cómo dijo que se llamaba? Era una cosa rara, como mística. Algo con ángeles; llamador de ángeles era, no que yo sea muy angelical, ¿sabes? Pero dijo una tontería de que era un símbolo de protección y no sé qué, cosas de artista supongo o de excéntrico, da igual.

    Terminé hablando un montón, al final tomé aire y lo solté despacio. Tuve un instante de duda, pero opté por ser más o menos responsable.

    —Hoy no viene a la escuela por cierto. Se sentía mal, pero no te preocupes de más, para la noche debería estar bien.


    lo iba a ir cerrando pero el pendejo tenía otros planes así que ni modo

    ah, la cosa que dice Tora es esto
     
    • Fangirl Fangirl x 1
  9.  
    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

    Libra
    Miembro desde:
    9 Octubre 2012
    Mensajes:
    5,839
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    [​IMG]

    Tampoco fui consciente de la sonrisa que trató de danzar en el semblante de Torahiko a la par de la mía. Las guardamos para nosotros. Habría sido un detalle relajante notar que, en aquel fugaz segundo, tuvimos una suerte de sincronía. De todas maneras, mis pensamientos seguían navegando en torno a lo que sentía sobre su amistad. La alegría que le había expresado era genuina. Había pensado que, si el día de mañana me dijeran a mí que debía irme de la academia Sakura, me dolería; al ser consciente que no vería con frecuencia a mis amigos, y aquellos con los que deseaba llegar a lo mismo. Daba las gracias que no tuvieran que lidiar con ese vacío.

    Cuando dijo que si se descuidaba Rowan ya conocía a media academia y que desobedecía a su madre, otra sonrisa me bailó en los labios, tan sutil como fugaz. El comentario me había hecho gracia, reacción que atajé tardíamente…

    Sí… Eso sonaba a algo típico de Ro-senpai. El día que me encontró, medio escondida en el invernadero, no dudó en hablarme y en invitarme a almorzar con él.

    No se hacía una idea de lo mucho que había significado ese gesto.

    —Gracias por cuidarlo —agradecí, sincera.

    Me sentí contenta de lograr expresarlo. Había querido decirle esto a Torahiko desde que supe de él en la Sala de arte. Rowan era una persona importante para mí, y saber que contaba con este chico me tranquilizaba. Aún seguía procesando la existencia de su patología, no podía evitar preocuparme y preguntarme, cada tanto, si se encontraba bien.

    Luego vino la parte de hablar sobre arte. Su risa me tomó algo desprevenida, pero en el fondo no me extrañó que hubiese reaccionado así ante lo que, me di cuenta, fue otra aclaración innecesaria de mi parte; casi que sonó a una broma involuntaria, lo que me arrojó un poco vergüenza al rostro. Negué con la cabeza cuando Torahiko se disculpó al aducir que le hizo gracia, por suerte no lo tomé a mal. Mi rubor bajó tan pronto como se explayó respecto del arte conceptual de los juegos, que calificó de interesante; lo escuché más atenta, hasta me terminé asintiendo al oírle decir que uno tomaba consciencia sobre las personas que había detrás, el gran esfuerzo que hacían. Terminé, al final, parpadeando con un dejo de curiosidad cuando apuntó que Rowan había mejorado mucho en su arte. Opté, no obstante, por preguntar si algo le llamaba la atención, tomando mi tímido deseo de seguir conociendo a Tora.

    Antes de responderme, se quitó el pendiente de la oreja. No supe bien por qué, pero eso se me hizo inesperado.

    A Torahiko le gustaba ir a exposiciones de arte, saberlo me aceleró el corazón. Eso significaba que… compartíamos un mismo interés, ¿tal vez? Confesó que no entendía las exposiciones, lo que me hizo pensar en que yo tampoco tenía conocimientos del tema. Pero mientras que eso me hacía dudar al punto de detenerme, Tora avanzaba en una dirección específica y lograba involucrarse con el arte desde su propia visión, al tomar consciencia sobre la energía invertida en la plasmación de las obras. Su actitud ante las exposiciones, de seguro, me tendría reflexionando los próximos días. Mientras tanto, noté que aproximaba su mano para exhibir, frente a mis ojos, la jaula plateada que contenía el cascabel que había escuchado al principio. Me animé a inclinarme hacia su mano, para apreciarla más de cerca. Me resultó bonita, y saber que la confeccionó Rowan despertó un ligero brillo en mis iris de color dispar. El arte me entusiasmaba, sí, pero más lo hizo el ser consciente de que Tora portaba algo que su amigo había hecho con sus propias manos. Un “llamador de ángeles”… Símbolo de protección. El detalle volvió a hacerme sonreír. Pero esta vez… la expresión permaneció en mi semblante, con sutileza.

    Al menos, hasta que Torahiko me contó que Rowan no estaba en la escuela.

    Elevé la mirada su rostro al escuchar que se sentía mal. Tora me pidió que no me preocupara de más, buscó tranquilizarme al explicar que estaría recuperado por la noche. Me habría encantado valorar que hubiese sido así de atento. Lastimosamente, la preocupación alcanzó mi expresión. No llegó al punto de comprimirme las facciones, pero una sombra de tristeza me nublaba los ojos. Miré nuevamente al cascabel, antes de cerrar los ojos y tomar una larga bocanada de aire, tratando de regular mis emociones. Logré dominar una ínfima parte. Después de todo, tanto Rowan como yo, y quizá Torahiko, sabíamos que mi preocupación era inevitable.

    Pero trataría de ser fuerte. Por mi senpai. Por mi querido amigo.

    —Comprendo —suspiré, tras abrir los ojos; soné triste— Aprecio… que hayas decidido decírmelo. Gracias, Tora, de verdad. Luego… le escribiré.

    Entonces noté que, ahora mismo, no había mucho ruido proveniente del edificio. Y que habíamos estados unos minutos aquí, conversando. Me levanté despacio, alisando mi faltada en el proceso; para luego guardar el estuche en el maletín que recuperé del suelo. Asiéndolo con ambas manos, me giré hacia Tora. Balanceé el maletín con evidente duda, pensativa.

    —¿Te parece bien… si subimos juntos? —propuse— S-sólo si quieres… N-no hay problema si no es el caso…

    Este es mi cierre con la niña. Muchísimas gracias por caerle con Tora, lo disfruté un montón <3
     
    Última edición: 3 Diciembre 2024
    • Adorable Adorable x 1
  10.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
    Miembro desde:
    27 Agosto 2011
    Mensajes:
    10,654
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Tora.png

    El agradecimiento de la niña se escuchó sincero y me pregunté si Rowan entendería las implicaciones que tenía su figura en la vida de las personas, quería decir, de ciertas personas en particular. Sabía que comprendía su importancia para los chicos del barrio, sobre todo los más jóvenes, pero para gente como Beatriz y como yo era distinto. La idea apareció de la nada, pero la pregunta no se borró con rapidez.

    ¿Esta chica había estado sola hasta que Ikari apareció?

    Era deprimente, eso incluso yo lo sabía.

    Me limité a responder un "No es nada" tan escueto como el resto de cosas que decía, no vi que hiciera falta sumar nada más. Lo que le siguió fue el monólogo que de alguna forma balanceó el suyo y conectó un interés, aunque de mi parte existía la curiosidad de que se trataba de aquello que no podía ni llegaría a comprender. La intensidad del mundo de los artistas escapaba a mi comprensión. No había una sola cosa que sintiera con la fuerza que los demás y ese era el error en mi código, incluso si a mí me daba igual.

    Mi discurso confluyó en el llamador de ángeles, Luna se inclinó para mirarlo y en ese espacio la miré a ella, noté el cambio en sus ojos cuando expliqué su origen, de hecho sonrió y seguí pensando en la importancia del idiota a los ojos de esta muchacha, tan pequeña y nerviosa. Imaginaba que ya él lo habría pensado, pero cuando su figura se tornara gris, si alguna vez Luna escuchaba algo sobre él en las calles, seguro se llevaría un fiasco.

    Uno se acostumbraba y por eso nunca regresaba al terreno de la luz.

    Fue entonces que le dije sobre la ausencia, que no se preocupara y esas cosas, aunque era inútil pedir algo como eso. La preocupación le alcanzó las facciones, también la sombra de lo que asumí era tristeza y comprendí que ya le había explicado cómo eran las cosas. La chica miró el cascabel una vez más, luego tomó aire y yo regresé la mano a mi espacio, colocándome el pendiente una vez más. Cuando habló no tartamudeó y almacené el detalle en la memoria, porque sí.

    —Le alegrará recibir un mensaje tuyo —añadí sin más.

    Ella se levantó, la miré desde mi posición y cuando ofreció subir juntos no contesté como tal, solo me levanté también y di un par de pasos antes de esperarla. Giré el cuello para mirarla, otra vez sin variar el semblante.

    —Vamos. Rorin no me perdonaría si descubre que no escolté a su querida Bea.

    rápida y furiosa como siempre

    por acá cierro con el pendejo uwu estuvo muy bonito
     
    • Adorable Adorable x 1
  11.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
    Miembro desde:
    1 Abril 2019
    Mensajes:
    7,811
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Kakeru 2.png

    Jezebel se mantuvo firme en la elección del agua y molesté un rato a Kou con el asunto de la expendedora como le había insinuado lo de sentarnos en el césped, pues porque era divertido. Su costado de diva nunca lo había avergonzado y tampoco se molestaba si lo picaba por ello, así que ganábamos todos. Es más, puede que incluso yo hubiese acabado peor contrariado que él cuando ponía cara de asco al probar comida que para mí era la octava maravilla.

    Entonces, mientras detallaba su lista de enemigos expendísticos, Jez intervino de repente para darle la derecha a Kou. Oírla me sorprendió un poco, Kou sonrió, satisfecho, y a mí me comieron la lengua los ratones por un segundo extra. Alterné la vista entre ambos a la carrera, trastabillando ligeramente antes de responder.

    —No, o sea, ¿no estoy seguro? No recuerdo bien a qué sabe. ¡Pero igual a Kou no le gustan muchas cosas!

    —No es mi culpa que elaboren productos mediocres —resolvió, impasible, y miró a Jez cuando contó lo del café con caramelo, arrugando el ceño—. Suena horrible. Cuando las cosas de por sí artificiales son demasiado dulces es... es como los pasteles de panadería que le ponen esa nata dura y seca. Deplorable.

    Regresé la vista al frente y decidí llamarme al silencio, pues recordaba haber probado cafés del estilo y... y no me habían parecido tan malos, la verdad. Sabía que era bastante conformista en general, pero ahora que se habían aliado no encontré la fuerza (ni los motivos) para proclamarme al otro lado del charco. Sólo tenía que imaginar la cara de Kou si dijera que a mí me gustaban, iba a juzgarme de aquí al año que viene. De hecho, cuando Jez me clavó la vista de repente pensé que me había descubierto y miré la punta de su dedo con el pánico acumulándose en mi cabeza a velocidades inconmensurables.

    Al final el miedo fue injustificado, como casi siempre, y solté una risa breve.

    —Qué mal piensas de mí... —le recriminé, suspirando, y volví a reírme—. Seguro pueden llevarme a la enfermería entre los dos. El otro día, de hecho, tuve que cargar a un idiota hasta ahí y no se me complicó.

    —No vengas a presumir tus músculos. —Kou, que ya había comprado, se reunió con nosotros y me apoyó la botella fría contra la mejilla—. Nos harías sudar y esforzarnos por nada, sería un incordio.

    Corrí el rostro en automático y respondí, indignado:

    —¿Hablas así de salvarle la vida a tu querido amigo? No me digas que-

    Me interrumpí, pues Jez llamó mi atención y giré el rostro hacia donde me indicaba. Verónica nos estaba saludando, gesto que correspondí, y al regresar la vista a Kou volví a preguntarme si no había quedado excluido otra vez de una dinámica, por pequeña que fuera. Retomé la conversación al instante para disminuir la sensación.

    —No me digas que no harías eso por mí —completé, acercándome a la expendedora.

    —Depende el calor que haga —respondió, tan tranquilo como siempre.

    Solté una risa nasal y compré un agua para Jez y, tras algunos segundos de indecisión, un zumito de durazno y naranja para mí. Me agaché, recogí la botella, se la extendí a Jez y, ya con mi bebida en mano, nos dirigimos al patio norte. Recorrí el espacio con la vista, levemente cegado por el sol, hasta que encontré el bendito banco a la sombra que nos dejaría contentos a todos.

    —¡Tierra a la vista! —anuncié, señalando la dirección correcta.
     
    • Fangirl Fangirl x 1
  12.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
    Miembro desde:
    27 Agosto 2011
    Mensajes:
    10,654
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Jez3.png

    Que Kakeru dudara de lo del matcha embotellado me hizo reír, sumado a eso que señalara que a su amigo no le gustaban muchas cosas me hizo seguir riendo unos segundos. No cargó una pizca de burla, simplemente me había hecho genuina gracia todo la escena, que terminó en un bastante contundente "No es mi culpa que elaboren productos mediocres" de parte de Kou donde acabaron arrastrados los pasteles de panadería. Bueno, bueno, se veía que una tenía gustos mediocres apartando el matcha en botella, ¿y qué le íbamos a hacer?

    Mi tragedia del café en lata con caramelo se limitaba a ese, el corriente sin otro sabor más que café solito sí me gustaba, aunque fuese de lata. De todas formas tiré de la tontería para molestar un poco a Kakeru, con lo de no poner a Shinomiya (o intentarlo) a probar lo peor que pudiéramos sacar de la máquina y que él tampoco debería beber tanta azúcar.

    Fruncí un poco el ceño al escucharlo decir que había tenido que tuvo que cargar a alguien y no se le complicó, luego fue el castaño el que dijo que no viniera a presumir de sus músculos y yo asentí, dándole razón, aunque la intención de preguntar por el otro asunto se me había quedado atascada un momento. El caso era que si Kakeru se nos desmayaba por exceso de azúcar, ¿yo qué iba a hacer? ¿Hacerle porras a Shinomiya? No había manera de que pudiera levantarlo del piso para empezar.

    —Bueno, en ese caso tendría que llevarte arrastrado —concluí en vistas de que el rescate estaba sujeto al calor que hiciera—. A punta de fuerza de voluntad, claro.

    Cuando Kakeru me alcanzó el agua le di las gracias junto a una sonrisa y retomamos nuestra misión de llegar a tiempo para conseguir una banca. Parpadeé algunas veces al recibir el sol, encandilada, y escuché que anunciaba la tierra a la vista antes de ver hacia dónde señalaba. Apenas noté la banca suspiré con alivio y empecé a caminar hacia allí.

    —¿Ven? Logramos llegar a la Tierra Prometida incluso luchando contra desventajas desde el principio, como la tragedia de estar en el tercer piso —dije junto a una risa y me detuve un momento para sujetar lo que cargaba en una mano y sacudir la banca antes de sentarme en uno de sus extremos—. No corremos peligro de freírnos las ideas y no nos tenemos que agachar, pura ganancia.

    Lo pensé un momento, ni idea de por qué, y al final hablé luego de buscar al castaño con la vista.

    —Me alegra que aceptaras acompañarnos.
     
    • Fangirl Fangirl x 1
  13.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
    Miembro desde:
    1 Abril 2019
    Mensajes:
    7,811
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Kou 3.png

    Kakeru se vio muy envalentonado hasta que Vólkov tomó partido de mi lado y entonces toda su convicción tambaleó. Me tragué la risa al escucharlo dudar hasta de su sombra y entonces, en un pobre intento de construir solidaridad con la albina, ella guardó silencio tras meter los pasteles en la bolsa. Repasé su perfil brevemente y supuse que la había cagado. Bueno, mentir no había mentido, así que si me había salido mal pues mala suerte y ya. De todas formas no parecía el tipo de niña de quejarse de... bueno, de nada, en especial con personas fuera de su radio de confianza.

    Tras comprar el té y regresar junto a ellos, vi cómo Vólkov llamaba la atención de Kakeru y éste se interrumpía para voltear. Más allá había otras dos chicas, una de ellas saludándolos con bastantes ganas, y como no tenía más opciones me quedé allí hasta que acabó el intercambio. Recibí los ojos de Kakeru de regreso y estuve por recordarle lo último que había dicho, pero él me ganó de mano y la conversación volvió a fluir con naturalidad. Había hablado de Ishikawa, ¿cierto? Del receso que la rubia de mi clase nos interrumpió para llevárselo y luego los vi pasar hacia abajo con el crío a cuestas. Fue un espectáculo bastante curioso. Vólkov había fruncido el ceño en el proceso y quiso darme un poco de gracia lo evidentes que eran estos dos en sus reacciones.

    ¿Serían conscientes?

    —Y no creo que quieras ser arrastrado por media Academia —convine al comentario de la albina, arrugando el ceño al bajar la vista—. El piso está todo sucio.

    Salimos al patio norte y nos dirigimos directamente al banco que había encontrado Kakeru. Lo que fue diciendo Vólkov por el camino no terminé de entenderlo, pero Kakeru se rió y asumí que era algo que habían conversado en los intermedios donde yo no estuve. Míralos con bromas internas, qué adorables.

    —A veces las probabilidades sólo son un número —dijo él, al parecer bastante contento por haber pillado sitio.

    Al llegar, deposité la botella y mi bento sobre la mesa y escaneé a consciencia el estado del banco. Tenía sólo algunas hojas y pétalos de cerezo encima. Noté que Kakeru se disponía a ubicarse en el mismo asiento que yo y estiré el brazo para barrer primero su espacio antes que el mío. Él sonrió, me agradeció en voz baja y no le llevé mucho el apunte. Mientras me sentaba, noté la atención de Vólkov encima y la oí agradecerme. Dudé de sus intenciones como dudaba siempre de todo en esta vida, pero no tenía motivos para correrme de lo políticamente correcto.

    —Gracias a ustedes por invitarme —murmuré, cortés.

    —Bueno, ¿empezamos? —intervino Kakeru, animado—. Entre tanta vuelta y tanta cosa ya me dio hambre. Además, que sepas que me contuve toda la mañana de echarle un vistazo al bento.

    Aquello último lo refirió a Vólkov, riendo, y se montó algo de teatro quitando la caja de la bolsa, depositándola sobre la mesa con cuidado y amagando con abrir la tapa. Se había recuperado bastante bien de la vergüenza inicial que se lo había comido por la mañana, en los casilleros. Entre tanto yo me ocupé de mi propio almuerzo, y cuando finalmente lo abrió le eché un vistazo disimulado. Tanta historia con ese montón de comida que hasta a mí me había picado un poco la curiosidad. Sólo un poco.

    Kakeru sonrió inmediatamente al verlo, la sonrisa le iluminó el rostro y se rió en voz baja, pillando una de las salchichas con forma de pulpo entre dos de sus dedos. La observó más de cerca y lo recordé al aceptar mi bento por primera vez, bajo los lavabos del baño, y también cuando accedía a jugar videojuegos con él y cuando llegamos a la cancha de baloncesto y Hiradaira lo estaba esperando con un refresco recién comprado. No pude negarlo, honestamente, no después de visitarlo entre sus paredes llenas de fantasmas y de enterarme, mediante una miserable llamada telefónica, que había estado a punto de morirse. No una, sino dos veces.

    Verlo feliz me aliviaba.

    —Son tan adorables que me da pena comerlos. —Se rió, contento, y miró a Vólkov—. ¿A quién de todos debo agradecerle la obra de arte?

    Yo recogí algo de verduras y empecé a comer, en silencio. Mi almuerzo se componía de ensalada, arroz y pechuga de pollo hervida, siguiendo, como siempre, el régimen de la nutricionista.
     
    • Adorable Adorable x 1
  14.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
    Miembro desde:
    27 Agosto 2011
    Mensajes:
    10,654
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Jez3.png

    Asentí de lo más convencida con el argumento de que no querría ser arrastrado por toda la academia porque el suelo estaba sucio, lo que nos llevaba en círculo al motivo por el cual evitar la sobredosis de azúcar. El escenario posible era de lo más exagerado, por supuesto, pero más o menos en serio los comentarios que habían ido surgiendo sumaron a la tontería.

    —Y por eso no vamos a beber café super dulce, caballeros —acoté como si fuera el gran aprendizaje de día.

    Con lo de haber conseguido espacio me referí a lo que habíamos hablado antes y su contestación de las probabilidades me hizo reír. Kakeru se sentó en el mismo banco que su amigo y observé la escena, la sonrisa que le dedicó y el agradecimiento en voz baja. No me enteraba de nada más allá, por ello a mis ojos este desenlace en el que los tres compartíamos el receso era bueno, así también podía pasar tiempo con Shinomiya.

    Que hablando del castaño, me respondió con cortesía y escucharlo me amplió la sonrisa ligeramente. Fue después de eso que devino el asunto del almuerzo que arrastrábamos desde temprano, él se había recompuesto de la vergüenza aunque yo no tanto, me di cuenta cuando se montó el teatro. Procuré disimular cualquier señal de ello y lo balanceé pensando que esto era una suerte de regalo conjunto, que lo importante era que hubiese llegado a su dueño.

    Todo atisbo de nervios restante se desvaneció cuando vi que la sonrisa le iluminó el rostro y lo escuché reír. Había algo en la alegría de los otros, en la manera en que el sentimiento les cambiaba el rostro, que cambiaba por completo el significado de dar un regalo por sencillo que fuese. Cuando no se buscaba el agradecimiento, cuando se esperaba esa alegría, poder verla era una especie de regalo para uno en sí mismo.

    No me di cuenta que mi propia sonrisa, inconsciente, me había suavizado los gestos. Lo que me hizo reír fue el comentario de que los pulpitos eran adorables, Anne llevaba obsesionada con ellos y se los ponía a cuantos almuerzos pudiera.

    —¿La parte artística del bento? Esa se la lleva toda mi prima de ocho años, se llama Anne —respondí balanceando las piernas bajo la mesa—. No sé si le gustan porque se ven bonitos o porque la divierte cuando se cocinan en el sartén, pero ojo, es su plato estrella. No sabíamos si te gustaba más alguna comida que otra y habría arruinado un poco la sorpresa si te preguntaba el día antes, así que no son salimos mucho de lo básico.
     
    • Fangirl Fangirl x 1
  15.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
    Miembro desde:
    1 Abril 2019
    Mensajes:
    7,811
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Kakeru 2.png

    Habíamos pasado de salvarme la vida a usarme de trapo de piso por media Academia, y con semejante cambio de escenario a cualquiera se le quitarían las ganas de arriesgarse. Kou expuso su argumento, Jez lo apoyó y fabriqué un suspiro de lo más exagerado.

    —¿Qué haré ahora con mi mini fridge repleto de café extra dulce? —me lamenté.

    —Vaciarlo —respondió Kou al instante, lo que me arrancó una risa.

    Lo más gracioso era que, efectivamente, lo imaginaba agarrando lata por lata, abriéndola y dejándola correr por el vertedero de la cocina con cara de "no me arrepiento de nada". Entre la conversación conseguimos mesa a la sombra, apoyé las cosas y noté que Kou se estiraba para barrer primero la suciedad de mi lado. Me hizo sonreír, pues eran la clase de gestos silenciosos que le recordaba, y al agradecerle siquiera me miró directamente. Ojalá comprendiera la amabilidad de estas pequeñas cosas, la verdad; tal vez de ese modo sería menos duro consigo mismo.

    Suponía que en el fondo me alegraba haberlo invitado, pues el almuerzo avanzaba sin percances y me ponía contento compartirlo con ambos. Le agregué algo de show al reveal del bento, aunque no quise excederme para no incomodar a Jez, y una sensación muy bonita me chispeó por el cuerpo al ver su contenido. Estaba prolijo, todo se veía rico y podía... podía imaginarlos preparándolo, aún sin conocer ni un detalle concreto de la familia de Jez. Esa suerte de calidez detenida en el tiempo lograba alcanzarme, quizá porque siempre la había anhelado. Casi todos los almuerzos que recordaba eran los onigiri que compraba en la tienda de conveniencia de camino a la escuela.

    El spotlight, por supuesto, se lo robaron las salchichitas de pulpo. Jez me contó que los había hecho su prima, Anne, y aunque no pude evitar recordar a Anna me aseguré de barrer el pensamiento con la velocidad suficiente. La mención me recordó que ya me había hablado de ellos, aquella vez en el observatorio. Oí la anécdota con la sonrisa pegada al rostro y volví a mirar el pulpo. Giré el rostro hacia Kou, entonces, y se lo acerqué moviéndolo de lado a lado. Él frunció el ceño porque sí, de amargado que era, y me reí.

    —Como cualquier cosa, la verdad, no soy muy quisquilloso —le respondí a Jez, dejando en paz a Kou y devolviendo mi atención a ella—. E igual si te hubieses puesto a hablarme de almuerzos probablemente no me habría dado cuenta. Soy bastante tonto para estas cosas.

    Al final me lo llevé a la boca, ni modo, y volví a sonreír al confirmar que estaba rico. No tenía mucha ciencia, claro, pero imaginar a una niña de ocho años haciéndolos me ablandaba el corazón.

    —Luego dile a Anne que los pulpitos están deliciosos, y que gracias. —Sonreí, enternecido, y tomé los palillos para empezar a comer—. ¿Y qué de todo esto le debo al pequeño gran Isaac?

    Kou, entre tanto, seguía comiendo de su propio almuerzo con calma.
     
    • Adorable Adorable x 1
  16.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
    Miembro desde:
    27 Agosto 2011
    Mensajes:
    10,654
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Jez3.png

    —Algo se podrá hacer más que aventarlos por el desagüe, ¿teñir una camiseta? Hay gente que pinta con café —dije como si tuviéramos que decidir definitivamente qué hacer con la mini fridge de café ultra dulce—. Aunque habría que lavarla tres veces para sacarle el azúcar, igual nos sale más caro entre el agua y a luz que habría que gastar...

    Encima todo este cuadro había empezado con lo de malas recomendaciones de la expendedora, ver que habíamos pasado de salvar su vida a limpiar el suelo con él y luego a qué hacer con una mini fridge a reventar de latas de café aterradas de azúcar era digno de estudio. Alguien podría juzgarnos por la aparente desconexión de un tema con el otro, más allá del café.

    De todas formas, conversación sin puntos de conexión o no, me sentía bien en este momento y así como el almuerzo alegraba a Kakeru, a mí me alegraba su invitación. Conservaba mi opinión sobre él, a mí me parecía un muchacho dulce, algo dubitativo, pero atento y esperaba, quizás, que supiera ver esa clase de cosas de sí mismo. Por eso quería compartir esto con él, que transmitía el cariño no solo mío, sino de los niños que aunque ni siquiera lo conocían todavía ya querían hacerle llegar sus sentimientos.

    Sabiendo las cosas que ahora sabía sopesé la posibilidad de que el nombre de mi prima acabara recordándole a Anna, pero no era algo que estuviera bajo mi control, así que no había mucho por hacer. Kakeru me escuchó sin borrar la sonrisa y yo no pude detener a tiempo la risa que se escapó cuando le acercó el pulpito a Shinomiya, que frunció el ceño, pero la escena me dio algo de ternura y no había manera de negarlo.

    —Bueno, en vistas de que acabamos de estar aquí exponiendo los motivos por los que no deberías tomar tanta azúcar, creo que puedo ver la visión de que no eres quisquilloso —argumenté con una risa todavía colada en la voz—. Sobre lo otro, no podía tomar el riesgo de que te iluminaras de repente y descubrieras mis planes malvados.

    Le dejé espacio para que comiera, volví a sonreír al escucharlo y asentí con la cabeza.

    —Se lo diré. Ahora nadie la va a bajar de la nube por el reconocimiento de su plato estrella. Sobre lo que hizo Isaac, básicamente lo pusimos a acomodar las cosas una vez cocinadas. No había visto a un niño tan concentrado, te lo juro, cualquiera pensaría que estaba teniendo un momento de trascendencia espiritual. —Me reí y desenvolví los cubiertos que me había traído del salón, con el tenedor apunté los pulpitos restantes—. Según él los pulpos se apiñan como gatitos con frío, por eso los encajó todos allí a un lado del arroz y un poco parecen sardinas en una lata, así que espero que no discutas la lógica de un niño de cuatro años. Mi tía hizo el pollo, también Isaac lo acomodó y yo soy el apoyo moral nada más, me encargué del arroz y el remedo de ensalada. Demasiadas cabezas para un bento, ya sé, pero juzgarán nuestro método, nunca los resultados.

    Respiré, ya habiendo olvidado los nervios del todo, y ladeé apenas la cabeza. ¿Ahora sí me podía poner un poquito chismosa? Me moría de curiosidad, vamos, claro que mi objetivo para preguntar quizás no debió ser justamente Kou.

    —¿Cómo conociste a Kakeru, Shinomiya-kun? Más allá de ser compañeros de escuela.
     
    • Fangirl Fangirl x 1
  17.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
    Miembro desde:
    1 Abril 2019
    Mensajes:
    7,811
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Kou 3.png

    —No estoy seguro de que precisamente entre nosotros tres haya un artista —anotó Kakeru, divertido—. No pinto ni con crayones, de pequeño siempre me salía de los bordes, ¡imagina con café!

    Luego de sentarnos, empecé a comer y el bento de Kakeru, naturalmente, se convirtió en el centro de la conversación. Cuando acercó el pulpo a mi cara retrocedí y arrugué el ceño en automático, no tanto porque me causara asco el pedazo de salchicha, sino porque me había pillado desprevenido e igual no quería que una fritura me tocara la cara. Él se rió y regresó su atención a Vólkov, y yo relajé el semblante a consciencia. Se me ocurrió pensar que Kakeru era de las pocas personas, sino la única, frente a la cual aún reconocía fragmentos del niño que había sido en mí mismo.

    Kakeru volvió a reírse antes de responderle a la albina.

    —Si esto es tu plan malvado, ¿cuál sería tu plan bueno? ¿Un voluntariado en África de ocho meses? —bromeó con liviandad.

    Mientras seguía comiendo, oí lo que Vólkov contó sobre sus primos y la preparación del almuerzo. Sonaba a que provenía de una buena familia, o una estable, al menos, y pensé en mi propio hermano menor, ese que mamá tenía secuestrado y a duras penas le permitía ver a su padre. Por fuera de eso, no creía haber mantenido nunca contacto real con niños pequeños. No sabría ni cómo hablarles.

    —Bueno —dijo Kakeru, y frunció el ceño conforme levantaba dedos—, dicen que... cuatro cabezas piensan mejor que una, no me extraña que les haya quedado tan bonito. También agradécele a tu tía. ¿Cómo se llama, a todo esto?

    Esperaba que siguieran conversando de cualquier cosa mientras yo me enfocaba en mi almuerzo, la verdad, y no me habría molestado que así fuera, pero noté los ojos de Vólkov sobre mí y alcé la mirada. ¿Me preguntaba a mí y no a Kakeru? En fin, daba igual. Apoyé la muñeca en la mesa, sin soltar los palillos, y fabriqué una versión family friendly de la historia sobre la marcha.

    —Fue en la escuela, era verano y Kakeru me ofreció de sus onigiris al verme —murmuré, sereno; podía sentir la atención del chico sobre mí, a mi lado, y me pregunté si le preocuparía lo que planeaba decir. Mis labios se estiraron en una sonrisa—. Lo primero que hice fue ladrarle y nos peleamos un poco, también cuestioné la calidad de los onigiris y se ofendió aún más. Luego de eso le llevé el bento de casa para probarle mi punto y desde entonces comenzamos a almorzar juntos.

    —Es que no puedes comparar los onigiris de la pobre señora de la tienda con tus comidas de niño rico —se quejó, como si ya no hubiésemos desgastado esta discusión hasta el cansancio—. Yo digo que las dos cosas estaban buenas.

    En eso tenía razón. Los onigiris nunca habían sabido mal, no los que él me había convidado.

    —Hicimos la media juntos y parte de la preparatoria —seguí contándole a Vólkov como si Kakeru no hubiese hablado—, y este año volvimos a encontrarnos aquí, en el Sakura.

    Kakeru se había inmiscuido en mi vida de la misma forma que, años después, se metió en la de Hiradaira. Suponía que recoger cachorros perdidos de la calle le brindaba una sensación de validación que contrarrestaba sus problemas de autoestima, puede que en el fondo anhelara, incluso, construir un vínculo de dependencia. Que alguien lo necesitara. Pero, al final, todo le había salido al revés. Una vez los cachorros crecieron, saludables y bien alimentados, le mordieron la mano y huyeron de casa.

    Y él se desplomó.

    —Esa sería la versión resumida —finalicé, miré a Kakeru por si quería agregar algo más y regresé a Vólkov—. ¿Y ustedes?

    Hombre, puestos en el tema podía aprovechar, ¿no?
     
    • Adorable Adorable x 1
  18.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
    Miembro desde:
    27 Agosto 2011
    Mensajes:
    10,654
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Jez3.png

    No había pensado en que nos faltaba el factor artístico hasta que Kakeru lo mencionó y tuve que cederle razón, ¿qué íbamos a hacer igual? ¿Zambullir medio armario en dos litros de café de lata? Al menos así todo iba a combinar... porque todo sería medio marrón, perfecto para el otoño. La idea me hizo su debida cuota de gracia, pero el punto era ese, que nada de artistas por aquí para embarcarnos en esa misión.

    —Quizás. No me empujes que ya estoy coja, si luego me desaparezco a hacer un voluntariado de ocho meses diré que fue idea tuya —atajé con el mismo tono de broma.

    ¿Qué cuatro cabezas pensaban mejor que una? Lo ponía en duda, tanta gente en la cocina fue algo caótico, pero también fue una manera de pasar tiempo juntos. Mientras preparábamos todo tío Vic había aparecido, se nos había quedado mirando como si estuviéramos organizando una fiesta sin avisarle, y mejor se puso a ordenar el salón para no interrumpirnos. No podía detener la inspiración de los artistas, para nada.

    —Angelique. Yo me encargo de que reciba el mensaje —contesté con una sonrisa—. Me alegra que te gustara con todo y el proceso creativo que hubo detrás.

    Así llegamos a mi momento de entrevista, pues porque no se podía evitar cuando se tenía la oportunidad, y el castaño me contó cómo se conocieron. La idea de Kakeru llegándole a ofrecer onigiris cuadraba con la imagen tranquila y atenta que tenía de él por el momento, y que Shinomiya cuestionara la calidad de los onigiris encajó con todo el chiste inmenso de las recomendaciones de la expendedora. Esa parte de la historia resultó en otro intercambio que me hizo reír y los miré, incluso sin saber ni una pizca del embrollo, pensando que sí. Que tenían esa clase de intercambios que se tienen con las personas con las que se pasó mucho tiempo antes.

    A veces era como si la vida se hubiese suspendido en ese momento.

    —Bueno, ¿pero te gustaban las comidas de niño rico o vas a mentirnos? —solté para molestar un poco a Kakeru, ni siquiera medí que eso implicaba usar la frase de la misma manera hacia Kou y cuando caí en cuenta me mordí la lengua, pero ya era tarde por lo que me hice la loca. Me enfoqué en lo que él había dicho después—. Es lindo tener la oportunidad de volver a cursar con amigos que uno hizo antes. Aunque se gastaran los boletos de oportunidades de estar en el mismo salón, se graduarán juntos. Será un buen recuerdo.

    Lo que dije fue más una acotación, la fui diciendo con los ojos cerrados por la sonrisa y luego Shinomiya me regresó la pregunta. Visto de fuera, él que lo conocía y posiblemente conocía a sus otras amistades, seguro pensaba que yo había salido del mismísimo aire y un poco era así. Miré a Kakeru un momento, tranquila, esperé por si quería decir algo y luego volví al castaño.

    —A pesar de que estamos en el mismo salón no habíamos hablado desde que llegó a la Academia y al final coincidimos en el campamento que hicieron a principios de junio. A la noche hicieron una prueba de valor y nos dividieron en grupos, nos tocó juntos y también hicimos amistad con otra compañera de tercero, Verónica. —Fui contando también una versión resumida, más o menos—. Como no me llevo el premio de la más valiente de la prefectura, Kakeru se acercó y así todo callado me ayudó a calmarme un poco, luego ya estuvimos hablando con Vero. Eso me recuerda, ¿no tenemos pendiente lo de comer flan?

    Me acordé de la nada y me dio algo de pena haberlo olvidado en medio de todos los líos. Era un plan bonito para los tres.

    —En fin, luego del campamento hemos pasado otro par de recesos juntos. —De nuevo miré a Kakeru—. Guardo con cariño cada vez que conversamos, son ratos agradables y tranquilos. También hablamos tonterías, como se puede ver.
     
    • Fangirl Fangirl x 1
  19.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
    Miembro desde:
    1 Abril 2019
    Mensajes:
    7,811
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Kakeru 2.png

    —Iré preparando los posters de persona desaparecida por si acudes al llamado de la naturaleza —bromeé, y arrugué un poco el ceño—. O de UNICEF, más bien.

    Me compartió el nombre de su tía y asentí junto a una pequeña sonrisa; así como sus primos, me aseguraría de recordarlo. Jez entonces le preguntó a Kou sobre cómo nos habíamos conocido y lo miré tras llevarme una buena porción de comida a la boca. Sabía que él era el menos interesado en revelar los verdaderos detalles del evento, considerando que habría expuesto casi todas sus debilidades de sopetón, aunque me hizo gracia que admitiera haberme ladrado y haberse puesto quisquilloso con los onigiris. Intenté defender el honor de la señora de la tienda, Kou no me llevó el apunte y, para colmo, Jez se metió conmigo. ¡Se seguían aliando en mi contra!

    —Claro que me gustaban, ¿a quién no le gustarían? —repliqué, señalando a Kou con un movimiento de brazo algo exagerado—. Si el señor tiene chef en su casa. Sólo se ponía polémico cuando usaba mucho comino.

    —Le encantaba el comino —convino Kou, tapándose la sonrisa parcialmente con la mano donde sostenía los palillos.

    El comentario de Jez sobre graduarnos juntos me hizo alzar la vista del bento y voltear hacia Kou, quien al parecer tuvo la misma idea que yo. No lo había pensado hasta el momento, no le había dado algún tipo de relevancia, pero la imagen repentina de nosotros con los diplomas y los broches de flores en la solapa del blazer me hizo sonreír. Tenía razón, ¿cierto? Era algo bonito e importante. Tal vez la vida nos hubiese jodido de varias maneras en el último tiempo, pero eso también era importante.

    Mientras Kou oía la historia del campamento, me dediqué a comer un rato más. Recordar la promesa de los flanes me hizo alzar las cejas y soltar una risa; lo había olvidado por completo.

    —Lo tenemos pendiente —ratifiqué, asintiendo, y miré a Kou—. Vero va a la 3-3, es albina como- —Volví a reírme—. Ah, es la chica que nos saludó en el pasillo recién.

    Lo último que dijo Jez captó la atención de ambos, me dio un poco de vergüenza pero aún así le sonreí, en una suerte de agradecimiento silencioso. Yo lo sentía igual, honestamente.

    —¿Fue interesante el campamento, entonces? —preguntó Kou, mirando a ambos, y asentí mientras tragaba.

    —Estuvo divertido, sí. Asumiré que no fuiste.

    —Asumes bien.

    —¿E hiciste algo divertido?

    —Podría decirse —insinuó, una sonrisa ambigua danzó en sus labios y me miró de soslayo—. Tuve una cita, entre otras cosas.

    Alcé las cejas, interesado en la información, y supuse que hablaba de Riamu. Decidí no indagar, al menos no de momento, considerando que Jez estaba aquí y demás. Al echarle un vistazo al móvil noté que nos quedaba poco tiempo de receso y me llevé comida a la boca.

    —Habrá que ir levantando campamento —avisé, y le sonreí a la chica—. Gracias por el bento, Jez. Estaba muy rico, de veras.

    Fuimos recogiendo las cosas y me adelanté ligeramente sin darme cuenta. Al detenerme y voltear, vi que Kou venía caminando apenas por delante de Jez. Creí notar algo un poco extraño, no supe si fue mi imaginación y preferí dejarlo correr.

    *copypaste del spoiler de la piscina*

    No pude ponerlo en el post, al final lo que hace Kou es acercarse a Jez y decirle "tanto cariño, ¿por qué será?".
     
    • Fangirl Fangirl x 2
  20.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
    Miembro desde:
    27 Agosto 2011
    Mensajes:
    10,654
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Jez3.png

    Mira tú cómo habíamos terminado con carteles de desaparición en caso de que la UNICEF me tentara demasiado, entre la frase en sí y la manera en que Kakeru arrugó el ceño acabé riéndome una vez más. Sinceramente la idea no sonaba descabellada si la proyectaba al futuro en vistas de que no sabía en realidad qué hacer con mi vida, no tenía la mínima idea.

    No me detuve allí mucho más, me centré en la historia de los chicos y la defensa de Kakeru a que le gustaban los almuerzos de niño rico acabó haciéndome olvidar lo pasada de confianza que me sentí hace un momento. Luché para aguantarme la risa al ver el movimiento exagerado de su brazo, que el chef de Shinomiya y la polémica del comino, que fue lo que acabó haciendo que cediera a la risa otra vez.

    —Ya, ya. No sufras por el comino —dije luego de tomar aire, aunque la diversión se me escuchó en el tono.

    No era demasiado avispada, pero vi a Kakeru bajar la vista al bento cuando mencioné la graduación y se me ocurrió que quizás no lo había pensado, puede que Kou tampoco. En los años que uno tenía de conocer a las personas, de entablar amistades, pasaban demasiadas cosas algunas peores que otras y de vez en cuando nos olvidábamos de lo demás. De los momentos que deberían balancear el caos subyacente que venía en el paquete de vivir.

    Por otro lado, en cierta medida me alivió no ser la única que se había olvidado lo de los flanes, puede que hasta a la misma Vero se le hubiese pasado como a nosotros, así que solo era cuestión de retomarlo en otro momento. Para el caso, Kakeru aclaró quién era ella y estaba por describirla cuando cayó que la habíamos saludado en el pasillo.

    No pensé en la pobre vergüenza del chico al decir lo último, en verdad no lo pasé por ningún filtro, pero lo noté sonreírme y reflejé el gesto. Luego asentí a la pregunta de Shinomiya.

    —La pasé muy bien —secundé a la respuesta de Kakeru que, para variar, tiró otra suposición de su amigo.

    Además, una no era chismosa, a veces el chisme solo llegaba, ¿a qué sí? El muchacho admitió no haber ido, pero resultó que había tenido una cita y yo también alcé un poco las cejas. Obvio no iba a preguntar ni nada, si no era asunto mío de por sí, aunque la acotación me distrajo lo suficiente para dar un ligero respingo cuando Kakeru dijo que debíamos ir levantando el campamento. De todas maneras, su agradecimiento me volvió a suavizar las facciones.

    —No es nada. Vuelvo a lo mismo, me alegra que te gustara ya que esa era la intención.

    Me levanté sin prisa, por lo que Kakeru se adelantó antes de que me diera cuenta y al que noté fue a Kou, que se acercó y... Bueno, ¿eso que había sido? Puede que fuese lo repentino de la cuestión o solo el cuadro en sí, pero me quedé un poco fuera de base. Lo miré genuinamente confundida y lo único que se me ocurrió decir, ni idea de por qué, fue una pregunta.

    —¿Y por qué no? —cuestioné en voz baja antes de retomar la intención de regresar al edificio, siguiendo los pasos de ambos.


    [​IMG]

    *spoiler de la piscina x2* Y por acá también gracias por el almuercito de estos muchachos, estuvo bien bonito <3 plus ese final con Kou JAJAJA cine
     
    • Fangirl Fangirl x 1
Cargando...

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso