Exterior Patio norte

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

    Leo
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    Alcé las cejas ligeramente cuando mencionó que iba a un instituto de varones, debido a que -en mi caso-, estaba acostumbrado a las instituciones mixtas. Algo curioso y medianamente único para mí.

    —Nunca he estado en un instituto así —comenté lo más de sincero en lo que descendía la vista a Katherin.

    No era para nada un tipo que andara con varias chicas a la vez, ni que las escaneara como si me faltara algo en la vida, pero las mujeres solían transmitir una suavidad que lo hacía sentir cómodo a uno, más allá del aspecto fisíco que pudiesen tener o el carácter amargado, solían ser delicadas en cosas que uno la mayor parte del tiempo pasaba por alto, un poco más observadoras y dulces.

    —No me imaginaría en un instituto de varones, y no lo digo porque me gusten las chicas —agregué, regresando a las pupilas de Ikari. Fue entonces que me reí, suavizando las facciones—, o sea, si me gustan las mujeres —me golpeé ligeramente el pecho al ahogarme con la risa.

    Yo tratando de cerrar pero zold no me dejó
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Imaginaba que la noción esta institutos divididos no era algo que fuese con mucha gente, en Japón no eran raros en realidad y una vez dentro uno se acostumbraba a ver puros tíos cinco días a la semana. No era demasiado diferente de la calle en cierta forma, incluso en los tiempos de mi hermano las mujeres bajo el ala de Bunkyo eran pocas y ahora bajo mi cuidado la historia se repetía. No era que las excluyéramos a posta, el mundo del que proveníamos lo hacía y era difícil.

    Su comentario me vino en gracia, luego dijo que no se imaginaba en un instituto de varones, que no era porque le gustaran las chicas y se corrigió a sí mismo en el acto, aunque la cagada terminó más embarrada que antes. Me dio risa por más que quise contenerlo, pero traté de no moverme demasiado aún así y luché contra el impulso casi diabólico de molestarlo, pues porque recién lo conocía. Iba por ahí bromeando con que la gente pensaba que Tora me comía la polla, tenía material de sobra para fastidiar al pobre desgraciado que había pasado de decir "no lo digo porque me gusten las chicas" a "pero sí me gustan las chicas" en dos segundos.

    —Al cabo de una semana te acostumbras a estar entre puros hombres —dije cuando se me pasó la risa y tomé aire—. Aunque te das cuenta de que tal vez sí somos más tontos en comparación a ellas.

    Suspiré, di por asumido que no debía quedarle mucho al receso y miré a Katherin un momento. Le dediqué una caricia liviana en el cabello, pues porque sí, aunque no la desperté todavía.

    —Pronto tenemos que subir —dije más para Kasun que para la Bella Durmiente.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Emi aceptó mi invitación, y si previo a eso ocurrió algo... pues no lo noté. Nunca había sido la más lista de la clase y jamás lo sería. Me limité a celebrar la idea de quedar con ella durante el fin de semana y solté una risilla de pura alegría. Estábamos alcanzando la planta baja cuando mencionó el almuerzo de ayer y sentí en el pecho un pequeño pinchazo de... bueno, ni siquiera sabía bien de qué. Murmuré un sonido afirmativo, algo distraída, y apenas el sol del patio nos bañó el cuerpo esbocé una sonrisa amplia, alzando el rostro para recibirlo con gusto.

    —Estuvo bien, sí... —concedí, caminando junto a ella para encontrar un buen lugar, y la miré; por la forma en que había abordado el tema intuí que esperaba una respuesta más amplia o, como mínimo, más honesta—. Me sentí cómoda con Kakeru, sólo espero que él también. Aunque...

    Me senté en el césped, cerca de un árbol, por si nos daba mucho calor y queríamos un ratito de sombra. Aplasté la falda debajo de mi cuerpo y estiré las piernas, sosteniéndome con las manos detrás de la espalda.

    —Esa chica a la que invitaste, Verónica, ¿la conocías? —La miré, con el ceño ligeramente arrugado—. ¿Sabes quién es?
     
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    Amane

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    Mientras seguíamos hablando, nuestros pasos alcanzaron con bastante rapidez el patio norte, y una pequeña sonrisa me adornó los labios al sentir los rayos del sol entrando en contacto con mi piel; al mismo tiempo dirigí también la mirada hacia Anna, haciendo que la sonrisa se me ensanchase al comprobar que nuestras reacciones habían sido similares. No tenía ninguna intención de presionarla con el tema de Kakeru, pero aun así le di todo el espacio necesario por si quería responder, ya fuese con más detalle o con menos.

    Me dijo que había estado cómoda con el chico, a lo que no pude evitar volver a sonreír con cierta cuota de entusiasmo, y esperé a que siguiera formulando sus ideas mientras me sentaba enfrente de ella, dejando el bento que había traído entre nosotras. La pregunta que acabó por dirigirme hizo que la mirase con la cabeza ligeramente ladeada, imitando el gesto de su ceño al sopesar la respuesta durante un par de segundos.

    —Estaba en el invernadero con Vólkov-senpai el día que tuve que darle el tour a la chica nueva —contesté, retomando mi intención de abrir la cajita del almuerzo—. Pero no hablamos ni nada. Parecía que había ido a buscar a Kakeru cuando fui a invitarlo para el almuerzo, por eso también se lo dije a ella. Uhm... parece que son amigos, ¿no?

    Me llevé algo de arroz a la boca al terminar de hablar, dejándome los palillos sobre la comisura de los labios en un gesto pensativo. ¿Tenía sentido decirle algo más a Anna al respecto? Quería decir, la realidad era que no tenía ninguna información directa de su relación, pero podía imaginarme algunas cosas; no dejaban de ser conjeturas, sin embargo.

    >>¿Te... preocupa? No tienes que contestarme si no quieres hablar de ello, tranquila.
     
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    Gigi Blanche

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    Emi se sentó frente a mí y abrió su bento. Me incliné hacia adelante para echarle un buen vistazo a la comida, sonriendo, mientras la oía. Mencionó haber visto a la albina con Jez y que parecían ser amigos con Kakeru; yo también lo creía. Comí un poco, ya sin preocuparme por pedir permiso o siquiera pensar en eso, y le di vueltas al asunto mientras masticaba. Su última pregunta me arrancó una risa nasal bastante involuntaria y en cierta forma fui consciente del móvil en mi bolsillo, que no había vibrado aún.

    —No tengo derecho a preocuparme, ¿o sí? —repliqué, con una ligera brusquedad que no iba dirigida a Emily, y me estiré para recoger algo más de comida—. Sólo me sorprendió. Kakeru nunca tuvo dificultad llevándose bien con la gente, eso es verdad, sólo... supongo que desde que lo conozco sólo fue amigo nuestro. Es necio, ya sé, pero no había pensado o... imaginado que haría amigos aquí... tan rápido...

    Conforme escupía mis pecados me sentí más y más contrariada. Me llevé la comida a la boca y arrugué el ceño. ¿Eran celos? ¿Celos del chico que acababa de rechazar? ¿Se podía ser más infantil y caprichosa?

    —¿Tú con mini Ishi bien? —inquirí, pretendiendo cambiar el tema—. Digo, desde que me contaste... eso en el campamento, ya sabes, me he preguntado qué onda.
     
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    Amane

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    La respuesta de Anna fue un poco brusca, pero ya me había mentalizado ante la posibilidad de que algo así sucediera y, de todos modos, entendía que esa molestia (o lo que sintiera al respecto) no iba realmente dirigida hacia mí. La escuché con paciencia, pues, simplemente asintiendo con la cabeza de vez en cuando para hacerle ver que le estaba prestando toda mi atención, y acabé por recoger las piernas contra mi pecho cuando ella terminó de hablar.

    —No creo que se trate de tener derecho o no —empecé a hablar, quizás algo más bajo de lo que había anticipado, y estiré una mano para juguetear con algo de césped entre los dedos—. Pienso que sería normal que te preocupase si todavía le tienes aprecio, aunque sea solo como amigo. Igual que me parece normal que te sorpresa, si la imagen de él que tenías hasta ahora era solo junto a vosotros. Es bueno que lo exteriorices, también —añadí, dedicándole una sonrisa pequeña.

    Pero no iba a presionarla más allá de lo que se sintiera cómoda; solo había que verle la expresión de su cara para notar que aquellos sentimientos la estaban contrariando de alguna manera. Tampoco iba a ser yo quien lo dijese en voz alta, pero ya lo había pensado el día anterior durante el almuerzo: Kakeru siendo cercano a otra chica no le estaba sentando demasiado bien a Anna. Si eran celos o cualquier otra cosa, ya no sabría decir... pero la realidad era que no importaba, porque no debería inmiscuirme en sus asuntos.

    Sea como fuere, ella buscó desviar la atención hacia mí y no pude evitar dejar salir un suspiro pesado mientras volvía a estirar las piernas. No me molestaba, pero seguía dándome algo de vergüenza todo aquel asunto delante de Anna... y también me preocupaban un poco sus reacciones, la verdad. Sabía que se estaba esforzando, eso sí, así que lo mínimo que podía hacer era corresponderle de la misma manera.

    >>No hay mucho que contar, honestamente —admití, bajando la vista hacia mis manos, que había acabado apoyando sobre mi regazo—. El viernes pasado, justo cuando hicisteis el evento de baile, lo vi con otra persona y estuve evitándolo un tiempo, porque no me sentía muy bien al respecto. Pero el... miércoles por la mañana me pilló en el invernadero y acabamos hablando de ello, así que ahora está todo... ¿normal? No lo sé. Me dijo que seguiríamos siendo amigos y eso me hace feliz, claro, pero a la vez siento que haberle confesado todo esto ha sido un error...

    Volví a suspirar, fue inevitable, y finalmente me digné a levantar la mirada de nuevo para buscar la suya; le sonreí un poco de nuevo, con un obvio deje de vergüenza en el gesto.

    >>Los sentimientos son demasiado complicados, ¿no crees?
     
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    Gigi Blanche

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    Emi intentó ayudarme o decirme aquello que me alejara de los sitios oscuros, lo sabía, pero también era ya consciente de que el primer paso siempre dependía de uno mismo; sin importar las verdades reveladoras que otra persona estuviera dispuesta a confiarnos, no servirían de nada en tanto no quisiéramos oírlo. Tomé mucho aire por la nariz y lo solté de a poco, esforzándome por dejarle espacio a sus palabras y no quedarme atorada en el bucle de negatividad.

    —Tendría sentido si te dijera que me preocupa el franchute del que se hizo amigo, no una niña que parece que vomita arcoiris —repliqué, en un tono bastante neutro, y una sonrisa algo amarga me cruzó el rostro—. No engaño a nadie, Em, probablemente sólo sean celos. No esperaba verlo tan cercano con una chica que no conozco de nada, casi como si...

    Como si ya se hubiera olvidado de mí.

    Resoplé, extenuada. La idea era tan irracional y tan egoísta que me sentaba mal en el estómago sólo de pensarla. Si estaba aquí hablando de estas mierdas era sólo porque se trataba de Emily, me cortaría un brazo antes de escupirselo a cualquier otro mortal. La confianza que le tenía a la chica era tan honesta, tan absoluta y transparente que siquiera se me cruzó por la cabeza el miedo a ser juzgada.

    Al final cerré mi idea con un "no importa, da igual" y viré el tema hacia sus líos con Kohaku; al menos entre las desgracias de las dos teníamos para entretenernos. Me contó algo que había pasado el viernes pasado, cosa de la cual no estaba ni remotamente enterada, y la curiosidad se me imprimió en el rostro. Me removí apenas, conteniéndome de interrumpirla para preguntarle al respecto, y mi atención volvió a volcar cuando... ¿confesarle? ¿Confesarle qué?

    —Espera, espera, espera. Espera un cachito. —Alcé una mano y fui numerando mis puntos—. Primero, ¿a qué te refieres con que lo viste con otra persona? ¿Con quién? ¿Y qué se supone que hacían? Segundo, ¿qué le confesaste a Kohaku?

    Los sentimientos eran complicados, sí, sí, sí, ¡pero me estaba contando muy mal el chismecito!

    en la vida hay prioridades
     
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    Amane

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    Sabía mejor que nadie que aquello que estábamos hablando era... bueno, importante para nosotras, y pensaba, por lo tanto, que requería ser tratado de cierta seriedad. Aun así, no pude evitar la risilla de nada que se me escapó ante la réplica de Anna sobre Verónica; no era la reacción más amable de mi parte, pero había situaciones en las que no dejaba de ser una adolescente más. Fue un gesto súper breve, de todos modos, y después simplemente relajé el semblante a medida que Anna seguía explicándose, haciendo un ligero mohín de labios cuando se cortó a medio camino de acabar.

    Podía intuir lo que había querido decir en realidad y me daba pena, a decir verdad. Me daba pena que pensara que Kakeru se olvidaría de ella de alguna manera, porque solo había que ver cómo la miraba para entender que eso era imposible, que la seguía queriendo con una intensidad difícil de explicar. Por supuesto que no le diría nada de eso, ¿qué sentido tenía hacerlo en aquel punto? Lo que sí podía hacer era dedicarle una mirada de entendimiento y apoyo, buscando asegurarme de que supiese que podía seguir contando conmigo en cualquier momento. Quizás no quisiera hablar más de ello ahora, quizás necesitara más tiempo para procesarlo todo; fuera lo que fuese, yo estaría ahí para escucharla y acompañarla cuando hiciese falta.

    De ese mismo modo, incluso si sus intenciones hubieran sido desviar el tema de conversación, no podía negar que una gran parte de mí sintió alivio al notar que la chica me escuchaba mientras le contaba mi situación con Kohaku. La había visto removerse apenas de reojo, por lo que no tuve espacio a darle demasiada importancia, pero la curiosidad que me encontré en su rostro una vez levanté la mirada fue demasiado obvia como para ignorarla. Anna me cayó con unas cuantas preguntas, reclamándome más información sobre lo que le había contado, y una nueva risa liviana se me escapó entre los labios; me reí, incluso con todos los dramas que teníamos montados entre ambas.

    Lo hice porque esto era todo lo que había deseado cuando la busqué durante el campamento. Anna era mi amiga y esta era una de las cosas que quería compartir con ella, el sentarnos en algún lado y hablar de lo que pasaba en nuestras vidas, nuestras preocupaciones y nuestros líos amorosos; me hacía sentir bien sabe que, pasara lo que pasara, siempre estaríamos ahí para compartir esos momentos.

    —Vale, vale, pero no se lo cuentes a nadie, por favor, que bastante mal me siento por haberles visto... —murmuré, sin poder esconder la emoción que ya había en mi tono de voz, y me acerqué a ella para poder contarle todo sin tener que alzar demasiado la voz—. Mientras todo el mundo estaba reunido en el patio bailando, yo entré porque quería comprarme algo de beber de la máquina expendedora, y... los vi ahí, vaya. Kohaku con Sugawara-senpai... se estaban besando. Me fui antes de ver demasiado, pero definitivamente se estaban besando —sentencié, asintiendo también con la cabeza para afirmar mi punto—. Y lo otro... no es que le hiciera una confesión de amor ni nada, pero sí que le dije que los había visto y que me había sentido algo rara al respecto... No le he dicho directamente que me gusta porque ni siquiera yo lo tengo claro, ¿pero creo que se lo imagina? Es un poco egoísta, pero me da un poco de miedo que ahora se comporte diferente conmigo por esto. Sé que nunca me va a corresponder, pero igual me contentaba con poder tontear de vez en cuando...

    el poder del chismecito, whooosh
     
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    Gigi Blanche

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    Emi se rió y cuando estuvo dispuesta a compartirme el chismecito me reacomodé, cruzando las piernas y relajando los codos en mis rodillas para poder inclinarme en su dirección. Me pidió que conservara el secreto y yo me besé el dorso del dedo dos veces, formando una cruz.

    —¡Soy una tumba! —afirmé, en voz baja pese a la seguridad de mis palabras.

    Me concentré en la historia todo lo que no me concentraba durante las clases, y al oír el nombre de Sugawara mis ojos se abrieron un montón. ¿Mini Ishi y ese tipo? ¿Y se estaban... ¡besando!? La mandíbula casi se me cayó al piso y clavé la mirada en el césped, intentando unir las piezas. ¿Esos dos estaban... estaban saliendo? ¿Por qué se besaban en medio del pasillo? ¿Sería uno de los ligues pasajeros de mini Ishi? ¡¿Pero besándose en el pasillo?! No me los podía imaginar, y cuando intenté hacerlo un escalofrío me recorrió la espalda. Entonces... ¿no eran amigos? ¿Más que amigos? ¿Amigos con derecho? No podía ver a Ko en una relación, si había alguien a quien creía incapaz de comprometerse en una relación seria, ese era Kohaku.

    Total que la historia seguía, así que regresé mi atención a Emi. Vaya, ¿le había dicho que...? Me puse seria de repente, casi solemne, y palmeé su hombro un par de veces con plena convicción, como un capitán felicitando a su soldado. ¡Eso requería mucha valentía! ¿Y encima con Kohaku? No podía imaginarme confesándole nada a Ko, sentía que al niño no le entraría una bala.

    —Emi-chan, tienes mis respetos —afirmé, regresando la mano a mi espacio—. Y no creo que sea egoísta, creo que fuiste súper valiente, de hecho. Te estaba molestando, ¿no? Y mini Ishi es tu amigo, entonces se lo dijiste. No es que él tenga la culpa, tú tampoco la tienes, pero quizá pueda tenerlo en cuenta y, no sé, no andar besuqueando gente frente a tus narices. ¡Qué atrevido es!

    Lo decía la imbécil que había acabado casi desnuda dentro del club de fotografía, pero detalles. Ah, también había estado la vez en la azotea que...

    —¿Cómo fue? O sea, cuando le dijiste eso, ¿cómo reaccionó él? ¿Qué te dijo? —Solté una risa nasal, algo incrédula—. Yo lo quiero mucho, pero no tiene pinta de estar diseñado para tener conversaciones serias.
     
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    Contar con las reacciones de Anna en vivo y en directo era algo que, desde luego, lograba quitarle peso a prácticamente cualquier cosa. Se quedó atenta a todas y cada una de mis palabras, y cuando mencioné que la persona misteriosa era nada más y nada menos que Sugarawa-senpai, la sorpresa de su rostro fue digna de fotografiar. A pesar de ser su amiga desde hacía más tiempo, no parecía que Anna estuviese mucho más puesta que yo en los líos amorosos del chico, y eso, por extraño que pudiera parecer, también logró aliviarme un poco más.

    Su cambio de expresión posterior fue tan repentino que me obligó a tomar una pausa, esperando recibir cualquier cosa excepto las palmaditas solemnes que me dio sobre la espalda, y de nuevo sentí como toda la posible tensión del recuerdo se desvanecía en una risilla ligera. Hice un saludo militar de nada para seguirle la broma, aunque no mucho después volvía a relajar el cuerpo para asentir quedo con la cabeza; seguía sin estar muy convencida de de todas las consecuencias que mi decisión podía acarrear, pero suponía que tampoco tenía sentido darle muchas más vueltas de las necesarias.

    —Bueno, bueno... en su defensa, debo decir que no creo que tuvieran intención de ser vistos, mucho menos por mí —aclaré, volviendo a sonreír un poco, y estiré el brazo para retomar la comida mientras Anna seguía preguntándome al respecto—. Sí, él mismo me dijo que no se le daba muy bien hablar de todo esto.... —comenté, con el tono bastante liviano al seguir recordando la conversación que tuvimos—. Empezó a cantar. Fue una canción muy bonita... y creo que fue su manera de expresarme lo que sentía antes de poder ponerlo en palabras. Supongo que tú mejor que nadie lo entiendes, que a veces es más fácil expresarse por medio del arte... Perdón, me voy por las ramas. Después me dijo que había cosas que no entendía de las personas, pero que tenía los recuerdos con nosotros, y ahí fue cuando me dijo que no quería perderme como amiga. Luego nos dimos un abrazo y... lloré un poco, la verdad...

    Apreté los labios cuando terminé de hablar, notando como un ligero rubor se me subía a las mejillas por aquella confesión final. Estaba bien que era Anna y era mi amiga, pero eso no quitaba que ahora me avergonzara un poco admitir que había acabado llorando como tonta en los brazos de Kohaku, de todo el mundo. Volví a llevarme algo de comida a la boca, aprovechando el momento para despejarme un poco, y busqué la mirada de Anna cuando lo conseguí, con la sonrisa renovada.

    >>¡Y eso es todo! Así que ahora te toca a ti estar en el foco~ Uhm... salió bien la muestra de baile, ¿cierto? ¿Planeáis volver a hacer algo parecido próximamente?
     
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    Gigi Blanche

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    En general no forzaba mis reacciones en ninguna dirección, pero tenía ojos y me aliviaba ver que mis tonterías hacían reír a Emi. Lo de Ko le pesaba, probablemente lo hacía más de lo que ella se permitía mostrar, así que quitarle peso a los eventos... bueno, no era malo, ¿verdad? En la vida había cosas serias, obviamente, pero para salir airoso de los problemas también había que aprender a fingir algo de demencia.

    Mini Ishi al parecer se había portado bien con Emi, al menos según lo que ella me contaba, y mientras asentía lo taché de mi lista negra mental. ¡Ese pobre diablo no tenía idea de la que se había salvado! Me hizo algo de gracia imaginarlo poniéndose a cantar de repente, pero al ponerlo en perspectiva... suponía que lo entendía, sí. A veces recurríamos a los idiomas que nuestro cuerpo comprendía mejor cuando teníamos la mente hecha un entuerto. Además, la conexión de Ko con la música era especial. Mantenía a su hermana cerca de su corazón.

    —Aw —murmuré, enternecida, cuando me dijo que había llorado, fue una reacción inevitable y estiré el brazo para jalarle suavecito la mejilla—. Qué bonitos. Bueno, me alegra mucho que haya salido bien. Ayer almorzamos como si nada, ¿verdad? Ko no es de los que hacen las cosas obligado, así que no te preocupes. Estoy segura de que fue honesto contigo y que tu confesión no se interpondrá en su relación. Ya sabes, el niño es algo especialito, y para bien o para mal hay cosas que no le afectan. Dudo que le dé muchas vueltas al asunto.

    En realidad estaba equivocada, pero ¿cómo iba a imaginármelo?

    Había seguido comiendo un poco cuando Emi volvió a hablar, mencionando el evento de la semana pasada y preguntando si teníamos más planes similares. El sudor resbaladizo en mis dedos, el techo blanco, la voz del médico, las imágenes relampaguearon en mi cuerpo y solté el aire por la nariz, esbozando una sonrisa de labios apretados.

    —No creo. Tengo... bastante prohibido cualquier tipo de actividad física. —Bajé la vista al almuerzo y me distraje pinchando la comida, sin llevarme nada a la boca—. Aún no he hablado con Markus, le debo un par de explicaciones. Me da un poco de pena, estaba muy entusiasmado con la idea.

    Igual que yo.

    Me vacié los pulmones en un suspiro y los pinchazos se volvieron progresivamente más incisivos hasta que quité los palillos de la comida de repente. A duras penas le había contado a nadie lo que había ocurrido, quien más información tenía era Kakeru y prácticamente lo había sentenciado a muerte si abría la boca. ¿Tenía sentido? ¿No sembraba más preocupación la ausencia? ¿No encontraba donde germinar cuando se le dejaba el terreno libre? Tampoco creía haberle mentido a nadie, sólo... había omitido información.

    —Me regañaron bastante —agregué en voz baja, soltando una risa sin gracia—. El trabajo, el kickboxing, todos los ensayos que concentramos en la semana para llegar al viernes, la presentación... —Suspiré y aflojé los hombros, resignada—. Me excedí. Me excedí y la cagué.
     
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    Amane

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    A pesar de la vergüenza que pude llegar a sentir por aquella repentina confesión, lo cierto era que en ningún caso me preocupó la posibilidad de que Anna se riera de mí por ello; que su reacción acabara siendo tironearme de la mejilla no me sorprendió demasiado, por lo tanto, y le dediqué una sonrisa suave a modo de respuesta. Asentí de nuevo con la cabeza cuando me dijo que el almuerzo de ayer había sido normal, pues yo también consideraba aquello como una buen señal, y aunque dudaba un poco de que el chico fuera indiferente a nuestra conversación, preferí quedarme con la idea más positiva posible al respecto.

    El cambio de tema que busqué quizás no fue el más inteligente de todo, me di cuenta de ello al ver la reacción de Anna después de mi pregunta, pero en mi defensa diría que tampoco tenía mucha información al respecto y que, aun así, quizás fuera bueno para ella hablar del tema. Solo si quería y hasta donde quería, claro, pues mi intención nunca iba a ser presionarla más de lo que se sintiera cómoda. Así que volví a prestarle toda mi atención a sus palabras, sin poder evitar fruncir el ceño con algo de pena al procesar lo que me estaba diciendo, y me acerqué un poco más a ella para echar la cabeza sobre su hombro, al mismo tiempo que buscaba su mano para entrelazarla con la mía.

    —Qué feo, Annie, lo siento mucho —murmuré, acariciando el dorso de su mano con mi pulgar, en movimientos lentos y repetitivos—. Vamos a tener que buscarte un hobby más tranquilo... ¿qué tal si tú y yo aprendemos a tejer o algo por el estilo? ¡Como dos abuelitas! —bromeé, buscado su mirada de reojo junto a una sonrisa ligera, y poco después volví a fijar la vista al frente—. ¿Es definitivo, entonces? ¿O quizás puedas retomar alguna actividad física con el tiempo y poco a poco, aunque sea?
     
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    Gigi Blanche

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    Emi se acercó a mí y sentí el peso de su cabeza en el hombro. Automáticamente apoyé la mejilla en su pelo y me desinflé los pulmones, dejándola manipular mi mano sin siquiera concederle pensamiento. Paseé la vista por el patio, un poco extenuada, aunque la sensación de sus caricias era agradable e intenté concentrarme en ello. ¿Tejer? La tontería me arrancó una risa floja y le correspondí el gesto cuando buscó mis ojos. Si alguien me encerraba y me forzaba a tejer probablemente acabara clavándoles una aguja en el ojo.

    —O aprendemos a bordar, como damas de alta alcurnia —bromeé, viéndome un cero de potencial en una tarea del estilo, y exhalé con cierta pesadez al regresar sobre el tema serio—. Temporal, en teoría. Dijeron que tengo que darme tiempo a recuperarme plenamente y ya luego retomar de a poco, pero no creo haber hecho ninguna locura, ¿sabes? Si acabo tan mal luego de un par de ensayos y una presentación... ¿qué se supone que podré hacer? ¿Caminar a la estación y de regreso?

    Lo cual era lo mismo que nada para mí. Me había puesto a arrancar briznas de césped, al darme cuenta me forcé a dejar la mano quieta y lancé los ojos de acá allá antes de volver a abrir la boca. Ahora que lo pensaba... había algo que Emi aún no sabía, ¿verdad?

    —A todo esto... —comencé, preguntándome si me mataría por no habérselo dicho antes—, ¿te conté que rompí con Al? Bueno, algo así.
     
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  14.  
    Amane

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    Anna me aceptó en su espacio con toda la naturalidad del mundo, reacción que pude predecir con exactamente la misma facilidad, y también me permitió coger su mano sin problema, pudiendo así dedicarle parte del cariño que quería hacerle llegar. Noté como la sonrisa se me ensanchaba ante la alternativa que ella presentó, haciéndome asentir con la cabeza junto a un ligero 'mhm' para confirmarle que me parecía buena idea. Honestamente, sabía que pretender sentar a Anna por más de una hora era misión imposible, pero era obvio que mi intención solo había sido intentar quitarle algo de peso al asunto y, quizás, animarla un poco con la tontería.

    —Uhm... no lo sé. Suena bastante jodido, cielo, no te voy a mentir, pero... ¿supongo que se trata de encontrar un equilibrio? Quiero decir... tiene que haber gente con asma que haga ejercicio, ¿no? Solo que de manera más moderada que los demás, imagino.

    No quería regañarla más de lo que ya debían haber hecho ni recordarle lo que ya debía saber, pero suponía que todo se reducía a eso mismo: se había excedido. No habían sido solo un par de ensayos y una presentación, habían sido un montón de cosas más que se habían acumulado y... bueno, ella misma me lo había dicho, así que ya lo sabía sin necesidad de mi recordatorio. Tampoco sabía si quería que intentase animarla de alguna manera o si solo prefería quejarse al respecto, pero... simplemente no podía evitar querer buscarle alguna clase de lado positivo a todo el asunto.

    De todos modos, mi atención se vio muy rápidamente atraída por lo siguiente que Anna soltó... así, sin ninguna clase de advertencia o reparo. Escuché sus palabras, pero necesité un par de segundos algo largos para procesarlas; cuando finalmente lo hice, mi reacción más honesta fue levantar la cabeza de su hombro y mirarla con los ojos bien abiertos, pestañeando un par de veces por la impresión.

    >>¿Qué? —solté, confundida a más no poder.

    she's bewildered, te digo
     
    Última edición: 14 Marzo 2024
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    Gigi Blanche

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    Me limité a murmurar un sonido afirmativo ante las palabras de Emi, bastante distraído; la había escuchado atentamente y sabía que llevaba razón, sólo no me apetecía seguir hurgando en el tema. Me afectaba bastante y desconocía cuánto tiempo más sería capaz de mantenerlo atracado en un segundo plano; al quedarme sola, al oír mis propios pensamientos y al sentir cualquier leve agitación regresaba. Volvía y me apretaba la garganta.

    Al menos, soltarle la bomba en la cara le arrancó una reacción tan natural y desencajada que genuinamente me hizo gracia. La miré, conteniendo la diversión, y asentí. A ver, no era un tema que me tenía saltando en una pata, pero así era un poquito más soportable. Además, desde que había tomado la decisión... me sentía mejor al respecto. Era como haberme quitado un peso de encima. Quizá fuera lo correcto, para él y para mí.

    —¿Recuerdas el día que íbamos a almorzar con Karou y nos lo encontramos en el pasillo? Con Hubert, tu compañero —comencé a explicar, tranquila, y distraje mis ojos un momento en un mechón de cabello oscuro que le acomodé lejos del rostro con cuidado—. Al otro día Al me escribió para que habláramos y eso hicimos en el receso. Fue... bueno, básicamente retrocedimos un par de casilleros. Le dije que prefería que fuéramos sólo amigos, que no creía que lo que sea que teníamos estuviera funcionando.

    La gracia inicial menguó hasta regresarme a la seriedad de ese día, la ligera tristeza que aún me provocaban los recuerdos, pero estaba tranquila. Pude hablar al respecto sin quebrarme ni alterarme.

    —Creo que la presencia repentina de Kakeru aquí le afectó mucho —proseguí en un murmullo—. Intenté hablar con él al respecto, hablamos antes del campamento y le aseguré que... bueno, le dije que lo quería a él, pero entiendo que no haya bastado. Las cosas casi nunca son tan sencillas y todos tenemos que lidiar con nuestros fantasmas. Aún así... —Suspiré—, eso no justifica su actitud, claro, por eso decidí lo que decidí. Sólo digo que... me preocupa un poco.

    Los fantasmas tendían a aferrarse a nuestros tobillos y aprovechar los huecos, los baches y las turbulencias para recordarnos su existencia. Pertenecían a nuestro pasado pero adquirían cualquier cantidad de formas. Los fantasmas revolvían lo presente, lo oculto y lo enterrado; por eso me preocupaba. Me preocupaba que mi propia sombra, el eco de octubre y del cuerpo frío de Kakeru, encontrara lugar en la silueta de Altan.

    —Al es... un poco gloomy, ¿verdad? —agregué, esbozando una sonrisa ligera, casi resignada, y luego apreté los labios—. Quizás esté exagerando todo y no haga falta tanta paranoia, pero no puedo evitarlo, Em. No puedo evitar pensar en Kakeru, lo que pasó con él y... y que ocurrió frente a mi cara. Estaba ahí, estaba ahí pidiendo ayuda y yo no...

    Tomé aire por la nariz, me forcé a detenerme y cerré los ojos un momento. Lo hice justo a tiempo y conseguí hacer retroceder las lágrimas.

    —Va, me fui por las ramas. —La miré, esbozando una sonrisa de disculpa—. El asunto es ese, que ahora somos amigos. Y estoy bien, ¿sabes? Creo que tomé una buena decisión, de esta manera espero menos cosas de él. O sea, suena feo, pero en realidad es algo bueno. Es una cagada echarle encima demasiadas expectativas a la gente.

    la puta iba a ser un post gracioso y acabé con los ojitos awados jsjs
     
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  16.  
    Amane

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    Anna se había quejado de que yo no le había contado bien mi chisme, ¿pero acaso no era peor lo que ella había hecho? ¿Soltar aquella bomba como si nada, sin dar ninguna clase de contextualización? ¡Yo creía que era bastante peor! Y sabía que mi reacción, sin ninguna clase de filtro de por medio, le debía haber hecho bastante gracia; incluso si hizo lo posible por disimularlo, vaya. Sea como fuere, una vez terminé de procesar aquella parte de la información, mi atención se centró completamente en ella y todo lo demás que tenía que contarme al respecto.

    Fui asintiendo con la cabeza a medida que escuchaba a Anna, poniendo a trabajar todas mis neuronas para poder ubicar correctamente los eventos en la línea temporal que conocía. Anna parecía estar... bastante tranquila con toda la situación, aunque claramente triste al respecto y, claro, preocupada por Altan. Yo... bueno, no tenía mucho derecho ni mucha razón para opinar del tema, ¿cierto? Lo único que podía decir con total seguridad era que, tomase Anna la decisión que tomase, yo siempre iba a estar apoyándola con ello. Ella conocía mejor que nadie su corazón, al fin y al cabo.

    —Hey... —murmuré, volviendo a estirar el brazo para poder apretar ligeramente su mano, y le dediqué una sonrisa tranquilizadora—. Es normal que estés preocupada, pero no es la misma situación, ¿vale? Has crecido desde entonces, y también has aprendido. Hiciste lo correcto al tomar la decisión que fuera mejor para ti, pero eso no significa que vayas a dejar a senpai de lado, ¿verdad? Es obvio que estás preocupado por él y que vas a estar atenta a cualquier posible señal ahora, así que nada de eso se va a repetir. Además, no estás sola. Yo estoy aquí contigo para lo que sea y Sonnen-senpai tiene... también tiene amigos, ¿cierto?

    Aquello último lo dije con el ceño levemente fruncido y, quizás, un poquito de teatro extra para demostrar que estaba bromeando. Ensanché un poco la sonrisa, también, y apretujé su mano una vez más antes de liberársela de nuevo. Asentí con la cabeza cuando retomó la conversación, porque quizás no entendía del todo lo que era tener una (pseudo)pareja, pero podía esforzarme por entenderla a ella, y eso era lo que único que realmente importaba.

    >>Eh, oye, ¿qué te parece esto? Mañana quedamos con los chicos para ir al jardín botánico y luego, por la noche, te vienes a mi casa. Puedes quedarte a dormir y hacemos una pijamada. Ya sabes, comemos porquerías, vemos alguna película mala, nos contamos anécdotas vergonzosas y nos olvidamos un poco de todo esto, los chicos y los líos amorosos. ¿Te apetece?

    bebi, bebi, perdona por la tardanza unu you already know why, but sorry anyway :(
     
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  17.  
    Gigi Blanche

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    Tendía a estancarme en mis propias ideas con facilidad, como si se convirtieran en arenas movedizas y me negaran libertad de movimiento. Podía mirarme en el espejo y repetirme hasta el cansancio los aspectos positivos que mi cerebro rescataba, y aún así sabrían a mentiras. Sabía que Emi llevaba razón, que la situación era diferente y que ahora... los tenía aquí conmigo, era verdad. Por horrible que fuera, también sabía que la experiencia con Kakeru me daba un puntapié del cual había carecido el año pasado. Se suponía que aprendiéramos de la experiencia y los errores, ¿no?

    Pero ¿se suponía que evitara que una cosa así volviera a ocurrir?

    ¿Era siquiera mi responsabilidad?

    Al me había dicho una vez que no era la casa de enfermos de nadie, y sin embargo ¿qué debía hacer cuando los patrones comenzaban a repetirse? Cuando sus cielos se tornaban grises y cuando desaparecían de la escuela sin motivo aparente, cuando no lograban escapar de sus mentes y descuidaban todo en el proceso. Sus amigos, sus familias, sus propios cuerpos. A mí. Ya había vivido esto una vez, no sabía si podría hacerlo de nuevo.

    Pero tampoco podía alejarme.

    Me mantuve con el ceño fruncido como si estuviera enfurruñada, aunque el único rastro de molestia era hacia mí misma. Escuché a Emily con la vista clavada en el césped y sacudí la cabeza al oírla asumir que no dejaría a Al de lado. Probablemente tuvieran que arrancarme los dos brazos antes de pensar en abandonarlo como había abandonado a Kakeru; no me creía capaz de lidiar con la culpa resultante. Miré a la chica cuando dijo que Altan también tenía amigos, lo hice para confirmar su expresión y solté el aire por la nariz.

    —¿Jez? —arriesgué, no muy convencida, y suspiré—. Supongo que Jez, pero no estoy segura de haberlos visto muy cercanos últimamente. Creo... o al menos siento que también la deja afuera. Es lo que hacen. No por malos, ni por egoístas. Sólo lo hacen porque... es todo lo que pueden hacer.

    Seguí escuchando a Emi con la mirada en el césped, en mis propios pies, y volví a desinflarme los pulmones. Me incliné suavemente hasta que mi cabeza encontró su hombro y allí relajé parte de mi peso. Cerré los ojos un par de segundos y murmuré un sonido afirmativo. Me alegraba tanto, tanto contar con ella.

    —Suena bien —admití, en voz baja, y una sonrisa danzó en mis labios—. La mejor-peor comedia romántica que encontremos en el catálogo. No puede fallar, ¿verdad?


    no te preocupes, my love, no pasa naranja <3
     
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  18.  
    Amane

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    La conversación que estábamos teniendo era... bueno, cuanto menos delicada. Era consciente que no había mucho que pudiera decirle a Anna para quitarle aquella preocupación de encima y, por mucho que me doliera admitirlo, quizás así era como debía ser. No creía que la chica tuviera que cargar con todo eso, así como tampoco creía que era justo que siguiera martirizándose así por lo sucedido con Kakeru, pero la realidad era solo ella podía trabajar en ello. Yo podía estar a su lado para acompañarla y escucharla, por supuesto, pues esa era la única certeza que podía darle al respecto y haría lo que estuviera en mis manos para cumplir con mi palabra.

    Ante mi comentario sobre las amistades de Sonnen-senpai, Anna comentó que tenía a Jezebel... aunque parecía que últimamente no habían sido muy cercano. Aun así, eran amigos, yo también lo creía, y eso era lo que realmente importaba; quería decir... podríamos contar con ella si la situación lo requería, ¿cierto? Quería confiar en que sí. Sea como fuere, Anna apoyó su cabeza sobre mi hombro una vez le propuse lo de la pijamada y una pequeña sonrisa emocionada me asomó los labios al escuchar su confirmación, haciéndome también girar la cabeza para dejarle un beso sobre el cabello.

    —¡Es la cura perfecta para todo! —sentencié, junto a uno risilla ligera—. Ah, pero seguramente vayamos a tener que lidiar con Fred. Se va a hacer el duro, pero le encaaaaantan las comedias románticas, así que va a hacer lo posible por acoplarse incluso si va a inventarse cualquier otra excusa para justificarlo. Ah, aprovechemos para crear una táctica de ataque...

    gracias, cielito <3
    y por aquí también cierro con emiliana uwu it was a real pleasure compartir todos los teas, so gracias por aceptarme el roleo, i had a lot of fun like always <3
     
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  19.  
    Gigi Blanche

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    El beso que Emi me dejó en el cabello me hizo cerrar los ojos, fue automático y solté el aire por la nariz, intentando deshacerme de la tensión en el proceso. La escuché así, me enfoqué en su voz y, al menos poco a poco, mi propia mente se tornó menos ruidosa. La mención de Fred me arrancó una risa nasal que me sacudió apenas los hombros. Imaginé al cabrón con una mascarilla facial y una toalla en la cabeza, comiendo papitas y quejándose de las cuestionables decisiones de la protagonista de la peli. Fue un pensamiento venido de ninguna parte y duró lo que un suspiro, pero lo sentí pincharme.

    La verdad, siempre había querido tener hermanos.

    —Le podríamos decir a Kashya, también —propuse un poco de repente y la miré desde abajo—. Digo, es vecina tuya, ¿no? Y... es tu amiga. Me gustaría conocerla un poquito más.

    Me agarró algo de vergüenza con la pseudo confesión del final, mi voz fue bajando de volumen y con ello también lo hizo mi cabeza. Regresé la vista al césped y me acurruqué un poquito más contra Emi. No debía quedarle mucho al receso, pero prefería ser caprichosa y permanecer algunos minutos extra; aún si eso implicaba regresar corriendo.

    —¿Sabes? No vi Barbie —advertí, y mi sonrisa se amplió—. No se me ocurre mejor experiencia de pijamada que juntarnos a ver Barbie.


    nada que agradecer, bebita uwu Gracias a ti y a Emi-chan por escuchar los traumas dramas de la niña uwu
     
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    Insane

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    Rockefeller mencionó varias variables que aplicaban en totalidad. El sol con ojos de Craig y el daño que hacía a la piel, la gente que era fastidiosa cuando estaban en multitud, el bullicio, los insectos que se podían encontrar en el césped... En fin, me sonreí, cosa de nada en lo que alcanzamos la planta baja y nos dirigíamos al patio.

    Era bastante observadora, o yo muy obvio. O ambas.

    El sol nos bañó en lo que caminamos por el césped, entorné ligeramente los ojos al notar algunas bancas disponibles. No comprendía el por qué había gente como ella que le parecía agradable comer así, al aire libre en una escuela, ya en un hotel era otro punto de vista, como fuese, al llegar a la banca relajé la vista por la sombra que los árboles proporcionaban, me quedé de pie un rato en lo que Suiren se sentaba, se estiró ligeramente y recostó la espalda en el respaldar.

    —¿Y qué tal tu fin de semana, Ila? —se quitó las gafas negras, no me inmuté ni nada pero él notó mi desaprobación, se sonrió con ligereza—. No pasa nada, hace rato que no me las quito a estas horas, y también me canso de ver todo opaco.
     
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