Exterior Patio norte

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    —Fue a mí, sí —contesté a lo de la casita de Berta y se me escapó una risa por la nariz—. Pero imagina la opulencia en la que vivirías con el Dance for Dummies, le pones corona de reina y todo si quieres. Le compras otro castillo, el castillo de los castillos, y solucionarías el pago con Ishi, tal vez.

    Como todo lo que venía de mí no sabía discernir hasta dónde era egoísmo o no, incluso luego del desastre de ayer, de la mierda de decisión madura que hubo que tomar lo cierto era que seguía reconociendo la burbuja. Quería pensar que eso nada tenía que ver con nosotros como una pareja hipotética, en lo más mínimo, que en su lugar era la única prueba real de que éramos amigos de verdad.

    Se suponía que todas amistades deberían tener ese poder.

    El de sacarnos del mundo.

    Burbuja o no, nos resistiéramos a ella o la dejáramos ser, el caso fue que le respondí la tontería y ella también lo hizo. La sonrisa se le quedó en el rostro, noté la suavidad del recorrido de su mirada y me rodeó para luego volver a la posición, retomando el ritmo inicial. El siguiente movimiento fue una suerte de impulso, se puso de puntillas para instarme a girar y me tragué la risa pues porque estaba chiquita, debía ser bastante gracioso verlo desde fuera.

    —¿Yo? ¿Me crees capaz de comerte la oreja? —pregunté de lo más ofendido aunque ella había dicho que funcionaba—. Me declaro culpable, su Señoría.

    Con el cuerpo menos tieso pude seguir los pasos simples que estaba sosteniendo, predije el giro un poco mejor y cuando buscó mis ojos, recortando la distancia para poder bajar el tono, el cerebro todavía espeso en ciertas áreas no supo discernir si se refería a este asunto del baile o la vida en general. No dejé ver mi embrollo mental, la verdad, y aunque acababa de girar me tomé el atrevimiento de instarla a hacerlo de nuevo.

    Al volver a posición pretendí mantener la cercanía que ella había creado antes, pues para hablarle en el mismo tono. Fui capaz de dedicarle una sonrisa suave, de las de siempre (las de siempre para ella, pero se entendía) y le sostuve la mirada, mi respuesta fue casi igual de ambigua que su pregunta en mi cabeza.

    —Lo estoy. No hace falta que te preocupes por mí —contesté y le di un apretón suave en una de sus manos—. ¿Tú, An?

    Cayden.png

    Por el bien de mis propios embrollos, porque no parecía que a ella le preocupara mucho el tema de estar a ojos de todo el mundo, no le di cabeza al hecho de que estábamos dizque bailando con todas esta gente alrededor. Tampoco me importaba tanto, no cuando ella se había quedado allí y le había dado un intento al tema, así que daba igual si había gente moviéndose más que nosotros. En teoría nadie nos estaba imponiendo cómo hacer esto.

    No le estaba prestando especial atención a mis alrededores tampoco, pero la vista panorámica (y casi paranoica, bromas a un lado) nunca se me desactivaba del todo. Habían cabezas rojas como la mía que resaltaban, estaba Mason, estaba Pierce fuera de la pista y el rubio platinado de Middel, estaba el destello celeste de Ko y de repente ya no estuvo. No había que ser demasiado listo para entender ciertas cosas que de por sí habían sido claras desde el inicio.

    Se me ocurrió que realmente nunca había importado, pero que yo me había encargado de apilar ciertas mierdas en un plazo de tiempo corto y eso siempre me había salido mal, que llevaba apilándolas desde hace mucho de hecho y me había dado cuenta ayer. Que había buscado al viejo para enfrentarlo, que había convocado a Arata y a Sonnen, que había aparecido Ilana de la puta nada en esta escuela y se podía ir de la lengua sobre lo del Shimizudani, que estaba la conciencia del intercambio de Mattsson y nada parecía muy buena combinación.

    No me distraje de todas formas, giré la llave en el mismo picaporte que había activado para reunirme con los otros dos idiotas sin perder el foco y mantuve la atención en la chica. Me había contestado sin tomarse demasiado tiempo para pensar, mencionó el Lago de los Cisnes, otra del Cascanueces y el apellido del compositor habría podido enredarle la lengua a cualquiera pero ella lo dijo como si nada. Me dio algo de ternura, ni idea de por qué, con todo y su inexpresividad.

    También había accedido a reflejar mis movimientos, así que luego de mantener el movimiento de hombros un tiempo di un paso hacia el costado al ritmo esperando que me siguiera, pues para no quedarnos tan tiesos. No consideré que me regresara la pregunta, por lo que yo sí tuve que pensar un poco más.

    —Rock alternativo en su mayoría, supongo. También algo de indie —contesté aunque en nada se comparaba a sus gustos clásicos y seguí sonando como el más corriente de los corrientes, así que me permití una risilla avergonzada—. No sé mucho de música clásica, aunque ubico El Cascanueces. Así que si quieres instruirme sobre tus gustos soy todo oídos, siempre estoy dispuesto a aprender.

    Lo sopesé unos segundos, pero supuse que podía intentarlo así que aproveché que Sonnen y Anna me servían de ejemplo así fuese dos segundos. Los observé con cierta sutileza y luego regresé la mirada a la muchacha.

    —¿Viste los giros que dio ella? —pregunté aunque asumí que no y le dediqué una sonrisa que me entrecerró los ojos—. Podemos intentar, yo te ayudo.
     
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    Gigi Blanche

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    Ah, kids these days. Venían de lo más osados, ¿cierto? Me había quedado sentada frente a la laptop, pero con la espalda contra el cerezo y las piernas cruzadas. Tenía un asiento privilegiado para disfrutar del espectáculo, y me refería a todo el espectáculo. Cuando Markus se acercó al micrófono me sonreí y empecé a reproducir a un volumen disimulado una mezcla que había preparado con anticipación. Conservaba el estilo de la música que los chicos habían elegido y al estar dispuestas las parejitas, el pasaje a la canción resultó prácticamente inadvertido. Me entretuve un huevo viéndolos bailar, siguiendo el ritmo del track con la cabeza y el pie que tenía en el aire. Había mantenido un low profile en esta escuela bastante... atípico viniendo de mí. ¿Los regaños de todos habían surtido efecto? Quién sabe. Quizá sólo hubiera sido la pereza de ganarme una segunda expulsión en menos de un año, aunque... romper un récord así también tenía su encanto, ¿cierto?

    Cuando la canción de Markus iba acabando, la energía me chispeó en el cuerpo. Conecté con la mirada del chico un instante y compartimos una sonrisa, que fungió tanto de aliento como de anuncio. Me volqué a la laptop, fui bajando el volumen del track progresivamente y lo enganché con la segunda elección del día, que inició de igual forma. El beat se construyó de a poco, permitiéndome ponerme en pie y alcanzar el micrófono. Lo desenganché de su base y repasé el patio con una mirada rápida.

    Ladies and gents, ¿les parece si cambiamos un poco el mood? —Mi voz, grave de por sí, sonó sobre la intro que había programado en loop para que me permitiera hacer las presentaciones pertinentes y me giré hacia las parejas de baile—. ¿Cómo la pasaron? ¿Se divirtieron? No sé los demás, pero yo los vi muy bien. Díganme, ¿lo hicieron bien? Se merecen un aplauso, ¿verdad? —Me había girado hacia el público, quienes actuaron acorde y sonreí, satisfecha—. ¿Qué hacemos ahora? ¿Nos vamos a casa o seguimos bailando?

    Hice una breve pausa para recibir la respuesta que esperaba y comencé a caminar por el borde del escenario, totalmente habituada a ese nivel de exposición. Recorrí las caritas más cercanas, acentuando el suspenso de la selección, y como había hecho Markus antes, abandoné la zona perimetrada para sortear los grupitos de estudiantes. Me deslicé por el espacio con calma y me detuve frente a una chica increíblemente alta, ofreciéndole mi mano junto a una sonrisa coqueta.

    —¿Qué me dices, linda? —murmuré sobre el micrófono, y al virar la atención hacia la chica que la acompañaba acentué apenas la sonrisa—. ¿Quieren venir ambas? Podemos hacerles un espacio.

    Las guié hacia el escenario, pero no entré con ellas. En su lugar, me desvié hacia un costado y ralenticé el ritmo a medida que me acercaba a un muchacho rubio.

    —¿Hmm? ¿Tan guapo y tan solo? —Me incliné frente a él, sentado contra un árbol, y también le estiré la mano—. No me dirás que no, ¿verdad?

    Estaba ubicado cerca del escenario, en cuanto pasó junto a mí le rocé apenas el hombro y volví a hundirme entre el público, eligiendo esta vez a un chico castaño y una niña de cabello negro con mechas rojas. Estaban junto a una muchacha albina pero ni idea, los otros tenían más pinta de ir a aceptar.

    —¿Cómo se llaman? ¿Les gustaría unirse a la pista de baile?

    Realmente me movía sin un motivo calculado. Al llevarlos al escenario hice el conteo mental y me acerqué a un grupito conformado por Marly y otras dos chicas.

    —¿Pero qué tenemos aquí? ¿Acaso no es nuestro flamante trompetista? —dije para el público, aunque mantuve mis ojos en las gafas oscuras de Gaspar—. What do you say, chat? ¿Soy la única que tiene curiosidad de ver si baila tan bien como toca? —Deslicé la mirada a la muchacha de cabello celeste y le guiñé un ojo—. Tú también vienes, bonita. Te escuché recién, no tienes escapatoria.

    En lo que los despachaba, alejé el micrófono y le dije a Marly, en voz baja, que lo viera como una práctica para mañana. Con la gente apiñatada comencé a armar las parejas a dedo, colándome entre ellos y atrayéndolos con movimientos suaves.

    —Quienes ya nos deslumbraron pueden seguir bailando, irse, cambiar de acompañante o lo que quieran. Son libres~ —Sobre mis últimas palabras cacé a Markus de la muñeca y nos presenté al borde del escenario—. ¿Y nuestro bailarín estrella? Yo digo que se merece otros cinco minutos de fama, ¿verdad?

    Me sonreí sobre los aplausos del público, ubiqué al niño frente a la chica de las mechas rojas y comencé a recorrer el espacio de regreso a mi laptop.

    Alright, all settled. Enloquezcan un poco y no se olviden de divertirse, que la vida es corta y la normalidad está sobreestimada. Gracias por su tiempo~

    Presioné la tecla espaciadora y la canción finalmente dio inicio, enganchándose con el loop que había sonado hasta ahora. ¿Era un poco descarado de mi parte elegir una de las canciones que habíamos grabado con los chicos? Quizá sí, quizá no, ¿a quién le importaba? Volví a sentarme en mi silla y seguí disfrutando del espectáculo.


    Acá ta la segunda tanda de parejitas, y con esto ya están todas <3 Por si alguno no lo leyó, el receso acabará el martes que viene.

    1. Sakuya x Arata
    2. Yuu x Alethea
    3. Markus x Sophie
    4. Hori x Gaspar
     
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    Para ser sincera me sentía demasiado cómoda estando en el lugar en el que estaba parada y con este chico, y no era nada nuevo ya que en lo largo de mi vida no me había sentido incómoda por nada mas bien era todo lo contrio. Supongo que de hay venía todo lo que había pasado en la sala de arte, me había acoplado demasiado Alisha ya que prácticamente no había sentido vergüenza a nada.

    Claramente esto ya era otra cosa.

    Parpadee en poco cuando escuché su voz, así que David Masón, pensé en poco en su nombre más que todo fue por qué nunca lo había escuchado, y lo que hizo que me sorprediera pero no lo hice notar fue cuando mencionó que era de la 3-2. Entonces eso quería decir que el estudiaba con Anastasia, no pregunté nada más por qué ahora no estaba en modo de dectetive o hackeadora personal, y más que todo sabía que era por qué no me nacía saber otra cosa sobre este chico.

    Asentí en poco cuando me respondió a la pregunta que le había hecho sobre si le gustaba bailar, lo mire fijo cuando escuché su pregunta.

    —Ha estado bien, no estoy acostumbrada a esto pero estuvo divertido —inquiri, siguiendo la serie de movimientos que hizo—. En casa no hacemos esta clases de eventos y si iba a alguna clase de fiesta o algo por el estilo, pues casi nunca pisaba la pista de baile.

    Y sabía que lo decía por qué en si, si mi padre me enviaba a alguna gala o algo era por otro motido, como hija de un Don pues siempre tenía que estar hay pero más bien siempre estaba detrás de las cámaras de seguridad junto con Anastasia y Jean se encargaba de otras cosas, como tal la música estaba terminando mire a mi alrededor y en poco vi que la chica que estaba junto con Fiorella ponía otra. Con eso entendí que todo había acabado, bueno para mí tiempo en el que me había propuesto no pensar en mucho si esto era ridículo o no, me aleje del chico en poco miestras soltaba mi mano con suavidad de la suya.

    —Creo que está aquí llegamos —murmure hechandole un vistazo rápido al lugar al ver que se iba llenando por nuevas parejas, para después volver mi vista a el—. Fue un gusto compartir esta experiencia conmovedora contigo —hice una reverencia por puras ganas y en si me importo en poco~

    Sophie.png

    Había mantenido una conversación con las chicas miestras miraba lo que pasaba en la pista de baile, claramente mi vista estaba fija en Fiorella, reaccione mirando a Isla de reojo cuando sentí su mirada en mi, y se qué fue por qué ella también vio lo mismo que yo.

    Podía a verme levanto para preguntarle si están bien pero no hice, más bien busque a su mejor amiga con la mirada pero suponía que no estaba en el lugar pues no la vi. Recorrí todo el lugar varias veces hasta que vi a Fiorella moverce por fin, pero lo que preocupo más fue ver la mirada perdida en su rostro, y sabía muy bien por qué era y que están sintiendo en este momento.

    —¿Vas a ir a verla? —la pregunta de Isla hizo que la mirase.

    No conteste en nada, pues la música ya estába acabando y pues lo noté por qué le bajaron el volumen y escuche otra una chica tomo el micrófono y hablo no pasó mucho hasta que empezó hacer lo mismo que había hecho Markus, parpadee en poco la ver que también era jalada hacia la pista y como había pensado lo otro solo había suerte, mire por encima de mis hombros a Isla me levanto un dedo miestras sonreía pero me di cuenta que lo que hizo no llego ni a sus ojos están igual que yo, preocupada por Fiorella.

    En si no me di cuenta quien era mi pareja de baile después de algunos segundos alce la mirada en poco y me encontré con unos ojos conocidos, parpadee en poco. Era Markus, lo mire de arriba a abajo, y trate que mi cuerpo no estuviera tenso por lo que ahora estaba pasando por mi mente.

    Ciao Markus —mire a mi alrededor al mismo tiempo levanté en poco mis manos en forma de que estaba a su disposición, mientras en mi rostro mantenia una sonrisa—. Ya que tú eres el experto aquí entre los dos pues te sigo.
     
    Última edición: 2 Noviembre 2023
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    Zireael

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    Dudaba mucho que esta chica, incluso si no solía hacer estas cosas, se preocupara demasiado por el hecho de que estábamos aquí casi como animalitos de exposición para los demás. Era posible que quienes lo habían organizado no lo vieran así del todo, pasaba un poco con nosotros los más adaptables, pero en esta iniciativa también existía algo que era casi atacante para ciertos individuos. Ya no decía solo por el que había salido, dejando a Fiorella más plantada que una palmera, pero Sonnen y Dunn habían terminado aquí también.

    ¿No era como tomar bombas de relojería y ponerlas en una pecera?

    Algo podía y quería estallar, posiblemente.

    Fue la única disonancia que pude asociar al espacio y lo hice con bastante retraso, como si las neuronas me hubieran oxigenado de repente, pero tampoco alcanzó para alterar mi comportamiento. No era algo a lo que le llevara el apunte, pero puede que estuviera haciendo un manejo diferente de mi percepción de ciertas tensiones, como si me entrenara a mí mismo para no huir como imbécil cuando alguna cosa se torciera. Si era verdad o mentira solo el tiempo sabría decírmelo, porque prefería no ser demasiado consciente de mí mismo.

    Eda me contestó la pregunta que le hice, me dijo que aunque no estaba acostumbrada se había divertido y lo siguiente que me contestó me recordó que estaba en una academia de niños de papá y mamá. No que yo no lo fuera, pero a lo que me refería era que yo no era más que un pueblerino de cajón encerrado en un montón de cemento. En el fondo no me les parecía en lo absoluto.

    —Siempre es bueno probar cosas nuevas —añadí incluso si no era el más apropiado para andar hablando de romper esquemas.

    Había mantenido el ritmo, pero cuando la música comenzó a bajar de volumen me vi venir el cambio... Pero no ese cambio, me recordó algo más a lo que sonaría en el agujero de Bunkyo donde me metí la otra noche, sin duda, y se me ocurrió que al menos para mí y más de uno estaba un poco demasiado claro todavía para ese cambio de mood. No sonaba mal, eso sí, incluso si no era lo que yo escuchaba por default.

    Detuve los movimientos, solté a Diekmann con cuidado y ella anunció que hasta allí llegábamos, algo en lo que concordé a pesar de no decirlo en voz alta. Hizo una reverencia, a mí me dio algo de risa, pero volví a quitarme el sombrero de la cabeza e hice una también, con el mismo nivel de teatro con el que había comenzado.

    —Fue un placer compartir un baile con usted, estimada señorita —dije pues porque sí y me retiré de regreso a donde se había quedado Katrina, girando el sombrero entre las manos.

    Estaba sentada en el suelo, golpeteando el césped con una mano al ritmo de la nueva canción. Al seguir su mirada, porque estaba fija en un punto, di con el rubio de la trompeta que Abby había arrastrado en las nuevas parejas. La conocía lo suficiente para saber que estaba maquinando cosas, como una buena parte del tiempo.

    Are you on the hunt by any chance? —pregunté tragándome una risa.

    Maybe I am —afirmó sin siquiera decorarlo.
     
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    Gigi Blanche

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    Cinta Anna.png

    Dar con un método milagroso que nos llenara la cuenta en el banco sonaba demasiado bien para ser verdad, aunque no sabía si haría gran diferencia. La disconformidad con nuestra situación económica era nueva, o al menos había iniciado luego de mudarnos aquí. En Argentina jamás habíamos tirado manteca al techo y tampoco recordaba que me hubiese importado, éramos felices y no reparábamos en supuestas ausencias. Habíamos vivido por fuera del sistema, se nos había concedido el privilegio y Tokyo nos lo arrebató. El arte aquí no alimentaba bocas ni nos pagaba la luz. Nos habían forzado a encajar dentro de un molde al cual no pertenecíamos y a mis viejos siquiera les quedaban fuerzas para intentar salir. La raíz del problema no era el dinero, entonces.

    Era la correa que nos habían echado al cuello.

    Hacerlo girar tuvo su gracia por varias razones, aunque luego me devolvió la tontería y me mordí la lengua a último momento, pues la réplica que se me había ocurrido para prolongar la broma me sentó amarga en el estómago. La última vez que habíamos tonteado había sido en el campamento, aún habiéndose tratado solo de dos comentarios aislados; realmente no recordaba desde cuándo Al había dejado de demostrar interés en mí de esa forma. Pateé lejos el pinchazo de inseguridad, lo hice a toda costa.

    Daba igual, por algo había tomado la decisión que tomé.

    Ya no debía ni quería medirme a través de sus ojos.

    Sentía que el cuerpo se le había relajado un poco, me instó a girar y accedí con fluidez, divertida. La pregunta se refirió al episodio de ayer, aunque también podía verse en el amplio espectro. Me dijo que estaba bien, me regresó la pregunta y pensé en el silencio que había encontrado ayer en casa, en el ruido blanco que desprendía el sonido de la televisión cuando me descuidaba; en mi expresión al verme al espejo, aquella que mamá no había notado ni cuestionado. Lo único capaz de arrancarme de esos espacios oscuros había sido la promesa de la presentación de hoy, el compromiso que había asumido con Markus, pero ¿qué iba a pasar ahora?

    No tenía idea.

    Estaba por responderle cuando noté que la música amainaba. La voz de Abby pronto se replicó en los parlantes y detuve el cuerpo lentamente; miré nuestras manos, unidas hasta ahora, y sentí un pinchazo en el pecho.

    —Bien, también —contesté, deshaciendo el contacto con cierta suavidad, y le regresé el espacio que le había robado—. Gracias por bailar conmigo, Al.

    La atención de todos se había desviado hacia la nueva presentadora, le sonreí a Altan y recogí las manos tras la espalda, un poco indecisa. Esto quizás hubiese sido la compensación del universo por los veinte minutos perdidos de ayer. Quizás estuviera, también, empeñándose en mantenernos unidos, pero esa idea no me servía de mucho. No cuando el reflejo que encontraba en sus ojos no me ayudaba a sentirme mejor conmigo misma.

    Retrocedí, pues, di el primer paso en reversa y recién entonces viré mi atención, abandonando sus ojos y difuminando mi sonrisa. Alcancé el límite trasero del escenario y lo bordeé hasta ubicarme en la zona de la banda, allí donde Abby regresó poco después. Sólo habían quedado ella y Fiorella, la pelirroja de tercero también se había ido.

    —¿Hmm? ¿Dejas de bailar? —me preguntó Miller, algo confundida.

    —Sí, estoy un poco cansada —mentí por segunda vez con una sonrisa floja, girando el ramillete en mi muñeca.


    Kohaku 5.png

    Para cuando regresé al patio noté que Abby andaba replicando la idea algo macabra de Ferrari. Atravesé el espacio con calma, bordeé la zona de la banda y aproveché la distracción general para acuclillarme junto a Fiorella. No pretendía agobiarla ni nada parecido, había permanecido en el teclado y no estaba seguro de que le sentara bien la compañía, de modo que simplemente estiré el brazo y le dejé el zumito de manzana sobre el instrumento.

    —¿Quieres volver adentro? —le ofrecí aún así, en voz baja.


    ay me quedó re cortito JASJSAJ sowwy
     
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    Zireael

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    Arata.png

    Después de haber mandado a Sonnen directito a su destino, porque le pusieron a Hiradaira delante, me había quedado en mi espacio terminando de comer ya que él se había negado a probar bocado. Dudaba mucho que esto saliera realmente bien, incluso si parecían haber conseguido divertirse o algo así, pero el estado físico de Altan respondía las cosas que él se negaba a admitir y como tal seguiría siendo, bueno, un lastre.

    El tema era que acabaría arrastrándome consigo.

    Vete a saber muy bien por qué, pero cuando terminé de comer me dediqué a observar al par de desgraciados, quizás esperaba un milagro o el verdadero acabose, no estaba seguro. También estaba Mason que estaba siendo sorprendentemente normal y a Cay lo habían dejado con la muchacha más inexpresiva que pudieron conseguirle, aunque se notaba que el mocoso se estaba esforzando.

    Verlo me hizo preguntarme, por primera vez en años, cuál sería su verdadera naturaleza o dónde terminaría porque luego de su gracia del otro día era jodidamente difícil de discernir. Puede que siempre lo hubiera sido, pero conforme crecíamos, absorbíamos manías y sombras todo comenzaba a perder forma. Sabía el poder que tenía este mundo para fragmentar incluso los núcleos más resistentes y los que sobrevivían lo hacían pagando con un trozo enorme de alma.

    No me creía capaz de quedarme a ver ciertas caídas, si era que sucedían.

    En fin, cacaos mentales, embrollo ajenos y líos más o menos el caso fue que cuando me quise acordar habían cambiado de música. La chica que Ferrari había presentado como Miller cambió de pista, varias parejas se desarticularon, incluida a de mis imbéciles favoritos y la de Mason, pero más grave que eso fue que la chiquilla apareció en mi campo de visión, me soltó la tontería de turno y como no podía decirle que no a una señorita, incluso si amenazaba con matarme, como habíamos visto en el campamento, terminé en la dizque pista de baile.

    Y hablando de cosas de gravedad.

    La chica que me pusieron delante era alta, alta en plan Sonnen quería decir, y aunque me hubiese gustado modularlo la verdad es que no filtré la manera en que la miré, con una mezcla de sorpresa y algo parecido a la burla que no acababa de serlo. También daba un poco vibras de, ¿aparición de juego de terror? No quería decir que fuese fea, la pobre criatura, pero su esquema de colores era un poco en esa línea. Era mi compañera de clase, pero nunca la había determinado lo suficiente.

    Si me forcé a regresar a una expresión más neutral fue porque la estupidez que me había dicho Sasha en el campamento, lo de que me portara bien, me hizo eco en el cerebro sin motivo particular. Carraspeé, fingí demencia con tal de pretender que no la había mirado de la forma en que lo había hecho y le eché una mirada a los demás, quizás buscando escape o inspiración o lo que fuese.

    —No creo saber cómo se baila esto ni nada en realidad —dije encogiéndome de hombros.

    Apenas unos segundos después de que hablé Sonnen pasó a nuestro lado, me encajó el sombrero que le habían puesto a él y lo miré de reojo. Tenía la cara de disfuncionalidad de regreso, así que estaba condenado, absolutamente condenado. La mina iba a estallar, llevaba semanas esperando por un empujón para detonar de por sí.

    Rojo FireRed te etiqueto porque ajá, es más fácil que buscar dónde quotearte (??

    se nota que lo busqué controlar y en consecuencia salió esta cosa de lo más indiferente hacia la pobre Sakuya JAJAJAJ perdón we
    AltanBW.png

    Habían mierdas imposibles de solucionar, fantasmas demasiado grandes que se aferraban a uno, a las familias y a todo lo demás, habían cosas perdidas que no podían recuperarse. Puede que en cierta forma la vida estuviese de hecho llena de muertes simbólicas, de realidades que eran declaradas fallecidas y versiones mucho menos amables que las reemplazaban.

    Estaban allí y mordían.

    Morderían toda la vida, quizás.

    Puede que mi respuesta hubiese sido una mala opción, para bien o para mal no se me ocurrió a tiempo así que lo solté y se quedó picando en el espacio, como una pelota de baloncesto. Quizás fue la familiaridad lo que me condenó y era posible que siguiera condenándome de ahora en adelante, en lo que reajustaba el cerebro a una configuración más limitada, más cerrada. Iban a haber un huevo de deslices, lo presentía, pero era parte del proceso.

    Mi respuesta había sido verdad y mentira a la vez, ahora estaba bien, pero ayer había vomitado las entrañas frente a papá y mamá no había entrado. En cuanto esta burbuja se pinchara de nuevas cuentas, cuando me regresaran al mundo real, y percibiera el magenta de sus ojos a la distancia que habíamos acordado, la respuesta cambiaría. Cambiaría y la verdad giraría sobre sí para encajarme los dientes en la yugular.

    Volvería al fondo del océano helado que conocía.

    Su respuesta puede que pecara de lo mismo que la mía, se revolvió con el cambio de volumen de la música y la observé en lo que deshizo el contacto, regresándome el espacio. Su agradecimiento me punzó el pecho, me regresó algo de ansiedad y volví a ser consciente del espacio, de mí mismo y de los ojos a nuestro alrededor. Estaba fuera de la burbuja otra vez.

    —Gracias a ti por aceptarlo —respondí sin concederle una gota de pensamiento, fue terriblemente genuino, vulnerable incluso y le dediqué una sonrisa como fui capaz.

    La vi llevar las manos a la espalda, las mías se quedaron a los costados de mi cuerpo y seguí su retroceso hasta que giró el cuerpo. En medio del beat que había arrojado Miller me sentí perdido como la mierda, sentí el mismo desamparo que ayer y recordé que no tenía derecho a quejarme por ello, así que volví a ajustar la pica en los engranajes para ser medianamente funcional en un espacio común.

    Me quité el sombrero, retrocedí también y a la pasada se lo encajé a Arata, que me miró de costado. Con eso fuera de las manos seguí mi camino hasta salir del remedo de pista de baile, aparté a algunos idiotas que estaban estorbando del camino y me aparté tanto como pude aunque no me fui del patio. Simplemente busqué algo más de espacio, de soledad o lo que fuera.
     
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    Rojo FireRed

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    Había que ser... Honestos, si bien el evento fue organizado de manera rigurosa, estaba una chica cuya función era la de animadora, y la misma se había acercado a Izayoi-san, sacándola del lado de Hoshino-san, ¡Incluso se había llevado a la misma a otro lugar!

    La señorita se había tomado muy en serio su papel armando parejas, cuando menos se dio cuenta, estaba con un muchacho rubio que pues, si bien no lo conocía personalmente, sabía de sobra que iba a su misma clase, era uno de sus compañeros.

    El chabón ni siquiera se tomó la molestia en disimular la sorpresa y algo de sorna incluso, si no hasta después de darse cuenta, tampoco se le culpaba, Sakuya podía ser considerada fuera de lo común, con su impotente estatura, además de casi rayar en lo monocromático, digamos, era una chica de piel peculiarmente pálida con cabello plateado y ojos azules, no estaba fuera de lugar en alguna producción de terror o suspenso.

    Para echar más sal en la herida, el chico marcaba todas las casillas para malandrín de preparatoria, aunque tampoco era justo juzgar un libro por su portada, así que no hizo caso de la mirada un tanto incrédula del inicio.

    —Hablando de pez fuera del agua, tampoco soy una gran bailarina —terminó concediendo, con un suspiro de por medio, para luego dejar una sonrisa— Eres de la 3-3, ¿Cierto?

    Si bien era cierto que su ahora pareja había salido un tanto frío e indiferente, no era excusa alguna para no romper el hielo, ya era una situación demasiado bizarra de por sí, había que sacar algo bueno de la misma, ¿No?

    Venga ya hombre, si hay limones se hace una buena limonada, y si está agria de cojones, se le echa azúcar, así de simple.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Mi breve momento de pánico quedó relativamente disimulado gracias a la intervención de la chica que, hasta el momento, había permanecido frente a la laptop. Se encargó de reemplazar al bailarín en la labor de presentadora y, así como el chico, se adueñó del espacio. Fue pescando gente aquí y allá, hasta que su atención se enfocó en nuestro grupito y, juraría por Dios, olvidé cómo respirar. Quedé tiesa como estatua, sabiendo que era inútil escapar, y me limité a disimular los nervios como mejor pude. La chica no reparó en mí, de todos modos, se llevó a Gaspar y Alethea, y yo solté el aire con profundo alivio. Un poquito me había pegado en el orgullo que me ignorara, si debía ser honesta, pero hombre, qué importaba. Objetivamente hablando prefería morir invisible a ser forzada a bailar en medio del receso.

    Con la partida de los chicos, sin embargo, no tenía razones para quedarme junto a la banda. Más bien, sentía que no me correspondía. Noté que Maze cerraba su baile con la chica de mi clase y quise levantar la mano para atraerlo, pero no miró en mi dirección y se fue, reuniéndose con Akaisa. La presencia de la chica era a big no para mí, boté el aire por la nariz y me escabullí por atrás para no colarme en medio del matadero o algo. No importaba mucho, pues mantuve mi atención en lo que ocurría en el escenario y conseguí un nuevo objetivo.

    Me mezclé en el público y fui pidiendo permiso con muchas sonrisas hasta alcanzar la primera fila... o algo así. Me senté frente a Arata y su compañera de baile, saqué el móvil y preparé la cámara muy, muy sonriente, listísima para inmortalizar este maravilloso recuerdo. ¿El gran Shimizu bailando en un evento escolar? Please.

    Iba a molestarlo por el resto de su vida, por supuesto.


    she had to, i had to
     
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    Zireael

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    Pobre desgraciada también, ahora que lo pensaba, encima que resaltaba un montón la ponían con el matón de turno tatuado y con cara de poder mearse de risa en su cara bajo las peores condiciones. Eso, sin duda, era casi un ataque personal pero dudaba mucho que Miller hubiese hecho su elección con algún parámetro real en mente. En sí la cosa pecaba igual de azarosa que las elecciones de Ferrari, aunque un poco menos caóticas.

    Me quedé plantado en el espacio haciendo un esfuerzo titánico por no hacer algo que fuese a ofenderla, vaya, porque hoy andaba muy buenito con la gente o algo, pero de verdad que era una misión. Su voz me hizo mirarla a los ojos, soltó no ser una mente maestra del baile ni nada y sonrió, pero yo me abstuve de hacerlo porque sabía que solo era capaz de sonreír con sorna así que mejor evitarle la penuria.

    —Ajá. Shimizu —respondí sin mucha complicación—. Tú eras... ¿Algo con Iza? No me acuerdo bien.

    No era mentira, si acaso habría reparado en ella alguna vez cuando pasaban lista o algo, así que sabría disculparme el desliz. Tampoco era que pudiera esperar demasiado de mí, ¿cierto? Era lo esperable que no le llevara el apunte a la gente más que para fastidiarla o algo.

    Estaba muy tranquilo en lo que cabía, pero cuando detecté un chispazo de rojo entre la gente más próxima me cayó algo parecido al pánico encima y busqué a la dueña de la mata de pelo de un movimiento bastante brusco. No dejé a la chica sola, vaya, pero sí que volqué toda la atención en Sasha de golpe.

    —¡Apaga esa cosa! —pedí sin poder modular la cantidad anormal de nervios que se me coló en la voz, porque encima la otra estaba sonriendo que daba gusto—. ¡Te cobro derechos de imagen de verdad, te lo juro!

    ¿Había sonado convincente? En lo absoluto.


    she had to, you had to, he had to, i had to, we had to
     
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    Gigi Blanche

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    Debía reconocerle la impresionante velocidad de reacción. Apenas me estaba deleitando con la escena cuando Arata giró el cuello en redondo, dando de lleno conmigo. Pobre criatura, tenía que ser la primera vez que lo oía (y veía) así de nervioso. Estuve a punto de flaquear, si desde un principio ya era uno de mis niños consentidos y fue inevitable que me diera pena, pero al final logré dejar eso a un lado por el bien de la broma. Podía considerarlo... karma, sí, por todas las almas que había atormentado.

    Oh, don't mind me, don't mind me! —exclamé, agitando la mano libre—. Sólo hago el trabajo de Dios, ustedes diviértanse.

    ¿Iba a grabarlo realmente? Lo más probable era que no, y menos viendo sus nervios, pero eso él no tenía por qué saberlo, ¿verdad?

    ya ta, no interrumpo más JAJAJA pueden proseguir, mis panas
     
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    Rojo FireRed

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    —Correcto, es Izayoi... Sakuya... Es un placer, Shimizu-san —sin importar las circunstancias, la educación era lo primero, había que despejar esos vibes todos siniestros—

    Era más que evidente que Shimizu estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano en comportarse como una persona decente y respetable, merecía bastante crédito.

    Se abstuvo de devolver la sonrisa, probablemente pensaba que, al igual que el inicio, quedaría como indiscreto y burlón, así que pues... Era un muchacho con profundidades ocultas, estaba siendo caballeroso a su modo.

    Sin embargo, todo se fue al carajo en un santiamén con la presencia de otra chica, que le provocó algo muy, MUY similar a un ataque de pánico.

    Iban a grabar al pobre cabronazo, y eso lo puso como un manojo de nervios.

    No era tan distinto de ella después de todo, ¡Era igual de propenso a descontrolarse que ella!

    Era hora de ser igual de considerado como él lo estaba siendo hasta el momento, pese a que el obvio momento de vulnerabilidad era gracioso hasta decir basta.

    Sakuya hizo caso omiso a la interferencia y al súbito explotar del chico, que incluso amenazaba con el copyright de su imagen...

    No estaba fuera de lugar para un sitcom de los noventa, primero, un baile escolar, segundo, el chamaco pandillero, tercero, que había perdido los estribos con otra chica, y cuarto, que estaba haciendo mal tercio de una manera espantosa.

    Lo mejor era hacerse el idiota y seguir la corriente, cosa en la que nuestra jovencita criada no tenía ningún tipo de problema, Sakuya se quedó calladita jugueteando con una de sus trenzas para hacerse la tonta y no prestar atención, con cada fibra y milímetro de su cuerpo haciendo una fuerza antinatural para no estallar de la risa con el suceso.

    Oh cielos, esto iba a ser divertido.

    perdón pero el tren del mame con el bullying a Shimizu está buenardo lmfao

     
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    Zireael

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    ¿El trabajo de Dios? ¡Pero si nadie necesitaba eso aquí! En mi defensa la última vez que reparé en Sasha estaba ocupada con otras personas, no esperé que apareciera de repente a comerse el show y mucho menos con el teléfono en la mano. ¿Dónde quedaba el honor de uno? Muy pandillero y la mierda que quisieras, pero un vídeo haciendo el imbécil en un evento escolar destruía la reputación de cualquier diablo.

    —Pasaré por la pena de robarte el móvil más tarde. —Seguí quejándome aunque eso de sacarle algo a Manos Largas estaba como que difícil.

    Como fuese, Izayoi era la víctima colateral de todo este desastre, para qué mentir. Había notado que se presentó de forma bastante educada, pero yo no era ningún caballero en realidad, incluso si bromeaba con la tontería con Sasha, así que después del caos de nervios pretendí regresar a la neutralidad que rozaba la indiferencia.

    Tampoco se me ocurrió que la otra estaba de sujetavelas, porque en mi defensa Sasha solo estaba allí para comerse el espectáculo porque también podía ser una cabrona. Igual tenía su gracia, de hecho me sorprendió que Izayoi no soltara la risa o algo porque el escenario general era, bueno, un puto circo. Quizás fue autopreservación o decencia, no importaba mucho.

    Se había quedado allí jugueteando con las trenzas, fingió no reparar en el asunto y yo suspiré de forma audible regresando la atención a la chica. La repasé con la vista de nuevo, fue un poco involuntario y traté de afinar el oído para encontrarle algo de sentido a la canción que había arrojado Miller por las risas. Joder, si me lo preguntaban me faltaba alcohol en sangre para poder destrabar el cuerpo, estaba dificilísima esta mierda.

    —Habrá que sacar los pasos prohibidos —bromeé pues porque tampoco podía pasar tanto tiempo serio—. Aunque esto de mandar este ritmo en parejas tiene que ser un crimen al Estado, como mínimo.

    Suspiré sin disimular la resignación, invadí un poco el espacio de la muchacha y le lancé la sonrisa encima, la que no valía más que para fastidiar. Todavía sentía a Sasha en la nuca, pero ni modo.

    —Tiene sonido como de calle, más o menos. ¿Igual valen unas patadas o algo así?


    el bully se convierte en bulleado that's, indeed, god's work

    weon me parto JAJAJA
     
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    Rojo FireRed

    Rojo FireRed Orientador

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    La cosa estaba demasiado interesante, se podía leer claramente al rubio como si fuera un libro abierto, el acto de chulo e indiferente se había deshecho de manera contundente, y eso era, ¿Cómo decirlo? Una suerte de punchline al chiste que era ya la situación.

    Ni siquiera había empezado el baile para que ya hubiera desmadre, y lo más impresionante del caso, aquella damisela había tocado absolutamente todas las teclas que podría tener Shimizu a primeras, el pobre diablo estaba totalmente apenado e incluso le espetó sobre el préstamo involuntario y permanente de su teléfono móvil. Pobre chica... ¿O no del todo? Parecía conocerlo, para que lo estuviese puteando de esas maneras.

    Ya la cosa había escalado completamente a niveles de comedia escolar, con todo y sus clichés, ¡Pero eso era lo que hacía de semejante desastre toda una delicia!

    Poco después, el chabón por fin reparó en la presencia de Izayoi-san, volviendo a la "normalidad", incluso se animó a mostrarse jocoso con una sonrisa.

    —Más de acuerdo no puedo estar, quién sea el disc jockey, habrá que colgarlo de los tobillos —dejó salir una leve risa nasal, ya el esfuerzo fue suficiente, así que eso le permitió tener una excusa, por más burda que fuese, a ventilar un poco la risa—

    Luego de eso, dejó salir un suspiro de claro hastío, y se le entendía, daban ganas de cometer un crimen de lesa humanidad contra el DJ y su selección de música. Vamos ya mamón, podías poner algo mejor.


    Bien, eso ya había sido la gota que rebasó el vaso, cerró los ojos y dejó que una enorme sonrisa se dibujara en su cara, para todas sus pretenciones, le había caído particularmente bien el pobre desgraciado.

    >>
    Puedo intentarlo, las piernas largas son útiles en ese caso.

    ya se me descosen las costillas, help me aaaaaaaa
     
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    Amane

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    El chico me contestó a la pregunta mientras seguíamos moviéndonos, en aquella ocasión con él dando un paso hacia el lado y yo imitándolo como había hecho hasta el momento. Sus gustos no me sorprendieron especialmente, como bien cabría esperar, y después añadió que podría instruirle sobre música clásica ya que no conocía demasiado al respecto; eso tampoco me sorprendió, de hecho, porque solía ser el caso para la mayoría de personas, especialmente para adolescentes.

    —Vale, pero aquí va a ser difícil —contesté, sin pararme a pensar que probablemente el muchacho no tenía interés en hablar de aquello por fuera del contexto en el que nos encontrábamos en ese momento.

    Sea como fuere, luego propuso intentar hacer unos giros como nuestros compañeros de pista y yo asentí con la cabeza, sin necesidad de dedicarle demasiadas neuronas al asunto; no creía que un par de giros fuesen demasiado problemáticos, incluso para alguien sin experiencia como nosotros. El muchacho me ayudó a realizarlos, tal y como había prometido que haría, y no mucho después de aquellos pasos, la canción terminó. Me separé del chico y miré a nuestro alrededor, viendo como nuevas parejas eran arrastradas al centro mientras que otras tantas se iban alejando del mismo.

    >>Nos vemos —fue todo lo que le dije al pelirrojo, una vez volví la vista hacia él, y con ello seguí a los alumnos que estaban yéndose de la pista.

    Podía haberme quedado a seguir bailando, no habría tenido mayor problema con ello y podía haberme servido para seguir investigando al respecto; la cuestión era que había distinguido a Emily bien lejos de todos, y ni siquiera me hizo falta analizar demasiado para saber que la decisión correcta era ir a su lado.

    eso fue bastante mejor de lo que había esperado con ella JAJAJA so thanks for that uwu

    Alethea 2.png

    Mi invitación pilló por sorpresa a Sasha, lo que inevitablemente provocó que la sonrisa se me ensanchara con cierto aire divertido, y la misma solo se mantuvo en su lugar al escuchar lo siguiente que dijo en respuesta. Me pareció que genuinamente creía aquello, pero también pensaba que quizás estuviera siendo algo modesta al respecto; no tenía intención de presionara con el tema, aunque sí quise acercarme un poco más para darle algún que otro consejo que le permitiera relajarse en caso de que acabaran eligiéndola para salir a bailar. Al final, sin embargo, a la que acabaron sacando a la pista fue a mí, y no pude evitar la nueva sonrisa que se me escapó al escuchar el comentario de la amiga de Ri.

    —Buenas tardes —saludé al muchacho con el que me habían emparejado en cuanto estuvimos lo suficientemente cerca—. ¿Cómo te llamas? Yo soy Alethea. ¿Tienes algo de experiencia bailando?

    Hygge holitas uwu7
     
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    Bruno TDF

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    A continuación voy a postear con mis cuatro pibes de un tirón, por lo que se viene tremendo tochazo, aviso.

    Hygge A Hori le tocó bailar con Gaspar <3, su intervención la podrás leer al final de este post.

    [​IMG]

    El flujo de nuestra danza adquirió mayor naturalidad cuando el ritmo dejó de ser el centro de los pensamientos. Bleke había comprendido desde un comienzo dónde se hallaba la auténtica esencia y supo guiarme con precisión hacia la misma, sin hacer uso de la palabra, sólo a través del silencio que nos enlazaba. Bastaba con conceder una mirada, un gesto o el contacto de nuestros cuerpos para que el otro realizara un acto de lectura. Gracias a esta dinámica, ahora acompañaba a Middel en el plano que era en verdad relevante: el de darnos a conocer un poco más. Sincronizados en la actual conversación, nos desprendíamos de la música con la fuerza de un compás diferente, más propio. Era la mezcla personalizada.

    Mientras tanto, el relato sobre el observatorio de Estocolmo había adoptado la forma de un núcleo alrededor del cual Bleke y yo empezamos a orbitar, como cuerpos celestes realizando un intercambio de energía. Sus ojos seguían puestos en mí con su fuerza glacial. Pero ya no buscaba detectar ademanes que delatasen mis pensamientos, vi en ellos lo centrada que estaba en absorber los escenarios que mi voz dibujaba. Me ocupé de satisfacer su interés, valiéndome de precisas descripciones y de algunas pausas con las que generaba un mínimo suspenso, pero que a su vez aprovechaba para seguir sus pasos de baile. La cuestión comenzó a darme cierta sensación de familiaridad, ya que hablarle de este modo me recordaba a nuestra conversación sobre Antígona y Los crímenes de la calle Morgue, con la obvia diferencia de que el asunto no se trataba de libros.

    Bien pensado, era la primera vez que le hablaba a Bleke sobre mí persona, sobre parte de mi familia. En la ocasión del campamento, ella me había mencionado a una prima, a su abuelo y las cenas de San Nicolás; se podría decir que entramos en una suerte de equivalencia ahora que ella sabía el nombre de mi padre, a lo que se dedicaba y las actividades que realizábamos juntos.

    La mención de los campos terminó por estirar su sonrisa con aquella sutileza que tanto la caracterizaba y, cuando terminé de hablar, mencionó que tenía un amigo al que también le gustaba mucho la astronomía. Con una sonrisa la invité a que me diese el nombre de esa persona, pero la observé con más detenimiento al notar el repentino alzamiento de sus cejas, como si de repente se hubiese dado cuenta de algo. El nombre que recibí me resultó bastante sorpresivo si debía ser honesto; tanto, que algo de diversión acabó por deslizarse, como un hilo, en el tono de mi voz.

    —Recuerdo perfectamente a Joey —dije—. No me extrañaría que estuviese mirándonos ahora mismo, oculto entre la gente —aunque en su momento me había incomodado que Wickham nos espiara, actualmente rememoraba el hecho como una anécdota graciosa.

    Le sentí afianzar el agarre de mi mano y el contacto sobre mi hombro, lo cual interpreté como una anticipación de algo que, finalmente, me revelaron sus ojos en el último instante. También afirmé mis agarres antes de seguir su movimiento, consistente en un giro veloz. Nos desplazamos con una rapidez repentina, vertiginosa, que se sintió liberadora. Fue como una explosión suave de nuestra energía, en la que trazamos, alrededor del núcleo, los brazos de una galaxia en espiral. Luego vino su pregunta, ante la cual sonreí con tranquilidad.

    —Prácticamente he crecido bajo su abrigo —respondí, oprimiendo ligeramente mi mano en su espalda para pedir permiso de guiarla en el siguiente paso—. Aunque actualmente me hallo más enfocado en mirar hacia el mundo, sentirlo y comprenderlo en profundidad, siempre existe el deseo de un reencuentro con el cielo nocturno. El campamento me ha ofrecido la posibilidad de reconectar, pero… supongo que no me di por satisfecho —envolví sus dedos floreados, comuniqué con una mirada que la iba a guiar y nos deslicé con seguridad hacia un costado, imitando casi al detalle los mismos movimientos con los que ella me había hecho danzar; un poco menos limitado por la amabilidad, pero siempre cuidándola— ¿Estás interesada en ver el cielo convertido en un mar de luces? ¿O prefieres centrar la observación en otro lugar?

    Al mismo tiempo que formulé esas preguntas, la música se desvaneció con lentitud para dar lugar a otro tema, bastante rítmico también, pero muy diferente del jazz que estuvo sonando hasta hace unos momentos. Abby Miller, así le había presentado Markus, fue quien esta vez se apropió del micrófono para motivar al público y, al igual que Ferrari, captar gente del público. En el medio nos otorgó libertad a quienes bailábamos. Miré a Bleke con una expresión tranquila, relajada.

    —No tengo problema en permanecer—reconocí—, pero podemos continuar la conversación fuera de la pista si así lo deseas.




    [​IMG]

    No era ni de lejos un bailarín experto como el tal Ferrari o la bonita de Hiradaira, pero disfrutaba del asunto tanto como ellos. No por amor al arte, creo que era lo que más nos diferenciaba. Mi motivación estaba más bien dirigida a la cercanía de los cuerpos, hacia la sensación del calor ajeno y sobre el sinfín de cosas que se podían transmitir a labios cerrados, sólo con el deslizamiento de las extremidades y el placentero vaivén de los músculos. Los escenarios donde me pulí no eran los salones ni mucho menos una academia de danzas, no… Yo me había formado en las aventuras nocturnas a las que me lanzaba incluso los días de semana. Al menos así fueron las cosas antes del asunto que me obligó a estar ausente de la academia. Pero seguía conservando una impecable comunicación corporal, con la que lograba que incluso las más tímidas se adaptaran a mis designios.

    O’Connor no entraba en esa categoría, por supuesto, porque lo suyo se aproximaba más bien a la calma extrema, como si la rodeara un halo de impenetrable indiferencia. Pero recibió a la perfección lo que mi cuerpo transmitía, siguió con bastante soltura mis pasos. Entre los profundos ojos violetas y la negrura de sus cabellos mecían en la danza, adquirió el encanto de una sombra. Respondió a mi pregunta para confirmar que, efectivamente, era de Gran Bretaña; la sonrisa de satisfacción volvió a cruzar mi rostro varonil, mientras registraba que era una muchachita proveniente de tierras escocesas.

    —Soy de Croacia, vengo del pequeño pueblo de Motovun —conté sin dejar de dirigirla por la pista; la naturalidad con la que O’Connor se adaptaba a mí permitía acelerar un poco la velocidad, para acomodarnos mejor con la música esta—. Sólo crecí allí en parte —me encogí de hombros—, porque llevo la misma cantidad de años viviendo aquí en Japón. Me tuve que venir por cosas de la familia —era un modo de decirlo, si debía ser honesto, pero sobrellevaba bastante bien aquel asunto.

    >>¿Llevas mucho tiempo en esta tierra lejana? —inquirí— ¿Te gusta?

    En ese momento, Abby tomó el micrófono y su voz grave fue un deleite para mis oídos. Pero me concentré en observar a O'Connor con la sonrisa siempre plantada en mi rostro, de a poco absorbía la nueva canción que comenzaba a sonar, la cual me gustaba bastante más is debía ser honesto. Yo planeaba continuar con esto independientemente del cambio de música, por lo que quedaría en la chica la decisión de seguir o dejarme vía libre.



    [​IMG]

    Decir que me lo estaba pasando pipa era muy poco, ninguna palabra alcanzaba para describir el enorme goce que me daba protagonizar un buen espectáculo. Estaba más acostumbrado a esto de lo que la gente a mi alrededor podía imaginar. Ya perdí la cuenta de cuántas veces bailé frente a un gran público como el que nos miraba, y desde luego no era la primera vez que tomaba un micrófono para atraparlos con mi voz. Podía interpretarse como que estaba viviendo el sueño de mi vida al presentar la banda, darles la bienvenida y zambullirme entre la paz de las personas, pero eso era algo más bien, cómo decirlo… ¿rutinario? ¡Puede ser! El punto es que momentos como este no perdían su magia para mí, seguía disfrutando de cada paso, de cada show y de cada persona como si fuese la primera vez, ¿Qué más se necesitaba para sonreír además de una buena música mezclada con una danza brillante?

    Así las cosas, cuando empezó mi parte favorita, la de tomar a la gente por sorpresa para llevarlos a la pista, me enfoqué en aquellos que me parecieron medio recatados o tímidos. Las dos señoritas que leían bajo el árbol, el pibe moreno con pintas de tranquilito, su amiguita seria, el pelirrojo que parecía no querer estar ahí, entre otros. Me gustaba descubrir qué tenían para ofrecer las personas con esas apariencias tan sosegadas, y por ahora me gustaba lo que veía, la manera en que se descubrían y trataban de acomodarse a la música pese a lo inesperado de la situación. Lamenté un poco que el chico de los ojos intensos dejara plantada a Fiorella, eso sí que fue incómodo, pero decidí dejarle un poco de espacio cuando regresó a su teclado; si intentaba animarla, seguro hacía que se sintiera peor y eso… bueno, no era la idea del espectáculo. Por lo menos se le acercó el Mini Ishi que era un tipazo.

    Abby entonces se apropió del micrófono, puso un tema de lo más molón en el que me pareció reconocer su bella voz y, como no podía ser de otra forma, me dieron ganas de bailar. Qué suerte que la chica me cazó por la muñeca para darme otros cinco minutos de gloria, cuando me puso frente a la gente simplemente les tiré un besito, todo contento, todo sonriente. Y para mejor, ¡mi compañerita de baile era la mismísima Sophie!

    Ciao! —la saludé en italiano, contento a más no poder— ¡No sabes las ganas que tenía de esto! —me reí con gracia, mientras abría bien las orejas para absorber la música de Abby. Empecé a mover la cabeza, siguiendo su tempo— Me gusta este tema, es tan urbano y cool—alcé un índice para seguir detectando el compás con el que debíamos movernos, no estaba acostumbrado a este estilo pero me agradaba el desafío— Con permisito...

    Me puse algo cerca de ella, lo que remarcó bastante nuestra diferencia de alturas. No tomé su mano, sin embargo, sino que empecé a mover los hombros siguiendo la percusión del tema, a la vez que marcaba unos pasos más calmos cerca de ella.

    —Sigue mi movimiento de hombros y pies, vamos a empezar despacio para que puedas absorber la música en tu cuerpo —afirmé, fluyendo corporalmente con la música—. Ardo en ganas de ver el fuego que escondes, diablita.

    >>¿Qué te viene pareciendo al show hasta ahora? ¿Te gustó?



    [​IMG]

    Como cabría esperar, la predisposición manó cual manantial de la actitud de Ethans frente a la perspectiva de bailar frente al público, e incluso expresó la idea rimbombante de entremezclar su ser con Pierce entre las fronteras rojas. Pero cuando el fuego oscuro osciló junto a la negativa de su potencial compañera de danza, una de mis cejas se elevó algunos milímetros, apenas unos decibeles en el volumen de mi desconcierto. No era un sujeto entregado a ideas preconcebidas sobre las personas que conocía, pero había asumido que Sasha celebraría la idea; la suposición se basaba en el aura que la envolvió sobre el escenario del salón de actos y las ideas allí conversadas.

    No existió mayor chance para componer otra divagación, pues Abigail emergió frente al micrófono para apoderarse del show con una energía apabullante. Seguía sosteniendo la idea de que su forma de avasallar al público seguía las mismas directrices de Markus, pero lo hacía con una energía más atractiva, sensual. Ella también empezó a arrastrar a los más desprevenidos de entre el público, me tomó de la muñeca y permití que me deslizara sin más. La idea de bailar no me desagradaba.

    Mi compañera era una muchacha que rebosaba esencia de idol japonesa. Cabello violeta, largo y lacio, brillantes ojos rosados y una energía tan deslumbrante que me hizo recaer en la obligatoriedad de acomodar los lentes sobre mi rostro, para protegerme de la metáfora de su apariencia. En el aire sonaba una música que no reconocía de ninguna parte, para el sentir la voz de Abigail interpreté que debía tratarse de una composición original. Luego le plantearía el interrogante correspondiente.

    Miré a la joven frente a mí sin realizar movimiento alguno. Asumí que no debía presentarme, a razón de que Markus lo hizo previamente frente a la multitud. Si desconocía mi identidad por una desafortunada casualidad, no dudaba en que lo remarcaría. Así que procedí a preguntarle lo básico:

    —¿Cómo te llamas? —la observé desde detrás de mis gafas oscuras— ¿Es posible que tengas experiencia en baile?

     
    Última edición: 4 Noviembre 2023
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    Zireael

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    No creía que hubiese que temer por la integridad del teléfono de Sasha en realidad, con todo y mis pintas quería decir, era bastante evidente que ella se había montado el circo porque me conocía y que yo había reaccionado precisamente por eso, pero pues no se perdía nada con la amenaza. Igual Izayoi debía agradecernos por semejante escenita de entretenimiento.

    —No creo que haga falta la tortura medieval —advertí aunque era raro que yo saliera a dizque defender a alguien—, pero también se entiende que lo consideres posible.

    Mi ocurrencia de las patadas la hizo sonreír, accedió a la estupidez y a mí se le aflojó una risa. Suponía que era el karma, ¿no? Había mandado a Altan a empujones, así que ahora me comía una mierda y le montaba el espectáculo a Sasha de paso.

    Me tomé un instante para fingir que estaba calculando mi curso de acción, me concentré tanto que seguro dio la sensación de que se me iba a fundir la única neurona que tenía en funcionamiento. A ver, ¿tenía que parecerse a esos que a veces bailaban en los parques con música parecida a esta? En teoría, pero qué horror.

    Pretendí hacer el movimiento que sugerí, salió bastante tieso y aunque me habían caído nervios por la cámara presente, ante semejante show prácticamente se me escapó una carcajada. Hombre, cuando se lo contara a mis hermanos se iban a descojonar, de verdad.

    —Pasos prohibidos pero de lo penosos que van a salir —dije en medio de la risa.


    si alguna vez pensé que Arata no podía ser más estúpido, that was a lie just look at this me ahogo

    Cayden.png

    Lo que respondió a mi comentario de que podía instruirme en música clásica me sorprendió un poco, pero viniendo de ella, de su inexpresividad, me sonó estúpidamente genuino por alguna razón. Fue como si me lo dijera un niño pequeño, por estúpido que sonara, y me estiró una sonrisa algo enternecida en el rostro en medio de mis líos mentales.

    No respondí nada como tal, asentí con la cabeza cediéndole razón y lo dejé estar. Ella accedió a los giros, así que le ayudé como le había ofrecido y justo cuando terminábamos uno noté el cambio de música. Fue bastante brusco, no por la transición, sino por la diferencia de ritmo en sí misma así que cuando ella se separó me pareció lo más normal, porque yo habría hecho lo mismo en caso contrario.

    —Hasta luego. Fue divertido —dije hacia la muchacha antes de que se fuera.

    Me quedé unos segundos estaqueado en el espacio en lo que los otros se acomodaban, noté a Arata cediendo a la ola, a Pierce con el teléfono en mano y vi a Sonnen apartado del resto. Mi propio cuerpo se tensó entonces, recuperé conciencia de mí mismo, del espacio y de las mierdas. Había rechazado mi propia resistencia ya un buen rato, demasiado quizás.

    Me quité el sombrero que me había puesto Anna, divisé la bolsa por ahí y caminé esquivando a los demás para meterlo allí y dejé la bolsa en un lugar visible para los chicos del club, suponiendo que luego recogerían los demás o algo. Con eso hecho, giré sobre mis talones, salí del cuadrante, esquivé a la gente que estaba en el patio y abandoné el espacio.


    ngl fue gracioso JAJAJ gracias por dejarla con el niño un ratito <3
     
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    Fiorella 2.png

    Mi vista aún seguía fija en algún lugar del teclado por qué en si solo supe que Abby se había levantado fue cuando escuché su voz por el micrófono, note en poco al echarle un vistazo rápido a todo que había una nueva tanda de parejas que para ser sincera no me interesó ver más de lo normal.

    Más bien estaba tratando de mantener mi respiración tranquila, no la quería acelerada me sabía muy bien que venía después de eso y lo menos que quería era llamar la atención más de lo que ya había hecho.

    De hecho estaba tan sumida en mis pensamientos que ni note que alguien se me había acercado, tan solo parpadee en poco cuando en mi campo de visión apareció un zumito de manzana, fruncí el ceño para después alzar mi vista.

    Era Kohaku.

    Intercale mirada entre el, y el zumito ladee en poco la cabeza de seguro estaba aquí por lo que había pasado no hace mucho, si es que podía decirlo así. Para ser sincera esto me hizo recordar el día que lo había conocido, prácticamente también había vivido la vergüenza del siglo (pero está de aquí ya la superaba), el chico había aparecido así como ahora o bueno fue diferente ya que casi me chocaba con el.

    Suspiré en poco antes de buscar sus ojos cuando me hizo la pregunta, en si creo que eso era lo que había tratado de hacer desde que pasó lo que pasó, mire todo por última vez antes de recoger el zumito.

    Solo asenti antes de pararme.

    —Gracias —alce el jugo mi voz sonó algo apagada—. Pero de todas maneras no tenías que preocuparte —ante de avanzar para volver adentro lo mire—. Por cierto no quiero que te sientas obligado a querer acompañarme, dijo por lo viste.

    En si no lo decía por mal, la compañía de Kohaku no me molestaba para nada y dudaba mucho que lograra hacerlo algún día me sentía cómoda a su lado, pero odiaba que sintieran lástima por mi había vivido toda mi vida rodea de eso y nunca me beneficio.

    Más bien todas fueron falsas.

    Sophie.png

    Sonreí en poco mientras miraba a Markus se lo miraban muy, obviamente tenía esa sonrisa que siempre se cargaba encima y para ser sincera era contagiosa, mi mirada lo recorrió de arriba abajo por algunos segundos cuando empezó a mover la cabeza siguiendo el tempo de la música que ahora sonaba, prácticamente era como lo hacía yo cuando tocaba la guitarra.

    La cosa fue que me dio gracia lo que dijo antes de eso, seguí con la mirada todo lo que hacía hasta que el alzó el índice para seguir marcando el compás de lo que se escuchaba, bueno y lo que pasó después hizo que casi retrocediera parpadee en poco obviamente pidio permiso pero lo había escuchado demasiado tarde, hasta tuve que hacer en poco la cabeza hacia atrás ya que él era más alto que yo.

    ¿Estaba nerviosa? Para nada.

    Lo que me ponía realmente de nervios era tener a las personas así de serca.

    Pero claramente no se lo pensaba demostrar.

    Ladee la cabeza cuando empezó a moverce siguiendo el ritmo de la música con los hombros, y después marco unos pasos serca mio, seguí todo lo que hacía lentamente hasta que asentí a su indicación. ¿Entonces así empezaba todo?.

    Una risa se escuchó de mis labios cuando escuché lo que dijo: Que ardia en ganas de ver el fuego que escondia.

    Moví la cabeza siguiendo el ritmo para empezar hacer lo que el había dicho, mis hombros se movieron en la misma forma que él lo hacía y después hice los mismo con los pasos marcados.

    Me concentre en lo que hacía para mirarlo antes de preguntar: —¿Lo estoy haciendo bien? —la pregunta salió algo baja pero firme.

    << Me ha gustado mucho el evento —sonrei—. Estaba todo muy impresionante, y claramente me gustó mucho como bailaron tu y tu compañera.

    No dije nada hasta un segundo.

    —¿Y ahora que sigue?
     
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    Hygge

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    El hecho de que me llegasen las dos etiquetas casi al mismo tiempo y que los diálogos sean muy similares me ha hecho demasiada gracia xD

    [​IMG]


    —Un refresco de limón marchando para la señorita —Extendí el brazo, acuclillándome de la nada junto a la niña cuando llegué.

    Para ese entonces la cosa se notaba bastante revuelta por allí. Me había tomado mi tiempo de ir a la cafetería con bastante calma, para qué mentir, de modo que ni de coña había visto el espectáculo inicial. Mi dieta se basaba en comida basura, pero si de algo realmente no podía vivir eran las bebidas energéticas. Creía fervientemente que había nacido sin energías para vivir y esas mierdas eran como pilas desechables. El número que tomaba al día no interesaba a nadie.

    El caso es que me planté en el césped con la lata y un donut, y solo entonces atendí a las personas que estaban en el "escenario" en ese instante.

    >>¿Qué mierdas hacen esos de allí? —cuestioné con la boca llena, bastante perdido de toda la cuestión.

    —Sacaron a bailar a varios espectadores al azar. Dicen que harán otra ronda pronto —Noté en la mirada de Anisphia cierto rechazo al verme algunas migas de dulce por la mejilla, pero terminó entornando los ojos con suspicacia al reparar en algo—. Te has perdido lo más importante. ¿No eras tú el que quería que viniese?

    —El deber me llamaba —me excusé alzando la lata y dándole un trago, desinteresado con todo aquel espectáculo—. Lo importante es que no se acabó, ¿no?

    No parecía muy convencida de ello, pero como si el universo se pusiese de su lado el karma terminó pagando mi poco interés siendo la siguiente víctima en acudir a la pista de baile. La chica que parecía hacer las veces de técnica de sonido nos sacó a Brown y a mí de la nada, y tuve que tragar con fuerza el último trozo del dulce antes de asimilar la situación.

    Si quise negarme fue inútil; la presión de las tres chicas que me acompañaban fue suficiente para hacer que levantase el culo de ahí un poco a regañadientes. Noté de reojo una sonrisa divertida en los labios de Müller y meneé la cabeza con resignación.

    Ah, qué remedio.

    —Hey. Kagehira Yuu —Me presenté ante la tal Alethea cuando estuve a su lado. Tenía un cabello llamativo y unos ojos bastante bonitos, para qué mentir. Me encogí de hombros ante su pregunta—. Literalmente soy un negado para cualquier tipo de arte. Lo mio son los ordenadores —Dejé escapar una risa nasal. Había que ver dónde me metía—. Creo que puedes hacerte una idea de la rigidez que llevo encima.

    >>Dame una buena noticia y dime que puedes carrear este equipo.


    [​IMG]

    Cuando parecía que aquel espectáculo había sido todo, comenzó una dinámica de lo más inesperada. Muchos artistas se vanagloriaban de sus breves minutos de fama para acaparar todos los focos y estirar el chicle lo máximo posible, pero en este caso los protagonistas le pasaron el relevo ni más ni menos que a sus propios espectadores.

    Seguí atenta a cada una de las parejas que se iban formando, soltando una risa baja ante el rechazo de algunas y la timidez de otras. Solo uno de ellos se negó a participar, pero el resto se tragaron la vergüenza como bien pudieron y realizaron alguna que otra demostración de lo más entretenidas. Podía notar al vuelo la experiencia acumulada en la fluidez del movimiento de algunos. Agradecía que los más rígidos e inexpertos le diesen un intento a una actividad tan liberadora como lo era el baile.

    Siempre había visto la danza como un medio para canalizar mis emociones. Bailaba cuando me sentía eufórica; me descargaba cuando la energía en mi cuerpo amenazaba con estallar. Si me invadía un sentimiento de pesadez, la música se lo llevaba consigo como las palabras lo hacía el viento.

    Bailar me hacía libre, pero en el contexto en el que lo hacía nunca lo había sido del todo.

    Por ello cuando me invitaron a bailar también a mí sentí un vaivén de emociones presionarme el pecho por unos instantes. Había algo que me ató al suelo, susurrándome al oído que ya no tenía derecho a hacerlo. Pero la nostalgia fue mucho más fuerte, y corté las raíces que se cerraban sobre mis tobillos para alcanzar al que se suponía que sería mi pareja de baile.

    —Hoshino Hori~ Encantada de conocerte, trumpet boy —No esperaba que mi acompañante formara parte de las personas encargadas del evento, pero eso solo lo hacía todo más interesante. Cuando me alcanzó su pregunta mi expresión se iluminó, aún si fue de manera inconsciente. Esa era toda la respuesta que necesitaba—. Podría decirse que sí. Hace tiempo que no practico, pero dicen que uno siempre vuelve a donde fue feliz, ¿no?

    La música que nos había tocado bailar sonaba de lo más urbana. Era una mezcla arriesgada, pero que cumplía perfectamente su papel. Cerré los ojos, siguiendo el tempo de la melodía con movimientos suaves de la cabeza. Podría probar a usar una parte de alguna coreografía que pudiese ajustarse a las vibes de la canción. Nada muy elaborado.

    >>Si no tienes ninguna sugerencia, puedes probar a imitar estos pasos. Con hacer tres de los más sencillos y repetirlos entre ellos será más que suficiente para dar la sensación de que hacemos algo —Le guiñé uno de mis ojos, confiada en lo que decía—. ¿Qué me dices? ¿Listo para una masterclass express?
     
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    Gigi Blanche

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    Bleke 2.png

    Hubert tomó el liderazgo de la danza en un momento dado, mientras me contaba cómo ahora mismo su enfoque descansaba en el deseo de observar y comprender el mundo. Parecía, a mis ojos, un muchacho con metas claras. Ponderé su pregunta algunos segundos, deslizando la mirada ligeramente hacia abajo. Permanecía en mi pecho el vacío que Ophelia había señalado años atrás, aquel que expuso tras clavar las uñas y abrir la carne. ¿Cuáles eran mis motivaciones? ¿Qué podría interesarme observar?

    —No le he concedido demasiado pensamiento —confesé, aún con calma—. Pero podría echarle un vistazo. Debe ser un cuadro encantador.

    La música comenzó a mermar debajo de mi voz, ante lo cual relajé la postura de baile y le regresé su espacio a Hubert. Mantuve mi atención sobre la presentadora hasta que inició una nueva canción y el cerebro me hizo un ligero cortocircuito. Esto... ¿cómo se suponía que bailara esto? Hubert me ofreció que permaneciéramos en la pista, pero a mí la idea no me resultó muy tentadora. En cualquier caso debía quedar poco de receso y ya había tenido una nueva idea.

    —Ven —murmuré, estirándome para envolver su muñeca, y lo guié con tranquilidad fuera del escenario.

    Quizás estuviera errada, pero decidí mantenerme en la posibilidad de que, de tenerlo presente, ya me lo habría mencionado. Fuimos sorteando a la gente, alejándonos del edificio escolar. Arribamos al camino de piedra y lo recorrimos hasta que la torre del observatorio asomó entre los árboles que rodeaban el invernadero. Me detuve, miré a Hubert y le señalé la cúpula de la cual asomaba el lente de un gran telescopio.

    —También puedes mirar el mundo y el cielo nocturno, ¿verdad? —convine—. Inauguraron la torre hace poco, tengo entendido que la utiliza el club de astronomía pero suele estar vacía durante los recesos.


    Morgan 2.png

    Ah, Croacia. Si lo estiraba lo suficiente podría afirmar que tenía pintas mediterráneas; al menos más que yo seguro. No había punto de comparación entre las tierras soleadas y las aguas cristalinas de su país con las montañas grises, el cielo encapotado y el eterno viento del mío. Aún así, prefería Escocia. El verano y yo no nos llevábamos muy bien.

    —Me mudé el año pasado con mi mamá y mi hermana pequeña —le respondí, y mantuve mi mirada en él unos segundos antes de continuar con su siguiente pregunta—. Supongo que sí. En mi tierra natal amé y odié a partes iguales, aquí hay más calma.

    No sentía una necesidad marcada por regresar a Inverness, no aún, al menos. Tampoco le otorgaba mucho pensamiento. Quizás algún día me apeteciera y simplemente lo hiciera, y eso sería todo.

    El cambio de música fue notorio, sin embargo no me desagradó. Repasé a Bergren con la vista, levemente divertida, al adivinar que este ritmo le sentaría como pez en el agua. Interpreté la pregunta en sus ojos y solté el aire por la nariz, comenzando a seguir la canción con movimientos sutiles.

    —¿Tienes algún paso secreto que puedas enseñarme para coronarnos como los mejores de la pista? —inquirí, medio en broma, medio en serio.
     
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    Rojo FireRed

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    Una vez "resuelto" aquella suerte de contratiempo, Shimizu se empezó a sentir más en ambiente, seguía pareciendo un pez fuera del agua, pero al menos estaba poniendo un esfuerzo verídico en tratar de ser agradable.

    Se le comentaba bastante el empeño, pero la ejecución era paupérrima, ¡Aunque no era algo malo en si! Absolutamente todo lo opuesto.

    Era refrescante, Sakuya se lo estaba pasando bomba con todo el ridículo que estaban haciendo juntos.

    Sin embargo, parecía ser que el castigo propuesto para el DJ le era algo extremo, considerando su pinta de gamberro, ¿Castigo medieval decía? Se sorprendería de saber que era la suerte más piadosa, entre comillas, que podía sufrir un desafortunado idiota en esos días.

    Dejando eso de lado, hizo un intento, si es que a eso se le podía llamar, de bailar, el pobre estaba tan tieso que parecía que le hubieran vertido cemento en los huesos, a tal grado que su misma penuria le causó gracia.

    En virtud de lo mismo, Izayoi dejó salir una carcajada también, divertida con la situación, para luego tomarle de las muñecas.

    —Bueno, solo hay que soltarse un poco, parece que te fueran a crucificar —dejó salir con una leve risa, para empezar a llevar el ritmo—

    Si bien su baile era marginalmente mejor, por lo menos tenía más soltura, y lo más importante, ¡Si estaban en sincronización con el ritmo!

    El carmesí se instaló de manera firme en sus mejillas, un mensaje del subconsciente, su mente, al tanto del papelón universal que estaba haciendo, pero no le importaba en absoluto, era demasiado divertido como para pensar que estaba haciendo el ridículo.

    >>¿Lo ves? No es tan difícil.
     
    Última edición: 6 Noviembre 2023
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