Exterior Patio norte

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

    Tauro
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    Watanabe hizo un puchero, para ella clubs como los de lectura o jardinería no le pegaban para nada, pero la calma que tendía a demostrar su senpai si combinaban con ellos, aunque no le recriminaría por menospreciar sus gustos, pues ella también lo hacía con los suyos, por lo que no tenía cara para corregirle.

    —¿Q-qué? — Ante la enérgica propuesta de Kurosawa... o más bien orden, Nagi quedó perpleja— ¿¡E-ehhh!? —exclamó retrocediendo un paso inconscientemente, negando un poco con las manos y cabeza— ¿E-estas segura de lo que dices, senpai? — Su rostro atónito se transformó a uno preocupado y algo nervioso—. Po-podrían ocurrir muchas cosas malas conmigo ahí —contestó, tragando saliva para desviar la mirada, jugueteando con sus dedos mientras balanceaba con suavidad un pie por el piso— ¿No te conté sobre la última vez que cocine? —murmuró —. Mi madre casi me mata por la abolladura que dejé en la olla... ugh...

    Pero era verdad que tenía que aprender a cocinar en algún momento, más aún cuando su mamá estaba cada días más ocupada con sus trabajos.

    >> Pe-pero... supongo que no me dejas opción ¿N-no? — Miró nuevamente a su Senpai , algo tensa, pero al final le dirigió una sonrisa, pero aun preocupada— ¿Su-supongo que volveré a llamarte Kurosawa-sensei? Po-porque me vas a enseñar ¿No? — Se estaba arrepintiendo de soltar tonterías, notaba el ardor en su rostro—. Di-digo, apenas y se hacer men... — Trató de mantener la sonrisa, que era claramente forzada a esas alturas, suspiró, volviendo a su rostro preocupon común— La cosa es... que sí, si... creo que estaría bien... pe-pero si alguien se enferma por comer de lo que hago no me echen toda la culpa ¿va-vale? — Volvió a suspirar ¿Qué era de eso de andar cargándole sus errores de antemano a otro? Se regañó mentalmente.
     
    Última edición: 16 Abril 2020
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    —¡¿Ah?! ¿El club de cocina?—la sorpresa era evidente en el rostro de la Honda. De acuerdo, no esperaba propuesta semejante. Enarcó una ceja y sus ojos azules se abrieron ligeramente de la impresión— ¿Qué dices Emily? ¿Qué pinto yo ahí? Ya estoy en el de teatro.

    Y así era. El club de teatro era uno de los clubes menos activos de la academia... tal parecía que al alumnado no le atraía el arte milenario y sublime de la interpretación. El problema, era que estaba presidido por una persona que Mimi detestaba. Okimura Thoru. Un chico de tercero, un oportunista sin escrúpulos que no perdía el tiempo cuando de aprovecharse de su club para ligar se trataba. Dios. Le dolían las manos de darle bofetadas a ese capullo.

    Su ceño se frunció ligeramente y al cruzar los brazos sobre su pecho terminó dejando caer una pierna sobre la otra, sentada en el banco aún.

    >>Aunque Okimura-senpai es un baboso prepotente que quiere ligar con todo el mundo...

    Se mantuvo en silencio durante unos segundos, pensativa. Tal parecía que Kurosawa y la chica de primero se apuntaría al mismo club. ¿Podía ser su oportunidad de redimir su nefasto primer encuentro con ella? Con la niña. Lo que Kurosawa pensaba no le podía importar menos. Hah. ¿Rivalidad? Era más que eso. Solo por ver si podía superarla en ese mismo terreno tenía aliciente suficiente para acceder.

    ¿Qué importaba?

    Inspiró y resuelta se incorporó del banco tras dejar la caja de bento vacía a un lado. ¿Para qué darle más vueltas? Quizás era demasiado dependiente de los demás. No quería ser un gatito tratando de independizarse como la llamaba Hodges, quería tomar las riendas de su vida, demostrar que tenía un par de ovarios para valerse por sí misma. Porque aunque Mimi aún no podía verlo, era una princesita... pero una atrapada en una jaula de oro. La princesita de un padre siempre ausente. La princesita solitaria con un corazón tan frágil como el vidrio.

    Todo lo demás era simple fachada y muros y excusas baratas y ridículas.

    Pero la cerilla estaba ahí. Solo necesitaba algo que prendiera la chispa del cambio.

    —¿Sabes qué?—preguntó a nadie en particular y su voz sonó distinta. Había mucha más determinación y confianza genuina en ella—. Lo haré. A la mierda, lo haré. Quiero probar que se siente. Pero, tú vienes conmigo Em—en ese instante miró a Emily y sus mejillas volvieron a tomar algo de color... pero sus ojos no abandonaron los suyos. ¿No podía ser aquello como cuando estaba en clases juntas en primero?—. Necesitaré alguien que me instruya para que no provoque la hecatombe del siglo el primer día.

    Desvió la mirada entonces. Ah, ¿pero no se estaba emocionando demasiado? Mierda, no lo quería hacer ver tan evidente.


    >>Así que... ¿me enseñarás como preparar éclairs?—inquirió—. Son mi postre favorito. ¿Y panna cotta? ¡Ah! ¿Has probado el tiramisú?

    Su voz se exaltó y repentinamente parecía sumamente emocionada con la idea. Podía querer no mostrarlo, pero Mimiko Honda tenía un paladar fino que se derretía por los dulces.
     
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    Zireael

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    Kurosawa-sensei.

    El rostro volvió a encerdérsele en cosa de segundos, contra su voluntad y trató de ocultarlo entre su cabello oscuro. Tenía una cosa con eso de dar órdenes, para qué mentir, pero tampoco era para tanto.

    —Te dije que Kurosawa-senpai estaba bien —murmuró y luego volvió a mirar a Watanabe, a pesar de que seguía abochornada—. Pero no te preocupes, sabes que yo no dejaré que quemes la cocina o que te pase nada, ¿de acuerdo?

    El resto de su atención la atrajo Emily, ¿Honda en el club de cocina? La parte burlona de sí se encendió de un chispazo, como ocurría cuando encontraba la oportunidad de molestar a Hiroki, la diferencia aquí era que Mimiko Honda podía partirle la cara. ¿Le importaba? No. Se lo iba a pasar bomba.
    Sin embargo, la determinación que notó en ella al decidirlo le gustaba. Tenía carácter, quizás demasiado. ¿Encima iba a arrastrar a Emily con ella? Perfecto, porque aparentemente era la única criatura viva que podía dominar el genio de mierda de la princesa.

    Soltó una risa suave y separó su rostro de sus rodillas, para apoyar sus manos a ambos lados de su cuerpo en el pretil en que estaba sentada.

    —Las espero entonces —respondió con suavidad. Luego clavó sus ojos naranja en la rubia y sonrió, una sonrisa extraña, como la que suelta alguien cuando piensa en la mayor de sus travesuras a punto de ser realizada—. Supongo que puedo cumplir tu capricho, Honda-san, como presidenta no creo que me importe mucho hacer algún cambio y preparar un postre de esos finos, si tanto lo quieres.
     
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    Yugen

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    Aika había apoyado sus brazos sobre el banco y desde esa posición fue testigo de las diversas situaciones que se dieron a continuación. ¿Un club de cocina? Le encantaba comer pero cocinar no se encontraba entre sus pasiones. Sus ojos buscaron a Watanabe cuando su voz trémula y temblorosa irrumpió el silencio. ¿Podía ser más linda esa chiquilla? Aika sonrió. Le causaba una ternura inmensa.

    Cuando Mimi clavó la mirada en Shiori el gesto dulce y el brillo calmo de sus ojos celestes fue sustituido por cierto gesto burlón. Ah, zorra. Ella también pretendía burlarse de ella. Era obvio. Igual que con el perrito sin correa. Pero lamentablemente con una persona era ya suficiente. Además, no reemplazaría a Emily por nada del mundo. Mimi tenía muy claras sus prioridades. Quienes eran aliados y quiénes no.

    Y de momento, Shiori Kurosawa no estaba en la lista.

    —¿Presidenta?—inquirió enarcando una ceja. En su voz vibró cierto tono escéptico, de ligera molestia. Soltó una risa sardónica—¿En qué momento se decidió eso? ¿No se supone que el presidente es elegido por voto mayoritario entre los miembros de un mismo club? ¿Acaso quieres colgarte medallas antes de tiempo, Kurosawa-san?

    No era una pregunta, era una declaración de guerra. Casi se podía ver las chispas destellar entre ellas. Desde aquel encontronazo en la azotea, se firmó una especie de muda rivalidad. Y no importaba qué. Mimi era tozuda, terca, orgullosa y defendía aquello que consideraba justo contra viento y marea. No iba a dejarse engatusar. No iba a ser otro de sus juguetes como claramente lo era Usui. Se negaba sistemáticamente. Ni siquiera sería el juguete de Emily si no tuviera ese poder sentimental sobre ella.

    Si no fuesen amigas.

    Si no le
    hubiese hecho más llevadera su vida solitaria de mierda.

    Si no estuviese enam—

    La campana de regreso a clases no tardaría en sonar dando por finalizado el receso. De modo que Mimi se adelantó, recogió sus cosas, y alejándose, le dirigió una mirada ladeada a Kurosawa. Gélida. Un claro gesto de advertencia.

    >>Guárdate tus concesiones baratas para el perro de tu novio, seguro que él mueve el rabo—le dijo—. Pero yo no pienso ponértelo tan fácil.

    Y con esas, dejó atrás el patio norte.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Sonrió tímidamente cuando escuchó a su senpai, alzando un poco la vista para verle, estaba sonrojada, de cierto modo se le hizo adorable y divertido a la vez, al final la pequeña broma pareció funcionar.

    "No dejaré que te pase nada" Eso fue lo que proceso su mente, y sintió su propio rostro empezar a arder horrores, se tocó ambas mejillas, volteando el rostro hacía el costado, mirando la cafetería a lo lejos, ay, el karma ¿Por qué se había puesto tan nerviosa de repente? Ah, claro, estaba muy poco acostumbrada a recibir tanta amabilidad de personas que no fueran su dúo de amigas o familiares.

    —E-entonces estoy dentro —murmuró casi inaudible, que seguramente se opaco aun más con las declaraciones que empezaba a soltar Honda ¿Acaso le desagradaba la idea de que Kurosawa fuera presidenta? Le miró, con su típico rostro asustadizo, pero con el ceño fruncido... Si, definitivamente el tono usado por Mimi era demasiado desafiante, tragó grueso, algo nerviosa, no le gustaba el ambiente que se estaba formando.

    Inconscientemente se puso nuevamente sus cascos en los oídos, aferrando sus manos a estos, pero podía seguir escuchando todo con claridad, pues no estaban conectados a su celular en ese momento.

    "... Para el perro de tu novio" Hasta a Nagi le llegó a molestar eso, apretó lo dientes y con el ceño aún más fruncido desvió la vista de Mimi, a la que había estado mirando de reojo, su forma de hablar era terrible ¿No era consciente del peso de las palabras? Suspiró totalmente tensa ¿Cuando el tranquilo almuerzo terminó en algo tan incomodo? ¿O estaba exagerando? Definitivamente las discusiones le sentaban fatal.

    Para su suerte, Honda parecía marcharse de una vez. Nagi miró a Shiori, con una expresión que claramente pedía que regresaran pronto a las aulas, pero no le dijo nada, probablemente porque la tensión que sintió hace unos momentos le impedía hablar.
     
    Última edición: 16 Abril 2020
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    Zireael

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    Ah, justo lo que quería, sí. Tuvo que aguantar una risa, porque juraba que si la soltaba a Honda se le iba a aflojar la mano y le iba a meter una hostia, ahí frente a todos en el patio. Aunque fuese una cualquiera.

    —Pues te espero de todas formas, Honda. —Su sonrisa se ensanchó—. Para que me saques si así lo quieres, la democracia existe, ¿o no? Indiferentemente, si apareces con Hogdes-san sigue siendo ganancia para el club, que tendrá más personas.

    ¿La estaba molestando mientras le agradecía por ir? Joder, sí, no sabía ni cómo pero lo estaba haciendo.
    La mirada que le había dedicado también le venía en gracia, de hecho la princesa en general le recordaba bastante a un gatito enojado, aunque sabía de primera mano que sí quería soltarle un golpe, lo iba a hacer. Sin embargo, hoy no parecía ese día.

    Le había llegado la voz de Watanabe, pero la princesa siguió hablando.

    La sonrisa se borró de su rostro al escuchar su última frase. Otra vez. La cabrona de Honda tenía que dejar de meterse entre lo que sea que hubiera entre ella y Hiroki, porque para empezar no había nada, pero sobre todo tenía que dejar de usarlo como carta de ataque. ¿Perro? Sabía de sobra que se comportaba como uno, y uno con muy malas pulgas, pero eso no le daba el derecho de decirlo de aquella forma tan jodidamente despectiva. Ya ni siquiera le importaba que hubiera vuelto a referirse a él como su novio.
    No es que un lobo malhumorado necesitara que alguien lo defendiera, mucho menos si la defensa era una idiota sin fuerza como ella, pero le importaba una mierda. Estaba jodidamente molesta.

    El tiro le había salido por la culata.

    Se incorporó de golpe, con las manos apretadas en puños, con la vista clavada en la espalda de la princesa y el ceño fruncido. Bufó para sí misma, otra manía aprendida, esta vez de Katrina.
    Deseaba seguirla y desacomodarle las ideas de su cabeza de niña mimada de un solo golpe, lo deseaba tantísimo, pero allí estaba Hodges, a quien no conocía de nada, y más importante estaba Watanabe y sabía que le iba a provocar un ataque si se atrevía a tocarle un solo pelo a Mimiko Honda. Se dejó caer pesadamente junto a Hiroki de nuevo, enfadada, y cruzó los brazos bajo el pecho.
    Aún con la sangre hirviéndole, se atrevió a hablar, aunque su voz había perdido parte de su calma usual.

    —Deberíamos irnos también.
     
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    Amane

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    Emily Hodges

    Mi sonrisa se ensanchó cuando escuché que Mimi aceptaba, aun si a regañadientes a principio, para finalmente mostrar una expresión de sorpresa. ¿Yo, en el club de cocina?

    Sentí mis mejillas enrojecerse ligeramente cuando seguí escuchando a la rubia, riendo con cierto nerviosismo también. Sabía cocinar lo suficiente para no necesitar clases, pero no era tan buena como para enseñarle ninguna de esas cosas a la chica... ¡ni siquiera sabía lo que eran esos postres ni como se hacían!

    Pero... bueno, Kurosawa pareció contentarse ante la idea de que yo también me apuntase así que... ¡quizás sería divertido si era con gente que conocía! Y si Kashya comenzaba a comer los almuerzos que le hacía más a menudo, tendría que prepararle cosas variadas. Y quizás... quizás... a-a los chicos les gustaba e-eso... ¿verdad?

    Perdida como acabé en mis propios pensamientos, me di cuenta de la pelea de las chicas demasiado tarde, cuando Mimi pareció alejarse y Kurosawa pareció molestarse. ¿A qué chico perro se refería la rubia, a Hiroki?

    Suspiré pesadamente. Recogí las cosas del almuerzo y las guardé antes de ponerme en pie, limpiando y ajustándome la falda en el proceso. Con el corazón latiendo demasiado fuerte y las mejillas de nuevo rojizas, me volví a colocar delante del trío.

    —K-Kurosawa-san... estaré encantada de unirme al club de cocina e intentaré hablar con Mimi para que se comporte —empecé a decir, algo nerviosa—. S-sé que a veces dice cosas malas pero... es una buena chica en el fondo, así que por favor, por favor, no te enfades con ella.

    Sabía que no estaba en posición de pedir algo así pero sabía que en el fondo Mimi quería ser su amiga, solo que no sabía muy bien como tratar con las personas. Luego miré a la chica de primero, notándola terriblemente asustada.

    >>Watanabe-chan era, ¿cierto? Lo siento también, por el susto. Uhm... —comencé a rebuscar entre mis cosas hasta que encontré un pequeño dulce que había comprado con intención de ser un postre pero que acabé por no comer—. T-ten, a modo de disculpa.

    Intenté dedicarle una sonrisa tranquilizadora mientras extendía el paquete hacia ella. Una vez hecho eso, miré al chico pero fui incapaz de decir palabra alguna. J-jo, que miedo...

    >>T-tengo que irme también. Nos veremos en el club, ¿cierto? ¡H-hasta luego!

    Y moviendo la mano con algo más de entusiasmo, me alejé hacia mi aula.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Katrina Akaisa.

    Su cuerpo se tensó brevemente al oír aquel nombre. Pero bueno, ¿un día apenas y la zorra de la Academia ya estaba echándole el ojo? Sí que era rápida la jodida.

    Le sonrió, sin embargo, y siguió como si nada. ¿Qué le quedaba más que confiar en Daute? Y de cualquier forma... venga, ¿no que ni eran novios?

    Puede que no, pero ella seguía siendo una estúpida posesiva.

    —Ya luego podré conocerlos —dijo como si nada, rascándole la nuca en un gesto cariñoso.

    Habían llegado al patio norte luego de atravesar la concurrida cafetería. Había algunos charcos de agua aquí y allá, pero nada grave. Le jaló suavemente del gakuran al identificar un banco disponible a la sombra y lo arrastró hasta allí, con cierto aire infantil. Estaba contenta como una niña, al fin y al cabo.

    Mamacita.

    La piel se le erizó apenas al sentir su voz grave contra el oído, pero decidió enfocarse en el resto de la información. Estaban en la puta escuela después de todo, ¿verdad? Y ella siempre había sido una buena estudiante. No podía ni arriesgarse a perder la beca que había conseguido para concurrir al Sakura.

    —¿Un club de baile? ¡Eso suena genial! —apoyó, emocionada, mientras sacaba su almuerzo de la bolsa—. ¿A qué clase va esta Anna? Con tan poca información poco puedo hacer, cariño~

    La comida a veces se la preparaba ella misma o su madre, dependiendo cuál de las dos estuviera menos cansada. Solían bromear y hacer apuestas vacías al respecto, pero al fin y al cabo era divertido. Le sonrió a Daute con cierta chispa de malicia y sujetó un rollo de omelette con los palillos, acercando la comida al muchacho.

    —A ver, mi cielo —dijo, con claro aire teatral—, di "ah~"
     
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    Insane

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    Asintió suavemente dejándose llevar hasta el banco donde tomó asiento luego de ella, viéndola sonreír. Pff, le provocaba comérsela a besos. La vio sacar el almuerzo mientras hablaba, escuchándola atentamente; evidentemente él también estaba emocionado por el club de baile, era una forma de deporte que amaba genuinamente, tanto como levantarse a trotar en la madrugada antes de ir al instituto.

    —Es de segundo —divagó tratando de recordar las letras—, 2-2, creo —se anticipó mostrándole los dientes al empezar a reír.

    Risueño pestañeó suavemente.

    —¿Te gustaría unirte a algún club, Sasha? —cuestionó viéndola llevar el almuerzo a sus labios, abriendo la boca para comer.

    Realmente en muchas ocasiones pensó en decirle que dejara de trabajar, que él fácilmente podía ayudarle a pagar lo que necesitaba. Vivienda, alimentación, lo que fuera, sin embargo el miedo de ofenderla lo detenía. No eran novios ni siquiera.

    —Puedo hablar con mi padre —murmuró desviando la mirada—. Ya sabes, otro empleo.

    Tampoco es como si su familia supiera de Sasha, donde aquello se le escapara veía probabilidades altas de que le dieran un puño en la oficina de su papá, el cual estaba preparado para que éste al pasar a la universidad comenzara a salir con mujeres de la alta alcurnia, por ahora le decía que las mujeres no eran más que un buen polvo para el estrés.
     
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    Zireael

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    Había seguido a Kohaku después de que él llamara al tanuki y le dijera que estaría en el patio norte. De verdad estaba haciendo un esfuerzo colosal por no cagarse de risa a lo largo del trayecto al patio, porque cada vez que repasaba las imágenes mentales sentía que iba a estallar.
    Encima, ¿qué pasaba con eso de la camisa desarreglada del chico? Qué maldito espectáculo se estaba clavando Gotho, por amor de todo, ¡sin saber siquiera que Jez no estaba!

    Cuando dio el primer paso en el patio norte miró a Ishikawa de costado, soltando una risa por la nariz.

    —¿No pensabas dejar que todo el Sakura te viera el pecho, Ishikawa? Además de Gotho y yo, quiero decir. —Se le escapó la primera risa que no pudo contener, le hizo vibrar el pecho y luego inhalar aire con algo de fuerza, para no terminar carcajeándose sin soltarle todavía la mejor parte del asunto. Se dejó caer sobre un banco, quitándose el flequillo de la frente con la mano—. Ya, ya, perdona. Joder, es que no puedo con mi vida ahora mismo.

    Estaba muchísimo más suelto, ¿no? Aunque Konoe le había tocado los huevos y Kurosawa lo había dejado hecho una desgracia con patas. Ya de por sí Kohaku se había ganado el favor el día anterior, pero después de la idiotez de Natsu y todo lo que había pasado con Anna se sentía... Considerablemente más liviano.


    Gigi Blanche hold my stupid son for a sec he's w a s t e d

    Also wth vas a aventar a todos tus pendejos al patio sis *enciende la F*
     
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    Gigi Blanche

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    Asintió, conque la 2-2. Hizo un repaso mental de los estudiantes que tenía presentes de segundo año, pero eran demasiados y el nombre Anna no le sonaba de nada.

    —Luego vamos a su aula y preguntamos por ella, que no tengo ni idea —admitió.

    Sonrió satisfecha tras darle el omelette y se dispuso a comer con tranquilidad, alternando el almuerzo con tragos de té de vez en cuando. Mantenía el bento sobre su regazo, mientras la tela para envolverlo hacía las veces de mantel.

    "¿Te gustaría unirte a algún club, Sasha?"

    Detuvo sus palillos un breve instante y contuvo el impulso de suspirar. No quería ser una borde de mierda.

    "Puedo hablar con mi padre."

    Claro que podía hacerlo, ¿verdad? Era un puto niño rico. Pero ¿de qué serviría un adolescente de diecisiete años interviniendo a su favor? Sólo conseguiría destapar la relación que mantenían, un despido e incluso un par de ojos morados para Daute. No había manera de que arriesgara todo eso para... asistir a un club de secundaria.

    Ya había renunciado a su adolescencia prácticamente desde que inició.

    —No te preocupes, babe. —Le sonrió, tierna, y acunó su mejilla por un par de segundos mientras acariciaba su pómulo con el pulgar—. No es algo que realmente me interese. Pero iré a verte sin falta cuando te presentes con el club de danza, eso dalo por hecho.

    Le guiñó un ojo y despegó la mano de su mejilla.

    —Seré tu fan número uno~

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    Echó un vistazo por el patio al llegar, pero no tuvo suerte identificando la coleta rosada de Anna que, generalmente, resaltaba como un semáforo. Desvió su atención a Sonnen en cuanto lo escuchó hablar y se sonrió, sentándose en el mismo banco y estirando el brazo por el espaldar.

    —No lo sé, no me va el exhibicionismo. ¿Dices que valdría la pena? —soltó, conteniéndose la risa, y echó la cabeza hacia atrás; cerró los párpados. Ah, qué buen día hacía—. ¿Tan bueno estuvo?

    Llevó una mano a tientas al bolsillo de su pantalón y de allí extrajo una paleta de un color similar a sus ojos, dejándola reposar en su boca mientras jugueteaba con ella de lado a lado. Para hablar la echaba a un costado.

    —Bueno, sólo con suerte dejará de molestar a tu amiga. Igual échale un ojo encima, pueden tornarse... algo insistentes este tipo de personas.

    De idiotas, más bien.
     
    Última edición: 20 Septiembre 2020
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    Amane

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    Emily Hodges

    No tenía miedo de que Anna lo rechazase ni nada por el estilo, solo... no sé, quizás podía quedar de rara con ella porque nos conocíamos de un día y ya le había traído un almuerzo, qué intensidad.

    Por suerte, la chica aceptó con una felicidad desbordante que parecía genuina y eso... bueno, me calmó bastante. La miré finalmente, aun sonrojada, pero con una sonrisa enternecida. Negué ligeramente con la cabeza a lo de comprar algo y al final dispusimos de nuevo la marcha.

    La escuché con curiosidad cuando habló con Kohaku y no pude evitar otra sonrisa avergonzada cuando dijo lo del almuerzo que presumir. Ah, ¿quizás no pasa nada si le daba el otro a él...? Nope, definitivamente una mala idea.

    Y tras comprarse la chica su bebida, nos encaminamos hacia el patio norte.

    Como supuse, estaba lleno de alumnos pero... seguía habiendo sitios aquí y allá dónde podríamos sentarnos. Y, por suerte, la cabellera de Kohaku era tan fácil de ver en la multitud que no tardamos en distinguirlo y acercarnos a él.

    —Buenas tardes~ —saludé, con la mano en alto, en cuanto estuvimos a una distancia lo suficientemente cercana.

    Le dirigí una mirada a Altan, antes de hacer una ligera inclinación. Distinguí la venda sobre su cuello pero decidí no preguntar porque... bueno, era obvio que no le caía especialmente bien y sin Jezebel por la zona, no sabía cómo podría reaccionar, así que lo mejor sería no molestarle demasiado.

    Lista para soltar la softness antes de ir al infierno llamado UGR
     
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    Zireael

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    Soltó otra risa nasal mientras se acomodaba en el extremo del banco para poder subir la pierna en él sin invadir demasiado el espacio del chico. Se encogió de hombros en respuesta.

    —Ah, me hubiera encantado que lo vieras en primera fila.

    Lo vio llevarse la paleta a la boca y, por algún motivo, pudo distinguir los colores del mundo de nuevo. Palpitaron un instante, como una llama viva, antes de volver a atenuarse pero había bastado para que pudiese emparejar el color de la paleta con los ojos de muchacho.
    Apoyó el codo en el espaldar para poder apoyar la cabeza en su mano.

    —No tengo pintas de ser demasiado diplomático, ¿o sí, Ishikawa? —preguntó con aquella sonrisa prepotente en el rostro—. Incluso si soy consciente de que parte de las gracias de Gotho parecieran tener como objetivo provocar a un tercero, pues bueno aquí estamos. De todas maneras Jez estará fuera unos días, así que al menos se evitará la desgracia de soportarlo un tiempo. Cuando vuelva pues ya veremos, preferiría no tener que darme de hostias con nadie tan pronto, pero tampoco le voy a negar el placer a Natsu ni a mí mismo.

    Entonces su atención la atrajo la aparición de Emily junto a Anna, por reflejo enarcó una ceja al ver a Hodges hacer una inclinación. Si quedaba algo de resentimiento con personas al azar por la mierda de Jez, bueno Hiradaira había hecho un trabajo bastante bueno para desaparecerla, por eso estaba allí en vez de en la biblioteca interrogando a Middel y por eso al menos fue capaz de no ponerle cara de culo a la chiquilla, que en sí misma parecía casi igual de ajena al mundo como para tomar a nadie por tonto.

    —Hola —respondió monocorde.

    Sus ojos viajaron casi sin permiso a Anna, con toda la tontería no pudo contener su propia reacción, le dedicó una sonrisa tranquila mientras bajaba la pierna del banco y se sentaba apropiadamente. Si alguna de las dos quería sentarse con ellos, bueno, podía hacerlo.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Vaya, ese chico sí que podía hablar cuando quería, ¿eh? Se lo imaginaba del tipo más taciturno y huraño, incluso en situaciones que lo pusieran de buen humor. Bueno, siempre podía equivocarse.

    Se dedicó a asentir y sonreír porque, de cualquier forma, no estaba muy seguro de qué acotar, así que la aparición de las chicas fue bastante repentina. Le sonrió a Emily con la suavidad de siempre y palmeó el espacio libre del banco, invitándola a sentarse a su lado.

    Anna, por su parte, había comprado dos juguitos porque solía intercambiarle a Kohaku zumitos por paletas, y en cuanto salieron al patio tuvo que contener el impulso de darse media vuelta y salir huyendo al advertir que el muchacho no estaba solo.

    ¿Qué mierda hacía con Altan? ¿Y por qué parecían tan amiguitos, charlando de la vida?

    Espera, ¡n-no le había comprado un zumo!

    Estaba nerviosa, no iba a mentir. Su reacción no había sido la mejor y, mierda, aún se sentía prácticamente surrealista todo lo que había pasado en la enfermería. Hasta le había hecho un cumplido, y a pesar de la situación y del trago amargo que le significó... había sonado sincero.

    Mierda.


    Como fuera, largas horas habían pasado y ahora mismo su misión prioritaria era A) no darle a Kohaku más motivos de sospecha y B) alardear como imbécil el almuerzo que Emily le había regalado. ¡Y se encargaría de cumplir sus misiones a rajatabla!

    Osu~ —saludó, animada, mientras se detenía frente a los muchachos—. ¿Qué tal las clases, mis senpai favoritos?

    Le lanzó su juguito de ananá a Kohaku y vio cómo invitaba a Emily a sentarse junto a él. Eh, maldito cabrón, ¿ya la había cambiado? ¿Luego de tantos meses de amistad? Mantuvo el bento tras su espalda, sonriéndose, y empezó a caminar de lado a lado como las buenas hormigas en el culo que tenía. Le servía, de paso, para despejarse de la sonrisa que Altan le había dedicado.

    —Oigan, oigan, ¿a que no saben qué~? —llamó su atención con emoción contenida, y entonces descubrió el almuerzo—. ¡Emi-chan me regaló un bento!

    Sus ojos rosados se entornaron directamente hacia Kohaku y se detuvo justo frente a él.

    —Ah~ ¿Qué vas a comer tú, mini Ishi? Comida preparada por Emi-chan seguro que no~

    ¿Era su venganza por no haberle dado el asiento y por ser, en general, un cabrón que se divertía a costa de ellas? Absolutamente.

    Kohaku se encogió de hombros, calmado, y redirigió su atención hacia Emily casi con un puchero en los labios.

    —Ah, Hodges-san, y yo que estaba tan ilusionado~

    Anna lo vio de una pieza, ¡jodido cabrón! Como fuera, ella tenía el bento y no iba a darle ni un pulpito. Hmpf.

    Se giró en redondo, repasando el panorama en busca de un pedazo de césped donde pudieran echarse a almorzar, y en eso estaba cuando recordó algo.

    —Ah, senpai —le dijo a Altan—, ¿tienes qué comer?

    Ugh, esperaba que... los nervios no se le leyeran en la cara o algo así. Pero estaba haciendo un buen trabajo, ¿verdad?
     
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  15.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Hizo un gesto de disgusto en respuesta a la pregunta de Hiradaira sobre las clases. De por sí no le interesaban las clases en sí y la mierda de Suzumiya lo había indispuesto a siquiera escuchar al profesor como ruido de fondo. Había desconectado y ya.

    La vio caminar de aquí a allá como un maldito león enjaulado y suspiró, mientras recostaba la espalda de nuevo.

    ¿Hodges le había regalado el bento? ¿Lo habría preparado ella? Como fuese le daba lo mismo, aunque bueno, Anna se veía bastante realizada con el gesto. Hasta se lo estaba restregando a Ishikawa en toda la cara.

    Ah mierda, ¿de nuevo?

    Allí estaba. Aquel atisbo de ternura.


    Había dejado caer la cabeza hacia atrás unos segundos cuando la chica habló de nuevo, dirigiéndose a él aparentemente así que se enderezó.

    —¿Ah? —Si es que era idiota, en las prisas había dejado el almuerzo seguramente en la encimera aunque debieron recordárselo. En la mañana no había tenido cabeza para nada y luego con la mierda de Gotho se le olvidó por completo pasar a comprar algo a la cafetería—. No realmente pero estoy bien así.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Había ladeado la cabeza, entre confundida y ensimismada, cuando Altan pareció indicarle que las clases habían estado... ¿malas? ¿Aburridas? ¿Desagradables?

    Vamos, ¿había realmente posibilidades de que más cosas pudieran seguir pasándole en un día?

    Pero bueno, todo pasó a segundo plano cuando...

    —¿No? ¿Que estás bien así? —replicó, casi indignada, y meneó la cabeza con vehemencia—. ¡No puedes pasarte sin comer hasta la cena! ¡Te vas a morir!

    Bueno, eso era claramente exagerado pero se entendía el punto, ¿no? De repente se dio cuenta de todo: no sólo no le había comprado un zumito y a Kohaku sí, sino que le había salvado el culo a la mañana, por su culpa ahora estaba todo rasguñado y encima ¡no iba a almorzar!

    Sonrió victoriosa al definir su plan maestro y se inclinó hacia Altan para depositar el bento sobre su regazo.

    —Permisito~ Pues bien, mira la fortuna que tienes, Señor Estoy Bien Así, que de cualquier forma iba a comprarme algo antes de que Emi-chan me salvara de seguir consumiendo comida chatarra. ¡Así que tengo un plan! —Soltó una risilla divertida y le sonrió—. Tú sólo espera aquí, ¡pero no vayas a tocar el bento, eh!

    Fiel a su estilo, no esperó respuesta o confirmación alguna antes de girarse y salir trotando hacia la cafetería. Nunca iba a aprender, ¿verdad? Que no debía correr innecesariamente.

    Bueno, al menos esta vez sí llevaba el inhalador encima por cualquier cosa.
     
    Última edición: 21 Septiembre 2020
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    Insane

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    Podía sentir su corazón latir contra su pecho ante el tacto en su mejilla, provocando que se inclinara a darle un suave beso en la mejilla, deslizando con parsimonia la mirada por el amplio patio, los árboles, los pajarillos cantando, volvió entonces hacia ella, situando su mano sobre su muslo izquierda para posicionar una goma de mascar. Daute no solía compartir sus dulces con nadie... Sasha era la excepción a la regla.

    —Esta semana podemos escaparnos luego de tu trabajo —comentó risueño, denotando un grupo de personas no muy lejos de ellos.

    Allí iba como siempre.

    La maldita ansiedad por socializar.


    —¿Los conoces? —cuestionó con el brazo sobre el banco, por atrás de la espalda de Sasha.
     
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    Amane

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    Emily Hodges

    Con una sonrisa a modo de agradecimiento, acepté la invitación de Kohaku y me senté allí dónde me había señalado, recogiéndome la falda en el proceso. No me importaba moverme un poco más para dejar que Anna también se sentase, aun si estábamos algo apretujadas pero... dios, cuanta energía.

    De repente comenzó a moverse de un lado para otro y genuinamente le estuvo presumiendo al chico que le había traído el almuerzo. No pude evitar una sonrisa enternecida pero, más que nada, avergonzada mientras la escuchaba y el rubor solo acrecentó más cuando Kohaku se giró, como si nada, para decir aquello.

    Hm...

    Vi a Anna prácticamente salir corriendo hacia, lo que supuse, sería la cafetería para comprarle algo a Altan y, ciertamente, no pude evitar alzar las cejas con cierta curiosidad al darme cuenta de ello. Le dirigí, además, una mirada de soslayo al mayor y... eh, qué interesante~

    Al final, al haberse ido la chica acabé por ceder y, por supuesto haciéndolo sin mirarlo, dejé otra pequeña caja sobre el regazo del chico.

    —De verdad que no es la gran cosa y solo fue porque me sobró pero bueno... —farfullé, terriblemente avergonzada, tras alejar la mano como si me hubiese quemado.

    De repente no supe muy bien qué hacer porque con uno estaba avergonzada y con el otro no me llevaba así que simplemente comencé a jugar con el borde de la falda, nerviosa.

    No tardes mucho, Anna...

    I'm so weak for this man istg que emi hace lo que le pida (?)
     
    Última edición: 21 Septiembre 2020
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  19.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    ¿Morirse? Eso era bastante exagerado, demasiado. Además no era que fuese a pasar la gran cosa por no comer un día.

    Antes de que pudiese decir nada ya Anna le había dejado la caja de bento encima, que solo sostuvo en su regazo por mero reflejo para que no se le fuese a caer.

    —¡Deja de correr por nada, idiota! —Suspiró con pesadez y entonces cayó en que todavía no le soltaba la tontería a Kohaku—. Eh, Ishikawa, ¿sale una apuesta si adivinas qué hizo el imbécil de Gotho?

    No se había molestado en prestar atención a que Emily le había regalado también un bento al chico y bueno, tampoco la miró ni nada porque la chiquilla estaba hasta incómoda, lo notó en su movimiento ansioso de jugar con la falda.

    Pero bueno, ¿tanto creía que le tocaba los cojones si no estaba Jez o qué? Encima de media ingenua, exagerada.
     
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  20.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Sasha Pierce

    Cerró los ojos y una sonrisa le curvó los labios por reflejo al sentir el beso de Daute sobre su mejilla. Era cálido, dulce, y tuvo que contenerse de inclinarse y regalarle uno similar en la boca.

    Era tan débil.

    —¿Hmm? Claro~ —concedió, sedosa, y se recostó en el espaldar—. ¿Alguna idea en particular~?

    Sus ojos chispearon emocionados al ver la goma de mascar y la dejó a un lado del bento, para cuando acabara de comer. ¿Por qué siempre le emocionaba tanto que Daute le regalara golosinas? No tenía idea.

    —Aw, muchas gracias, Dori~ —pronunció, con su claro acento australiano, y esta vez fue ella la que se estiró para estamparle un beso en la mejilla.

    Luego se giró, inspeccionando el panorama, ante la pregunta del muchacho. Hmm...

    —No, creo que no —respondió, haciendo viscera con la mano para que el sol no le significara un problema—. ¿Por?

    .

    Kohaku Ishikawa

    Emily había aceptado su invitación para sentarse y no sólo eso, sino que también había recordado la idea del almuerzo del día anterior. Eh, ¿qué era lo que diría su abuelita con todo esto? Que tenía futuro como esposa, ¿verdad?

    —Muchas gracias, Hodges-san —murmuró amable, apartando todos sus pensamientos burlones, y le sonrió animado—. Estoy contento, seguro cocinas muy rico~

    Luego Anna desapareció como la tromba que era y Kohaku se inclinó hacia Altan al escucharlo llamándolo. No le había resultado desapercibida la incomodidad de Emily pero ¿qué podía hacer él? Lo mejor sería no prestarle mucha atención hasta que Anna se dignara a volver.

    —Eh~ —soltó, pensativo, volviendo a recostarse con la vista alzada al cielo—. Hmm, la verdad que no tenía la menor duda al respecto, así que debe haber estado bastante cabreado. ¿Le respondiste a mitad de clase, en frente de mucha gente, o algo así?

    .

    Anna Hiradaira

    Nada más pisar la cafetería se había dado cuenta que no tenía la menor idea qué comidas le gustaban a Altan. Menuda gracia, ¿eh? Y le daba una pereza terrible volver y preguntar y... no tenía su número.

    ¡Bah, ya qué! Cuando sintió que le saldría humo por las orejas de tanto escrutinar la lista de panes y sándwiches y su turno en la fila estaba a punto de llegar, hizo ta-te-ti. Eh, no estaba mal. A ella le gustaba, así que si Altan no lo quería podría... ¿darle su bento? ¿Eh? ¡¿Eh?!

    ¿De verdad acababa de considerar seriamente la idea de darle su bento al cara de culo?

    Si es que estaba hecha una idiota.

    Como fuera, por alguna razón estaba muy animada y quiso jugarle una pequeña broma. Había conseguido un sándwich y un juguito para Altan, y en cuanto salió al patio lo hizo como un jodido ninja, ocultándose detrás de los arbustos y tal. ¡Hasta se había soltado el cabello y lo había escondido dentro de la chaqueta, para que no le vieran el rosa chicle! Como fuera, sorteó el lugar con bastante habilidad y agilidad hasta alcanzarlos desde atrás; no le preocupaba el asma, después de todo nunca la sorprendía cuando el mundo se veía a blanco y negro.

    Tuvo que morderse el labio para contener la risa y, con el sigilo de un fantasma, se agachó justo detrás de Altan y le estampó el juguito frío en la mejilla.

    Quizá no fuera una buena idea, ¿verdad? El muchacho era... algo especial, pero bueno. ¡Había tenido ganas de hacerlo y lo hizo!

    Soltó una risa fresca, apareciendo junto a ellos de inmediato, y mantuvo un dedo cerca de su mejilla al ladear la cabeza con aquellos aires de inocencia.

    —¿Me dejas un lugar~?

    mija te gusta jugar con fuego no cierto
     
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