Patio norte

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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  1. Threadmarks: Evento: Presentación de baile
     
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master sixteen k. gakkouer

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    Poco después del llamado de Gaspar por silencio, una persona empezó a caminar hacia el cerezo. Surgió desde la parte más profunda del público. Se había mezclado entre los tímidos que prefirieron observar el show desde una posición apartada, pasando así desapercibido… hasta ahora. El sonido de sus pasos hacía que la gente cercana se girara hacia él, y a ningún estudiante le fue ajena su indumentaria, que nada tenía que ver con el uniforme: vestía un traje gris oscuro, relucientes zapatillas blancas y la camisa negra sobre la que llevaba anudada una corbata plateada.

    Era Markus, que había tomado a todo el mundo por sorpresa y ahora se desplazaba entre el gentío con la cabeza baja, aparentemente distraído, con un móvil en la mano del que surgían unos auriculares sencillos conectados a sus oídos. Siguió y siguió caminando, no chocó a nadie de milagro. Pasó entre Bergren y Eda sin mirarlos.

    Y cruzó la línea roja.

    Una ligera brisa recorrió la pista improvisada y arrancó del cerezo unos pétalos que descendieron apenas rozando su cabello. Pero él estaba completamente compenetrado en su interpretación. Seguía mirando su móvil, mientras movía la cabeza con ciertas dudas. De pronto, una música con ritmo latino se elevó en el aire, proveniente de los parlantes que había bajo el cerezo; fue Abby quien se encargó de hacerla sonar. Markus negó con aire teatral y se llevó una mano al mentón, pensando con el ceño fruncido. Claramente, estaba actuando y respondiendo a sus compañeros de la banda. Deslizó el dedo sobre la pantalla del móvil y el opening de Friends hizo que el público reaccionara con murmullos. El chico trajeado asintió con aire risueño y esbozó media sonrisa, como si hubiera encontrado la música que necesitaba…

    Pero volvió a cambiarla.

    Inició una música más alegre, de tonos agudos y claramente anticuada. Apenas comenzó a sonar desde los parlantes, Markus no cambió su cara pensante pero empezó a seguir el ritmo con cómicos meneos del cuerpo que se ganaron algunas risas entre el público. Mantuvo su caminata lenta por la pista de baile y entonces alzó la mirada, como si estuviera confundido, mientras parecía estar buscando algo… O a alguien…

    En ese instante, una figura se precipitó desde la densidad del follaje del cerezo hacia el suelo. Lo hizo a velocidad y girando sobre sí misma, envuelta en una tela rosada que rebotó y se detuvo justo antes de que la chica se estrolara contra el césped. Desde su posición miró al público con los ojos bien abiertos, sorprendida y extasiada, y se bajó de la tela con movimientos precisos. Llevaba el cabello arreglado en un medio moño, unas pequeñas zapatillas blancas y un vestido muy corto floreado, con fondo negro y falda vaporosa. Anna, habiéndose unido a la presentación de repente, conectó su mirada con Markus y ambos sonrieron ampliamente, como si por fin hubieran encontrado a quien estaban buscando. Se reunieron al centro del escenario, coordinaron algunas poses rápidas y la chica lo presentó, estirando sus brazos con movimientos teatrales. Él se escabulló lejos con pasos cortitos y algo cómicos, detalle que lo asemejó a una caricatura antigua, y dejó el móvil y los auriculares en manos de Arata Shimizu, quien se encontraba cerca de la línea roja. Liberado de los aparatos, regresó junto a Anna, compartieron una gran sonrisa y se tomaron de las manos, dando inicio a la coreografía.

    El ritmo era sumamente alegre, enérgico y pegadizo, un rock de los años cincuenta con elementos de jazz. Sus pasos de baile constaban de movimientos veloces y precisos que generaban la ilusión de estar rebotando sobre el césped, como si sus cuerpos fueran de pluma. Seguían los compases marcados por Fiorella y su teclado, del que surgían vertiginosas notas musicales a las que el público no tardó en sumarse con palmadas rítmicas, que resonaron en el aire como un instrumento de percusión masivo. Markus y Anna sonreían hacia la gente, de a ratos ponían expresiones de sorpresa y exageraban algunos movimientos con gracia, porque su danza también estaba condimentada con teatro. Bailaban con mucha habilidad, soltura y disfrute, se divertían y lo transmitían a los espectadores, que seguían acompañándolos con sus aplausos, sonrisas y exclamaciones. Incluso comenzaban a verse algunos estudiantes siguiendo el ritmo con movimientos más o menos discretos.

    En cierto punto de la danza, Markus soltó la mano de Anna y ella dio cuatro giros sobre sí misma, su cabello y la falda rodeándola a destiempo. Luego retomaron el contacto, intercambiaron posiciones y fue el chico quien dio vueltas, con divertida cara de alegría y mientras ambos chocaban uno de sus pies entre sí en cada compás. El pequeño detalle alzó las exclamaciones del público y, tras esto, realizaron el primer gran truco de la coreografía: Anna se lanzó a los brazos del bailarín y éste, haciendo gala de una fuerza que no parecían poseer sus delgados brazos, la impulsó hacia su espalda mientras la sostenía por el torso. Anna giró sobre el cuerpo inclinado de Markus, quien logró hacer que se sentara sobre sus hombros, arrancando aclamaciones en medio del retumbar de las palmas y el piano. La chica pronto saltó desde la altura de su compañero y continuaron con la danza sin perder la velocidad en ningún momento hasta que, pasado un rato, la música se silenció un instante y los bailarines se detuvieron frente al público. Anna alzó la mano muy alto, como llamando la atención de todos, y a medida que los instrumentos regresaban poco a poco, ellos fueron levantando sus brazos hacia el cielo. Gran parte del público captó la iniciativa y los imitaron, hasta que el teclado se declaró en un vaivén de notas muy agudas y todos, bailarines y espectadores, sacudieron sus hombros y brazos desaforadamente. La música explotó con fuerza, el público también, y Anna y Markus continuaron la coreografía entre muchas risas y aplausos. Sus movimientos no perdían la fluidez y la alegría de ninguna forma, y así giraron, posaron, brincaron e intercambiaron posiciones hasta que, pasado un largo rato, ejecutaron el segundo gran truco.

    Tomados de las manos, Anna y Markus dieron una vuelta y el segundo aprovechó el envión para despegar los pies del suelo. La chica lo sostuvo de la espalda y le permitió hacer una mortal en reversa. Fue espontáneo y fugaz, tanto, que el público sólo procesó lo que acababa de ver cuando Markus ya estaba otra vez de pie y Anna se inclinó a su lado, haciendo pantalla sobre sus orejas, como si le dijera a los espectadores que no los oía. Más aplausos y vitoreos, y la coreografía entró a su recta final.

    Mantuvieron el ritmo constante hasta que los instrumentos comenzaron a marcar notas concretas y ellos reflejaron cada una con distintas poses, como si sus cuerpos, o sus vidas incluso, estuvieran atadas a la existencia de la canción. Siguiendo esa idea, la música ingresó a un declive progresivo y sus movimientos se acompasaron a él, hasta que el teclado barrió sus últimas notas y ellos, ubicados en el centro del escenario, tuvieron el intercambio cómico final: Anna y Markus se miraron, muy sonrientes, y abrieron la boca para decirse algo cuando, de repente, sus brazos y cabezas cayeron en peso muerto, como muñecos a los que se les acaba la batería. La canción había finalizado pero el silencio no duró casi nada: los aplausos del público rellenaron el ambiente, lo permearon de alegría, y los bailarines regresaron a la vida.

    Anna y Markus volvieron a mirarse, algo agitados, y se fundieron en un enérgico abrazo que despegó a la chica del suelo. Se dijeron cosas que el público no llegó a oír y, habiéndose separado, adquirieron al instante una actitud mucho más grácil y, si se quiere, teatral. Se giraron hacia la audiencia, ahora sonriendo con modestia, y se tomaron de la mano para inclinarse frente a ellos. La reverencia duró algunos segundos y, finalizado el agradecimiento, las posiciones comenzaron a descontracturarse. Habría quienes quisieran acercarse a los bailarines, o a los músicos, o seguir conversando con sus amigos; pero, hicieran lo que hicieran, sería buena idea que permanezcan en el patio norte.

    Pues el show estaba lejos de finalizar.


    Dejo por acá el video de la coreo, por si a alguien le interesa chusmearlo; le cambiamos algunos detallecitos pero en una gran parte es fiel a lo narrado. Ya de paso, ofc, aclarar que este post lo escribimos en conjunto Bru y yo <3

    ojalá disfruten el show uwu7 dejaremos un tiempo para reacciones o quienes quieran postear y después seguimos, porque se vienen cositas (!!!)
     
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    Insane

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    Sino mal recordaba Zold en algún momento nos había comentado a Zeld y a mi persona que Akaisa les había colaborado en el proyecto escolar, también en las cuestiones de química las cuales no pude explicarles por ausentarme un par de días, sin embargo no me agradaba, era algo simple como eso, por lo que no presté mayor atención al intercambio verbal que sostenían.

    —No lo había pensado así —comentó el gemelo, risueño de por sí—. Vale —continuó en lo que se decidía a abrir el bento, iniciando con su almuerzo por lo que retiré el peso que le estaba ejerciendo.

    Continué distraída con el sonido de la trompeta al no tener hambre aún, aplazando el almuerzo para más tarde.

    —Dejó de tocar —murmuré en lo que el muchacho destapaba su lata de refresco.

    El rubio señaló al cielo y luego al público, giré ligeramente la cabeza para seguirle el hilo, aparecieron dos personas que no identifiqué de nada e iniciaron el espectáculo. Recogí mis rodillas con las manos por debajo de los muslos para aplanar la falda contra mi piel en lo que me absorbía por la presentación.

    Suavicé las facciones sin siquiera darme cuenta, y cuando acabaron en automático empecé a aplaudir suavemente, siendo acompañada por Kasun el cual había dejado los palillo sobre el bento ya a medio terminar.

    —¿Viste lo que hicieron? Los pies se movieron absurdamente rápido —susurré.

    —¿Y notaste cuánto lo disfrutaron? Cómo el chico de la trompeta que dió como la entrada a todo —agregó Kasun llevando el último trozo de verduras a la boca, para luego de tragar seguir hablando—. Debieron entrenar bastante la presentación para que saliera así de bien.

    —Supongo que sí.

    Zold miró a Akaisa por el rabillo del ojo, probablemente porque quería ver si había reaccionado distinto al espectáculo.
     
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    Zireael

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    Altan había seguido dando por culo diciendo que era más divertido tocarme los huevos que decirme que me callara y dejara de ponerlo en evidencia, como si no se pusiera en evidencia él mismo estando aquí metido con sus pintas de niño punk mal dormido y toda esa mierda. Ni idea de por qué seguimos discutiendo como imbéciles, pero para el caso me pareció que algo de eso sirvió para destrabarle algunas articulaciones y también parte del cerebro, que lo tenía más apelmazado que un pan mojado.

    Debía decir que también era una de las conversaciones más normales que habíamos tenido desde que nos conocíamos.

    En algún punto del pleito abrí el nikuman que me lanzó, también la soda que le había rascado y me puse a comer pues porque de hambre no me iba a morir por nadie. Él, cuando dejó de discutir, se puso a jugar con nerviosismo con una de las botellas de agua y yo me desinflé los pulmones.

    —Parece que tienes doce años, te lo juro por mi madre. —Ni siquiera me molesté en controlar el tono de queja—. Más te vale levantarte a darle esa botella cuando termine, porque parece que llevas pensándolo tres cuartos de tu vida.

    —Estoy a una frase de arrojarte la comida que yo compré al otro lado del patio, de verdad, Arata —contestó el otro y suspiré.

    El rubito de la trompeta había terminado, la gente aplaudió, yo seguí comiendo y todos los demás haciendo cosas raras. El mundo de los artistas escapaba a toda mi comprensión, lo había pensado al ver los primeros dibujos de Tess y mientras me abría la piel con agujas, lo pensaba también al ver a Akaisa garabateando entre clases y cuando Sonnen soltó que Hiradaira tenía una presentación de baile. Toda esta gente veía el mundo de una forma diferente, extraña e intensa.

    No era que yo fuese un monje, Altan tampoco, pero sabía que no éramos de ese charco.

    Nunca lo seríamos.

    Uno estaba hecho de aire incontenible, el otro de agua y metal. No había manera de que pudiéramos tocar esa sección del mundo y hacer las paces con nosotros mismos mediante esa suerte de estallido, de colapso de paredes y energía canalizada. Por eso éramos lo que éramos y dañábamos de la manera en que lo hacíamos. Porque él había corrido de su Anna y yo había pretendido correr de Sasha.

    El caso fue que un tío en el que nadie había reparado en todo el rato salió de entre la gente, cruzó la línea roja y el teatro siguió. Cuando la silueta de Anna se precipitó del árbol juré que Sonnen le dieron veinte ataques en cosa de dos segundos, seguro juró que la criatura se iba a partir el cuello y solo pareció recordar que, bueno, era parte del espectáculo cuando ya una parte del cuerpo se le había lanzado hacia adelante.

    Iba a molestarlo, pero cuando quise darme cuenta el mocoso me había ocupado las manos con el teléfono y los auriculares así que me quedé mirando las cosas bastante desconcertado. Fue una suerte de karma supuse, Altan se había asustado y yo no sabía qué hacer con estas mierdas más que, ¿yo qué sabía? ¿Robármelas, quizás?

    Sustos y confusiones a un lado, me di cuenta pronto de la manera en que estaba mirándola y no me dio el corazón para molestarlo, ya no. Me callé, lo dejé estar y también relajé la postura. A este paso tendría que culpar a Sasha por esos arranques repentinos de piedad porque de otra manera no tenía sentido.

    Cuando terminaron (y me sorprendió que nadie cayera muerto con esa cantidad de movimiento, la verdad) el imbécil se quedó atascado, así que le dejé ir un codazo que le reconectó las neuronas suficientes para aplaudirles y yo lo imité. Entendiera a esta gente o no, reconocía que habían trabajado duro por esto. Sabía reconocer el trabajo en grupo, vaya.

    —Te aconsejo que muevas el culo o te llevaré yo a patadas, ¿qué prefieres? —dije hacia Altan cuando la reverencia del par se desarmó.

    Hastiado de mi existencia me dejó ir un empujón que me lanzó hacia el costado, pero se levantó, botella en mano. Me enderecé lo más rápido de pude, aunque me quedé sentado y alcé la voz antes de que se fuera.

    —¡Espera, espera, espera! ¡Llévales estas mierdas! —Lo llamé con bastante urgencia y cuando se regresó le di el teléfono y los auriculares.

    hay rellenos y después este pero i enjoyed it so much bc ese post fue hermoso wtf

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    A ver, sabía que todo era parte de un acto, que Anna seguramente podía balancearse sobre un risco sin resbalarse de un trapecio y que en su defecto tenía a su compañero de baile, un mocoso que no había visto en mi vida, pero cuando se precipitó del árbol juré por Dios que se me fue la sangre del cerebro. Fue automático que te cagas, no me levanté pero sí que arrojé parte del cuerpo hacia adelante y solo me libré del ridículo más grande de la historia porque fui capaz de razonar en medio del infarto. Debía estar acostumbrado, era la misma que se había subido a un banco en la enfermería y saltado sin más.

    Y a mí me había movido el mismo impulso de entonces.

    Ridículo o no, Arata no me molestó porque le fundieron el cerebro al darle las cosas así que pude procesar un poco mis mierdas. Así como pasarme discutiendo tres cuartos de la espera con este idiota, ese impulso inconsciente me reconectó conmigo mismo, con lo que era en realidad y pensé en todo lo que había parloteado mi padre para ayudarme con el maremoto. Era un atisbo de esperanza, uno al que debía darle forma.

    Tardé la módica cantidad de cero segundos en quedarme absorto, incluso el jugueteo ansioso con la botella se detuvo, y pensé que todo el destrozo era importante, claro, pero esto lo era más. Que me había invitado, que había venido y había podido verla, esta versión de Anna que parecía condensar todo de lo que era capaz sin importar las ochocientas piedras con las que tropezara. Que había no sé cuántas almas aquí y todas habíamos visto lo mismo, pero la manera en que yo lo recordara volvía ese momento personal y valioso.

    Cuando terminaron fue el codazo de Arata lo que me sacó de la suerte de trance, me sumé al aplauso, él me siguió y otra vez, al desarmarse la reverencia fue Shimizu el que me siguió arreando como si fuese una vaca o algo.

    Cambié la botella de agua que tenía entre las manos por la que estaba en el césped, porque entre la tontería debía haberle quitado algo del frío por no dejarla quieta, y me levanté. Si ya de por sí estaba luchando como estúpido con ideas contrarias, que me hiciera volver por el teléfono y los auriculares no ayudó o quizás me condicionó a que tenía que ir sí o sí, ni idea. Sostuve todo en una sola mano, navegué el espacio, al alcanzar al chico le dejé ir un golpe liviano en el hombro y le extendí las cosas que le había dejado a Arata.

    —Las manda el tatuado al que le dejaste todo. Buen trabajo por cierto.

    La felicitación pecó de escueta como todo lo que me salía de la boca, pero había bailado con Anna y ambos lo habían hecho maravillosamente, eso lo reconocía, así que era lo mínimo que pedía mi decencia. Antes de hablarle a Anna me llené los pulmones de aire, me acerqué y le pegué la botella fría en el brazo, pues por la tontería nada más.

    —No te voy a quitar mucho tiempo, sé que están ocupados, pero quería darle mis felicitaciones a la bailarina —comencé ignorando por completo mis nervios o tanto como pude al menos—. Fue increíble, An, de verdad. Puedes quedarte la botella, la compré antes para que conservara un poco el frío.

    i had to *c desvanece*

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    Gracias había que darle al cielo que aunque diera por asumido que mi existencia no era del agrado de Allen no lo supiera de primera mano, porque me habría partido el culo de risa. Lo cierto es que llevaba mucho tiempo tranquila, casi dormida podría decirse, pero en el fondo amaba el desastre y posiblemente lo hiciera siempre. Habían cosas que era mejor que yo no supiera porque solo servían para empeorarlo todo y eso sería decir poco.

    No vi mucho más que acotar, así que mantuve la atención en Gaspar. Terminó de tocar, el aplauso consumió el silencio, se quitó los lentes y sus ojos escanearon el público, ahora libre de su trance. Trasteó el micro, produjo más silencio y luego todo comenzó; apareció el muchacho, Hiradaira se precipitó del árbol, una caída entrenada que se detuvo antes de que su cuerpo golpeara el césped y me pregunté si le había visto esa energía antes.

    Se movían rápido, lo hacían a la perfección, con el ritmo de quienes llevan el mismo tempo y lo mantienen en el cuerpo. No era una fanática del baile yo misma, pero me encantaba ver a los que sí, poseían una fluidez, una consciencia de sus cuerpos a la que otros solo podíamos aspirar en sueños de opio. No necesitaban de herramientas externas, ellos mismos eran la herramienta.

    El mortal en reversa fue de lo más cómico, sobre todo porque la chiquilla era de mi tamaño, y me di cuenta tarde de que estaba sonriendo pero no me molesté en borrarme el gesto del rostro. No hablaba con Hiradaira, no conocía su pareja de baile, pero una parte de mí deseó que al menos fueran capaces de imaginar la alegría genuina que transmitían.

    Que allí, dentro de esa línea roja, habían hecho felices a ciertas personas.

    Cuando terminaron me uní al aplauso sin dudar, como había hecho cuando Gaspar terminó, y aunque escuché las voces de Kasun y Allen no me digné a regresar a la conversación hasta un rato después. Observé parte del intercambio de Sonnen y Shimizu, antes de que el primero se acercara como era de esperar; también busqué a Kurosawa entre la gente, pero la cabrona había conseguido difuminar su existencia.

    Estaba tirando hilos, lo sabía.

    —Algo que va a ser presentado al público solo tiene calidad si tú, como performer, eres capaz de disfrutarlo —dije medio al aire para los otros dos—. Bailar en pareja, bailar de verdad, es díficil. Debieron esforzarse mucho, en eso concuerdo.


    este post en total tiene que ser una cosa kilométrica porque llevo aquí cuatro horas-
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado that's that me espresso

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    Había cosas que sabía, había muchas cosas que podía intuir, pero también había otro montón de cosas de las que no tenía ni idea, y quizás fui capaz de imaginar parte de la situación con la pregunta de Kakeru, pero no fue hasta que recibí su reacción que pude confirmar parte de mis sospechas. No podía entender todo el trasfondo de la misma, pero quizás fuese mejor así, porque el chico intentó disimularlo de la mejor manera posible y yo, a pesar de todo, sentí que lo mejor era respetar sus deseos; su relación era complicada y sabía que había momentos en los que era mejor no meterme.

    —Supongo que sí... —murmuré, levantando apenas la vista mientras me obligaba a parar el movimiento de mis manos, y busqué la mirada del chico para dedicarle una sonrisa pequeña—. Gracias.

    Quise añadir algo más, para intentar aligerar un poco el ambiente, pero no se me ocurrió nada que mereciera la pena; por suerte, al final no hizo falta, porque Kashya apareció de repente a nuestro lado, se agachó para dejarle a Kakeru un caramelo en la mano y se alejó como si nada, hasta alcanzar el árbol donde Morgan se había quedado, sentándose a su lado para seguir leyendo. Me quedé un par de segundos mirándolas, volví la vista a la mano de Kakeru y luego lo miré de nuevo a él, con una sonrisa algo más divertida sobre los labios.

    >>Creo que le caes bien —fue todo lo que atiné a decir, intentando controlar la risa que se me estaba formando por lo repentino de la escena.

    No mucho después, sin embargo, mi atención se desvió hacia la zona del escenario improvisado, cuando el muchacho que había estado tocando la trompeta hasta el momento paró de hacerlo. Entendí que eso debía ser la señal de los bailarines, y ni siquiera pude intentar disimular la emoción que sentí por ello; enderecé la espalda, vete tú a saber por qué, y puse toda mi atención en el centro. El primero en aparecer fue el chico nuevo del que Anna me había hablado un poco, y no fue hasta un rato después que ella también apareció... ¡bajándose del cerezo! Oh, Dioses, el corazón me dio un vuelco al verlo, pero por suerte todo salió bien.

    Ambos se complementaron a la perfección a lo largo de todo el baile. Era realmente complicado de describir para mí, lo especial que se sentía poder verlos compartiendo aquel momento, y quizás la palabra más cercana que se me podía ocurrir era... mágico; estaba siendo una escena realmente mágica. La pareja hizo un par de trucos que casi me hicieron levantarme del susto, pero los realizaron con tanta facilidad que no me quedó más que quedarme impresionada, con las manos tapándome la boca y los ojos brillando de la emoción. Cuando terminaron ni siquiera lo pensé antes de levantarme y aplaudir con fuerza, olvidándome por un momento que posiblemente todo la escuela estaba ahí y no solo ellos junto a mí.

    Dentro de todo, al menos tuve un momento de claridad para despedirme de los chicos, pero fue un cosa super fugaz antes de prácticamente salir corriendo hacia la zona del escenario. Era pequeñita, así que me pude colar con facilidad entra la ola de alumnos, y ni siquiera me preocupé por mirar a mi alrededor cuando llegué junto a Anna y me tiré encima de ella para abrazarla con fuerza. La apretujé un par de segundos, sin ser capaz de contener mi emoción, y cuando finalmente me separé, le eché la toalla por los hombros y le dejé la botella sobre una de sus manos, aunque en el mismo momento aproveché para buscar la otra con la mía y entrelazar nuestros dedos.

    >>¡Annie! ¡Eso ha sido espectacular! —exclamé, claramente extasiada, y eché un vistazo general a todo el grupo que había hecho aquello posible—. ¡Todos lo habéis hecho genial! ¡Ha sido super divertido y emocionante! ¡Felicidades!

    Y, de nuevo, me eché hacia delante para volver a rodearla con mis brazos.

    iba a ser un caos con las citas, creo, así que mejor os etiqueto... Gigi Blanche Zireael lol perdonad pero emi is too excited i cannot control her

    Alethea 2.png

    Me pareció que había pillado a la pobre chica en un momento de reflexión, y quizás tendría que haberme fijado un poquito más en aquello antes de acercarme e irrumpir como había hecho. Lo hecho estaba hecho, sin embargo, y la muchacha me recibió con una sonrisa que logró disipar todas las posibles dudas sobre haberla molestado. Me dijo que estaba bien y me devolvió la pregunta, a lo que asentí con la cabeza para indicarle que era igual para mí; después señaló hacia el tumulto de personas y volví a asentir, en aquella ocasión junto a una risilla ligera.

    —Así es, vi un montón de gente viniendo hacia aquí y me dio curiosidad. Supongo que tú tampoco tienes idea de que trata, ¿no? Va a ser una experiencia divertida para ambas, entonces.

    Y así fue, porque apenas un par de segundos después de responderle, la música que el chico había estado tocando hacia el momento paró, y en su lugar, la atención de todos los presentes se tornó hacia otro chico que empezó a dirigirse hacia la zona delimitada por la cinta roja. Luego, una nueva persona hizo acto de presencia bajando del cerezo, y no tardé demasiado en reconocerla, a pesar de que nuestra primera conversación había sido ya hacía un tiempo. Fue curioso pensar en aquella conversación, porque a medida que iba viendo la coreografía que ambos estaban desarrollando, no pude evitar recordar lo que Anna me dijo aquel día.

    Que bailar para ella era como seguir una brisa que la iba guiando.

    En su momento pude entenderlo, porque también sabía lo que era dejarse llevar por la música al ahora de bailar, pero en ese momento pude sentirlo, pude realmente verlo. Ambos lo estaban disfrutando, era imposible no notarlo, y eso conseguía que el público lo disfrutase con la misma intensidad que los bailarines; era lindo, y era algo que no todo el mundo podía conseguir. Yo misma no solía ser una persona especialmente efusiva, pero no pude evitar contagiarme por la emoción general cuando la presentación acabó y aplaudí con fuerza, sonriendo con... algo parecido al orgullo, quizás.

    >>Ha estado lindo, ¿no crees? —le pregunté a mi acompañante después de un rato, girando la cabeza para mirarla, todavía con el atisbo de la sonrisa sobre mis labios—. Parece que ha merecido la pena seguir nuestro instinto más curioso.
     
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    Insane

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    La presentación había brindado esa pizca de emoción que se sentía cuando se veía a alguien haciendo lo que disfrutaba y que por efecto colateral entretenía a los demás. No conocía a ninguno de ellos, no sabía ni sus nombre en realidad, pero si se notaba el esfuerzo, en la coordinación, la pasión con la que disfrutaron cada nota de la canción, y el como satisfechos finalizaron la presentación. Aplaudí enconjunto a Allen y al resto de la multitud que se había agrupado en el área, escuché también a Akaisa.

    —Y además de eso, estar en un escenario frente a tantas personas también tiene su grado de dificultad, supongo, así que la verdad lo hicieron bastante bien —agregué risueño, terminando ya mi almuerzo para tapar el bento y tomar del jugo.

    Solté el aire por la nariz después, repasando ya los demás estudiantes al notar que los amigos sercanos de los bailarines se les acercaban y toda la cosa, por lo que asumí en algún momento que habían terminado pero no me apetecía irme del lugar, por lo que me dispuse a pasar el resto del receso ahí sentado. Entre tanto Gen rebuscó algo en el bolsillo de su falda, entregándomelo luego.

    —¿Los compraste?

    —La última vez mencionaste que querías probarlos, ¿no? —asentí, se giró para mirarme y me sonrió con gracilida—. No estoy muy de acuerdo con el dulce y eso, pero disfrutálos.

    Eran unas bolsitas pequeñas con gomitas en forma de animales, el empaque mencionaba que eran un poco agridulces, y recordaba que luego de la escuela hace como dos días mencioné que había visto una propaganda en la televisión de dichos dulces, habíamos regresado caminando a cada e invitamos, con mi hermano, a Allen a comer un helado para sacarla de su tediosa rutina de estudio.

    —Gracias Gen —murmuré, rasgué una de las bolsitas y saqué una de las gomas, llevándomela a la boca.

    Sabía un poco a frambuesa. Giré el rostro hasta Akaisa, y le extendí el empaque para que sacara un par ella también.

    —No sé si te gustan los dulces, pero pruébalos, no están mal.
     
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    Gigi Blanche

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    Suponía que mi reacción me había dejado en evidencia, por mucho que hubiese pretendido disimularlo. La noticia me había pillado demasiado en frío como para engañar a tres personas que, de por sí, estaban al tanto del lío. Bueno, dudaba que Haru lo supiera, pero era avispado. Por suerte ninguno indagó, fingieron demencia y, de un momento al otro, la amiga de Emily apareció junto a mí. La miré, miré su mano y extendí la propia por inercia, recibiendo un caramelo. Seguí su retirada, confundido, hasta que se sentó junto a la amiga de Ko y ésta la recibió con naturalidad. Bajé la vista al dulce y una risa breve me desinfló el pecho.

    —Recibiste su bendición —bromeó Kohaku, luego de que Emily hablara—, siéntete afortunado. Ni a mí me ha obsequiado caramelitos.

    —Es una chica inteligente, entonces.

    Ishi fingió ofensa con gestos livianos y logré recuperar la sonrisa divertida. La trompeta dejó de sonar, entonces, y una nueva cuota de nervios me bañó el cuerpo. Un muchacho trajeado apareció del público y yo recorrí el patio con la vista mientras él montaba el pequeño teatro en el escenario. Fue tan repentino que lo vi de casualidad. El follaje del cerezo se sacudió y la pequeña silueta de Anna se precipitó hacia el césped, enrollada en una tela. El corazón se me subió a la garganta un instante y abrí grandes los ojos, relajando las facciones poco después. Se bajó, se coordinó con el acting de su compañero y la detallé de pies a cabeza sin una pizca de vergüenza. El cabello, el vestido, hasta las zapatillitas blancas.

    Dios, estaba preciosa.

    Quise recordar que estaba con los demás y que me convendría moderar mis reacciones, pero la intención murió tan pronto como surgió. El bailarín fue hasta unos chicos al costado para dejarles el móvil y reconocí a Sonnen, también recordé el cartel en la pizarra, las palabras de Anna en el parque botánico; mas no importó en absoluto. No cuando ella sonrió de forma tan linda y empezó a bailar. Se lo había dicho una vez, en su casa.

    Nunca se rendía, y por eso brillaba muchísimo.

    Me absorbí por completo en la presentación, la alegría me chispeó en el cuerpo y me sumé al público en cada tontería que hicieran. Cuando hicieron los trucos, la sonrisa me iluminó el rostro y me giré brevemente hacia los chicos, sólo para confirmar que también lo hubiesen visto. Fue breve, siempre lo había sido, y no fallaba en entibiarme el corazón. Ver a Anna bailar me hacía bien, verla tan contenta me volvía ridículamente feliz. Me enorgullecía, también, y las emociones acababan enredadas en mi pecho. Quizá fuera inconveniente para todos, quizá debiera arrancarme con fuerza y vendarme los ojos, pero no podía.

    Incluso si estos momentos me hacían quererla aún más.

    No podía y no quería.

    Cuando la música acabó comencé a aplaudir al instante, entusiasmado. El público se había mostrado realmente contento a lo largo del show y sabía, Dios, sabía lo feliz que debía haberle hecho a ella. Estaba tan contento que se me escapó una risa cristalina al ver a Emily prácticamente corriendo hacia Anna. En la imagen distante también apareció Sonnen y parte de la alegría desapareció de mi pecho, pero aún así volví la vista a Kohaku.

    —¿Vamos a felicitarlos?

    Quizá sólo estuviera siendo egoísta.

    Ishi asintió y le dijo algo a Haru, pero éste parpadeó con lentitud y meneó la cabeza, decidiendo quedarse. Caminamos hasta el escenario, atravesamos la línea roja y tomamos caminos separados. Anna ya estaba con dos personas, supuse que ambos pensamos igual. Kohaku fue hacia los miembros del club de música y yo me acerqué al flamante bailarín, dejando caer una mano en su hombro con suavidad.

    —¿Cómo no estás escupiendo los pulmones ahora mismo? —bromeé, junto a una risa liviana, y mi sonrisa chispeó con alegría—. Felicitaciones. Estuvo genial, de veras. Fue muy divertido.


    Cinta Anna.png

    Me había echado tanto tiempo subida al árbol que ya me dolía todo el culo, por Dios. Gaspar había tocado más tiempo del que creía, o quizá fuera mi percepción alterada de la realidad por estar haciendo equilibrio en una rama. Abby, justo debajo de mi posición, me lanzaba vistazos furtivos de vez en cuando y yo la espantaba como si fuese una mosca. ¡Mira si la gente se daba cuenta que estaba ahí y estropeábamos el factor sorpresa!

    Al final todo salió bien. La música llenó el patio, la brisa nos envolvió y bañó el espacio con luces increíblemente doradas. La gente aplaudía, reía y nos imitaban, olvidé todo lo que existía más allá de este espacio y fui feliz. Por cinco minutos, incluso si el aire me ardía en el pecho, fui absolutamente feliz.

    De eso se trataba.

    —Lo hicimos —le murmuré a Markus tras abrazarlo, y una risa me sacudió el pecho—. ¡Lo hicimos, Markus!

    Al enfrentarnos al público, a los aplausos y las sonrisas desperdigadas, sentí reconectar por primera vez con la pequeña Anna que había dejado en Argentina. Estaba allí, al fondo del gentío, super enanita y con el cabello azabache trenzado en dos mitades. Llevaba un vestidito blanco y curitas en las rodillas, los codos también. Me sonrió, movió los labios y se evaporó.

    Lo hiciste bien, dijo.

    Bienvenida de vuelta.

    Sonreí, sujeté la mano de Markus y nos inclinamos en agradecimiento. Creí que podría explotar de alegría en cualquier momento. Poco después, algo frío se presionó contra mi brazo y di un respingo, topándome con Altan. Me felicitó y me ofreció el agua, a lo que solté una risa breve.

    —Gracias, Al.

    No tuve tiempo de agregar más nada o de aceptar la botella, pues Emi apareció desde el frente y se me lanzó encima. La movida me arrancó una carcajada y la estreché entre mis brazos con fuerza, retrocediendo un poco para recuperar el equilibrio. Al separarse, me lanzó una toalla a los hombros, me puso otra botella en la mano y me tragué la gracia, pues no sabía si mi mejor amiga o mi mamá había venido a verme. Nos felicitó, soltó las palabras como ametralladora y no me dejó tiempo de reacción cuando ya había vuelto a abrazarme. La tontería me hizo reír de nuevo y repasé los alrededores con la vista. Miré a Al y estiré la mano libre hacia él, para que me diera su botella.

    —Me voy a morir por exceso de hidratación —bromeé, hacia ambos—. ¿Sabían que eso es posible? Una vez una chica se zampó dos litros de agua y estiró la pata.

    El chispazo cian de Kohaku había pasado, me había sonreído al conectar con mis ojos y había seguido hacia los chicos de la banda. Casi al mismo tiempo noté que Kakeru le estaba hablando a Markus y el corazón se me removió, inquieto, en el pecho.


    Sasha 4.png

    Negué con la cabeza cuando Alethea me preguntó si yo tenía alguna pista respecto a este despliegue y estuve por agregar cualquier tontería cuando el sonido de la trompeta cesó. Regresé la vista a Gaspar, quien abrió los ojos, pareció reconectar con la realidad y se acercó al micrófono. Que no dijera nada me arrancó una sonrisa floja y me pregunté cuál sería la intención, pues pintas de sufrir pánico escénico no tenía. Más pronto que tarde un muchachito surgió del público y entró a la zona del escenario, entonces entendí.

    La aparición de la chica desde el árbol ocurrió tan cerca de nuestra posición que realmente me sobresalté. La tontería me hizo reír al segundo y luego me reí un poco más con la cara de Arata cuando el chico le dejó sus cosas. Era un móvil y unos auriculares, y los estaba mirando como si fuesen elementos extraterrestres. La presentación fue realmente preciosa y muy divertida. Admiré a los bailarines, el trabajo de la pianista, y todo lo que eran capaces de crear sólo con sonido y movimiento. Disfruté mucho de ver su alegría, su energía, y les aplaudí con entusiasmo. La niña era la amiga del amigo de Arata, ¿cierto? No recordaba su nombre, pero su cara me sonaba de haberla visto aquí y allá.

    —Estuvo muy lindo, sí —concordé con Alethea, asintiendo, y deslicé la mirada a ella tras haber deparado un instante en Gaspar—. ¿Me acompañas? El trompetista es compañero nuestro, podemos felicitarlo.

    Podría no haber soltado la justificación, pero en cierta forma, quizá, la creí necesaria. Nos acercamos a los chicos de la banda, entonces, y al llegar junto a Sóloviov sonreí con calma.

    Congrats, golden boy. Fue una muy divertida y brillante supernova, ¿no crees? —Intercambié la mirada entre ambos, procediendo a presentarlos—. Somos todos compañeros, pero ya que estamos: Gaspar, ella es Alethea Ethans. La conocí en el campamento escolar y... digamos que nos traumaron juntas —agregué, riéndome y mirando a la chica—. Alethea, este muchachito de la NBA es Gaspar Sóloviov, aunque ya debes saberlo. —Me incliné, pretendiendo contarle un secreto a viva voz—. Siempre usa esas gafas, incluso en espacios cerrados. Sospecho que es un vampiro.

    ive been here for an eternity, en qué año estamos? 2025 ya?
     
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    Bruno TDF

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    Las personas del público se habían apartado al percibir la aproximación sin frenos del bailarín trajeado. Markus dejó a su paso un rastro de movimientos ajenos y voces susurrantes, desde mi posición se asemejó a presenciar la huella que dibujan los navíos sobre el océano, cuando lo desgarran con sus travesías. Fue una expansión de ondas infinitas hacia los corazones presentes. Tras esta primera resonancia en la calma, Ferrari ocupó el centro de la pista improvisada, este reino de fronteras rojas. Su interpretación fue precisa. Yo me mantuve a un lado de Abigail, con la trompeta serenamente sostenida sobre mi abdomen.

    Anna surgió desde el follaje del árbol de cerezo. Nunca me especificaron el detalle de que estuvo todos aquellos minutos sobre mi cabeza, por lo que su modalidad de aparición descolocó parte de mis sentidos. La reconocí con la rapidez de un trueno. Era la chica cuya danza me deleitó, desde lejos, en el salón de actos. Con cada giro que dio para alcanzar el suelo, su cabello generó un vaivén que me hizo pensar en alas negras de plumaje rosado.

    Era la caída de un ángel.

    Cuando posó los pies en la superficie, Anna pasó a convertirse en la reina de esta tierra. Mano a mano con el monarca, conquistaron con sus movimientos a las personas que los miraban, entre la sorpresa y la fascinación.

    No los aplaudí tras su pose final, por tener las manos ocupadas en la trompeta, pero sin dudas se lo merecían. Su desempeño estuvo a la altura de todo este desafío. Las reacciones generales no tardaron en volcarse como un tsunami hecho de humanidad: comentarios en voz alta, movimientos en direcciones caóticas, miradas inquietas, emociones en diferentes volumen. Guardé la trompeta en el interior de su estuche, que no estaba muy lejos de mí, y volví a abrigar mis ojos tras la oscuridad de los lentes.

    Un par de personas aparecieron en la pista. En concreto, un sujeto hecho de oscuridad y una chica más joven, de ojos violetas, a las que respondí con un gesto simple cuando nos felicitó desde el cuello de Anna.

    A mis oídos llegó, no mucho después, la tonalidad de un apodo que reconocía:
    Golden boy. Era Pierce, que se acercó junto a una de nuestras compañeras de clase. Las miré en silenciosa serenidad y asentí con igual suavidad frente a la mención de la supernova. Pierce completó las debidas presentaciones con Alethea Ethans, quien seguramente vio su rostro reflejado en el cristal negro de mis gafas cuando me giré hacia ella. En medio, Sasha se refirió al uso constante y sonante de mis gafas, frente a lo cual no mostré reacciones visibles.

    Ser vampiro era un motivo más atractivo que la realidad que me obligaba a portarlas.

    —Una supernova no existiría de no haber alguien que la descubra y le de un significado —dije—. Por lo que ustedes también son parte de esta gran composición. Agradezco y felicito sus presencias —asentí con calma, la atención puesta en ambas—. ¿Qué han sentido al vernos, Pierce, Ethans?

    Era, aquella, otra de mis tantas preguntas que aparentaban simpleza.



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    Hablarle de la inminente lectura de
    Antígona despertó algo poco habitual. Observé en la leve amplitud de su sonrisa una vislumbre de entusiasmo que no me dejó ajeno, ya que era la primera vez que me encontraba con una reacción así por parte de Bleke. Sentí que la distancia de su cordialidad se acortó por un instante fugaz, tras el cual volvió a su punto original. Presenciar aquello se me hizo bastante refrescante, al punto de que le devolví la sonrisa inconscientemente. Ella me concedió la decisión de poner una fecha para nuestra reunión y asentí. Muy probablemente la invitase la semana próxima.

    Por otra parte, me vi en la necesidad de tranquilizar a Cay con otro gesto negativo de la cabeza, ya que volvió a referirse a sí mismo como una potencial interferencia. Desde mi perspectiva, me alegraba bastante que se hubiera sumado a nosotros para presenciar al trompetista… Y comenzaban a captar mi atención aquellos gestos que dejaba entrever, que lograba observar no sin ciertas dificultades. Me dio la impresión de que Cayden estaba diferente respecto de hoy a la mañana. Quizá tomaba una actitud más discreta por la presencia de Bleke; sin embargo, más temprano conocimos a
    IIaina y frente a ella sí se permitió algunas licencias, como llevarme del brazo…

    Bleke interrumpió mis pensamientos al decir que el espectáculo iba a iniciar. Su intuición fue precisa, ya que el trompetista dejó de tocar para mirarnos directamente. En algún punto se acercó hasta el micrófono para decir unas palabras, pero en su lugar guardó silencio, señaló hacia nosotros y un chico apareció caminando en medio de la gente, vestido con un traje. Pero lo que verdaderamente me sorprendió fue lo que aconteció a los pocos segundos.

    Anna descendió del árbol.

    Girando en una tela, la chica aterrizó sobre la pista de baile con extraordinaria habilidad. Su aparición me halló completamente desprevenido e, inevitablemente, me sentí interpelado cuando también miró hacia el público, incluso si sabía que no podía detectarme entre tantas presencias. La nota en el campamento, su silencio desconcertante en el pasillo y el incómodo encuentro con Altan saltaron a agobiar la mente con preocupaciones. Mi sonrisa se desvaneció ligeramente y todo cuanto pude hacer fue mirar cómo intercambiaba gestos con su compañero de baile.

    Hasta que con destacadas notas de piano, iniciaron su espectáculo.

    Era difícil de describir con simples palabras pero... Con la fuerza de un viento, su show arrasó con absolutamente todo. La sonrisa se me ensanchó por reflejo frente a cada paso coordinado, sus divertidas expresiones desvanecieron inquietudes y los trucos finalmente me arrojaron dentro de la magia de aquel momento. Los observé con fascinación. Todo cuanto encontré en ellos fue alegría pura, como si en el mundo no importara otra cosa más que sentirse así de vivos. En su baile nos miraban, nos dedicaban gestos y nos pedían ser cómplices.

    Cuando terminaron de bailar, aplaudí con marcado entusiasmo. Mostraba una sonrisa amplia, atípicamente radiante en medio de mi serenidad.

    —Fascinante, sencillamente fascinante. Creo que no encuentro otra forma de definirlo —dije conteniendo una risa ligera que, como siempre, no llegó a salir por culpa de mis pudores. Intercambié una mirada entre Bleke y Cayden—. Nunca presencié shows de danza en vivo, es una experiencia sin igual, honestamente. ¿Ustedes alguna vez vieron algo así?

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    Madre mía, esto de mezclarse entre el público fue tan, pero tan divertido, que lo de contener la risa se convirtió en una tarea titánica. Me habíaagolpado con un grupillo de jóvenes y muchachitas parlanchinas al fondo, con la atención bien puesta en la parte alta del árbol de cerezo. Los pétalos eran muchos y parecían una inmensa almohada rosa, pero a través de ellos adivinaba la sombra de Annita haciendo equilibrio sobre una rama. Vista de lejos, parecía una pequeña ardilla a punto de hacer una travesura. ¡Y lo de la travesura era cierto! Así que esperé, con la mente ocupada en divertidas ocurrencias hasta que el silencio de la trompeta me obligó a concentrarme. Miré a Gaspy y, nada más adivinar su dedo señalándome, caminé lo más pancho hasta la pista haciéndome el distraído con el teléfono móvil. Abby Baby me marcó el ritmo de la actuación con los cambios de pistas de sonido, a los que me acomodé con facilidad.

    Ver a Annita bajando del árbol fue sencillamente maravilloso. Desde un principio confié plenamente en que lo haría bien, porque ella misma me había contado que se dedicaba a lo aeróbico. Pero uno siempre pensaba en la seguridad de los compañeros, vio usted, no podías evitarlo ni queriendo. Así que cuando bajó a tierra de lo más bien, como toda una campeona, el cuerpo se me llenó de motivación antes de tomarla de la mano… y empezar a hacer lo que tanto amábamos.

    No sabía muy bien cuándo empezó esto de bailar. Mis parientes, todos ellos artistas de la música, me compartían anécdotas de mi tierna infancia en donde ya me movía al son de sus instrumentos. Se ve que era bastante chico, porque no tenía recuerdos tan tempranos. Pero apenas empecé a poseer memoria, para entonces me había quedado bastante claro lo mucho que me gustaba esto. Comprendía que la danza y yo éramos conceptos inseparables. Que era la esencia de mi alma y que a través de esta me presentaba al mundo. Con una actitud que siempre buscaba ser alegre, porque mientras las piernas estuviesen enteras y funcionales, no tenía motivos para dejarme dominar por sentimientos negativos.


    Bailar es la alegría de vivir y buscaba que el mundo lo entendiera.


    Cuando nuestro acto terminó con la pose final, despegué a Annita del suelo con un fuerte abrazo. Era nuestra primera performance juntos y estaba sencillamente encantadísimo, nos entendíamos en la pista con una rapidez tremenda.

    —¡Lo hicimos, y lo seguiremos haciendo! —le respondí entre risas.

    La satisfacción me recorrió cada músculo del cuerpo al dirigirnos al público para saludarlo con nuestra inclinación. Todos se veían emocionados, habían un montón de sonrisas y sus aplausos me dejaban una placentera sordera en las orejas. La idea que tuvimos con Annita, en el salón de actos, por fin se estaba cumpliendo. Lo habíamos logrado, como ella dijo, y se sentía increíble.

    Nos dimos una pausa para recuperar energías, aunque yo en realidad no me mostraba agitado. En el medio pasaron cosas, mucha gente se nos vino para la pista, entre ellas una jovencita linda que se colgó de Anna y nos felicitó; le respondí con una sonrisa amplia y agradecida. Luego vino un tipo de ojos y pelo negro, ¡parecía la noche misma encarnada! Llamó mi atención con un golpecito en el hombro para devolverme el móvil que le había dejado a su amigo, el de los tatuajes, y asentí con una sonrisa alegre cuando valoró nuestro esfuerzo. Lancé el móvil al aire, estiré un bolsillo de mi saco y el aparato se precipitó limpiamente a su interior, ¡cómo me encantaba hacer este truco!

    ¡Pero la cosa no terminó ahí, para nada! Y yo lo agradecía, porque tenía ganas de ponerme a charlar con alguien. El siguiente que pasó a saludar me apoyó la mano en el hombro, su contacto fue bastante amigable. Al girarme, noté que tenía más rasgos de japonés y unos ojos chocolatosos. O tal vez de bronce, no estaba seguro. El punto es que su pregunta me hizo soltar una risa sonora.

    —¡Todo el mundo me pregunta lo mismo, mi estimado! —respondí encogiéndome de hombros— En mi casa me suelen decir que bailo desde pequeñajo, quizás ahí está el secreto de mi resistencia.

    >>¡Ah Ah, y muchas gracias por venir! Es importante que te haya parecido divertido, sin dudas —me crucé de brazos y asentí con aprobación, sonriéndole. Le extendí una mano— Markus Atticus Ferrari a su servicio, buen hombre. ¿Cómo te llamas?

    Es la primera vez que hago un post de tres personajes y encima con tremendos tochos, soy este:

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    Gigi Blanche

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    Kakeru 2.png

    Quizá me hubiera tomado alguna que otra licencia extra tocándole el hombro, la verdad fue que no lo procesé hasta después de hacerlo. ¿Había sido la energía de su presentación? ¿El hecho de que fuera el compañero de baile de Anna? ¿O la imagen tan alegre y despreocupada que el muchacho había dado? Había sido un show, bien podría no haberse correspondido con la realidad. En cualquier caso, a él no pareció molestarle y me amoldé a su reacción. Mantuve la sonrisa y regresé la mano a mi espacio algunos segundos después.

    —¿Te suelen decir? —repetí, con las cejas ligeramente alzadas, y me reí un poco—. ¿Bailas desde antes de tener memoria? Es lo que la gente suele decir por decir, pero si tú lo dijeras sería real.

    Parecía, en efecto, un muchacho alegre y lleno de energía. Me agradeció por haber ido, a lo cual amplié mi sonrisa y negué con la cabeza. Su mano extendida acabó de confirmarme que era extranjero y se la estreché con firmeza, otra vez, amoldándome a él. Supuse que, como tal, preferiría que lo llame por su nombre.

    —Un gusto, Markus. Yo soy Kakeru Fujiwara, puedes decirme como te apetezca. —Localicé a Anna y compañía un instante, para señalarlos con el pulgar—. Soy amigo de la bailarina y puedo dar fe de las veces que se ha quejado de no tener con quién bailar. Una y otra, y otra, y otra, y otra vez. —Suspiré, enfatizando la broma no tan broma, y mi semblante se suavizó—. Pero tú le volviste ese pequeño sueño realidad y... te lo agradezco mucho. De verdad.

    Igual no quería ponerme ahí todo sentimental, de hecho me dio un poquito de vergüenza haber soltado eso apenas acabé de decirlo y de forma inconsciente reflejé su postura, cruzando los brazos bajo el pecho.

    —Fue un estilo bastante peculiar. Quiero decir, no es lo que más se baila hoy en día, eso seguro. —Tampoco había visto a Anna bailar algo así nunca—. ¿Tú elegiste la música, Markus? Sonaba muy bien.


    perdón che, acabo de darme cuenta que siempre terminás roleando con Kakeru JAJAJAJA
     
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    EDA DIEKMANN 2.png

    Al final de todo me dio gracias por ver a quien me había acercado, en poco y de lejos se miraba que este tipo era un böser bub sonreí en poco ante la mirada que tenia sus ojos y en si no me inmute ni nada cuando hizo el halago, solo le respondí con una risa no era de las personas que se sonrojaba por algo bonito o halagador que alguien podría decirme puede que le respondiera si, pero en mis mejillas nunca iba haber ese color.

    Mi atención se dirigió a Fiorella en poco pero ella estaba demasiado concentrada mirando el teclado para darse cuenta que la estaban observando aunque cuando volví a escuchar la voz del chico aquí a mi lado pues solo me fije en el por algunos segundos.

    —Si soy Eda Diekmann —busque confirme—. Pero puedes llamarme Eda y tu eres Bergren ¿no?, bueno también lo escuché ayer cuando pasaron lista en clase —sonreí cuando dijo que el nombre era bonito —. Gracias por cierto ¿llevas mucho tiempo estudiando aquí? lo pregunto por que cuando recién me transfirieron no te distinguí o eso significa que soy demasiado distraída.

    Aunque eso de distraída re difícil de creérselo de mi parte pues siempre andaba como si tuviese ojos en la espalda, escuche lo que pregunto después y rei por que ni yo misma sabia que me había traído al patio.

    —Supongo que fue curiosidad, —alce mis hombros sin mucha importancia—. Toco el piano en poco así que pues de seguro quería saber quien lo tocaría y, como les salia a todos lo que harían y ¿tu?.

    En eso gire mi mirada al trompetista pues el había llamado la atención de todos por silencio, eso creo que indicaba que todo ya daría inicio la cosa fue en si no distingue de donde salio el chico que había pasado por donde estábamos parados, no nos miro ni nada y en poco note que en la mano llevaba un móvil con unos auriculares conectados en este, no paso mucho y en los parlantes que estaban debajo del cerezo empezó a sonar una música latina suponía que la que se había encargado de hacerla sonar era la chica del notebook.

    Después de algunos segundos apareció otra figura y entonces show empezó, lleve mi vista en Fiorella cuando el teclado se empezó a escuchar y la regrese em los protagonistas del baile, todo se miraba muy bien ladee en poco la cabeza mientras miraba la concentración de la amiga de Enzo y lo que hacían los bailarines y entonces todo llego a su fin.

    —Les salio muy bien ¿no? ¿Que te pareció?

    Si no podía negar que el baile les había salido muy bien, y eso nunca había participado o mirado en evento como este.

    En mi mundo no existía esto.

    Fiorella 2.png

    Gracias al cielo los nervios que sentía se fueron yendo a poco, y podía decir que como siempre las melodías que mi mamá me tocaba antes de ir a dormir pues tranquilizaba todo lo que podía sentir al iniciar de un evento, estaba demasiado concentrada mirando el teclado para fijarme de verdad en las personas que iban llegando. Suspire y en eso el chico trompetista hizo una señal en silencio y eso significaba que ya iba a empezar.

    Respira Fiorella..

    Un, dos, tres, cuatro.

    Respira..

    Entonces todo inicio una música comenzó a salir de los parlantes, sonreí en poco al ver primero la figura de Markus y no paso mucho hasta que la figura de Anna también se diviso, puse mis manos en el teclado y en poco empezaron a escucharse notas musicales lo que ellos hacían y como lo hacían se complementaban con los compases que se salían del instrumento. Una sonrisa se extendió en mi rostro al ver como se funcionaba todo, y claramente estaba muy alegre por todo lo que todos hubimos hecho, entonces el teclado barrio sus ultimas notas deje mis manos suspendida por algunos segundos y los aplausos llegaron a mis oídos mientras volvía colocar mis manos con gentiliza en el instrumento.

    Cerré mis parpados en poco para después reposar mi vista en el cielo.

    Gracias mamá..

    Con eso sonreí para por fin mirar al frente mire algunos acercarse a Anna y Markus supongo que eran amigos suyos distinguí al gunas figuras por puro milagro también mire a Kohaku acercarse pero mi vista llego a la chica que estaba en la notebook, le sonreí antes de hablarle.

    —Todo salio muy bien ¿creo? —la sonrisa aun seguía en mis labios, ante mirar el notebook—. Algún día de estos tienes que enseñarme a como usarlo —se lo apunte—. Por que realmente no use como usar esa cosa, aunque no creo que sea difícil ¿no?~

    holis uwu, Gigi Blanche por aquí te dejo a la niña <3. Y Bruno TDF perdón la demora con Eda uwu.
     
    Última edición: 23 Octubre 2023
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    Gigi Blanche

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    Kohaku 5.png

    No era indiferente al arte. Quizá mi acercamiento a su complejidad pecara de humilde o ingenuo, no contaba con grandes ambiciones ni me verían mañana haciendo de mecenas, como recordaba de la broma del otro día. Era casi ridículo que la jerarquía del club me ubicara sobre personas como Fiorella o Gaspar, pero esos detalles tampoco me mortificaban. Puede que en el arte, y a través de él, ansiara encontrar una de las pocas motivaciones que reconocía en mi interior.

    La búsqueda de paz.

    El arte de cada quien los representaba, fungía de espejo y de guía. Al menos así lo veía yo. Por eso en la danza de Anna había intensidad, fuera alegre, fuera triste, iracunda o directamente dolorosa. En las notas que había desprendido la guitarra de Chiasa, también, habían estallado siempre muchísimos colores. Gaspar tocaba como si su vida amenazara con acabar cada vez que acercaba un instrumento a su boca, y bajo los dedos de Fiorella, las teclas solían presionarse con una gota de ambigüedad y rigidez.

    Cuando Anna bailaba, sin embargo, su intensidad no me quemaba. Se convertía en algo diferente. Un soplo de brisa, la agitación de un vendaval o el golpe de una ráfaga, pero siempre era aire y en el aire sabía flotar. El aire no me dañaba. Pude apreciar el espectáculo plenamente, detallar los chispazos de alegría inundando el patio y recostarme en la suavidad de semejante tranquilidad. La paz no siempre era silenciosa, muchas veces sólo se trataba de estar en armonía.

    De conservar el equilibrio.

    Kakeru había descubierto que Anna bailaría de antemano, fue inevitable y sólo esperé que no se enfadara conmigo por habérselo ocultado. Le lancé un par de vistazos furtivos a lo largo de la presentación, pero el chico se había compenetrado tanto en la escena frente a sus ojos que descarté mis preocupaciones. Había algo en su alegría que no comprendía plenamente, pero lo había visto ocurrir lo suficiente para empezar a reconocerlo y brindarle un nombre. Haru estaba a mi lado, mi mano descendió al césped y navegó el espacio hasta tocar sus dedos. Se tensó apenas, me aceptó después e insistí suavemente hasta afirmar el agarre. En ningún momento quitamos la vista de los bailarines.

    Permanecimos así hasta que el show acabó. Lo solté con cuidado para aplaudir y sonreí, divertido, cuando Emily salió corriendo hacia Anna. Kakeru se inclinó, me dijo de ir y yo asentí, buscando por fin los ojos de Haru.

    —¿Vienes con nosotros? —murmuré, a lo que él negó.

    —Prefiero quedarme.

    Su voz había sonado considerablemente menos brusca de lo usual y yo le sonreí, incorporándome luego junto a Kakeru. Considerando que Anna ya estaba ocupada preferí felicitar primero a los chicos del club. Fiorella se había acercado a Abby y fui hasta ellas, logrando escuchar su conversación.

    —¡Sí! ¡Salió genial! —exclamó Miller, dando unas palmaditas muy emocionadas, aún sentada frente a la portátil—. You were super cool, Fee! Le sacaste humo a ese teclado, parecías poseída. —Se rió, despreocupada, y atendió al pedido de Fiorella—. ¿La compu? Claro, pero ¿para qué quieres aprender a usarla, exactamente?

    Luego giró hacia mí y sonrió muy amplio, alzando la mano sobre su cabeza. Comprendí sus intenciones y se la choqué.

    Eh, boss! —agregó—. ¿Nos viste? ¿Qué tal estuvimos? ¿Estás orgulloso de tus fieles discípulos?

    —Sí —concedí, junto a una risa suave, obviando las tonterías—. Estuvieron muy bien, fue un gran primer trabajo del club de música. —Miré directamente a Fiorella—. Tocaste de maravilla, Fio-chan. Te felicito.
     
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    Zireael

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    Kat2.png

    Lo que decía Kasun del público era cierto, había artistas y artistas, todos deseábamos la misma cuota de reconocimiento pero no todos lidiaban con el público de la mejor manera. Ser capaz de cruzar un patio lleno de personas, dejarse caer de un árbol y mandarse una coreografía así de intensa requería muchas formas de disciplina. De control de uno mismo y del espacio.

    Al terminar la gente no tardó en acercarse, Emily le cayó encima a Hiradaira luego de que Sonnen se acercara y así lo hizo más gente. Pensé la posibilidad de hablarle a Gaspar, pero estaba aquí en una labor de chismerío puro y duro a la que todavía le quedaban mínimo unos minutos, además de que se acercaron otras chicas y lo dejé estar.

    No me pasó desapercibido que la rubia sacaba algo, unos dulces, y por muy en desacuerdo que estuviese con ellos el caso era que estaba entregándoselos a él. Eso como tal ya daba información y tuve que seguir haciendo un esfuerzo titánico para carcajearme aquí, en este pozo de idiotas. Me hice un poco la tonta, pero Kasun siendo Kasun me ofreció de los dulces. Esos que ella acababa de darle.

    No sonreír como deseaba hacerlo me costó otro esfuerzo monumental, porque estiré la mano y pesqué uno de los dulces como si nada. Me lo llevé a la boca, mastiqué con calma y después volví a hablar para ambos, incluso a sabiendas de que la otra posiblemente no me contestara nunca en su vida. Qué decir, me gustaba tocarle las pelotas a la gente.

    —¿Creen que tengan algo más preparado?

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    Me agradeció, se permitió una risa leve y yo sonreí sin darme cuenta siquiera. Me daba igual el mundo entero, yo mismo incluido, si Anna reía, si bailaba como lo había hecho hoy, si podía seguir arrojando su luz a su alrededor todo era indiferente. Dios, estaba hecho el más grande de los imbéciles, pero es que esta niña era preciosa y era terriblemente consciente de que a veces ella no era capaz de verlo.

    Solo esperaba que encontrara el espejo necesario en los fragmentos de sí que debía haber encontrado hoy.

    Como fuese, a Hodges le habían puesto un torpedo en el culo, cuando quise darme cuenta surgió de la multitud y poco le faltó para taclear a Anna, así que retrocedí un paso medio en automático. Le echó una toalla al cuello, le puso una botella en la mano y en el cacao mental que me manejaba todavía batallé con el impulso de desaparecer la mía, pero me neutralicé porque ya se la había ofrecido y solo iba a seguir quedando como un loco que no sabía cómo actuar apenas aparecía otro ser vivo en el espacio.

    Además, siempre había reconocido que Hodges era la amiga que Anna necesitaba, tampoco me fallaba tantísimo el cableado para ignorar eso.

    Mientras las niñas seguían en su revoloteo de turno repasé el espacio, porque me había graduado en ideas de mierda, y noté a Fujiwara cruzar el espacio porque era terriblemente consciente de su existencia, más de lo que podía ser sano para cualquier ser humano. Otra serie de ideas contrarias me cruzaron la cabeza, ni siquiera pude darles forma, pero me di cuenta de que estaba cansado. Absolutamente agotado de tropezar con algo que ni siquiera debía ser corpóreo.

    Los engranajes incorrectos habían girado, pero cansado de mí mismo clavé una estaca entre las piezas y detuve su avance. Fue el equivalente a soltarme una bofetada mental para entrar en razón, una que quizás debía haberme dado hace semanas, y percibí la mano de Anna estirarse en mi dirección así que regresé la atención a ella y le entregué el objeto.

    —Justo por eso estamos aquí para recordarte que no tienes que tomarte dos litros de agua de sopetón. Además, esto debe ser como, ¿litro y medio más o menos? —apunté y la estupidez me hizo cierta gracia—. Se supone te hidrates, no que te ahogues.

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    La respuesta de la rubia, educada, me hizo estirar la sonrisa un poco, Hubert había negado con la cabeza a mi comentario y supuse que estaría intentando calmar mi dejo de ansiedad. No era algo demasiado intenso ni incontrolable, pero estaba allí, sutil. A ver, que hacía las cosas y luego las pensaba, así que era un poco mi culpa por venir a meterme aquí aunque quizás no tenía las neuronas para hacerlo.

    De por sí llevaba desde temprano con algunas cosas atascadas en la cabeza y solo ahora se me ocurrió que quizás solo debí quedarme por ahí, en cualquier espacio que no implicara estar con conocidos al lado. Fue una idea de lo más inconexa, un deseo de la cueva y ya, así que lo bateé lejos. No tenía tiempo ni ganas de darme la mala vida ahora mismo, en lo absoluto. Estaba aquí por Anna, punto. Porque ella confiaba en mí para dejarme a Ko en casa y yo... Yo solo confiaba en ella y ya.

    Y pensar que todo había empezado por un poco de hierba.

    Middel anunció que parecía que ya iban a comenzar, oírla no acabó de sacarme de mis pensamientos y tampoco lo hizo ver al chico aparecer, encasquetarle las cosas a Arata y todo lo demás. Lo que me dio una suerte de descarga de RCP fue ver a la enana caer del cerezo, casi me da un infarto, pero solté el aire por la nariz apenas fue evidente que no iba a ir a dar al Inframundo ni nada.

    No sabía que Hubert tenía cierto... historial, mucho menos que se había comido el momento en que a Sonnen y a Anna se les había ido todo a la mierda. En mi defensa, este chico parecía de todo menos de la clase que terminaba metido en esos embrollos, así que no había forma de que adivinara lo que estaba sintiendo tampoco, por lo que el pobre tuvo que comerse las emociones solito. Igual habría podido procesarlo mejor si le decía antes que venía a ver a Anna, pero no se me ocurrió y aunque hubiese sido el caso no habría encontrado el espacio para hacerlo.

    El sonido de la música, la rapidez de los movimientos y como los demás, en cualidad de público, seguíamos sus indicaciones me hicieron recordar la conversación aquella tan rara en la azotea. Le había hablado a Anna de núcleos, de marcas y de amor. Había parloteado hasta calmarla sobres los núcleos inalterables y de luminarias, porque en el fondo sabía que esta chica tenía el mismo poder.

    De estallar el mundo en fuegos artificiales por los suyos.

    Nunca la había visto así, tan viva, tan brillante y se me ocurrió que, lo hubiese cagado todo de la manera en que parecía, más le valía al idiota de Sonnen luchar por ella. Más le valía porque esa clase de luz no se veía con frecuencia, hacía falta una cuota importante de suerte para dar con ella y había que valorarla. A veces tomaba demasiado tiempo, miles de tropezones y hasta cortes temporales, pero hasta cierto punto la redención existía. Existía en tanto nos dieran la oportunidad de quemarlo todo y crear nuevas figuras con la arcilla formada de las cenizas.

    Que podíamos no dejar ir a las personas que habían marcado nuestro núcleo para siempre.

    Cuando terminaron de bailar me uní al aplauso sin dudar un instante, ni siquiera me di cuenta de la manera en que estaba sonriendo y encontré en ese espacio, en la puesta en escena, un calmante parecido al que encontraba en el sonido de la guitarra de Ko. Era una suerte de desconexión, pero la alegría que habían desprendido, ni idea, me entibió el pecho.

    Noté a Hubert intercambiar la mirada entre Middel y yo, el entusiasmo del chiquillo me hizo algo de gracia así que acabé soltando una risa. Fue bastante liviana, cristalina, y no cargó ni una pizca de malicia en ella. Solo me pareció gracioso que siempre hablara como si hubiese nacido en el siglo pasado.

    —La verdad es que nunca vi uno en vivo tampoco. Fue bastante divertido, hasta emocionante, ¿no? —comenté relajando los brazos al costado del cuerpo antes de zambullir las manos en los bolsillos—. Te dejan esperando por el siguiente movimiento. Se parece un poco a caminar por la cuerda floja.
     
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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    —Es tal como te digo, y mira que a veces ni yo mismo me lo creo —dije, todavía extasiado por el reciente baile, luego de que el chico pareció sorprenderse de que bailaba antes de tener memoria y todo eso—. Capaz mis parientes exageran, no sería raro. Pero sí es cierto que muevo el esqueleto desde niño, ¡de eso no caben dudas!

    Tenía pintas de ser un tipo bastante tranquilo en general. Pero en realidad traía como una chispa consigo, de otro modo no habría apoyado su mano en mi hombro para saludar. Se dejaba llevar fácilmente por la magia del ambiente y acompañaba la alegría de cada uno de mis gestos. Podíamos verlo como una suerte de baile si nos poníamos exquisitos y metafóricos, pero bueno, lo importante era que el muchacho me estaba cayendo de lo más simpático y parecía que yo también a él.

    Se presentó como Kakeru Fujiwara, y resultó ser nada menos que un amigo de Annita. Según dijo, ésta era la primera vez que la chica tenía a alguien con quien bailar. El detalle agrandó mi sonrisa, por saber que no sabía que le estaba dando esa pequeña alegría a mi
    amea. Me reí por lo bajo ante la repetición de “otra, otra, otra, otra vez”, pero al final su charlita se puso algo melancólica, así que asentí con suavidad en respuesta a su agradecimiento, que se sintió profundo y sincero... Y también me pareció muy gracioso que se cruzara de brazos como yo, de verdad parecía un baile metafórico esto.

    Hacia el final preguntó sobre la música.

    —Oh, podría haberla elegido tranquilamente, porque este estilo de música y otros similares me parecen una exquisitez, ¡uf! —hice un "chef kiss" en el aire—. Pero el que tomó la decisión fue el señorito de allá —con un movimiento para nada disimulado de cabeza señalé a Gaspy, que en este momento charlaba con dos señoritas muy preciosas—. Eso sí, me pidió que no se lo diga a nadie porque es muy reservado cuando quiere —negué con una sonrisilla, porque la historia tras la elección de la música era un tanto peculiar, pero no me iba a poner a relatarla—. Así que ahora somos dueños de un mismo secreto, mi estimado Fujiwarita. En todo caso, es genial que la música haya sonado bien para tus oídos, ¡y la que te espera cuando descubras el Electro Swing!


    >>¡Por cierto! —exclamé, anunciando que se venía un cambio de tema— Siendo un buen amigo de Anna, porque veo que te preocupas por ella... Imagino que alguna vez bailaste, ¿puede ser?

    ¡Tranqui! No me importa rolear seguido con sus niños, disfruto cada momento rolero <3

    Aparte es mi adorado muchachote Kakeru (*gritito*) y me emosiona que esté conociendo a Markus
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Era algo que había interiorizado desde hace años, al conocerlos a ambos, el que ambos decidieran sujetar una silla y sentarse para permanecer en mi vida; los gemelos, les quería muchisímo a ambos, aún así, era evidente el que mi trato con Zold era un poco más dulce, cuidadoso y servicial que con Zeld, que lo regañaba más que nada. Mis sentimientos eran claros, suponía, aunque nunca los había exteriorizado verbalmente. Además, la sensación de hartazgo que me recorrió la piel al ver que Akaisa se sentaba con nosotros la había suprimido bastante bien, por la presencia de Kasun en realidad. Le ofrecí las gomitas y éste le compartió a la otra.

    Lo esperaba, sí, era demasiado amable como para comer sin ofrecer.

    Di por terminado el show de baile, por lo que cuando Akaisa preguntó algo aguardé a que Zold le contestara, y así fue:

    —Supongo que sí, tal vez seguirán tocando algo de música.

    —Está bastante lleno, parece que ya no hubiese sitio para sentarse —agregué en un murmuro.

    Los orbes ámbar buscaron los míos, y noté que la duda de mi bienestar se reflejó sin tardanza.

    —¿Quieres ir a otro lado?

    Había pescado. Le miré y le sonreí suavizando mis facciones, asentí entonces, enganchándome de nuevo a su brazo, y en lo que lo noté mirar de nuevo a los protagonistas del espectáculo observé los orbes dispares, perdiendo cualquier suavidad al repasarla con la mirada.

    —Podemos regresar más tarde, igual —murmuré entonces, me levanté del cesped al soltarlo y sacudí mi falda, sin volver a determinar a la otra.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado that's that me espresso

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    Emily 3.png

    La emoción del momento no me dejó pensar con demasiada claridad, pero afortunadamente Anna me aceptó en su espacio con la misma energía que yo misma estaba transmitiendo; también era cierto que no le había dado mucho espacio a rechazarme, aunque no había que hacer demasiado malabares para sentir que su reacción de alegría fue completamente genuina. Soltó una carcajada cristalina ante ímpetu, fue prácticamente inevitable que la misma no se me contagiase al segundo, y después me dejó hablar sin interrumpirme, hasta que acabamos repitiendo la escena de antes al volver a tirarme a sus brazos.

    Finalmente me permití relajarme después de un par de segundos, separándome por completo de ella, y fue en ese momento que me percaté mejor de la presencia de los demás a nuestro alrededor. Ver a Altan me provocó sentimientos algo encontrados, no iba a negárselo a nadie, pero por el bien del ambiente tan lindo que había, decidí que era mejor dejarlo pasar y simplemente dedicarle una sonrisa cortés al conectar miradas, volviendo mi atención hacia la chica apenas un segundo después.

    —Bueno, pero has hecho ejercicio y has sudado, lo que significa que ahora mismo estás en déficit de hidratación... así que bebe —aquello último lo dije con un tono más severo, señalándole las botellas de agua con el dedo índice, pero el acto me duró bastante poco, pues no tardé nada en volver a suavizar la expresión—. Estoy muy orgullosa de ti, cielo —añadí, dejándole un beso sobre la frente, y acto seguido dejé escapar una risilla divertida—. Oh, y ahora voy a apartarme un poco, no quiero acapararte de todos los fans que vendrán a felicitarte~

    Alethea 2.png

    Una vez la presentación terminó, Sasha me propuso acercarnos a los protagonistas de la misma y yo asentí con la cabeza, sin ningún problema al respecto. Así lo hicimos, pues, dirigiendo nuestros pasos hacia el chico que había estado tocando la trompeta al principio de todo, y Sasha no tardó en hacer las presentaciones pertinentes. El chico estaba en nuestra clase, pero yo tendía a no prestar demasiada atención a mis alrededores, por lo que todo aquello resultó ser necesario; le dediqué una sonrisa ligeramente divertida a la pelirroja por su comentario y después hice una reverencia hacia el chico.

    —Encantada, Sóloviov-san —murmuré, al mismo tiempo que me erguía, y no pude evitar ladear levemente la cabeza al escuchar su pregunta—. Uhm... supongo que para mí ha sido una sensación de familiaridad, pero a la vez no. A veces hago presentaciones de este estilo, así que me he sentido reflejada, pero pocas veces estoy del lado del espectador, y se ha sentido un poco extraño, al mismo tiempo —contesté al final, con mi tono calmado usual.
     
    Última edición: 25 Octubre 2023
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master sixteen k. gakkouer

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    Mi intuición resultó ser correcta y a los pocos segundos advertí, por el rabillo del ojo, a la única figura moviéndose con seguridad en dirección al escenario. El espectáculo fue condimentado con elementos que nunca fallaban: factores sorpresa, desenvoltura, interacción con el público. Había aprendido a notarlo cuando, de regreso a casa, pasábamos junto a un parque, o un festival, o un evento cultural, y le pedía al chofer que se detuviera unos minutos. Sólo lo hacía cuando estábamos solos. Él jamás me lo negaba, y si papá llegaba a quejarse luego simplemente le decía que había mucho tráfico. No estaba segura de habérselo agradecido alguna vez.

    Esta presentación de baile, el campamento escolar, el festival o la mascarada organizada por los de tercero eran eventos extremadamente atípicos en mi vida y los recordaba con cariño, sintiera o no el derecho a haberlos experimentado. De todos modos no creía incurrir en problemas si mantenía el nivel de implicancia, el equilibrio que había fabricado hasta el momento. Me permití disfrutar del espectáculo en mi fuero interno, con una pequeña sonrisa sosteniéndose en mis labios, hasta que los bailarines se inclinaron y les aplaudí con calma. El ambiente se había tornado sumamente ruidoso y alegre. No me molestaba, sin embargo, sólo me sorprendía. Las personas, en especial las multitudes, alcanzaban niveles de expresión inauditos cuando se sincronizaban entre sí.

    El primero en reaccionar del círculo inmediato fue Hubert. Su entusiasmo me hizo girar el rostro para mirarlo y detallé la gran sonrisa que iluminaba su rostro, hasta ahora desconocida. Percibir su alegría endureció la fina capa de hielo y deslicé la mirada a Cayden un segundo antes de que respondiera, en un pequeño impulso de curiosidad por medir también su reacción. El chico se rió con soltura y, al final, ambos concordaron en no haber asistido nunca a una muestra de baile en vivo. Era un poco extraño, ¿no?

    —Acostumbro acompañar a mi familia a las presentaciones del Ballet Nacional de Japón —respondí, por mi parte—. Son aficionados a la danza clásica y la ópera. Una vez, incluso, viajamos a Moscow para asistir a la inauguración de La dama de las camelias.

    Por ello reconocía las diferencias. La excelencia, sutileza y elegancia que te quitaba el aliento en El lago de los cisnes se distanciaba mucho de las emociones generadas en un espectáculo como este, eran mundos totalmente diferentes y lo sabía. A uno pertenecía.

    Y al otro no.

    Me sonreí apenas, siendo consciente de que lo que había dicho sonaba bastante ostentoso, pero no me interesaba ni preocupaba disimularlo.

    —Si les interesa, es una recomendación que les extiendo. Llevan activos poco más de veinte años y han alcanzado grandes niveles de reconocimiento internacional.


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    La primera apreciación de Gaspar me hizo su debida gracia y me estiró la sonrisa, quizá porque había creído asimilar su peculiaridad durante la conversación en el salón de actos y, ahora, me había acercado a él con la expectativa de ver qué tendría para decir. Acudí a las presentaciones de turno, pues nobleza obligaba, y su comentario de la supernova me recordó directamente a la tontería que salía hasta en las caricaturas para niños. Era esa clase de conocimiento absorbido por la cultura popular que se veía reducido a sus bases esenciales.

    —Como la paradoja del árbol caído —recordé, ligeramente entretenida, y pensé en la noción del intercambio que le había mencionado mientras permanecía de pie en el escenario—. La verdad que agradezco haber estado cerca para oírlo caer, fue muy divertido. —Me giré hacia Alethea, pues había dicho que solía hacer presentaciones del estilo y eso captó toda mi atención—. ¿De verdad? ¿Tú también bailas?

    Y solté un resoplido, claramente en broma.

    —Estoy rodeada de artistas, ¿eh? That's unfair.


    Cinta Anna.png

    El argumento de Al me hizo soltar otra risa y ni siquiera me cuestioné la rareza de estar discutiendo sobre una hidratación adecuada mientras aún abrazaba a Emi, no había forma de que lo hiciera; no cuando estaba tan contenta, la brisa era tan dorada y todos mis amigos habían venido a verme.

    —Dos litros de agua te matan, pero litro y medio no, entendido. ¿Y qué pasa con litro y tres cuartos? ¿Litro ochenta? ¿Litro noventa y nueve coma nueve, nueve, nueve, nueve, nueve?

    Emi se separó, entonces, y me mandó a beberme el agüita con cierta severidad que me recordó a la tontería de antes. Rodé los ojos por la gracia y me calcé una botella debajo del brazo para abrir la otra.

    —Sí, mamá —la molesté, dándole luego un buen trago al agua.

    Noté que su expresión se había suavizado. Al bajar la botella, se acercó y me dejó un beso sobre el flequillo. Quise decirle que no hacía falta, que estaba un poco sudada, pero soltó que estaba orgullosa de mí y la tontería me desbarató los cables. La miré, habiéndome quedado repentinamente quieta, y me di cuenta que llevaba años, años y años sin oír una cosa así. Años desde que mamá y papá eran felices, aún podían vivir de su arte y nos enorgullecíamos el uno al otro constantemente. Quizá fuera una tontería, pero en ese instante me di cuenta de lo mucho que lo había echado en falta.

    Que alguien se enorgulleciera de mí.

    Pasé saliva, parpadeé y mi semblante se contrajo un poco. Fue como si todas las emociones que llevaba a flor de piel se hubieran alineado en una misma dirección, dispuestas a estallar.

    —Gracias, Em —murmuré, sintiendo el pequeño nudo en la garganta.

    Me dio un poco de vergüenza, la verdad. Bajé la vista a mis pies un segundo y noté de casualidad que algunas personas se estaban yendo del patio, lo que me dio la excusa perfecta para cambiar de tema.

    —¡Bueno, ahora vuelvan! Vayan, vayan, que tenemos más cositas preparadas.

    Prácticamente los empujé entre risas, pero me detuve un instante extra frente a Al y alcé los brazos para estirar las comisuras de sus labios hacia arriba con suavidad. No dije nada, sólo le sonreí y lo dejé ir. Sabía que ir donde Markus implicaba toparme con Kakeru, pero prefería aprovechar el impulso de valentía de esta liviandad en vez de seguir acobardándome.


    Kakeru 2.png

    Seguí la dirección de la mirada de Markus en cuanto señaló al trompetista, el cual se encontraba con Ethans, una de las chicas que había conocido en el campamento. Dijo que la información era un secreto, uno que ahora compartíamos, y su apodo me hizo gracia. ¿Fujiwa...rita? Ese era nuevo.

    —Puedes considerarme una tumba —concluí.

    Su "¡por cierto!" me hizo alzar las cejas, a la espera del nuevo tema de conversación... y las cejas quedaron así, pues dedujo que tenía experiencia de baile por ser amigo de Anna y la asociación me resultó algo extraña.

    —No, lamentablemente. —Anna había aparecido junto a nosotros y tomó la palabra, suspirando con dramatismo—. Lo intenté muchas veces, pero este chico es un hueso duro de roer cuando quiere. En todos los sentidos de la palabra, ya sabes.

    La sonrisita se le curvó con malicia a la enana. Decirme testarudo y de madera al segundo de hablar tras dos semanas sin vernos las caras, ¿es que no tenía corazón? Suspiré, resignado, y ella soltó una risilla antes de dejar caer una mano en el hombro de Markus.

    Primo, ¿no deberíamos ir avanzando en el cronograma? Algunas personas se están yendo ya.

    Eso pareció activar al muchacho y supuse que también era mi señal para regresar al público. Lo dudé, vaya, lo dudé bastante, pero al final logré ordenar mir prioridades. Quizá para Anna fuera más importante la felicitación de otras personas, pero eso no significaba que debiera omitir la mía.

    —Nunca habías bailado algo así, ¿cierto? —le pregunté, acercándome ligeramente a ella.

    —No, fue la primera vez. —Se rió, aún con los rescoldos de la alegría chispeando en su cuerpo, y soltó el aire de golpe—. Me preocupaba un poco el tema del asma, pero al final no pasó nada, por suerte.

    Asentí lentamente y bajé la mirada al espacio entre nosotros, con la sonrisa tranquila adherida al rostro.

    —Estuviste maravillosa —murmuré, y busqué sus ojos—. Lo disfrutaste mucho, ¿verdad? Pude sentirlo. Me hizo muy feliz verte, An.

    Sentí que un poquito se desarmó y me tragué las ganas de abrazarla, pues seguíamos a ojos de todo el mundo y quería respetar ciertos límites invisibles. Su sonrisa se ensanchó y balanceó el peso entre sus pies, elevándose ligeramente y bajando.

    —Gracias —respondió—. Y gracias por venir, de verdad. No sabía si lo harías, y... a mí también me hizo feliz verte.

    La mierda me dio vuelta el corazón, de blandito que era a veces, y me di cuenta lo mucho que la había extrañado. Mi sonrisa se permeó de alegría, fue genuina y le contesté al instante.

    —Siempre. Siempre que pueda, voy a hacerlo.

    Ella asintió y yo retrocedí un paso, luego otro. Mantuvimos el contacto visual algunos segundos, hasta que alcé la mano a modo de despedida y finalmente me giré, regresando al espacio donde Haru se había quedado como bandera clavada. Me senté a su lado, siendo que Kohaku se había quedado con la banda, y le lancé un vistazo.

    —¿Y? ¿Te gustó?

    —No estuvo mal —respondió, pegado a su móvil.
     
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    Virgo
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    Sonreí en poco al escuchar Abby, me daba alegría por qué aunque estuve nerviosa podía decir con algo de certeza que no se me había notado, era lo que tenía entendido más bien la canción que mi mamá compuso y que logré aprenderme por qué tenía una grabación de eso logro tranquilizar lo que sentía. Aunque eso no quitaba el hecho de que, por un tiempo había dejado de tocarla me traía recuerdos agridulces, demasiados para ser sincera. Suspiré en poco y la sonrisa que tenía había sido un agradecimiento por lo que había dicho primero, entonces decidí enfrascarme en lo que dijo de la compu así que dejé mi vista puesta en el objeto.

    —Si bueno —rei—. Sé manejar la compu como se maneja normalmente pero —parpadee en poco—. Lo que hiciste tú ahora pues me falta, en casa papá tiene una habitación llenas de cosas como estás así que, pensé que sería bueno aprender a usarlas puede que hasta me haga de DJ en mi propia casa ¿no?. Pero creo que es bueno aprender de todo en esta vida, se tocar piano hasta de sobra —sonrei mirado el teclado—. Pero de seguro no me haría mal aprender a manejar otras cosas como el Notebook.

    Ya con eso me fijé en Kohaku cuando llegó a nosotras, la chica le hablo apenas lo vio cosa que mire atenta su interacción, cuando su mirada se fijó en mi la recibí con naturalidad aunque pude sentir mi cuerpo tenso y rígido por lo que había sentido no hace tanto.

    —Gracias Kohaku —sonrei—. Estaba algo nerviosa pero creo que no se notó ¿no?. Supongo que la felicidad en parte de poder tocar aquí ganó en poco a lo que sentía.
     
    Última edición: 26 Octubre 2023
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Atendí a la respuesta, claro que lo hice, pero mi atención completa al final la absorbió el numerito de Allen otra vez. Se debía haber echado todo el rato esperando que levantara el culo y me fuera, pero no había querido ceder, no hasta ver qué acciones iba a tomar ante mi intromisión. Aunque mi presencia sin dudas era más pesada que otras podía extrapolar esa reacción como una de las posibles en un futuro que no era tan lejano como uno podría pensar.

    Eran iguales, ¿no? Posesivas, casi territoriales.

    Iban a matarse y yo iba a sentarme a verlo.

    Me miró sin rastro alguno de la suavidad que manejaba con su adorado Kasun y yo, aprovechando que el otro no estaba mirando, me permití por fin la sonrisa que había contenido todo el rato. No fue amplia pero sí fue pesada, cargó consigo una mezcla de burla y arrogancia bastante importante que no quise modular y aunque ella ya se había levantado, lo hice yo también.

    So dramatic —murmuré para mí misma y aunque desvanecí la sonrisa lo que solté cortó de tajo la decencia que había mantenido desde que me senté con ellos—. Les dejo su preciado trozo de césped, couldn't care less.

    Me sacudí la falda por si alguna hoja se le había quedado pegada, enderecé los pasos para buscar a quién más molestar pero antes de estar demasiado lejos giré el cuerpo. No determiné a la rubita insoportable, tan insoportable como eran todas las mujeres de esta academia últimamente, y hablé para Kasun. Allen, bueno, si sabía pillar señales un buen día debería agradecerme.

    Por hacer el trabajo que ni los esclavos querrían.

    —Vi a Kurosawa hace un rato. Mandó saludos o algo así —solté como si nada, como si la estupidez no fuese una bomba de información—, no tenía muy buena pinta.

    No dejé demasiado espacio de respuestas o reacción, me colé entre la gente hasta que en determinado momento noté la mata de pelo borgoña de Maze. Suponía que me quedaría a ver el resto del evento con él, ya que por ahora mi trabajo estaba hecho.

    AltanBW.png

    Era imbécil pero tampoco tanto, así como no era un santo ni a los ojos de mis propios padres mucho menos lo sería a ojos de Hodges, pero confiaba en la decencia de la niña para poder volver esto soportable. Tan siquiera todo el mundo estaba en la misma página, nadie quería arruinarle esto a Anna, por nada del mundo e incluso creía a todas las partes capaces de orquestarse para reventar al que se creyera capaz de siquiera pretenderlo.

    Estuvo la aclaración de mi parte, luego la de Hodges que la hizo sonar como si fuese su madre y Anna contestó a las dos con su respectiva tontería. Suspiré, negué con la cabeza como diciéndole que no tenía remedio y señalé a Hodges con un movimiento de cabeza.

    —Mejor hazle caso.

    La otra le había soltado que estaba orgullosa y me anticipé a que eso tenía el poder de desbaratarlo todo, no dije nada pero me quedé atento a las reacciones de Anna, pues porque no podía ser de otra manera. Se le quiso atorar, como era de esperarse, pero le agradeció y todo se mantuvo en orden. No era que me preocupara el estallido, vaya, si era por algo bueno, pero no querría hacer eso aquí a ojos de todo Dios.

    Estuve por avisar que también me retiraba, porque de por sí dije que no iba a quitarle mucho tiempo, pero antes de que me diera cuenta nos estaba empujando y puse algo de resistencia solo por hacer el tonto. De cualquier manera se detuvo un instante frente a mí, la estaca que había usado para ajustar mis engranajes estuvo por ceder a la presión y me regresaron los nervios, pero la miré, esperando.

    Acabó por alzar los brazos, estirarme las comisuras de los labios con suavidad y estúpido como era relajé todas las facciones, dedicándole una sonrisa. No me dijo nada, sonrió nada más y antes de que se fuera estiré la mano para acariciarle el brazo con cuidado. Fue eso nada más, no pretendí nada ni vi un motivo real para privarme de ello.

    —Diviértete, An —dije antes de que se alejara demasiado—. Te lo mereces.

    Preferí no seguir su procesión con la vista por obvias razones, así que solo volví donde seguía sentado Arata y el imbécil me alcanzó medio nikuman mordisqueado. El hijo de puta se había comido el suyo, luego el que se suponía que era mío y me lo alcanzó como si fuese la caridad, ante lo que solo empujé su mano.
     
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    Hygge

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    La chiquilla se excusó ante mi ofrecimiento, tampoco era como si fuese a culparla. Debía ser jodido de cojones reintegrarse, y dudaba que fuese a perder el tiempo en el par de chicos nuevos. Asentí como toda respuesta y la vi partir de reojo, revisando un par de mensajes en el teléfono antes de hacer lo mismo.

    Fuera el tumulto era más que notable. Por un momento imaginé la posibilidad de no encontrarla por allí, que era más que probable. En cualquier caso no le habría concedido mayor importancia, suponía, y habría acudido donde las kohais de segundo.

    Pero Müller no había fallado a su palabra; sus ojos violáceos se abrieron ligeramente al ubicarme y enarqué las cejas, sin poder filtrar parte de mi sorpresa.

    —Has venido —señalé, como si no fuese obvio de por sí. Torcí los labios en una sonrisa—. En el fondo te morías de ganas por venir con nosotros, va, admítelo.

    —La biblioteca estará abierta el resto del curso, ¿no? Sería un desperdicio perderse un evento así —Müller respondió a mi provocación bastante compuesta, pese a que su voz pareció rendirse a la vergüenza durante unos breves instantes. Ensanché la sonrisa, más que entretenido con la escena, pero ella ya había empezado a liderar la marcha—. Démonos prisa, Kagehira-san. Brown-san y Smith-san deben estar esperando.

    Hai, hai.

    Perdimos un poco de tiempo en encontrarnos todos, nada realmente reseñable. No fue difícil identificar el patio norte; solo había que asomarse por la ventana para notar hacia donde se dirigía un grueso importante de estudiantes. Habían empezado a tocar un acompañamiento introductorio mientras las chicas tomaban asiento en el césped y charlaban entre ellas, y paseé la mirada por la zona, rumiando un antojo repentino.

    —Creo que me pasaré por la cafetería. Necesito la bebida energética de turno —Metí la mano en el bolsillo, palpando las monedas. No era persona sin las primeras tres latas del día—. Si alguien quiere que le acerque algo, que hable ahora o calle para siempre.

    —Gracias, Kagehira-san. Pero traje mi propio almuerzo —Anisphia se negó, posando su atención en las más pequeñas—. ¿Alguna de vosotras quiere algo?

    quem Asumamos que esto fue atrás en el tiempo, Yuu se pierde gran parte de la actuación y las niñas alcanzan a verla uwu Puedes adelantar en tu post eso



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    La hora misteriosa llegó y el timbre del receso no fue más que el preludio. Me despedí del grupo del tour y fui en busca de Sakuya, quien me esperaba diligentemente cerca de la puerta. Por sus maneras y sus gestos, me jugaba la coleta a que sería de las típicas personas que en una cita aparecían media hora antes por allí, si es que solo había que verla.

    —¿Lista? —cuestioné, dando una vueltecita a su alrededor para comprobar que lo llevaba todo—. Ojalá pillemos un sitio cerca. Aunque con lo alta que eres, eso para ti no será un problema.

    Quizás no fue un lugar en primera fila, pero sí que tuvimos bastante zona de césped libre a nuestra disposición. Solo bastó parpadear para que las zonas libres se ocupasen poco a poco, y el murmullo de los estudiantes inundó la atmósfera con expectación y curiosidad. Durante varios minutos tuvimos música de entrada, nada demasiado ostentoso, pero el punto fuerte inició cuando una chica bajó de uno de los árboles, haciendo que varios de nosotros ahogásemos una exclamación. Fue una mezcla de preocupación y sorpresa. Entonces la música inició y ese pequeño susto se evaporó como si nunca hubiera sucedido en primer lugar.

    Estar del lado del espectador se sintió extraño. Como si formase parte de un cuerpo, de una vida que no me pertenecían. Ver a los bailarines danzar al compás de la música, envueltos en aquella complicidad y naturalidad tan características... Me pregunté si era realmente lo que sentían. Transmitían a través de sus miradas y sus sonrisas un amor profundo y puro por el arte. No parecía ser una mera actuación. O un rol con el que te fundías y al que le dabas vida meramente sobre el escenario.

    Ese brillo en sus ojos era real.

    —¿Has visto eso? —Le hablé a mi acompañante, en mitad de los vítores y aplausos cuando la actuación finalizó—. Esos dos tienen muy buena sinergia, ¿no crees? ¿Cuánto tiempo crees que les habrá tomado todo esto?

     
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    Bruno TDF

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    Annita se acercó a responder por Fujiwarita y, ya de paso, me avisó que algunos tímidos se estaban escapando de nuestras garras, los muy pillines. ¡No podíamos permitir eso!

    —Los dejo con lo suyo —dije con una sonrisilla, enérgico como si me hubieran sobrecargado con electricidad; me despedí de Kakeru con una palmada en el hombro y me fui sin oír su charlita con Anna.

    Esperé a que la pista de baile quedara despejada. A lo sumo permití que las damas que estaban con Gaspar permanecieran con nosotros. Cuando creí que ya todo estaba listo para seguir con el gran show, tomé el micrófono, me posicioné en el centro de la pista y carraspeé sobre el aparato. Los cuchicheos pararon y un montón de pares de ojos se fijaron en mí.


    —Señoritas y señoritos —dije hacia el público, micrófono en mano, con la energía y sonrisa de todo un presentador de televisión—. ¡Muchas gracias por venir al primer gran show de baile de la academia Sakura! ¡Presentado por el Club de Música Ligera! —algunas aclamaciones se dejaron escuchar, mezcladas con el sutil murmullo de los aplausos— Pero antes de seguir, porque esto no ha terminado, permítanme presentarnos.

    >>Trompetista y amo del viento, ¡Gaspar Sóloviov! —señalé al susodicho con brazo extendido y muchos lo aplaudieron emocionados, hasta se oyeron grititos femeninos.

    >>Nuestra pianista de fuego, ¡Fiorella Bianchi! —el estallido de aplausos fue mucho más sonoro; sin dudas la chica se lo merecía, porque su participación fue increíble. ¡Ese teclado todavía echaba humo!

    >>A su lado... La DJ, sonidista, maestra de las ondas auditivas, ¡Abby Miller! —el público volvió a estallar en júbilo, con aplausos y alegres silbidos.

    >>¡Y nosotros somos Anna Hiradaira y Markus Ferrari, los bailarines! —dije acercándome a la chica para hacer una pose a su lado. El estruendo en el aire casi me dejó sordo: Aplausos, vítores, aullidos de alegría, silbidos sugerentes, etcétera etcétera. Alcé una mano en el aire— Yeah!

    >>Y por supuesto, un fuerte aplauso para... ¡Kohaku Ishikawa, el presi del club de música ligera! ¡Más fuerte, que no los escucho! —el muchachote recibió la cuota que le correspondía de reconocimiento, pues esto no habría sido posible sin su colaboración invaluable.

    Hice una pequeña pausa, a la espera de que un poco de silencio volviera a reinar sobre nosotros.

    —Díganme, ¿quieren ver más? —pregunté y apunté con el micrófono al público, que me respondió con un largo “Siiiiiiiii”— Cool! Pero debo confesarles algo primero —mi sonrisa adquirió un tono travieso—. Annita y yo no somos los únicos bailarines de este show. Hay más, muchos más bailarines entre nosotros… ¡Y son ustedes!

    La sorpresa y confusión no tardó en atravesar el patio norte. Algunos comenzaron a hablar en voz baja, como incrédulos. Me reí cual niño a punto de hacer travesuras, caminando hacia la gente.

    —A ver, a ver… ¿quién se viene para la pista?

    Me mezclé en el público con la actitud de todo un pescador. Las persona a mi alrededor empezaron a ponerle expectativa al asunto, acompañándome con pausadas pero rítmicas palmadas. Sin preguntas de por medio, empecé a llevar personas al azar hacia la pista. A algunos prácticamente los tomaba de sopetón y se dejaban arrastrar gracias al factor sorpresa. Pero la gran mayoría vino por curiosidad o interés. Así, a la pista de baile llevé a seis muchachotes y cuatro muchachitas; a éstas últimas sumé a Fiorellita, tenía ganas de ver cómo se movía.

    —Tú serás pareja de ella, y ella será pareja de usted, hum, y tú, por allá —empecé a indicarles con cierta gracia, colocándolos frente a frente— Madre mía, cuánta belleza junta.

    Conforme los acomodaba, Anna con ciertas sorpresas en sus manos. Sobre la cabeza de los chicos acomodo unos elegantes sombreros negros. En la muñeca de las muchachas ajustó unos ramilletes muy preciosos, parecían pulseras de flores relucientes y perfumadas. Pero cuando Annita hizo amague de retirarse tras cumplir su misión, la atrapé suavemente por los hombros.

    —Tú también,
    wachina —me reí por lo bajo, mientras la ponía frente al tipo de los ojos nocturnos, que se había quedado solito.

    Con las seis parejas ya formadas, volví a tomar el micrófono para hablar hacia el público.

    —¡Vamos a bailar todos juntos! —anuncié, provocando otra ola de aplausos, estaba claro como el agua que el mundo se divertía sanamente— No es necesario que ya lo hayan hecho antes, o que sean unos expertos, o algo por el estilo. ¡Nah, nada de eso!

    >>Lo verdaderamente importante es que se dejen llevar por el momento —dije—. Todo movimiento será perfectamente válido y bonito. Serán una expresión liberadora —me permití una sonrisa algo más tranquila, a lo mejor sentimental— Conecten con el otro y busquen divertirse, de eso se trata bailar...

    >>Señoras y señores... Let's dance!

    A una señal mía, comenzó a sonar un tema de swing bastante alegre y movidito. ¡Nada mal para empezar!



    ¡Bienvenidos a la pista!
    En este evento, Markus irá atrapando a sus personajes de entre el público para llevarlos a la pista y formar parejitas :/*-*\:

    La idea es rolear cómo bailan. Las posibilidades que esto ofrece son infinitas :satan:

    Mención aparte, se han usado dados para decidir qué personajes fueron arrastrados y con quién los emparejó. Es todo puro azar. La primera tanda de perejas salió así:

    Haruhiko x Fiorella
    Maze x Eda
    Hubert x Bleke
    Cayden x Kashya
    Bergren x Morgan
    Altan x Anna

    Etiqueto a quem Zireael Amane para que estén al tanto de que sus niños fueron llevados a la pista.

    ¡Atentos! ¡Que pronto se formarán más parejas! Para eso, sus personajes deberían de permanecer en el Patio Norte
     
    Última edición: 26 Octubre 2023
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master sixteen k. gakkouer

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    Kohaku 5.png

    La risa de Abby fue fresca, no cargó ni una pizca de burla y se apiñató en una esquina de la silla, invitando a Fiorella a sentarse a su lado. Era una chica extremadamente confianzuda, no me sorprendieron sus pretensiones de compartir un espacio tan pequeño.

    —¡Pues Abby-sensei está aquí para enseñarte! —exclamó, muy triunfante, y comenzó a mover el mouse mientras le mostraba cosas en la pantalla.

    Por mi parte, le había dedicado una sonrisa y sacudí la cabeza con calma en cuanto me preguntó si se le habían notado los nervios. Mi respuesta no fue simple modestia, en verdad creía que Fiorella era capaz de desenvolverse con soltura incluso si los nervios le comían parte de la compostura. Normal, ¿no? El miedo era una emoción recurrente y la verdadera valentía no era su ausencia, sino hacer las cosas aún sintiéndolo.

    Mi presencia se desdibujó, me quedé de brazos cruzados detrás de las chicas, husmeando lo que Abby le enseñaba y escaneando el espacio de tanto en tanto. No pasó mucho hasta que el escenario se despejó y el pequeño Ferrari comenzó a vivir el sueño de su vida. Presentó a los miembros de la banda uno a uno, Abby aplaudió muy sonriente al llegar su turno. Yo, por mi parte, había relajado la espalda en el tronco del cerezo. Genuinamente me sorprendió que me incluyera en la ronda de agradecimientos. Arqueé apenas las cejas, la atención de todo el patio recayó sobre mí y esbocé una sonrisa modesta, asintiendo con la cabeza y alzando un poco la mano derecha.

    Mi jurisdicción se había limitado a facilitar el flujo de instrumentos, había muchos detalles del show que no había pedido y se me escapaban. La segunda etapa del espectáculo me sorprendió tanto como al público y en mis labios se estiró una sonrisa divertida. Digamos que tenía una posición privilegiada para observar todo. Tuve que tragarme la risa al ver que la primera, primerísima víctima de Ferrari era Haru y el resto se sucedió sin altercados. Anna había estado por abandonar el escenario, también, cuando el chico la detuvo y la emparejó con Altan. Mi mirada se deslizó a Kakeru, fue inevitable, y mi sonrisa perdió ligeramente la gracia.

    Oh, bueno. Estas mierdas iban a empezar a ocurrir.

    Y hablando de mierdas...


    Haru 2.png

    ¿Qué hacía aquí, rodeado de adolescentes gritando y perforándome los oídos? Ni Dios debía saberlo. Me había dejado arrastrar por Kohaku porque sí, porque no tenía mejores planes, pero conforme el patio se llenó y llenó de gente, mi arrepentimiento fue exponencial. La presentación de baile estuvo bonita, suponía, en verdad me la traía floja; estaba más ocupado sintiendo el ruido presionarse contra mis oídos. Era muy molesto, casi agobiante, y me pasé las palmas por los pantalones para secarlas. En cierto punto Ko encontró mi mano y me permití usarlo de cable a tierra, aunque el alivio duró menos de dos minutos. Fin del show, aplausos, todos se fueron y yo decidí quedarme. Fue un capricho y una necesidad.

    Saqué el móvil y me metí en una caja invisible, arrancándome del mundo. Aún así, estuve a medio pelo de irme. Fujiwara regresó, entonces Hodges, y deslicé la mirada a la banda; Kohaku se había quedado. Solté el aire por la nariz e intenté relajar el cuerpo a consciencia. Igual podía dejar de ser tan puto asocial por un rato, ¿no?

    Y una mierda.

    El mocoso que había bailado se acercó al micrófono y empezó a marcarse el show del siglo. La ronda de presentaciones fue normal, pero cuando comenzó a caminar entre el público y siguió hablando, joder, el estómago se me estrujó en sí mismo. Me cagaba en mis muertos, recurrí al patético truco de no hacer contacto visual para evitar la desgracia ¿y sirvió de algo? Claro que no.

    Apareció en mi espacio, lo invadió sin pedir permiso y me jaló de la muñeca. Estuve a nada de putearlo, zafarme de su agarre y mandarlo a la mierda, pero el cuerpo se me congeló y acabé en el escenario. Como siempre, el dilema entre fingir normalidad y hacer una escena me dejó en un punto neutro, inutilizado.

    No sabía ni dónde poner la vista, en un punto conecté con Ko y la mierda me dio aún más vergüenza. Él, de toda la gente, debía adivinar cómo me estaba sintiendo y ya suficiente exposición tenía encima. El mocoso se apresuró en reunir a un buen grupo de gente y, luego, nos emparejó como le salió de los huevos. Hiradaira se puso de puntillas para acomodarme un sombrero en la cabeza y yo ni siquiera busqué sus ojos. ¿Cuál era el plan? Fácil: ninguno.

    Seguía con el cerebro estropeado.

    Una chica apareció frente a mí, la pianista. La miré, la música inició y la descarga eléctrica por fin me alcanzó el cuerpo. Fue violenta, reventó la tierra, me presionó el pecho y ni siquiera fui capaz de decirle algo, disculparme, nada. Conecté con sus ojos un segundo, le clavé la mirada con frialdad y me di media vuelta. Abandoné el escenario, el patio, todo, y desaparecí dentro del edificio.


    perdón, fio-chan :(

    mañana sigo con el resto, most probably
     
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