Patio norte

Me encogí de hombros, soltando una risilla en el proceso, porque lo cierto era que al final no era que no habíamos tenido buena puntería si no que Katrina y el otro chico habían tenido mucha suerte. ¡Si nosotras íbamos super bien, de hecho! Bueno, Anna no tanto teniendo en cuenta que se tuvo que bajar la mayoría de los vasos de cerveza, pero detalles.

Después acabé por asentir un par de veces con la cabeza, con bastante energía, cuando mencionó lo de no tener resaca en la escuela. Él no había estado, pero ya habíamos pasado por eso aquí, ¿verdad? Y efectivamente no había sido una experiencia muy agradable, así que en definitiva se agradecía haber tenido el domingo para descansar.

Seguí comiendo a mi ritmo y solo giré el rostro para mirarlo cuando volvió a hablar después de un rato, viendo cómo había imitado mi gesto y se había echado sobre el respaldo del banco para recibir el sol. Me sonreí ante la imagen y dejé salir otra carcajada suave cuando volví la vista al frente.

—¿Conmigo? No creo~

En ese momento, por alguna casualidad del destino, decidí echarle un vistazo a la puerta de salida de la cafetería y me pareció distinguir la figura de Kohaku en la misma. Por regla general me hubiese alegrado bastante de verlo, e incluso le hubiese hecho alguna señal para que se acercase, pero en aquella ocasión no pude. Estaba lo suficientemente lejos para no permitirme ver su aspecto y aun así sentí que algo no estaba bien, lo que me hizo fruncir el ceño.

Lo vi alejarse antes de poder hacer nada más y tuve que controlar el suspiro que amenazó con salir de mis labios antes de volver a centrarme en Cayden.

>>¿Estuvo también en la fiesta? Tu amigo, digo.

Ni de coña me di cuenta de la presencia de nuestro pelirrojo amante del césped, ni mucho menos de lo que sea que le hubiese hecho sentir a Kou su imagen, pero es que a decir verdad era algo que no me interesaba mucho y por eso es que no le presté la más mínima atención. Bastante feo por mi parte, debía decir, porque realmente tenía que empezar a preocuparme más por mis juntas.

Meh.

—¿Lo soy? —pregunté, divertida, girándome para ver como repartía la comida con toda la tranquilidad del mundo.

No tardé mucho más en subirme al banco contrario, sentándome en el borde de la mesa y echándome hacia atrás hasta acabar con la espalda apoyada sobre la misma, para después girar la cabeza y mirar a Kou desde ahí.

>>La mesa a la sombra es para no quemarme. No te creas tanto, guapo~ —solté, sonriente, mientras le quitaba el envoltorio a uno de los panes para poder acercármelo a los labios—. Pero me alegra que también te guste mi decisión~ —añadí al final, guiñándole el ojo antes de darle un mordisco al dulce y volver a echar la vista hacia el cielo.

Oh, Dios, estaba tan esponjoso como me lo había imaginado.

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Me pregunto si eso de no sentarse como personas normales es porque son seven o porque son bisexuales (?????)

 

Iba desenvolviendo mi almuerzo cuando seguí por el rabillo del ojo los movimientos de Riamu, intentando comprender su idea hasta que finalmente se estuvo quieta. Había acabado echada encima de la mesa, los pies en el banco, su cabello desparramado y su cuerpo a centímetros de mi comida. La repasé con la vista bastante porque sí, el punto donde cortaba su falda y el cuello de la camisa, y solté el aire en una risa floja, burlona que te cagas. ¿Qué puto tenía con no poder hacer nada como un ser humano normal?

¿Tanta validación necesitaba?

Pobrecilla.

Era algo tan sencillo de fingir.​

—Sería una tragedia —acordé, irónico hasta la médula—, que esa piel tan bonita se estropee.

Me llevé un poco de comida a la boca al mismo tiempo que ella le daba un mordisco a su postre, en líneas generales me desagradaba la imagen de la gente masticando así que me distraje aquí y allá, oscilando el peso del té dentro de mi vaso.

—Bueno, podría estar peor —murmuré luego de bajarme la comida, revolviéndola un poco de pura manía—. Supongo que ser la cafetería de un colegio pijo tiene sus méritos.

La comida de la escuela a la que había asistido con Kakeru, Anna y los demás, esa sí que era espantosa. Pero ¿qué podía esperar de una preparatoria mugrienta en el límite entre Shibuya y Shinjuku? Comenzaba a ver las razones que me habían movido de escuela en escuela como un jodido peón de ajedrez, pero aún así. Esa tortura había sido innecesaria.

Y ni siquiera había sido la peor.

—Así que, Ri-chan —la llamé suavizando la voz, recargando la barbilla sobre el dorso de mi mano para mirarla—. ¿Asistes a algún club?

¿Dándole la atención que buscaba por puro amor al arte? Bueno, sí.

 

El púrpura diluido seguía palpitando aquí y allá, por un momento pensé que quizás debía interpretarlo como un puto mal augurio o quién sabe ni qué, fue una asociación extraña que vino de un comentario que le había escuchado a un profesor una vez, en el instituto viejo. El violeta, púrpura, morado, lo que fuese, era una mezcla entre azul y rojo, un tono frío y uno cálido. Era, si se quiere, un tono muerto en medio de ninguna parte en el espectro, podías acercarlo al extremo cálido o al frío dependiendo de qué tanta presencia tuviese de rojo o azul, pero en sí estaba en ninguna parte.

Y entonces lo sentí.

Ojos encima.​

No había tenido esa sensación nunca en mi vida, por lo menos no con semejante claridad. Era un puto delirio de fiebre, pero una vibración pareció alcanzarme y lo siguiente que creí escuchar fue el chirrido de un hilo al tensarse contra el borde de una superficie, podría parecer que iba a reventarse, pero solo seguía y seguía avanzando; la velocidad a la que se movía el hilo era tal que si se le ocurría a alguien meter la mano le iba a abrir la piel de tajo.

Era la primera sección de la telaraña que veía en toda mi vida y para mi desgracia no era un hilo plateado, era negro como el vacío del espacio, incapaz de reflejar la luz siquiera.

Todo el rollo me había hecho dejarle de prestarle atención a Emily, de hecho me había matado la relajación y había abierto los ojos incluso si el sol me lastimaba la vista. Fueron unos segundos que me parecieron eternos por alguna razón, pero cuando enderecé la cabeza lo único que vi pasar frente a mí fue un castaño con pintas de niño pijo y tardé cero segundos en superponer su figura con la del cabrón con el traje rojo oscuro de la fiesta, al que le había besado la muñeca y le había dicho la estupidez de que había jabón en la cocina.

Pasado de licor como estaba en ese momento no lo percibí, ¿o sí? La puta peste a azufre que despedía con su traje caro y aquel aire de rey de la colina, pero ahora, joder, ahora el hedor me había llenado las fosas nasales de repente y sentí que me iba a ahogar. Tuve un impulso ridículo de levantarme, salir corriendo como un jodido loco y buscar a Arata y a Ko hasta en el fin del mundo si hacía falta para que, no sé, me escondieran del mundo. Ni siquiera supe por qué si aunque apestara a azufre no lo ubicaba de nada ni podía decir que fuese un peligro directo para nosotros y vivía rodeado de ese jodido olor, con la de negocios que hacía.

El caso es que tampoco podía darme esos lujos, así que me quedé en mi lugar y si acaso presioné ligeramente la lata entre mis manos, arrugándola un poco sin siquiera darme cuenta. Las palabras de Emily me alcanzaron, pero me quedé fuera de base unos segundos, tratando de volver a mi centro en silencio, sin dar señales de la ansiedad que tenía encima ni nada.

¿De qué estábamos hablando de todas formas? Joder, vamos Dunn, conecta los cables otra vez.

—¿Hmh? ¿Shimizu? —Asentí con la cabeza cuando logré conectar neuronas y conseguí soltar una risa baja, no sé con qué energías—. Se fue antes que yo, pero seguro hizo sus buenos desastres antes de irse. No se va a dormir tranquilo sin hacer el numerito, eso te lo digo.

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yo: yeh un post chill
el post: *gatito chillando*

nIRVANA, OR SHANGRI-LA, OR VALHALLA. MOVE CUZ IF U STAY IN LIMBO YOU'LL DECAY

 

Solté una risilla ante su comentario excesivamente irónico, encogiéndome de hombros sin más. Hacía falta bastante más que eso para picarme, sobre todo siendo un día tan bueno y estando yo de tan buen humor~ Es que, además, ¿quién podría molestarse teniendo un dulce entre las manos? De verdad~

Lo miré de reojo cuando finalmente se dignó a dar su opinión sobre la comida y asentí con la cabeza, con una sonrisa ligera y casi hasta satisfecha con sus palabras. Ni idea de por qué, si a mí en realidad me daba bastante igual lo que opinase de la comida de la cafetería, pero a veces así era la vida.

Me erguí no mucho después y volví a dirigirle la vista con una ceja alzada, aunque no tardé en suavizar de nuevo la expresión y centré toda mi atención en él aun cuando mis manos se estaba encargando de desenvolver el otro envoltorio del pan.

—Ni te imaginas, estoy en el de teatro~ También he oído que quieren hacer uno de danza, pensaba en apuntarme~ —contesté, sonriente, y justo después de terminar de hablar me paré en seco, abriendo los ojos claramente sorprendida por la realización que acababa de tener yo solita—. Hay un club de esgrima, ¿sabes? Dijiste que habías aprendido eso, ¿no?

Así que no era solo Kohaku, ¿verdad?

Algo estaba pasando en general, no tenía ni idea del qué, pero era algo con la suficiente fuerza para tensar a una de las personas más tranquilas que había conocido en los últimos días y otro que, según yo, no andaba muy lejos. Entendí que quisiese disimularlo, y de hecho lo estaba consiguiendo bastante bien, pero es que tenía una especie de radar estúpido para ese tipo de cosas así que me fue imposible no notar cómo presionaba la lata entre sus manos, sobre todo después de haberse erguido tan de repente.

Recordé de repente la conversación que había tenido con Ko debajo de la manta, lo de que había estado en peligro alguna vez por vender droga, y también recordé todo lo sucedido con Shiori y vete tú a saber si tenían alguna clase de relación realmente, pero me daba la sensación de que todos mis amigos estaban metidos en una cosa de lo más jodida y me daba bastante miedo pensarlo.

—Entonces seguro es divertido ser su amigo~ —contesté, de todas formas, con la ligereza que había seguido en todo momento.

Recogí mi bento con la misma tranquilidad con la que lo había desenvuelto antes y me levanté del banco no mucho después, girando medio cuerpo para poder mirar al chico y dedicarle una sonrisa que pretendía calmarle de alguna manera.

>>¿Me acompañas a clase, senpai?

 

Me limité a asentir, sin sorprenderme demasiado por los clubes que le interesaban. Visto estaba ya que era una princesita del teatro, ¿y el de danza? No se me dificultaba imaginarla con fluidez para bailar y toda la mierda. Entre eso y el cabello multicolor, ahora que lo pensaba, fácil pasaba por idol o algo.

—¿No cantas, también? —solté, ligeramente irónico, y le dediqué mi atención al notar que se había iluminado con algo—. Ah, sí, sé que hay club de esgrima aquí, pero no estoy interesado ni nada.

No me interesaba ningún club, a duras penas lo hacía la escuela en sí. Vete a saber para qué mierda iban a servirme las materias curriculares cuando era poner un pie fuera del edificio y zambullirme dentro de la puta oscuridad, sin recaudos ni escalas. Y eso en los días buenos, claro, que la peste a azufre se te metía hasta el fondo de la nariz y lo contaminaba todo. Escuela incluida.

Era un puto virus.

—Aún así —agregué, suavizando la voz para reanudar el teatro—, me halaga que lo recuerdes, Ri-chan~ ¿Tanta atención me estabas prestando?

 

—Un poco, sí —respondí, con toda la seriedad que me fue posible aun cuando era bastante obvio que me estaba divirtiendo con la conversación—. También he tomado clases de piano, pero no me acabaron de gustar del todo. Supongo que me va más lo físico~

Claro que dije eso último con un tono más sedoso, pero tuve la decencia de dejar el tema ahí... al menos por el momento, claro. Sea como fuere, me encogí de hombros cuando escuché su respuesta a lo del club de esgrima y reanudé mi tarea como si nada, comiéndome el dulce en lo que él volvía a hablar y todo el asunto. Es decir, lo dije un poco porque me acordé de la conversación que tuvimos, pero realmente no esperaba de ninguna manera que estuviese interesado en ningún club de la Academia.

Un poco de curiosidad me estaban empezando a dar las "cosas" que mencionó como motivo de su traslado, porque definitivamente no parecía estar ahí por gusto ni parecía querer saber nada de lo que hubiese en el lugar. Qué chico más curioso me había topado, de verdad~

>>Pero claro, Shino-kun, ¿o tan desconsiderada me creías~? —contesté, con un ligero tono de indignación completamente fingido—. Me intereso mucho por la gente a la que quiero besar, ¿sabes?

O era más bien mi estúpida necesidad de asegurar a la gente que quería a mi lado, ¿y qué mejor manera que prestándoles atención y demostrando que me interesaba lo que me contaban? Al final del día, no era más que eso.

Nada que él tuviese que saber, de todos modos~

>>Bueno, venga, no te distraigas que se te enfría el manjar~

 

No me había parado a pensar que esta chica era amiga de Hiradaira y Ko hasta ahora, es decir, era consciente de ello pero no implicó nada hasta ese momento, tampoco me cruzó por la cabeza que hubiese estado presente cuando ocurrió el desastre con Kurosawa. La cosa era que la pobre estaba relacionándose con un montón de infelices que teníamos la vida jodida, unos por malas decisiones, otros porque nos salió del culo meternos al mundo de sombras, pero al final del día uno a uno estábamos cayendo en un tablero más grande del que parecíamos haber querido inicialmente.

No tenía idea de qué tanta información podía tener o no y como tampoco pretendía abrir la boca para dar explicaciones siendo que era solo un conocido para ella mucho menos le iba a preguntar qué tan al tanto estaba de todo, pero dependiendo de si se seguía jodiendo todo a nuestro alrededor a algunos no los iba a quedar otra opción que abrir la boca. No se trataba de asustarla o preocuparla, se trataba de mantenerla segura.

La ignorancia era jodidamente peligrosa.

Tan siquiera había podido medio recuperar el hilo de la conversación, distraerme con eso, y su comentario de que debía ser divertido ser amigo del imbécil de Arata consiguió hacerme reír de forma algo más genuina, haciendo que aflojara un poco los músculos. El cabrón me sacaba canas verdes casi todos los días, pero no podía decirse que uno se aburriera a su lado.

—Podría decirse que sí.

La vi recoger el bento y levantarse, girando el cuerpo hacia mí. La sonrisa que me dedicó de alguna forma siguió ayudándome o obligándome a aflojar la tensión, no tenía que ser alarmista, ¿no? No tenía que ser tan exagerado, a este paso me iba a morir a los veinte de un colapso por estrés.

—Yeah, sure. —Vamos, tampoco se me podían pedir milagros, allí estaba el jodido inglés que soltaba cuando no me molestaba en filtrar, al darme cuenta lo que hice fue asentir con la cabeza para aclararme—. Gracias por compartir tu almuerzo por cierto. Estaba rico.

Estiré la espalda antes de levantarme de la banca, al hacerlo empecé a caminar de regreso al interior de la academia sin prisa a pesar de que realmente me aliviaba dejar ese espacio. Terminé de arrugar la lata vacía con cierta cuota de fuerza añadida de la que no fui consciente y al pasar cerca de una de las papeleras la dejé caer en su interior.

 

Contenido oculto: poder del doble post, yo te elijo!

Insane por si no te quieres comer el relleno, los últimos dos párrafos son los que interesan (?

Antes de salir de la clase en dirección al patio a pesar de viento de mierda que soplaba, vi que Akaisa se acercaba al pobre saco de nervios que había visto en los casilleros con el pelirrojo que parecía no inmutarse por nada en la vida, el chico acabó por rechazar la oferta del tanuki gótico que en respuesta solo se encogió de hombros y salió de la clase.

No me pasó desapercibida la interacción entre Kohaku, la sombra de Hiradaira y el gato asilvestrado que juraba por Dios iba a saltar en cualquier jodido momento, al menos esa imagen me había quedado de los casilleros. Los repasé a los tres con la vista un poco porque sí, tratando de leer cualquier cosa quizás, pero no tuve mucho éxito y en sí me era bastante ajeno. Ya de por sí Ishikawa podía revolverse con toda clase de gente, no había nada particular que señalar en el trío.

Me retiré entonces y en el pasillo vi a Dunn con Welsh, parecía que la gatita se lo pasaba bomba jodiendo a este montón de bichos que no hacían más que doblarse como puercoespines cuando los pinchaba o volar contra el piso como estúpidos.

Los dos escarabajos, ratones, lombrices, lo que fuese, de Alisha eran selectivos y cerrados al punto que podía considerarse enfermedad. En sus círculos entraba poca gente, casi ninguna salía, se aferraban como lobos a los que aprobaban y se revolcaban en la sangre esparcida en el suelo como si fuese la mejor droga que tuvieran al alcance.

Incluso sin darse cuenta.

Alisha obviamente se aprovechaba de eso para pasárselo pipa, porque le gustaba tensar cuerdas, probar límites y escuchar el ruido de los mecates al reventar entre sus manos. Uno no diría que alcanzaba el nivel de Tolvaj, por ejemplo, por no era Teresa de Calcuta ni de puta coña.

Claro que cuando vi que la otra besaba al corderito y el hijo de puta ni se apartaba me descojoné, ¿qué iba a hacer si no? Una cosa era que nos lo hubiese contado Kurosawa y otra ver aunque fuese un fragmento en vivo.

Lo piqué un poco, nada que hacerle, pero parecía que tenía medio cerebro muerto o estaba de un humor decente así que no reaccionó tanto como hubiese querido, solo se deshizo de mi agarre y dejamos el tercer piso. ¿Qué si atajé en el aire que se había montado algún espectáculo en plena escuela? Pues sí, también tenía radar, pero me la traía floja por ahora.

Claro que su mierda de la corazonada o mal augurio me tiró encima cierta malicia que había ignorado hasta ahora, pero lo dejé correr cuando volvió a abrir la boca. Soltó todo en un murmuro que apenas me alcanzó los oídos.

Lobo de Shibuya.

De los grandes.​

Shinomiya Kou.​

Y la información se la había soltado

Kohaku.​

—¿Vas a decirme que el hijo de puta lo tocó? —pregunté tosco, con las manos hundidas en los bolsillos de la chaqueta roja hechos un puño—. Suelta la sopa, Dunn, ¿lo hizo o no?

Se encogió de hombros, Cayden no era que guardara las cosas como secreto gubernamental si no se lo pedían, pero a veces era muy críptico con la información que soltaba. Daba pedazos inconexos, cosas que él asumía pero de las que no estaba seguro, eran fracciones del mundo que leía de forma constante… Así que eran solo los resultados de algo, faltaba el hilo conector.

—Supongo que el silencio otorga, ¿o no? —dijo todavía en voz baja—. No hagas nada estúpido, Arata, por lo que más quieras. Le prometí que no haríamos imprudencias, ya se lo dije a Kurosawa y necesito que tengas la cabeza en el cuello por si se le vuela a ella.

Asentí sin más, nos desviamos a la cafetería para que cada uno comprara sus mierdas y una vez hecho eso nos separamos otra vez. Ni idea de dónde se iba a ir a meter Cayden, aunque con la cara de sueño que tenía seguro caía frito en cualquier lado. Me preguntó una única cosa antes de perderse por ahí.

—¿A dónde se supone que vas?

—Una rubia extranjera buscó ayuda para entender los textos de clase, Ko-chan hizo una parte, pero la jodida es terca hasta decir basta y acabé metido en esto, digamos que soy su tutor de japonés.

Estalló en carcajadas incluso antes de que terminara de hablar, soltó un montón de cosas entre la risa y juré que iba a mearse de verdad. La comida que había comprado y la soda casi se le van a la mierda, tuvo que hacer malabares para evitarlo y todavía alejándose seguía riéndose el hijo de puta.

—Have fun, Shimizu-sensei~! —soltó mientras se perdía por ahí y aflojó las carcajadas otra vez—. ¡Tutor de japonés mis huevos! Va a parecer que se crió en Kabukichō.

Suspiré con pesadez, lo dejé largarse y redireccioné los pasos hacia el patio norte. Al salir el viento me lanzó el cabello en todas direcciones, llevaba más fuerza de la que había considerado en un principio, pero digamos que todavía valía. Prefería mil veces eso, con riesgo y todo de que se me volaran las cosas, que la biblioteca como había dicho ella.

Me dejé caer en una de las mesas, saqué el nikuman de su envoltura y le pegué un par de mordiscos en lo que esperaba que apareciera la rubia.

A veces me metía en estas mierdas por bocón, no iba a mentir.

 

Me desaparecí en nikuman en un par de minutos, no era que me atragantara con la comida como hacía Dunn, pero hambre sí que tenía y no había nada que hacerle. Se me había olvidado traerme lo que quedó de la cena del domingo, así que tuve que gastar dinero otra vez en comida de la cafetería y tal, porque era eso o quedarme con hambre hasta la hora del burro.

Arrugué la envoltura, me la guardé en el bolsillo y abrí el segundo inmediatamente después. Después de pegarle otro par de bocados alcé la vista al cielo un segundo, quedaban rastros del gris de la mañana pero ya el celeste empezaba a notarse así que confiaba que al menos para la noche no lloviese, porque hacer negocios era una puta mierda.

Cuando quise darme cuenta la rubita apareció, casi se la lleva el viento y tuve que evitar reírme, limitándome a seguir comiendo en lo que tomaba asiento y todo el asunto. Desvié la mirada al libro mientras negaba con la cabeza, respondiendo lo de si había esperado mucho.

A ver, estaba repitiendo tercero, más me valía acordarme de algunas mierdas.

Claro que no podía decirse que me hubiese leído más que un par de libros en toda mi vida escolar.

—Es un texto de la evolución y no sé qué, ¿no? —Busqué corroborar sosteniéndole la mirada—. Genética y esas cosas.

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arata no es una mente maestra académica y lo sabemos todos, pero verlo en directo por primera vez me está haciendo mucha gracia xd

 

Seguí sus movimientos al acercar el libro y acercarse a mí un poco por maña, no se me podía pedir demasiado si era un desgraciado que pasaba revolcándose con cuanto ser vivo me cruzaran al frente. Incluso si ya había descartado a Allen de la lista de opciones por densa de mierda, habían manías que nunca se dejaban atrás y ya, así de sencillo. Al menos me dio la neurona chamuscada para estirar el brazo sobre las páginas del lado en que el viento soplaba, para que no fuesen a volarse.

Mientras acomodaba el resto de sus cosas husmeé por encima sus apuntes, los mapas, el glosario de japonés a... ¿Qué era eso? ¿Francés o algo así? ¿Español? Ni puta idea, el caso es que eran caracteres occidentales. Podía leer algunas cosas por encima porque el inglés no se me daba tan para el culo, pero una cosa era leerlas y otra imaginarse cómo sonaban.

La chica aplanó una hoja en blanco, escribió el título y todo el asunto. Incluso sin conocerla muy bien, todo ese afán por el orden me recordó muchísimo a los únicos obsesos del orden que había conocido de cerca y bueno, un tercero que entraba en el saco por su pragmatismo. Los Kurosawa y Dunn eran los únicos que veía siendo así de rígidos con ciertas cosas, como si quisieran controlar todo para evitar el desorden. Esparcían cadenas ya fuese a su alrededor o sobre sí mismos, restringiendo los movimientos para orientarlos a metas específicas.

Al menos lo de apenas empezar lo leyó bien, eso se lo iba a conceder.

—¿Entiendes inglés, Allen? —No esperé respuesta como tal, estiré el brazo para quitarle el bolígrafo sin ser demasiado brusco, pero poco o nada me interesó si aceptaba que escribiera en su libreta porque lo hice de todas formas—. En el japonés tenemos varias palabras que son... bueno, los sonidos de palabras inglesas, porque no existen en nuestro lenguaje o se incorporaron mucho después y las dejamos así. Pasa con la leche, ¿has visto?

Tracé las líneas de la palabra en katakana en su cuaderno, mi caligrafía no era nada que felicitarme pero se entendía, y a su lado escribí milk sin más. Ni siquiera busqué su mirada cuando seguí escribiendo, tracé los kanjis de gen, a su lado el katakana que era la otra forma de decirlo directo del inglés y finalmente otra vez la palabra en inglés a secas, gen.

—Lo que jode con el japonés es que cambias una línea y te cargas la palabra entera, tienes los kanjis, el camino difícil. Luego hiragana y katakana, los abecedarios de sonidos puramente. —Tuve que forzar la neurona para poder escribir cada cosa en caracteres occidentales—. La verdad a veces ni los propios japoneses nos complicamos la vida con kanjis.

Regresé al libro mientras le extendía el bolígrafo de regreso para que no se le fuese a la mierda por el viento.

—Lo que sigue, lees tú y si no sabes cómo se lee algo me lo dices. —Me detuve un segundo para abrir la lata de soda, darle un trago y dejármela en la mano que tenía estirada sujetando las páginas.

Igual y había repetido año por puto flojo, no precisamente por estúpido, quién sabe.

 

Era obvio que el ejemplo parecía inconexo, pero me servía para explicar que había más de una manera de decir algunas cosas y que había siempre un camino más sencillo. Al final del día todos los idiomas funcionaban de formas similares, nadie quería complicarse demasiado la existencia cuando tenía que hablar, podía hacerse al escribir pero ese ya era otro cuento. La escritura era menos espontánea que el lenguaje hablado, por eso una gran parte de saber un idioma era indiferente si solo lo escribías.

Las cosas se aprendían por práctica, por tener que pensarlas sobre la marcha. Poder ser bilingüe era una misión un poco jodida, porque implicaba dejar de pensar en tu lengua materna, dejar de traducir, y pensar directo en otro idioma sin escalas de ninguna clase.

—Un diferencia meramente formal, si tengo que ser honesto, de estilo nada más o una mierda así. Igual todo se revuelve, kanjis con los dos abecedarios de sonidos, no es que uses una sola cosa del todo. Hiragana y katakana surgieron por funciones y personas distintas creo, ya no sé, no soy bueno con historia. —Con casi nada en realidad, lo mío era la calle, pero en fin—. Y no, no sé francés. Tampoco soy un maestro de inglés, aunque la neurona de pescado me funciona lo suficiente para poder entender una buena parte.

Es decir, me gustaban los idiomas, pero la rubita no necesitaba esa información.

Ella estiró la mano para hacerse con el bolígrafo de nuevas cuentas, su tacto no provocó nada en particular pero aún así seguí sus dedos siendo que había recorrido el tatuaje del indicador en el proceso. Recordé todo el pollo de Sugino y el lobo suelto, pero me limité a tomar aire hasta llenarme los pulmones y soltarlo con pesadez. La escuché seguir leyendo con cierto aburrimiento más que evidente, le di otro trago a la soda y me detuve cuando ella se paró en seco en la lectura, para ver qué era lo que no estaba entendiendo.

—... ya que, a pesar de no conferir ventajas adaptativas a los organismos, se distribuyen con rapidez dentro del genoma. —Seguí sin demasiada prisa desde el punto donde ella se detuvo, estiré otra vez el brazo y me hice con el bolígrafo. Tracé la palabra en japonés—. Adaptado, pero se usa como adaptativo.

A su lado empecé a escribir en inglés, aunque me equivoqué y tuve que borrar para volver a empezar.

Adaptative.

Poco sabía yo que en francés, aunque diferenciado, se escribía igual. El tren de pensamiento no me iba muy en orden, así que regrese a la primera parte de la frase.

—Ventajas. —Y otra vez en inglés a su lado, que para la gracia era también parecido al francés. Regresé el brazo sobre las páginas para seguir haciendo de pisapapeles y la insté a continuar con un movimiento de cabeza—. Si de verdad se te escapa el inglés, al menos es mucho más fácil de ingresar al traductor y ya eso es un avance.

Primero de perro guardián, luego de niñera, después de enfermero y ahora de tutor, ¿qué cojones pasaba con el mundo, en serio?

 

De primera entrada alcé apenas las cejas al escucharla soltar aquel monosílabo que si debíamos ser honestos no me sonaba de nada, lo único que detecté de inmediato fue la L del inicio porque, bueno, ya bastante lata nos daba esa letra en el inglés. El francés era un idioma medio raro, la pura verdad, la pronunciación era una mierda y no ayudaba mucho, pero tan siquiera los idiomas los retenía en la cabeza con bastante más facilidad que otras cosas.

Con la otra palabra fue un poco más fácil, no se alejaba demasiado del inglés así que solo asentí con la cabeza sin motivo en particular. Ella siguió leyendo, se tropezó un par de veces, de forma que la orienté cada vez que me miró buscando que lo hiciera.

En sí era un coñazo, me estaba entrando un sueño que no era ni medio normal, era posible que si me recostaba en algún lado quedara frio en dos segundos. El asunto no se alejaba demasiado de ayudarle a mis hermanos a estudiar cuando eran más pequeños, me daba una pereza increíble pero acababa haciéndolo de todas formas y aunque no era un genio de ninguna clase, al menos se hacía lo suficiente.

Aunque un poco hasta los cojones de andar haciendo cosas por los demás sí que estaba.

En determinado momento se detuvo, miró el reloj y sacó el bento, de paso me preguntó si quería. Le iba a decir que no desde el inicio, ya había comido lo mío y me había terminado la soda, podía vivir con eso hasta la tarde para llegar a Shinjuku a comer algo de verdad, el caso es que cuando dijo que era fruta fruncí el ceño.

—¿Solo fruta? —pregunté genuinamente incrédulo—. No, gracias.

Arrugué la lata que había mantenido en la mano hasta ahora, saqué el móvil del bolsillo para ver la hora y una vez hecho eso cerré el libro de un golpe seco.

—Ya va a terminar el receso, Allen. Come y seguimos con esto otro día, ¿de acuerdo? Mañana está el proyecto, no andas tan perdida con la lectura así que por ahora creo que con eso te vale. Si no entiendes alguna cosa me envías un mensaje. —Me levanté entonces, caminando de regreso al interior de la academia—. Y la próxima que esté haciendo este viento del carajo ponte unas mallas, niña, el uniforme las permite.

Dicho eso me despedí con un movimiento de mano y desaparecí dentro del edificio, los minutos que quedaban me alcanzaban para darle un par de jalones a un porro antes de meterme a clase.

 

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escribir este post con coraline de fondo? not my best idea but here we are

es que you don't understand i'm obssesed (?)

El corderito este podía ser todo un caso de persona, pero al menos tenía que admitir que la hierba que me había vendido era de calidad. Ya en la fiesta lo había podido comprobar, aunque con todo el alcohol que me había metido en el cuerpo no era como si opinión fuese muy válida. Pero qué va, ahora que estaba ebria podía confirmar que mi pensamiento no había sido nada equivocado.

Me había noqueado lo suficiente como para prácticamente haber olvidado por qué había estado tan nerviosa en primer lugar y, a decir verdad, hasta un poco somnolienta me dejó el asunto. La cuestión es que salí del cubículo ya cuando la campana había sonado, y aunque tuve el impulso de huir y saltarme las clases a último momento, al final decidí dejarme de estupideces y entré al aula sin darle más vueltas al asunto.

Mis ojos se fueron directamente al pupitre de Joey, ya era pura inercia el gesto, y digamos que solo el hecho de verlo ahí me echó encima una sensación de tranquilidad de lo más estúpida, incluso antes de recibir su sonrisa y todo. Era casi como si solo necesitase echarle un vistazo superficial para hacerme una mínima idea de su estado; normalmente acertaba a la primera, por cierto. Le correspondí a la sonrisa con otra igualmente suave antes de dirigirme hacia mi pupitre, con un paso sorprendentemente tranquilo.

Las clases prácticamente me dejaron fuera de juego, aunque eso tampoco era ninguna noticia nueva. Se me cerraban los ojos solos y creo que un par de minutos me quedé dormida, aquí y allá, hasta que la vibración del móvil logró sacarme algo de ese estado. Comprobé los mensajes algo extrañada y al final no pude evitar la sonrisa que volvió a abrirse paso a mis labios, bastante risueña.

Igual sonaba un poco a amenaza, a ver si me iba a tener que preparar para algo que no me esperaba o algo así~

Me giré en mi asiento nada más la campana tocó, con una expresión de pura emoción, y por un segundo había olvidado completamente que había visto el intercambio de Joey y Jez en los casilleros y que no era la única persona en el mundo que sabía que hoy era el cumpleaños del chico. Lo recordé cuando la chiquilla apareció en el salón, como un torbellino, y se plantó en su pupitre como si nada.

Resoplé ligeramente, vete tú a saber de dónde había salido eso, y acabé por levantarme del asiento. Intenté buscar con la mirada a Joey antes de irme, con la expresión mucho más suavizada y con la única intención de querer hacerle saber que no lo estaba ignorando aunque me estuviese yendo del lugar. Quizás fuese obvio, quizás no lo fuese para él, pero me había prometido que aquel día sería únicamente para él y pensaba cumplir mi promesa.

Vi de soslayo todo el asunto del pasillo cuando salí, a Morgan con una chiquilla que parecía algo menor y al tatuado saliendo detrás del estirado de mi clase, pero pasé prácticamente de largo para dirigirme hacia las escaleras y bajar las mismas. Aun tenía el suelto que le había robado al tío del turno así que me compré algo para picar de la máquina expendedora del piso bajo y acabé por direccionar mis pasos hacia el patio norte.

Hacía buen día and please, I so obviously was a summer sweetheart, necesitaba el sol más que a nada para sobrevivir.

Me tiré sobre el banco cuando encontré uno libre, utilizando toda su extensión para poder tumbarme, y una vez acomodada fue que saqué el móvil y abrí de nuevas cuentas el chat de Joey (o Hoe-y, que era como le tenía puesto desde hace un tiempito).

Sure thingie, mister~
Avísame cuando termines tu cita, si eso.

No había ninguna prisa, digamos, si íbamos a quedar después de clases, pero tampoco me iba a quejar si nos veíamos antes, you know?

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Gigi Blanche ahí le respondió, para no dejarle el veído obvio(?)

 

White había tardado poco en acercarse, si acaso había terminado de responderle a Eunbi cuando la vi aproximarse, girar una de las sillas y acomodarse diciendo que nosotros decidíamos, solo que obviamente tendríamos que llevarnos algo para escribir cosa que era bastante obvia. Asentí con la cabeza solo para darle razón, en espera todavía de la respuesta de la castaña. Luego de responder una parte se fue a traer una libreta y algo para apuntar antes de volver con nosotros y decirnos que con el tiempo seguro era más agradable trabajar afuera, en eso también debía cederle razón.

Tampoco me hacían mucha gracia los espacios interiores, lo que era estúpido teniendo en cuenta que vivía en una jodida cueva, pero bueno de dicotomías vivía mi puto culo insoportable.

En lo que White respondía me levanté de mi lugar, todavía bastante aperezado, saqué las cosas de Vólkov, también un bolígrafo de los míos y me encajé todo bajo el brazo antes de comenzar a caminar sin demasiada prisa hacia afuera. El patio frontal era un poco sin gracia, así que quedaban el invernadero y el patio norte, al que ya le había tomado gusto a pesar de que allí me había fichado Satanás, así que ni modo.

Una vez abajo les dije que me esperaran un momento, me compré algo de comer en la cafetería y regresé con ellas para seguir hacia nuestro destino. Repasé el espacio con la vista, reparé en la presencia de Alisha en uno de los bancos y hasta después reinicié los pasos hacia una de las mesas libres. Dejé las cosas encima, me senté casi con pereza y cerré ligeramente los ojos al sentir el sol alcanzarme la piel. Igual se me estaba pegando lo de los gatos, que se tiraban a dormir donde les alcanzara el sol, qué sé yo.

Busqué a las dos muchachas con la vista unos segundos después, les dediqué una sonrisa casi imperceptible y ya de puro cansancio seguro me subí más o menos al tren de las estupideces.

—Bienvenidas al patio norte, señoritas~

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escribir posts con tres whiscazos encima? not my best idea

Nekita Amane oli

 

Probablemente me habría dado una mezcla de gracia y ternura saber que Cathy se tomaba tan en serio las respuestas que le soltaba a la pasada, la información que entregaba sin siquiera reflexionarlo, en un plan mayor por hacerme sentir cómoda, celebrarme o vete a saber qué. No reaccioné como tal cuando se quejó de que habría deseado invitarme la bebida, si acaso habría incurrido en la molestia si insistía, pero aceptó el dinero y se alejó. Me quedé tranquila, esperando a que la fila avanzara para comprar el bento. ¿Habría accedido a que me invite la soda si se ponía tozuda al respecto?

Bueno, suponía que sí.

¿Para qué negar lo que la gente ofrecía de buen corazón~?

Me reuní con ella teniendo ya el bento y le sonreí, virando mi dirección hacia el patio norte. Había bastante gente afuera, cosa razonable, e hice un paneo general hasta dar con una porción de césped parcialmente soleada, parcialmente protegida por los árboles. Me fijé que Cathy viniera a mi lado y durante el recorrido me pareció reconocer el cabello fuego del chico con el cual Kohaku había andado un par de veces. Recordaba, ya de paso, de la semana pasada cuando me contó bastante alegre que se había reencontrado con un viejo amigo en el Sakura. Le pregunté quién era, pues porque sí, y me habló del pelirrojo de la 3-2. Bueno, era hacer dos más dos.

Estaba con dos chicas y tampoco tenía razones para darle charla, de modo que me limité a sonreírle y asentir con la cabeza a la pasada.

—Hola~

Unos metros más allá se me ocurrió que el muchacho quizá no tuviera ni remota idea quién era yo, pero tampoco me interesaba lo suficiente para hacer algo al respecto. Llegué a destino, alcé el rostro al cielo y ensanché la sonrisa, soltando el aire por la nariz. Luego bajé la mirada a Cathy.

—¿Te gusta aquí, cariño?