Patio norte

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no hace falta que nadie se lea este puto tochazo, ni que fuese yo tan importante (?? es puro relleno para justificar mis cosas

Haberle visto la cara a Tolvaj me había regresado el mal humor o lo que fuese que tenía encima desde el numerito con Alisha y Kurosawa. Era una cualidad, un puto don que tenía la loca de Discordia para traer consigo al mundo de sombras a plena luz del día y no el fragmento que yo conocía, era otra sección diferente, mucho peor y que genuinamente daba un miedo para cagarse hasta las patas.

Y el miedo detonaba dos cosas, la huida o la agresión.

Salí de la clase apenas sonó la campana y me zambullí en los baños de la segunda planta, no fui a los del tercer piso ni sé por qué, pero de haberlo hecho o de haber salido algo más tarde lo hubiese visto, a Ko prácticamente salir pitando luego de ver al castaño con pintas de príncipe de la amargura y meterse al baño. Mi decisión me dejó en la ignorancia, no había nada que pudiese a hacer por las cosas que no sabía, aunque de haber notado todo seguro hubiese salido detrás de él y hasta me habría sacado la mala hostia de encima con tal de intentar hacer algo, lo que fuese, incluso si debía luchar con la misma personalidad con complejo de jaula que yo poseía donde nunca se externalizaba una puta mierda.

Cuando salí de los baños después de haberle pegado otro jalón al porro recordé que tenía que darle la pasta a la rubia, pero me dio genuina pereza subir a ver si estaba en su clase o qué mierdas así que solo decidí que la buscaría después o le pediría a Akaisa que me la localizara, lo que pasara primero. Para la gracia cuando llegué al pasillo de abajo reconocí la melena rubia, pero estaba con la otra cabeza de Cerbero y su puta madre se iba a acercar a ese par de infelices por voluntad propia, así que solo seguí mi camino hacia el patio norte.

Me senté en una de las bancas con pesadez, saqué el móvil y acababa de ponerme a revisar los mensajes sin responder que tenía cuando sentí el peso de otra persona cayendo a mi lado, haciendo que me tensara incluso antes de alzar la vista para ver quién era.

—Tranquilo, corderito, soy yo —dijo Arata y por estúpido que fuese, a pesar de que él había sumado mierdas a mi colapso del sábado, saber que era él me hizo aflojar los músculos a conciencia—. Ni siquiera paraste en la cafetería, ¿planeas desaparecer de este mundo? Si bajas un puto gramo más en invierno te va a llevar el viento.

—Pues la vida me haría un puto favor —respondí guardándome el móvil en el bolsillo—. ¿Me seguiste otra vez? Tienes que dejar esa manía voy a pensar que estás obsesionado conmigo, Honeyguide.

—¿Y dónde estaría la mentira? —preguntó con la eterna altanería presente en la voz. Me extendió una lata de té negro y un bento de los de la cafetería—. Alguien tiene que cuidar de tu culo inestable.

—El burro hablando de orejas.

—Hombre, es que para haberte liado con Welsh tenías que estar más puesto que la mierda, ¿no?

Tomé las cosas un poco de mala gana, pero el comentario logró hacer que se me aflojara la risa y me encogí de hombros mientras abría el bento. Empecé a comer a la velocidad inapropiada de toda la vida, porque era Arata y básicamente importaba una mierda; al hacer una pausa lo miré con el rabillo del ojo.

—Estoy esperando que te burles, hijo de puta.

—Joder no, ya me reí bastante con Sonnen en la madrugada —comentó echando el brazo sobre el respaldar de la banca—. Casi nos meamos de risa, gracias. ¿Cómo está Kuro-chan?

—Siguió la fiesta con Alisha en la madrugada y me dijo que llegó bien a su casa, pero creo que volvió a faltar a la escuela. —Escuché que Arata suspiraba con cierta pesadez—. La chica está... Ya sabes, está en caminando por el borde del pozo, un solo empujón y es posible que no tenga remedio.

Nos quedamos callados un rato, así que seguí comiendo y cuando hube desaparecido casi la mitad me detuve medio de golpe, para extenderle a él lo que quedaba. Arata no conocía la modestia así que solo agarró el bento para empezar a zampárselo sin complicación alguna, en lo que yo abría la lata de té para darle algunos tragos.

Hubo un momento de silencio, Arata no estaba masticando y yo tampoco seguí bebiendo, pero fue un silencio tan pesado que sentí el impacto de la bomba incluso antes de dar por sentado que me iba a caer encima y me tensé de nuevas cuentas limitándome a esperar.

—Lo apalearon —dijo de repente en voz baja, debió notarme la duda en la cara porque tuvo que seguir hablando—. Apalearon a Sonnen en Taitō, en la parte norte de Akihabara, pegando con Chiyoda.

Me había quedado estaqueado en segundos, ni siquiera supe preguntar qué mierda había pasado y Shimizu se tuvo que poner a explicarme todo el puto embrollo. En apariencia había sido no mucho después de que Shiori les contara la mierda que había pasado entre Welsh y yo, había dejado a Sonnen unos minutos para comprar otra botella, cigarros y tal. Cuando salió el imbécil no estaba ya, pero se escuchaba un alboroto en una de las callejuelas.

Tenía tres imbéciles encima y uno de ellos era Hikari Sugino, ex-chacal que tenía el control del barrio actualmente. El pleito lo empezó Sonnen, ya no interesaba demasiado por qué, con uno de los desconocidos con la mala suerte de que Sugino y el otro imbécil no estaban muy lejos, de forma que le cayeron encima y el alemán era bueno para darse de palos, pero no había nada que hacer con tres hijos de puta encima, mucho menos cuando uno de ellos era el chacal que se había encargado de la división defensiva de la pandilla hasta el final.

—Tuve que meterme a parar a Sugino, porque al hijo de puta ya se le había ido la pinza y si seguía lo mataba. Solo conseguí detenerlo diciéndole que el estúpido de Sonnen era el único posible sucesor de Yako —dijo luego de soltar toda la sopa—. Incluso si realmente no tengo idea de si va a servir para algo el puto cabrón.

—¿Lo llevaste a su casa, el hospital o algo? ¿Lo sabe alguien más?

Negó con la cabeza.

—Tuve que llevarlo a mi casa luego de salir como descosidos de Taitō, sigue allí por ahora. Llamé a Yuzu para que lo revisara.

No lo había dicho en ningún momento, pero en sí sabía que el que hubiese tenido un encontronazo con Sugino de toda la gente posible era una cagada de proporciones bastante importantes. Incluso si al final se lo había quitado de encima era posible que Hikari ya no quisiera que pusiera un pie en su barrio, quizás ni siquiera aceptara la presencia de Arata, así que era como habernos puesto el puñal en el cuello nosotros mismos. Esa estupidez podía desatar una serie de broncas internas de las buenas, así que alguien iba a tener que arreglar el asunto.

—No se lo digas a nadie, si alguien pregunta invéntate alguna estupidez, con tu cara seguro te creen hasta que se fue a hacer voluntariados en África —añadió luego de otra pausa—. Voy a necesitar que te veas con Hikari, mariposita, y pronto.

Tragué grueso y asentí con la cabeza porque lo sabía, era consciente de que solo yo podía hablar como la gente decente con algunos de ellos así que no me quedaba de otra que tragarme toda la mierda, toda la ansiedad y aceptar lo que me correspondía. Arata se levantó entonces, tiró el empaque desechable del bento en la papelera y regresó dentro de la academia.

Pedazo de bronca tenía encima ahora y así por la gracia.

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super uncalled for pero lo tenía pensado desde que empezó el día aunque me estaba costando un huevo darle forma

 

Las clases acabaron siendo más llevaderas de lo podría haber esperado. Al principio no lo pensé, pero después de un rato me di cuenta de que tenía mucho sentido que así fuese; me había divertido y había descansado durante el fin de semana, así que no tenía ningún motivo para no tomar el inicio de semana con buen humor y energías.

Bueno, realmente sí había un pequeño detalle al que no podía evitar darle vueltas y que me preocupaba un poquito.

La verdad era que si le había mandado un mensaje a Anna el domingo, pero no me contestó, e intenté no darle demasiadas vueltas al asunto y tomármelo con la actitud más despreocupada que me fue posible, aun cuando tampoco la había visto aquella mañana en los casilleros ni en su clase.

Por suerte, así como yo parecía estar aprendiendo a tratar con ella sin inmiscuirme demasiado en sus asuntos, ella también parecía estar intentando acostumbrarse a darme la información necesaria para dejarme tranquila. En resumen, me envió un mensaje durante la mañana y a principios del receso estuvimos hablando un poco, lo que consiguió destensarme por completo.

Me dio muchas vueltas, la tonta, pero al final me dijo que había tenido que hacer un viaje y que volvería al día siguiente. Le prometí que no me conseguiría otra mejor amiga y ella me prometió traerme unos caramelos, así que el asunto estaba más que solucionado.

Así pues, cuando salí del aula para buscar a alguien con quien comer, me encontré con que ya era demasiado tarde y no había casi nadie disponible. A Kashya le había tocado hacerle un tour a una chica nueva, Katrina estaba comiendo con el chico aquel de su cumpleaños y Kohaku estaba... bueno, ni idea de dónde estaba, a decir verdad. Ya que iba a estar sola pensé en ir al club de cocina de nuevo, o quizás al invernadero, pero lo cierto es que era una pena no aprovechar el buen tiempo que estaba haciendo así que acabé redirigiendo mis pasos al patio norte.

¡Y vaya sorpresa la mía! Distinguí la cabellera rojiza del senpai que conocí en la fiesta en un banco y, no lo pensé demasiado, me acerqué al mismo levantando una mano para poder saludarle. Podía estar pecando de egoísta al querer acercarme a él solo para no quedarme sola a pesar de no saber si realmente quería compañía, pero lo cierto es que no lo estaba pensando mucho en ese momento.

Solo me estaba guiando por mi miedo absurdo, al fin y al cabo.

—Senpai, buenas tardes~ ¿Estás esperando a alguien? —pregunté, echando un par de vistazos alrededor antes de volver a mirarlo con una sonrisa, ladeando la cabeza con cierta expectación.

Bueno, podía querer compañía, pero tampoco iba a sentarme así sin más y obligarlo si realmente no quería o algo.

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H-holis uwu

 

Me había quedado en la banca terminando de beber la lata de té o intentándolo luego de que Arata se fuese, de repente había un montón de cosas por hacer y no sabía ni cómo empezar. Me obligué a repasar la historia que acababa de soltarme Shimizu, con algo más de calma y buscando filtrar, hasta que recordé el motivo que aparentemente había iniciado el pleito. Era posible que Yuzu, Honeyguide y yo no quisiéramos siquiera pensar la posibilidad de que Sugino estuviera aceptando a cualquier imbécil dentro de su estructura, pero aunque estábamos chapados por un esquema basado en lealtades... La duda siempre existía, existía porque habíamos perdido a nuestro alfa, nuestro cable a tierra.

Solté un suspiro y dejé caer la cabeza hacia atrás, clavando la vista en el cielo despejado y sostuve la lata con más o menos la mitad de su contenido en el regazo. La claridad casi me lastimó la vista, pero me mantuve prendado al celeste sólido parchado apenas por alguna nubecilla perdida tanto tiempo que el cielo casi empezó a parecerme de un tono extraño de violeta, revuelto con el celeste, era frío y me recordaba a mi famosa cueva aunque estaba al aire libre.

Así como la charla con la castaña nueva esta mierda había logrado sacarme de encima la mala hostia, pero en su lugar había dejado solo el miedo con el que vivía de forma constante, lo había acentuado y para cuando quise darme cuenta estaba con el puto leg shaking a toda potencia. Tuve que frenarme a consciencia, porque en sí ni me había dado cuenta de cuándo comencé y acababa de hacerlo cuando me pareció escuchar pasos livianos, posiblemente femeninos no demasiado lejos. Despegué la vista del cielo, regresándola al frente, y encandilado como estaba distinguí a duras penas la silueta que me saludaba.

Me enjuagué los ojos con el dorso de la mano y entrecerré los ojos para poder enfocarla, fue entonces que reconocí el color de sus ojos antes que incluso su voz. Lo cierto es que ya para cuando había estado hablando con Hogdes estaba pasado de alcohol, así que me disculpara por no guardar tantos detalles físicos.

—Hola, Hodges —saludé entonces, negando con la cabeza a la pregunta de si esperaba a alguien, y después de dedicarle una ligera sonrisa me hice un poco a un lado en la banca por si quería sentarse—. Estaba con un amigo, pero ya se fue.

Me sorprendió que no estuviese con Hiradaira, pero tampoco iba a preguntar así de buenas a primeras.

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un anxious soft cay pa ti gabi-chan

 

Me di cuenta demasiado tarde que parecía haberle interrumpido en algún momento privado o algo y me arrepentí al instante por ello, pero el daño ya estaba hecho así que no había mucho más que pudiese hacer al respecto. De todas formas, no parecía especialmente molesto y eso ayudó a tranquilizarme también.

—Puedes llamarme Emily, senpai~ —le dije, recuperando la sonrisa mientras me sentaba en el hueco que me había dejado libre en el banco.

Me coloqué el bento sobre el regazo y lo abrí con cuidado, asintiendo con la cabeza ligeramente, más para mí misma que otra cosa, al comprobar que todo seguía en buen estado. No dudé ni un segundo después, cogí la caja con una mano y me giré para extenderla un poco hacia el chico.

>>¿Quieres un poco? —pregunté, ladeando la cabeza, y en lo que esperaba su respuesta aparté la mirada para dirigirla hacia algún punto detrás de su figura—. Por cierto, perdón por no volver a buscarte en la fiesta. Me distraje con algunas cosas y... bueno, eso, lo siento.

 

Alcé un poco las cejas sin darme cuenta cuando dijo que podía llamarla por su nombre, en sí ya estaba visto que me daba un poco igual el tema, nombre, apellido, lo que fuese valía, pero aún así en automático a lo que me aferraba era a apellidos. A Hiradaira no recordaba haberla llamado Anna ni una vez, ni siquiera cuando le vendí hierba así por las buenas, hasta a Shimizu a veces no lo llamaba por su nombre y no sé, era como mi lugar de confort, como buen japonés. Aunque ahora que caía a Liza la había llamado por su nombre sin conectar ni dos neuronas.

En fin, no valía la pena ponerme a darle tantas vueltas tampoco y no iba a ser grosero con ella.

—Bueno —dije casi en voz baja, relajando un poco los músculos.

Al final decidió sentarse y por manía seguí sus movimientos con el rabillo del ojo, incluido cuando sacó el bento, no conté con que el siguiente movimiento que iba a hacer fuese extender la caja hacia mí. Volteé el rostro apenas para ver el bento, luego a ella y de regreso al bento, claramente confundido. Solo me conocía de la fiesta y lo que fuese que le había contado Ko de mí, en sí no tenía motivos para andarme ofreciendo de su almuerzo.

Aunque si éramos honestos se veía bien y yo solo tenía medio bento en el estómago.

—¿Estás segura? —pregunté antes de prestarle atención al resto de sus palabras, pero cuando lo hice dejé salir una risa nasal y negué con la cabeza restándole importancia—. No te preocupes por eso, yo también me distraje, así que podríamos decir que estamos a mano, ¿no?

 

Estaba claro que el gesto lo había tomado completamente desprevenido y no pude evitar alzar las cejas al recibir su mirada, igualando su expresión de confusión. Era algo tan inherente a mí que, sinceramente, nunca habría pensado que de hecho era algo extraño ofrecerle tu almuerzo a alguien que conocías de apenas un par de días.

Pero era el tipo de cosas que hacía, sin pararme a pensar nunca en ello.

—Claro. Tampoco tengo tanta hambre, de todas formas~

Insistí un poco más, empujando el bento un par de veces, hasta que finalmente lo dejé sobre su regazo antes de mirarlo con una sonrisa. Asentí con la cabeza, aceptando lo de que estuviésemos a la par por lo del sábado, y estiré los brazos deslizando las manos por los tablones de la falda. Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás en el respaldo del banco, recibiendo mejor los rayos del sol sobre el rostro.

>>Y bueno, ¿qué tal todo, senpai? ¿Te lo pasaste bien, tuviste mucha resaca~?

 

Que reflejara mi confusión de alguna forma logró relajarme por estúpido que sonara, que ella pareciera tan confundida por mi reacción como yo por su gesto era hasta un poco gracioso en realidad. Con solo eso me hice una idea de la clase de persona que era realmente la chiquilla, posiblemente andaba pensando en los otros antes que en sí misma, así que por ahí ya teníamos un punto en común aunque lo expresáramos de formas abismalmente distintas.

Acabó por afirma, que podía comer si quería y al final me dejó el bento en el regazo, de modo que no me quedó más que tomarlo mientras le agradecía casi en un murmuro. La vi echar la cabeza hacia atrás, los rayos de sol le bañaron el rostro y vete a saber por qué realmente repasé su perfil con la vista unos segundos.

La enana esta era bonita y todo.

Fue hasta que habló que me di cuenta que estaba siendo un raro de mierda, así que regresé la atención a la comida y me bajé un par de bocados, forzándome a no comer a velocidad.

—Deberían darme un premio a la resaca, el domingo no fue el mejor de mis días —admití junto a una risa, para después comer un poco más. La pregunta de si me había divertido era por demás ambigua, había comido césped, terminado al borde del breakdown y me había comido a uno de mis mejores amigos así por amor al arte, para después terminar hasta el cuello de mierda con Welsh y Kurosawa—, pero digamos que sí me divertí al menos un rato.

Mastiqué un último bocado antes de estirar el brazo para dejar la caja con cuidado sobre su regazo.

—¿Y tú? Seguro esa distracción estuvo divertida~

¿Así de gratis la estaba picando? Pues sí.

 

Si hubiese sabido que el chico se quedó mirándome cuando me puse a tomar el sol, seguramente me hubiese sonrojado y puesto nerviosa como solía hacer. Por suerte para todos, había decidido cerrar los ojos para no cegarme por la luz, así que íbamos a ahorrarnos aquella escena.

Formé una sonrisa suave al escucharlo responderme y asentí un par de veces con la cabeza, estando atenta a su relato a pesar de no estar mirándolo directamente. Me erguí después, cuando noté que dejaba la caja de vuelta a mi regazo, y me llevé algo de arroz a la boca ya cuando terminó de formular su pregunta. Lo miré de soslayo, con una sonrisa algo ambigua, y volví a mirar la frente justo al instante.

—Síp~ Jugamos al beer pong, aunque Anna y yo perdimos al final —hice una mueca al decir aquello último, aunque acabé por encogerme de hombros acompañando el gesto con una risilla—. Pero estuvo divertido~ El domingo también tuve resaca, pero parece que hemos sobrevivido bastante bien a ello, ¿no?

Me quedé un rato en silencio después, comiendo y observando al resto de alumnos que había por la zona. Era extraño, pero me sentía bastante tranquila en ese momento, y sentía que era gracias a la presencia de Cayden; algo así a como cuando estaba con Kohaku, de hecho, aunque este último siempre acababa tomándome el pelo y no parecía que fuese el mismo caso con el pelirrojo.

>>Se está bien aquí fuera, ¿verdad? Qué pena que tu amigo se haya ido y no esté disfrutando este solecito~

Me despedí de Joey con la mano, simplemente dirigiéndole una sonrisa suave como reacción a su comentario. Entendía de qué iba el rollo y no iba a molestarme por ello ni mucho menos, aunque tampoco pensaba seguirle mucho el rollo y simplemente lo dejé estar.

Sea como fuere, observé después todo el intercambio de Kou con la empleada sin poder disimular la gracia que me estaba haciendo la situación, con el chico nombrando toda esa lista de exigencias sin importarle absolutamente nada. Bendito el que se encargase de prepararle el almuerzo todos los días, la verdad, por mucho que ese fuese su trabajo y recibiese remuneración de ello. ¡Y eso que yo era una niñata caprichosa el 90% del tiempo, eh!

—A mí me da igual, gracias~ —añadí, un poco porque sí, con una sonrisa divertida plasmada en el rostro.

Asentí con la cabeza ante la propuesta y, como él se hizo con toda la comida y no se había separado de mi agarre, pues acabé por afianzar el mismo y lo guie hasta la puerta que daba al exterior de la academia. En sí el patio también estaba atestado de alumnos, lógico teniendo en cuenta el buen día que hacía, pero entendía que al estar al aire libre era mucho más cómodo que la cafetería.

De puro milagro distinguí una mesa libre que encima recibía la sombra de un par de árboles y me desenganché del brazo del chico para prácticamente salir corriendo al lugar y pillarlo antes de que se atreviesen a quitárnoslo. Me giré de lleno cuando lo alcancé y levanté el brazo para llamar la atención del castaño (como si hubiese podido perderme de vista en algún momento o algo), con una expresión de puro orgullo por mi hazaña.

 

Una buena pregunta era qué demonios hacía yo, el culo ansioso por excelencia, compartiendo almuerzo con una chica como si fuese medianamente normal. El pensarlo de repente no me ayudó demasiado porque me hice un cacao mental que no vino ni a cuento, me tuve que forzar a dejarlo correr cosa con la que ayudó la conversación.

Noté que se enderezó cuando dejé el bento en su regazo y aunque me miró de soslayo, la sonrisa en su cara no fue lo que se diría clara. No me sorprendía demasiado, era amiga de Hiradaira y ya estaba metida con Akaisa, posiblemente con todo Cerbero en realidad, así que aunque tuviera cara de santa paloma seguro se montaba sus buenos desastres.

Como todos, básicamente. Quizás hasta deberíamos hacer un club de los cara de borrego degollado, me parecía a mí que tendría éxito, podíamos poner a Ko de presidente.

—Se ve que ninguno de nosotros tiene muy buena puntería entonces —comenté mientras volvía a tomar la lata de té que me había dejado Shimizu para beber lo que quedaba que no era mucho—. Parece que sí. La ventaja de pegarte la fiesta en fines de semana es que no tienes que preocuparte por venir a la escuela medio muerto después.

La mención a Hiradaira me había regresado al puto pollo que tenía encima, porque aunque era poco probable que alguien preguntara por el idiota de Sonnen, si ocurría iba a tener que inventarme una mentira que tuviera un mínimo de sentido incluso si como había dicho Arata, me creían hasta si decía que se había pirado a hacer voluntariado en el culo del mundo. Aún así aunque no era mi amigo, la lectura que había hecho de él como posible sucesor me decía que el puto idiota podía aparecerse mañana en la escuela sin importar lo que le dijéramos así que tenía que inventar algo que calzara con esa posibilidad.

Si hubiera sabido que de alguna manera mi presencia le daba tranquilidad a Emily posiblemente me hubiese reído, porque tenía tremendo lío en la cabeza, pero aún así me habría alegrado. Digamos que poder darle tranquilidad a la gente de vez en cuando me daba calma a mí mismo.

Su comentario de que era una lástima que mi amigo se hubiese ido en vez de quedarse a disfrutar del sol me arrancó una risa baja. Dejé caer la cabeza hacia atrás otra vez, el cabelló cayó por su propio peso y entrecerré los ojos de nuevo, no tardé mucho en encontrar otra vez el tono diluido de violeta entre el celeste.

—Más bien agradece que se fue, es un pesado —comenté mientras cerraba los ojos para disfrutar del sol nada más—. Seguro hasta se ponía a ligar contigo.

A ver, la verdad había que decirla y para mi desgracia conocía bien las costumbres de Arata.

 

No se me pasó desapercibido el comentario de Riamu, llegados a este punto me hacía una idea de que si me descuidaba cinco minutos, iba a convertirme en el saco de boxeo de la niña. Por suerte me daba igual, en tanto me encontrara de buen humor, claro.

Caminamos por la cafetería pegados como lapas, debíamos parecer una parejita de tórtolos y recordé el teatro que nos habíamos montado en el jardín de jazmines. Afuera se estaba bien, había bastante gente pero más diseminada, con menos ruido, y por ende era... aceptable. Riamu me ganó a la carrera en la misión por identificar una mesa libre y la seguí con la mirada hasta detenerse junto a una y señalármela. Seguí caminando con el ritmo que traía, tranquilo y desenfadado, y no lo alteré por nada del mundo. Ni siquiera cuando una ligera intermitencia zumbó en mis oídos y los hilos chispearon bajo el crepitar de un rojo intenso, similar a la sangre bajo el sol. El archivo se activó, procesó y descartó a una velocidad ridícula. ¿De dónde? ¿Shinjuku? No, ¿Chiyoda?

¿Un viejo chacal?

Pasé justo frente al pelirrojo y le dediqué una mirada tenue, con la eterna sonrisa pegada al rostro. De puro vicio, digamos, para verle bien la cara y ya no olvidarla.

Otro viejo chacal, en realidad.

Deposité la bandeja sobre la mesa con movimientos silenciosos y luego me senté, repartiendo la comida entre ambos con una paz que te cagas. ¿Qué mierda me habían metido en las neuronas, que lo único capaz de mitigar la ansiedad parecía ser el olor de un potencial depredador?

—Buena mesa, Ri-chan. A la sombra y todo, justo como me gusta. Eres tan considerada y me conoces tan bien~