Patio norte

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master yes, and?

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    ¿Que si estaría celosa? Venga, no tenía la más puñetera idea de lo que eso significaba. Nada en definitiva había tenido la fuerza suficiente para hacerme perder la cabeza, ni siquiera cuando vinieron con los rumores idiotas sobre Kakeru. Aún recuerdo cuánto me sorprendió rebuscar y rebuscar dentro sin encontrar... nada. ¿Era la ausencia de fuego? ¿Era mi incapacidad para amar? Ni idea. A lo sumo me venía en gracia imaginarme al idiota de Altan comiéndole la boca a un pandillero promedio, porque habría jurado que era de las últimas cosas que esperaría ver.

    Sin embargo no respondí, me hice la idiota y me encogí de hombros, dejando el agua correr. Volvió a alcanzar mi cabello, como siempre, y lo dejé hacer en relativa calma. ¿Que si él debería estar celoso? No realmente, pero ¿qué ganaba yo confiándole esa información?

    —No sé. ¿Lo estarías? —le devolví la pelota, con la misma diversión que él había usado.

    Igual ahí quedó la mierda, porque noté que su atención se desviaba y al seguir el trayecto de su mirada di con un pelirrojo que, bueno, ni puta idea. Me gustaba su chaqueta, eso sí, y la verdad que gritaba gang boy por cada puto poro de la piel.

    —¿Y ese~? —pregunté con ligereza, por curiosidad más que otra cosa.

    El Sakura se llenaba cada vez más y más de pandilleros de mierda.

    Y a Sonnen parecía venirle en gracia relacionarse hasta con el último de ellos.

    Qué puta ladilla.


    Solté un suspiro liviano y me escurrí rápidamente para alcanzar su cuello y dejarle un beso allí antes de incorporarme con agilidad. Estiré un poco las piernas, los brazos, notando que Emi y Kohaku por fin salían de su... ¿carpa? La verdad, un chispazo de culpa me pinchó y todo así que al final chasqueé la lengua y enganché mi brazo al de Hodges.

    —Bueno, creo que mejor sí me voy a clases o acabaré suspendiendo todo. —Era, si se quiere, algo positivo. Me estaba preocupando por mis malditas notas, ¿no?—. Nos vemos, bombones~

    Kohaku.png

    Ciertamente me vino un poco en gracia que Emily reaccionara a mi relato como si fuera un niño contándole que, no sé, logró colorear dentro de los bordes. ¿Estaba tonta, era suicida a secas o la estaba subestimando? Ni idea, quizás un poco de las tres. Como fuera, no iba a negar que también me aliviaba que no hubiera puesto cara de horror ni nada, y solté un suspiro casi dramático cuando ella destacó que el receso estaba por acabar.

    —Ni modo, me pensaré la mejor pregunta del mundo para compensar el tiempo perdido~

    La dejé hacerse con las mantas y arrugué la expresión, recibiendo la luz del sol directa luego de tanto rato. Me tomó unos segundos acostumbrarme mientras erguía el torso con cierta pereza, enjugándome los ojos. Venga, qué sueño. Miré aquí y allá, Anna estaba de pie y no tardó en buscar a Emily; al final iba a irse, bueno. No tenía razones para detenerla ni nada.

    Me puse de pie también, quejándome un poco, más para organizar las mantas que ahora eran nuestra responsabilidad, y en eso estaba cuando distinguí ya a unos cuantos metros la espalda de una chaqueta, la cabellera pelirroja y el dragón dorado. Podría jurar que el aire se me escapó de los pulmones por un segundo, el cerebro carburando a mil por hora entre cientos de recuerdos.

    ¿Cay-cay?

    Aunque en definitiva casi no reaccioné visiblemente y tampoco vi por dónde perseguirlo como puto loco. Ya podría repasar los salones de tercero luego de clases, la verdad, ya que si realmente se trataba del irish boy iría a mi año.

    y hasta aquí llego yo *hace ovación*
     
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    Zireael

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    Altan Sonnen

    Se me escapó una risa nasal cuando me regresó la pregunta, Anna era un desastre con patas y tal, a veces parecía bastante densa pero quise confiar en que sabía la respuesta a eso.

    Un no.

    Como aquella vez que le eché las cenizas del cigarro a Kurosawa en los dedos.

    Podía moverme en un espectro raro, podía tornarme posesivo y ser consciente de la línea por la que Anna estaba llevándome, pero por los momentos podía fingir demencia o qué sé yo.

    Luego preguntó por Dunn, cuando ya había regresado mi atención a ella.

    —Nada, lo conozco por el imbécil de Arata y lo transfirieron de escuela —respondí sin complicación.

    Antes de que dijera cualquier cosa más ya se había escurrido, me había alcanzado el cuello y se había incorporado. La miré desde abajo y suspiré con cierta pesadez al saber que al final iría a clase, no iba a detenerla de ser responsable para variar.

    Le dediqué una sonrisa suave.

    —Nos vemos, An.

    Regresé la vista a Kohaku que estaba organizando las mantas, entre toda la tontería no noté que había visto a Dunn y tampoco dio señas de nada fuera de lo normal. Lo ayudé con las mantas, al final doblé una hasta formar una suerte de rollito y volví a acostarme en el césped, usando la manta de almohada.

    —Hora de una merecida siesta entonces~

    Vaya sorpresa iba a llevarme cuando todo el asunto de los chacales saliera a la luz.


    Necesario? Yes

    Uy me imaginé a los novios todos cuddly again I'm just weak. En fin *hace ovación too*
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Konoe Suzumiya

    Perdí la cuenta de cuánto tiempo estuvimos besándonos. Casi devorándonos la una a la otra. Había cerrado herméticamente mi mente tratando de no pensar en nada y mi cuerpo solo reaccionó por instinto. Tan solo arrulladas por el murmullo del viento entre los árboles, entre sus sombras, bajo la luz del ocaso.

    Incluso su aroma era floral y dulce. Se mezclaba con el propio aroma de las flores y lejos de resultar desagrable era plácido y calmante.

    En algún momento terminé enredando los dedos en su melena dorada, tirando ligeramente de forma inconsciente, presionando su cabeza contra mi piel y la sentí llenarme el cuello de besos húmedos.

    Sin embargo, cuando su mano se movió suavemente desde mi rodilla al interior de mi muslo la chispa volvió a recorrerme el cuerpo de súbito. Intensa, brusca.

    Mi voluntad hecha pedazos trató de recomponerse.

    No.

    No puedo.

    No puedo hacer esto.

    Mamiya-san—la llamé con la respiración entrecortada, contenida deslizando mis manos de su cabello hasta sus hombros. Apoyé las palmas y presioné apenas lo suficiente para apartarla de mí—. Basta.

    No te quiero.

    No así.

    Lo siento.

    Lo siento tanto.

    Eso fue todo lo que pasó. Ese fue el final. Incapaces de mirarnos a pesar de lo que acababa de suceder, me pidió disculpas con la voz trémula. Su tono inestable distaba tanto de su frescura y jovialidad usual. Era una hoja de otoño quebrándose en pedazos. Ni siquiera me miró cuando retrocedió un paso.

    No era necesario decir nada.

    No me reprochó ni me pidió explicaciones. Ella lo sabía de sobra y remover entre sus emociones solo le haría aún más daño. No podía salvarla ni decirle que todo saldría bien. Era cínico y falso. La historia volvía a repetirse y yo no podía hacer nada. Estaba atrapada en el ojo del huracán, quemándome con las llamas de mi propio infierno. Y no podía hacer absolutamente nada.

    Terminó por marcharse apresuradamente del invernadero.

    No la detuve esa vez. El hilo que nos unía no tiró de mí y permanecí inmutable. Con un brazo rodeando mi cuerpo me quedé allí sola y en silencio. Sin saber qué hacer, sin saber qué decir. El peso de la situación me cayó encima con inusatada fuerza. ¿Qué tan desesperada estaba para aferrarme a Ai de esa forma? No quería perderla, no podía hacerlo. Pero tampoco podía corresponder sus sentimientos. Y aferrarme a ella cuando claramente buscaba ser el centro de mi mundo y no podía serlo era simplemente cruel. No se sentía correcto.

    A Alisha solo la perjudicaba.

    A Ai le había roto el corazón en pedazos.

    ¿A cuanta gente había hecho daño sin quererlo, sin darme cuenta?

    Me eché las manos sobre el rostro. Abrumada, agotada, sintiendo como mis ojos ardían tras los párpados. La respiración se me había acelerado, el aire me ardía y me pesaba en los pulmones como rocas de granito.

    Ya no había tazas que romper.

    Aunque quería hacerlo.

    Sentía la necesidad de dejarme arrastrar por la ira burbujeante en mis venas, por esa insidiosa culpa y por el odio hacia mí misma. Romper lo poco que quedara en pie. Pero todo lo que tenía a mi alrededor eran las flores del invernadero. Las flores dulces, llenas de color. El lienzo de acuarelas.

    "Podrán cortar todas las flores pero jamás podrán detener la primavera"

    Jamás rompería una sola de ellas.

    Deseaba tanto que las palabras de Pablo Neruda fuesen ciertas. El crudo invierno perpetuo necesitaba urgentemente una primavera cálida que derritiese el hielo. Que hiciese brotar flores donde no había nada.

    Tomé mi móvil al escucharlo sonar y vi el mensaje en pantalla a través de mi pestañas caídas. La vista me pesaba por el agotamiento emocional y físico y se me empañaba por momentos.

    Gotho.

    Sorbí por la nariz.

    "No he tenido fiebre y no me noto síntomas. Pero gracias por preocuparte y por devolverme el paraguas, Gotho-kun. No tenías por qué hacerlo. Ya me fui a casa".

    Mentira.

    Sí sentía los primeros síntomas. La faringe no había dejado de molestarme y arderme durante todo el día.


    Las gotas calientes y ligeras mojaron la pantalla mientras escribía aquel mensaje. Una tras otra se deslizaron pesadas por mis mejillas y se deshacieron contra el cristal. Me sentí tan pequeña, tan avergonzada de mí misma que terminé por acuclillarme y hundir el rostro sobre mis muslos.

    De verdad deseaba tanto dejar de sentir.

    Cuando las lágrimas finalmente se secaron y los sollozos dejaron de convulsionar mi cuerpo; volví a incorporarme con lentitud, recogí el maletín que se había caído cuando Ai me besó y me marché del invernadero envuelta en un silencio pesado y extraño.

    En ese momento tenía una única certeza.

    Solo quería llegar a casa.

    Posteo acá para no hacer doble post en el invernadero (?)
    Insane <3

    Te etiqueto para que lo veas pero no postearé más con Suzu por hoy, por si planeas responderle.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    No era que esperara que la otra fuese a aflojarse así nada más como había hecho Alisha, ni de coña, eso había sido un poco un golpe de suerte a pesar de que ya había dicho que parecían todas sacadas en el mismo molde, pero vamos, tampoco iba a negarme el placer de hacer un poco el imbécil, de forma que la seguí con la vista cuando replicó mis movimientos, rodeándome, antes de sujetarme el brazo y pegarse a él.
    El cuerpo me reaccionaba solo una mayoría importante del tiempo, por su puesto, de forma que cuando la tonta me tiró la sonrisa falsa encima y batió las pestañas no hice más que tirarle una de las sonrisas de lobo de toda la vida.

    Eh, mira que compararme con esos.

    Me dejé arrastrar algunos pasos pues porque sí antes de tomar el control del camino aunque sin ser brusco realmente ni zafarme de su agarre. Caminé a la cafetería, la verdad que me colé en la fila que de por sí ya no estaba tan atestada, me pedí un sándwich pues porque mira, la verdad sí tenía hambre de comida —aunque ya vería que pasaba en los entremedios, no sé—, esperé por si ella se iba a pedir algo y cuando seguí caminando solo me detuve en la expendedora para llevarme algo de tomar y finalmente dirigirme al patio.

    Recorrí el espacio con la vista hasta dar con una banca que al menos tenía algo de sombra y fui hasta allí para dejarme caer con pesadez antes de volver a clavar la vista en la chica.

    —Bueno gracias por el recorrido, señorita.

    Abrí la lata que había sacado de la máquina y le di un trago largo.

    Cayden.png
    Escuché la respuesta de la enana, claro, pero que hiciera algo al respecto era otra cosa, de hecho ni había detenido los pasos al oírla. Seguí bajando, allí adentro llegaba menos luz y pude relajar algo la vista.
    Murmuré una única cosa, solo para mí, que hizo eco en las jodidas paredes y ventanas, y recordó más al gruñido fastidiado algún canino viejo que a mi propia voz.

    I actually hate these bastards.

    ¿Qué tantas posibilidades habían de que les robara su adorada mascarada?

    Las invitaciones seguían en el aire, faltaba el texto, el diseño, todo y con solo robarme eso, venderle la idea de montarme todo un teatrillo classy al idiota que me fuese a hacer el favor, si luego las repartía yo y, mira, podía repartir lo que quisiera...

    No existirían ni sus nombres.

    Y nadie en el Sakura recordaría a sus anfitriones estrella si conseguía otros que lograran el mismo trabajo.


    Un perfeccionista. Check.

    Un organizador de actividades. Check.

    And just the charm, I guess. Check.

    Podía hasta sacarle los billetes a Akaisa si hacía la movida bien.

    Bajé la tercera, segunda, primera planta sin prisa realmente y a medio camino había sacado los auriculares de forma que ni siquiera vi la escenita que se había armado en el pasillo de segundo, con Kurosawa hecha una jodida bomba de mocos otra vez, pero significativamente peor que ayer, porque de haberla visto seguro se me habría activado ya no sé ni qué. ¿La ira, la preocupación? No sabía, podía ser que mandara a buscar a Tomoya hasta el culo del mundo solo para que alguien le disparara en el centro de la frente como un cerdo en el matadero o que me fuera de cabeza a tratar de estabilizar a la otra.

    En realidad mis dicotomías hasta que daban gusto y todas tenían un origen parecido, del hecho de que me gustaba montarme un plan para cada mierda que hacía aunque luego la cabeza se me fuese al traste con mis propias emociones. La cosa estaba en, al menos, tener la capacidad para saber organizarse y luego modificar esos planes que servían de guía.

    Como fuese, descarté la idea de robarte el eventito de mierda a los estúpidos de la azotea. Para montarme mis rollos y mis teatros ya tenía los hoteles de ricachones de Chiyoda, el apellido de mi padre y las manos largas.

    No necesitaba aprobación de esos insufribles, en su jodida ilusión de poder.

    Yo era capaz de mover los hilos bajo cualquier mesa, ¿no? De tachar cosas en la maldita checklist que era el mundo.

    Akaisa y el otro par de estúpidos se podían ir a tomar por culo, en tanto me pagaran.

    Salí al patio norte luego de detenerme a comprar algo en la cafetería y al volver a recibir la luz sobre el cuerpo sacudí la cabeza un poco por reflejo. Vi a Arata en una de las bancas pero seguí mi camino hasta la sombra del árbol para sentarme usando el tronco como respaldar.


    Necesario? Absolutamente

    Que bueno, ahí queda Cay igual por si alguien lo quiere (????
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Después de la tontería inicial y viendo que había recibido la respuesta que más o menos esperaba, recuperé un poco la normalidad y aflojé algo más el agarre de su brazo, aunque sin separarme del todo por la gracia. Le seguí el ritmo hasta que llegamos a la cafetería y tampoco puse mucha queja cuando prácticamente hizo que nos colásemos delante de todo el mundo, por mucho que fuesen menos que en hora punta.

    Por mi parte decidí comprarme un paquete de cuatro onigirs que vendían y un mochi de frambuesa, y lo cierto es que me había entrado bastante hambre con aquello de andar recorriendo la Academia de aquí para allá así que estaba bastante centrada en eso mientras seguía al chico hacia el patio y luego un banco desocupado. En resumen, ya me había comido un onigiri para cuando él se había sentado.

    Sin ninguna clase de preocupación encima subí un pie en el banco y me impulsé hasta subirme en él, dándome la vuelta para sentarme en el respaldo con las piernas apoyadas en la parte baja.

    —No hay de qué, tampoco me quedaba otra opción —respondí, encogiéndome de hombros.

    Le di un par de bocados a la siguiente bola de arroz y, finalmente después de todo ese rato, me digné a volver a mirar al rubio.

    >>¿Entonces? ¿Por qué te has transferido aquí, ahora? ¿Te han expulsado por mala conducta en tu otra escuela o algo así~? —pregunté con tono divertido y una sonrisa algo atrevida.

    ¿No estaba asumiendo yo muchas cosas? Bah, ¿y qué más daba?
     
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Es muy bonito revivir esta canción para un post oficial, y no tan solo un fic uwu Hitori

    Nagi B.png

    —¡Pueden echarme de esta maldita academia sí quieren, Shiori, pero no me importa! ¡Me da lo mismo, porque estas conmigo! ¡Mi madre lo entendería, se haría la afectada, y luego nos reiríamos en casa de todos los buenos momentos que hemos pasado contigo!

    Aún no se encendía, la llama estaba apagada, pero ese era el inicio; la reviviría, como revivía las cosas sin darme cuenta. Como impedí que Ichirou muriera por completo sin saberlo, como le brindé esperanzas a Natsumi cada día que sentía que moriría por las angustias que llevaba dentro, como impulsé a Haruka a volverse lo que más deseó sin darse cuenta; una chica que defiende con puños pesados y palabras filosas a quién sea que se le ponga en frente, pero quien quiera aprovecharse de quienes carga tras su espalda lo pagaría caro.

    Y ahora comprendía que debía hacer mi trabajo ideal con Kurosawa, con mi Shiori; mí guía, mi camino; debía revivirla antes que yo misma me hundiera en lo más profundo y oscuro del océano, no supiera como salir y simplemente me volviera un espectro más del mundo y sus sentidos.

    —¡Sí cualquier profesor me regaña, sí cualquiera me quiere hacer algo, te diré a ti, Shiori! ¡Porque conoces gente super fuerte, y eres un amor muy grande, nos defenderás a todos, defendiéndote a ti misma de paso! ¡Que nadie diga lo contrario, o quedará como un absurdo idiota que habla de más!

    Y corrí, y corrí. Ya no quedaba más que decir, pero quería gritarlo, a los cuatro vientos, al mundo entero:

    >>Te quiero Shiori, te quiero un montón y nadie ni nada va a cambiarlo, aunque me termine doliendo, aunque me hunda por completo, ¡tu amor siempre estará conmigo, y eso solo descongelará mis malos días!


    Corrí, corrí, como casi nunca corría. Nos guíe hasta un lugar deshabitado de la academia, escondido entre desvíos y árboles, luces y sombras, colores y contrastes.

    La solté, por fin. Le di un rápido abrazo, fuerte y cálido. Lugo me separé, la tomé de las ambas manos y nos obligué a girar, poniendo la fuerza y maniobrando como fuera necesario para que siguiera mi tontería.

    —¡Vamos, Shiori, juguemos como sí Kazuki nos estuviera acompañando! ¡O hablemos con calma, como cuando duerme una siesta!
     
    Última edición: 14 Enero 2021
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    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Se alzó de hombros tratando de restarle la importancia a la situación y quedarse en el camino de no llevarle la contraria demasiado incluso aunque no compartía ese punto de vista, si hubiera reaccionado de otra forma habría agrandado la situación en formas donde iba a terminar completamente perjudicado, y alimentar aquellas burlas no era parte del plan en lo absoluto.

    Seguía sin estar del todo cómodo pero verlo ya más amigable haciendo algo cosas más amistosas lo hacía sentirse en menos peligro si lo comparaba con sus interacciones de antes, porque allí tan siquiera ya lo estaba viendo a los ojos y no a un punto en el suelo para evitar sentirse tan intimidado, así que sí, era mucho progreso. Le sonrió cuando por fin aceptó la parte del sandwich pese a tener el bento al estar todavía convencido de que seguía siendo de igual forma un buen postre para acompañar.

    —Es una buena elección... y realmente no tenía otros planes así que puedo acompañarte.—Su plan inicial había sido solamente esconderse hasta que todo se despejara, y quizás si ya estaba viendo algo menos intimidante de él, no lo perjudicaría tanto acompañarlo un poco más, ya lo había hecho con la otra participante, ¿no? Era lo mismo.

    Lo siguió de cerca hasta que llegaron al patio norte donde no tardó mucho en buscar una mesa despejada para que fuera algo más cómodo para Altan comer su bento, señalandoselo una vez que apresuró a arrebasarlo para que lo viera, adelantándose un poco para dejar sus cosas finalmente y no tenerlas abrazadas a él antes de sentarse a esperarlo.

    Y ahora... la conversación...fácil.

    —Senpai... si no importa que pregunte, ¿cómo conoció a Emily?
     
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  8.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Arata.png
    La observé subirse al banco para sentarse en el respaldo sin decir nada realmente, mientras desenvolvía el sándwich con cierto aire distraído. Había visto a Dunn llegar, pero el crío parecía bastante harto de la vida, así que solo lo dejé estar porque seguramente necesitaba estar solo, como siempre vamos. Jodido hermitaño, Dios.

    Desaparecí una buena parte del sándwich en los primeros dos bocados, solo para empezar a comer como la gente decente después de eso. No miré a la peliteñida hasta que volvió a hablar y me hizo gracia que preguntara precisamente por la transferencia, de todas las mierdas posibles, porque para la gracia daba justo en el centro de todo el desastre.

    —Digamos que algo así, aunque no es como que aquí fuesen a recibirme porque sí —contesté luego de bajarme un bocado. La verdad me habían suspendido una cantidad de veces que hasta que daba gusto, pero en general mantenía todo tan ambiguo que era difícil dar con un motivo real para echarme del todo—. ¿Y tú? Mira que venir a dar aquí en tu último año.

    Vi a una mocosa arrastrar a Kurosawa por el patio, hasta vete saber tú dónde y enarqué una ceja pero seguí en lo mío no mucho después.

    Qué gente más rara, joder.

    Shiori.png

    Qué conocía gente fuerte decía.

    Cambiemos eso a...

    Lo de acercarte a gente de mierda debes de llevarlo en los genes.

    Joder, mira nada más, si es que desde el inicio había tenido razón el cabrón, de verdad. Desde el maldito momento cero estaba más claro que el agua pero yo era necia, era estúpida y, ya no sé, estaba salida a secas. Para ese punto podía hacerle una lista a Nagi de esa dizque gente fuerte, que al final del día no era más que gente peligrosa y punto pero a la que yo me había acercado como quien se acerca a un perrito.

    Defenderlos a todos.

    Eso sí podía hacerlo.


    ¿Defenderme a mí misma? Un poco por rebote de lo otro, pero sí, lo había demostrado con el desastre del baño. Si tenía que desplegar todo el mazo de cartas, todas las armas que tenía a mano para asegurar mi propia supervivencia, aunque fuese para salvarle el culo a otros, estaba dispuesta a otros. En realidad si lo pensaba, más que eso lo que estaba dispuesta a hacer esa mantenerme viva hasta que pudiera cobrarme toda la sangre que, de repente, se había derramado a mi alrededor.

    Sus palabras me llegaban y a la vez no, ni idea de por qué, y es que quizás con todo eso, con haber llorado como desgraciada por fin, los engranajes estaban volviendo a funcionar con la fluidez usual y estaba notando lo extraña que me resultaba esa versión de Watanabe, me alegraba verla siendo tan suelta, pero de una día para otro no podía encajarla con la chica que había conocido todo el verano.

    No me había quitado la máscara, eso era seguro.

    Tampoco había regresado el fuego o los colores.

    Pero eso, todo eso... Me iba a fundir el jodido cerebro de repente.

    La había dejado hacer hasta que me arrastró al patio, vio allí a los dos carroñeros y ellos me vieron a mí. Estuve por decirle a Nagi que se detuviera cuando le vi la cara a Dunn, que parara un poco el carro porque el chico parecía no estar en su mejor momento, pero los músculos de la cara no me reaccionaron de forma que no pude abrir la boca sino hasta mucho después, cuando Nagi me estaba haciendo girar.

    La hice detenerse, tratando de ser lo menos brusca posible, sujeté sus manos y las presioné con fuerza antes de alzarlas un poco y posar la frente sobre su dorso. El flequillo oscuro debió hacerle cosquillas.
    Sentía los ojos jodidamente irritados.

    —Preferiría la siesta, cariño —murmuré luego de despegar la frente de sus manos y mirarla, dedicándole una sonrisa—. Llorar cansa mucho, ¿no crees?

    Dejé ir sus manos, le coloqué el cabello detrás de las orejas y sostuve su rostro con ambas manos, acariciando sus mejillas con cuidado.

    —Gracias por todo lo que hiciste, ¿me oyes? Por buscarme, por no creerte lo que te dije ayer, por vencer tus nervios... Todo para ayudarme. De verdad, te lo agradezco de corazón.

    Altan 2.png
    No había demasiado que hacerlo, el chiquillo parecía hecho para evitar todos los conflictos posibles y en rasgos generales, eso de hecho podía volverlo más listo que un alto porcentaje del resto de nosotros, que saltábamos a la mínima provocación o en sí vivíamos de joderlo todo por puro amor al arte. El enano tenía las opciones, las observaba, y tomaba directamente las que evitaban todos los encontronazos.

    Interesante por demás.

    También bastaba sacarle algo de tensión encima para que fuese capaz de mirarme e incluso sonreírme en cuanto acepté lo que me ofrecía. Me recordaba un poco a Jez, quizás hasta a la misma Hodges, pero puede que ya estuviera desvariando. Lo que sí no creí es que fuese a aceptar la oferta incluso así, porque de nuevo, lo lógico era otro tipo de respuesta, incluso en un peacemaker de su clase, ¿no? Qué sabía yo ya.

    Apenas llegar al patio el chico buscó algún espacio y de hecho no tardó en señalar una mesa, para luego rebasarme con tal de poder dejar encima las cosas que cargaba. Le seguí los pasos esta vez, me senté frente a él y dejé la mitad de sándwich a un lado para luego destapar el bento. Su pregunta me hizo posar la vista en él de nuevo.

    Ah, claro.

    ¿Cómo cojones yo, con mis pintas, conocía a Hodges?


    Dudaba mucho que el chico supiera lo de la azotea, la verdad, ahí la había visto la primera vez, con la mierda de la botella, y luego cuando salió de la clase con Wickham y todo el teatro. Supongo que colaba lo del día siguiente, lo del almuerzo en grupo, porque tampoco la iba a cantar a los cuatro vientos.

    —El segundo día que vine a clases terminé almorzando con ella y otro grupo de chicos porque estaba con una amiga mía de tercero. Luego hace unos días la acompañé al invernadero junto a Ishikawa, el de cabello celeste, y Anna, la chica con la que subiste en la mañana, y pasamos la tarde allí los cuatro. Digamos que luego de eso ya no parece tan asustada con mi presencia y tal. —Me llevé algo de arroz a la boca—. Tú la conoces de antes dijiste, ¿no? ¿Siempre ha sido así de, no sé, nerviosa con cierta gente?

    Ahora que lo pensaba había pasado más tiempo con Hodges del que llevaba en cuenta porque también estaba el receso de ayer, que volvimos a juntarnos los cuatro aunque ella había estado en su bola con Kohaku.

    Amigos había dicho Myska mientras me metía tinta en la piel de la nuca.

    Qué gracia.

    Tremendo rant me clavé, por dios
     
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    Amane

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    Mi atención fue atraída en ese momento por un par de niñas que aparecieron por el patio corriendo y gritando. Bueno, más bien una de ellas, la que parecía algo más pequeña, estaba arrastrando a la otra y era la que más ruido hacía también. Alcé una ceja mientras seguí su recorrido hacia otro lado algo más apartado del lugar, una extraña sonrisa plasmada en los labios porque... venga, ¿que si la quería y se la llevaba a un rincón para estar a solas?

    Joder, cómo estaban en esa academia. Pero, hey, también era jodidamente divertido.

    —¿Uhm~? —murmuré, volviendo a prestarle atención al chico mientras rompía un poco del onigiri para llevarme una cantidad más pequeña a la boca—. ¿Acaso estás insinuando que no tengo pinta de terminar el año en una escuela pija como esta~? —pregunté, con un claro tono de indignación teatral.

    Solté una risilla ante mi propia broma, negando con la cabeza, mientras seguía comiendo y atrasando la respuesta para darle un efecto dramático al asunto o algo así.

    >>Los dos últimos años estuve homeschooled, ya sabes, profesores privados y todo ese rollo alternativo. Como tenía mucho tiempo libre, lo llené con clases extracurriculares de canto, danza, teatro... lo que fuese. La cosa es que en una de esas conocí a una chica con la que me hice muy amiga y que justo este año la iban a transferir aquí, así que le pedí a mis padres que me apuntasen también. Les sueltas algo de pasta extra y te dejan entrar aunque sea una semana tarde~

    Me acabé la segunda bola de arroz y no tardé en hacerme con la tercera después de contar el relato, aprovechando para estirar un poco las piernas y dejarlas algo colgando hasta alcanzar el borde con los talones.

    >>El chico guapo de pelo azul de nuestra clase... ¿cómo es que lo conoces?
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Se me escapó una risa que amenazó con transformarse en una carcajada al escuchar su primera pregunta, en respuesta a la mía, y asumo que eso lo dijo todo. Claramente no, no tenía pinta de terminar su año en semejante escuela de niños pijos pero lo cierto es que, por lo que vi en la mañana y toda la mierda, cerca de un ochenta porciento de los idiotas en esa escuela no tenían pintas de eso.

    Había zorros de los buenos, claro, podíamos pasar por Ishikawa, Dunn y otros tantos que con sus caritas o sus pintas de gente decente cualquiera se creería que pasaban todo el fin de semana en casa haciendo los deberes o algo, pero una buena mayoría, bueno, posiblemente estaban allí por los billetes de sus familias u otras movidas asquerosas, como la mía propia, pero bueno allá el Sakura y sus cosas~

    ¿Educada en casa? Qué pereza.

    Bueno, Ri-chan, les sueltas la pasta y dejan entrar hasta al pandillero más rastrero.


    Le di otro par de mordiscos al sándwich sin responderle nada a su historia realmente y regresé la vista a ella cuando siguió con otra pregunta. Contuve la sonrisa de mierda que estuvo por formárseme en la cara y luego de pasarme la lengua por los dientes fue que me digné a responderle.

    La jodida estaba dando en la diana con las preguntas, ¿no?

    Lástima que no me interesaba decir la verdad~

    —¿Eh? ¿Ya le pusiste el ojo a Ko? —pregunté pues porque sí—. Como sea, nada del otro mundo. Iba un año por encima en la misma escuela media que él. Sí, claramente estoy repitiendo como un imbécil ya que estamos~

    ¿Así tan pancho mintiéndole a la gente en la cara? Obviamente. No le había visto las narices a Ishikawa en ningún centro educativo hasta entonces, el contacto directo había sido Yako, siempre Yako encontrándose a las piezas más interesantes de un montón de partidas dispersas.


    Además no iba a arruinarle la fachada al angelito así porque sí.


    De hecho nunca me atrevería a soltar sus mierdas de esa manera.
     
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    Amane

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    Ignoré su risa inicial más que nada porque era obvio que era un broma pero tampoco había que ser tan malo, eh, que una tenía sus sentimientos y esas cosas~ Seguí comiendo tranquilamente mientras esperaba su respuesta, solo encogiéndome vagamente de hombros por lo de ponerle el ojo. Pues no necesariamente pero nunca estaba demás tener información de tus compañeros de clase o algo así, ¿no?

    La cosa fue que de su respuesta, no fue eso lo que más llamó mi atención, y tuve que hacer un gran esfuerzo por aguantarme la risa que amenazaba con escaparme de los labios. Y la mejor manera para eso fue coger la lata de refresco que él estaba bebiendo y llevarme a la boca para darle un trago, ni siquiera fue largo ni nada, solo fue por el puro teatro.

    Cuando bajé la lata de nuevo, miré al chico con los ojos abiertos y me tapé la boca con la mano contraria, como si no me hubiese dado cuenta de lo que estaba haciendo hasta ese mismo instante y, al percatarme, estuviese terriblemente avergonzada.

    Sí, claro.

    —Ah, qué despistada soy, si esto te lo habías comprado tú —dije, compungida, y acabé dándome un par de golpecillos en la cabeza con el puño cerrado—. Oh, de verdad que lo siento, Arata-senpai~ Pero bueno, supongo que ya no lo quieres, ¿verdad? —y así como si nada recuperé el tono normal y volví a bajarme otro trago, algo más largo.

    Después de la escena, cerré la cajita de la comida donde aun quedaba un onigiri y se lo coloqué sobre el regazo, sacudiéndome las manos después y finalmente abriendo el paquetito del mochi para empezar a comérmelo.

    >>Te lo doy a cambio del refresco. Espero que así estemos en paz, senpai~ —ya le había pillado el gusto a decirle así, qué cosas.

    Y, en realidad, solo no me apetecía comer más y tenía sed, pero era más divertido montarse todo ese teatro que simplemente decirlo, ¿o no~?
     
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    Nekita

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    Una vez que estuvo sentado Altan fue donde fue abriendo aquel papel film que envolvía su sándwich de la parte de arriba para evitar que cuando mordiera algo de la nata o las demás frutas terminaran saliendo por todas partes, y solo inició a comer una vez que Altan abrió su bento para no sentir que estaba comiendo antes que él, escuchando con bastante curiosidad su historia, dando la primera mordida a su sándwich al tiempo que asentía.

    E incluso aunque no lo conocía del todo a Emily sonaba bastante como algo que ella haría, estar en grupos grandes de personas, conviviendo y haciendo bastantes amistades aunque estuviesen en diferentes grados y demás —Entiendo... cuando se tiene amistades en común es más fácil tener esa clase de interacciones, ¿no? —Sonrió ligeramente, sentía que eso era lo más fácil de hacer a menos que fueras alguien completamente extrovertido y no te importara saltar a la mesa de alguien para tratar de entablar una amistad.

    —¿Hm? —Ladeó su cabeza ligeramente confundido —, no la conozco en realidad, íbamos en la misma escuela, y también tenemos una amiga en común así que la conocía un poco de vista... pero, no recuerdo haberla visto muy nerviosa con cierta gente en general, siento que es todo lo contrario, muy amable y expresiva, pero...todos tenemos algo con lo cual nos ponemos nerviosos, ¿no?
     
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    Kaisa Morinachi

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    Bueno, los giros duraron poco, con suerte fueron tres y en cuanto me respondió ya estaba bajándole a los decibeles. Era comprensible, yo tampoco es que tuviera muchas energías de por sí, después de llorar menos, así que le respondí con un suave "Mhm" El gesto del cabello no se me hizo tan raro, lo que sí me descolocó un poco y me devolvió los nervios al cuerpo fue que acunara mi rostro con sus manos. La miré con la ligera sorpresa que me causó, pero no demoré en cerrar los ojos tras un leve suspiro por la nariz, intentando disfrutar la acción del todo. Mis brazos a causa de eso se movieron solos, colocándolos con suavidad en su cintura, sin hacer presión alguna ladeando un poco la cabeza.

    Solté una risita algo floja ante su agradecimiento, deslicé los brazos por sus costados con lentitud para que alcanzara a reaccionar, y termine apoyando mi cabeza en su hombro con cuidado.

    —Gracias también, Kurosawa, en verdad aprecio mucho tu amistad —murmuré despacio, para poco después alejarme otra vez, sin despegar las manos de su cintura. No sé, tal vez verla directamente a los ojos ahora me envió más sangre de lo esperado al rostro, que hui de su mirar ya con algo del nerviosismo de vuelta—. Hmmm... entonces...— Volví a verla, cabeza ladeada, con una mezcla de felicidad y vergüenza, tragando saliva antes de hablar—. ¿A dónde quieres ir, senpai?

    Volví a desviar la vista, al pasto, aún con una leve sonrisa.

    >>Tal vez el patio no fue la mejor opción.
     
    Última edición: 16 Enero 2021
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Entre confianzudos nos entendíamos, supongo, porque para cuando me quise dar cuenta la jodida había agarrado la lata de refresco para darle un trago de nada y yo solo me encogí de hombros, dejándola hacer pues porque qué más daba. Se montó el teatro después también, claro, como si no se hubiese dado cuenta de lo que había hecho y yo solo seguí comiendo.

    Arata-senpai.

    Parte del teatro también, pero lo cierto es que hace rato había dejado de recibir el honorífico y se me antojó casi tan raro como cuando alguien de la jodida calle me llamaba por mi nombre en lugar de usar el jodido apodo, fuera en inglés o en japonés.
    Arqueé una ceja de puro reflejo cuando dijo que seguro ya no lo quería porque ciertamente me daba igual, debía haber compartido saliva con la mitad del corazón de Tokyo ya, ¿qué daño hacía un refresco manoseado?

    En fin.

    Observé la caja que me dejó en el regazo, luego a ella y me bajé el último mordisco del sándwich mientras la chica hablaba. Le arrebaté la lata solo para darle un trago más, se la regresé y volqué la atención en la caja, sacando el onigiri.

    —Como sea, kohai-chan —respondí sin demasiado interés realmente—. Total ya te apropiaste de la lata~


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    Asentí con la cabeza a lo de las interacciones, no era que interesara en realidad porque quiero decir, por algo el mundo era una telaraña, por algo todos los hilos se interceptaban entre sí. Podían ser cortados, modificados, seguidos y por ello todos se unían en un centro, el vórtice.
    Joder, me había ido por las jodidas ramas de la nada como siempre hacía el maldito cerebro de archivo, pero por suerte había podido colocar el tren sobre las vías a tiempo para seguir prestándole atención al chico.

    Oh, lo había entendido mal antes entonces.

    ¿Amiga en común? ¿La otra persona que lo acompañó al club de fotografía tal vez? Mira que estaba uniendo hilos que ni siquiera podía ver claramente, el que unía a Miles con Hodges destellaba bajo el sol, pero el segundo, en alguna parte de la escuela no estaba demasiado claro.

    —¿Eh? Pues supongo que sí. —Lo más parecido a nervios puros que recordaba haber sentido recientemente era cuando Anna había tomado mi pedido de que podía pedirme lo que quisiera cuando fuese, que para la gracia había sido allí en el patio también, el día que me meé de risa con Ishikawa. No era una persona nerviosa en sí, temperamental obviamente, pero no era lo mismo. La que sí pecaba un poco de nerviosa era Jez—. En fin, pura curiosidad. Igual ya parece que se le ha ido pasando.

    Gracias a eso recordé que el móvil me había vibrado en el bolsillo antes, mientras esperaba a que Dante comprara y tal, de forma que luego de comer un poco más del bento me saqué el aparato del bolsillo.

    Nada que agradecer~
    Terminé almorzando con el chico con el que subiste en la mañana, qué gracia.


    Dejé el móvil sobre la mesa, pero cosa de dos segundos después sus propias palabras me martillaron la cabeza, las de la enfermería. No sabía siquiera si iba a contestarme, pero pues venga, el intento se hacía, no sé.

    Cómo estás?
    Sí, preguntando... no sé cuántos mensajes después. Sepa disculpar mi culo estúpido, señorita.


    Regresé la atención a Dante entonces, porque ya que había firmado la paz o algo así no quería ser grosero pasando todo el rato con la atención volcada en el móvil y fruncí apenas el ceño al caer en cuenta de algo.

    —¿Solo vas a comer eso? —pregunté un poco de la nada—. Mira que luego te da algo en las pruebas o qué sé yo.


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    Al menos una parte de sus nervios regresaron cuando le toqué el rostro, de forma que pude volver a encontrarle algo de sentido a que la chica que me había arrastrado por toda la academia sí era Watanabe Nagi y ni algún doble raro como los de las películas. Me descolocó de nuevo el tacto de sus manos, aunque no lo demostré realmente y tampoco la aparté ni nada.

    Dejó caer la cabeza en mi hombro y el cuerpo me reaccionó solo, envolviéndola entre mis brazos con cierta fuerza. Le acaricié la espalda con un cariño ridículo, como si no hubiese sido ella la que me consoló mientras lloraba como una jodida loca de mierda. Cuando tuvo la intención de separarse de nuevo mientras me agradecía también aflojé suavemente el agarre.
    Sonreí al ver que le subía la sangre al rostro y volví a posar las manos en sus mejillas, antes de darle un par de palmaditas de lo más suaves.

    —Eh~ antes me llamaste por mi nombre, ¿ya no? —Mira que bastaba centrarme un poco para que volviera a ser una jodida intensa—. Bromeo.

    Solté su rostro para dejarla en paz un rato, la hice soltarme sin ser brusca y tomé su mano con cuidado, guiándonos de regreso al cerezo, del lado contrario al que había tomado Dunn para, no sé, ¿ser miserable? Ni idea.

    —¡Cay-senpai! —Lo llamé luego de haber rodeado parte del árbol para alcanzar a medio mirarlo por lo menos, dio un respingo y alzó la vista—. Hola~

    —Heyo —respondió, en un tono bastante quedo. Me miró a mí y luego deslizó la vista a Nagi para dedicarle una sonrisa bastante pequeña que seguro le valía como saludo.

    —¿Todo bien? —Parecía tenso, ni idea, pero al menos consiguió aflojar las facciones y asentir con la cabeza—. Vale, solo me aseguraba.

    Lo dejé en paz entonces, regresando al lado contrario del árbol y dejando ir la mano de Nagi con cuidado, para sentarme en el césped, de hecho no tardé en acostarme en el suelo, con la cascada de carbón desparramándose en el pasto.

    —Cualquier lugar es lo suficientemente bueno para descansar si no lo piensas mucho, ¿a qué sí? Que igual te quedabas dormida a veces en las tutorías —dije con voz suave y los ojos puestos en la copa del árbol, las flores y las hojas se mecían suavemente, dejando que los rayos de sol danzaran a su ritmo.

    Todavía en gris.

    Pero podía fingir toda la vida si hacía falta.
     
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    Amane

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    Que no se tragase el teatro ni lo siguiese lo más mínimo solo me hizo confirmar más el tipo de persona que era, haciendo que al final todas las suposiciones que hubiese hecho de antes fuesen... pues bastante acertadas. ¿No juzgar a un libro por su portada? Venga ya, si hasta el momento pocas personas no se correspondían en personalidad a lo que se veía por fuera, yo la primera.

    Dejé que cogiese la lata sin mayor percance, una ligera sonrisa asomando por mis labios, y seguí mordiendo el mochi hasta que desapareció por completo de mis manos, lamiéndome después las yemas de los dedos para no dejar ni una pizca del dulce sin probar. Y dado que ahora estábamos en tremendas confianzas, pues me daba un poco igual ser algo menos.. educada.

    Como sea, me bajé del banco de un salto y cogí de nuevo la lata de su mano, dándole un último trago largo para acabar con el contenido y tiré eso junto al plástico del dulce a la papelera que teníamos al lado del asiento. Cuando volví, lo hice quedándome de pie justo delante del chico, con una sonrisa ladeada y los ojos ligeramente entornados.

    Sin avisar ni nada, levanté la rodilla y quité la caja de su regazo con la misma para así poder colarla entre las dos piernas contrarias, acercándola hasta rozar peligrosamente su entrepierna. Me incliné justo después, deslizando los brazos a ambos lados de su rostro hasta que encontré apoyo en el respaldo, y junté mis labios a los suyos. Fue un beso superficial, casi nada para lo que podía haber hecho, y bastante corto también, aunque cuando me separé le mordí un poco el labio inferior pues porque simplemente me pintaba y ya. Como todo el asunto del beso en general, de hecho.

    >>Me cobro esto por el paseo~ —susurré.

    Me separé al instante como si nada y me di la vuelta para alejarme hacia el interior de la Academia, moviendo la mano de un lado a otro en señal de despedida mientras lo hacía.

    Comenzaba a no arrepentirme de haberme transferido ahí, después de todo.

    pues no me iba a ir sin darle un besito al menos, ya me conocéis LO WEAK QUE SOY POR VUESTROS PERSONAJES Y VOSOTRAS *huye rodando*
     
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    Nekita

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    —Creo que es lo más común que pase —Limpió de la comisura de sus labios algo de la nata que había sentido mancharlo ligeramente y continuó sin tomarle mucha importancia a lo que decía —, y quizás con el tiempo lo siga perdiendo porque ya te tendrá más confianza senpai, así que supongo que mientras más tiempo esten juntos en el grupo de sus amigos menos nervios tendría~

    Aunque en realidad no veía nada de malo en que siguiera teniendo alguna clase de nervios, era parte de algo natural en algunas personas por ser parte de su personalidad, pero, también sabía que la confianza en el grupo de personas en el que estuvieras podía influir bastante. Continuó con su porción de sandwich con tranquilidad hasta que terminó acabándoselo por completo con aires bastante alegres solo porque era algo dulce que no solía comer tan a menudo.

    —¿Hm? —Fue entonces que levantó las cosas que Altan le había comprado en la cafetería —, todavía tengo esto así que... yo creo que estaré bien para las pruebas, y si no.. podré usarlo como excusa si algo sale mal~
     
    Última edición: 4 Junio 2021
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    Zireael

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    Que me metieran un tiro si había esperado menos de la mocosa, de verdad, es que había que verla nada más y allí estaba, sin decepcionar. Luego de levantarse para tirar la basura la chiquilla regresó, se quedó a frente a mí y el resto lo tenía bastante escrito en la cara realmente, así que solo esperé, como el hijo de puta que era. Es que de verdad, ya no tenía ni que esforzarme demasiado, era hasta cómico.

    Cuando se inclinó le eché una sonrisa encima, de puro reflejo, y no sé cómo cojones no reaccioné a su pierna. No esperaba que fuese a ser tremenda comida de boca ahí a ojos de todo dios ni nada, pero venga, que el besillo con mordida incluida era un buen cobro por solo haberla seguido por la escuela y tal. Digamos que era un buen vacío legal que luego se podría solucionar.

    Me quedé en el banco mientras la observaba irse, sin siquiera molestarme en alzar la mano para regresarle el gesto aunque no me estuviera mirando, y en su lugar me limité a subir las piernas a la banca para recostarme y sacar el móvil para ver los mensajes que había ignorado hasta entonces.

    Minami y tú son unos pesados.
    Voy a ir preparando las mierdas por si hacen falta, pero dejen de llamar a mitad de la noche.
    La gente trabaja, idiotas.


    Eh~ siempre así de malhumorado, Shi-kun.
    La próxima te despierto a las 8 AM, para que te quejes por algo.

    Me cago en tus muertos, pero bueno.
    Qué onda con el mocoso?


    Nada, lo estamos probando~
    Para saber si tiene el potencial, ya sabes.

    Que Minami lo vea, en persona.
    Si no lo aprueba Licaón no interesa para nada más.


    Vale, vale.

    Me regresé el móvil al bolsillo luego de eso y cerré los ojos, algo adormilado ciertamente. Me hacía gracia que incluso un jodido salvaje como Shigeru todavía buscaba la aprobación de Yuzu para algunas mierdas, pero lo cierto es que no podía ser de otra forma, si algo tenía en común con Yako era su intuición. Tendía a fallarle tan poco que era casi repulsivo a ojos externos, porque nos solía dar una ventaja ridícula en más de una ocasión.

    Bueno, todos los cánidos salvajes en general eran bastante inteligentes.

    Y sobre todo oportunistas.

    Esculqué en los bolsillos del pantalón hasta que encontré los auriculares prácticamente hechos una bola y me puse a desenredarlos, cuando por fin me los coloqué me decidí a romperme los tímpanos, todavía pensando en varias mierdas a la vez.
    Como fuese, no iba a negar que había sacado un par de cosas más que buenas de solo un par de horas en esa escuela de mierda, así que vete a saber qué tanto podría sacar para el final del día.

    Las pruebas iban a ser una mina de oro, ¿no?

    Toda la escuela condensada en un solo espacio, más o menos.

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    Quizás no era el hecho de que la otra pareciera un manojo de nervios lo que me daba curiosidad, sino el hecho de que era casi como un switch que subía y bajaba medio erráticamente, pero la verdad ya me había rendido en el esfuerzo de entender a ciertas personas, entre ellas Hodges, el idiota de Arata y a veces la misma Anna, con su incendio que se encendía y apagaba.

    Me hizo algo de gracia que el chiquillo pareciera tan contento con el sándwich de fruta, la verdad, ni idea de si era que a secas era algo que le gustaba mucho comer o solo le gustaban los dulces en general y estaba ahí, viviendo su mejor vida luego de casi morirse de tensión con dieciséis años.
    Levantó las cosas que yo le había dado cuando le hice la pregunta y no me di cuenta del todo, pero le sonreí de nuevas cuentas, con cierta cuota de algo parecido a la ternura o qué sé yo.

    Hablaba de comida de verdad, no de una bomba de azúcar.

    —No me digas —atajé con algo de diversión en la voz—. Bueno, venga, mientras no te tengamos que arrastrar a la enfermería supongo que todo bien.

    La vibración del móvil sobre la mesa volvió a llamar mi atención.

    Sir Dante.

    Alcé la vista para posarla en el chico unos segundos y seguir leyendo un poco a la carrera, de nuevo para no ser tan grosero.

    Sabes eso de que todos los caminos llevan a Roma?
    Bueno, más o menos algo así.


    Cuando seguí leyendo me detuve un poco de golpe, ni siquiera seguí masticando la comida que me había llevado a la boca y tragué así nada más, mientras tomaba aire con cierta fuerza. ¿Qué si me cagaba en el Sakura de nuevo? Obviamente, parecía maldito el estúpido trozo de terreno.

    Puta escuela.
    Obviamente no me molesta, tonta.
    Ahora en, no sé, algún vacío de las pruebas tal vez? O antes si necesita.
    Suponiendo que quieras ir, si no puedo quedarme contigo, que total me ha dado igual la escuela toda la vida.


    Ah, si quieres compañía estamos en el patio, cariño.

    Tremendo idiota estaba hecho, ¿no?

    Katrina.png
    Pero qué pedazo de desastre, por amor a Satanás o qué sé yo, encima obviamente todos habíamos quedado más calientes que la mierda pero por orgullo o quién sabe qué no íbamos a hacer nada, no por ahora al menos, así que solo me largué de la azotea como si nada hubiese pasado, acomodándome la camisa en su lugar mientras caminaba con los aires de superioridad de toda la puta vida.

    No reparé en nadie mientras bajaba, ni siquiera en que Tolvaj seguía en su clase, y seguí mi camino con el almuerzo de Aaron bajo el brazo. El idiota no había comido al final, ¿o sí? Bueno, si terminaba desmayado en las pruebas iba a ser cosa suya, que mira, solo podría haberse ido a comer a otro sitio en vez de ofrecerme el bento.

    Pasé por una soda a la máquina de la cafetería y enderecé mis pasos hacia el patio norte, pues porque pintaba y no quería el gentío del comedor. Había una bola de idiotas conocidos, pasando por Sonnen hasta el rubio tatuado de mi clase, así que no me quedó más que irme a una de la bancas algo más apartadas y dejarme caer allí con pesadez.

    Subí las piernas de inmediato, usando el brazo del banco como respaldar, abrí la soda y luego el bento, para comenzar a comer. De nuevo, en general no me daba cuenta de que tenía hambre hasta que empezaba a comer, y de hecho el condenado bento de Yume estaba bueno.

    Whatever.

    Cualquier otro día se podía cerrar el asunto con el inglés, ¿no?

    Mientras tanto tenía un evento que planear y no tenía tiempo para mierdas, que ya estábamos un poco sobre fecha en realidad, pero como fuese sabía que en tanto me organizara bien y eso nunca había sido un problema.

    Obviamente.

    Con semejante obsesivo-compulsión encima.

    Mientras tomaba un bocado me miré los dedos, las heridas alrededor de las uñas y solté una risa bastante sin gracia para mí misma.
     
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  18.  
    Kaisa Morinachi

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    Margarita y Mar

    Lo había dicho, ¿no? Se lo revelé a Sasha, le mostré el lado más oscuro y vacío de mí, ese resonante, ese intangible. Se lo mostré y logré que lo sintiera, la desesperación, el cinismo, el miedo; frustración, enojo, impotencia: Día tras día, me acompañaban y regían mis acciones. No tenía voluntad, estaba entregada a la suerte y el destino, a lo escrito y juzgado, a lo previsto y esperado.

    No, ya no más.
    Nunca más.
    Antes muerta.

    Porque yo decidiré como y cuando mierda morir.

    Fui como una sombra, ¿no? A pesar de que en el internado mi presencia gritaba que estaba pasando por los pasillos, sin ni siquiera hacer un mísero ruido acá era distinto, era lo contrario; cuando todos debían de estar pendientes de mi, era como un jodido rayo de luz: Vez todo, menos la luz en sí. Caminando, caminando, rápido, pero suave; constante, calculado. Recogí en tiempo record todo lo que dejé en mi casillero, me cambie el calzado y me puse la falda por encima de los pantaloncillos, ya los guardaría en mi mochila en cuanto pudiera deshacerme de ellos.

    Y me devolví al pasillo, no volvería al patio frontal; busqué una salida, otra salida y la encontré: El patio norte.

    Lo observé todo girando la cabeza de izquierda a derecha, crítica, y nunca detuve mi andar grácil y sinuoso. No demoré en encontrar lo que buscaba; un muro. Un muro, como el del internado. Una sonrisa socarrona cruzó mis labios, mientras caminaba rampante, expectante, ¿orgullosa? No, eso es algo positivo; la soberbia fluía por mis venas, la soberbia de alguien que sabe lo que ocurrirá y lo desea desde el fondo de su ser.

    A pesar de que un costado de la cabeza me lo martilleaba, me acribillaba con una sola frase constantemente: Está mal, Mar; no debes hacerlo. No está bien.

    —Nada está bien en este jodido mundo —hablé para mí misma, en un volumen bastante bajo, pero entendí mis propias palabras con claridad. Y no sonaba ni enfadada, ni triste, ni orgullosa; solo algo divertida, retadora—, así que soy normal; un fenómeno más,

    Se me entornaron los ojos y la risotada amenazaba con salirse de mi garganta, estaba cada vez más cerca del muro. La sonrisa amplia se mantenía abierta. Y lo solté, una leve risa; ronca pero rítmica, un león hablando.

    >>Así que hay que dejar de quejarse —comenté lo último y estaba tan centrada en el muro delante mío que... ni siquiera procesé por qué lo dije, o a quién se lo dije; sí fue en verdad un comentario, o solo un pensamiento que solté en voz alta.

    Poco me importaba, estaba flexionando mis brazos, haciendo estiramiento y trotando un poco sin avanzar para volver a entrar en calor. El cielo cada vez era más oscuro, tendría que apresurarme. No quería preocupar a Lily, no demás, aunque ella sabía que podía cuidarme sola de los peligros. Aunque... de seguro también sabía que yo era el propio peligro. Nadie más, solo yo, era consciente de ello, pero me gustaba y siempre necesitaba pasarlo por alto.

    Porque sí me veía como un peligro, significaba que merecía estar bajo tierra o amarrada, ¿no?
    Detestable.
    Degradante.
    Vomitarle
    Inconcebible.

    Soy libre,
    libre desde...

    desde...

    desde que esa o el condenado me abandonó a mi suerte.

    Y solté un grito,
    fuerte,​
    muy fuerte,​
    y corrí hacia el muro.
    Y salté, y me caí, me magullé. Me levanté con calma, esperando que mi cerebro volviera a colocarse como correspondía, que dejara de dar vueltas. Retrocedí muchos de mis pasos y volví a correr, con la respiración estratégica, con movimientos fluidos, la mente despejada; tal vez no tenía la misma fuerza que antes, pero escapar y trepar ya lo hacia por inercia. Desde los 12... o puede que antes, entrenando para esto; escapar.

    ¿Estaba escapando?
    Una risa de solo un monosílabo, sin nada de gracia, escapó de mis labios,
    mientras observaba el cielo cada vez más azul y oscuro.
    Mi cara estaba llena de sorna, no había espacio ni para la compasión.

    Volví a levantarme, con cuidado y lentitud, para no joderme el cerebro o el estomago por las nauseas y golpes contundentes.

    Y ahí fui de nuevo; corrí, corrí, flexioné, salté; estiré una mano para alcanzar el borde, mientras la otra le seguía por cerca y...

    Lo logré, me quedé colgando del muro con ambas manos. La sorpresa fue efímera, pues no demoré en gruñir con fuerza y arrugar toda mi expresión, pues apliqué toda la energía que me quedaba para flexionar los brazos y mínimo alzarme un poco.

    Vamos,
    vamos,
    las piernas,
    el pie,
    equilibrio,
    no te sueltes,
    sí te sueltas pierdes,
    te puedes golpear la cabeza,
    Y morir.
    Tuve un flashback, uno bastante fuerte, creo que segunda vez que recordaba esto...
    no... era otro,
    ¿o ya habían sido los dos?

    La apuñalada a mis 16...
    ¿La huida a mis 14?

    Me daban miedo esos recuerdos,
    me desesperaban,
    pero ahora...

    Miraba el piso bajo mis pies, de unos... ¿dos metros y medio, más o menos? No sé, el vértigo me invadió, pero no quité la mirada del piso, a pesar de la arcada que amenazó con salir y por la cual mi cuerpo tiritó, estremeció, contraje el abdomen; pero mis manos seguían aferradas al borde del muro.

    Tírate Mar, comprueba sí en verdad puedes morir por tonta:
    Compruébalo.

    Vamos.

    Yo sé que tu puedes...

    superar esto.


    Y me lancé.
    Y caí.


     
    Última edición: 27 Enero 2021
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    Gigi Blanche

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    Era un poco irónico, ¿verdad? Que mis peores momentos me indujeran la necesidad de empujarme a lo que más odiaba: estar sola. Vete a saber cómo reconciliar la mierda entre sí, cómo buscar hasta el último de los cabos y volver a entretejerlos. Había tantas cosas que no reconocía ahora mismo, era una especie de telaraña desarmada a la deriva, según los caprichos del viento o cualquier cosa, en definitiva, ajena a ella. Los hilos danzaban, chispeaban, quizá de un momento a otro se rozaran, pero no había manera de darles entidad.

    Y por eso pasaba de estallar a desconectarme,

    de arder a apagarme.

    No tenía un vehículo, una motivación real, mucho menos un objetivo; y ya no era sólo la mierda que tenía encima ahora mismo. ¿Qué iba a hacer al graduarme? ¿Cómo mierda podría desempeñarme como bailarina, trapecista o lo que fuera si seguía atada a este asma de mierda? No había manera. Y si me cortaba las alas, si me ataba las piernas... ¿qué me quedaba? ¿El cerebro?

    Vamos, si es un puto inútil.

    Soy una idiota de manual.


    Se me daba pésimo la escuela, me aburría leer, tenía la capacidad de concentración de una mosca. Matemáticas, historia, biología, física, lo que fuera. Daba asco. No veía forma de encontrar algún tipo de felicidad más allá de donde ya la había conocido, el problema era que esos lugares... me habían sido negados. El monstruo apareció y me los arrebató de cuajo. Eran mi puta carne y jaló y jaló hasta arrancarlos. ¿Los arrojó al fuego? ¿Al mar? Vete a saber. Como si importara.

    Puta mierda.

    Estaban, en definitiva, fuera de mi alcance.


    ¿Club de danza? Lo recordé de improviso y comprimí el gesto, aún sentada contra el tronco de aquel enorme árbol, del lado opuesto al patio. ¿Qué se suponía que hiciera? Encima se suponía que fuera la presidenta, ¿qué brujería tenía que marcarme para desempeñar ese rol como se debe? ¿Y cuántas prácticas iban a transcurrir hasta el primer ataque? ¿Una? ¿Tres? ¿Cinco? Otra vez, como si importara.

    Iba a pasar tarde o temprano.

    El monstruo a veces se retrasaba un poco,

    pero al fin y al cabo siempre llegaba.

    Resoplé, intentando despejarme para dejar de hundirme en mis mierdas aunque no tuve mucho éxito. Una semana de clases, dos ataques de asma. A este paso iba a perder la puta cabeza y... no sé. Vete a saber. ¿Qué se suponía que hiciera? ¿Cambiarme otra vez de escuela? ¿Iba a resolver algo, en definitiva? ¿Y si el problema era yo a secas?

    ¿Cortar lazos?

    ¿Y aislarte? Estás loca.

    ¿Acaso quieres apagarte de nuevo?

    Ya no sé qué hacer.

    Ya no sé dónde pisar.

    Qué decir.

    Con quién hablar.

    Qué sentir.

    ¿Nada?

    ¿Nada en absoluto?

    No es una opción, Anna.

    No puede ser una opción.

    Recogí las rodillas contra mi pecho, las abracé con fuerza y enterré el rostro allí dentro. Inhalé y exhalé, y cuando pretendí murmurar una canción para calmarme se me escapó un sollozo. Perseveré, las primeras palabras se deslizaron ahogadas y comenzaron a entremezclarse con las lágrimas, a un volumen tan bajo que no sobrepasaba un susurro. Pretendí hablar sobre aceptación, sobre tranquilidad, amor y liviandad. Lo pretendí y fue prácticamente una plegaria.

    No vale la pena vivir angustiado, si al fin y al cabo todo es prestado.

    Era la canción que papá había tocado millones de veces en Argentina.

    Y lo que alguna vez te hizo llorar, ya pasará.

    Era la felicidad de la cual me habían arrancado.

    Ríete de esta vida de porcelana, de marihuana.

    Adonde quería volver.

    Todo es tan frágil, todo es tan ágil que viene y va.

    Y quería un abrazo de mamá.


    No camines solo, quiero caminar con vos.

    Quería que papá volviera a casa.

    Que en esta vida todo es más lindo y se hace más fácil

    Pero estaba sola.

    si se hace de a dos.

    Sola.

    Mi idea para este tochaco era otra, la verdad, pero se me fue de las manos y ahora estoy shorando for real *c hace una bolita y mejor deja de rolear*
     
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    Kaisa Morinachi

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    Riiin... riiin... riiiiiiiiin.

    —¡A-ah! —exclamé despacio, tras sentir el vibrar de mi teléfono en el bolsillo del blazer. Lo saqué y... mi mente se quedó en blanco, sentí mis parpados exceder sus límites al abrirse y... el aire se me quedó contenido adentro. ¿Me... vería demasiado blanca, como ver a un fantasma? De seguro si, el suspiro que dejé salir luego básicamente sacudió todo mi cuerpo, y en conjunto a eso mis cejas se arquearon con una pena extrema, mis ojos se entornaron temblorosos, al igual que mis labios entristecidos... Diablos, diablos.

    Acá no, Nagi.
    Me levanté con velocidad, haciendo una considerable reverencia.
    >>¡Lo lamento chicos, tengo algo que atender! —solté sin vacilar, aunque la voz me tembló y se notó que cualquier tipo de llanto era inminente. Sin mayores explicaciones me marché del salón a un paso algo veloz, pero que no llegaba a ser ni trote.

    Vacío, soledad; privacidad. Mis pasos se dirigieron por velocidad por la academia, el teléfono ya había dejado de vibrar... pero simplemente no podía ignorarlo. No cuando era él quien había llamado. Terminé cruzando la cafetería, con mirada nerviosa y movimientos precisos, como sí huyera de algo; ¿estaba huyendo de algo, o ese algo quería afrontarme de una vez? ¿Quién... huía acá?

    Surqué el patio norte, me fui a esconder entre esos lugares desprovisto de hiervas, bancas y árboles de cerezo; me escondí entre las grandes sombras del edificio, sorteando con cierto temor a cualquier grupete de chicos y chicas de dudosas intenciones que había por ahí. Me ignoraron de sobremanera, así que supongo que no había riesgo alguno. Una vez sola, volví a sacar mi teléfono del blazer, mi corazón se me saldría del pecho como siguiera latiendo así, y las lágrimas no demoraron en brotar ahora que estaba... sola.

    Me tapé la mitad del rostro con el antebrazo, terminando de soltar una buena cantidad de quejidos y sollozos. Me pasé la manga por sobre los ojos después, deshaciéndome de esas molestas gotas saladas. Ya tenía listo el contacto para volver a llamar, así que tomé aire mirando al cielo a ojos cerrados, para luego soltar el suspiro más pesado del día. Miré... el nombre de contacto, con la mente en blanco, pero había un miedo profundo cerniéndose por detrás de mi espalda; espalda que apoyaba en la pared de concreto.

    Tuuum...
    tuuum...

    tu...​
    —¿Nagi? —escuché su voz al otro lado de la línea e inhalé hondo, inflando el pecho, luchando por dejar atrás cualquier mínimo pensamiento que me provocara llorar. Solté el aire con suavidad, pero no por ello menos abatida.
    —¿Qué diablos quieres? —dije, sin siquiera pensarlo agregando la palabra del centro; no era capaz de decir su nombre, menos...
    —... Bu... bueno... —murmuró, tartamudeó; hablaba tan bajo, tan... pasivo, que sentía desconocer a quien estaba del otro lado de la línea. Pasé un brazo por sobre mi vientre, como sí eso lograra sostenerme las ansias y los nervios, la energía negativa se fue deshaciendo a través del tap, tap, constante que hacia mi pie derecho.
    —Habla de una vez —solté monocorde, más malvada de lo que nunca podría haberme percibido a mí misma. Otro silencio, y sentí una rabia treparme la garganta—. No tengo tiempo, Ichirou, estoy estudiando.
    —¡Diablos, Nagi, yo tampoco tengo tiempo! ¿Entendido? —alzó la voz, aunque luego intentó calmarla; de todas formas, ya había logrado erizarme toda la piel, que inhalara hondo; no con pena, no con miedo.

    Ira,
    rabia,
    frustración.
    —¿Quién diablos te crees para gritarme, eh? —reclamé con una voz más monocorde que la suya, pero de todas formas había aumentado el volumen al igual que él. Entorné los ojos, soltando un leve gruñido constante de la pura impotencia; no podía rebajarme a su nivel.

    Y otro silencio... que dio paso a unos sonidos extraños tras el teléfono, en el otro punto; fruncí el ceño algo contrariada, pero más bien preocupada.
    —Y-yo... Nagi...
    —Espérame, Ichirou —atajé con firmeza, ahora más seria que otra cosa—, ¿estás llorando?

    Nada.
    Silencio.
    Y me cortó.
    Me quedé mirando más que impactada la pantalla del aparato, prácticamente sin palabras, porque; ¿a quién le iba a reclamar ahora que estaba sola, y nadie me había escuchado?

    Ahora que había huido, que me había quedado sin nadie alredor...
    Lo... sabía, ¿no?​

    Ambos éramos más parecidos de lo que nunca quisiera admitir...​
    Y eso era doloroso.
     
    Última edición: 20 Febrero 2021
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