Patio frontal

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Tal vez Ophelia si voló al sol como Ícaro pero sus alas, de livianas plumas blancas, se quemaron por su calor indomable. Y se precipitó al suelo sin ellas.

    Byrne Ophelia, salto de longitud: ¡Fallo!

    Tal vez.

    Tohru hizo una mueca de dolor. Ah, mierda. Teniendo tan pocos integrantes en el club no quería empezar a perderlos por ridículas pruebas físicas. De cualquier modo, Okimura Tohru no era realmente tan dramático y desenvuelto como parecía ser. Solo disfrutaba el espectáculo, dramatizando, actuando.

    Interpretando.

    Era, a fin de cuentas, lo que mejor se le daba. Su condición física era pésima, era un estudiante despistado y poco aplicado, pero podía dar todo de sí mismo en el escenario. Ese era su mundo, su pista de baile y la disfrutaba como pocos. Sin embargo, el club de teatro ni siquiera contaba con los cinco miembros necesarios para ser un club oficial. Le habían dado un ultimátum.

    —Volaste demasiado cerca del sol, Ícaro— le dijo con una sonrisa honesta, galante incluso, extendiéndole una de sus manos para ayudarla a incorporarse. Había algo en su actitud dramatizada que lo hacía verse dulce. Al menos una parte de él parecía no ser actuada— ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas asistencia sanitaria?

    Mimi por su parte enarcó una ceja con cierta curiosidad. ¿Podía ser acaso una nueva integrante del club de teatro? ¿Tenía esperanzas de salvarse? La Dirección había dejado muy claro que sí no lograban cinco integrantes a final de mes su pequeño paraíso interpretativo quedaría clausurado para siempre. Repentinamente Ophelia le causó interés genuino y la observó desde la multitud de alumnos en silencio. Detalló sus facciones, su largo cabello castaño, su elegante y grácil figura de bailarina.

    —Quizá...—murmuró.

    Quizá era
    una luz de esperanza.
     
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    Gigi Blanche

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    [​IMG]

    Hubo algo en la sinceridad de aquel agradecimiento que logró incomodar un poco a Anna. La muchacha, aún detrás de Jezebel, dudó unos segundos antes de murmurar, en voz baja y algo vaga:

    —No es nada.

    Pero no quería perturbar el clima agradable que se había generado, así que decidió tragarse sus problemas por un rato y fingir. Fingir que todo estaba bien. Era algo que se le daba muy bien, aunque no lo hubiera puesto siempre en práctica. ¿Tan maleable era?

    Gateó de nueva cuenta, esta vez para posicionarse frente a Jez, y la sorprendió sacándole una foto con su móvil en una milésima de segundo. Tenía dedos veloces. Se sonrió, victoriosa, y giró el aparato hacia la muchacha y Altan. Las trenzas eran firmes pero se había encargado de inflarlas un poco, para que parecieran más voluminosas, y las había ido tejiendo en dirección al suelo para que pudieran caer sin problemas sobre sus hombros. Si era posible, Vólkov parecía aún más una muñeca en exposición.

    —Ta-da~ —canturreó, apoyando el rostro sobre el dorso de su mano, que a su vez se sostenía en las rodillas al estar acuclillada; así de comprimida lucía aún más menuda y pequeña—. ¿Y bien? ¿Qué opinas de mis servicios, Vólkov? ¿No son las mejores trenzas del mundo, acaso?

    [​IMG]

    Se volvió lentamente hacia Akaisa cuando la oyó reír, y una sonrisa gatuna curvó sus labios de forma casi irritante. Era la primera vez que la oía reír y, vaya, debía reconocer que le sentaba bien. Era una gatita adorable. De un movimiento rápido se encargó de engancharlas a ambas por los hombros y las sacudió un poco, plantándoles un beso en el cabello una a una.

    —Ah, mis pequeñas. Nos convertiremos en leyendas de esta academia, ya verán. ¡Nadie nos olvidará! —Echó la cabeza hacia atrás y entonó una risa ¿malvada? bastante fuerte, provocando que algunos estudiantes se giraran hacia ellos—. No te arrepentirás de colaborar a la causa, Katty-chan. Será taaaan divertido~

    [​IMG]

    Ah, vaya. Eso había sido ciertamente... mundano. Le desagradaba en amplia medida admitir los recuerdos oscuros que surgieron desde los costados de su memoria al sentir la tierra rasgando inclemente la tierna y pálida piel de sus rodillas y demás articulaciones. Le llevó unos segundos alzar la cabeza, pues ya no acostumbraba recibir heridas físicas y la sensación, francamente, era muy indeseable.

    Alzó la mirada al percibir la cercanía de alguien, y reconoció de inmediato el tono profundo y dramático del presidente del club de teatro. Okimura era, ¿verdad?

    —Ah, Okimura-senpai, muchas gracias —aceptó su ayuda junto a una sobria sonrisa, y tomó su mano con una suavidad casi calculada—. Eso ha sido bastante desafortunado, realmente.

    Se permitió emitir un profundo suspiro y se observó a sí misma, para medir el calibre de sus heridas. Simples raspones. Ni siquiera sangraban.

    —No creo que sea necesario, siendo sincera. Sanarán de inmediato. De todos modos iré a lavarme para limpiarlas de polvo y suciedad. —Inclinó apenas la cabeza, solemne, y le regaló una última sonrisa—. No tienes de qué preocuparte, senpai. Aún así, muchas gracias. Nos vemos por la tarde.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Konoe Suzumiya

    Con un "No, muchas gracias por la propuesta Whickham-kun. Ruego me disculpes" ante la invitación del joven inglés—porque no perdía sus modales y la educación ni siquiera estando molesta—Konoe hizo una rápida inclinación y regresó junto a la presidenta del club de jardinería.

    Mamiya Ai había permanecido allí todo el tiempo con su mirada en la pista. Incluso los chicos de segundo perdían el equilibrio y se desploman contra el suelo de forma dolorosa nada más escuchar el silbato.
    Apoyó la palma de la mano sobre su mejilla, su rostro de finas facciones contraído en una expresión de preocupación.

    —Cielos—murmuró.

    ¿Pero cuántas personas iban a tener que invitar al invernadero?

    Su expresión se iluminó ligeramente, sin embargo, al ver a Konoe acercarse a ella. No pareció reparar en su semblante sombrío ni en sus labios apretados en una fina línea. Estaba decepcionada, dolida, francamente molesta.

    —Ah, Cerasus-san—la llamó con jovialidad. Suzumiya ni siquiera pareció alterarse por ese apodo—. ¿Cómo fue? ¿Encontraste a tu amiga?

    Aquella palabra hizo que una sensación extraña escalase por su garganta. Un nudo prieto y tenso. Amiga. ¿Podía seguir considerándola como tal? Era una completa tonta por pensar que funcionaría una relación como la suya por demasiado tiempo. Eran mundos diametralmente opuestos, no estaban destinadas a coexistir de forma pacífica.

    Se llevó un mechón de cabello tras la oreja y paseó su mirada por la multitud, por la pista, buscándola un solo instante antes de responder. Sabía que sus palabras no iban a servir de nada. Alisha detestaba que cortaran sus alas, que condicionaran su libertad. Era un espíritu libre. Un espirítu libre y sumamente desconsiderado. Así había sido desde que era una niña y era algo que Suzumiya apreciaba. Se salía del molde típico de la estudiante perfecta y era algo que ella apreciaba. Era distinta y rebelde y contestataria.

    Y ella lo apreciaba.

    Su relación era novelesca incluso.

    Era su amiga, podía tolerarlo. Podía tolerar que su calificaciones fuesen pésimas, podía tolerar y guardarse para sí misma las cosas que sabía sobre su actitud, incompatibles con el estatus de un centro académico de esa envergadura. Sabía que si la expulsaban jamás podría volver a estudiar en la Academia y su futuro se iría por el desagüe.

    Estaba es una disyuntiva... al menos hasta ese preciso instante. Ahora que estaban en juego sus propios sueños y metas.

    Probablemente aquel había sido el inicio de una guerra silenciosa.

    —No—respondió con un tono quedo—. Nadie a quien pudiera considerar amiga estaba allí Mamiya-san.

    ***

    Tohru Okimura la siguió con la mirada hasta que desapareció y entonces se permitió un suspiro de alivio. Parecía estar bien al menos. Ophelia Byrne era la salvación del club de teatro y era, además, una pequeña estrella en alza. Tan fina y sofisticada, tan delicada como una muñeca de porcelana... parecía un personaje dramático encarnado. Shakespeare estaría tan orgulloso de ver su obra tomar vida en un jovencita de quince años...

    Yoshida-sensei hizo una mueca tosca, irritada.

    —Un inválido comatoso salta más que ustedes—clamó con su tono duro y hosco, cruda. E hizo sonar el silbato—. ¡Muévanse!

    >>¡Hodges Emily!
     
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    Zireael

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    Jez Vólkov

    Su reacción había sido demasiado lenta en comparación a la velocidad de Anna para tomar la foto, iba a cubrirse el rostro con las manos, pero en su lugar el rostro se le ruborizó por incontable vez.

    Altan dejó caer la cabeza encima del hombro de Jez mientras observaba la foto en el móvil de la menor. Su cabello, oscuro como el ala de un cuervo, se revolvió un poco con el final de una de las trenzas de su amiga.
    Soltó una risa nasal.

    —Te quedan bien, Jezzie.

    Jez sonrió levemente y observó lo pequeña que se veía la chica en aquella posición. Como un pequeño... ¿Cuál era el animal? Tanuki.
    De cierta forma le daba ternura, no terminaba de entender por qué.

    —¡Lo son! —respondió con renovada alegría—. Me gustan mucho, Anna, de verdad.

    Katrina Akaisa

    Prácticamente gruñó cuando sintió el beso del inglés sobre su cabello, pero se dejó hacer porque bueno, así como no había querido pelear con Kurosawa no quería pelear con nadie realmente, por sorprendente que sonara.

    Sin embargo, se deshizo de su agarra en cuanto lo escuchó ser tan ruidoso como de costumbre. Dios, qué fastidio, por eso tenía mejor pinta el exnoviecito de Kurosawa.

    —Nos olvidarán si siguen hablando esta mierda a los cuatro vientos, par de estúpidos —dijo mientras se posicionaba frente a ambos—. Las escuelas japonesas y sus alumnas perfectas pueden jodernos la fiestecita. Aún así, podemos hablar de cosas menos obvias, ¿posibles interesados? Dejando de lado a la conejita de tercero, Wickham.
     
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    Amane

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    Postearé con Ali después, a ver si se me ocurren interesados bc no quiero decepcionar a kattychan unu (?)

    Emily Hodges
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    No pude evitar comenzar a aplaudir con emoción al ver que Satoko superaba la prueba. Apenas nos conocíamos pero por lo poco que habíamos interactuado, sabía que era una buena chica y que fuese de nuestro club pues... ¡me llenaba de orgullo!

    Por otro lado, ni su amiga Yukie ni la chica del club de lectura, Bleke, ni Aika lo consiguieron... así como muchos otros alumnos. Aquello me ponía ciertamente nerviosa según veía que se acercaba mi turno. No era una chica especialmente deportiva así que no aspiraba a mucho pero... la presión de que todos me viesen no me agradaba.

    Era consciente que era un tontería. No me consideraba alguien popular así que si fallaba... a nadie le importaría, realmente. Pero Fred siempre había sido bueno con los deportes, y con todo en general, si mi familia se enteraba de que había fallado en algo tan básico como unas pruebas de aptitud...

    Negué rápidamente con la cabeza, intentando alejar esos pensamientos de mi mente. Solo eran unas pruebas, nada más.

    Mi momento llegó antes de lo esperado y lo recibí con un respingo. Por suerte, logré calmarme rápidamente y miré a Kashya con una sonrisa. La chica levantó el puño, a modo de ánimo, a pesar de que su rostro seguía mostrando la misma expresión neutra y no pude evitar reír, agradeciéndole mientras me alejaba.

    Saludé a las demás mientras pasaba a su lado, dándole una leve palmadita cariñosa en la espalda a Aika y me dirigí a la zona de la prueba. Tragué saliva con fuerza mientras me aseguraba que el pelo de mi coleta estuviese correctamente recogido y me coloqué en posición.

    "Tú puedes, Em."
     
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    Última edición: 24 Julio 2020
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    El club de teatro tenía reunión esa misma tarde. Quizás entonces pudiese conocer mejor a esa tal Ophelia. Sin duda su nombre tenía el dramatismo suficiente para ser miembro del club de teatro y el idiota de Okimura-senpai parecía fascinado con ella. Pero Okimura-senpai era imbécil, no era una fuente fiable.

    Suspiré con pesadez y con una mano en la cadera devolví la mirada a la pista. Me sorprendió escuchar entonces el nombre de Emily pronunciado por aquella bruja asquerosa. ¿Emily? ¿Ya? La busqué con la mirada y la vi entre la multitud, avanzando con decisión hasta la pista. Aika le dio una palmadita en respuesta y Kashya, tan imperturbable como siempre, también la animó a su manera.

    Dios, no quería que Emily se rompiese la cara contra el suelo.

    La observé con atención, sus pasos vacilantes, como parecía nerviosa y trataba como podía de ocultarlo. Bueno ¿después de lo que había estado pasando quien demonios no estaría nervioso? Era como caminar directamente al matadero. Era una tumba social. Fallar esta maldita prueba parecía volverte una total escoria a ojos de Akane.

    Le dirigí una mirada de soslayo.

    No era como si me importase ser una escoria para alguien tan prescindible y poco importante como ella pero probablemente Emily no lo tomaría demasiado bien.

    El impulso me nació sin poder evitarlo. Solo quería menguar sus nervios y su ansiedad, aquellos que sabía de sobra que tenía. Cuando quise darme cuenta había llevado las manos a ambos lados de mis labios para ampliar el sonido de mi voz.

    —¡Tú puedes Em!—grité con ganas—¡No mires el suelo, solo mira hacia delante!

    Yoshida-sensei enarcó apenas las cejas cuando Emily saltó y cayó a un metro y medio, de pie y sin magulladuras. Lo había conseguido. ¡Lo había conseguido! me permití una pequeña sonrisa mientras Aika estallaba en ovaciones y aplausos. No había sido gracias a mis ánimos pero no perdía nada por pensar que sí.

    La determinación de Emily siempre había sido muy fuerte.

    —¡Hodges Emily; salto de longitud: ¡un metro con cuatro!

    ¡Sí!

    Me reuní con una Emily triunfante cuando regresó con el resto de alumnos.

    —Le has dado con un canto en los dientes a Yoshida-sensei—le dije con una emoción que no pude disimular. A la mierda el orgullo, estaba demasiado feliz—. ¡Muy bien hecho Em! Vamos a demostrar lo que valemos los de segundo.

    Mi momento de felicidad, en cualquier caso, no iba a durar demasiado. El silbato volvió a sonar y mi nombre fue el siguiente en la lista. Fue casi... anticlimático
    . De hecho me paralicé un instante antes de volverme hacia la profesora. Ah, la conocía de sobra. Nuestros ojos parecieron chispear al encontrarse.

    —¿Huh?—inquirí con una ceja alzada—. Oiga, ¿no puede esperar? Estamos en medio de una conversación importante.

    Akane afiló su mirada de ojos rojos.

    —No me toques las narices, Honda—gruñó con fiereza—. Salta de una vez.

    Mantuvimos la mirada un instante y finalmente accedí. No tenía caso negarme y si pasaba la prueba, la iba a joder. Eso lo compensaría un poco. Pasé por su lado, altiva, como si fuese un mero insecto que no merecía atención.

    —Tsk.

    Hastiada rodé los ojos y coloqué los dedos en el suelo, la mitad inferior levantada y la pierna flexionada hacia delante preparada para tomar impulso cuando fuese.

    Vamos, da la señal ya.

    Zorra asquerosa.

    Solo por orgullo estaba dispuesta a pasar la prueba.

    ***

    No tuvo caso. Mis ideas no estaban coordinadas con la realidad y la suerte me era esquiva. Calculé mal el paso, me impulsé hacía delante cuando sonó el silbato pero me fui de bruces contra el suelo.

    De una forma tan petética como dolorosa.

    El dolor se extendió como un rayo, intenso, brusco y me hizo lanzar un pequeño chillido de dolor mientras me incorporaba sosteniéndome la parte superior del labio con ambas manos.

    Estaba sangrando.

    —¡Mierda, mi nariz!—me quejé.

    Mierda, mi orgullo. Había arrojado mi autoestima y mi dignidad al subsuelo. ¿Podía humillarme más acaso?

    Yoshida-sensei pareció esbozar una pequeña sonrisa ladina y haciendo sonar el silbato, llamó a Liza. Su satisfacción al pronunciar el "fallo" junto a mi nombre fue casi orgásmica.
     
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    Amane

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    Emily Hodges

    Suspiré, terriblemente aliviada, al sentir la tierra bajo mis pies y no en cualquier otro sitio de mi cuerpo. ¿Lo había... conseguido? ¡Lo había conseguido! Un metro y pico no era mucho pero ya era bastante más de lo que esperaba y era una marca aceptable para llevar a casa.

    Recibí a Mimi con una sonrisa, aunque moví la mano para quitarle importancia. En realidad solo había sido suerte, podía haber fallado con mucha más facilidad. Sin embargo, la profesora interrumpió nuestra conversación no mucho después y me tuve que alejar de nuevo junto a Kashya cuando llamaron a Mimi, deseándole suerte en el proceso.

    La chica parecía dispuesta a superar la prueba pero su cuerpo no respondió muy bien a aquellos deseos y acabó por caer contra el suelo. Hice una mueca de dolor al verlo y me acerqué con cierta preocupación a su lado.

    —¡Mimi! Espera, echa la cabeza hacia atrás —conseguí un pañuelo de uno de los alumnos y se lo extendí a la chica para que se lo colocase en la nariz, sujetándola después por la cintura—. Ven, siéntate con nosotras.

    La guié hasta donde Kashya seguía esperando, dejando que se sentase cerca del árbol para después mirar hacia la pista. La siguiente era Liza y estaba algo preocupada, sobre todo después de lo que nos dijo el otro día en la enfermería. ¿Habría podido descansar lo suficiente...?

    >>Ánimo, Liz...

    * * *
    Alisha Welsh

    Vaya, al menos algo bueno habíamos podido sacar de aquella intervención de Konoe: Katrina parecía más que dispuesta a ayudarnos con tal de molestarla. Por un lado agradecía que estuviese de nuestro lado, a decir verdad éramos de los únicos que podíamos hacer algo por el estilo, pero por otro lado... yo no quería meter en problemas a Konoe, a pesar de todo. En fin, nada de lo que preocuparse por el momento, suponía. Si todo salía bien, no tenía ni por qué enterarse de cuando lo hacíamos.

    Asentí con la cabeza antes de sentir los brazos de Joey rodeándonos, y el posterior beso en la cabeza de cada una. Reí ligeramente, sobre todo divertida por la clara cara de molestia de Katrina. Me callé a los segundos, sin embargo, cuando sentí su mirada sobre nosotros e intenté ponerme lo más seria posible, carraspeando para conseguirlo.

    —¿Se lo has preguntado ya a la chica, Joey? —pregunté primero hacia el chico en cuanto Kat nombró aquello, recordando que lo había dicho—. Y... ¿quién más? Tú eras amiga de una chica de segundo, ¿no? ¿Shiori Kurosawa o algo así? ¿Crees que querría venir? ¿Alguien más? La gente aquí es muy sosa así que no sé...

    >>Ah, Joey, la chica de pelo corto que acaba de saltar, ¿no es también tu amiga? ¡Podría venir también!

    Estoy viendo que los dados me van a ayudar con todas menos con Alisha porque quieren que pierda apuestas (?
     
    Última edición: 25 Julio 2020
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    Zireael

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    Katrina Akaisa

    La pregunta era cómo iba a reaccionar la conejita ya no solo a la idea como tal, sino al desastre en torno al mismo Joey, pero bueno, eso a ella no le iba ni le venía.

    Regresó la vista a Alisha cuando esta mencionó a Shiori.
    Buscó a la susodicha con la mirada y en realidad no la encontró a ella, sino al que ahora parecía su llavero: Usui.

    Soltó una risa por la nariz.

    —¿Kurosawa? No le va el rollo, pero podría venir solo por curiosidad —dijo regresando la vista a ellos—. Y con ella uno o dos más. Se lo diré después y quizás, no lo sé, a alguna otra chica equis.
     
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    Gigi Blanche

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    [​IMG]

    Recogió el móvil de vuelta hacia ella, dándole un último vistazo a la foto, y se acomodó en la posición original que había mantenido hasta la vuelta de Jez: echada sobre el césped, una pierna sobre la otra.

    —Luego te la envío, si te gusta. —Fue lo último que dijo antes de volver a sus mierdas de gatitos, memes e ideas en cinco minutos.

    acá, normal, concluyendo un arco de personaje(???)

    [​IMG]

    Estuvo a punto de abrir la boca cuando Katrina agregó lo de la conejita de tercero, y se calló. Chasqueó la lengua, fingiendo más molestia de la que sentía, y escuchó el intercambio de las chicas. Asintió enérgico, casi como un niño pequeño, ante la pregunta de Alisha sobre Vólkov, y entonces agregó:

    —Puede que la subestimes, Katty-chan, creo que la conejita puede traer... más diversión de la que piensas. —Se sonrió, recordando al perro guardián de la mañana—. Es cuestión de convencerla y dejar que el efecto dominó empiece. Luego, pues... puedo intentar convencer a Blee, saben, pero está tan metida en esta mierda de las elecciones que probablemente tenga las mismas razones que tu amiguita, Ali-chan, para rechazarme. Ah, mi corazón.

    Bueno, no es como si Bleke no dependiera de él para ciertas cosas, ¿verdad? Igual podía hacer el intento. No perdía nada.

    —Así que, ¿para cuándo deberíamos ir planeándolo? ¿Mañana? ¿Pasado?
     
    Última edición: 25 Julio 2020
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    Amane

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    Alisha Welsh

    —Sea como sea, deberíamos tener cuidado con el número de personas... Tampoco hay que llamar demasiado la atención, ¿no? Y tienes razón, vi a Bleke cuando acompañé a Konoe así que quizás sea mejor que no lo sepa —acabé por decir, llevándome la mano al mentón para adquirir una pose pensativa.

    Aunque bueno, ya teníamos bastantes sospechas sobre nosotros así que Joey tenía razón... ya que lo íbamos a hacer, ¿por qué no hacerlo a lo grande? Seguro que al final acababan apareciendo sorpresas por ahí, de todas formas.

    >>¿Qué tal mañana? Después del desastre que están siendo estas pruebas, quizás nos venga bien. ¿O es muy precipitado?

    Es que me los imagino a los tres en círculos y todo el mundo super lejos de ellos porque saben que son cada uno más problemático que el otro y acaban siendo como super sospechosos y me hace mucha gracia(?
     
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  11.  
    Zireael

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    Katrina Akaisa

    ¿Mañana? ¿Pasado? Realmente el día no importaba, la cosa era que no los agarraran.
    Si no la habían expulsado los años anteriores, no quería que lo hicieran ese. No podía joderla así, no cuando quería arrebatarle una empresa a su propio padre de las manos.

    —De noche —dijo, concisa—. Hoy.

    Luego se volvió hacia Joey y lo tomó del brazo. Esta vez no había brusquedad en sus movimientos, eran más bien suaves. Se apretó contra él, aprovechando que todo el mundo estaba ocupado siendo torturado por la profesora, y luego habló. Como siempre, su voz, a pesar de que casi estaba susurrando, vibró como el ronroneo de un gato.

    —Sabes lo que necesitamos, ¿cierto, Joey? Llaves. —Sonrió ligeramente—. ¿Puedes hacer eso por Ali y por mí? Nosotras haremos el resto~

    Lo dejó ir inmediatamente después.
     
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    Hygge

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    Uno a uno los chicos de segundo dieron un paso al frente hacia la pista. La extraña conversación con Aika y su posterior fallo me habían descolocado tremendamente, haciendo saltar todas mis alarmas, pero evité seguir hablando. Cuando la chica se disculpó por su desempeño le dirigí una sonrisa de ojos cerrados, restándole importancia con un movimiento de la cabeza. No tenía nada que disculpar; era humana después de todo.

    Mis labios, sin embargo, se tensaron al volver la atención a la competición.

    Los turnos pasaron rápido y pronto le tocó a otra de mis amigas dar el paso. Atenta, seguí los movimientos de Emily, cruzando los dedos sobre mi regazo. Pareció estar lo suficientemente concentrada como para calcular su salto, arrancándome un suspiro del pecho, aliviada. No fue así con Mimi: a pesar de prometerme que iba a tener cuidado, había acabado golpeándose el rostro de tal forma que su nariz comenzó a sangrar.

    Avancé hacia la pista intercambiando miradas entre el grupo de chicas y el área de salto. Respiré hondo, ajustando la coleta y flexionando mi cuerpo posteriormente, aguardando por la señal quizás demasiado dispersa para mi gusto.

    No iba a excederme. Un pequeño salto sería suficiente... o eso quería creer.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    —Ah~ son unos completos inútiles.

    La voz nasal, áspera, provino de una joven de ojos verdes y coletas del mismo tono. Tenía la mano apoyada sobre la mejilla derecha y con ojos entrecerrados y expresión que evidenciaba el más puro tedio observaba la pista. Más que molesta parecía aburrida, desganada y hastiada como si nada en el mundo fuese capaz de devolverle los ánimos y apartarla del aburrimiento.

    Qué mierda de día, debía estar pensando.

    La pompa de chicle que estaba inflando explotó con un pequeño "plof" y empezó a masticarlo con indolencia para volver a inflarlo de nuevo.

    ¿Los chicles... no estaban prohibidos en la Academia?

    —No parecen una amenaza—apuntó con voz queda, monótona y suave una joven de cabello oscuro a su lado. Se trataba de Iguchi Rika—. Su porcentaje de éxito no alcanza el cinco por ciento.

    Sora balanceó su pie en el aire sentada como se encontraba en aquellos momentos. Se dejó caer hacía atrás y apoyó las manos tras de sí para sostener su peso. Todos sus movimientos parecían de alguna manera fríamente calculados.

    —Tengo tantas ganas de destrozarlos en el partido de quemados por equipos—dijo.

    Rika la miró de reojo. Inmutable, cuestionó:

    —¿Un sacrificio de sangre?

    —No, no estoy interesada en tus mierdas ocultistas Rika—esbozó una sonrisa simple, desganada—. Extendió su brazo derecho que estaba totalmente compuesto por un mental que destelló bajo el sol. Se trataba de un brazo protésico totalmente funcional. Su sonrisa se ensanchó—. Solo quiero desquitarme.

    Por su parte Liza logró saltar. Su confianza en que podía lograrlo le dio fuerzas. Fue un pequeño salto... pero fue un salto exitoso. Entre el público la más emocionada y la que antes estalló en ovaciones y aplausos fue Aika.

    —¡Muy bien hecho Liza-chii!—gritó con ambos brazos en alto. Mimi estaba demasiado ocupada sosteniendo el pañuelo sobre su nariz para detener la hemorragia pero entre sus ligeros quejidos se permitió esbozar una pequeña sonrisa.

    Flexionar los músculos del rostro le ocasionó otro relámpago de dolor.

    —Auch.

    —¡Liza White: salto de longitud!—rugió la profesora— ¡Dos metros con cinco!

    Lo había logrado. Liza White entraba en el pequeño y selecto grupo de alumnos que habían logrado pasar la prueba.

    El silbato sonó.

    >>Siguiente, ¡Kurosawa Shiori!

    Sora afiló la mirada desde su posición, sonriente.

    Aquello iba a ser tan divertido.
     
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    Gigi Blanche

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    La sorpresa clavada en todo su rostro fue indicativo más que suficiente de lo poco que se creía la actitud que Katrina, repentinamente, había tomado. La observó casi por reflejo cuando se le acercó, sujetándose a su brazo, pero la sonrisa juguetona no tardó en aparecer a medida que la oía hablar con aquella nota tan... particular.

    Ah, tenía muy buen ojo, después de todo.

    Alzó la vista al cielo, como rogando piedad, y suspiró una vez Akaisa se alejó. Las observó a ambas, cruzándose de brazos, y se encogió de hombros. Un día más, un día menos, ¿qué diferencia haría? Iba a follársela, tarde o temprano.

    —Haría lo que sea por mis niñas~ —canturreó, ligero, y las saludó con la mano en alto mientras se giraba hacia el interior de la Academia—. ¡Deséame suerte, Ali-chan! Sé que la gatita arisca no lo hará~

    A medida que se alejaba, comenzó a pensar. Bien, las llaves de la dirección. No podía ser muy difícil, ¿verdad?
     
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    Zireael

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    Shiori Kurosawa

    Al final había permanecido allí, sin decir nada más.
    Otra chica cayó, Hodges lo logró y Honda... No. Se estampó contra el suelo como un saco de patatas y una parte de sí estuvo por apartarse del chico lobo para acudir a levantarla del suelo, pero no había sido necesario. Ella misma se levantó como un resorte, pero más importante, Emily había acudido a su lado.

    Como siempre.

    Suspiró pesadamente. De todas formas era probable que no hubiese aceptado su ayuda.


    Kurosawa.


    Reaccionó antes de que siquiera terminara de decir su nombre, dando un ligero respingo. Por un momento olvidó que bueno, estaban por llamarla.

    Avanzó un par de pasos antes de girarse hacia Hiroki, con las manos entrelazadas tras la espalda y la larga coleta ondulada meciéndose tras ella como un péndulo.

    —Es muy probable que termine besando el suelo —comenzó y después sus ojos de atardecer se entrecerraron, afilándose como los de un felino—. Espero que no te pongas celoso de nuevo, senpai.

    Soltó una risa suave, con cierto tono burlón en ella.

    >>Puedo darte un beso a ti también si quieres, para que no te enojes.

    Le sacó la lengua inmediatamente después y se volvió para acudir a la línea de salto. Lo cierto que es que podría decirse que tenía el rostro enrojecido por el sol, aunque bueno, no había pensando muy bien lo que acababa de decir hasta que ya fue tarde.

    Mínimo esperaba no terminar sangrando como Honda. Sería una puta vergüenza que la viese él y toda la escuela.

    Toda la escuela.

    Él.

    Y el hijo de puta de Altan.

    Vaya día de mierda estaba siendo ese.


    Inhaló aire con cierta fuerza, buscando suavizar el latir desbocado de su propio corazón y tomó posición.

    Encima se había comido aquellas galletas con tanto coraje que ahora las sentía atoradas en la garganta.


    Bitch y luego andas emputándote porque el pendejo se encabrona, let him breath
     
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    Amane

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    Alisha Welsh

    ¿De noche? La sorpresa se plasmó en mi rostro cuando escuché aquello. ¿Colarnos en la academia de noche para hacer una fiesta? Sonaba arriesgado pero también emocionante. Era cierto que de aquella manera nos asegurábamos que los profesores y la directora no nos pillasen, pero si por algún casual lo hacían... estaríamos muertos.

    Tampoco podía hacer nada. Había aceptado ayudarles y, no podía esconderlo, me emocionaba bastante la idea. La adrenalina de lo que iba a ser superó la preocupación.

    Observé el intercambio entre Katrina y Joey con una ligera sonrisa, sabiendo que el chico no dudaría en aceptar lo que Kat le pidiese y sobre todo si lo hacía de esa manera. No es que Joey en general fuese a negarle nada a una chica, a decir verdad.

    Good luck~ —murmuré, despidiéndome de él mientras se alejaba hacia el interior de la Academia.

    ¿Lo conseguiría? Parecía el más dispuesto a hacer lo posible para que el plan se llevase a cabo así que no dudaba que lo intentaría hasta traer las llaves, pero si no lo conseguía...

    Me giré entonces hacia Katrina de nuevo, sonriendo ligeramente.

    >>Supongo que solo nos queda esperar, ¿no?
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    hiro.png
    Recibió el empujón juguetón que le dio Kurosawa mientras mencionaba que los invitaba a almorzar con ella y Watanabe y aliviado como se encontraba ahora que la tensión de la mañana se había evaporado, se permitió una pequeña sonrisa.

    Era, simple y llanamente como estar en casa. Como un cachorro cuando regresaba su amo después de un duro día de trabajo.

    Hiroki Usui estaba sonriendo.

    No era una sonrisa de alegría intensa ni emoción, era una sonrisa calma, una sonrisa agradecida. Pero genuina y honesta como todo él tendía a serlo. Saber que los problemas con Kurosawa se habían resuelto y ahora podía permitirse incluso bromear a su alrededor le quitó un gran peso de los hombros. El nudo ya no estaba en su garganta y la ira tampoco recorría sus venas como un torrente imparable. Palpó las galletas en el bolsillo del gakuran, esas que Shiori le había obsequiado y se reprochó haberlas machacado entre los dedos cuando estaba tan irritado. Era un jodido idiota. Las formas que Shiori se habría esforzado en moldear ahora eran poco más que un montón de trocitos dispersos.

    Joder.

    Se pasó la mano por el cabello cenizo y suspiró con pesadez. ¿Era ese buen momento para probarlas? ¿Cuando mierda iba a hacerlo si no? La verdad es que se moría de ganas. Sacó uno de los trozos y se lo llevó a los labios.

    Una parte de él aún rehusaba el cariño y los cuidados de Shiori pero la otra los agradecía intensamente. Era extraño. Y cálido. Extrañamente cálido. A su mente regresó ese día en el pasillo acompañados por el murmullo de la lluvia, compartiendo el almuerzo. Juntos y en silencio, no hacía falta nada más. Él, que era un perro callejero agresivo y huraño
    .

    Ahora tenía alguien a quien proteger.

    Mordió y la galleta desapareció dentro de su boca en cuestión de segundos. Suave y dulce, podía notarse el cariño y la dedicación que se había puesto en su preparación. No era partidario de la comida dulce pero no podía ponerle ningún tipo de queja a aquellas galletas. Tomó otra. Y otra. Y otra más. Mientras distraídamente observaba el desenlace de los acontecimientos. Pocos eran los alumnos que lograban superar aquella jodida prueba. La propia Honda prácticamente se había roto la nariz contra el suelo.

    Enarcó las cejas cuando escuchó como la profesora llamaba a su compañera. ¿Celoso? Venga ya, ¿ahora se iba a burlar de eso? No era como si pudiera reprochársolo. Resopló apartando la mirada como un niño siendo regañado por su madre. Sabía que tenía razón, pero había sido un arranque de honestidad nacido de la ira.

    "Joder Kurosawa, no me tortures con eso"

    Pero si creía que eso era tortura no la conocía para nada. Ella podía ser realmente mala cuando quería y jugar con él como le apeteciese porque tenía de sobra el permiso y el poder de hacerlo. Y ella lo sabía. Joder si lo sabía.

    —Puedo darte un beso a ti también si quieres, para que no te enojes.

    ¡¿Qué cojon...?!

    No estaba preparado para eso. Ni tampoco pero la imagen mental. Casi la pudo escuchar ronronear como un gato satisfecho.

    A la mierda toda la calma conseguida.

    —¡¿Ah?!—la galleta que estaba masticando se desvió en su garganta y tomó el camino equivocado. Tosió. Joder, encima iba a atragantarse. Su mirada ambarina mostraba absoluta consternación y sorpresa; en su boca, entreabierta por el impacto, podían entreverse sus colmillos. Ya no podía decir que el intenso rojo se debía al sol... parecía un puñetero tomate. Le costó francamente encontrar las palabras en su cerebro—. ¿De qué mierda hablas? ¡No digas gilipolleces!

    La voz le tembló ligeramente, titubeante, sin poder evitarlo. Emergió brusca, como la pataleta de un niño pequeño que había sido atrapado por su madre haciendo alguna travesura.

    En momentos así quedaba constancia de que el fiero Hiroki Usui no era más que un cachorrillo torpe en el fondo.

    ***

    Le tomó su tiempo calmarse y recuperar el control de sus emociones. Paseó nerviosamente, pasándose una y otra vez la mano por el cabello cenizo, nervioso, que volvía caer nuevamente al mismo sitio rebelde y desordenado.

    "¿Qué mierda fue eso? ¿No hablaba en serio o sí? Venga ya, joder. ¿Un beso? Está como una puta cabra".

    Esas frases iban y venían sin orden ni concierto mascullándolas entre dientes. Nervioso como estaba había devorado galleta tras galleta y cuando acercó la mano nuevamente la bolsa ya estaba vacía. Pero no importaba. Porque pronto se le iban a quitar todas las ganas de comer.

    —¡Kurosawa-san!—gritó alguien entre la multitud. Parecía ser la voz de Honda, pero Honda no se preocuparía tanto por Shiori. ¿O tal vez sí?

    Hiroki se volvió justo a tiempo para ver, casi a cámara lenta como los fotogramas de alguna vieja película, como Shiori se precipitaba contra el duro suelo de grava de la pista. Su impulso no fue suficiente... y simplemente cayó.

    —Shiori Kurosawa; salto de longitud: ¡Fallo!

    Fallo.

    La realidad lo golpeó con la contundencia de una maza.

    —¡Kurosawa!—casi rugió.

    Se lanzó hacia el frente sin pensarlo y corrió hasta la pista apartando al resto de alumnos casi a empujones. Shiori estaba bien... a diferencia de Mimi solo se había raspado las rodillas y eso le hizo suspirar soltando de golpe todo el aire repentinamente contenido en su tórax. Hiroki se acuchilló a su lado, su semblante contraído en una mueca de preocupación.

    —Hey ¿estás bien?—cuestionó. Al ver que estaba sana y salva su tono preocupado pasó a ser el regaño casi condescendiente de un hermano mayor. Esa chica lo iba a matar, estaba seguro de eso—. ¿Qué mierda estabas haciendo? ¿Eh? ¿Tantas ganas tenías de que me pusiera celoso del suelo?

    Se rascó la nuca, tenso, e incorporándose le tendió su mano. Sus mejillas conservaban el leve ardor del bochorno.
     
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    Zireael

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    No es que el inglés fuese a creerse su teatro, pero no había que negar que era más divertido de aquella forma que mandarlo como niño regañado. De todas maneras, él iba a ir, se lo dijeran o no, porque pensaba con las bolas y porque había sido su idea para empezar.
    Cuando las saludó mientras se alejaba ella levantó el dedo corazón a sus espaldas, como debió asumir que haría. Mientras hacía todo eso había escuchado a la salvaje que dizque era profesora llamar a siguiente persona: Shiori.

    Buscó a su llavero con la mirada de nuevo y la vio mientras se apartaba de su lado para acudir a la línea de salto.

    Tienes la cabeza en la luna, Kurobaka, te vas a partir la boca.

    Su atención la atrajo entonces Alisha de nuevo y ella sonrió satisfecha, con los brazos cruzados bajo el pecho.

    —Exactamente, Welsh. —Seguía con la vista clavada en la menor, a pesar de estar prestándole atención a Alisha—. Vamos a ver si la caga o no, y de hacerlo, cae solo. Finge demencia si te preguntan si estuviste involucrada, ya sabes.

    Quién sabe qué estupidez había dicho Kurosawa ahora, porque el niño bonito había estado por atragantarse con su propia saliva.

    shiori3.png

    Con el rabillo del ojo lo había visto, estaba comiendo, y no podía ser otra cosa que no fuesen las galletas que le había dado hace uno rato, antes de que todo se fuese a la mierda.
    Cuando soltó la primera parte de su broma, ciertamente algo grosera, lo escuchó resoplar como un perro hastiado, pero nada más. Era un sonido de protesta, pero no de enfado como tal. Para cuando reaccionó al resto ya ella estaba en su lugar, donde la había llamado al profesora, así que no era que pudiese atenderlo si de verdad iba a morirse ahogado por su gracia. Aunque más que morir ahogado, iba a morirse de pánico, había escuchado el temblor en su voz, como la de un chiquillo confundido.
    Tenía poder sobre él y lo sabía. Lo sabía y le gustaba de una manera que casi podía rozar lo preocupante.

    Rio para sí y contuvo el impulso casi diabólico de guiñarle el ojo desde donde se encontraba. Si se ponía tan siquiera más rojo, iba a empezar a humear como volcán y además, su propio cuerpo la iba a traicionar enviándole aún más sangre al rostro a ella también.

    Definitivamente su coordinación piernas-mente dejaba mucho que desear en aquel momento, porque dicho y hecho. Tomó impulso, pero fue inútil, trastabilló y se fue al suelo, exactamente como varios antes que ella, pero por lo menos sin el nivel de fracaso de Honda.

    Honda, ¿había sido su voz la que se alzó por encima de la de los demás? No estaba muy segura, una parte de sí, aterrada, no se atrevía a levantar la mirada de sus manos, que eran las que habían impedido que de verdad besara el suelo.

    Fallo.

    Algo en su interior gruñó con absoluto fastidio. Si había algo que odiaba era fallar, fracasar, no lograrlo. En sus movimientos premeditados algo como el fracaso no tenía cabida, pero allí estaba, en el piso.

    Y ardía como la mierda.

    Tampoco era buena resistiendo el dolor físico, podía soportar el desgaste mental casi a niveles que parecían inhumanos, pero si había dolor físico de por medio, la cosa cambiaba bastante. Si hubiera terminado sangrando como Mimi, es probable que se hubiese desmayado de la pura impresión.

    Pasó saliva con algo de dificultad, solo para darse cuenta de que un nudo salado se le había formado detrás de la garganta. Sintió arder las lágrimas tras sus ojos, lo que solo la agobió más.

    La reacción de la que presuntamente era Honda y, posteriormente, la del muchacho de cuyo lado acaba de apartarse llamaron la atención de los otros dos integrantes del extraño triángulo que había formado Kurosawa, con ella como ángulo agudo: Altan Sonnen y Katrina Akaisa. La respuesta tuvo una sincronía casi atemorizante, sonrieron para sí mismos como las bestias prepotentes que eran y casi daba la sensación de que se habían relamido los labios, cual depredadores observando a sus presas.

    Vaya.

    La voz de Hiroki hizo que la respiración dificultosa de la chica se detuviera de golpe un instante. Estaba bien, realmente no había sido la gran cosa, el ardor y el temor de hacerse más daño que había sentido en el momento eran lo que más alterada la tenían. Sin mencionar siquiera la molestia por haber fallado y que su dignidad no valía absolutamente nada en aquel momento.

    Asintió lentamente con la cabeza en respuesta a su primera pregunta, había notado el cambio de preocupación a reproche, y se enjuagó el rostro con el dorso de la mano izquierda. El resto las palabras del muchacho le enviaron la sangre al rostro de golpe y por reflejo alzó la vista hacia él, a pesar de que estaba completamente abochornada.

    —¡¿Qué dices?! —soltó prácticamente en tropel y estuvo por enredarse con las palabras. Lo vio incorporarse y cómo respuesta final solo se encogió de hombros.

    ¿Cómo se suponía que supiera ella misma la respuesta a eso de todas formas?

    Aún así, tomó la mano que él le extendía, incorporándose con su ayuda. Estuvo por perder el balance cuando sintió sus rodillas quejarse por los raspones y su cuerpo reaccionó, asiéndose al brazo de Hiroki.

    —Estoy bien, estoy bien —murmuró prácticamente para sí misma, como si buscara convencerse de ello.

    Bueno, ahí iba otro trozo de inexistente dignidad.

    Me descuidas dos segundos en una pc y me aviento unos tochozos que parecen fics
     
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  19.  
    Amane

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    Alisha Welsh

    Imité los movimientos de la chica, dirigiendo la vista hacia la pista de salto. Ah, ya le tocaba a su amiga. La verdad es que no podía evitar preguntarme cómo es que ambas se conocían pero... suponía que había pasado algo parecido a Konoe y yo o Bleke y Joey. ¿Será que los buenos acaban siendo atraídos por los problemáticos? No pude evitar sonreír por la idea.

    La sonrisa pronto se desvaneció cuando vi a la chica fallar el salto y chocarse contra el suelo. Mi rostro se contrajo en una mueca dolorida y dejé escapar un "auch..." genuino. A decir verdad, me había mostrado muy segura de mí misma frente a Joey pero no estaba muy convencida de que fuese a salir bien viendo la cantidad de personas que habían fallado.

    Me mordí el labio inferior con cierta preocupación, pero en ese momento volví a escuchar la voz grave de Katrina y volví a centrar mi atención en ella, riendo ligeramente.

    —Creo que no podría dejarlo tirado —respondí, encogiéndome de hombros—. Si lo expulsan a él, ¿qué haría yo sola aquí todo ese tiempo? —negué con la cabeza, algo dramática, antes de volver a sonreír—. Pero tranquila, no te arrastraremos con nosotros~

    Aunque era obvio que no iba a dejarse culpar, no pude evitar bromear un poco. Ya que íbamos a ser ilegales juntos, lo mejor sería intentar llevarnos bien, ¿no?

    Is this posts de rellenos solo porque adoro leer a kat? sí.
     
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  20.  
    Yugen

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    Mimi Honda

    Kurosawa fue la próxima en desplomarse contra el suelo. La verdad... no era lo que esperaba. Probablemente hacía unos días hubiera disfrutado de verla precipitarse, incluso le hubiese soltado alguna estupidez solo por joderla. Pero no en ese momento. No allí. No cuando estaba tratando de mejorar mi casi inexistente relación con ella y acababa prácticamente de romperme no solo la nariz si no también el orgullo y la dignidad contra el suelo.

    Dolía. Era una catástrofe de proporciones épicas. Una hecatombe sin precedentes.

    Mi orgullo de plástico estaba hecho jirones, roto sobre la pista. Las piezas se había desperdigado por cualquier lugar. ¿Cómo demonios iba a hacer ahora para recomponerme? Toda la academia me había visto. El escarnio público me tensaba todos los nervios del cuerpo.

    No podía tolerarlo. No podía soportarlo.

    —Como odio esto.

    Apoyé la cabeza sobre mis rodillas y allí me quedé en silencio, sin moverme. En la oscuridad. La brisa de la mañana me agitó el cabello ahora suelto como una cascada de sol. Me acarició las mejillas.

    No sabía lidiar con el fracaso, no me educaron para tolerarlo. Me educaron para sobreponerme, me inyectaron en las venas la idea de que era la mejor. De que debía serlo. Hacer honor a mi apellido.

    Yo era Mimiko Honda, por el amor de dios.

    Abrí los ojos y alcé la mirada. El resentimiento me recorría las venas y sentía un picor característico en los ojos.

    Pero no iba a llorar. Y una mierda iba a hacerlo. Ya me había humillado lo suficiente frente a todos.

    En el preciso momento en que alcé la vista una escena llamó mi atención y fui consciente de la relación entre el perro de Usui y Shiori. Era simplemente entretenido ver el poder que Kurosawa parecía ejercer sobre su voluntad, como lo enredaba en su dedo con una facilidad irrisoria. Convertía a una bestia violenta en un calmado cachorrito que meneaba el rabo nada más verle.

    Encantador.

    Apoyé la palma de la mano sobre la mejilla.

    Probablemente Kurosawa también fuese un poco perra.

    La nariz me había dejado de sangrar y aunque el dolor permanecía ya no era tan intenso ni constante, poco a poco empezaba a mitigarse. De modo que aproveché para levantarme del fresco resguardo del árbol en el que había estado sentada hasta el momento y arrojar el pañuelo a la basura. Mi dignidad rota me gritaba que lo mejor era quedarme quieta, al margen, oculta de miradas indiscretas.

    Pero el orgullo que me quedaba se rehúsaba sistemáticamente.

    Solo había que verlos.

    Eran como un par de niños idiotas jugando a pillarse... pero nunca se alcanzaban porque se detenían antes de siquiera rozar los dedos del otro. Siempre había sido una persona observadora. Me gustaba observar a la gente común, a las masas ignorantes y preguntarme cómo serian sus vidas. A veces realmente los envidiaba.

    En ese entonces Shiori se había aferrado con fuerza al brazo de Usui no confiando en la seguridad de sus rodillas adoloridas y arañadas.

    Qué puto desastre.

    —Bienvenida al club de las enamoradas del suelo, presidenta—le dije como si nada deteniéndome frente a ellos. Había sido una clara burla y mi voz tenía un evidente tono jocoso. Hice una ligera mueca de dolor cuando la cara volvió a punzarme—. Toma esto, anda. Póntelo en la herida de la rodilla.

    Busqué en el bolsillo de la falda del uniforme y le extendí uno mis pañuelos bordados, de esos que tenía mis iniciales en un extremo. Me daba igual si no lo obtenía de vuelta, tenía un montón como esos. Además, en ese momento ella lo necesitaba más que yo. Si ya no me quedaba orgullo, no tenía por qué hacer como si fuese la gran cosa.

    Quizás era un arranque de ira repentina velada por el estrepitoso fracaso. Quizás realmente solo estaba irritada y me molestaba ver cómo permanecían tan inconscientes, tan ajenos el uno del otro. Probablemente hasta una torpe como Aika hubiese notado la más que evidente tensión entre ambos.

    Todo el mundo salvo ellos.

    —Usui-senpai—él enarcó una ceja al escuchar el tono casi autoritario de mi voz y clavó sus ojos dorados en los míos. Al parecer le sorprendía mi repentina amabilidad con ellos. Pero yo no estaba siendo amable. Solo pretendía abrirles los ojos de una maldita vez o apartarlos de la clase para que se lo montasen en cualquier otro sitio, lejos de la mirada pública—. Acompáñala a la enfermería ¿quieres?

    —¿Qué?—soltó con aquella voz áspera, esa que parecía un gruñido —. ¿Qué mierda dices Honda? Pero si está bien. Ella misma lo dijo.

    "¿Ah?"

    ¿Cómo podía alguien ser tan imbécil? Estaba rodeada de retrasados mentales. Estuve por rodar los ojos pero en lugar de ello solo fruncí el ceño y afilé la mirada.

    "Oh vamos, te estoy haciendo un favor. Date cuenta imbécil".

    —¿Eres idiota?—le espeté con intención, con incredulidad incluso. Él frunció el ceño por toda respuesta—. No, claro que no lo está. Está completamente destrozada. Así que toma la responsabilidad como un buen perro y hazte cargo. Es lo que haría cualquiera.

    "Como un buen perro".

    Los ojos de Hiroki mostraron un brillo peligroso.

    —Tú te has roto la puta nariz—bufó con una risa ronca—. ¿Qué cojones me estás contando?

    —¡Yo estoy bien, maldita sea!—respondí cortando el aire con un rápido movimiento de mi brazo, tensa. Mi tono de voz se alzó por encima de lo razonable. ¿Por qué tenía que volver a mencionar mi patético fracaso en una prueba tan absurda?—. Lo más herido aquí no es mi nariz, pero no es como si eso te importase ¿no es cierto? Solo haz lo que te digo y lleva a Kurosawa-san a la enfermería.

    Hiroki pareció dudar. Apretó la mandíbula en una mueca tensa, los dientes después. Probablemente no entendía una mierda de lo que estaba pasando. Quizás aquello lo desconcertaba tanto y yo le caía tan mal que quería golpearme. Y yo estaba preparada para devolverle el golpe
    .

    Podía ser la princesa tirana del Sakura Gakkuen, pero no era ninguna damisela en apuros.

    Pero nada de eso pasó. La tensión se mantuvo y podría haberse cortado fácilmente con un cuchillo. Los ojos de Usui eran fieros, opacados por la intensidad de la electricidad que parecía recorrer sus venas. Pero no me daba miedo, ni el más mínimo.

    Sabía que en el fondo era igual que yo.

    Un egoísta patológico aterrado de mostrar sus verdaderos sentimientos y salir herido.

    —¿Y?

    —¿Por qué no vas tú?

    —¿¡Ah!?

    ¿En serio? ¿De verdad, Usui-senpai?


    ... "¿De qué tienes tanto miedo?"
     
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