Exterior Patio frontal

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Wh-what?


    Por algún motivo que no estaba logrando entender, mis intenciones de adentrarnos por completo a los casilleros se vieron interrumpidas por el muchacho, quien me agarró del brazo para tirar de mí hacia atrás. Tuve que hacer un esfuerzo consciente por no tropezarme ante el gesto, que claramente me pilló del todo desprevenida, y apenas tuve tiempo de formular alguna especie de reclamo antes de que me pillara de la muñeca y empezara a arrastrarme hacia el exterior de nuevo.

    Primero alegó que no deberíamos tener tanta prisa por entrar a clases y luego, una vez estuvimos de vuelta en el patio, me empezó a soltar excusas de que no se había acabado el porro y que se lo debía por el favor de antes. ¿La verdad? Era bastante obvio que su exabrupto había sido motivado por cualquier otra cosa, pero no tenía manera de saber el qué y lo cierto era que tampoco me importaba demasiado. De todos modos, la expresión de sorpresa que había mantenido durante todo el recorrido rápidamente mutó a una de confusión, pues fruncí apenas el ceño cuando me soltó la bendita pregunta sobre Aiden.

    >>Uhm... —murmuré, apoyándome en la pared a su lado, y levanté la mano para jugar con un mechón de pelo entre los dedos, distrayendo mi vista en el movimiento el mismo tiempo—. Algo así, supongo... Vas a tener que invitarme a unos cuantos tragos si quieres saber más, aunque... —paré mis dedos al terminar de decir aquello y lo miré de reojo, con una nueva sonrisilla ladeada—. Supongo que lo único que te interesa que te diga es que ya no tenemos nada.

    ¿Quizás debía haberle avisado sobre su edad? Well, la verdad es que no creía que fuese mi problema. Y, de todas formas, el muchachito volvió a distraerme cuando se puso a buscar algo en sus pantalones como poseso. La tontería me sacó una risa nasal bastante divertida, y su petición no verbal posterior me hizo alzar una ceja inquisitiva. ¿Se suponía que lo traía encendido desde su casa, entonces? Negué un par de veces con la cabeza, metiendo la mano en el bolsillo de la falda para sacar mi encendedor, y extendí el brazo lo suficiente como para colocar la pequeña llama a una distancia prudencial de su rostro.

    >>No sé yo si es buena idea que sigas fumando después del último episodio, pretty boy.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Advertí las vueltas que dio Alisha por el rabillo del ojo, mientras yo mismo retrasaba el asunto del porro hasta recibir su respuesta. Eh, ¿me había metido en terreno complicado? Qué osado de mi parte. Reprimí la sonrisilla divertida que quiso plantarse en mis labios y encontré sus ojos. Ya no tenían nada, decía. Podría haber alardeado mi suerte, en su lugar esbocé una sonrisa de niño bueno.

    —¿Tanto quieres una cita conmigo? —solté como si nada.

    Luego me monté el teatro del encendedor y sentí un claro dejo de satisfacción al ver cuál sacaba Alisha de su bolsillo. Me acerqué a la llama, inhalando, y encontré sus ojos desde abajo al oírla hablar. Sonreí, le di una calada y retuve el humo un par de segundos. Me quité el porro de la boca entre dos dedos.

    —Probablemente tampoco sea buena idea quedar con un ex, ¿no? —solté, otra vez, como si nada, y agregué inmediatamente después—: Por cierto, ese encendedor me suena. Me recordó que curiosamente me falta el mío desde que casualmente dormimos en la enfermería.
     
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    Amane

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    Se me escapó una carcajada medio incrédula al escuchar lo que se le ocurrió soltar después de mi respuesta, aunque en gran medida la reacción fue más bien por la sonrisa de niño bueno que se echó encima. Giré la cabeza para mirarlo, sonriendo a mi vez con ligereza, y rodé apenas los ojos mientras negaba un par de veces con la cabeza, sin esconder la gracia que todo aquello me estaba haciendo.

    —No... ahora quiero emborracharme porque me estás haciendo hablar de mi ex —le eché en cara, a pesar de que se podía notar por mi tono de voz de que solo estaba bromeando.

    Dejé salir un suspiro de nada después y apoyé la cabeza de nuevo sobre el muro, manteniendo la mirada fija en el cielo el poco tiempo que pasó hasta que Kohaku se montó el teatro del mechero y tuve que intervenir. Encima andaba chisposo el niño, porque decidió que era buena idea atacarme de nuevo cuando yo solo me había preocupado desinteresadamente por su salud... habrase visto, una no podía ser buena.

    >>Supongo que ninguno de los dos es experto en tener buenas ideas, entonces —acabé por sentenciar en un murmullo, encogiéndome de hombros, y empecé a retirar el mechero de vuelta a mi bolsillo cuando siguió hablando—. No me digas, qué casualidad~ —acoté, haciéndome la loca como toda una experta—. ¿O acaso pretendes insinuar algo? Porque, déjame decirte, si este fuera tu mechero, y no digo que lo sea, porque no lo es... no te lo devolvería tan fácilmente. Me gusta guardar recuerdos de los niños bonitos que beso~

    this was funny and messy for so many reasons and i loved it every second uwu
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    —O sea que no quieres una cita conmigo —concluí en base a su respuesta, fabricando un profundo suspiro—. Qué mentirosa...

    Dejé la acusación suspendida en el aire y giré la cabeza hacia ella, sin despegarla de la pared. Ahí estaba, mi pobre mechero perdido en todo su esplendor. Claro que, al tirarle de la lengua, Alisha fingió demencia como las mejores y me dijo directamente que no planeaba regresármelo. Oh, bueno, lo había intentado. Le di otra calada al porro y lo apagué contra el cemento, guardándolo en la cajita de Mentos.

    Podría haberle convidado, pero ya que ella no iba a darme lo que era mío...

    —Mentirosa y ladrona —definí, tranquilo, y despegué la espalda de la pared—. Bueno, espero que al menos te traiga lindos recuerdos~

    Le concedí una última sonrisa, le palmeé la cabeza como si fuese una niña y me fui hacia adentro. Suponía que, con la debida suerte, Shinomiya ya no estaría ahí.


    post relámpago para cerrar con ali-chan u know why??? cUZ THERE AIN'T NO REST FOR THE WICKED
     
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    Zireael

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    la canción nada que ver pERO IMAGINE DRAGONS FT. ADO OMG
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    Era una pesadilla de no acabar, un día sí, al otro también y de milagro uno no. Por alguna razón este año iba peor que el anterior, las crisis eran menos prolongadas porque no se sostenían por varios días, pero más agudas y los medicamentos perdían efecto, seguro por tolerancia. Estaba cada día un paso más cerca de meterme el opioide más duro y asqueroso que pudiera encontrar en la calle, porque no había puta manera. No querían recetarme nada demasiado pesado por el riesgo a dependencia, pero entonces me echaba cuatro días de siete pariendo y todos repartidos en la semana de formas azarosas. Había que sumarle los mareos, migrañas, náuseas y cuanta cosa quisiera aparecer en los espacios intermedios.

    Ayer me había echado el día mirando el techo, esperando que el malestar mermara o empeorara e hizo las dos cosas cada dos horas, ni puta idea. Mi padre se había quedado para estar atento, prepararme las comidas y toda la cosa, pero al pobre hombre no le retuve nada en el estómago como hasta las nueve de la noche. Cuando mamá llegó se tiró la noche y madrugada hilando piezas de alambrismo junto a mi cama o eso supuse porque sus cosas estaban en la mesilla de noche cuando desperté.

    Pude dormir de milagro, a la mañana siguiente la crisis había mermado y me levanté temprano casi como un loco buscando comida, porque tenía el estómago prácticamente vacío. Todavía sentía las quejas de dolor en el cuerpo, extremidades, cuello, cabeza y supuse que el día no iba a estar demasiado divertido, pero no quería quedarme en la casa mirando el mundo por una puñetera ventana.

    Además, estaba a una crisis más de acabar en el hospital aunque fuese en observación. Si me quedaba en casa solo estaría acelerando lo inevitable y no tenía ganas de hacerlo, en absoluto.

    Me preparé para el escuela a paso de tortuga e hice el tramo hacia la casa de los Sakai de la misma manera, para entonces todavía no había abierto los mensajes del día anterior. No tenía energías para ponerme la máscara de golden retriever, qué va, y había leído por encima de quién eran las notificaciones.

    Al tocar la puerta, la que me abrió fue la madre adoptiva de Tora que se sorprendió al verme y llamó al susodicho, que salió con un humor de perros diciéndome que debía haberme quedado en la casa. No le llevé el apunte, en su lugar lo pesqué por un brazo y me lo llevé luego de haber despedido a la mujer, dándole las gracias por llamarlo por mí. Todavía en el tren iba en una retahíla digna de una madre, no paraba. Que la escuela importaba un carajo, pero si colapsaba fuera de casa era peor, que luego a la noche iba a estar mal otra vez y sólo Dios sabría qué más, dejé de ponerle atención.

    Al rato guardó silencio, cuando vio que estaba al borde de colmarme la paciencia, fue en ese lapso que aproveché para contestar los mensajes, reiniciando los sistemas. Al llegar a la escuela lo seguí cuando bordeó la entrada al edificio para plantarse a encender un cigarro donde no debían pillarlo. Descansé la espalda en la pared, con los gestos bastante neutralizados, y estiré la mano en su dirección para que me pasara el condenado cigarro. Estaba hasta los huevos de todo.

    —¿Y vas a fumar también? No te puedes cagar los pulmones, y-

    —Te juro que si me dices una cosa más que sea un regaño voy a usar las fuerzas que me quedan para reventarte la nariz de una hostia, llevas inflándome los huevos con el discurso más de una hora —interrumpí, brusco, y a Tora le faltó poco para que le castañearan los dientes al cerrar la boca—. Y más te vale no haber espantado a Beatriz ayer o la hostia te la vas a comer incluso si no sigues fastidiando.

    —No lo hice —contestó, dócil, y me dio el cigarro al que le di una calada profunda.

    Era de los mentolados, el hijo de puta debía habérselos sacado a alguna chica porque él no fumaba de estos. Daba igual, así disimulaba un poco el gusto a tabaco que no me gustaba mucho, pero vicios eran vicios. Había fumado mucho hace un par de años, lo fui dejando y procuraba no retomarlo, pero no había una sola voluntad que fuese tan resistente en estas condiciones.

    no lo colé en la narración but Gigi Blanche respuesta a los mensajitos de Sasha por ahí de las 7 y pico de la mañana:

    Always slacking off, dear, you know me
    Espero que no te aburriera perderte de mi presencia en el salón
    Te agradezco mucho, tus apuntes se entienden mejor que los de cierto idiota que conozco
    Estoy mejor, hoy iré a clase
    Un beso para ti también

    los pendejos quedan al servicio de la comunidad
     
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    Amane

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    Me alejé hacia un rincón más apartado del patio para poder contestar la llamada, pues no quería quedarme en medio y acabar estorbando al resto de alumnos que estuvieran entrando a la academia. Por el camino vi que se trataba de Hitoshi y tuve que contener el impulso de resoplar, así como también reprimir el deseo de ignorar su llamada; la cuestión era que cuando ignoraba durante mucho tiempo sus mensajes, pasaba a las llamadas, y si ignoraba sus llamadas... bueno, nunca había llegado a ese punto, pero suponía que vendría a buscarme a casa y me apetecía todavía menos.

    —Sigues viva, Riri~. ¡Qué alegría!

    —Estoy literalmente dentro de la escuela, ¿eres consciente?

    —Bueno, pero tienes un ratito para mí, ¿no? Ya que me has respondido...

    —Pues ya que... —acabé cediendo junto a un suspiro, y al mismo tiempo apoyé la espalda contra la pared más cercana que tenía a mano—. ¿Para qué me necesitabas, entonces? Más vale que sea una emergencia, con la de mensajes que me has estado enviando...

    —¡Es una super emergencia! Necesito saber si estás libre esta noche para salir a tomar algo.

    —No puedo.

    —¿Y mañana?

    —Tampoco. Voy a estar fuera todo el fin de semana. ¿Crees que no te hubiese respondido a los mensajes si hubiera tenido tiempo de vernos?

    Mi pregunta fue un poco hipócrita, y quizás por ello el chico nunca llegó a responderme nada. Tanto él como yo éramos conscientes de que no habían sido pocas las veces que había ignorado sus mensajes incluso teniendo una cantidad obscena de tiempo libre en las manos. Nunca había sido un problema, pues siempre habíamos quedado cuando a mí me había apetecido, ¿pero por algún motivo aquella vez era diferente? No entendía lo más mínimo por qué me había llamado tan temprano para preguntarme eso, considerando la manera en la que siempre habíamos funcionado, pero el desconcierto no evitó que el presentimiento de que había algo más detrás de todo aquello se abriera paso en mi cuerpo.

    —¿Sabes, Ri? Me gustas mucho, pero no voy a estar detrás de ti toda mi vida.

    —¿Qué se supone que significa eso? —repliqué, dejando salir una risa nasal que sonó casi incrédula.

    —Hay un par de chicas que han estado invitándome desde hace unos días. Les he estado dando largas esperando tus mensajes, pero viendo que estás taaaaan ocupada... supongo que tenía que haber aceptado sin más.

    —No me lo puedo creer. Hitoshi, no somos novios. ¿A mí qué me cuentas de tus ligues? Haz lo que te dé la gana.

    No llegué a saber si el chico tenía alguna réplica o no para aquello, pues le colgué nada más terminar de hablar y ni siquiera dudé demasiado antes de bloquear su contacto. Si tanto problema tenía en "esperarme", bien podría dejar de hacerlo completamente, a mí qué me importaba. Guardé el móvil con un resoplido y rebusqué en mi maletín, sacando los caramelos que siempre traía conmigo. Aun así, me daba que iba a necesitar algo más que un chute de azúcar para que se me pasara este enfado...

    maybe todo esto sea parte de mi plan maestro para lesbificar a riri, we'll never know
     
    Última edición: 14 Febrero 2025
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    Zireael

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    ArataW.png

    Me quedé y me quedé ya no solo por la orden explícita, fundida irremediablemente con la de Yako, si no porque yo mismo estaba seguro de que algo se había ido a la mierda incluso antes de que Shinomiya bajara y me determinara con todo el puto descaro del mundo. Fue necio de mi parte y también contradictorio, pues no había que ser ningún genio para adivinar qué coño pasaba y me debatí entre meterme y cagarles el numerito o solo irme a la mierda. La decisión me tomó largo rato, más del que me habría gustado, y en los intermedios también la cabeza me dio vueltas, porque el lobo se había metido en nuestro salón y supuse que habría ido a buscar a Riamu, tampoco era ingeniería nuclear como para que costara entenderlo.

    ¿Por qué demonios todos le cedíamos tanto poder a este infeliz?

    En cualquier caso, ¿cuál era la realidad? No quería lidiar con ninguna de estas cosas. Ni con la duda de qué quería el lobo con Kohaku o con el lobo y Riamu, ni con Cayden angustiado por tres nombres, aunque eso era culpa mía por apelar a la transparencia de información. No quería lidiar con nada de lo que nos rodeaba y cada día estaba más cansando. Era Sei con las pastillas, el viejo Rockefeller apareciendo donde Yuzu y cagándolos encima, era Horrigan en la puerta de la escuela. Pasaban demasiadas mierdas juntas, ¿tenía sentido siquiera?

    Con el receso prácticamente diluido le envié un último mensaje al cachorro y dejé el pasillo de una vez por todas, porque sabía que no se podía cuidar a los que se negaban a ser cuidados y porque al final todos teníamos los mismos vicios en diferentes niveles, nadie podía culparnos ni juzgarnos, ni siquiera nosotros mismos. Ya luego vería de averiguar qué mierda pasaba o me tocaría sacárselo a Cayden a la fuerza y eso, como todo lo que lo incluía, acabaría siendo un puto desastre y me dejaría sin energía, además... ¿No era jugarle mucho a la suerte? Llevaba semanas impredecible ya de por sí, drogado y huyendo, si lo presionaba demasiado acabaría yendo donde Hikkun porque Yuzu ya no estaba en las opciones y si Hikkun también lo limitaba solo Dios sabría dónde iría a meterse. En fin, ahora mismo no había la gran cosa que hacer, eso era lo único que había concluido.

    A pesar de la claridad con que sabía eso, empezaba a sentir el atisbo de un dolor de cabeza y bajé cada grupo de escalones sin prisa, en la planta baja me compré una botella de agua y seguí mi camino hacia el exterior. Bordeé el edificio hasta el punto ciego, saqué un cigarro y lo encendí dándole una calada profunda; me acomodé la botella de agua en el hueco del cuello y la sostuve allí sin usar la mano para poder sacar el móvil, pues desde temprano llevaba ignorando unos mensajes de Ratel.

    Conseguí recuperar el contacto que necesitabas, el de Kao
    Accedió a venir al izakaya esta noche
    No lo hagas esperar

    Gracias, Shige

    Al cabrón le había costado la tarea que le asigné, pero guardaba un recuerdo muy muy borroso o más bien lejano de que Hikkun y él habían sido puentes de conexión con unos contactos de Kao involucrados con la industria de metales de todo tipo. El más cercano, si no me fallaba la memoria, era un excéntrico como todos los demás, que más allá de ser el puente hacia la materia prima era también un coleccionista. Había conseguido hacer llegar a manos de Yuzu una katana que había pertenecido a su clan. Por ello no perdía nada intentando, ver qué podía conseguir.

    Una cosa más a la lista de todo lo que me tenía agotado.

    one more relleno for the day *c desvanece*
     
    Última edición: 4 Agosto 2025
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Lo de Maze era bastante gracioso, la verdad. Llevaba Dios sabe cuánto tiempo tirándole los perros y la criatura aún no se corría de su sitio, lo que me hacía preguntarme cómo se las apañaba para liarse con las señoritas. ¿Serían muchachitas más descaradas que yo? Cierto era que probablemente no me rechazaría en ningún escenario, sólo... me gustaba conservar ciertas tradiciones, si se quiere. No me molestaba que no aprovechara ninguna oportunidad, a ciencia cierta me daba bastante igual, pero sí me entretenía verlo. Lo pensé luego de que se inclinara sobre mi oído y replicara mi atrevimiento, a lo que no reaccioné más que con una risa divertida.

    —¡Lo que oyes! —insistí, entre las risas—. You may be a cutie pie, pero ¿vergonzoso? ¡Jamás! Es más, te desafío a decirme la última vez que algo te causó bochorno, pero bochorno de verdad, eh.

    Asentí luego de que mencionara los efectos secundarios de los antialérgicos. Habíamos probado con unos, sí, pero luego el niño andaba hecho un trapito y, curiosamente, fue él mismo quien nos dijo que ya no los quería. No veía motivo para forzarlo a tomarlos y prefería lavar mocos a que se sintiera incómodo dentro de su propio cuerpo, así que fueron a morir a un cajón. Ahora que lo pensaba, ¿quizá pudieran ayudarme a dormir...? La idea fue un poco amarga y barrí la sensación bajo la alfombra, pues era perfectamente consciente de que iba en línea con otra clase de... razonamientos. Llevaba un tiempo dándole vueltas a la tontería de las pastillas que Aria me había facilitado, y pasado el susto inicial, el polvo se asentó y el ruido se silenció. Pude analizarlo desde una nueva perspectiva.

    La vida siempre se trataba de sacarle provecho a las cosas, ¿no?

    —El pediatra nos recomendó que, en la medida que lo aguante, pues que lo aguante —resolví, riendo ligeramente—. Está muy pequeño, de todas formas. Me genera algo de resquemor estar medicándolo.

    El comentario sobre el obsequio de Kenny había sido dirigido con toda la intención de molestarlo, y sentí una satisfacción absurda apenas vi su carita tan seria. Me lo quise comer a besos, lógicamente me tragué las ganas y mi sonrisa se ensanchó al recordar la famosa preview. Estábamos abandonando el edificio y el exterior nos bañó de una luz cálida, mas no insoportable. Repasé brevemente sus colores, en sus ojos y su cabello.

    —¿Me harás elegir entre los regalos de mis muchachos preciados? —Esta vez fui yo quien llevó la mano a su propio pecho—. ¿Todo por un duelo de honor masculino? ¡Me niego!

    Puestos a ello, ahora me interesaba más el hecho de que le hubiera preparado bombones a él. Que me regalaran a mí me encantaba y me ponía muy suavecita, ¿pero ellos obsequiándose entre sí? My, my~

    —Así que le hiciste bombones también a Kenny... How cute can you be? —Estreché su mano con más fuerza y me arrimé a su brazo, riendo en voz baja—. ¿Qué tengo que hacer para poder presenciar semejante momento? Creo que moriré si me lo pierdo.

    Estábamos alcanzando la piscina cuando escuché voces y, al mirar, noté que nos habían ganado de mano. Usualmente me sería indiferente, pero se trataba de Alisha y no necesitaba exponer mis motivos, ¿cierto? No disimulé la forma en que se transformó mi semblante, la seriedad e incluso la molestia que lo empañó, y chasqueé la lengua bajito.

    —Tendremos que buscar otro lugar —murmuré, bajando la escalerilla y dedicándole una pequeña sonrisa a Maze—. ¿Ideas? La mía ya perdió.
     
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    Bruno TDF

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    No abrí la caja de Hubert hasta que estuve en casa, refugiada en la soledad que ofrecía mi habitación, con el corazón atravesado por relámpagos cada vez más numerosos. La había escondido, incluso, de la vista de mi madre y hermanos, lo cual me trajo culpa pasada unas horas. Por primera vez en mi vida, me había alcanzado algo que podía definirse como egoísmo, ¿tal vez? El gesto del chico me había parecido tan dulce, tan cálido, tan… tan suyo; que quería atesorarlo sólo para mí, así fuese por unas horas. La luna que había elegido para decorar su caja era preciosa, y sus bombones tenían forma de estrellas blancas. Estrellas que había preparado… con sus propias manos. Cuando probé una, me embargó una ilusión tan grande… que no tardé mucho en sentirme estúpida, en iguales dimensiones, por la facilidad con la que caía antes estos… nuevos sentimientos…

    No los quería conmigo. A este paso, lo arruinarían todo…

    Pero… ¿y si no…?

    Al final, había tratado de salir a leer al patio para despejar mis pensamientos confusos, momento en que Kumo apareció para ronronear junto a mis piernas. Fue allí donde le saqué una fotografía, ahora distraída en su ternura, y su presencia me permitió apartar la vista de la tormenta. Además, mi madre me preguntó si quería hacer más chocolates, e incluso Dani nos acompañó con entretenidas charlas. Esto también me permitió distraerme, o al menos en parte. Pudimos hacer una docena de bombones a lo que les faltó brillo, pero de buen sabor, ¿tal vez? Los guardamos en cajas que había preparado previamente. Ninguna era para Hubert.

    No estaba lista para volver a enfrentarlo.

    Con esta tormenta agazapada.

    A la mañana siguiente, de camino a la escuela en el coche de mi madre, leí las respuestas de Ilana y Cayden. Podría decirse que, de cierta forma, sus mensajes me animaron. Pese a que había podido tener un día medianamente típico, por la noche me invadieron pensamientos intrusivos, de modo que había amanecido algo afligida. Mi madre me acarició la mejilla y el cabello en cada parada de semáforo, animándome con su amor maternal. No dijo nada, no preguntó, pero siempre me hacía entender que entendía que algo me pasaba y me recordaba que estaba ahí. Que siempre lo estaría.

    Antes de bajar del coche ante la Entrada Principal, la saludé con un beso en la mejilla y un abrazo.

    —Espero que Cayden y Jezebel disfruten tus bombones, mi sol —me dijo desde el volante, sonriéndome con dulzura—. Me los cuidas bien hoy, ¿eh? Y no olvides invitarlos a almorzar algún fin de semana.

    —D-dame un poco más de tiempo, má —respondí; esa idea aún me ponía nerviosa—. Quizá suceda pronto, ¿tal vez?

    Sonrió con marcado entusiasmo y, mano alzada, puso en marcha su vehículo. Le correspondí el gesto con timidez, pues otra vez estaba rodeada de gente y me daba vergüenza la sola idea de que me vieran siendo muy expresiva en un gesto tan simple. Con un suspiro, crucé hasta el patio frontal sumida en pensamientos. Sin embargo, no esperé notar el chispazo blanco tan pronto, entre las personas que caminaban hacia la academia. Apenas reconocí que se trataba de Jez, se me aceleró un poco el corazón por la mezcla de ilusión y expectativa. Me debatí mentalmente unos segundos, hasta que decidí acelerar ligeramente el paso con tal de alcanzarla.

    —Jez-senpai… —llamé, haciendo que se volteara; al recibir sus ojos, le dediqué una sonrisa suave y pequeña, que me salió con más naturalidad de la que había esperado— Buenos días… ¿Cómo estás? Justo pensaba en tí... Uh...

    En menos de un segundo, reparé en lo extraña y fuera de lugar que sonaba la última frase. Bajé la cabeza, avergonzada.

    —Q-Quiero decir... es que q-quería darte... algo... ¿T-tienes un momento? —dije apresuradamente, mientras juguetaba con el asa de la bolsa en mis manos.

    Por si no fuera suficiente mi nuevo espectáculo, tenía el cuello de mi abrigo desarreglado. Debido al clima, hoy vestía la prenda roja con la que Jez me había conocido, cuando hablamos por primera vez en el patio norte.

     
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    Zireael

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    El regalo de Vero me había hecho feliz, entre los chocolates y el ramo de flores que seguía en casa, cuidado por Nani. A pesar de eso todavía estaba teniendo algunas dificultades para superar mi inseguridad y repartir los chocolates que tenía pendientes, de forma que el tiempo se me estaba viniendo encima con cada día que pasaba. Además, había tenido que pedirle un empujón a Nani porque no me había alcanzado el dinero para todo.

    Salí de casa con el cardigan del uniforme puesto, por la ventisca, y pasé a buscar a Laila, pero su hermano me dijo que llegaría más tarde porque ayer por la noche no se había estado sintiendo muy bien. Al saberlo fruncí los labios, pero le pedí a Richard que le entregara la caja de bombones que había comprado para ella y él asintió, dedicándome una sonrisa. Lucía cansado y agobiado.

    El camino a la escuela entonces lo hice sola, bajé en la estación y pronto estuve en la escuela, cruzando el patio frontal. El viento seguía soplando, anormalmente frío para la época, y me ajusté un poco mejor el abrigo. Acababa de terminar con eso cuando escuché la voz de Beatriz llamándome, de forma que detuve mis pasos y giré el cuerpo hacia ella, reflejando su sonrisa.

    —Buenos días, cielo.

    Que corrigiera lo que había dicho primero me ensanchó la sonrisa, lo bueno era que ella había agachado la mirada y no pudo notarlo. En todo caso, me acerqué despacio y le ajusté el cuello del abrigo con delicadeza, al retroceder le hice un mimo en el cabello. No era la más lista de la camada, pero imaginé que tenía que ver con la White Week y me dio ternura.

    —Claro, ¿quieres que sea aquí o entramos? Yo no tengo problema con ninguna de las dos.
     
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    Bruno TDF

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    Aunque parecía estar mirando hacia mis propias manos, cuyos índices se rozaban en un marcado gesto de cohibición; me encontraba, más bien, algo perdida en mi propio embrollo mental, el cual no tenía tanta razón de ser. Seguía padeciendo esta suerte de desvíos en el pensamiento, pero tenía la esperanza de que su frecuencia siguiese reduciéndose a lo largo del tiempo. La sonrisa de Jez ante mí corrección pasó desapercibida, no así sus manos entrando en mi espacio para acomodar el cuello de mi abrigo. Tomar consciencia de mi propio desarreglo incrementó por un instante el sonrojo, pero fue su mimo en mi cabello lo que barrió los pensamientos. Mis párpados cayeron ante su tacto, la suavidad alcanzó mi semblante y, aunque no estaba especialmente tensa, me vi más relajada. N-no iba a decir esto en voz alta, y de todas formas no hacían falta las palabras para señalar lo evidente: me gustaban sus mimos.

    Tras la respuesta de Jez, alcé la cabeza para meditar las opciones. Las brisas esporádicas mecían nuestros cabellos y sentía el frío deslizándose por mis piernas, pero también era consciente de que la cantidad de estudiantes a nuestro alrededor era numerosa y que, con toda seguridad, los casilleros se encontrarían muy concurridos en este momento. Miré a nuestro alrededor por algunos segundos, pensativa y, obviamente, amedrentada por tantas presencias. Cuando regresé la atención a Jez, mis ojos se posaron en una de sus manos.

    La tomé sin dudar, con suma delicadeza.

    —¿Puede ser por aquí? —pregunté, a pesar de que ya me había dicho que no tenía problema; mi agarré se afianzó, suave y dulcemente— Será sólo un momento…

    Dicho esto, la guié fuera del flujo de personas y caminamos hasta una zona apartada del patio. No íbamos a quedar fuera de la vista de nadie, pero el sitio que elegí ofrecía la privacidad que necesitaba para hacerle mi entrega. A-ahora que lo pensaba, no habría estado mal invitarla a almorzar con Cay, ¿tal vez? Pero… al verla aquí de casualidad, no vi por qué no tomar la oportunidad, ¿tal vez? Q-Quise pensar que lo importante no radicaba en el lugar.

    Lo esencial radicaba en lo que el corazón tuviese para decir.

    Me detuve, quedando frente a frente con Jez. Mi manos seguía sosteniendo la suya. El frío se hallaba aferrado a la piel de nuestros dedos, pero podía sentirse la calidez que se expandía lentamente desde la unión. Miré a la chica los ojos y le sonreí suavemente. Cuando los nervios no me dominaban, mostraba un carácter mayormente sosegado, por lo que mis gestos y expresiones solían ser más bien tranquilos, ¿tal vez? Pero no carentes de expresividad.

    En mi sonrisa había cariño y gratitud.

    —Creo que es obvio el por qué de esto, ¿tal vez? —dije, en lo que pretendió ser un sutil intento de broma.

    Acomodé el maletín escolar entre mis tobillos y la bolsa quedó pendiendo de mi codo, para así dejar libre mi otra mano. Con ambas, envolví la de Jez, dándole calor entre las brisas frescas.

    —Es porque… soy un poco más feliz… desde el día que te conocí… —continué—. Verte siempre me hace ilusión, me gustan los mimos que te permites conmigo y, también, aprecio que... que me hayas acompañado en mis momentos de vulnerabilidad. Todo lo lindo que me has dado, deseo correspondértelo... porque eres parte de mis pequeños soles —mi sonrisa se amplió— Por eso… me he esforzado mucho en esto.

    Con cuidado, liberé una mano para colarla en la bolsa que pendía de mi codo, de donde saqué una cajita dorada envuelta en un lazo blanco, similar a la que le había regalado a Rowan. Contenía seis bombones rellenos con frutos rojos. La dejé en la mano de Jez, quien pudo notar que sobre la misma había pegado una nota escrita a mano, en la que además había dibujado un girasol surgiendo de un libro. La frase estaba en idioma extranjero, pero no tardé en traducirla.

    —Está en español —expliqué— Dice:
    “A Jezebel Vólkov, mi preciada amiga”
     
    Última edición: 29 Agosto 2025
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    Zireael

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    Creí que lo de arreglarle el abrigo la avergonzó, pero el mimo pareció calmarla y con eso yo dejé de preocuparme también. Cuando quise acordar ella me había tomado la mano, fue delicada y yo de inmediato la envolví con la mía de la misma manera, simplemente cediendo a ir con ella donde le pareciera mejor y como eso valía como respuesta, no vi necesario contestar como tal.

    Me llevó a una zona donde el flujo de gente se redujo y ella se detuvo para enfrentarme sin dejar ir mi mano, ante lo que le dediqué una nueva sonrisa. Noté el cariño en sus gestos de modo que le hice una caricia en el dorso de la mano con el pulgar, en una especie de reflejo de ese sentimiento y me reí por lo bajo ante su apunte de la obviedad del asunto.

    —Tal vez, pero eso no cambia nada.

    La vi acomodarse para poder usar ambas manos y me quedé a la espera, dejándola ir a su ritmo, pero en cuanto empezó a hablar puse toda mi atención en ella. Me dio muchísima ternura, pero incluso en medio de ese sentimiento pude notar que mientras me hablaba su voz no tropezó ni una vez, fue clara y me pregunté si ella notaría cómo alcanzaba a las personas así.

    Presioné sus manos suavemente, pero le dejé espacio para soltarse cuando así lo precisó y luego la dejé ir yo también para recibir la caja que me extendía, que era dorada y estaba rodeada por una cinta blanca. La atraje a mi espacio y así pude ver la tarjeta, de inmediato noté que no estaba en un idioma que yo manejara, pero Bea la tradujo en el acto. Era español.

    Mi sonrisa se amplió, recorrí la tarjeta con los dedos y luego sostuve la caja con una mano. De esa forma me quedó la otra extremidad libre y pude estirarla para atraer a Bea en un abrazo, fue suave, cuidadoso y le dediqué una caricia en la espalda, sobre el abrigo.

    —Me alegra mucho que sientas todo eso y que me consideres uno de tus pequeños soles, me honra mucho. Estoy contenta por haberte conocido, cielo —le dije en voz baja y la liberé para poder mirarla—. Yo también quiero regalarte algo, pero estoy haciendo malabares todavía con el asunto así que tendrás que esperar un poquito más.

    Al terminar de hablar volví a acomodarle el cabello con cariño y después miré la caja.

    —Muchas gracias, Bea, de verdad. Me hace feliz recibir un regalo así de ti.
     
    Última edición: 29 Agosto 2025
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    Bruno TDF

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    El estar apartadas de la gente me permitía desenvolverme según mi deseo, pero en eso también influía cada gesto que Jez, en su inmensa dulzura, me concedía. La sonrisa que me dedicó me trajo paz y a su vez me otorgó un pequeño impulso, en conjunto con la caricia en el dorso de mi mano y su posterior risa, frente a mi apunte de lo evidente de la situación. Al escucharle afirmar que la obviedad no cambiaba nada, mi sonrisa se amplió un poco más, a la vez que secundaba aquellas palabras con un asentimiento. En un principio había fantaseado con la idea de sorprenderlos a todos, incluso me ilusioné imaginando sus reacciones ante un obsequio inesperado hecho con mis propias manos; pronto entendí que ese no era el punto principal del asunto y que, de hecho, hacer las cosas de esta forma era igual de hermoso. Al menos para mí, ¿tal vez?

    Hablé entonces, poniendo en palabras cómo me sentía con ella. En Sala de arte ya había expresado me encantaba estar a su lado, así como junto a Rowan y Cayden; en esta ocasión ahondé más en nuestra relación en particular, confesándole que me emocionaba verla; al decirle que me gustaban sus mimos, indirectamente le invitaba a no contenerse se así lo quería, hacerle saber que estaría bien con los gestos físicos; y sobre todo, me mostré agradecida por su cuidado.

    Mi voz, otra vez, fluía sin tropiezos. Esto sucedía cuando el bienestar de un ser querido se sobreponía a mi propia ansiedad. Pero, últimamente, también pasaba cuando me permitía expresar cariño hacia mis amigos, que era tan dulce como intenso. Un amor fraternal, ¿tal vez? En cualquier caso, nunca me daba cuenta de cuando dejaba de tartamudear.

    Le entregué los chocolates junto con su tarjeta. No recordaba si le había contado que sabía español por mi ascendencia familiar, pero escribirle mi nota en esta otra lengua materna me pareció un detalle bonito, ¿tal vez? Un toque, quizá, único para acompañar su caja. Cuando le traduje la frase, la sonrisa de Jez se amplió con creces y estiró una mano para alcanzarme. Di un paso al frente para que pudiese abrazarme cómodamente y, con lentitud, la envolví entre mis brazos con delicadeza. Me permití acariciar su espalda, justo como ella hacía con la mía. Escuché atentamente sus palabras.

    —Descuida, Jez-senpai… —respondí a lo primero, sobre que tardaría en darme su regalo; le sonreí suavemente, también con un poco de infantil ilusión—. Puede ser la semana que viene… si quieres. Será un regalo tuyo y, al final… que venga de tí, es lo que más importa…

    El nuevo mimo en mi cabello suavizó mi expresión, así como el hecho de saber que mi regalo la hizo feliz. Sentí una gran calidez dentro del pecho. Sólo pude corresponderle con un gesto afirmativo de cabeza, puesto que la emoción me había silenciado brevemente. Por algunos segundos no dije nada, sino que me tomé ese leve tiempo para procesar una decisión. Busqué los ojos de Jez y, al hallar su mirada ámbar… estiré las manos hacia ella, sin tocarla en lo absoluto. En mis ojos se notó el pedido que, al final, expuse en palabras.

    —¿Puedo… un poco más…?

    Ella, al igual que en la Sala de arte, no se negó. Volví a abrazarla, duró algunos segundos más que el abrazo anterior. Al retroceder para regresarle esapcio, le acomodé un mechón de cabello detrás de la oreja, además de algunas hebras níveas del flequillo. La brisa acariciaba el patio, fría, meciendo el manto blanco.

    —Po… Podemos ir entrando… Si te parece bien… —sugerí.

    Podés ir arrastrándoels si querés (?)
     
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