Exterior Patio frontal

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Shiori Kurosawa

    Celoso.

    La palabra rebotó en su cabeza, haciendo eco, con ese tono de voz suyo que había aprendido a apreciar incluso cuando hacía que pareciera que gruñía en lugar de hablar.

    Era idiota.

    La tensión en sus hombros se aflojó, iba a responder, pero él siguió hablando y soltó... No, no soltó. Dejó ver las cadenas que lo rodeaban, que lo habían vuelto quién era, al menos una parte de ellas.

    Giró el rostro hacia él, mirando su perfil, y sintió una oleada de ira que ya no estaba dirigida a nadie en particular, pero esta vez logró enviarla a algún lugar recóndito de su psique mientras regresaba la vista al frente.

    —Yo disfruto tu compañía —dijo con suavidad—. Y sí, puede que esté como una puta cabra como dijiste antes, pero puedo jugarme el pellejo a que hay mucho más en ti que un padre maltratador, aunque creas que no, y supongo que una parte de mí quiere ayudarte a descubrirlo.

    De nuevo. De nuevo había derribado todas las murallas, por él.


    La estúpida era ella.


    Balanceó su peso de un pie al otro cuando escuchó que llamaban a Middel, lo que significaba que no tardarían en llamarla a ella.

    —Y perdona, por preocuparme tanto por ti. Bueno, no por eso... Solo discúlpame porque sé que mi comportamiento también es de lo más errático, me acostumbré a cuidar de los demás desde que era una mocosa. —Tragó grueso y se rascó las raíces del pelo, nerviosa—. Supongo que es lo que pasa cuando uno tiene un hermano muerto, no lo sé.

    Ya no tenía los brazos cruzados bajo el pecho, había dejado de envolverse como un puercoespín.
    La verdad ahora la menor de sus preocupaciones era si se partía todos los dientes en un rato.

    —Como sea. Gracias por contármelo, de verdad. Y no tienes que ponerte celoso de nada, senpai. —En otro momento lo hubiese fastidiado hasta el cansancio, se habría divertido a costa de semejante confesión, pero no ahora. Su voz era suave y paciente—. No te dejaré solo, cariño.

    Se dio cuenta demasiado tarde de su desliz. El hilo que la unía a Jezebel Vólkov y la parte más profunda de Katrina Akaisa se tensó, revelando que sus personalidades se entretejían como una compleja telaraña.

    Perfeccionistas, entregadas y sobreprotectoras.

    Jez Vólkov

    Reflexionó sobre la pregunta de Anna. ¿Talento oculto?

    Qué va. Solo era buena para leer y cuidar de otros.
    Era mala en prácticamente todo lo demás.

    —Soy zurda pero puedo escribir con la mano derecha, porque intentaron enseñarme como diestra —dijo sin más—. No es un talento, es solo... ¿La curiosidad inútil del día? Ah y puedo hacer esa cosa con la lengua que aparentemente no todos pueden.

    Acto seguido sacó la lengua y formó una U con ella.

    Altan había apoyado los brazos detrás de su cuerpo y tenía la vista puesta en alguna parte entre la enana del pelo teñido y la chica princesa de papel. La voz de la rubia llamó su atención.

    ¿Talento decían?

    No había heredado la habilidad musical de su madre, como mucho tenía su mal genio italiano.

    —Arreglo aparatos tecnológicos —respondió con cierto desinterés—. Si se te estropea el móvil es probable que pueda arreglarlo por ti.

    Tampoco era un talento como tal pero respondía la pregunta.

    >>Parece que te llaman, Middel —dijo al escuchar su nombre—. No te partas la cara contra el suelo.


    Aprovechando el viaje en auto pa responder (?
    No pondré las cintitas por facilidad mientras estoy fuera de casa uwu
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Volvió a soltar una risa breve, similar a cuando Vólkov se disculpó por mierdas, tras oírla hablar sobre que eran curiosidades, no talentos. ¿Por qué tenía la impresión tan clara de que aquella chica siempre se subestimaba? La vio hacer la U con la lengua y alzó las cejas, en una mezcla de sorpresa y diversión, y habría deseado llevar encima papel y fibras para hacerle una broma. Como, hacer un cartel improvisado de esos que utilizan los jueces para calificar y escribirle un diez en medio.

    —Si hacer un globo con un puto chicle es un talento, créeme que ser ambidiestro también lo es —anotó, con una sonrisa decorándole los labios—. ¡Ah! Yo no puedo doblar la lengua; ahí sí que me ganaste. Pero puedo silbar.

    Entonó sin problema alguno la melodía corta que salía en Los Juegos del Hambre, esa del sinsajo, de cuatro simples notas. Silbar le recordaba a casa, a su familia, de cuando se reunían frente a un fuego, junto a la enorme carpa, y todos hacían alguna estupidez. Paco siempre tocaba el charango mientras Rita bailaba, Joaco cebaba mates y su mamá traía las tortas fritas recién hechas. Lucho los presentaba uno a uno y todos bailaban o hacían mierdas locas unos segundos, turnándose hasta que el fuego se extinguiera o el sol saliera; lo que ocurriera primero. Rafa con su violín, Pancho y el bandoneón. Su papá siempre silbaba junto al palo de lluvia de Nora. Era el mejor silbador que había conocido nunca, se sabía canciones enteras. Una destreza increíble y pulmones de acero.

    Pulmones de acero.

    El nombre de la amiga de Jezebel surgió de entre la muchedumbre, en boca de la profesora que parecía un sargento, y Anna la vio incorporarse casi de inmediato. Reaccionó antes de poder detenerse a sí misma.

    —Ah —exclamó, captando su atención—, ¿irás así? No deberías. Ten.

    Ya no tenía sentido dudar. La costumbre fue más fuerte que ella y decidió simplemente actuar como le surgió el impulso. Si la descuidaban un rato ya se pondría a explicarle cómo respirar y flexionar las piernas. Se quitó la liga de su propio cabello y se la extendió a Bleke, sosteniendo su mirada con seriedad. Aunque llevara el cabello corto, podía colarse en su campo de visión y dificultarle los movimientos. Podía irse de bruces al suelo por una estupidez tan grande como no atarse el pelo.

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    Escuchó el intercambio entre Jez y Hiradaira, aunque no intervino realmente. Parecía ser una buena chica, aunque sus pintas y aparente seriedad pudieran dar la idea equivocada. No estaba muy segura, pero le daba esa impresión. Entonces habló el muchacho y Bleke asintió, manteniendo su sonrisa.

    —Lo tendré en cuenta —respondió con simpleza.

    Su propio nombre resonó en el patio y Bleke volvió la vista al frente, irguiéndose sin emitir comentario al respecto. La voz de Anna la detuvo y la rubia se volvió hacia el grupo para aceptar la liga que la chica le ofrecía.

    —Muchas gracias, Hiradaira-san —murmuró; su sonrisa se había ensanchado un poco, lo suficiente para estrechar apenas su mirada, y colocó una mano sobre su pecho, solemne, mientras inclinaba apenas la cabeza frente a los tres chicos—. Ya que están ambos aquí, aprovecho para hacerles saber que cualquier duda con respecto a la Academia pueden acudir a mí, y los ayudaré de inmediato.

    Se giró entonces y emprendió su camino hacia la pista de salto con calma. En algún punto del trayecto, cerca de la multitud, escuchó la voz de Joey llamando su nombre y reconoció su silueta varios metros allá, saludándola animado y colocando ambos brazos sobre su cabeza. Su sonrisa era enorme y le contagió un poco de alegría incluso a ella. Bueno, esperaba hacerlo bien. No sería la muerte de su vida escolar si se caía, pero igual prefería evitarlo. Utilizó la liga de Anna para atarse el cabello en una media cola de caballo y se posicionó, lista para saltar. A ver si las piernas largas le servían de algo.

    qué verga Bleke se supone que sos un queso en deportes DEJALE ESOS DADOS A ANNA BITCH
     
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    Amane

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    Satoko Shichimiya

    Correspondí al abrazo no sin cierta sorpresa en mi rostro. Era extraño ver a Yukie siendo tan efusiva, aunque no me molestaba en absoluto. Tardé un poco en reaccionar pero cuando lo hice, le devolví el abrazo con calidez y apretándola ligeramente entre mis brazos.

    Cuando nos separamos le sonreí y moví la mano, quitándole importancia a lo que decía.

    —No tienes que disculparte~ —respondí, llevando después las manos tras la espalda—. Estoy contenta también aunque... es una pena que unas simples pruebas como estas se hayan convertido en algo así... —dije después, haciendo un mohín mientras miraba a la profesora.

    Negué con la cabeza después, suspirando, y volví a acercarme a la chica con cierta preocupación, cogiendo uno de sus brazos entre mis manos para examinarlo.

    >>Por lo menos deberíamos ir al baño a limpiarte las heridas...

    * * *
    Alisha Welsh

    Le saqué la lengua, juguetona, al escuchar su comentario aunque acabé por rodar los ojos mientras me ponía a su lado después, cuando dijo lo de las apuestas. En cuanto a la apuesta en sí, la verdad no me importaba perder o ganar porque cualquiera de las dos situaciones serían... beneficiosas, de alguna manera. ¡Pero estaba mi orgullo por delante, claro! Y después de lo que pasó con el baloncesto...

    Y hablando de ello.

    Giré la cabeza para mirarlo, con curiosidad, volviendo después la vista al frente mientras me acariciaba la barbilla, pensativa.

    —Uhm... sí, cambiar el líquido de algunas botellas sería lo más útil —confirmé, asintiendo con la cabeza—. También puedo intentar colar alguna lata de cerveza en mi bento... mi abuela me enseñó a meter varias sin que se noten.

    Reí ligeramente. Aun no podía creer que mis padres me mandasen con ella para mejorar mi actitud y que haya acabado aprendiendo más trucos para liarla... thanks, grandma!

    >>En cuanto a lo otro... Podríamos intentar convencer a Katrina para que cuele un par de cigarrillos en su paquete... pero hablamos de Kat, ¿cómo podríamos convencerla? No sé si quiera tomar el riesgo sin nada a cambio...

    Metiendo el background sutilmente(?)
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Y ahí estaba, la calidez inconfundible de Kurosawa.

    Ya no parecía molesta y su voz no tenía ese tono casi peligroso de fondo claramente irritado. Era como si la confesión de Usui hubiera de alguna forma vuelto a acercarlos. No era difícil, no estaba en ellos estar distanciados por demasiado tiempo.

    Después fue el turno de la propia Shiori. Hiroki la escuchó hablar en silencio, solo escuchándola, solo bastaba eso. Estar ahí para ella. Se preguntó si tal vez Shiori veía en él a ese hermano que había perdido, si era eso lo que buscaba; la compañía y protección de un hermano. La idea no le desagradó. Nunca había tenido una hermana menor.

    Si Shiori buscaba en él a su hermano fallecido... no sabía si estaba o no a la altura de las circunstancias pero por cojones iba a estarlo.

    —Lo siento—fue todo lo que pudo decir. Siempre había sido un torpe con las palabras, pero al menos era genuino. No era mera cortesía. No le gustaba indagar sobre esa clase de temas, nunca sabía qué decir, si el hecho de hablar de ello mejoraría o empeoraría las cosas. Pero merecía eso al menos. Una respuesta genuina por su parte. Volvió la cabeza para mirarla. El brillo amenazante de sus ojos ya no estaba en su mirada ambarina, había sido reemplazado por un brillo suave, distinto—. No hay nada que perdonar, Kurosawa. No me molesta que... te preocupes por mí.

    Suspiró pesadamente y dejó caer la mano que se había llevado a la parte posterior del cuello como un peso muerto. Le aliviaba escuchar sus palabras, le aliviaba saber que no lo dejaría solo, que le agradaba su compañía. Sentía la necesidad casi de preguntar por qué, pero se mordió la lengua y cerró el hocico. No había necesidad de preguntar un por qué. No había un maldito por qué.

    Solo era.

    Y estaba bien de esa forma.

    Esto...—aclaró su garganta, tosco. Frunció apenas el ceño. Incluso en momentos como esos seguía siendo un huraño de mierda. No quería seguir hablando como si gruñese en lugar de hablar—. Creo que no te agradecí en su momento por las galletas. De modo que... gracias por todo.

    Realmente no era un gracias por las galletas era un gracias por ser como era ella. Era un gracias por decidir estar con él a pesar de todo. Un gracias por quererle. Era un torpe emocional de pies a cabeza como para decir eso en voz alta así que prefería ser directo sin serlo. Ella lo entendería. Al menos, podría fingir que el rojo de su rostro era por el puto sol... pero él no estaba bañado en lejía.

    Yukie Inuoe

    Se había dejado llevar demasiado, no pudo evitar reprochárselo. Satoko era simplemente tan inocente, tan ajena a sus sentimientos convulsos. Realmente lograba hacerla sentir como una persona horrible. Dejó caer nuevamente la mirada mientras la escuchaba hablar, tan despreocupada como siempre.

    —Mmh.

    ¿Qué iba a hacer con esos sentimientos, dios?
    ¿Cómo iba a fingir que no pasaba nada cuando crecían y crecían a cada segundo que pasaban juntas? ¿Como iba a fingir... si cuando Shichimiya rozó su brazo el corazón le dio un vuelco en el pecho?

    —¡¿S-Satoko-chan?!—preguntó ruborizada y nerviosa, visiblemente tensa. El tacto de sus manos era tan cálido. Estaba... revisando sus heridas. Tensó los labios reprochándose el hecho de haber tenido una reacción como esa a una acción tan inocente.— E-estoy bien. Solo son rasguños, ya ni siquiera duelen.

    Apartó el brazo de sus manos abrazándolo con el contrario, a modo de escudo, y le dirigió una pequeña sonrisa de disculpa.

    —No te preocupes ¿si?

    Porque simplemente no podía decirle que le aterraba la idea de estar a solas en el baño con ella mientras la tocaba para limpiar sus heridas con sus sentimientos tan a flor de piel como parecía tenerlos. Allí al menos y entre la multitud, podía fingir el hecho de solo verla como una amiga y no sentirse culpable por ello. Al menos no hasta que Satoko le recordaba lo distanciadas que realmente se encontraban emocionalmente.

    Konoe Suzumiya

    Había permanecido con Mamiya Ai desde su llegada a la pista pero a medida que se sucedían los saltos, su mirada había estaba buscando a una persona distinta. Alguien que conocía bien y que sabía que no tendría problema alguno durante las pruebas gracias a su constitución física.

    De modo que se había disculpado con Ai y había decidido recorrer las filas de alumnos congregados al menos para hablar con ella. Tendían a verse a menudo, hablar de nimiedades, pero llevaba toda la mañana sin saber nada y conociéndola, probablemente andaba metiéndose en líos. Al menos no podía acortar más aquella vestimenta como hacía con el uniforme fingiendo inocencia y una torpeza que sabía dd sobra era fingida e infundada. No tenía el más mínimo pudor. Podía verlo sin problemas. Ella andaría desnuda por la academia porque no compaginaba las estrictas reglas de las escuelas japonesas y porque sabía que tenía un cuerpo que gustaba ser visto. ¿Todos los extranjeros eran así o se trataba solo de ella? Tenía una personalidad atroz.

    Contuvo una risita al escucharla hablar y se le aproximó por la espalda.

    —¿Tomar el riesgo de qué, Alisha-san?

    En aquel momento el silbato sonó. Bleke parecía haber tropezado también en la pista. Konoe hizo un pequeño mohín, preocupada.

    >>Ah, cielos...

    Bleke
    70-81= -11

    Fallo.

    Casi, nena (?
     
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    Zireael

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    Shiori Kurosawa

    Dejó escapar el aire contenido en sus pulmones al escucharlo.
    Allí estaba, el Hiroki que había demostrado que podía ser el día anterior.

    Le dedicó una sonrisa cuando fue capaz de mirarla por fin y soltó una risa suave, casi como el ronroneo satisfecho de un gato al ser acariciado, cuando lo escuchó agradecerle.

    —No es nada, senpai. Gracias a ti por aceptar mi cuidado. —Volvió la vista al frente de nuevo, sólo para ver cómo Middel se iba al piso igual que los demás. Le dio un leve empujón con el hombro a Hiroki—. Almorzaré con Watanabe, la chica de primero del otro día, estás invitado, como siempre.

    Jez Vólkov

    Se le escapó una risa en cuanto notó la reacción de Anna, mucho más desenvuelta, y la escuchó silbar con cierta fascinación. Eso tampoco se le daba muy bien.

    Iba comentar algo, pero se limitó a ver el intercambio por la liga de cabello.

    Todo lo siguiente pasó rápido, escuchó el silbato de la profesora y apenas una fracción de segundo antes, Altan reaccionó.

    —Jezzie, tu amiga...

    Reaccionó de inmediato, levantándose como un resorte que acaba de ser soltado, y se abrió paso entre los demás alumnos hasta llegar a Bleke y le ofreció su ayuda para levantarse.

    Había estado a punto de morir de vergüenza y ahora estaba allí, frente a toda la puta escuela, con tal de ayudar a la fría Bleke.

    Altan, que no había movido un solo músculo, soltó una risa sin gracia.
    No esperaba menos de ella.

    Katrina Akaisa

    La rubia se había levantado, para su alivio, pero lo que no se había levantado con ella era su orgullo.

    Nada que ella fuese a solucionar. Apartó la mitad y regresó a la sombra que le brindaba el techo.

    Ubicó a Alisha y al inglés, en un intercambio muy digno de ellos, pero más que eso, notó a la otra muchacha. Era amiga de Alisha, ¿no? Bueno, no es que le importara su nombre, por eso no lo recordaba.

    Avanzó tras ella, con sigilo, y alcanzó a escuchar la pregunta que le hizo a la gringa.

    ¿Tomar el riesgo? Oh bueno, iba a divertirse un rato y salvarle el culo a ese par de idiotas.

    —Tomar el riesgo de no empezar a prepararse para los exámenes —soltó con toda naturalidad—. Ya sabes, este par no brilla por su desempeño. Antes Wickham quería ayuda con las tareas, ya sabes, cuando empiecen a bombardearnos con ellas.

    Había suavizado considerablemente su tono de voz.
    No era la forma en que le hablaba a los demás, pero tampoco sonaba forzada.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Konoe Suzumiya

    Aguardó pacientemente una respuesta pero no la obtuvo de parte de Alisha. En su lugar fue la voz profunda de una joven de ojos dispares quién respondió.

    La reconoció enseguida.

    Akaisa Katrina.

    Tampoco tenía lo que se decía un expediente impecable. Ninguno de aquellos tres presentes lo tenía. Era calmada y tranquila... no estúpida. Esbozó una sonrisa calma.

    —Ah ¿se trata de eso?—cuestionó con naturalidad—Si Whickham-kun desea ayuda con los exámenes siempre puedo prestarme. A fin de cuentas estamos en el mismo curso. Tú también Alisha-san. ¿No sería maravilloso?

    Ladeó ligeramente la cabeza pero... resultaba inquietantemente extraña. Konoe Suzimiya era como una serpiente venosa. No sabías cual era cual hasta que no te clavaba los colmillos y te mataba con el veneno. A pesar de su aspecto y su personalidad dilegente y sosegada temple, tratar tanto con alguien como Alisha había logrado hacer de ella una persona mucho más astuta y perspicaz. La conocía perfectamente y sabía de primera mano que pie la hacía cojear.

    Pero... ¿era un crimen divertirse un poco a su costa? Se volvió hacia la joven de las mechas rojas.

    >>Akaisa Katrina-san—la llamó sin perder la sonrisa—. ¿Sabes lo que significa "a cane muto et aqua silente cave tibi?" Es latín. Cuidado con el perro que no ladra y con el agua silenciosa. Es curioso como se confía la gente cuando la situación no parece un peligro.

    Su mirada entonces se dirigió hacia Alisha. Su expresión era la misma, sus facciones estaban relajas y su sonrisa, imperturbable, se mantenía. Era una sonrisa leve, dulce, sin pretensiones.

    No, Konoe no tenía un pelo de tonta.

    Se inclinó ligeramente hacia delante, hacía el cuerpo de su compañera, el largo cabello dorado le cosquilleó el rostro pero sus labios apenas rozaron su oreja derecha cuando le hablaron, sedosa.

    >>Oh Alisha-san—le comentó con fingida sorpresa—. Que tu abuela te enseñara a ocultar latas de cerveza dentro de un bento es una habilidad encomiable. Pero si me apuras, totalmente innecesaria para una alumna de secundaria.

    Qué perra.

    ¿Lo había escuchado todo?
     
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    Zireael

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    Katrina Akaisa

    Soltó una risa grave, que encajó como anillo al dedo con su personalidad comparada con el tono de voz que había usado en Konoe inicialmente.

    Su puta madre confiaba.

    ¿Salvarles el culo? Más parecía que los había metido en la boca del lobo y también era disfrutable.

    No respondió nada. Odiaba también a las de su clase, a las que tenían pinta de muñeca y en el fondo corría otra cosa.

    Se hizo a un lado, junto al inglés, y dejó que Konoe hiciera su acto con la rubia. También le importaba una mierda su relación con Alisha, si quería quejarse, meterse y armarla, pues debió pensar mejor de quién se hacía amiga.

    —Tan siquiera no mentí en una parte —murmuró prácticamente para sí—, es innegable que son un par de idiotas, hablando sus mierdas en esta multitud.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    tengo que rolear con medio mundo, chale *truena los dedos*

    [​IMG]

    No fue suficiente. A pesar del buen intento, las cosas ocurrieron demasiado rápido y, cuando fue consciente, una ligera polvareda se había levantado a su alrededor. Bleke apretó los labios y los puños, y se incorporó de inmediato como si nada hubiera pasado. Mitigó un poco las muecas de dolor al sentir el ardor en sus codos y rodillas, y una cabellera albina apareció a su lado en lo que dura un suspiro. Creyó contener el aire hasta encontrar la mirada dorada de su amiga, pero no pudo sonreír. Más bien no le apeteció.

    —Jez. —Su voz era suave, como siempre, pero había perdido la calidez—. No te preocupes, sólo son unos raspones.

    Se echó un vistazo a las zonas afectadas y se removió la liga del cabello con cierta molestia, o más bien apuro. Salió de la pista, sin dirigirle la vista realmente a nadie. No llevaba la barbilla alzada en exceso ni parecía tener el deseo desmedido de fingir que aquello no le afectaba; era más bien... como si estuviera un poco cabreada y ya.

    Suspiró, buscando a Jez con la mirada, y una vez hicieron contacto se dirigió hacia el lugar donde habían estado esperando minutos antes. Contaba con que la albina la siguiera, pues no se lo pidió ni pareció indicar nada al respecto.

    —Hiradaira-san —la llamó, una vez frente a ella, y le extendió la liga sin agacharse; mierda, le ardían las rodillas—. Muchas gracias, y suerte con la prueba.

    Estuvo a punto de irse sin más, pero un relámpago de culpa se activó en un costado de su mente y... sería muy grosero de su parte si no hablaba con Jez, ¿verdad? Luego de que ella se hubiera preocupado tanto. Volvió la vista hacia Vólkov, entonces, y le sonrió mientras se corría el cabello tras la oreja.

    —Iré a ponerme algo de agua, me arde un poco.

    No era exactamente una invitación, pero tampoco negaría su ayuda o compañía si así lo deseaba. Una vez hubo dicho lo que planeaba hacer comenzó a caminar hacia el bebedero más cercano, sacudiéndose un poco el polvo del cabello y la camiseta.

    Bueno, eso había salido bastante mal.

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    Luego de que Middel se fue a la pista, Anna aguardó unos segundos y, no sin dudarlo un poco antes, se echó de espaldas sobre el césped y volvió a su móvil. La sensación contra la hierba era agradable y soplaba una brisa con aroma a primavera. Cruzó las piernas en el aire, mientras veía los videos de gatitos que le aparecían en Instagram y movía los pies al ritmo de la canción que sonaba en su mente o cualquier cosa. Apenas alzó la vista cuando oyó una ligera conmoción y sintió la presencia de Vólkov desapareciendo de su lado en un parpadeo. Arrugó el ceño, enfocando los sentidos más allá, y alcanzó a ver la silueta de Middel en el piso.

    —Uh —murmuró, más para sí que otra cosa—, eso debió doler.

    Entonces fue consciente que había quedado a solas con el tipo ese. Le echó un vistazo de reojo y volvió a echarse sobre el césped, soltando un breve suspiro. Qué incómodo.

    ¿Debería decir algo? Eh, ¿pero qué? Ciertamente no se veía tan confianzudo como su amiga. Ugh, pero odiaba los silencios. Los odiaba con todo su ser. Siempre había sido esa persona que sacaba de la manga los comentarios más estúpidos con tal de rellenar los espacios vacíos entre charla y charla.

    —Así que eres nuevo. —Bueno, al menos no había sido un "lindo día, ¿no?"—. ¿Primer día también?

    Volvió a sentarse cuando oyó a las chicas acercándose, y aceptó la liga que Bleke le alcanzaba en silencio. La vio marcharse, no sin antes reparar en las heridas de sus rodillas y codos. Mierda, eso debía doler.

    [​IMG]

    Soltó una risa genuinamente divertida cuando oyó lo de la abuela de Alisha.

    —Me estás jodiendo, ¿tu abue? Dios, qué genial. Tienes que presentármela algún día.

    Había cruzado los brazos y su sonrisa se amplió cuando Akaisa fue traída a colación. Metió las manos en los bolsillos del pantalón, sintiendo la textura fría del mechero que le había arrebatado esa mañana, y estuvo a punto de responder cuando una tercera persona apareció junto a Alisha. Eh, era... una amiga, ¿verdad? Volvió su atención hacia la pista unos instantes para ver cómo le iba a Bleke, y arrugó el ceño cuando la chica se fue de cara al suelo.

    —Auch. Qué verguenza.

    No se lo veía preocupado ni mucho menos, de cualquier forma. De hecho, no había movido ni un músculo para ir hacia allá o algo. Tampoco hizo falta, ¿no? Una pequeña sonrisa revoloteó en sus labios cuando vio cómo Bellabel aparecía para asistirla y se encogió de hombros, volviendo su atención hacia Alisha. ¿Ven? Nada de lo que preocuparse.

    Una cuarta voz llamó su atención y le sonrió a Katrina, quien había aparecido de Dios sabe dónde. Pero bueno, ya eran una multitud. Sostuvo la mirada sobre ella con una intensidad casi descarada mientras hablaba y siguió el intercambio de las señoritas, divertido, sin dejar estar la sonrisita divertida que le decoraba el rostro.

    Apenas escuchó lo que Akaisa andaba diciendo por lo bajo sobre lo imbéciles que eran y se inclinó hacia ella, para que nadie más lo escuchara.

    —Qué agradable sorpresa, Katty-chan. ¿Nadie más con quien matar el tiempo?

    Perdón, edité como mil veces el post de Joey y no sabía bien cómo encajarlo con lo que ya había, so capaz quedó medio raro o quedaron cosas a las que no reaccionó mucho(?
     
    Última edición: 23 Julio 2020
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    Zireael

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    Altan Sonnen

    Había seguido a Jez con la mirada, obviamente, en su recorrido hasta la helada Bleke Middel.
    No le sorprendió tampoco la reacción de la rubia, aunque era seguro que a Jez no le había sentado demasiado bien.

    La voz de la enana volvió a llamar su atención y la miró de costado.

    —Sí. —Bastante conciso, demasiado quizás. Suspiró, pensando en que a la albina tampoco le haría gracia verlo ser tan huraño—. Me enfermé justo cuando iban a empezar las clases, así que bueno, llegué tres días tarde. ¿Tú?

    La verdad es que de repente se le antojaba un cigarrillo. Al menos eso hubiera podido sacarle a Akaisa.

    Vio a Middel acercarse, con Jez siguiéndole los pasos.
    Le regresó la liga a la enana y sólo después se dignó a mirar a Jez de nuevo. Podía acompañarla o no, y sorprendentemente decidió dejarla sola.
    Su amiga volvió a sentarse junto a él, aunque estaba claramente distraída.

    Katrina Akaisa

    Otra risa ronca, esta vez para Joey y se encogió de hombros ante su pregunta.
    Tampoco había pasado desapercibida la forma en que la había mirado, por supuesto.

    —Intenté abordar al ex de una conocida pero aparentemente no va a tocarme ni con un palo, así que aquí estamos. —Contuvo un bostezo—. Pero en efecto ustedes también dejan mucho que desear.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Haré el post de la loquilla esta por ahora bc me apetece más jajaj pero añadiré el de satoko después, sowwy.

    Alisha Welsh

    Todo ocurrió demasiado rápido para mi mente. El nombre de Katrina tenía que estar maldito porque fue nombrarla y vernos envueltos en todo un lío.

    Konoe apareció repentinamente a nuestro lado y provocó que diese un respingo. Tanto así que me costó procesar su pregunta y para cuando lo hice, la morena apareció también para salvarnos porque realmente no tenía idea de como responder.

    Bueno, aquello podía ser problemático. Cuando le dije a Konoe que no quería provocarle problemas con lo de la presidencia, fui sincera, pero por otra parte no podía simplemente ignorar mi naturaleza... ¡y había perdido una apuesta! Era una mujer de palabra, al fin y al cabo.

    Por otro lado, estaba algo aliviada. Dentro de todo, Suzumiya era mi amiga y de alguna forma nos conocíamos, Katrina por otro lado... me daba algo de miedo. Tenía ese aura que gritaba peligro, un peligro mucho más real que lo que hacía con Joey, que me intimidaba... aunque no podía ignorar el hecho de que era una chica muy guapa. Sea como fuere, que apareciese como una especie de ángel guardián para salvarnos solo me causaba más curiosidad por ella.

    Reí ligeramente, sintiendo una gota de sudor resbalar por mi cuello, y me rasqué la mejilla, algo nerviosa.

    —Bueno, Katrina tiene razón, no somos muy listos... —comencé a decir, llevándome las manos tras la espalda y alejándome un poco de la chica—. Pero pensábamos que si traíamos algo que nos gustase para tomar mientras estudiábamos... quizás nos saldría mejor. Ah, pero... ¡no vale Konoee! —me quejé, con tono infantil, llevándome las manos a las caderas—. Ahora tengo que pensar otro método para que no me pilles, ¡y no sé si podré superar el de mi abuela!

    Quizás mi naturaleza despreocupada no me permitiese ver el peligro cuando estaba cerca, ¡pero simplemente no podía sentirme intimidada por Konoe! Por mucho que tuviese esa sonrisa digna de una horror movie.

    She is so stupid pls protect her (?)
     
    Última edición: 23 Julio 2020
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  11.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Konoe Suzumiya

    Poco a poco la verdad salió a la luz. Era evidente que los había pillado con las manos en la masa, no había que ser un genio. La decepcionaba, sin ninguna duda. Sabía como era Alisha, sabía lo que implicaba tener una amistad con una problemática como ella y sin embago su actitud la había decepcionado. ¿Qué era, estúpida? Al ver la expresión contrariada y asustada de la joven su semblante se suavizó. Contuvo un suspiro profundo y retrocedió unos pasos hasta apartarse de ella dejándole nuevamente su espacio.

    —Alisha-san ¿recuerdas lo que hablamos?—preguntó entonces. Su voz volvía a ser suave sin sonrisas fingidas. Estaba siendo honesta—. Te dije que no me importaba que Kanade-sensei o el resto de profesores supieran que éramos amigas porque aceptaba tu reputación nefasta. No me alejaría de ti solo por mantenerme en la candidatura, aceptaba que no quisieras seguir el código de la perfecta alumna japonesa. Pero imaginé que no te meterías en más líos mientras la campaña por la presidencia durase—se llevó la palma de la mano al pecho y su gesto se contrajo en un rictus amargo. Frució apenas las cejas, sus ojos brillaban a la luz del sol, vidriosos—. Esto es importante para mí.

    Siempre lo había sido. Siempre había ansiado tener la autoridad suficiente para poder cambiar las injusticas en su mundo. Al menos aquellas que ocurrían a su alrededor.

    >>Jamás le he hablado a los profesores sobre tu comportamiento díscolo y has hecho cosas que podrían expulsarte directamente de la academia—su voz sonó más áspera, casi enojada. Era un reclamo claro. Apartó la mirada y se llevó, tensa, un mechón de cabello tras la oreja. Parecía buscar ordenar rapidamente sus emociones—. Pero no juegues conmigo. Yo no soy como tú y tus amigos, no pertenzco a ese mundo de fiestas y salvajismo que tanto parecéis apreciar los extranjeros. Que seamos amigas no implica que vaya a cubrirte siempre las espaldas y salvarte. En algún momento tendrás que afrontar las consecuencias de tus actos.

    Tensó los labios.

    >>No me hagas creer que nuestra relación es incompatible—acotó con una seriedad abrumadora. Sus ojos se mantuvieron fijos sobre los suyos—. Piensa y valora que es más conveniente para ti, Alisha-san. Aún estás a tiempo de enderezar tu vida.

    Antes de girar sobre sus talones y marcharse se giró hacia Katrina y Joey con un rápido ''Hasta pronto Whickham-kun, Akaisa-san'' y le dirigió una breve mirada a Alisha, ladeada, una mirada que mezclaba enojo, compasión y tristeza. Si no podían ser amigas directamente pasarían a ser enemigas. Una joven y díscola extranjera y una respetable alumana modelo japonesa. Aceptaba su actitud hasta cierto punto, toleraba que no quisiera estudiar, que llevase el uniforme con dos botones desabrochados a propósito, que se quedase dormida durante los examenes y que tuviese una vida promiscua. Lo aceptaba porque era su amiga aunque no era el comportamiento correcto o apropiado. Aunque rompiese todas las reglas escritas.

    Porque la quería.

    Pero jamás permitiría que algo de su irresponsabilidad le salpicase.
     
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  12.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Se llevó una mano al pecho, fingiendo estar dolido ante las palabras de Akaisa. Soltó un profundo suspiro.

    —Ah, Katty-chan, me lastimas~

    Su expresión, sin embargo, fue mutando a una genuina diversión mientras la amiga de Alisha iba hablando y hablando. En un momento alzó las cejas, incrédulo, y su sonrisa se amplió hasta convertirse casi en una risa insonora. ¿Nefasta? Venga, esa era una palabra intensa.

    No había planeado intervenir pues aquel espectáculo era digno de palomitas, honestamente, pero la situación había mutado a un melodrama según el cual... sí, podía sacarle más jugo. Con una sonrisa risueña decorándole los labios, se acercó hasta rodear los hombros de Alisha con un brazo y alzó un dedo entre él y la desconocida, meciéndolo suavemente de lado a lado junto a su cabeza.

    —Ah, Ali-chan —murmuró, fue casi un ronroneo—, ¿con qué clase de gente te juntas? Mira que tratarte así... —Puso expresión de sorpresa, alejándose de la rubia, y la señaló con el mismo dedo que había usado recién—. ¡No me digas que eres masoquista!

    Quiso decir más cosas, pero la muchacha ya había emprendido su retirada sin concederle espacio a réplica. Infló las mejillas como un niño pequeño y arrugó el ceño, mientras la veía marcharse.

    —Eh, no es justo~ No pude ni preguntarle su nombre. Ah, como sea. —Soltó una risilla y amplió su voz con ambas manos—. ¡Eh, perfecta alumna japonesa! ¡También estás invitada a la fiesta!

    [​IMG]

    Una sonrisa floja se le formó en los labios al oír la respuesta del chico y subió las rodillas hasta su pecho, rodeándolas con ambos brazos mientras mecía el móvil dentro de su mano.

    —Eh~ Yo también. Pensé que no podía haber otro idiota meado por elefantes, pero veo que sí. Como sea, al menos pareces conocer a la muñeca. —Arrugó el ceño y se corrigió de inmediato—: Vólkov, quiero decir.

    Entonces Jez se sentó entre ellos luego de que Middel se marchara. Anna la observó de costado; no se la veía muy bien. Suspiró, ¿debía preocuparse por gente que no conocía? Bueno, era una idiota después de todo, y tenía el corazón más grande de lo que le venía en gracia admitir. Y Jezebel parecía ser un sol de persona, al menos en primeras apariencias. ¿Tenía forma de animarla?

    —Eh, Vólkov —la llamó; quizá sus maneras aún fueran algo hoscas, pero se percibía cierta suavidad en su tono de voz—. ¿Me dejas trenzarte el cabello? Hago las mejores trenzas del mundo, te lo puedo asegurar.
     
    Última edición: 23 Julio 2020
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    Zireael

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    Altan Sonnen

    Se permitió una sonrisa floja, pero que era, por lo menos, genuina, al escuchar su comentario de estar meado por elefantes.

    —¿A Jez? Sí, somos amigos hace años —respondió con un tono mucho más suave, menos indiferente al que venía usando.

    Se limitó a observar a Jez con el rabillo del ojo, atento a sus reacciones y para cuando escuchó a Hiradaira preguntarle sobre lo de trenzarle el cabello, notó que dio un ligero respingo.
    El color le subió al rostro de repente.

    Altan se levantó entonces, para acuclillarse tras ella y deshacer la coleta que se había hecho hace un rato.
    Había estado por armarle la bronca al perro de Kurosawa, pero aún así, los movimientos de sus manos en el cabello de Jez eran suaves, casi sedosos. No tiró de una sola hebra.

    —Vamos, déjala hacerlo, Jezzie. Apuesto que de verdad sabe hacer buenas trenzas y a ti te gustan, ¿no?

    Asintió levemente con la cabeza y entonces Sonnen volvió a su lugar junto a ella.

    —¿De verdad quieres hacerlo? —preguntó la albina, posando sus ojos en la menor.

    No iba a mentir, le hacía ilusión que alguien le trenzara el cabello. Altan a veces lo intentaba, pero igual de torpe con el pelo que con los instrumentos.
     
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    Gigi Blanche

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    El cambio en la actitud del muchacho no le pasó desapercibida, y tenía sentido con la información que acababa de confiarle. Se veían como muy buenos amigos, y no sólo eso: la forma en que le hablaba y le peinaba el cabello, se le asemejó a un hermano mayor cuidando de su hermanita y su expresión se relajó considerablemente; se permitió, incluso, esbozar una sonrisa suave.

    Debía ser lindo, ¿verdad? Ser cuidado de esa manera por alguien a quien quieres.

    —¡Claro que sí! —respondió, animada, y su sonrisa se amplió de forma involuntaria. Gateó hasta arrodillarse detrás de Jez, justo donde Altan había estado antes, y comenzó a acariciar su cabello blanco; era tan suave—. ¿Qué tipo de trenza te gustaría? Normal, holandesa, francesa, espiga... Lástima que solo pueda hacerte una, me dejé las demás ligas en el vestidor, pero cualquiera se verá super bien en tu pelo.

    Vale, no podía negar que en el fondo estaba sintiéndose increíblemente rara. Era extraño, pues a pesar de recordar justo así a la Anna del pasado, llevaba tanto tiempo apagada que... No sabía definirlo. Como ponerse un jean por primera vez luego de todo el invierno, quizás.

    Si seguía comportándose así, ¿acabaría por acostumbrarse de vuelta?

    Annita ta soft y yo toy soft y todos tamos soft
     
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    Zireael

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    Jez Vólkov

    Altan continuó como observador. No sólo era bueno para provocar a las bestias de mal genio como Usui, aparentemente, una parte de sí podía ser más sosegada y suave, incluso con desconocidos, al menos por Jez.

    Observó los movimientos de las manos de Hiradaira al acariciar la cascada albina de Jez y entendió que la cara de culo de la enana era puro teatro. Era una niña suave en el fondo, justo el tipo de amiga que Jez merecía.

    Sonrió sin darse cuenta siquiera y extendió hacia Anna las dos cintas con que Jez había tenido el cabello atado, las mismas con las que se hacía sus dos coletas.

    —Supongo que esto te sirve, ¿o no? —Su voz seguía siendo seria, al menos cuando se dirigía directamente a Anna, pero ya no hablaba por puro compromiso.

    Jez parecía estar pensando para responderle a la menor. Además había cerrado los ojos al sentir el tacto ajeno en su cabello.

    —Holandesa. —Terminó por responder, casi por instinto.

    Altan rio de nuevo, casi para sí. Era obvio que iba a a pedirle esa, ¿no? Claro que sí.

    —Eh, Hiradaira. —La llamó—. ¿Dejarías que Jez te peine a ti?

    La aludida volvió a encenderse en cosa de segundos y, sin moverse de su lugar, le soltó un manotazo en el brazo a su amigo.

    —Ya basta, Al, no preguntes cosas vergonzosas.
     
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    Gigi Blanche

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    No tenía idea cuánto tiempo había desperdiciado imaginando este primer día en un nuevo instituto, intentando trazar y planificar las mejores formas de comportarse, evitar sus malas costumbres, no temerle a cualquier mala mirada, sonrisa ausente o aparente desagrado. Dejar de actuar como si todos supieran con quiénes había estado metida, cómo la habían llamado, cómo se habían reído cuando intentó compartir sus pasiones. Quería olvidar a la niña ingenua que llegó a Japón sin pensarlo y se descuidó demasiado, esa que veía el mundo con viseras a ambos costados de la cabeza y se había dado de cara contra la pared.

    Esa niña ingenua. Ya no podía serlo.
    Y al mismo tiempo la extrañaba tanto.

    Cada vez que había imaginado su primer día en un nuevo instituto, todos sus miedos aparecían y trepaban hasta su garganta. Los mismos miedos que le habían ganado la pulseada y la habían atado a la cama hasta hoy. Su primer día que no era primer día. Jamás había visto, ni en sus más largas imaginaciones, ese escenario. El año había comenzado de cabeza y parecía seguir estándolo, porque ¿de qué otra forma explicaba encontrarse allí, con dos desconocidos, trenzando el cabello de su senpai y sintiéndose... tan tranquila? Casi como si tuviera el derecho.

    ¿Lo tenía? ¿Y si se lo concedían?

    Anna tomó las cintas que Altan le había extendido y le agradeció, enfocándose luego en su tarea. Separó el cabello de Jez en dos mitades, le indicó que sostuviera una por delante, mientras dividía la otra en tres y comenzaba a trenzarle el cabello desde la coronilla.

    —Parecerás una boxeadora con dos trenzas así, ¿lo imaginas? —comentó, riendo apenas; ciertamente, aún sin conocerla, le resultaba muy difícil imaginarla hiriendo una mosca—. Bueno, es que son muy cómodas para entrenar. No dejan un solo cabello fuera de lugar, como si te echaras un bote entero de fijador encima. Por cierto, avísame si te tira.

    Sus dedos se movían con destreza y velocidad, como si hubieran realizado ese recorrido cientos de veces y lo supieran de memoria. Era difícil hacerse esas trenzas a uno mismo, pero Anna jamás había dejado de practicarlas. No sabía muy bien por qué. Le alegraba ver que podía seguir haciéndolas con normalidad, como cuando preparaba los peinados de sus compañeras antes de un show.

    —¿Hmm? —murmuró como respuesta al llamado de Altan, y recién volvió la mirada hacia él cuando dijo el resto; vio cómo Jez le lanzaba un golpe suave y sonrió—. Claro. No creo que Vólkov pueda hacerle algo a mi cabeza que yo no se lo haya hecho ya.

    Se inclinó sobre Jez suavemente, manteniendo la trenza en proceso estática con una mano, mientras recargaba la otra sobre su hombro y buscaba divisar su perfil; tenía las mejillas enrojecidas. Se veía adorable.

    —¿Te gustaría peinar mi cabello? —indagó, entre suave y divertida, y volvió a su labor antes de agobiarla demasiado; parecía ofuscarse con facilidad—. Bueno, ahí quedó una. ¿Me pasas el resto del cabello?

    Observó su obra y asintió, satisfecha, antes de abocarse a la segunda mitad. Había atado las cintas con unos moños al final y le quedaban demasiado bonitos. ¡Tenía que ser un crimen!

    chale, moriré de diabetes
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Alisha Welsh

    Comportamiento díscolo, afrontar las consecuencias, enderezar mi camino. Wow, Konoe empezaba a sonar ya como mis padres y pocas cosas había que odiase más que sus regaños. Por eso mi rostro se torno serio en cuanto comenzó a hablar, cruzándome de brazos hasta que la chica terminó.

    Bah, que hiciese lo que quisiese, yo nunca le había pedido que me cubriese las espaldas ni que se juntase conmigo, si ella había decidido acercarse era su responsabilidad. Quizás solo lo hizo para intentar demostrar que podía cambiarme, visto lo visto.

    Dejé escapar solo una leve risa cuando Joey se acercó y soltó aquello, rascándome la cabeza después con un suspiro pesado.

    —Quizás lo sea, ¿por qué no me ayudas a descubrirlo?

    Miré a Konoe alejándose y después miré al chico con una sonrisa, encogiéndome de hombros. Nuestra relación era compleja y no era la primera vez que teníamos algún roce, aun cuando en aquella ocasión parecía ser bastante peor. Si Konoe pensaba que íbamos a dejarnos atrapar, es que no me conocía demasiado bien... no tendría que preocuparse tanto por mi, de todas formas.

    Moví la mano, quitándole importancia al asunto y me giré para poder acercarme a Katrina. Quizás estaba molesta y por eso no me importó hacerlo, ignorando el hecho de que por regla general no quería meterme con ella por posibles problemas.

    >>Supongo que estás al tanto de lo que Joey quiere hacer, ¿no? ¿Vas a ayudarnos?

    * * *
    Satoko Shichimiya

    Hice una pequeña mueca en cuanto la chica apartó el brazo, diciendo que no era nada. Entendía que no quería que me preocupase pero no podíamos dejar que se le infectasen por ello...

    Suspiré después, asintiendo con la cabeza.

    —Está bien, está bien, como prefieras —dije, sonriéndole levemente.

    A lo mejor tenía razón y no eran tan graves. Además, aun quedaban algunas pruebas por delante, ¿verdad? Lo lógico sería ir a la enfermería después de la clase por completo y no gastar mucho tiempo.

    Volví la vista hacia la pista. Oh, ¿ya era el turno de los de segundo? Y no parecía que hubiesen empezado con buen pie tampoco... Uh, ¿no estaban las demás chicas del club en segundo? ¡Tenía que estar atenta y animarlas! Solo esperaba que aquella rubia no se lo tomase tan mal como con la masa si fallaba...
     
    Última edición: 24 Julio 2020
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Escritora
    Mimi Honda

    Estaba aprovechando el tiempo para limar mis uñas, aburrida, en lo que duraban los saltos y caídas y porrazos. Realmente había dejado de prestar atención a la pista hacía mucho porque ver a aquella vieja bruja con cara de tener un palo metido en el culo me quitaba las ganas de vivir. ¿Realmente era tan difícil preocuparse una mínima parte por los alumnos a su cargo? Que poca humanidad y que descaro. ¿Qué clase de bestias contrataba este centro?

    —Tsk.

    Debía estar calmada para no fallar de forma estrepitosa así que había optado por la opción más obvia: relajarme. No iba a sacar el móvil porque doña sargento podría confiscármelo y prefería dejar mi smartphone de última generación lejos de sus manos de camionera esteparia.

    Terminé mi obra y la observé, triunfante
    . Ah, mis manos~. Estaba muy orgullosa de ellas. Antaño se dedicaban a tocar el piano pero había perdido la pasión por la música hacía bastante tiempo. Escucharlo me causaba una ansiedad que rayaba la histeria. Después de todo, solo me traía recuerdos de un tiempo donde era feliz.

    —¡Byrne Ophelia!

    La voz de la profesora volvió a imponerse como un rugido atroz. Ni siquiera miré. Era absurdo, solo iba a aumentar mi rabia latente. Al menos no hasta que una voz masculina que reconocí de forma inmediata se alzó entre la multitud de alumnos congregados.

    —¡Tú puedes, Ophelia querida!—animaba con un brazo teatralmente en alto— ¡Vuela, vuela alto! ¡Vuela al sol como Ícaro~!

    Hice una mueca de circunstancias.

    Qué idiota.

    Fruncí ligeramente el ceño y alcé la mirada solo por curiosidad. Reconocería esa voz de payaso estúpido en cualquier parte.

    Okimura Tohru.

    El presidente del club de teatro.

    ...

    ¿Ophelia? ¿Como la enamorada del príncipe Hamlet?
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Ophelia observó las amplias multitudes congregadas con una nota de ilusión en su mirada. Ah, tanta juventud. Aunque fuera por una razón burda como la de someterlos a pruebas físicas, no debía retraerse por meros caprichos del espíritu. Una jovencita había logrado establecer una marca, se había alzado del suelo con una liviandad envidiable y había atraído la atención de muchas personas. La secuencia permaneció grabada en la memoria de Ophelia por un breve período de tiempo.

    Su querida prima no había contado con la misma fortuna. Sus cejas se arquearon, sorprendida, cuando la silueta grácil y siempre elegante de Bleke se desplomó cual saco de papas en el suelo. Era la primera vez que presenciaba semejante humillación pública, semejante exposición sobre un Middel, y pensó que tal vez les hicieran falta más de esos. Vivían entumecidos, protegidos, hechos un ovillo, en su zona segura de disociación y control.

    Necesitaban golpes para despertar.

    Su mirada se deslizó con sutileza para detallar el recorrido de Bleke, y estuvo a punto de seguirla en su camino solitario hacia los bebederos cuando su propio nombre emergió con el poder de un trueno. Ophelia avanzó hasta la pista; sus pies livianos, su figura alta y campante. Parecía que en su mente no se dirigía a una prueba de aptitud física, sino a una entrega de premios, o al mismísimo corazón de un baile real. La voz del presidente de su club se abrió paso entre la multitud y Ophelia sonrió, ejecutando una marcada reverencia antes de posicionarse para saltar.

    Ah, maravillosa y compleja juventud.
    ¿Cuál sería el destino que le aguardara para ella en aquel día?
     
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  20.  
    Zireael

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    Jez Vólkov

    Se dejó hacer con la tranquilidad que era usual en ella y asintió cuando Anna le pidió que le avisara si le tiraba el cabello, pero realmente no fue necesario.

    No iba a negarlo, aquello la había distraído del asunto de Bleke y hasta le había ayudado a olvidar un poco la incomodidad que la había abrumado antes.

    Luego respondió a la estupidez de Altan.

    —¿Lo ves? —dijo él. Había usado la rodilla para apoyar el brazo y en este el rostro. Lo cierto es que recordaba un poco a un gato, observando lo que hace la gente.

    Jez dio un respingo cuando Anna le preguntó directamente y asintió apenas, algo cohibida.

    Luego de pasarle el resto del cabello y cuando sintió que la muchacha había terminado, se llevó las manos al cabello, a las trenzas terminadas. Se permitió una amplia sonrisa.

    —Muchas gracias.

    Katrina Akaisa

    El intercambio entre Alisha y su ciertamente inquietante amiga le venía en gracia, como tantas otras cosas en la vida.

    Konoe.

    Tenía nombre de muñeca.

    Y las muñecas japonesas eran especialmente frígidas.

    ¿Afrontar sus actos? Vaya, pero qué amenazas tan bonitas. Permaneció allí al lado de Joey, intentando contener la risa, y cuando la chica de pelo oscuro por fin se retiró, despidiéndose de ellos, agitó suavemente la mano en respuesta.

    No fue hasta que se perdió entre la gente que se permitió reír como deseaba. Poco después Alisha se acercó a ella.

    —Sí, me lo dijo en la mañana —respondió aún con un rescoldo de risa en la voz—. Hagámoslo, idiotas. Ahora tengo la satisfacción de que fastidiaremos a la muñequita.
     
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