Patio frontal

Había ido a la enfermería para desinfectarme el par de raspones de la pierna y la mano, porque solo faltaba que se me infectara una herida sin gracia cuando ya los cortes de la mano por la vez del espejo estaban cicatrizados casi por completo. Estaba en eso cuando Al había entrado a la enfermería, noté su silueta porque la tenía memorizada al punto de lo estúpido, pero no lo miré ni le dije nada.

Estaba un poco cansada de ser la tercera en discordia o de sentirme como tal.

Dejé la enfermería apenas un par de minutos después que él, así que no me comí el espectáculo entre Zeldryck, Whitman, Tolvaj y la otra muchacha, para mi fortuna. Fui a cambiarme, todavía con la mierda de Hiradaira dándome vueltas en la cabeza, y un poco por inercia me detuve en el partido que ya casi estaba terminando de los de tercero. Estaba Kasun, Alisha, Vólkov y la pelirroja que, al menos de nombre, no conocía.

Kasun tardó un segundo en ser eliminado, al menos el balonazo se lo había dado Jezebel así que sabía que no llevaba fuerza jodida ni nada, si la tonta parecía tener miedo de pisar una hormiga mientras caminaba. El muchacho repasó el espacio con la vista, seguro en búsqueda de su hermano, pero me encontró a mí en su lugar y me dedicó una sonrisa que reflejé sin problema.

El pobre desgraciado estaba sudando, normal con todo ese sol, así que un poco por reflejo escarbé en el maletín para sacar la botella de agua que siempre cargaba desde casa y se la extendí.

—Bebe un poco, que luego te deshidratas —dije con calma, esperando que tomara la botella—. Me alegra que no te mandaran a la enfermería.

En fin, asumí que charlaría con él un rato y luego todo mundo para su casa, lo que estaba bien y tal vez me servía para distraer la mente un rato.

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This porque no quería dejarlo colgado uwu

Después de este post procedo a cerrar día, gente

 

No habían sido pocas las veces que me había levantado con resaca, después de haber salido a beber alguna noche, arrepintiéndome de todas las decisiones que hubiese tomado hasta despertarme. Aquella mañana estaba teniendo una sensación parecida, solo que multiplicada por mil y sin nada de alcohol en el cuerpo al que echarle la culpa de tan, obviamente, pésima elección de acciones.

Ni siquiera me dio tiempo a pensar que había sido un mal sueño o mi cabeza empezando a fallar por las cantidad de sustancias que me había metido en el cuerpo, porque Aiden llamó a la puerta de casa prácticamente en cuanto escuché la alarma del móvil despertándome. Había decidido no utilizarlo aún, era cierto, ¿pero cómo iba a despertarme si no? Que ni siquiera estaba mi abuela para hacer el trabajo.

Le dejé entrar solo para que no me quemase el timbre de tanto tocarlo, pero por lo demás ni siquiera me digné a ofrecerle desayuno o a decirle que tomase asiento en algún lado. No me interesaba ser amable con él por ningún motivo y, a decir verdad, sabía que no lo necesitaba para hacer lo que le saliese de los cojones como hacía siempre, por lo menos en mi presencia. Me trajo un café, eso sí, y no me quedó más remedio que aceptarlo, más que nada porque nunca tendría el valor de desperdiciar un buen americano.

Se comportó de manera más o menos decente en lo que me preparaba, aunque por supuesto no faltaron los comentarios salidos por el uniforme del colegio, y también en el trayecto de tren hacia la academia, posiblemente porque él era una de las pocas personas que sabía de mi malhumor cuando me tocaba madrugar. Fue cuando nos empezamos a acercar al edificio que su atención se dispersó por completo, su vista pululando de estudiante en estudiante y la sonrisa de suficiencia asomando sus labios cuando se dio cuenta de que lograba llamar la atención de la mayoría de ellas.

Rodé los ojos, acompañando el gesto con un suspiro de hartazgo, y aproveché su distracción para sacarme un cigarro y llevármelo a la boca. Por regla general no hubiese dejado que Aiden me acompañase hasta la puerta misma de la escuela, pero estaba tan cansada y seguía tan confusa por todo que ni siquiera lo pensé demasiado, así que simplemente lo dejé seguirme sin oponer mucha resistencia.

Me paré a la entrada del patio de manera algo brusca, rebuscando en la ropa sin mucho resultado, y fue cuando levanté la vista, con el ceño fruncido, que un encendedor apareció en mi campo visual. Me quité el cigarro, chasqueando la lengua justo al acabar de hacerlo, y terminé por coger el mechero con algo de mala gana.

—No deberías fumar, linda, es malo para tu salud —me dijo, con un claro tono burlón, y se llevó las manos a los bolsillos en lo que me recorría con la vista vete tú a saber por qué.

—No deberías haberme enseñado a fumar para empezar, ¿no crees? —le respondí con el mismo tono de voz, recibiendo una nueva sonrisa sarcástica por su parte.

Le mantuve la mirada un segundo como máximo y me giré sobre mis talones justo después, dirigiéndome hacia el interior de la academia sin ninguna intención de despedirme o comentarle algo más al chico.

—¿Qué se supone que haga en lo que acabas las clases, Ali?

No sabía en qué momento habíamos quedado en que también me recogería al acabar, pero sinceramente no tenía ningún interés en discutirle aquello tan temprano en la mañana, así como tampoco me apetecía mucho responderle a su pregunta. Seguí caminando sin más, en su lugar, y lo único que consiguió de mi parte fue que le levantase el dedo medio un par de segundos, sin girarme a mirarlo ni nada.

No necesité eso, ni tampoco oírlo, para imaginar la risa que soltó antes de irse hacia cualquier otro lado.

Alcancé una de las esquinas seguras del patio para fumar, relativamente cerca de la entrada y con bastante visión de los alumnos que estuviesen entrando en el edificio, y me encendí el cigarro, dejando salir una nube de humo hacia el cielo prácticamente al instante.

Vaya días me esperaban.

 

Me distraje bastante viendo a los alumnos entrando a la academia, disfrutando de las vistas como siempre hacía aun cuando el tiempo de mierda de aquel día había complicado un poco el asunto con algunas chicas. Una verdadera pena, eh, no había nada mejor para animarme en días así como alguna chica linda~

Con lo atenta que estaba a todo aquello, en absoluto me pasó desapercibida la presencia de Joey al entrar en el patio (eso sin contar que de por sí solía notar cuando se acercaba sin mucho esfuerzo), y una pequeña sonrisa me asomó por los labios en lo que hacía el amago de separarme de la pared para ir en su busca. Posiblemente era egoísta a cagar, ni idea, pero en todo aquel desastre lo cierto es que lo único que genuinamente quería era su compañía.

Al final me quedé a medio camino de mis intenciones, pues para cuando me quise dar cuenta se me habían acercado Jackie e, inmediatamente después, el cotton boy de la azotea. Pestañeé un par de veces, intercalando miradas entre ambos, y terminé por soltar una risa ligera justo antes de volver a darle una calada al cigarro.

Oye, que solicitada estaba una~

—Es lo que tienen las adicciones, ¿no? Suben las probabilidades de encontrarnos en ellas —comenté primero hacia el albino, girando apenas el rostro para guiñarle un ojo antes de volver la vista al frente—. Todo bien, chicos. Pasa que ayer me comí el suelo tantas veces... mirad mis pobres piernas~ —me quejé, con un tono infantil impostado, y levanté una pierna para enseñarles los raspones que me había hecho y así demostrar mi punto.

Obviamente me iba a montar el teatro en dos segundos, si de por sí siempre estaba en uno y lo último que necesitaba era que alguien se diese cuenta de mi humor cuando no me apetecía que fuese el caso. Mucho menos dos chicos tan guapos a los que les había echado el ojo, claro~

>>¡Ah! Os presento. Jackie, este es cotton boy. Cotton boy, este es Jackie. Vamos a la misma clase~

Por supuesto que iba a presentarle por los apodos que les había echado encima, por algo eran way better que sus nombres originales.

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¿Ali? En su jodida salsa, a decir verdad, gracias por malcriarla

 

Jack soltó otro de sus famosos monólogos, aunque en aquella ocasión ni me dio tiempo a responderle nada porque se alejó de nuevo hacia el interior de la academia. ¿Eh~? Qué lástima, con lo mucho que estaba disfrutando yo de la compañía de dos chicos a la vez~ Bueno, nada que hacerle, tampoco lo iba a obligar a quedarse si no quería, aunque no hubiese sido demasiado difícil alcanzarlo con lo lento que iba por culpa de su pierna, eso sí.

Su palmada en el hombro me sacó otra risa ligera sin más, pero tuve que alzar las cejas con cierta sorpresa cuando se giró de nuevo para mencionar lo del sábado. Le hice un gesto con la cabeza, únicamente, como para indicarla que sí, que todo iba en orden. Al fin y al cabo, si iba a arrastrarme a Joey a la quedada significaba que podíamos organizarlo entre los dos y eso siempre, siempre, era una buena idea.

Es decir, mala para el resto pero jodidamente buena para nosotros.

Con todo, al final me quedé solo con el albino y seguí dándole un par de caladas al tabaco, las últimas ya por desgracia, mientras centraba toda mi atención en él. Mencionó algo de los raspones y, a decir verdad, un poco de gracia me hizo porque lo había usado de excusa para que Jack no preguntase demasiado y, en gran medida, las heridas aquellas me daban igual. Eso era, claro, antes de que el chico aquí presente se ofreciese a curármelas claro~

—¿En serio? —pregunté, arrastrando un poco la voz y con la sonrisa de mierda ya queriendo asomarse—. Me pongo en tus manos entonces, doc~ —canturreé, tirando la colilla del cigarro al suelo para apagarla con la punta del zapato y poder girarme para mirarlo, expectante.

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Si tienes que arrastrarla te la llevas a donde quieras uwu

 

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acabo de recordar que esta es la canción que tiene puesta en una de sus cintitas y me apeteció usarla again, im pretty sure, but IDC (?)

Era bastante curiosa la manera en la que algo tan simple como acabar pasando el receso con Joey podía cambiar por completo la manera en la que había empezado el día, hasta el punto de que prácticamente olvidé aquel mal presentimiento que había tenido por la mañana. No tenía que haberlo hecho, me di cuenta de ello ya demasiado tarde, pero lo cierto es que tampoco podía culparme a mí misma por ello.

A Joey le había dado por estar realmente complaciente aquella tarde y no iría a engañar a nadie diciendo que no acabé jodidamente satisfecha por ello.

Nunca había tenido quejas con el chico en ese aspecto, y no tenía problema en reconocerlo abiertamente, pero tampoco iba a negar que se comportó como todo un campeón aquel receso y que, quizás, me aproveché un poquito más de lo necesario de su predisposición a consentirme. Tanto que posiblemente iba a tener que disculparme con él por haberle hecho perder más clases de las que hubiese podido planear en un principio.

Con todo el asunto, aquella noche decidí pasarla en mi casa, para variar un poco ya de paso, y no hubo nada relevante que recalcar... hasta la mañana siguiente. Me levanté como siempre, con muchísima pereza de tener que ir a clase pero sin más remedio que hacerlo, desayuné la mierda más decente que me quedase en la nevera y me duché lo más rápido que pude antes de ponerme el uniforme y salir de casa. Seguía haciendo un calor del demonio, así que decidí recogerme el pelo en un moño improvisado que seguramente acabaría deshaciendo con el paso del día, y todo el posible buen humor que podría sentir por el buen tiempo de aquel día se esfumó de un plumazo al salir por la puerta y ver que había alguien esperando en las afueras.

Resoplé de manera bastante audible, logrando llamar su atención, e hice el mayor esfuerzo posible para no reaccionar a la sonrisa socarrona que se le plantó en el rostro.

—Buenos días, Lishie~ —me saludó, con una alegría que, sinceramente, me puso de muy mala leche.

¿Ese era todo el tiempo que él se creía que necesitaba para olvidar que el cabrón me había intentado hacer creer que nos habíamos acostado cuando no había sido el caso? Porque, honestamente, incluso si había logrado esconderlo bastante al fondo de mi cerebro durante aquellas semanas, eso no significaba que lo había olvidado. Y lo mucho que e apetecía cruzarle la cara esa tan sonriente era clara muestra de ello.

—¿Qué quieres? —espeté, abriendo el buzón de correos para coger las cartas que se habían ido acumulando de todos los días que había pasado en el piso de Joey.

Ni siquiera hice el amago de revisarlas, sabiendo que el metiche estaría mirando por encima de mi hombro, y las lancé hacia la puerta de entrada antes de cerrar la verja exterior. Tenía todas las intenciones de ignorarlo, pero el hecho de que estuviese callado me hizo levantar la vista para comprobar si seguía ahí o qué cojones. Por desgracia fue el caso, y me arrepentí enormemente cuando noté la nueva sonrisa que se le plantó en los labios por recibir mi mirada.

—¡Acompañarte a clase, claro! —contestó, como si fuese completamente unaware de mi molestia por su presencia, y alcé una ceja por pura inercia—. Siento haberte dejado sola estos días, por cierto. ¿Sabes? Ahora entiendo porqué te gusta tanto vivir aquí, es realmente fácil ligar cuando eres extranjero.

Solté una carcajada sonora, fue imposible de controlar realmente, y me crucé de brazos mientras me dignaba a finalmente girarme para mirarlo de frente. Sabía perfectamente que la única función de aquel comentario era hacerme sentir celosa, pero honestamente, sin ninguna pizca de alcohol encima que me hiciese hacer alguna estupidez, no podía importarme menos si decidía follarse a tres tías cada noche.

—No te he echado de menos, no sufras.

Mentiría si dijese que me esperé el tono que adoptó su expresión, como si único objetivo aquella mañana hubiese sido una oportunidad para decirme algo en concreto, que era exactamente lo que sentía que iba a hacer. Me jodía admitirlo, pero el imbécil de Aiden era posiblemente la única otra persona que conocía tan bien como a Joey, y ya no tenía sentido negar que muchas veces me olía sus intenciones.

—Ah, ya decía yo que te veía contenta~ Es el inglés, ¿verdad? Ah, claro que sí, mira como se te iluminan los ojos —quise negarlo, pero lo cierto es que aparté la mirada y sabía que no tenía ningún sentido intenta negar la verdad—. Alisha, Alisha... No deberías ilusionarte tanto, lo sabes, ¿verdad?

—Espérate un segundo, que ahora se supone que tengo que tomar consejo del cabrón que me jodió la vida —comenté, sarcástica, y volví a girarme sobre mis talones con claras intenciones de dejarlo atrás.

—¿Le has hablado de mí, Ali?

Me paré en seco tras apenas haber dado un paso, haciendo el amago de girar la cabeza para mirarlo y parándome a medio camino, frunciendo el ceño. Había esperado que no me dejase ir con tanta facilidad, pero había asumido una carcajada y otro comentario irónico, no esa seriedad, y definitivamente no esa pregunta.

>>Uhm~ Supongo que tampoco sabe de lo que has sido capaz de hacer con tal de defenderme, ¿verdad~?

—No te confundas, Aiden —murmuré, con la molestia tan palpable que tuve que girarme otra vez para que lo viese—. Si ahora mismo apareciesen cinco personas y decidiesen darte una paliza delante de mí, créeme, no movería una dedo para ayudarte.

No de nuevo.

—No te creo~ ¿Sabes por qué? Porque sé que aun me quieres. Y, honestamente, es un poco patético ver cómo intentas olvidarme con un tío que claramente solo te quiere para follar, como todos.

Solté una risa baja, echando un vistazo al cielo, y lo repasé con la mirada antes de volver a hablar.

—Lo único verdaderamente patético es haber estado alguna vez enamorada de ti, Aiden.

La frase tuvo la suficiente contundencia como para dejarlo en el sitio, y por supuesto aproveché el momento para finalmente salir de ahí, no siendo hasta mucho más tarde que me di cuenta que lo que verdaderamente lo había dejado parado no había sido la fuerza de mis palabras si no el hecho de que, después de tanto tiempo, había admitido que me enamoré de él. Pero, si tenía que ser completamente sincera, no era esa la mierda que me dio vueltas en la cabeza mientras llegaba a la academia.

Ni siquiera cuando me aparté del tumulto general para ir a fumar en una esquina escondida del patio frontal.

Lo que realmente no podía dejar de pensar era que quizás el imbécil tenía razón y era un poco patética; que aquella vez que tuve el impulso de escribirle a Joey que le quería nunca me dijo nada al respecto; que igual se estaba hartando de verme la cara en su apartamento todos los jodidos días, y que posiblemente me estaba creyendo cosas que no eran.

Que existía la probabilidad de que Joey también decidiese alejarse de mí algún día.

Como habían hecho Sasha y Konoe.

¿Y entonces quién me quedaría?

Solo Aiden.
​

—Fucking hate him —murmuré, dándole una patada a la pared del edificio antes de pegarle otra calada al cigarrillo.

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heyo, perdón por este tochaco que viene a cuento de nada but i wanted it desde hace un tiempo so eso (?) no espero que nadie se lo lea but if you did, there *le da galletitas*

 

No me daba ninguna clase de vergüenza venir escuchando la misma canción que me había acompañado hasta ayer en los casilleros, la tenía en bucle como una puta obsesa. Todo seguía muy tranquilo, quizá demasiado, si acaso de a ratos se me ocurría pensar que no le estaba prestando mucha atención a Altan y a la inversa lo mismo, pero no me rayaba tanto como habría estimado hacía unos meses.

Ni idea, había algo que realmente había hecho click desde que molieron a palos a la hiena frente a mis putos ojos.

El calor había aflojado un poco, pero de por sí no era nada friolenta y, esta vez sí, dejé la chaqueta en casa. Aunque me puse la camisa manga larga por si acaso. Iba llegando con los cascos puestos cuando me detuve casi en seco, olisqueando el aire. Arrugué la nariz, el ceño, todo, y empecé a voltear como un sabueso. Era... sí, claro, mira que iría a confundirlo. Esbocé una sonrisa floja y, vete a saber con qué motivación concreta, me desvié de la marea de gente hacia un costado del edificio. Mi predicción fue correcta, no esperaba menos de mi sentido del olfato y me bajé los cascos al cuello, quitando el cabello suelto por fuera.

—Ya decía yo que había alguien cometiendo ilegalidades —solté bastante al aire, la sonrisa se mantenía liviana y exhalé por la nariz, acercándome a ella sin prisa—. Qué mal, gringa~ ¿Debería reportarte?

¿Se la notaba de mala hostia? Por supuesto, si incluso llegando me pareció oír que le daba una patada a la pared, pero ¿me importó? No exactamente.

 

Era plenamente consciente de que no había buscado el mejor escondite del mundo; que si bien me salvaba de las cámaras de seguridad, no significaba que los alumnos no irían a verme si se esforzaban un poco —mucho menos con la melena rubia que llamaba la atención en cualquier lugar, incluso recogido como lo tenía—. Asumí, claro, que nadie tendría los huevos de acercarse a mí en aquellos momentos, pero parecía que había subestimado la idiotez de la gente del Sakura.

O quizás había olvidado que ya no éramos dos los condenados diablos de aquel sitio.

Vi a la enana acercándose por el rabillo del ojo, como para no hacerlo cuando tenía el pelo de colores y se había desviado del camino que todo el mundo seguía, y la repasé rápidamente con la vista antes de girarme finalmente sobre mis talones, encarándola mientras me hablaba. Pensé que era tonta o suicida a secas, la verdad, pero luego recordé que había estado en la mierda de la azotea, también en la mascarada, y que igual no era tan malo como parecía.

Me podría venir bien, ¿o no? Tener a alguien para distraerme.

Solté el aire por la nariz de golpe, en una especie de risa a medio camino de convertirse en un bufido, y le di una nueva calada al porro cuando ella terminó de hablar, casi como si fuese una provocación. Solté el humo de manera lenta, volviendo a recorrerla con la mirada sin ninguna clase de disimulo, y finalmente la sonrisa socarrona se extendió por mis labios.

—Preferiría que no, la directora ya tiene que estar harta de mí —comenté, con un ligero deje de diversión, y me encogí de hombros antes de extender la mano con el cigarro hacia ella, alzando ligeramente las cejas—. ¿Me dejarías convencerte para que no te chives~?

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i am: excited

 

La verdad, cualquier otra respuesta de su parte me habría decepcionado. Nunca le había prestado la debida atención a ella en particular, en especial siendo nueva en la escuela y con tanta información que retener, pero digamos que no hacía falta mucho análisis para medio adivinar algunas de sus características. Haberla visto en la fiesta de la azotea, su comportamiento general y la forma en que llevaba el uniforme eran pistas más que suficientes. Eso omitiendo el detalle del porro, claro.

Ah, y las circunstancias en las cuales se había comido a Altan.

Como tal ni siquiera me caía mal, sólo no sabía por dónde agarrarla y de ahí que no me generara especial simpatía. Que fuera amiga de Wickham, suponía, no ayudaba; pero eso no era su culpa, ¿verdad? Mis juntas también eran más que cuestionables y aquí me tenías, lloriqueando a cada rato. Seguí sus movimientos al darle una calada al cigarro y mi sonrisa se ensanchó, digamos, satisfecha. Un poco divertida también. No estaba libre de pecado, pero andar drogándose a escondidas a las ocho de la mañana no era muy buena señal de nada.

Otra vez, no me importaba demasiado.

Sentí sus ojos sobre mí, la forma en que me recorrió prácticamente de pies a cabeza, y no me generó ninguna reacción particular. La nube de humo se había suspendido entre nosotras unos pocos segundos. Cuando fui capaz de enfocar bien sus facciones, detallé el tinte de su sonrisa y su brazo estirado en mi dirección.

—Ah, qué más da. —Solté el aire y acepté el porro, dándole una buena pitada. Se lo regresé mientras retenía el humo y lo liberé sin prisa hacia un costado—. Eh, nada mal~

No diría, aún así, que mejoraba la calidad de la hierba de mini Ishi. Busqué uno de los bolsillos laterales de mi mochila, de ahí saqué una cajita metálica de mentitas y enganché la tapa con la punta de la uña. Me hice con un porro empezado y un mechero, en resumidas cuentas.

—Pero creo que esta es mejor —murmuré, hubo cierta suavidad casi burlona en mi tono al reducir la distancia entre nosotras y ubicar, con movimientos prolijos, el porro entre sus labios—. Ya me dirás tú~

Y giré la piedra del encendedor, el pequeño incendio iluminó tanto sus ojos como los míos y lo acerqué al cigarro.

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im: not sure whats goin on here but wont complain

 

A decir verdad, no había absolutamente nada que me asegurase que mi jugada no fuese a salir mal, aunque también parecía obvio que no me preocupaba en absoluto. Esa chiquilla y yo nos habíamos cruzado un total de dos veces en aquellas semanas, quizás tres, y como tal mi opinión sobre ella se basaba en puras suposiciones. Perfectamente podía ofenderse por mi ofrecimiento, contarle a la directora que me estaba drogando en su patio a las ocho de la mañana (aunque estaba segura de que la mujer no se sorprendería en absoluto) y luego... bueno, luego la tendría en mi punto de vista, claro.

Aun así, tenía buen ojo para esas mierdas, y la niña aceptó el porro sin poner ninguna clase de queja. ¿Cuál iría a poner? Free weed was free weed, after all. Se hizo un poco la interesante antes de aceptar completamente, pero me dio bastante igual y esperé pacientemente a que me diese su veredicto, ensanchando apenas la sonrisa cuando este resultó ser un aprobado. De nuevo, qué me importaba, pero por la gracia.

Iba a darle otra calada cuando me lo devolvió, pero me quedé mirando sus movimientos con un poco más de curiosidad de la necesaria, y al final me quedé con la mano suspendida en el aire mientras ella se hacía con su propio porro a medio hacer. Solté una risa floja al predecir sus intenciones e hice el amago de rodar los ojos, también, antes de inclinarme hacia delante para recibir el cigarro entre mis labios. Pensé que se pondría de puntillas, con lo jodidamente enana que era, y lo cierto es que ni siquiera sé porque no dejé que fuese así.

Eh, a saber para qué querría ponerme a su altura~

Dejé que encendiese el cigarrillo mientras mantenía la mirada fijada en la suya, en esos cuarzos tan bonitos, y me quedé en esa posición mientras le daba la calada, echando el humo hacia delante un buen rato después, una vez decidí erguirme. Fue un timing horrible, porque por supuesto no podía ser de otra manera, y es que al echar la mirada hacia el patio di de lleno con la figura de la única persona que, quizás por primera vez en mucho tiempo, no quería ver. Si me vio o no, no sabría decir con seguridad, pero de haberlo hecho, pasó de largo de mí y... ni idea, quizás eso estaba bien, también.

Sinceramente, prefería no pensar demasiado en ello.

Deslicé de nuevo la mirada hacia Anna y le sonreí con suavidad antes de devolverle el cigarro, volviendo al mío en el proceso. No estaba mala la suya, en verdad, y me pregunté si por algún casual compraba del Sakura. No por nada, pero de hacerlo no era la de Gay-den y mira, me iba a tener que pasar el contacto de su camello. Por probar distintas variedades, nada más~

—It's alright~ No creo que a mi amiga le haga gracia que me intentes llevar con otro camello, pero quizás me convenza algún descuento por conocida o algo.

Me giré, dejándome caer hasta notar la pared a mi espalda, y le di otra calada mirando hacia el cielo. Cuando solté de nuevo el humo, giré apenas unos centímetros la cabeza para poder mirarla mejor.

>>Me debías un zumo, ¿verdad? —solté, a saber por qué seguía recordando esa mierda aun a aquellas alturas—. No me importaría tomarme uno de manzana junto a una chica bonita. Supongo que puedo conformarme con un tanuki medio lindo, ¡pero no acepto otra fruta!

 

La diferencia de estatura era bastante pronunciada, a estas tías con piernas de modelo deberían cortarles un poco para darle de comer a los pobres, de verdad. No barajé de antemano los posibles escenarios, no era tan brillante ni me interesaba lo suficiente, así que más o menos al mismo tiempo que ella se agachó pensé que habría tenido que ponerme de puntillas. La tontería me dibujó una sonrisa en el rostro que servía de broma interna antes que de burla.

Ni modo, ¿no? Era un puto tanuki.

Aguardé a que inhalara, sus ojos se mantuvieron sobre los míos e igual se me ocurrió que estaba un poco salida la tía. Tenía, si se quiere, un destello opaco de depredador prendado a la mirada, y de esas cosas sabía un poco. Lamentablemente. Se irguió después, me pareció que veía algo más allá pero no le di importancia ni pretendí curiosear. De hecho, unos segundos antes de que ella echara la espalda a la pared yo había hecho lo mismo. Me quedé jugueteando con el mechero entre los dedos.

—¿Descuento de conocida? —solté, incrédula, y sostuve mi porro entre los labios para darle otro toque de fuego sin ocuparme ambas manos; era la práctica, vaya. Inhalé y exhalé—. Lo siento, linda, no es de esos.

Y era irónica que te cagas la ligera condescendencia con la cual dije aquello, como si yo no me hubiera valido de ser mujer para rascarle mierdas a los chicos o al francesito, pero al mismo tiempo (y de cierta forma) me enorgullecía que Kohaku nunca cediera a... bueno, nada. Suponía que alguien, en algún momento, le habría encontrado o le encontraría la veta, pero me jugaba un brazo que acabaría siendo un tío. Como sea, la cuestión era que a la rubia aquí tan exuberante no iban a servirle sus... dotes físicos ni de coña, y por algún motivo me revolqué un poco en esa gracia.

Debía estar muy acostumbrada a cumplir sus caprichos con ese escote, ¿eh?

Se suspendió un breve silencio entre nosotras, igual no pretendía ir a clases high as fuck así que, tras dos muy prudenciales caladas, carraspeé la garganta y regresé mi porro a su cajita. Su voz me hizo verla de soslayo y arrugué ligeramente el ceño, intentando hacer memoria. ¿Le debía un zumito? ¿Cuándo...? Ah, ¿esa vez en la enfermería? Sí, luego de la fiesta. Siguió hablando, me dispuse mentalmente a contestarle pero me frené, aunque no de forma visible, hacia el final. ¿Tanuki medio lindo?

Sí, y mis huevos.

—Bueno, nobleza obliga, ¿no? No quiero que la policía de los zumitos me atrape. —Me encogí de hombros, distrayendo la mirada en el cauce lejano de gente, y volví a observarla de reojo—. Aunque si te acabas eso tendré que ser yo quien los llame, pero para llevarte en camilla adentro.

 

Capté el ligero tono condescendiente con el que me contestó al vuelo, haciéndome alzar una ceja inquisitiva mientras la miraba. No sabía exactamente a cuento de qué venía, pero podía llegar a imaginármelo, y no pude evitar soltar una carcajada liviana, negando un par de veces con la cabeza. No era por ahí por donde pretendía ir con mi pregunta, ni de coña, pero suponía que tampoco podía culparla por haberlo asumido, ¿verdad?

Lo único que hacía con mi vida era menear un poco la caderas, esperar que todo el mundo me hiciese caso por ello y ofenderme más de lo que debería cuando no sucedía.

—What a pity, then~ —murmuré, al final, encogiéndome de hombros—. Supongo que me quedaré con mi hierba mediocre pero asequible.

Su reacción a mi pregunta me hizo algo de gracia, una bastante genuina de hecho, y suavicé un poco la sonrisa mientras esperaba a que me respondiese. Sinceramente, si se acordaba o no, me daba bastante igual (de nuevo, ni siquiera entendía por qué yo recordaba aquella estupidez), y si decidía rechazarme la oferta... suponía que me daba bastante igual, también, pero no perdía nada por intentarlo.

Seguí el camino de su mirada con algo de pereza, viendo como la gente seguía entrando en la edificación y pensando lo poco que me apetecía tener que lidiar con eso. Volví a centrarme en la enana cuando habló, logrando sacarme otra risilla divertida, e hice un puchero de decepción antes de apagar el cigarro contra la pared y guardármelo entre mis cosas. La chiquilla no parecía especialmente emocionada por la idea, pero me importaba bastante poco porque tampoco era que la estuviese obligando, y me estiré hacia arriba en cuanto me separé de la pared.

>>Venga, bonita, no hace falta que te preocupes tanto por mí~ —canturreé con un claro deje de ironía, revolviéndole el pelo a la pasada, y le eché el brazo por encima para arrastrarla fuera de nuestro pequeño escondite improvisado—. ¿Cuál es tu sabor de zumo favorito? Strawberries~? —añadí, haciéndome con una mechón rosado entre mis dados para observarlo, divertida.

Quizás Aiden tenía razón, sí. Quizás Joey me quería solo para follar, igual que la niña esta me habrá caído para divertirse un rato porque estaba aburrida, ¿pero en qué momento había asumido que sería de otra manera? ¿Por qué iba a ser de otra manera, cuando yo misma ya había asumido que era para lo único que los demás me querrían?

Cuando yo había hecho que ese fuese el caso.

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Te la puedes arrastrar bebi <3 O mandarla a la mierda, también lo veo una opción viable (???

 

Al final, ayer fui incapaz de regresar a la reunión. Puede que hubiera arrancado más cables de los que pretendía, pero para el caso, el resultado fue el mismo: el tiempo se me escurrió entre los dedos y di un leve respingo al escuchar el rastro de la campana anunciando el fin del receso. Los pies me llevaron al aula casi en piloto automático y pasé por completo de la existencia de Joey y Alisha. Al menos no volvieron a dirigirme la palabra.

Que precisamente fuera esta la semana que no trabajaba comenzaba a parecerme una auténtica putada. Empezaba a darme cuenta que la rutina agotadora de siempre no era sólo puro sacrificio, sino también una muy eficiente pantalla de humo. Las clases acabaron y busqué excusas hasta debajo de las piedras para mantenerme en movimiento. Me encargué de recoger a los niños de la escuela, hice las compras, luego la cena. Pretendí lavar los trastos también, pero papá me detuvo en seco y básicamente me mandó a descansar. Obedecí a regañadientes y cuando pasé por la habitación de Danny, la voz del niño me detuvo en seco.

—¿Estás bien?

Tuve que asomarme dentro para corroborar que no me lo había imaginado. Estaba sentado al borde de su cama, con una soga mordisqueada en las manos y Betty moviéndole la cola. Sus ojos se fijaron en mí y sentí que no había caso en mentirle; que él, desde su pequeño gran mundo, era capaz de comprender muchas más cosas que yo. Pero no podía abrir la boca.

—Claro, cielo, sólo estoy un poco cansada.

Si lo hacía, iba a romperme.

Danny me siguió mirando, ni siquiera parpadeó, hasta que unos segundos después regresó su atención a la perra y fue como si nunca me hubiera hablado en primer lugar. Sentí un alivio inmenso, me encerré en mi habitación y supe que era una maldita cobarde.

El día siguiente lo arranqué, como venía siendo usual, con los sistemas reseteados; al menos lo más posible. Fue luego de cambiarme los zapatos que me entró una llamada y arrugué el ceño, revisando el móvil. La mala hostia fue instantánea, pero atendí y la disimulé como una campeona.

—¿Sí?

Era mi jefe.

—Pierce, ¿puedes venir hoy a la tarde? A eso de las siete.

Su tono era escueto y grave como siempre, aunque también sonaba algo hastiado. Parpadeé ligeramente, las gotas de lluvia cayendo casi a cámara lenta. Permanecí debajo del techo externo y apoyé el hombro en una de las columnas, cruzando los brazos. ¿Ahora necesitaba algo de mí? ¿Luego de haberme suspendido por estar puto enferma?

This fucking asshole.

—Sí, ¿para qué?

—Alguien quiere hablarte, un socio de Hanson. —Bufó, vete a saber por qué, y yo simplemente me forcé a pasar de largo el apellido—. No doy las órdenes, sólo me toca ser mensajero.

Supuse que con eso se refería a que no podía darme un puto detalle al respecto. Tampoco me apetecía conversar con él, de todos modos, así que suspiré y me distraje en el cielo encapotado.

—Shady —murmuré, sarcástica, y le quité mi peso a la columna—. Vale, estaré ahí entonces. Adiós.

—Nos vemos.

Corté la llamada prácticamente encima de sus palabras, repasé el patio con la vista y me di la vuelta, volviendo al interior del edificio. Pensé que, técnicamente, debería haber regresado a los zapatos iniciales cuando atendí la llamada afuera, pero no me daba la puta gana ser tan responsable y lo mandé a la mierda, dejando unas ligeras marcas de humedad al cabo de unos metros.

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dont mind me, relleno sabroso pa mis tramas

 

As expected, el chico no tardó nada en aceptar mi brazo para ayudarme a salir, y aunque en un principio pensé en hacer el amago de tirar de él para asustarlo, terminé por desechar la idea cuando escuché su cumplido. En su lugar, mi sonrisa se ensanchó más de ser posible y murmuré un 'thanks' canturreado mientras aceptaba que me colocase su propia camisa sobre los hombros.

Recogí mi uniforme también, poniéndome las prendas juntos a la suya, y no me inmuté ni un poquito cuando lo sentí recorriéndome finalmente con la mirada. Conociendo un poco más a este chico como lo conocía, algo me decía que no cargaba ninguna clase de intención con ello, ¿pero qué más daba? Me gustaba que me mirasen, y en esos momento era lo único que realmente me interesaba.

—¿Hmm? —murmuré, y levanté el brazo derecho para acercar la tela a mi nariz durante unos segundos—. Huele bien, no worries~

Se ofreció después a acompañarme a clases y yo asentí con la cabeza, comenzando a caminar a su lado para alcanzar el patio frontal y cruzarlo hasta el edificio. No es que tuviésemos mucha más opción que ir juntos, teniendo en cuenta que casi debía tocar la campana e íbamos a la misma planta, pero tampoco tenía mucha queja por ello en ese instante concreto.

>>¿Y tu proyecto qué tal? ¿Con quién estás en el grupo~?

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posteo aquí bc doble posts y cosas, pero te la puedes arrastrar hasta arriba, si quieres uwu