Habitaciones Mundanos Scarsbury había dado finalmente la orden, era hora de hacer nuestro debut en misiones de este tipo, ya antes había visto algunas de las armas que tenia el gigante en su arsenal por lo que ya tenia una que otra prevista para usarla, rápidamente ingrese a las habitaciones y me prepare, abrí mi cajón donde tenia una que otra cosilla que me pudiera servir, las tome y las metí en mis bolsillos, tome mi par de guantes negros sin dedos y los ajuste lo suficiente en mis manos, tome el arete de mi oreja derecha y me lo coloque. Mi chamarra tenia varias funciones por lo que me la quite y abrí el ziper del gorro, mismo que quedo de forma de una pequeña capa, misma que rápidamente ajuste con los otros ziper en la espalda para que quedara sellado, en las mangas abrí aquellos cerrojos de correa y los libere, doble hacia afuera las mangas y volví a apretar los cerrojos, ahora las mangas las tenia a medio antebrazo, sin el gorro me daba mas visibilidad y la parte trasera que antes era el gorro quedaba justamente como un compartimiento con correas para ajustarse, probablemente podía guardar algo allí detrás.
Sala de entrenamiento Con los comentarios de Tommy, no puedo más que reírme jovialmente. Me gusta este chico, alguien animado y exuberante es lo que necesitamos. En ese momento, Scarsbury nos insta a prepararnos para comenzar la misión. Si tenemos que elegir un arma, tendré que pasarme por la sala de entrenamiento. La daga no está mal, pero puede que encuentre algo más acorde. Despidiendo a Tommy, le digo que marcho a la sala de entrenamiento, que si quiere puede venir conmigo para enseñarle el camino, y después igual llevarlo a ver la habitación antes de comenzar la misión. De camino, paso al lado de la mesa donde están el grupo de Amalia y Seth, y les animo a darse prisa. —¿Estás preparada, Amalia? Nuestra primera misión —apoyo la mano en su hombro. —Podré ver cuanto has mejorado, que emoción. Con paso ligero, me encamino hacia las escaleras, en dirección a la sala de entrenamiento. Por el camino medito un poco en todo el asunto de la misión. Es cierto que alguna que otra vez vi licántropos, aunque no tenía ni idea de lo que realmente eran. Me acuerdo cuando en todo el pueblo nadie veía lo que yo, y o frustrante que llegaba a ser a veces. Pero ahora, con todos mis compañeros, reencontrarme con estas criaturas va a ser totalmente diferente. Y que decir de salir al exterior después de seis meses. Soy un chico de campo, o de mar mejor dicho. Mar... Lo que daría porque nos lleven a una playa, una ciudad costera o cualquier sitio cerca del mar. Sería como volver a casa, la paz que me daría eso es incalculable. Con mis pensamientos, los pasos me llevan a la Sala, donde Jesse anda pensando en sus cosas. —Oye, Jesse. Lo que te he dicho antes es cierto, seguro que vas a ser una líder estupenda —me acerco a ella, y pienso en como se debe sentir. Al fin y al cabo, decir de sopetón que vas a ser la organizadora de todo el equipo conlleva mucha responsabilidad, y se necesita de un carácter férreo. —Pero si necesitas en cualquier momento, estoy aquí para ayudarte. Se que es una carga muy pesada, así que recuerda que no estás sola —le lanzo una sonrisa amigable entrecerrando los ojos.
Sala de Entrenamiento Scarsbury se volvió a nosotros y nos informó de dirigirnos a la Sala de Entrenamiento para elegir nuestro armamento. Y así lo hice, me dirigí con el resto del grupo a la Sala de Entrenamiento. Todos veían las armas y no se decidían, yo vi una por una, hasta que visualicé la que me llamó la atención; un arco negro y una bolsa de flechas. - Esto es asombroso, me trae recuerdos cuando íbamos de caza a las Montañas Nevadas — la toqué con mis manos mientras esperaba más instrucciones de Scarsbury. - Espero poder tenerla en algún momento - dije en voz baja, mientras llegaba más gente a la Sala.
Comedor - Pasillos - Sala de entrenamiento Levanté la cabeza y saludé a Retnuh con una sonrisa apagada cuando noté que se sentaba a mi lado. De vez en cuando le oía reírse de quién sabe qué, realmente había dejado de prestar atención a lo ocurrido en el comedor desde aquella particular noticia. Mi cabeza ahora era un hervidero de pensamientos que no me dejaban atender con claridad. De vez en cuando jugueteaba con el borde de mi camisa para distraerme con algo. Sabía que si seguía así, iba a acabar arrepintiéndome de mi elección. Me avergonzaba pensar en lo asustada que me encontraba ahora mismo. Casi parecía que estos seis meses no me habían ayudado en nada, volvía a ser la asustadiza chica que una vez entró a esta academia sin ser capaz de hacer nada bien por si misma. Apreté mis mejillas y sacudí mi cabeza con suavidad, negándome a aceptar aquello. "¿Estás preparada, Amalia? Nuestra primera misión." Aquella voz... Max, cómo no. Todos mis pensamientos fueron apartados hacia un segundo plano y giré la cabeza para ver al chico frente a nosotros, apoyando una mano en mi hombro. Arqueé mis labios en una mueca nerviosa, sin saber muy bien cómo llegar a responderle. Me negaba a mentirle descaradamente, pero creo que con la mirada que le dirigía debía de hacerse una idea de cómo me sentía ahora mismo. "Podré ver cuanto has mejorado, que emoción." Sus palabras me había tomado por sorpresa, mentiría si dijese lo contrario. Él me observó tan tranquilo por última vez y apartó su mano finalmente, dirigiéndose junto a los más ansiosos hacia la sala de entrenamiento indicada por Scarsbury. Le miré partir hasta que desapareció tras la puerta, y parpadeé dos veces tratando de procesar la información. ¿Realmente... había mejorado en algo durante estos seis meses? ¿De verdad estaba tan seguro de ver algún cambio en mí en esta misión, más seguro incluso que yo misma? Bajé la cabeza, levantándome de mi silla y dirigiéndome junto a los demás hacia la sala indicada, y no pronuncié palabra alguna el resto del tiempo. Quizás lo que fallaba en mí, lo que hacia que ese terror volviese a surgir una vez más... es que no tenía la suficiente confianza en mí misma. Pero eso iba a cambiar, iba a demostrarles a todos lo que Amalia valía de verdad.
Sala de Entrenamiento Después de pasar por lo que era las habitaciones de mi gente mundana ingrese rápidamente a la sala de entrenamiento o el patio de juego de Scarsbury, ni me di el tiempo de revisar las armas, sólo me dirigí rápidamente con mi grupo que se encontraba Max, Amalia y otro grupo de chicos entre ellos Jesse y el mundano que tenía la risa escandalosa y problemas de personalidad. Camine entre ellos mientras observaba las armas, había grandes y pequeñas pero esperaría la instrucción de Scarsbury para poder tomar la mia. --Nervioso hermano?-- cuestione a Max mientras lo tomaba por el hombro y al mismo tiempo me acercaba un poco a Amalia y le despeinaba un poco el cabello.
Sala de entrenamientos Seguí a Max. Me cayó bien este sujeto, era como el comité de bienvenida: te guían y te ofrecen ayuda para adaptarte. Me alegra ser parte de los madonnos, porque al parecer los netflix de ángeles no tienen la actitud. Eso deja que desear, ¿eh? Confiado en que íbamos a las habitaciones, pues me había dicho que me las presentaría, seguí contemplando todos los pasillos, pero llegamos a un lugar con muchos cuchillos y cosas filosas, y... ¿armas? —Hey, Max. ¿Estos son los dormitorios? >>...¿n-no tendrán una almohadita o algo así? No sé si por ser madonno los cuchillos sean cómodos...
Habitaciones Mundanos Me di cuenta que no fui por mi equipamiento y sabía que era necesario. No preste atención a nada solo me fui a nuestras habitaciones fui por busque mi equipamiento y sin sin más me fui sin darme cuenta que habían personas ay. -lobos... ¿Son más difíciles de matar que las hadas? Tal vez si. Pero ya dije lo que pase con los demás ya no me importa... O al menos eso es lo que yo creo creer. ¿Porque se preocupan por mí?... No ellos no se preocupan de mi sólo que si uno de nosotros muere el jefe se enojaría.... ¿Verdad? ¿Entoces no está mal ayudarlos si solo es por eso? ¡Calor que si! Así que me fui a la sala de entrenamiento para esperar o irme... Bueno espera no quiero estar solo en un bosque... De nuevo.
