Si había algo en lo que destacaba aparte de vivir molesta con el mundo era su jodida terquedad. No apartó el contacto visual en ningún momento ni tenía intención de hacerlo, aunque eso supusiera quedarse allí hasta que llegase la noche; no iba a dejarle saborear la victoria por más insignificante que fuera. Casi se relamió, satisfecha, al notar la molestia con la que le miraba desde arriba. Estaba haciendo bien su trabajo. —¿Ese es tu surtido de insultos? No me hagas reír —dejó escapar el aire por la nariz y alzó el mentón, arrogante. Dejó escapar un gruñido sordo cuando lo vio llevar un dedo hasta su frente, pero esa vez fue más rápido y no alcanzó a golpearle—. Vuelve a ponerme un dedo encima y te estampo el teléfono en la cara. El acuerdo de no volver a meterse en problemas iba a durarle un día a ese paso, pero el chico se lo estaba poniendo a tiro. Que le jodan. Ensanchó su sonrisa, tensa, todo en ella exudando cierta sensación de peligro. Fingió cierto tono sedoso en sus últimas palabras que solo la volvían más intimidante. Joder con la enana. >>Rodéame, guapo. Último aviso.
Pff, pequeña insolente. Casi y le provoca una ronca carcajada al escucharla hablar, permitiendo mostrarle apenas una sonrisa arrogante como respuesta, escudriñándola. Estaba tentándolo a rodearla, pero no para pasar de ella sin dejar algo grabado en su preciosa cabeza, merecía llevarse un recordatorio. —¿Ponerte un dedo encima? —susurró con cierta mofa teñida—, ya quisieras que pusiera algo más que un dedo sobre ti, niñata. No se le sabía el nombre, tampoco se lo preguntaría, pero indudablemente comenzaba a despertar la curiosidad por saberlo. Aquella interacción parecía más una rivalidad forjada y firmada finamente. Indudablemente no sería él quien perdería, sin embargo la que terminaría tras él sería ella. Se movió a la derecha insinuando que comenzaría a caminar hacia adelante, al rodearla, tal y como ella deseaba. Merecía pensar que la estaba complaciendo, que él estaba perdiendo. Fue entonces que su dedo índice se movió por el costado de ella, sujetando la banda elástica del sostén, estirándola en un instante para soltarlo y permitir que su propia prenda superior le pringara la piel, pese a que el tacto fue por encima de la camisa escolar, procurando que nadie más que ella viese y sintiese el pringón del elástico. —Espero no volver a verte —mintió perdiéndose entre los estudiantes. No era tan imbécil para esperar un golpe que seguramente vendría de su parte. Entonces... ¿Quién había perdido realmente? Porque él, había ganado interés en el esmeralda que hacía juego con su ámbar, definitivamente.
Frunció el ceño aún más si cabía cuando escuchó ese timbre de voz que empezaba a revolverle el estómago. El tipo sabía cómo tocarle los ovarios, parecía haber nacido con un don natural para ello y eso le daba cierto poder sobre ella que nunca llegaría a admitir. Al menos contaba con un mínimo de sentido común para dejar de mover los labios y empezar a caminar, porque su advertencia no era ni por asomo un farol. La sonrisa de suficiencia que dibujó en sus labios mientras el tipo obedecía a su orden, buscando cabrearlo en el proceso, desapareció de un chasquido al sentir uno de sus dedos acariciar la tira de su sostén. Fue una milésima de segundo; se apartó con tal velocidad que la tira impactó contra su cuerpo y le mandó una descarga eléctrica que no deseaba sentir. El rostro se le encendió de súbito y se volvió hacia él, gritando improperios dispuesta a tirársele encima aunque fuera allí mismo, cuando notó cierta cabellera albina adentrarse desde el final del pasillo. Fue tal el segundo de despiste que el cabrón logró escapar. Su mirada esmeralda se posó en el príncipe de la academia con una molestia extraña. Empezaba a ver a Zuko hasta en la sopa. —Hijo de puta... —masculló entre dientes, apretando los puños antes de dar media vuelta. Las mejillas enrojecidas la traicionaban, y odió con toda su alma ser una adolescente hormonal más. Me cago en mi vida. Apenas pudo alejarse de la zona de los casilleros en su totalidad cuando una nueva silueta detuvo sus pasos. Una alumna de segundo año, de cabello y ojos claros, le saludó con delicadeza y le pidió unos segundos de su tiempo. Shawn se llevó una mano a la nuca, algo exasperado; parecía que toda la academia se había puesto de acuerdo en hablarle justo cuando menos lo necesitaba. A pesar de todo dejó caer la mano con un suspiro, pues nobleza obliga, y se esforzó en brindarle una pequeña sonrisa a la chica. Casi pareció disculparse con aquel gesto ante cualquier desliz fruto de su malestar. —Qué lástima, ya me estaba haciendo ilusiones —comentó con naturalidad, intentando desvanecer nervios e inseguridades que su kohai pudiese tener en el proceso. Shawn lograba que hablar con él fuese especialmente cómodo, siempre amoldándose a la persona que tenía delante. Notó cómo se abría a un costado y asintió, indicándole con la cabeza que le siguiera—. Iba hacia la enfermería a por una pastilla, así que no veo por qué no. Inició así la marcha hacia el pasillo de la planta baja, reduciendo el ritmo de sus pasos para darle pie a que se explayase todo lo que necesitase. Lo cierto es que le daba curiosidad, ¿sería otra miembro potencial de los clubes que dirigía? Viéndola bien, no parecía del tipo que le gustaban los deportes de por sí, pero no había que juzgar un libro por su portada. Buscó rellenar el silencio inicial con las presentaciones, animándola así a hablar con comodidad. >>Intuyo que ya conoces mi nombre, así que es todo un placer, Middel-san. Contenido oculto Me descojono con el cambio de mood entre uno y otro ayuda
Se mantuvo cuanto menos impasible ante la broma con la cual respondió a su comentario, y asintió tranquila con respecto a la enfermería. Comenzó a caminar a su lado. —Sí, de hecho es extraño no conocer tu nombre en esta Academia —reconoció, manteniendo la vista al frente, y sonrió con cierta diversión al agregar—: Aunque eso ya debes saberlo. ¿Qué clase de estudiante con la popularidad suficiente para ser considerado un príncipe no era consciente de ella? Al menos, el muchacho no lucía pedante ni egocéntrico. Era, de hecho, bastante agradable su compañía y el color de su voz. No tenía pintas de estar en su mejor día, podría haberla evadido con cualquier excusa y, sin embargo, allí estaba. Popular, afable y servicial. No precisaba más. —Senpai, ¿alguna vez pensaste en contribuir a mejorar esta Academia?
Se sonrió al escuchar la popularidad con la que contaba su nombre, pero logró mantener el tipo y no agregó más. Conocía de sobra el título que se había ganado, pero se encontraban demasiado cerca de cierta persona y no quería volver a ganarse otro golpe en la cabeza. Ya tendría tiempo de fanfarronear más tarde, fuera del rango de peligro. Había algo en su tono de voz que le producía una calma indescriptible. Sosegada, suave; decía lo justo y preciso como para hacerse entender, pero era más que suficiente. Apenas alzaba la voz más de lo necesario. La escuchó con interés genuino; ojalá la academia aprendiese de ella. Su jaqueca se lo agradecería. —Puede que suene egoísta, pero las únicas formas en las que pensé en mejorar la academia estaban estrictamente relacionadas con mis intereses personales —se sobó la nuca de forma distraída. Dicho así no sonaba muy bien, no—. Ganar los campeonatos deportivos otorga subvenciones y una buena imagen de cara a otras academias, pero es obvio que para mí eso era secundario. Así que si eso no cuenta... me declaro culpable. Alzó las palmas de sus manos fingiendo inocencia, sin borrar una leve sonrisa. Bajó las manos lentamente antes de añadir. >>Pero parece que tú tienes otra idea en mente, ¿me equivoco, kohai-san?
Escuchó sus palabras con atención y se permitió esbozar una suave sonrisa a la par que meneaba la cabeza. —Una estructura piramidal es eficiente en ciertas ocasiones, pero no me parece un modelo idóneo —comentó como quien no quiere la cosa, entrelazando las manos tras la espalda mientras caminaban; lo vio de reojo, ya que no poseían una diferencia de estatura notable—. Un sistema sólo puede mantenerse en pie y en equilibrio gracias a la coordinación e interacción de sus partes, que a su vez dependen de la coordinación de partes más pequeñas, y así sucesivamente. Lo importante no son las jerarquías de poder, sino la organización de trabajo. Dejó allí el tema, pues no pretendía espantarlo ni arrojarle demasiada información de repente. Le sonrió con mayor calidez al suspender una pequeña pausa y agregó: —¿Qué tal el desempeño de los clubes de baloncesto y esgrima, senpai? Tengo entendido que eres el presidente de ambos. "Parece que tienes otras ideas en mente". Bingo. Cerró los ojos un instante antes de alzar la mirada y asentir, llegando ya a las escaleras. —Como habrás oído en el acto de apertura, habrá elecciones pronto por la repentina renuncia de la presidenta. Senpai, ¿alguna vez creíste estar interesado en el Consejo Estudiantil?
Alzó las cejas, sorprendido, escuchando con atención su forma de ver el mundo mientras caminaban. Su kohai parecía haber nacido para el liderazgo y la oratoria, y contuvo el deseo de preguntarle acerca de sus planes a futuro, como un padre curioso. Sintió descortés cortar la línea por la que fluía la conversación cuando era notable que tenía algo que pedirle, que estaba tanteando el terreno. —Ojalá muchos más opinen como tú, linda —suspendió en el aire sus palabras con la vista al frente, localizando así las escaleras. Quizás fuese demasiado tarde para él, pero deseaba creer que siempre habría alguien como Bleke Middel—. El mundo solucionaría una gran parte de sus problemas sin apenas darse cuenta. Le devolvió la sonrisa cuando le preguntó por los clubes que dirigía. Recordó los anuncios que su hermano y él dejaron por los tablones de la academia y casi pareció escuchar con claridad sus quejas; no podría negarle que habían surtido efecto. —Estamos en fase de inscripción, pero me alegra decir que contamos con un gran número de integrantes; varios de primer ingreso. Tendrías que ver lo motivados que llegan —soltó una ligera risa, sin poder ocultar la ilusión en sus palabras. La miró de reojo con interés—. ¿Qué hay de ti? ¿Algún club que captase tu atención? Una vez llegaron a las escaleras le hizo un ademán para que liderase la marcha y se volvió hacia el costado, permitiendo el tránsito de alumnos con comodidad. La escuchó hablar del Consejo Estudiantil de la academia y de la renuncia que la presidenta hizo el primer día. Negó con la cabeza ante su pregunta. —No ha estado nunca en mis prioridades. Suelo ser delegado del aula y algunos quisieron recomendarme, pero los primeros años los viví demasiado centrados en el deporte —se llevó la mano a los bolsillos, dejando la planta baja atrás. Permanecio unos segundos en silencio, reflexivo—. Supongo que el resultado podría llegar a ser diferente ahora.
Continuó sus pasos meditando sobre su mentira. Oh, era tan fácil de hacerle sentir culpable por alguna acción que consideraba reprochable, sin embargo lo que estaba a punto de hacer al sentir la adrenalina en su piel no lo consideraba de cerca, una mala acción. Se cercioró de que a lo largo del pasillo el ruido de los pasos ajenos a los de Altan fuesen disminuyendo, procurando que nadie viese lo que estaba a punto de cometer. A fin de cuentas, sería un accidente. Palpó el marco de una puerta y le empujó dentro con toda la fuerza que tenía, estando la madera ajustada, cayendo sobre Sonnen por su propio peso al aferrarse de la camiseta escolar, denotando aquel espacio cerrado al sentir las manillas vibrar. Seguramente estaría oscuro, pero ella llevaba en la oscuridad superficialmente hace un tiempo ya. Se mordió el labio sin importarle que quizá, le había golpeado la cabeza al caer y cerrarse la puerta tras ella, sin percatarse de que aquella puerta había quedado sellada al ser abierta únicamente con llave. Llave que tendría probablemente el señor del aseo. Inhaló como si de valor se tratase, teniéndolo arrinconado contra la pared al nulo espacio. —Natsu no es... nada de lo que tú dijiste en el comedor. Cretino. Poco le importaba que sus labios estuviesen a un milímetro del mentón ajeno. Poco le importaba que se hubiesen quedado encerrados. Si con eso, le haría entender que no tenía el derecho de expresarse de tal forma, sobre Gotho.
Contenido oculto: No tengo remedio Nadie: Absolutamente nadie: Yo: que rolee a Altan con Girlfriend de fondo dicen Altan en HxH: Violet es mi amor de la infancia Altan en Gakkou: Violet es mi enemiga declarada Me descojono Había decido ir a la máquina del pasillo al ver a algunas otras personas en la de la cafetería y había notado los pasos de Violet tras él, no era ningún imbécil, y para lo bueno que era para meterse en líos pues era sencillo darse cuenta cuando alguien lo seguía. Aún así lo tomó por sorpresa la cabrona, se había movido como lo hacía a él, como un monstruo desatado casi, sin dar advertencias de nada y fue eso lo que hizo que lograra su cometido. Si hubiera dado signos de lo que estaba por hacer la hubiese podido esquivar sin problema y la jodida idiota habría terminado encerrada sola. Pero había bajado la guardia. Había aprendido la lección eso sí. Gruñó al sentir que se golpeaba la cabeza contra la pared. La migraña palpitó de nuevo, atravesándole el cerebro de lado a lado. Se llevó la mano a la zona golpeada y entonces sintió el cuerpo ajeno, acorralándolo, y la poca paciencia que había logrado tener durante el día se desbordó por fin al escuchar las palabras de la chica. Joder. Primero Kurosawa llenando sus vacíos con él meses antes. Luego Jez pidiéndole un beso aunque no lo amaba la madrugada anterior. Y ahora la jodida perra de Gotho. Las mujeres eran un puto desastre incomprensible. En otras condiciones la cercanía con una desconocida lo habría vuelto el imbécil social que era, pero esa chica era... Idiota a secas y lo estaba provocando, sin saber el puto problema en el que se estaba metiendo. La apartó de él con un movimiento rápido, arrinconándola entonces contra la puerta. Le importaba una mierda la oscuridad, la memoria trabajaba incluso en esas condiciones. Logró colocarle el brazo contra las clavículas, ejerciendo la presión suficiente para mantener siquiera un mínimo de sana distancia entre ambos, los escasos centímetros que permitía ese reducido espacio. No había buscado lastimarla, en lo más mínimo, sólo alejarla de sí. Suerte tenía la desgraciada porque si hubiera estado siquiera un poco más alterado, la cabeza no le hubiese funcionado y mínimo le habría soltado una bofetada, para que se acordara con quién mierda estaba metiéndose. Incluso si después se sentía como una puta escoria de la sociedad. Jodida suertuda, de verdad. Entre Jez, Anna y Suzumiya lo tenían hecho un jodido blando. Qué desperdicio. La voz surgió de su pecho como el gruñido de un animal. No quedaba ni rastro de la poca calidez que había sido capaz de externalizar antes en la mesa con los demás. —¿Por eso me seguiste como una jodida loca? ¿Por eso dejaste el grupo? —preguntó y luego soltó una risa sin gracia, plana. A pesar de que ya no la tenía tan exageradamente cerca, aún así sintió su aliento chocar contra ella—. Si vas a encerrarme en un puto armario de limpieza al menos asegúrate de soltarme algo más creativo que el hecho de que soy un cretino. Soy, de hecho, un cretino y lo disfruto. Me aburro fácilmente y serlo me da algo de diversión, porque vivo rodeado de putos imbéciles. Tiresias. El adivino ciego. Perdió la vista por espiar a Atenea o por meterse con Hera. Ciertamente, esa idiota no tenía ningún don de adivinación. Maldita información innecesaria. Jodido cerebro de archivo. Apretó el puño en torno la ropa ajena. —¿Qué no lo es? —sintió la ira burbujear de una manera que no la sentía desde hace tiempo. Aún así leía a la gente como quien lee un libro, si esa tonta estaba allí era solo por un motivo—. Me importa una mierda cómo sea Gotho contigo, si asombrosamente tiene otro lado, pero va a dejar a mi amiga en paz o vamos a tener problemas importantes y no solo conmigo, jodida niña idiota, si sigue metiéndose con Jez la mitad de los que estaban allí sentados en esa mesa, donde te recibimos, van a moderle la maldita yugular a tu adorado Natsu. Y puedo echarme toda la responsabilidad encima para evitar que salgan perjudicados los demás, como si me expulsan de esta jodida escuela, me trae sin cuidado. Incluso después de lo que había costado que lo transfirieran. Gotho y su zorra le habían tocado lo suficiente los cojones ya. La soltó entonces con brusquedad. —¿Te molestaste en preguntar por qué me estaba cagando hasta en los muertos de Gotho? No, porque te importa una mierda, porque no quieres saber lo que hace Gotho a tus espaldas. Si quieres pruebas pregúntale a la misma Vólkov, a Suzumiya, a Eris Tolvaj, a toda la 3-2 si te viene en gana, pero deja de venir a joderme. Y la próxima, piensa mejor tus estúpidas acciones. Romperte sería como romper un palillo de dientes. Estiró la mano, buscando el pomo de la puerta, pero al girarlo se dio cuenta de que la cagada de Violet había superado con creces toda expectativa. ¿Tendría que romper una puta puerta? Ganas de destrozarlo todo no le faltaban.
Contenido oculto Sus manos terminaron prontamente en el antebrazo al estar arrinconada contra la puerta, esperándose algún griterío pero en vez de eso obtuvo a cambio la intimidación que avivó la furia en su interior, tratando de apartarlo, sin embargo la diferencia de fuerza era clara, lo que provocó y apenas tragase grueso. Sus piernas temblaron, pese a ello su espítiru se mantuvo fuerte. ¿Temerle? Estaba permanentemente en la oscuridad arreglándoselas para llevar una vida normal, y aquel imbécil quería, ¿intimidarla? En qué se estaba metiendo. Frunció el ceño en la oscuridad, erizándosele la piel ante el respirar ajeno tan próximo como para sentirlo. Loca, no, no estaba loca. Qué vulgar. La yema de sus dedos se deslizó por sus mejillas, pero el toque no fue ni cerca similar a cuando buscó reconocer al joven amable de la cafetería, esta vez sus dedos ardían con necesidad al buscar detallar las facciones que se dedicaría a odiar por el resto de su estancia en aquel lugar, creándose un mapa mental de sus facciones, aferrada a no dejarlo ir. <<¿Qué no lo es?>> —No, no lo es —contradijo firme, segura de sus palabras. <<Me importa una mierda...>> La grosería en su voz, lo odioso que sonaba, la adrenalina que le causaba se acumuló en su pecho, provocando que se mordiera la lengua para no rebajarse a aquel sucio nivel en que él estaba, incrédula de sus palabras. Konoe sería su preciada amiga a futuro, y aquella alma de Dios no se expresaría de aquella forma de Gotho, lo intuía, y en tal caso en algún momento se lo preguntaría. Confiaba en ella. —Sucio —masculló jalándolo de la camiseta hacia ella, invadiendo completamente su espacio personal al hundirse en la curvatura de su cuello, ajustando su agarre de la camiseta, con la cólera a flor de piel. <<Romperte sería como romper un palillo de diente>> Su palma derecha comenzó a hervir, dándose cuenta que le había volteado el rostro parcialmente a Sonnen. Lo había cacheteado. Se mordió le labio, nerviosa. Oh por Dios. Natsu. Ayúdame.
Otro gruñido. La cabrona lo había tocado, era obvio que no era el mismo toque que le había dedicado a Ishikawa pero le importaba una mierda. Lo había tocado. Lo sacaba de quicio que chicas que no fuesen Jez o Kurosawa lo tocaran así, tan frescas, incluso si Violet no podía ver. Era el puto rey de los injustos. Podía disputarse el puesto de Hades con quien le diera la gana. Y no se había limitado a eso, la jodida desquiciada, se había pegado más a él si es que era posible. Sintió su respiración hacerle cosquillas en el cuello y una oleada de ira fundida con el más puro de los pánicos le envió alertas al cerebro, chamuscado por el alcohol de la noche anterior. Deja de tocarme, joder. Ya para. Y lo había abofeteado, la muy zorra. Volvió a reír, una risa inquietante, y quizás Violet debió agradecer no poder ver porque permaneció en su rostro como una de las sonrisas monstruosas que se le formaban en el rostro cuando armaba la bronca, cuando soltaba el primer golpe, cuando mordía en la yugular y saboreaba la sangre. Como el monstruo que podía ser. —Te dije que fueras más creativa, cariño. —La forma en que se había dirigido a ella era una clara parodia de Jez, cargaba consigo toda la ira que le corría por el cuerpo—. Y aprende a argumentar de una maldita vez. Vienes a defender a Gotho como una niña idiota, solo a repetir como una muñeca parlanchina que no es lo que dije que era. Te lo diré de nuevo, con palabras distintas. Era un Sonnen, además, un puto orgulloso de cuidado. Podía mover los hilos, ¿no? Los necesarios para que Violet saliera perjudicada sin siquiera tener que ponerle una mano encima. Tenía poder como los Akaisa y los Honda. Pero él no era de los que usaban la influencia familiar para joder a los otros. Lo hacía todo con sus propias manos. Bien. Distinguía las siluetas recortadas ya. Le ajustó la mano en el lado derecho de la cabeza y volvió a empujarla, estampándola contra la puerta. Enredó los dedos en su cabello, manteniéndola presionada contra la superficie, y las palabras de Ishikawa rebotaron en su mente. Suave. Puta mocosa. No vuelvas a tocarme en tu vida, maldita igualada. —Si vas a defender a Gotho yo también voy a defender a mi amiga, porque ella no merece que un insufrible como él la acose. Punto final. —Contuvo el impulso de separarla de la puerta para volver a estamparla contra ella con verdadera fuerza. Lo detenía quizás la imagen de las tres muchachas en la cafetería, de sus amigas. Maldita sea, tenía una correa en el cuello y lo aborrecía—. Tu ceguera no es física, estúpida, incluso si pudieras ver no te daría la gana ser consciente de lo que hace tu adorado Natsu y ese no es mi puto problema. No te atrevas a hablarme nunca más, no tengo tiempo para imbéciles, y mucho menos me toques. La hizo a un lado y se echó contra la puerta con fuerza, buscando hacerla ceder, sin mayor éxito. Afuera escuchó el sonido de una lata al caer en la máquina. —¿Sonnen-senpai? —Reconoció la voz de Koizumi—. Hmm, quizás entró al baño. —¡Koizumi! —Lo llamó casi con desesperación—. ¡Regresa, regresa! —¿Ah? ¿Cómo terminaste allí? Altan se llevó las manos al rostro, evidentemente ansioso. Estaba jodidamente encabronado, pero tampoco iba a joder a la estúpida, todavía. —Balaam tropezó y me llevó en banda —mintió sin más. —Vale, espérame un momento. Lo escuchó alejarse, posiblemente en busca de alguien que tuviera la llave de la jodida puerta. Para su suerte, no tardó demasiado, y consiguió a una de las personas de limpieza que abrió la puerta con facilidad, no sin dedicarles una mirada que no sabía si era confusión o desdén, a pesar de que Koizumi había explicado la situación. Altan se precipitó fuera, poniendo toda la distancia posible entre él y Violet, con el corazón desbocado en el pecho. —¿Senpai, estás bien? —Sí sí. Gracias, Koizumi —respondió de mala gana. Ahora más que nunca se sentía malditamente deshidratado. Le arrebató la lata de soda al menor, que no chistó siquiera al darse cuenta de que la necesitaba mucho más que él, que ciertamente solo quería guardársela para el camino a casa. Contenido oculto Insisto, tenía que sacarlos por favor xDDD
La risa le estremeció los sentidos, retrocediendo un paso atrás sintiendo la fría pared helar su frágil espalda pese a empezar a sudar. No tenía hacia dónde correr, a fin de cuenta la idea de encerrarlo con ella no debía atribuírsela a nadie más. Pero... el querer ser salvada se lo podría atribuir a cualquier. Jadeó apenas al sentir aquel empujón que le permitió detallar el marco del puerta con su cuerpo. Sino fuese porque aún contaba con algo de valor se hubiese dejado caer al suelo de rodillas, manteniéndose quita con el mentón en alto, mostrando que no expresaría verbalmente su temor, apretando los puños para sentir el largo de sus uñas. Porque lo sentía. Comenzaba a bajar la adrenalina siendo reemplazada por el instinto del pánico. —No tienes el derecho —murmuró como única defensa. Quería tocarlo una vez más, como si aquello le permitiese sentirse en igualdad de condiciones. Porque si algo caracterizaba a Violet, era defender a quienes quería con uñas... y si era necesario, con los dientes. No me empujes. Permíteme. Permíteme mostrar mi inconformidad. <<Tu ceguera no es física, estúpida incluso si pudieras ver no te daría la gana ser consciente de lo que hace tu adorado Natsu y ese no es mi puto problema. No te atrevas a hablarme nunca más, no tengo tiempo para imbéciles, y mucho menos me toques.>> Su corazón se le encogió. Nunca en su vida había sido amenazaba por alguien diferente a Natsu, el cual utilizaba palabras similares a Sonnen para alejarla de él. Nerviosa al escuchar la puerta abrirse se llevó las manos a su propio rostro. ¿Estaba llorando? Se ajustó apenas la tela que cubría sus orbes grisáceos, procurando borrar cualquier rastro de afección en su rostro. En la oscuridad pasaba inadvertida, pero con la luz podrían notarlo fácilmente. Si Natsu la veía así... Se limpió el uniforme mal trecho, sacudiéndolo con premura, caminando hacia fuera del estrecho cuarto, pasando por el lado izquierdo de Altan, apretando la tela de su camiseta, a propósito, mostrándole un acto de rebeldía ante aquella prohibición de tacto, siguiendo su camino con la frente en alto. Luego se disculparía con la persona que dio con el señor del aseo y permitió abrir la puerta, perdiéndose entre los pasillos con el vibrar de sus manijas al toma los objetos sólidos como indicaciones para sus pasos. Había memorizado los escalones, solo sería subirlos y rezar para no toparse con Gotho en su estado actual. La próxima vez lo tocaría más y más, hasta sacarlo de sus casillas, tal y como él la había sacado a ella.
Se había soltado a llorar, ¿no? Sí, se había dado cuenta incluso aunque había puesto distancia como si la otra estuviera rodeada de llamas y estas le hubieran lamido la piel, deshaciéndola. Lo había notado incluso aunque tenía los ojos cubiertos. Leía todo. Absolutamente todo. ¿Qué había dicho? ¿Que no tenía derecho? Como si le importara siquiera, le daba lo mismo. Derecho o no, siempre hacía lo que le daba la maldita gana y si no había cedido del todo al impulso violento había sido únicamente por... La puta correa. Soltó otro de los botones de la camisa, como si eso fuese a liberarlo. Estaba atado como un puto perro y se había dado cuenta demasiado tarde, lo peor era que se había atado solo y sorprendentemente la correa no la sujetaba la reina del control y la manipulación, ni por asomo. Jez. Anna. Suzu. ¿Qué hacía él enredado en esa clase de chicas? ¿Qué hacían esas chicas arrastrándolo a un mundo donde era evidente que no calzaba? ¿Qué había dicho la tonta confianzuda de Hodges? Ablandarse le quedaba bien. Pues que le dieran. Prácticamente se soltó del agarre de Violet al pasar a su lado con un manotazo, con los ojos desorbitados en su mezcla de confusión e ira, pero lo había soltado antes de que el golpe la alcanzara. Estaba harto, totalmente harto de haber terminado siendo contenido y usado como un perro. Siempre era igual, ¿no? La sensación de poder era una ilusión. Qué fastidio. Se deslizó por la pared hasta sentarse en el suelo, con la lata que le había arrebatado a Koizumi entre las manos. Flexionó las rodillas, para apoyar los brazos en estas y ocultar el rostro allí. —Senpai, ¿seguro que estás bien? —preguntó con el menor con un hilo de voz. Nunca lo había visto así—. Ah, ¡espera, Balaam-senpai! —Déjala irse —murmuró, llamando la atención de Koizumi—. Déjala. ¿Cómo iba a pretender siquiera que una chica como Jez se detuviese a mirarlo, cuando no era más que ira desmedida? Qué asco. Koizumi se acuclilló para darle un par de palmadas conciliadoras en la espalda. —Venga, mejora la cara. Las chicas se van a preocupar si regresas así. —¿Regresar? El de ojos verdes no respondió, se incorporó sujetándolo por la muñeca, y prácticamente lo arrastró por el suelo del pasillo hasta que no le quedó más opción que ponerse de pie y seguirlo. Definitivamente, estaba rodeado de putos imbéciles. Y encima eran de los que más jodidos terminaban después de juntarse con un monstruo como él.
Alisha Welsh Me había tomado mi tiempo para bajar las escaleras, después de todo mi cuerpo era especialmente sensible a toda esa clase de contactos y necesité algo de tiempo para estabilizarme. Gracias a eso, cuando pasé por el pasillo de la planta baja, pude ver aquella cabellera morena saliendo de la biblioteca y no pude evitar sonreírme. Lo tenía escrito por toda la cara, ¿verdad? Se había entretenido con Usagi-chan y había olvidado que teníamos club. Pues estaba de suerte. Me acerqué corriendo y lo rodeé con los brazos, atrapándolo, mientras le soplaba en el cuello, juguetona. Miré a mi alrededor con una sonrisa mientras me separaba ligeramente y le hice una seña de silencio mientras agarraba su muñeca. Tiré de él hasta meternos en los baños de las chicas y abrí un cubículo cualquiera para prácticamente empujarlo en el interior y sentarlo sobre la tapa. Cerré la puerta detrás de mí, con el pestillo, y me coloqué sobre su regazo con las piernas a ambos lados, pasando mis brazos por su cuello. —Dime, cariño, ¿te ha ayudado alguien con la resaca? —murmuré, sedosa, cerca de su oreja. Contenido oculto Gigi Blanche *sips tequila*
Joey Wickham No había podido avanzar mucho por el pasillo cuando sintió algo rodeándole la cintura y se giró en redondo, recuperando la sonrisa al comprobar que se trataba de Alisha. Se había llevado una mano a la nuca, allí donde le había soplado, y estuvo a punto de comentarle cuán contento estaba de no ser el único llegando tarde cuando... Bueno, a la mierda el club. Se dejó hacer con aquella sonrisa plasmada en el rostro, mezcla de diversión, picardía y fanfarronería. La chica siquiera había comprobado si había más gente en los demás cubículos, así que Joey sólo mantuvo la oreja parada, atento a cualquier ruido, mientras sentía su peso sobre el regazo y echaba la cabeza hacia atrás para verla a los ojos. —Ciertamente, no —susurró, con voz ronca—. ¿Qué me sugieres, Ali-chan? Sus dedos habían comenzado a trazar el contorno de las piernas femeninas, casi vagamente, permitiéndose enganchar los tablones de la falda para alzarlos y luego dejarlos ir, juguetón. Sólo había que verla, claramente estaba toda excitada. ¿En qué anduviste ahora, Ali-chan? —Soy todo oídos~ Contenido oculto jujuju pero bueno Gabi uwuwuwuwuw
Alisha Welsh La piel se me erizó al sentir sus dedos sobre mis piernas, casi como si estuviese tanteando un terreno que conocía demasiado bien. Lo dejé hacer, sin más, soltando un suspiro pesado aún cerca de su oído. —Estaba pensando... El murmullo sonó como un ronroneo, bajo, que no se perdió cuando comencé a dejar besos por su mandíbula hasta llegar a la barbilla. Mis manos se movieron con lentitud, pasando por sus hombros hasta comenzar a desabrochar su camisa y colarlas sobre su pecho. Me removí ligeramente, pegando más mi cuerpo al suyo, rozando su entrepierna en el proceso. Una sonrisa se me formó en los labios antes de chocarlos contra los suyos, en un beso desesperado. >>... ayudarte con mi propio método, ¿te interesa~? Contenido oculto Vi el post en la biblioteca y no me pude aguantar
Contenido oculto permisito, no sería gigi si no tuviera soundtrack para todo (? Una risa baja, casi gutural, murió en su garganta cuando Alisha comenzó a repartir besos y fue quitando uno a uno los botones de su camisa. La dejó hacer en silencio, ambas manos alrededor de sus muslos, atento a sus palabras y movimientos. —Pensé que ya habías usado ese método. ¿O acaso alguien te dejó así, otra vez~? Buscó sus ojos por sobre la oscuridad del cubículo y acunó su rostro entre ambas manos, algunos mechones rubios se enredaron en el proceso y cayeron en cascada a ambos costados de su delgada figura. Joey sintió las cosquillas sobre el pecho y le correspondió el beso con la facilidad suficiente de quien conoce los labios ajenos a la perfección. Bajó las manos a sus caderas, la apretó contra ella y jaló de su chaqueta hacia atrás. Total, nunca la llevaba abotonada. Se separó apenas unos centímetros, alcanzando la piel de su espalda con los dedos, y sonrió. —Quítame el gakuran, preciosa.
Alisha Welsh Una carcajada ahogada salió de mis labios al escucharlo, levantando una ceja. Era demasiado obvio, ¿verdad? ¿Pero qué más daba? Mientras no se negase, el motivo era irrelevante. Me mordí el labio cuando lo sentí apretándome contra él, ahogando un gemido en el proceso que acabó convirtiéndose en un suspiro pesado cuando se separó. Su tono de voz no aceptaba réplicas, a pesar de estar en una clara posición de inferioridad. Siempre era así, y no es que me disgustase. Sin decir nada más, seguí su orden al pie de la letra. Con lentitud terminé de desabrochar su camiseta y se la quité, colando mis manos por sus brazos y dejando besos húmedos por su pecho mientras este se iba descubriendo. Mientras lo hacía, mi cuerpo se iba separando cada vez más del chico hasta que acabé bajando, quedándome de rodillas frente a él. Le dirigí una mirada inocente desde ahí mientras mis manos jugueteaban con el broche de sus pantalones, alargando un poco demás el momento de desabrochárselos. Me relamí los labios mientras se los bajaba hasta dejar que finalmente la gravedad acabase de hacerlos caer hasta el suelo. Me incorporé en ese momento, volviendo a colocarme sobre sus piernas y enredé mis dedos en su cabello, acercando de nuevo los labios a su oído. —Fuck me, pretty boy~ Contenido oculto Holy shit, i am going straight to hell
Se dejó hacer en silencio, sin quitarle los ojos oscuros de encima ni un instante y con la eterna, eterna sonrisita. Echó la cabeza hacia atrás y afiló la mandíbula, soltando un suspiro pesado por la nariz cuando Alisha empezó a repartir besos por su torso desnudo. Ardía. Enderezó la cabeza, sin embargo, al sentirla bajándose de su regazo y un brillo casi perverso chispeó en sus pozos oscuros cuando la vio allí, con su sonrisa tan inocente, tan cerca de sus pantalones. No quería tener que pedírselo, pero Alisha se había alejado y él, él era un cabrón. —Ali-chan —la llamó, sedoso, desabrochando uno a uno los botones de su camisa para descubrir su torso y los pechos dentro del sujetador. Hizo un mohín casi infantil mientras sus manos viajaban hasta ellos y los acariciaban sobre la ropa interior—. Puede que tú estés on point, pero yo vengo de un día muy relajado, ¿sabes~? Suspendió una breve pausa para curvar sus labios en una sonrisa casi diabólica, como un lobo con piel de cordero. —Voy a necesitar algo de ayuda~ Contenido oculto que dios se apiade de mi alma
Alisha Welsh Un gemido tosco escapó de mis labios cuando sus manos tocaron mis pechos, aún si lo había hecho por encima del sujetador. Estaba tan terriblemente excitada que solo aquello me hizo apretar las piernas, así como tirar con algo de fuerza de su pelo. Siseé cuando lo escuché, viendo aquella sonrisa tan característica. ¿Quería jugar? Fucking fine. En silencio, cogí una de sus manos entre las mías y la acerqué hasta mis labios, dejando su dedo pulgar rozando los mismos. Sin apartar la mirada de él, saqué la lengua para comenzar a lamer la punta, no tardando demasiado en acabar metiéndolo por completo en la boca para chuparlo con intenciones. Me removí de nuevo. —¿Qué tal ahora~?
