Pasillo (Tercera planta)

—Well, no todos los artistas guapos y talentosos me tuvieron a mí de manager, so... —acoté, dejando la frase en el aire mientras pestañeaba con rapidez unas cuantas veces, y poco después de que ella volviera a hablar, mi sonrisa se ensanchó con una evidente cuota de emoción—. ¿Tú crees? She's really pretty, so I wouldn't mind... —añadí, sin poder evitar sonar un poco risueña ante la idea.

Sea como fuere, mi posterior pregunta logró sorprenderla un poco... o más bien diría que pareció despertarle algo de curiosidad. Alzó las cejas con aparente interés y mantuvo sus ojos sobre los míos, ¿intentando leer mis intenciones, quizás? Era bien evidente que mis palabras no tenían ninguna clase de segundas intenciones, así que no tuve problema en mantener la expresión inocente en lo que ella me miraba el tiempo que quisiera. Asentí con la cabeza ante su respuesta, y mi sonrisa volvió a ensancharse al notar que se inclinaba algo más en mi dirección.

>>¡Me parece que es la pregunta más inteligente, goldie! Estoy muy solicitada, tengo que sopesar mis propuestas~. Pero bueno, ya discutiremos las cláusulas de mi contrato en privado... —murmuré, con los dedos todavía distraídos en su mechón de pelo, y paseé la vista por sus labios antes de volver a buscar sus ojos como si nada—. Tu mamá era actriz, ¿cierto? ¿Le parece bien que hayas preferido ser cantante antes que seguir sus pasos?

 

—Are you that good? —me mofé en voz baja, sin tener intenciones reales de ofenderla.

Sólo me hacía gracia la desfachatez con la que soltaba tonterías tan poco humildes, me hacía acordar a Akira. Was it a blondies thing? Inmediatamente después su actitud dio un vuelco al mencionar a mi madre y mi sonrisa se ensanchó, divertida y hasta un poco enternecida. Si le contaba a mamá que conocerla había dejado tan ilusionada a una de mis compañeras seguro le alegraba la semana, con lo que disfrutaba de gustarle a la gente. Por otro lado, que le interesara llevarse bien con ella por ser linda...

—No tendrás segundas intenciones con mi querida madre, ¿o sí? —indagué, carcajeándome.

Su contraargumento cayó al instante, volvió a usar aquel apodo extraño y yo volví a preguntarme de dónde se lo había sacado, ¡si la rubia era ella! Ya de paso, también volvió a caer en el Cory mood y yo solté una risa nasal, meneando la cabeza. Me agradaba la gente con la suficiente self confidence, era refrescante y entretenido. Al oírla decir que discutiríamos el contrato en privado, mi sonrisa se suavizó y me incliné en su dirección, deslizando las manos por su cintura hasta rodearla.

—¿Como esa última vez? —murmuré sobre su oreja, conteniendo la diversión, y sentí un leve escalofrío recorrerme el cuerpo por la mera cercanía—. Cuando quieras~

Con eso dicho, retrocedí lo suficiente hasta abandonar su espacio, desarmando así su agarre. Le lancé un vistazo a medida que giraba el cuerpo y me apoyaba en la pared, a su lado. Lo último que dijo me arrancó una risa breve y apoyé los codos al borde de la ventana abierta. La brisa era agradable.

—A mamá le da exactamente igual lo que haga —respondí, en tono liviano; lo decía en el buen sentido, pues me daba la libertad de probar lo que quisiera—. Desde pequeña he hecho muchas cosas. He ido a clases de actuación, de canto, de baile, de modelaje, he hecho deportes y empezado a aprender varios instrumentos. Mamá siempre me dejó empezar y dejar lo que me apeteciera, y aunque sí es cierto que dejé muchas cosas, al final me decanté claramente por las que más hondo me habían calado. Ahora mismo, lo que más disfruto es componer, cantar y tocar música. Pero el día de mañana ¿quién sabe? La vida es larga y las personas somos seres volátiles.

Eh, eso había sonado cool, ¿no? Me sonreí, satisfecha, y traqueteé las uñas sobre la superficie metálica.

—What about you, peach? ¿Haces algo por fuera de la escuela?