Pasillo (Tercera planta)

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Emi se retiró tras sonreírme y hablarme con ese tono maternal suyo que era tranquilizante y bochornoso a partes iguales. Agradecía que me comprendiera y no juzgara, obvio, pero también me hacía sentir un poquito expuesta. Cambié el aire en mis pulmones y recosté un hombro contra la pared, girándome para quedar de cara a la puerta de la 3-3... y el resto del pasillo. Estaba siguiendo el camino de Emi cuando algo de tos se me cruzó en la garganta, aunque fue ligera. En cierto punto ella y Cay se rebasaron y le sonreí al chico apenas hicimos contacto visual; eso sí, no esperé ser su objetivo.

    Acepté el juguito sin replantearme mucho nada y estuve por reírme y molestarlo, preguntándole que si era mi cumpleaños o algo, cuando mis dedos rozaron un papel. Bajé la vista al zumo, abrí la notita, y decir que me sorprendió su contenido habría sido un eufemismo. Me quedé pegada a las palabras más de lo que pretendía, pestañeé y alcé a mirar a Cayden, quien tenía la atención puesta dentro de la 3-3. Lo imité, vi que Kohaku estaba hablando algo con su amigo, este serio de los ojos tan celestes, y regresé a Dunn.

    —Supongo que realmente no vino —murmuré, con un dejo de pena pero sin perder la sonrisa—. Gracias, Cay Cay. Van a tener que empezar a pagarte esto de los recados, ¿no? Podrías montarte una empresa y todo.

    Mientras decía la última tontería sentí el móvil vibrarme en el bolsillo. Planeaba sólo ver quién era, pero cuando leí el nombre de Al cambié los planes. Me mantuve dentro del chat hasta que acabó de redactar los mensajes y me pregunté, claro que me pregunté por qué faltaría el resto de la semana, pero no quería enfocarme en eso, en lo negativo. No aún. Le lancé un vistazo a Cay junto a una pequeña sonrisa de disculpa al tiempo que deslizaba el dedo sobre la pantalla, acercándome luego el móvil a la boca.

    —¿Yo vengo y tú te vas? ¿Qué es esto, una competencia? —comencé a decir en el audio, junto a una risa floja, y descansé la espalda contra la pared para bajar el tono de voz—. Gracias, Al. Estoy muy contenta de haber podido regresar, la verdad, así que más te vale ponerte bien y no pillarle el gusto a quedarte durmiendo, ¿me oyes? Gracias por el zumito y... por todo, por haber estado tan pendiente de mí estos días. Luego te escribo, que ahora estamos por almorzar. Y hablando de almuerzos, estaré esperando ese almuercito. Le tengo grandes expectativas, que lo sepas.

    Se me coló otra risa y lo envié. Me quedé viendo la pantalla un par de segundos, scrolleando ligeramente de arriba abajo sin un objetivo concreto, y se me escapó un suspiro liviano.


    qué manera de malcriarme a la niña, parfavar *cries*
     
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    No me creía un romántico empedernido ni nada, era más bien bruto en esas cosas, tal vez por miedo o inexperiencia, pero cuando Sonnen preguntó por Anna sabía que no podría negarle la estupidez que fuese a pedirme. No tenía ni puta idea de lo que había pasado porque no era de mi incumbencia, pero sabía que el afecto de las personas no se desvanecía, que se quedaba, nos marcaba y nos cambiaba para siempre. Para este par de tontos era demasiado tarde para solo resetearse y porque lo había visto, porque me lo había dicho, sabía que ahora la prioridad de Altan era esta chica. Lo era porque era su amiga, porque la quería más allá de los títulos que no había alcanzado y se negaba a perderlo todo.

    Eso sin mencionar que la preocupación era capaz de matar a cualquiera de nosotros.

    Al husmear en la 3-3 vi a Ko hablando con Haru, me quise a anudar en cualquier mierda, la primera que se me atravesó, pero las palabras de Anna me hicieron regresar la atención a ella, noté la pena en su tono aunque no perdió la sonrisa y no me quedó más que concordar con Sonnen en silencio. El timing era una mierda, pero él lo había estirado hasta volverlo insostenible, ahora debía pausarse a la fuerza, calmarse y ser capaz de recibirla sin matarla de un infarto. Una decisión penosa, pero sabia en cierta medida.

    —Ah, claro. A Drácula le voy a cobrar con intereses y luego me monto la empresa Dunn Express. Entrego bebidas, almuerzos, mensajes, todo tipo de paquetería…

    Dejé la idea suspendida, la vi sacar el móvil y asumí que Sonnen había hecho caso a mi regaño incluso antes de que ella le contestara. Supuse que quería preguntar, todos deseábamos preguntar, pero era su primer día de regreso, estaba recogiendo a sus amigos para ir a almorzar y el otro imbécil le había enviado un regalo, humilde, pero regalo. Quizás no atascarse en las malas posibilidades era lo mejor ahora mismo.

    Me echó un vistazo, su sonrisa pretendió excusarla y le di su espacio, desconecté un poco pero me quedé por alguna razón. Los resabios de mí mismo que encontraba en esta chica me impedían solo dejarla y ya, era una cosa extraña, pero tampoco le daba muchas vueltas. Independientemente de qué tan caótico fuese lo que había pasado, sabía que se preocupaba por el armario empotrado y él se preocupaba por ella.

    Suspiré sin darme cuenta, susurré un “Come here” que hasta a mí me costó oír y estiré las los brazos hacia ella, los pasé por sus hombros y la atraje hacia mí, con cuidado de no estrujarla demasiado pues tenía cosas en las manos. En comparación al abrazo de la mañana este fue mucho más sosegado, cumplió otro propósito y no vi por qué solo ignorar mi propio impulso.

    —Bienvenida —dije en voz baja, robándome la palabra de la notita cutre y aproveché la distancia consumida para hablarle en voz baja—. Si necesitas algo puedes hablar conmigo, ¿sí? Lo que sea. Sabes que soy bueno guardando secretos y tal.

    Le regresé su espacio como si no le hubiese dicho nada, repasé sus facciones con la vista y volví a sonreírle. Ya esta chica sabía que estaba curado de espanto con muchas cosas, la verdad, ella me había contado lo del robo y había mandado a Ko para ver cómo estaba después, cuando yo me comí la hostia. Le estaba agradecido y no se lo había dicho, pero suponía que mi actitud hablaba un poco mejor que mis palabras.


    es que me estoy sacando el máster en malcriar a mi hija *sobs* bueno perdón me puse soft, dont mind me no pude detener a mis pendejos, ni al que está ausente

    Edit: dejo la respuesta de Al pa que no se me olvide, pero imagina que le contesta algunos minutitos después


    Con lo buena que está la cama cuando duermes hasta mediodía
    No es nada, An, de verdad
    Que te aproveche el almuerzo y yo también tengo grandes expectativas por el almuercito que nos espera
    Hablamos más tarde. Ten lindo día
     
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    Bruno TDF

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    Shinomiya me había dejado una primera impresión de seriedad la primera vez que lo vi, cuando Akuma-sensei lo apuntó para encomendarle la imprevista responsabilidad de guiarme por las instalaciones. No era un rasgo que considerase negativo, ni razón para incomodarse. Llegaba a valorar este tipo de temples porque, desde mi punto de vista, eran necesarios para prevalecer entre la gente. Mis últimos meses en Kansai me lo habían demostrado. De todas maneras, me resultó agradable que me devolviera la sonrisa, lo que hizo que mantuviera la mía en todo momento.

    Cuando se incorporó, noté dos cosas. La primera fue su estatura, la cual era similar a la mía; no era común que hubiera alumnos japoneses tan altos como nosotros y, vale mencionar, esta característica me había hecho destacar en mi escuela anterior, más de lo que me hubiera gustado; pero ya había notado a bastantes personas de elevada estatura en los casilleros, y ver de cerca a Shinomiya hizo que otra pequeña parte de mis inquietudes se calmara... pues sería más sencillo pasar desapercibida. Lo segundo que captó mi interés, así fuera por unos pocos segundos, estuvo en la precisión con la que dio prolijidad a su uniforme, de una manera parecida a como hice yo, antes de acercármele; en general tenía un aspecto sobrio y bien cuidado, lo que me hizo pensar que también le daba importancia a la imagen personal.

    Además, distinguí señales de una fuerte autoconfianza… Un aspecto que también merecía ser valorado.

    Atendiendo a su indicación, abandonamos el salón; él con las manos en los bolsillos, mientras que las mías permanecieron entrelazadas frente a mí, sobre la falda. Nos movimos con bastante tranquilidad, conscientes de que no había prisas. Una vez en el pasillo, Shinomiya me encaró para decir que los clubes eran lo más interesante dentro del edificio. Con la sonrisa cortés sostenida en mi semblante, seguí con suavidad las puertas que señaló.

    Club…

    Esa palabra, en cualquiera de sus variantes, tenía un regusto amargo. Traía la esencia de diferentes memorias, las cuales tenía enterradas bajo una inestable capa de indiferencia. Pese a todo, recibí con mi tranquilidad usual la pregunta de Shinomiya, pues ya la había previsto desde que señaló las puertas. Me concentré en él, me embargué del tono sereno de su voz.

    —Me gustan los deportes. Se me dan bastante bien, sobre todo el fútbol —respondí—. No está en mis planes unirme a un club, pero si cambiara de opinión, puede que me incline por algo más relacionado con las artes —sonreí, alzando los hombros con la sutileza suficiente para que no se viera vulgar—. Un pequeño cambio de aires nunca sienta mal, supongo.

    >>¿Perteneces a algún club del Sakura, Shinomiya-san?

    No me esperé el cambio de cinta, reconozco que me ha ablandado un poco la guapura de tu muchacho u///u (?)
     
    Última edición: 1 Febrero 2024
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    Gigi Blanche

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    La tontería de Dunn Express me arrancó una risa divertida, por azaroso que fuera realmente sonaba... ¿bien? ¿Real? En medio segundo me había imaginado la fachada de una enorme oficina de correos, pintada de azul y que el cartel del logo tuviera un rayito amarillo a lo Harry Potter. Bueno, quizá la fachada debiera ser roja, pero mi primer impulso había sido azul y me quedaría con eso.

    —¡Sé hacer pulseritas! —exclamé de la nada, y fue tan aparentemente incoherente que volví a reírme—. Cuando me monte mi empresa de pulseritas las enviaré con Dunn Express, así de paso me haces descuento de amigo. Todos ganamos.

    Había terminado de decir la tontería mientras sacaba el móvil, y entonces me avoqué a él. Había supuesto que Cay se iría, pero apenas alejé el aparato de mi rostro lo noté acercándose a mí. Me pilló desprevenida, la verdad, parpadeé y envolví su espalda por inercia antes de afirmar el contacto, asimilando el abrazo. Tenía el zumito entre algunos dedos, el móvil entre otros, y noté que olía a él. Olía como aquella chaqueta que me había prestado para no tener frío al volver a casa.

    Me había empeñado en callarme, en no soltar la lengua con nadie y quise fingir demencia de todo al volver a la escuela, pero quizá fuera una ilusión necia. Quizá las personas se habían preocupado dijera lo que dijera, callara lo que callara, y no era una desviación que estuviera en mi poder controlar. Había percibido el alivio de Cayden al verme en la mañana y este abrazo me transmitió la misma sensación.

    Me dijo que podía contar con él, que sabía guardar secretos, y en cierta medida me sentí expuesta. Les había ocultado mucha información adrede y casi me había comido a Kakeru al enterarme que él la poseía. Sabía que era egoísta y cobarde, pero... no quería. Quizá se habían preocupado igual, pero definitivamente habría sido mucho peor si hubiesen conocido la magnitud del problema. Y no quería eso.

    Quería verlos contentos, nada más.

    —Sip, gracias, Cay Cay. —Asentí, balanceándome ligeramente, y tras guardar el móvil en mi bolsillo sostuve el juguito con ambas manos; mi pulgar se distrajo sobre la superficie fría, confiriéndole caricias vagas—. Y perdona si te preocupaste, ¡pero estoy bien, de veras! Cero kilómetros, reiniciada de fábrica, ¡lista para andar!
     
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    A ver, lo de Dunn Express era una tontería grande como una casa, pero ella soltó lo de las pulseritas con tal energía que acabó por sacarme una risa. Ya hasta se imaginaba mandando las dichosas pulseras quién sabe dónde y por alguna razón la idea me dio algo de ternura; de por sí si me había rascado un descuento en la hierba qué más daba hacerle descuento de amigos en mi empresa ficticia de correos.

    —Bueno, pero el descuento solo aplica si me regalas una de las primeras pulseritas. Me la pongo y hago publicidad, ¡mente de tiburón!

    Me había quedado allí un poco en plan perchero, pero incluso si me había mandado de recadero tal vez quise asegurarme de que la noticia, bueno, llegaba a puerto en las mejores condiciones que uno podía esperar. Esperé, dejé que despegara la atención del teléfono y le di el abrazo aunque me pareció que la pillaba un poco en frío, igual la estreché con mimo y ni siquiera recordé que quizás le había prestado mi calor antes. Cuando llegó a contarme que se había ido de la lengua con el Galletas y cuando pasó a dejarme a Ko, que le di la chaqueta para que no pescara frío y se resfriara.

    En los espacios intermedios, inconscientes, dejaba de resistirme a la versión de mí que parecía más orgánica. Una versión que se me antojaba tan frágil que era casi tan difícil de aceptar como la defectuosa y aterrada. ¿Pero qué tenía preocuparse por los otros y ya? Ni siquiera entendía por qué se emparejaba a la debilidad, como mucho se me ocurrió que era por el poder que le otorgaba a los otros sobre nosotros.

    Sabía que quizás estaba aquí queriendo fingir demencia, era la clase de mierda que yo y tantos otros hacíamos, pero así como era irresponsable de parte de Sonnen no decirle que no estaría unos días, quizás era ingenuo de su parte suponer que todos aceptáramos pretender no reparar en su desaparición sin más. No quería exponerla, por eso se lo dije en voz baja, pero el recordatorio pretendió hacerle saber que tampoco tenía que solo hacerse la loca todo el rato. Fingir normalidad era agotador a su propia manera incluso cuando pretendía proteger la felicidad de los otros, pero entendía que a veces era necesario.

    Que era la única protección que podíamos ofrecerles ante una verdad demasiado cruda, pero en el silencio estaban los fantasmas, las ideas inconexas, los delirios de culpa y persecución. Ninguno era muy bueno eligiendo entre si era mejor hacer daño con la verdad o la mentira, pero puede que todas dolieran indiferentemente. El miedo carcomía, a fin de cuentas.

    Cuando la solté me agradeció, se disculpó en caso de haberme preocupado y me aseguró que estaba bien. Era la segunda criatura que me lo decía en menos de cuarenta y ocho horas, así que pensé que igual a los ojos de todos parecía un paranoide de lo más grande, pero si se empeñaban en decirlo era porque percibían en mis acciones preocupación suficiente para hacerlo. Tampoco pretendía angustiar a nadie, no era lo que quería, así que más me valía calmarme de una vez.

    —Solo no le metas mucho gas al coche, que luego te nos estrellas. En fin, he concluido mi misión del día. —Hice una reverencia de lo más teatral y empecé a retroceder para irme—. Have fun! Y por cierto la presentación de baile del otro día fue muy buena.

    Le sonreí mientras seguía poniendo distancia, la despedí con un movimiento de mano y antes de estar demasiado lejos dije una cosa más.

    —Saluda a Ko-chan de mi parte.

    Con eso giré el cuerpo, hundí las manos en los bolsillos y me dispuse a irme. Había prometido no robarle demasiado tiempo, aunque cuando estaba por doblar para empezar a bajar por las escaleras me pregunté si no era cobarde de mi parte haberme negado a preguntar si podía acompañarlos, pero sacudí la idea de un manotazo. No era lo que se dice un genio social tampoco, desconocía la magnitud del almuerzo, pero viendo que Em había seguido hacia la 3-2 supuse que habría al menos cinco cabezas. Sonaba a mucha gente.


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    Gigi Blanche

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    No podía negarlo, algo extraño se me atoró en el pecho apenas Emily mencionó a Anna. ¿Cómo? ¿Había regresado ya? Fruncí apenas el ceño, fuese por estar confundido o contrariado, y cuando sumó a mini Ishi a la lista asomé la cabeza al pasillo, sin preocuparme demasiado por ocupar parcialmente el espacio de Vero. Di con Anna casi al instante, estaba justo a la salida de la 3-3 y en ese momento apareció Kohaku, quien la saludó y, en un breve intercambio, ambos voltearon hacia acá. Mis ojos chocaron con los suyos, el cuerpo se me tensó y mi mano, afianzada en el marco de la puerta, presionó un poco más sin darse cuenta.

    Parpadeé, regresando a mi espacio inicial, y me esforcé muchísimo por seguir barriendo todo bajo la alfombra. Por suerte, Emily también invitó a Verónica y ambas se distrajeron la una con la otra, concediéndome el tiempo suficiente para regresar a mi eje. Almorzar todos juntos... sonaba bonito, sí. Volteé brevemente hacia el interior de la 3-2, aún habiendo ya notado la ausencia de Sonnen, y cuando me giré de regreso di con los ojos azules de Verónica.

    ¿Me lo merecía?

    No lo sabía.

    —Claro —accedí, esbozando una sonrisa suave, y con tal de afianzar el engaño solté una risa breve—. Tienes que saber que acabas de conseguir acceso a una tradición exclusiva, Shiro-chan, la primera en su clase.

    Estaba acabando de pronunciar aquello cuando Anna y Ko se reunieron con nosotros. La chica se acercó entre brincos suaves que le mecían el cabello tras la espalda y se detuvo directamente frente a Vero, a quien le sonrió muy amplio.

    —¡Hola! Mini Ishi dijo que ya te deben haber invitado y confío ciegamente en sus superpoderes, ¡así que bienvenida a los jueves de almuercito! Soy Anna, por cierto~

    Kohaku sonrió a su lado e inclinó la cabeza hacia Verónica, saludándola también, para luego hacer lo mismo hacia Emily y, finalmente, hacia mí.
     
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    Insane

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    Esperé a Ilana en lo que saludaba al muchacho, era relativamente nuevo en nuestra clase, aún así con solo el semblante tan serio no había notado a alguien más que a Craig estar con él en la hora del receso... a excepción de ella. La seguí con la mirada en lo que regresaba sobre sus pasos y nos dirigíamos al tercer piso, entre lo que terminaba de cerrar el alago que agradecí con una sonrisa suave, me quedé repasando sus facciones con disimulo, digamos que, para congeniar con ciertos tipos de carácter había que hacer un esfuerzo -como solía hacerlo yo con Tora o Alek-, o simplemente compaginar -como parecía ser el caso de ella y Paimon-.

    —¿Lo conoces de antes? —pregunté de la nada, riéndome luego—, el chico se ve muy serio, y tú le hablas como si nada, mira que me volveré tu admiradora en caso de que no sean amigos de antes.

    El tercer piso estaba con poco movimiento, supuse que los estudiantes aún se encontraban llegando y haciendo el cambio de calzado, por lo que aún estarían concentrados en la planta baja. Solté el aire por la nariz con frescura. Hacía un bonito día, y parecía que por fin entre tanta gente odiosa aquí, había encontrado una chica lo más de dulce.
     
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    Zireael

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    Volví con Manson sin demasiado problema, dejé a Paimon con la chica y seguí mi camino sin molestarme en pensar que ella diría algo a mí, de la naturaleza que fuese. En parte me sorprendió verlo con alguien más, es decir, teniendo en cuenta su actitud general, pero no mucho más.

    Seguimos subiendo, de vez en cuando le eché un vistazo al cielo por las ventanas y fui olvidando el intercambio extraño con la muchacha en los casilleros. Más o menos, la frase rara que había soltado me seguía haciendo eco en la cabeza, pero no tenía sentido. No lo tuvo hasta que recordé que el sobre tenía una mariposa.

    —¿A Pai? —pregunté sin hacerle caso a mis divagaciones y negué con la cabeza suavemente—. Me dio el tour el viernes pasado, pero solo eso. Es muy serio y un poco brusco al hablar, pero deja que me acerque y ya. Su amigo, Suiren, es más amable.

    Mi respuesta me vino en gracia a mí misma, acabé soltando una risa por la nariz y me encogí de hombros, restándole importancia. No podía decir que Paimon fuese una buena o una mala persona, todo lo que sabía era que accedía a mis confianzas y ya. Los motivos prefería que no importaran demasiado.

    —No hace falta que te vuelvas mi admiradora. Tampoco tengo muy claro qué hice.
     
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    Amane

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    Tora me extendió el móvil sin demasiadas complicaciones, lo que podía considerarse como la mejor decisión que podía tomar al respecto, y yo no tardé nada en apuntar mi número, registrando el contacto con el nombre de Ali y el emoji del pintalabios imitando un beso. Me sonreí con obvia diversión cuando me pidió que no le dijera a Rowan que me gustase, levantando al mirada de la pantalla en el momento exacto en el que alcanzó mi altura, y me llevé los dedos a los labios para imitar el movimiento de una cremallera cerrándome la boca.

    Of course! Los chicos buenos tienen su recompensa, ¿o no? —solté, sin perder ni una pizca de la diversión anterior, y aproveché para colarle el teléfono de vuelta en el bolsillo, justo antes de subir el escalón que nos separaba y engancharme de su brazo para retomar la marcha hacia arriba—. Es como el dicho este... "a quién madruga, Dios le ayuda", solo que Dios soy yo y la ayuda son un par de besos.

    Me reí ante mi propia tontería, sin ninguna clase de vergüenza, y justo después subí la mirada hasta dar con la suya, dejando caer la cabeza hacia un lado para acabar con la mejilla pegada a su brazo.

    >>Oye, oye. Si alguien te pregunta, vas a decir que beso bien, ¿verdad? ¿O será que necesitas más pruebas para convencerte~?
     
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    Zireael

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    Lo de no decirle a Rowan la tontería de que le gustaba era un comentario al aire, al final era su decisión, pero también era cierto que el otro como que le sobraba ego y era mejor no darle grandes aires. Con el paso de los años, el control que había adquirido y otras cosas a veces Ikari rozaba el exceso de confianza, era un poco tedioso, así que mejor tenerlo en una línea base que lo forzara a ser más soportable.

    En cualquier caso, la rubia se llevó los dedos a los labios, cerró una cremallera invisible y a mí se me escapó una risa por la nariz. También volvió sobre mi comentario, la estupidez de que por llegar a tiempo a la escuela había recibido los buenos días, y se enredó a mi brazo mientras seguía montándose los argumentos innecesarios de turno.

    ¿Qué ella era Dios? Vaya manera de ponerlo.

    —Ya lo creo —secundé porque sí.

    Recibí su mirada después, el peso de su cabeza en el hombro y la siguiente tontería me hizo alzar las cejas apenas un poco. Puede que realmente nada de lo que dijera esta chica fuese capaz de sorprenderme en realidad, pero la verborrea era digna de un circo y en tanto me sirviera me era indiferente. Bajo esa lógica fingí pensármelo ya cuando alcanzamos la tercera planta, me desenredé de su brazo solo para rodearle la cintura y me acerqué a ella.

    —A mí me parece que necesito más pruebas para poder dar una opinión de verdad. Con tan poca información no sería muy confiable lo que pueda llegar a decir.
     
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  11.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Tora me siguió el juego con una facilidad absurda, como cabía esperar. ¿Por qué no iba a hacerlo, al fin y al cabo? A veces me daba pena, really, lo fácil que era conseguir que los hombres hicieran lo que yo quería sin apenas esfuerzo. Well, pobrecito Torora, en su defensa diría que tampoco tenía muchas más opciones; quería decir, ¿quién en su sano juicio rechazaría un beso de mi parte? ¡Nadie! My thoughts exactly!

    Así que me sonreí con la satisfacción que se podía predecir por su respuesta, volviendo a aceptar su brazo en mi cintura sin ninguna clase de problema, y lo enganché del blazer para atraerlo hacia mi cuerpo en cuanto me lancé de nuevo a sus labios. Me eché hacia atrás entonces, buscando apoyar mi espalda en la pared que hubiera más cercana, y por supuesto que aproveché la unión para llevarlo conmigo, manteniendo y profundizando el beso durante un rato bastante considerable.

    Cuando finalmente me separé en busca de aire, volví a sonreírme satisfecha, y al mismo tiempo dejé ir su prenda, pudiendo así levantar una mano para alcanzarle la mejilla; lo hice para poder pasarle el pulgar por los labios, claro, y así quitarle parte del gloss que seguramente se le había quedado pegado.

    —Ahora sí puedes recomendarme con tus amigos~ —murmuré, obviamente divertida, antes de dejarle otro beso de nada y alejarme hacia el aula.

    Podía haberlo llevado conmigo, siendo que íbamos a la misma clase y eso, but hey, I liked being a teaser, after all~

    gracias por caerme con el nene, this was really fun uwu <3
     
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  12.  
    Zireael

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    La respuesta que di nos llevó directo al asunto que, obviamente, era la meta de toda la estupidez. Aceptó mi brazo en la cintura, se enganchó del uniforme y la recibí con la naturalidad ridícula del principio, la sentí arrastrarme, su espalda encontró la pared más cercana y una sonrisa me alcanzó el rostro en medio del numerito. Quizás, solo quizás, me empujé contra su cuerpo y su boca con algo más de insistencia, y presioné su cintura con la mano.

    Igual el tremendo show de estas horas de la mañana duró su rato, cuando se separó por aire reflejé su sonrisa sin más y dejé que hiciera un poco lo que le saliera del coño. Suspiré, divertido con todo el asunto, y asentí mientras le regresaba su espacio.

    —Ah, claro. Diré maravillas~

    Podría haberla seguido, pero eché la espalda contra la pared y esperé por el timbre. ¿Por qué? Ningún motivo en realidad, solo no me apeteció meterme a la clase de inmediato si me quedaban unos minutos libres.

    It was a pleasure, miss uwu
     
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    Bruno TDF

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    El intercambio de mensajes que mantuve con las chicas el día anterior me puso de tan buen humor, que mi descanso había sido sumamente plácido y placentero, y a eso debíamos añadir el detalle de que Copito se quedó pegado a mi mejilla toda la noche, dándome su calorcito reparador. Dormí increíblemente bien, así que para el amanecer ya casi se habían esfumado por completo los ligeros dolores que latían en mis músculos, agarrotados por la prueba de karate del miércoles y el entrenamiento de judo de ayer. Me sentía satisfecha con mi desempeño y muy entusiasmada por el próximo desafío, pues esta tarde volvería a verme con mi nueva sensei.

    Eso sí, mi cabecita estuvo más enfocada en el plan para el receso de hoy, lo que a su vez me distrajo de las clases matutinas (para variar), producto de la emoción y del fuerte anhelo por escuchar la campana más pronto que tarde. Movía una pierna bajo el pupitre, a veces balanceando mi pie, como una manera de canalizar toda la energía contenida. Copito, como en la mayoría de estos días, me espiaba desde el otro lado de la ventana, incrementando bastante mi dispersión porque me giraba constantemente para sonreírle con ternura; también me daba un poco de risa imaginar que Mini Ishi debía estar mirándome, aunque nunca pesqué sus ojitos por mucho que me volteé hacia su asiento. Así, entre el gorrión, la búsqueda de una miradita del chico y mis pensamientos, el tiempo avanzó, implacable. El receso comenzó sin que me hubiera enterado de nada de lo que dijo el profe, ¡pero no importa…!

    Me incorporé casi de un brinco, un movimiento que dejó más que en claro mi ferviente entusiasmo. En mi rostro había una gran sonrisa, que no habría podido hacer retroceder de ningún modo. ¡Es que…! Cómo no sentirme así, cuando se trataba del Club de Judo. Pero, por sobre todas las cosas, me hacía feliz saber que el Club de Esgrima iba a resurgir… considerando la enorme importancia que tenía para Mey. Me alegraba muchísimo por ella y deseaba ser una buena compañera, su amiga y su pilar. ¿Y lo mejor de todo? Íbamos a estar con Jez. Con un montón de sensaciones bonitas en mi pecho, salí al pasillo.

    Me detuve brevemente en el umbral del salón 3-2, donde mostré una sonrisa a todos mis conocidos: Cay, Lady
    Ila, Fuji, también a Zeld y Davz (que con él hablé una sola vez, pero eso nunca me detendría); en el proceso noté la ausencia de Alty. ¡El punto es que…! Cuando capté los ojitos ámbar de Jez, le dediqué un corazoncito hecho con mis manos, luego realicé el gesto de “espérame un minuto” y finalmente señalé con ambos índices hacia el lado del aula 3-1. En resumen, pura mímica para avisarle que iba a buscar a Mey y que al instante vendríamos por ella.

    Tarareando bajito, asomé la cabeza a través de la puerta de la 3-1, como si estuviera en mi propia casa. A causa de mi inclinación, mi cabello se derramó por sobre mis hombros y sus extremos se mecieron un poquito en el aire, seguramente captando la atención por su intensa blancura. Mejor así, seguro que con esto Mey me ubicaba enseguida. Apenas noté su mirada escarlata posándose en mí, la sonrisa se me amplió considerablemente, con sincera alegría. La saludé a la distancia con la mano y la esperé allí, desde el pasillo, a que se aproximara.

     
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    Zireael

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    El intercambio de mensajes con Vero me dio algo que pensar para el viernes, seguía un poco desconectada de las clases y de las personas, pero algunas interacciones como la que tuve con Verónica y el almuerzo con los Hattori ayudaban a deshacer algunas ideas extrañas. Todo se trataba de no presionarme demasiado a mí misma, así que intentaba llevar todo con la mayor calma posible aunque a veces me descubría tirando de alguna hebra de cabello hasta que se desprendía o tamborileando las piernas.

    Odiaba lo lentos que eran los procesos.

    De la manera que fuese, cuando el campanazo anunció el inicio del receso y eché la espalda hacia atrás, estirándome. El clima había mejorado, eso también ayudaba a los ánimos, pero varias horas de clases le daban sueño a cualquiera y era imposible negarlo, así que siempre necesitaba un par de minutos para reconectar las neuronas con el mundo y poder funcionar.

    Volví a mi posición sin demasiada demora, busqué el almuerzo en el maletín, ya que con el plan de Vero había empacado un poco más teniendo en cuenta que seríamos tres personas y lo dejé en la mesa mientras buscaba la botella de agua. La dejé a un lado, revisé los mensajes aunque no tenía ninguno nuevo, y cuando estaba regresando el aparato al bolsillo el destello blanco atrajo mi atención de inmediato.

    Le sonreí con suavidad, saludé con un movimiento de mano antes de recoger mis cosas para ir con ella. Ya cuando la alcancé la sonrisa se me ensanchó y aunque no hacía falta hice una ligera reverencia.

    —Gracias por venir a buscarme. ¿Cómo estás? ¿Qué tal la semana?

    ª kachow

    Puedes asumir que mis niños de la 3-2 vieron a Vero y le regresaron la sonrisa <3 y Jez asintió cuando le dijo que la esperara. No tenía forma de narrarlo en este post
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Había que ver la mala suerte, también. Lo único que estaba intentando era que el niño entrara en razón, ¿verdad? Pero, vaya, sin importar cuántas veces me viera la cara, o cuán de cerca lo hiciera, simplemente... no se acostumbraba. Los ojos se le abrían como si fuese un puto fantasma, las manos le temblaban y, pobrecillo, las comprimía tan fuerte que acabaría haciéndose daño. Eso no era sólo mi culpa, no llevaba la sombra de un único demonio encima. Tampoco me importaban los motivos externos.

    Pero Kakeru tenía que aparecer, de toda la gente.

    Sentí una mezcla extraña de emociones al verlo, una que se tradujo en liso y llano hastío, y suspiré, retrocediendo. Ya conocía esa mirada, me la había dedicado varias veces en el pasado. Su semblante se endurecía y, cielos, se volvía tan transparente. Desaprobación, rechazo, incredulidad. Era como tener a un padre decepcionado regañándote en silencio. Coló el cuerpo entre nosotros, aún si no era necesario, y mantuvo su atención puesta en mí.

    —¿Qué coño estás haciendo? —siseó.

    —El proyecto —respondí al instante, esbozando una sonrisa amarga, y le lancé un vistazo al corderillo asustado—, pero algunos no quieren cooperar.

    Kakeru volteó hacia Ishikawa y pretendí retirarme, pero el cabrón no me dejó. Cerca de la puerta sentí su mano en mi hombro y me empujó fuera, pillándome desprevenido. Me giré casi en cámara lenta, reprochándole el arrebato con la mirada, y él frunció el ceño.

    —¿De verdad? ¿De verdad, Kou? —Se acercó a mí, claramente enfadado, y escupió las palabras—. ¿Vas a convertirte en los mismos hijos de puta que te jodían la vida a ti?

    —¿No crees que estás juzgando demasiado por algo que viste hace diez segundos? —murmuré, calmado, pese a la escasa distancia que él mantenía, y ladeé la cabeza al esbozar una sonrisa ladeada—. ¿O ahora tienes superpoderes?

    Dolía, ¿verdad?

    —¿Piensas que no te conozco?

    Era la marca del estigma.

    Y ardía.

    —A veces creo que no me conoces en absoluto —repliqué al instante—, pero ¿quién podría culparte? Sólo soy un hijo de puta, ¿no?

    Parpadeó, probablemente recordando dónde estábamos, y debió ser consciente del numerito que nos estábamos marcando. Retrocedió un poco y miró alrededor antes de volver a mí; creía haber notado que se detenía muy brevemente en un punto específico. Lo recibí en perfecta seriedad, sin una pizca de la suavidad que tendía a ostentar ni el sarcasmo con el cual lo había provocado. No sabía nada, de lo contrario su estúpido complejo de héroe no se habría quedado quieto. No sabía lo que le había hecho a Ishikawa, no tenía idea.

    Pero a sus ojos ya merecía la condena.

    Me acomodé el uniforme, suspirando, y bajé la vista para perfeccionar tanto los gemelos como la malla del reloj.

    —Vete, Kakeru —murmuré, conservando la calma pese a la firmeza de la orden, y busqué sus ojos—. Vete antes de que me arruines el humor de verdad.

    Lucía conflictuado, pero eventualmente obedeció y se fue. Tomé mucho aire, lo solté con lentitud y seguí funcionando bajo los parámetros usuales. Mi intención era comenzar a organizar el proyecto, eso no había cambiado. Un par de minutos después noté que Paimon salía de su clase junto a un muchacho albino y me acerqué a ellos. Era bastante hilarante la coincidencia, ciertamente. Primero la misma escuela, y ahora el mismo grupo.

    —Paimon —lo saludé junto a una pequeña sonrisa y desvié la mirada a su amigo, esperando que se presentara o que, en su defecto, Orn hiciera los honores.

    Él, que era tan simpático, no tendría problema con ello, ¿verdad?


     
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  16.  
    Bruno TDF

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    Si la memoria no me fallaba, no nos volvimos a ver en persona desde nuestro espontáneo encuentro en el Dojo. Luego de haberlo limpiado y almorzar juntas aquel viernes pasado, en el transcurso de la presente semana intercambiamos mensajes con data de las personas que conseguimos para el Club de Esgrima. Y eso, precisamente, era un aspecto bastante lindo de esta relación que comenzaba a construirse, pues nos movimos con bastante sincronía a pesar de estar ocupadas en nuestros respectivos senderos. Las ganas de hablarle todos los días no me habían faltado, para nada, eh, pero debí contenerme con bastante esfuerzo porque mi emoción era grande y no fuese cosa que llegara agobiarla con mis energías que de a ratos se tornaban avasallantes.

    Había que comprenderme: no todos los días tenías a alguien que fuese maestra, alumna y compañera, todo a la vez. Era bastante especial a su manera.

    Mey me devolvió el saludo con la mano, fue bastante gratificante ver que me seguía el ritmo. Aguardé junto al umbral de la puerta con una postura relajada, que denotaba paciencia, aunque no podía afirmarse lo mismo de mi mirada, por donde seguro se estaba colando un brillo de ilusión en su azul. Cuando me alcanzó y me dedicó su pequeña reverencia, sentí tanta ternura que mi sonrisa se amplió aún más, entrecerrándome los ojos.

    Extendí las manos y las posé con delicadeza en los costados de sus hombros. Fue otra de las tantas confianzas que me permitía con las personas que conocía de hace poco, ¡pero…!, juro que esta vez me había contenido con éxito. Porque en realidad estuve a punto de recibirla con un abrazo. Pero atajé la intención a medio camino y al final quedé así, sosteniéndola por los hombritos. Nos llevábamos muy bien, compartíamos los mismos objetivos, pero aún quedaban más niveles de confianza por construir, y prefería ser respetuosa con su espacio. Eso sí, tenía fe en que todo eso se construiría muy rápido y que podría estrujarla en el corto plazo, era muy abrazable.

    —Estoy bastante emocionada, ¿se me nota mucho? —respondí con una risita, dedicando una rápida caricia a sus hombros antes de regresarle su espacio— Y mi semana ha sido bastante intensa, me pasó de todo desde que nos vimos en el dojo. Entrenamientos por aquí, entrenamientos por allá, un torneíto en el medio. ¿Y la tuya? —quise saber entonces, y el tono de mi voz se suavizó cuando añadí:— ¿Cómo has estado?
     
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  17.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Craig bostezó en lo que se acercaba a mi pupitre, traía las manos en los bolsillos por lo que supuse y hoy tampoco traía almuerzo. Me levanté de mi puesto con el bento en la derecha, echando un vistazo general a lo último que estaba escrito en el tablero. Supuse que debería leer un poco más del último tema mencionado en clase, pero lo dejaría para el domingo luego de todo el alboroto de mi padre con su evento.

    —¿Comprarás de nuevo?

    —No, la verdad es que no tengo hambre aún. Estaba pensando en buscar a Welsh este receso.

    —¿Y es?

    —Una compañera con la que estoy en lo del trabajo en grupo. Solo he hablado con dos, así que me acercaré primero a ellos. Igual creo que es más difícil pillarla a ella.

    En lo que salíamos del salón de clase pensaba acompañarlo hasta donde la chica que mencionaba, pero noté a Shinomiya, mencionó mi nombre a lo que asentí para que se sintiese escuchado. Que justo hablando de proyectos. Podía ser algo pronto con los días que faltaban pero no estaba mal quitar responsabilidades de encima, o ir planeando que haríamos con ellas con antelación. Suiren le sonrió con cortesía al tener su mirada encima, y pasé de presentarlos porque básicamente no tenía interés enmedio.

    —Suiren Craig —habló el albino al notar que pese a que Shinomiya le estaba mirando yo no gesticulaba para presentarlos, pareció esperar su nombre de regreso por educación y ya luego me habló —. Te veo luego entonces —le sonrió a Kou con la cortesía de costumbre para despedirse, retomando su caminar en lo que parecía detenerse en la puerta de la 3-1.

    Igual, con el flujo de estudiantes a inicios del receso, no se perdía porque alumbraba como una veladora. Regresé las pupilas negras al castaño entre tanto.

    —¿Me buscas por lo del proyecto, Shinomiya?

    Amane holis, Sui está buscando a Ali, no sé si la tienes disponible pero nada se pierde intentando (?)
     
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  18.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    A la chica se le notaba la ilusión en la cara, ya de por sí había notado lo transparente que era desde el otro día y en cierta forma también resultaba refrescante. Su alegría era contagiosa, eso había que admitirlo, así que cuando sus manos encontraron mis hombros la sonrisa se me ensanchó un poquito.

    Me pareció que había querido abrazarme, pero respetó unos límites invisibles y yo lo dejé así. Si lo hacía no me hubiese molestado, pero también agradecí que respetara esa clase de cosas y solo me quedé en mi lugar, aceptando el contacto de sus manos con calma. Dijo que estaba bastante emocionada y asentí cuando preguntó si se notaba mucho.

    —Suena bastante cansado, pero se te nota contenta. Eso es lo importante —respondí todavía con la sonrisa pegada en la cara—. Yo sigo usando mis energías en habituarme a venir a la escuela, nada muy loco. He estado bien en todo caso, me alegra el futuro de nuestros clubes.

    Habiendo dicho eso alcé el bento a la altura de nuestros rostros, se balanceó suavemente y solo lo hice a un costado para poder mirar a la chica. La sonrisa entonces me entrecerró los ojos.

    —¿Lista para la celebración?
     
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  19.  
    Amane

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    Entre una cosa y otra, la tontería con Tora había hecho que entrase a clases con el humor algo más animado que bien entrada la mañana, así que suponía que debía agradecérselo en algún momento de estos próximos días. Así y todo, ni siquiera eso evitó que las clases me aburrieran hasta el infinito, haciendo que me quedase dormida a mitad de las mismas... como acababa pasando todos los viernes, vaya. Mi cuerpo se había acostumbrado tanto a esa rutina que la campana del receso ya no me asustaba al despertarme, pues yo solita lograba hacerlo justo antes de sonase, y aquel día no fue para nada diferente en ese sentido.

    Como también solía ser costumbre, necesitaba tomarme mi tiempo para desperezarme después de la siesta, así que no solía andar muy fina hasta que me daba por levantarme para salir a tomar algo de aire. Y ese había pasado a ser mi plan nada más las neuronas se me empezaron a despertar, provocando así que mis pasos (algo arrastrados, debía admitir) se dirigieran hacia la salida del aula. Había sido toda una suerte que reconociera a Suiren nada más salir al pasillo, así como también lo había sido que me parase a mirarlo en lugar de pasar de largo.

    —¿Cottonflake? —murmuré, ladeando la cabeza en un gesto de curiosidad—. ¿Buscabas a alguien?

    lucky for you, she was free like a birdie uwu
     
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  20.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    La sonrisa del albino fue cortés, serena, y pestañeé con calma al recibir su nombre. En el camino hasta ellos había hundido las manos en los bolsillos y asentí ligeramente. Quizá no fuera un sol andante pero me había aprendido las reglas de etiqueta básicas para funcionar en los ambientes que solía manejar, usualmente más exigentes que la media.

    —Shinomiya Kou —me presenté a su vez, cumpliendo el protocolo, sin perder la sonrisa de cortesía.

    El muchacho se retiró, entonces, lo despedí con un gesto similar al suyo y enfoqué mi atención en Paimon. Sus ojos oscuros derivaron en mí y asentí, tranquilo, sin preocuparme en darle vueltas a su seriedad o su voz monótona. No que fuéramos amigos de toda la vida, pero lo conocía lo suficiente para no tomármelo personal. Además, aún si lo fuera, sería su problema, ¿no?

    —Así es —afirmé, medio girando el cuerpo, y eché un vistazo en dirección a las escaleras—. Podemos ir a un sitio más tranquilo para hablar, ¿te parece? La... biblioteca, por ejemplo.
     
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