Pasillo (Tercera planta)

Salí del club con la vista pegada a la cámara, dejando la puerta abierta a mi paso y sin molestarme en chequear que no viniera nadie caminando. Lo hice a paso de tortuga, podían esquivarme, ¿verdad? Calibré el contador de disparos, chequeé con movimientos suaves que la palanca de arrastre funcionara bien, definí la velocidad de obturación y atravesé el pasillo hasta detenerme frente a las ventanas. Alcé la cámara y observé el exterior a través del visor, sintiendo la correa de cuero rozarme la nuca. Mis dedos, habituados, alcanzaron el anillo del diafragma a tientas y lo giré hasta que la apertura me convenció. Enfoqué la rama de un árbol cercano, allí donde los brotes comenzaban a vestirla, y estaba por disparar cuando un pajarillo apareció.

Me sonreí, inmóvil, y aguardé unos pocos segundos más. El animalito se posó, hundió el pico entre su pecho y una de sus alas, y cuando finalmente alzó la cabeza... saqué la foto. Bajé la cámara un par de centímetros, observé la misma escena directamente con mis ojos y seguí el vuelo repentino del ave. Dios, lo había pillado por los pelos y deseé con todas mis fuerzas que la foto hubiera salido buena. Esa clase de momentos eran lo que más disfrutaba de la fotografía.

Por fuera de eso, la cámara parecía funcionar bien. Apoyé la espalda en los ventanales y volví a bajar la vista al aparato. El otro día había revelado una película y recién entonces descubrí que todas las fotos habían salido veladas y que estaban básicamente arruinadas. Me llevó lo suyo, pero me encargué de destrabar el objetivo y limpiarlo de cabo a rabo, aún con el ligero miedo de arruinar el mecanismo. Me alegraba que no pareciera ser el caso, esa analógica era de mis favoritas y... bueno, también era jodidamente costosa.

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ya me siento disco rayado JAJAJA ahí queda Joey también a disposición

 

El buen humor de haber alcanzado a saludar a Vólkov se me desvaneció cuando pasé frente a Cayden y me comí un recordatorio innecesario de su pedido, proveniente de la misma cara de cordero degollado que tenía el día que me pidió el dichoso favor. Suspiré, seguí caminando, tomé las escaleras y desaparecí del pasillo en dirección a la primera planta.

Continué subiendo sin prisa, entre resignada y molesta, pero no tardé casi nada en llegar al tercer piso. Pretendí solo meterme a clase, pero noté antes la puerta abierta del club de fotografía que la presencia de Joey y me incliné para husmear dentro, aunque no entré. Fue al no verlo que giré el cuerpo para buscarlo y me sentí medio tonta por no haberlo visto hasta entonces.

Me acerqué despacio, incliné un poco el cuerpo sin invadir del todo su espacio y ojeé la cámara en sus manos, curiosa. No tardé en buscar su rostro con la mirada para sonreírle.

—Morning —saludé con calma—. ¿Sacaste una buena?

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lamento informarle al caballero que ha sido víctima de un secuestro

 

Estaba revisando por trigésima vez que el objetivo hubiera quedado bien encastrado cuando noté de refilón una presencia a mi lado. Di con los ojos rosados de Ilana, quien se había inclinado ligeramente dentro de mi espacio, y apenas encontré su mirada le concedí una sonrisa tranquila. Habíamos hablado algo respecto del club la vez anterior, ¿verdad? Le habría dado curiosidad la cámara.

O quizá no, pero ¿quién iba a quejarse?

—Morning, Pinky —le correspondí el saludo en un murmullo y balanceé la cámara entre mis manos ante su próxima pregunta, encogiéndome ligeramente de hombros—. Esperemos.

Mi sonrisa se había ensanchado apenas con un tinte entre resignado y expectante. Obtener el resultado instantáneo de las fotografías era una bondad que no negaría jamás de las cámaras digitales, pero también creía que la incertidumbre y la paciencia que ameritaba el proceso de las analógicas poseía su propio encanto. Venía de otra época, obedecía a otros tiempos. Se sentía como un pequeño trozo de historia sobreviviendo a los embates de una modernidad tan abrumadora.

Prácticamente sobre mi respuesta noté que una tercera persona se acercaba a nosotros. La recordé del campamento, era la princesita tan alegre que había visto acompañada por Fujiwara. Su apodo me recordó a la tontería con Ilana y me pregunté si no jalaría demasiado del chiste del título nobiliario. Bah, ¿qué podía hacer?

Si era todo un caballero~

—Dichosos mis ojos —murmuré en voz baja, alternando la mirada entre mis acompañantes con liviandad, y me reacomodé contra los ventanales apoyando un codo sobre el marco. Le eché un vistazo breve a la rama que había fotografiado y regresé a Verónica—. Como le decía a Pinky: esperemos~ El instinto me dice que sí, pero la última palabra la tiene siempre el cuarto oscuro.

Le di unos golpecitos de nada a la superficie metálica de la cámara que pendía de mi cuello, mostrando que era una analógica.

—No creí tener público —anoté con suavidad, disimulando lo encantado que estaba con la idea—. ¿Mera curiosidad matutina o les interesa la fotografía, señoritas?

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pero bueno, dos bellas damas?? *satisfied joey noises*

 

Recibí el saludo de Joey con toda naturalidad, la sonrisa se me estiró un poco y asentó suavemente cuando me dijo que había que esperar. No era una mente maestra de la fotografía o de nada en absoluto, más que de aprender cosas como quien llena un álbum, pero me di cuenta de que no era una cámara digital de las que le había visto a otras personas. Los del laboratorio de la policía para empezar.

Había pretendido preguntarle a qué le había tomado foto, pero noté la tercera presencia apareciendo de repente. Resultó ser Verónica que lo llamó Sir Joey y a mí Sir Ila, haciendo que la broma del otro día se suspendiera en el tiempo. Quizás estábamos todos tirando demasiado del mismo chiste, ella sin saberlo, pero nadie parecía molesto por ello y me di por servida.

Le sonreí a la chica, le di los buenos días y la pregunta que había querido hacerle a Joey la respondió ella, que debía haberlo mirado más tiempo que yo. Él repitió que debíamos esperar luego de acomodarse en el ventanal y la anotación del público me sacó una risa por la nariz.

—Me parece que el público real es Vero-chan —apunté porque ella sí había visto a qué le tomaba la foto y crucé los brazos sobre el pecho—. Lo mío fue más accidental, dejaste la puerta del club abierta y se me ocurrió buscarte. Así que... un poco de ambas, curiosidad matutina e interés.

Se me ocurrió después que lo del interés era más bien ambiguo, pero corregirlo solo habría extraño así que lo dejé como estaba. Ya de paso desvíe la mirada a Verónica, como esperando a ver qué la había movido a ella.

 

La primera reacción provino de Ilana, quien rió y señaló a Verónica como la verdadera espectadora. Mi vista se deslizó a la albina por inercia y su gesto, asumiendo culpabilidad, me resultó liviano y relajado. No era ninguna mente maestra, pero reconocía con facilidad cuán cómodas se mostraban las personas a mi alrededor y en base a esa información regulaba mis niveles de estupidez. Ni siquiera era un proceso consciente. Viendo que ella se lo había tomado con gracia, yo alcé las cejas y fingí una gran ofensa. Me incliné en su dirección, suspendí el rostro cerca del suyo y la detallé con los ojos entrecerrados.

—My goodness, ¿estabas espiándome, acaso? —acusé, como si fuera un delito federal.

Poco después retrocedí a mi espacio y una risa liviana me vibró en el pecho. No iba a quejarme del público, desde luego, y en especial si se trataba de señoritas tan bonitas. Era un hombre simple y no me preocupaba ocultarlo. Si lo pensaba dos segundos, parecía que había pillado a ambas con las manos en la masa y les estaba pidiendo explicaciones, como cuando en los aeropuertos te detienen y te sueltan el "business or pleasure?". Ilana mencionó la puerta abierta del club, lo cual comprobé con ligera sorpresa de un vistazo rápido, y alegó una mezcla de curiosidad e interés. Incluso habiéndose valido de mis propias palabras, hubo algo en la frase que me satisfizo lo suficiente para mantener mi mirada sobre la suya durante un par de segundos.

Verónica, por su parte, eligió la curiosidad y agregó un ítem inesperado: le gustaban las aves. Alcé ligeramente las cejas ante el dato, concediéndole una sonrisa, y preguntó si las fotografiaba seguido.

—Nah, usualmente no. Es bastante difícil fotografiar aves y que salga bien, lo ideal es usar un teleobjetivo y yo no tengo de esos, son muy caros. —Mi sonrisa se estiró—. De vez en cuando, sin embargo, las estrellas se alinean y consigues la toma perfecta.

Reservé la broma interna para mí mismo. Uno de mis temas favoritos era el cielo nocturno, e incluso si viviendo aquí era una tarea que se complejizaba exponencialmente no perdía el deseo de retomarlo. Pillar un tren, salir de Tokyo, alquilar una cabaña en medio de la nada y buscar el cielo perfecto, ese donde brille hasta la última estrella. Lo había hecho en Falmouth y volvería a hacerlo.

—¿Algún motivo por el cual te gusten las aves? —le pregunté a Verónica con la sonrisa de antes, como invitándola a hablar al respecto.

 

Básicamente acusé a la pobre Vero, pero lo tomó con tal ligereza que todos seguimos subidos en el tren sin pensarlo siquiera. Joey se hizo el más ofendido, cualquiera diría que la chica había cometido una ofensa al Estado, y yo observé el numerito esforzándome por contener la risa que me estaba causando para no interrumpirlos. ¡Había sido atrapada en el acto! No había que defender lo indefendible y ella lo sabía.

Igual nos hizo el interrogatorio, yo di mi respuesta y aunque la tontería fue de unos segundos sostuve la mirada del muchacho, sonriendo como si nada. Ni yo misma estaba dándole importancia a cómo decía las cosas, así que todo lo que salía de mi boca era y no era algo que debiera tomarse en cuenta. Tampoco era algo en lo que nadie fuese a detenerse ahora mismo.

Por la forma en que apunté a la puerta abierta y su reacción pareció que no se había dado cuenta realmente de ello, lo que volvió el asunto un poco más gracioso. Quería decir, estaba bastante concentrado incluso cuando yo reparé en él, ya cuando había tomado la foto, así que era normal que se olvidara de una cosa como esa que no era importante.

Escuché lo que le respondió a Verónica, no acoté nada en particular, pero cuando le preguntó por el interés en las aves observé a la chica por varios segundos, como si calcara su figura con los ojos o algo así. Al cabo de un rato una idea me alcanzó la mente y me incliné un poco hacia Joey.

—Vero-chan recuerda un poco a un pajarito, ¿no crees? —dije sin que pretendiera ser un secreto y la comparación me hizo sonreír—. Como si fuese a salir volando en cualquier momento.

Al decirlo deshice mis brazos cruzados, los estiré un poco separándolos de mi cuerpo y volví a bajarlos, esta vez entrelazándolos detrás de la espalda. El gesto imitó de forma muy burda las alas extendidas de un ave.

 

La niña se tomaba la vida con bastante calma y soltura, era la impresión que me había dado en el campamento y en especial junto a Fujiwara, que de sólo verme la cara amenazaba con constreñirse; ahora la idea se sostenía. No pareció incomodarse ni un ápice con mi acercamiento, de hecho redobló la apuesta y su gesto con el índice me quebró el teatro para robarme una sonrisa divertida. Era un pedido de silencio, de guardarle el secreto y también de perdonarla, todo a la vez. Mi retroceso, por ende, fue una respuesta del mismo calibre: iba a fingir demencia, no decírselo a nadie y olvidar su tremenda ofensa.

Antes de recibir respuesta por parte de Verónica noté que Ilana se inclinaba en mi dirección. La miré de soslayo, seguí el movimiento de sus brazos y solté una risa nasal bastante floja, deslizando la vista de regreso a la albina. La escaneé por el bien del teatro, fue rápido y sonreí, divertido.

—¿Estás diciendo que le gusta comer gusanos y hacer sus necesidades sobre la gente? —bromeé.

Que me disculparan las damas, tenía alma de campesino. En todo caso, Verónica pareció encantada con el comentario de Ilana y las dejé que tuvieran su girls moment. Coñas a un lado, suponía que las aves eran bonitas, sí. Eso si hablábamos de colibríes y gorriones, no de un halcón arrancándole los ojos a un perro, claro. Me gustaba lograr fotografiarlos, aunque no tanto por su estética en sí sino por el desafío que implicaban.

—Nunca alcancé un ave con las manos. Eso si excluimos las gallinas, claro —respondí, junto a una risa bastante relajada, y fruncí apenas el ceño—. Bueno, y los loros. De pequeño conocía un loro que era casi perro, te seguía para todos lados.

La chica se acercó a la ventana sobre la cual estaba apoyada. Giré el rostro para ver su perfil, sin modificar mi postura, y su ¿oferta? me estiró una sonrisa en los labios, entre incrédula y... burlona, quizá, pero sin malicia. Miré a Ilana, como preguntándole si ella sabía a qué se refería (se conocían de antes, ¿no?), y al final regresé a Verónica.

—¿Cómo dices? ¿Cuando cantas invocas ardillas y pajaritos? —bromeé de nuevo, y la sonrisa me descubrió la dentadura.

 

Verónica siguió adaptándose como si nada, se veía que se le daba eso de lidiar con la gente, puede que con todo tipo de personas, así que no había que tomarse mucho tiempo en pensar que alguna broma inocente fuese a ofenderla gravemente. Quería decir, justo como la que había soltado Joey luego de que yo comparara a la muchacha con un pajarito, tenía un punto, ¡pero no era eso lo que quería decir!

—Not what I meant at all! —exclamé de lo más alarmada aunque siempre se me escapó la risa.

Pensaba más en los pajaritos del bosque, con los que había que ser medio salado para que te soltaran el regalo encima de la cabeza, que las palomas del pueblo que se posaban en cualquier lado o las gallinas del vecino que andaban a veces por la calle. Igual Vero se lo tomó como yo había querido, obviamente, y él no acotó la mayor cosa dejándonos tener nuestro diminuto momento de chicas o algo así.

—Una vez sujeté una paloma de la calle —dije después de pensarlo unos segundos y recordar algunas cosas relacionadas a pájaros—. Otro día un cuervo me terminó siguiendo porque le di de lo que estaba comiendo. Tres días después me seguía toda la parvada, era entre divertido y preocupante.

Igual concordaba en eso de que tomarle una foto a un ave tenía que ser difícil, alzaban vuelo cuando querían y se movían con rapidez, así que lograr un resultado decente era complicado casi con cualquier aparato. Debía tener no sé cuántas fotos movidas de pájaros en el móvil y las dejaba ahí porque era eso o nada. A veces solo me dedicaba a mirarlas y ya, porque me recordaban al bosque.

Lo que me tomó un poco desprevenida fue la oferta de la chica, la confusión me alcanzó el rostro y cuando Joey me miró negué suavemente con la cabeza, como diciéndole que no tenía idea de lo que hablaba. A ver, yo no sabía que la niña iba por ahí con un pajarito albino, la había conocido en los casilleros de pura suerte y ya.

—¿Cómo princesa de Disney? —apañé detrás de Joey y se me escapó una risa por la nariz.

 

Al parecer Ilana estaba tan perdida como yo respecto a la oferta de Verónica, y fui comprendiendo la situación conforme enumeró nuestras experiencias con aves hasta alzar un quinto dedo. ¿Tenía un pájaro de mascota? Sonaba así. Una sonrisa revoloteó en mis labios y desvié la mirada al exterior, repasando los árboles y el cielo. No sabía qué especies podían volverse tan mansas como para seguirla hasta aquí y esperarla, pero tras un chispazo de consciencia supuse que sería la novedad de otro día.

—El misterio tendrá que sostenerse un tiempo, tengo que acomodar unas cosas en el club antes de entrar a clases —argumenté tras comprobar la hora en mi móvil y le dediqué una sonrisa a las chicas—. Señoritas, ha sido un placer su compañía. Que tengan lindo día.

Había retomado la estupidez del caballerismo porque sí, porque era sencillo y efectivo. Tras las debidas despedidas, ingresé al club y cerré la puerta detrás de mi espalda, apresurando un poco el trámite para que la campana no me pillara a medio camino.

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perdonen la tardanza, muchachines. Por acá voy cerrando con Joey, gracias por caerme a ambos <3

 

Ninguno de los dos tenía la mínima idea de lo que hablaba Verónica, el asunto solo se aclaró luego de nuestras respectivas anécdotas de aves, ella admitió que tenía un amigo que la seguía a todas partes como un guardián y yo parpadeé, incrédula ante la idea de que la chica tuviese un pájaro que la acompañara en el bullicio de la ciudad e incluso aquí.

Giré el rostro hacia la ventana algunos segundos después que Joey, observé el exterior, el cielo y los árboles que se alcanzaban a ver. En algún lugar estaba el ave de la que hablaba Vero, pero a falta de una imagen mental podía ser cualquier cosa, quería decir, cualquier tipo de pájaro. No me había parado a pensar que ya casi era hora de entrar a clases ni nada.

Solo fui consciente de ello cuando Joey dijo que el misterio quedaría para otro día, busqué el móvil en el bolsillo de la falda y revisé la hora, confirmándolo. En cualquier caso, saqué la atención del aparato para despedirme en condiciones, sonreí con la calma usual y levanté la mano para agitarla suavemente.

—Nos vemos, sir Joey —solté por la pura gracia y regresé la atención a Verónica—. Bueno, el tiempo no lo permitió, pero queda pendiente tu momento de princesa Disney. Sin ardillas, claro.

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tranca palanca uvu fue un placer robarme al muchacho un rato

por si acaso, imaginemos que este post también puede ser un cierre (?

 

Mientras subíamos a nuestras respectivas clases, le conté a Anna que Fred no trabajaba, técnicamente, pero que había estado en algunas excavaciones junto a mi padre y quizás podía servir, llegado el caso; también le tuve que admitir, un poco más tarde, que sí tenía fotos de cuando era pequeña, aunque no estaba segura de si Dante saldría en alguna de ellas. Cuando le propuse lo de almorzar juntas algún día, eso sí, lo último que esperé fue que me dijera de hacerlo ese mismo receso. Acepté, por supuesto, ¡me hizo mucha ilusión, de hecho! Acepté el beso que me dejó en le mejilla y nos despedimos hasta el receso.

Las clases se me hicieron eternas, pues genuinamente me entraron muchas ganas de la hora del almuerzo nada más lo definimos en la mañana. Si tenía que ser sincera, me preocupaba un poco no haber preparado la suficiente comida justamente aquel día... ¡pero no! Tenía que aprender que no era completamente mi responsabilidad, ¡siempre compartíamos cuando almorzábamos juntos, al fin y al cabo! ¡Así que todo iba a salir bien!

En cuanto sonó la campana, recogí todo con rapidez y me dirigí hacia el aula de Anna para recogerla; justo después, empezamos a subir al tercer piso. Una pequeña parte de mí estaba... ansiosa, diría, no tanto por la reacción de Anna, si no porque nunca terminé de decirle a Kohaku que le había contado a ella sobre nuestro beso y... bueno. Quizás le diera igual, quizás no, ¿quizás había asumido que se lo habría contado mucho antes? O quizás... era yo la única de los dos que le estaba dando tantas vueltas al asunto. ¡Daba igual! No quería pensar en nada de eso en ese momento.

—Que ilusión, hace bastante del último almuerzo que tuvimos juntos... —le dije a Anna mientras subíamos, junto a una sonrisa animada—. ¡Vamos a pasarlo bien!

Era una promesa.

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Gigi Blanche heyo my beautiful girfriend, aquí están thee girlfriends <3

 

No había reparado en la presencia de la chica nueva hasta que la profesora la marcó, y aún así su existencia siguió sin interesarme hasta que... oh, bueno, con el flujo de gente que manejaba esta escuela habría sido difícil esquivarle eternamente al bendito tour. Una parte de mí sintió el impulso de rechazarlo inmediatamente y seguir a lo mío sin inmutarme ni un pelo, pero igual pensé que no tenía nada importante que hacer más que convivir conmigo mismo. Detallé a la chica, ella me dedicó una sonrisa cortés y concluí que lucía bastante ordinaria; era un cumplido, por cierto. Con la descomunal tasa de salidos y apestados que había en esta escuela, a cualquiera le gustaría sumarse al promedio.

Acepté, por ende, aunque una muy ligera cuota de ironía se me filtró en el tono. Iba dirigida a la profesora, en verdad, y sus decisiones cuestionables, pero qué sé yo, quizás el teatro de niño pijo decente me salía mejor de lo que creía. No le concedí mayor pensamiento a la cuestión y atendí a clases hasta que la campana sonó. Había recordado el tour unos minutos antes y, al lanzarle un vistazo a la chica nueva, comprobé que venía en mi dirección. Bueno, me ahorraba trabajo; puntos para ella.

Estaba terminando de acomodar mis cosas cuando se detuvo frente a mí; era bastante alta. Seguí ligeramente el movimiento de su cabello al ejecutar la reverencia y permanecí en sus ojos, que se suavizaron apenas gracias a su sonrisa. La observé sin demasiada prisa, tranquilo, y en un determinado pestañeo le regresé la sonrisa.

—Nakayama —la saludé, incorporándome, y una vez de pie acomodé mi uniforme por mera manía: la correa del reloj bajo los puños de la camisa, los gemelos, la corbata—. No es molestia, no te preocupes.

Teníamos la misma estatura, centímetro más, centímetro menos. Luego del chequeo rutinario relajé los brazos, guardé las manos en los bolsillos y me desinflé los pulmones, manteniendo mis ojos en su rostro. La pequeña sonrisa no se borró de mis labios, era la que usaba de cortesía o cuando de plano alguien no me tocaba lo suficiente las pelotas. Quizá se me oliera a kilómetros la arrogancia y el gusto que encontraba en lucir bien, pero eso no significaba que tratara mal a la gente por deporte.

No le veía utilidad.

Con un sutil movimiento de cabeza le indiqué la puerta y comencé a caminar a su lado, tranquilo. Miré alrededor, alcanzamos el pasillo y me detuve, girando el torso hacia ella.

—Dentro del edificio principal lo más interesante son los clubes, supongo. En esta planta tienes el de fotografía y el de música. —Fui señalando las puertas mencionadas y luego regresé los ojos a ella, conservando el tono de voz sereno—. ¿Te interesa alguna actividad particular?

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esto es como Durmiendo con el enemigo JAJAJA. A Vero le respondo desde la 3-2 para no morirme

Imaginaba que a Emi también le haría ilusión la idea de volver a almorzar los cuatro juntos, era un tiempo desde la última vez que lo habíamos hecho, y por ello se me escapó una risa cuando, habiendo alcanzado la puerta de mi aula a velocidad, me topé con ella de repente. ¡Qué rápida! Me enganché a su brazo y comenzamos a caminar hacia las escaleras, mientras le contaba que esta vez había una chica nueva en mi clase y que el tour le había tocado a Kashya. No tenía nada contra ella, por supuesto, pero considerando su personalidad...

—Lo más gracioso es que la chica nueva también parece, uhm, ¿muy seria? —Reí un poco—. Me gustaría ser mosca para seguirlas de cerca.

Lo suyo habría sido buscar primero a Kakeru por la disposición de aulas, pero alcanzando la 3-2 me cayó encima un ataque de nervios y fingí demencia, apresurando el paso hasta la 3-3. No importaba, no importaba, ¡el orden daba igual! Solté a Emi para meter la cabeza en la clase y, apenas di con mini Ishi, alcé el brazo bien, bien estirado sobre mi cabeza. Lo saludé enérgicamente, contenta, y me pareció que él soltó una risa nasal. Juntó las manos para indicarme que le diéramos un minuto y regresé el cuerpo hacia Emi, en el pasillo.

—Dijo que ahora viene —avisé, balanceándome sobre mis talones, y tras debatirme un poco husmeé por sobre mi hombro la 3-2—. Oye... ¿Te molestaría recoger tú a Kakeru? —Miré a Emi—. Me da... me pone algo nerviosa el asunto. Estará todo bien, lo prometo, sólo es el empujón inicial.

Y acabé el pedido, por supuesto, con los mejores ojitos que le supe hacer.

 

Vólkov estaba por irse cuando noté la silueta de Verónica en la puerta, noté que le sonrió a las caras que ubicó así que le regresé el gesto y luego la muchacha llamó a Fujiwara. Yo seguía clavado en la silla, si acaso había sacado una caja de jugo de frutas que había comprado antes de subir por la mañana luego de rechazar acompañar a las apestadas y la dejé en la mesa. Me había quedado atascado en los chats abiertos pensando si preguntarle a Sonnen si ya había colgado la toalla o qué y, como si al cabrón tuviera telepatía o algo, me entró una llamada suya.

—¿Qué?

—Necesito que me hagas un favor. —El suspiro hastiado que solté lo hizo corregirse—. Un favor normal, no como los de Arata. ¿Sabes si de casualidad Anna llegó a la escuela?

—Llegó.

—Puto timing del culo, de verdad. ¿Puedes comprarle algo de la máquina por mí?

Mis ojos se desviaron al cartoncito de jugo, lo había sacado de una parte de la mochila que tenía algo de tela térmica, así que medio conservaba el frío pero no dije nada. Me fui en el viaje de preguntarle al imbécil, que sonaba dormidísimo por cierto, por qué debería hacer algo por él aunque ya había sacado los post-it de la cartuchera y estaba escribiendo. Cuando terminé le pegué el papelito en un costado, aunque lo doblé un poco para que lo que decía no quedara tan a la vista de Dios y el diablo, ¿por qué? No tenía idea. A mí no me habría gustado que alguien lo husmeara.

—Va, lo hago. Escríbele que no vas a venir, desaparecerse es irresponsable que te cagas. No angusties de más a las personas.

El regaño lo solté sin que nadie me lo pidiera, ni siquiera levanté la voz, y colgué antes de que me contestara algo. Me guardé el móvil en el bolsillo, me levanté de la silla y salí de la clase esquivando a Fujiwara y Verónica con cuidado, pues para no cortarles el rollo ni nada. Pensé que tendría que ir hasta abajo, pero noté el chispazo de rosado por una esquina en la 3-3 y supuse que eso me ahorró algo de trabajo, aunque no sabía qué tanto. No me gustaba sentir que interrumpía o me colaba en los planes de las personas, pero pues era lo que había.

Me acerqué a Anna, le di un toquecito en el hombro y le extendí el jugo con el post-it pegado. Le dediqué una sonrisa tranquila, nada del otro mundo, y me fijé dentro de la clase solo por si veía a Ko para saludarlo y ya. Tan simple como eso.

—No te retengo mucho, solo vengo de recadero, para variar.

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Gigi Blanche

lo tenía pensado desde que empezó el día, pero me debatí tanto si meterme porque me sentía muy colada que al final soñé que me metía *clown* igual estaba medio raro sacar a Cay y que ignorara a la comitiva en el pasillo, EN FIN no los retengo ni nada, im here with a mission

El post-it pone:
Bienvenida de vuelta
-Altan

También le mandó unos mensajes en modo turbo
Hey
Me dicen que ya volviste. Me alegro
Disfruta con los demás, seguro te extrañaron mucho
Bueno, todos lo hicimos, estoy seguro
Faltaré lo que queda de la semana, pero tengo presente el almuerzo que te dije el otro día
13:10 ?ponele

*c desvanece*