Pasillo (Segunda planta)

Tema en 'Segunda planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    No pude evitar quedarme algo preocupada al despedirme de Anna, sobre todo tras ver de reojo la reconocible mecha azulada de Kurosawa. Ah, estaban en la misma clase, que desastre. Ayer estaba emocionada por saber que Anna estaría bien acompañada y ahora...

    Por suerte Kashya había aceptado mi petición y me había dejado bastante tranquila. Confiaba plenamente en que, dentro de sus posibilidades, haría todo para cumplir con ello y cuidar a Anna mientras yo estuviese en clase.

    Clase que, desgraciadamente, me fue tremenda difícil seguir.

    Podía haber fingido cuando subí las escaleras con Kohaku y podía haberlo olvidado momentáneamente en lo que estaba con Anna pero la verdad seguía ahí, como una nube negra. Mimi ni siquiera había aparecido por la Academia, había hecho llorar a Aika y Liza me había dirigido una mirada que no pensé que fuese capaz de crear alguna vez.

    La había cagado con todas mis amigas. Inconscientemente, desde luego, pero no quitaba que lo había hecho.

    Y no tenía idea de como solucionarlo.

    ¿Tan siquiera quería solucionarlo?

    ...

    Distinguí a Anna en cuanto salí del aula, notando como una genuina sonrisa se me formaba en los labios sin pensarlo.

    —Buenas tardes~ —saludé, con voz dulce, en cuanto me acerqué lo suficiente—. ¿Qué tal las clases?
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Casi como un bálsamo mágico, gran parte de su nerviosismo se disolvió en cuanto distinguió la silueta de Emily acercándose. No le costó nada sonreírle con gran alegría, porque no le costaba nunca nada sonreírle a sus amigos.

    —¡Hey! —la saludó, alzando la mano sobre su cabeza, y automáticamente soltó un bufido hasta dramático, echándose contra el ventanal no con mucha suavidad; el cristal rebotó apenas y ella soltó una risa floja al notarlo—. ¿Las clases? Del demonio. ¡Son tan aburridas, Emi-chan! ¿Por qué el sistema educativo nos obliga a semejantes torturas? ¿Y por qué es institucional? ¿Quién regula estas cosas? Ah, en fin.

    Enganchó su brazo al de Emily y prácticamente la arrastró hacia las escaleras.

    —¿Dónde te gustaría comer? Planeo secuestrarte, por cierto, ¡por si aún no lo notaste! Pero soy una secuestradora piadosa y te dejaré elegir el lugar.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Emily Hodges

    Fruncí ligeramente el ceño, algo preocupada, al ver como se golpeaba contra la ventana pero pronto imité su risa al ver que todo seguía bien. La escuché, sin perder la sonrisa alegre y sin dejar de lado ningún detalle de lo que me decía.

    Se la veía mucho más animada, ¿verdad? Eso me aliviaba bastante.

    Me sorprendí un poco al sentir su brazo tan repentinamente pero no opuse resistencia mientras me arrastraba hasta las escaleras. ¿Secuestrarme? Definitivamente no tenía otra opción más que almorzar sola así que no iba a ser una presa muy difícil.

    —¿Hm~? ¿Puedo elegir? Qué honor~ —bromeé, con voz suave—. Hace buen día, ¿quizás en el patio? Seguro hay mucha gente pero no suele ser un problema, hay mucho espacio~
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    —¡Claro! En el patio suena bien. Aunque pasemos primero por la cafetería, que si no me compro algo moriré de hambre~

    A veces su mamá simplemente olvidaba prepararle el almuerzo y no iba a culparla ni de coña, no con la hora a la que se levantaba todos los días para llegar al trabajo a tiempo.

    Aunque tampoco iba a negarlo, ¿verdad? Lo mucho que le gustaría que sí lo hiciera.

    No pisaba el patio desde las pruebas físicas, y entonces recordó de repente que había conocido a Emily luego de eso.

    —Oye, oye, ¿qué tal te fue a ti en las pruebas físicas del otro día? —sacó conversación, comenzando a bajar las escaleras; había dejado ir su brazo para andar sin dificultad.
     
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    Hygge

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    Dejó escapar un suspiro contenido cuando las clases llegaron a su fin y ordenó sus cosas, saliendo de la clase sin percatarse de la tensión que parecía haber en el aula entre dos de sus compañeras. Había estado bastante dispersa durante las horas de clase, intentando ahuyentar sus demonios de forma infructuosa mientras estos se hacían más y más grandes a su alrededor con cada segundo. Fingir que todo estaba bien era fácil cuando tenías amigos a tu alrededor, pero estando sola... estando sola era prácticamente imposible poder hacerlo.

    Se recostó contra la pared del pasillo, su mirada fija en el teléfono. Después de lo sucedido en la mañana, de disculparse con Dante y asegurarle que estarían bien por el momento les había prometido compensarles almorzando juntos. Conociéndose entre ellos, charlando cosas banales, ¡y tenía que contarle aún la idea del karaoke! Pero no olvidaba que estaba en el mismo piso que Mimi y Emily, y la parte cobarde y huidiza de sí misma le impedía alzar la mirada de la pantalla.

    Los alumnos iban y venían y ella aguardó, esperando poder reconocer la cabellera azul de Aika o la mirada esmeralda de Dante y tragó saliva, algo ansiosa. Se sintió diminuta entre los alumnos. Desorientada, perdida. Sola.

    El contacto de alguien brilló en su pantalla. De forma inconsciente había acudido a él, y sus dedos se tensaron al ser consciente de ello, sobre el teléfono verde. Pareció dudar un segundo, animándose a sí misma por quién sabe cuántas veces en el día. Se le escapó una risa sin gracia al reparar detenidamente en el nombre del contacto. Nunca se lo había enseñado, porque le daba vergüenza y podía ser tan terca como ella si se lo proponía.

    "Mimichi".

    Como cuando eran pequeñas.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Al final las prisas por no llegar tarde a clase habían dejado su pregunta sobre Dante en el aire. Le causaba curiosidad pero tal vez simplemente Liza no quería responder esa clase de cuestiones. En cualquier caso no le dio muchas vueltas.

    Dante iba a rondar bastante por allí al parecer y aquello lograba emocionarla. Desde primaria no tenía amistad cercana con un chico y a veces se entendía mucho mejor con ellos que con las chicas. Especialmente aquellas como Honda, que disfrutaban de compras excelsas y pintarse las uñas. Nunca se lo había dicho pero siempre le había resultado tan superficial y aburrido. La acompañaba y solía verla probarse conjunto tras conjunto, sin decidirse, y cargando bolsas llenas de ropa solo porque parecía hacerla feliz. Cuando compraba, cuando llenaba sus vacíos emocionales con compras innecesarias, parecían los únicos momentos en los que Mimiko Honda parecía sonreír genuinamente.

    ¿De verdad estaba tan vacía?

    Se sentía algo extraña, sin embargo. Sin Mimi allí y aún más sin la bola de energía imparable llena de luz que solía ser Emily. Algo se sentía simplemente mal, como un puzzle con piezas faltantes. Nunca se habían separado, desde la primaria. Todas sus peleas o discusiones se habían resuelto en muy poco tiempo y habían terminado en llantos y abrazos y luego iban a comer juntas, al karaoke, a comprar o por un helado al parque. Y los problemas se deshacían entre risas y quedaban en nada tras conversaciones triviales y promesas de futuros encuentros.

    "Hey, no hay nada en este mundo que un bolso de Gucci no pueda arreglar. ¡Vámonos de compras, Em!"

    Daría tanto por volver a ver a esa Mimi ahora.

    Suspiró con pesadez y se sobó la parte posterior del cuello nada más abandonar el aula, cansada. Kurosawa no le había dicho nada, se había mantenido tensa, sin cruzar la más mínima mirada con Hiradaira. Tras la pelea en los casilleros el ambiente podría cortarse con el filo de un cuchillo.

    Estaba harta de problemas a su alrededor.

    Al menos, tenía la suerte de compartir salón con Liza y poco después de que la campana sonara la vio salir y la siguió tras recoger sus cosas. La vio apoyada contra la pared y se acercó a ella sin llamarla en voz alta, como tanto solía hacer.


    —Mimichi—murmuró mirando sobre el hombro de White la pantalla de su teléfono. Ah. Tomó su propio móvil del bolsillo de su falda y esbozó una pequeña sonrisa culpable mientras le mostraba el chat con solo sus únicos mensajes sin respuesta—. ¿También tratas de contactarla sin éxito?

    Qué tontas somos.

    Soltó una risa baja, resignada y apoyó la cabeza contra la pared a su espalda.

    Mierda.
     
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    Hygge

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    Su cuerpo se tensó al escuchar la voz de Aika sobre su hombro y el móvil saltó de una mano a otra, pudiendo apenas sujetarlo a tiempo. Se lo llevó al pecho, dejando escapar un suspiro, y sus mejillas se tiñeron de la vergüenza de haber sido observada sin saberlo.

    —¿Eh? Solo estaba... Yo... —quiso buscar alguna excusa, pero la pantalla de Aika la enmudeció por completo. Después de todo, Liza no sabía que se había ido. Que no iba a regresar de momento. Algo hizo click en su cabeza y el miedo le recorrió el cuerpo, helándola en el sitio. Colocó una mano sobre la suya, sosteniendo el móvil mientras la miraba con cierta ansiedad en sus palabras—. Aika, ¿qué significa eso? ¿Mimi no va a venir? ¿Le ha pasado algo?

    Había prometido esforzarse. Esforzarse por enterrar sus preocupaciones cuando estuviese con su amiga. Pero la repentina posibilidad de que lo sucedido la tarde anterior hubiese desembocado en todo eso le arrancó la voz de la garganta.

    Apartó la mano con suavidad, llevándola de nuevo al pecho.

    >>¿Es... por mi culpa?
     
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    Nekita

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    No había podido prestar mucha atención a clase, su cabeza se mantuvo en todo momento en todo el problema que desconocía por completo, pensando en qué podía ayudar, qué podría decirles, si era bueno preguntarle a Liza sobre lo que era claro les afectaba, incluso mucho más con la discusión que se había formado en su momento. E incluso prácticamente salió lo más rápido posible del salón para encontrarse con ella y comprobar si estaba bien o no, si las cosas habían ido a peor después de estar en el baño y las clases.

    Pero no.

    Lo que vio realmente le indicaba que las cosas no se movieron ni siquiera ni un paso hacia delante.

    —¿Qué...qué podría ser tu culpa?

    Estaba seguro que no llegó en un buen momento a aquella conversación.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    La evidente consternación de Liza la hizo volver a mirarla con cierta impresión en sus facciones. Abrió los ojos como platos y sus pupilas se contrayeron por el shock. Lentamente lo engranajes parecieron reaccionar y su cerebro logró procesar correctamente la situación.

    Mierda.

    La había cagado.

    Liza no sabía que Mimi no daba señales de vida desde el día anterior. No estaba tratando de contactarla y ahora su enorme estupidez probablemente había vuelto a preocuparla.

    —¿Eh?—murmuró con urgencia y guardando apresuradamente su móvil en el bolsillo agitó con nerviosismo las palmas de sus manos frente a su rostro—. ¡N-no! ¡No creo al menos! ¿Por qué tendrías tú la culpa? ¡No has hecho nada!

    Cálmate idiota.

    Tal vez sería buena idea empezar por el principio.

    Dejó caer las manos como un peso muerto y su expresión se ensombreció. Era ridículo ocultarlo mucho más. Solía ser buena ocultando las cosas, especialmente cuando se trataba de sí misma. El accidente y la muerte de Minato. Su estancia en el hospital. Pasaba el día con sus amigas y sin embargo jamás habían descubierto nada relacionado a ese fatídico verano. Y sin embargo, en ese momento, se sentía incapaz de ocultárselo a Liza.

    —Ah, ayer...—suspiró y su voz sonó algo más apagada, carente de su usual vibra alegre. Podía fingir, pero era pésima falsificando sus propias emociones—la vi en los casilleros. Empujó a Shiorin contra las taquillas, dijo algo de que había muerto o algo así... y se fue. No pude detenerla porque... bueno, porque estaba asustada—apretó los labios en una fina línea, tensa. Tampoco había hablado de eso. Del beso que le había dado la Honda y de como la había empujado sobre la cama. ¿Debió detenerla cuando se marchaba? ¿Hubiera podido hacerlo?—. Luego Shiorin me dijo que no iba a morir, que solo necesita una ayuda que no podemos darle. No entendí nada—soltó una risita entre dientes, débil, evidencia de lo estúpida que se sentía. Tan torpe e idiota. Incapaz de hacer nada por cambiar las cosas, por entenderlas en su totalidad—. No sé qué le pasa Liza-chii pero... desde la pelea con aquella senpai todo se ha ido a la mierda.

    Tal vez ni siquiera lo notó pero por primera vez en su voz se coló un atisbo de rabia sorda y genuina. Tensó la mandíbula y sus puños apretados dieron un vistazo de cómo se sentía realmente por dentro. Apenas reparó en la presencia de Dante.

    Devastada.

    Frustrada.

    Impotente.

    >>Y luego Emily...—soltó una risa por la nariz, desganada y apoyándose contra la pared se echó el antebrazo sobre los ojos. Sonrió, sardónica—parece habernos reemplazado ¿no?
     
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    Hygge

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    La escuchó con la angustia vibrando en su pecho, y a medida que avanzaba en el relato más se le encogía el corazón. Eso tuvo que ser después de lo sucedido en el aula. Mimi se merecía aquella bofetada después de haber asustado así a su kohai, pero la idea de haber desencadenado su huida, de haberle dado el último empujón por más que lo hubiera ganado... le asustó.

    Le asustó tanto que no fue capaz de mirar a Aika. Se abrazó a sí misma, asintiendo casi de manera mecánica, esquiva. Una parte de sí, la parte racional, le decía que todo aquello venía de mucho antes. Que aunque lo hubiesen intentado no habrían hecho la diferencia. Pero, ¿y si sí?

    ¿Y si se hubiera quedado para escucharla?

    Llevó una mano a su hombro, como un gesto silencioso, volviéndose hacia Dante. Le dirigió una pequeña sonrisa, fugaz, sin separarse de Aika ni dejar de brindarle su apoyo.

    —Una amiga nuestra se marchó sin avisar —comenzó a relatarle, soltando un suspiro contenido hasta entonces—. Se fue después de una mala racha para ella, y no sabemos nada. Cuál fue el motivo, si hicimos algo mal, si pudimos evitarlo —Acarició entonces la espalda de Aika antes de soltarla, como había hecho antes en los baños. Se estaba dirigiendo ahora a ella—. Quiero creer que es lo que necesita. Aclarar las ideas, despejarse, resolver problemas que quizás no estén a nuestro alcance. Pero no dejaremos de esperarla, ¿sí? Aún podemos darle eso.

    Sacó entonces su almuerzo, intentando calmar un poco las aguas. No quería preocupar más a Dante, pero tampoco quería que Aika se atragantase con sus propios pensamientos.

    >>¿Os apetece ir a almorzar a algún lado para ahogar las penas? Ah, y tengo una propuesta que hacerte, Dant.
     
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    Nekita

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    Se limitó a estar en silencio, escuchando todo lo que se encontraba diciendo Aika, tratando de hacer alguna clase de mapa en su cabeza sobre las cosas que pudieron haber pasado esos días anteriores que realmente, no sonaban en lo absoluto bien de acuerdo a las descripciones que estaba escuchando con aquella chica que por el momento desconocía y... un problema con Emily.

    Suspiró cuando terminó de hablar, desviando su mirada a Liza un momento para ver que tal estaba y cuando notó aquel gesto de abrazarse a si misma no pudo evitar sentir todo más pesado, le dolía no haber estado algo más pronto allí para ayudarla un poco más en como parecían desenvolverse aquellos problemas en los que estaba con sus amigas.

    Asintió ante lo dicho y una vez que se hizo la propuesta, se animó a acariciar su cabello con una sonrisa tranquila —Primero, no tienes que sonreirme si te encuentras mal, ¿okay? —Atrapó su nariz un momento cuando terminó de dar aquellas caricias como si eso fuera alguna clase de regaño y luego finalmente la liberó —, consigamos algún lado para almorzar entonces y... cuando lo hagamos, seré todo oídos para lo que quieras proponerme.

    Se centró en Aika ahora —Un placer verte de nuevo, Aika~
     
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  12.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Asintió tras las palabras de Liza y se apartó el antebrazo de los ojos con lentitud. También quería creer en eso. En que regresaría y todo sería como lo había sido siempre. Quería creerlo con todas sus fuerzas incluso si algo, un zumbido extraño en su oído le decía que las cosas iban a ponerse aún más complicadas cuando Mimi volviese.

    Ah.

    Cerró los ojos y suspiró.

    Ojalá supiera como ayudarla. O cómo hablar con Emily. O cómo arreglar las piezas rotas, dispersas y volver a unirlas.

    En ese instante recordó las palabras de Kurosawa en los casilleros y su expresión se iluminó ligeramente cuando White mencionó que esperarla era todo lo que podían hacer.

    —¡Mierda, no es todo!—exclamó y giró la cabeza para mirar a Liza. Se rascó la mejilla en un ademán tímido. ¿Cómo había sido tan tonta de olvidarlo?—. Shiorin... me dijo también que podíamos preparar un pastel para cuando Mii-chan regrese. Incluso se ofreció a que usáramos el club de cocina—podría haberse peleado con Hiradaira pero estaba completamente segura de que no era una mala persona. Había sido amable, maternal y la había consolado y ayudado a recomponerse. Se sonrió ligeramente, una sonrisa leve que trataba de destensar la tensión y la presión más que evidente. Aquella situación era detestable y las estaba perjudicando a ambas—. ¿Quieres prepararlo con nosotras? Habíamos pensado en dibujarle un gatito porque ella se parece a uno. Además... ¡Raiden! ¡El gato negro de Mii-chan! Seguro le gusta.


    Su sonrisa se extendió. Incluso cerró los ojos y todo en su gesto mostró una inocencia absolutamente genuina, como si realmente creyese que algo así solucionaría todo el problema. Pecaba de ingenua pero era una persona simple. Prefería serlo, incluso si más veces de lo que le gustaría era demasiado consciente de lo que sucedía a su alrededor. Era mejor fingir ignorancia.

    La realidad era áspera, dura y fría. Y olía a medicamentos y instrumentos quirúrgicos.

    Como la sala del hospital.

    Reparó en Dante apropiadamente entonces. Era un buen chico ¿verdad? Se preocupaba por Liza y estaba tratando de ayudarlas.

    No podía permanecer hundida junto a una persona así. Terminaría hundiendo al propio Dante en un asunto que no tenía por qué perjudicarle. Y Liza por su parte siempre había sido el muro de contención, de carga, aquella que las levantaba cuando caían. Pero en ese momento ella también necesitaba un empujón.

    —¡Vamos a almorzar, yay~!—exclamó alzando bien alto un brazo. Su voz se suavizó y se le acercó para poner su mano en su hombro. Divertida, con aquella vibra jovial y sociable le guiñó un ojo—. El placer es mío Dant-chin~ Ahora también eres mi amigo para toda la vida y más allá. ¡No se admiten devoluciones!
     
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  13.  
    Hygge

    Hygge Game Master

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    Hizo un mohín sin poder evitarlo cuando Dante le agarró la nariz, dejando caer los brazos a sus costados, y soltó el aire asintiendo algo culpable.

    —Perdón, perdón~ —juntó las manos frente a su rostro, disculpándose con ese gesto. Su expresión se serenó—. Pero no quería arruinarte tu primer día con caras largas, cielo. De verdad que me alegra que estés aquí.

    Le revolvió el cabello con mimo y se giró entonces hacia Aika, abriendo ligeramente los labios ante su repentina propuesta.

    ¿Shio... rin?

    —No sé de quién se trata, pero los amigos de Ai-chan son mis amigos. ¡Hagamos la mejor tarta que habrá probado en su corta vida! —le guiñó un ojo, enganchándose a su brazo, e hizo lo propio con el de Dante, liderando la marcha. Quizás no estaban en su mejor momento, pero podrían sobreponerse—. Próxima parada, el patio norte~.

    Estaba segura de ello.

    Hubiese posteado en el patio pero me di cuenta tarde de que ya lo hice con Shawn (??)
     
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  14.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

    Leo
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    Yugen por si no te quieres comer mi tochazo aquí (??) que igual ni es necesario, dejé a Shio en el pasillo bc la niña quiere disculparse con Aika, solo para que sepas uwu

    chale te tenemos muy solicitada (?)
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    Había escuchado la campana como en el más allá y solo hice un intento por cubrirme los oídos con el brazo para pretender seguir dormitando, hasta que Anna me zarandeó para que despertara de una vez.
    Luego de que subiera a su piso subí por el ascensor, porque seguía demasiado dormido para nada, y fruncí el ceño.

    ¿Hacerle unos cupones? Dios, bueno no me quedaba más opción.

    Las clases pasaron y ya, volví a caer redondo porque no podía traerme más sin cuidado todo. Tampoco me apetecía hablar con Suzumiya o hacer siquiera contacto visual con ella en ese preciso momento, porque seguía incómodo y bueno estaba putamente adormecido.
    Iba a hacer el intento, claro, pero no iba a ser hoy. Quizás el lunes.

    Cuando finalmente desperté porque las clases había terminado oficialmente, me saqué el móvil del bolsillo. Tenía otro mensaje de Kurosawa, uno reenviado de Katrina Akaisa en apariencia.

    ¿Qué Gotho había hecho qué? Más cosas que contarle a Ishikawa.

    Por pura inercia bajé al segundo piso y en el alboroto de gente saliendo no pude ver a Anna, que ya había aparecido en el pasillo de tercero seguramente para hablar con Usui. En su defecto lo mejor era que mantuviese a Shiori alejada de ese par de idiotas, para que Anna pudiese arreglar parte de su mierda sin que Kurosawa apareciera como un incordio, con una cara de culo que seguro le haría competencia al mismísimo wan-chan y a mí.

    Cuando bajé casi me llevo en banda a Shiori, que ya había direccionado sus pasos a las escaleras para subir.

    —Al.

    —Shiori —respondí con tono plano, con las manos en los bolsillos, y avancé unos pasos buscando apartarla del camino—. ¿Qué querías antes?

    Su mirada se deslizó hacia la gasa que me cubría el rasguño del cuello y estiró la mano, para colocar sus dedos delgados encima con un cuidado exagerado, como si temiera romperme con solo tocarme. Era ridículo y todo, pero no me le iba a reír en la cara.

    No a ella, que me había abrazado en la mañana, antes de que me le soltara a llorar a Hiradaira como si fuese un crío.

    No importaba que hubiese estado por rajarme el cuello.

    Shiori también sostenía la correa y lo sabía de sobra, aunque la sostenía a medias.

    Era el lobo que no había podido domesticar.

    —Quería disculparme contigo, eso es todo. Te lastimé, no era lo que pretendía yo solo… Lo siento. Sé que pretendías evitar que le hiciera daño a la chica.

    Subió la mano hasta posarla en mi mejilla, conocía su tacto, estaba en ese grupo selecto que no me hacía retroceder como un gato arisco. Cuando encontré su mirada de atardecer por fin pude ver algo más que solo su eterno intento de perfección, había algo parecido a la culpa y… cariño. Genuino cariño, me estaba mirando como me miraba Jez.

    Y me desarmó.

    Tuve que mirar a cualquier parte que no fuese ella, porque por alguna razón sentí la necesidad terrible de volver a llorar como un crío allí frente a ella.

    —Gracias, Al. —Su voz fue casi un murmuro mientras me acariciaba con mimo—. Y es bueno ver que al fin ampliaste un poco tu mundo, cielo.

    Cielo.

    Shiori, siempre fuiste como Jez, ¿no es cierto?

    Pero tenías miedo de perderlo todo y por eso buscabas atar a las personas.

    —¿Ah?

    —Hiradaira-san, te metiste porque era ella, ¿no es así? Nunca te interesó demasiado eso de parar peleas entre chicas o entre nadie, ciertamente, pero lo hiciste.

    Sonrió con una calidez que me recorrió todo el cuerpo, porque no había evitado el impulso de volver a mirarla cuando me soltó aquella tontería, y pensé que había sido un imbécil por haber usado a una chica como ella, por haber cedido a su capricho y al mío propio.

    Y era aún más imbécil por no haberme dejado cuidar por ella nunca.

    Porque eso habría significado ceder.

    Porque entonces seguro habría terminado por enamorarme de Shiori Kurosawa como un idiota.

    Pero así no habían resultado las cosas.

    Agaché la cabeza en un impulso extraño, surgido de quien sabe dónde, y Shiori deslizó el tacto en mi mejilla a mi cabello. Me acarició como quien acaricia a un perro y yo cerré los ojos.

    Eso era al final del día. Me había dado cuenta ayer.

    Un perro atado a tres correas.

    Que aún así a veces no lograban contenerme.

    —No te metas en problemas, Shiori, por favor —susurré, allí bajo su mano.

    —¿Hmh? Qué aburrido~ si somos casi cómplices, Al.

    Solté una risa floja mientras me enderezaba, ella regresó la mano a su espacio y esta vez fui yo quien le acarició la mejilla. Me miró confundida y no pude culparla, nunca había sido suave con Shiori, ¿cierto? Había sido siempre huraño, convulso, casi agresivo o simplemente egoísta, nunca pretendí prestarle mi calor.


    Aunque sabía que necesitaba calor de alguien.

    Por otro lado era cierto, no importaba que pudiera parecerse a Jez, había algo en Kurosawa que me aseguraba que era mi cómplice, que podía serlo incluso en las más terribles circunstancias. Por eso le había dicho que vigilara a Balaam.

    Hades y Perséfone.

    Aún así en ese momento, luego de haberla visto con Usui mi primer día, luego de haberla visto en la azotea y como había perdido la cabeza por intentar defenderlo pude unir los hilos. Nuestros hilos.

    —Cuando me apartaste hace meses lo hiciste por Usui, ¿no es cierto? No fue tanto por… lo otro.

    Me dedicó una sonrisa indescifrable antes de cerrar los ojos y dejarse hacer bajo mi caricia de la misma forma que yo.
    Era posible que ella misma no se hubiese dado cuenta hasta entonces, la verdad.

    —Nunca lo sabremos~ —respondió con algo parecido a diversión en la voz—. Aunque tú puedes averiguarlo, ¿no? Con tu llave maestra.

    Cuando retiré la mano Shiori me tomó por la corbata a medio hacer y tiró apenas para que volviera a quedar a su altura. Dejó un beso casto en mi mejilla, sin ninguna segunda intención, y me soltó de inmediato.

    >>Cuida al tanuki, Al. Puede que no quiera verle la cara pero si la defendiste es porque sabes lo que haces, ¿no? Tú no defiendes gente de mierda, no importa qué tan injusto pretendas parecer.

    Asentí con la cabeza, aturdido, soltando un suspiro pesado. Si las jodidas iban a seguir aprovechándose de la mierda de corbata de verdad iba a tener que dejar de usarla porque eso no era sano.

    Kurosawa se apartó, apoyando la espalda en la pared, y yo seguí mi camino, dejando el pasillo atrás.


    Hold my tocho de develop tho
    Cuando escribí The Magician, que fue donde clavé el mess entre Shio y Al, pensé tomarme libertades con el guión y hacer coincidir el momento en que estos cortan su pseudo-noviazgo aka las comidas de boca just for funz con el momento en que Shio más o menos conoce a Hiro —porque la pelotuda cayó redonda en el segundo 0 y todos lo sabemos— que en ese caso habría sido hace cosa como de medio año o por ahí, pero al final no pregunté y no lo hice pero lo estoy clavando acá bc yeh jsjsj
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Tras haber hecho las paces con Emily, lo cierto es que había esperado que se sentara con ellas en la mesa... pero aquello no sucedió. En su lugar, Hodges mencionó que tenía que hacer algo y se pasó el resto de la hora charlando con el chico amable que le iba a enseñar a tocar la guitarra.

    Aika en cualquier caso no le dio muchas vueltas. El hecho de que todo se hubiera solucionado, al menos de momento, era un alivio demasiado intenso y una felicidad lo suficientemente abrumadora para no tener en cuenta nada más. Devoró el resto de su bento con ansias, comiendo con verdaderas ganas ahora que el nudo de su estómago había desaparecido
    .

    Las clases le resultaron tan aburridas como siempre. Se perdía entre explicaciones y difícilmente lograba retener información el tiempo suficiente para aprenderla. Por eso en épocas de exámenes era presa de la angustia y la ansiedad y se pasaba horas y horas estudiando, agotada, incapaz de retener nada y sintiéntose totalmente estúpida. Mucho más que de costumbre. Al menos se divertía cuando quedaba para estudiar con sus amigas. Aunque Mimi era una tutora terrorífica.

    Mii-chan.

    Sacó el móvil del bolsillo de la falda y ojeó con rapidez el chat sin respuesta. Le había comentado que las cosas se habían solucionado con Emily pero no había respondido. Nada. Absolutamente nada. Y absolutamente nada indicaba que fuera a hacerlo.

    Suspiró con pesadez, sintiendo como parte de esa desazón le llenaba nuevamente el pecho y devolvió el móvil al bolsillo.

    Mierda.

    ¿Dónde estás Mii-chan?

    Localizó la figura de Kurosawa nada más alzar la mirada hacia al pasillo y como si no hubiese sucedido nada en la mañana, su rostro pareció iluminarse. Alzó la mano en alto, alegre. Y esbozó una sonrisa amplia, genuina, de dientes descubiertos.


    —¡Shi-o-rin~!
     
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    Zireael

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    Poco después de que Altan siguiera su camino había aparecido Laila Meyer y se detuvo a charlar con ella un rato, de pasó le informó que el club empezaba oficialmente la semana siguiente. Le ofreció ir al dojo, dado que había quedado con una chica de primero, pero le dijo que tenía algo que hacer a lo que la mayor se despidió y bajó.
    En realidad si alguien le preguntaba estaba cagada hasta las patas.


    ¿Qué mierda iba a hacer si Aika no quería hablarle? ¿Si le daba miedo hacerlo, de una forma parecida en que la asustaba Hiroki?


    Iba a sentirse como una absoluta basura porque llevaba años pretendiendo cuidar de todos, para que al final una bronca con una maldita enana que no sabía dónde apuntar su ira se cargara la cercanía que había logrado con una compañera de clase por fin.
    Siempre se había movido entre los mayores, ¿no? Incluso cuando Kaoru estaba vivo, era su costumbre quizás por estar habituada a él y a nadie más. Por eso era cercana a Laila Meyer, a Katrina, a Altan, ya no solo porque los últimos dos fuesen unos huraños y ella se trajera algo con los putos amargados.
    Quizás era su cerebro de perfeccionista compulsiva que no encajaba con la gente de su edad aunque no hubiera demasiada diferencia en un año, los principios de su canto de ave lira, quizás solo era lo que era.

    ¿Qué... habría dicho Kaoru al enterarse que había atacado como un puto gato a Altan?

    Tragó grueso, sintiendo que se le formaba un nudo salado en el fondo de la garganta, e inhaló aire con fuerza buscando reorganizar sus emociones erráticas.

    Desaparecer.

    Había desaparecido bajo la ira avasallante.

    Bajo el rojo y el negro.

    Para su suerte la voz de Aika llamó su atención entonces, haciendo que girara el rostro hacia ella. Actuaba como siempre, con alegría y como si no la hubiera visto hecha un desastre, como si no la hubiese visto mutar en lo más terrible de sí misma. Por alguna razón aunque era un alivio, esa reacción también le rompió el corazón, y el eco de su propia voz pareció conectar con las palabras de Altan a lo largo del día.

    No merecía esa amabilidad.
    No merezco la simpatía de nadie.
    Apenas la chica estuvo cerca hizo una reverencia casi exagerada. La cascada de carbón cayó por sus hombros hacia el frente, balanceándose, y la víbora azul la siguió. Si no lo soltaba de una vez no iba a decirlo, una cosa era disculparse con el cara de culo de Altan y con Hiroki, otra muy distinta era disculparse con Aika.
    Aunque ciertamente que ninguno de los tres estuviera realmente molesto hacía que le doliera el pecho.

    —Lamento mucho mi comportamiento en la mañana. Lo siento si te asusté o te hice sentir mal de alguna manera —soltó en tropel y sintió las lágrimas aglomerarse en sus ojos, era una suerte que el cabello hiciera las veces de cortina—. No era esa mi intención.

    ¿Cuál era entonces?

    Partirle la puta jeta a la enana.


    El suelo, donde había mantenido clavada la vista, se cristalizó y una tras otra, un pequeño grupo de lágrimas cayó en el suelo. No era tristeza, no era la ira de la mañana, era frustración consigo misma. Con ese corazón desastroso que ahora no sabía cómo manejar.
    Cayeron en el desolador silencio de las lágrimas de Anna Hiradaira mientras atendía los rasguños de Altan y el de Jezebel Vólkov en la madrugada, mientras era sostenida por este.

    El llanto de quien cree que no tiene derecho a llorar.

    O quizás el llanto de una bestia orgullosa, contrario a las otras dos.

    Se irguió de golpe, limpiándose con brusquedad el rostro con la manga de la chaqueta del uniforme, antes de ponerse a escarbar entre sus cosas hasta sacar una bolsita con fruta que había preparado para sí misma pero al final no había probado por el asunto del almuerzo doble. La extendió hacia la chica.

    —Y gracias de nuevo por el llavero de Hachiko —añadió luego de haber tragado otra oleada de lágrimas—. Hiro es un huraño pero debe estar agradecido también, así que eso, gracias de parte de ambos.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    La reacción de Shiori la tomó ciertamente por sorpresa. Su exagerada reverencia cargada de completo y total arrepentimiento. Su voz quebrada y nasal, incluso si trataba de disimularlo. Y las gotas cristalinas que empezaron, una tras otra, a caer sobre el suelo del pasillo.

    Gotas calientes y saladas.

    Y aquella disculpa.

    Las disculpas no hacía que le doliese el pecho ni se le clavaban con la contundencia de un arpón entre las costillas. Pero en esa ocasión, con Shiori fue totalmente diferente.

    Su semblante se contrajo en un claro rictus amargo.

    La situación ajena a la alegría que había llenado su pecho desde que había hecho las paces con Emily le sobrecogió el cuerpo y se tensó, genuinamente preocupada. Asustada por el estado de aquella joven que siempre parecía desear cuidar de todos. Y ahora... parecía necesitar desesperadamente que alguien tomase ese rol.

    Mierda.

    Mierda.

    Mierda.

    Se le escapaba completamente de las manos.

    ¿Por qué era siempre tan imbécil? ¿Como había estado tan feliz cuando ella se encontraba tan mal? ¿Tan... rota?

    —¡Shio-chan!—exclamó con urgencia al escucharla disculparse buscando desesperadamente poder alcanzarla. Sonaba quebrada, tan arrepentida por todo que no pudo evitar sentirse culpable. Esa sensación amarga y áspera que tanto conocía escalando inexorablemente por su garganta.

    No llores por favor.

    No tienes que agradecerme tampoco.

    Tomó la bolsita de fruta mas su mente se había cerrado herméticamente a cualquier cosa que no fuera calmarla, salvarla de su dolor y sosteniendo la bolsita con una mano se lanzó hacia delante sin pensar, como en piloto automático, un impulso que no pudo reprimir. La abrazó como había abrazado a Emily durante el receso
    . Con fuerza. Ese abrazo cálido que buscaba desesperada volver a crear el puente entre las dos. Demostrar que nada había cambiado.

    —Está bien, está bien—le dijo con una voz quebrada y frágil apretándola contra su cuerpo. Ni siquiera vaciló cuando llevó su mano a su ondulado cabello negro y lo acarició. Se apartó un poco para enjuagar sus propias lágrimas y le dirigió una sonrisa de ojos cerrados
    —. No estoy enojada ¿ves? Ni un poco. Nada de nada.

    >>De hecho... tampoco estaba asustada realmente—confesó. Sorbió por la nariz y sus dedos se tensaron de forma inconsciente alrededor de la bolsita. Lo recordaba con perfecta claridad. Como había visto la sombra de aquella terca chica sobre la dulzura de Kurosawa. Su sonrisa se tornó débil—. Pero... cuando perdiste el control y empezaste a gritarle a An-chin, inmediatamente me vino a la mente lo que sucedió con Mii-chan y Akaisa-senpai. Lo vi y... erais iguales Shio-chan. La misma ira, el mismo deseo de hacer daño. Quizás motivos muy similares y... tuve miedo. Tuve miedo porque las cosas no estaban bien entre mis amigas. Tuve miedo porque no sabía que hacer. ¡No es tu culpa!—sacudió la cabeza con obstinación, algo brusca. Era la suya. porque no estaba bien desde el principio. Sus ojos verdes buscaron los suyos—. Hice las paces con Emi-chii así que sé que todo se arreglará. Mii-chan volverá en algún momento y le prepararemos una super tarta de fresa. Todo... todo está bien ¿si?

    Acercó la mano a su rostro y pasó sus dedos con suavidad por las mejillas en un intento por secar el resto de lágrimas. Y sonrió.

    >>No llores por favor.
     
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    Zireael

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    ¿Por qué no se molestaban? ¿Por qué ninguno lo hacía? No parecían reaccionar a lo que habían visto, a lo que a ella la había aterrado y la había perdido. A los monstruos, al pantano negro, al espejo que le regresaba su reflejo con la máscara destrozada.
    Quizás solo se estaba montando más lío del que implicaba realmente, pero lo que significaba para ella solo seguir y seguir perdiendo el control la asustaba, la aterraba hasta enviarle un chorro de agua helada por la columna.

    Era como si estuviera esperando una reprimenda que nunca llegaba.

    Aika prácticamente se le abalanzó encima, envolviéndola en sus brazos, y el corazón siguió haciéndosele pedazos contra su voluntad. Así cómo había dado un respingo en los brazos de Hiroki la noche de la enfermería, cuando le acarició el cabello húmedo, lo dio cuando sintió que Izumi la acariciaba. En el fondo de sí quizás no era diferente de los ariscos de los que se rodeaba, cuando alguien le dedicaba una caricia casi tenía el impulso de apartarse, incapaz de comprenderla.

    Porque llevaba cuatro años siendo ella quien entregaba cariño, quien actuaba como un pegamento en los otros.

    No le gustaba ser la pieza rota, pero ahora todas las grietas relucían como cañones en las montañas.

    "No estoy enojada ¿ves? Ni un poco. Nada de nada".

    Escuchó las siguientes palabras de Aika sin mover un músculo, a pesar de que otras lágrimas reniegas se deslizaron por sus mejillas hasta su mentón. Imaginó la figura de Mimi superpuesta con la propia; los insultos, los gritos, los golpes, Anna era su Katrina pero alguien había aparecido para salvarle el culo al tanuki, para su suerte. Katrina no había sacado esa ficha a tiempo, porque Rachel había pretendido hacer algo por ella.
    Y en lugar de sentir tan siquiera algo de comprensión por Akaisa, solo atizó más el fuego que la había hecho abofetearla la noche anterior.

    ¿De dónde había salido esa repentina violencia? ¿Esa necesidad de dañar?

    Otro respingo al sentir el tacto de la muchacha sobre su mejilla. Asintió apenas con la cabeza.

    La tarta de Mimi.

    Ahora entendía aún más que antes lo difícil que iba a ser reparar el desastre de Honda.

    Levantó los fragmentos de máscara del suelo una vez más, los colocó lo mejor que pudo sobre su rostro y volvió a secarse las mejillas con la manga del uniforme. Enderezó mejor la postura, dado que estaba algo encorvada, y miró a Aika con energías renovadas. Quizás falsas, pero eran una imitación extremadamente convincente.

    —¡El lunes! —empezó con voz firme—. ¡Te voy a preparar para el lunes el almuerzo más delicioso que hayas probado jamás, así que prepara bien ese estómago!

    Uy, ¿y eso? Ahora iba a tener que preparar una cantidad de comida que iba a parecer una fiesta aquello, entre sus padres, ella misma, Hiroki y ahora Aika, ya que estaba quizás le hacía el almuerzo al cara de culo de Altan... ¡Bueno, no importaba!
    No importaba cuando podía enmendar sus errores, cuando podía hacerlos felices de alguna manera, cuando podía cuidarlos, cuidarlos y cuidarlos hasta olvidar su propio desastre de nuevo.
     
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  19.  
    Gigi Blanche

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    "Mi amiga y yo tuvimos muchas cosas que preparar y, bueno, ha sido un poco difícil encontrar una escuela que nos aceptase teniendo en cuenta que quizás tengamos que faltar a menudo..."

    Habían alcanzado el segundo piso en cuanto terminó de escucharla. Se volteó hacia ella, emocionada como en la enfermería, y hasta se le escaparon un par de saltitos en el lugar.

    —¿Entraste con una amiga? ¿Ella es una Idol también? —preguntó, ilusionada, y rápidamente se corrigió junto a una risa divertida—: Bueno, más bien Idols en proceso, ¿no?

    Le guiñó un ojo y se dispuso a retomar la búsqueda, repitiendo el proceso del primer pasillo. Asomándose por las puertas, preguntándole a algún que otro estudiante. Notó la presencia de Kurosawa más o menos a mitad de recorrido, pero la ignoró sin inmutarse. ¡Tenía cosas más importantes que hacer! Al reparar, sin embargo, en que estaba con Aika, procuró dedicarle a ésta una sonrisa y un breve inclinamiento de cabeza a modo de saludo. No se detuvo ni nada, fue breve y a la pasada.

    Siendo sincera, también debería hablar con ella...

    —¿Suzumiya-senpai? —inquirió viendo a Alethea, pensativa—. Bueno, tiene este laaaargo cabello oscuro, como violeta, y los ojos del mismo color. Es una chica muy educada y correcta, ¡lleva el uniforme a la perfección! Ah, y usa medias negras.

    Tampoco habría suerte ahí, ¿eh? Mierda, ¿dónde estaría Konoe? Se giró hacia Alethea, ligeramente frustrada, y vio alrededor con las mejillas algo infladas.

    —Hmm, creo que esto será más complicado de lo que creía... No me gustaría arrastrarte por toda la Academia si no te apetece, Chipe-chan. ¡Puedo seguir buscando sola, si prefieres!


    Amane holi JAJAJA te wa hacer el tour por la escuela, oshe uwu
     
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  20.  
    Gigi Blanche

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    Coso-de-Anna-GIF-6.gif

    Apenas se detuvo tras llegar al segundo piso y echar un vistazo alrededor, suspirando. Ahí... no iría a encontrárselo, ¿verdad?

    Menuda joda.

    Se había ido al Sakura, una escuela en el culo del mundo, para tener algo de paz y bueno, la mierda. Arrastró los pies hasta echar un vistazo dentro del aula y estuvo por entrar cuando su móvil le vibró entre las manos. Lo revisó con cierta ansiedad, no realmente porque estuviera esperando un mensaje sino porque... bueno, en general estaba más nerviosa que la mierda. Era Kohaku.

    Todo en orden? 08:02

    Soltó el aire medio de golpe y tecleó con dedos veloces.

    Sí, mini Ishi 08:02
    Nada de qué preocuparse 08:02

    No iba a seguir involucrándolo, no después del viernes. Santo cielo, vete tú a saber dónde estaba y lo había obligado a volver al Sakura. Ni siquiera eran amigos desde hace tanto tiempo. El día anterior también le había escrito, ofreciéndole si gustaría de ir a la escuela con él y Anna... Casi se echó a llorar como una cría pero rechazó la oferta. De verdad, de verdad no quería seguir molestándolo.

    Su respuesta no tardó nada en llegar.

    De acuerdo 08:03
    Las pruebas físicas son en el receso 08:03
    Te aviso por si no lo leíste 08:03


    Eh, era aterradoramente perceptivo, ¿verdad? O quizá la habría visto apresurándose por las escaleras. Lo cierto es que no le había prestado atención a nada, ni en los casilleros ni en ninguna parte. Tampoco le apetecía mucho hablar con nadie. Luego de la vorágine del fin de semana, cuando el alcohol se fue de su sistema y los porros se le acabaron tuvo que quedarse en su casa. Era domingo, Ema estaba ahí para ella pero... no. Le sugirió salir a almorzar juntas, pero ella se excusó con un dolor de estómago que no era del todo mentira y se echó toda la tarde durmiendo o viendo una serie en Netflix.

    Y a la noche apenas pegó un ojo, y cuando sonó el despertador... joder, qué puta ansiedad.

    Como fuera, se había debatido horrores la idea de faltar a la escuela, pero en verdad ya se había ausentado los primeros días y no quería causarle problemas a sus padres. Ya estaban pagándole la educación en el Sakura a raíz de su capricho por alejarse del corazón de Tokio, no podía descuidar tanto sus sacrificios.

    No había nada de lo que preocuparse, ¿no? Tomoya podía ser una hiena pero nada pasaría entre las paredes de la escuela... ¿verdad?

    Uy, mil gracias Ko 08:04
    No lo había leído jajaja 08:04
    Nos vemos en el receso entonces! 08:05

    Sí, estaba a salvo.

    Tenía que pensarlo así.

    Tenía que.
     
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