Pasillo (Segunda planta)

Era alguien que exudaba confianza, ¿verdad? Verlo aquí, lejos del ojo de su padre, era... gracioso, si se quiere. En general me causaban un resabio de entretenimiento, del tipo que fuera, las personas que mudaban de piel según quiénes estuvieran allí para presenciarlo. Podía pecar de defecto o ser una habilidad interesante dependiendo el combustible que la alimentara, usualmente no me molestaba en indagar más allá; este chico no sería la excepción, no por ahora.

A duras penas lo conocía, me lo habían presentado como tantas veces debí saludar a tantas personas intrascendentes. Su presencia en la escuela, sin embargo, era un detalle que no había anticipado... ni me habían informado. Su diversión permanecía intacta y me pregunté si realmente le entretenía tanto que compartiéramos este espacio, cosa extraña por multitud de razones. Al final me decanté por la opción evidente, aquella donde su verdadera personalidad se parecía más a la arrogancia de un adolescente que disfruta el sabor de los resabios de poder que le son dejados a mano.

Advertí su incredulidad, primero, el regreso de la liviandad después, y conservé la posición cuando se inclinó en mi dirección. ¿Por qué habría de conocerlo? Vaya, debía gustarle el sonido de su voz. Parpadeé, serena, y me limité a reafirmar su suposición.

—Tienes mi atención —murmuré, y mi sonrisa se ensanchó ligeramente—, felicidades.

Tendía a hablar con tanta calma que mis intenciones ajenas a la mera cordialidad, de haberlas, se materializaban de formas sutiles; pero decía que era un gran observador, ¿verdad? No debería encontrar mayor inconveniente leyendo entre líneas.

Pintarnos como amigos era curioso de por sí pero, otra vez, a este chico le gustaba hablar. No le di relevancia, mantuve mis ojos en su rostro cuando él repasó los alrededores y finalmente me invitó a beber algo. Asumiría que estaba aburrido y ya, por fuera de eso no tenía motivos reales para rechazarlo. Además, empezar a conocerlo era una buena idea. Podría definir con cierta velocidad si apoyar o no el plan que papá tenía en mente.

—¿Bajaste aquí a invitarme? —recapitulé, con una muy ligera diversión danzando en mi tono, y mientras giraba el cuerpo agregué—: Andando, entonces.

Comencé a caminar, asumiendo que se acoplaría a mi ritmo. Transcurridos unos pocos segundos, volteé el rostro hacia él.

—¿Cuándo te transfirieron?

 

Por sus reacciones iniciales, pude suponer que era una chica bastante tranquila (o, por lo menos, lo parecía) y eso era algo que me resultaba agradable... suponía. Me agradeció por la bienvenida, a lo que simplemente asentí con la cabeza, y después me dijo que le gustaría conocer la biblioteca. Bien, parecía que en ese sentido ambas habíamos tenido suerte, pues la biblioteca era posiblemente la estancia que mejor ubicada y más conocía de todas.

—Kashya Thornton —me presenté, justo después de que ella lo hiciera.

Melinda ya se había puesto en pie antes de decirme su nombre, así que no perdimos más el tiempo y le indiqué que camináramos hacia el exterior del aula. Lo cierto era que, por mi parte, no habría tenido mayor problema en hacer el recorrido en silencio, pero recordé entonces lo que Emi siempre me decía ("a las personas les gustan que muestres interés por ellas, ¡especialmente a las que llegan nuevas!") y... supuse que tendría que hacer el esfuerzo en aquella ocasión.

>>¿Te interesa la lectura?

Era lo mejor que podía ofrecer... por lo menos de momento.

 

El repaso de los clubs del tercer piso me forzó inevitablemente a reparar en el flujo de gente por el pasillo. Detecté a Kakeru apenas apareció en la puerta de su clase, repasé la cabellera albina de la chica que hablaba con él y, más allá, también estaban Hiradaira y el perrito faldero de Ishikawa. Pasé de todos, en sí al único que realmente me interesaba allí le había prohibido hablarme, y volqué mi atención sobre Nakayama. La pregunta, quizá, también sirvió como distracción. Dijo que le gustaban los deportes pero que, de unirse a un club, elegiría uno de artes. Había asentido con ligereza ante la primera porción de información, y ya sobre el final me permití soltar una risa nasal muy, muy sutil.

—¿No es suficiente cambio de aire haberte transferido? —Fue un planteo vago, más bien retórico, y comencé a caminar hacia las escaleras. Busqué sus ojos—. No, no pertenezco a ninguno. No me gustan ese tipo de actividades.

Pese a la negativa, la formulé con la tranquilidad suficiente para que demostrara lo poco que me importaba el asunto. Ya en el segundo piso nos adentramos más o menos hasta la mitad del pasillo, donde volví a detenerme. Ni yo me sabía muy bien lo que había aquí, pero hombre, tenía un trabajo que cumplir, ¿verdad? Me desinflé los pulmones en un suspiro suave y repasé los carteles de las puertas.

—Muy bien, aquí aparentemente tienes la sala de profesores, una... ¿sala multimedia? y el consejo estudiantil, aunque parecen una figura bastante fantasma. —Volví a mirarla, con una sombra de diversión en el semblante—. Podrías leer los carteles tú sola pero es más entretenido así, imagino.

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uy u///u

llevaba un montón de tiempo queriendo que tuviera una cinta más normal pero nunca daba con un fanart que me gustara lo suficiente JAJAJA hasta que el otro día esa beieza apareció ante mí *lo enmarca*

 

La chica que acompañaba a Kakeru pareció realmente emocionarse por mi extensión de la invitación hacia ella, lo que logró sacarme una sonrisa enternecida mientras esperaba su respuesta verbal; probablemente aceptaría, ¿no? Con lo que pareció alegrarle todo el asunto. Me distraje con ella lo suficiente como para no ver todas las reacciones de Kakeru, algo que quizás... ¿nos jugaría a favor? No sabía si haberlo visto hubiese conseguido hacerme cambiar de opinión, pues de verdad creía que aquel almuerzo juntos podría hacerles bien; Anna lo estaba intentando, además, así que él también debería.

No importó demasiado, de todas formas, porque Kakeru cedió sin demasiado problema ante la petición de la muchacha y yo me sonreí, entre contenta y aliviada. Todo aquello iba a estar bien, ¿verdad? Podríamos normalizar unas cuantas cosas con aquel almuerzo, y no había manera de que eso no fuese beneficioso para el grupo de amistad en general... ¿verdad?

Sea como fuese, Anna y Kohaku nos alcanzaron justo después, y mientras las chica se presentaba ante la albina, aproveché para dedicarle una sonrisa algo tímida al muchacho a modo de saludo. Con todos los saludos ya hechos, nos encaminamos hacia la escaleras para empezar a bajar, todos juntitos en una gran comitiva.

—Yo soy Emily, por cierto, creo que todavía no nos habíamos presentado —tomé la palabra después de un rato, y me sonreí con cierta diversión mientras bajaba la voz para dirigirme solo hacia las dos otras chicas—. Ahora somos tres contra dos, ¡podemos hacerle frente a los chicos!

¿Contra qué? ¡No lo sabía! ¡Pero podíamos!

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fiesta locaaaa

 

El clima últimamente estaba un poco temperamental, que hacía sol, que se nublaba, que hacía viento y así un día sí y otro no. En general no me importaba mucho, solo me ajustaba a cada día con el uniforme y así seguía funcionando el mundo. Que hablando del mundo y su funcionamiento, ¿Hiradaira no había faltado varios días? Recién ayer había vuelto. A ver, me faltaba el chisme entero, pero llevaba días viendo a Altan entrar a su casa bien pasada la hora de la cena y otro día había salido en un coche negro.

En cualquier caso, nada de eso me incumbía en realidad, habíamos cortado cualquier hilo que nos unieran desde que le encargó mi cuidado a los chacales reunidos en el parque y así estaba bien. Realmente no nos hacíamos bien el uno al otro, ¿cierto? Nunca había sido el caso, pero también era cierto que de alguna forma Altan era de las pocas figuras que habían permanecido luego del caos.

Esa mañana entré, me cambié los zapatos y subí sin detenerme en nada realmente, no tenía motivos de por sí. El sol me había entibiado el cuerpo, era viernes y faltaban poco más de dos meses para que se hicieran cuatro años de la muerte de Kaoru. La noción me perseguía hace días, como todos los años, y me pregunté si perseguía a alguien más. En realidad puede que persiguiera a más gente de la que debería.

Subí al pasillo de primero, continué al de segundo y antes de meterme a la clase noté a Paimon apoyado en una de las ventanas atendiendo una llamada. Podría solo haberlo ignorado, pero no se me antojó así que me acerqué y colé el cuerpo para también mirar al exterior, esperando que terminara de hablar o lo que fuese.

—Buenos días —dije cuando vi que no iba a interrumpir y lo miré por el rabillo del ojo.

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Insane

 

Desde la ventana se colaba una brisa bastante agradable así que en realidad ni siquiera había sido una mala idea acercarse, me quedé allí, me comí parte de la conversación aunque no almacené nada porque no me interesaba y esperé. Mientras tanto anclé un codo en el borde de la ventana, con la mata de cabello desparramándose en mi espalda y cuando lo saludé incluso me anticipé a que no me regresara los buenos días.

No habría significado nada, la suerte de contrato que había establecido con este chico no tenía cláusula que exigiera el protocolo mínimo social ni nada. En sí no tenía cláusulas de ninguna clase, si debíamos ser honestos, pero esa era la naturaleza del asunto de por sí.

—¿Conversaciones importantes a las ocho de la mañana, senpai? —pregunté aunque la verdad no me interesaba y giré un poco la cabeza para poder mirarlo directamente—. Parece que el fin de semana hará buen clima. ¿Tienes planes?

Mi pregunta no respondía a ninguna intención de proponerle algo, la verdad. Ni siquiera sabía por qué preguntaba.

 

El añadido que hice fue solo porque vino con el recuerdo, ni más ni menos, no me pareció especialmente extraño tampoco. Ella me contestó la pregunta, dijo que el nombre se lo había puesto su madre y lo que significaba, aunque a ella nunca había tenido la curiosidad suficiente para corroborarlo y yo asentí con la cabeza, para que supiera que la escuchaba.

Su movimiento para acomodarse el cabello me hizo ponerle algo más de atención a eso. Era bastante negro, parecía bien cuidado y en sí era muy bonito.

—¿Es tu color natural? —pregunté antes de caer en la indiscreción que cargaba y me corregí apenas se me ocurrió—. Lo siento, fue curiosidad. Solo me parece que tienes un cabello muy bonito.

Le dediqué una sonrisa tranquila, para suavizar cualquier incomodidad que pudiera surgir, y cuando alcanzamos el pasillo de segundo me distrajeron dos figuras. Reconocí a Paimon sin demasiado problema, pero estaba junto a una muchacha de cabello negro también, largo y de ondas amplias. Fue un pensamiento extraño, pero me recordó a una sirena, era esbelta y apenas un poco más baja que yo o eso me pareció.

—¿Me acompañas un momento? Quiero saludar aunque nos vamos a ver en clase —pregunté hacia Katherin aunque ya estaba avanzando hacia ellos.



Lo de usar honoríficos era casi una necedad viendo que nos habíamos comido la boca en la cafetería a ojos de todo Dios, pero digamos que había una parte de ello que era automatizada. No me parecía exagerado tampoco, no en una conversación a mitad del pasillo cuando podía pasar gente y era todavía temprano. No me contestó, pues porque no le dio la gana supuse, y yo tampoco esperaba otra cosa.

—Ni una ni la otra —respondí luego de permitirme una risa nasal—. Solo quería rellenar el silencio de lo mucho que te la suda el mundo, supongo.

La segunda parte fue bastante directa, ya estaba visto que con este muchacho solo soltaba las cosas tal cual, así que me hizo algo de gracia aunque era el equivalente de reírme de mi propio chiste. Seguí con codo apoyado en la ventana, una corriente ligera de brisa me sacudió parte del cabello y después de unos segundos de silencio.

—Aunque podría invitarte a algo. Me lo voy a pens-

La frase se me cortó a medio camino porque noté el destello de rubio platinado, apareció por el otro extremo de Paimon y la reconocí como la chica con la que él había chocado en el pasillo ayer, la que había sujetado para que no se fuese al suelo. La cortina rubia se movió tras ella como un velo, su mano alcanzó el brazo de Paimon para llamar su atención y la sonrisa que le dedicó dulce.

—Buenos días, Pai —saludó con la misma amabilidad que tenía escrita en el cuerpo y sus ojos, rosados, repararon en mí—. Perdona la interrupción...

—Kurosawa Shiori.

—Rockefeller Ilana, es un gusto —contestó de inmediato al detectar el orden en que me había presentado y me pareció que su apellido era un trabalenguas. Ella volvió la atención al chico—. Nos vemos arriba.

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medio que tuve un colapso dándole forma a estos posts, ahí me disculpas JAJSJS

 

No pude ver de todo la reacción de Paimon porque ella estaba del otro lado, así que eso me quitaba un poco de visión, pero supuse que le respondiera los buenos días indicaba algo ya de por sí. Ayer había evitado que se fuera de culo al suelo, ella se lo llevó del brazo y él, por algún motivo que escapaba a su propia comprensión, la había dejado hacerlo. Más que provocarme molestia de alguna clase me daba curiosidad.

La chica estaba por retirarse, de hecho rompió el contacto con su brazo con intenciones de volver con la chica con la que estaba subiendo, pero antes de girar el cuerpo se le oxigenaron las neuronas de repente. Volvió los ojos a él, con la misma chispa de luz que cargaba desde que apareció, y soltó una invitación que realmente no se detuvo a esperar si sería aceptada o no.

—Podemos almorzar juntos algún día de la próxima semana, con Sui. —Después de decir eso me miró de nuevo—. Todo tuyo, Kurosawa-san.

—Hasta luego, senpai —contesté en automático y me ahorré el apellido para facilitarme la vida.

Ella giró el cuerpo ahora sí, volvió con la muchacha con la que venía antes y retomó la conversación con intenciones de seguir subiendo. Yo me quedé donde estaba, la observé irse como si nada, con su velo rubio, la silueta esbelta y las piernas largas; era bastante pálida, ahora que lo pensaba, de alguna forma daba la sensación de que bajo el sol alzaría fuego.

—Es muy bonita. Parece una hada... No, ¿cómo era eso de mitología? Ah, las ninfas —solté como si nada regresando los ojos al exterior y sonreí con un dejo de diversión—. Parece darle igual lo apático que eres, está cómoda contigo.



Lancé la invitación sin esperar respuestas porque se me antojó, ni más ni menos, porque seguía aprovechándome de los espacios neutros en la indiferencia de Paimon y las tonterías que aceptaba cuando se las pedía. Me retiré, volví con Katherin y recordé que la chica se había sonrojado cuando le halagué el cabello, aunque obviamente no dije nada al respecto para no empeorar el bochorno, incluso si no era producto de la vergüenza.

Jamás se me hubiese ocurrido que en el pasado hubiese cambiado su cabello por cosas que le decían, pero de saberlo tampoco la habría juzgado, yo había neutralizado mi propia personalidad por el mismo motivo. Hasta la fecha a veces no podía modular muy bien la ansiedad que la posibilidad de que algo de eso se repitiera me provocaba, pero así era la vida, por desgracia.

—Gracias por esperarme —dije hacia ella con la sonrisa pegada en el rostro—. Y no tienes que agradecerme. Se nota que cuidas mucho tu cabello y siendo así hay que reconocerlo, ¿no?

 

La invitación de la muchacha no provocó ninguna reacción en Paimon, como era de esperarse, y a mí también me importó bastante poco. La curiosidad que me daba esta tontería casi daba risa, estaba allí solo viendo qué pedía la rubia y a qué cedía él, fuese por pereza de resistirse o porque encontraba en la rubia algo que era lo bastante diferente para no batearla.

Su respuesta a mi comentario fue igual de sencilla y yo mantuve la atención en el exterior hasta que sentí el roce en la cintura, me giré entonces, di con Zoldryck que me saludó con su personalidad afable de siempre, pero yo reparé en su acompañante y aunque correspondí al saludo como si nada, sí que me regresó algo de molestia al cuerpo. La verdad es que llevaba meses enfurecida, ¿no?

Puede que ni siquiera tuviera que ver con haberme enterado de la existencia de esta chica.

Solo necesitaba una cabeza de turco.​

—Y de las rubias —añadí al comentario de Paimon sobre los saludos simples y giré el cuerpo para apoyar la espalda en el marco de la ventana, mirando el pasillo. Me había quitado la sonrisa apenas Zold se fue—. Tal vez deba teñirme el cabello otra vez.

La estupidez fue un comentario al aire, porque de por sí era como si estuviera hablando conmigo misma desde el inicio, pero ni siquiera me refería a volverme una rubia de bote, no creía que el cabello claro fuese conmigo para empezar. En realidad quizás extrañaba un poco el mechón azul, el que me había teñido de negro para no tener que pensar en cuidarlo cuando pasó todo lo de Hiroki y el mundo se me fue a la mierda.

 

Cuando lo noté girar el rostro en mi dirección volteé a mirarlo, me detuve en la oscuridad de sus ojos y noté que sacaba la mano derecha del bolsillo. No me moví, obviamente, y él me pescó de la muñeca para acercarme de un tirón, no fue demasiado loco, pero sí fue firme y contuve el impulso de reírme por alguna razón, entre que acababa de pasar Zoldryck y estábamos aquí a ojos de todo Dios la verdad el cuadro era para mearse.

Dijo que el azul eléctrico iría bien, la estupidez hizo que una sonrisa me alcanzara el rostro y lo dejé hacerse con el mechón de cabello sin más, no me pasó desapercibido el roce al costado del busto pero fingí demencia. Al final dijo que el negro era mi color, lo que tenía su gracia por más de un motivo, y sostuve su mirada unos segundos más antes de deslizar los ojos a sus labios.

—Sé lo que me queda bien —acoté porque me dio la gana y estiré la mano para pescar el cuello de su camisa entre los dedos—. Por eso estoy aquí, además.

El comentario fue una insinuación directa de que creía que esto, lo que fuese, era bueno para mí aunque nunca especifiqué bueno en qué sentido. Ya de paso me estiré en su dirección, encontré sus labios y ladeé la cabeza, profundizando el contacto. No fue nada exagerado viendo donde estábamos, pero tampoco fue lo que se dice un pico.

En todo caso, retrocedí cuando me pareció escuchar pasos y le alisé el cuello de la camisa aunque ya estaba perfecto de antes. Para tener tanta cara de moco el muchacho al menos se ponía el uniforme como lo estipulaba el reglamento.

No era que fuese a hacerle el feo, pero se le notó la satisfacción en la cara y yo contuve una risa. La ventaja de estas mierdas era que no había que usar demasiadas neuronas en ponerse máscaras ni pensar en que una tontería podría significar una gran ofensa al ego de nadie, implicaba menos esfuerzo y eso había que reconocerlo. Ahorrar energía era importante y tal.

—Nunca lo puse en duda de por sí —respondí a lo de que no tenía problema consiguiéndose una cita.

La observé desde mi posición, escarbé el bolsillo para sacar el móvil, desbloquearlo y extendérselo con el teclado abierto. La verdad fuese dicha, en el teléfono no tenía nada más que lo necesario porque uno no sabía cuándo lo podían dejar sin nada en la puta calle. Quizás fuese paranoia, ni idea, no lo pensaba demasiado. Puede que yo mismo tuviera delirios de persecución y por eso no confiaba ni en un doctor.

Lo de que la llamara cuando me quedara sin niñera me hizo su debida cuota de gracia, consiguió arrancarme una risa floja y cuando incluyó a Ro en el paquete sonreí con genuina diversión. A ver, siempre había preferido dejar mis mierdas separadas de las de Rowan, pero nunca veía mal bromear al respecto. Igual sabía que el otro ponía límites con una facilidad estúpida, si en algún momento algo le incomodaba mandaba todo al diablo sin dificultad.

—No se lo digas —advertí mientras subía al escalón donde se había quedado ella—. No necesitamos que Rorin tenga el ego todavía más inflado. Se pone muy insoportable.

Subí el siguiente escalón, entretenido con mis propios comentarios, y medio giré el cuerpo para mirarla.

—Al menos yo no me perdí los buenos días. Lo único bueno que sale de llegar a la escuela a tiempo, ¿cierto, Ali-chan?

 

Paimon accedió a mi idea y, con ello, comenzamos a dirigirnos hacia las escaleras. No tenía en mente hacer small talk, al menos no lo había planeado de antemano, por ende fue él quien rompió el silencio. Su comentario fue prácticamente soltado al aire y lo miré de soslayo con las cejas apenas alzadas; su sonrisa era sutil, apenas una sombra, que bastaba para tintarle las facciones de algo muy similar a la soberbia. Mi gesto permaneció igual que antes, si acaso me permití ensanchar apenas mi propia sonrisa.

—Es una prestigiosa institución privada con elevado reconocimiento nacional —bromeé bajo la excusa de un argumento, repitiendo el discurso de los panfletos—, ¿por qué sería extraño estudiar aquí?

Los motivos que me habían arrastrado a este culo del mundo nada tenían que ver con la excelencia académica, pero esa no era información que le concerniera a nadie.

—¿Cómo está tu padre? Hace mucho de la última vez que lo vimos.

 

La emoción con la que Anna me recibió en su aula me provocó una risilla enternecida que, por supuesto, no tardó en transformarse en una sonrisa del mismo estilo mientras levantaba las manos para corresponderle al saludo, solo que de manera algo más discreta. Nos reunimos después y, en respuesta a mi pregunta inicial, Anna empezó a soltar una verborrea que logró sacarme una nueva risa ligera pero divertida.

—Hace un día muy lindo, sí —concordé, habiendo deslizado fugazmente la vista hacia la ventana que tenía a su espalda, y asentí con la cabeza mientras volví a fijarme en ella.

Le propuse entonces la idea de almorzar juntas y ella aceptó, no sin antes hacerse con mis manos para empezar a guiarme hacia el exterior del aula; yo me dejé hacer sin ningún problema, claro, y simplemente sonreí encantada durante todo el avance. Volví a reírme cuando puso su condición, sin poder evitar quedarme un par de segundos en silencio al ver los ojitos que me estaba haciendo, simulando estar sopesando muy detenidamente mi respuesta a pesar de que las dos sabíamos ya cuál iba a ser.

>>¡Claro, cielo! Yo también quiero aprovechar el buen tiempo~ —cedí al final, recuperando rápidamente la expresión animada, y estiré el brazo para poder coger su mano y seguir con la ruta que habíamos interrumpido—. ¿Tienes algo planeado para este fin de semana, Annie? Si sigue haciendo así de bien, pegaría salir a dar una vuelta o algo por el estilo, ¿no crees?