Pasillo (Segunda planta)

Que le dijera que ya había cumplido años también sirvió para distraerla y se puso a pensar en fechas alternativas, lo que bastó para hacerme sonreír. La verdad es que no necesitaba nada y si algún día se me antojaban realmente los cascos, siempre podía aprovecharme de mi padre, ¿no? Nunca le pedía una mierda, al menos hace había sido hasta hace poco, y solo vivía aprovechándome del nombre.

—Ya, ya. No hace falta ponernos ansiosos —añadí en medio de sus palabras suavizando bastante el tono sin darme cuenta—. Además si esos ahorros se invirtieron en Berta, a mí me parece mucho mejor.

Puede que la tratara como una niña pequeña, puede que no, realmente no lo estaba pensando demasiado y es que en general no lo hacía cuando ya llegaba a este punto de no retorno, Ko podía dar fe de ello. El caso es que como a ella no le importaba y yo ya le había pillado el brazo hasta el hombro, sabía que no tenía motivos reales para preocuparme por lo que estaba haciendo.

El comentario de la canción la hizo sacar el móvil y regresar lo que estaba sonando, para ver de qué le estaba hablando. Ya luego cuando me puse a cantar en medio pasillo la pobre no pudo disimular la sorpresa, pero al final solo me dejó ser y supuse que no me dijo nada porque ya estaba visto que hacía combustión por cualquier cosa.

Con el numerito terminado, me dijo que estaba lista con saludo militar y todo antes de volver a arrastrarme, ante lo que no puse resistencia. Lo de Tiro al Blanco me hizo gracia y aceleré un poco el paso, incluso si no íbamos con tan tarde. El tramo hasta el segundo piso lo hice sin hablar más de la cuenta, que total ya había superado lo que para mí era la fase de radio descompuesta, pero sí le pregunté por Berta y la casita.

Como fuese, al llegar al pasillo de segundo y a su clase me desperecé de su brazo, estiré la mano y le di una palmadita en la cabeza. Al regresar a mi espacio le dediqué una sonrisa bastante tranquila.

—Lamentablemente aquí se separan nuestros caminos —solté con cierto dramatismo impostado—. ¡Pero recuerda! Que siempre puedes invocarme del mundo de tercero si necesitas algo, sea de dudosa moral o no. See ya, tanuki.

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y por aquí cierro yo con Cay as well <3

edit: me la arrastré porque me pareció lo lógico, sowwy aaa

 

Mi reacción, supuse, entró dentro de los parámetros que Kou podía esperar de mí, porque su semblante no se inmutó en lo más mínimo ante la misma. No me molesté demasiado por ello, a decir verdad, pues la mayoría de las veces montaba el teatro por puro gusto, y si alguna vez sentía la necesidad de que no se me ignorase en una pataleta, yo solita me aseguraba de que así se diese el caso.

La cuestión es que ese asunto pareció quedar cerrado, me lo arrastré hacia el pasillo y continué la conversación hacia el tema del campamento. No había que ser ningún genio para imaginar que a Kou todo ese rollo no le pegaba nada, pero eso no me impidió reír ligeramente ante la clara muestra de ello en su rostro por tan solo haber mencionado el anuncio. La diversión fue rápidamente sustituida por la sorpresa, sin embargo, cuando mencionó que a mí si podía gustarme y eché la mirada hacia el techo en un gesto pensativo, relajando el semblante tras haber alzado las cejas por la primera impresión.

—Uhm... ¿tú crees? Me gustan las actividades extraescolares, pero aún no sé seguro si iré, la verdad —admití finalmente, encogiéndome de hombros con una sonrisa liviana en los labios.

Principalmente dependía de las personas que fuesen, o al menos de si iba alguien que me cayese bien. No estaba muy convencida de la postura de Alethea en cuanto a salidas de campo, y luego también estaba Abby, pero claro, no había hablado con ella desde, ejem, aquella noche... y aún me daba un poquitito de vergüenza, la verdad sea dicha.

Sea como fuere, ya había pensado lo obvio que era que a Kou no le interesaba participar en el campamento, así que ni siquiera me preocupé por pretender devolverle la pregunta. En su lugar, me impulsé hacia el lado y aproveché la movida para engancharme de su brazo, a pesar de haberle soltado la mano apenas unos minutos atrás. Apoyé la mejilla sobre su hombro, cosa de la diferencia de altura, y lo miré desde ahí abajo, pestañeando un par de veces por la gracia.

>>Vaya, ¿no te recuerda esto a cuando nos conocimos~?

 

El comentario del pelirrojo me causó cierta curiosidad, para ser completamente honesta, y era bastante probable que esa misma curiosidad se me hubiese reflejado en el rostro cuando giré la cabeza para mirarlo. No dije nada al respecto aun así, pues no creía que me correspondiese inmiscuirme demasiado en los asuntos de un chico que acababa de conocer, y simplemente decidí virar mi atención hacia el otro muchacho cuando el mismo me lanzó una pregunta en relación a la música.

—Toco el piano, y desde hace relativamente poco estoy intentando aprender con el violín —les expliqué, con una sonrisa suave—. Aunque realmente me centro más en el canto, ¡y también me gusta mucho bailar!

La opción que ganó al final fue, para sorpresa de nadie, el invernadero, así que tras compartir una risilla ligera con ambos por tan inesperado resultado, finalmente nos dirigimos hacia el exterior del aula y tomé el liderazgo de la marcha, siendo que me correspondía al ser la encargada de darles el tour. Aproveché el camino por el pasillo para indicarles las zonas de interés de aquella planta, que venía siendo el club de fotografía, la sala de música y la oficina de la directora; hice lo mismo cuando alcanzamos la segunda planta, en aquella ocasión con la sala multimedia y la sala de profesores, así como el salón del consejo estudiantil.

>>Os habéis transferido bastante tarde, ¿no? ¿Os preocupa quedaros atrás con los estudios? Son bastante exigentes aquí, la verdad... —comenté, a medida que íbamos bajando hacia el primer piso—. Si necesitáis ayuda con lo que sea de las tareas, me podéis preguntar también. ¡Podéis considerarme vuestra guía completa del Sakura!

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y hablando de doble post (??

 

No tenía ningún plan maestro para ese receso, la verdad fuese dicha, así que cuando sonó la campana que me quedé un rato haciendo el tonto en la clase. Algunos minutos después me desperecé, tomé el almuerzo que me había empacado mamá el día anterior con lo que quedó de la cena y salí de la clase, aunque apenas poner un pie en el pasillo prácticamente choqué con Arata. Miré al idiota con cierta indiferencia y él se quedó esperando a que siguiera caminando.

No me dijo nada, yo tampoco lo hice y se separó de mi lado para tomar el ascensor cuando notó que yo iba ir por las escaleras. Cuando me liberé de la presencia de Shimizu comencé a tararear una canción por lo bajo y seguí mi camino hacia, ¿hacia dónde? Ni idea.

Al llegar al pasillo de segundo le eché un ojo solo porque sí, no esperaba ver a nadie en particular, pero reconocí a Mattsson en la ventana y se me ocurrió seguir mi impulso de socialización una vez en la vida. El chiquillo estaba mirando por la ventana, así que tendría que interrumpirle el momento de tranquilidad.

Dejé de tararear antes de acercarme, pero cuando lo hice me asomé por la ventana también y después hablé sin girar el rostro para verlo directamente. Hacía calor pero eso nos daba un cielo despejado que era muy bonito.

—Al menos esta escuela tiene lindas vistas en estos días —mencioné un poco al aire, más que todo para anunciar mi presencia.

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Bruno TDF holi uwu

 

Puede que solo le estuviese dando demasiada cabeza, como hacía siempre, pero por la manera en que este chico parecía procesar las cosas a su alrededor y desmenuzarlas era evidente que era introvertido hasta el punto del agotamiento. Eso, tan siquiera, lo teníamos en común y me hacía sentir cómodo, pero sabía que su introversión se diferenciaba de la de Sonnen en los mismos puntos en los que se le parecía.

Sus gestos eran infinitamente más amables, casi dulces.

Sonrió apenas reconocer mi voz, se giró para saludarme con un movimiento de cabeza y yo le regresé la sonrisa en ese momento, fue suave y debió acentuarme los rasgos de mocoso pero no me molestó. Regresé la atencion al paisaje luego de eso, apoyando los brazos en el borde de la ventana mientras lo escuchaba y la sonrisa se me ensanchó ligeramente.

—Al observar se recoge información sin necesidad de participar activamente en los intercambios —comencé a hilar un poco porque sí, tranquilo—, es uno de mis métodos favoritos de recolección de datos, sin duda, aunque siempre acabo demasiado implicado con lo que se supone solo estoy observando. El paisaje, los animales y las personas tienen todas una carga emocional al final del día y en ciertos momentos es más pesada que en otros, en el bueno y en el mal sentido.

Mantuve la atención en la bóveda celeste luego de soltar semejante monólogo, fue mi manera de confesar que tenía corazón de pollo y ya, pero lo enredé un poco más de la cuenta. Introvertido o no, el chico seguía siendo una persona que conocía recién y no me apetecía soltarle tantos pecados de gratis a la una de la tarde.

Antes de contestarle lo demás despegué el cuerpo de la ventana, volví a mirarlo y ladeé apenas la cabeza, sonriendo todavía. Viniendo de él que se había comido la tensión entre Altan y Adara y Altan y yo era bueno ver que tenía la iniciativa de invitarme a almorzar con él. Para qué mentir, me hacía sentir bien que se le hubiese ocurrido siquiera, saber que era una opción para el niño era agradable.

—He estado bien. Me gusta el sol, así que el calor de estos días no está mal. ¿Tú qué tal? ¿Cómo va eso de hacer amigos? —respondí a lo primero, regresándole la pregunta de inmediato y asentí con la cabeza al resto. A la vez balanceé suavemente el bento que cargaba—. Me parece una barbaridad siquiera pensar en rechazar un almuerzo con el querido kohai que me vio casi ser devorado por una mujer mitad serpiente. Te sigo, podemos almorzar donde quieras.

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Ese diálogo fue la definición de libro de un lapsus, así que Hubby tiene un piropo en nuestros corazones uvu

Te lo puedes ir arrastrando si gustas <3 el niño va a donde lo lleven (? *c lo come otro yokai*

 

Apenas dejamos la azotea y con ella el sol infernal que hacía ahí arriba pude respirar de manera diferente, porque de verdad me iba a dar algo si me quedaba allí mucho más tiempo. Si el par de idiotas hubiese decidido que no, que se iban a seguir dando miradas de desdén y dedicándose versos de odio vete a saber qué me habría tocado hacer, pero todo había salido como correspondía.

Como yo demandaba, más o menos.

La cafetería quedó descartada porque ninguno tenía apetito, Tora no lo dijo que dudaba mucho que luego de show quisiera comer algo, así que simplemente seguí bajando mientras decidíamos a dónde diablos ir. Estaba caminando despacio, vaya, pero nadie iría a presionarme y si lo hicieran de por sí me hubiese dado igual. Tenía mis límites definidos, físicos y emocionales.

La chiquilla preguntó qué nos gustaba hacer en nuestro tiempo libre, yo asumí que era una pregunta simple incluso antes de que hiciera la aclaración y escuché que Sakai se permitió una risilla. Antes de decirle nada se acompasó a mi ritmo, caminando a mi lado, y hundió las manos en el bolsillo del pantalón.

—Hombre, es que esa pregunta es diferente a la que inició la cagada —dijo sin intenciones particulares de molestarla ni nada, fue una simple acotación.

—Dibujar —apañé girando la cabeza para mirar a la chica y sonreí—. Bueno, en general las cosas relacionadas a las artes manuales. Era el presidente del club de arte en mi anterior instituto.

—Yo no tengo pasatiempos, creo. Me gustan los videojuegos como mucho, así que eso —sumó Tora para dar la respuesta fácil y le devolvió la pregunta a sabiendas de que yo lo haría, no porque a él le interesara demasiado—. ¿Y a ti?

 

Me daría bastante vergüenza admitirle a cualquier ser vivo que me había costado un rato de trabajo mental auto convencerme de meterme en el pasillo de segundo. Daba gracia y sonaba patético por todas las aristas, siendo un senpai y toda la mierda, pero las probabilidades de cruzarme a Anna aquí aumentaban exponencialmente y... y bueno. Ya estaba visto. Si lo logré fue, quizá, porque sabía que aún se lo debía a Verónica, y ella estaba tan entusiasmada con todo el asunto del club que no quería... ¿decepcionarla? ¿Algo así? En fin, que hacerlo por ella era más fácil que por mí mismo.

Como siempre.

Ni siquiera miré dentro de la 2-2 al pasar junto a la puerta y me fui derecho hasta la 2-3. Asomé la cabeza dentro, recibiendo un par de miradas curiosas, pero me enfoqué en mi objetivo. Al dar con Emily, disimulé los nervios y silbé bajito para captar su atención. Le dediqué una sonrisa amplia apenas recibí sus ojos y le hice señas para que saliera al pasillo, donde la esperé.

—Hola —murmuré, la sonrisa me cerró los ojos un instante—. ¿Cómo estás, Emily? No me digas que deshidratada, por favor, o tendré que bajar corriendo a arreglar la situación.

Vero me había mantenido bastante actualizado respecto a las novedades del club, así que ahora me tocaba hacer mi parte. Trabajo en equipo, ¿no?

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Amane hola, bebita <3

 

Los primeros días después del campamento habían sido algo difíciles de compaginar, incluso para alguien como yo que no tenía mucho problema con la parte académica, pero lo cierto es que una vez superado el fin de semana, y sintiendo que había podido descansar adecuadamente durante el mismo, la nueva semana me la tomé con mucha mejor actitud. Con sus más y sus menos, la excursión había sido realmente entretenida, ¡eso le animaba los días a cualquiera! Además, a pesar de que estaba empezándose a notar cada vez más el calor, era imposible negar que aquellos días tan lindos no contribuían al buen humor general de cualquiera.

Aquella mañana de martes había decidido ir directa a clase después del cambio de zapatos en los casilleros, pues no sentí la necesidad de buscar a nadie más por la zona, y estaba rebuscando entre mis cosas para preparar el pupitre cuando escuché el silbido proveniente de la puerta, haciéndome girar la cabeza hacia el lugar de origen por puro instinto. La sorpresa de distinguir a Kakeru asomado fue imposible de esconder, aunque por suerte la misma no fue lo suficientemente exagerada como para no permitirme reaccionar con rapidez; me levanté de mi asiento y me dirigí hacia el pasillo, así como el chico me había indicado.

—¡Buenos días! —lo saludé en cuanto llegué a su lado, correspondiéndole a la sonrisa con alegría—. Oh, es extremadamente tentador hacerte bajar para traerme algo de agua, pero voy a ser benévola y admitir que estoy bien, gracias. ¿Tú qué tal? Uhm... ¿tienes algún problema o necesitas algo?

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hola, hola, preciosa <3

 

Emily me saludó con alegría, cosa que me ayudó a relajarme un poquito más. Que respondiera a mi broma me hizo gracia, pero en vez de demostrarlo preferí mantener el teatro y me llevé una mano al pecho, ejecutando una reverencia.

—Su benevolencia me halaga y me honra, Emily-sama. —Me erguí y recuperé la sonrisa suave—. De todas formas, si de veras tienes sed o algo puedo traerte una bebida de la máquina sin problema. Considérame un delivery de emergencia.

La idea me hizo gracia y solté una risa breve, recibiendo sus preguntas. Bueno, claramente no me había tomado todo este desvío sólo para saludar, así que la duda era válida. Mantuve mi mirada en ella y asentí, pensando que... realmente me sentía bien, vaya. No era una respuesta protocolaria, de las que tantas veces había fabricado.

—De hecho, sí —reconocí, acercándome un poquito a ella—. Con una amiga estamos viendo de abrir un club de judo. Bueno, ella es la experta, yo soy el... apoyo logístico, digamos. —Me reí—. El asunto es que se me ocurrió hornear galletas para sobornar gente, y me preguntaba si podría usar la sala del club de cocina para eso.

Mi sonrisa adquirió una chispa de picardía, si se quiere.

—Digo, ya que cuento con el honor de ser amiga de la presidenta~

 

La conversación de Craig y Paimon me había alcanzado, pero no les llevé mucho el apunte porque era un asunto de ellos, además de que pronto me ocupé en el tema de Verónica siendo mi senpai y todo el cuento. A ver, nadie podía culparme por pensar que tal vez era de otro salón de segundo o que fuese nueva a secas, llevaba días un poco desconectada de la escuela y estos eran los resultados.

Solo cuando vi a la chica llevarse la mano a la mejilla recordé que el embrollo este de los honoríficos con los estudiantes extranjeros provocaba reacciones de todo tipo, desde la alegría hasta la molestia o la confusión. A ella no le había molestado, de hecho me atrevería a decir que todo lo contrario, pero fue un recordatorio importante viendo que con cada segundo que pasaba conocía a más personas que no habían nacido aquí.

Lo que me dijo, eso de que era la primer kōhai con la que hablaba desde que estaba en la academia, me hizo reír un poco. Parecía alegre y orgullosa del rollo este de la senpai, ¿no? Pero su actitud general, la reverencia que me regresó y todo me hicieron sentir que era menor. Igual el problema era mío, aunque no lo pareciera sabía que a veces no me comportaba según la edad que me correspondía.

No me podían pedir lo contrario, por desgracia.

—Gracias, senpai —dije ante su oferta de acercarme si la necesitaba y también hice caso a su gesto de aproximarnos a los chicos en lo que seguíamos caminando hacia mi salón.

Al llegar al pasillo de segundo seguimos andando, noté a Emily conversando con un chico pero me detuve en la puerta de mi clase y me aposté a un lado, para no interrumpirle el paso a ninguno de mis compañeros. Así pude observar a los dos albinos y a Paimon, que para la gracia era equiparable al segundo manchón negro del grupo, siendo yo el primero.

—Podemos almorzar juntos cuando quieran, no tengo problema —dije hacia todos y usé la mano dominante para señalar el letrero que ponía el número de mi clase, había quedado casi encima de mi cabeza—. Cualquiera de los tres sabe dónde encontrarme.

Con eso dicho, hice otra reverencia a modo de despedida y al erguirme les sonreí.

—Supongo que no los retengo más. Gracias por escoltarme con tanta amabilidad —dije con cierto tono de broma en la cuestión de haber sido escoltada.

 

Kakeru se mantuvo acoplado a la broma con una facilidad absurda, echándose tanta floritura encima al hacerme una reverencia que, por mi parte, me fue imposible seguir manteniendo el tipo durante más tiempo; solté una carcajada divertida, aunque también con un ligero deje de vergüenza por el apelativo que acabó usando para referirse a mí. Asentí con la cabeza como toda respuesta, relajando la expresión hasta solo tener una ligera sonrisa sobre los labios, y me llevé las manos tras la espalda para continuar la conversación por otro lado. No tenía mucho problema, siempre llevaba agua suficiente como para hidratarme yo y alguien más si era necesario, pero su ofrecimiento me pareció demasiado adorable como para quitarle la intención.

El chico me confirmó al instante que, tal y como había imaginado, su visita matutina tenía motivación más allá de un simple saludo y su preocupación por no dejarme deshidratar. No me molestaba para nada que viniese a pedirme algo, pues de hecho me ponía bastante contenta notar que sabía que podía contar conmigo para cualquier cosa, aunque sí tenía que admitir que sentir su acercamiento, así fuese ínfimo, hizo que me pusiese algo nerviosa de repente. Intenté esconderlo, a pesar de que mis dedos no estaban para nada quietos detrás de mi cuerpo, y procuré atender a sus palabras con toda la atención que me fue posible.

—¡Ah, ya veo! ¡Nepotismo puro y duro! —exclamé, intentando sonar recriminadora, pero la sonrisa se me ensanchó hasta tal punto que era imposible sonar mínimamente amenazante—. Un segundo.

Volví al interior del aula tras indicarle al chico que me esperase con un gesto de la mano, yendo hacia mi pupitre para sacar las llaves del club de cocina, las que siempre llevaba conmigo a buen recaudo; tardé muy poco en volver junto al muchacho después, a quién le extendí las llaves sin ninguna clase de problema.

>>Aquí tienes~ Puedes devolvérmelas cuando gustes, no hay ninguna prisa. Eso sí, tened mucho cuidado, no quiero que os hagáis daño con lo que hay por ahí... —me quedé un par de segundos en silencio después de decir aquello, sopesando brevemente una idea que se me había ocurrido hasta que finalmente me decidí a seguir el impulso—. No tienes mi número, ¿verdad? ¿Quieres que te lo dé? Así me puedes mandar un mensaje si necesitáis ayuda o pasa cualquier cosa. Bueno, solo si quieres y no te molesta, claro...

 

La carcajada de Emily alcanzó mis oídos mientras aún no me erguía, y desde mi posición se me escapó una sonrisa que logré moderar para no arruinar el personaje. Ella recogió las manos tras su espalda y me incliné para hablarle en confidencia; honestamente, si el gesto la incomodó no lo noté. Oírla soltar lo del nepotismo con tanto énfasis me arrancó una risa a mí, y me quedé en el pasillo mientras ella volvía a su salón.

Saberme solo me recordó bastante de repente que era el pasillo de segundo y casi que ni quise mirar. Al notar de refilón, sin embargo, un chispazo de cabello blanco, giré el cuello y solté una risa nasal floja. Era Verónica y ni siquiera me había visto, pero la coincidencia me hizo gracia. Mantuve mi atención en ella un par de segundos, hasta que comenzó a irse junto a otros dos muchachos y solté el aire por la nariz. Emily regresó junto a mí, entonces, y me entregó la llave de la sala. Atendí a las indicaciones de turno y mantuve sonrisa de niño bueno todo el rato. Parecía mi mamá de repente, era adorable.

Asentí un par de veces y parpadeé, buscando mi móvil para extendérselo con la aplicación de Contactos abierta. Reí en voz baja a la par que lo hacía.

—Tienes razón, creo que debemos solucionar eso de inmediato.

Había tenido la sensación de que le daba un par de vueltas innecesarias al asunto y se me ocurrió pensar que quizá, sólo quizá, el ofrecimiento la había puesto nerviosa. Aguardé a que me devolviera el aparato en silencio, con una sonrisa liviana, y le escribí un par de mensajes.

Buenos días, Emily-sama
Su delivery de emergencia por aquí

—Tendré cuidado —murmuré, deslizando la mirada a sus ojos, y le sonreí suave—. Gracias, Emily. ¡No romperé nada y dejaré todo limpio, te lo prometo!

Aproveché que tenía el móvil en la mano para revisar la hora y, al ver que se me hacía tarde, me despedí con cierto apremio. Hundí la llave en mi bolsillo y, mientras caminaba, se me ocurrió otra tontería. Abrí el chat con Vero.

Qué feo eso de ignorarme, oye
Está bien que soy oscuro, pero tampoco para tanto :(

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interacción relámpago aaa pero gracias, bebi uwu cortita PERO BONITA que es lo importante

 

Asentí de manera distraída con la cabeza cuando me confirmó que le gustaba cualquier cosa relacionada al arte, aunque lo que realmente logró captar mi atención de todo fue cuando mencionó que pronto tendría "el honor" de conocer a Katrina; esa era una forma de verlo, suponía. No comenté nada al respecto, sin embargo, y simplemente me encogí de hombros mientras reprimía por todos los medios posibles la diversión que pretendía colarse en mi sonrisa.

—¿Aquí en el Sakura, dices? Pues tres lindos años de mi vida ya. Entré en primero y aquí me he quedado, ya ves~ —contesté, aprovechando el momento para llevarme las manos tras la nuca en un gesto despreocupado—. Y tú has entrado ahora... qué pereza, ¿no? I mean, a estas alturas ya todo el mundo en clase se conoce y tendrás muchísimo trabajo atrasado. Tienes que haber tenido un motivo de peso para cambiarte incluso con eso, digo yo.

Aunque si prefería no contarme sus motivaciones, tampoco iba a tener mucho problema con ello, honestamente. Lo bueno es que mientras íbamos hablando, alcanzamos el pasillo del segundo piso, así que hice una pausa para señalar hacia el interior del mismo; no tenía sentido alejarse de la escalera porque en apenas un par de segundos estaríamos bajando de nuevo hacia el primer piso.

>>Aquí solo tenemos la sala multimedia, que lo usa el club de radio, si no me equivoco. También está la sala de profesores y la del consejo estudiantil, pero meh, quizás no tengas que entrar nunca en ninguna. Si eres lo suficientemente lista para evitarlo, quiero decir~

Ser nuevo en una escuela implicaba tener muchas dudas al respecto de su funcionamiento, eso era algo que me parecía completamente lógico y, por lo tanto, me preparé mentalmente para recibir toda clase de preguntas sobre el Sakura durante el tour. En base, creía que funcionaba igual que cualquier otra escuela; si acaso con materiales y salas de mayor calidad por el hecho de ser tan prestigiosa y cara.

La cuestión del muchacho en relación a los clubes no me tomó demasiado desprevenida, pues.

—¡Hay unos cuantos, de hecho! Aparte de los que ya he mencionado arriba, también hay uno de cocina, uno de baloncesto, uno de jardinería, uno de teatro... —contesté, dedicándole una sonrisa al chico mientras hablaba, y no mucho después mi atención viró hacia nuestra acompañante, cambiando a una expresión pensativa—. ¿Esgrima? No estoy segura... Creo haberlo visto en la lista de clubes, pero no sé si sigue activo. ¡Siempre podéis preguntarle a los profesores! Su sala está justamente aquí, en el segundo piso, y si no, quizás el consejo estudiantil os pueda ayudar también —y les señalé donde se reunían normalmente, pues también era en una sala de aquel pasillo—. ¿Lleváis mucho tiempo en Japón o sois nuevos también en el país?

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perdonadme, no me di cuenta que había pasado tanto tiempo ya sin contestar asjnalksjd la vida me está matando (?)