Pasillo (Primera planta)

Había sido una semana... un poco extraña. Desde la aparición del chico del cabello rojo y sus flirteos con Satoko su humor había estado fluctuante.
¿Qué podía esperar de todo eso? ¿Cómo debía sentirse en realidad? No quería ni pensar o valorar siquiera el hecho de que terminasen gustándose y Satoko empezase a verlo como algo más que un misterioso senpai. No podía evitar esa sensación burbujeante en sus venas, el peso angustiante en su pecho. Se sentía tensa, molesta y celosa.

Se había entretenido dibujando flores de cerezo en el cuaderno y estaba en ello cuando la campana del receso sonó. Desde siempre le había gustado dibujar, aunque era una afición que solía mantener en secreto. Alguna que otra vez había retratado a la propia Satoko sin que esta lo notase, generalmente de perfil. Trazos suaves y ligeros, casi oníricos. A menudo terminaba rodeándola de conejos o poniéndole orejas como tal por su actitud dulce y tierna. Atesoraba aquellos dibujos hechos a mano alzada con mimo pero no se lo tomaba con la suficiente seriedad como para plantearse entrar al club de arte de la academia.

Sintió su labio temblar de solo pensar en la cantidad de personas nuevas con las que tendría que tratar.

Estaba dando los últimos trazos cuando aquella voz vibrante le hizo dar un respingo. El corazón le dio un vuelco repentino en el pecho y apresuradamente cubrió el cuaderno contra su pecho. Puro y mero instinto.

—¡Ah! ¡Satoko-chan!—la voz le tembló visiblemente por los nervios. Tuvo que hacer malabares para que el cuaderno no terminase en el suelo y se incorporó de la mesa rígida y tensa. Podía sentir su rostro rojo pero alcanzó a dirigirle una sonrisa ligera—. B-buenos días.

El senpai de cabello rojo no parecía estar cerca.... ¡Sí!

 

Nagi Watanabe

Se quedó con la vista clavada en el suelo, pasando por alto que Shiori tenía una mano vendada por lo dispersa que estaba en ese momento. Fue cosa de escuchar aquella risa ligera para que volviera a buscar sus brazas, sin ceño fruncido, con gesto de sorpresa. Terminó por sonreír con una mezcla de ternura y timidez, aún de brazos cruzados. Había sido una risa repentina, que parecía difícil de fingir, y eso logró apartarle los pensamientos tediosos que llevaba teniendo desde la mañana, por lo menos de momento.

Escuchar como tanto Rechel como Shirai no tenían problemas en que Shiori se sumará terminó de aliviarla, librando la tensión acumulada en un suspiro pesado, apoyando otra vez la cabeza en el cristal.

Giró el rostro hacia donde provenía la voz de Shichimiya un momento, sin llegar a visualizarla debido a que se había asomado al salón. Entonces volvió a fijar sus ojos en Kurosawa, con una expresión neutral que ya había visto la mayor, cuando salían o la iba ver a casa. La calma no le duró demasiado, porque en cuanto se le ocurrió recorrerla con la mirada se percató recién del vendaje en su mano.

El grito ahogado fue amortiguado casi por completo al llevarse ambas manos a la boca, intercalando la vista entre los ojos de la chica y los vendajes blancos. La preocupación no demoró en cubrir su rostro y se llevó ambas manos empuñadas al pecho. Tragó grueso.

—¿Qué te pasó? —susurró sumamente despacio, con suerte habría escuchado, pero no titubeó en ninguna letra.

 

Nagi Watanabe

Fueron solo pocos segundos de silencio, pero casi le parecieron eternos. Con el aire contenido, el pecho apretado y el corazón latiéndole con fuerza, estaba abrumada. Entonces, volvió a recibir otras de las sonrisas reconfortantes de Kurosawa, solo que esta vez no surtió efecto. La escuchó con atención, al mismo tiempo que hizo el ademán de tomar la mano herida y detenerse a medio camino, entrecerrando aún más los ojos, para empuñar luego las manos y dejarlas tendidas en el aire.

Los accidentes ocurrían, no tenía nada de raro, ¿por qué le dolía tanto entonces? Tragó grueso, dejando caer sus manos a sus costados, empuñadas. Cabizbaja, la miró de reojo.

—Ten más cuidado, por favor —suplicó en un murmullo, sintiéndose de inmediato atemorizada por haberle dado lo más semejante a una orden, a Shiori, quien era mayor y siempre parecía firme, cuidadosa. Como si tuviera algún derecho.

Se abrazó así misma, soltando un suspiro pesando, concentrada en el palpitar de su corazón mientras oía la pregunta de su senpai. Alzó la vista, aún abrumada, conectándola con nerviosismo entre los otros presentes.

—¿El comedor, tal vez? N-no lo hemos pensado —dijo algo más audible, sin poder quitarse el gesto preocupado.

Dios, tampoco quería arruinar el ambiente, pero era incapaz de hacer mucho más.

 

Debía ser una broma, ¿no? El grupo del desastre estaba ganando adeptos a la velocidad de la luz y yo estaba que me moría de la vergüenza y de la incomodidad, para qué mentir. Con suerte y pude mostrarme educado con la senpai que se acercó, pero lo cierto es que prefería que la tierra me tragase o algo ahora mismo. ¿Y qué le pasaba a la academia que todas las alumnas eran tan lindas? ¿O era solo cosa mía? Lo bueno es que me mantenía bastante en mi línea retraída usual y no se notaba mucho.

A pesar de todo no pude evitar sentirme algo raro en la presencia de la nueva integrante. Mientras Nagi y la senpai hablaban, y Rachel se asomaba a la clase para avisarle a las chicas sobre algo, no pude evitar observarla con disimulo. Quizás me estaba volviendo loco, muy probablemente, porque no había absolutamente nada raro en ella. Hablaba con naturalidad con Watanabe, incluso diría que se veía bastante amable.

¿Entonces? ¿Qué era?

Dejé de darle vueltas al asunto cuando la rubia regresó con nosotros, captando nuestra atención.

—La cafetería suena bien, ¿por qué no nos vamos adelantando? —propuso, señalando el aula a su espalda—. Shichimiya-chan está poniendo al día a su amiga, podemos ir tomando una mesa y avisarlas de que las esperaremos allí.

Me volví hacia el aula antes de encogerme de hombros, sin mucho que aportar realmente. Lo prefería de alguna forma, así me iba acostumbrando a un grupo de cuatro y no de seis de golpe. Dios mío, seis.

S-e-i-s.

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Propongo ir posteando en la cafetería si a Gabs y a Jen no les molesta :D Así vamos moviendo el almuerzo un poco y tal <3

 

Yukie Inuoe

Un suspiro profundo le estremeció el pecho y aflojó el agarre en torno al cuaderno. Ese senpai molesto realmente no estaba. Podría pasar un día tranquilo, a solas con Satoko. Había preparado de hecho un almuerzo para ella; algunos nigiris y algo de tonkatsu salteado con verduras encurtidas.

Aquella idea hizo que le se subieran los colores y extendió una pequeña sonrisa, tímida pero decidida, alzando la mirada para pedírselo.

Almorzar juntas.

Pero no pudo hacerlo.

Su mente cortocircuitó.

No había previsto que Shichimiya se le acercase a saltos, tan rápido, de forma tan súbita y cuando quiso darse cuenta la tenía tan cerca de su posición que su mente quedó en blanco como si todos sus fusibles se hubieran fundido de repente. ¿En qué momento? ¿Cuando se había puesto ahí? El labio le tembló y el rubor, apenas un ligero sonrojo en sus mejillas se convirtió en una oleada ardiente que le cubrió todo el rostro.

Incluso sus orejas parecían haber sido marcadas con hierro caliente.

—¡S-Satoko-chan!—titubeó en estado de claro hesterismo tensándose en toda su extensión. Inconscientemente volvió a presionar el cuaderno contra su pecho buscando resguardarse, protegerdr. Su corazón latía ferozmente, podía sentirlo. Probablemente ella pudiera escucharlo tambien—. ¡Estás... estás muy cerca repentinamente!

Abrumada, cerró fuertemente los ojos.

Su mente estaba fuera de sí y el tren de su pensamiento tan descarrilado que tardó varios segundos en entender que le había hecho una pregunta. En medio de su crisis nerviosa había terminado cubriendo su rostro encendido con el cuaderno y tras ese tiempo prudencial lo bajó apenas, lo suficiente para poder mirarla con ojos vidriosos tras este.

¿Almorzar con quién...?

—¿Huh?

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Estoy como súper enamorada de este fanart de Yukie. Es la más acertada que he visto nunca para el personaje lol



De hecho la imagino justo así so la dejo como referencia (?)

 

Yukie Inuoe

Tardó unos segundos en lograr procesar la información. Almorzar con más personas no estaba entre sus planes. Pero... nada qué hacer ¿no? Tanto a Watanabe como a Kurosawa las conocía. Eran buenas personas, estaban en el club de cocina y en parte, había logrado relacionarse con ellas sin que la devorase la ansiedad.

Al menos en parte.

Porque era evitativa, tímida y retraída en su totalidad. A menudo actuaba de forma insegura, como si ni siquiera se sintiera estable sobre el mismo suelo que pisaba.

Mantuvo la mirada sobre Satoko unos segundos, en silencio. Tenía tantas cosas en la cabeza. Tantas preguntas. No quería demostrar que su idea era almorzar a solas con ella. Apartó la vista en aquel gesto tímido e inseguro, huidizo. Había mencionado dos personas más pero no había especificado su identidad.

Otro par de compañeros.

¿No era mucha gente...?

—B-Bergren-senpai... no está—murmuró. Se sentía mal por el mero hecho de que la decepción se apoderase de ella de tan solo pensarlo. ¿Qué derecho tenía? Ese senpai podía ir y hacer lo que quisiera. Volvió a mirarla dubitativa, casi temerosa bajo su prolijo flequillo esmeralda. Presionó el cuaderno contra sí—. ¿Verdad?

 

Yukie Inuoe

Escuchó atentamente, en silencio. Con el corazón latiéndole en el pecho como una mariposa de alas trémulas. A Rachel la conocía pero aún se sentía algo tensa y culpable por no haber aceptado en un primer momento los dulces que le ofreció. Shirai-kun... también lo había visto. Durante el partido en el gimnasio aunque había ido a apoyar el entrenamiento de Shichimiya. Luego se había marchado apresuradamente.

Había demasiada gente y le burbujeaba la ansiedad.

Al menos Bergren no estaba y eso le quitó un enorme peso de los hombros. Soltó el aire con lentitud por la nariz.

—Parece una princesa—murmuró suave y esbozó una ligera sonrisa genuina—. Gardner-san. Pero es muy cálida y cercana a pesar de eso.

Tomó su cartera y guardó en su interior el cuaderno de dibujo antes de sujetarlo y girarse nuevamente en su dirección. El cabello esmeralda, como un manto suave, acompañó el movimiento y cayó blandamente sobre su espalda.

>>Iré—convino—. Me gustaría comer con todos. Puede ser divertido.

 

No habíamos entrado a clase, por mi culpa Aaron estaría con una faltar en las materias de la tarde, pero... Su compañía en verdad me había reconfortado, al menos me sentía más liviano, bueno, hasta que ví a Katrima acercándose a lo cual me tensé.

Hora de largarme de aquí.

—Quizá para ti no sea mucho, pero para mí ha sido más que suficiente —comenté risueño, pasando mi mano por sobre su hombro para acercarlo a mi cuerpo, sin ninguna doble intención en el proceso—. Gracias, Aaron —susurré contra su oído.

Y le solté entonces, enterrando las manos con los nudillos vendados en los bolsillos del pantalón escolar, dando vuelta sobre mis talones para caminar en el sentido contrario al que venía Akaisa.

—Te veo mañana.

Sí, si es que no me apetecía faltar.

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Hitori aquí te dejo el niño, cuídalo ;-; Nekita

 

Ni siquiera le había molestado faltar a clases con tal de sentir que estaba haciendo de ayuda, limitándose a asentir ante el primer comentario de Daute, si él consideraba que eso podía ser suficiente iba a tomar su palabra para no darle muchas vueltas, despidiéndose de él cuando finalmente se rompió la cercanía de ambos.

No estaba seguro de que estuviera mejor, pero tan siquiera podía considerarlo un poco más estable.

—Hola Katrina.—Llevó sus manos a sus bolsillos y asintió para complementar su saludo, ladeando ligeramente su cabeza cuando escuchó el comentario, sin poder hilar lo que se pudiera referir hasta que vio la bufanda y una pequeña sonrisa se formó en sus labios al recordar al pequeño gato que había conocido.

—Ya me había olvidado por completo, y no hay de que, el pequeño lo necesitaba —Tomó la bufanda y la dobló un poco más para que fuera más cómodo sostenerla, a fin de cuentas, iba a tener que ir por su maletín al salón de clases para poder guardarla —, ¿lo pudiste mantener en tu casa?

 

—Entonces tendrá un buen hogar —Sonrió con cierta tranquilidad, que no tuviera que quedarse en un limbo de estar en la escuela sin poder tener muchas cosas por estar en un salón de clases lo alegraba, además que claro, Katrina le había salvado así que tenía mucho sentido que se quedara con ella. Aunque no mucho después de escuchar sobre la rubia gritona volvió a ponerse serio, soltando algo de aire de la nariz por recordar todo aquella discusión innecesaria —, tan siquiera ya no discutió mas por no entrar al club, así que supongo que ser paciente le recompensó. ¿Cuál es su nombre?

Tal y como le había "sugerido" en ese momento.

Y también...mejor le pasaba el problema a Katrina, estaba seguro que no quería lidiar con las chicas de niñas de primer año.

—Y sí, a menos que decida dejar todo allí para no cargar nada mañana, tengo que subir por mis cosas.—Aunque ya decirlo en voz alta sonaba más tentador simplemente olvidar el maletín aunque implicara atrasarse un poco más con las tareas.

 

Yukie regresó a la cafetería cuando el receso hubo terminado, pero no hubo rastro de Nagi por ningún lado. La chica se veía bastante afectada por no traerla de regreso así que aproveché el sonido de la campana y de la multitud para colgarme la mochila restante en el hombro, y avisarles de que se la subiría yo mismo. Intercambié una mirada fugaz con Inuoe antes de dirigirnos hacia las aulas, algo seria.

Hiciste lo que pudiste. Tranquila.

Me apenaba no ser muy bueno con las palabras, pero la intención siempre estuvo ahí. Esperaba que bastase.

Cuando las clases terminaron, y tras cumplir con lo que prometí, salí del aula de los primeros. Y eso ya era raro en mí, que solía tomarme las cosas con calma. La responsabilidad de abrir el gimnasio y de resguardar las llaves de Shawn a buen recaudo me habían tenido algo nervioso el resto de horas, y quería asegurarme de que no entorpecía el transcurso de la tarde de club conmigo al mando.

Todo marchaba estupendamente hasta que llegué a las puertas del gimnasio y metí las manos en los bolsillos.

La llave.

No estaba.

El corazón me dio un vuelco en el pecho y empecé a sacar las cosas de la cartera, hincando una rodillas en el suelo. Una gota de sudor frío se deslizó por mi frente. No, no, no. Conserjería estaba cerrada y penalizaban a los alumnos por perder material escolar, no quería imaginarme lo que sucedería con una copia de llave.

Regresé a la primera planta con bastante estrés encima, dispuesto a ir a mi clase para revisar mi asiento ahora que no quedaba nadie.

Dios, tierra trágame de una buena vez. Me iba a morir del estrés antes de los treinta, seguro.

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Insane owo

 

Me guardé el móvil mientras escuchaba a Violet hablar sobre la serie de televisión que solíamos ver de niños, aquella del laboratorio de Dexter en donde la molestaba diciéndole que tenía un laboratorio escondido en la habitación pero por ella ser la hermana menor no me arriesgaría a que dañara los experimentos, echándome a reír ante el golpecito que me dio en el abdomen.

—No fue sino hasta que me decidí en revolverte la habitación que me di cuenta que mentías —la escuché quejarse entre risas.

—Vamos, vamos, que ahora ya no me crees mucho de lo que digo.

Denoté entonces el cómo sacaban una cosa tras otra, deslizando mis pupilas en el chico que estaba a una corta distancia de chocar con mi hermana, deteniendo el paso en conjunto a ella al frenarla de la muñeca.

—¿Pasa algo?

—Hay un chico sacando todo de la mochila —murmuré con algo de curiosidad—, parece que perdió algo —la solté entonces, pensándome en si ayudarle o continuar el camino. Lena había accedido a mostrarme un trabajo de medio tiempo, no podía darme el lujo de desaprovechar la oportunidad, pero me sabía mal dejar a alguien que parecía desesperado por encontrar quién sabe qué.

Enterré las manos en los bolsillos, escuchándola hablar al probablemente intuir mi encrucijada del día.

—Oh... yo puedo ayudarlo —se lanzó sin dudar, y no me sorprendía, solo que tampoco estaba entre mis opciones dejarla sola con lo poco y nada que Nat me comentó—. Lena debe estar esperándote, y... —la noté apretar la falda entre los dedos.

Volvía a pensar en eso, ¿no? En la incertidumbre si la chica se había ido molesta y no había disfrutado su compañía. Violet era muy fácil de atormentar en cuanto a relaciones se trataba, por eso quizá era tan torpe forjando lazos de amistad con cualquier persona de su género, terminando rodeada por mis amigos al ser éstos más frescos y menos emocionales. Y luego, estaba el chico ahí que parecía y se echaría a llorar en cualquier momento al no dar con lo que sea que estaba buscando.

Sin quererlo en realidad, se terminaba rodeando de personas que le nacía ayudar. Hablé entonces:

—¿En verdad quieres ayudarlo?

Asintió con la cabeza y suspiré. Si algo se le metía en la cabeza no había poder de Dios que se lo sacara.

—Bien, le diré a Nat que te espere en los casilleros, cualquier cosa me llamas —continué caminando con ella a mi lado hasta estar lo suficientemente cerca de él, denotando el vibrar de las manillas de mi hermana al deslizar los dedos por la pared y detenerse. Yo por mi parte apenas y alcé las cejas hacia el chico, como seña a que ella quedaba ahí con él, y seguí mi camino, escuchando su dulce voz deslizarse por el pasillo a medida que me alejaba.

—Hola —susurró sin saber a quién tenía al frente, inclinándose educadamente, jugando con los dedos sobre la tela, animándose a hablar nuevamente—. ¿Has perdido algo? Puedo ayudarte si me lo permites.