Pasillo (Primera planta)

Solía moverme bastante por sensaciones e impresiones, por más prejuiciosas que pudiesen llegar a ser a veces, pero en ocasiones podían ayudarme a darme cuenta de ciertas cosas. Perceptiva como era no me pasó desapercibida la forma en la que intercambió miradas entre mis ojos y el sobre, con un énfasis bastante extraño, como si estuviese plantándome un cartel de neón en toda la cara y aguardase a que me diese cuenta de algo.

Fruncí el ceño ligeramente, durante una fracción de segundo, y busqué sus ojos casi como si le estuviese lanzando la pregunta al aire sin necesidad de mediar palabra.

Pero no podía ser, ¿no?

La posibilidad de dar con uno de los anfitriones de aquella movida sin buscarlo era bajísima.

Pero existía.

Existía y no pude evitar pensarlo por un instante, mientras se llevaba su propio sobre al rostro y los orbes se le entornaban ligeramente, en mitad de una posible sonrisa. La imagen superficial que me había hecho de él no se correspondía con aquel cambio fugaz y supe que estaba empezando a delirar cuando volví la atención a mi carta, al dorado de la mariposa tan similar al de sus ojos.

No podía ser.

¿Pero y si?

—Un poco, no te voy a mentir —respondí con calma, volviendo la vista al frente. Me entretuve un instante con la cabellera bicolor y la preciosa cascada violeta de los alumnos que subían frente a nosotros antes de añadir, observándole de soslayo—. Si nos lo pintan así habrá que ir a echar un vistazo, ¿no~? Seguro te da curiosidad también, anda.

Y sonreí ligeramente, conteniéndome la gracia de pensar en la jodida posibilidad de tenerlo en frente.

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Me parto te lo juro xDD

Tal y como pensaba, la pega de la fiesta era ir bien vestido quisiera o no. No me imaginaba yendo con un chandal ni nada pero qué se yo, pasar de ropa informal a llevar un maldito traje era un salto abismal para mí. ¿Laila se sentiría cómoda con algo así? No parecía ponerle demasiadas pegas de por sí.

Escuché su risa suave desviando la vista ligeramente, pero su propuesta de ir juntos a comprar las máscaras me sorprendió bastante. Parpadeé, y pensé durante algunos segundos en si merecía la pena o no guardar el factor sorpresa.

Bah, qué demonios.

—Dalo por hecho —acepté, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón. A pesar de que lo había dicho bastante tranquilo ilusión me hacía, la verdad. Giré el rostro hacia ella—. Podemos escoger la máscara del otro, incluso. ¿Te parece ir mañana?

Una pena ser alumno de primero y no poder acompañarla porque en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba frente a mi aula.

 

Ayame Sabaku

Ayame froto su mejilla por el interés de Nagi en el tema mitológico maquinando las mil posibilidades de explorar incluso la idea de alguna casa embrujada.

—eh que ya desvíe el tema—penso al divagar por ideas aleatorias sobre cómo pasar tiempo con la chica castaña deberían dar un paseo si no fuera por...

—ahh! ¡Es tarde! —chillo con una expresión perturbada en su rostro, ella podía nuevamente perder su oportunidad de ingresar al curso y los problemas reales se traducirán en una dos meses sin internet, Ya no podría ver sus series ni nada relacionado a Tanukis. Recuperó su semblante vivaz con tal de no asustarla.

—Nagi debemos hablar mucho en el receso. Ni pienses que te has librado ¿eh?—sonrio con sorna mientras rodeaba el hombro de la ajena, no con ánimos de asustarla, sino como futura compañera de andanzas.

>>Lo siento pero el aula 1-2 me llama y a menos que quiera una paliza de época debo ir pitando.. ¡Mucha suerte! Wata-chan~

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Mori perdona por cortar pero quisiera ver a la niña en el aula antes del receso al igual que Misato jaja (?

 

Laila aceptó la idea con gusto y yo ya me daba por satisfecho, la verdad. Acordamos que sería mañana y estaba por despedirme cuando acarició mi rostro y de nuevo parte del rubor se extendió por mis mejillas. Asentí, escueto, tensando los labios de manera inconsciente y retuve la información de que podría buscarla en el receso si no tenía a nadie.

—De acuerdo. Buen día.

Satoko apareció de repente, con aquella energía desbordante tan suya y abrí los ojos cuando chocó contra la mayor. Por suerte no fue nada y su comentario me arrancó una ligera sonrisa. Le hice un gesto de despedida a Laila y comencé a seguir a mi compañera de clase con calma.

¿Qué sería eso que querría decirme?

 

Dios, no podía. Era superior a mis fuerzas. Mi paciencia era escasa, más bien inexistente, pero aquel imbécil parecía tener un don innato para sacar a la gente de quicio. Solo había que verlo, el brillo pícaro en sus ojos y la perpetua sonrisa. Estaba en su jodida salsa. Seguí bajando, tensa, apretando los puños hasta que los nudillos se volvieron blancos, su voz taladrándoseme en los oídos.

Y ahí seguía. Una, y otra, y otra vez. Como una mosca cojonera. Estaba empezando a ver que o lo tiraba por la ventana o no dejaría de hablar. Y probablemente regresase si lo hacía, porque mala hierba nunca muere.

Detuve mis pasos de repente, justo en el primer piso, cuando decidió cortarme el paso. Volví a dirigirle una de esas miradas asesinas pero logré conectar la neurona para respirar hondo, llevarme dos dedos al puente de mi nariz y soltar el aire de golpe. Con suerte llegaba viva a los treinta a este paso.

—¿Eres... siquiera capaz de cerrar la boca por un momento? Damn it, you are driving me nuts —gruñí, y no me di cuenta que de nuevo había cambiado el chip al inglés, como solía sucederme cuando me tocaban demasiado los ovarios. Dejé caer el brazo poco después, como un peso muerto contra mi costado, y volví a encontrar sus ojos y su maldita sonrisa. Fruncí el ceño casi por reflejo—. Una vuelta. Nada más. Luego haré como que no te conozco, tú lo mismo y me dejarás en paz.

Volví a soltar el aire con pesadez, rodeándolo de mala gana y seguí bajando las escaleras hacia la planta baja, sin siquiera esperarle. Tampoco había respondido su pregunta, que se diese cuenta solo. Ante todo estaba mi juguito.

>>Andando.

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Aquí seguimos, retransmitiendo las aventuras del zanahorio y la gruñona. ¿Acabará Sanji rodando por las escaleras? Permanezcan atentos Reual Nathan Onyrian

 

Esto era de-li-cio-so. Había logrado que sus nudillos se volvieran blancos en tiempo récord. Maldita sea, era un jodido fuego, no había nadie que me parara. Esto de no asistir a clases por varios meses de verdad que recargaba todas mis energías. En cuanto frenó y se llevó los dedos a la frente, sonreí triunfante. Bueno, aquí mi trabajo estaba hecho.

— ¿Qué si puedo cerrar la boca? Oh, my sweet summer child, you are in for a treat.— comenté, moviéndome a un costado para dejarle paso.

Me encogí de hombros ante su propuesta, con mi eterna sonrisa socarrona.

— No puedo prometerte nada, Castañuelas. Me estás cayendo bastante bien. Tendrás que darme todo el tour para averiguar si te dejo en paz o no.

Crucé las manos tras mi espalda, y comencé a caminar detrás de ella, callado esta vez, sonriendo. No tenía caso llevar demasiado a la gente al borde del colapso nervioso. Luego ya no era gracioso. Un novato las hacía explotar. Un maestro como yo conocía cuando uno debía frenar y esperar a que la llama se apagara. Así todavía quedaba mecha que quemar.

>> Te sigo hasta el fin del mundo, Castañuelas.— dije, con un saludo del sombrero.

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Pfff, plis. Tarde o temprano terminará cayendo por las escaleras. Sea por Lena o por cualquier otro estudiante.

 

¿Me interesaban todas las mierdas que estaba preguntando? Tampoco iba a mentir. La información era poder, a fin de cuentas, pero no me conformaba con preguntas de rutina. Solo había necesitado eso para saber que el condenado tenía el mapa de la escuela estudiado de memoria, vete tú a saber para qué. Desconocía el tiempo que llevaba en la institución, pero era un detalle interesante a tener en cuenta. Su aparente rigurosidad y metodismo inherentes.

La sonrisa ligera se me ensanchó apenas en los labios ante su pregunta, sin apartar la mirada de los alrededores. El aire ligeramente altivo y coqueto acompañó mis movimientos al saberme observada por algún que otro crío chismoso. Ni rastro de la odiosa niña de la mañana.

—¿Cómo crees? —murmuré, con fingida contrariedad—. Los niños buenos no piensan en esas cosas, ¿cierto, Kou-chan~?

Había que ver, menudos santos se habían ido a juntar. Si parecíamos hasta una pareja tranquila, yendo al patio o a la cafetería teniendo una charla decente y no sobre cámaras y planos de la academia. No me sorprendió escuchar su respuesta; desde luego que Shinomiya no parecía hacer las cosas por amor al arte, pero por intentar no se perdía nada~. Igual podía rascar un poco más antes de encapricharme de vuelta.

—Simplemente me parece un concepto desfasado. Ir con sola una persona no es nada práctico —cerré los ojos, meneando la cabeza con suavidad—. La gente como yo se aburre con facilidad. ¿Por qué no ser previsora y anticiparse a los hechos~?

Igual podría soltarle la mierda de que mi padre siempre me buscaba un puto guardaespaldas allá donde fuera, pero no estaba tan desesperada. Y tampoco me caracterizaba por seguir sus demandas al pie de la letra sin... distorsionarlas un pelín de nada.

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La de etiquetas que estoy soltando memeo Gigi Blanche

AAAA Pinche bloqueo, tres horas para tres posts *patea una silla*

 

Tanto la senpai como mi nuevo compañero me siguieron sin mayores inconvenientes. En un momento solté un suspiro pesado, dejando ir cualquier tensión acumulada que tenía; a pesar de sus extravagancias, ambos fueron bastante amables, ¡no debía haber nada por lo que preocuparme! Vi entonces como Horiazana-kun se adelantaba, observando todo a su alrededor por andar girando sobre su propio eje. Era... enérgico, a ratos me recordaba a un niño pequeño, pero... por algún motivo sentía que no podía subéstimarlo.

Como que esquivaba las aglomeraciones de estudiantes... con demasiada facilidad.

—Estas son las salas de primero, Izayoi-senpai —hablé con calma al mirarla de reojo, indicándole las salas con un ligero movimiento de mano, palma extendida hacia el cielo. No sé sí fuera igual de desubicado que apuntar con el dedo, pero al menos yo sentía que con todos los dedos extendidos era menos recriminante cualquier cosa—. Las siguientes serán las de segundo, es muy sencillo todo—. Solté aún calmada, entrelazando las manos por delante de mi regazo. La sonrisa ladina y las cejas arqueadas con preocupación no demoraron en decorar mi rostro—... O eso creo.

—¡Hey, Nabe-san! —exclamó Horiazana, quién se ubicaba más adelante, él si que apuntaba el salón que correspondía a nuestro curso con el dedo índice y... ¿Para qué ponía su otra mano alrededor de su boca? ¡Si estábamos super cerca! La exageración me saco una risa tan fresca como suave— ¿Este es nuestro salón?

Le asentí con suavidad y de inmediato se asomó por la puerta del lugar, en cuanto pasé con calma al lado de la 1-3, sin planear detenerme a pesar de que aminore la velocidad, le hablé;

—¿Te quedarás?
—No, ya voy —dijo mirándonos por sobre su hombro, yo asentí otra vez, para fijar acto seguido mi atención a lo que tenía por delante, siempre amoldándome al paso de Izayoi.

Horiazana no demoró en seguirnos, podía escuchar sin problemas su leve silbar y como daba pasitos de más a pesar de que avanzara con lentitud... ¿Era mi idea, o siempre que podía marcaba un ritmo con sus pies? Curioso.

Miré otra vez a Izayoi, mientras subíamos las escaleras.

—En ese pasillo también está la cocina, lugar de reunión del club de cocina, aunque no hemos podido llevarlo a cabo las últimas semanas —hablé con calma, pero al final no pude evitar que la lástima por la situación se filtrara en mi rostro, específicamente en mis cejas, por qué la sonrisa calma y la voz suave apenas y mutaron.

La siguente sonrisa que le brindé a la senpai era genuinamente más tranquila y libre de culpa.

>>También está el salón de arte—. Y entonces devolví mi atención al frente, para no chocar—, creo que también hay un Club que usa el lugar, pero no estoy segura de cuál sea ese Club en específico.

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Rojo FireRed uwu Bueno, lo mismo, cómo prefieras; respondes acá o en el pasillo del 2° piso.

 

Izayoi había acompañado a ambos jóvenes en subir las escaleras hasta el primer piso, que por lógica obvia, era el de ambos, y allí estaba las tres aulas correspondientes a las secciones que conformaban el primer año de preparatoria.

Para Sakuya, la actitud del joven Horiazana era algo exagerada, y por eso refrescante, ese niño soltaba alegría por todos los poros, a algunos les parecería inmaduro, pero para ella era la expresión más honesta de felicidad, al menos a simple vista, la alegría solo contagia alegría, al menos en su experiencia de vida.

Esbozó una sonrisa, gracias a aquello, el entusiasmo por la vida de alguien así no se podía pasar por alto, era como un shot de optimismo y energía que hacía falta para alivianar el ambiente.

Sakuya prestaba silente atención a la explicación de la señorita Watanabe sobre los salones, al menos se veía que estaba enterada de como orientarse en el lugar, y la disposición de Vite de acompañarles.

Luego de todo eso, Nagi empezó a explicar sobre los clubes disponibles en el lugar, ¿Cocina dijo? Sonaba interesante y captó su atención, Izayoi gustaba de cocinar, aunque no por eso iba a lanzarse de cabeza a unirse a dicho club, pero dado caso, la curiosidad le hizo seguir preguntando

—¿Hay disponibilidad de otros clubes, Watanabe-san? De ser así, ¿Me los podría indicar? —acotó, con voz calma y de manera educada, juntando sus manos a la altura de la falda, acompañándola al caminar—

Todo buen instituto debería contar con un gimnasio, con unas buenas canchas en dónde jugar todo tipo de deportes, esa era una idea taladrada en la cabeza de la joven criada desde que puso pie en la entrada de Sakura

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te sigo siguiendo, soy el novato aquí <3

 

Contenido oculto: Amor de marea baja

Seguimos andando con Horiazana, cuando percibí a la chica albina le saludé con una leve sonrisa y un suave gesto de mano; el chico me siguió la corriente, pues le saludó con un movimiento de mano algo más enérgico, su sonrisa también era distinta; a ojos cerrados y mostrando una hilera de dientes bastante limpia. Solo eso, luego seguimos con nuestro camino y llegamos a los pasillos de 1°.

—Acá es —comenté una vez estábamos frente a la sala, ambos aún llevábamos nuestros bolsos colgando de nuestros hombros. Lo miré con la sonrisa calma y sutil, él me miró con una más amplia, ladeando la cabecita tal cachorro.
—¿Hm?
—¿Quieres entrar, o prefieres esperar a que toquen las campanas? —cuestioné, reflejando mi duda al arquear las cejas con inseguridad. Él mostró una leve sorpresa, para luego sonreírme tal ardilla.
—Jiji, quedémonos un rato más conversando afuera —concluyó con sus manos en la nuca, sonriente a ojos cerrados—. Ven —agregó suave después y, sin despojarse de sus manos que le servían de soporte, se encaminó hasta las ventanas y se respaldó ahí. De paso guardó las manos en su chaqueta negra.

Yo lo seguí sin mayores dudas, sonriente y apacible, para terminar por ubicarme a su lado; compartiendo miradas.
>>Hey, Nabe-chan —exclamó desviando la vista a su bolsillo derecho, no demoró en alzar la invitación que ya conocía, a la altura de su rostro nuevamente sonriente—, ¿tienes alguna idea de lo que es esto?

—Eh... creo que sí—. Mi ligera sorpresa no demoró en tornarse en una expresión de duda—, permiso —alerté antes de quitarle la pequeña carta con un movimiento cauteloso. Él simplemente me dejó revisarla, observando curioso cada uno de mis movimientos, bastante calmado la verdad—. Hmm... Ah —suspiré pesado al final, abrumada por todas las cosas que podía significar una sencilla invitación tan elaborada— Toma —dije sin mirarlo, extendiéndole el objetito ese, no demoró en tomarlo y empezar a observarlo con detenimiento él mismo.

Por mi parte, llevé las manos a mis bolsillos, mirando hacia el techo del lugar.
>>Sonaré... pesimista, o prejuiciosa... tal vez demasiado escéptica —musité con suavidad, pero algo ansiosa; el chico no demoró en mirarme a mí, aun con ese rostro de atolondrado curioso, silencioso; también tenía las manos en sus bolsillos—, pero algo no me da buena espina.

No lo vi, pero esas palabras lograron que Vite arqueara con preocupación sus cejas, preocupación que solo se reflejó en los dos tonos que bajó su voz; seguía siendo clara y monocorde, pero ahora un poco más grave.
—¿Qué no te da buena espina, Watanabe-san?— Solté otro suspiro pesado, para pasar de mirar el techo a mirar el suelo, jugueteando con mi pie, marcado ritmos insonoros.
—Chiyoda... ¿conoces Chidoya, no? —volteé a verlo, sin perder el deje de preocupación. Me devolvió una mirada extrañada, para pronto negar con la cabeza con lentitud.
—Nunca he estado en Tokyo, Nabe-chan —habló con calma, bajo; yo tan solo atiné a abrir mis ojos anonadada.
—¡¿De verdad?! —exclamé con clara sorpresa, a lo que él abrió más sus propios ojos, cada vez más desconcertado.
—No todo gira alrededor de las grandes ciudades, Watanabe —argumentó, a lo que respondí mirándole con cierta severidad, acción que se tornó en que volviera a mirar el suelo, pensativa.
—Cierto...— Silencio, negué rápido con la cabeza, para luego volver a mirarlo directamente.

>>pero no hablo de eso, Horiazana-kun. Osea, déjame explicarte —hablé algo más rápido, pero sin perder mi voz sutil y monocorde. Giré sobre mi eje, hasta apoyar los brazos en el marco de la ventana, mirando todo el exterior; centrada, nerviosa, sin saber sí lo que decía estaría bien o mal, correcto o incorrecto; positivo o negativo…

Justo o injusto.

Contenido oculto: Complication

Vite Horiazana

Era... extraño. Me quedé mirándola fijamente, como se volteaba para ver el paisaje, con una absoluta seriedad repentina... ¿Nerviosa, quizá? De seguro que si. Me quedé en silencio, expectante y en verdad interesado de lo que fuera a decir. Era una simple invitación, ¿qué podía haber de malo en ello? Dio un último suspiro antes de empezar a hablar, sin mirarme de momento, con esa voz baja que rosaba lo insonoro, aquella voz sutil que parecía caracterizarla; solo que ahora hablaba firme, estoica... ¿seria? ¿Por qué?

—Primero que nada, esas invitaciones no son de la academia, claro está; no serían invitaciones secretas de ser el caso —empezó, de momento calmada. Mantuve el silencio mirándola con seriedad, con el respeto que me pedía con cada acción mínima que hacía; indirectas—. Segundo, en esta escuela... de seguro hay gente con demasiado dinero. Lo hablé en un momento con mi madre y...— La chica inhaló hondo, dejando filtrar cierta... ¿angustia, tal vez? No demoró en suspirar, entornando los ojos... tal vez para no dejarse ganar por las emociones—, y nada; la forma, los colores, las palabras...

Me volteó a ver, compungida. De seguro yo tenía la cara más seria que pocos acá serían capaces de ver. La chica ladeó su cabeza, dudosa, y yo ante ese gesto suspiré pesado, pero calmado.
>>¿Crees... que tenga que ver con una cosa de bandas, Horiazana-kun?

Mis ojos se abrieron como platos, el aire se me quedó contenido en el pecho inflado, mientras sentía un escalofrío subirme toda la espalda. Por mero reflejo miré a todo a mi alrededor, valiéndome solo del movimiento de mis ojos. Luego fijé la vista en Nagi, separándome de la pared, para ponerme a su lado; dándole la espalda así al pasillo y los chismosos en él.

—¿Bandas criminales o como es la cosa, Watanabe-san?— Porque el jodido tema era demasiado serio como para bromear con él, niñata. Ella miró sus manos, cada vez más aferradas al marco de la ventana. Dio otro suspiro pesado, negando con la cabeza de manera lenta.
—N-no lo sé... pero Shibuya no es un barrio tranquilo... y nada— Miró al cielo, ese tras la ventana, angustiada; el gesto me hizo mirarla con cierta pena, genuina—. Tal vez... yo soy la exagerada.

Vi como entornaba los ojos, evitando cualquier cosa, estancando el aire en su interior...
Entonces sonreí con ternura, saqué mi mano del bolsillo...
y le di dos suaves palmaditas en la espalda.

Alegre.

—¡Vamos, Nabe-chan, no hay nada de qué preocuparse! —exclamé risueño, a lo que ella me miró con la mezcla de angustia, temor y duda; en silencio, un mohín y el ceño fruncido. Yo mantuve una sonrisa apacible, confiada—. Es una fiesta, una mascarada; da lo mismo quiénes la hayan hecho, que planean o a dónde se dirigen con todo esto.

Entonces yo fui el que miró el cielo azul, esperanzado tras ver como de a poco la desconfianza y temor se esfumaban del rostro de la castaña.
>>Da lo mismo en nuestro caso, somo tan irrelevantes que ni de amenaza somos—. Le sonreí amplio, mostrándole mi hilera de dientes a ojos cerrados, para exclamar alegre—; podemos ir, divertirnos, ¡y ta-dá! Ni cuenta se darán los peces gordos que los renacuajos hicieron de las suyas —metaforicé, para luego mirar el cielo otra vez.

>>Temer a lo desconocido... tan solo te inmoviliza, Watanabe-san; eso es lo peligroso—. La volví a mirar, sonriéndole amplio y calmo—, sí vamos a ello y nos quedamos bailando toda la noche, o bebiendo y comiendo sin parar—. Cerré los ojos, risueños—, ¡nada malo nos tendría que pasar! Jeje.

—... jejeje —soltó al fin, tapándose los labios con sutileza, una risa real. Solo la observé como observaría a una Sora aliviada; feliz, tranquilo y despreocupado— ¡Creo que tienes razón, debería dejar de ser tan cobarde!
—¡Jajaja! Ser un cobarde igual no está tan mal, Nabe-chan —agregué con una energía ya más natural, hablándole con una sonrisa amplia; ella me miró con clara sorpresa.
—¿Cómo?
—¡Qué yo me he ganado un montón de palizas por valiente! —solté a ojos cerrados, como sí fuera lo más normal del mundo. Claro que no, ella no demoró en cruzarse de brazos, con una mirada recriminadora. Yo le sonreí... atontado, y por qué no, algo asustado también. Cerré los ojos, arqueando las cejas con culpa—, claro, que ahora soy valiente al dialogar con esas personas antes que pelear, jejeje...

Vamos.. olvida lo dicho, olvida lo-
—Jeje —soltó suave, mirándome con cierta ternura, a lo que yo solo pude cerrar bien mi boca, sintiendo mis mejillas arder. Miré hacía otro costado, sin decir palabra, con movimientos fluidos y suaves; para no parecer que desesperadamente buscaba esconderme debajo de... no sé, una piedra, o libro de texto sería adecuado en esta situación—. Eres buen chico, Horiazana-kun

Eso me sorprendió, no voy a mentir. Volteé a verla entonces, ya no me importaba el rubor en las mejillas.
—Pues tu también eres muy simpática, Watanabe-chan —alagué de vuelta, y ella no demoró en soltar una de sus sonrisitas nerviosas y cohibidas; yo le respondí con una igual a la de una ardilla, pero melodiosa y lejos de ser sarcástica; ambos a ojos cerrados...

¿Significaría esto que ya tenía pareja para la mascarada?...

O bueno...​

Tal vez ni siquiera quería ir en primer lugar.​

Diablos, Vite; no puede ser tan fácil. Idiota

 

Amery Amery Amery, ¿Dónde te puedo encontrar so mamón?

Era algo que tarareaba mentalmente Sakuya, haciendo escala en los pasillos de primer piso, regresando básicamente a los salones donde estarían aquel par de pequeñuelos que se encontró en la mañana.

No había mucho que hacer salvo encontrarse con alguien que fuera capaz de sacarla del trance en el que estaba metida.

¿Un lugar desconocido dónde apenas se había encontrado con cinco o seis personas? ¡Leches!

Los niños de primero suelen ser los más amigables a sus mayores, así que sus esperanzas estaban puestas en encontrarse con alguno que ya hubiera salido de clase.

Otra vez había olvidado las revistas en los casilleros, pero no le dió importancia esta vez a eso, podían esperar, estaba metida en un rollo mental autoinducido. Más importante es encontrar a alguien que le echara una mano

Ahora el problema radicaba... ¿Se veía amenazante con su porte ante los demás niños de primer año?

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Hygge <3

 

La reunión había sido todo un éxito y, a pesar de alguna que otra discrepancia que recibí como mejor pude, la información que necesitaba transmitir ya estaba en manos de terceros. Aún quedaban unos diez o quince minutos de receso y quería estirar un poco las piernas, algo cansada de las aulas, y aprovechando la confianza que tenía en Yule con el pasar de los días acabé por llevármelo en banda.

Nos sorprendió, no obstante, ver a Nagi regresar al aula con varios jugos en sus manos. El chico tardó unos segundos en tomar lo que le ofrecía, recomponiéndose al momento con cierta vergüenza impresa, y yo le dirigí una sonrisa agradeciéndole por los dos.

Ah, si es que era tan linda~.

Algunos alumnos de primero aún rondaban los pasillos, la mayoría saliendo de nuestra aula, y por un momento temí que resultase demasiado llamativo o algo. Realmente no había nada que temer, nadie rondaba normalmente la zona de los pequeños de no ser porque...

—¿...Buscas a alguien, senpai?

La voz de Shirai-kun me detuvo de golpe, y como un resorte me giré para notar que una linda joven de cabello albino se había detenido justo frente a nuestra aula, buscando a algo o a alguien con la mirada. Parecía perdida, pero la pregunta de relevancia no era esa, y ambos lo supimos al intercambiar miradas discretas.

¿Habría escuchado algo de la reunión secreta por casualidad?

—Ah... —carraspeé, irguiendo el cuerpo un tanto tensa. Bueno, no había que ser tan tremendista, quizás solo pasaba por allí, ¿no?—. Si buscas a algún alumno de primero todavía quedan varios en el aula.

 

Plegarias escuchadas, se había acercado una jovencita.

Era rubia, su cabello se iluminaba con la luz que le pegaba, había salido de una de las aulas de primero.

Lo siguiente que escuchó fue su voz, que le pareció particularmente dulce, coincidiendo con su apariencia suave y amigable.

—Oh, estoy a la búsqueda del presidente del club de baloncesto —sonrió gentilmente, era imposible estar seria—, me presento, mi nombre es Izayoi Sakuya.

Luego notó que se puso un poco... Nerviosa, lo que la llevó a pensar que era por su presencia, no la estaba intimidando... ¿O si?

—¿Conoce a Nagi y a Vite por casualidad? Me encontré con ellos al llegar está mañana —luego se rascó la nuca—, soy nueva, para rematar...

 

Al salir del aula de primero Rachel y yo encontramos a una senpai un tanto perdida en apariencia. Ambos parecimos tensarnos por lo mismo: acababa de terminar la reunión secreta en el aula y ver a un alumno de tercero por el lugar no era buena señal. Observé el intercambio en silencio, reparando en los gestos y en la voz de la mayor en busca de algo extraño... pero se sintió bastante natural todo.

Quizás tan solo estábamos siendo un poco paranoicos y había sido una pura casualidad.

—¿Buscas a Amery Shawn? —cuestioné, y a pesar de la seriedad y rectitud típicas de un japonés promedio, me hizo algo de gracia la coincidencia.

—Da la casualidad de que es su hermano —sonrió la rubia, dándole un sorbo al jugo que Nagi le había tendido. Miró a ambos lados con cierta curiosidad—. Pero no lo he visto en todo el día. ¿Tú sí, Shirai-kun?

Negué con la cabeza, un tanto incómodo. Llevaba varios días sin hablarme con mi hermano, pero lo cierto es que me gustaría saber cómo se encontraba. Me molestaba ser yo siempre quien diese su brazo a torcer en una discusión y volviese a hablarle al otro, pero empezaba a importarme más bien poco hacerlo de nuevo. Algo se notaba distinto esta vez.

—Estos días mi hermano está algo desligado del club. Me dejó a cargo mientras tanto, a mí y a una compañera —le expliqué, haciendo referencia a Satoko y la apuesta que me contó. Aún no había expirado, así que técnicamente seguíamos al mando—. ¿Está interesada en entrar, senpai?

—Nagi y Vite son amigos nuestros. Justo acaban de marcharse, ¿sabes? —agregó Rachel, emocionada de escuchar sus nombres. Le corregí al instante, pidiéndole que por favor recordase llamarles por sus apellidos y el honorífico, y la chica asintió rápidamente, algo avergonzada—. Cierto, siempre se me olvida. Ah, yo soy Gardner Rachel, y él es Shirai Yule, encantada~.

Hice una inclinación de rigor, acompañando la presentación de la chica.

—Es un gusto, senpai.

 

Se había acercado otro jovencito también, de primero al igual que la niña.

Había mencionado algo sobre ser su hermano aparte de que la jovencita le ayudaba con sus intervenciones, pero todo se resumió a la invitación que hizo el chico.

—Si, de hecho le comenté mis deseos de entrar a Watanabe-san en la mañana cuando me habló de los clubes, no sabía que ustedes tenían contacto con Amery-san —sonrió, estaba emocionada por el prospecto de unirse al club.

Tras dejar en claro su afirmativa, prosiguió a escucharlo, y su atención se fijó en la chiquilla al dejar en claro que eran amigos de Watanabe y Horiazana, así que pues no había ningún tipo de problema.

Aunque se le había ido la lengua, no se había presentado y no usaba los honoríficos correspondientes, por lo que el chico la espabiló un poco, otra extranjera a todas luces, pero esta era un mundo más agradable que la anterior, y prosiguieron a presentarse.

—Gardner-san, Shirai-san, el placer es mío, excelente que también conozcan a Nagi y a Vite —sonrió un poco más.

Se veía más cómoda en la presencia de esos jovencitos que lo estuvo con las demás chicas de hacía un rato con la excepción de Yumemi.

—¿De que va la prueba para ingresar al club de baloncesto?

 

La senpai parecía muy buena y educada, ¡y además era super alta! Me llevé una mano a la frente, calculando mi estatura, y me incliné de puntillas para intentar compararla con la de Sakuya, sin mucho caso.

—Síp, es la estatura ideal para intentar postularte. Tiene mi sello de aprobación —comenté, liviana, sosteniendo el zumo con ambas manos de nuevo. Transmitía un aura tan calmada y serena que no me sentía realmente intimidada ni nerviosa en su presencia—. Pues parece que es tu día de suerte. Tienes a su presidente en potencia en frente~.

Los ojos de Yule vibraron algo nerviosos en respuesta, sobándose la nuca. Parecía que el peso que su hermano le había dejado sobre sus hombros en su ausencia le tenía algo inseguro, pero estaba intentando darlo todo de él al menos. Era lo que importaba, ¿no?

—Lo... cierto es que tendrás que disculparme, Izayoi-senpai. No sé la respuesta con exactitud —se disculpó el chico como buenamente pudo. Aún así, intentó sostenerle la mirada con cierta seriedad impresa—. Shawn nos pasó el testigo sin darnos demasiadas direcciones, así que de momento tan solo es rellenar una inscripción con tus datos y poco más.

Dejó escapar el aire en un suspiro, mientras yo me encogía de hombros con tranquilidad hacia Sakuya. Se tomaba demasiado en serio sus cosas, ay.

>>Espero que no le moleste.