Pasillo (Planta Baja)

Tema en 'Planta Baja' iniciado por Gigi Blanche, 22 Febrero 2021.

  1.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Había escuchado los pasos también pero que me preguntaran si me interesaba, ahora tenía cosas más importantes que hacer sin duda. Su cuerpo era tibio, el contacto en sí era tranquilizador incluso y que yo dijera eso era casi como si hubiese tenido una puta epifanía o algo. Cuando ella me concedió aquel apretón hice lo mismo, como si fuese un espejo, y ya no llevaba el apunte de cuánto rato llevaba sonriendo la verdad.

    Que le ponía un freno al mundo.

    No sabía en sí cuánto había bebido Sasha o no, al final no me había contestado esa pregunta, pero podía pensar que estaba tan suelta de repente por una mezcla de licor y el hecho de que, no sé, era yo. Podía sonar narcisista pero era consciente de que me estaba filtrando, que había burlado las defensas y la verdad era que, en el fondo, solo esperaba no darle motivos para pensar que había sido un error.

    Sasha podía ser la primera persona que podría llamar amiga, incluso cuando me había acercado a ella en principio con otras intenciones ahora habían desaparecido.

    Afirmó ante mi pregunta y yo seguí acariciando el final de su trenza despacio, casi con cuidado. Solté una risa baja al verla tirar los tacones por ahí antes de volver a poner su atención y movimientos en mí, su tacto cada vez me resultaba asombrosamente cálido, así que obviamente me dejé hacer cuando me instó a dar la voltereta y también cuando reajustó la posición.

    Cuando acercó la mejilla a mí no esperaba que, así de la nada, se pusiera a cantar pero iba a tener que empezar a agradecerle al licor que tenía encima. Se estaba relajando, estaba actuando como una chiquilla casi y Dios, me llenaba de una alegría tan pura que era hasta estúpida.

    Al girar se me escapó una risa cristalina, casi infantil y volví a mecerme despacio, de aquí allá, tratando de adaptarme a ya no sabía bien qué ritmo y busqué sus ojos plateados para sonreírle. Despegué una mano de su cuerpo para acomodarle un mechón de cabello que parecía haberse salido de su lugar con la tontería y después le piqué la mejilla como si fuese una cría.

    —Todos tenemos el poder de detener el mundo si cantamos un rato, ¿no te parece? Acabas de hacerlo.


    Alto parkour me clavo yo en este rol pero dios im so soft here
     
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  2.  
    Gigi Blanche

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    Cualquiera que nos viera podría apostar a que estábamos bastante idiotas o, como mínimo, pasados de alcohol. No estaba siendo del todo consciente del efecto de los tragos en mi soltura, honestamente, era como si mi cerebro por fin hubiera bajado unos cuantos interruptores y gran parte de las mierdas que tendían a chillarme sin falla se habían silenciado. Sólo estaba disfrutando el momento y ya.

    Quizá, sólo quizá, no habría sido mala idea venir a la fiesta después de todo.

    Su risa me aflojaba el cuerpo, se lo había dicho antes, me resultaba muy agradable oírla. Tenía bonita sonoridad y tal. Le dejé buscar mis ojos, acomodarme el cabello y todo, cada pequeña acción se me antojaba extremadamente cálida y arrugué la nariz al sentir que me picaba la mejilla. Con la tontería me había liberado una mano, que luego de escucharlo anclé al costado de su cuello para inclinarme y darle un beso en la mejilla. Fue cuidadoso y algo lento, regresé a mi espacio con una sonrisa chispeante y deslicé los dedos hasta su hombro sin reparar mucho en nada.

    —Oye, ¿quieres hacer algo? —le ofrecí, con emoción contenida. Me alejé para recoger mis tacones y me senté en el suelo en lo que me los ponía—. Afuera vi un beer pong, ¿qué dices~?

    No tenía idea que ese estaba ocupado, pero bueno. En el comedor había uno libre.

    Fue recién al sentarme que noté el primer efecto innegable del alcohol. El mundo me dio un par de vueltas suaves y pestañeé, notando que se me dificultaba un poco, sólo un poco enganchar las hebillas de los tacones. Tampoco me importó demasiado, de hecho solté una risa divertida y busqué los ojos de Maze desde allí abajo, estirando la pierna en su dirección con cuidado de no ir a mostrar mucho de nada por culpa del tajo de la falda.

    —Eh, ¿me ayudas, hon?

    chale she drunk
     
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    Zireael

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    Ya varias personas habían pasado por el pasillo, pero la realidad era que no podía importarme menos y es que, bueno, nunca me importaba casi nada. Esa era mi libertad, algunos lo verían también como una maldición supongo, pero así era la cosa y punto. En fin, que podían pensar que éramos idiotas, que estábamos hasta el culo de alcohol o cualquier mierda, pero daba lo mismo.

    De nuevo, era diversión sin daño a nadie, ¿cuál era el pecado en ella?

    Con toda la tontería Sasha había perdido aquella suerte de recelo que había mantenido hasta entonces respecto al contacto, se había soltado por fin y me di cuenta que, quisiera o no, me había contenido. No es que fuese un mano suelta así porque sí, pero habían pequeños gestos que siempre hacía un poco en automático si la gente me lo permitía, y como en ella había límites todavía no había podido hacer mucho hasta, bueno, que Alisha la cagó.

    Increíble.

    Así que ahora estaba allí, dejándome hacer y hasta arrugando los gestos como si fuese una chiquilla. No sabía si se daba cuenta, pero tenía corazón de cría, sus actitudes y reacciones lo decían incluso cuando parecía tan centrada, cuando seguro era el pilar de su familia o algo así.

    Cuando recibí su beso en la mejilla cerré los ojos al contacto, fue un reflejo que ni siquiera me molesté en pensar bien luego, había terminado deslizando la mano a mi hombro y miré su sonrisa como si genuinamente no hubiese nada más que ver en el pasillo en el que estábamos, luego habló y se dispuso a ponerse los tacones de nuevo. Fue cuando la vi intentar atar las hebillas que pensé que seguro ya se había dado cuenta que el mundo le daba vueltas, al menos ligeramente.

    Se me escapó una risa mientras me acuclillaba, al final pegué una rodilla al suelo y la acomodé bajo su pie en lo que ataba la hebilla con cuidado.

    —Ah, ¿decías que quieres jugar beer pong, Sash? —pregunté mientras seguía con la otra hebilla—. Suena divertido, la verdad. Antes había una gente jugando en el patio creo.

    Cuando terminé con los zapatos estiré las manos hacia ella. De repente pensé que se podía ir de boca al suelo o algo, con solo que se le bailara un tacón al levantarse.

    Time to get up, darling.
     
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    Gigi Blanche

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    Luego de que la botella eligiera a las buenas niñas del grupo noté los movimientos del castaño por el rabillo del ojo. Deslicé la mirada hacia él en lo que Riamu regresaba a su posición original, al parecer planeaba irse con la princesita y bueno, ¿quién era yo para detenerlo? Llamarlo intuición o lo que fuera, me olí que planeaba decirme algo y recibí su susurro mientras le daba un sorbo a la copa. Apenas capté su silueta de soslayo en lo que reiniciaba la marcha y me sonreí.

    —Cómo te atreves —solté en un volumen similar al suyo, con el tono sedoso y burlón de siempre.

    Pero qué rebelde.

    Éramos tres gatos locos y el mozo volvió a girar la botella, como si estuviera diseñado de fábrica para hacerlo. Bueno, seguía órdenes. Me agradaban los idiotas que seguían órdenes sin chistar, para algo se ejecutaban. Las elegidas fueron las dos señoritas aquí presentes y solté una breve risa nasal, acercándome a la mesa de bebidas para zamparme el primer shot de vodka de la noche. La mierda me quemó en la garganta y recogí mi copa de champagne en lo que me dirigía a la puerta, trazando el mismo camino de los que se habían ido hacía un rato.

    —Estaré afuera —avisé al aire, sin mirar a nadie en particular, aunque si tenía dos neuronas en fila se daría cuenta que le hablaba a ella.

    Antes de lo esperado, pero vaya.

    La vida estaba llena de sorpresas.

    Tras salir al pasillo lo recorrí sin mucho interés con la vista y simplemente eché la espalda contra la pared, dándole un trago a mi copa.
     
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    Amane

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    Por regla general, me caracterizaba bastante por ser un jodido culo inquieto que iba de aquí para allá solo porque se aburría con una facilidad impresionante y no me centraba a menos que la situación lo requiriese sí o sí. Cuestión de que, aun con todo eso, salí del salón con una tranquilidad que hasta a mí me sorprendió. Es decir, tenía bastantes ganas de ver cómo se desarrollaba la tontería aquella con el príncipe, pero tampoco tenía que quedar de desesperada~

    Había grandes posibilidades de que el chico se hubiese quedado apenas en el pasillo esperando y aun así me sorprendí un poco cuando lo distinguí apoyado en la pared, aunque un poco de teatro sí que me estaba montando con el asunto.

    —Ah, buenas noches. Nos vemos de nuevo~ —canturreé, interrumpiendo la caminata inicial para colocarme a un lado suyo—. ¿Esperabas a alguien~?
     
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  6.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    En lo que aguardaba en el pasillo no me quedó más que pensar. Bastante loco lo que había pasado ahí adentro, ¿eh? No tendía a comportarme así, no es como si ahora fuera a guardarle alguna clase de respeto al mundo pero ciertamente el desagrado que sentía hacia él solía aflorar al punto de lo intransigente. ¿Había relajado el culo? Qué locura. ¿Era culpa de la bebida? Alcé la copa frente a mi línea de visión y detallé el vidrio empañado por el frío, el champagne burbujeante y la luz de las velas meciéndose tras el dorado pálido del líquido. Esbocé una sonrisa floja.

    Qué cosas.

    La puerta del salón se abrió a mi lado y comprobé de soslayo que se trataba de la niña de vestido blanco. Seguí sus movimientos de forma bastante vaga, en lo que fingía cierto nivel de desinterés y se echaba contra la pared, junto a mí, como si acabara de reparar en mi presencia. Mi sonrisa se torció apenas.

    —Me pareció notar que una señorita había requerido de mi compañía —murmuré con voz suave, ladeando ligeramente la cabeza—. ¿Gustarías de ayudarme a buscarla? Me agrada atender a mis compromisos.

    Sabía que era capaz de montarme un teatro de la talla, lo que solía faltarme eran ganas e interés pero, mierda, si no sería capaz. Con la educación privilegiada, los tutores bilingües, los horarios estrictos de comidas, las responsabilidades cronometradas y las decenas de sirvientes siguiendo mis pasos. Con la ropa de diseñador, los relojes caros, los chóferes y la billetera de papá.

    Podía ser la persona que me saliera de los cojones.

    Y de repente estaba con el humor adecuado.
     
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  7.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Por lo poco que lo conocía, no había absolutamente nada que me indicase que el chico no se iba a montar al teatro solo por la gracia de ello, así que su respuesta no me sorprendió en lo absoluto. Aun así, eso no me impidió sonreírle con algo de gracia mientras lo escuchaba, antes de seguir con todo el papel.

    —Eh~ ¿En serio? Que señorita más afortunada entonces~

    Acorté la distancia entre los dos para engancharme a su brazo, así como buena señorita que acompaña a un caballero como él, y ladeé la cabeza un poco mientras buscaba sus ojos de nuevo.

    >>Encantada de ayudarte, caballero en apuros~ A ver... —murmuré, separando uno de los brazos para llevarme el dedo índice a la comisura de los labios y mirar alrededor del pasillo—. ¿Dónde crees que pueda haberse escondido, mi señor?
     
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  8.  
    Gigi Blanche

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    Si estaría encantada con todo el teatro, la cabrona. No me tragaba que fuera un ángel inocente, a la niña de las plumas se le notaba al hilo pero la de aquí no engañaba a nadie. Tampoco me molestaba nunca en disimular mis tendencias, mi forma de ser, así que si se lanzaba a la boca del lobo ¿qué podía hacer, más que esperarla dentro?

    Enorgullecete, pequeña.

    Acabas de pegar un salto a lo alto de la pirámide.

    Se subió a mi teatro sin problema e incluso envolvió mi brazo, justo como Hotaru había hecho ya varias veces. Despegué la espalda de la pared por reflejo, ajustándome a su cercanía, y bajé la mirada hasta encontrar sus cuarzos rosados. En cierta medida me recordaba a los ojos de Anna, ese color no era algo que hubiera visto mucho que digamos.

    ¿Dónde se habría escondido? Ah, venga, ¿tan rápido? Me sonreí y comencé a andar, arrastrándola conmigo, en dirección a los jardines frontales.

    —Podemos establecer un plan de acción en lo que caminamos un poco —solté sin más, en un tono bastante plano, manteniendo la vista al frente—. ¿Dónde podría esconderse esta chica que...? Ah, diría que se te parece bastante. Qué cosas.

    Ya había empezado el post acá y me daba paja moverlo a los jardines so, eso uwu Te lo arrastras bby
     
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  9.  
    Kaisa Morinachi

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    Camine por los pasillos, centrándome más en las posibles puertas a cruzar que en la gente misma que lo rellenaba. Con la cabeza dándole vueltas a tonterías y mis pocas ganas de interactuar, mis pasos terminaron arrinconándome contra una de las paredes del lugar, un punto que me permitiera ver bastante del panorama y al mismo tiempo evitarlo, volcando otra vez la atención en el aparato que llevaba en mis manos.


    Había ingresado la palabra crisantemo, y en verdad esperaba que aquella me diera alguna mínima pista por ubicar al dueño del aparato.

    Y Lily de momento no me había llamado... pero pocas veces lo hacía... ¿Tendría que hacerlo yo, mejor? Seguro, más tarde sería lo mejor. Aun me sentía bastante culpable por haberla preocupado tanto los días anteriores.

    Gigi Blanche ¿Puedo seguir el evento por acá? owo
     
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  10.  
    Gigi Blanche

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    Que Sanji literalmente se tirara al piso y se montara todo el acto dramático me causó un ataque de risa que me fue imposible aplacar. El idiota terminó con la lengua afuera y todo y a mí ya me dolía el estómago. Estaba con una mano sobre la isla y la otra en la barriga, ligeramente encorvada intentando conseguir algo de aire entre las carcajadas. Tarea difícil, la verdad. Hacía un montón que no me divertía tanto.

    Al final había sido buena idea venir.

    Sin importar cómo la hubiera pasado al principio, este ataque de risa lo valía todo.

    También era probable que las copas que llevaba encima me volvieran más susceptible a las bromas, pero ¿me importaba? Ni siquiera me preocupé por mirar alrededor, buscando comprobar si no estaríamos llamando demasiada atención. Me daba igual y ya. Luego se incorporó con ayuda de su bastón y, a medida que las risas mermaban, me acerqué para acomodarle un poco el saco. En su lugar conservé una sonrisa relajada en el rostro. De primera mano aceptó mi invitación mientras le quitaba algo de polvo de los hombros y luego arrugué el gesto, ¿vodka con veneno? ¿Estaban locos o algo? En Australia igual había bichos de todos los tamaños y colores, pero nunca había visto que los metieran en botellas de alcohol.

    Su pregunta me hizo buscar sus ojos un momento antes de dar mi trabajo por finalizado y regresar junto a la isla, un par de centímetros atrás. Mis labios se curvaron con una ligera intención de picardía y deslicé la mano hasta extender el brazo sobre la madera, lanzando mi mirada a cualquier punto de la habitación.

    —Un desafío que acepté —resolví con simpleza y lo observé de soslayo—. ¿Un par de trucos? Puede que me interese~

    En eso, la voz de Morgan se alzó desde el comedor y giré medio rostro para comprobar de quién se trataba. No dije ni hice nada, me quedé allí con una expresión neutral mientras invitaba a Sanji y luego regresé la atención al muchacho al recibir su mano en mi hombro. Que me cambiara por Morgan era un golpe bajo, aunque realmente no me ofendiera y sólo me quejara de llena. Arrugué el ceño debajo de la máscara y fruncí los labios en un mohín de lo más infantil que no me molesté en disimular. Lo miré como un cordero degollado pero al final suspiré y me encogí de hombros.

    Fine, go.

    Lo vi hacer la reverencia y todo lo demás y me volví al frente, paseando la mirada entre las alacenas. Bueno, bueno, ¿y ahora qué? Le eché un vistazo a la moza del bigote por la pura gracia, pero ni de coña iba a seguir tomando así que me puse a tararear una canción pues porque sí. Estaba sola pero no me importaba realmente, era como si nada en el universo pudiera ser capaz de joderme la tranquilidad. Era un poco peligroso encontrarle puntos positivos al alcohol.

    Al final me regresé al pasillo en busca de alguien, vete a saber. Estaba desierto a excepción de una persona que ingresó desde los jardines, su vestido enteramente negro se deslizaba con cierta elegancia y reconocí el cabello cenizo de Margarita. Y sí, era Margarita y no estaba en los mejores de los términos con ella, pero era una idiota competitiva y ahora mismo tenía otras prioridades en mente.

    Parecía enfrascada en un móvil, supuse que era el suyo, así que aguardé quieta para acercarme por detrás.

    —Me gustan tus guantes —dije sin más, prácticamente sobre su oído, y antes de que pudiera girarse le corrí el cabello encima del hombro contrario para mirar mejor sus manos—. ¿Son de seda? ¿Dónde los conseguiste?

    Me estaba valiendo de la diferencia de estatura, la verdad, que hacía las cosas más sencillas. Quizás un poco de Sanji hubiera ya aprendido que mantener a la persona distraída con movimientos ágiles y verborragia constante era muy importante para confundirla, como cuando el médico te da la vacuna entre varios golpecitos y no notas cuál de todos los contactos fue la jeringa.

    Rodeé sus hombros con las manos para instarla a caminar por el pasillo, sonriéndole como si nada, y de un momento al otro llevé los dedos al gancho de su collar para desengancharlo.

    —¡Ah! ¡No sabes lo que pasó en la cocina! —exclamé bien fuerte, deslizando el accesorio fuera de su cuerpo al retraer los brazos a mi espacio y entrelazar las manos a la espalda; le di espacio para que se girara si así lo deseaba—. ¡La señora del bigote preparó unos tragos super feos! Tenían mayonesa.

    Busqué sus ojos, le concedí una sonrisa de lo más inocente y comencé a caminar en reversa, de regreso a la cocina. Necesitaba sacarle una foto al collar o si no, nada de todo este esfuerzo tendría sentido. Luego podría dejarlo en cualquier lado y avisarle que se le había caído.

    —En fin, que tengo sed e iba a buscar agua. ¡Nos vemos luego!


    Ahora posteo en la cocina para no hacer tanto mess

    aL FIN PUEDO USAR LA CINTITA NUEVA DE SASHA *gritos de perra loca*


    y heyo, morita, tu niña fue víctima de actos delictivos uwu


    Margarita introdujo la palabra "crisantemo" en la pantalla de bloqueo del móvil y recibió acceso al mismo. La foto que servía de fondo de pantalla había cambiado, al parecer era la misma pareja en el mismo mirador, sólo que esta vez se encontraban de frente. Ella sujetaba su sombrero con una mano para evitar que se volara, su cabellera dorada ondeaba al viento y el muchacho había sido congelado a mitad de un ataque de risa. Ambos se veían muy felices y unidos, aunque... ¿podía ser que te resultaran familiares?

    Dado de veinte caras, Morita <3
     
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  11.  
    madarauchiha

    madarauchiha Gracias Andy!!! TWT Orientador Game Master

    Aries
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    Caminé por el pasillo como si nada. La verdad era que me sorprendía sobremanera la elegancia del lugar ¿¡Cuanto dinero se había invertido en él?! Vale que comprendía que la escuela era privada pero no que fuera para ricos la verdad ¡más me encantaba!
    Bueno, no me quejaba ¿Había entrado no es así? Entonces, empecé por decidirme a dirigirme al comedor.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Mar 3 de Gigi.png

    Antes de que pudiera llegar a un rincón que me sentara agradable, una presencia se colocó tras mi espalda. Y la habría pasado por alto, hubiera seguido mi camino, como bien ignoraba toda la multitud que de por sí pululaba por el pasillo. Pero quién sea que fuera se dignó en murmurarme al oído, o hablar, lo que fuera. La cosa es que me molestó bastante.

    Inhalé hondo, un leve grito ahogado, apretando con cierta fuerza mis puños... ¿Qué mierda había dicho?... ¿Mis guantes? La miré de reojo, exhalando por la nariz el aire con el que acababa de llenar mis pulmones, a ojos algo entornados y con el ceño algo fruncido... Mi pulso había aumentado también un poco, ¿no es cierto?

    ¿Qué de dónde los conseguí? Solté un quejido bajo, una especie de gruñido, no sé bien sí de protesta, amenaza o mera frustración; siempre clavando mi vista en sus ojos grises. No tenía por qué tomarme a mal sus palabras, pero lo cierto es que todo me pintaba bastante extraño y no estaba nada cómoda con las cercanías que se estaba tomando. Solté otro de esos quejidos mezclados con exhalaciones por la nariz, bufidos poco relevantes, básicamente, cada vez que sus manos rozaban con mi piel o algo así. Ni yo me percaté cuando me eché el móvil a la cartera, solo para empuñas mis manos con facilidad, bastante turbada para responderle esas preguntas que en verdad, se me hacían insignificantes.

    Después de eso me incitó a caminar, pasando su brazo por sobre mis hombros, a lo que yo volví a bufar con clara molestia. Y aunque opuse cierta resistencia, no me detuve en verdad hasta después de avanzar tres pasos, porque aunque no lo estuviera razonando, no deseaba pasarla a llevar o algo por el estilo.
    Aunque bien podría anhelarlo en otro momento.

    —Hey, detente —solté a la par que mis piernas intentabas clavarme a al suelo, posicionándome de cierta manera para hacer al menos el intento de apartar un poco su hombro, un simple movimiento de brazos, separarlo de mi costado. Y a pesar del genio que me había despertado la situación, logré mantener mi tono monocorde, mostrarme dentro de mis cabales... parecía un logro y todo. Y vaya a saber una de dónde surgía.

    Pestañeé dos veces, se me hicieron notable, frunciendo aún más el ceño cuando... ¿Tra-trago de mayonesa? ¡¿Y qué me importaba a mí eso?! Todo mi gesto se arrugaba cada vez más y más, sin moverme de mi lugar, echando la espalda hacia atrás tan solo un poco. De seguro llevaba encima una mezcla de desconcierto e incomodidad que seguro resumían mi expresión en mero desagrado. Pero es que no estaba entendiendo nada... más bien me parecía demasiado extraño que quisiera hablar conmigo...

    Tenía asumido que no estábamos en buenos términos, que era mejor evitarla o algo... Pero ahí estaba, soltando información inconexa como una idiota.

    Y ahí me quedé, parada y sin aliento, ahora con más extrañeza en mi expresión tensa que otra cosa, con uno de los brazos algo alzados... ¿Qué... qué habías sido todo eso.

    Suspiré entonces, por boca y nariz, tensando los puños con las manos alzadas tan solo un poco al nivel de mi torso... Entonces, más bien sin pensar pensarlo, mi mano se empuñó a la altura de mis clavículas...

    Maldita sea, lo que faltaba. Solté un leve quejido, entornando la mirada, observando como su cabellera se iba a lo lejos... Otra exhalación destensando el pecho, sí debía parecer un toro o vaya a saber que otro animal a esas alturas, con tanto resoplido. ¿Sentí rabia? Tal vez la extrañeza de todo el asunto evitó aquello, terminando por tan solo... concluir que estaría ebria.

    ¿Quién en su sano juicio me hablaría sí no? Ella no, por su puesto. Me crucé de brazos entonces, algo compungida, y apenas mis neuronas hicieron conexión me encaminé a mi tan ansiado rincón.

    Margarita-cinta-yáahl-2.png
    Ahí me quedé, con las cejas arqueadas con algo de pena, cabizbaja y a brazos cruzados, respaldada en la pared... ¿Y ahora... ahora cómo lo conseguiría de vuelta? Diablos... Dudo que en verdad haya sido un hurto o algo, podría ser una posibilidad y se me venían ideas a la cabeza, pero preferí borrarla, porque tacharla de ladrona no estaba entre mis preferencias. Y aún así, la idea de que fuera una broma de mal gusto sí me sabía bastante amarga, hasta mis ojos se llegaron a cristalizar y todo.

    Pero bueno, que no lloraría por eso, ya pronto me podría preocupar por conseguirlo de vuelta. La idea de estar en una fiesta e intentar disfrutarla seguía presente, aparte de que podría ser tan solo un error por una posible borrachera. En ese caso, sería mejor que se le bajara antes de intentar cualquier cosa, como sí no fuera ya mucho problema intentar dialogar conmigo sin estarlo. Inhalé hondo a ojos cerrados, apoyando la cabeza en la pared, y exhalé despacio. Tras eso un suspiro, entornando la mirada en la unión entre techo y pared delante mío...

    El teléfono. Verdad que tenía eso para distraerme un rato, no quería tener que llevármelo a casa, pero mucho menos deseaba dejarlo tirado por ahí. La palabra crisantemo funcionó, y a pesar de los malos tragos, logró esbozarme una leve sonrisa, puede que orgullosa de mi pequeño logro. Apenas reparé en la imagen de fondo mi expresión volvió a una seriedad leve, más centrada que otra cosa... Se veían... felices... ¿Habrían sido así de felices Jacob y Lily en su juventud? Tenía entendido que se conocían desde hace bastante tiempo, me contaron una que otra anécdota, pero creo que nunca indagué demasiado en sus pasados...

    Ellos tampoco lo hacían en el mío... y creo que lo agradecía. No me apetecía saber qué me trajo a esa situación, pues demasiado agradecida estaba con haber terminado con ellos. Con todo el cariño que me brindaron ellos. Meneé la cabeza con levedad, cerrando los ojos en el proceso, buscando apartar las ideas divagantes para volver a centrarme en lo mío: Buscar pistas del dueño.

    Empecé por inspeccionar las cosas menos personales, como apps y demás que me pudieran dar indicios de su edad o gustos; para luego ver sí poseía datos o señal de wi-fi, procurando evitar cosas más personales. Pero bueno, que sí hacía falta ver su nombre de gmail, sus contactos y, ya como último recurso desesperado, los chat que poseía, supongo que no tenía mayores complejo en hacerlo.

    Ya bastante había hecho con no tener intenciones de robarlo en sí...
    Joder, y pensar que me habían quitado el collar en mis narices.
    Fruncí el ceño, enfadada y con una mala mueca. La idea de haberle acertado un golpe sí cruzó mi mente, sin culpa, pero sabía que aquello habría sido fatal... por lo que debía agradecer haberme podido contener.

    Supongo que era un avance.
     
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    Amane

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    Tras un buen rato investigando el contenido del teléfono, Margarita pareció ser capaz de dar con las pistas necesarias y conectar los puntos para reconocer al dueño del móvil. La chica de las fotos, y por consiguiente la dueña del aparato, no era otra más que Mitty Boyle, alumna de la 2-1. Pero, un segundo... ¿el chico de las fotos no era, acaso, Kanade Shinzo, el tutor de la 3-3?

    Vaya, queriéndolo o no, Margarita parecía haber dado de lleno con uno de los rumores más jugosos de la Academia. La cuestión era... ¿qué haría con el teléfono, ahora que sabía a quién le pertenecía?

    Tienes tres opciones ahora mismo, Morita:
    1. Dejar el móvil dónde lo has encontrado (en los Jardines frontales).
    2. Darle el móvil a alguien del servicio y que ellos se encarguen.
    3. Intentar buscar a Mitty para devolvérselo.

    Cada opción tendrá una consecuencia diferente, así que piensa bien lo que quieres hacer uwu <3
     
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    Zireael

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    Parecía ser que Alisha tenía más ubicado a Dunn de lo que había anticipado, siendo que le fastidiaba el contacto y la gente en rasgos generales creí que habría conseguido evitarla con éxito, pero claramente no era el caso porque se había referido a él como señor "no me toques", lo que era bastante acertado. También me pareció que creía haberla cagado o algo, porque apenas se lo dije maldijo, así que honestamente me parecía a mí que esa negociación iba a ser digna de ver.

    Hasta ahora había conocido apenas dos fragmentos de Dunn, una fracción de lo brusco que podía ser si le tocabas los cojones y también que podía pretender convertirse en un pilar si las condiciones lo requerían, incluso si rechazaba a la gente. Me daba la sensación de que se me escapaban muchas otras cosas, posibles reacciones, maneras de desenvolverse en el mundo o toda la mierda entera. Si había logrado colarme en sus defensas había sido por su relación con Kaoru, no por merito propio y ahora lo sabía.

    Por otro lado, dado que no tenía ya nada, no me quedaba más que divertirme un poco a costa de lo que me rodeara incluso si nada me alcanzaba, ¿cierto?

    Asentí cuando me preguntó si venía conmigo incluso si ya me había echado el brazo sobre los hombros para dejar la habitación. Tampoco me preocupé mucho por haber dejado cosas en la habitación de Katrina, ya cuando tuviese que irme subiría por ellas o lo que fuese, tampoco era que importase demasiado una máscara y un móvil con la pantalla destrozada.

    Ya una vez en el pasillo me desperecé de su brazo con cuidado, para alcanzar a tomarle la muñeca y comenzar a caminar. Eché un vistazo en las habitaciones que me parecía que estaban vacías, sin encontrar pista alguna del chico, y cuando me asomé por el cristal en las escaleras el techo del porche alcanzó a taparme así que tampoco pude ver que el chico estaba allí.

    No había pensado hasta ahora que no tenía el número de Cayden ni nada, así que no me quedaba más que dar palos de ciego hasta encontrarlo si es que no se había ido.

    Al llegar a bajo hice más o menos lo mismo, revisé también el comedor donde habían algunas personas jugando, la cocina, luego el salón, también aproveché para mirar por el cristal hacia el patio en caso de que estuviese afuera, pero ni rastro del muchacho así que regresé sobre mis pasos. Estaba por dirigirme a la puerta principal cuando vi la mata de pelo de fuego entrar, clavó su mirada ámbar en mí y abrió apenas los labios para liberar una nube de humo blanquecino que actuó como una cortina traslucida.

    Las cosas como eran, no quedaba ni rastro del chico que se pasaba ajustando el traje con manía cuando estaba en su lugar y de hecho aunque llevaba un traje de niño pijo, me pareció más próximo a una figura como la de Shimizu que nunca. Tampoco percibí las paredes de tierra fría con las que había intentado mantener mi fuego a raya, en su lugar parecía haberse convertido él mismo en parte del círculo de flamas. No era un fuego vicioso, descontrolado, si acaso era la llama de una vela pero estaba allí.

    Lo vi deslizar la mirada a Alisha, si había molestia o cualquier mierda la disimuló como un campeón, y regresó la vista a mí. Fue hasta ese momento que pareció obligarse a tragarse la risa, la primera reacción que le vi.

    —Buenas noches, Kuro-chan —murmuró—. ¿Te diviertes?

    Pero bueno, ¿y a este qué bicho le había picado?

    Se guardó un porro a medio consumir en el bolsillo y noté el vaso vacío en su mano izquierda, lo balanceaba como un péndulo, junto al saco que ya no llevaba encima. Contuve la sonrisa de mierda porque digamos que su aspecto me sirvió de espejo, el cabello desarreglado, el traje que no se había molestado en regresar del todo a su lugar. No iba a ponerme a regresarle la pregunta cuando se respondía sola.

    —Cay-senpai, esta es Welsh Alisha. Seguro ya la conoces.

    —No tan bien como tú seguramente, pero sí. —Le echó una sonrisa inocentona encima a la rubia, recorriéndola con la vista unos segundos, y ahora fui yo la que me tuve que tragar la gracia—. Veo que ya dejaste de pretender ser una princesa, Ali-chan.


    Amane pa qué te etiqueto si el post anterior aquí es tuyo JAJASHJDE

    Sister yo no sé qué pasó aquí pero lo voy a dejar fluir
     
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  15.  
    madarauchiha

    madarauchiha Gracias Andy!!! TWT Orientador Game Master

    Aries
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    Dellen
    Admito que no podía dejar de admirar los interiores de la residencia. Lo primero que se me pasa por la cabeza es saber exactamente cuanto dinero ha podido costar la construcción de la misma, por contraparte también admito que no era de mi incumbencia esa información. En cualquier caso, decidí abrir otra de las puertas que daba a lo que parecía el mismo comedor.
     
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    Amane

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    Shiori acabó por hacerse con mi muñeca para prácticamente guiarme por toda la casa y yo la dejé hacer sin oponer ninguna resistencia, que igual un poco de gracia sí me estaba haciendo el asunto. Y cuando digo por toda la casa, es que realmente pasamos por todas las habitaciones posibles antes de finalmente encontrar al hijo pródigo, entrando por la puerta como si nada.

    Tampoco yo tuve mucho reparo en recorrerlo con la vista, porque amargado y todo la verdad es que el cabrón estaba muy bueno, y sentí como la sonrisa socarrona se hacía paso en mi rostro al intercalar un par de miradas entre ambos mientras hablaban. Vaya par. Me apostaría un pierna entera a que al señorito de aquí le habían comido la polla también o algo por el estilo, que esa cara me la conocía mejor que nadie.

    Seguía con los tacones colgados de la mano, aunque al final acabé por dejarlos en el suelo —no vaya a ser que se me intimidase por sacarle unos centímetros si me los ponía o algo~—, antes de recibir su sonrisa inocentona, el nuevo vistazo y las palabras que me echó encima, con apodo incluido.

    Bueno, niño, qué puto valor. Pero venga, no te cortes~

    —¿Tú crees? —murmuré, acercándome a su posición para poder pasar los brazos por encima de sus hombros y engancharlos detrás de su cuello—. Yo más bien creo que las princesas también son un poco zorras, pasada la medianoche~

    El asunto fue que, solo por la jodida gracia, mantuve mis brazos en el aire y procuré no tocarlo en ningún momento, a pesar de estar invadiendo su espacio personal de aquella manera. ¿Qué había dicho antes? ¿Que tendría que negociar después de haberle jodido dos veces? Well, make it three, but all worth it.

    >>And they wanna get high too, y'know~ —ladeé la cabeza, sin perder su resina de vista en ningún momento, y suavicé la sonrisa—. Can you help me with that, handsome~?

    queestápasandoaquí
     
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    Zireael

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    La verdad era que Alisha Welsh no era la persona que más quería ver en ese momento o en ningún otro, así de simple. Era parte de una entidad que me tocaba los huevos a secas, pero la verdad era que hasta Akaisa había aprendido a no invadir mi espacio en poco tiempo y luego el otro imbécil tampoco se había enfocado mucho en mí el día de la azotea. La única necia como mosca sobre la mierda, al menos por ahora, era ella.

    Verla aparecer con Kurosawa era para puto descojonarse, eso no lo iba a negar. Había perdido a la morena de vista en el momento que habían aparecido Hiradaira y Emily ahora que le hacía algo de cabeza, así que asumía que había sido en ese momento en que se pegó a Alisha y el resto se hizo solo, entre que Welsh era una salida de mierda a secas y Shiori andaba furiosa con la vida entera.

    Mala combinación se mirara por donde fuese.

    La vi acercarse a mi posición y aunque sentí la tensión, la puta ansiedad de mierda burbujear, me forcé a no proyectarla ni nada. Al final la tensión desapareció sola al ver que la idiota había violado los límites pero no me había tocado y lo que me tuve que tragar fue una risa que seguro se habría convertido en una carcajada, aproveché para quitarle los ojos de encima mientras la escuchaba para recorrer el espacio con la vista. Ubiqué una mesilla lo suficientemente cerca, así que estiré la mano y dejé el vaso vacío encima, luego hundí las manos en los bolsillos.

    Habría podido hacerme a un lado si me daba la gana, pero entre que tenía activados un montón de interruptores incorrectos —o correctos, vete tú a saber— y la otra estaba hablando del negocio, bueno, no lo hice. No lo habría hecho incluso si la estúpida me tocaba.

    Encontré su mirada de nuevo, el azul oscurecido por la poca iluminación y seguí con la sonrisa de que no mataba ni una mosca pegada en la cara.

    —Ese es el detalle, blondie —empecé en un murmuro—. Un poco.

    Me callé unos segundos, solo porque sí en realidad.

    If you're here you know the answer. —La voz me bajó un par de octavas—. ¿O no?


    madre de dios *lo patea* ya controla esa maldita growth line
     
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  18.  
    Amane

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    El cabrón estaba disimulando bastante bien, solo por eso tendría que darle bastantes puntos a favor. La cuestión era que me daba bastante igual su autocontrol y todas esas mierdas, en todo caso, más ganas me daban de molestarlo, las cosas como eran.

    Seguí sus movimientos de reojo, sin pretender esconder la sonrisilla divertida en ningún momento, y lo cierto es que no pude evitar alzar las cejas en una expresión de sorpresa cuando comenzó a hablar de nuevo, en un murmullo.

    Ah, Cay-kun, please, don't hurt me that way~

    Aproveché los segundos de silencio para llevar una mano a su cabello, colando los dedos en la mata solo de manera superficial y moviéndolos de manera suave para hacerle cosquillas. Bajó el tono de voz después y, la verdad, ni normal tenía que ser que tuviese esa cara de inocentón cuando me estaba haciendo eso, ¿pero qué podía esperar una de los hombres salvo injusticias?

    Me incliné, ya dándome bastante igual si llegaba a rozarlo en el proceso o no, y busqué quedarme a apenas unos milímetros de sus labios con ello, con la jodida sonrisa felina solo aumentando más con toda la movida.

    >>Now, now, do I~?

    Lo torturé un par de segundos, quedándome ahí clavada sin moverme y sin romper el contacto visual, hasta que finalmente decidí separarme por completo y alejarme con un par de pasos hacia atrás. Podía haberle hasta dado un beso si me hubiese apetecido, pero la idea había sido solo que se tensase por la idea porque... bueno, un límite tenía. Era un poco difuso, pero existía.

    Nos habíamos encontrado prácticamente en la entrada, cosa que me vino muy bien porque había dejado mi bolso en el perchero de ahí, y pude recogerlo para rebuscar en su interior mientras volvía a acercarme a la pareja. Era un jodido caos de persona, así que no era sorpresa para nadie que mi bolso sufriese el mismo destino, pero al fin después de un rato encontré el fajo de billetes y se lo extendí con una sonrisa triunfante.

    >>Well then, ¿cuánto me das por esto?

    F Cay Cay (?)

    Bueno, nunca he comprado droga y no sé cómo funciona este asunto (?) pero digamos que tiene suficiente dinero para comprar bastante, idk (????)
     
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    Zireael

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    El problema con alguien como Welsh y en general con las tres cabezas de Cerbero era que leerlos requería un nivel de habilidad que yo no poseía, en sí podía ser que no fuese eso como tal. Akaisa, Welsh, el otro idiota, todos parecían el mismo monstruo e imaginaba que los tres no conocían del espacio personal, claro que por no conocer me refería a que no les interesaba a secas.

    La distancia que Alisha rompía, la que había roto Akaisa en las primeras interacciones, me creaba una interferencia bastante importante en la lectura. Me ocupaba demasiado en mantener en línea mis propias reacciones como para poder leer las ajenas con demasiada precisión y, siendo muy honestos, me sacaba bastante de quicio. Era posible que no lo dijese nunca, pero era bastante consciente de ello, de que me gustaba tener el ambiente controlado incluso cuando a ojos de alguien como Nagakawa, por ejemplo, pecaba de pasivo con mi entorno. Cerbero me quitaba ese poder, me reducía el campo de visión a ellos y nada más.

    Se me escapó una risa baja al escucharla responder en inglés. En sí aunque no la estaba leyendo tenía el cuerpo preparado para la mierda que le saliera del coño hacer, había mantenido todas las alertas activas y por eso como tal no me sorprendió cuando la sentí colar la mano en mi cabello. Reinició la ira eso sí, el chispazo que había sentido en el patio luego de la mierda del césped, era una cosa de nada pero seguía sin aceptarla y volvía a encerrarla sin más.

    No tenía muchas ganas de darle las reacciones que seguramente esperaba, incluso si intuía que en ese momento cualquiera le valía.

    En sí la caricia de mierda estuvo al borde de erizarme la piel y ya no era culpa mía, seguía sensible que te cagas por el numerito del cuarto de huéspedes. Gracias debía darle a mi cuerpo por haberse dignado a que el asunto se limitara a eso, la sensación de hormigueo nada más, porque como la otra estúpida se diera cuenta esa mierda se iba a ir downhill, es decir, más todavía.

    Para terminar de hacerla la idiota se inclinó, prácticamente extinguió la distancia, pero lo único que me permití fue soltar el aire por la nariz sin prisa aunque con pesadez. No aparté los ojos de los suyos, ni siquiera cuando la tuve así de cerca, y cuando retrocedió me acomodé la camisa aunque como tal no hacía falta. Lo de siempre pues.

    Sentí la mirada de Shiori encima, que no sé en qué momento parecía haber ido a la cocina y ahora tenía un puñado de frutos secos en la mano, la cabrona estaba mirando el show con el equivalente a palomitas que pudo encontrar. Me dedicó una sonrisa amplia, casi felina, que me recordó bastante a las de Alisha y recordé que la cabrona, bueno, era hermana de Yako. Podían ser bien hijos de puta cuando les daba la gana.

    Cuando la rubia regresó con el fajo de billetes, estiré la mano y lo conté con una fluidez que solo el negocio otorgaba.

    —Casi un octavo —resolví con sencillez.

    Si la jodida no se preparaba los porros para fumárselos como quien fumaba tabaco podría ser suficiente para de dos a cuatro semanas, incluso más si tenía decencia, pero realmente yo tampoco podía hablar mucho al respecto. En sí le sobraba un poco de dinero, pero me iba a cobrar tan siquiera un diez por ciento de la tortura del otro día y de este; tampoco era tanto como para que le fuese a dar un venazo y no era que se hubiese esforzado mucho para que fuese a recibir un descuento cosa que debía tener clara.

    Me dejé el dinero en la mano y con la que tenía más o menos libre sosteniendo el saco esculqué en el bolsillo del pantalón, finalmente estiré la mano hacia ella. Lo tomaba o lo dejaba, tan sencillo como eso.

    chale
     
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    Amane

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    Lo recorrí con la mirada mientras esperaba que recogiese el dinero, con una sonrisa satisfecha plasmada en los labios. Podría llegar a controlar muy bien sus reacciones y todo lo que quisiese, pero solo el gesto de ajustarse la camisa cuando no le había pasado absolutamente nada era de lo más revelador.

    So I got you nervous, poor little thing~

    Me di cuenta entonces de que Shiori se había comido todo el espectáculo de gratis, pero la jodida parecía tan entretenida que solo consiguió sacarme una risa baja mientras le robaba un par de frutos secos para comérmelos. Solté un 'mhm' distraído en lo que escuchaba su respuesta y cogí después lo que me ofrecía, sin realmente pararme a nada. Ni a ver si la cantidad se correspondía, ni a calcular si el precio tenía sentido... nada.

    ¿Confiaba en que el idiota no me estafase? Not really. Más bien me daba bastante igual. Aunque al menos tenía que admitir que había sido un buen negocio, porque me iba a dar tiempo a inventarme cualquier otra excusa estúpida para la próxima vez que le pidiese dinero a mi padre. Si no se me iba demasiado la cabeza, claro, que conmigo uno nunca sabía.

    Saqué papel de liar del bolso y comencé a prepararme un porro, dejándome caer con la espalda sobre la pared e intercalando un par de miradas entre ambos, sin perder en ningún momento la sonrisilla.

    So... ¿qué planeabas hacer ahora, Cay-kun~?

    De nuevo, ¿para qué le preguntaba realmente? ¿Me interesaba? Quizás en parte sí, pero mayoritariamente porque... me apeteció y ya, no sé, sacar conversación o algo.
     
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  1. Gigi Blanche
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