Pasillo (Planta Baja)

¿Competencia? Pero qué niña más linda, de verdad que sí.

La guie hacia el interior de la casa sin añadir nada más, aunque estaba claramente divertida con toda su actitud. La cosa era que, sin Alethea por ahí, no tenía motivo para estar tan a la defensiva con ella así que podía darle un poco de espacio y ver qué pasaba realmente con ella. Por lo que estaba viendo ahora, realmente era así de confianzuda porque sí y no parecía tener intenciones extrañas detrás de ello. Es más, parecía especialmente inocente.

Una vez en el pasillo de entrada, imité su gesto un poco por costumbre, mirando alrededor con curiosidad, aunque en mi caso no tuve reparo en hacerlo con lentitud y poniendo especial atención a cualquier detalle que llamase mi atención. No distinguí la figura de Arata por ningún lado y eso me sacó un ligero mohín de molestia, aunque rápidamente lo deseché cuando la voz de Margarita volvió a llamar mi atención.

En aquella ocasión sí que no pude esconder la risa divertida que salió de mis labios y, sin pensarlo mucho como venía siendo costumbre, separé una de las manos de su brazo para levantarla hasta su rubia melena. Le pasé un par de mechones por detrás de la oreja con delicadeza y le dediqué una sonrisa suave, guiñándole en el ojo cuando acabé con el movimiento.

—Cariño, no necesito ningún plan para eso~ —prácticamente ronroneé, cerca de su rostro.

Me separé por completo justo después, con un movimiento fluido, y comencé a jugar con los anillos de mis dedos en el gesto casi maniático que había adoptado hacía ya mucho, señalando con la cabeza hacia la puerta del salón donde una rubia bonita nos estaba invitando a entrar. ¿La anfitriona? Quién sabe, igual se estaba comportando casi como si fuese su casa, eso sí.

>>¿Quieres venir conmigo o prefieres ver algún otro sitio? Parece que esta casa tiene lugares para aburrir~

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¿Halagar a mis personajes con mis propios personajes porque no tengo ninguna clase de vergüenza? Always in

 

Eh, no lo conocía de nada pero de repente ese pelirrojo me caía bien. Parecía relajado y llevadero, digamos que si me preguntaban cómo imaginaba a un amigo del alemán no utilizaría esas características de buenas a primeras. Igual estaba asumiendo que compartían algún tipo de vínculo, no tenía idea. Sólo los había encontrado de pie uno junto al otro, desconocía que Sasha había estado ahí apenas segundos antes.

Mi sonrisa se ensanchó ante la respuesta de David. Otro que venía probablemente del culo del mundo, ¿eh?

—¿Nativo japonés? —inquirí, por generar conversación más que otra cosa—. Ah, y eres nuevo en la escuela, ¿verdad? No te recuerdo de nada.

Debía admitir que Altan no había reaccionado exactamente como esperaba a mi provocación, but oh well. Supongo era eso o algo bastante más... agresivo, y no me apetecía arrancar la velada ya con un ojo morado.

Y si iba a pasar, mejor que ocurriera cuando hubiera alguien para cuidarme~

Atendí a sus palabras con la eterna sonrisa impresa en el rostro, y a la hora de responder solté una breve risa nasal recorriendo el pasillo con la vista.

—Eh, depende. Puedo ser un caballero toda la noche, es cuestión de encontrar... las motivaciones adecuadas, ¿verdad? Seguro tú sabes de eso.

Había regresado los ojos a él al rumiar antes de acabar la frase, detallé el brillo oscuro detrás de su máscara antes de girar el rostro cuando Alisha se apareció por la puerta, invitándonos a beber. A ver, a ver, ¿cómo negarse a una copa de champagne caro? Le sonreí a ambos, de lo más risueño, y ejecuté una reverencia breve a modo de despedida.

—Well, gentlemen, enjoy yourself~ See you around.

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Ahora lo aviento al salón, y con Morgan posteo directamente ahí *rueda*

No me molesté en disimular la sorpresa en mi semblante al oírlo hablar francés con tanta fluidez. A esta altura ya empezaba a convencerme de que el muchacho contaba con un arsenal completo para dejar de una pieza incluso a un militar ruso, no sé. Talento natural, eh. Como fuera, volví a reír brevemente a su réplica y sólo lo dejé seguir montándose su show, que al parecer estaba lejos de acabar.

A esta altura ya parecía genuinamente una chiquilla en un parque de diversiones, dedicada de lleno a su monólogo. Ensanché la sonrisa con toda la parafernalia sobre la nota... histórica de la fiesta y me encogí de hombros. No iba a negar que tenía su encanto, independientemente de las connotaciones que podía arrastrar hacerle honor a la época. Me daba igual, si al salir de esa casa podría seguir siendo una mujer independiente con derecho al voto. Quejarse tanto era de quisquillosos, pero me estaba entreteniendo bastante y no quería cortarle la inspiración. Podría molestarlo luego~

Atendí a su anécdota y me reí sobre los cuatro pelirrojos siendo un evento histórico. La verdad era que sí, oye, en especial considerando que estábamos en Japón. Supongo era un posible efecto colateral de asistir a un colegio internacional, dentro de esa casa debía haber más variedad de cabello y ojos que en el país entero.

Él también halagó mi vestido, al igual que Altan y Maze, y ejecuté una reverencia breve a modo de agradecimiento, ya que estábamos en medio del show. Siguió hablando y hablando, detalló mi manicura y lo dejé hacer, hasta que me soltó repentinamente y me pregunté qué le había picado ahora, con aquel cambio tan repentino de semblante. Me soltó aquella pregunta de lo más extraña y fruncí el ceño, confundida, pero antes de poder decir nada me mostró la invitación que sacó de su saco y me quedé de una pieza. Alcé las cejas, la emoción chispeando en mis ojos, y sonreí ampliamente, incrédula. Pero qué... ¿Cuándo? ¿Cómo? ¡Venga!

Me reí, sumamente divertida, y revisé como me indicó en la pequeña cartera que llevaba colgada del hombro. Ya sabía lo que iba a encontrar y aún así solté otra carcajada al leer su nombre en la tarjeta que debía ser la mía. No se la alcancé, sin embargo, estiré los labios con cierta nota de interés y regresé la invitación a mi cartera.

—Nop —negué, divertida, y junté las manos tras la espalda—. Si quiere recuperar su preciada invitación, monsieur Allende, tendrá que seguir valiéndose de sus habilidades.

Claro que no se la iba a dejar fácil, ahora que sabía el alcance de sus talentos ¡estaría mucho más atenta!

La voz de Alisha se alzó sobre el murmullo general, convocándonos al salón, y aunque no me hacía gracia atender a ninguna clase de pedido o invitación que proviniera de ella, Sanji sacó el tema y... bueno, no iba a matarme, ¿verdad? Además no estaríamos solos, probablemente.

Suspiré, relajando el cuerpo, y le di un toque breve a su hombro para indicarle que comenzáramos a caminar. ¿Que le contara más sobre mí?

—Claro —accedí de inmediato, y suspendí una pausa adrede para mirarlo mientras caminábamos—. Digo, si me dejas hablar en algún momento.

El caso fue que algo me llamó la atención de su andar y bajé la vista a sus pies, encontrándome que parecía ir patinando sobre el suelo. Solté otra carcajada liviana, tapándome el rostro con una mano al menear la cabeza.

—Santo cielo, Sanji, ¿qué rayos tienen tus zapatos?

Al pasar junto a los muchachos me limité a concederles una sonrisa alegre, si iban al salón e incluso en otros momentos de la fiesta podríamos llegar a seguir charlando. La noche aún era joven, ¿no?

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podés arrastrarla al salón wacho

 

No esperaba que se lo tomara con toda la livianidad del mundo, sabiendo como era el pobre, pero tampoco me podía quedar sin decírselo así que solo lo hice. Además, ¿a quién no le gustaba recibir un cumplido, incluso si no sabe cómo lidiar con él?

Noté algo del color que le subió al rostro pero obviamente lo dejé correr, como también hice con las miradas que estaban recibiendo él y Rachel por estar allí siendo de primero. Sabía que no era su lugar pero si estaban con nosotros o con alguien conocido todo estaría bien, nada de qué preocuparse.

—Gracias —respondí a lo que me dijo, sonriendo—. Hmh, asumo que una fiesta tendrá comida disponible, sí.

Cuando siguió hablando me acerqué a él y enredé mi brazo al suyo, como la confianzuda e ignorante que era. Acababa de ver a Sonnen salir del salón, lo que me permitió ver un chispazo de lo que ocurría dentro, con el grupo de gente y la botella.

—Venga, mejor hagamos un recorrido. ¿Qué te parece? Esta casa seguro tiene un montón de espacios bonitos~ —Comencé a caminar sin rumbo fijo realmente—. O quizás podíamos topar con el famoso anfitrión.

Poco sabía yo que Akaisa, Wickham, Welsh e incluso Dunn estaban metidos en el salón.

Le dediqué una mirada de soslayo a Shawn, excusándome con él, sabía que le había pedido que fuésemos juntos pero también le había dicho a Yule que lo acompañaría antes, así que ya luego tendría mi rato con él.

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Te la puedes arrastrar a donde quieras <3

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Al final Kashya había aceptado ir con nosotras, no era que creyera que se fuese a negar pero me ponía contenta de todas formas saber que ya era oficial que iríamos juntas e incluso quedaríamos para arreglarnos en lo de Bleke. Podíamos pecar de excesivamente tranquilas pero apreciaba mucho el tiempo con ellas, así que juntarnos para luego salir juntas a una fiesta era... No sé.

Casi me sentí normal.

Al menos hasta que me di cuenta que iban a llevarnos en una limusina y toda la cosa, porque vamos, a veces parecía olvidarme del hecho de que la familia de Bleke tenía mucho dinero. El caso es que llegamos, pasamos la entrada y me giré hacia ellas, con una amplia sonrisa en el rostro.

—Vamos a dentro —dije para luego enredar cada brazo en el de ellas, para caminar las tres juntas.

Era una insegura de cuidado, pero ni yo podía negar que con un vestido así, el peinado y toda la cosa me sentía bonita. A veces solo faltaba esa pequeña cuota extra de confianza.

Acabábamos de pasar el pasillo cuando reconocí la melena lila de Laila, caminando con el hermano menor de Amery, y también la silueta de Al que parecía acabar de salir de alguna parte. Algo de tensión me cayó en el cuerpo, pero me obligué a disimularla cuando sentí sus ojos encima y le dediqué una sonrisa tranquila.

No podía pasar enojada con él tanto tiempo, ¿cierto? Mucho menos en una fiesta.

—Hola, Al. —Dio un respingo por alguna razón—. Te queda bien el traje, cielo.

—Gracias —respondió en automático, aunque luego su mirada terminó por clavarse en algún punto detrás de nosotras—. Las tres se ven muy bonitas.

Vaya, si hasta sabía comportarse.

 

Todo había sucedido acorde a lo planeado. Papá solía pasar los fines de semana en casa, no era ningún adicto al trabajo y reconocía la importancia de despejar la cabeza. Podíamos llegar a tomar el té en el jardín, dar un paseo en coche o simplemente compartir el mismo espacio mientras ambos leíamos. Jenkin estaba cada vez menos y menos por aquí, papá no hacía mucho por evitarlo y yo... bueno, tampoco me involucraba. Era más sencillo permanecer fija en los cimientos de lo que ya había construido, en mi espacio seguro. Lejos de la tormenta de Ophelia, lejos del conocimiento dentro de la biblioteca y lejos del olor a quemado que despidieron los billetes en el fuego.

Lejos de mamá.

Cuando las chicas llegaron, las recibí y subimos directamente a mi habitación. Allí nos alistamos y charlamos, incluso nos trajeron el té con unas galletitas, hasta que fue la hora de partir. Creí que papá no asomaría la nariz en ningún momento, a esa hora solía encerrarse en su despacho hasta que sonaban las campanas de la cena, pero me equivoqué. Sus pasos hicieron eco desde un costado de la sala, llevaba el traje liviano de todos los días y nos dedicó una sonrisa tranquila. Era alto, corpulento, llevaba el cabello rubio sumamente corto y sus ojos parecían de cristal, mucho más claros que los míos. La barba acababa de tallar el aspecto adusto y frío que había heredado del abuelo.

—Señoritas —saludó cortés a las chicas.

—Ya nos vamos, papá —avisé en neerlandés, como acostumbrábamos hablar en casa.

—Muy bien, diviértete, Bleke. —Me observó apenas dos segundos más de lo necesario y asintió; podría jurar que una chispa muy parecida a la nostalgia intentó colarse en el agua de sus ojos—. Estás muy elegante.

—Gracias.

Nuestras voces, templadas y suaves, se replicaban con un ligero eco entre las amplias paredes de la casa, y fui repentinamente consciente del increíble silencio que había. El silencio que había siempre. Me pregunté si Jez y Kashya lo habrían sentido pero no dije nada, me giré hacia ellas y les dediqué una sonrisa que no me esmeré en fabricar para mi padre.

—¿Vamos?

De ahí, el resto fue historia. Les llamó la atención la limusina, lo noté y me reí suavemente. Quiero decir, era lo normal, ¿verdad? Era una maldita limusina.

La casa de Akaisa era básicamente lo que esperaría de los Akaisa, digamos, quizá más... victoriana de lo que habría imaginado. Apenas alcanzamos el pasillo, Altan apareció desde una habitación y nos saludó. La tensión entre él y Jez se sentía a kilómetros de distancia, pero no era un terreno donde me concerniera involucrarme.

—Gracias, Sonnen-kun —murmuré con sencillez, echando un vistazo alrededor—. ¿Qué tal la fiesta hasta el momento?

 

Jezebel fue la primera en responder, como cabía esperar, y se enganchó de nuestros brazos para guiarnos hacia el interior de la casa. A pesar de ser igual de tranquila que nosotras en la mayoría de las ocasiones, era obvio que Jez podía ser mucho más animada que Bleke y yo, y por eso mismo le pegaba tanto que fuese ella la que acabase tomando la iniciativa en una situación tan social como lo era una fiesta.

Me dejé llevar sin oponer ninguna queja, detallando el exterior de la casa con atención mientras nos introducíamos en la misma. Se notaba que a los Akaisa les gustaba demostrar que eran de clase alta, aunque a decir verdad ese comportamiento se repetía en cada familia que tuviese ingresos elevados. Tenía sentido, realmente, porque a quién no le gustaba demostrarle a los demás lo mucho que tenía por sus esfuerzos.

Nos vimos interrumpidas en el pasillo al encontrar al amigo de Jez en el mismo y, por mi parte, le correspondí al saludo con una inclinación ligera de cabeza.

—Gracias —justo después de que Bleke le preguntase por la fiesta, extendí el brazo para agarrar la manga de su traje y tirar un par de veces, llamando su atención—. ¿Sabes si han llegado ya Emi y Anna?

 

No había podido evitar pensarlo, lo mucho que Bleke se parecía a su padre. El cabello rubio, los ojos de cristal y lo que estos transmitían, como si fueran un vidrio claro, al que le habían sacado brillo hasta que eras incapaz de distinguirlo y terminabas chocando con él. Lo asociaba también a su carácter estoico por alguna razón, como si emparejara el cristal a su personalidad.

Era elegante, refinado y si se cuidaba podía durarte toda la maldita vida hasta que sin querer le dabas un golpe contra la esquina de la mesa.

Como fuese, la pared que se había levantado de golpe cuando Al apareció por la puerta pareció perder algo de grosor luego de su comentario hacia las tres, ya eso era algo y quizás lo soltó por lo mismo, buscando quitarle peso a la pared que él mismo había levantado. Lo conocía con más claridad que a mí misma, incluso cuando me ocultaba cosas adrede, pero su necesidad por desligarse, desconectar y evitar más daños.

Lo cierto es que su cerebro parecía ser más una maldición que un don y lo llevaba a cosas muy erráticas cuando se revolvía con sus emociones, como si no supiera hacer las paces con ellas del todo.

Cuando Bleke le preguntó por la fiesta giró la cabeza hacia la puerta de la que acababa de salir y soltó el aire por la nariz de forma audible.

—En el salón están jugando a la botella —respondió—. Fuera de eso no ha pasado mucho más, un poco hasta diría que son más emocionantes las fiestas de fin de año que esto.

Noté a Kashya acercarse a él, al darme cuenta de lo que estaba por hacer pensé en detenerla sabiendo que Al era... bueno, Al, pero me tardé mucho y cuando quise darme cuenta ya había tomado la manga del traje. Se tensó un segundo, fue ínfimo, y cuando encontró la mirada de Kashya aflojó los músculos de forma consciente y le dedicó una sonrisa tranquila. No recordaba la última vez que había sonreído de esa forma, siendo que siempre parecía enfurruñado, sobre todo los últimos días.

¿Había sido Kashya en sí o que mencionara a Anna y Emily?

—No han llegado —dijo e incluso su tono de voz fue diferente, ya no parecía tan plano—. Al parecer nadie les enseñó de puntualidad.

Apenas terminó de responderle a la chica sus pasos se acercaron a la puerta de la cocina, asomó la cabeza y luego volvió a mirarnos.

Al menos la pared seguía perdiendo grosor.

—Supongo que podríamos salir al patio, esta gente tiene piscina y todo —añadió con simpleza—. Les puedo conseguir una copa de champaña en el salón también, si quieren, aunque ya los idiotas acapararon ese espacio.

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im- so soft

 

El chico pareció tensarse ante mi contacto inicial, pero se relajó tan rápido que no le di mayor importancia al asunto. Aun así no alargué demasiado el agarre pues acabé soltando la tela en cuanto el moreno me miró, teniendo que echar un poco la cabeza hacia atrás para lograr encontrar sus ojos.

—Mhm —murmuré, asintiendo con la cabeza tras su respuesta—. Se lo pasan bien juntas, seguro que se están entreteniendo sin querer —añadí, un poco más como reflexión al aire porque si Altan conocía tan bien a Anna como Emily me había dicho, dudaba que necesitase esa información.

Volví a colocarme a un lado de Jezebel en lo que el chico se asomaba por otra puerta y nos proponía después dirigirnos hacia el patio. Me parecía tan buena idea como cualquier otra, la verdad. Seguía interesada en buscar la biblioteca del lugar, sí, pero supuse que no estaría mal pasar un poco de tiempo con las chicas antes de ello, y también quería buscar a Morgan para decirle que al final había venido.

Pero todo a su debido tiempo.

>>¿Vosotras queréis? —pregunté, ladeando la cabeza para enfocarme en las chicas de nuevo—. Por mí suena bien.

 

Atendí a la respuesta de Altan sin ninguna alteración en mi expresión. El juego de la botella, ¿eh? Bueno, no era algo que francamente me interesara así que podríamos probar otras zonas de la casa. Su invitación, de hecho, a conocer el patrio trasero parecía una buena idea. No presté demasiada atención a su intercambio con Kashya, cerca nuestro había otro grupo de gente y reconocí a Kobayashi-san, la niña con la cual habíamos hablado durante las pruebas físicas.

Le sonreí a Kashya y asentí, comenzando a caminar en la dirección que Altan había tomado como solía hacerlo todo, sin esperar por segundas opiniones o confirmaciones de algún tipo.

—Una copa de champaña suena bien —accedí, con una sonrisa modesta en los labios, y luego de mirarlo me adentré en la cocina—. Pero aquí seguro hay también.

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Me la pueden arrastrar adonde quieran owo

Bueno, al final me había retrasado un poco culpa de la abuela. Era bastante rígida con respecto a las tradiciones japonesas y todo lo concerniente a nuestra cultura, pero por algún motivo prácticamente se echó a llorar de emoción cuando me vio en mi traje occidental, tan elegante y prolijo. Insistió e insistió sobre sacarme decenas de fotos, pese a los intentos vanos de mamá por liberarme de la situación, pero al final le dediqué una sonrisa cargada de intención. "No te preocupes", significaba. Podía sobrevivir a unas cuantas fotos si a la abuela le hacían tan feliz, la verdad.

Eso sí, no perdió oportunidad de aventarme un zape suavecito por llevar el cabello teñido.

Fui caminando donde los Akaisa, ya que era el mismo barrio. Fue un paseo de lo más tranquilo y bonito, la verdad. El gorila no me hizo problema con nada y una vez dentro le eché un vistazo a las personas que había allí mismo, en el pasillo. El moreno de la máscara de cuervo resaltaba con ganas, eh, y no pude más que sonreír divertido. Si es que era obvio.

—Ah, Sonnen-kun —murmuré al llegar junto a él, ambas manos a los bolsillos—, pero si casi no te reconozco.

La ironía se me desbordaba. Una risa suave vibró en mi garganta y al desviar la mirada reconocí también a la niña que había solicitado ingreso al club de música. Kobayashi, ¿verdad?

—Ahora los alcanzo —le avisé a Altan, antes de acercarme sin mayores dificultades al otro grupo de gente—. Hola~ Kobayashi-chan, ¿qué tal estás?

 

Alcé las cejas al escucharlo y una risa baja me vibró en el pecho, haciéndome llevar un dedo hacia mi cabello para coger un mechón y extenderlo, sin perder de vista sus movimientos. ¿Por qué rosa y no morado? Buena pregunta. De repente hasta me apetecía ir y echarme mechas nuevas de ese color, qué sabía yo, así de fácil cambiaba de opinión. Eh, ¿no sería un poco revelador llevar esos tres colores sobre la cabeza? Qué gracia.

—No sé, supongo que esa mañana me desperté con ganas de tenerlo rosa sin más~ —contesté, con una ligera sonrisa, encogiéndome de hombros.

Seguí el movimiento de la botella después con cierta curiosidad, porque parecía estar empeñada en señalar a la rubia bonita que nos había invitado a terminar la botella de hecho y me hacía bastante gracia, a decir verdad. No tenía ni idea de las relaciones establecidas que ya había en aquel grupo, pero no desaprovecharía la oportunidad de intentar averiguarlo. Era un poco divertido, adivinar quién se llevaba bien y quién no, y comprobar después los resultados.

Ah, venga, ¿acaso la botella esa estaba trucada o algo? Igual el mozo del bigote tenía un máster en hacerla girar con la velocidad justa para señalar a quién él quería o algo, porque casualmente nos tocó ir a la habitación al moreno y a mí. Y bueno, qué decir, me sentí una afortunada~

Acepté su mano sin ninguna clase de oposición, recuperando la sonrisa al ver que seguía con el teatro montado, y me enganché después de su brazo para seguirlo hacia el exterior del salón. Eché un vistazo al círculo mientras Joey se hacía con las cervezas y noté la mirada de la rubia sobre nosotros, con una sonrisa de lo más sugerente que me hizo ladear ligeramente la cabeza. Ah, esos dos tenían que ser amigos o algo, ¿verdad? Los había visto antes de que Joey se acercarse a Margarita y, bueno, a veces las personas tenían tanta química que era simplemente obvio notar una amistad.

>>Un chico con recursos, por lo que veo~ —canturreé, divertida, al ver como abría la botella de cerveza antes de extendérmela.

Dejó las tapita en el suelo y me hizo un poco de gracia, la verdad. Claramente, aquella no era su casa, pero tenía que tener la suficiente confianza con el dueño para hacer aquello o importarle todo demasiado poco. ¿Quizás un poco de ambas? Vete tú a saber~

Me apoyé en la pared del pasillo cuando salimos y busqué su botella con la mía para chocarlas ligeramente antes de darle el primer trago.

>>Eh, guapo, no te conozco lo suficiente como para contarte cosas tan personales, ¿sabes? —solté, con una claro tono de broma, dirigiéndole una mirada de soslayo—. Aunque siempre puedes intentar adivinar, o contarme algo sobre ti también~

No me importaba quedarme hablando en el pasillo el rato que hiciese falta, a decir verdad, pero tuvimos la suerte de que apenas unos segundos después de salir la puerta de la habitación se abrió y el pelirrojo se dejó ver. Estaba dándole otro trago a la cerveza cuando vi que se chocaba con mi acompañante, por lo que vi el intercambio un poco de reojo. Se me ocurrió que hubiese sido intencional, aunque no lograba entender las intenciones del mismo; a decir verdad, tampoco pretendía darle muchas vueltas al asunto.

Me separé de la pared entonces y deslicé los dedos a lo largo del brazo masculino para llamar su atención, comenzando a caminar delante de él justo después para dirigirme hacia la habitación. Me paré solo al alcanzar el marco de la puerta, apoyándome en el mismo para buscar su mirada por encima del hombro.

>>¿Vienes entonces, Wickham-san~?

No esperé respuesta realmente, le dediqué una sonrisa sedosa y acabé por dar los pasos que me separaban de la oscuridad del cuarto.

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Gigi Blanche ahí posteas en la habitación si quieres, como prefieras uwu <3

 

La respuesta tan alegre de Liza me contagió por completo, susceptible como estaba a subirme en ánimos ajenos gracias a lo que ya había bebido. Extendí los brazos a los costados de mi cuerpo, sonriente, y giré las caderas de lado a lado; la densa falda acompañó el movimiento, sus destellos tornasolados chispearon por todas partes bajo la iluminación tenue del jardín.

—¡Gracias! Tú también estás super linda~ Y sip, se nos hizo un poco tarde por... —Miré a Emi y tuve que tragarme la risa, regresando la vista a Liza—. Bueno, varias cosas, ¡pero ya estamos aquí! Qué gran mansión, ¿eh?

Se me escapó el aire al decir aquello último, y luego reparé en el acompañante de Liza cuando ella lo presentó.

—¡Un gusto, Nakagawa-kun! Yo soy Hiradaira, Hiradaira Anna~ ¡Oye, Em! —Ya me había presentado Liza, pero es que estaba tonta. Me giré de repente hacia la chica, ya con el motor de energía encendido, y busqué su muñeca para jalarla hacia adentro—. ¡Ya vamos, mira si nos perdimos de mucho! ¡Sería una tragedia! ¡Adiós, nos vemos luego!

Despedí tanto a Liza como a Yashihiro con el brazo bien en alto y correteé hasta el pasillo, arrastrando a Emily sin piedad. Cuando la dejé ir me estaba riendo y coloqué los brazos en taza, inspeccionando los alrededores. Puse cara de concentración y alcé una mano, indicándole a Hodges que guardara silencio.

—Hmm... Estoy intentando definir con mi super radar de fiestas dónde está la diversión. —Comencé a girar como un satélite, haciendo soniditos entre los labios, hasta que me detuve enfrentada a la puerta cerrada del salón y extendí el brazo, sonriendo ampliamente—. ¡Ajá! ¡Es allá!

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dios está pendejísima

te la arrastras si quieres Amane uwuwuw

 

Después de señalar hacia la casa como hice y avisar al resto de que, bueno, nos estaban mirando, comencé a caminar sin más hacia donde había dejado mi ropa. La recogí con cuidado, colgando el vestido de uno mis brazos y enganchando los zapatos y la máscara de los dedos de esa misma mano.

Giré solo medio cuerpo para despedirme de Altan y las chicas, moviendo la mano de lado a lado, y me introduje en la cocina. Pasé por la misma sin más, ignorando por completo que había aun más gente ahí, y fue finalmente en mitad del pasillo que me paré en seco. Miré alrededor, aprovechando el momento para volver a secarme un poco el pelo con la toalla que seguía llevando de los hombros.

Uhm... ¿dónde podría secarme mejor y vestirme de nuevo?

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Gigi Blanche pero bueno y esto owo

 

Fue cuestión de abandonar el salón y estaquearme al suelo, intentando descifrar las razones que le habían dado forma a lo que tenía frente a mí. ¿Qué demonios hacía Kashya en medio del pasillo, chorreando agua y en ropa interior? En serio, estaba... estaba alucinando.

Ni siquiera me molesté en contener la carcajada divertida que rebotó entre las paredes al acercarme a ella. Me tomé todo el tiempo del mundo y bebí de mi copa, recorriendo su silueta de arriba abajo. Por Dios, si me la encontraba en un rincón oscuro probablemente me cagaría de miedo. Parecía hecha de papel.

—A ver, lass, ¿y esto? —espeté, aún claramente divertida, señalándola con la mano que sostenía la copa—. Porque te juro que, sin importar cuánto lo intente, no puedo armar ni una sola respuesta realista.

 

Estaba tan centrada en intentar adivinar qué había detrás de cada puerta del pasillo, en busca de un posible baño, que no em di cuenta de la presencia de Morgan hasta que escuché su sonrisa rebotando por todo el lugar.

Giré el rostro para mirarla, ladeando la cabeza mientras esperaba que se acercase con el paso tranquilo que había adoptado, y bajé la vista para comprobar mi aspecto antes de buscar su mirada de nuevo.

—Altan y yo perdimos al beer pong así que tuvimos que meternos en la piscina —expliqué, sin más, encogiéndome un poco de hombros—. ¿Sabes dónde esta el baño? Necesito un espejo.