Interior Pasillo (Planta baja)

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 10 Abril 2020.

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    Zireael

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    Era para mearse todo este argumento del pobre desgraciado en soledad, de verdad, pero si me servía para darle lástima a una chica bonita no iría yo a quejarme. Además, viendo que era la amiga, no-novia, la mierda que fuese de Sakai la cosa era todavía más graciosa y sabía que acabaría molestando al otro desgraciado incluso sin querer, lo que convertía todo esto en el mejor cuadro de la semana hasta ahora.

    Sakai tenía que relajar el puto culo e iba aprenderlo tarde o temprano.

    —Pensaba comprar algo en la cafetería —respondí a lo del almuerzo sin llevarle el apunte a lo de ser más sociable y abrí la soda para darle un trago.

    Me parecía que si había terminado con Sakai ya había sido todo lo sociable del año, porque tenía que haber pasado por Ikari quisiera o no. De hecho, me parecía hasta más extraño que no se le hubiera pegado a Rowan en vez de al tigre, pero la vida era una cosa de lo más extraña. Las niñas de esta escuela tenían cierto gusto casi suicida por los tatuados que apestaban a problemas, pero eso solo nos daba ventaja a nosotros.

    Éramos lecciones de vida, para bien o para mal.

    —¿Me acompañas, Manson? A la cafetería —dije sin más, girando el cuerpo para dirigirme hacia allí y antes de empezar a caminar tomé la invitación—. Luego nos vamos a la piscina.
     
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    Bruno TDF

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    Ignoraba por completo la relación de Cayden con la danza, qué experiencias previas tuvo respecto a sincronizarse con otra persona en un ritmo compartido. Mi advertencia sobre el carácter impredecible de Markus la había emitido como una suerte de broma; pero quizás, a través de la misma, buscaba un modo de lidiar con las sensaciones confusas que me había dejado nuestro extraño encuentro de hace unos momentos, cuando vino a preguntar por la clase de Anna. Sin embargo, también me motivaba la inevitable esencia de mi curiosidad, puesto que con mis palabras también quise divisar qué reacciones tendría Dunn ante la idea de vivir la experiencia de bailar en público una segunda vez. Pero mi intención de buscar variaciones en su semblante, y así adivinar qué pensaba, cayó en la imposibilidad: su repentino freno provocó que lo rebasara por pura inercia y, sin otorgar mayor espacio para la reacción, sus manos en mis hombros me apremiaron a incrementar la velocidad de mi andar. Fue ciertamente satisfactorio que Cayden actuara por fuera de mis cálculos, fue una sorpresa inofensiva a la que podía hallarle su lado interesante; también me supuso una confusión inicial, pero el pelirrojo no tardó en acercar su voz en una suerte de justificación de sus acciones, insistiendo en su deber de caballero.

    Así como yo ahora no podía saber qué pensaba con sólo mirarlo, él también se perdió la oportunidad de notar que en mi sonrisa se dibujó algo parecido al reproche. Esta sensación no cargaba con una sombra negativa, más bien surgía producto de la diversión que la escena me provocaba. Cayden mantenía con templanza su negativa de que lo escoltara, como si de repente hubiésemos entrado en una puja por ver quién cuidaba del otro. Tuve en mis manos la opción de tirar de una insistencia para extender la gracia, pero me aparté de la misma porque, debía admitir, su actitud fue bastante refrescante. En su lugar, volví asentir con la cabeza sin decir mucho más y me dejé conducir en dirección a las escaleras.

    Cayden entonces me hizo otra pregunta. Su voz me llegó quizá más cerca que hace unos segundos y, por el hecho de que no podía calcular a qué distancia se encontraba su rostro de mi nuca, me estremecí ligeramente como si estuviera a punto de hacerme cosquillas. Pude recomponerme, aunque lastimosamente me invadió un leve bochorno por haber hecho semejante movimiento, que me hizo absurdo; la sensación se sacudió un poco más ante el tono de sus preguntas sobre el baile… y la aclaración posterior, que no tenía razón de ser porque había sido bastante claro al hablar. Pero allí quedó, amenazando con obligarme a intuir sus misterios.

    Dunn finalmente regresó a mi lado, detecté el rojo de su cabello de soslayo. Carraspeé, con el puño frente a mi boca, antes de responderle ya recompuesto:

    —Bailar frente a muchas miradas ajenas es, ciertamente, una perspectiva sobrecogedora —le dije con un suspiro—. Reconozco que algo como eso me provocaría bastante reparo, más teniendo en cuenta mi casi nula experiencia en el tema. Pero… —hice una pausa, solemne— es diferente si frente a mí hay una persona en la que confío. Las dudas se desvanecen, los temores dejan de tener una razón de ser, y en mi caso personal me dejo llevar por un deseo de experimentar, como si fuese un científico —divagué con una sonrisa, a lo que me giré hacia él—. Contigo no me pondría nervioso.

    Asentí, la sonrisa a punto de cerrarme los ojos a la vez que alcanzábamos las escaleras que nos llevaron a la planta baja. En el pasillo distinguí la máquina expendedora. Con un movimiento de cabeza, le pedí a Cayden que me siguiera hasta la misma.

    —Así que, Maestro Dunn —dije entonces, hundiendo el índice en el botón de la botella de agua—, ¿dónde has adquirido la experiencia que estás dispuesto a transmitir?

    La oferta no era real, la había interpretado como la broma que era. Pero eso no me impedía seguir estirando la semántica de la conversación. Suponía que nos caracterizaba esta dinámica.

    1) Tranqui, que me encantan los tochos
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    2) Cayden: "Yo te puedo enseñar, si quieres... A bailar, digo"

    Hubert:
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    Zireael

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    Que la otra le soltara a Rowan que entonces podría demostrar lo divertido que era en realmente quiso arrancarme una risa, la contuve eso sí y la bajé pasando saliva, en espera de su reacción. El idiota mantuvo la atención en ella, mirándola de costado, y se permitió una suerte de risa nasal que no supe si fue de genuina diversión o de suficiencia.

    Maybe I should —le contestó en inglés por fin, aunque ni idea de por qué se había limitado a hacerlo hasta entonces.

    Para sorpresa de absolutamente nadie, la chica también contestó a lo que le dije, lo que había soltado solo por ver hasta dónde podíamos estirar este asunto y esta vez sí acabé por soltar la risa por lo bajo. Se me escapó apenas echó la cabeza en mi hombro, confianzuda hasta el punto del hartazgo, y yo me quedé con la información porque ante todo no desperdiciaba oportunidades puestas en bandeja.

    —Voy a tenerlo en cuenta —Eso fue lo último que le dije, ni siquiera varié el tono de indiferencia, y luego cayó la pregunta.

    A Rowan se le aflojó la risa, el imbécil estuvo a nada de carcajearse y yo solté el aire por la nariz. Igual era culpa mía, por habérmele pegado como moco cuando entendí que el imbécil me ayudaba a ser más funcional en sociedad, por decir algo, y también era culpa suya por haber seguido de necio con el encargo de la tutora.

    —Bueno, esa no es la primera vez e imagino que no será la última —atajó él en medio de la risa.

    —Seguro medio mundo se piensa que le como la polla. Es terrible esto —secundé yo sin detenerme en sutilezas de ninguna clase.

    —Amigos y ya, nos conocimos hace cuatro años, más o menos. —Se dignó a explicar por fin y como no podía parar quieto también quiso molestarla un poco después de la corrección de turno—. Ally, you say. Déjale algo a los pobres, Ali-chan.
     
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    Meyer nos contó en breves palabras la historia del club; bueno, técnicamente se la contó a Kaia, yo la escuché por rebote pues las tenía hablando en la nuca. No me giré ni intervine en ningún momento, me quedé pensando en qué clase de suerte apestada hacía falta para que casi todos los miembros de un club abandonaran la escuela. Por lo demás, habló sólo de mujeres. ¿Iba a ser el único desgraciado arruinando el momento de chicas?

    —La perseverancia siempre da frutos, Meyer-san —oí a Kaia murmurar con suavidad, pero también firmeza; creía plenamente en lo que decía—. El esfuerzo en sí mismo es la única expectativa que debe cumplirse, los resultados nacen del trabajo en equipo y estoy segura que nos divertiremos mucho. Ya con ver lo impecable que dejaron el dojo me basta para estar tranquila al respecto.

    Estaba de acuerdo con ella, incluso si no me esmeraba en verbalizarlo. El cuidado del espacio era uno de los primeros requisitos que nos enseñaban a atender y el dojo que había conocido ayer me transmitía esa sensación de serenidad y armonía. Quizá fuera irónico considerando el galpón apestoso en el cual muchas veces acabábamos entrenando, pero bueno. En la vida, a veces, hasta lo más básico se convertía en lujo.

    —¿Llevas toda la preparatoria aquí, Meyer-san? —le preguntó Kaia poco después, mientras alcanzábamos la planta baja—. Oh, ¿y eres japonesa? Me refiero, ¿naciste aquí?
     
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    Insane

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    No me pasaron desapercibidos los ojitos de Vero, apenas y se me acentuó la sonrisa en lo que continuabamos caminando por el pasillo de segundo. Gen dió paso a decir características de mi hermano, y pues era más que obvio el cariño que le traía, por lo que digamos que ya estaba acostumbrado a este tipo de comentarios. Maxwell no tardó tampoco en mencionar que lo había ubicado facilmente, digamos que aunque nuestras personalidades carecían de infusión, nuestro fisíco era otro cuento.

    —Supongo —le miré, cosa de nada—, a ver si cuando lo conozcas no te parece más cool que yo —casi que fingí quejarme, bajito para que Génesis no nos escuchara—, me partirías el corazón, Vero~

    Bajamos al pasillo de la planta baja, escuché su propuesta que quedaba en el aire con respecto a otra ocasión almorzar con los dos, asentí para que supiera que no tenía problema y me reí con lo último. Era cierto, el que habíamos intercambiado número, sentía que mi cerebro se había quedado bastante en pausa con Cathy y sus estados, por lo que debía no sé, volver a mis andadas.

    —Ahora que lo mencionas, no sé hace cuánto abandoné esa idea, me terminó dando pereza lo del club —le confesé—, pero de seguro estaría contento si una niña bonita como tú me va a buscar~

    Allen se detuvo frente a la máquina expendedora, compró dos botellas de agua, me pasó una cuando la alcanzamos y miró a Vero antes de regresar la vista al vidrio.

    —¿Qué sabor te gusta? —prefirió ella preguntar.
     
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    ¿Cómo era esa superstición japonesa que se “activaba” cuando hablaban de ti? Creo te daba un estornudo, ¿no? De ser el caso, al dichoso Zold le debía estar dando una buena seguidilla de éstos ahora mismo. Me provocaba bastante interés, si debía ser honesta. Desde el día que me apunté al club de kickboxing, un par de veces se cruzó por mi cabecita la idea de acercarme al muchacho para preguntarle cómo se encontraba su hermano (o sea, Zeld) y mandarle saludos a través de él, cual palomo mensajero. Y hacer buenas migas, obvio, que era la parte más importante de todas. Cosa que al final no ocurrió porque, como bien se mencionó, me entretuve con bastantes asuntos en las semanas anteriores al campamento.

    Volver a evocar a Zold era algo bueno, porque hizo resurgir el deseo de conocerlo en persona. Pero lo que más me gustaba de todo esto era la manera en que Zeld aprovechaba el tema para arrojarme sus bromitas. Primero apuntando lo de la tinta, y ahora diciéndome que le rompería el corazoncito si su hermano llegaba a parecerme más cool que él; incluso bajó la voz para que sólo yo tuviese el privilegio de escucharlo… Ay, no me había equivocado al pensar que este chico era gracioso, ¡y además…!, ahora debía añadir que tenía un estilo bastante tierno para lanzarme sus ocurrencias. Las comisuras de mi sonrisa danzaron en un amague de dulzura cuando recibí esta queja fingida, pero al final me llevé un dedo a los labios mientras desviaba mis ojitos hacia el techo, haciéndome la pensativa con bastante teatralidad.

    “Así como son igualitos fìsicamente, seguro que en lo cool también están a la par” pensé entretenida.

    La sola idea hizo que se me escapara una risa ligera delante de Zeld; pero no dije nada, dejándole la intriga en el aire.

    Que aceptara la propuesta de almorzar con su hermano me animó bastante, aunque luego sí sentí un poquito de pena cuando escuché que lo del club le había dado pereza. Era una lástima, la verdad, con lo mucho que me hubiera gustado sumar el kickboxing a mis disciplinas. Llevaba un buen tiempo queriendo aprender a utilizar los puños en posturas más elevadas, ya que el karate kyokushin, una de las artes marciales que practicaba actualmente, prohibía las técnicas de mano dirigidas a la cabeza.

    —Lo mismo digo, ¿cómo no querer regresar con alguien así de lindo? —le devolví el cumplido con una sonrisa suave, tras lo cual retomé el asunto del club—. Qué pena que ese club al final no se hizo realidad, me he quedado con las ganas —reconocí, sin un ápice de reproche en la voz—. Pero no todo está perdido, eh. Porque aquí donde me ves, estoy a punto de abrir un club.

    La ilusión, como no podía ser de otro modo, hizo brillar mis ojos apenas terminé de pronunciar semejante revelación. En eso, escuché la pregunta de Gen, a quien miré con una expresión agradecida.

    —¿Puedo pedir un jugo de uva? Es mi favorito.
     
    Última edición: 27 Diciembre 2023
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    Escuche lo que dijo el chico cuando hable eso de que había un uno por ciento de pelirrojos en los terceros, y por pura manía, pues había detallado mi propio cabello. Solo me quedo pensar por algunos segundos cuando menciono que la 3-2 nos quedaba como misterio en sí, por lo poco que había visto, pues en ese salón también lo había. El chico que conocí en el campamento, en la prueba de valor lo era, él mencionó que era de la 3-2 el muchacho que estaba con Adara y otro chico más aparte de Jez, pues también y si mi mente no quería de aumentar suponía que pertenecía al mismo salón de Adara.

    Pero ahora no pensaba mencionar nada sobre eso.

    Si más y sin nada me quede viendo sus expresiones cuando había terminado de lanzar la pregunta tan directa si podía llamarlo Yu, para ser sincera me había sorprendido un poco por la confianza que estaba tomando, apenas y lo conocía, sin embargo, no había nada que hacer, ya estaba hecha. Yo ya era así, podía estar con la persona más peligrosa y simplemente me tomaba atribuciones que no debía.

    Reí al escuchar lo que dijo y no le quite la mirada de encima cuando se inclinó hacia mí con la sonrisa ligeramente divertida.

    —En verdad te escaneé el rostro porque es algo que suelo hacer cuando alguien llama mi atención —dije lo primero que pensé—. O más bien cuando siento esa aura misteriosa en los demás —en pocas palabras lo hacía por pura manía—. Además, no creo que mi mirada te intimide y en sí, no causa nada, ¿no? —ya con lo del nombre alce una ceja divertida, al igual cuando dijo si tenía algo que compartir con la clase—. Tal vez acorte tu nombre de buenas a primera porque simplemente Yu suena mejor.

    ¿Me quedaba con Yu? Obviamente que me quedo con Yu.

    Con eso, alce mis hombros ligeramente si él quería que dejara de ser tan amigable con él o algo por el estilo tenía que esforzarse un poquito más. Ósea, así como lo había hecho el chico del salón, ¿cómo era que se llamaba? Así Arata. No aumente nada más aparte mi vista de él, después de terminar de decir eso. Entonces Yuta empezó a caminar y solo asentí al momento de escucharlo decir si íbamos subiendo. Lo seguí con pasos lentos, ya que escuche lo que me respondió Kaia.

    —Al igual puedes llamarme como te guste —le sonreí—. Normalmente, me dicen Fiore o Fio, —me acordé de como me decía Adara y Enzo mientras iniciábamos el camino hacia las escaleras para alcanzar el pasillo de la primera planta—. Y mis mejores amigos me dicen roja o rojita, pero está a tu gusto, como tú te sientas cómoda.

    Deje de hablar cuando ellos hablaron entre ellos sin mucha ganas de aumentar algo más solo que ahora que lo pensaba bien, mi ánimo ya no se encontraba tan mal a como lo estaba desde el viernes, encontrarme con Enzo y despejar un poco mis pensamientos con ellos había ayudado ¿creo? Entonces la voz de la chica haciéndome una pregunta hizo que la viera al mimo tiempo que me encontraba con su mirada.

    Solo sonreí al escuchar lo del club.

    —Sip estoy en el club de música ligera, me encanta la música desde que tengo memoria, y toco el piano desde pequeña —hable sin mucha prisa y con calidez a la vez—. Así que no me hizo mal unirme, he conocido personas muy buenas gracias a el.

    Los miré por algunos segundos, al mismo tiempo que volvía mi mirada al frente.

    >> Ustedes ya se incribieron algun club o les interesa alguno?

    holis perdona si los arrastre muy rápido o algo, se me hacía raro volver a postear en los casilleros?). Y ni idea si tenía que postear en el pasillo de la primera planta, pero ya está?)
     
    Última edición: 6 Enero 2024
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    Gigi Blanche

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    Cielos, Yu a veces era impredecible. Supuse que no aceptaría de buena gana que una desconocida le recortara el nombre, y mientras se inclinaba y todo el numerito mi mirada permaneció clavada en él. Su respuesta al final no fue tan mala y, de hecho, Bianchi-san se lo tomó bien, pero eso no quitó la breve tensión que sentí en el cuerpo.

    —¿Ah, sí? —respondió Yuta, regresando a su posición y virando el cuerpo para empezar a caminar—. Y yo pensando que te habías enamorado de mí.

    Su tono no reflejó una decepción exagerada ni tampoco sonó claramente a una broma; como siempre, permaneció en un punto intermedio, ambiguo. Suspiré quedo, iniciamos el recorrido y le di libertad a la chica para llamarme como quisiera. Puede que la educación impartida restringiera mis propias comodidades, pero honestamente no me molestaba oír mi nombre de formas extrañas en boca de los demás. Quizá fuera gracias a haberme criado fuera de Japón. Fiorella, de cualquier modo, me facilitó una lista de opciones y yo le sonreí con cortesía, asintiendo, mas no dije una palabra. Entendía que lo hacía por mera amabilidad, pero prefería quedarme con "Bianchi-san".

    —Oh, el de música ligera —recordé, alzando las cejas, y mi sonrisa se amplió con una chispa de entusiasmo—. Sí, sí, nuestra guía del primer día nos lo mencionó. ¿Qué instrumentos tocan ahí? ¿Hay alguno tradicional?

    No me molesté en disfrazar mi interés. Yuta nos miró de reojo cuando Fiorella preguntó por nuestros clubes y se señaló a sí mismo tras asentir.

    —Esgrima y judo, y... —Me señaló a mí, ceño fruncido—, judo y esgrima. ¿Deberíamos diversificarnos un poco?

    —Quizá —concedí, riendo, y miré a Fiorella—. ¿Haces alguna actividad física, Bianchi-san?


    tranqui linda, está perfecto así <3 Ahora sí podés postear en el primer piso si querés, ofcourse
     
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    Zireael

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    En sí los pájaros eran animales interesantes, estaban los dinosaurios, luego todos los reptiles y de repente ibas a encontrarte una gallina gritando y resultaba que todos los bichos, a su manera, provenían de ancestros diferentes que alguna vez fueron lo mismo, para hacer el cuento corto. Claro que uno veía a Copito y no pensaba en un T-Rex, vamos, pero era gracioso de recordar. Por demás, eran inteligentes también. Estaban los loros, los cuervos y tantos otros, estaban los indicadores que le habían dado el apodo a Arata y los cucos que colocaban huevos en nidos de otras aves para que los criaran. Luego estaba Copito, que acudía a un silbido y alzaba vuelo con una frase, lo que no era poca cosa tampoco.

    Divagaciones más o divagaciones menos, Verónica recibió el teléfono y yo mantuve la atención puesta en ella en forma paralela con lo que estaba haciendo. Soltó una exclamación de ternura, dijo que eran preciosos y apuntó a la diferencia de tamaño entre los condenados. Ambos eran gatos adoptados, así que realmente no tenía idea de sus orígenes más allá de que venían de la calle, pero vete a saber qué genética tenía Cinis porque era grande y luego se había puesto rellenito, para ponerlo de forma amable. El contraste era un poco gracioso.

    Les pidió que me hicieran más caso, la tontería bastó para hacerme reír por lo bajo. Ya para cuando me puse en marcha ella me siguió, volviendo a mi lado, y me regresó el móvil así que yo lo volví a meter al bolsillo. La seguí al casillero, así que noté que había encontrado algo dentro pero puse la atención en otra cosa, porque de repente me pareció un momento personal.

    Solo regresé la atención a la chica cuando se giró hacia mí, mostrándome las florecitas de papel, y volví a sonreír con la suavidad que ya había demostrado antes. Su comentario solo acentuó el gesto, sin importar el origen del regalo que ella había recibido, y asentí con la cabeza. Esta clase de cosas, estos regalos, eran especiales para quien los daba y quien los recibía, lo tenía muy claro. Cuando me hizo la seña para que esperara me quedé en mi lugar, seguí su camino hacia el casillero ajeno y luego volvió, disculpándose y diciendo que estaba lista para continuar.

    —No te preocupes —dije mientras reiniciábamos el camino—. Fue un lindo gesto, había que corresponderlo.

    Había pretendido solo seguir, pero cuando pasamos frente al tablón de anuncios las cosas pegadas, nuevas, me llamaron la atención y giré el rostro solo para alcanzar a leer que era un nuevo proyecto. El cuerpo se me tensó con algo de anticipación, me disculpé con Verónica y me acerqué al tablón para poder leer los grupos.

    Me salté los de primero, pasé a los de segundo solo para ver a Bleke y Hubert en el primero, a Emily y Kurosawa en el tercero, a Anna y Ferrari en el cuarto; y a Kashya en el último. Mis ojos trastabillaron al bajar a los de tercero, en el primero estaban Sonnen y Akaisa lo que me libraba de ellos, pero al pasar al segundo grupo el corazón me golpeó las costillas. Bastó que recordara lo errático que se había portado Ko en los baños esa vez para que el fuego se me revolviera en el cuerpo, ansioso e irracional.

    Shinomiya y Ko.

    Tenían que habérmelo encasquetado a mí de nuevo, era más fácil.

    Era más fácil.


    Había seguido leyendo por inercia, llegaron a mí los nombres de Ivanova y el diablo de los Kasun, llegó también el de Haru junto al mío, como una ironía de mal gusto viendo mi colapso, pero no me preocupaba en lo más mínimo. Estaba Vólkov, lo que seguro sería una buena noticia para Verónica viendo que no estaba con ella, y seguí leyendo nombres sin procesarlos realmente. Mason, Alisha, Eun-Bi, Verónica, Sasha e Ikari, ¿era el Ikari de Bunkyo? Luego Ilana, Fujiwara, Arata, Makris, Morgan y Wickham. Estaban los nombres, pero no importaban demasiado.

    No tenía más que ideas, delirios asumidos de posibilidades imaginarias y no sabía si eso era mejor o peor.

    Al menos recordé que estaba con Verónica, así que reseteé los sistemas y volteé el rostro hacia ella, sonriéndolo como si nada. Traté de pescar algo de lo que hablar, lo primero que se me atravesó, y lo solté apenas ella terminó de leer.

    —Supongo que es un proyecto más interesante que los otros, ¿no crees?


    yo: qué te parece este quilo-
    bruno: lo apoyo
     
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    Bruno TDF

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    Seguí a Cay en dirección al pasillo, dispuestos a alcanzar las escaleras. Un fuerte destello de felicidad irradiaba en mi espíritu a causa del regalito que Fuji dejó en mi casillero en nombre de su madre; la hermosa sensación se entremezclaba con la alegría que ya venía sintiendo desde que el muchachito a mi lado se nos acercó en el patio para cantar con nosotros y ayudarme a confirmar, con su canción, que Copito daba los primeros pasos hacia la recuperación de su voz. Aunque mi sonrisa había suavizado una buena parte de la intensidad inicial, igualmente continuaba resplandeciendo como una transparente señal de lo que me estaba ocurriendo por dentro. Con toda esta energía caminé junto a Cay, oscilando entre la figura del montoncito de nieve y la de la lucecita, o quizá era la nieve a la que le caían luces solares. Y casi, ¡casi…!, que iba a ponerme a tararear de vuelta… pero hubo una inesperada detención junto al tablón de anuncios, pues algo en él pareció llamar la atención de mi compañerito de viaje. Aunque se disculpó conmigo, no tardé en husmear junto con él las novedades del tablero porque, aparte de confianzuda, también llegaba a ser una chica de considerable curiosidad.

    El proyecto escolar del mes.


    La novedad añadió una chispa de entusiasmo a todo lo demás. Pero no porque me gustara estudiar, nop. Desde mi tan confianzuda y super-sociable opinión, la mejor parte de los proyectos era el armado de los grupos: ofrecían una excelente oportunidad para conocer más gente, o de hacer algo junto a las personas que apreciaba. Todo escenario me venía la mar de bien. ¡Aunque eso sí…! Debo reconocer que suspiré cuando no vi los nombres de Jez y Fuji junto al mío, ni los de Mey y Ali, tampoco el de Cay. La buena noticia era que me había tocado con Jackie, así que debería armarme con un arsenal de curitas para nuestras reuniones, y también iba a tener la oportunidad de conocerme con Zoldryck; las otras chicas no me sonaban, por lo que debían de pertenecer a los otros salones.

    Entonces recorrí los nombres de segundo año en busca de cierta persona, y… Oh la la.

    —¿Mmmh?

    El sonido escapó sin querer de mi pecho, pero no me preocupé al respecto. Eso sí, me tuve que cubrir la boca con la punta de los dedos de una mano, pues en mis labios se dibujó con lentitud una sonrisa divertida, muy traviesa, causada por ciertos pensamientos. Lo que estaba mirando era el grupo A de ese año y, muy particularmente… los nombres de Hubby y Blee. Me distrajeron lo suficiente como para no reparar en el malestar que parecía haber caído sobre el cuerpo de Cay. ¡Pero es que…! Me reí muy bajito frente a semejante coincidencia… ¿O acaso era, más bien, cosa del destino? Según me contó Hubby, en el Club de Lectura pasaba la mayor parte del tiempo con Blee. ¿Y ahora? Primero los hicieron bailar frente a media escuela, acto seguido los unían en un mismo grupo. No sé quién era el dios que manejaba los hilos del destino o de la casualidad, pero me daban ganas de encontrarlo para palmearle la espalda y felicitar su impecable trabajo.

    Carraspeé al advertir que Cay me había hecho una pregunta.

    —Me encanta esta nueva idea para el proyecto mensual, suena genial —secundé con un asentimiento entusiasta—. No soy muy fan de redactar cosas para la academia, reconozco que me distraigo bastante y dejo las cosas para última hora, ups. Entrevistar a alguien es otro asunto, podría tomarse como una charlita.

    Dejé escapar una risita despreocupada. Acto seguido, me llevé una mano al mentón mientras repasaba la lista de asignaturas permitidas, pensativa.

    —Se me ocurren dos personas de mi círculo que podrían dar una entrevista para el proyecto, pero creo que sus trabajos no se relacionan con este listado —planteé—. ¿A tí se te viene alguien a la mente?
     
    Última edición: 8 Enero 2024
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    Gigi Blanche

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    Normalmente no me dejaba llevar por las decisiones de las multitudes, pero al ver a la gente apiñada frente al tablón de anuncios pensé que quizá hubiera algo importante. Recogí el agua que había comprado, la giré en mi mano y me acerqué al tumulto sin ninguna prisa, con la mano libre enterrada en el bolsillo. Lo primero que detecté fue, grande, el título del proyecto, y tuve que hacerme algo de lugar para husmear los grupos de tercero. Fui deslizando la mirada y primero noté el nombre de Paimon, cosa que me sorprendió lo suficiente. ¿Se había transferido aquí? ¿En qué momento? No tuve tiempo de seguir cuestionándolo, pues mi nombre estaba junto al suyo. Y justo, justo debajo, una sorpresa extra.

    Vaya, vaya.

    La vida a veces tenía formas retorcidas de manifestarse. Una emoción diferente me latió en el pecho, una que no sentía hace mucho tiempo, y se propagó por el resto de mi cuerpo al girar el rostro y dar con el cachorro de los chacales. Venía caminando en esta dirección, atraído por la multitud, suponía, y siquiera razoné el impulso. Me separé del gentío, aparecí frente a él y le eché un brazo por los hombros. Su cuerpo se tensó al instante, cada pequeño músculo, y mi sonrisa se ensanchó aún más.

    —Ko, ¿venías a ver los grupos? —murmuré, sedoso, cerca de su rostro, a lo que él se alejó los pocos centímetros que pudo—. Ven, vamos a verlos juntos.

    Lo arrastré. Nos hundí dentro de la multitud, la usé de muralla, y nos detuve justo frente a las listas. Aguardé a su lado, sin quitarle el brazo de encima. Aguardé y aguardé, atento a cada una de sus reacciones, hasta que sus ojos se detuvieron donde debían. Quizá su cerebrito ya lo habría temido, ¿no? Por qué yo haría tanto paripé, si no. Pasó saliva, seguí el movimiento de su garganta y me humedecí los labios antes de inclinarme sobre su oído.

    —Vamos a divertirnos juntos, ¿verdad? Otra vez.

    La pobre criatura a duras penas había reaccionado. Se había quedado pegado al papel y me miró apenas un segundo antes de escurrirse de mi agarre, desapareciendo entre la gente. Lo dejé ir, claro, y el sabor de su miedo y su tensión me quedó en el paladar. Lo saboreé, lo disfruté cada segundo, y me separé del tablón de anuncios a mi propio ritmo. Husmeé el pasillo por la pura gracia de confirmar mi sospecha: el mocoso había desaparecido. Una risa me vibró en el pecho y meneé la cabeza despacio, relajando la espalda sobre la pared. Le di un trago a la botella de agua. Ah, ah, vamos. No era para tanto.

    ¿O sí~?

    satan may take me for i'll enjoy this a lot

    ahí queda el hijo de puta, digo Kouchii
     
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    El día lo tomé de lo más normal y eso era bueno, creía yo, las clases pasaron para mí de lo más desapercibidas, estaba pensado demasiado en el reencuentro que tuve con Enzo antes que llegara a la academia, no pensé que Stella también viniera con él no sé qué diablos estaba pensado mi padre, pero de seguro tendría una llamada de mi parte. Apenas sonó la campana, me acerqué a Jean sin ningún problema, ella me observó con curiosidad prolongada en su fría e inexpresiva mirada.

    —¿Se te ofrece algo?

    Rei.

    —¿Qué forma de recibirme es esa? Alégrate de verme, por lo menos —sonreí con diversión al ver sus expresiones—. Bajamos juntas, quiero conversar contigo de algunas cosas, ¿vienes?

    Parpadeo en poco con algo de seriedad y asintió se paró no después de guardar sus cosas. Salimos del salón juntas, pensaba ir algún lugar sin tanta gente, pero después de pensarlo un poco no lo vi necesario.

    —¿Que es lo que tienes que decirme?

    ¿Sin anestesia? Si sin anestesia.

    —Enzo está aquí —apenas murmure en eso, sentí su mirada, y sentí la tensión de su cuerpo sin mucho problema.

    —¿Qué dijiste?

    —Lo que escuchaste —replique en voz fría—, Llego hace dos días.

    —¿Y recién te dignas en decírmelo? —asentí sin querer decirle algo más—. Ya que la señorita no quiere decir algo a respecto, ¿por lo menos puedo sabes que hace el rey de las sombras en una escuela como esta? No es para nada, bueno que el este aquí lo sabes, ¿no?

    Eso ya lo había pensado y lo mismo era de nosotras.

    Solo la miré incrédula, ella sabía muy bien que Enzo no estaría aquí si no fuera por mi padre y más que todo si no fuera una oportunidad para volver a ver a sus amiguitas, ¿cómo era que se llamaban? Ah, sí, Fiorella y Adara. Le sonreí de una forma que daba a entender que seguíamos después con la conversación, habíamos llegado al pasillo, lo que llamo mi atención fue el gentío, pues me pareció ver que había algo en el tablón de anuncio.

    Me acerqué sin mucho problema con Jean siguiéndome detrás, caminé entre la gente, ya había alcanzo a leer de que se trataba todo, pero lo que se llevó mi sorpresa fueron los grupos. Al notar mi nombre junto al de Tora reí levemente seguí con el recorrido hasta que encontré el nombre de Enzo junto a otros que no conocí de nada, excepto por el nombre del Alpha der Wölfe.

    Qué grupos más interesantes, ¿no?

    Y cuando ya nos apartábamos del grupo, como si mi mente lo fuera invocado, escuche su voz, Jean me miro con cierto detenimiento, pero de mi parte solo recibió que alzara los hombros sin quererlo o así lo quisiéramos, escuchamos todo, ladee la cabeza para ser sincera no me intereso para nada lo que estuviera pasado, pero mi cuerpo recibió toda la tensión del chico contrario cerré los ojos mientras sonreía al abrirlos segundos después el chico ya no estaba mire por encima de mi hombro para fijarme en shinomiya su espalda estaba relajada encontrad de una de las paredes. Note las expresiones de su rostro, las repase levemente y reí.

    El chico se había deleitado con el miedo y la tensión del otro.

    No era lo mío interesarme en los demás si no eran mi familia, así que no le vi sentido hacerlo con ese muchacho.

    No lo conocía.

    Pero simplemente sin verle mucho sentido a la situación.
    Me hizo recordar a mi hermano.

    Pero miren a quién tenemos aquí —me había detenido frente de él, no había invadido su espacio, pero tampoco es que estaba muy alejada—. Sí, es el Alpha der Wölfe ¿qué haces aquí tan solo?—susurré su apodo en una forma que solo él lo escucharía, olvidándome de lo que había presenciado, no era algo que me correspondía, además le había dicho que solo lo llamaría por su nombre cuando tuviera algo importante que decirle.

    Después de mencionar eso me fijé en Jean, ella estaba con los brazos cruzados intercalo, mirada entre los dos, pero entrecerró los ojos hacia mí ¿Había leído mis intenciones? De seguro que sí.

    >> Por cierto quiero presentarte a una amiga —sonrei mientras la miraba—. Su nombre es Jean Bernard —y ni idea si el apellido se le hizo conociado estabamos en el mismo salon y despues de todo su padre Maxime Bernard era el, el que se estaba haciendo cargo de los negocios que mi familia estaba haciendo con la suya, yo no estaba en alemania asi que valia de algo si estaba aca pesonalmente ¿no?

    Normalmente, los dos siempre nos hacíamos cargo de cualquier negocio, oh bueno, los que pudiera soportar mi padre tenía reglas. La chica al escuchar su nombre me miro para después mirar al chico sin expresión alguna, entonces de los centímetros donde estaba parada se inclinó levemente.

    >> Mucho gusto —sonrió y para ser sincera, su sonrisa no me llego para nada—. Es un placer conocerte en persona Kou Shinomiya.

    Su nombre lo había mencionado con desdén y supe de inmediato que ese placer no lo estaba sintiendo.

    Te conozco demasiado bien Jean.

    Gigi Blanche holiss uwu.
     
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    Me llamó la atención que dijera que no hacía mucha diferencia que estuviera de antes, aunque a riesgo de ser tan prejuiciosa como Paimon si su amigo más cercano era tan... complicado, bueno, quizás no tenía tantos para empezar. No era que yo tuviera un montón tampoco, si mi círculo se limitaba a las gemelas Minami y Mei, pero se entendía un poco el punto.

    —Y con lo amable que pareces —solté un poco sin venir a cuento, fue casi un pensamiento en voz alta—. Ah sí, el día que Pai me dio el tour. Se escuchaba muy animado, podemos ir juntos la próxima vez si hacen algo parecido.

    La invitación la dejé ir sin ninguna complicado, no la extendí a Paimon porque ya de por sí me había cumplido el capricho de bailar en el pasillo, no iba a pedirle tanto. Seguimos andando, acabábamos de bajar al segundo piso cuando noté el manchón rojo que nos rebasó. Cayden se coló por un costado, al menos con la suficiente fluidez para no empujar a ninguno de nosotros, y desapareció con una velocidad de la que no creí que fuese del todo consciente.

    Pretendí no llevarle el apunte más allá de la distracción que me había significado, regresé la atención a la conversación y seguimos caminando, alcanzando la primera planta. Le fui contestando a Suiren mientras tanto.

    —Con Pai fuimos al observatorio, se supone que es el espacio del club de astronomía —respondí con calma—. Almorcé con el presidente del club de fotografía también, imagino que contará como visita a un club.

    Al llegar al pasillo de la planta baja había un atasco de gente por el tablón de los grupos del proyecto, los que había visto temprano, pero no ubicaba los nombres así que era un poco lo mismo. Igual el tumulto me sirvió para pescar el asunto como tema.

    —¿Les tocó con alguien que conozcan en el proyecto?
     
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    La niña de Diekmann apareció frente a mis narices acompañada de una... amiga, suponía. Iba a nuestra clase también. Reparé brevemente en ella antes de regresar y ya quedarme en la alemana, que para la gracia era quien me estaba hablando. Estaba lo suficientemente cerca para permitirme oír su susurro, no detecté molestia en mi cuerpo producto de la distancia y se saboreó el apodo de los cojones. ¿Iba a decirme así cada vez que me viera la cara? Oh, bueno.

    —Mejor solo que mal acompañado, ¿verdad? —repliqué, conservando el volumen bajo que ella había utilizado.

    Teruaki-san me había metido en esta escuela en el putísimo culo del mundo, estaba demasiado lejos de los demás lobos y mi barrio en sí como para encontrar apoyo logístico que valiera la pena. Era el más joven del núcleo, en cualquier caso, no habría podido arrastrar a Akira, Xu o Shinsuke ni aunque quisiera. Eda me presentó a su amiga y me pregunté a qué coño venía la intención. A fuerza de hábito o paranoia, quizás ambas, había comprendido que nadie a mi alrededor, nadie que apestara a azufre, daba puntada sin hilo. Jean Bernard, ¿eh? La tía ejecutó una reverencia y su sonrisa fue tan falsa que tuve que tragarme la gracia. Seguí sus movimientos sin modificar ni un centímetro mi posición, en absoluto imité su saludo y me tomé un par de segundos extra para observarla antes de responder.

    —Encantado. —Regresé la mirada a Eda y pestañeé con parsimonia—. ¿Se les ofrece algo, señoritas?

    Había puesto la neurona a trabajar, mientras tanto. Bernard, Bernard... Ah, sí, creía recordar que Teruaki-san había mencionado a un tipo de nombre francés en medio de todos los alemanes. Bueno, eso confirmaba el vínculo entre ellas, no por qué me habían buscado.


    wenas, wenas uwu/
     
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    Note en poco cuando el chico reparo en Jean ella con toda la importancia del mundo por así decirlo lo había observado de la misma manera, entonces su mirada regreso a mí en sí y se quedó ahí, reí al escuchar lo que dijo había utilizado el mismo tono con el que yo le había hablado. Lo recorrí levemente en eso observé a Jean.

    —Verdad absoluta —murmuré—. Aunque puedo decir que de mi parte querrás quedarte solo de vuelta, ¿no? —le sonreí cuando lo mire de regreso, además lo decía porque de seguro la muchachita aquí presente desaparecería en cualquier momento—. Mi currículo no es muy bueno como para querer, tenerme de compañía en todo el receso —eso lo dije por qué sí, acompañando a lo que él había dicho.

    Además, también mencioné eso de esa forma más que nada, porque Jean querría dejarme en cualquier momento para ser sincera, ya lo estaba oliendo. Esa niña no soportaba tenerme cerca, ni un segundo, podía ayudarla calmando su intensidad, pero se hostigaba, al saber que tendría que soportar, tenerme cerca, así sea por segundos. Jean todavía tenía su mirada puesta en él después de sonreírle como siempre lo hacía más que nada, si no tenía gusto de hacerlo, ella muy pocas veces se la pasaba con la sonrisa pegada al rostro muy distinto a mí, claramente yo era una jodida despreocupada podía tener el peligro cerca hasta podía olerlo, pero me valía en poco.

    Era la jodida heredera de un puto imperio, pero simplemente no lo demostraba.

    Recibí la mirada de Kou sin ningún problema y para no mentir la pregunta que hizo me causo gracia porque ni yo misma la sabia.

    —De mi parte nada —actué por un momento—. ¿Se te ofrece algo Jean?

    La nombrada apenas reaccionó, y solo me miro como si estuviera loca. En sus ojos vi las ganas de mandarme al más allá, pero sé que se contuvo.

    —¿A mí? Tampoco de hecho —miro su reloj—. Justamente ahora me iba —miro a Kou—. Vas a quedar en buenas manos por lo que veo, así que no necesitas de mi compañía —giro sobre sus talones—. Ah, y hazme un favor, ¿quieres? Regresa completa.

    Reí por la forma en que menciono todo.

    Bah, pero ¿Que regresara completa? ¿Qué diablos significaba eso? Sabía la fama que el chico tenía con los lobos, ¿pero eso? No significaba absolutamente nada. La vi marcharse, noté que rebusco algo en el bolsillo de la falda y suponía que iría a fumar a la azotea, apenas note que desapareció, lleve mi atención al chico, mientras negaba levemente con la cabeza.

    >> No creo que te moleste que me haya acercado a ti porque creo suponer que es de mala educacion ver un compañero de clase y no saludarlo ¿no? —como que si eso me importara realmente—. ¿Pensabas quedarte aqui parado durante todo el receso? —me acerque un poco a el ¿invadiendo su espacio personal? No, no era para nada muy loco para decir verdad al mismo tiempo observe mi alredor por pura mania—. O ¿tenias algun en mente? Puedo acompañarte si quieres no creo que te importe mi curriculo ¿no?


    Simplemente, a mí tampoco me importaba lo había demostrado ese día en la sala de arte con Alisha.


    En el salón y con ella mismo.
    Era un peligro para la naturaleza cuando me lo proponía.
     
    Última edición: 11 Enero 2024
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    Continuamos nuestro recorrido sin prisa real, pues nada nos apuraba, y escuché a Vero reír cuando la tironeé del brazo. No era yo especialmente chismosa ni nada, pero me gustaba que las otras personas me contaran sobre sus días o la gente que conocían, porque se les notaba cuando algo los había hecho felices o todo lo contrario, en cuyo caso podía intentar hacer algo. Era justo lo que me impedía Al ahora mismo, hermético como era, y quizás por eso me tranquilizaba escuchar a Vero.

    —Yuta... Yuta. Ah, Hattori —hilé un poco en el aire, sin interrumpir a Vero en realidad. Laila los había mencionado—. Me alegro mucho, cielo. Espero que puedan ser buenos amigos. Laila está muy contenta con los clubes, sobre todo después de haber conversado con los Hattori.

    Mi comentario fue genuino, lo acompañé de una sonrisa de las de siempre y al llegar al pasillo de abajo medio sorteamos a las personas hasta que pude ubicar la máquina expendedora. Allí me solté con cuidado de Vero, busqué algo de dinero y lo introduje en la máquina para presionar el botón de del jugo de uva, cuando cayó metí el resto de dinero y presioné el botón para un jugo de durazno.

    Recogí ambos en una mano, una habilidad graciosa que parecía compartida por todas las mujeres del mundo o algo, y le alcancé el suyo a Vero con una sonrisa. Con eso hecho, hice un movimiento de cabeza señalando que podíamos continuar nuestro viaje.

    —Con eso tenemos la primera actualización del estado de Vero, muy bien. ¿Qué más? ¡Dices que tienes mucho que contar!


    Jez agarrando los juguitos es esto literalmente
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    Gigi Blanche

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    Su respuesta me causó algo de gracia y me encogí de hombros, sin concederle el detalle de recibir una respuesta inmediata. ¿Quería estar solo? Era un resultado más que una decisión premeditada, la verdad. Lo apropiado sería decir que no me molestaba, sabía entretenerme solo y no querer rajarme de un tiro apenas comenzaba a oír mis propios pensamientos. Estaba... cómodo en mi cuerpo, en mi espacio; nociones que, estimaba, eran tan lejanas para algunos pobres diablos. La chiquilla habló de su currículum y me pregunté cuán intimidante o nociva se creería, o más bien, por qué eso a mí debería importarme. Por la gracia, sin embargo, mi sonrisa se ensanchó y ladeé la cabeza, detallando sus facciones.

    —Yo te veo bastante normal —repliqué, suave.

    Obviamente era pura mierda, sabiendo su apellido y sus motivos para estar en el país, pero dentro de la escuela sólo los imbéciles pretendían jugar a quién tenía las manos más ensangrentadas. Era territorio neutral, un cese al conflicto, y justo por eso me divertía tanto con Anna, Ishikawa o su amiguito, el irlandés de la 3-2. Temerme u odiarme aquí adentro era un puto sinsentido y aún así no podían evitarlo. Era adorable.

    Vaya, las señoritas no precisaban nada. Diekmann se montó el teatro, se le notó desde la otra cuadra y la cara de su amiga fue un poema. Empecé a cuestionarme, de hecho, si se llevaban bien en absoluto. Usó la oportunidad para huir como si el piso quemara y las razones, aunque no me importaban, sí me causaron gracia. Recibí su mirada con las cejas ligeramente alzadas y demostré un ligero desconcierto manchado de diversión ante su aclaración final. ¿Que regresara completa? ¿El problema ahora era yo? Ah, de verdad, ¿qué hacía para merecer este trato?

    Siquiera me molesté en despedirla. Su figura se perdió escaleras arriba y volteé el rostro de regreso a Eda. Debía reconocérselo, era lo suficientemente despreocupada y teatral para no convertirse en un dolor de cabeza de buenas a primeras. Con los últimos meses me había habituado a otros tipos de personalidad y había aprendido, bueno, a divertirme un poco. Pestañeé tranquilo, sin perder la sonrisa serena, ligeramente entretenida.

    —Eso dicen —concedí al asunto de los modales apropiados y fui consciente de su acercamiento, mas no demostré nada particular—. ¿Aquí? No, no, sólo bajé a ver los grupos del proyecto.

    Ella repasó el espacio con la vista, aunque yo, sin motivos evidentes para imitarla, permanecí en su rostro. Volvió a mencionar su famoso currículum y solté una risa nasal.

    —No puede importarme algo que desconozco —resolví—. Ya que tu amiga te dejó sola, sería descortés de mi parte irme también, ¿no? Somos compañeros de clase, después de todo.

    Me colgué de su estupidez inicial de los modales para seguir la broma y agregué, poco después:

    —Tú eres la chica nueva aquí. ¿Algún sitio que te apetezca conocer? Mi agenda está libre, considérate afortunada.
     
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    Ay, el buen Yukkun. Me había dejado una impresión bastante marcada, indudablemente positiva. Aún recordaba con diversión la curiosa frase con la que, básicamente, me llamó “atrevida” luego de apoderarme del apodo que utilizaba su prima para nombrarlo. Compartía el anhelo de Jez de hacernos amigos, asentí para hacerle saber que estaba de acuerdo con ella, y que se lo agradecía. Esa cuestión iba a depender de cuánta voluntad e interés hubiera del lado Hattori. Tanto si el muchachote accedía como si no, sería comprensiva con su decisión.
    En cuanto a Mey, sentí un latido bastante alborozado al escuchar que estaba contenta. Por unos segunditos quedé con la mirada perdida en el aire, recordando nuestra tarde en el dojo… y la historia que me confió, una que no requería de detalles para entender el proceso que le suponía regresar a la escuela y a su club. Tuvo mi apoyo incondicional y desinteresado desde un comienzo.

    Porque en esto nos parecíamos muchísimo con Jez: el deseo de ayudar a los demás era parte de nuestra naturaleza, buscábamos ser los pilares donde nuestros prójimos pudieran sostenerse.

    —A mí me pone contenta tenerla de compañera, alumna y maestra de nuestros clubes —comenté, riendo un poco por esa curiosa combinación de títulos—. El tiempo también nos unirá en amistad, yo lo sé.

    Aproveché su agarre para atraerla hacia mí y, pegaditas, bajamos hasta el último pasillo. Una vez allí retornamos a nuestros espacios para que ella pudiera comprar unos juguitos en la máquina expendedora. De uva para mí; de durazno para ella, dato que dejé bien guardadito en mi memoria.

    —Mil gracias —dije al recibir mi botella y guardarla dentro de la bolsita de tela que seguía pendiendo de mi codo—. Si quieres que lleve alguna de tus cosas aquí dentro, me lo puedes pedir, ¿sí?

    Teníamos una bonita dinámica, porque además de las expresiones de cariño, también nos mostrábamos muy atentas con la otra. Dejando el ofrecimiento en el aire y siguiendo nuestro rumbo, Jez me invitó a contarle otra de mis aventuras. Me sonreí, pues había algo que tenía muchas ganas de mostrarle.

    —Mira esto.

    Hundí una mano en el bolsillo de mi falda. Revolví un poquito en su interior y saqué un objeto brillante de su interior, el cual alcé a la altura de sus ojitos. Era una medalla plateada, que relució gracias a la luz solar que venía del exterior. En su centro hueco, teñido por un azul que hacía pensar en el mar, se veía una ilustración. Representaba la silueta negra de un karateca realizando una patada alta, rodeado por los kanjis que formaba la palabra “Kyokushinkai”. La medalla iba unida a una tira negra que había enrollado con cuidado para que, precisamente, entrara en el bolsillo.

    En los bordes de la medalla había inscripciones que rezaban:


    “Maxwell, Verónica
    2º lugar, Peso Ligero
    Campeonato Nacional Sub-18 (Tokio 2020)

    —El fin de semana volví a competir en karate —conté mientras oscilaba entre la emoción y un apasionado entusiasmo, como siempre me ocurría cuando entraba en el tema de las artes marciales—. Llevaba casi un año sin hacerlo, pero jamás dejé de entrenar y esforzarme, incluso sin tener un sensei aquí en Japón. Fui a este campeonato con la idea de sumar experiencia... Y obtuve más que eso, ¿sabes? —le sonreí— Allí conocí a la sensei de la otra finalista. Me dijo que está interesada en tomarme como su alumna. Esta tarde iré a verla, me va a realizar una prueba para saber si soy digna.


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    Última edición: 13 Enero 2024
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    Note cuando el chico detallo mis facciones después de ladear la cabeza reí cuando dijo que me veía bastante normal, parecía normal, eso si ocultaba lo que quería y soltaba y hacía mostrar lo me daba la gana por así decirlo. No vi que agregar a eso, así que calle porque así lo sentí.

    Entonces paso lo del teatro y todo era gracioso molestar a Jean, era algo que ya tenía acostumbrado hacer muy diferente a lo que pasaba con Anastasia, claro no por nada la conocían como la reina del hielo. La chica se manejaba un carácter peor o igual que el de Jean, obviamente cuando le daba en gana lo mostraba.

    Simplemente, una era más intensa que la otra.

    Recibí la mirada de Kou cuando me miro después que Jean se fuera, no la despidió y yo tampoco lo hice, no me moleste en hacerlo para ser sincera, a veces daba la impresión que en vez de ser amigas (casi hermanas por así decirlo) éramos enemigas. Aún seguía pensando en eso que dijo ¿que regresara completa? Disparates estar a lado del chico aquí presente no lo veía como un peligro más de lo que había vivido en Alemania, solo lo deje pasar porque sí.

    Escuche lo que dijo a lo que yo mencione de los modales, unos que no estaba seguro de poseer con cualquier, parpadee en poco cuando respondió a mi pregunta si pensaba quedarse aquí parado en todo el receso, solo me quedo asistir sin más. Había repasado mi alrededor, sentí su mirada en mi rostro, así que después de mencionar de vuelta mi currículum en lo que escuchaba lo que decía volví en poco a mirarlo, reí levemente al escucharlo decir que sería descortés de su parte dejarme si Jean lo había hecho para ser sincera me importo menos porque ya lo venía sintiendo ella era así simplemente no soportaba tenerme cerca por segundos.

    —Diría yo que eso sería ya demasiado descortés, —eso lo mencioné porque sí, alce una ceja mientras escuchaba lo que decía, una sonrisa divertida apareció en mis labios al escucharlo decir que tenía que sentirme afortunada porque tenía su agenda libre—. ¿Destino? Supongo yo.

    Pura estupidez de mi parte ya sería eso, como si yo creyera en tal cosa, como fuese, pensé detenidamente en que lugar podría ir con él para ser sincera ni la menor idea. Reí para mis adentros. Pues el único que lugar que me intereso conocer fue la sala de arte.

    —No lo sé —alce mis hombros levemente para después repasar sus facciones—. ¿Algún lugar que quieras enseñarme?, Porque lo único que me intereso conocer fue la sala de arte, ¿hay algún mejor que ese?

    Holis uwu perdoname la demora <33
     
    Última edición: 16 Enero 2024
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    Gigi Blanche

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    ¿Era el destino cruzarnos en el pasillo de la escuela a la que ambos asistíamos, el día que publicaban el proyecto mensual que todos querrían venir a husmear? Sabía que no hablaba en serio, y aún así me resultó lo suficientemente hilarante como para esbozar una sonrisa bastante soberbia. Le permití elegir un lugar, o más bien le pasé el muerto, y al final no me concedió el placer. Mencionó la sala de arte y supuse que le gustaba dibujar o pintar, pero no era información que me interesara por ningún motivo.

    ¿Un lugar para mostrarle? Solté una risa nasal de primera mano. Mi experiencia escolar dejaba mucho que desear. Me limitaba a existir en el aula, incluso comía ahí. Por fuera de eso... Había hecho porquerías en los baños y un pobre intento de negociación en la azotea. Ah, también habíamos usado el salón de actos, pero ¿qué atractivo se suponía que tuviera? Si me había divertido allí había sido gracias a la compañía.

    Y prefería guardar ese secreto entre Ri-chan y yo.

    —No conozco la sala de arte, así que no podría decirte —acabé por resolver, tranquilo, sin preocuparme en brindar una solución.


    no pasa nada, linda, no te preocupes <3
     
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