Interior Pasillo (Planta baja)

Lancé los ojos a un punto cualquiera del techo en cuanto mencionó el color azul. No era una persona de gran creatividad visual, de hecho resultaba bastante sencillita, incluso básica, si a alguien le daba por querer tocarme los huevos. La moda en general me la sudaba, me la pasaba de vaqueros y sudadera, si acaso me esforzaba cuando la ocasión lo ameritaba e incluso allí, en fiestas importantes como las que papá organizaba para Año Nuevo, a duras penas salía de la gama acromática con algún detalle en tonos sobrios.

En fin, que si me preguntaban me habría decantado por morado o algún lila claro, como mis ojos, pero la señorita aquí presente apostó por azul y me sonreí, intentando imaginarlo.

—¿Dices? —sopesé, deslizando la mirada de regreso a ella, y me eché una inocencia impostada al agregar—: ¿Me las harías, entonces~?

Pero qué gracia.

Asentí con calma al recibir su nombre, ya me olía que fuera extranjera pero la confirmación no venía mal. La recorrí brevemente con la mirada, pues porque sí, y acentué la sonrisa un segundo antes de medio girar el cuerpo en dirección al pasillo.

—¿Me acompañas? Me apeteció una soda de repente~

Y no era mentira, si siempre hacía lo que me salía del coño en el momento preciso. Tampoco iba a molestarme si decidía no seguirme, vamos, pero para la gracia me echó una chispa de satisfacción encima la idea de hacer que esta chica me... obedeciera, por pequeño e insignificante que fuera. Tenía toda la pinta del mundo, ¿no? De vivir en guerra con Dios y con el diablo, o algo así. Me daba la sensación, vete a saber.

Busqué sus ojos de soslayo una última vez antes de dirigirme hacia la máquina expendedora del pasillo, caminando con la suavidad de toda la vida.

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me la arrastré porque si roleo tres pendejos en un mismo espacio me da un acv

 

No que tuviera pistas de la clase de persona que era esta chica, si acaso me daba unas vibras ligeramente cagadas pero nada que se alejara demasiado de Cerbero si debía ser honesta, así que tampoco habría adivinado que no era ninguna mente creativa que resaltar. Aunque en mi defensa, me parecía que nadie tenía suficiente capacidad creativa para interesarme en ese sentido, si acaso la chiquilla aquella rara, la castaña alta como varilla del club de arte me había llamado ligeramente la atención.

La inocencia impostada de su pregunta casi me hizo soltar la risa, porque la verdad es que no, no lo haría, pero bueno podía ofrecerle mis servicios para otras cosas. Solo como sugerencia.

—Qué va, O'Connor, luego te dejo el cabello frito y mira, paso —solté sin más, ni siquiera soné hostil como tal.

La vi recorrerme con la vista, girar el cuerpo al pasillo y hasta después preguntar si la acompañaba, como si diera por asumido que lo haría o no le importase si la dejaba irse sola. En grandes rasgos me daba igual, qué sé yo, tampoco que quisiera dominar a todo Dios a los cuatro vientos, solo me gustaba la sensación de control que encontraba en cosas más puntuales y muy honestamente, acababa de encontrar con quién hacer el imbécil, así que win-win.

Terminé por retirarme con ella y al llegar a la máquina aproveché el viajecito para comprar una soda también ya que estaba. Abrí la lata, le pegué un trago largo, y me pensé qué hacía bebiendo azúcar a esas putas horas, pero la verdad era indiferente si a veces me saltaba el almuerzo como una campeona.

—¿Dijiste que te llamas Morgan? —pregunté aunque no esperé respuesta—. Me gusta mucho cómo suena~

 

Contenido oculto: descubrí pedazo de rolita con pedazo de mood

Tenía lo suyo que el mundo fuera un gran patio de juegos, ya ni siquiera calificaba en teatro como muchos excéntricos de por acá probablemente frecuentaran. Estaba tan vacía que, en sí, podía ser lo que quisiera y ¿a quién iba a engañar? Me encantaba. Sólo me faltaba la motivación, lo sabía, por el resto de mierdas no había límites reales. Alguna que otra vez se me había ocurrido pensar que rozaba lo que mucha gente consideraría peligroso, cuando algún despechado me encontraba para girarme la cara de una bofetada. Ardía, dolía, y había tantas emociones desbordantes en sus expresiones que en mi mente resonaba una sola cosa.

Que estaba vacía.

Y me daba igual.​

Akaisa se negó a hacerme unas mechas tan bonitas como las suyas, a lo que suspiré dramáticamente y me encogí de hombros, si acaso fruncí apenas los labios en un remedo de mohín.

—Eh~ So boring.

Total que no se me ocurrió pensar que el abanico de opciones era mucho más amplio, aún no la conocía lo suficiente para que la cabeza se me inflara tanto. Qué va, no la conocía de una mierda. Noté por el rabillo que me seguía en dirección a la máquina expendedora y me sonreí, satisfecha que te cagas. Esa sonrisa fue la que le eché encima al girarme hacia ella y descansar el codo al costado de la máquina, por encima de mi cabeza, tras adivinar sus intenciones de comprarse algo.

Las señoritas primero~

Seguí sus movimientos en silencio, agachándose y dándole un trago a la lata, y recién entonces escarbé por una moneda y a repetir el proceso. Elegí una Coca Cola, nada del otro mundo. Mantuve la lata entre mis manos al girarme hacia ella y echarle mi peso a la máquina. Pronunció mi nombre, así por la pura gracia, y ya que andábamos de halago en halago ensanché la sonrisa y asentí.

—Gracias~ A mí también me gusta el tuyo, Katrina. —Me valí del acento gaélico para pronunciar su nombre en todas las de la ley, con la R bien presente, y ladeé el rostro. Algo de cabello me hizo cosquillas en la mejilla—. ¿De dónde eres?

 

Si nos poníamos a compararnos en algún momento futuro quizás nos diésemos cuenta que, a pesar de no dar la sensación, nos encontrábamos en dos extremos opuestos de un espectro bastante amplio. La chica esta estaba vacía, luego yo tenía el montón de fuego dentro, tenía motivaciones, más de las sanas, y ambos extremos eran peligrosos a su manera.

Pero también tenían sus ventajas.

Su respuesta a mi negación me arrancó una risa baja que seguramente solo yo escuché, no tenía por qué imaginarse el abanico de opciones ni de coña, si nos veíamos la cara recién. No sabía que la otra estaba en su salsa porque hubiese decidido acompañarla, en caso de darme cuenta posiblemente me hubiese entrado algo de malgenio, es decir, algo más pero tampoco como para mandarla a la mierda ni nada. Un poco igual sí que me daba que los otros se inflaran con estupideces de esa clase.

Al menos estábamos en la misma página, ahí halagándonos como estúpidas y todo el teatro, así que un poco de satisfacción sí que me cayó encima al verla ensanchar la sonrisa antes de pronunciar mi nombre también. El sonido de la R me sonó familiar que te cagas, pero no tenía yo un archivo marca Sonnen en la cabeza tampoco y si almacenaba información era selectiva hasta decir basta, así que lo dejé correr y atendí a su pregunta.

—Estados Unidos, pero lo mismo, llevo tanto tiempo en Japón que también soy parte de la fauna natural —respondí encogiéndome de hombros, para luego darle otro par de tragos a la soda—. ¿Y tú? Que aquí el más de la mitad debemos tener acento, pero me sigue dando curiosidad.

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not that i have to say it pero qué pedazo de rola por favor, im

 

Fruncí apenas los labios al oír su respuesta, recostando también el costado de mi cabeza en la máquina. Qué puta pereza debía dar moverse de Estados Unidos a este país de mierda, en serio. Quizá me había tragado demasiado el sueño americano de las pelis, pero saltar de cualquier lugar occidental hasta aquí era, como mínimo, un cambio adaptativo bastante pesado.

—¿Y a qué vino la mudanza? —pregunté, chusma como pocas—. Yo soy escocesa, vinimos a Japón por unos asuntos con mi hermanita y, bueno, ya que mis viejos se estaban divorciando.

Le di unos tragos a la Coca, como si no acabara de soltarle parte del pollo de la puta nada, y es que ¿honestamente? Me daba igual. También recordaba haberle soltado al chico zanahoria así como así sobre mis sueños y aspiraciones a futuro, era algo que a veces hacía y ya.

 

La vi fruncir los labios con mi respuesta e imaginé que estaba pensando en lo pesado del cambio, la mayoría de gente lo hacía, además que razón no les faltaba. En América habíamos dejado todo, ya no era solo una casa que habíamos intentado replicar aquí, sino la gente con la que me había criado, las segundas madres, la calidez del español y el italiano de mujeres que me trataban como si fuese una segunda hija en vez de su jefa. Aquí sola tenía al personal que era frío como la mierda, la frialdad de mi propio padre y mi madre, que era posiblemente la única persona por la que pondría las manos al fuego, y bueno ahora un gato.

La otra quiso chusmear y como no era secreto de estado de ninguna clase se lo solté, que igual ella me había soltado el pollo así por la gracia.

—Nice~ —Eso explicaba la familiaridad del acento si me ponía a hilar fino—. El negocio de mi padre se expandió hasta este lado del charco y quisieron tenerlo como presidente de la compañía aquí, así que nos tuvimos que comer una mierda y venir con él.

Balanceé el peso de una pierna a la otra, repasando lo que acababa de decirme, ganas de meterme en el divorcio de sus padres no tenía aunque seguro a ella le importara una mierda e igual me agarré de repente del resto de su respuesta.

—¿Tienes una hermanita? Qué lindo. —No había burla ni nada en mi voz, de hecho en sí quizás mi tono fue más genuino y tranquilo que en todo lo que llevábamos conversando—. Bueno, debe ser una preocupación extra seguro, pero qué sé yo.

 

Algo de gracia me hacía estar teniendo una conversación medianamente decente con una enana que se cargaba encima semejantes pintas, pero de vez en cuando era agradable y lo dicho, estaba mortalmente aburrida. La compañía que fuera, lo que les interesara aportar a la causa me venía bien y podía adaptarme. Nunca demandaba una mierda, de hecho, me movía con semejante liviandad, con una indiferencia tan marcada que me amoldaba al ritmo de casi cualquier alma. Era parte del paquete de beneficios que implicaba no cargar una mierda en el pecho.

Curioso que te cagas, considerando que no me había dado la neurona para darme cuenta en su momento de cuán parecida podía llegar a ser al zorrito que había descartado pues ¿por qué lo había hecho? Ya ni me acordaba.

Como para ver de refrescarme la memoria y todo.

Atendí a sus razones para haberse mudado con una seriedad que hasta me hizo gracia, si asentía y todo.

—Qué ladilla. ¿Y a qué se dedica tu padre?

Bueno, bueno, si no andaríamos de preguntonas.

Total que al final del día me consideraba una criatura bastante simple y mi semblante se suavizó por completo al asentir, afirmando que tenía una hermana menor. Giré la lata entre mis manos, que había empezado a sudar un poco, y me encogí de hombros.

—Es una buena niña, algo revoltosa pero no da mayores problemas. Prefiero, de hecho, que tenga la energía y las ganas de cagarla porque apenas llegó a casa era un alma en pena.

Había que ver nada más lo mucho que se me podía soltar la lengua si mencionaban a Hanabi, y no me importaba en lo más mínimo. Ni siquiera me interesaba esconder que la cría era la puta luz de mis ojos, porque así era y no veía nada de malo en ello.

Eché un vistazo breve hacia las escaleras y las señalé con la mano donde tenía la lata, estirando el dedo índice.

—¿Quieres ir subiendo, bonita? —sugerí, recuperando parte de la sedosidad inicial.

 

No era que me interesara demasiado si el muchachito este tan bonito se había olido la peste o no, en tanto no me rechazara como lo hacía su amigo ya era una victoria para mí, que de hecho me sorprendía bastante que el otro idiota se juntara con... Este tipo de chico en particular, parecía bastante amable, nada tenía de brusco, burlón o huraño como el resto del círculo. Era una pieza de lo más rara, que vete a saber cómo y cuándo se había colado, pero para su desgracia eso solo hizo que me interesara más en el pobre diablo este que seguro ni sabía lo que le había venido a caer encima.

Si me divertía con él directamente o lo usaba para cagar al otro estúpido eso ya se vería después.

Ya habiéndole cortado el paso al chico retrocedí, regresándole el poco espacio que le había invadido y una satisfacción un poco cagada me cayó encima cuando incluso me regresó el cumplido cosa que no espera, pero tampoco parecía nada raro viniendo de este crío. Lo mejor del caso es que solo había venido a recabar información para mi posterior interés y me salía con esas.

Me lo iba a pasar bomba.

Y acababa de presentarse a la manera occidental, ¿no? Mejor todavía.​

—Gracias~ ¿Graham? ¿No es como nombre de galletas o algo así? En fin, también tienes un nombre bonito, pero si te sacaste todo el combo. —Uy, pero bueno si no me habría pillado en un buen día y todo, que le estaba soltando cumplidos a diestra y siniestra, importándome un carajo si era de tercero o de segundo. Ya después tuve la decencia de presentarme—. Eris Tolvaj. Y bien, Akkun, ¿de dónde eres? Que te noto el acento desde la otra calle~

Había notado a Akaisa cerca de la máquina, pero no era que me interesara ella ni su versión menos tanuki de ojos morados, así que solo seguí a lo mío.

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todos creyeron que bromeaba cuando dije que me iba a comer al Happy Meal, pero Eris existe y ligaría hasta con un árbol si el árbol reaccionara

No creía que ninguna de las dos hubiese planeado tener una conversación medianamente normal, igual no era que fuese a quejarme, en la vida no todo era causar desastres. Ni que fuese yo Tolvaj tampoco, podía ser una persona promedio de tanto en tanto y todo, aunque hasta en los buenos días anduviera picando a idiotas como había hecho con Sugawara solo por deporte.

Tampoco conté con que siguiera la conversación por ahí, no sé, me daba que esta podía pasar de las cosas como una campeona de la misma forma que lo hacía Maze. Aún así de sorpresas se podía vivir suponía, así que solo seguí corriendo por el mismo cauce pues porque también era más sencillo.

—Es dueño de una empresa de suplementos e insumos médicos —respondí con simpleza, como si fuese lo más normal del mundo incluso cuando no solía hablar de mi padre.

No me pasó desapercibido que el semblante se le suavizaba al responderme lo de su hermana menor, no podía juzgarla por ello tampoco, todos teníamos nuestros sitios suaves o al menos una mayoría. Quizás solo por eso le presté atención a conciencia, aunque era yo la que había preguntado y debía hacerlo de por sí, pero mira si la otra aflojaba la lengua tan fácil por su hermanita lo más que podía era prestarle algo más de neuronas.

Solté una risa floja cuando dijo que era una niña revoltosa y asentí con la cabeza ante su razonamiento. La verdad es que era cierto, mejor que tuviera la energía para cagarla que lo contrario, los críos que no se comportaban como tales eran una desgracia y que lo dijera mi propia madre, que la verdad era que no la tenía fácil conmigo desde hace tiempo.

—Los niños deben ser niños, supongo —añadí sin que fuese del todo necesario, pero necesitaba sacarlo del sistema.

No respondí como tal a lo de si quería ir subiendo, me limité a girar el cuerpo con intenciones de retirarme.

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te la puedes arrastrar uwu

 

Contenido oculto: alv voy a seguir poniendo rolas no me importa nada

Igual estaba descolocando al niño o algo, pero que me preguntara si me importaba siquiera un poco si de por sí no era capaz de apartarse, retirarse o lo que fuese. Qué sé yo, quizás debía aprender de su amiguito y todo, que su naturalidad rozaba lo peligroso al menos allí en mis narices. Ni idea de si no era muy avispado o su educación se lo exigía eso sí, quizás un poco de ambas, pero el caso era que me valía para seguir haciendo el imbécil.

Consiguiendo y consiguiendo información.

Para luego despedazarlo todo con un chasquido de dedos.

Aún así si había algo en lo que no mentía era con mis cumplidos, me agarraba de ellos para colarme por las defensas de todo Dios, cumplidos sinceros me aseguraban defensas más o menos bajas. Además, también servían especialmente bien para las attention whores o algunos necesitados del calibre, que buscaban validación de cualquier diablo. Bueno, para algunos, con otros seguía fallando porque eran selectivos como la mierda.

Lo de las galletas pareció avergonzarlo, pero pasé de eso para ponerme encima una seriedad impostada y alzar la mirada al techo unos segundos, pensativa, con los brazos cruzados bajo el pecho.

—Quizás sí deberías demandarlos, ¡a ver si le cambian el nombre a las galletas o algo!

Alguien debía darme un premio también, porque aunque mi personalidad era abrasiva que te cagas podía amoldarme más o menos a otros cuando no eran putos amargados y justamente eso estaba haciendo con este mocoso.

Cuando volví a bajar la vista noté que le había subido la sangre al rostro, se veía que al pobre diablo ni su madre le decía cumplidos o algo, pero por mí mejor. De todas formas tampoco iba a abrumarlo porque, qué sé yo, capaz salía corriendo, nunca se sabía, así que dejé el asunto estar, después de todo se enfocó en mi nombre y... Bingo.

Ladeé la cabeza ligeramente cuando preguntó si era amiga de la mariposita, como era claro que el chico este no era japonés de cepa como el otro tenía sentido que lo viese raro, aunque en sí era posible que incluso sin haberme comido el espectáculo de antes hubiese optado por llamarlo así. Era el camino fácil, digamos, como decirle Zekkun a Zeldryck.

De todas formas me pregunté qué tanta información tendría este chico de la verdadera naturaleza del idiota al que le había dado una paleta, quizás ignorando como un campeón que apestaba a hierba a las putas ocho de la mañana como nunca en su vida. No parecía haber llegado hace mucho tampoco, así que no sé, no sé, me daban como ganillas de destaparle los trapos sucios al mejor cleptómano del Triángulo del Dragón... y todo lo demás.

—Amiga es una palabra pesada, digamos que la mariposita y yo... tenemos una relación meramente profesional. Además, ya lo conoces, ¿no? Le soplas en el oído y brinca hasta el techo, poor little thing~ —Cuando no andaba amenazando gente por tocarle a su manada, claro, pero esos eran detalles porque igual no asustaba ni a un perrito—. Y sí, como la diosa griega. Gracias de nuevo, Akkun, que a todos nos vienen bien los cumplidos mañaneros, ¿a qué sí?

Entrelacé las manos tras la espalda, cambiando el peso de un pie al otro mientras me contestaba la pregunta que le había hecho y tuve que contener la sonrisa de mierda al unir un poco los hilos. De repente resulta que había un dúo irlandés, así de la nada, bueno al menos de sangre irlandesa aunque los papeles de uno no dijeran eso.

—Cuando hablas suenas parecido a tu amigo cuando está verdaderamente fastidiado, se le sale el acento un montón, como si no hubiese vivido aquí toda su vida o algo. Se me activó el radar~ —Admití pues porque me daba la gana seguir exponiendo al otro idiota—. Pues acertaste, obviamente. Nací en Hungría pero migramos aquí cuando estaba pequeña, y al parecer a mis padres les gustaba mucho la mitología, así que salí premiada.

Porque mira que ponerle a tu hija como la diosa de la discordia sonaba a sentencia para la desgracia, encima le habían clavado a mi gemela el nombre de la diosa de las cosechas y la fecundidad, como para terminar de marcar la dicotomía y joderme de por vida.

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primero: a mí me puedes negar que el niño es un happy meal, a eris no
segundo: sácame del tochohell qué pasooo

 

El desagrado le cruzó por la cara un instante y me sorprendió gratamente que este chico, con sus pintas de ser tan jodidamente relajado, pudiese reflejar algo más que emociones positivas, sobre todo que reaccionara precisamente con el apodo del otro diablo. Las posibilidades era que no sabía que al otro literalmente lo habían bautizado como Swallowtail o lo sabía y no le gustaba, por cosas de lo que llevábamos hablando me decantaba un poco más por la segunda.

Lo dejé correr, ya al menos le había enterrado la espina para que preguntara o algo, así que mi trabajo del día estaba hecho, aunque siempre se ponía aspirar a más. Que para la gracia el jodido seguía dándome un montón de información sin cuestionárselo siquiera, sin pisca alguna de malicia, y no me sorprendió ni un poco que nunca hubiese escuchado al otro fastidiado.

Qué iba a fastidiarse con este niño tan bonito.

Ni que fuese yo dando por culo.​

Solté una risa por la nariz por el comentario del radar, porque si creí que le escuchaba el acento, Dios, que se esperara a que se diera cuenta que había estado hablando conmigo para que viese que ya no sonaba medio británico, como buena parte de los irish, sino prácticamente gaélico con sus R pesadas y que casi no se le entendía un carajo. Era hasta para reírse escucharlo, pero en fin, que ese no era el tema aquí.

Me encogí de hombros cuando comentó que debió ser muy duro, nos habíamos mudado cuando era tan pequeña que no podía decir que extrañara Hungría y posiblemente incluso si nos hubiésemos cambiado de país ya en mis años de adolescencia el resultado no habría sido diferente. No echaba raíces en ninguna parte, así como no le guardaba afecto a nada ni a nadie.

—Ya verás, te acostumbrarás antes de darte cuenta~ —dije para no dejarlo colgado con su confesión—. Además en esta escuela hay tanto extranjeros que seguro encuentras gente media perdida también, no serás el único.

Hombre, en este Infierno sobre la tierra hasta los nativos estaban perdidos como la mierda.

Lo vi rebuscar en los bolsillos y cuando quise darme cuenta estaba extendiéndome una paleta, así como había hecho con el otro. Me hizo gracia que anduviese regalando dulces así tan pancho, pero obviamente no sería yo la que se quejase, así que estiré la mano para hacerme con la paleta, quitarle la envoltura y llevármela a la boca.

—Such a good boy, dándome dulces sin motivo —comenté con cierta diversión en la voz y aprovechando que ya Akaisa se había apartado de la máquina del pasillo me acerqué, indicándole al chiquillo que lo hiciera también—. Venga, te invito a una soda~ o también hay té y café enlatado, unas de las mejores invenciones japonesas.

 

Posiblemente la interacción con este chiquillo fuese la joya de mi día, porque me estaba colando como si nada y podía jurar que ya debía pasarle por una idiota normal, nada raro. Es decir, pasando el choque de haberle llegado a hablar de la nada, la cosa se había ido orientando y dejaba de parecer tan fuera de lo común, así que allí estábamos.

Lo que me iba a divertir no tenía nombre.

Claro, apenas estaba preparando el terreno.​

Lo que le dije de los extranjeros le regresó la sonrisa al rostro, fue incluso más amplia, y pensé que este mocoso brillaba como el puto sol sin ninguna clase de dificultad. Seguía pareciéndome extraño que uno de estos, con esta energía y esta extroversión, se juntara con la bola de melancolía que era el otro, pero qué iba a saber yo de todas formas. La gente tenía una manera muy rara de elegir sus amistades, la verdad.

Sonreí como si nada a su comentario de que un dulce podía hacer la diferencia en el día de alguien, porque vamos, si no sería la definición de cinnamon roll el niño este. Además, se notaba que le faltaba... malicia o calle directamente, porque donde yo me movía nada se hacía sin motivos y todo lo que se entregaba ameritaba un pago más tarde, un poco era como la cárcel pero sin barrotes y rutinas tan marcadas.

—Bueno, Akkun, esto sigue siendo una escuela, ¿sabes? —dije mientras metía el dinero en la máquina y presionaba el botón—. Pero si como buen irish boy quieres unos tragos, eso es fácil de arreglar en algún bar del corazón de Tokyo donde no se interesen mucho en cumplir leyes.

Me agaché para tomar la lata, se la alcancé y apoyé el cuerpo en la máquina expendedora como si fuese mi casa.

—Lo soy, sí. Voy a la 3-2 de hecho y soy relativamente nueva en esta escuela, ya que estamos. —Lo detallé con la vista, por altura podía pasar como de tercero pero la carita... Bueno, tenía un poquitín cara de bebé, para variar—. ¿Tú eres de segundo o vas con nosotros?

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pinche gEORGE YO ME IBA A DORMIR ALV

 

Había que ver nada más, con lo distintos que éramos los tres y lo sorprendentemente bien que estaba fluyendo la conversación. Si es que solo había que bajarles un poco la guardia a los dos y eran chicos de lo más simpáticos, ¡y mis capacidades seguían en su punto! No que presumiese de ser ninguna amansadora de bestias como lo era Shio-chan ni nada por el estilo, pero también tenía mis formas de llegar a la gente incluso cuando se rodeaban de muros.

—Eh~ —solté, en un tono quejumbroso y frunciendo el ceño, al escuchar la respuesta de Cayden—. Nada de eso, senpai~ Tienes que tener más confianza en ti mismo, seguro que eres una buena defensa~

Sumida como estaba en mi berrinche infantil, no lo pensé mucho antes de acercarme al chico para hacerme con la manga de su chaqueta y zarandear de ella para llamar su atención y, no sé, lo típico que hace una en esos ataques. Lo pensé apenas dos segundos después, eso sí, e intenté soltarlo de la manera más disimulada posible para que no se notase que, encima, me había casi asustado al darme cuenta demasiado tarde.

Miré inmediatamente después a Sonnen y digamos que hubiese podido disimular mejor si no hubiese escuchado la reacción y palabras del pelirrojo, siendo de repente plenamente consciente de que más gente de la que me gustaría estaba al tanto de... lo que sea que hubiese con Katrina y conmigo.

>>¿Discreto por qué? No hay absolutamente nada por lo que ser discreto, es una pregunta normal, ¿o no? Claro que sí, una pregunta sin más, senpai.

Eso decía, pero claramente había entrado en una especie de cortocircuito en el que, no sé, intentaba renegar lo más obvio. Sin acabar de responder realmente, comencé a caminar hacia el interior de la academia y un poco porque sí asumí que los chicos me seguirían porque, de todas formas, ¿no tenían que ir a sus clases también? ¡P-pues ya era hora de moverse!

>>Akaisa-senpai tendría que ser centrocampista... —murmuré, después de un buen rato, esperando que fuese suficiente para que me escuchasen porque no lo iba a repetir más veces.

Tenía sentido, ¿no? Portera no podía ser por aquello de la altura y posiblemente una de las posiciones más importantes fuese la del centro, que estaban en mitad de todo el embrollo y tenían que controlar un poco la situación de todos los flancos. No solo pensé que le pegaba, seguramente también le gustaría, ¿no? Ser el centro.

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Tremendo combazo asesino te has marcado, sweetheart (?)

Also yo aquí como supiese algo de fútbol lmao

 

Mi idea había sido irme detrás de Tolvaj para al menos asegurarme que si iba a fastidiar a Aleck, bueno, estuviese en mi presencia y pudiera mandarla a la mierda como se le empezara a volar mucho la pinza. Claro, una cosa eran mis ideas y otras las ideas del resto, porque pasó lo de Sonnen arrastrándome a su conversación con Emily y pensé que este cabrón era un puto pesado entrometido.

¿No le había dicho ayer que me dejara solo? Puto intenso, de verdad.

Igual tampoco iba a ser grosero con Emily, mucho menos luego de lo de ayer que la hice sentir que era super obvio que tenía mejores cosas que hacer que estar gastando tiempo con el irish duo, así que me resigné a quedarme con todo y la conversación esta tan rara del equipo de fútbol con la gente de tercero que conocía. Que ya que estábamos, Sonnen como ofensiva tenía todo el maldito sentido del mundo, pero ni en el mundo idílico en el que jugara bien me imaginaba como defensa o nada directamente involucrado con el campo.

Tampoco consideraba que la otra fuese a hacerme mucho caso aunque se viese venir, así que cuando escuché su tono y la vi fruncir el ceño me quedé algo fuera de base, ya que ni se dijera cuando me soltó que tenía que tener más confianza en mí, que seguro era una buena defensa. Estaba visto ya que me estaban fallando un huevo y medio los sensores, porque me di cuenta hasta que la sentí zarandearme de que esa había sido la intención de su acercamiento y la sangre se me subió al rostro con bastante más intensidad de la que me habría gustado.

Paseé la vista por el espacio, sin ser capaz de mirarla a ella en realidad, y acabé por bajar los ojos al suelo como un perro que no sabe qué hacer, hundiendo las manos en los bolsillos. En sí me había dado igual que me tocara ahora que lo pensaba, pero se había clavado ahí un fatality o algo, metiéndose con mi culo inseguro y acercándose.

—¿Supongo que sí? —solté casi en un murmuro, obviamente sin estar seguro de lo que estaba diciendo.

Al menos todo el colapso había servido para que no le prestara la bastante atención a la respuesta de la discreción, que seguro me hubiese entrado la risa otra vez y había que tenerle un mínimo de piedad a la chica. Claro que no tuvo tanta suerte con Sonnen, que aflojó la risa y se detuvo solo porque el cuerpo debió tirarle una punzada de dolor.

Seguimos a la chica hasta el pasillo, ni modo, y tardó su rato pero acabó por responder. ¿Centrocampista? Asumía que tenía sentido, no que yo supiera mucho de posiciones en el fútbol pero aún así. No planeaba picarla más y al menos Altan tampoco al parecer.

—¿Y Anna y tú serían las técnicas del equipo o cómo estuvo eso? —preguntó y casi pude jurar que tenía genuina curiosidad.

Al recorrer el pasillo con la vista confirmé que Tolvaj había alcanzado a Aleck, parecía entretenida hasta decir basta incluso, pero de nuevo no iba a irme sin más y dejar a este par, así que nada que hacerlo. Solté el aire por la nariz con cierta fuerza y mordí la paleta, reduciéndola a puros fragmentos de azúcar.

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emi-chan me mataste al niño, que lo sepas

 

Las ganas que este chico tenía de montarse el teatro a todas horas era encomendable, la verdad. Seguí sus movimientos en lo que fingía secarse las lágrimas y demás con una sonrisa incrédula pegada al rostro, y tuve que soltar una risa ligera al clavarse los espasmos. En serio, ¿qué esperaban para darle un Oscar? En condiciones normales seguro le habría seguido el rollo, estaba visto que me divertían, pero bueno. Igual y tenía otras prioridades en mente. Aunque... ¿zarigüeya? Really?

—Bueno, tan larga no será, así que en otro momento te la cuento. Ah, por cierto, aún no me reincorporo al café. Sólo para que no te aparezcas por allá y tengas que irte decepcionado~

Aguardé con calma en lo que Sanji inspeccionaba el panorama y demás, simplemente asintiendo cuando preguntó si a los maestros se les llamaba sensei. Mira, no que hubiera fungido como tal hasta ahora, pero igual sí que era lo más cercano al puesto así que... ¿por qué no darle el gusto? Lo miré en lo que se acomodaba el sombrero y luego desapareció a mis espaldas. Giré el rostro para verlo por sobre el hombro, divertida, y cuando empezó a hablar deslicé mi atención de regreso al otro par. El gigantón hablaba como una radio descompuesta.

De repente me sentía, no sé, en una película de espías. Aunque de ladrones resultaría más accurate, la verdad, sólo que esos tenían menos clase. Escuché todos sus consejos, sabía que la conversación activa era más bien un arma de doble filo y que así como la distraía, también agregaba un par de ojos al asunto. Pero, como había destacado nuestro querido sensei aquí, ¿acaso ese chico no parecía más preocupado por mantener su alma en paz?

Su alma por decir algo, claro.

Para finalizar, me palmeó la cabeza como si fuera un perrito o algo y le lancé una sonrisa silenciosa, desabrochando el montgomery negro que llevaba encima del uniforme para dejarlo colgando de uno de mis brazos. Así como él había hecho, le guiñé un ojo para cerrar.

—Wish me luck~ —prácticamente susurré, antes de emprender la misión.

La verdad es que no hubo nada interesante que agregar a la cuestión, ningún teatro ni interrupción impostada. Pasé caminando junto a ambos, en el momento que estimé preciso deslicé la mano cubierta por el montgomery hacia el bolsillo de la falda de Alisha y sujeté lo que topó contra mis dedos, removiéndolo con el mismo vaivén que el movimiento de por sí traía. Seguí ocultando todo debajo del abrigo y seguí caminando como si nada hasta alcanzar el final de la línea de casilleros, el pasillo y me metí al baño de chicas. Fue apenas un segundo, allí que no había cámaras, lo suficiente para descubrir el móvil y apagarlo. Me lo guardé en el bolsillo, respiré hondo y salí, buscando a Sanji con la mirada.

El corazón me iba como loco pero, joder. Joder, joder, joder.

No era ni normal la satisfacción que sentía.​