Interior Pasillo (Planta baja)

Algo de gracia me haría imaginar que luego termináramos siendo algo así como vecinos aunque pudieran irse a vivir a cualquier parte del barrio. Una casa, una torre de condominios, vete a saber, eso dependía de qué tanto dinero les echaran encima ya para estar en esta escuela, viajar en coche y andar lanzándose de puentes no debía ser poco.

Volví a reír al escuchar que saltaría conmigo para que no me arrepintiera a medio camino y asentí con la cabeza, como diciéndole que estaba bien. Noté que cuando le pregunté por su hermano suavizó las facciones, notarlo hizo que no pudiese contener la sonrisa suave que me surgió, era casi de ternura y pensé que debía quererlo un montón.

Como yo había querido a Aniki.

—Ya me imagino —dije sin notar que la voz se me había suavizado más, aún así que me regresara la pregunta me lanzó algo de tensión encima.

Bebí un par de tragos largos de café y pensé que nunca hablaba de Kaoru, nadie preguntaba y yo solo seguía, casi fingía que no había existido aunque estaba siguiendo sus pasos tan de cerca que era casi tétrico. Había robado su rostro, lo había fundido al mío y ahora había hasta dado con su manada sin tener idea.

—Lo tenía —respondí con la vista clavada en la lata en mis manos. No había pesar en mi voz ni nada, no sonaba incómoda por mencionarlo, pero sentía las emociones rebotar—. Un hermano mayor. También lo quería mucho, como se ve que tú quieres al tuyo.

 

Al pobre desgraciado le había soltado apenas conocerlo que tenía un hermano muerto, háblame de romper el hielo. Quizás se lo hubiese soltado solo por ver el cariño que parecía guardarle a su propio hermano, no estaba muy segura, era como esas veces en que pensaba decirle a Nagi que cuidara a Kazuki. Que aprovechara a su hermanito hasta sacarle el jugo, porque nada era seguro, porque luego las cosas pasaban y sentías que no te habían dado suficiente tiempo.

Con la aparición de Arata y Cayden sólo había acabado por darme cuenta de que había conocido apenas una parte de quién era mi hermano en realidad, la que él había querido mostrarnos. Conocí al hermano mayor amoroso y protector, al que jugaba conmigo bajo la lluvia y luego me cuidaba el resfriado, el que preparaba los almuerzos, le ayudaba a papá en la tienda y llevaba buenas notas.

Al obseso de la perfección y el control.

Nunca vi el resto, lo que había hecho su alma de ave lira. El alma que yo también poseía y habíamos heredado de quién sabe quien. Había estado por crear un desgraciado imperio, si no se lo hubiese llevado ese coche por delante ahora mismo vete a saber cuál sería su lugar en la pirámide.

Si hablábamos de sitio desde el que me estaría cuidando era dudoso decir si se estaba pegando un banquete en el paraíso occidental o se estaba bronceando como un campeón entre el fuego. Al menos yo no podía decir que era lo segundo porque sólo tenía información suelta, puras cosas de intuición, e incluso el cuento de Cayden sólo había acabado por confirmar que andaba por la vida velando por todo Dios.

Pero a veces uno destrozada el mundo al cuidar a los suyos.

—Gracias —Le regresé la sonrisa, bebí lo que me quedaba del café y arrugué un poco la lata—. De verdad.

Despegué el cuerpo de la pared para tirarla en el basurero que estaba cerca y una vez hecho eso giré el cuerpo hacia el chico de nuevo, entrelazando las manos tras la espalda.

—Si algún día no tienes con quién pasar el rato en el receso y almorzar puedes buscarme —dije sin más porque seguía siendo esa clase de estúpida al final del día y quizás, sólo quizás, estaba volviendo a las costumbres de mierda que me habían hecho liarme por medio año con un idiota por el que no sentía nada. Todo era llenar vacíos, poner parches, silenciar el ruido y con él la ira—. En la 2-2, ¿podrás recordarlo, senpai~?

Había retrocedido ya no sólo a cómo había empezado el mes, había echado para atrás un año completo. Tenía de regreso algo de mi capacidad para sincronizarme con los demás, también de fingir que no pasaba nada y seguir con la vida, junto a aquella necesidad de picar un poco con la que había molestado a Hiroki por meses solo que ahora... Bueno, no tenía anclas.

Las había perdido todas.

Ya el mundo juzgaría si era bueno o malo, si merecía pegarme el banquete o broncearme en el núcleo terrestre.

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Zold no sé si decirte que hiciste algo bueno aquí o avisarte que solo tienes puras unhealthy One alrededor para que salgas corriendo

 

La chica aceptó sin mayor problema y ambas nos dirigimos hacia el interior del pasillo. Me pilló un poco desprevenida que me dijese "lady", la verdad, porque era el tipo de título honorario que una escuchaba en una serie europea de época y no en una alumna de diecisiete años en el instituto. Aun así, logré disimular la sorpresa y prefería no decir nada más al respecto, ¡uno no podía juzgar a los demás por ese tipo de cosas!

Por lo demás, tampoco parecía contrariada con el hecho de que una completa desconocida se le acercase, sabiendo su nombre y todo, pero por su forma de ser pensé que simplemente tendría que ser una persona naturalmente amable y quizás algo confiada; algo así como "por extraño que se comporte esta persona, no tiene por qué tener malas intenciones realmente".

—Soy una amiga de Ri y me habló un poco sobre sus compañeros de proyecto, por eso te he podido reconocer —expliqué, de camino a las escaleras—. Espero que no te haya resultado muy incómodo todo esto así de la nada.

A medio camino intercalé miradas entre el ascensor y las escaleras, dispuesta a preguntarle si tenía preferencia por alguna, pero me di cuenta que el primero estaba ocupado así que tuve que desistir de ello y seguir hacia los escalones.

>>Espero que se haya portado bien con vosotros~

 

A juzgar por lo que había conocido de él en la fiesta, no me quedaban demasiadas dudas de que Sanji era perfectamente capaz de subirse a mi tontería. Y si albergaba alguna, bueno, se evaporó apenas abrió la boca. Me di cuenta en medio segundo que era el mismo chico de la mascarada, que su espectáculo de zorro no modificaba su verdadera esencia y era bastante refrescante, a decir verdad.

Si mi sonrisa se le había contagiado en la suya, la suya se me contagió a mí y así. Asentí con una cuota de emoción contenida ante su idea de usar nombres en clave, el cabello me rebotó un poco aquí y allá. Tanto rizo era como llevar resortes encima.

—Sure! Tú serás Zorro.

De paso recordé que había dicho que Altan era un puercoespín y Maze un delfín, ¿qué con el zoológico? Le puse cara de circunstancia al sopesar la posibilidad de que fuera a borrarle la memoria, y cuando estuvimos ya quietos hundí la mano en el maletín. Vete a saber desde cuándo estaban ahí, el caso fue que recordé que llevaba encima unas gafas de sol negras y me las coloqué con un movimiento de cabeza bien dramático, echándome encima una seriedad infundada.

—Oh, no lo sé —murmuré, lento y pausado, y me bajé las gafas con el índice para mirarlo por encima—. Should I? Can I trust you, Vulpine?

La cantidad de estupideces que soltó luego a tropel fue demasiado hasta para mí. Me lo quedé mirando luego de quitarme los anteojos y quedarme jugueteando con ellos entre los dedos, intentando procesar en tiempo real todo lo que se le estaba ocurriendo. ¿Su cerebro funcionaba a velocidad supersónica o algo? Al menos conseguí quedarme con lo último, que de paso sonaba genial, y di un brinco pequeño en mi lugar al apuntarlo con un dedo.

—¡Ah, las bombas de brillantina! Rayos, sabía que me faltaba algo.

El teatro había bajado el telón, se ve. Me relajé al hacerlo él, sonreí un poquito más amplio cuando me guiñó el ojo y me quedé escuchándolo, aún con las gafas entre manos.

—¿Por la zona? —arrugué el ceño, pensativa. El Sakura estaba bastante lejos del corazón de la ciudad, a decir verdad, así que no pasaba mucho tiempo aquí—. Bueno, sí viste que estamos básicamente dentro de un parque enorme, ¿no? Hay un lago, hay santuarios y tal. Una vez hicimos una excursión guiada por los templos y, mira, no sé yo si seguirá ahí, pero afuera del santuario Suga había un carrito que vendía uno de los mejores café que probé nunca.

Oh, sí, aún recordaba ese glorioso vasito de café cuando los desalmados nos sacaron a la intemperie en pleno enero, todo con la excusa de que tanto extranjero debía empaparse un poco de las tradiciones japonesas. ¿No podían empaparnos en octubre, al menos? Venga.

—Y sobre dónde comprar café... —Le dediqué una sonrisa orgullosa y le piqué apenas el hombro, comenzando a caminar en dirección a las máquinas expendedoras del pasillo; tanta charla me había dado ganas de beber uno. Busqué sus ojos por sobre el hombro—. Bueno, cariño, ¿eso no se responde solo? ¿No recuerdas ya dónde nos conocimos por primera, primerísima vez?

Esculqué por unas monedas en mi bolsillo, las introduje en la ranura y me agaché para conseguir la lata de café. La sujeté entre ambas manos y recogí los hombros, sonriendo. Estaba calentita.

Recibir sus ojos de vuelta me dio una idea de que la tontería ya había quedado completamente atrás. Aún así hice como si nada, abrí la lata y le di un trago, repasando su pregunta en mi mente. ¿De verdad se me notaba? No era lo usual.

Mierda.

—Pues sí, sólo es lo de siempre. Escuela, trabajo, los niños, ya sabes. Ah, tengo tres hermanos pequeños. —Lo señalé con la lata y arrugué apenas el ceño, preocupada—. Ah, perdona, cielo, ¿te gustaría beber algo? Yo invito~

Ahí iba, con el impecable talento por disimular y tapar todo. ¿Debería sentirme orgullosa? Ni un poco.

Bien, pues tampoco lo hacía.

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sabrán disculpar, no sé no clavarme tochos con Sasha

 

La reacción a mi sugerencia de hacerle compañía durante el almuerzo me hizo consciente de que seguro él ya lo estaba pensando, realmente era para descojonarse porque llevaba hablando con el chico apenas unos minutos y ya estaba haciendo movidas de esas, anticipándome a los demás. Digamos que vivía de anticiparme y aún así las cosas me salían como una mierda, pero habían manías que uno no podía dejar ir.

Repitió el número de la clase y me tuve que tragar una risilla, no estaba para nada acostumbrada a gente tan tranquila o dócil, no sabría decir. Pasaba de amargados a ansiosos y devuelta al principio, como si solo supiera andar en círculos, complicarme la vida pretendiendo domar bestias o quién sabe qué, como si fuese mi misión.

De todas formas me hizo gracia ver que algo de color le subió a las mejillas todavía con el asunto de ser llamado senpai, a ver, el tenía que controlar eso o iba a convertirse en carne de cañón, con lo que me gustaba a mí molestar. Ya de hecho estaba diciéndole así que por la gracia de provocar una reacción, de tensar cuerdas y escuchar la vibración viajar por el aire.

—¿Un almuerzo con los nuevos de la escuela? Qué honor. —Levanté el maletín que había dejado apoyado cerca de la pared y me aparté el flequillo del rostro con la mano, balanceándolo como un péndulo al incorporarme—. No te preocupes por tu hermano. Tengo experiencia con personalidades... un poco abrasivas por decir algo.

Dejé salir una risa floja.

—En la azotea si no llueve entonces. —Confirmé aunque no hacía falta y comencé a caminar de regreso a los casilleros—. Nos vemos en el almuerzo, Kasun-senpai~

No me quedé a esperar su reacción, solo seguí caminado para cambiarme los zapatos y finalmente subir a clase. Si Hiradaira y Emily seguían allí pues ni modo, me hacía la loca y ya, aunque ahora que lo pensaba tenía que darle a la chica el cuaderno aquel de apuntes que me había enviado con Al para lo del proyecto.

Y disculparme de una puta vez o algo, de verdad. No era que fuese a hacerlo ya mismo, pero quizás en algún momento del día o de la semana o cuando nos juntáramos por fuerza para el trabajo ese.

 

No me pasó desapercibido el deje de nerviosismo que hubo en su expresión, y podía llegar a entender mejor que nadie esa sensación. Era el miedo de tirarse de cabeza a una piscina que no sabías si estaba llena o vacía, si amortiguaría el golpe o no, pero a la que te ibas a lanzar de todos modos porque confiabas en tu capacidad para salir de ello y querías pensar que había agua que parase el golpe.

Le dediqué una caricia suave sobre el brazo y una mirada comprensiva como única respuesta, antes de cambiar por completo de tópico. Quería que supiese que todo estaría bien, que yo estaría ahí para lo que hiciese falta, pero sabía que el salto de fe lo tenía que dar ella y solamente ella, y hasta ahí llegaba todo lo que yo podía hacer.

—¡Faltaría más, su excelentísima —respondí, pomposa, sin poder aguantar la risa mucho después.

Nos encaminamos así hacia el interior del pasillo, enganchadas del brazo, y más o menos a mitad de camino hacia las escaleras volví a hablar, ya con la normalidad de todos los días.

>>Annie, ¿a qué hora sales de trabajar? Hay una crepería a la que me gustaría llevarte un día de estos~

 

Se me aflojó una risa de lo más desinhibida apenas el chico usó esa... esa versión tan rara del verbo trust. ¿Cómo había dicho? ¿Trustearte? ¡Que agradeciera que hice la conexión! Como fuera, me esforcé por recuperar la seriedad lo más rápido posible y entrelacé las manos a la espalda, inclinándome en su dirección.

—Oh, cariño, eso depende de ti. —Se me escapó una sonrisita divertida y ya me rendí, permitiéndole ampliarse todo lo que quisiera—. I'm very reliable and trustworthy!

Bromas aparte, la verdad era que sí me lo creía. Al fin y al cabo, siempre había sido buena concluyendo y organizando tareas. También me consideraba una persona leal, qué sé yo, me llevaba los secretos a la tumba, pero esas no eran cosas que uno dijera de sí mismo, ¿verdad? Aunque... acababa de hacerlo. Oh, bueno.

Si había alguna sutileza que debería haber captado en sus indagaciones sobre café, la verdad era que se me pasó por completo. Quizá fuera porque tenía la cabeza demasiado puesta en otras cosas o porque, quisiera o no, el asunto con Daute aún representaba una herida abierta. De la forma que fuera, no me detuve a analizarlo y si la idea apareció tras oírlo responderme, lo hizo con tan poca fuerza que la descarté de inmediato. No me quedaba energía para preocuparme por nimiedades.

Le saqué la lengua apenas él me sacó la lengua, todo muy maduro, y asentí bastante alegre a pesar de que el asunto me obligó a recordar que debía hablar con el gerente.

That asshole.

—Sure! Ya te lo dije, tú solo ve y yo estaré ahí. First coffee's on me~

O más bien, no lo iba a agregar a la rendición del día. Pero esos detalles a nadie le interesaban, ¿verdad?

Ya que estábamos, la neurona tampoco me daba aún para definir que Sanji era mucho más receptivo y observador de lo que podría parecer a simple vista. No que me gustaran mucho los de su tipo, siendo tan estúpidamente recelosa de mi privacidad y mis asuntos como era, pero en tanto supiera manejarlo y no me echara sus skills por toda la cara, no había tal crisis.

Es decir, en tanto no se repitiera lo de la fiesta.

—Sí, soy la mayor y por bastante. Al mayor de ellos le llevo... once años. —Giré la lata entre mis manos en un gesto algo ausente y me encogí de hombros—. Es algo cansador, no voy a mentir, pero en definitiva no me gustaría que alguien más lo haga, así que...

Era bastante consciente de que con esa información fácilmente podía deducirse que ni yo ni los niños tenían una mamá presente, pero ya qué. Podía sobrevivir en tanto el asunto permaneciera tácito.

Su comentario sobre su abuela me arrancó una risa floja que solté por la nariz. Lo acompañó una punzada de culpa, pero nada que hacerle. No cuando había sido yo la imbécil que no la visitó cuando debía hacerlo.

—Conque un elitista del café, ¿eh? —adiviné, empezando a caminar hacia las escaleras; un poco de impulso había preferido pasar de largo la cuestión sobre conocerme más—. Mejor tengo cuidado para no ofender a Su Majestad~

Esas mierdas me incomodaban.

—Por cierto, ¿a qué clase vas, hon?

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no posteé en el pasillo del primer piso porque fui la última en postear ahí jsjs, so be my guest <3

 

Joder, si no tendría un jodido radar o alguna especie de esencia que los atrajese. A los jodidos salidos como yo, quería decir, porque dos más dos y el tipo este entraba de cabeza al saco. Una pena su timing, pero supongo que podía divertirme un poco a su costa hasta que me apeteciese tirármelo. Y ya de paso aprovechar para despejarme un poco la cabeza de las tonterías que tenía que estar pensando.

Ahí estaba el tinte felino apareciendo en mi sonrisa, como si no me lo hubiese esperado o algo, y ladeé la cabeza echando la vista al techo, como si me estuviese pensando de alguna manera la respuesta y no supiese exactamente qué hacer o decir. Me separé del casillero después de un rato y me acerqué a su posición, apoyando la mano en su hombro para poder hablarle al oído.

—Me van toda clase de vicios, handsome~ —me separé apenas para buscar su mirada y señalé el pasillo con la cabeza, recuperando la suavidad de antes en mi rostro—. Tercero, ¿cierto? ¿Vienes?

No esperé a que respondiese, obviamente, y me dirigí hacia el interior del pasillo asumiendo que me seguiría cómo hacía siempre. De paso se me había ocurrido una estupidez y quizás me daba tiempo a hacerla si empezábamos a subir ya hacia las clases.

>>Entonces, tienes tres intentos para descubrir en qué club estoy, si es que estoy en alguno, y ya veremos qué te pido cuando pierdas~

 

La verdad era que no había dejado de caminar desde que mostré mis intenciones de hacerlo, lo único donde guardé consideración fue en ralentizar el paso al notar el bastón que llevaba el chico. Vete a saber lo que le había ocurrido, pero qué ladilla. Mi idea habían sido las escaleras, es decir, el plan por default, pero apenas abordar el pasillo desvié el trayecto hacia el ascensor. Ni siquiera me giré para comprobar la opinión de nadie, no quería ni iba a atender quejas. Qué va, no era un acto caritativo ni nada, en definitiva se me morían neuronas de sólo imaginar cuán lenta habría sido la otra opción. Esto le convenía a todos y si había algo que me gustaba, eso era el beneficio mutuo.

Escuché todo lo que tenían para decir, sus voces me alcanzaban desde mi espalda y me fui imaginando sus expresiones y tal. El chico, en particular, parecía bastante efusivo. Me detuve frente al ascensor y despegué la mano del bolsillo sólo para presionar el botón. La regresé a su lugar sin tardanza.

—Vayamos a mi casa —propuse, o más bien afirmé, girando medio cuerpo para alternar mi mirada entre los tres—. Reúnanse conmigo en el portal de la escuela, yo me encargo del resto.

Tampoco tenía nada que hacer, la verdad, ya estaba pautado que el chofer me recogiera todos los días a la misma hora. Papá no estaba en casa durante la tarde y nadie haría preguntas. Además, prefería la comodidad de mi casa antes que arriesgarme a acabar en una pocilga o un conventillo. Pasé por completo de la clara vergüenza del muchacho, porque me daba igual y porque contaba con la decencia suficiente para no echarle más peso encima a su bochorno.

También ignoré lo de amigarnos, claro.

La alarma tenue del ascensor captó mi atención, me volví e ingresé al cubículo, recostando la espalda en la pared espejada del fondo.

—Y bien, ¿pensaron algún tema en particular?

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paja citar tres mensajes así que Reual Nathan Onyrian Yáahl Amane