Pasillo (3º piso)

Sonrió apenas mientras negaba con suavidad su cabeza al verla aferrarse a su brazo nuevamente para iniciar a caminar aunque está vez ya no se había tensado ni un poco por su cercanía, quizás de todas las cosas que Katrina decidía hacer solo porque si con él esa era una de las acciones que más le causaban curiosidad por ser en realidad la más normal de todas, algo que si veía a varios estudiantes de su anterior escuela hacer con normalidad cuando tenían pequeños grupos de amigos.

Y aunque él determinaba que ambos tenían una especie de amistad rara quizás incluso sólo de su parte, no recordaba verla hacer ese gesto con otra persona y allí era lo que le radicaba curiosidad, lo que le llevaba a preguntarse que era lo que hacía que Katrina actuara de esa forma desde que pasó aquel beso pero siempre dejaba de lado.

Era más fácil aceptar que así podían ser las cosas.

—Incluso si se que podría ser una buena idea —Porque la celebración era de Katrina misma y vamos, toda la charla de la azotea era para simplemente asegurar que estaba siguiendo la corriente de forma apropiada —, si hacemos eso ya estaría perdiendo aquel anonimato que pudiera tener, ¿no? Aquella pequeña probabilidad de no ser descubierto o no tener acceso desaparecería ~

Y era más que pequeño porque estaba seguro que sería fácil reconocerlo por su forma de actuar que no encajara perfectamente al ambiente.

 

Ni siquiera vio venir el hecho de que Katrina lo dejara ir para colocarse frente a él así tan de repente, haciéndolo frenar de golpe para no chocarse con ella por accidente y solo mirarla con cierta extrañeza porque esta vez si creía que no había razón alguna para hacer eso para volver nuevamente a la posición en la que habían estado en los casilleros.

Porque incluso con sus pocas interacciones estaba seguro que para ese punto sería claro para ella por sus preguntas y su manera de actuar su ambiente predilecto no eran las fiestas o lugares donde tuviera que estar cerca de más personas, más con el riesgo de ver situaciones claramente ridículas por influencia del alcohol.

—Me reconocerás enseguida si no me esfuerzo —Admitió tratando de volver a centrarse en lo que le había dicho —, podría estar en alguna esquina observando quien pierde la cabeza primero o quizás discutiendo con alguien, o cuidando de no tomar demasiado... son cosas muy sencillas para identificarme, no tendrás problemas.

 

Tras abandonar los baños y dejar atrás a esa mocosa impertinente me encaminé hacia mi aula sin ninguna prisa, encontrando poco después a Akuma-sensei tratando de captar nuestra atención. Vaya, qué docente más... interesante nos había tocado, ¿huh? Se la veía, por demás, cariñosa. Sí, esa sería la palabra. Tuve que contener la sonrisa que amenazó con dibujarse en mi rostro al notar las miradas que le dirigía a los alumnos, tampoco es como si se esforzase en disimularlas o algo así.

En cualquier caso al parecer teníamos nuestro primer proyecto grupal a la vuelta de la esquina, uno sobre biología incluso, que era una de las asignaturas en las que mejor me defendía. Tamborileé las uñas carmín sobre la mesa de manera rítmica. ¿Quiénes serían los afortunados o las afortunadas en compartir grupo conmigo? Bueno, eso estaba por verse~.

Salí del aula no mucho después, tras echarle un ojo rápido al tablón, y me recargué en la pared de enfrente, observando a los alumnos pasar sin prestarles atención realmente. Me retoqué las uñas, de nuevo con ese aire de desidia e impasibilidad que me rodeaba cuando no había nada que mereciese siquiera que le pusiese la mirada encima. Era bastante selectiva con esas cosas, ¿no?

Pero por suerte aún quedaba algo de diversión en mitad de esa caterva de alumnos.

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Gigi Blanche La beba esta quiere canjear su cupón de tours locos con Kou-chan, pa cuando se libere uwu

 

En eso estaba, atendiendo mis uñas como si fuesen lo más interesante en el mundo en esos momentos cuando el tono suave de Shinomiya me hizo alzar la mirada. Fue casi como si el chip me cambiase en un abrir y cerrar de ojos, porque la eterna apatía mutó en una sonrisa fresca y caminé hacia él como si nada. Había que ver, ¿huh? Cómo su fachada de príncipe francés o vete tú a saber qué contrastaba tanto con las mierdas por las que aparentemente se movía.

Era casi como una suerte de reflejo, ¿no?

—Ah, Kou-chan~ —canturreé, empleando el mismo tono inocentón y ligeramente agudo que usé al entrar en los baños, como el de una niña. Asentí con convicción ante su pregunta, entrelazando las manos tras la espalda—. Así es. Tuve la suerte de contar con cierta ayuda al inicio... Pero se ve que se cansó de mí o algo. ¿Te lo puedes creer?

La eterna sonrisa jocosa se asomó con aquella suerte de pregunta, lanzada al aire casi de manera dramática, aunque me importaba poco o nada en realidad. Lena aún podía serme de ayuda y no pretendía ahuyentarla tan pronto. Por otro lado al chico apenas lo conocía aún, pero los Shinomiya eran casi como una suerte de faro en tanto en cuanto nos adaptábamos a la nueva vida en Tokyo. Veía sensato hacer lo mismo en la propia academia.

Confianzuda como yo sola me enganché a su brazo, fingiendo ingenuidad, casi como si buscase tentar sus límites, y volví a encontrar sus ojos sin perder el tono liviano con el que me movía.

—De hecho la vacante sigue libre. ¿Aún continúa en pie ese tour por la academia o te pillo en mal momento~?

 

Se había alterado, ¿no? Fui incapaz de ocultar el deje de preocupación en cuanto le vi salir... prácticamente huyendo, a pesar de que se fue con una sonrisa; una demasiado nerviosa. Lo sabía porque me conocía, y conocía a Natsume y... a Kazuki. Por algún motivo me recordaba un poco a Kazuki.

—Uhmm— Olvidé mis divagaciones en cuanto Izayoi me preguntó por el club de basket, mientras rascaba con suavidad una de mis mejillas con el dedo índice, mirando al cielo como siempre hacia al estar pensativa—. De seguro tu altura te ayudaría bastante... —murmuré mientras intentaba hacer memoria. A ver... según lo que había oído..

El presidente de Club era hermano de Shirai-kun, y él... ¿Cuál era su nombre?...

—¡Ah, Amery-senpai! —exclamé con suavidad, deteniéndome en el proceso; otra vez había golpeado mi palma extendida con mi puño cerrado generando un golpe seco...

¿Amery, el hermano de... Shirai? La confusión invadió de inmediato mi expresión de descubrimiento, pero no demoré en negar con rapidez con la cabeza, como sí así me despejara más fácil. Me volteé a ver a Izayoi, también noté que Horiazana-kun nos esperaba a lo lejos, estático con las manos tras la nuca. Le sonreí a mi senpai, tranquila.

—Amery-senpai, es de tercero —comenté caminando con cuidado y despacio, luego volteé al frente—, debería ir en algún curso de tercero... ¡E-ey! ¡¿A-a dónde vas?! —exclamé más fuerte que todo lo que había dicho en el momento, en cuanto noté que Horiazana se colaba en el pasillo que lo llevaría a la azotea.

... Si... definitivamente... se parecía a Kazuki. Lo miré con cara de circunstancia, mientras apresuraba mi paso hacia él, dejando atrás a mi senpai.

—¡Ah! Quería ver lo que había arriba —dijo con tranquilidad, sonriéndome como sí nada cuando me paré frente a él, soltando un bufido suave, con un mohín y todo.

—Una azotea —respondí con un tono monocorde, pero mi ceño fruncido se mantenía... ¿Estaba enojada? El calor me subió a las mejillas, ¡¿por qué diablos me enojaba por la desobediencia de un chico que acababa de conocer?! ¡Ni que fuera...!

... Kazuki...

Él había volteado hacia otro lado, sin moverse de su lugar, silbando bajo. Solté un suspiro derrotada, cabizbaja.

—No hay problema sí vas —murmuré.
—¡Yey, gracias Nabe-san! —dijo pegando un brinco brazos alzados, y luego subió raudo por las escaleras, directo al techo.

Yo, como ya iba entendiendo que sería nuestra relación, me asomé preocupada sin intenciones de seguirlo... solté otro suspiro, más agudo, cuando comprobé al ver su portazo que no se había ido de bruces al suelo por correr... Ese niño... no era de ciudad... ¿verdad? Mamá estaría paniqueada con un niño así de ser el caso.

Volví sobre mis paso, mirando por sobre mi hombro un momento, como sí el niño fuera a volver a aparecer en cualquier momento. No demoré en dar con Izayoi-senpai, le sonreí con suavidad.

—Lo siento —dije con la sonrisa, para luego apuntarle con la mano extendida el salón a mi costado derecho—. Ese es el salón 3-3.

Luego enlace mis manos frente a mi regazo, cerrando los ojos y manteniendo mi expresión tan calma como risueña.

>>Le ha salido muy bien la canción a Horiazana-kun, ¿no crees?— Volteé a ver por sobre mi hombro, el último lugar donde había estado Vite-kun—. Es una linda canción.

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Rojo FireRed uwu <3

 

Tachán, en lo que canta un gallo, la partida de muchachos de preparatoria estaba en el tercer y último piso, debajo de la azotea, lugar al que correspondía Sakuya por cuestiones obvias de edad y grado, aquel par de chiquillos había animado el inicio de su día, con un hiperactivo y talentoso musicalmente Horiazana, acompañado de la nerviosa Watanabe, que a pesar de tener las emociones en contra, había demostrado compostura manteniéndose tranquila y firme.

De los labios de Nagi se había desprendido un nombre, música para sus oídos, el del presidente del club de baloncesto, un tal Amery, era de tercer año también, así que sería parte de alguno de esos salones.

Y en la secuencia de acciones de aquella jovencita, señaló el aula 3-3, la correspondiente a Izayoi, para ver fijamente la puerta, al parecer, estaba vacía por los momentos.

Vite, aquel jovencito intempestivo y entusiasta de la vida, había salido corriendo a la azotea, a leguas se veía que no era particularmente citadino, un niño corriendo súbitamente de la nada en una ciudad era el horror que hacía palidecer a las madres urbanitas, así que Izayoi podía comprender el dejo de preocupación de Watanabe, por el bienestar del chico, pero luego hizo hincapié en las habilidades musicales del chiquillo, Sakuya no era una purasangre, pero le gustaba aquella tonada.

—He de admitir que Horiazana-san transmite honestamente su pasión por la música, es talentoso —se esbozó una sonrisa en su cara juntando sus manos frente a su falda— Ha sabido tocar muy bien aquella melodía

La prepa no era tan mala después de todo.

 

Llevé las manos tras mi espalda, entrelazándolas. Empecé a meserme con suavidad de izquierda a derecha, entonando una sutil melodía apenas audible a labios cerrados, ojos también; escuchando tranquila y... muy alegre a mi senpai.

Me detuve en cuanto dejó de hablar, sosteniendo con suavidad su mirada, hablé sin pensar en lo que decía.

—Se nota que en el fondo es tímido —sincere, para luego cerrar los ojos y hablar con una amplia sonrisa—, ¡aunque me sorprendí al escuchar la canción de Epona!

Nagi, como siga soltando la lengua se enteraran de que...

>>Me pregunto sí la aprendió de casualidad o en verdad le gustan los videojuegos —finalicé mirando por sobre mi hombro, reproduciendo en mi cabeza la reciente escena que tuve con él como sí de una cinemática se tratara, casi como sí en verdad pudiera verla de nuevo.

Me quedé mirando a la nada, porque una vez expuesta, tan solo me quedaba quedarme paralizada ante la expectativa...

¡Bu-bueno, se notaba a kilómetros que Izayoi-senpai también era algo rara! Otaku de algo debía ser... ¡N-no podría recriminarme por... mis gustos!

 

Sakuya veía el como la jovencita se mecía de un lado para otro, en visible estado de buen humor, era imposible amargarse con la presencia de aquella niña, era impresionante lo calmada que se mantenía a pesar de estar al borde de un colapso por los nervios, hablar de ovarios bien puestos, esa nenita era un hueso duro de roer , si, si.

La conversación había llegado de nuevo a la inesperada actuación musical de Horiazana, y algunos rasgos de personalidad del joven.

Tímido para nada, vamos, que ese niño era un pedazo de sol, que si no te cuidas te da diabetes con lo meloso que es.

¡Sabía que le había visto pinta de yegua! Pero no era para molestarse, más bien eso le hacía gracia en su interior, era imposible molestarse con algo así, vamos

—¿Le sucede algo, Watanabe-san? —se le acercó al ver que miraba a la nada, aunque sabía perfectamente que aquella chiquilla había soltado más de lo debido, había notado que era una jugadora de hueso colorado, y no le molestaba— Epona, fiel yegua compañera del héroe del tiempo, ¿No? —esbozó una sonrisa, buscando disipar la tensión que se había apoderado de Nagi— Si conoce la canción, debe conocer el juego.

Habíamos llegado de charla sobre los salones, a los clubes, a un concierto improvisado, a una charla sobre caballos y niños con espadas, ¡Las vueltas que da la vida, joder!

 

Contenido oculto: Gerudo Valley

​

Mis ojos conectaron con los de ella, no demoré en desviar la mirada otra vez, sacando a relucir me sonrisa tiritona; con una leve risita nerviosa. No demoré en volver a rascarme la mejilla derecha con mi índice, evitativa, pero... ya no había nada que hacer al respecto, ¿verdad? Aparte, no se veía enfadada ni con ganas de molestar de malas maneras, solo... algo juguetona.

—¿Pues qué quieres que te diga? Me has pillado —dije cuando terminó su... narración, por decirlo de alguna manera. Y no sé, pero creo que su entusiasmo me dio las energías suficientes para hacer el tonto también, pues me alejé un par de pasos para hacerle una reverencia demasiado formal y volver a presentarme; aún cuando ya lo había hecho.

>>¡Watanabe Nagi! —exclamé con calma y, para mi propia sorpresa, en cuanto alcé el rostro sin deshacer mi reverencia; una sonrisa desafiante y ojos filosos adornaban mi expresión, la voz me sonó melosa— Me pregunto sí nos conoceremos de antes~

¿MMO? ¿RPG? ¿Las últimas tendencias? ¿Juegos de disparos, de ritmo, plata-formeros? ¿Arcades, de teléfono? Vamos querida, estoy dispuesta a todo.

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Ni yo me puedo tomar a esta Nagi en serio XD

 

Esta Nagi... Estaba dejando salir los nervios de nuevo, ni podía mantener contacto visual fijo, antes de apartarla de nuevo, había tocado unos cuantos botones, estaba alborotada de nuevo, esa niña era impredecible sin dudas, pero de buena manera, siempre era espontánea y animada, hasta los momentos.

Pues si, la había pillado, de eso no había ninguna duda, al igual que ella, era una jugador empedernida, así que eso era, un buen punto de conexión, y al igual que el resto de su personalidad, sus gustos en juegos eran bien heterodoxos, hermanas de otra madre, no le quedaba nada por cuestionar

Pero de manera inesperada, típica de ella hasta los momentos, se volvió a presentar, imprevisto, eso era cierto, pero bueno, le seguiría el ritmo sin ningún tipo de problema

—Es un placer conocerla, Watanabe-san —tomó un poco su falda de ambos lados y levantar un poco, ¡Menos mal eran largas! Para hacer una reverencia, flexionando sus rodillas hasta un punto prudencial—

Izayoi había dejado ver de nuevo su lado profesional, todo había sucedido en un movimiento sutil y suave, como si hubiera sido repetido hasta provocar memoria muscular, y con ello, daba más que decir de si misma, era inequívocamente una maid.

Luego de su presentación más formal, juntó sus manos frente a su falda de nuevo, prestando atención a lo que había comentado la jovencita, con un tono jocoso y dulce

—Es posible que nos hayamos conocido en una vida anterior, Watanabe-san —terminó sonriendo ante eso, se sentía en parte identificada con ella—

Al menos todo iba sobre ruedas para una primera amistad, al menos.

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Nagi es tan soft and pure uwu

 

Contenido oculto: Fairy Fountain

Volví a reflejar con calma mi anonadación en cuanto vi los sutiles movimientos de Izayoi-senpai; esa curvatura, delicadeza, compás, habilidad... Mis ojos se abrieron como platos, estupefacta, inhalando hondo, pero inaudible; escuché distraída sus palabras, más enfocada en la imagen mental que andaba creando, sintiendo mis mejillas ruborizarse.

Nunca fui fan de las maids... pero no sería hipócrita como para decir que sus encantos no eran de admirar, los de ella en especial rebozaban de elegancia, y... y...

Sacudí mi cabeza con rapidez, ya erguida como correspondía de nuevo; me palmeé las mejillas unas dos veces y tras eso la miré entre compungida, extrañada y algo tensa; pero no había pizca de miedo ni demasiada duda en mis acciones y expresiones.
—Ah, no... —exclamé despacio, para luego brindarle una sonrisa tímida—, me preguntaba sí nos habríamos encontrado en algún juego masivo en línea, ¿te gustan esos juegos, senpai? —pregunté lo último enlazando las manos sobre mi regazo, entonces...

—Wa-ta-na-be-chan~ —alguien canturreó mi nombre y acto seguido sentí un enorme pesó tras mi espalda; vi mi futura yo caída de cara al suelo, pero mi expresión de pánico y asombro silencioso terminó mirando el techo, ultra roja y con el corazón desbocado; ni me dieron los nervios para aferrarme a los brazos que me abrazabas por el cuello... al menos no me estaba ahorcado.
>>¿Qué hacen? —preguntó el chico risueño, Horiazana, a Izayoi; sonriente, alegre... Solté un gruñido bajo, gutural, y no demoré en codearle ambos costados de su torso con algo de brusquedad. El enano soltó un quejido y no demoró en alejarse unos cuatro pasos, cubriéndose con ambos brazos el torso, sobándose con suavidad el área afectada. Lo vi por sobre mi hombro; dura, severa, firme, tras haberme arreglado y emparejado el cabello en dos sutiles y eficaces movimientos.

>>Que mala, Watanabe-chan —soltó quejumbroso, y yo no supe sí fingía o en verdad se largaría a lloriquear en cualquier mometo.
—Solo no lo vuelvas a hacer, ¿entendido? —solté gélida y monocorde, para luego mirar al frente, cabizbaja, y soltar un suspiro pesado con un deje de angustia, terminé por cerrar los ojos en el proceso.
—O-okey —murmuró Horiazana, acercándose aún abrazado así mismo y encorvado, completando una especie de triángulo circular, un grupo cerrado, conmigo e Izayoi.

—Vamos, hombre, no te sientas mal; no debes ir asustando así a la gente —hablé con algo más de suavidad, mirándolo directamente, con las cejas arqueadas con lástima; pero mi voz no dejaba de ser monocorde y firme.

Me daba lastimita verlo así...
—Supongo —murmuró cabizbajo, alicaído. Yo solo solté otro suspiro pesado, y en cuanto volví a mirar a Izayoi-senpai, le brindé una sonrisa entre confiada y compungida a la chica.

—¿Verdad que ninguna está enfadada, Senpai? —pregunté con calma y, tal resorte reaccionando a un botón preciso, el rostro expectante de Vite se alzó; clavándose en la cara de Izayoi...

Sus ojitos brillaban con ilusión y todo, me sacó una risa monosílaba y seca.

Joder, si que era terriblemente adorable el crío.​

 

Watanabe había quedado anonadada con la demostración de elegancia inesperada de la joven Izayoi, no era para menos, de alguien que se dejaba la vida en su oficio de servir a los demás, no había una sensación más intensa y reconfortante que ser de utilidad a alguien.

Nagi se había ruborizado, no tendría idea de lo que pasaría por su cabeza ante aquella acción, pero se veía mesmerizada por la misma, como si fuera la primera vez que veía semejante repertorio.

Prestó atención a la pregunta posada por Watanabe, a la que asintió de manera rápida e impoluta, Sakuya era toda una aficionada a los MMORPG, en especial tenía un punto suave con la edición clásica de World of Warcraft.

Acto seguido, Horiazana hizo aparición de nuevo, al parecer no había algo que hubiese captado su atención en la azotea, era una azotea, no hay mucho en esos lugares tampoco, salvo una vista de los alrededores, que a lo mejor no era de su interés.

Se abalanzó a Watanabe, abrazándola por el cuello, era una escena muy tierna pero

¡Por poco la ahorca, dios!

La reacción de Nagi fue una de absoluta frialdad codeando al muchacho, haciéndolo retroceder y gemir del dolor.

La seriedad de aquella niña en ese momento era petrificante, todo rastro de dulzura se había desvanecido, como si hubiera sido succionada por una aspiradora, se mantuvo sería e impasible unos minutos. ¡Tenía ovarios bien colocados para una niña de tal vez 16 años!

Ni ella le daría un codazo a alguien a no ser necesario, y ella le había propinado un par, hablando de tener aquellas cosas.

Aquel espectáculo la había hecho palidecer de la preocupación, incluso tragando en seco, si, a Vite se le había ido la pinza, pero no se esperaba para nada la respuesta recia de Nagi-chan.

La tensión se disipó tan rápido como apareció, gracias a que pues ambos lograron reconciliar rápidamente, era el primer marrón del día, había que acotar eso

La mirada de Vite se había puesto fija en la de Sakuya, expectante a dar su punto de vista de lo sucedido, por lo que no tardó

—Nadie aquí presente se encuentra en estado de enojo, Watanabe-san —soltó una risa nerviosa, todo eso había sido inesperado por completo, pero había que buscar las maneras de eliminar la tensión que quedaba—

Esos dos eran tan adorables como tan peligrosos juntos.

 

Contenido oculto: Daddy Issues

Nagi Watanabe y Vite Horiazana

Horiazana soltó un suspiro de claro alivio cuando Izayoi respondió a la pregunta de Watanabe, a lo que la chica respondió con una ligera, suave y casi insonora risa; con un gesto tierno y apacible cubriéndose apenas los labios con los dedos, puede que buscando destensar el ambiente de tal manera. Cuando la mayor se despidió, los chicos se movieron casi a la par.

—¡Nos vemos, senpai! —exclamó Vite con una reverencia considerable, daba algo de gracia la mezcla de cordialidad y descaro que se cargaba el pequeño.
—Hasta luego~ —musitó la castaña, cabeza algo inclinada, sonrisa tan sutil como el movimiento de mano que agregó a la despedida. Vite se quedó mirando algo ensimismado a Nagi, quién sabrá por qué, esta solo lo miró de reojo un momento para luego terminar de observar como Izayoi entraba a su aula.

—¿Ahora qué? —preguntó Horiazana con una leve sonrisa, llevándose las manos tras la nuca, arqueando su espalda; terminó por sonreír risueño a ojos cerrados cuando la mirada caoba calló sobre él—, jijiji.

Nagi le devolvió el gesto con una leve sonrisa cohibida.
—¿Te apetece ir ya al salón de clases? —ofreció siempre con ese toque de condescendencia
—¡Claro! —exclamó calmo, y tras una asentimiento leve por parte de la chica, empezaron a caminar con calma hacia su respectivo salón, dos escaleras más abajo.


—Entonces... ¿te gustan los viedeojugos, Horiazana-kun? —pregunté la leve duda a los pocos segundos de silencio, lo miré solo un momento de reojo para ver su reacción, de inmediato devolví mi vista al frente; seria y apacible, borrando la leve sonrisa que se me había formado al formular la pregunta.
—Uhmm... bueno... ¿supongo? —dudó tanto con sus palabras, como expresión y voz; pensativo más que inseguro. Terminó por sonreírme y tras una casta risa, manos tras la nuca y a ojos cerrados, concluyó—; ¡siempre que sea con mis hermanos, me gusta cualquier cosa!

Lo miré sorprendida por un solo momento, mientras caminábamos con lentitud.
—¿Tienes hermanos, Horiazana-kun? —indagué con una sutil sonrisa, él rio bajo otra vez, parecido a una ardillita.
—¡Bastantes! —exclamó devolviendo su vista al frente, le imité.
—Yo también —agregué con suavidad, sonriente...

Los quería mucho, a ambos. Y con ese tema de conversación, descendimos por la primera escalera.

 

Las clases transcurrieron más lentas que de costumbre o quizás era mi propia percepción del tiempo, un tanto desajustada, pero era un milagro no haber terminado rendido sobre la mesa. Estaba agotado de cualquier forma imaginable pero aún así intenté tomar apuntes. De verdad lo hice. El hecho de tener tanta materia que adelantar en tan poco tiempo logró mantenerme despierto y con un lindo dolor de cabeza de regalo.

Cuando la campana finalizó las clases dejé mis cosas sobre la mesa y me levanté del asiento, revisando el móvil de manera distraída. El mensaje de Yashi me tomó por sorpresa, qué decir, pero le envié un sticker cualquiera mientras tanto. Tenía algo que hacer antes de ir a su encuentro, si es que iba.

Ubiqué la clase de Laila no muy lejos de la mía y me coloqué en el marco de la puerta, viendo ir y venir a los alumnos sin más. Cuando detecté su cabello violeta y reparó en mí presencia alcé dos dedos de mi mano, avisándola de antemano.

—Dos minutos de tu tiempo. ¿Puedo? —cuestioné, retrocediendo un paso para no obstruir la puerta. Me apoyé en la pared echando un vistazo a los alrededores antes de volver hacia ella—. Tranquila, prometo que no vengo a venderte nada.

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