Pasillo (3º piso)

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    It’s kinda my fault when the children all cry.
    .
    It's kinda my fault if the empire dies.
    .
    I’m a lunatic, a misfit lunatic.
    I’m a lunatic, a motherfucking misfit lunatic.
    Shimizu 1.png
    En lo que ella se estabilizaba, se acomodaba la ropa y toda la mierda me limité a lo único que podía hacer en ese espacio, que era seguirme deleitando un poco la vista de gratis.

    Solté una risa al comentario de que conseguía lo que quisiera en tanto no hubiese alemanes molestando y me encogí de hombros.

    Poco sabía la otra idiota que Altan andaba hecho un desastre con patas todavía, pero de diferente manera, puede que le pusiera ascos a muchas cosas aún pero estaba volviéndose algo menos quisquilloso.

    Le había comido la boca a ella, después de todo, aunque estaba bastante pasado de alcohol y luego sin siquiera arrugar la cara, tan fresco el hijo de puta, no había ni trastabillado en jugar un rato conmigo.

    Muñeca, basta presionar los botones correctos.

    El imbécil se mueve en un espectro de lealtad y traición tan marcado que hasta que da gusto.

    Un solo favor, un solo gesto de camaradería y lo tienes en el bolsillo el resto de tu puta vida.

    Como un perro perdido.

    Como fuese, si la estúpida había terminado así de hecha mierda esa noche había sido porque lo que quería en general era un puto desastre, la habían drogado sin que lo supiera —las putas movidas de los más rastreros— o simplemente no había dicho que no.

    Y por lo que había visto con un intercambio de palabras y un polvo, posiblemente era lo tercero. Tenía toda la puta pinta, ahora estaba casi seguro.

    —Cuando quieras, blondie —respondí a lo del polvo.

    La vi recorrerme con la vista y la sonrisa de mierda, altanera que te cagas, se ensanchó. Ya debía haber saciado algo de su curiosidad, supongo, la de cuánta tinta llevaba encima.

    Una buena parte de la pasta que conseguía filtrando información, vendiendo cuchillos y dándoles mantenimiento la invertía en tinta, otra tanta en hierba, cuando no se la sacaba a Sonnen por algún favor de mierda.

    Me quitó el cigarrillo, lo encendió con un mechero que sacó del dispensador de papel y le dio una calada antes de regresármelo. Lo recibí, le di una calada profunda también y mientras liberaba la cortina de humo, le regresé el guiño de ojo.

    Me quedé allí sentado en lo que ella salió, me terminé el cigarrillo y hasta después de eso me levanté, me volví a colocar la camiseta y la camisa.

    Iba a puto descojonarme cuando le regresara la camisa a Altan sabiendo que había terminado en el piso del baño por haber follado con la bardie que parecía sacarlo de quicio.

    En fin, salí del cubículo, con la suerte de que seguía sin haber nadie, abrí el grifo para enjuagarme las manos y luego, como realmente me daba igual todo, me las arreglé para meter la cabeza bajo el chorro de agua. Puto calor de mierda con ese clima y el polvo.
    Fueron apenas unos segundos, lo escurrí como pude y cuando me enderecé sacudí la cabeza para deshacerme del agua que me hubiese quedado.

    Dejé los baños de chicas como si nada, recibí un par de miradas al salir y solo miré la cámara del pasillo con el rabillo del ojo antes de girar el rostro en dirección a la clase que me habían asignado.

    3-3 entonces.

    Dios qué puta pereza ir a clases, pero más podía observar a la gente en donde se aglomeraba que quedándome en alguna otra parte, así que por el bien de la pasta y la hierba que iba a tener que pagarme el puto ricachón de Altan, venga, iba a hacer un trabajo decente de observación.

    Saqué el móvil, revisé la hora y algunos mensajes antes de entrar a la clase y dejarme caer con pesadez en uno de los asientos vacíos.

    Ah, mierda. Que tenía que haberme presentado.

    Meh.

    Algunas gotillas de agua me bajaron por la parte rapada de la cabeza y me las sequé con la palma de la mano, mientras soltaba un suspiro.
    Repasé caras, buscando alguna que mereciera la pena recordar o algo, lo que fuese, pero realmente era una bola de aburridos que no me iba ni me venía.

    Lástima que había estado demasiado entretenido como para haberme enterado de la presencia del traidor de Shinjuku.


    Lo iba a tirar a la clase but doble post jsjsj

    Relleno que nadie pidió (?
     
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  2.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Las clases habían sido un coñazo, ¿novedad? No. Ah sí, había caído una nueva estudiante que la verdad no estaba nada mal, al parecer el estirado de allá tenía que guiarla y bueno, bueno, lucky boy, huh? Hablando de suertudos... No logré contener la sonrisita divertida que danzó en mis labios al notar las pintas de Alisha cuando entró al aula. En serio, ¿cuánto tiempo había pasado entre que me dio el té y el inicio de clases? She sure is fast, aunque nada nuevo bajo el sol, I guess~?

    En sí seguía jodidamente preocupado por mi viejo, no sabía si Matty volvería a hablarme en la vida, y una parte de mí quería que volviera pero otra que no porque ¿cómo mierda iba a verle la cara? Le estaba arruinando el puto semestre, Dios. Pero bueno, ¿la vida sigue, supongo? Y siempre fui un cabrón, so...

    Me levanté de mi asiento apenas sonó la campana, guardé las manos en los bolsillos y me fui muy campante hasta la 3-3. Podría estar en la mierda pero había cosas a las cuales no podía escapar, y ya eran demasiados días sin mover un dedo con respecto a la... ideita que se me había ocurrido.

    Esperé por Katty en el pasillo, con la espalda echada sobre los ventanales y la eterna sonrisita plantada en el rostro, viendo a la gente ir y venir. A ver, si mis fuentes no me fallaban faltaba poco para su cumpleaños, ¿no?

    Perfect timing~

    Hitori ola
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    El chico pareció asustarse por mi ímpetu y la sonrisa se me ladeó hacia un lado ante su reacción, sin poder evitarlo demasiado. Ah, ¿pero por qué no me había dado cuenta yo de los caramelitos que había en mi clase hasta ahora?

    Volví a llevarme el dulce a la boca y me giré hasta verlo desaparecer por el pasillo, despidiéndome con la mano. Cuando finalmente se fue, levanté la vista hasta encontrarme con la del rubio y me crucé de brazos por debajo del pecho, habiendo recuperado la paleta entre mis dedos para poder hablar con normalidad.

    —Siento decirte que estás un poco de mala suerte, yo apenas llevó unos días de transferida también —expliqué, encogiéndome de hombros—. Pero bueno, algo se podrá hacer, supongo. ¿Vamos?

    No esperé a que respondiese, en verdad, porque me di la vuelta y me dirigí hacia un extremo del pasillo a la espera de que me estuviese siguiendo.

    >>Venga, sitios interesantes... por ahí se va a la Azotea, que por las pintas que nos traemos tú y yo, imagino que te resultará un sitio útil. Luego en este lado están las clases, por ahí están los baños... oh, y... —en mitad de la caminata me acerqué a la puerta del baño de los chicos y di un par de golpes en la misma—. Este es el de chicos, por si te confundes~

    Arrugué la nariz en una sonrisa antes de retomar el recorrido del pasillo.

    >>Eso de ahí creo que es el Club de fotografía, la Oficina de la Directora para mantener vigilados a los más problemáticos, supongo, y... eh, mira, ascensor porque colegio pijo.

    Me paré en seco cuando llegamos a las escaleras y lo miré con las manos tras las espaldas.

    >>¿Alguna pregunta hasta el momento, señor~?

    Y otro bomboncito por aquí

    NO ES QUE IMPORTE, pero for the record, esta pendeja tampoco lleva bien el uniforme para variar JAJAJA like lleva la falda solo un poquito por encima de lo reglamentario y solo se desabrocha like un botón, no como la otra estúpida, pero me imagino que se pone like un montón de pines por la chaqueta y que va con muchos accesorios like pendientes, anillos, gargantillas y así (?)
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Como había pensado ya Ishikawa tenía algo pensado de forma que rechazó la oferta y se retiró, me despedí de él sin mayor complicación, poniendo la atención a medias en la chica de pintas punk. Cuando comenzó hablar se me escapó una sonrisa sin gracia, porque bueno solo a los idiotas de esa escuela se les ocurría poner a gente recién transferida a darle recorridos a los nuevos.

    Como fuese le seguí los pasos. Azotea, clases y entonces, con su gesto de señalar el baño de chicos las piezas cayeron de golpe. La jodida cabrona se había tirado el rollo.

    —¿Eh? Gracias~ —respondí, de nuevo con la puta burla en la voz—. Que a veces se me olvida leer los rotulillos y eso.

    Seguí su recorrido, pues porque qué más quedaba. Club de fotografía, ah, de verdad que se las querían dar de niños pijos, la oficina de la directora a la que iba a ir a parar más temprano que tarde y ascensores, pues de nuevo, para aventar dinero en algo. Que igual podían ser para adecuar las instalaciones a gente con discapacidad o algo, pero venga, qué sabía yo.

    —Ninguna, señorita. Podemos continuar si así lo dispone~


    U know the roll, te llevas el imbécil a dónde quieras (???

    Maze 2.png
    Me desperecé en cuanto sonó la campana agradeciendo que hubieran pasado las pruebas físicas para la tarde, así al menos podría comer y tal, ¡además tenía el almuerzo de Sasha y por mis muertos iba a ir a buscarla! Era un hombre de palabra, vamos, o al menos lo intentaba.
    Tomé la mochila, salí de la clase y no busqué más caras conocidas en el pasillo ni nada, la verdad es que estaba enfocado en mi objetivo. Si hasta le había escrito a mamá, que llevaba un par de días fuera de casa por el trabajo, para que me diera algunas ideas y ya me encargaría yo de hacerlas, aunque no fuera ningún maestro de la cocina ni nada.

    Al final sentía que me había salido algo más o menos decente, vamos. Al menos puntos por esfuerzo debían darme.

    Asomé el rostro en la 3-1, mi cabello siguió el movimiento, y busqué a la pelirroja con la mirada. No había hecho la movida que quería, pero estaba haciendo una amiga así que win-win.

    —¡Sash! —dije en cuanto la ubiqué—. Venga~ que te debo un almuerzo completo.

    Dios, si es que hasta parecía un crío de repente.

    Gigi Blanche te etiqueto cUZ YES *rueda*
     
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  5.  
    Gigi Blanche

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    Sasha.png

    La campana sonó y con ella llegó la hora del receso. Pestañeé, como regresando a tierra o algo, y revisé la hoja donde llevaba abierto el cuaderno de apuntes antes de cerrarlo con movimientos casi mecánicos. Me había costado un poco concentrarme, la verdad, pero nada que fuera a perjudicarme en demasía. Llevaba todo al día así que un pequeño traspié no significaba mucho.

    Volví a revisar el móvil, pero no había nada.

    Suspiré, repiqueteando las uñas en el pupitre, y me incorporé decidida a comprarme el zumito habitual para almorzar. Maze había mencionado algo sobre comprarme la comida, ¿verdad? Honestamente no lo recordé en ningún momento hasta que su sonrisa apareció por la puerta y me obligó a reparar en él cuando llamó a mi nombre tan... ¿emocionado? ¿Qué bicho le había picado?

    Navegué el espacio entre los pupitres hasta encontrarme con él, bajo el umbral de la puerta. Se lo veía tan contento que se me contagió parte de su alegría y reflejé su sonrisa, entre incrédula y algo avergonzada. Me apenaba haberme olvidado por completo del asunto cuando él, bueno, él parecía haberlo tenido tan fresco. Además, ¿a qué venía la emoción por comprarme el almuerzo?

    Si parecía un niño y todo.

    —Pero bueno, qué honor~ —canturreé, disimulando el resto de emociones, y crucé los brazos bajo el pecho mientras lo rodeaba para salir al pasillo. Me giré hacia él y el cabello acompañó el vaivén—. Muy bien, ¿la cafetería, entonces? De paso me compro un zumito, que tengo sed~
     
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  6.  
    Zireael

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    Sasha no tardó en moverse entre los pupitres hasta llegar a la puerta, que total parecía que iba de salida desde antes y la sonrisa se me amplió de puro reflejo cuando ella me reflejó el gesto.
    Di un paso fuera para quitarnos de en medio de la puerta por lo menos y asentí con la cabeza a su pregunta de la cafetería, mientras comenzaba a caminar.

    —¡No, prohibido! El zumito también va de mi parte —dije mientras me ajustaba la mochila a la espalda, que se me había resbalado un poco—. Paramos en la máquina, eliges y yo, como un buen caballero, hago el resto~

    Era puro teatro, vamos, pero me entretenía mucho el asunto y tampoco veía por qué no hacer ese tipo de cosas, si la chica parecía acompasarse a mi ritmo y viceversa. Volví el rostro hacia ella entonces, todavía con la sonrisa en el rostro.

    —¿Qué tal, Sash? —Era una pregunta inocente, qué iba a saber yo del desastre con Daute—. Ah, por suerte pasaron las pruebas para la tarde. Mira que eso de hacer actividad física con el estómago vacío como que no.


    te lo arrastras bby uwuwuwuw
     
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    Kaisa Morinachi

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    Terminaron las clases, terminaron los deberes, se acabó la labor y el perfeccionismo. Soltaría la máscara que tenía con Liza... No, era más que eso: mis colores mutában con el alrededor, siempre era yo, pero nunca era la de siempre. Directa, al grano; no existe tiempo para explicar motivos, o justificar mis acciones. Porque la vida es vertiginosa, un segundo perdido podía significar una vida perdida.

    Y me daba lo mismo sí querían ser solo amigos o algo más; el par de idiotas se estaban apagando y apagando, porque el orgullo que los mantenía con vida, energía, los estaba consumiendo. No eran simbióticos, por ahora solo miraban quién era el carnívoro más fuerte.

    Y con la calma y templesa de una presa que asumió su lugar, aprendiendo a respetar a las bestias más grandes, me dirigí a los pasillos de tercero. Me respaldé frente al salón 3-2, de brazos cruzados y actitud estoica. Como el padre imparcial fuera de la escuela, quien reprende a su hijo tras haber sido acusado de otra pelea.

    Todo era tan vivir o morir, ganar o perder; ¿por qué costaba tanto entender que ninguna era buena, ni la otra era mala?

    Observé a Nieve-senpai salir de su aula, extrañamente calmada. Le dediqué una sonrisa suave y amigable, con un gesto de mano; debía estar igual de ansiosa que yo entre tanto desconocido. Demoró en procesarlo o algo, pero con su seriedad apática me terminó por devolver el gesto de mano, para ignorarme otra vez y seguir con su camino.

    Era jodidamente rara, pero algo me decía que no era precisamente mala.

    —Ah... —desinflé mi pecho, entre hastiada, preocupada y relajada, a la expectativa de la cabellera blanca.

    Diablos, estaba viendo tan fácil como huiria de mí, no quedaba otra...

    Pero debía volverme el depredador
    .

     
    Última edición: 12 Enero 2021
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  8.  
    Gigi Blanche

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    Anna dark mode 2.png

    Los cascos con su volumen ridículo me habían permitido mantenerme ajena de casi todo el rollo que los idiotas de tercero se montaron justo bajo mis narices. Reaccioné abriendo un ojo a la ligera vibración que sentí en la espalda, en el techo sobre el que estaba echada, que fue cuando Katrina empujó a Joey contra la puerta. Una canción justo había acabado, además, y los breves segundos de interludio me permitieron oír el impacto con claridad. Arrugué el ceño y aunque no me correspondiera ni de coña, me quité los cascos y asomé la cabeza. Bueno, ahí estaban los imbéciles.

    Le quedaba poco al receso, ¿no? Pues va.

    Aproveché que Wickham se corrió de la puerta y junté mis cosas para irme de la azotea sin realmente reparar mucho en ninguno de los tres. En la movida volví a revisar el móvil pero no, no había mensajes. Bueno, normal, ¿no? Mi respuesta tampoco había dado margen real de conversación porque era ese tipo de estúpida que, qué se yo, espera que le lean la mente o algo.

    O siempre espera, digamos.

    Iba bajando las escaleras al tercer piso con los cascos al cuello y las manos ocupadas, entre la botella de agua y el tupper donde había traído el sándwich. ¿Con quién estaría almorzando?

    ¿Con Jez?


    ¿Kurosawa?

    Como si importara, Anna.

    No tenía sentido desperdiciar tiempo en esa clase de mierdas, una cosa era saberlo y otra, bueno, ¿ponerlo en práctica? Como si alguna vez hubiera sido capaz de decirle a mi cerebro o a mi cuerpo qué hacer y qué no.

    Venga, imbécil, espabila.

    Y vaya que espabilé. Porque la vida era una mierda, porque había nacido con una marca escarlata en la frente o vete a saber por qué. Entre toda la tontería hasta me había molestado un poco y venía como un acoplado sin espejos retrovisores. Así me lo llevé puesto, apenas puse un pie en el pasillo de tercer piso. La disculpa se me atoró en la garganta al instante que alcé la vista y topé con los ojos color miel.

    Kou.

    Kou Shinomiya.

    Sentí un puto escalofrío que no pude determinar, el cuerpo se me agarrotó en una repentina ventisca helada y supe que eran las mismas jodidas reacciones que me impidieron mover un dedo cuando el enfermo de Tomoya me abordó de forma similar.

    ¿Qué mierda hacía el hijo de puta en el Sakura?

    Llevaba el uniforme.

    ¿Desde cuándo?

    ¿Era coincidencia?

    ¿Era una puta coincidencia?

    De plano sabía que no.


    Su expresión automática apenas chocarlo se comprimió en una mueca de desagrado, hastío, lo que fuera, como si fuera un puto emperador caminando entre indigentes. Mutó, sin embargo, cuando me reconoció. La mirada se suavizó, los músculos se relajaron y asomó una sonrisa enervante, llena de puta vanidad e incluso suficiencia.

    Y reaccioné.

    Cumplí mi palabra, cuando Tomoya me congeló y me juré no volver a quedar como una imbécil frente a un puto lobo.

    Reaccioné y lo arrastré hasta estamparlo contra la pared contraria, la de los ventanales, ambas manos asiéndolo de las solapas del blazer. No opuso resistencia, realmente, el cabrón bien al fondo parecía estar disfrutando de la situación. Su espalda rebotó y me quedé quieta, él igual, fue el cese al fuego tácito que amenaza con estallar en cualquier momento, ante cualquier movimiento. Una sola mirada desviada, una sola palabra, lo que sea.

    Un puto pie en la dirección equivocada y te pulverizo, hijo de puta.

    La llamarada se había avivado de la mismísima nada, allí donde no había conseguido ni una mera chispa. Ni apartando a Altan, ni hundiendo la cabeza en el lavabo teñido con sangre, ni destrozando a Suzu, ni abordando a Gotho. Me calentó las entrañas y estuve a medio pelo de perder la cabeza por completo, pero saqué fuerzas de quién sabe dónde para controlarme. Lo había intentado, pero la cara de Kou Shinomiya era una representación aún más fehaciente hasta de la última de mis putas pesadillas, sin importar que la mente maestra detrás de las sombras siempre hubiese sido la hiena.

    Kou era la violencia.

    La traición.

    La arrogancia y el ego puro.

    Era un animal impío, despiadado y astuto, que nos la había jugado a todos.

    Y atentaba contra mi arrogancia.

    Y mi ego.

    El cristal pareció que cedería pero se mantuvo en su lugar. La repentina, breve sorpresa en su rostro le dio paso a que la sonrisa regresara, y repasé sus facciones con una precisión absurda. No condecía con el calor que sentía pero la frecuencia aletargada, casi inexistente de mi respiración, tampoco.

    No se contuvo.

    Tenía que reafirmar su superioridad, el cabrón.

    —¿Hola? —murmuró, con una incredulidad fingida que hasta daba asco, y es que lo tenía impreso en toda la puta cara.

    Se estaba riendo de mí.

    —¿Qué haces aquí? —cuestioné en voz baja, bastante monocorde, sin siquiera atinar a soltarlo.

    Él tenía los brazos en peso muerto y así los dejó todo el rato, como si hubiera frente a él un insecto incapaz de quebrarle un cabello.

    Ojalá quebrarte un par de huesos, basura.

    —Iba al baño —respondió con simpleza—. Está por acabar el receso y me dieron ganas~

    Apreté las solapas de su blazer con tanta, tanta fuerza que los nudillos se tornaron blanquecinos, y la maña del agarre me permitió reafirmar el impacto contra la pared. Ni de coña iba a dolerle, fue más para descargar la tensión.

    Esa que se estaba acumulando y una parte de mí no quería que explotara.

    —¿Qué mierda haces aquí? —insistí.

    —En vistas de la institución, creo que yo debería hacerte esa pregunta, Anna-chan.

    —No me llames así —mascullé, clavando mis cuarzos en él—. No te atrevas a llamarme así, hijo de puta.

    —¿Acaso no es tu nombre?

    Joder, qué maldito coraje. La monotonía de mi expresión se deformó en una sonrisa extraña que me erizó hasta el último vello del cuerpo. Me incliné tanto, me puse tan de puntillas, que le eché todo mi aliento encima. Su gesto mostró una chispa fugaz de asco.

    —¿De qué te las das, pijo de mierda?

    No hubo respuesta inmediata. Shinomiya reflejó mi expresión y seguir encontrando semejante calma en sus ojos miel me arrojó una jodida tensión que descargué contra su espalda otra vez. Las solapas arrugadas, el saco de huesos y el cristal rebotando.

    Recién entonces me di cuenta que había sido su puto plan desde el comienzo.

    —¡Eh! —Una voz se alzó desde mi costado y me sacó totalmente de eje, solté a Kou como si me quemara—. ¿Qué está pasando aquí?

    Era un profesor. Miré alrededor, advirtiendo el espectáculo que me había montado de nueva cuenta, y chasqueé la lengua enterrando las manos en los bolsillos.

    —Ven conmigo —me dijo el tipo, al menos se detuvo a mi lado y ni intentó ponerme una mano encima. Sonaba recto y algo tenso.

    Resoplé, absolutamente cabreada, y por mucho que intenté resistirme le eché un último vistazo a Kou antes de echar a caminar en dirección a la oficina de la directora. La mierda sólo me sirvió para dos cosas.

    Confirmar que era un hijo de puta.

    E inyectarme un deseo casi enfermizo de reventarle las pelotas.
    —Ni siquiera lo pienses, Shinomiya —espeté, me daba igual si todo el pasillo me oía, sólo me interesaba él—. Te lo advierto.

    Pedazo de tocho de develop y para aprovechar la situación, a quienes me lean(?), les comento que en torno a estas weas acabo de agregar un sistema de dados al thread de sanciones e incidencias. En un rato lo comento en el topic off-rol con otras cositas.

    :D
     
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    Kaisa Morinachi

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    El jodido de Amery no mostró la cara, pero bueno, sabía lo que se sentía ser un cobarde. Y mejor que hubiera sido así, porque lo que pasó a unos pocos metros a mi costado me cambió el suiche por completo; de ángel a demonio, de dios al diablo, de ejemplar a mediocre, de justa a tirana. Sentía mi sangre hervir y recorrer cada célula de mi ser, pero estaba más que acostumbrada estando en esta injusta sociedad. Miré de reojo, sin moverme ni un centímetro más de mi cuerpo, toda la interacción; observé tamaños, figuras, estaturas, apariencias: clasifiqué, almacené y los guardé bajo siete llaves. Dejé de mirar al dúo con una indiferencia abrumadora, centrada en ver al resto a nuestro alrededor. Se sentía; el miedo, el olor a sangre, la opresión en el aire.

    La imagen de Kimura me recorrió la mente.
    Y la furia terminó de desatarse.
    Siendo reemplazada mi apatía con una sonrisa arrogante.
    Así que teníamos un príncipe de la colina por acá, ¿eh? A ver sí estaba a la altura para afrontar sus actos verbales. Después veríamos que pasaba con el cuerpo y la resistencia. Esperé, paciente, esperé, ambivalente, me desesperé, tranquila. Equilibrio, cambios, ciclos.

    Taoismo.
    Sintoismo
    Japón.​
    China.​
    Shinobis
    Samurais.
    Ronin


    Cuando me quise dar cuenta mi cuerpo ya estaba moviéndose, por instinto, por naturaleza. Cuando me quise dar cuenta, estaba escupiendo un dulce veneno por mi boca, mirando los ojos color miel de Kou.

    Igual a los de Nieves, esa chica que se notaba frágil... de mente.

    Mi cinismo se amplió igual que mis movimientos sutiles, serpenteantes, fríos, filosos.

    —Vaya~ Y yo pensaba que solo teníamos príncipes albinos y rubios por acá —comenté melosa, parándome de puntillas mientras me apoyaba sobre sus hombros con ambas manos, con una coquetería para nada similar a la usada con Liza sin querer. Aparte, esto era una caza de verdad, no actividades recreativas. Mi mirada se entornó, aumentando la temperatura de mi cuerpo, pero mis ojos carecían de brillo; vacíos, amarillos carentes de sol.

    Lo agarré de la corbata, tironeé con suavidad de ella incitándolo a que se encorvara un poco; cuando estuvo a mi altura y yo estuve firmemente parada, me acerqué con lentitud y precisión a su oído, usando la voz contraría a la grave de cuando me enfurecía: linda, melosa, con un toque de inocencia, ingenuidad a los peligros.
    Shinigami.
    >>Mira, escúchame bien, chico bonito; no soy la chica con el mejor humor, no soy la chica con los mejores impulsos, no soy la chica japonesa ejemplar, pero tampoco soy una jodida asesina de sangre caliente. Así que, te advierto, cuida tus espaldas, porque apenas te pille solo haciéndole algo a cualquier chica o chico mínimamente parecido a la enana que se acaba de marchar, yo misma me encargo de molerte los huesos a puñetazos limpio. Sin navajas, sin armas, sin sedantes; puro y duro puñetazo limpio, a ver sí así te sigues creyendo tan fuerte, ¿okey?

    La rabia se había filtrado en mi susurro controlado, pero había logrado mantener el toque seductor, sí se podía decir así. Antes de alejarme, le mordí el hélix de la oreja con una suavidad que se asemejaba a la víbora venenosa inyectándote su veneno.

    Me alejé y lo solté con brusquedad, mi rostro representaba toda la furia contenida y toda la seriedad con la que hablaba; firme, estoica, solemne.

    >>Uno contra uno, cobarde de mierda—. Pero el calor a veces simplemente no se podía contener.

    Omnipotente.

    —Ahora, espero que no se te ocurra seguirme o algo, o ponerte a menear tus plumitas de pavo real frente mío, porque a mí, cariño, me importan unas mierda las reglas de esta estúpida sociedad, ¿me entendiste?

    Solté lo último en un murmullo estable, solo para que él y, sí podían, algunos espectadores fueran los únicos en escucharme. Mis ojos debían ser los de un jodido búho en medio de un bosque oscuro, era capaz de ver el panorama.

    aee58edd2a02dd19493cc3e076e99352.jpg

    >>Adiós, guapo~

    Le dediqué una última sonrisa coqueta y falsa, ladeando la cabecita como un cachorro fiel, moviendo las manos con una sutileza primaveral. Me llevé las manos a la espalda, para darme una vuelta ambivalente y tranquila.

    Así, dejando las cartas sobre la mesa, me dirigí a mi pasillo. Ya no tenía el humor para tratar con ningún otro ser humano más, y yo sí que conocía mis limites. Me había dedicado a romperlos una, y otra, tras otra vez.


    Esa tipa es la mezcla psicopata de todas mis niñas XD
    *Empieza a prender velitas*
     
    Última edición: 16 Enero 2021
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kou.png

    Me quedé viendo cómo se llevaban a la imbécil de Hiradaira con la sonrisa de cabronazo pegada al rostro. Había que ser idiota, perder los estribos así en medio del pasillo de la escuela. Bueno, siempre había sido una bomba de tiempo, ¿no? Incluso en los tiempos del club, cuando parecía una muñequita en exposición que no hablaba, pensaba ni sentía. Llamarle sexto sentido, olfato de lobo, lo que fuera. Lo veía.

    Era la amenaza silenciosa y constante de una fuga de gas.

    Bastaba una cerilla, la más pequeña chispa, para encenderla y...

    Boom.

    Seguía siendo una Hiradaira, ¿no? Aunque la mocosa no tuviera idea.


    Estuve a punto de irme al baño, que igual no había sido mentira la mierda de que quería mear, cuando otro jodido tanuki me abordó de la nada. No pude echarle un vistazo detallado como tal, para cuando quise acordar ya la tenía encima y me había puesto las manos en los hombros. Mis músculos se tensaron de puro, crudo rechazo, y ni siquiera me molesté en contener el desagrado de mi expresión.

    ¿Y ahora qué cojones estaba haciendo la niña esta?

    ¿Quería ligarme? ¿Cerrarme a hostias? Que se puto decidiera. Había que ver la osadía de algunos imbéciles de esa escuela de mierda, el jodido coraje, como si la cría tuviera algún derecho de ponerme un dedo encima.

    Qué asco.

    Para la gracia, no tenía la menor idea de qué venía la tía ni qué razón de ser tenía todo su discursito. No le bastó con echárseme encima, la muy cabrona, también me jaló de la corbata y ya la repulsión se me revolvió en la boca del estómago. Pedazo de ganas de quitármela de encima, así fuera a puño cerrado.

    Como si fuera a reparar en detalles.

    Como si fuera la primera vez.

    Al menos intenté hacer memoria, si me conocía de alguna parte o no, porque aún no entendía una mierda de lo que estaba pasando. La mocosa seguía hablando, mientras, sobre estupideces que vete a saber a quién le interesaban. De verdad, ¿acaso estaba rodeado de puro idiota?

    Me iban a matar de estrés.

    ¿Cuidarme las espaldas de un tanuki como tú? He oído mejores chistes.

    ¿Y le dices enana a una tía de tu mismo tamaño, estúpida?

    ¿Que me iba a moler a golpes? Por Dios, niña.

    No tienes idea a quién mierda le hablas.

    No tienes

    la menor

    idea.

    La verdad que ni me interesaba abrir la boca para soltarle nada, era el berrinche de una mocosa a mis oídos y como tal, ¿qué clase de relevancia podía cargar? Pero la estúpida no se contentó con cagarme la paciencia hasta límites inimaginables, tuvo encima el coraje de puto morderme la oreja y, Dios, hasta el último nervio del cuerpo me cosquilleó.

    Listo para lanzarla al suelo.

    Escupirle encima.

    Recordarle con quién cojones se estaba metiendo.
    ¿Eh? ¿Uno contra uno?

    Imbécil, deja de tentar los putos límites o acabarás arrepintiéndote.

    Puedo aplastarte como un jodido insecto, enana ridícula.

    No recordaba la última vez que un hijo de puta había conseguido revolverme semejantes cantidades de desprecio, de asco y desagrado en el cuerpo. Estaba hasta la puta polla de esa escuela y por momentos me obligaba a sentir que nada de este calvario valía la pena. Perseveraba, sin embargo. Perseveraba, pues no era un animalillo salvaje como Hiradaira, cargado de furia errante comprimida a presión.

    Era mucho mejor que eso.

    Podía planear, anticipar y asestar el golpe perfecto.

    Y esa mocosa de primaria no merecía ni dos segundos de mi tiempo.

    Me sequé la oreja con el dorso del blazer como si me hubiera echado encima la peste o algo, y ni siquiera la vi marcharse. ¿Que no la siguiera ni... qué había dicho? ¿Algo de plumas? Por favor, que siguiera soñando, la muy estúpida.

    Me eché el cabello hacia atrás, recuperando la fachada elegante y compuesta de siempre, y procedí de una buena vez hacia el baño.

    Joder, puta escuela llena de locas de mierda.
     
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    Zireael

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    Eris.png
    Me había tirado una buena parte del receso haciendo el imbécil dentro del salón, con la música de los cascos casi rompiéndome los tímpanos y tal. No había tenido ganas de fastidiar a Sonnen y tampoco al bebito recién llegado, el puto manos largas de Dunn que de por sí siempre saltaba al mínimo contacto.

    No me había pasado por alto esa mañana, eso sí, que varias personas habían faltado, toda una cuadrilla de hecho. Gotho, la mocosa ciega, Craig, y vete a saber cuántos más. También estaba ausente Akuma-chan que siempre aparecía junto a Usagi-chan a alguna hora. No tenía detalles de eso, para mi desgracia, porque el desastre lo había iniciado yo misma y no estaba logrando disfrutarlo del todo, pero como fuese.


    Más me había entretenido ayer en la noche con la maldita empollona de Ceres, cobrándome que ella recibiera toda la atención desde que tenía uso de razón.

    ¿Qué si mamá lo había visto venir? Seguramente.

    Mira que haberle reventado la frente a mi gemela contra el espejo del baño.

    Suerte había tenido, la maldita cabrona de mierda.

    ¿Por qué no me echó a la puta policía? Qué se yo.

    Huh. ¿Tanto miedo les había metido? Nice.


    El caso es que allí, desde mi asiento, vi la primera aparición más o menos interesante. Una mocosa enana como Akaisa, aunque por los rasgos más aniñados de la cara asumía que debía ser de primero, se había parqueado a esperar frente a la puerta de la clase como si tuviese todo el día para perder el tiempo de esa manera. Ni idea de a quién buscaba, me faltaban esas piezas, pero me hubiera descojonado si la chiquilla hubiese logrado su objetivo, que no fue el caso.

    Las otras mierdas fueron apilándose entre sí, luego de que me levantara para dejar la clase y fumarme un cigarro o ir a la enfermería a buscar pastillas de nuevo, lo que pasara primero, pero mientras navegaba los pupitres escuché la vibración del vidrio y al observar por la ventana vi todo el numerito de la enana con el pelo pintado y un niño pijo de los buenos que me sonaba de algo.

    Pintas de príncipe.

    Con una peste encima, ¿no?

    Si hubiera tenido a Sonnen cerca se lo hubiese preguntado, si sentía el hedor también, pero no me quedaba más que confiar en mi instinto que de por sí no tendía a defraudarme. Todo el intercambio fue una putísima joya de principio a fin, sin duda. Se notaba que la mocosa estaba deseando abrir la boca y morderle la yugular, desgarrarla y dejarlo a su suerte, ahogándose en su sangre o algo.

    Je, igual estás proyectando demasiado, Eri-chan.

    Me había bajado los cascos solo para pretender escuchar algo, incluso bajé el volumen de la música, pero no logré mucho teniendo en cuenta que ambos estaban contra los ventanales del pasillo y yo, bueno, dentro de la clase todavía aunque la puerta estaba abierta. La cosa no duró mucho, por desgracia, un profesor aguafiestas apareció para llevarse a la jodida cría y me cortó el rollo a la mitad, haciéndome soltar un suspiro de decepción.
    En vista de que ya mi película gratis se había terminado estuve por dejar la clase de nuevo, pero al niño pijo le cayó encima la mocosa que había estado esperando todo el receso y retrocedí un paso para que la unión de las ventanas no me tapara la vista. Lo sentí, en los labios se me formó una sonrisa de lo más repulsiva y en los ojos debió colocárseme una chispa de satisfacción.

    Le puso las manos en los hombros y el resto se hizo solo, la cantidad de rechazo y disgusto que le cruzaron al príncipe por la cara fueron dignas de enmarcar y yo, mientras seguía tirándome todo el rollo, crucé los brazos bajo el pecho, rayé con las uñas de la mano derecha la piel del antebrazo contrario, casi con ansiedad, como un jodido perro viendo un plato de carne.

    Eh~ ¿Qué hace una bebé comportándose así?

    Mira que hasta razón le iba a dar al muñeco de exhibición para parecer tan putamente disgustado, que ver a una mocosa igualarse a ti de esa manera debía ser insoportable para cualquier ser humano.

    No, de hecho los moldes encajaron de golpe.

    Por la cara del castaño había cruzado la misma repulsión, el mismo desagrado, que le pasaba por la cara a Sonnen cada vez que me le acercaba o le ponía una mano encima. Lo mismo ocurría en las noches, cuando alguna de las demás gyarus estúpidas lo intentaba también.

    Todos los ricachones eran copias de carbón al final del día.

    La jodida cría... ¿Lo había mordido? Tuve que contener la risa porque me iba a puto descojonar ahora sí, de hecho me cubrí la boca con la mano para detenerme a mí misma siquiera de seguir sonriendo, porque si lo hacía ya no iba a poder evitar soltar la carcajada y joder, no quería corta el show antes de tiempo como el puto profesor de antes.

    Venga, príncipe.

    Tírala al suelo.

    Aplástala.

    Enséñale quién manda de una vez.

    Sirvan para algo y diviértanme, ratas.

    Pero todo lo que hizo fue limpiarse como si la otra tuviera mierda encima, que también era perfectamente aceptable, y ni la vio alejarse. Un poco decepcionante sin duda, pero igual me servía. Cuando el castaño se largó, aparentemente en dirección al baño, salí por fin de la clase colocándome los cascos de nuevo, dispuesta a seguir reventándome los oídos con todo gusto, y caminé sin prisa hacia la enfermería.


    Necesario? Sin duda alguna.
     
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    Gigi Blanche

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    Anna dark mode 2.png

    ¿Esperaba que las clases fueran entretenidas? Absolutamente no. De por sí, ¿quién mierda había tenido la idea de seguir enchufándonos profesores e información justo después de almorzar? Por favor, puta tortura japonesa. A todos estos de ojitos estirados sí que les gustaba sufrir.

    Repetí la rutina de siempre cuando la campana sonaba. Desperezarme, tirarme un rato en el pupitre y juntar energía para ponerme en movimiento. Le presté de poca a nula atención a los altoparlantes y rebusqué en mi mochila hasta que di con un paquete de goma de mascar sabor... ¿tutti frutti? Venga, pensé que los había perdido en el gimnasio o donde fuera, eran los que había estado comiendo el miércoles pasado. Mi primer día en el Sakura.

    Pedazo de trip.

    Me acomodé un poco la coleta, me eché la mochila en un hombro y enterré las manos en los bolsillos del blazer, arrastrando los pies hacia las escaleras. Todos bajaban camino al patio frontal y ahí iba yo, nadando contracorriente. Sonaba tan acertado que me hizo soltar una risa floja.

    Eché un vistazo al pasillo al arribar al tercer piso, por varias razones. Me dije que sería buscando a Altan, si lo veía o algo, aunque en sí su respuesta de sticker no fue así como super clara. En fin, una parte de mí también iba con el chip puesto para detectar a Shinomiya y evitarlo. Por suerte no lo vi.

    Ah, pero ahí estaba Al. Como decía, nunca me quedó claro qué onda lo que iba a hacer, ¿no había entendido aún que estaba algo tonta y no hablaba idioma sticker a secas? Eso y que le había soltado pedazo de rant, pero whatever. Le sonreí con cierta chispa de, no lo sé, ¿picardía? Como si estuviera a punto de hacer algo super ilegal. Le sonreí y giré sobre mis talones para subir a la azotea, dando zancadas ligeras y casi cómicas. ¿De dónde me había sacado el buen humor? Ni idea.

    Uh, saltándome las pruebas físicas, qué rebelde~

    Afuera el clima aún era agradable y el cielo había comenzado a mancharse de tonos ligeramente anaranjados, allá en el horizonte. Suspiré y apoyé la espalda en la pared, revisando el móvil pues porque sí.

    relleno absolutamente innecesario porque me pintó y porque me apetecía dejar la rolita Hitori ola
     
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    Zireael

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    Altan.png
    Es que se nos iba la olla de una manera que era hasta cuestionable, con ese perpetuo tira y afloja de cuerdas. Ambos nos movíamos en busca de reacciones, las que fueran, a veces abstractas y tantas otras específicas. Entre el delirio de que me dejara introducir los dedos, se hubiera decidido a comerme la polla un poco de la nada y toda la cosa, bueno, era innegable que disfrutaba dejarme así de estúpido y yo no se lo iba a negar.

    En realidad comenzaba a cuestionarme qué tantas cosas podía negarle o no a esa tonta.

    Me acarició y me dejó un beso antes de echárseme encima, de nuevo respondí en automático, le eché el brazo sobre la espalda y la presioné un poco contra mí, como si ya de por sí ella no me hubiese echado el peso encima. Cuando la escuché volví a soltar una risa un poco más compuesta, al menos ya no sonaba a que estaba tan jodidamente puesto.

    Eh~ era parte del teatro nada más.

    Digamos.

    A ver, para el carro, Al.


    Recibí su beso en la mejilla con una sonrisa idiota en la cara y la dejé hacer hasta que se acomodó donde quería, le dediqué algunas caricias suaves en la espalda en lo que esperaba a que se me normalizara el pulso. La atención se me volcó en sus caricias, en sus palabras e incluso su respiración. La sangre me estaba volviendo de a poco al cerebro por fin, así que podía permitirme eso.
    No hice mucho caso a lo de la lista de kinks realmente, porque llevaba razón y no tenía mayor cosa que añadir dado el caso. Cuando se irguió hice lo mismo y en lo que ella se acomodaba la ropa y tal me saqué el forro usado para subirme los pantalones por lo menos.

    Ups, ¿la había retrasado para el trabajo?

    Qué cosas.


    Imaginé que me iba a besar para despedirse, porque vamos, éramos esa clase de estúpidos pero me comió la boca con las putas ganas que nos habíamos montado todo el Infierno, evidentemente la correspondí de la misma manera aunque cuando se separó, me estrujó las mejillas y me dejó el último beso se me regresó la sonrisa de imbécil a la cara.

    —Hasta luego —murmuré en respuesta—, suerte en el trabajo, cariño.

    Pedazo de idiota.

    Como fuese yo no tenía mucho que me impidiera quedarme haciendo el idiota allí, además de que seguía bastante wasted si me lo preguntaba, de forma que la seguí con la mirada cuando se retiró y hasta después comencé a abotonarme la camisa, dejando el par botones de siempre abiertos. Me guardé la billetera, saqué la cajetilla de cigarros y me encendí uno. La llama del mechero era de un tono parecido a los que habían cubierto el cielo.

    Y todavía no desaparecían del todo.

    Me fumé el jodido cigarro como si tuviese todo el tiempo del mundo, cuando me lo acabé dejé caer la colilla mientras soltaba la última bocanada de humo hacia el cielo y me incorporaba por fin, levanté el blazer que Anna me había sacado de encima, la mochila y bajé del techo sin demasiada dificultad. Luego de tirar el jodido forro me metí al baño para enjuagarme las manos, beber algo de agua y no sé, asegurarme de mis pintas aunque no era que tuviera demasiado remedio de por sí. Ni me acomodé el cabello, la verdad.

    Ya mañana le volvería a preguntar a Anna qué cojones era lo que había pasado. No iba a quedarme sin saber qué era, sobre todo teniendo en cuenta que había tenido la iniciativa de querer hablarlo conmigo aunque luego se nos fue la puta pinza.

    Al salir me saqué el móvil del bolsillo, solo para darme cuenta de que Jez ni siquiera me había leído el mensaje. Solté un suspiro bastante pesado aunque me limité a seguir caminando, sin embargo, por algún maldito motivo al pasar cerca del club de fotografía desvié la vista a la ventanilla esa que tenían las puertas de clase. Había un maletín sobre la mesa, nada de lo que sorprenderse, ni me detuve en sí hasta que uno de los pocos rayos de sol que se seguían filtrando le arrancó un destello a algo.

    Uno de los llaveros de tulipán.

    Era lila.

    Jez.
    Se había saltado las putas pruebas también.

    Me corrió por el cuerpo una mezcla de preocupación, ira, disgusto y quién sabe qué más, porque si hubiese estado fuera, en la sala principal, no me hubiese hecho ideas de mierda pero el caso era que no estaba aunque sus cosas estuvieran en la mesa, lo que por descarte quería decir que estaba en el maldito cuatro rojo y negro. ¿Con quién cojones? Meyer había faltado a clases y esa estaba obsesionada con su club de esgrima, las chicas del club de lectura no tenían pintas de envolverse en otros clubes.

    El puto hilo, el que atravesaba a Jez y se unía a Dunn.

    Cerbero.

    Me obligué a desviar la vista, convencerme que solo me estaba inventado mierdas y seguir caminando, pero lo cierto es que se me había instaurado un asco en la boca del estómago que no se me iba a quitar posiblemente en el resto de la tarde, hasta que llegara a casa o lo que fuese. Ni ganas tenía de preguntar siquiera, porque podía ser evitativo como la mierda, y si las cosas estaban así no tenía demasiadas ganas de enterarme directamente.

    No me había regresado el móvil al bolsillo, así que cuando vibró solo lo miré de nuevo. Era un archivo de Dunn.

    Hey, esas son las especificaciones de las invitaciones.
    Por demás tienes libertad creativa, colores, fuentes, toda la mierda.

    Y tú decides hasta dónde ignorar su aparente anfitrión.

    Remember the swallowtail~


    Abrí la cuestión solo para echarle un ojo y de paso distraerme con algo, aunque cuando leí la mierda se me escapó una risa que hizo eco en las paredes de las escaleras que ya había comenzado a bajar.

    La residencia Akaisa.

    Vaya cosa de mal gusto en la que me había metido, pero la verdad también había sido un error por parte del tanuki respaldarse en Cayden. No tenía lealtad alguna puesta en ellos y ese crío se movía únicamente por eso, así que la cosa podía ponerse muy interesante. La verdad es que podía ir preparando las palomitas.

    Anotado.

    Abrí otro chat.

    Dile a tus tíos que pasen por ti, Jez.

    Me regresé el objeto al bolsillo inmediatamente después, resignado a que no iba a volver conmigo ese día y a otro montón de mierdas. Me estaba llevando Satanás en realidad, quería y no quería saberlo solo para dejar claro si iba a tener que hacer alguna movida de mierda, pero lo cierto es que tampoco había demasiado que pudiese hacer si la otra se había lanzado de cabeza.

    Justo como Hodges.

    Arriba en el cielo el azul seguía adquiriendo profundidad y me acompañaría hasta que llegase a Chiyoda.


    Se me jue la pinza *sorbito*
     
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    Kaisa Morinachi

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    Masuyo-cinta-gigi-1.png

    Me moví con la sutileza y presencia de una pequeña sombra; mis ojos estaban opacados por la seriedad, no brillaban. A diferencia de todos los días, esta vez decidí ir con una coleta alta y mi flequillo largo y algo desprolijo cubría mis ojos, a ratos, pues a veces lo movía para despejar mi visión; un movimiento fluido, eficaz de mano, elegante.

    Llegué sin prisas a las salas de tercero, respaldándome al lado de la entrada del salón 3-1. Mi objetivo era disculparme pero, vamos, parecía una puta acosadora de mierda, ¿no? Eso, insúltate, que te lo mereces. Mientras esperaba cualquier cosa medianamente interesante, saqué de mi bolsillo la tarjeta que encontré en el casillero. La miré con cuidado y detenimiento, mientras mi otra mano aún estaba guardada en el bolsillo de mi sudadera negra; totalmente negra. Era una linda invitación, pero las palabras...

    Las jodidas palabras...
    Una sonrisa de la placentera emoción por lo desconocido adornó mis labios, ojos entornados.

    Cerré los ojos y sonreí con suavidad, calma, guardando otra vez con suma delicadeza el objeto en mi bolsillo.

    Triángulo del Dragón,

    ¿Triángulo de las bermudas?
    ¿Una hidra?


    ¿Qué otra cosa más eran tres?

    ¿Cerbero, el guardián del infierno?
    Medusa también se relacionaba a serpientes y dragones
    , aún más que el perro ese.

    Curioso.

    ¿Qué pensaría el creador de...

    Una quimera dragón?
    Siempre buscando a los grandes depredadores, Masuyo
    ¿No te tiemblan las piernas?
    Si, de la pura emoción.
    Gigi Blanche Hi, mi enana espera a Kou para intentar disculparse con él, y no volver a acosarlo en el intento (?)
     
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  15.  
    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Misato Aoyama

    Avanzó por los pasillos con ambas manos entrelazadas tras de si, atrás había quedado su tempestiva vecina y amiga Ayame a quien deseo la mejor de las suertes (rogando también por un poco de moderación por parte de ella).

    Cuando se aproximaba a su salón, Misato observó nuevamente aquella invitación tan curiosa a una fiesta que solo había visto en alguna escena sobre fiestas europeas. Al derecho y al revés examinó la invitación ¿Donde estaba ese tal triángulo del dragón? Ella como una forastera desde Hiroshima, aún tenía mucho por recorrer en su nueva ciudad...pero mientras la paz siguiese inmutable no debía temer.

    Ajusto el lazo de su cabello y acomodo su flequillo, la presentación debía estar ante cualquier cosa sobre todo si alguien en la academia pueda interesarse en su presencia, destacar llegaba a ser importante pero solo con méritos que ella considerase loable.

    —Bien hora de demostrar de que está hecha una Aoyama—susurro con una férrea seguridad, si quería tener su lugar debía mantenerse fuerte, estoica pero serena y cálida si quería establecer fuertes lazos con sus nuevos compañeros.
     
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  16.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Joder, pensé que el senpai sería de los que llegan más rápido, había que ver. Solté un suspiro pesado, más que nada hastiado, y en la soledad del pasillo vi a una chica aparecer. Como era lo único interesante hasta el momento, la sorpresa en mi rostro no se hizo de esperar.

    De todas formas no buscaba incordiarle y mucho menos rebolcaerme con más personas, ¡pero se veía tan seria y apacible! Aparte se solemne.

    Ohayo~ —canturré cuando pasó a mi lado, brindándole una sonrisa a ojos cerrados sin moverme de mi ubicación


    fgUiXhX.png

    En cuanto dijo la palabra clave lo observé a los ojos, con una sonrisa sutil, llena de agradecimiento y alivio, pero también tenía otras cosas como la emoción infantil o la alegría apacible.

    —Ding ding —canturreé mientras hacia un movimiento sutil con el índice de mi derecha, sin siquiera alzarla tanto: Como sí golpeteara con cuidado una pequeña campanita.

    Fue cosa de verlo movilizarse hacia afuera, para que mi cerebro comandára movimientos instintivos; tras otro bostezo, con los que siempre mi tapaba la boca, procedí a refregarme un ojo y responderle.

    La cabeza también me había empezado a mandar mucha punzadas, eso alertaba que mi tiempo ahí se había agotado.

    —La gente pobre no tiene seguimiento, Altan —fue lo único que logré atinarle en respuesta, en un murmuro silencioso aunque firme, pues de a poco el cansancio cerebral me iba siendo insostenible, por lo que mi cabeza empezó a divagar vertiginosa a inaudible cual sería mi siguiente movimiento— ¡Voy a la azotea! —solté animada trotando para sobrepasarlo, y así brindarle una sonrisa de cría a ojos cerrados mientras inclinaba la espalda, viéndolo desde abajo—, ahí pasaré el rato~

    Informé, por sí quería seguirme, acompañarme; pero la verdad era que necesitaba un lugar dónde dormir y no ser molestada, porque todos los indicios apuntaban a las reducidas probabilidades de que Margarita volvería a despertar, sería la siguiente en pilotear este cuerpo, hacer esa estupidez tan poco clara.

    Y no lo sentía ni sabía bien cómo funcionaba, pero entendía y predecía que sería una bola de nervios significativa, quería estar sola al despertar, o al menos ahora sí me topaba con alguien, que fuera Altan.

    Mientras subía la escalera hacia la azotea volteé a comprobar sí me seguía, aún con la sutil sonrisa en los labios, pero mis cejas arqueadas con calma delataban mi constante preocupación.

    Tras eso me colé por la puerta como el ladrón se cuela en casa ajena: Sinuosa.

    Hitori Mi enana se va a la azotea y no tiene problemas en que Altan le acompaña aunque sea un rato uwu <3

    Mar Apáticas en el Mundo Interno:
    0e91b25f164351372e800372994e7a36.jpg
    Cómo se percibe Mar Práctica dentro del mundo interno:

    048e209f2f2fd3e62d84b938a16ec465.jpg
    ad1e67e8c6d2184454b6a07915e53132.jpg Así se apreciaría sí Margarita u otra corta el cabello del cuerpo (?)

    Mar con Mar Practica sobrellevando el control:
    7b277d1433d3724798d89175d79570d3.jpg
    Mar equilibrada:
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    Mar Practica co-frontando con Margarita:
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    Última edición: 29 Enero 2021
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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Misato Aoyama

    Estaba a unos escasos pasos para entrar a la clase 3-2 cuando a su lado escucho el melodioso saludo de una estudiante, no necesitó de mucho para saber que era dirigido a ella, al voltear vio a una chica de cabellos negros. Aunque era la "primera vez", si así podía decirle, en Sakura algo en aquella chica le parecía muy... familiar, por alguna razón sentía conocerla desde "siglos atrás" por muy ridículo que aquello pareciera.

    —uh Buenos dias...—saludo con una reverencia— em ¿Tomas clases en este piso?—la chica no paraba de sonreír pero a era un alivio ver tal calidez, Misato sonrió ligeramente como respuesta.

    —Aoyama Misato...un gusto conocerte— se presentó sin más rodeos, su aspecto le daba una idea de ser una chica agradable con la cual compartir el almuerzo bajo la sombra de un frondoso cerezo.

    —Disculpa si preguntó demasiado pero—dijo con un tono casi maternal— ¿Te conozco de algún lado?

    Era probable que fuese una chica de su vecindario o tal vez puedan ser ciertas las historias de vidas pasadas...pero ese era un tema que le avergonzaba tocar aunque sea muy prolífico en culturas orientales.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Mi sonrisa calma mutó en varias cosas a medida que hablaba, pero que interesante~ Que buena forma de relajarse antes de la llegada del condenado senpai.

    —Vaya, puede que si nos conozcamos, querida~ —Aproveché de tomarme algunas libertades debido a que desconocía mi edad y curso, para ladear la cabeza sin perder la sonrisa gatuna, manos en los bolsillos; aunque mis ojos no mostraban ni un ápice de peligro o picardía, simplemente se entornaban con apacibilidad, ¡pero vamos! Que solo un par de frases y me sentía viva otra vez ¡Por personas como ella había que tener fe en la humanidad! ¿No?

    Solté una risa melodiosa y aterciopelada a ojos cerrados, bastante sonora por las idioteces que se me ocurrían.

    —Lo siento, soy una rara —comenté sin más, con la sonrisa en mis labios y manteniendo la confianza en mis ojos, y a pesar de mi osadía, cierto respeto peculiar estaba impreso en mis acciones; el respeto de no subestimar a otros. Le ofrecí mi mano, para un apretón o qué sé yo—. Kobayashi Masuyo, todo un gusto señorita Aoyama~

    Y ahí estaba, mi sonrisa amplia y ojos retadores clavados en sus caobas apacibles.
    Vamos, vamos; que a los gatos les encanta trepar troncos~
    Lo siento Kuno, pero ya la conoces XD Se me escapa de las manos cuando le pita la gana
     
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    Gigi Blanche

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    El sobre que me encontré en mi casillero ciertamente fue una sorpresa. Vaya, vaya, al menos para eso servían en esa jodida escuela. Es decir, si me preguntaban le habría hecho algunas modificaciones a las invitaciones para que tuvieran más... clase, pero para los parámetros tan pobres que usaba hasta el momento, era un subidón en el promedio. La revisé al derecho y al revés, una ligera sonrisa me danzó en los labios y procedí a cambiarme los zapatos.

    Una fiesta pija en Chiyoda, ¿eh?

    Not bad.


    Iba a tomarme el ascensor porque me daba mucha pereza subir tres pisos, pero me ganaron de mano. Reconocí al vuelo a la rubia de mi clase y al imbécil con peste a niño de papi, aunque no le brindé ninguna relevancia más que esa. Suspiré, me comí las tres tandas de escaleras y al llegar a mi piso me tomé un desvío al baño para chequear mi aspecto. El cabello, el cuello de la camisa, el reloj y demás. Ni siquiera había visto a la pulga insoportable de ayer, la que tantas ganas parecía tener de tocarme los cojones.

    Mori como Mao está hablando con Misato pos lo mandé al baño para que cuando te apetezca lo aborde a la salida o algo así uwu
     
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  20.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

    Tauro
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    Dos cosas pasaron a la vez que me desconectaron de la señorita Aoyama; ver a Nieves con un tipo pelinegro caminar casi a la par y escuchar el llegar de alguien nuevo, sumándose a la escena en general: El senpai. Había mirado una vez a la derecha y luego a la izquierda, para terminar por juntas las manos en un gesto de suplica, igual que la expresión que le brindé a Misato-chan.

    —¡Lo siento, Aoyama-san, tengo algo que hacer! —hablé con genuina preocupación, a pesar de que en cuanto enfrentara al castaño mi actitud cambiaría por completo. Me aparté un poco y ahí hice una reverencia de 90%— ¡Espero que podamos hablar en otra ocasión!

    Tras eso, me dirigí a un trote lento a la zona de los baños, aun con la preocupación tallada en mi cara.

    Efectivamente, no me aguanté. Kou me supera (?)
     
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