El frío glacial de aquel invierno se me está metiendo por entre las ropas. La bufanda que me regalaste ayer cubre toda mi boca, pero no puede evitar que mi nariz tome un color rosa. Al otro lado de la calle me observas con los mismos ojos que me han mirado hace ya tanto tiempo. Cuánto nos amamos, ¿no? No lo dices, pero me basta ver tu sonrisa y bajo un poco la bufanda para mostrarte la mía en respuesta, para que no te quepa duda de que comprendo. Siempre has estado ahí aunque nunca te lo pedí, cada vez que pude caer estabas ahí para sujetarme, para traerme a flote, con tu desmesurado positivismo, tus locuras sin fin. Incluso luego de que el doctor hiciera el fatídico diagnóstico, tú nunca me dejaste de lado. Todas esas mañanas que las fuerzas no me daban, llegabas para abrir las cortinas y acostarte a mi lado. Todas esas tardes en las que no quería nada más que maldecir al mundo, estabas ahí para contenerme con un abrazo eterno que aún bajo esta nieve, me da calor. Pero yo no podía permitir que esto siguiera así, porque veía en tus ojos un brote repentino de tristeza que crecía cada tarde. Me contaste de la oferta de trabajo, de tus sueños, que pensabas renunciar. Cómo pude ser tan egoísta, cómo pude querer detenerte. Pero pronto recobré el sentido, no podía retenerte para mí, pero aún más importante: No podía permitir que me odiaras. El amor no puede ser una atadura, el amor debe dejarnos libres y es por eso que te dejé ir. Tu sonrisa se cubre de un tenue llanto bajo la nieve. El taxista te pregunta si todo va bien y le respondes que sí, que es mejor partir para no perder el avión, sin quitarme la mirada bajo ninguna circunstancia. Te veo subir al vehículo con tu maleta con una mezcla de sentimientos atravesándome el espíritu. Saber que no fui una piedra en el camino hacia tus sueños, es todo lo que necesitaba. Me alegra haberte podido dejar ir, como tú me dejaste partir hace ya dos días.
Precioso. La historia me entristece sobremanera, porque de una u otra forma, me siento identificada con lo que sucede y eso solamente se consigue con una narración tan buena como la tuya, me ha gustado mucho. Quizás si fuese más largo podría haberlo saboreado más, peeeero, a mí siempre todo se me hace corto. ¡Un saludo! :)
Te iba a poner el intro de la rosa de Guadalupe como te dije ayer, pero está tan amargo que no me da para reírme. Como la mayoría de veces, presentas un escrito con una narración preciosa, detalles casuales que complementan una y otra vez la lectura. Compartes una historia completa, sin obligarnos a rompernos la cabeza con posibilidades, y le dejas ese aire de enseñanza. Tiene todo los elementos necesarios para hundir en melancolía a quien viviera algo así. Es tan amargo, pero son sacrificios. A veces se debe ser egoísta con uno mismo, para poder dejar de ser egoísta con los demás. En fin.
Pues con sacrificio se demuestra el amor. Se aman, pero si no hay ningún futuro para dicha relación, mejor dejar en libertad al que puede rehacer su vida. Este es un caso muy triste por la separación, pero hay quienes deciden soportarlo todo al lado del ser que aman y simplemente no hay buenas razones para irse de su lado, haciendo sus propios sueños a un lado.