Historia larga Pandemónium

Buenas, aquí vuelvo con un nuevo capítulo, se me acaban las notas que tomé en su día cuando decidí comenzar esta historia allá por el 2013, pronto todo lo que escriba será completamente nuevo, incluso para mí, lo que me emociona un poco a decir verdad XD

En fin, sin más que decir aquí está el siguiente capítulo de Pandemónium.

Pandemónium capítulo 49: Entrando en la biblioteca encadenada.

La biblioteca encadenada, llamada así por la peculiar disposición de sus niveles, es un enmarañado laberinto que se dice alberga todo el saber del mundo. Hasta la fecha, tan solo siete niveles han sido oficialmente descubiertos y documentados, cada uno más bizarro que el anterior. Uno de los pocos lugares donde puede encontrarse una magia tan avanzada como el teletransporte. Se dice que la biblioteca se encuentra en un plano dimensional diferente y que cada uno de sus niveles conforma un micro-universo en sí mismo. La cantidad de personas que se han perdido en sus pasillos no son suficientes para que el consejo de altos magos niegue la libre entrada y la posibilidad de que alguien pueda descifrar alguno de sus muchos secretos.

Haruna abre la puerta de entrada a la biblioteca, frente a ella se extiende una pequeña sala con numerosas librerías. Dos pasillos que se entrecruzan, con librerías en paredes y cruces, es todo lo que conforma la sala.

—No es tan impresionante como habías hecho pensar —dice Anya, dando un paso adelante al interior.
—Ju ju —ríe de forma macabra Haruna—. Esto no ha hecho más que empezar. Espera un segundo.

Haruna desaparece cruzando uno de los pasillo para reaparecer al poco tiempo, esta vez con un libro en la mano.

—Éste es el libro —dice Haruna, levantándolo sobre su cabeza.
—¿Ese es el que nos mandó a buscar Alice?
—No, no, en este primer nivel lo único que encontrarás son algunos libros sobre magia añadidos por el colegio y demás información inútil —expone Haruna, sintiéndose orgullosa por alguna razón—. Este libro nos permite ir al siguiente nivel de la biblioteca.
—¿Y cómo lo usamos?
—Tan solo hay que abrirlo y recitar el conjuro —responde mientras se acerca a Anya—. ¡Teleportatio!

Un círculo mágico se dibuja bajo ellas y, en un instante, desaparecen de la estancia. Un sin fin de luces danzan ante sus ojos y, antes de que se diesen cuenta, se encontraban en un lugar completamente diferente.

Frente a ellos se extendía una estancia cavernosa, llena de cráteres por todas partes; en su interior, calderas de lava escupían llamas sin parar. Pegados a las paredes de roca de la caverna e incluso en el interior de los cráteres se encontraban estanterías llenas de libros.

—¿Qué lugar es este? —pregunta Anya algo sorprendida.
—Este es el segundo nivel de la biblioteca.
—No parece para nada una biblioteca.

En uno de los cráteres, puede verse como los libros caen a la lava y se queman hasta desaparecer por completo, luego, el mismo libro reaparece sobre la estantería para caer de nuevo, una y otra vez.

—Recibe el nombre del volcán del conocimiento —continúa Haruna—. Sin embargo aún no encontraremos nada más que cosas inútiles. Lo que necesitamos estará al menos en los niveles seis o siete.
—Es cierto, ¿qué es lo que pone en el papel que nos ha dado Alice? —pregunta con curiosidad.
—Según lo que dice el papel quiere que busquemos información sobre magia que se active tras perder la consciencia y confiera una fuerza abrumadora. No sé muy bien a qué se refiere pero hay algo más que quiero buscar.
—¿Y qué es?
—¿Qué va a ser? Tenemos que buscar el cómo devolver a Kaim a su propio mundo.

Los ojos de Anya se abren de repente, mostrando una expresión de sorpresa como nunca antes había mostrado.

—¡Wah! —exclama Haruna sorprendida por su reacción, retirándose hacia atrás.
—¿Nos espiaste? —pregunta, recobrando un poco la compostura.
—¡No, no, no! —niega con rotundidad con las manos y la cabeza—. Bueno... ¡Pero no pensé que fueses a abrazarlo de ese modo lo juro!

Las mejillas de Anya se tornan levemente sonrosadas.

—¡Lo siento! —se disculpa Haruna, agachando la cabeza y juntando las manos en señal de disculpa.
—No importa —responde Anya—. Tampoco es algo que pretendiese esconder, además —Permanece en silencio unos instantes y desvía la mirada—... yo también tenía pensado buscarlo.

Haruna muestra una amplia sonrisa y se gira rápidamente.

—Entonces busquemos el libro hacia el siguiente nivel —comenta antes de comenzar a caminar.

Anya asiente con la cabeza y la sigue.

Tras unos minutos buscando por las estanterías de la superficie Anya y Haruna se reúnen de nuevo.

—El lugar no es tan grande como parece a simple vista —comenta Anya.
—Sin embargo no parece estar en ninguno de los estantes de la superficie —responde Haruna algo desanimada.
—Eso quiere decir que seguramente se encuentre en los que cuelgan de los cráteres.
—Si eso es cierto tenemos un problema. Cuando uno de los libros de teletransporte es usado o destruido uno nuevo se crea en un lugar aleatorio del nivel. Eso quiere decir que si el libro es destruido podría aparecer en algún lugar que ya hemos revisado.
—Eso eternizaría la búsqueda

Ambas quedan pensativas un instante. Repentinamente, Anya extiende sus alas.

—Revisa de nuevo las estanterías de la superficie. Yo me encargaré de los cráteres.
—Espera un momento, es peligroso —La detiene Haruna antes de que se marche—. Si un pedazo de fuego te golpea caerás directa al cráter.
—No soy tan torpe como para dejarme golpear por una de esas —afirma convencida.

Haruna suelta su brazo y Anya se lanza a uno de los cráteres de un salto. Mantiéndose brevemente con un suave aleteo, se encarama a una de las estanterías, que se encuentra fuertemente aguerrida a la roca. Uno a uno revisa los libros del estante.

Haruna por su parte, aunque preocupada, emprende de nuevo la búsqueda del libro.

—¿Dónde demonios puede estar? —susurra Haruna, mirando de un lado a otro.

Frente a ella, en un cráter, varios libros comienzan a caer a la lava. Entre los libros restantes destaca uno de ellos, con una brillante portada verde.

—¡Es ese Anya! —exclama señalándolo—. Tómalo antes de que caiga.

Anya reacciona de inmediato y salta dentro del cráter, antes de que el libro comience a caer, Anya lo toma entre sus brazos y salta fuera del agujero.

—¡Buen trabajo!
—Solo tengo que leer la oración, ¿no? —pregunta Anya, abriendo el libro.

Haruna asiente con la cabeza, acercándose a ella.

—¡Teleportatio!

Un círculo mágico se extiende bajo ellas y las traga en un vórtice de luz. Miles de luces danzan nuevamente ante sus ojos. De repente, ambas aparecen en un nuevo lugar.

Frente a ellas se extiende esta vez un bosque, una pequeña neblina cubre el suelo. La frondosidad de los enormes árboles impide ver el cielo, sin embargo, unas pequeñas plantas en las copas de los árboles proporcionan luz al lugar, la suficiente como para parecer que la luz del sol incide directamente sobre ellas.

—Llegamos al tercer nivel, el bosque ilusorio.
—No parece más peligroso que aquel volcán —comenta Anya, mirando alrededor.
—Que no te engañe el aspecto, éste es el nivel más peligroso por debajo del sexto. La neblina de este lugar nubla los sentidos y llevan a la locura. Deberíamos salir de aquí cuanto antes.

Tanto en el suelo como colgando de los árboles se encuentran las estanterías, llenas de libros. Haruna y Anya se separan nuevamente en busca del libro acertado.

—“Seis razones de porqué el flan es el mejor postre” —lee Haruna en la portada de uno de los libros—. ¿Pero que clase de basura hay en este nivel? —grita, arrojando con furia el libro al suelo.

El libro cae sobre una masa de raíces, que lentamente lo recubren y lo tragan hacia el fondo, desapareciendo en la neblina.

—¿Qué es...? —repentinamente, los ojos de Haruna se abren de pura sorpresa—. ¿Madre...?

A sus ojos, un rostro conocido se formaba en la niebla, lentamente, la figura neblinosa extiende su mano hacia ella.

Con la boca abierta y una lágrima cayendo de sus ojos, Haruna extiende su brazo ensimismada.

—¡Haruna, lo encontré! —exclama, bajando de un árbol—. ¡Haruna!

A los ojos de Anya, unas enredaderas tiraban lentamente de la absorta Haruna, llevándola con lentitud bajo uno de los árboles.

Con gran velocidad, Anya se coloca a su lado y abre el libro.

—¡Teleportatio!
—¡Madre! —exclama Haruna antes de desaparecer en el círculo mágico.

Repentinamente, Anya y Haruna son transportadas de nuevo. Esta vez, ambas se encontraban en el interior de un edificio, sin embargo todo se encontraba al revés. Un edificio de mármol blanco, lujoso y cuidadosamente decorado; todo en proporciones gigantescas. En el centro de la habitación, una enorme lámpara de araña daba luz a la sala.

—¡Haruna! ¡Haruna! —grita Anya, zarandeándola una y otra vez arrodillada a su lado.

Los ojos de Haruna vuelven a centrarse de nuevo.
—¿Qué ha pasado? —pregunta confusa, sosteniendo su cabeza con fuerza—. Duele.
—Una enredadera te estaba tragando en el bosque, ¿estás bien? —pregunta, con un atisbo de preocupación en su rostro.
—¿Eh? —balbucea confusa—... ¡Wah! —exclama finalmente.

Haruna mira alrededor una y otra vez.

—¡Me deje atrapar por una ilusión! —exclama una vez más, poniéndose en pie de repente.

Anya lanza un suspiro, aliviada.

—Si hubiera tardado unos segundos más te hubiera tragado por completo.
—¿Pero como es posible? ¿Tú no viste nada?
—Si lo vi, pero tan solo eran cosas imposibles, así que no les presté atención. Además dijiste que ese bosque causaba ilusiones así que las traté como tal.

Haruna sujeta su cabeza una vez más.

—No consigo recordar a qué estaba mirando antes de perder la consciencia —Trata de recordar con fuerza, con la mirada fija en el suelo.
—Olvida eso Haruna, ¿dónde estamos? —pregunta Anya, tratando de sacarla de su ensimismamiento.
—¿Eh? S... Sí —responde finalmente—. Este es el cuarto nivel de la biblioteca, la mansión invertida. Se dice que esta mansión es tan solo un fragmento en el interior de una dimensión caótica y peligrosa —explica Haruna, caminando de un lado a otro ante la atenta mirada de Anya—. Cómo puedes ver nos encontramos en el techo, sin embargo la gravedad sigue tirando de los objetos hacia el suelo, arriba de nosotros. Nadie ha sabido nunca por qué ocurre esto.
—¿Y cómo encontramos el libro?
—Puede ser un poco complicado alcanzar las estanterías puesto que están sobre nosotras pero no podremos avanzar sin buscar en ellas además —finaliza, con una expresión seria—. Por nada del mundo abras la puerta de salida, el espacio ahí fuera es retorcido e inestable.

Anya asiente con la cabeza y ambas se separan nuevamente.

Habitación tras habitación, ambas registran como pueden las estanterías en lo alto en busca del libro adecuado.

—Este lugar es grande —se queja Anya—. Y aún queda el piso inferior, o superior.

Anya vuelve a la sala inicial, sin embargo, en lugar de encontrar a Haruna, otra niña se encuentra en su lugar.

Vestida con una capa y un vestido oscuros acompañado de un enorme sombrero de bruja que fácilmente duplicaba el tamaño de su cuerpo, la pequeña niña dirige una mirada furiosa a Anya.

—¡He venido a por ti, monstruo! —exclama firmemente, señalando a Anya.

Sobre ella, una figura oscura cae empuñando unas garras en sus manos; saltando hacia atrás, Anya esquiva el ataque. Tras ello, la figura, una enorme persona envuelta en una armadura completa de color negro azabache se coloca a un lado de la niña.

—¡Reth! —exclama enfadada—. Te dije que acabaras con un solo golpe —continúa, quejándose y pataleando el suelo una y otra vez.
—Lo siento pequeña señora —responde la persona en la armadura, con voz completamente distorsionada, dando una pequeña reverencia.
—¡Te he dicho miles de veces que no me llames así! —exclama enfadada una vez más, dando pequeños saltos en el suelo y haciendo que su enorme sombrero se balancee arriba y abajo una y otra vez.

Rápidamente, Haruna llega tras Anya a paso acelerado.

—¿¡Anya, que fue ese ruido!? —exclama alterada, antes de reparar en las dos personas al frente—. ¿Quienes son ellos?
—Así que tu eres la dueña de esa criatura —comenta señalando a Haruna—. ¡Te desafío! —finaliza con una gran sonrisa en su rostro.

Continuará...

 

Buenas y perdonad la tardanza, ando pasando por algunos problemillas personales que no me permiten darme el lujo de conectar a menudo y menos aún de escribir como es debido.

Dicho esto, os dejo con el siguiente capítulo de Pandemónium, espero que les guste ^^

Pandemónium capítulo 50: La pequeña venefica y su trampa demoníaca.

En el cuarto nivel de la biblioteca encadenada, Haruna y Anya se encuentran con unos rivales inesperados. Una pequeña niña de pelo corto castaño, vestida en un completo atuendo de bruja y con un sombrero cuyas dimensiones duplicaban el tamaño de su cabeza; y un extraño caballero de voz distorsionada envuelto por completo por una armadura negra.

—¿Quién se supone que eres? —pregunta Haruna, ladeando la cabeza levemente.
—Mi nombre es Meidisen, soy una bruja de la escuela de magia —responde con la mano en el pecho, orgullosa de sí misma—. Y este es mi compañero, Reth.

Meidisen golpea la armadura de Reth, liberando un sonido metálico hueco. Debido al golpe, Meidisen sostiene su mano con expresión adolorida.

—¿Se encuentra bien pequeña señora? —comenta preocupado Reth, tomándola delicadamente de la mano.
—¡No me llames así! ¿cuántas veces tengo que decirlo? —grita y patalea en el suelo, apartando la mano.
—¿Por qué te interpones en nuestro camino? —pregunta Anya, con visible hostilidad en su mirada.
—El abuelo me dijo que tenía que entrar y vencer al monstruo que se ha atrevido a entrar a la biblioteca.
—¡No la llames monstruo!
—¿Y qué es sino con esas alas en la espalda? —se burla Meidisen.
—¡Ella es mi amiga! —exclama dando un paso adelante.

Anya, en guardia, detiene el paso de Haruna con su mano.

—No te acerques Haruna —dice sin apartar la mirada de la pequeña Meidisen.
—¿Qué ocurre? —pregunta confusa ante la repentina conducta de Anya.
—Esa niña tiene algo raro, emite un aura retorcida, no es una persona cualquiera.

Meidisen ríe en voz alta.

—Por supuesto que no soy una cualquiera, soy Meidisen, la alumna más joven y prometedora de la escuela de... ¿¡Cómo que retorcida!? ¡No quiero escuchar eso de un monstruo!

Sin mediar palabra, Reth extiende en sus manos un par de garras y arremete contra Anya. Con su lanza, detiene el golpe. Reth se aparta de un salto y Meidisen apunta hacia ella con sus manos.

—¡Carta de es...!

Antes de poder invocar el poder de la carta, una espiga de hielo sale disparada de sus manos y atraviesa el hombro de Anya, lanzándola hacia atrás.

—¡Anya! —exclama asustada.

Haruna dirige de nuevo la mirada hacia Meidisen, quien con una sonrisa miraba en dirección a la caída Anya, aún con una pequeña humareda en sus manos por el conjuro.

—“¿Cómo demonios ha lanzado ese Stiria sin pronunciar el conjuro?” —piensa Haruna y sus ojos se abren con sorpresa—. Eres... ¿Una venefica?

Meidisen ríe en voz alta y apunta su mano hacia Haruna.

—¡Soy la mejor bruja de la escuela! No hay monstruo que pueda conmigo —exclama emocionada—. Queréis esto, ¿no?

Meidisen muestra en sus manos el libro para avanzar a la siguiente zona.

—Venid a por él si podéis.

En sus manos se crea una nube de agujas de hielo que son lanzadas hacia Haruna. Girando su lanza, Anya se coloca al frente destruyéndolas todas
—¡Armātūra ventus! —exclama Anya al tiempo que una corriente de viento recubre todo su cuerpo—. No la tocarás —dice, dirigiendo una mirada furiosa a Meidisen.
—Reth, encárgate de ella.

Reth guarda sus garras e introduce la mano en su pecho, atravesando la armadura.

—Esa habilidad, ¡es la misma de Anuria! —exclama Haruna sorprendida.

Del interior de la armadura saca un par de orbes de color negro que libera al aire. Con gran velocidad, ambos orbes se dirigen hacia Anya, quien los esquiva con un golpe de lanza. Acto seguido, Reth arremete una vez más contra ella, sacando sus garras de nuevo y lanzando un corte. Anya lo detiene y le propina una patada; tras ella, ambos orbes vuelven a atacar a su espalda, golpeándola directamente.

—¡Anya! —exclama Haruna introduciendo la mano en su bolso—. ¡Es cierto, con todo lo que pasó con Kaim olvidé por completo encantar más cartas!

Reth propina una patada a Anya que la envía volando de nuevo. Sin embargo, se pone de nuevo en pie.

—¡Yo acabaré con ella! —exclama Meidisen alzando las manos al aire.

Sobre Anya, numerosas estalactitas de hielo se forman en el aire, con un gesto de su brazo las estalactitas caen sobre ella. Anya queda sepultada bajo un enorme pedrusco de hielo.

—Si las estalactitas no acabaron con ella, se congelará hasta la muerte —comenta con una risita.

Haruna busca desesperadamente en su bolso en busca de cartas que usar.

—Ahora solo queda la pequeña —comenta Reth, dirigiendo su atención a Haruna.

Un fuerte estruendo se oye y Anya emerge del interior del bloque de hielo, destruyéndolo. Con gran velocidad, arremete contra Reth y clava su lanza en la armadura de su enemigo.

—¡No os dejaré! —exclama furiosa.
—¡Aquí están! —exclama finalmente Haruna, sacando un puñado de cartas—. ¿Estás bien Anya?

Anya asiente con la cabeza, retirando su arma del interior de su enemigo. Reth se retira hacia atrás, casi inmediatamente, la herida en su armadura comienza a sanar.

—¿Cómo puede curarse así de rápido? —pregunta sorprendida Haruna.
—No posee un cuerpo físico, tras atravesar su armadura, es como si solo hubiera aire —comenta Anya, antes de caer y apoyarse sobre una rodilla
—¡Anya! —exclama Haruna, arrodillándose a su lado con expresión triste—. Perdóname, no soy tan fuerte como tú.
—Quédate tras de mi, Haruna.
—Pero...

Con la mirada afilada, Anya mira fijamente a sus enemigos frente a ella.

—Me sabe mal contra alguien tan pequeña, pero voy a ir en serio.

Anya golpea el suelo con su lanza y ésta se ilumina, lentamente se forma una cadena en su extremo y se une a la mano libre de Anya.

—Lanza del juicio.
—Magia angelical, es la primera vez que la veo.
—Concéntrese pequeña señora, es peligrosa.
—No te preocupes Reth, nadie puede vencernos —comenta llena de confianza.
—Destello.

Anya desaparece y reaparece tras Reth dejando tras de su tan solo un brillo. En un instante, numerosos cortes aparecen en el cuerpo de Reth, que termina por romperse a la mitad.

—¡R...Reth! —exclama Meidisen asustada.

—Juicio blanco.

De la punta de la lanza de Anya se libera un láser blanco en dirección a Meidisen.

—¡Ahora verás el verdadero poder de una bruja! —exclama mientras alza ambas manos en el aire.

Una enorme bola de hielo se crea, con un gesto hacia adelante, la bola avanza y destruye el rayo de Anya.

—¡Lanza sónica!

Con gran velocidad, Anya arremete con su lanza contra Meidisen. Meidisen salta hacia atrás y cruza la manos frente a ella, liberando una nube de polvo de hielo. En el momento que Anya cruza la nube, ésta estalla en una enorme humareda. Cuando la nube se disipa, una perfecta estatua de Anya, congelada por completo, aparece en escena.

—A...nya —murmura Haruna, boquiabierta.

Frente a ella, el cuerpo a la mitad de Reth comienza a recomponerse hasta unirse de nuevo en un todo.

—¡Me habías asustado idiota! —exclama Meidisen.
—Lo siento, me descuidé —responde con una reverencia.
—O... oye —balbucea Haruna, en shock.
—¡Encarguémonos de la otra chica Reth! —exclama animada Meidisen.

Haruna deja caer su bolso al suelo y toma en su mano todas las cartas restantes. Con su mano libre, lanza un charkram a Reth. De un golpe, aparta el arma de Haruna, sin embargo, ésta aparece ante él y coloca una carta en su rostro.

—¿Cuando ha...? —dice sorprendido.
—¡Carta de fuego, explosión! —exclama con todas sus fuerzas.

La carta estalla en una enorme explosión, cuya onda expansiva envía a ambos a volar.

—Idiota, con ese ataque no puedes herir a Reth.

Desde arriba, Haruna arroja uno de sus charkrams hacia Meidisen.

—¡Equipamiento, Trueno!

Una carta desaparece en su mano y el charkram se imbuye de electricidad, que con gran velocidad avanza hacia Meidisen.

—Inútil —dice con una sonrisa y un movimiento de su brazo.

Una pequeña ventisca aparta el charkram imbuido. Haruna por su parte, prepara una nueva carta en su mano.

—Carta de fuego, Láser ígneo.

La carta desaparece en sus manos y en su lugar, una enorme bocanada de fuego es lanzada hacia su enemiga.

—¡El fuego no puede hacerme daño! —exclama, invocando una nueva ventisca con sus manos.

La ventisca avanza y retiene el ataque de fuego de Haruna, sin embargo, otro charkram imbuido en rayo vuela a través del ataque hacia Meidisen.

—¿Cuando has lanzado eso?

El ataque la toma por sorpresa, haciéndola saltar hacia atrás para evitarlo.

—¡Equipamiento, Roca! —exclama Haruna una vez más apareciendo desde el interior de las llamas y la ventisca, con su brazo petrificado.

Con la fuerza de la caída, Haruna golpea con un fuerte puñetazo el rostro de Meidisen y cae sobre ella.

—¡Devuélvemela! ¡¡¡Devuélveme a Anya!!! —grita con todas sus fuerzas, golpeando una y otra vez a Meidisen con los ojos empapados en lágrimas.
—¡R...Reth! —exclama, tratando de evitar los golpes.

El cuerpo de Reth vuelve a formarse tras la explosión y arremete contra Haruna. Un fuerte crujido se oye y Anya se libera de repente de su estado congelado, empujando a Reth hacia un lado.

—¡Anya! —exclama girándose hacia ella con los ojos empapados en lágrimas.

Aprovechando el momento, Meidisen patea a Haruna, quitándosela de encima.

—¿Qué demonios os pasa? Ni siquiera sois de la misma raza, ¿por qué os defendéis tanto la una a la otra? —pregunta confundida, con el rostro hinchado por los golpes.

Haruna y Anya se ponen en pie, mirándola fijamente.

—Es por gente como tu por la que odio a los humanos —explica Anya con una mirada de desprecio—. Pero ella... ¡ella es la primera persona en llamarme amiga mientras me mira con esos ojos sinceros! —exclama con la mano en el pecho.
—Anya... —murmura Haruna sorprendida.
—Puede que sea humana. Es... es posible que en algún momento sea traicionada de nuevo pero... ¡Decidí confiar en ella! ¡Decidí confiar en mi grupo! ¡No dejaré que le hagáis daño!
—¡Teleportatio! —exclama Haruna, que desaparece ante la sorprendida mirada de Meidisen.
—¡Ah! Me quitó el libro cuando se puso sobre mi.
—¿No deberíamos ir tras ella? —sugiere Reth.
—No es necesario, preparé una trampa antes de comenzar la lucha, por si acaso. No saldrán vivas del lugar al que han sido enviadas.

Haruna y Anya aparecen en un páramo desolado, la tierra abrasada y el calor agobiante hacen de la estancia un verdadero infierno.

—¿Éste es el nivel cinco? —pregunta Anya, recuperando su usual personalidad.
—No... esto es...

Haruna abre los ojos de puro terror.

—¿Quién osa entrar en mi dominio? —pregunta una potente voz bajo el suelo.

Frente a ellas, el suelo se abre en dos, de su interior emerge un enorme pilar de fuego y de él, una figura demoníaca de un par de metros de altura se muestra. Su rostro, con la mandíbula alargada hacia adelante, mostraba una fila de afilados dientes que sobresalían de su boca. Su cabeza culminaba en un par de cuernos empitonados hacia arriba y enroscados hacia atrás. Su cuerpo, musculoso, era el de una bestia bípeda con largas uñas en manos y pies, adornadas con brazaletes dorados. De su larga oreja derecha colgaba una argolla dorada.

—El espíritu elemental del fuego... el demonio de fuego, Ifrit.
—Así que una invocadora —comenta mientras flota en el aire, dirigiendo sus afilados ojos amarillos a Haruna.

Una sonrisa demoníaca se muestra en su rostro.

—Tengo una idea.

Ifrit alza su mano y una celda nace del fuego, apresando a Anya.

—¿Qué haces? —pregunta sorprendida.
—Dime niña... —comenta acercando su cara al aterrado rostro de Haruna, sin perder la sonrisa—. Juguemos a un juego.
—¿Un juego? —pregunta, temblando de terror con la voz entrecortada.
—Lucha contra mi, si me derrotas liberaré a tu amiga y te prestaré mi poder. No obstante si pierdes la batalla tu vida y la de tu amiga me pertenecerán. O también puedes marcharte de aquí... sola.
—¿Qu... qué dices? —pregunta, reaccionando a pesar del miedo—. ¿Quieres que me marche y deje a Anya aquí?
—¿Entonces crees poder derrotarme? —pregunta con una larga y tendida risa.
—Eso es...
—¡Por supuesto que es imposible! ¡Una niña como tu jamás podría vencerme!
—No menosprecies a Haruna —dice Anya desde la celda suspendida en el aire, lanzando una profunda mirada al enorme demonio.

Ifrit explota en una incontrolable risa que llena todo el lugar.

—Te daré un día para pensarlo niña. Voy a enviarte de vuelta al exterior. Si no regresas... pasaré un buen rato divirtiéndome con ella.

Con un súbito movimiento de su mano Haruna es transportada al exterior de la escuela de magos.

Haruna cae de rodillas al suelo mientras enormes lagrimas surcan su rostro.

—Es imposible que yo...


Continuará...

 

Regreso de entre los muertos aunque halloween ya haya pasado OwO ¿y qué mejor forma que con un nuevo capítulo de Pandemónium? Descubramos que andan tramando Alice y Mayka.

Pandemónium capítulo 51: Una familia no conectada por lazos de sangre.


En las afueras, Mayka y Alice recorren la zona circundante en busca de algún rastro que les lleve ante la manada de criaturas conocidas como biolobos.

—Esto es raro —comenta Alice, llevándose la mano a la barbilla—. Se suponía que eran una manada feroz que atacaba a los viajeros que se acercaban a la ciudad. ¿Por qué razón entonces aún no hemos encontrado ni rastro de ellos?
—Te dije que esa misión era sospechosa, no solo la recompensa es demasiado alta, sino que se encontraba cubierta por otra. Deben haber...

Mayka se ve interrumpida por unos gruñidos a un lado del camino.

Frente a ellas, un par de lobos de color verde, devoraban restos de comida que se encontraban en un carro volcado. No parecían más que comunes criaturas, si no fuera porque, con cada mordisco que daban, de su boca rezumaba una baba que quemaba y derretía la hierba a su alrededor.

—¡Biolobos! —exclama Alice.

Alertados por el súbito grito, las criaturas clavan su miraba en ambas, curiosas.

—No se suponía que eran una jauría, ¿por qué solo dos? —pregunta Mayka a su compañera.
—¿Qué importa eso?, ¡nuestra recompensa está aquí! —exclama emocionada—. Fulgur.

De las manos de Alice sale despedido un rayo color añil, que se dirige a gran velocidad hacia una de las criaturas. Sin embargo, el biolobo salta a un lado y evita el conjuro, adoptando de inmediato una pose de ataque.

El otro lobo aúlla al aire, levantando un agudo sonido que resuena por las praderas de los alrededores.

—Es mas rápido de lo que pensé —masculla Alice, chasqueando la lengua.
—Espera, hay algo raro.

Repentinamente, del carro volcado sale un tercer lobo, que les ataca por sorpresa y se lanza a por Mayka.

—¡Lorica! —exclama de forma apresurada.

Una burbuja azulada rodea a Mayka, deteniendo el ataque del lobo quien, rabioso, clavaba sus colmillos en la coraza.

—¿Qué tan fuerte es su mordedura?
—¡Mayka!
—Encárgate de los otros dos Alice, contendré a este cuanto pueda.

Alice asiente con la cabeza y dirige su mirada a los otros dos lobos.

—No lo hacéis mal para ser simples criaturas —dice Alice, recobrando la compostura—. Catenae fulgur.

Un rayo sale disparado de la mano de Alice e impacta en uno de los lobos, acto seduido, rebota y golpea a otro y, por último, impacta sobre el lobo que muerde la barrera de Mayka, derrobándole.

—Te dije que te encargases de los otros dos —replica Mayka.
—Ara —responde con una gran sonrisa—. Soy codiciosa.

Los lobos, tambaleándose, se levantan lentamente del suelo.

—Sin embargo, son más duros de lo que parecen.

Uno de los lobos se endereza y aúlla al aire antes de prepararse para una nueva embestida.

—Aquí vienen —Se prepara Mayka, colocando el báculo frente a sí.

Dos de los lobos se separan y rodean a Alice y Mayka mientras el tercero de ellos se queda al frente.

—¿Nos están rodeando? —comenta Alice.
—¿Desde cuando estas cosas aprendieron a actuar así?

Los lobos, al unísono, inflan sus pulmones con una bocanada de aire, al instante, Mayka reacciona.

—¡Scutum!

Un escudo rosado se despliega al tiempo que los lobos lanzan un esputo ácido hacia ellas. El escudo detiene el verdoso líquido corrosivo y se empaña. Rápidamente, uno de los lobos salta hacia ellas.

—Este escudo no detendrá un ataque físico —alerta Mayka.
—Lo sé —responde de inmediato Alice, golpeado el suelo con el talón del pie—. ¡Scintilla!

El talonazo libera una chispa que crece rápidamente en intensidad y se arroja hacia el lobo atacante. Sin embargo, otro lobo salta sobre la espalda del mismo, empujándolo para que el rayo no impacte.

El lobo de abajo se lanza hacia Mayka mientras que el que saltó se dirige a Alice.

—¿Qué ha...? —masculla Alice asombrada.
—¡Kya! —exclama Mayka al tiempo que cae de espaldas.

Colocando el báculo frente a ella, detiene el mordisco de la criatura, cuyas babas caían al suelo alrededor de su cabeza, pudriendo aquello que tocaba.

—¡Vas a romperme el báculo! —exclama mientras forcejea para quitarse la criatura de encima.

A su lado, el poder mágico se arremolinaba alrededor de Alice, formando un pequeño torbellino a sus pies.

—Ya me estoy cansando de esto.

Las manos de Alice resplandecen, mostrando numerosos rayos que saltan y danzan entre sus dedos.

—Flos electrica. ¡Lilium martagon!

La energía mágica se detiene durante un instante antes de explotar en una nube de rayos, tomando la forma de un lirio color añil alrededor de Alice y atrapando al lobo en su interior. Los rayos destellan de un lado a otro, salpicando los alrededores de color añil.

—¡Lux orbis! —exclama al tiempo que un círculo mágico se forma a su espalda y numerosos orbes luminosos comienzan a llenar el ambiente a su alrededor—. Explosion.

Los orbes estallan en una explosión luminosa que baña toda la zona con un color amarillento.

Ambos biolobos yacen en el suelo, temblando ligeramente.

—No puedo creer que aguantasen eso —comenta Alice, respirando agitada.
—¿A donde habrá ido el otro? —pregunta Mayka, mirando alrededor tras levantarse del suelo.
—Remataremos a estos dos y luego iremos a buscar al resto. Dudo que hubieran puesto un anuncio oficial por solo tres lobos, deben tener su escondite por los alrededores de la ciudad.

Alice alza una de sus manos al cielo.

—¡Ful...!
—¡¡¡Alto!!! —grita una voz sobre ellas.

Al instante, una lluvia de cuchillas cae frente a ellas.

Ambas dirigen la mirada al cielo. Una chica, vestida con una camisa corta que dejaba su ombligo al aire y un pantalón corto y ajustado hace su aparición con uno de los biolobos en sus brazos. Al caer al suelo, se interpone entre los lobos y ellas. Su largo cabello marrón ondea, mostrando su delicada figura delgada y su piel bronceada por el sol. En una de sus manos un par de cuchillos apuntan a ambas mientras sostiene al lobo con la otra.

—¡Quién sois y por qué tratáis de hacerles daño! ¡Hablad! —habla seria y con hostilidad dirigiéndoles una mirada afilada y empuñando fuertemente los cuchillos.

Alice y Mayka se miran extrañadas la una a la otra.

—¿Quién se supone que eres tú? —pregunta Mayka.
—Creo que aquí está pasando algo extraño —asegura Alice, cruzándose de brazos.

La chica baja los brazos y lanza un largo y tendido suspiro antes de girarse hacia el par de lobos tendidos en el suelo.

—Creo saber qué está pasando. Vamos a mi casa, allí podremos hablar tranquilas sobre esto —comenta al tiempo que toma a ambos lobos sobre sus hombros, bajando al tercero al suelo antes.

El lobo se gira hacia Alice y Mayka y comienza a gruñir, sin embargo la chica le dirige una mirada agresiva y éste se detiene.

Mayka, Alice y la chica caminan por los alrededores de la ciudad, no mucho después, una grieta en el suelo les llama la atención.

—Es aquí —confirma la chica.
—¿Vives en una grieta? —pregunta Mayka.
—Tengo mis razones. Pasad.

En el interior de la grieta, unas paredes de ladrillo les dan la bienvenida. Al fondo, una puerta de madera da paso a una pequeña caverna acogedora, amueblada con diferentes bienes perfectamente colocados que dan la impresión de ser un hogar como otro cualquiera.

—Nadie pensaría que hay una casa como esta en el interior de una grieta —comenta Alice, mirando alrededor antes de sentarse en una silla que le ofrece la chica.
—Hice un buen trabajo con la reforma, ¿verdad? —La chica toma asiento tras ofrecer una silla a Mayka—. Iré al grano, ¿visteis el anuncio verdad?
—Así que fuiste tú quien cubrió la oferta para que nadie la viese —afirma Alice.
—¿Pero por qué? —añade Mayka.
—Es una historia un tanto larga —Toma aliento antes de comenzar—. Mi nombre es Verónica Gradza y soy la hija del hombre más influyente de Manarta, el duque Cameron Gradza. Todo iba bien hasta hace un par de años, mi padre comenzó a recibir cartas de un tipo misterioso, jamás me permitió ver qué mensaje contenían. Desde entonces cambió radicalmente, se convirtió en un hombre cruel y sin escrúpulos. Escapé de casa en cuanto le escuché hablar sobre mí con aquel tipo que entregaba las cartas. Hablaban de que yo escondía algo especial, que mi sangre era especial y querían tomarme para que me uniera a sus filas. En cuanto oí a mi padre acceder a ello escapé.

Verónica cierra los ojos y toma aliento.

—En ese entonces me encontraba sola y no sabía donde ir, pensé en marcharme lejos, pero si querían encontrarme simplemente lo harían; no sabéis lo poderoso que es mi padre. No tardaron demasiado en encontrarme, al día siguiente me encontraba rodeada de sus hombres, era el fin para mi. Pero antes de darme cuenta, un biolobo, enorme, me salvó. Su mirada era cálida, parecía comprender la situación en la que me encontraba. Ella me trajo a esta cueva y me cuidó como uno de sus cachorros. Nunca entendí la razón, pero ella murió un año después de traerme, quizás quería que alguien cuidara a sus pequeños recién nacidos. Prometí cuidarlos con mi vida.

—Entiendo la razón por la que vives con estos lobos y los atesoras, pero eso no explica el por qué precisamente ahora tu padre colocó ese anuncio —interviene Mayka.
—Siempre trato de que no me vean cuando paso por el pueblo, sabía que mi padre sabe que estoy por aquí cerca pero hasta ahora nunca trató de recuperarme. No sé que ha pasado pero... Puede que aquel grupo que enviaba mensajes a mi padre esté a punto de actuar y necesiten aquello que dicen que mi sangre posee.
—¿Y qué es lo que quieres hacer entonces? —pregunta ahora Alice.
—Quiero entrar en la mansión de mi padre, robar los documentos sobre sus tratos con aquel grupo y saber qué es lo que realmente pasa. Pero es imposible que yo sola pueda hacerlo, lo intenté una vez pero mi padre ha contratado a multitud de guardias de la ciudad y no soy tan fuerte como para pasar a través de ellos.
—¿A qué esperamos entonces? —responde Alice con una sonrisa, poniéndose en pie.
—¿Eh? —responde extrañada Verónica.
—Sabía que estabas pensando en algo así —responde Mayka indignada, levantándose de su asiento—. ¿Qué ocurre con la recompensa de la misión?
—¿A quién le importa un puñado de dinero? —dice Alice apretando el puño, con fuego en la mirada—. No puedo perdonar a un padre que quiere vender a su hija a un grupo extraño y sospechoso.
—¡Espera un segundo! —Se levanta Verónica exaltada—. ¿Qué queréis decir?
—¿Acaso no nos has escuchado? —Se dirige ahora a Verónica con una amplia sonrisa en su rostro, señalándola con el dedo—. Vamos a ayudarte a colarte en la casa y robar los documentos.
—¡Espera un segundo yo no os he pedido nada!
—Lo siento —Se disculpa inclinándose Mayka—. No soy capaz de detenerla cuando se pone así. Aunque en este caso debo decir que estoy de acuerdo. Hay algo en tu historia que me da muy mala espina.
—¿Verdad que sí? —responde de inmediato Alice—. No se hable más. Esta misma noche entraremos en la mansión del duque.

Continuará...

 

Aquí vuelvo con la siguiente parte de la historia de Alice y Mayka, espero que les guste ^^

Pandemónium capítulo 52: Objetivo: robar los documentos.


El día pasó a la tarde y la tarde a la noche. La luna comenzaba a asomar en el horizonte mientras la luz se apagaba al otro lado. Sentadas en el interior de la casa de Verónica; un lugar pequeño pero acogedor, las paredes y el suelo de roca habían sido pulidos con cuidado de modo que su rugosidad al tacto se redujera casi al completo, dando el aspecto de una superficie de piedra lisa común. En el interior, diferente mobiliario de madera adornaba la estancia de forma coqueta, una cuantas sillas alrededor de una pequeña mesita. Al fondo, un tocador y un espejo hecho con un trozo de cristal pulido reflejaba la poca luz con las que las antorchas alumbraban el lugar.

Alice, Verónica y Mayka discutían el plan a seguir a la hora de irrumpir en la mansión del duque.

—Irrumpir por la puerta principal sería un error —afirma Verónica con rotundidad, asintiendo con la cabeza.
—Creo que no sería ningún problema enfrentarnos a unos cuantos guardias —responde Mayka cruzada de brazos, convencida de sí misma.
—Desconocéis la cantidad de guardas que posee mi padre, además de que no os convendría subestimar a la guardia de Manarta, puede que se hayan vendido a un puñado de monedas pero siguen siendo fuertes soldados —dice Verónica, dirigiéndose hacia Mayka—. Pero ese no es el problema, mi padre no es idiota y probablemente esconda los documentos en su cámara acorazada. Si descubre que está siendo atacado enviará a todos sus hombres a proteger los documentos y, si eso ocurre, no tendremos forma de acercarnos.
—Verónica tiene razón, si nos descubren en el interior del edificio lo más seguro es que nos traten de traidores o espías que tan solo quieren robar información. Si eso ocurre y no tenemos las pruebas en las manos, nadie creerá nuestra historia y nos veremos obligadas a entrar en prisión.

Mayka se deja caer sobre la mesa con un suspiro.

—Desde luego no querría volver a pasar por lo mismo que en Arnor. ¿Pero cómo lo haremos entonces?
—Debemos entrar sin que nos vean... Si Marco estuviera aquí sería un trabajo fácil, pero tendremos que hacerlo nosotras tres —dice Alice con la mano en el mentón, pensativa.
—No es necesario preocuparse por eso, conozco una entrada secreta a la mansión —comenta Verónica, señalando una puerta de madera al fondo de la caverna—. Yo misma construí esa caverna; lleva directamente al interior de la mansión, a una fuente en el centro del salón principal. Lleva años vacía así que no hay que preocuparse por quedar atrapadas bajo el agua ni nada de eso.
—Entonces el problema es qué hacer una vez dentro —interviene Alice.
—Así es, es seguro que una vez dentro no podremos evitar ser detectadas en algún momento. No soy fuerte y no podré enfrentarme a una gran cantidad de guardias al mismo tiempo. Y si me atrapan... bueno se acabará todo para mi.
—Por eso es que no querías actuar sola —añade Mayka.
—Así es, he estado esperando mucho tiempo a encontrar a algún viajero dispuesto a ayudarme. Lo he intentado antes pero nadie ha querido arriesgarse hasta ahora —responde con la cabeza gacha.
—Tan solo dinos hacia dónde tenemos que dirigirnos.

Verónica se levanta de su asiento y se dirige a una estantería de madera tras de ella. Registrando entre los pocos documentos que tenía, saca un trozo de papel enrollado y lo coloca sobre la mesa.

—Esto es un mapa de la mansión.

Verónica extiende el documento. El plano de una mansión de tres pisos se descubre ante ellas.

—La cámara acorazada se encuentra en esta habitación —comenta señalando una habitación al final del segundo piso. Llegar no es complicado, pero estas zonas están fuertemente vigiladas.
—¿Cómo sabes qué tan vigilado está todo? —pregunta Mayka, un tanto desconcertada—. Creí que te marchaste de casa antes de que el duque contratase a todos esos guardias para su protección.
—A decir verdad, no hace mucho que traté de entrar por mi cuenta y atrapar los documentos, creí que nadie me ayudaría así que decidí actuar por cuenta propia. Pero fui incapaz siquiera de acercarme.
—Oh vamos Mayka deja de ser tan desconfiada —le responde Alice riendo y dándole palmadas en la espalda.

Verónica cierra el documento y lo devuelve al estante.

—Sé que estoy siendo egoísta —dice, aún dándoles la espalda—. Pero estoy asustada, no sé que me harán si me atrapan. Si hubierais visto al mensajero, si hubierais visto su mirada ese día. ¡Sé que no tenéis ningún motivo para confiar en mi! —exclama, girándose hacia ellas y apretando los puños—. ¡Pero no sé que más hacer! Incluso... incluso ha puesto un anuncio para que cacen a mis pequeños para tratar de hacerme regresar. Simplemente estoy desesperada.

Alice se levanta de su asiento y se acerca a ella con una sonrisa dulce dibujada en el rostro.

—Me recuerdas a alguien hace unos cuantos años —dice mientras acaricia su mejilla suavemente—. No te preocupes, descubriremos que es lo que trama tu padre pero... Tienes que estar dispuesta a afrontar el hecho de que pueda ser separado de ti para siempre.
—Yo... Es mi padre al fin y al cabo; nunca me trató de esta forma antes. Quiero saber que le ha ocurrido para cambiar de esa manera tan horrenda. Si de verdad él se ha convertido en un monstruo, entonces no me quedará más remedio que aceptarlo.

En un par de horas el Sol desaparece por completo en el horizonte, siendo reemplazado por una enorme luna llena.

En la casa de Verónica, las tres chicas esperan en la puerta que lleva al túnel secreto a la mansión.

—Básicamente, entramos y vamos directas a por la cámara arrasando a todo el que se encuentre en nuestro camino, ¿verdad? —comenta Alice con una sonrisa.
—¡No! Ya dije que debemos tratar de hacer el menos escándalo posible, si nos atrapan será el final —Le reprocha Verónica.
—Algo va a salir mal, estoy segura de ello —responde Mayka llevándose la mano al rostro.

Las tres chicas caminan a través del túnel; un camino rocoso, con numerosos recovecos y pequeñas brechas, estrecho y húmedo.

—Ya queda poco —interviene Verónica, pasando por un estrecho pasaje.
—Eso espero, esta humedad me está enredando el cabello —continúa Mayka, siguiendo el paso.

Tras ellas, Alice queda atrapada en la pequeña gruta.

—¡No puedo pasar! —exclama alertada, tratando de empujar su cuerpo a través de la estrecha pared—. Mis pechos se quedaron atrapados.
—¡¿Acaso estas tratando de presumir, maldita?! —exclama ahora Mayka, tirando de su brazo con fuerza.
—Lo siento, no fui capaz de excavar esa enorme piedra al hacer el túnel —Se disculpa Verónica, uniéndose a tirar de Alice.

De un fuerte tirón, Alice logra pasar al otro lado y cae de rodillas al suelo, visiblemente preocupada.

—Por un momento creí que iba a acabar como Mayka —comenta aterrorizada.
—¿Acaso quieres que te golpee? —dice mientras golpea su cabeza con el báculo.

Las chicas avanzan y, en poco tiempo, alcanzan su destino.

—Aquí arriba está la salida. Voy a comprobar que no haya nadie a la vista, no sería bueno si nos descubren nada más entrar

Dicho esto, Verónica destapa una gran losa de piedra sobre sus cabezas y se asoma brevemente antes de hacer una señal con la mano.

Alice y Mayka suben con ayuda de Verónica. Una sala enorme se abre ante ellas. Adornada con una fuente en el centro, la estancia se extendía mostrando un suelo de azulejos brillantes, sobre estos, una alfombra roja lideraba el recorrido a las diferentes estancias. A los lados de la fuente se encontraban escaleras con barandilla de plata que llevaban al segundo piso.

—Subamos al siguiente piso antes de que venga alguien —sugiere Verónica.

Siguiendo sus instrucciones, ambas la siguen por las diferentes habitaciones de la estancia.

—Esto es extraño —Se detiene Verónica—. No hemos encontrado ningún guarda en nuestro camino...

La mansión comienza a crujir fuertemente antes de comenzar a temblar.

—¿Qué está pasando? —dice Mayka tratando de mantener el equilibrio.

A los lados, las paredes comienzan a girar y la mansión comienza a cambiar de forma, las habitaciones danzan frente a ellas mientras la estructura al completo se transforma.

—¿Acaso pensaste que no tomaría medidas? —Se oye una áspera voz a través de un sistema de megafonía.
—¡¿Padre?! —exclama Verónica.

Numerosos soldados aparecen a través de el sistema cambiante de habitaciones, llenando la estancia en cuestión de segundos.

—¿Acaso pensaste que no te estuve vigilando todo este tiempo? —La voz ríe a carcajadas—. Sin embargo he de apreciar el hecho de que hayas salido de tu cueva. De este modo me ha sido mucho más sencillo el terminar con toda tu estupidez.

Un escalofrío recorre el cuerpo de Verónica que se gira y comienza a correr a toda velocidad.

—¿Verónica? —Se sorprende Mayka.
—¡Tras ella Mayka!
—¡Pedis celeris!

Alice y Mayka corren tras ella, siendo perseguidos por la multitud de guardias.

—Atrapadlas, no dejéis que escapen. Las ejecutaremos por traición al reino de Zonde.

Verónica Mayka y Alice escapan a toda velocidad, tratando de encontrar la salida entre las puertas cambiantes.

—¿Qué ocurre Verónica? —pregunta Mayka, alcanzándola finalmente
—Mi padre —habla apresurada escupiendo cada palabra con cada zancada—. Estoy segura que planea hacerle algo a mi familia mientras estamos aquí. No se como pero lo sabía. ¡Todo era su plan!
—¿Y qué ocurre con encontrar los documentos?
—¡Eso no importa! ¡Si ellos no están ahí para mi no me importa si me atrapan!

La escapada continua durante unos minutos hasta que finalmente la fuente aparece a la vista.

—Rápido, todos al pasadizo, estallaré el lugar en cuanto pasemos para que no nos sigan —exclama Verónica.
—Vamos Alice —Llama a su compañera, quien se encontraba tras ellas.
—No tengo tanta resistencia como vosotras —dice tratando de alcanzarlas.

Finalmente, las chicas, seguidas de cerca por toda una hueste de guardias, alcanzan el pasadizo secreto.

—¿Qué tienes pensado Verónica? —pregunta Mayka mientras trata de mantener su ritmo.
—Volaré la mayor parte del pasadizo con esto —dice sacando de entre sus pequeños pechos un dispositivo con un gran botón rojo.
—¿De dónde demonios has sacado algo así?
—Eso es lo de menos, nos acercamos al punto prepárate.

Llegados a cierto punto, la zona estrecha vuelve a aparecerse en su camino.

—Oculté los explosivos tras esa roca, una vez la crucemos será seguro derrumbar el túnel.

Verónica y Mayka cruzan sin problemas pero...

—¡Vuelvo a estar atascada! —exclama Alice, agotada.
—¡Atrapadla! ¡Usen los dardos, deprisa!
—¡Alice! —exclama Mayka, retrocediendo, pero es detenida por Verónica—. ¿Qué haces? ¡Suéltame!
—¡No hay tiempo, volveremos a por ella! —exclama ahora Verónica, arrastrando a Mayka.
—¡Ve con ella Mayka! Me las arregla...

Antes de finalizar su frase, un dardo impacta en el cuello de Alice. Sus ojos pierden enfoque y, al poco tiempo, su cuerpo pierde la fuerza para seguir en pie. Justo en ese instante, Verónica detona los explosivos, derrumbando el camino tras ellas.

Verónica aún sosteniendo a Mayka alcanza el otro lado, respirando agitadas y tratando de recobrar el aliento.

—¡Suéltame, déjame ir con ella! —Forcejea, tratando de zafarse de su fuerte agarre.
—No seas idiota, el túnel se ha derrumbado —responde liberándola, antes de salir corriendo hacia la estancia principal de la cueva.

Al llegar, Verónica no puede evitar cubrir sus labios para no gritar de espanto. Sus ojos se abren de puro horror. Frente a ella, los cuerpos sin vida de quienes llamaba cariñosamente “familia” yacían en el suelo. El olor y el color de la sangre impregnaba la estancia. Las lágrimas caen lentamente por sus mejillas, una tras otra, sin cesar.

Sin embargo, el momento es interrumpido por una apresurada Mayka.

—A donde vas —pregunta Verónica, sin fuerza en la voz, evitando dirigirle la mirada.
—¿Acaso no es obvio? Voy a buscar a Alice —responde con decisión, tratando de salir de la caverna—. Voy a rendir cuentas con ese viejo.
—No irás a ninguna parte.
—¿Qué?...

Repentinamente, Verónica saca uno de sus cuchillos y empuja a Mayka contra la pared, colocándoselo al cuello con tal fuerza, que una pequeña gota de sangre se resbala por el cuerpo.

—Él es mio.

Verónica clava sus ojos, llenos de furia y empapados en lágrimas en los de Mayka, quien no puede evitar estremecerse ante tal visión.

Continuará...

 

Ok. Llegó el capítulo que marca un antes y un después en esta historia, tanto a nivel de la propia historia como a nivel personal, ya que es justo aquí donde mis anotaciones y capítulos ya pensados acaban y desde donde comenzaré a escribir sin anotaciones previas, justo como a mi me gusta.

A nivel personal, probablemente este sea uno de los mejores capítulos que he escrito, al menos para mi. Sinceramente, espero que disfruten leyendo al menos la mitad de lo que yo lo hice escribiéndolo.

Pandemónium capítulo 53: La bella y la bestia.


Elora despierta, frente a ella, el techo de un edificio de madera se muestra. Se encuentra tumbada sobre una cama, a su lado, una armadura de plata se encuentra colocada en una panoplia.

—Capitana Elora —Se dirige a ella un joven, vestido al completo con una armadura de metal, con el mismo estilo que el que yace a un lado de Elora. En su pecho, el escudo de un dragón de escamas doradas resplandece—. Debemos prepararnos, marcharemos a la batalla en breve.

Elora, con el cabello desaliñado, se levanta vestida con apenas un camisón y unos finos pantalones de tela blancos.

—Ya voy, ya voy —responde sin mucho entusiasmo.

Bosteza, aún consumida por el cansancio. El Sol aún no había salido y los cuarteles eran ciertamente oscuros a esa hora del día. Con completa desgana, Elora comienza a vestir su armadura. Su mirada se dirige a la ventana.

Un enorme castillo se erige frente a ella. Las cilíndricas paredes de ladrillo de sus torreones son culminados por puntiagudos conos de metal. En el centro de la zona, un enorme edificio se alza. La sala principal del castillo, con numerosas y enormes vidrieras de colores resaltaba por sobre los torreones, dejando al edificio principal en una posición superior. En el tejado del edificio, una enorme cúpula oculta un arma de enorme poder.

—¿Por qué no podemos usar el Gae Bolg y acabar con esto? —susurra para sí misma antes de comenzar a vestirse.

Tras la ventana, el Sol se alza sobre el horizonte con lentitud. En el patio del castillo, miles de soldados forman en posición. Frente a ellos un hombre, vestido con una armadura dorada, colocaba la mano sobre su espada. El brillo del sello de su empuñadura deja clara su posición.

Su nombre es Granbart, cuarto príncipe del reino de Zonde. El caballero retira su yelmo, dejando caer las plumas que lo coronaban y mostrando un cabello liso hasta sus hombros, de color castaño oscuro. El príncipe se dirige a sus hombres con una cálida sonrisa; pronto, la calma de su rostro da paso a la tensión que un líder debe tener momentos antes de partir al frente.

—¡Hoy es el día en el que enseñaremos a los bárbaros de Iskion lo que la nobleza y el honor significan para nuestro reino! —Su voz, aunque propia de un joven, resuena con fuerza entre las tropas—. Mucho hemos estado conteniendo nuestra furia ante su barbarie, cinco largos años nos han traído a este día, el día en el que partiremos para poner fin a todo este sinsentido.

Las tropas vitorean, levantan sus armas al cielo, gritando eufóricos.

—Puede que sean más numerosos, muchos no regresaremos —Su tono, repentinamente apagado, casi imperceptible, toma por sorpresa a los soldados, que cesan el vitoreo por un instante—. Pero este día, ¡labraremos un futuro para nuestra tierra, nuestras familias y el reino que tanto amamos! ¡Soldados, la justicia está de nuestra mano! ¡Partamos a encontrarnos con la gloria, o la muerte!

Los soldados vuelven a explotar en un coro de vítores, algunos golpean sus armaduras y escudos con fuerza, levantando sus voces y voluntades al mismo cielo.

A un lado del comandante y príncipe, una joven se deja ver. Granbart se gira hacia ella y acaricia su mejilla. El rostro triste de la chica se ve enmascarado con su dulce sonrisa al contacto de la mano de su amado.

—Sigo sin estar de acuerdo con que marches a primera línea, y lo sabes —refunfuña Elora, acariciando su rostro contra la mano del príncipe.
—Debo hacerlo, es mi deber el comandar a las tropas hasta el mismo infierno si es necesario —responde sosegado, con la voz agotada por el vocerío de hace un instante.
—Prométeme que volverás a salvo, a mi lado —ruega, apretando su mano con fuerza.

El chico tan solo sonríe, una sonrisa cálida más propia de un joven enamoradizo que de un líder a punto de partir a una sangrienta batalla.

—Siempre has sido un desastre a la hora de arreglarte el cabello —comenta, acariciando suavemente el cabello oliva de Elora, pasando sus mechones desaliñados por entre sus dedos.
—No me cambies de tema —Contraria a la brusquedad de sus palabras, el rostro de Elora es tierno, disfrutando al máximo cada instante. Una sonrisa inocente cruza su rostro.

Granbart ríe e introduce su mano en uno de los pliegues de su armadura, sacando una pequeña caja. Tras abrirla, saca un listón del mismo color que el cabello de Elora, solo que más oscuro. Tomando uno de los mechones del flequillo, ata el listón a él, dejando una pequeña coleta atada a un lado de su rostro.

—Este será el símbolo de mi promesa. Mientras lleves ese listón atado a tu cabello, te encontraré allí donde estés.

El rostro sonriente de Granbart se difumina lentamente mientras su recuerdo se desvanece.

Elora despierta una vez más, el listón se encuentra ahora en su mano. Lágrimas caen por sus ojos.

—¿Por qué tenía que recordar eso justo ahora? —se pregunta a si misma, cubriendo sus ojos empañados con el brazo.

Pasados unos minutos Elora se pone en pie y ata de nuevo el listón a su cabello. Lleva su mano a la cama que hace un instante la sostenía. Era una cama simple, de paja con una fina sábana blanca. Mirando a su alrededor, se encontraba en la habitación de uno de los edificios de Manarta, las paredes lo delataban.

Elora sale de la habitación. Justo al otro lado, Gorran la esperaba, pipa en mano, apoyado sobre una mesa de madera.

—¿Dónde? —pregunta algo desorientada.

Gorran da una gran calada a su pipa, liberando una humareda ceniza.

—El piso superior de mi taberna es mi casa, disculpa la escasez de mobiliario, me vi obligado a deshacerme de gran cantidad de cosas para pagar a esos tipos.

Gorran se inclina en señal de disculpa, tirando la ceniza de su pipa al suelo, hecho que no parece importarle en absoluto.

—Lo lamento.

Elora, incrédula, no es capaz de articular palabra.

—No pensé que unos jóvenes como vosotros se enfrentasen a esos tipos por alguien como yo.
—¿Jóvenes? Un segundo, ¿Y Kaim? —responde llevando su mano a la frente adolorida. Reparando al fin en el vendaje que la cubría.
—No pude evitar que se lo llevasen; cuando bajé a por él, ya no estaba.

Elora sale disparada, pero es detenida por Gorran.

—¡Suéltame, debo ir a buscarle!

Sorpresivamente, el fuerte brazo de Gorran mantiene a raya los forcejeos de Elora. Gorran saca un papel de su bolsillo.

—Te dije que os daría la información sobre Cardium. Tu compañero debe estar ahí. Regresad luego, aún no os he pagado por el trabajo.

Elora toma el trozo de papel y sale corriendo a toda velocidad.

Tras un breve espacio de tiempo, Elora se detiene a mirar el papel una vez más.

En él se encuentra el dibujo de un grupo de naves junto a unas instrucciones de cómo llegar desde la salida de su casa.

—Es imposible perderse con unas instrucciones tan detalladas —comenta observando la nota.

Frente a ella, un edificio pequeño junto a una nave comercial se alza sobre el suelo. La estructura de ladrillo desgastado desentona con lo impecable del resto de la ciudad. Unos ventanales desgastados muestran un interior destruido y oscuro.

—Supongo que toda gran ciudad tiene un lado como este.

En los alrededores, un barrio apagado se despliega. Los edificios derruidos alojan a las familias más pobres de Manarta, quienes observan con miedo a Elora. Ésta se acerca con cuidado al edificio, observando cuidadosamente cualquier movimiento en su interior.

—Parece desierto, ¿seguro que es aquí, Gorran? —comenta a sí misma con preocupación.

Una gota de sudor recorre su rostro mientras se acerca a la entrada de la llamada guarida de Cardium. Un paso al frente; Elora entra al edificio.

El interior se encuentra prácticamente vacío excepto por unos cuantos muebles rotos de madera podrida.

—Este lugar parece no haber sido utilizado en siglos.

De repente, un grito se oye en la distancia.

—¡Viene de abajo! —exclama apresurada.

Elora comienza a correr de nuevo por los pasillos del edificio, en uno de ellos, una estatua bien conservada y prácticamente oculta tras un pedazo de pared caída llama su atención.

—Ya veo.

Uno de los brazos se mueve, dejando ver un pasadizo oculto en el suelo. Lentamente, una gran puerta de acero se abre dejando ver una escalera.

—Espero que este sea el lugar correcto,

Sin pensarlo dos veces, comienza a bajar a toda velocidad. El panorama cambia con rapidez, la piedra y madera podridas dan paso a un impoluto suelo de mármol pulido y una paredes de acero reforzado.

Pronto alcanza su destino. Un largo pasillo se abre frente a ella, al fondo, una puerta doble oculta el camino a la siguiente sala.

—Esto no parece el escondite de un puñado de bandidos.

Antes de alcanzar la puerta, un fétido olor golpea la nariz de Elora.

—Esto es... ¿Sangre? —dice en voz baja al tiempo que cubre su nariz con el brazo, mostrándose asqueada.

De un empujón abre la puerta. Al otro lado, una escena sobrecogedora sorprende a Elora.

—¿Qué demonios ha ocurrido aquí?

El suelo, las paredes, el techo, todo se encontraba bañado por el rojo carmesí de la sangre. Numerosos cadáveres, asesinados con extrema brutalidad, minaban el suelo. A cada paso, trozos de carne y partes desmembradas abrían un sangriento camino. Elora avanza ahora lentamente. A cada paso, el chapoteo de la sangre fresca resuena como un eco macabro por el pasillo vacío. Numerosas estancias se encuentran esta vez a los laterales de otro largo pasillo, sin embargo, la sangre lleva al final de la sala.

—Si Kaim está aquí, eso significa que...

Antes de poder terminar la frase un nuevo grito desgarrador se deja oír y un cadáver vuela desde el final hasta la mitad del pasillo, volando al lado de Elora. Un hombre alto cuyo cuello había sido rebanado hasta casi separarlo del resto de su cuerpo. Elora aprieta el paso hasta encontrarse frente a la puerta.

Tragando saliva, Elora abre la puerta con lentitud, ensuciando su mano con el rojo color de la sangre. Al otro lado, Kaim sostenía por el cuello a un hombre con los ojos empapados de lágrimas, levantándole del suelo. Con un brusco movimiento, Kaim tuerce el cuello con un horrible crujido que hace arrugar el rostro a Elora. Perdiendo interés, libera el cuerpo sin vida, que cae sobre el ya encharcado suelo.

Elora estrecha su mano temblorosa, tratando de alcanzar su hombro. Sin embargo, Kaim blande su espada, realizando un corte en su brazo. Los ojos sin vida de Kaim se encuentran con los desencajados ojos de Elora. Una lágrima resbala por su mejilla.

—¿Gran...bart? —susurra con la voz rota.

Al instante, un grito de Kaim resuena al tiempo que una onda de energía sale despedida de su cuerpo, azotando a Elora.

Elora cae al suelo ensangrentado. Temblorosa, fija su mirada en Kaim, quien entre gritos, liberaba una y otra vez oleadas de sombras a su alrededor. Súbitamente, la oleadas cesan y Kaim se percata de su presencia,

—Ah, aún queda uno —comenta Kaim en voz baja, con un tono completamente sosegado.

Al instante, se lanza contra Elora y ejecuta un corte contra su cuello. Instintivamente, Elora se cubre con sus guantes y la estancia se llena con el rechinar y el chisporroteo del acero chocando con acero.

—¿No ha muerto? —pronuncia Kaim con absoluta sorpresa.

Una sombría y desquiciada sonrisa se dibuja en su rostro.

—Ya veo, tú eres fuerte.

Bajo Kaim, filamentos de sombra se forman sin hacer un solo ruido. Con un leve movimiento, los filamentos se clavan en el costado de Elora, quien no puede evitar gritar de dolor.

—Hermoso...

Los filamentos ahondan en la herida y levantan a Elora del suelo, sosteniéndola sobre sí. Kaim prepara su espada para decapitarla.

—¡Golpe de Fuego!

El puño de Elora se envuelve en llamas y golpea el rostro de Kaim, arrojándolo con fuerza y liberándola de su agarre. Elora cae de nuevo al suelo aguantando gritos de dolor y sangrando por ambos costados.

Kaim se envuelve de nuevo en una tela de sombras y un nuevo impulso de fuerza llena la sala.

—¡Sal... de... mi... cabeza! —exclama Kaim apretando sus dientes y su cabeza con fuerza, tratando de reprimir el poder de salía de su cuerpo.

Elora se pone en pie de nuevo, olvidando el dolor.

—Es cierto, él no es Granbart —susurra Elora para sí misma, limpiando un rastro de sangre de su labio—. Parece que aún sigue estando ahí encerrado.

Repentinamente, el poder que emana de Kaim se ahoga de nuevo.

—Eres testarudo... déjame disfrutar un poco más, hay alguien con quien puedo divertirme después de tanto tiempo —susurra con aquella voz sosegada.

Elora cierra sus ojos y aprieta el puño, cesando sus temblores.

—No dejaré que la historia se repita otra vez —Abre los ojos con una mirada determinada.

Kaim sonríe una vez más antes de arrojarse de nuevo contra ella. Elora desvía el corte con su izquierda y lanza un nuevo puñetazo al rostro, rápidamente, un nuevo corte llega por el lateral. Elora retira su cabeza hacia atrás para evitarlo.

—No volveré a caer en ese truco.

Las llamas brotan de su guantelete derecho abrasando a los filamentos negros que brotaban incesantes bajo los pies de Kaim.

—Primera combustión, ¡torbellino abrasador!

El puño de Elora golpea la espada, proyectando un tornado de llamas en su dirección que termina por rodear a Kaim.

—Voy a sacarte de él, ¡aunque para ello deba quebrar todos los huesos de tu cuerpo! —exclama con una mirada decidida.

Con un rápido movimiento, se coloca a un lado de Kaim y golpea su costado con fuerza. Kaim blande la espada en su dirección, pero Elora ya se encuentra a su otro costado, donde golpea una vez más.

Una lluvia de golpes llega por parte de Elora, golpeando desde todas direcciones una y otra vez, sin dar un solo respiro a Kaim, cuyo rostro se contorsiona con el dolor.

—Aún no es suficiente.

La lluvia de golpes se detiene y el primer anillo de los guanteletes de Elora comienza a girar, liberando una densa humareda blanca que al instante se transforma en una llamarada.

—¡Impacto de cohete!

Con gran velocidad, un puñetazo impulsado con las llamas golpea el vientre de Kaim, quien termina siendo estrellado contra la pared con fuerza.

Por un momento, el cuerpo de Kaim yace en pie, inerte, apoyado sobre la pared.

—¿L... lo he salvado? —se pregunta a sí misma Elora, cuya mirada se llena de esperanza.

Sin embargo, su rostro se llena una vez más de desesperación al mirar a Kaim de nuevo. Una tenue neblina violeta le rodea. Sus ojos, transformados en los de una bestia, y su rostro, torcido en una mueca monstruosa.

Elora corre hacia él y sostiene con fuerza sus brazos contra la pared, impidiéndole cualquier movimiento.

—No... No, no —Las lágrimas comienzan a caer por el rostro de Elora—. No puedes hacerlo Kaim, tienes que resistir.

Elora trata de esbozar una sonrisa, pero no puede más que mostrar un rostro envuelto en lágrimas. Kaim jadea, exhalando con cada suspiro un hálito de color violeta que, lentamente, devora su cuerpo.

—No puedes hacer esto Kaim... ¡No puedes hacerme esto!

Los músculos de sus brazos se tensan y comienza a luchar para liberarse, una nueva aura oscura le rodea.

—¡Kaim no! —exclama desesperada—. ¡No me obligues a matarte!

Un gruñido monstruoso sale de los labios de Kaim, quien recobra lentamente su fuerza. Un viento oscuro sopla en la habitación y la estancia se encuentra oscurecida por una pesada penumbra.

—¡¡¡No me obligues a pasar de nuevo por lo mismo!!! ¡¡¡Kaim!!!

De repente, la penumbra se dispersa, la nube violeta se deshace y la resistencia de Kaim desaparece. Un silencio llena la sala. El rostro de Elora se encontraba frente al de Kaim. Sus labios, presionados los unos contra los otros en un suave y desesperado beso.

Los ojos de Kaim se tornan normales, su rostro desencajado regresa a la normalidad y su cuerpo sin fuerza cae desplomado sobre el ensangrentado suelo. Elora cae de rodillas, las lágrimas aún corren por sus mejillas, la mitad de su cuerpo se encuentra bañada en color rojo debido a las numerosas veces que cayó contra el suelo. Como una niña pequeña, Elora eleva sus gritos al cielo, llorando a pleno pulmón sobre un húmedo y aún caliente charco de sangre.

Continuará...

 

Siguiendo un poco con el pequeño cambio en el estilo, dado lo contento que estube con el capítulo 53, aquí dejo el siguiente capítulo. Espero que les guste. Tenía pensado que los siguientes tres capítulos fueran uno solo, pero hubiera sido excesivamente extenso, así que los dividí en tres. Por este motivo no tardaré demasiado en subir los tres siguientes. O eso espero n_nu


Pandemónium capítulo 54: valor para salvar a los que amas.


Sentada en la esquina de una oscura habitación, tan sólo iluminada por la tenue luz de unas pequeñas alas que revolotean a su alrededor, Haruna abrazaba con fuerza sus rodillas con los ojos hinchados y rojos.

—¿Qué puedo hacer, Lilith? —pregunta, hundiendo la cara entre sus delgadas piernas.

Lilith revolotea a su alrededor, tratando de ver su rostro. Cansada, la toma de las mejillas y la saca de entre sus rodillas.

—¿Qué sino? —responde mirándola a los ojos con seriedad—. Ve ahí y pártele la jeta a ese espíritu.

El rostro de Haruna se arruga e indicios de lágrimas aparecen en los bordes de sus ojos.

—N...no puedo —Niega con la cabeza—. No hay posibilidad de que alguien como yo derrote a un guardián.
—¡Deja de deci' estupidece! —exclama con enfado—. Le plantaste cara a ese viejo de Ramúh, ¿no?.
—Él ni siquiera luchó en serio. Además, perdió su posición de guardián.
—Pero salvaste a Kaim.

Haruna oculta su rostro de nuevo. Lilith, furiosa, se dirige al bolso de Haruna, que se encontraba sobre la cama de la habitación. Registrando en su interior saca un paquete rectangular con una envoltura de papel y lo lanza hacia Haruna.

—No sé, que pasará una ve' estés ahí. Pero si no lo intentas lo vas a lamentá el resto de tu vida —dice apretando los puños con fuerza.

Haruna levanta el rostro y toma con suavidad el paquete, que había caído al suelo.

—Ah. Son las cartas de aquel tipo con el cabello de mi mismo color.

Una sonrisa melancólica se dibuja en su rostro al observarlas.

—¿Tienes un objetivo no? ¿O acaso vas a decirme que no t'acuerdas de lo que me dijiste al establecé el contrato? —comenta furiosa—. Aquella vez lo diste todo pa ayudarme.
—Pero aquella vez...
—No me bastan peros —la interrumpe pataleando mientras revolotea alrededor—. Si quieres derrotarla a ella necesitas enfrentarte a oponentes fuertes.

Lilith toma a Haruna por el rostro y la mira fijamente a los ojos de nuevo.

—Yo sé qu'eres fuerte. Y también sé que no te lo perdonarás nunca si cedes a tu miedo ahora. Sé que puedes derrotarlo —Suelta su rostro y se golpea el pecho con fuerza—. Si lo necesitas, mi vida es tuya, Haruna.

Haruna se levanta de forma abrupta y limpia sus lágrimas con la manga de su camisa.

—No hables tonterías Lilith —responde aún con la cabeza gacha—. Ni de broma te sacrificaría.

Lilith esboza una amplia sonrisa.

—¿A qué esperas entonces? Vete preparando porque esta noche vamos a prepararnos a fondo para mañana.

Haruna asiente con la cabeza, sin dejar de mirar al suelo.

La noche avanza. Lentamente, los rayos de Sol se abren paso en la penumbra hasta iluminar la estancia donde Haruna y Lilith ultiman los preparativos.

—¿Eso es tó? —pregunta Lilith.

Haruna toma un puñado de cartas y las guarda en su bolso mientras que el otro montón lo guarda en su bolsillo.

—Fue una sorpresa que las cartas que me dio aquel tipo estuvieran encantadas con ese tipo de conjuros. Siendo así... igual hay una posibilidad. —murmura para sí misma.
—Bueno Haruna —Lanza un bostezo—. Creo que's hora que me vaya' descansá
—Tienes suerte de tener el lujo de irte a descansar —comenta Haruna en tono burlón.
—No te olvides del plan.

Responde con una sonrisa antes de desaparecer.

—Aunque igual no habría podido dormir en toda la noche.

Haruna sale de la habitación. Se encontraba en el interior de un pequeño hostal construido con piedra blanca, ubicado en el centro de la ciudad. Tras despedirse de la recepcionista, Haruna se dirige una vez más a la biblioteca encadenada.

Haruna se detiene frente a la puerta a la primera sala de la biblioteca, nerviosa y temblando.

—Será mejor que me libre de este temblor —susurra para sí misma.
—¡Ah!

El grito la saca de su ensimismamiento, al girarse, un rostro inesperado la sorprende.

—¿Cómo es que Ifrit no acabó contigo? —dice Meidisen, señalándola con sorpresa.

Furiosa, Haruna la toma por el cuello de su camisa, rápidamente, la libera.

—Tu sabes cómo llegar al reino de fuego de Ifrit.
—¿Eh? Claro, conozco esta biblioteca como la palma de mi mano —responde con una sonrisa.
—Llévame.
—¿Por qué tendría que hacerlo?
—Necesito llegar al reino de Ifrit, Anya está atrapada allí. Necesito derrotarle.

Meidisen rompe en una carcajada que resuena por los vacíos pasillos del edificio.

—¿Derrotar a Ifrit? ¿Estás loca? —responde sin dejar de reír.
—Olvídalo, encontraré el camino yo sola.

Se gira y le da la espalda, pero Meidisen la detiene tomándola por el brazo.

—¿Por qué vas a hacer una locura así? —pregunta ahora con expresión seria.
—Voy a salvar a Anya; no es momento de huir, por muy asustada que esté, por mucho que me tiemblen las piernas. Debo ir.
—¿Aunque sea un monstruo?
—¡Ella no es ningún monstruo!, Anya es mi amiga —responde, afilando la mirada.

Durante un instante, ambas se miran a los ojos fijamente, con una seria expresión.

Haruna rompe el juego de miradas y se libera del agarre de Meidisen para abrir la puerta. Una vez más, la misma habitación se abre a sus ojos.

—Espera —La detiene una vez más, esta vez sólo con palabras—. Déjame ir contigo.

Los ojos de Haruna se abren de sorpresa.

—¿Por qué? ¿Acaso no querías vernos muertas?
—Eso tan solo fue una orden del abuelo, no tengo nada en contra de vosotras. Ni siquiera entiendo eso de monstruos y personas. Quiero que me enseñes sobre la amistad —responde, gesticulando con los puños cerrados.

Haruna cierra los ojos un instante y esboza una pequeña sonrisa.

—Está bien, me aseguraré de enseñarte bien sobre los amigos.

Meidisen responde con una sonrisa amplia y ambas comienzan a buscar el libro para la siguiente zona. En poco tiempo lo encuentran y son teletransportadas a la zona del volcán.

Mientras buscan, ambas mantienen una alegra conversación.

—Mi abuelo me enseñó que todos aquellos que no son como nosotros son monstruos que deben ser exterminados —comenta Meidisen
—¡Eso no es verdad! —exclama Haruna con enfado.
—Pero... el abuelo es el director de la academia él no puede estar equivocado.
—¿Acaso te pareció un monstruo cuando luchaste contra ella?

Meidisen cruza sus brazos y cierra los ojos, de tanto en tanto, ladea la cabeza de un lado a otro indecisa.

—Pues... la verdad es que no, pero esas alas...
—¿Acaso no te parecían muy suaves? —pregunta ahora con entusiasmo.
—Sí, sí —responde abriendo los ojos de repente y asintiendo con energía sin parar—. Definitivamente tenía ganas de acariciarlas.

Ambas retoman la búsqueda, charlando alegremente sobre Anya y lo mullidas que sus alas parecen. En poco tiempo y gracias a Meidisen, encuentran el siguiente libro y son teletransportadas al bosque de las ilusiones.

—A veces, sin que el abuelo lo sepa, vengo aquí. El bosque te muestra aquello que quieres tener —comenta Meidisen, observando con atención las vides cubiertas de niebla del suelo.
—¿No es peligroso? Yo estuve a punto de ser tragada por el bosque, aunque ni siquiera recuerdo que fue lo que vi.
—Si sabes qué se trata de una ilusión no es tan difícil salir de ella, aunque a veces me quedo tan absorta que casi me traga.
—¿Y qué es lo que el bosque te muestra?
—Amigos...

Un incómodo silencio se hace presente.

—¿N...no tienes amigos? ¿Y qué me dices de ese espíritu que te acompañaba? —pregunta con incomodidad.
—¿Reth? Reth es bueno conmigo, pero es alguien que envía mi abuelo para vigilar que cumplo sus órdenes.
—¿No es tu amigo?

Meidisen niega con la cabeza, una expresión triste se dibuja en su rostro.

—Reth no dudaría en matarme si mi abuelo así lo ordenase.

El corazón de Haruna se estremece al escuchar su respuesta.

—S...si quieres, yo puedo ser tu amiga.
—¿Eh?

El rostro de Meidisen se llena de sorpresa.

—¿Por qué? —pregunta asustada, dando un paso atrás.
—¿Es lo que quieres no? Me estás ayudando a rescatar a Anya, no creo que haya problema en que seamos amigas tras esto.
—Pero... traté de matarte. Además... el abuelo dice que no necesito amigos, sólo necesito centrarme en mis estudios y ser la mejor bruja.
—No creo que por tener amigos tus estudios se vean afectados.
—Pero...

Haruna avanza y la toma de las manos, juntándolas unas con las otras. Meidisen se estremece al tacto.

—¿Qué...?
—No tengas miedo.
—Pero... el abuelo...
—Tu abuelo no tiene por qué enterarse.

Meidisen esboza una dulce sonrisa mientras algunas lágrimas surcan su rostro.

Tras secar sus lágrimas, ambas buscan el libro a la siguiente sala. En poco tiempo, Meidisen recoge el libro y ambas son transportadas a la mansión invertida.

—Muy bien, el libro al reino de Ifrit se encuentra en este piso —comenta Meidisen animada, mostrando una gran sonrisa—. Sígueme.

Sosteniendo su enorme sombrero para que no se caiga, Meidisen corre hacia el piso inferior. Guiándola a través de las salas. Alcanza una habitación donde muebles de gran tamaño se encontraban anclados al techo. Ahí, la pequeña bruja trepa con agilidad hasta abrir uno de los cajones de una mesita. Al hacerlo, un libro cae al suelo.

—¿Es este verdad?

Haruna toma el libro del suelo. Sin embargo, comienza a temblar y éste se le cae de las manos.

—Ah...
—¿Estás asustada? —comenta Meidisen mientras cae con suavidad de nuevo al suelo y recoge el libro.
—Supongo que no puedo engañarme a mi misma —responde con una triste sonrisa, abrazándose a su misma sin dejar de temblar—. Mis padres fueron asesinados frente a mis ojos por una invocadora que usaba guardianes elementales.
—Yo no recuerdo a mis padres, así que no sé qué es lo que se siente, pero yo también estaría asustada si alguien matase a mi abuelo frente a mí. Pero en este caso, tienes a alguien a quien debes salvar, ¿no?
—No creo ser tan fuerte para derrotarle. Pasé toda la noche ultimando un plan pero... no sé si resultará.

Meidisen mete la mano en el bolsillo de su falda y saca una carta de color azul adornada con numerosos cristales de hielo, con el motivo de un ave congelada.

—Toma —le extiende la carta.
—¿Qué es eso?
—Es mi conjuro más poderoso, adaptado a un encantamiento, no sé que tan fuerte sea contra Ifrit pero... estoy segura de que le hará daño si le das con él.
—¿Por qué?
—Porque s...s...somos amigas —responde con una enorme sonrisa, acercando su rostro emocionado al de Haruna.
—¿Crees que puedo derrotarle?

Meidisen cierra los ojos y se cruza de brazos, sosteniendo el libro. Indecisa, y pronunciando palabras imposibles de oír, ladea la cabeza de lado a lado.

—Hmm —piensa—. Ifrit es fuerte y lleva aquí más de diez años sin que nadie le haya derrotado, pero por otra parte fuiste capaz de derrotarme.

Meidisen abre los ojos de nuevo con una seria expresión.

—Creo que tienes una oportunidad.

Los ojos de Haruna se abren de sorpresa, llenos de esperanza. Meidisen le extiende el libro.

—Si luchas con precaución y sin perder los nervios podrías tener una oportunidad. Demostraste ser inteligente cuando luchamos, además, Ifrit no te mató nada más verte, por lo que te está subestimando. Si la batalla no se alarga demasiado, la victoria será tuya.

Haruna toma el libro, alentada por las palabras de Meidisen.

—Volveré para contarte la batalla y presentarte a Anya. Será hostil al principio, pero no te preocupes, ella es una buena persona. Incluso te dejará tocar sus alas —comenta con una sonrisa.
—Te estaré esperando. ¡No pierdas!

Haruna sonríe desde el fondo de su corazón.

—¡Teleportatio!

Haruna es teletransportada al reino de Ifrit con una sonrisa en el rostro. No se había dado cuenta, pero había dejado de temblar.

Continuará...

 

De nuevo con el siguiente capítulo siguiendo la línea de Haruna, comienza finalmente la batalla contra Ifrit, el temible demonio de fuego. Haruna está dispuesta a darlo todo de sí misma para salvar a Anya pero, ¿será suficiente?


Pandemónium capítulo 55: La resolución de Haruna.


Una vez más, Haruna se encuentra en el páramo desolado del reino de fuego de Ifrit. Esta vez, el demonio la esperaba con una enorme sonrisa.

Cruzado de brazos, Ifrit levitaba observando a Haruna con una mirada de superioridad. Haruna, sin embargo, le devuelve una mirada serie y fría.

—¿Dónde está Anya? —pregunta con hostilidad.

Ifrit chasquea sus dedos. Una brecha se abre en el suelo, de ella emerge Anya, encerrada en una jaula de barrotes dorados. La jaula sube hacia arriba hasta quedar suspendida sobre sus cabezas.

—Me sorprende que vinieras, parece ser que tenías razón, Seth
—También te dije que te derrotaría.

Ifrit rompe en una carcajada.

—Anya, ¿te encuentras bien? —pregunta Haruna, alzando la voz arriba.

Anya asoma la cabeza por entre los barrotes.

—Me encuentro perfectamente, este tipo es todo palabras, una vez te fuiste se porto como todo un caballero conmigo.
—O...oye —dice Ifrit avergonzado.

Haruna suspira aliviada antes de fijar su mirada de nuevo en el demonio frente a ella.

—La liberarás si te derroto, ¿verdad?

Ifrit cruza los brazos frente a sí una vez más, tratando de recuperar su anterior compostura.

—Soy un demonio de palabra, si logras derrotarme, os liberaré y me uniré a ti. Considéralo como la prueba que has de pasar para establecer el contrato.

Haruna introduce la mano en la manga de su camisa y saca una carta de color rojo, con el motivo de un hada envuelta en llamas.

—¡Invoco al espíritu menor del hada de fuego, Lilith!

La carta se consume en llamas en su mano y, frente a ella, Lilith aparece a través de un vórtice de llamas con una enorme sonrisa en su cara.

—¡Llegó el momento de liarla parda! —exclama con fuerza.

Lilith junta sus pequeñas manos y, con suaves giros y movimientos, forma una lanza de fuego.

—¡Saeta de fuego!

Con fuerza, Lilith arroja la lanza de fuego, que impacta de lleno en Ifrit, quien permanece indiferente.

—No es muy inteligente el lanzar ataques de fuego contra el guardián elemental del fuego, ¿sabes?

Ifrit lanza un manotazo contra la pequeña Lilith, sin embargo, su ataque es detenido a mitad.

—¡Carta coraza! —Una carta azulada desaparece de las manos de Haruna.

Una coraza azul envuelve a Lilith, quien sonríe ampliamente.

—¡No me subestimes bastardo!

El cabello rojizo de Lilith estalla en furiosas llamas, sus alas crecen, transformándose en unas grandes olas de llamas. Con una batida, se lanza con fuerza contra el pecho de Ifrit.

—¡Embate ígneo!

El golpe impacta de lleno, liberando una explosión que termina desestabilizando a Ifrit, que no puede evitar apoyar los pies en el suelo para evitar ser derribado.

—¿Esa hada siempre había sido tan fuerte? —interviene con asombro Anya.
—¡Maldita! —exclama furioso Ifrit, lanzando un zarpazo a Lilith abandonando su postura relajada.

No obstante, Lilith lo esquiva con facilidad.

—Ser pequeña tiene sus ventajas.

Las llamas de sus alas se apagan y pasan a sus piernas.

—¡Sable de fuego!

Girando sobre sí misma, Lilith propina una patada directa al rostro. El golpe conecta y una pequeña herida aparece en el rostro del demonio. Enfadado, cierra sus manos con fuerza, atrapando a Lilith en su interior. Sin embargo, una burbuja azul evita que sea golpeada. Furioso, Ifrit mira a Haruna.

—Carta coraza.

Una nueva carta azulada desaparece en sus manos.

De inmediato, Ifrit se lanza sobre ella dispuesto a darle un puñetazo.

—¡Carta doble!

Antes de que el golpe le diese, Haruna se divide en dos y esquiva una a cada lado.

—¡Yo soy tu oponente!

Lilith se dirige a su espalda, con el puño cargado de fuego.

—¡Golpe de Hada!

Ifrit detiene con su mano el puño de Lilith, mientras que con el otro brazo lanza un ataque hacia una de las Haruna, que desaparece sonriendo, como un espejismo.

Antes de poder girarse hacia la otra, ésta salta y se coloca sobre su cabeza con una carta azul en su mano. La carta comienza a brillar en su mano.

—¡Carta de la flecha invernal!

Tomando una pose de arquera, Haruna dispara una gran flecha de hielo a través de la carta que impacta de lleno en el hombro de Ifrit, que grita de dolor. Por su lado, Lilith provoca una explosión que aparta la mano del demonio con brusquedad y asciende alto en el cielo.

—¡Haruna! —exclama con una sonrisa.

Haruna, sin mediar palabra, lanza una carta al cielo. Lilith toma la carta y comienza a descender en picado sobre Ifrit.

—¡Acábalo Lilith!
—¡Déjamelo a mi! ¡Carta congelación!

Los brazos envueltos en llamas de Lilith comienzan a congelarse, transformándose en dos cuchillas de hielo y dejando tras de sí una estela de fuego congelado. Lilith acelera con una explosión tras de sí, alcanzando una gran velocidad.

—No es posible, ¿es capaz de hacer una cōnexiō? —comenta Anya, sorprendida una vez más, observando con Lilith desciende a su lado.
—¡Sable de fuego helado!

Con gran fuerza, Lilith cae sobre Ifrit blandiendo sus brazos helados a modo de cuchilla. El golpe lleva a Ifrit al suelo con fuerza y comienza a congelarlo.

Lilith y Haruna jadean, agotadas.

—¿Ya'sta? —pregunta Lilith, colocándose al lado de Haruna, observando como el cuerpo de Ifrit se congela cada vez más.
—Aún no... Nos está subestimando. Ni siquiera ha usado sus poderes de fuego aún —Muerde su labio con fuerza.

El rostro de Ifrit muestra una sonrisa.

—Eso es.

Con tan solo un movimiento, todo el hielo se rompe en pedazos e Ifrit se levanta una vez más.

—Imposible, ese'ra mi mejó golpe
—¿Eso es todo lo que tenéis? —comenta con una sonrisa, levitando frente a ellas como al inicio.
—¿Puedes seguir Lilith? —susurra a su compañera
—Tsk —chasquea la lengua con enojo—. No quea más remedio, aunque mis brazos siguen congelados.
—Lo siento, no me queda demasiada magia para darte. Lo jugaremos todo a un último golpe.
—¿Estáis cansadas? Que mal —se disculpa con fingida preocupación— porque llegados a este punto... ¡dudo poder contenerme por mas tiempo!

Ifrit se despereza con un rugido y numerosos pilares de fuego se elevan desde el suelo hasta el mismo cielo rojizo. Las furiosas explosiones llenan el lugar de un atronador sonido mientras más y más pilares nacen por todo el lugar. Haruna y Lilith se separan cada una a un lado, rodeando al gran demonio y evitando los nacientes pilares bajo sus pies.

Lilith dibuja un círculo con sus congelados brazos, esgrimiendo una mueca de dolor. En el centro del círculo, una bola de fuego se forma. Lilith alza sus manos y la bola aumenta de tamaño.

—¡Granada de fuego!

Por su lado, Haruna saca seis cartas, que quedan suspendidas en el aire frente a ella. Con gran velocidad, Haruna toca todas las cartas, que comienzan a brillar.

—¡Carta de la flecha invernal!

Las flechas se cargan de energía y son disparadas hacia Ifrit. Al mismo tiempo, Lilith lanza su granada.

—¡Aún hay más! —exclama Haruna, desenganchando los charkrams a su espalda—. ¡Equipamiento, torbellino!
—¡Eso es, muéstrame tus colmillos pequeña! —exclama Ifrit con una carcajada—. ¡Muéstrame el poder que yace en la sangre que corre por tus venas!

Los charkram y las flechas vuelan, al otro lado, la bola de fuego de Lilith hace lo mismo, rodeándole. Girando con los brazos extendidos, Ifrit libera una oleada de llamas que derrite las flechas de hielo, aparta los charkrams y ahoga la bola de fuego. Lilith se coloca frente a él, con la pierna en llamas.

—¡Sable de...!

Antes de que pudiera terminar la frase, Ifrit se coloca tras ella y, con un puñetazo descendiente, la estrella con fuerza contra el suelo.

—Lo siento... Haruna...

Con esas palabras, Lilith desaparece con una pequeña llamarada. Al instante, Haruna, empuñando la carta de Meidisen salta sobre el brazo extendido de Ifrit y coloca la carta frente a él.

—¡Carta C...!

Sin tiempo a reaccionar, la mano de Ifrit se cierra alrededor de ella, aprisionándola con fuerza.

—Y con ésta, ya son dos moscas eliminadas —comenta Ifrit con un atisbo de tristeza en su rostro.

Con gran fuerza, Ifrit estrella a Haruna contra el suelo, quien no puede evitar ahogar un grito de dolor al escupir una bocanada de saliva y sangre.

—¡Haruna! —grita Anya—. ¡Cómo te atreves!

Anya aprieta los barrotes y grita con fuerza. Una cegadora luz blanca emana de su cuerpo. Apretando sus dientes con furia, los barrotes comienzan a ceder lentamente ante la presión de sus brazos.

—Es una pena que no pueda ver germinar a tan prometedora semilla. Pero debía responder con todo mi poder —responde con tristeza, dirigiéndose a Anya—. Ahora, solo tengo que acabar contigo.
—¡Ni lo sueñes! —Las plumas de Anya se erizan y la luz comienza a arremolinarse a su alrededor.
—Aunque supongo que tú serás un tanto más difícil.
—¿A dónde estás mirando?

Ifrit se gira mostrando una expresión de puro asombro en su rostro.

—¿Có...?

Antes de poder articular palabra, un corte en espiral recorre todo su brazo, liberando una hilera de sangre. Ifrit lanza un rugido de dolor. Frente a él se encontraba Anuria, esgrimiendo una claymore con las dos manos.

—Su piel es muy dura, quería trocearlo —comenta mientras observa el filo mellado de su espada.
—Carta de impacto gélido.

Una carta desaparece en la mano de Haruna. Un enorme orbe de hielo se materializa sobre Ifrit y se precipita sobre él, aplastándole contra el suelo.

—Creí que había acabado contigo —dice desde el suelo, levantando la mirada para encontrarse con los ojos de Haruna.
—He decidido... que yo tampoco voy a contenerme. Voy a salvar a Anya

Haruna se encuentra con el cabello enmarañado, manchado con la sangre que sale de un corte en su cabeza. Su labio sangra y su mano derecha adquiere un tono negro mientras que unas garras oscuras se encuentran donde deberían estar sus dedos. Haruna aprieta dicho brazo con fuerza, tratando de contener el dolor.

Continuará...